• Las ovaciones llegaron. Suspiró, no disfrutaba de aquello; ser el centro de atención cuando no lo necesitaba se le hacía insípido, pero admitía que, incluso siendo el ser más poderoso en esa sala, era más fácil mezclarse cuando tenía de su lado a aquellos ovacionadores.

    Tomó asiento; las preguntas comenzaron a llegar de forma repentina, respondiendo gradualmente a cada una con aquella expresión de aburrimiento que le caracterizaba.

    "¿Por qué siendo nuestro protector, te paseas tan libremente, sin control alguno? ¿No es eso un peligro para la sociedad?".

    Entrecerró sus ojos, él no era un protector. Observó como algunos compañeros de aquella persona trataban de frenarlo, pero ya era tarde.

         ㅤ──No sé qué piensan que soy, pero lo diré para que quede claro: yo protejo el equilibrio entre la luz y la oscuridad. Yo soy la luz y la oscuridad. Si alguien muere, no es mi culpa, no es mi trabajo. Soy uno en un millón de años; sin embargo tú, eres uno en nueve meses.

    Un corte limpio, rápido y preciso de luz separó la cabeza ajena de su cuerpo, logrando entrar al público en pánico.
    Las ovaciones llegaron. Suspiró, no disfrutaba de aquello; ser el centro de atención cuando no lo necesitaba se le hacía insípido, pero admitía que, incluso siendo el ser más poderoso en esa sala, era más fácil mezclarse cuando tenía de su lado a aquellos ovacionadores. Tomó asiento; las preguntas comenzaron a llegar de forma repentina, respondiendo gradualmente a cada una con aquella expresión de aburrimiento que le caracterizaba. "¿Por qué siendo nuestro protector, te paseas tan libremente, sin control alguno? ¿No es eso un peligro para la sociedad?". Entrecerró sus ojos, él no era un protector. Observó como algunos compañeros de aquella persona trataban de frenarlo, pero ya era tarde.      ㅤ──No sé qué piensan que soy, pero lo diré para que quede claro: yo protejo el equilibrio entre la luz y la oscuridad. Yo soy la luz y la oscuridad. Si alguien muere, no es mi culpa, no es mi trabajo. Soy uno en un millón de años; sin embargo tú, eres uno en nueve meses. Un corte limpio, rápido y preciso de luz separó la cabeza ajena de su cuerpo, logrando entrar al público en pánico.
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  • "𝑵𝒆𝒄𝒆𝒔𝒊𝒕𝒂𝒎𝒐𝒔 𝒖𝒏 𝒎𝒊𝒍𝒂𝒈𝒓𝒐"
    Fandom The Walking Dead
    Categoría Drama
    ㅤㅤㅤㅤ — 𝐸𝑛 𝑙𝑎 𝑖𝑔𝑙𝑒𝑠𝑖𝑎, 𝑝𝑒𝑑𝑖́ 𝑢𝑛𝑎 𝑠𝑒𝑛̃𝑎𝑙...
    ㅤㅤㅤㅤ — 𝑷𝒂𝒑𝒂́, 𝒆𝒔𝒕𝒐 𝒏𝒐 𝒆𝒔 𝒄𝒖𝒍𝒑𝒂 𝒕𝒖𝒚𝒂...
    ㅤㅤㅤㅤ ⧽ 𝐒𝐓𝐀𝐑𝐓𝐄𝐑
    ㅤㅤㅤㅤ˹ 𝐑𝐈𝐂𝐊 𝐆𝐑𝐈𝐌𝐄𝐒

    ㅤㅤㅤㅤ #𝘧𝑙𝘢𝑠𝘩𝑏𝘢𝑐𝘬 #𝑠𝘦𝑎𝘴𝑜𝘯2


    ㅤㅤㅤㅤHabían pasado apenas unos dias desde que habían salido de Atlanta y, con la cantidad de cosas que habían ocurrido, Liv sentía que habían pasado meses… El ataque al campamento, la perdida de Amy, Jim, la marcha de la familia Morales, lo ocurrido en el CDC.. y, en ultima instancia, lo que había ocurrido en el atasco en la carretera con el rebaño de caminantes… No tenían aun noticias de Sophia…

    El grupo entero estaba perdido en los bosques de Georgia liderados por Daryl. Mientras tanto Liv… Liv se encontraba en una granja desconocida, con gente desconocida… Aun recordaba la llegada de Maggie a caballo preguntando por Lori y por ella.

    “Han disparado a Carl. Rick os necesita”

    En ese momento el suelo se había abierto bajo los pies de Liv de forma metafórica. Su hermano pequeño. Un disparo. No había tardado ni dos segundos en subirse al segundo caballo que Maggie traía consigo a pesar de las preguntas preocupadas de Daryl enmascaradas de dura incredulidad. Liv le dedicó una mirada que queria decir “Es Carl. No hay discusión”.

    Aquel día había sido el más duro que Liv recordaba en mucho tiempo, y le trajo demasiados recuerdos del día en que recibió la noticia del disparo a su padre. Las horas que siguieron a la llegada de Liv a la granja habían sido crudas. Sus padres no habían querido contárselo a ella, pero los había escuchado igualmente tras la puerta… Shane no llegaba con lo necesario para la operación y había que tomar una decisión. Operar a Carl sin el respirador manual o esperar a que Shane (y un tal Otis) llegasen lo cual reducía considerablemente su esperanza de vida.

    Por suerte no tuvieron que tomar esa decisión. Shane llegó con lo necesario. Solo. Sin Otis.

    Pero Hershel ya estaba operando a Carl. Liv, cansada de esperar en el interior de la casa de los Greene con sus padres, había decidido salir al porche. No había solucionado nada. Ahora se encontraba sola, dando vueltas sobre el suelo entablillado, nerviosa. Tan nerviosa como el día que su padre ingresó en quirófano a causa de aquella herida de bala. Y ahora intentaba controlar las lágrimas y parecer mas valiente de lo que en realidad se sentía…

    Necesitaba… Necesitaba que Carol sobreviviera a aquella noche. Necesitaba a Daryl. Necesitaba… a su padre.


    #Personajes3D #3D #Comunidad3D #TheWalkingDead

    credits: 𝑭𝒓𝒂𝒏𝒌𝒊𝒆 y LoveArt
    psd: tuschen psd 17.
    ㅤㅤㅤㅤ — 𝐸𝑛 𝑙𝑎 𝑖𝑔𝑙𝑒𝑠𝑖𝑎, 𝑝𝑒𝑑𝑖́ 𝑢𝑛𝑎 𝑠𝑒𝑛̃𝑎𝑙... ㅤㅤㅤㅤ — 𝑷𝒂𝒑𝒂́, 𝒆𝒔𝒕𝒐 𝒏𝒐 𝒆𝒔 𝒄𝒖𝒍𝒑𝒂 𝒕𝒖𝒚𝒂... ㅤㅤㅤㅤ ⧽ 𝐒𝐓𝐀𝐑𝐓𝐄𝐑 ㅤㅤㅤㅤ˹ [THEL0NELYHAT] ㅤㅤㅤㅤ #𝘧𝑙𝘢𝑠𝘩𝑏𝘢𝑐𝘬 #𝑠𝘦𝑎𝘴𝑜𝘯2 ㅤㅤㅤㅤHabían pasado apenas unos dias desde que habían salido de Atlanta y, con la cantidad de cosas que habían ocurrido, Liv sentía que habían pasado meses… El ataque al campamento, la perdida de Amy, Jim, la marcha de la familia Morales, lo ocurrido en el CDC.. y, en ultima instancia, lo que había ocurrido en el atasco en la carretera con el rebaño de caminantes… No tenían aun noticias de Sophia… El grupo entero estaba perdido en los bosques de Georgia liderados por Daryl. Mientras tanto Liv… Liv se encontraba en una granja desconocida, con gente desconocida… Aun recordaba la llegada de Maggie a caballo preguntando por Lori y por ella. “Han disparado a Carl. Rick os necesita” En ese momento el suelo se había abierto bajo los pies de Liv de forma metafórica. Su hermano pequeño. Un disparo. No había tardado ni dos segundos en subirse al segundo caballo que Maggie traía consigo a pesar de las preguntas preocupadas de Daryl enmascaradas de dura incredulidad. Liv le dedicó una mirada que queria decir “Es Carl. No hay discusión”. Aquel día había sido el más duro que Liv recordaba en mucho tiempo, y le trajo demasiados recuerdos del día en que recibió la noticia del disparo a su padre. Las horas que siguieron a la llegada de Liv a la granja habían sido crudas. Sus padres no habían querido contárselo a ella, pero los había escuchado igualmente tras la puerta… Shane no llegaba con lo necesario para la operación y había que tomar una decisión. Operar a Carl sin el respirador manual o esperar a que Shane (y un tal Otis) llegasen lo cual reducía considerablemente su esperanza de vida. Por suerte no tuvieron que tomar esa decisión. Shane llegó con lo necesario. Solo. Sin Otis. Pero Hershel ya estaba operando a Carl. Liv, cansada de esperar en el interior de la casa de los Greene con sus padres, había decidido salir al porche. No había solucionado nada. Ahora se encontraba sola, dando vueltas sobre el suelo entablillado, nerviosa. Tan nerviosa como el día que su padre ingresó en quirófano a causa de aquella herida de bala. Y ahora intentaba controlar las lágrimas y parecer mas valiente de lo que en realidad se sentía… Necesitaba… Necesitaba que Carol sobreviviera a aquella noche. Necesitaba a Daryl. Necesitaba… a su padre. #Personajes3D #3D #Comunidad3D #TheWalkingDead ㅤ credits: [FRANK1E] y LoveArt psd: tuschen psd 17.
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  • Tengo tantas preguntas, pero no quiero saber nada a la vez...meow..
    :STK-48: Tengo tantas preguntas, pero no quiero saber nada a la vez...meow..
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  •      ㅤ──Alguna vez te preguntaste, ¿qué color tiene el olvido?──, su voz retumbó, acompañada de aquella exhalación que expulsó el humo de su sistema. A pasos pesados, sistemáticos, merodeaba, escuchando los susurros en forma de ruido de la calle.

         ㅤ──Quizá te lo preguntas porque te lo dije y ya lo olvidaste, o quizá nunca lo supiste.
         ㅤ──Alguna vez te preguntaste, ¿qué color tiene el olvido?──, su voz retumbó, acompañada de aquella exhalación que expulsó el humo de su sistema. A pasos pesados, sistemáticos, merodeaba, escuchando los susurros en forma de ruido de la calle.      ㅤ──Quizá te lo preguntas porque te lo dije y ya lo olvidaste, o quizá nunca lo supiste.
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    Desayuno, secretos y transformaciones — Akane y Lili

    La mañana huele a tostadas, café de Ayane y ese silencio suave que solo ocurre cuando la luna aún está fresca en el aire. Estoy desayunando con mi madre cuando escuchamos unos pasos ligeros en el pasillo.

    Ayane levanta la vista con una sonrisa que ya se le escapa antes de verla.

    Ayane:
    —Akane… qué alegría verte, cielo.

    Akane entra como siempre: sin hacer ruido, pero llenando la habitación. Me ve, me sonríe, y mi corazón hace un pequeño salto.

    Akane:
    —Buenos días, mis lunas.

    Lili:
    —¡Akane! Ven, siéntate con nosotras. ¡Mira, hay mochi de melocotón!

    Ella se sienta, coge uno entre los dedos con una delicadeza que contrasta con la fuerza que sé que guarda en el cuerpo, y mientras desayunamos me hace preguntas sobre cómo dormí, si me duele la cabeza, si he notado algo raro en mis manos o en mis sombras. No sé si se le escapa, pero su mirada es la de una hermana mayor preocupada.


    ---

    En mi habitación

    Después del desayuno, prácticamente la arrastro hasta mi habitación.
    Le enseño mis cosas con emoción: mis libros, mis piedras lunares, mis dibujos del jardín de sombras, mi espejo que a veces parpadea solo.

    Ella se sienta en mi camita, cruzando sus piernas con esa elegancia salvaje que tiene. Yo me siento a su lado, pegadita, esperando que empiece a contarme cosas. Y lo hace.


    ---

    Las transformaciones de Akane

    Akane:
    —Lo primero que apareció en mí fue la goblina.
    La niña que yo fui… torpe, inquieta, con hambre de todo.
    Esa forma me protegió los primeros años. Era inocente, pero rápida.

    La imagino, chiquita y verde brillante, y me río sola. Akane me mira de reojo, divertida.

    Akane:
    —Luego vino la ogresa.
    —Ahí se acabó la inocencia. Esa forma nació de los golpes… de los que me daban y de los que aprendí a devolver.
    —Era enorme. Poderosa. Y muy sola.

    Sus dedos juegan con una de mis trenzas como si no quisiera entrar en detalles oscuros. Yo la escucho sin soltarle la mirada.

    Akane:
    —Pero no me quedé así.
    Con el tiempo… con mucho dolor, y con luna… la ogresa y la goblina se mezclaron en algo nuevo.
    —La Oni Lunar.
    Mi forma favorita. Mi forma verdadera.

    Sus ojos brillan. Yo sonrío fascinada.

    Lili:
    —¿Es con esa que luchaste contra Jennifer?

    Akane asiente.

    Akane:
    —Y fue hermoso… y terrible. Jennifer tuvo que cambiar también.
    —Cuando mostró su forma real de combate, el mundo tembló.
    —Y… abrió una grieta en el sello de Oz.
    —Por eso él… está suelto ahora.

    Su voz cae un poco. Yo trago saliva.
    Es el momento. Debo decírselo.


    ---

    Mi confesión sobre Oz

    Lili:
    —Akane…
    —Oz me dijo que ha cambiado.

    Ella levanta la cabeza muy lento. No me interrumpe, pero sus ojos se oscurecen.

    Lili:
    —Que… que ha visto todo lo que Jennifer ha hecho.
    —Que no quiere arrebatarle nada.
    —Que se apartará para dejarla reinar.
    —Y… y que ahora es mi maestro.
    —Mi papi.

    Akane deja de respirar por un segundo.
    Luego, su expresión se suaviza, como si en lugar de juzgarme, decidiera envolverme.

    Akane:
    —¿Papi, hm?
    —Qué palabra tan grande, pequeña luna.

    Bajo la mirada. Siento el calor en mis mejillas. Siento también el peso de mis pesadillas… y se me escapan.


    ---

    Las pesadillas

    Lili:
    —He soñado cosas raras.
    —Pesadas.
    —Cosas que no son mías… pero que siento… como si fueran recuerdos prestados.
    —No sé qué me pasa.

    Akane me toma la cara entre las manos, despacio.

    Akane:
    —Lili…
    —Cuando algo del Caos se despierta en alguien tan joven como tú… los sueños siempre llegan primero.
    —Pero no estás sola, ¿sí?
    —Y no estás rota.

    Lili:
    —¿Te… te lo parece?

    Ella me besa la frente.

    Akane:
    —Me lo dice tu luna.

    No añade más. Lo noto: algo la preocupa.
    Algo que no quiere que yo cargue todavía.

    Pero en vez de llenarme la cabeza de miedo, me acaricia la mejilla, me abraza por detrás como una hermana mayor, y juntas nos tumbamos un rato en mi cama mientras hablamos de tonterías.

    Nos reímos.
    Jugamos a ver formas en el techo.
    Me cuenta historias de cuando se escapaba a la montaña para entrenar sola.
    Yo le enseño mis sombras haciendo pequeños dibujitos torpes.

    Y por un largo rato, el mundo es perfecto.
    Relato en Post y comentario de la imagen 🩷 Desayuno, secretos y transformaciones — Akane y Lili La mañana huele a tostadas, café de Ayane y ese silencio suave que solo ocurre cuando la luna aún está fresca en el aire. Estoy desayunando con mi madre cuando escuchamos unos pasos ligeros en el pasillo. Ayane levanta la vista con una sonrisa que ya se le escapa antes de verla. Ayane: —Akane… qué alegría verte, cielo. Akane entra como siempre: sin hacer ruido, pero llenando la habitación. Me ve, me sonríe, y mi corazón hace un pequeño salto. Akane: —Buenos días, mis lunas. Lili: —¡Akane! Ven, siéntate con nosotras. ¡Mira, hay mochi de melocotón! Ella se sienta, coge uno entre los dedos con una delicadeza que contrasta con la fuerza que sé que guarda en el cuerpo, y mientras desayunamos me hace preguntas sobre cómo dormí, si me duele la cabeza, si he notado algo raro en mis manos o en mis sombras. No sé si se le escapa, pero su mirada es la de una hermana mayor preocupada. --- En mi habitación Después del desayuno, prácticamente la arrastro hasta mi habitación. Le enseño mis cosas con emoción: mis libros, mis piedras lunares, mis dibujos del jardín de sombras, mi espejo que a veces parpadea solo. Ella se sienta en mi camita, cruzando sus piernas con esa elegancia salvaje que tiene. Yo me siento a su lado, pegadita, esperando que empiece a contarme cosas. Y lo hace. --- Las transformaciones de Akane Akane: —Lo primero que apareció en mí fue la goblina. La niña que yo fui… torpe, inquieta, con hambre de todo. Esa forma me protegió los primeros años. Era inocente, pero rápida. La imagino, chiquita y verde brillante, y me río sola. Akane me mira de reojo, divertida. Akane: —Luego vino la ogresa. —Ahí se acabó la inocencia. Esa forma nació de los golpes… de los que me daban y de los que aprendí a devolver. —Era enorme. Poderosa. Y muy sola. Sus dedos juegan con una de mis trenzas como si no quisiera entrar en detalles oscuros. Yo la escucho sin soltarle la mirada. Akane: —Pero no me quedé así. Con el tiempo… con mucho dolor, y con luna… la ogresa y la goblina se mezclaron en algo nuevo. —La Oni Lunar. Mi forma favorita. Mi forma verdadera. Sus ojos brillan. Yo sonrío fascinada. Lili: —¿Es con esa que luchaste contra Jennifer? Akane asiente. Akane: —Y fue hermoso… y terrible. Jennifer tuvo que cambiar también. —Cuando mostró su forma real de combate, el mundo tembló. —Y… abrió una grieta en el sello de Oz. —Por eso él… está suelto ahora. Su voz cae un poco. Yo trago saliva. Es el momento. Debo decírselo. --- Mi confesión sobre Oz Lili: —Akane… —Oz me dijo que ha cambiado. Ella levanta la cabeza muy lento. No me interrumpe, pero sus ojos se oscurecen. Lili: —Que… que ha visto todo lo que Jennifer ha hecho. —Que no quiere arrebatarle nada. —Que se apartará para dejarla reinar. —Y… y que ahora es mi maestro. —Mi papi. Akane deja de respirar por un segundo. Luego, su expresión se suaviza, como si en lugar de juzgarme, decidiera envolverme. Akane: —¿Papi, hm? —Qué palabra tan grande, pequeña luna. Bajo la mirada. Siento el calor en mis mejillas. Siento también el peso de mis pesadillas… y se me escapan. --- Las pesadillas Lili: —He soñado cosas raras. —Pesadas. —Cosas que no son mías… pero que siento… como si fueran recuerdos prestados. —No sé qué me pasa. Akane me toma la cara entre las manos, despacio. Akane: —Lili… —Cuando algo del Caos se despierta en alguien tan joven como tú… los sueños siempre llegan primero. —Pero no estás sola, ¿sí? —Y no estás rota. Lili: —¿Te… te lo parece? Ella me besa la frente. Akane: —Me lo dice tu luna. No añade más. Lo noto: algo la preocupa. Algo que no quiere que yo cargue todavía. Pero en vez de llenarme la cabeza de miedo, me acaricia la mejilla, me abraza por detrás como una hermana mayor, y juntas nos tumbamos un rato en mi cama mientras hablamos de tonterías. Nos reímos. Jugamos a ver formas en el techo. Me cuenta historias de cuando se escapaba a la montaña para entrenar sola. Yo le enseño mis sombras haciendo pequeños dibujitos torpes. Y por un largo rato, el mundo es perfecto.
    Relato en Post y comentario de la imagen 🩷

    Desayuno, secretos y transformaciones — Akane y Lili

    La mañana huele a tostadas, café de Ayane y ese silencio suave que solo ocurre cuando la luna aún está fresca en el aire. Estoy desayunando con mi madre cuando escuchamos unos pasos ligeros en el pasillo.

    Ayane levanta la vista con una sonrisa que ya se le escapa antes de verla.

    Ayane:
    —Akane… qué alegría verte, cielo.

    Akane entra como siempre: sin hacer ruido, pero llenando la habitación. Me ve, me sonríe, y mi corazón hace un pequeño salto.

    Akane:
    —Buenos días, mis lunas.

    Lili:
    —¡Akane! Ven, siéntate con nosotras. ¡Mira, hay mochi de melocotón!

    Ella se sienta, coge uno entre los dedos con una delicadeza que contrasta con la fuerza que sé que guarda en el cuerpo, y mientras desayunamos me hace preguntas sobre cómo dormí, si me duele la cabeza, si he notado algo raro en mis manos o en mis sombras. No sé si se le escapa, pero su mirada es la de una hermana mayor preocupada.


    ---

    En mi habitación

    Después del desayuno, prácticamente la arrastro hasta mi habitación.
    Le enseño mis cosas con emoción: mis libros, mis piedras lunares, mis dibujos del jardín de sombras, mi espejo que a veces parpadea solo.

    Ella se sienta en mi camita, cruzando sus piernas con esa elegancia salvaje que tiene. Yo me siento a su lado, pegadita, esperando que empiece a contarme cosas. Y lo hace.


    ---

    Las transformaciones de Akane

    Akane:
    —Lo primero que apareció en mí fue la goblina.
    La niña que yo fui… torpe, inquieta, con hambre de todo.
    Esa forma me protegió los primeros años. Era inocente, pero rápida.

    La imagino, chiquita y verde brillante, y me río sola. Akane me mira de reojo, divertida.

    Akane:
    —Luego vino la ogresa.
    —Ahí se acabó la inocencia. Esa forma nació de los golpes… de los que me daban y de los que aprendí a devolver.
    —Era enorme. Poderosa. Y muy sola.

    Sus dedos juegan con una de mis trenzas como si no quisiera entrar en detalles oscuros. Yo la escucho sin soltarle la mirada.

    Akane:
    —Pero no me quedé así.
    Con el tiempo… con mucho dolor, y con luna… la ogresa y la goblina se mezclaron en algo nuevo.
    —La Oni Lunar.
    Mi forma favorita. Mi forma verdadera.

    Sus ojos brillan. Yo sonrío fascinada.

    Lili:
    —¿Es con esa que luchaste contra Jennifer?

    Akane asiente.

    Akane:
    —Y fue hermoso… y terrible. Jennifer tuvo que cambiar también.
    —Cuando mostró su forma real de combate, el mundo tembló.
    —Y… abrió una grieta en el sello de Oz.
    —Por eso él… está suelto ahora.

    Su voz cae un poco. Yo trago saliva.
    Es el momento. Debo decírselo.


    ---

    Mi confesión sobre Oz

    Lili:
    —Akane…
    —Oz me dijo que ha cambiado.

    Ella levanta la cabeza muy lento. No me interrumpe, pero sus ojos se oscurecen.

    Lili:
    —Que… que ha visto todo lo que Jennifer ha hecho.
    —Que no quiere arrebatarle nada.
    —Que se apartará para dejarla reinar.
    —Y… y que ahora es mi maestro.
    —Mi papi.

    Akane deja de respirar por un segundo.
    Luego, su expresión se suaviza, como si en lugar de juzgarme, decidiera envolverme.

    Akane:
    —¿Papi, hm?
    —Qué palabra tan grande, pequeña luna.

    Bajo la mirada. Siento el calor en mis mejillas. Siento también el peso de mis pesadillas… y se me escapan.


    ---

    Las pesadillas

    Lili:
    —He soñado cosas raras.
    —Pesadas.
    —Cosas que no son mías… pero que siento… como si fueran recuerdos prestados.
    —No sé qué me pasa.

    Akane me toma la cara entre las manos, despacio.

    Akane:
    —Lili…
    —Cuando algo del Caos se despierta en alguien tan joven como tú… los sueños siempre llegan primero.
    —Pero no estás sola, ¿sí?
    —Y no estás rota.

    Lili:
    —¿Te… te lo parece?

    Ella me besa la frente.

    Akane:
    —Me lo dice tu luna.

    No añade más. Lo noto: algo la preocupa.
    Algo que no quiere que yo cargue todavía.

    Pero en vez de llenarme la cabeza de miedo, me acaricia la mejilla, me abraza por detrás como una hermana mayor, y juntas nos tumbamos un rato en mi cama mientras hablamos de tonterías.

    Nos reímos.
    Jugamos a ver formas en el techo.
    Me cuenta historias de cuando se escapaba a la montaña para entrenar sola.
    Yo le enseño mis sombras haciendo pequeños dibujitos torpes.

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    Desayuno, secretos y transformaciones — Akane y Lili

    La mañana huele a tostadas, café de Ayane y ese silencio suave que solo ocurre cuando la luna aún está fresca en el aire. Estoy desayunando con mi madre cuando escuchamos unos pasos ligeros en el pasillo.

    Ayane levanta la vista con una sonrisa que ya se le escapa antes de verla.

    Ayane:
    —Akane… qué alegría verte, cielo.

    Akane entra como siempre: sin hacer ruido, pero llenando la habitación. Me ve, me sonríe, y mi corazón hace un pequeño salto.

    Akane:
    —Buenos días, mis lunas.

    Lili:
    —¡Akane! Ven, siéntate con nosotras. ¡Mira, hay mochi de melocotón!

    Ella se sienta, coge uno entre los dedos con una delicadeza que contrasta con la fuerza que sé que guarda en el cuerpo, y mientras desayunamos me hace preguntas sobre cómo dormí, si me duele la cabeza, si he notado algo raro en mis manos o en mis sombras. No sé si se le escapa, pero su mirada es la de una hermana mayor preocupada.


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    En mi habitación

    Después del desayuno, prácticamente la arrastro hasta mi habitación.
    Le enseño mis cosas con emoción: mis libros, mis piedras lunares, mis dibujos del jardín de sombras, mi espejo que a veces parpadea solo.

    Ella se sienta en mi camita, cruzando sus piernas con esa elegancia salvaje que tiene. Yo me siento a su lado, pegadita, esperando que empiece a contarme cosas. Y lo hace.


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    Las transformaciones de Akane

    Akane:
    —Lo primero que apareció en mí fue la goblina.
    La niña que yo fui… torpe, inquieta, con hambre de todo.
    Esa forma me protegió los primeros años. Era inocente, pero rápida.

    La imagino, chiquita y verde brillante, y me río sola. Akane me mira de reojo, divertida.

    Akane:
    —Luego vino la ogresa.
    —Ahí se acabó la inocencia. Esa forma nació de los golpes… de los que me daban y de los que aprendí a devolver.
    —Era enorme. Poderosa. Y muy sola.

    Sus dedos juegan con una de mis trenzas como si no quisiera entrar en detalles oscuros. Yo la escucho sin soltarle la mirada.

    Akane:
    —Pero no me quedé así.
    Con el tiempo… con mucho dolor, y con luna… la ogresa y la goblina se mezclaron en algo nuevo.
    —La Oni Lunar.
    Mi forma favorita. Mi forma verdadera.

    Sus ojos brillan. Yo sonrío fascinada.

    Lili:
    —¿Es con esa que luchaste contra Jennifer?

    Akane asiente.

    Akane:
    —Y fue hermoso… y terrible. Jennifer tuvo que cambiar también.
    —Cuando mostró su forma real de combate, el mundo tembló.
    —Y… abrió una grieta en el sello de Oz.
    —Por eso él… está suelto ahora.

    Su voz cae un poco. Yo trago saliva.
    Es el momento. Debo decírselo.


    ---

    Mi confesión sobre Oz

    Lili:
    —Akane…
    —Oz me dijo que ha cambiado.

    Ella levanta la cabeza muy lento. No me interrumpe, pero sus ojos se oscurecen.

    Lili:
    —Que… que ha visto todo lo que Jennifer ha hecho.
    —Que no quiere arrebatarle nada.
    —Que se apartará para dejarla reinar.
    —Y… y que ahora es mi maestro.
    —Mi papi.

    Akane deja de respirar por un segundo.
    Luego, su expresión se suaviza, como si en lugar de juzgarme, decidiera envolverme.

    Akane:
    —¿Papi, hm?
    —Qué palabra tan grande, pequeña luna.

    Bajo la mirada. Siento el calor en mis mejillas. Siento también el peso de mis pesadillas… y se me escapan.


    ---

    Las pesadillas

    Lili:
    —He soñado cosas raras.
    —Pesadas.
    —Cosas que no son mías… pero que siento… como si fueran recuerdos prestados.
    —No sé qué me pasa.

    Akane me toma la cara entre las manos, despacio.

    Akane:
    —Lili…
    —Cuando algo del Caos se despierta en alguien tan joven como tú… los sueños siempre llegan primero.
    —Pero no estás sola, ¿sí?
    —Y no estás rota.

    Lili:
    —¿Te… te lo parece?

    Ella me besa la frente.

    Akane:
    —Me lo dice tu luna.

    No añade más. Lo noto: algo la preocupa.
    Algo que no quiere que yo cargue todavía.

    Pero en vez de llenarme la cabeza de miedo, me acaricia la mejilla, me abraza por detrás como una hermana mayor, y juntas nos tumbamos un rato en mi cama mientras hablamos de tonterías.

    Nos reímos.
    Jugamos a ver formas en el techo.
    Me cuenta historias de cuando se escapaba a la montaña para entrenar sola.
    Yo le enseño mis sombras haciendo pequeños dibujitos torpes.

    Y por un largo rato, el mundo es perfecto.
    Relato en Post y comentario de la imagen 🩷 Desayuno, secretos y transformaciones — Akane y Lili La mañana huele a tostadas, café de Ayane y ese silencio suave que solo ocurre cuando la luna aún está fresca en el aire. Estoy desayunando con mi madre cuando escuchamos unos pasos ligeros en el pasillo. Ayane levanta la vista con una sonrisa que ya se le escapa antes de verla. Ayane: —Akane… qué alegría verte, cielo. Akane entra como siempre: sin hacer ruido, pero llenando la habitación. Me ve, me sonríe, y mi corazón hace un pequeño salto. Akane: —Buenos días, mis lunas. Lili: —¡Akane! Ven, siéntate con nosotras. ¡Mira, hay mochi de melocotón! Ella se sienta, coge uno entre los dedos con una delicadeza que contrasta con la fuerza que sé que guarda en el cuerpo, y mientras desayunamos me hace preguntas sobre cómo dormí, si me duele la cabeza, si he notado algo raro en mis manos o en mis sombras. No sé si se le escapa, pero su mirada es la de una hermana mayor preocupada. --- En mi habitación Después del desayuno, prácticamente la arrastro hasta mi habitación. Le enseño mis cosas con emoción: mis libros, mis piedras lunares, mis dibujos del jardín de sombras, mi espejo que a veces parpadea solo. Ella se sienta en mi camita, cruzando sus piernas con esa elegancia salvaje que tiene. Yo me siento a su lado, pegadita, esperando que empiece a contarme cosas. Y lo hace. --- Las transformaciones de Akane Akane: —Lo primero que apareció en mí fue la goblina. La niña que yo fui… torpe, inquieta, con hambre de todo. Esa forma me protegió los primeros años. Era inocente, pero rápida. La imagino, chiquita y verde brillante, y me río sola. Akane me mira de reojo, divertida. Akane: —Luego vino la ogresa. —Ahí se acabó la inocencia. Esa forma nació de los golpes… de los que me daban y de los que aprendí a devolver. —Era enorme. Poderosa. Y muy sola. Sus dedos juegan con una de mis trenzas como si no quisiera entrar en detalles oscuros. Yo la escucho sin soltarle la mirada. Akane: —Pero no me quedé así. Con el tiempo… con mucho dolor, y con luna… la ogresa y la goblina se mezclaron en algo nuevo. —La Oni Lunar. Mi forma favorita. Mi forma verdadera. Sus ojos brillan. Yo sonrío fascinada. Lili: —¿Es con esa que luchaste contra Jennifer? Akane asiente. Akane: —Y fue hermoso… y terrible. Jennifer tuvo que cambiar también. —Cuando mostró su forma real de combate, el mundo tembló. —Y… abrió una grieta en el sello de Oz. —Por eso él… está suelto ahora. Su voz cae un poco. Yo trago saliva. Es el momento. Debo decírselo. --- Mi confesión sobre Oz Lili: —Akane… —Oz me dijo que ha cambiado. Ella levanta la cabeza muy lento. No me interrumpe, pero sus ojos se oscurecen. Lili: —Que… que ha visto todo lo que Jennifer ha hecho. —Que no quiere arrebatarle nada. —Que se apartará para dejarla reinar. —Y… y que ahora es mi maestro. —Mi papi. Akane deja de respirar por un segundo. Luego, su expresión se suaviza, como si en lugar de juzgarme, decidiera envolverme. Akane: —¿Papi, hm? —Qué palabra tan grande, pequeña luna. Bajo la mirada. Siento el calor en mis mejillas. Siento también el peso de mis pesadillas… y se me escapan. --- Las pesadillas Lili: —He soñado cosas raras. —Pesadas. —Cosas que no son mías… pero que siento… como si fueran recuerdos prestados. —No sé qué me pasa. Akane me toma la cara entre las manos, despacio. Akane: —Lili… —Cuando algo del Caos se despierta en alguien tan joven como tú… los sueños siempre llegan primero. —Pero no estás sola, ¿sí? —Y no estás rota. Lili: —¿Te… te lo parece? Ella me besa la frente. Akane: —Me lo dice tu luna. No añade más. Lo noto: algo la preocupa. Algo que no quiere que yo cargue todavía. Pero en vez de llenarme la cabeza de miedo, me acaricia la mejilla, me abraza por detrás como una hermana mayor, y juntas nos tumbamos un rato en mi cama mientras hablamos de tonterías. Nos reímos. Jugamos a ver formas en el techo. Me cuenta historias de cuando se escapaba a la montaña para entrenar sola. Yo le enseño mis sombras haciendo pequeños dibujitos torpes. Y por un largo rato, el mundo es perfecto.
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  • La nueva gerente de relaciones públicas, había escogido dar la conferencia en un espacio abierto, los flashes de las cámaras reflejaban la seriedad del evento corporativo y a su vez señalaba lo esperado del anuncio. Elsbeth Vaughan se posicionó detrás del podio, impecable en su traje oscuro, con una gabardina beige, su cabello negro azabache cayendo con ondas suaves sobre los hombros. La multitud de periodistas, cámaras y grabadoras no hizo que su calma titubeara; por el contrario, parecía absorber la energía de todos ellos, ordenando la sala con solo su presencia.

    Tomó el micrófono con delicadeza, inclinando apenas la cabeza, y una sonrisa sutil se dibujó en sus labios. Su mirada azul verdosa, tan profunda que algunos jurarían ver un destello plateado, barrió la sala. Cada palabra que salió de su boca fue medida, calculada, cargada de un magnetismo silencioso que obligaba a todos a escuchar:

    —Gracias por asistir hoy. Estoy aquí para presentar nuestra nueva iniciativa de responsabilidad social y transparencia corporativa, un proyecto que refleja no solo compromiso con la innovación, sino con la ética y el respeto hacia nuestra comunidad.

    Elsbeth pausó apenas, dejando que sus palabras calaran, que cada cámara captara no solo su rostro, sino la autoridad natural que emanaba de ella. Cada gesto, cada inclinación de cabeza, cada parpadeo parecía tener un propósito más allá del humano: la precisión de la cazadora, la paciencia de quien observa y analiza antes de actuar.

    Mientras respondía preguntas con cortesía y firmeza, un murmullo recorría la sala. Nadie se atrevía a interrumpirla; incluso los más experimentados reporteros sentían una presión invisible, un respeto que no se podía fingir. Ella no solo hablaba, estaba evaluando. Cada intención, cada emoción, cada gesto era un mapa que Elsbeth leía con claridad.

    Al terminar, retiró el micrófono con suavidad, dejando un silencio cargado de atención detrás de ella. La conferencia había terminado, pero la presencia de Elsbeth Vaughan continuaba en la sala, imborrable, como si cada asistente se llevara consigo un recuerdo que no podría olvidar.
    La nueva gerente de relaciones públicas, había escogido dar la conferencia en un espacio abierto, los flashes de las cámaras reflejaban la seriedad del evento corporativo y a su vez señalaba lo esperado del anuncio. Elsbeth Vaughan se posicionó detrás del podio, impecable en su traje oscuro, con una gabardina beige, su cabello negro azabache cayendo con ondas suaves sobre los hombros. La multitud de periodistas, cámaras y grabadoras no hizo que su calma titubeara; por el contrario, parecía absorber la energía de todos ellos, ordenando la sala con solo su presencia. Tomó el micrófono con delicadeza, inclinando apenas la cabeza, y una sonrisa sutil se dibujó en sus labios. Su mirada azul verdosa, tan profunda que algunos jurarían ver un destello plateado, barrió la sala. Cada palabra que salió de su boca fue medida, calculada, cargada de un magnetismo silencioso que obligaba a todos a escuchar: —Gracias por asistir hoy. Estoy aquí para presentar nuestra nueva iniciativa de responsabilidad social y transparencia corporativa, un proyecto que refleja no solo compromiso con la innovación, sino con la ética y el respeto hacia nuestra comunidad. Elsbeth pausó apenas, dejando que sus palabras calaran, que cada cámara captara no solo su rostro, sino la autoridad natural que emanaba de ella. Cada gesto, cada inclinación de cabeza, cada parpadeo parecía tener un propósito más allá del humano: la precisión de la cazadora, la paciencia de quien observa y analiza antes de actuar. Mientras respondía preguntas con cortesía y firmeza, un murmullo recorría la sala. Nadie se atrevía a interrumpirla; incluso los más experimentados reporteros sentían una presión invisible, un respeto que no se podía fingir. Ella no solo hablaba, estaba evaluando. Cada intención, cada emoción, cada gesto era un mapa que Elsbeth leía con claridad. Al terminar, retiró el micrófono con suavidad, dejando un silencio cargado de atención detrás de ella. La conferencia había terminado, pero la presencia de Elsbeth Vaughan continuaba en la sala, imborrable, como si cada asistente se llevara consigo un recuerdo que no podría olvidar.
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  • El sol de Florencia bañaba las calles empedradas mientras Maia Leone recorría la alfombra roja del estreno. Su vestido atrapaba la luz de los focos, haciéndola brillar con un resplandor que parecía venir de dentro. Sonreía con naturalidad a los periodistas, respondía a las preguntas con gracia y gesticulaba suavemente mientras hablaba, irradiando una energía cálida y magnética que atraía las miradas de todos sin esfuerzo.

    Después de las entrevistas, se detuvo junto a la barrera donde los fans esperaban. Firmaba autógrafos con delicadeza y hablaba con cada persona unos segundos, escuchando sus palabras con atención genuina. Su voz era cálida, su risa ligera, y su manera de mirar a cada fan hacía que cada encuentro se sintiera único.

    Mientras firmaba, levantó la vista un momento y lo vio: un hombre apartado entre la multitud, observándola con calma contenida. Su mirada era distinta, intensa, y por un instante sintió un calor extraño en el pecho, como si algo en él le resultara vagamente familiar. Frunció ligeramente el ceño, intrigada, pero volvió a sonreír y a agacharse para firmar otro autógrafo.

    No había nada que explicara la sensación, no lo conocía, no había motivo para reconocerlo. Y, aun así, mientras sus manos seguían moviéndose sobre los carteles y papeles, el eco de aquel instante quedó flotando en el aire. Maia continuó sonriendo, saludando, interactuando con los fans, perfecta en su papel de actriz brillante y humana… pero sin saber que algo antiguo y poderoso la estaba observando, despertando lentamente bajo la luz del atardecer florentino.
    El sol de Florencia bañaba las calles empedradas mientras Maia Leone recorría la alfombra roja del estreno. Su vestido atrapaba la luz de los focos, haciéndola brillar con un resplandor que parecía venir de dentro. Sonreía con naturalidad a los periodistas, respondía a las preguntas con gracia y gesticulaba suavemente mientras hablaba, irradiando una energía cálida y magnética que atraía las miradas de todos sin esfuerzo. Después de las entrevistas, se detuvo junto a la barrera donde los fans esperaban. Firmaba autógrafos con delicadeza y hablaba con cada persona unos segundos, escuchando sus palabras con atención genuina. Su voz era cálida, su risa ligera, y su manera de mirar a cada fan hacía que cada encuentro se sintiera único. Mientras firmaba, levantó la vista un momento y lo vio: un hombre apartado entre la multitud, observándola con calma contenida. Su mirada era distinta, intensa, y por un instante sintió un calor extraño en el pecho, como si algo en él le resultara vagamente familiar. Frunció ligeramente el ceño, intrigada, pero volvió a sonreír y a agacharse para firmar otro autógrafo. No había nada que explicara la sensación, no lo conocía, no había motivo para reconocerlo. Y, aun así, mientras sus manos seguían moviéndose sobre los carteles y papeles, el eco de aquel instante quedó flotando en el aire. Maia continuó sonriendo, saludando, interactuando con los fans, perfecta en su papel de actriz brillante y humana… pero sin saber que algo antiguo y poderoso la estaba observando, despertando lentamente bajo la luz del atardecer florentino.
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  • 𝙞𝙛 𝙬𝙚 𝙙𝙤𝙣'𝙩 𝙚𝙣𝙙 𝙬𝙖𝙧, 𝙬𝙖𝙧 𝙬𝙞𝙡𝙡 𝙚𝙣𝙙 𝙪𝙨.
    Fandom The Boys
    Categoría Acción
    El sol de mediodía iluminaba la enorme bandera estadounidense pulcramente estirada y anclada en el escenario con el fin de ser el fondo en una de las últimas presentaciones del soldado favorito de América en ese lugar.

    Estados Unidos se proclamaba vencedor de la guerra, confiados en que Alemania aun estaba intentado componerse de la paliza que habían recibido. El hecho de que su mejor arma humana estuviese en Bayeux, no solo tranquilizaba a las personas de ese lugar, también dejaba una buena imagen del gobierno ante el mundo, con tal de hacerles creer que ellos eran los buenos del cuento cuando en realidad eran iguales o peores que sus enemigos.

    La prueba viviente de ello, estaba conformado por Ben a la cabeza y sus bailarinas, sin contar con el despilfarro de miles de dólares en sonido, iluminación, confeti y fuegos artificiales que bien podrían haber sido utilizados para ayudar a quienes decían proteger.

    Detrás de la imponente estructura de hierros ensamblados, montaron un par de carpas para uso exclusivo. Seis en total contando la del super, su equipo y la de las enfermeras. En esos eventos nunca faltaban los que se desmayaban, los que se golpeaban un ojo por accidente al tratar de descorchar una botella por cual utinselio no apto para esa tarea. Sin contar la cantidad de niños que se golpeaban entre ellos o se raspaban las rodillas tratando de imitar las piruetas que hacía su héroe favorito sobre el escenario a pesar que por contrato tuviera que decir la clásica frase: No intenten hacer esto en casa.

    Vought decidio ser lo más precavido posible y poner a disposición un lugar en el que tratar los accidentes tontos antes de que pudieran costarles la imagen que tanto se esforzaban por cuidar.

    Pese a ser temprano, ese sector en la plaza principal era el más caótico del pueblo. Todo mundo tenía prisa, todo el personal del evento corría de un lado a otro buscando y trayendo cosas mientras que otros se abocaban a una única tarea. El nuevo asistente de Ben entro en la carpa del super y le dejo el informe en el perchero junto a una segunda opción de vestuario para que escogiera cual usar aunque cambiar de uniforme en ese momento era algo osado cuando todos en ese lugar ya estaban acostumbrados a su uniforme clásico.

    El hombre se acerco hasta el tocador y le entrego una copia del programa del evento, lo dejo sobre la superficie de madera. El super bajo la mirada hacia el papel y sin mucho ánimo busco su horario, era quien cerraba el evento, lo cual le daba exactamente igual. Sus presentaciones no varíaban mucho entre si, lo único que importaba era lo que decía, el mensaje esperanzador que les daba.

    Su trabajo era mantener fuerte la mente de quienes habían elegido dar la vida por su país y para quienes habían esperado su regreso. Abuelas, madres, hermanas, esposas, hijas; hijos, padres, abuelos, hermanos, tíos... Todos ellos habían aportado su grano de arena en la guerra, no era un trabajo fácil convencer a las masas de que lo peor ya había pasado y Ben comenzaba a sospechar el motivo por el cual permanecía en ese lugar, no era por agradar a la prensa o al público en general, deseaba equivocarse pero algo le decía que esperaban un contrataque.

    Sin embargo, no pensaba demasiado en eso. Creía que su nombre artístico era suficiente para mantener al enemigo alejado, nadie es su sano juicio enviaría a sus soldados a darle pelea a un hombre con una fuerza descomunal, no por nada la prensa lo llamaban el Sansón moderno.

    Por otro lado, se sentía egoísta al no pensar en todas esas personas que creían y confiaban en él. Lo único en lo que pensaba era en una mujer, en Vanya, era su primer pensamiento al despertar y el último antes de dormir, todo giraba alredor de ella y era el único motivo porque el cual estaba feliz de permanecer en Bayeux porque si la guerra terminaba, ambos tendrían que tomar caminos diferentes y era probable que no volvieran a verse jamás.

    Quito la vista del papel cuando se dio cuenta de que lo había pasado demasiado tiempo mirándolo, aunque había dejado de lado las drogas, no quería que su asistente pensara que había desayunado un coctel de polvos blancos en la previa del show.

    ──¿Necesitas algo más? ¿Quieres que te traiga algo de comer o beber? ── Pregunto el hombre mirando a soldier boy en el reflejo del espejo.

    Ben estaba harto de los asistentes. Y si, era su culpa que los cambiaran rápido aunque este le caía un poco mejor que los anteriores. Hacía lo que le pedía, hablaba poco, no hacía preguntas estúpidas, no le cuestionaba nada; solo cumplía con los caprichos del super y eso, ya era ganancia.

    ──Ahora que lo preguntas, si... Necesito algo más. ¿Larry, verdad? ── Giro el cuerpo sobre la silla y apoyo el brazo sobre el respaldo, mirándolo directo a los ojos.

    ──Soy... Harry... Pero no importa, dime que necesitas ── Avanzo un paso más, sosteniendo una libreta que le quedaba minúscula en sus manos regordetas, evitando el contacto visual.

    En el rostro del super se dibujo una pequeña sonrisa, bien disimulada. Siempre que veía a su nuevo asistente no podía evitar imaginarlo como Gus, el ratón panzon de la película Cenicienta pero no lo decía en voz alta, gracias a Vanya había dejado de ser tan cruel con los demás.

    Harry apoyo el lápiz sobre la hoja en blanco, listo para apuntar lo que saliera de los labios del héroe.

    ──Desperte con un incómodo dolor de muelas, Harry. ¿Podrías pedirle a una de las enfermeras que me revise? Quiero estar comodo para el show ── El asiente asintió varias veces, escribiendo quien sabe que.

    Ben prosiguió, procurando hacerse el desentendido para tratar de traer a Vanya a su carpa pero cuidando de no exponerla, de no exponerlos a los dos, pero su deseo por verla antes del show era mayor que cualquier otra necesidad.

    Recurrio a una táctica ya aplicada antes y que funcionaba bien, pedir a las enfermeras que eran amigas de Vanya para que ellas enviaran a la pelirroja en su lugar; una regla no impuesta, como una especie de pacto entre ellas y él para que pudiera ver a su amada.

    ──Pregunta por Mona en la enfermería, es quien me revisa a veces. Tiene conocimiento en estas cosas de supers, pero si no me crees puedes hablar con alguien de vought ── Dejo esa última propuesta en el aire y giro de nuevo hacia el espejo, acercando al centro de la mesa lo que iba a utilizar para afeitarse.

    Por supuesto que Ben no era idiota, sabía que Harry no iba a preguntarle nada a nadie. En ese lugar, pedir hablar directamente con alguien de vought por algo sin relevancia, era un sinónimo de despido inmediato y al parecer el sujeto quería mucho ese empleo.

    El asistente no dijo nada, se marcho de la carpa decidido a cumplir con la petición del super soldado. No tuvo problemas en dar con la enfermería, era la única carpa de color blanco con una cruz roja en un costado.

    Al entrar, vio a un grupo de mujeres alistando algunas camillas y acomodando en una mesa lo necesario para curar heridas.

    ──Buenas tardes, disculpen las interrupción pero... ── Levanto la voz mientras se adentraba en la carpa, leyó una vez más el nombre que tenía anotado en el papel y clavo la vista en el grupo de enfermeras, tratando de dar con la mujer que le habían enviado a buscar. ──Soldier boy necesita que Mona lo revise y si es necesario, que le de alguna medicación para que pueda actuar en unas horas. Si no es ninguna de ustedes, por favor, díganle que se acerque a la carpa principal lo más rápido posible.

    El hombre no espero respuesta, dio media vuelta y se dirigió a revisar otros sectores en el predio.

    Mientras tanto, Ben había terminado de afeitarse y se encontraba contemplando el par de uniformes en el perchero. El nuevo y el viejo, sin poder decidirse por uno de los dos. Optó por esperar a Vanya para que le ayudara a elegir, pero antes, guardo en el bolsillo del pantalón un obsequio; incapaz de contener la alegría por verla antes del show.

    Para él no era cualquier día, era un día especial, un día que marcaría un antes y un después en su relación. No tenía idea que les deparaba el futuro pero al menos el presente parecía prometedor.
    Vanya Starkova
    El sol de mediodía iluminaba la enorme bandera estadounidense pulcramente estirada y anclada en el escenario con el fin de ser el fondo en una de las últimas presentaciones del soldado favorito de América en ese lugar. Estados Unidos se proclamaba vencedor de la guerra, confiados en que Alemania aun estaba intentado componerse de la paliza que habían recibido. El hecho de que su mejor arma humana estuviese en Bayeux, no solo tranquilizaba a las personas de ese lugar, también dejaba una buena imagen del gobierno ante el mundo, con tal de hacerles creer que ellos eran los buenos del cuento cuando en realidad eran iguales o peores que sus enemigos. La prueba viviente de ello, estaba conformado por Ben a la cabeza y sus bailarinas, sin contar con el despilfarro de miles de dólares en sonido, iluminación, confeti y fuegos artificiales que bien podrían haber sido utilizados para ayudar a quienes decían proteger. Detrás de la imponente estructura de hierros ensamblados, montaron un par de carpas para uso exclusivo. Seis en total contando la del super, su equipo y la de las enfermeras. En esos eventos nunca faltaban los que se desmayaban, los que se golpeaban un ojo por accidente al tratar de descorchar una botella por cual utinselio no apto para esa tarea. Sin contar la cantidad de niños que se golpeaban entre ellos o se raspaban las rodillas tratando de imitar las piruetas que hacía su héroe favorito sobre el escenario a pesar que por contrato tuviera que decir la clásica frase: No intenten hacer esto en casa. Vought decidio ser lo más precavido posible y poner a disposición un lugar en el que tratar los accidentes tontos antes de que pudieran costarles la imagen que tanto se esforzaban por cuidar. Pese a ser temprano, ese sector en la plaza principal era el más caótico del pueblo. Todo mundo tenía prisa, todo el personal del evento corría de un lado a otro buscando y trayendo cosas mientras que otros se abocaban a una única tarea. El nuevo asistente de Ben entro en la carpa del super y le dejo el informe en el perchero junto a una segunda opción de vestuario para que escogiera cual usar aunque cambiar de uniforme en ese momento era algo osado cuando todos en ese lugar ya estaban acostumbrados a su uniforme clásico. El hombre se acerco hasta el tocador y le entrego una copia del programa del evento, lo dejo sobre la superficie de madera. El super bajo la mirada hacia el papel y sin mucho ánimo busco su horario, era quien cerraba el evento, lo cual le daba exactamente igual. Sus presentaciones no varíaban mucho entre si, lo único que importaba era lo que decía, el mensaje esperanzador que les daba. Su trabajo era mantener fuerte la mente de quienes habían elegido dar la vida por su país y para quienes habían esperado su regreso. Abuelas, madres, hermanas, esposas, hijas; hijos, padres, abuelos, hermanos, tíos... Todos ellos habían aportado su grano de arena en la guerra, no era un trabajo fácil convencer a las masas de que lo peor ya había pasado y Ben comenzaba a sospechar el motivo por el cual permanecía en ese lugar, no era por agradar a la prensa o al público en general, deseaba equivocarse pero algo le decía que esperaban un contrataque. Sin embargo, no pensaba demasiado en eso. Creía que su nombre artístico era suficiente para mantener al enemigo alejado, nadie es su sano juicio enviaría a sus soldados a darle pelea a un hombre con una fuerza descomunal, no por nada la prensa lo llamaban el Sansón moderno. Por otro lado, se sentía egoísta al no pensar en todas esas personas que creían y confiaban en él. Lo único en lo que pensaba era en una mujer, en Vanya, era su primer pensamiento al despertar y el último antes de dormir, todo giraba alredor de ella y era el único motivo porque el cual estaba feliz de permanecer en Bayeux porque si la guerra terminaba, ambos tendrían que tomar caminos diferentes y era probable que no volvieran a verse jamás. Quito la vista del papel cuando se dio cuenta de que lo había pasado demasiado tiempo mirándolo, aunque había dejado de lado las drogas, no quería que su asistente pensara que había desayunado un coctel de polvos blancos en la previa del show. ──¿Necesitas algo más? ¿Quieres que te traiga algo de comer o beber? ── Pregunto el hombre mirando a soldier boy en el reflejo del espejo. Ben estaba harto de los asistentes. Y si, era su culpa que los cambiaran rápido aunque este le caía un poco mejor que los anteriores. Hacía lo que le pedía, hablaba poco, no hacía preguntas estúpidas, no le cuestionaba nada; solo cumplía con los caprichos del super y eso, ya era ganancia. ──Ahora que lo preguntas, si... Necesito algo más. ¿Larry, verdad? ── Giro el cuerpo sobre la silla y apoyo el brazo sobre el respaldo, mirándolo directo a los ojos. ──Soy... Harry... Pero no importa, dime que necesitas ── Avanzo un paso más, sosteniendo una libreta que le quedaba minúscula en sus manos regordetas, evitando el contacto visual. En el rostro del super se dibujo una pequeña sonrisa, bien disimulada. Siempre que veía a su nuevo asistente no podía evitar imaginarlo como Gus, el ratón panzon de la película Cenicienta pero no lo decía en voz alta, gracias a Vanya había dejado de ser tan cruel con los demás. Harry apoyo el lápiz sobre la hoja en blanco, listo para apuntar lo que saliera de los labios del héroe. ──Desperte con un incómodo dolor de muelas, Harry. ¿Podrías pedirle a una de las enfermeras que me revise? Quiero estar comodo para el show ── El asiente asintió varias veces, escribiendo quien sabe que. Ben prosiguió, procurando hacerse el desentendido para tratar de traer a Vanya a su carpa pero cuidando de no exponerla, de no exponerlos a los dos, pero su deseo por verla antes del show era mayor que cualquier otra necesidad. Recurrio a una táctica ya aplicada antes y que funcionaba bien, pedir a las enfermeras que eran amigas de Vanya para que ellas enviaran a la pelirroja en su lugar; una regla no impuesta, como una especie de pacto entre ellas y él para que pudiera ver a su amada. ──Pregunta por Mona en la enfermería, es quien me revisa a veces. Tiene conocimiento en estas cosas de supers, pero si no me crees puedes hablar con alguien de vought ── Dejo esa última propuesta en el aire y giro de nuevo hacia el espejo, acercando al centro de la mesa lo que iba a utilizar para afeitarse. Por supuesto que Ben no era idiota, sabía que Harry no iba a preguntarle nada a nadie. En ese lugar, pedir hablar directamente con alguien de vought por algo sin relevancia, era un sinónimo de despido inmediato y al parecer el sujeto quería mucho ese empleo. El asistente no dijo nada, se marcho de la carpa decidido a cumplir con la petición del super soldado. No tuvo problemas en dar con la enfermería, era la única carpa de color blanco con una cruz roja en un costado. Al entrar, vio a un grupo de mujeres alistando algunas camillas y acomodando en una mesa lo necesario para curar heridas. ──Buenas tardes, disculpen las interrupción pero... ── Levanto la voz mientras se adentraba en la carpa, leyó una vez más el nombre que tenía anotado en el papel y clavo la vista en el grupo de enfermeras, tratando de dar con la mujer que le habían enviado a buscar. ──Soldier boy necesita que Mona lo revise y si es necesario, que le de alguna medicación para que pueda actuar en unas horas. Si no es ninguna de ustedes, por favor, díganle que se acerque a la carpa principal lo más rápido posible. El hombre no espero respuesta, dio media vuelta y se dirigió a revisar otros sectores en el predio. Mientras tanto, Ben había terminado de afeitarse y se encontraba contemplando el par de uniformes en el perchero. El nuevo y el viejo, sin poder decidirse por uno de los dos. Optó por esperar a Vanya para que le ayudara a elegir, pero antes, guardo en el bolsillo del pantalón un obsequio; incapaz de contener la alegría por verla antes del show. Para él no era cualquier día, era un día especial, un día que marcaría un antes y un después en su relación. No tenía idea que les deparaba el futuro pero al menos el presente parecía prometedor. [THE.REDSUPER]
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  • Charla entre Hermanas
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    Esta tarde viene Dafne Turner a casa aprovechando que no tiene clases, ella también debe conocer sobre la profecía.
    Nos implica a las dos, además también quiero hacerla unas cuantas preguntas.
    Esta tarde viene [ThcxWitcher_13] a casa aprovechando que no tiene clases, ella también debe conocer sobre la profecía. Nos implica a las dos, además también quiero hacerla unas cuantas preguntas.
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