• 𝙏𝙃𝙀 𝙆𝙄𝙉𝙂 𝙊𝙁 𝙏𝙍𝘼𝙎𝙃
    Fandom The walking dead
    Categoría Acción
    Se suponía que las carreras en un mundo apocalíptico no debían existir. No solo eran peligrosas por la evidente ausencia de hospitales en funcionamiento, también representaban un enorme riesgo para los pilotos, sus acompañantes y para quienes acudian a ver el espectáculo desde las gradas.

    Gavin, el líder de la comunidad llamada los carroñeros, era el creador y responsable de ese evento. Dos veces a la semana y sin importar las condiciones climáticas, él y su gente se trasladaban desde el basurero hasta "El coliseo" el lugar que habían adaptado para usarlo como circuito de carreras y que en el pasado fue un estadio de fútbol americano. Localizado a las afueras de Virginia, lo bastante lejos para evitar que los muertos asomaran sus putrefactas cabezas a lo que consideraba su hogar.

    El coliseo era un enorme llamador de caminantes. El rugir de al menos ocho motores los atraía como abejas a la miel, pero nada de eso le importaba. El lugar era seguro, dentro de lo cabía y los premios en base a las apuestas hacia que cualquiera mirase a un costado con tal de disfrutar de un poco de entretenimiento o de llevarse algunos suministros a su comunidad si el coche al que le apostaban salía ganador.

    Todo indicaba que sería un buen día para llevar a cabo el evento. Las nubes grises estaban sobre sus cabezas pero se dejarían espantar por un par de gotas de agua, era de día y todo lo unico que necesitaban era luz natural.

    Al llegar, eliminaron a seis caminantes que habían caído en las trampas de la primera entrada y al mismo tiempo comenzaron a llegar las personas en sus propios vehículos, aparcando en el estacionamiento que por medidas de seguridad, tenía la apariencia de una jaula enorme. Gavin fue el primero en acercarse a saludar, conocía a todos los miembros de las demás comunidades pero cada tanto solía ver alguna que otra cara nueva, como hoy.

    Casper y Fred, miembros de Hilltop caminaban adelante y detrás de ellos estaban Nora, Annie, Leah; miembros de la comunidad de Alexandria, y los últimos eran tres personas que no había visto antes.

    ──No me hago responsable de los problemas que esto les pueda ocasionar con sus respectivos líderes, dicho eso, gracias por venir. Mis hombres se encargaran de llevar lo que hayan traído para el pozo de las apuestas── Hablaba y se desembolvia como alguien que ha memorizado un speech de ventas, decía lo mismo cada la semana pero por alguna razón era agradable de oír.

    Saludo con un apretón de manos a cada uno de los presentes y cuando llego hasta la chica que había llegado con el nuevo grupo, Annie habló.

    ──Hice una amiga nueva, ella no quería venir pero la convencimos. ¿Verdad que si, Issy? ── La chica le dio un codazo amistoso a su amiga para animarla a hablar y Gavin extendío el brazo en su dirección para estrecharle la mano también.

    ──En este nuevo mundo no hay lugar para los aburridos, ni tampoco para los cobardes── Menciono entre risas con total intención de burlarse de aquellos que no veían con buenos ojos ese evento y prosiguió. ──Soy Gavin, líder de los carroñeros y dueño de este enorme circo de hojalata. Bienvenida ¿Issy? ¿Es tu apodo o te llamas así?.

    Isabella
    Se suponía que las carreras en un mundo apocalíptico no debían existir. No solo eran peligrosas por la evidente ausencia de hospitales en funcionamiento, también representaban un enorme riesgo para los pilotos, sus acompañantes y para quienes acudian a ver el espectáculo desde las gradas. Gavin, el líder de la comunidad llamada los carroñeros, era el creador y responsable de ese evento. Dos veces a la semana y sin importar las condiciones climáticas, él y su gente se trasladaban desde el basurero hasta "El coliseo" el lugar que habían adaptado para usarlo como circuito de carreras y que en el pasado fue un estadio de fútbol americano. Localizado a las afueras de Virginia, lo bastante lejos para evitar que los muertos asomaran sus putrefactas cabezas a lo que consideraba su hogar. El coliseo era un enorme llamador de caminantes. El rugir de al menos ocho motores los atraía como abejas a la miel, pero nada de eso le importaba. El lugar era seguro, dentro de lo cabía y los premios en base a las apuestas hacia que cualquiera mirase a un costado con tal de disfrutar de un poco de entretenimiento o de llevarse algunos suministros a su comunidad si el coche al que le apostaban salía ganador. Todo indicaba que sería un buen día para llevar a cabo el evento. Las nubes grises estaban sobre sus cabezas pero se dejarían espantar por un par de gotas de agua, era de día y todo lo unico que necesitaban era luz natural. Al llegar, eliminaron a seis caminantes que habían caído en las trampas de la primera entrada y al mismo tiempo comenzaron a llegar las personas en sus propios vehículos, aparcando en el estacionamiento que por medidas de seguridad, tenía la apariencia de una jaula enorme. Gavin fue el primero en acercarse a saludar, conocía a todos los miembros de las demás comunidades pero cada tanto solía ver alguna que otra cara nueva, como hoy. Casper y Fred, miembros de Hilltop caminaban adelante y detrás de ellos estaban Nora, Annie, Leah; miembros de la comunidad de Alexandria, y los últimos eran tres personas que no había visto antes. ──No me hago responsable de los problemas que esto les pueda ocasionar con sus respectivos líderes, dicho eso, gracias por venir. Mis hombres se encargaran de llevar lo que hayan traído para el pozo de las apuestas── Hablaba y se desembolvia como alguien que ha memorizado un speech de ventas, decía lo mismo cada la semana pero por alguna razón era agradable de oír. Saludo con un apretón de manos a cada uno de los presentes y cuando llego hasta la chica que había llegado con el nuevo grupo, Annie habló. ──Hice una amiga nueva, ella no quería venir pero la convencimos. ¿Verdad que si, Issy? ── La chica le dio un codazo amistoso a su amiga para animarla a hablar y Gavin extendío el brazo en su dirección para estrecharle la mano también. ──En este nuevo mundo no hay lugar para los aburridos, ni tampoco para los cobardes── Menciono entre risas con total intención de burlarse de aquellos que no veían con buenos ojos ese evento y prosiguió. ──Soy Gavin, líder de los carroñeros y dueño de este enorme circo de hojalata. Bienvenida ¿Issy? ¿Es tu apodo o te llamas así?. [isabella_rossi]
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  • 𝐅𝖊𝖆𝖗 𝖈𝖆𝖓 𝖙𝖚𝖗𝖓 𝖙𝖔 𝖑𝖔𝖛𝖊
    Fandom The phantom of the opera
    Categoría Slice of Life
    Después de semanas de conversaciones y debates, los señores Armand Moncharmin y Firmin Richard cansados de luchar contra algo que no podían ver, tomaron la dolorosa decisión de vender la ópera.

    La situación en el teatro era insostenible, habían perdido todas y cada una de las batallas contra el hombre que se proclamaba amo y señor del lugar, pero la gota que revalso el vaso fue la caída del contrapeso de la lámpara de araña durante la última función.

    El accidente «obra del fantasma» le causo la muerte a una persona e hirió a otras más, empujandolos a tomar la decisión de dar un paso al costado y entregarles esa batalla a alguien más. Por fortuna «o desgracia para los nuevos compradores», la ópera abriría sus puertas al día siguiente con dos nuevos directores, el señor Lambert y su socio, el señor Lefebvre.

    No obstante, antes firmar para concretar la venta, les han advertido sobre la existencia del fantasma. Explicandoles lo que hace y enseñandoles las cartas que les envía con sus exigencias, omitiendo contar que por si todo eso no fuera poco, exige un salario a cambio de darles un cronograma con las funciones del mes como si ninguna otra persona tuviera derecho a escoger que obras incluir y cuales no.

    Pero, al igual que ellos con sus predecesores... el señor Debienne y el señor Poligny, que también trataron de advertirles de lo que ocurria en el teatro; los nuevos directores no le dieron mayor importancia y tomaron el asunto como una broma de mal gusto.

    Al día siguiente, los cuatro hombres reunieron a todo el personal de la ópera para darles la noticia de la venta y presentarles a sus nuevos jefes. El encuentro fue breve, algunos artistas propusieron ciertas cuestiones a mejorar en el teatro y al finalizar la reunión los actuales directores se quedaron a ver los ensayos, ajenos a los ojos que los observaban desde el punte de luces por encima del escenario.

    Las únicas personas que se percataron de la presencia del fantasma en las alturas fueron Madame Giry, y Christine Daae pero ninguna dio señales de ello. La maestra de Ballet lo hizo por lealtad y la joven soprano por amor, pero no hacía él sino hacia Raoul, su primer amor.

    𝐌𝐞𝐫𝐞𝐝𝐢𝐭𝐡 𝐋𝐚𝐦𝐛𝐞𝐫𝐭
    Después de semanas de conversaciones y debates, los señores Armand Moncharmin y Firmin Richard cansados de luchar contra algo que no podían ver, tomaron la dolorosa decisión de vender la ópera. La situación en el teatro era insostenible, habían perdido todas y cada una de las batallas contra el hombre que se proclamaba amo y señor del lugar, pero la gota que revalso el vaso fue la caída del contrapeso de la lámpara de araña durante la última función. El accidente «obra del fantasma» le causo la muerte a una persona e hirió a otras más, empujandolos a tomar la decisión de dar un paso al costado y entregarles esa batalla a alguien más. Por fortuna «o desgracia para los nuevos compradores», la ópera abriría sus puertas al día siguiente con dos nuevos directores, el señor Lambert y su socio, el señor Lefebvre. No obstante, antes firmar para concretar la venta, les han advertido sobre la existencia del fantasma. Explicandoles lo que hace y enseñandoles las cartas que les envía con sus exigencias, omitiendo contar que por si todo eso no fuera poco, exige un salario a cambio de darles un cronograma con las funciones del mes como si ninguna otra persona tuviera derecho a escoger que obras incluir y cuales no. Pero, al igual que ellos con sus predecesores... el señor Debienne y el señor Poligny, que también trataron de advertirles de lo que ocurria en el teatro; los nuevos directores no le dieron mayor importancia y tomaron el asunto como una broma de mal gusto. Al día siguiente, los cuatro hombres reunieron a todo el personal de la ópera para darles la noticia de la venta y presentarles a sus nuevos jefes. El encuentro fue breve, algunos artistas propusieron ciertas cuestiones a mejorar en el teatro y al finalizar la reunión los actuales directores se quedaron a ver los ensayos, ajenos a los ojos que los observaban desde el punte de luces por encima del escenario. Las únicas personas que se percataron de la presencia del fantasma en las alturas fueron Madame Giry, y Christine Daae pero ninguna dio señales de ello. La maestra de Ballet lo hizo por lealtad y la joven soprano por amor, pero no hacía él sino hacia Raoul, su primer amor. [ASH4DOW]
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  • -De vez en cuando, un capricho es bienvenido, y un bocado extra de carne humana no me vendría mal.-

    Miraba su jambalaya, que brillaba con un aspecto delicioso, lista para ser devorada. Sonreí, satisfecho. Últimamente había tenido poco apetito debido a su condición, una situación a la que ya estaba habituado. A pesar de esto, se forzó a comer, pero la punzada de su instinto caníbal, ese fuerte deseo de carne humana, seguía muy presente.
    -De vez en cuando, un capricho es bienvenido, y un bocado extra de carne humana no me vendría mal.- Miraba su jambalaya, que brillaba con un aspecto delicioso, lista para ser devorada. Sonreí, satisfecho. Últimamente había tenido poco apetito debido a su condición, una situación a la que ya estaba habituado. A pesar de esto, se forzó a comer, pero la punzada de su instinto caníbal, ese fuerte deseo de carne humana, seguía muy presente.
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  • — Buenas gente, eh vuelto, que tengan bonito día, yo estoy a punto de hacer mi lista de regalos ,:³

    Lista:

    -tener más ganas de estar presente
    -volver a socializar
    -dar amor
    -conseguir nuevos compañeros
    -repartir regalos
    -un gato (opcional)

    // PD: querido santa, traerme a mis personajes favoritos para navidad :3

    - Sun and Moon
    - Enmu (opcional )
    - más compas de rol (opcional )
    - Una Ena ( SIN FALTA )
    — Buenas gente, eh vuelto, que tengan bonito día, yo estoy a punto de hacer mi lista de regalos ,:³ Lista: -tener más ganas de estar presente -volver a socializar -dar amor -conseguir nuevos compañeros -repartir regalos -un gato (opcional) // PD: querido santa, traerme a mis personajes favoritos para navidad :3 - Sun and Moon - Enmu (opcional ) - más compas de rol (opcional ) - Una Ena ( SIN FALTA ) :STK-35:
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  • La niebla se aferraba al templo como un secreto susurrado. Las linternas aún encendidas dibujaban sombras suaves sobre la madera antigua, y el incienso ardía lento.

    Ella aguardaba en el umbral, el kimono entreabierto mecido por la brisa. Su mirada se alzó al sentir una presencia acercarse.

    —No llegas aquí por azar. El templo te ha llamado, igual que a mí me llama tu destino. ─ una leve sonrisa curvó sus labios.

    —Entra. Deja fuera tus temores y dime qué deseas encontrar esta noche. ─
    La niebla se aferraba al templo como un secreto susurrado. Las linternas aún encendidas dibujaban sombras suaves sobre la madera antigua, y el incienso ardía lento. Ella aguardaba en el umbral, el kimono entreabierto mecido por la brisa. Su mirada se alzó al sentir una presencia acercarse. —No llegas aquí por azar. El templo te ha llamado, igual que a mí me llama tu destino. ─ una leve sonrisa curvó sus labios. —Entra. Deja fuera tus temores y dime qué deseas encontrar esta noche. ─
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  • ᯓ★ Mucho gusto a todos aquí, me presento, soy Ahri, Un zorro de 9 colas o bueno como algunos le dicen Kitsune, soy una vastay, puedo manipular emociones y escencia vital, absorbo recuerdos de almas para poder entenderme a mi misma, bueno con eso es una información especial, así que me encantaría llevarme bien con todos ustedes, espero ser bienvenida a este lugar.

    ⁀➴ Admitió la Chica Kitsune mientras observaba con atención hacia sus alrededores, pues al ser nueva, quería investigar un poco por los lugares y conocer un poco más.
    ᯓ★ Mucho gusto a todos aquí, me presento, soy Ahri, Un zorro de 9 colas o bueno como algunos le dicen Kitsune, soy una vastay, puedo manipular emociones y escencia vital, absorbo recuerdos de almas para poder entenderme a mi misma, bueno con eso es una información especial, así que me encantaría llevarme bien con todos ustedes, espero ser bienvenida a este lugar. ⁀➴ Admitió la Chica Kitsune mientras observaba con atención hacia sus alrededores, pues al ser nueva, quería investigar un poco por los lugares y conocer un poco más.
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  • El bar, al igual que el hall del hotel, quedaron en absoluto silencio tras la partida de Lucifer. Sólo el tintinear de los hielos contra el vidrio del vaso era audible cuando él jugaba con el mismo entre sus manos.
    Aún sentado en el taburete de aquel bar tan desolado como el hotel, había su brazo libre en la barra y recargado su rostro en su mano mientras, distraídamente, observaba el licor a medio beber en el vaso. El líquido ondeaba en círculos paralelos a los movimientos que él hacía con el recipiente en su mano. Suspiró sin darse cuenta. Su mente divagando más allá del presente. Hacia el pasado, pero no uno muy lejano. Tan solo hacía unos minutos atrás ¿Quién sabía si menos?
    Sin embargo, pronto su mente terminó recordando la melodía de un violín. El canto angelical que acompañaba una suave melodía tocada a dueto por dos armoniosos instrumentos. Un brillo dorado que había acabado por iluminar el ambiente incluso más que cualquier luz que pudo alguna vez haber visto.

    — Mmm mmm... — Pronto se encontró a sí mismo tarareando, aunque tal vez no fue del todo consciente que lo hacía. Su sombra bajo sus pies, escurriéndose en la pared a su lado, observándolo con expresión confundida y ladeando la cabeza. Intentando verle a los ojos pero él no parecía notario. Su mirada en el licor que todavía hacía girar en su vaso mientras observaba sin mirar. Su mente divagando más allá.
    La sombra insistió, pasando a estar frente a él, incluso una mano agitó en sus narices pero, otra vez él no lo notó. O tal vez sí esta segunda vez pero no le importó. Apoyó el vaso en la barra y, sin levantarse, le dio la espalda para apoyarse sutilmente en la misma. Su mirada ahora perdida en el piano y sus oídos parecieron reproducir la suave melodía. Por un momento incluso sus ojos lo engañaron con la ilusión de la magia sucedida alrededor del instrumento.

    Apoyando un brazo en la barra y recargando su rostro en el piano, volvió a pensar en silencio.
    Volvió a recordar y, poco después, dejó escapar una suave risa silenciosa.

    — My radiant beam in the night
    I don't need no light to see you
    Shine
    It's your golden hour (oh)
    You slow down tiilime
    In your golden hour (oh) —

    Comenzó a tararear en voz baja de forma distraída con suave sonrisa.
    El bar, al igual que el hall del hotel, quedaron en absoluto silencio tras la partida de Lucifer. Sólo el tintinear de los hielos contra el vidrio del vaso era audible cuando él jugaba con el mismo entre sus manos. Aún sentado en el taburete de aquel bar tan desolado como el hotel, había su brazo libre en la barra y recargado su rostro en su mano mientras, distraídamente, observaba el licor a medio beber en el vaso. El líquido ondeaba en círculos paralelos a los movimientos que él hacía con el recipiente en su mano. Suspiró sin darse cuenta. Su mente divagando más allá del presente. Hacia el pasado, pero no uno muy lejano. Tan solo hacía unos minutos atrás ¿Quién sabía si menos? Sin embargo, pronto su mente terminó recordando la melodía de un violín. El canto angelical que acompañaba una suave melodía tocada a dueto por dos armoniosos instrumentos. Un brillo dorado que había acabado por iluminar el ambiente incluso más que cualquier luz que pudo alguna vez haber visto. — Mmm mmm... — Pronto se encontró a sí mismo tarareando, aunque tal vez no fue del todo consciente que lo hacía. Su sombra bajo sus pies, escurriéndose en la pared a su lado, observándolo con expresión confundida y ladeando la cabeza. Intentando verle a los ojos pero él no parecía notario. Su mirada en el licor que todavía hacía girar en su vaso mientras observaba sin mirar. Su mente divagando más allá. La sombra insistió, pasando a estar frente a él, incluso una mano agitó en sus narices pero, otra vez él no lo notó. O tal vez sí esta segunda vez pero no le importó. Apoyó el vaso en la barra y, sin levantarse, le dio la espalda para apoyarse sutilmente en la misma. Su mirada ahora perdida en el piano y sus oídos parecieron reproducir la suave melodía. Por un momento incluso sus ojos lo engañaron con la ilusión de la magia sucedida alrededor del instrumento. Apoyando un brazo en la barra y recargando su rostro en el piano, volvió a pensar en silencio. Volvió a recordar y, poco después, dejó escapar una suave risa silenciosa. — My radiant beam in the night I don't need no light to see you Shine It's your golden hour (oh) You slow down tiilime In your golden hour (oh) — Comenzó a tararear en voz baja de forma distraída con suave sonrisa.
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  • Esto se ha publicado como Out Of Character. Tenlo en cuenta al responder.
    Esto se ha publicado como Out Of Character.
    Tenlo en cuenta al responder.
    — ​El aire de la noche sobre el Gran Santuario Narukami era fresco, pero los pétalos de cerezo que cubrían el estanque privado no se movían, inmovilizados en un silencio melancólico. Una única linterna de piedra luchaba por iluminar las sombras.

    ​La sacerdotisa se sentaba en el borde de granito pulido, un contraste de carne pálida y kimono rojo y blanco contra la oscuridad circundante. Sus pies, delicados y sin adorno, apenas rozaban la superficie del agua quieta. El reflejo de la luna en la poza se distorsionaba sutilmente con el roce de sus dedos.

    ​Llevaba un pétalo de sakura entre el pulgar y el índice, examinándolo con una intensidad inapropiada para un objeto tan efímero. Sus ojos, normalmente llenos de picardía y calculada astucia, estaban velados por una quietud que no era paz, sino represión.

    ​—Estos pétalos... se aferran a la rama hasta que el viento se los lleva—murmuró, su voz suave y plana, desprovista del habitual timbre melifluo. —Es la naturaleza de las cosas, supongo. Y sin embargo...—
    ​Ella giró el diminuto fragmento floral, la luz de la linterna capturando por un instante el brillo solitario de sus ojos. Había una punzada de amargura que apenas lograba contener.

    ​—Uno pensaría que, siendo un ser de esta longevidad y posición, estaría por encima de la simple esperanza. Una quimera, en el mejor de los casos. La certeza es una comodidad tan vulgar. Y la decepción... es simplemente la consecuencia lógica de haber albergado una fantasía, ¿no es así?—
    ​Cerró los ojos, no por consuelo, sino como si intentara bloquear una visión persistente. Cuando los abrió, su mirada se perdió en el agua, buscando sin éxito el consuelo de las estrellas. La persona que había partido no estaba aquí, pero su ausencia se sentía como un peso tangible sobre los hombros de Miko.

    ​—Me pregunto si el recuerdo de esta estúpida orilla tiene el mismo peso para ella que lo tiene para mí,—continuó, su tono volviéndose ligeramente más frío, más aislador. —Probablemente no. La distancia difumina los colores, y con el tiempo, hasta la imagen más vívida se convierte en una simple anécdota. Una lección para la zorra sabia, supongo.—

    ​Dejó caer el pétalo en el agua. La onda mínima que creó fue la única perturbación en el estanque. Miko retiró sus pies, secándolos con lentitud metódica, y luego se abrazó con un brazo, un gesto instintivo que inmediatamente corrigió, volviendo a su postura habitual de elegante desinterés. Estaba tratando de convencerse a sí misma de que su aislamiento era un acto de voluntad, no una consecuencia de un dolor.
    ​—No es tristeza. Es... una irritación calculada,— declaró al aire vacío. —Como una historia con un final que ya conocías, pero que aun así te molesta. Mi papel es aquí, inamovible, como este Santuario. El suyo es seguir. No es que esperara... otra cosa.—
    ​Se puso de pie, su vestimenta ondeando con el movimiento, y miró hacia el cielo. El cariño, para ella, era una carga, un lastre que ahora se resentía de llevar sola.
    ​—El cariño es un ancla con una cadena demasiado larga. Te crees libre hasta que el otro zarpa y sientes el tirón. Reprimida, sí. Aislada, por elección. Porque, francamente, tener un corazón que se siente... decepcionado... es una debilidad impropia de una Sacerdotisa Principal. Mañana, seré de nuevo solo la Gran Sacerdotisa Yae Miko. Ahora... solo soy yo.—
    🌸— ​El aire de la noche sobre el Gran Santuario Narukami era fresco, pero los pétalos de cerezo que cubrían el estanque privado no se movían, inmovilizados en un silencio melancólico. Una única linterna de piedra luchaba por iluminar las sombras. ​La sacerdotisa se sentaba en el borde de granito pulido, un contraste de carne pálida y kimono rojo y blanco contra la oscuridad circundante. Sus pies, delicados y sin adorno, apenas rozaban la superficie del agua quieta. El reflejo de la luna en la poza se distorsionaba sutilmente con el roce de sus dedos. ​Llevaba un pétalo de sakura entre el pulgar y el índice, examinándolo con una intensidad inapropiada para un objeto tan efímero. Sus ojos, normalmente llenos de picardía y calculada astucia, estaban velados por una quietud que no era paz, sino represión. ​—Estos pétalos... se aferran a la rama hasta que el viento se los lleva—murmuró, su voz suave y plana, desprovista del habitual timbre melifluo. —Es la naturaleza de las cosas, supongo. Y sin embargo...— ​Ella giró el diminuto fragmento floral, la luz de la linterna capturando por un instante el brillo solitario de sus ojos. Había una punzada de amargura que apenas lograba contener. ​—Uno pensaría que, siendo un ser de esta longevidad y posición, estaría por encima de la simple esperanza. Una quimera, en el mejor de los casos. La certeza es una comodidad tan vulgar. Y la decepción... es simplemente la consecuencia lógica de haber albergado una fantasía, ¿no es así?— ​Cerró los ojos, no por consuelo, sino como si intentara bloquear una visión persistente. Cuando los abrió, su mirada se perdió en el agua, buscando sin éxito el consuelo de las estrellas. La persona que había partido no estaba aquí, pero su ausencia se sentía como un peso tangible sobre los hombros de Miko. ​—Me pregunto si el recuerdo de esta estúpida orilla tiene el mismo peso para ella que lo tiene para mí,—continuó, su tono volviéndose ligeramente más frío, más aislador. —Probablemente no. La distancia difumina los colores, y con el tiempo, hasta la imagen más vívida se convierte en una simple anécdota. Una lección para la zorra sabia, supongo.— ​Dejó caer el pétalo en el agua. La onda mínima que creó fue la única perturbación en el estanque. Miko retiró sus pies, secándolos con lentitud metódica, y luego se abrazó con un brazo, un gesto instintivo que inmediatamente corrigió, volviendo a su postura habitual de elegante desinterés. Estaba tratando de convencerse a sí misma de que su aislamiento era un acto de voluntad, no una consecuencia de un dolor. ​—No es tristeza. Es... una irritación calculada,— declaró al aire vacío. —Como una historia con un final que ya conocías, pero que aun así te molesta. Mi papel es aquí, inamovible, como este Santuario. El suyo es seguir. No es que esperara... otra cosa.— ​Se puso de pie, su vestimenta ondeando con el movimiento, y miró hacia el cielo. El cariño, para ella, era una carga, un lastre que ahora se resentía de llevar sola. ​—El cariño es un ancla con una cadena demasiado larga. Te crees libre hasta que el otro zarpa y sientes el tirón. Reprimida, sí. Aislada, por elección. Porque, francamente, tener un corazón que se siente... decepcionado... es una debilidad impropia de una Sacerdotisa Principal. Mañana, seré de nuevo solo la Gran Sacerdotisa Yae Miko. Ahora... solo soy yo.—
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  • "Todos somos monstruos aquí..."
    Fandom The Walking Dead
    Categoría Drama
    ㅤㅤㅤ
    ㅤㅤㅤㅤㅤㅤㅤㅤㅤ∽『𝗦𝗧𝗔𝗥𝗧𝗘𝗥』∽
    ㅤㅤㅤㅤㅤㅤㅤㅤ Negan Smith



    ㅤㅤㅤㅤㅤㅤㅤㅤNo hubiera dado ni un dólar por la probabilidad de volver a encontrarse con Rick, Daryl o Maggie. Cuando el Gobernador llegó a la prisión pensó que todo su mundo se iba al infierno, que tenía que volver a empezar. Y, en ese momento, totalmente sola. Pero el destino era azaroso y, cuando después de casi dos años había vuelto a escuchar la moto de Daryl, la cual la llevó de regreso con las personas que mejor conocía en el mundo, decidió que no desaprovecharía aquella oportunidad. Volver con el grupo de la prisión había sido como volver a casa… La sensación de inquietud y de miedo se había disipado en cuanto volvio a abrazar a Michonne, a Rick o a Maggie… Incluso fue bien recibida por amigos que el grupo había hecho en el camino hasta llegar a Washington. Nombres como Rosita, Eugene, Tara, Aaron o Gabriel ahora eran tan conocidos para ella como el suyo propio.

    Alexandria era grande y estaba repleta de personas e historias. Y todas ellas le fueron reveladas. Algunas en detalle. Otras no tanto…

    -¿Dónde esta Carl? -le preguntó a Rick la misma noche que llegó. Sabia cual era la respuesta, pero necesitaba confirmarlo.

    -Carl… -parecía que al líder de Alexandria le costaba trabajo pronunciar aquel nombre. Sus manos unidas una contra la otra frotaron sus palmas de forma algo nerviosa mientras tambien trataba de contener un nervioso tic en la pierna- Él murió…- resolvió el ex – sheriff- Murió por salvar a alguien. A Siddiq…


    Becca asintió, había podido entender que el tal Siddiq era el medico en la comunidad.

    “¿Dónde está Carol?”

    “Vive en El Reino..:”

    Y aquella respuesta parecía sencilla pero escondía un mundo expandido mucho más grande de lo que Becca se imaginaba. Sus amigos habían prosperado en Alexandria y habían abierto horizontes. Ahora hermanados con comunidades como Hilltop o El Reino. Todo aprecia más grande, pero la sensación que Becca tuvo era que todo se hacia mas pequeño. Todos estaban tan… lejos…

    Y se hizo mucho más pequeña el día que Rick murió.

    Y terminó de estrecharse aun más cuando Michonne decidió cerrar las puertas de Alexandria a forasteros y amigos después del “problema de Jocelyn”.

    Aun asi… la vida en Alexandria continuó.

    >> Habían pasado cuatro años desde que Becca llegase a aquella comunidad y ahora había dejado de ser la extraña, la forastera. Conocía a las personas que vivían allí. Sus historias. Sus batallas. Absolutamente a todos ellos. Salvo a una persona… Negan. Había escuchado ese nombre varias veces a lo largo de los años. Al principio como si mentaran al demonio, años después parecía solo un eco, un apunte a pie de página. Pero, a pesar de eso, a Becca le estaba terminantemente prohibido acercarse a la celda donde mantenían encerrado al líder del grupo que había propiciado la ultima guerra de las comunidades.

    Negan tenía un estricto y reducido horario de visitas. Tan reducido que solamente Gabriel y Michonne tenían permiso para bajar a aquella oscura celda. Pero la curiosidad podía con Becca y siempre que pasaba por delante de la casa donde Michonne vivía, echaba un rapido vistazo despreocupado al pequeño ventanuco del sótano desde donde alguna vez había logrado atisbar al reo, aunque nunca con demasiada claridad.

    >> Aquella mañana, Becca regresaba de casa de Aaron. Entre sus obligaciones como segundo medico de Alejandría (puesto que le habían asignado hace años cuando llegó) residía la de hacer el seguimiento de enfermos y pacientes en sus casas. Gracie, la hija de Aaron, llevaba unos dias enferma y Becca había pasado tan solo para hacer el seguimiento del estado de la niña. No tenia fiebre y las hierbas que le daban ayudaban bastante a que la tos remitiese poco a poco. Según su diagnóstico, en pocos dias estaría perfectamente recuperada.

    Regresó a la casa que hacía de enfermería y entró con su aire optimista de siempre, saludando a los escasos enfermos que Siddiq había considerado dejar en observación. Pero cuando entró encontró algunas caras largas.

    Rosita estaba cruzada de brazos, con aspecto cabreado. Eugene permanecía de brazos cruzados pero podía distinguirse manchas de sangre provocadas por roce con una herida. Y Siddiq tapaba la hemorragia nasal de un hombre llamado Paul Andrews.

    -Caramba. ¿Qué ha pasado? -preguntó Becca dejando su bolsa sobre una mesita auxiliar.

    Rosita chasqueó la lengua.

    -Le he dado un puñetazo.

    Becca abrió sus ojos con sorpresa, sin entender qué estaba ocurriendo allí. Pero Siddiq se apresuró a explicarle la situación.

    -Paul ha robado las llaves de la celda de Negan y… se ha tomado la justicia por su mano…- explicó- Eugene y Rosita han escuchado el estruendo y han bajado a ver qué ocurría.

    -Valeeee… -comentó Becca con cierto aire de duda, porque aun no entendía qué era lo que estaba pasando.

    -Algunas personas no pueden pasar página con lo que Negan hizo. Paul es uno de ellos. Ha golpeado a Negan y…

    Becca parpadeó alucinada.

    -¿Él está bien? ¿Lo sabe Michonne? -preguntó.

    Siddiq asintió lentamente.

    -Sí, está pensando en qué hacer con Paul… pero Negan… Está bastante magullado… Bastante herido. Paul se ha resistido y Rosita lo ha reducido rompiéndole la nariz.

    Becca miró a la interpelada, quien se encogió de hombros.

    -De acuerdo… ¿Puedo ayudar en algo? -preguntó ella.

    Siddiq asintió.

    -De hecho… Sí…- alargó una mano y señaló la sala- Yo estoy hasta arriba aquí… ¿Puedes tomar una bolsa con un botiquín y unas vendas de compresión y bajar a curar a Negan?

    Becca parpadeó alucinada.

    -Perdona… ¿Me estás diciendo que alguien ha dado una paliza a Negan y te estás ocupando primero del agresor? -preguntó Becca, sintiendo que la habían sacado de su propia realidad- Por dios, Siddiq. ¿Lo habéis dejado en la celda? ¿Por qué no lo traéis a una habitación?

    Rosita se adelantó.

    -Porque no es de fiar. Nadie quiere tenerlo cerca. No vamos a sacarlo de ahí.

    Becca la enfrentó.

    -Es una persona. Y le han pegado una paliza -señaló a Paul con un desaire de su mano diestra.

    Después bufó y se giró para tomar su bolsa y encaminarse al armario para coger vendas, gasas, alcohol, puntos de papel… es decir, todo lo que fuera necesario para curar al herido de la celda. Por supuesto tomó vendas de compresión y el anticuado ecógrafo a pilas que Eugene había arreglado.

    Se colocó delante de Rosita y extendió una mano pidiendo silenciosamente las llaves.

    >> El chasquido de la segunda puerta resonó con una especie de eco escalofriante. Joder, ¿estaba sugestionándose demasiado con respecto a la macabra leyenda de Negan? ¿O es que acaso realmente el tipo era tan demoniaco como todos decían? Estaba a un paso de averiguarlo, desde luego.

    El suelo de cemento amortiguó ligeramente sus pasos pero, daba igual, la puerta de acceso a la prisión ya había delatado su presencia. Anduvo un par de pasos por el suelo de cemento, mientras su mirada se fijaba en cada centímetro de aquella celda. Desde luego nada tenia que ver con las casas de ahí arriba. Ni siquiera con los sótanos de otras de las casas… Aquel lugar era gris y algo más frio de lo que uno puede esperar del verano en Virginia.

    Una enorme reja de hierro forjado atravesaba la estancia de una punta a otra, dejando un pasillo para los visitantes. Y dentro de la celda, sentado en un camastro de dudosa y precaria estabilidad, un hombre trataba de limpiar la sangre de una herida en su ceja.

    No queria hacer aquello como si estuviese en presencia de Hannibal Lecter. Era una persona herida y era su deber atenderlo. Por lo que, sin titubear, metió la llave en la cerradura y entró en la celda, metiéndose la llave en el bolsillo trasero del pantalón.

    -Hola -saludó ella con una sonrisa, la misma que le ponía a todos sus pacientes de ahí arriba- Me llamo Becca. Siddiq tiene varios casos de gripe asi que… estás de suerte… Soy tu médico -le dijo sin perder esa sonrisa encantadora mientras se acuclillaba delante del herido dejando a un lado su bolsa- Déjame ver…- le dijo apartando el trapo sucio con el que él se limpiaba la sangre del la ceja- Vaya… Te han hecho un buen destrozo, ¿eh? ¿Te parece si te echo un vistazo? Siddiq cree que puedes tener una costilla fracturada -de otro modo no le habría pedido que bajase vendas de compresión- Tienes que quitarte la…- carraspeó- La camisa… ¿Necesitas ayuda?


    #Personajes3D #3D #Comunidad3D #NuevoStarter #TheWalkingDead
    ㅤㅤㅤ ㅤㅤㅤㅤㅤㅤㅤㅤㅤ∽『𝗦𝗧𝗔𝗥𝗧𝗘𝗥』∽ ㅤㅤㅤㅤㅤㅤㅤㅤ [NOTEENIEANYM0RE] ㅤ ㅤ ㅤ ㅤㅤㅤㅤㅤㅤㅤㅤNo hubiera dado ni un dólar por la probabilidad de volver a encontrarse con Rick, Daryl o Maggie. Cuando el Gobernador llegó a la prisión pensó que todo su mundo se iba al infierno, que tenía que volver a empezar. Y, en ese momento, totalmente sola. Pero el destino era azaroso y, cuando después de casi dos años había vuelto a escuchar la moto de Daryl, la cual la llevó de regreso con las personas que mejor conocía en el mundo, decidió que no desaprovecharía aquella oportunidad. Volver con el grupo de la prisión había sido como volver a casa… La sensación de inquietud y de miedo se había disipado en cuanto volvio a abrazar a Michonne, a Rick o a Maggie… Incluso fue bien recibida por amigos que el grupo había hecho en el camino hasta llegar a Washington. Nombres como Rosita, Eugene, Tara, Aaron o Gabriel ahora eran tan conocidos para ella como el suyo propio. Alexandria era grande y estaba repleta de personas e historias. Y todas ellas le fueron reveladas. Algunas en detalle. Otras no tanto… -¿Dónde esta Carl? -le preguntó a Rick la misma noche que llegó. Sabia cual era la respuesta, pero necesitaba confirmarlo. -Carl… -parecía que al líder de Alexandria le costaba trabajo pronunciar aquel nombre. Sus manos unidas una contra la otra frotaron sus palmas de forma algo nerviosa mientras tambien trataba de contener un nervioso tic en la pierna- Él murió…- resolvió el ex – sheriff- Murió por salvar a alguien. A Siddiq… Becca asintió, había podido entender que el tal Siddiq era el medico en la comunidad. “¿Dónde está Carol?” “Vive en El Reino..:” Y aquella respuesta parecía sencilla pero escondía un mundo expandido mucho más grande de lo que Becca se imaginaba. Sus amigos habían prosperado en Alexandria y habían abierto horizontes. Ahora hermanados con comunidades como Hilltop o El Reino. Todo aprecia más grande, pero la sensación que Becca tuvo era que todo se hacia mas pequeño. Todos estaban tan… lejos… Y se hizo mucho más pequeña el día que Rick murió. Y terminó de estrecharse aun más cuando Michonne decidió cerrar las puertas de Alexandria a forasteros y amigos después del “problema de Jocelyn”. Aun asi… la vida en Alexandria continuó. >> Habían pasado cuatro años desde que Becca llegase a aquella comunidad y ahora había dejado de ser la extraña, la forastera. Conocía a las personas que vivían allí. Sus historias. Sus batallas. Absolutamente a todos ellos. Salvo a una persona… Negan. Había escuchado ese nombre varias veces a lo largo de los años. Al principio como si mentaran al demonio, años después parecía solo un eco, un apunte a pie de página. Pero, a pesar de eso, a Becca le estaba terminantemente prohibido acercarse a la celda donde mantenían encerrado al líder del grupo que había propiciado la ultima guerra de las comunidades. Negan tenía un estricto y reducido horario de visitas. Tan reducido que solamente Gabriel y Michonne tenían permiso para bajar a aquella oscura celda. Pero la curiosidad podía con Becca y siempre que pasaba por delante de la casa donde Michonne vivía, echaba un rapido vistazo despreocupado al pequeño ventanuco del sótano desde donde alguna vez había logrado atisbar al reo, aunque nunca con demasiada claridad. >> Aquella mañana, Becca regresaba de casa de Aaron. Entre sus obligaciones como segundo medico de Alejandría (puesto que le habían asignado hace años cuando llegó) residía la de hacer el seguimiento de enfermos y pacientes en sus casas. Gracie, la hija de Aaron, llevaba unos dias enferma y Becca había pasado tan solo para hacer el seguimiento del estado de la niña. No tenia fiebre y las hierbas que le daban ayudaban bastante a que la tos remitiese poco a poco. Según su diagnóstico, en pocos dias estaría perfectamente recuperada. Regresó a la casa que hacía de enfermería y entró con su aire optimista de siempre, saludando a los escasos enfermos que Siddiq había considerado dejar en observación. Pero cuando entró encontró algunas caras largas. Rosita estaba cruzada de brazos, con aspecto cabreado. Eugene permanecía de brazos cruzados pero podía distinguirse manchas de sangre provocadas por roce con una herida. Y Siddiq tapaba la hemorragia nasal de un hombre llamado Paul Andrews. -Caramba. ¿Qué ha pasado? -preguntó Becca dejando su bolsa sobre una mesita auxiliar. Rosita chasqueó la lengua. -Le he dado un puñetazo. Becca abrió sus ojos con sorpresa, sin entender qué estaba ocurriendo allí. Pero Siddiq se apresuró a explicarle la situación. -Paul ha robado las llaves de la celda de Negan y… se ha tomado la justicia por su mano…- explicó- Eugene y Rosita han escuchado el estruendo y han bajado a ver qué ocurría. -Valeeee… -comentó Becca con cierto aire de duda, porque aun no entendía qué era lo que estaba pasando. -Algunas personas no pueden pasar página con lo que Negan hizo. Paul es uno de ellos. Ha golpeado a Negan y… Becca parpadeó alucinada. -¿Él está bien? ¿Lo sabe Michonne? -preguntó. Siddiq asintió lentamente. -Sí, está pensando en qué hacer con Paul… pero Negan… Está bastante magullado… Bastante herido. Paul se ha resistido y Rosita lo ha reducido rompiéndole la nariz. Becca miró a la interpelada, quien se encogió de hombros. -De acuerdo… ¿Puedo ayudar en algo? -preguntó ella. Siddiq asintió. -De hecho… Sí…- alargó una mano y señaló la sala- Yo estoy hasta arriba aquí… ¿Puedes tomar una bolsa con un botiquín y unas vendas de compresión y bajar a curar a Negan? Becca parpadeó alucinada. -Perdona… ¿Me estás diciendo que alguien ha dado una paliza a Negan y te estás ocupando primero del agresor? -preguntó Becca, sintiendo que la habían sacado de su propia realidad- Por dios, Siddiq. ¿Lo habéis dejado en la celda? ¿Por qué no lo traéis a una habitación? Rosita se adelantó. -Porque no es de fiar. Nadie quiere tenerlo cerca. No vamos a sacarlo de ahí. Becca la enfrentó. -Es una persona. Y le han pegado una paliza -señaló a Paul con un desaire de su mano diestra. Después bufó y se giró para tomar su bolsa y encaminarse al armario para coger vendas, gasas, alcohol, puntos de papel… es decir, todo lo que fuera necesario para curar al herido de la celda. Por supuesto tomó vendas de compresión y el anticuado ecógrafo a pilas que Eugene había arreglado. Se colocó delante de Rosita y extendió una mano pidiendo silenciosamente las llaves. >> El chasquido de la segunda puerta resonó con una especie de eco escalofriante. Joder, ¿estaba sugestionándose demasiado con respecto a la macabra leyenda de Negan? ¿O es que acaso realmente el tipo era tan demoniaco como todos decían? Estaba a un paso de averiguarlo, desde luego. El suelo de cemento amortiguó ligeramente sus pasos pero, daba igual, la puerta de acceso a la prisión ya había delatado su presencia. Anduvo un par de pasos por el suelo de cemento, mientras su mirada se fijaba en cada centímetro de aquella celda. Desde luego nada tenia que ver con las casas de ahí arriba. Ni siquiera con los sótanos de otras de las casas… Aquel lugar era gris y algo más frio de lo que uno puede esperar del verano en Virginia. Una enorme reja de hierro forjado atravesaba la estancia de una punta a otra, dejando un pasillo para los visitantes. Y dentro de la celda, sentado en un camastro de dudosa y precaria estabilidad, un hombre trataba de limpiar la sangre de una herida en su ceja. No queria hacer aquello como si estuviese en presencia de Hannibal Lecter. Era una persona herida y era su deber atenderlo. Por lo que, sin titubear, metió la llave en la cerradura y entró en la celda, metiéndose la llave en el bolsillo trasero del pantalón. -Hola -saludó ella con una sonrisa, la misma que le ponía a todos sus pacientes de ahí arriba- Me llamo Becca. Siddiq tiene varios casos de gripe asi que… estás de suerte… Soy tu médico -le dijo sin perder esa sonrisa encantadora mientras se acuclillaba delante del herido dejando a un lado su bolsa- Déjame ver…- le dijo apartando el trapo sucio con el que él se limpiaba la sangre del la ceja- Vaya… Te han hecho un buen destrozo, ¿eh? ¿Te parece si te echo un vistazo? Siddiq cree que puedes tener una costilla fracturada -de otro modo no le habría pedido que bajase vendas de compresión- Tienes que quitarte la…- carraspeó- La camisa… ¿Necesitas ayuda? #Personajes3D #3D #Comunidad3D #NuevoStarter #TheWalkingDead
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  • Llega el momento del parto.

    Las contracciones me atraviesan como cuchillas antiguas. No es solo dolor: es una guerra interna. Siento cómo mis propios órganos parecen desplazarse, desgarrarse, pelear entre sí, como si el cuerpo tuviera que decidir quién vive y quién muere para que algo nuevo pueda nacer. Cada espasmo es una sentencia. Cada grito, un desgarro del mundo.

    Cuando llegamos al hospital, el dolor ya no es humano. Es tan agudo, tan absoluto, que los médicos se miran con terror. Hablan deprisa. Temen por mi vida. Deciden abrir, cortar antes de que mi cuerpo colapse del todo.

    Preparan el instrumental.

    Pero entonces…
    antes de que el bisturí toque mi piel, algo sale de mí.

    No carne.
    No sangre.

    Un espíritu de parto natural emerge entre mis piernas como una llamarada pálida, antigua, imposible. No llora. No respira. Simplemente es. La habitación se llena de un frío sobrenatural, y los humanos retroceden. Gritan. Algunos rezan. Otros huyen sin mirar atrás.

    Salen corriendo.

    El segundo nace inmediatamente después.
    El tercero lo sigue, arrastrado por la misma fuerza invisible.
    Tres presencias se manifiestan, idénticas entre sí y a mí, vibrando con una energía que no pertenece a este plano.

    Pero entonces… el tiempo se rompe.

    Los demás tardan.

    Mi cuerpo vuelve a reclamarme con violencia. El dolor regresa multiplicado, brutal. Ya no hay manos que ayuden, ni voces que guíen. Solo yo, el suelo frío, y aquello que aún se resiste a salir.

    Aprieto los dientes.
    Aferro el mundo con las uñas.
    Empujo con todo lo que me queda.

    Una vez.
    Otra.
    Otra más.

    Con un esfuerzo que me arranca el alma, consigo sacar cinco más.

    Caen pesados. Silenciosos.

    No se mueven.

    Una lágrima cae por mi mejilla.

    —Lo siento mi ama Naamah sólo he podido engendrar a tres...

    Los otros tres salen disparados por la ventana rompiéndola y desapareciendo. Listos para causar estragos... mientras el viento que entra por la ventana ondula mi cabello y seca mi lágrima.
    Llega el momento del parto. Las contracciones me atraviesan como cuchillas antiguas. No es solo dolor: es una guerra interna. Siento cómo mis propios órganos parecen desplazarse, desgarrarse, pelear entre sí, como si el cuerpo tuviera que decidir quién vive y quién muere para que algo nuevo pueda nacer. Cada espasmo es una sentencia. Cada grito, un desgarro del mundo. Cuando llegamos al hospital, el dolor ya no es humano. Es tan agudo, tan absoluto, que los médicos se miran con terror. Hablan deprisa. Temen por mi vida. Deciden abrir, cortar antes de que mi cuerpo colapse del todo. Preparan el instrumental. Pero entonces… antes de que el bisturí toque mi piel, algo sale de mí. No carne. No sangre. Un espíritu de parto natural emerge entre mis piernas como una llamarada pálida, antigua, imposible. No llora. No respira. Simplemente es. La habitación se llena de un frío sobrenatural, y los humanos retroceden. Gritan. Algunos rezan. Otros huyen sin mirar atrás. Salen corriendo. El segundo nace inmediatamente después. El tercero lo sigue, arrastrado por la misma fuerza invisible. Tres presencias se manifiestan, idénticas entre sí y a mí, vibrando con una energía que no pertenece a este plano. Pero entonces… el tiempo se rompe. Los demás tardan. Mi cuerpo vuelve a reclamarme con violencia. El dolor regresa multiplicado, brutal. Ya no hay manos que ayuden, ni voces que guíen. Solo yo, el suelo frío, y aquello que aún se resiste a salir. Aprieto los dientes. Aferro el mundo con las uñas. Empujo con todo lo que me queda. Una vez. Otra. Otra más. Con un esfuerzo que me arranca el alma, consigo sacar cinco más. Caen pesados. Silenciosos. No se mueven. Una lágrima cae por mi mejilla. —Lo siento mi ama [n.a.a.m.a.h] sólo he podido engendrar a tres... Los otros tres salen disparados por la ventana rompiéndola y desapareciendo. Listos para causar estragos... mientras el viento que entra por la ventana ondula mi cabello y seca mi lágrima.
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