• "Eres la persona que tiene ese no sé qué
    Que me tiene no se como
    Que me encanta no se cuanto
    Pero si me preguntas lo que siento no lo sé
    Yo te amo pero no se exactamente que tanto
    Eres la persona que tiene ese no sé qué
    Que me tiene no se como
    Que me encanta no se cuanto
    Pero si me preguntas lo que siento no lo sé
    Yo te amo pero no sé exactamente que tanto"

    (https://youtu.be/HcodSY--s1Q?si=8xTdmZFSAAfILXQf )

    Adriana Salvatore

    "Eres la persona que tiene ese no sé qué Que me tiene no se como Que me encanta no se cuanto Pero si me preguntas lo que siento no lo sé Yo te amo pero no se exactamente que tanto Eres la persona que tiene ese no sé qué Que me tiene no se como Que me encanta no se cuanto Pero si me preguntas lo que siento no lo sé Yo te amo pero no sé exactamente que tanto" (https://youtu.be/HcodSY--s1Q?si=8xTdmZFSAAfILXQf ) [spark_violet_giraffe_485]
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  • El murmullo del bar se mezclaba con el tintineo de vasos y el sonido bajo de una vieja canción de rock. Shoko Ieiri empujó la puerta y dejó que el olor a madera vieja y cerveza derramada la envolviera. Era uno de esos bares pequeños y acogedores donde nadie hacía demasiadas preguntas, justo lo que necesitaba esa noche.

    Cruzó el lugar con las manos en los bolsillos de su chaqueta y se sentó en un taburete junto a la barra. El bartender, un hombre de cabello canoso y expresión tranquila, le dirigió una mirada interrogante.

    —Cerveza, la más fría que tengas —dijo Shoko con una media sonrisa.

    Mientras el hombre llenaba el vaso, Shoko dejó escapar un suspiro y observó a los demás. Había un grupo de amigos jugando dardos, una pareja compartiendo una pizza, y algunos solitarios como ella, cada uno enfrascado en sus propios pensamientos. No era que tuviera algo en contra de la compañía, pero últimamente había aprendido a disfrutar de su propia soledad.

    Cuando el bartender colocó la cerveza frente a ella, Shoko levantó el vaso en un brindis silencioso y dio el primer trago. El líquido frío le recorrió la garganta, arrancándole una sonrisa genuina.

    —Esto es exactamente lo que necesitaba —murmuró para sí misma.

    Con el vaso en la mano, empezó a distraerse mirando los cuadros en las paredes, todos con fotografías de bandas antiguas y algún que otro autógrafo. La música cambió a una canción de los 80 que le era vagamente familiar, y, sin pensarlo demasiado, comenzó a tararear mientras tamborileaba con los dedos sobre la barra.

    El bartender, que limpiaba un vaso cerca, se rió suavemente.

    —Buena elección, ¿eh? —comentó, señalando la bocina.

    —No está mal. Aunque me vendría mejor algo más movido —respondió Shoko con un guiño.

    La noche avanzó sin prisa. Se pidió una segunda cerveza y, después de un rato, se dejó convencer por el bartender para probar un aperitivo de la casa. Para su sorpresa, estaba delicioso. Intercambiaron comentarios triviales: el clima, la música, incluso bromearon sobre el fútbol, aunque ninguno de los dos parecía realmente interesado.

    Shoko se dio cuenta de que llevaba rato sonriendo sin razón aparente, disfrutando del ambiente, del anonimato, y de la libertad de no tener que pensar demasiado en nada.

    Cuando terminó su última cerveza, pagó la cuenta y dejó una propina generosa.

    —Gracias, necesitaba esto —dijo, inclinando ligeramente la cabeza hacia el bartender antes de levantarse.

    —Vuelve cuando quieras. La próxima canción la eliges tú.

    Shoko salió del bar con las manos en los bolsillos y el aire frío de la noche despejándole los pensamientos. No había sido una noche extraordinaria ni memorable, pero, de algún modo, había sido perfecta. A veces, solo necesitaba eso: una cerveza fría, buena música y un poco de tiempo para dejar de ser doctora, hechicera, etc, simplemente ser Shoko.
    El murmullo del bar se mezclaba con el tintineo de vasos y el sonido bajo de una vieja canción de rock. Shoko Ieiri empujó la puerta y dejó que el olor a madera vieja y cerveza derramada la envolviera. Era uno de esos bares pequeños y acogedores donde nadie hacía demasiadas preguntas, justo lo que necesitaba esa noche. Cruzó el lugar con las manos en los bolsillos de su chaqueta y se sentó en un taburete junto a la barra. El bartender, un hombre de cabello canoso y expresión tranquila, le dirigió una mirada interrogante. —Cerveza, la más fría que tengas —dijo Shoko con una media sonrisa. Mientras el hombre llenaba el vaso, Shoko dejó escapar un suspiro y observó a los demás. Había un grupo de amigos jugando dardos, una pareja compartiendo una pizza, y algunos solitarios como ella, cada uno enfrascado en sus propios pensamientos. No era que tuviera algo en contra de la compañía, pero últimamente había aprendido a disfrutar de su propia soledad. Cuando el bartender colocó la cerveza frente a ella, Shoko levantó el vaso en un brindis silencioso y dio el primer trago. El líquido frío le recorrió la garganta, arrancándole una sonrisa genuina. —Esto es exactamente lo que necesitaba —murmuró para sí misma. Con el vaso en la mano, empezó a distraerse mirando los cuadros en las paredes, todos con fotografías de bandas antiguas y algún que otro autógrafo. La música cambió a una canción de los 80 que le era vagamente familiar, y, sin pensarlo demasiado, comenzó a tararear mientras tamborileaba con los dedos sobre la barra. El bartender, que limpiaba un vaso cerca, se rió suavemente. —Buena elección, ¿eh? —comentó, señalando la bocina. —No está mal. Aunque me vendría mejor algo más movido —respondió Shoko con un guiño. La noche avanzó sin prisa. Se pidió una segunda cerveza y, después de un rato, se dejó convencer por el bartender para probar un aperitivo de la casa. Para su sorpresa, estaba delicioso. Intercambiaron comentarios triviales: el clima, la música, incluso bromearon sobre el fútbol, aunque ninguno de los dos parecía realmente interesado. Shoko se dio cuenta de que llevaba rato sonriendo sin razón aparente, disfrutando del ambiente, del anonimato, y de la libertad de no tener que pensar demasiado en nada. Cuando terminó su última cerveza, pagó la cuenta y dejó una propina generosa. —Gracias, necesitaba esto —dijo, inclinando ligeramente la cabeza hacia el bartender antes de levantarse. —Vuelve cuando quieras. La próxima canción la eliges tú. Shoko salió del bar con las manos en los bolsillos y el aire frío de la noche despejándole los pensamientos. No había sido una noche extraordinaria ni memorable, pero, de algún modo, había sido perfecta. A veces, solo necesitaba eso: una cerveza fría, buena música y un poco de tiempo para dejar de ser doctora, hechicera, etc, simplemente ser Shoko.
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  • — ¿Recuerdas cuando preguntaste si conocía a la bruja Soleil? Pues te tengo noticias, pero... ¿Sabes guardar un secreto? ¡Qué bien! Porque yo también sé, así que no te lo diré.
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  • como saben antes hicimos un lindo pero corto preguntas y respuestas que otras dinamicas les gustaria?
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  • Es momento de...¡Preguntas y respuestas con ganyu! La dimanica es haci ustedes me preguntaran cualquier cosa y yo les respondere pero...el que haga la pregunta mas dificil/incomoda gana un premio!
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  • - A veces me pregunto.. ¿que es el amor?, ¿que se sentira tener una familia completa?, son preguntas que no me dejan dormir por las noches y nunca obtengo respuestas, que triste seria estar sola para toda la vida.

    Ojala un poco de compañía me alegrara el dia, pero mas deprimente es no encontrar ni a un perro como acompañante de mi día a día.
    - A veces me pregunto.. ¿que es el amor?, ¿que se sentira tener una familia completa?, son preguntas que no me dejan dormir por las noches y nunca obtengo respuestas, que triste seria estar sola para toda la vida. Ojala un poco de compañía me alegrara el dia, pero mas deprimente es no encontrar ni a un perro como acompañante de mi día a día. :STK-55:
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  • 饾暦饾枂 饾枙饾枟饾枖饾枓饾枈饾枠饾枂 饾枆饾枈 饾暣饾枔饾枂饾枟饾枎 - 饾暯饾枈饾枅饾枤饾枈饾枟饾枆饾枖饾枠 饾枆饾枈 饾枤饾枔 饾枱饾枖饾枟饾枟饾枖 (parte 1)

    El primer siglo de la vida de Kazuo fue, por así decirlo, "sencillo". Solo tenía que preocuparse de aquello que cualquier zorro debía hacer: cazar, resguardarse del clima, correr, defender su territorio... Era su cometido, pura y dura supervivencia.

    Kazuo nació a principios del siglo, en el período Asuka, mucho antes de que al shintoísmo se le diera un nombre como tal. Nació del vientre de una zorra salvaje, en las profundidades de un bosque nocturno. Ella agonizaba, incapaz de parir a la última de sus crías. Entonces, por gracia divina, Inari apareció para darle las fuerzas que tanto necesitaba, a cambio de entregárselo cuando el Kami lo solicitase. Fue entonces cuando nació un zorro muy pequeño y débil, con un pelaje blanco como la luz de la luna y unos ojos tan brillantes como dos zafiros, capaces de hacerte naufragar en su inmenso mar azul.

    Vivió con su madre y hermanos hasta que fue lo suficientemente grande para emanciparse. Así era la naturaleza; lo más probable es que no volviera a ver a su progenitora ni a sus hermanos nunca más. Ese sentimiento de pérdida no se sentía de forma humana. Simplemente, su instinto guiaba sus pasos. A diferencia de otros zorros, además de su pelaje llamativamente blanco, Kazuo no envejecía, manteniéndose fuerte y joven década tras década. A medida que el tiempo pasaba, se volvía más consciente de su pensamiento, haciéndose preguntas complejas para un zorro salvaje: ¿Qué soy?, ¿Por qué siento?, ¿Por qué duele? Espera... ¿qué es el dolor?

    No sabía cuál era el poder de las palabras, pero sí fue capaz de alcanzar un nivel de consciencia más allá de lo primitivo, de relacionar y comprender sentimientos catalogados como "humanos". Aunque no hubiera una forma de definirlo, sabía lo que era sentir tristeza, amor, nostalgia, alegría... diferenciar entre el bien y el mal. No eran pensamientos pasajeros; era capaz de entenderlos y razonar sobre ellos.

    No sabía cuánto tiempo había pasado desde que nació; solo sabía que había sido mucho tiempo cuando, de pronto, entre llamas azules, su cola se dividió en dos. ¿Dos colas? ¿Por qué? ¿Qué significa esto? Ningún animal ordinario se cuestionaría este tipo de cambios; sin embargo, la conciencia e inteligencia que había desarrollado Kazuo iba más allá de lo establecido por la propia naturaleza. Su tamaño también cambió: ya no era un zorro pequeño y delgaducho; había alcanzado casi el tamaño de un lobo, los cuales eran enemigos naturales de los zorros. Su tamaño facilitaba sus posibles enfrentamientos con otros animales, además de otorgarle una fuerza y velocidad únicas. A veces, mientras corría por el bosque, dependiendo de su estado de ánimo, llamas azul zafiro lo acompañaban en la penumbra, iluminando su camino y su futuro destino.
    饾暦饾枂 饾枙饾枟饾枖饾枓饾枈饾枠饾枂 饾枆饾枈 饾暣饾枔饾枂饾枟饾枎 - 饾暯饾枈饾枅饾枤饾枈饾枟饾枆饾枖饾枠 饾枆饾枈 饾枤饾枔 饾枱饾枖饾枟饾枟饾枖 (parte 1) El primer siglo de la vida de Kazuo fue, por así decirlo, "sencillo". Solo tenía que preocuparse de aquello que cualquier zorro debía hacer: cazar, resguardarse del clima, correr, defender su territorio... Era su cometido, pura y dura supervivencia. Kazuo nació a principios del siglo, en el período Asuka, mucho antes de que al shintoísmo se le diera un nombre como tal. Nació del vientre de una zorra salvaje, en las profundidades de un bosque nocturno. Ella agonizaba, incapaz de parir a la última de sus crías. Entonces, por gracia divina, Inari apareció para darle las fuerzas que tanto necesitaba, a cambio de entregárselo cuando el Kami lo solicitase. Fue entonces cuando nació un zorro muy pequeño y débil, con un pelaje blanco como la luz de la luna y unos ojos tan brillantes como dos zafiros, capaces de hacerte naufragar en su inmenso mar azul. Vivió con su madre y hermanos hasta que fue lo suficientemente grande para emanciparse. Así era la naturaleza; lo más probable es que no volviera a ver a su progenitora ni a sus hermanos nunca más. Ese sentimiento de pérdida no se sentía de forma humana. Simplemente, su instinto guiaba sus pasos. A diferencia de otros zorros, además de su pelaje llamativamente blanco, Kazuo no envejecía, manteniéndose fuerte y joven década tras década. A medida que el tiempo pasaba, se volvía más consciente de su pensamiento, haciéndose preguntas complejas para un zorro salvaje: ¿Qué soy?, ¿Por qué siento?, ¿Por qué duele? Espera... ¿qué es el dolor? No sabía cuál era el poder de las palabras, pero sí fue capaz de alcanzar un nivel de consciencia más allá de lo primitivo, de relacionar y comprender sentimientos catalogados como "humanos". Aunque no hubiera una forma de definirlo, sabía lo que era sentir tristeza, amor, nostalgia, alegría... diferenciar entre el bien y el mal. No eran pensamientos pasajeros; era capaz de entenderlos y razonar sobre ellos. No sabía cuánto tiempo había pasado desde que nació; solo sabía que había sido mucho tiempo cuando, de pronto, entre llamas azules, su cola se dividió en dos. ¿Dos colas? ¿Por qué? ¿Qué significa esto? Ningún animal ordinario se cuestionaría este tipo de cambios; sin embargo, la conciencia e inteligencia que había desarrollado Kazuo iba más allá de lo establecido por la propia naturaleza. Su tamaño también cambió: ya no era un zorro pequeño y delgaducho; había alcanzado casi el tamaño de un lobo, los cuales eran enemigos naturales de los zorros. Su tamaño facilitaba sus posibles enfrentamientos con otros animales, además de otorgarle una fuerza y velocidad únicas. A veces, mientras corría por el bosque, dependiendo de su estado de ánimo, llamas azul zafiro lo acompañaban en la penumbra, iluminando su camino y su futuro destino.
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  • ——— PRESAGIO (parte II)

    El silencio se hace en el bosque que le rodea, como si las aves, los pequeños animalillos e incluso los mismo árboles aguardaran, expectantes, el desarrollo de aquel peculiar encuentro. Khan, notando aquello, vuelve la mirada a lo alto por un instante, ceñudo, molesto, sintiéndose transportado a una era donde, como maiar, era capaz de hablar con la naturaleza, pero ahora sin la capacidad de entenderle con la misma facilidad.

    El oso avanza sin dar señales de temor o cautela, por el contrario, el animal, de pronto, se acerca con una intensidad feroz, que lo reta de frente.

    Esta criatura no se apartará.

    Khan siente cómo una chispa de furia le recorre la piel y, en vez de esperar, huir o refugiarse en el interior de su camioneta, decide encararlo; si el bosque quiere enviarle un mensaje, él lo recibirá como acostumbra, de frente.

    Dando un paso decidido, luego otro y otro más, Khan acelera hasta romper en una breve carrera, sus botas aplastan las hojas secas bajo el peso de su cuerpo. El oso responde, poniéndose sobre sus patas traseras, erguido y monumental. Su gruñido llena el bosque, profundo y vibrante, pero no provoca en Khan ni un solo paso de retroceso. Al contrario, le arranca una sonrisa desafiante, la misma que revela su propio poder contenido, una presencia que, aunque sellada, nunca ha dejado de ser imponente.

    Los últimos pasos los da en un impulso arremetido, con la fuerza contenida en sus músculos preparados para impactar contra el oso, pero, justo en el instante en que extiende las manos, listas para asirse a las garras y enfrascarse en una encarnizada pelea, el aire cambia.

    El enorme cuerpo del oso se disuelve frente a los ojos del hombre, la imponente silueta se desvanece como un banco de niebla dispersado por el viento.

    Las manos de Khan encuentran solo vacío, en su lugar queda una tranquilidad imperturbable, como si nada hubiera sucedido. El aroma del bosque llena sus pulmones de nuevo, pero ahora tiene un matiz diferente, un eco de magia antigua que percibe, vagamente familiar, aunque sigue sin descifrar.

    Inmóvil, Khan observa el espacio donde estaba el oso, sus manos aún tensas por el impulso de la confrontación. Su respiración, aunque calmada, vibra con un atisbo de frustración y desconcierto. Este no ha sido un oso común, y tampoco una simple ilusión. Es una señal, una advertencia, tal vez un mensaje que le deja con más preguntas que respuestas, pero algo en el aire le hace intuir que este encuentro no es más que el presagio de lo que está por venir.
    ——— PRESAGIO (parte II) El silencio se hace en el bosque que le rodea, como si las aves, los pequeños animalillos e incluso los mismo árboles aguardaran, expectantes, el desarrollo de aquel peculiar encuentro. Khan, notando aquello, vuelve la mirada a lo alto por un instante, ceñudo, molesto, sintiéndose transportado a una era donde, como maiar, era capaz de hablar con la naturaleza, pero ahora sin la capacidad de entenderle con la misma facilidad. El oso avanza sin dar señales de temor o cautela, por el contrario, el animal, de pronto, se acerca con una intensidad feroz, que lo reta de frente. Esta criatura no se apartará. Khan siente cómo una chispa de furia le recorre la piel y, en vez de esperar, huir o refugiarse en el interior de su camioneta, decide encararlo; si el bosque quiere enviarle un mensaje, él lo recibirá como acostumbra, de frente. Dando un paso decidido, luego otro y otro más, Khan acelera hasta romper en una breve carrera, sus botas aplastan las hojas secas bajo el peso de su cuerpo. El oso responde, poniéndose sobre sus patas traseras, erguido y monumental. Su gruñido llena el bosque, profundo y vibrante, pero no provoca en Khan ni un solo paso de retroceso. Al contrario, le arranca una sonrisa desafiante, la misma que revela su propio poder contenido, una presencia que, aunque sellada, nunca ha dejado de ser imponente. Los últimos pasos los da en un impulso arremetido, con la fuerza contenida en sus músculos preparados para impactar contra el oso, pero, justo en el instante en que extiende las manos, listas para asirse a las garras y enfrascarse en una encarnizada pelea, el aire cambia. El enorme cuerpo del oso se disuelve frente a los ojos del hombre, la imponente silueta se desvanece como un banco de niebla dispersado por el viento. Las manos de Khan encuentran solo vacío, en su lugar queda una tranquilidad imperturbable, como si nada hubiera sucedido. El aroma del bosque llena sus pulmones de nuevo, pero ahora tiene un matiz diferente, un eco de magia antigua que percibe, vagamente familiar, aunque sigue sin descifrar. Inmóvil, Khan observa el espacio donde estaba el oso, sus manos aún tensas por el impulso de la confrontación. Su respiración, aunque calmada, vibra con un atisbo de frustración y desconcierto. Este no ha sido un oso común, y tampoco una simple ilusión. Es una señal, una advertencia, tal vez un mensaje que le deja con más preguntas que respuestas, pero algo en el aire le hace intuir que este encuentro no es más que el presagio de lo que está por venir.
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  • Primer Día
    Fandom Multifandom
    Categor铆a Comedia
    Este rol es de principios de Septiembre, los siguientes roles ya serán todos actuales.

    Ahora toca viajar un poco al pasado.

    Este rol puede contener palabras malsonantes, aviso de ante mano por si las moscas

    Estoy muy nerviosa por dentro ya que por fuera tengo mi mejor cara, no deseo que mis tíos me agobien con cientos de preguntas para que les confiese que tengo miedo de empezar en la universidad.
    Tengo mucha suerte de que el campus no se encuentre muy lejos de donde vivo con mis tíos.
    Al no vivir tan lejos puedo seguir viviendo con ellos, mi tío me llevó en su vieja furgoneta después de desayunar.

    Por otra parte estoy contenta ya que Elisabeth y Ivanna van también al mismo campus. Aunque estudiamos carreras diferentes, podremos vernos después de las clases y seguiremos viéndonos.
    Al principio iba muy perdida pero por suerte el destino quiso que sin querer chocará contra otra chica de mi misma edad.
    La cuál se llama Emily y lo mejor de todo, es que las dos estamos en primero de Literatura.
    Juntas fuimos hasta la secretaría del campus a recoger nuestros horarios, la verdad es que Emily esta igual de nerviosa que yo.

    -¡Todavía no me creó que este aquí. Siempre quise que me cogieran en esta universidad!
    Comenta Emily muy animada, yo también lo estoy, solo que a diferencia de ella, la emoción la llevo por dentro.

    No podía creer lo grande, moderna y preciosa que es el aula. Al ver que no somos las últimas pude volver a respirar con tranquilidad, todavía faltan muchos compañeros por llegar y también el profesor.

    Emily y yo tomamos asiento en la tercera fila, justamente en el medio.

    Tengo muchas ganas de comenzar esta nueva etapa, soy universitaria.


    饾棤饾棶饾榿饾榿饾椀饾棽饾槃 饾棯饾椂饾椆饾椆饾椂饾棶饾椇饾榾
    Este rol es de principios de Septiembre, los siguientes roles ya serán todos actuales. Ahora toca viajar un poco al pasado. Este rol puede contener palabras malsonantes, aviso de ante mano por si las moscas Estoy muy nerviosa por dentro ya que por fuera tengo mi mejor cara, no deseo que mis tíos me agobien con cientos de preguntas para que les confiese que tengo miedo de empezar en la universidad. Tengo mucha suerte de que el campus no se encuentre muy lejos de donde vivo con mis tíos. Al no vivir tan lejos puedo seguir viviendo con ellos, mi tío me llevó en su vieja furgoneta después de desayunar. Por otra parte estoy contenta ya que Elisabeth y Ivanna van también al mismo campus. Aunque estudiamos carreras diferentes, podremos vernos después de las clases y seguiremos viéndonos. Al principio iba muy perdida pero por suerte el destino quiso que sin querer chocará contra otra chica de mi misma edad. La cuál se llama Emily y lo mejor de todo, es que las dos estamos en primero de Literatura. Juntas fuimos hasta la secretaría del campus a recoger nuestros horarios, la verdad es que Emily esta igual de nerviosa que yo. -¡Todavía no me creó que este aquí. Siempre quise que me cogieran en esta universidad! Comenta Emily muy animada, yo también lo estoy, solo que a diferencia de ella, la emoción la llevo por dentro. No podía creer lo grande, moderna y preciosa que es el aula. Al ver que no somos las últimas pude volver a respirar con tranquilidad, todavía faltan muchos compañeros por llegar y también el profesor. Emily y yo tomamos asiento en la tercera fila, justamente en el medio. Tengo muchas ganas de comenzar esta nueva etapa, soy universitaria. [Thx_Snow]
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    L铆neas
    Cualquier l铆nea
    Estado
    Terminado
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  • " 饾懡饾拹饾挌 饾拏 饾拺饾拞饾拝饾拪饾挀 饾挅饾拸 饾拏饾挅饾拵饾拞饾拸饾挄饾拹 饾挃饾拪 饾拵饾拞 饾挆饾挅饾拞饾拲饾挆饾拞饾拸 饾拏 饾拝饾拞饾挃饾拺饾拞饾挀饾挄饾拏饾挀 饾挄饾拏饾拸 饾挄饾拞饾拵饾拺饾挀饾拏饾拸饾拹 饾拺饾拹饾挀 饾挅饾拸饾拏 饾挀饾拞饾挅饾拸饾拪ó饾拸"




    Había soltado el milesimo bostezo de la mañana, eso creía, aunque realmente no se tomó el tiempo de contarlos. Apenas eran las 7 de la mañana, el sol salía de a poco mientras la brisa helada de la mañana la envolviá.

    No llevaba casaca, simplemente usaba un top blanco y unos jeans, algo demasiado ligero para el frío que pasaba en esta temporada, pero le gustaba, ya que al menos eso la mantenía despierta para una reunión programada con su equipo, no había visto a nadie todavía, exceptuando a Ryan, quien hizo un espectáculo en aquella villa y aunque no le gustaba admitirlo, los extrañaba a todos.

    Estaba sentada sobre un muro de las escaleras que daban vista hacia el extenso jardín, estaba sola por ello no pudo evitar pensar en las cosas que sucedieron anteriormente. Aunque terminó por simplemente ignorarlos por un dolor de cabeza que le traía aquello.

    — Ugh..— Tapo su boca con la palma de su mano, era otro bostezo. Tenía sueño, mucho sueño, no entendía porque Kiev quiso hacer la reunión a esta hora. Pero esperaba que fuera importante como para levantarla a las 5:30 de la mañana, era un abuso. "voy a quejarme con recursos humanos. " Este pensamiento le ocasionó una risa, era algo ridículo de solo pensar en ello.

    Al ver que nadie venía y ella ya moría por dormir, se bajó del muro para caer sobre el pasto, limpió sus manos y comenzó a caminar para dar un paseo.


    Tarareaba una canción mientras lo hacía, una canción de cuna en Alemán que le traía recuerdos, no sabía exactamente porque lo recordaba, aunque tal vez se deba a que ya estaban en el mes en que se supone que seria su cumpleaños, necesitaba pensar en que hacer, en dos semanas se tendrá que ir a Suiza, para luego irse a Alemania, era algo personal que ella hacía antes de que su cumpleaños llegará y es que sí, ese dia siempre lo pasaba sola.

    Miro curiosa los rosales, hermosas rosas rojas que brillaban tanto como su cabello y como la sangre misma. Sin embargo, algo se movía entre estás, ladeó su cabeza y una sonrisa cálida se dibujo en sus labios, era su gata Hanna quien mordía una de estas flores, como si quisiera arrancarla.

    — Hey, ps ps ps Hanna — La llamo suavemente, la gata volteo a verla e instintivamente comenzó a maullear repetidas veces mientras se acercaba para poder frotar su cabeza y cuerpo con la pierna de Rubi. — Pequeña, te extrañe mucho. — La sostuvo entre sus brazos, la acaricio suavemente mientras la gata ronroneaba. Sin embargo, ese tierno espectáculo no duró, ya que la gata elevó su cabeza para mirar detrás de la pelirroja, antes de bajar de sus brazos y esconderse. Esta acción la extraño mucho, hasta que escuchó un gruñido, no como de un perro, si no más bien como el de un tigre, se giró y solo pudo observar un gato enorme, no le dió tiempo de pensar pues básicamente se le aventó encima.


    Su pecho subía y bajaba rápidamente ¿Qué hacía ese animal ahi? ¿Lo compró Kiev? Habían muchas preguntas y pocas respuestas, no sabía que hacer, sus ojos dorados chocaron con la mirada del enorme felino quien se quedó mirandola como si la analizará. Lentamente movía su mano para sacar un revolver que tenía guardado en su cadera, trataba de no hacer un movimiento brusco antes de si quiera matarlo, era ella o él. Pero el animal se le adelantó, casi grita cuando vió que abrió el ocico mostrando sus dientes filudos, pero lo único que sintió, fue una lengua rasposa pasar por su mejilla. — No, ¡espera! — La estaba llenando de baba la mejilla. Estaba a punto de empujarlo cuando se escuchó un silbido, el felino se volteo y dejó a una pelirroja totalmente confundida.

    Apenas estuvo libre de aquella carcel de pelos, se sentó en el pasto. — No puede ser ... — Limpio su mejilla repetidas veces, y dirigio su mirada hacia en frente, solo para ver a Kiev acariciar a ese enorme animal y luego escucharlo reír al verla.


    Que hermosa forma de dar una bienvenida.
    " 饾懡饾拹饾挌 饾拏 饾拺饾拞饾拝饾拪饾挀 饾挅饾拸 饾拏饾挅饾拵饾拞饾拸饾挄饾拹 饾挃饾拪 饾拵饾拞 饾挆饾挅饾拞饾拲饾挆饾拞饾拸 饾拏 饾拝饾拞饾挃饾拺饾拞饾挀饾挄饾拏饾挀 饾挄饾拏饾拸 饾挄饾拞饾拵饾拺饾挀饾拏饾拸饾拹 饾拺饾拹饾挀 饾挅饾拸饾拏 饾挀饾拞饾挅饾拸饾拪ó饾拸" Había soltado el milesimo bostezo de la mañana, eso creía, aunque realmente no se tomó el tiempo de contarlos. Apenas eran las 7 de la mañana, el sol salía de a poco mientras la brisa helada de la mañana la envolviá. No llevaba casaca, simplemente usaba un top blanco y unos jeans, algo demasiado ligero para el frío que pasaba en esta temporada, pero le gustaba, ya que al menos eso la mantenía despierta para una reunión programada con su equipo, no había visto a nadie todavía, exceptuando a Ryan, quien hizo un espectáculo en aquella villa y aunque no le gustaba admitirlo, los extrañaba a todos. Estaba sentada sobre un muro de las escaleras que daban vista hacia el extenso jardín, estaba sola por ello no pudo evitar pensar en las cosas que sucedieron anteriormente. Aunque terminó por simplemente ignorarlos por un dolor de cabeza que le traía aquello. — Ugh..— Tapo su boca con la palma de su mano, era otro bostezo. Tenía sueño, mucho sueño, no entendía porque Kiev quiso hacer la reunión a esta hora. Pero esperaba que fuera importante como para levantarla a las 5:30 de la mañana, era un abuso. "voy a quejarme con recursos humanos. " Este pensamiento le ocasionó una risa, era algo ridículo de solo pensar en ello. Al ver que nadie venía y ella ya moría por dormir, se bajó del muro para caer sobre el pasto, limpió sus manos y comenzó a caminar para dar un paseo. Tarareaba una canción mientras lo hacía, una canción de cuna en Alemán que le traía recuerdos, no sabía exactamente porque lo recordaba, aunque tal vez se deba a que ya estaban en el mes en que se supone que seria su cumpleaños, necesitaba pensar en que hacer, en dos semanas se tendrá que ir a Suiza, para luego irse a Alemania, era algo personal que ella hacía antes de que su cumpleaños llegará y es que sí, ese dia siempre lo pasaba sola. Miro curiosa los rosales, hermosas rosas rojas que brillaban tanto como su cabello y como la sangre misma. Sin embargo, algo se movía entre estás, ladeó su cabeza y una sonrisa cálida se dibujo en sus labios, era su gata Hanna quien mordía una de estas flores, como si quisiera arrancarla. — Hey, ps ps ps Hanna — La llamo suavemente, la gata volteo a verla e instintivamente comenzó a maullear repetidas veces mientras se acercaba para poder frotar su cabeza y cuerpo con la pierna de Rubi. — Pequeña, te extrañe mucho. — La sostuvo entre sus brazos, la acaricio suavemente mientras la gata ronroneaba. Sin embargo, ese tierno espectáculo no duró, ya que la gata elevó su cabeza para mirar detrás de la pelirroja, antes de bajar de sus brazos y esconderse. Esta acción la extraño mucho, hasta que escuchó un gruñido, no como de un perro, si no más bien como el de un tigre, se giró y solo pudo observar un gato enorme, no le dió tiempo de pensar pues básicamente se le aventó encima. Su pecho subía y bajaba rápidamente ¿Qué hacía ese animal ahi? ¿Lo compró Kiev? Habían muchas preguntas y pocas respuestas, no sabía que hacer, sus ojos dorados chocaron con la mirada del enorme felino quien se quedó mirandola como si la analizará. Lentamente movía su mano para sacar un revolver que tenía guardado en su cadera, trataba de no hacer un movimiento brusco antes de si quiera matarlo, era ella o él. Pero el animal se le adelantó, casi grita cuando vió que abrió el ocico mostrando sus dientes filudos, pero lo único que sintió, fue una lengua rasposa pasar por su mejilla. — No, ¡espera! — La estaba llenando de baba la mejilla. Estaba a punto de empujarlo cuando se escuchó un silbido, el felino se volteo y dejó a una pelirroja totalmente confundida. Apenas estuvo libre de aquella carcel de pelos, se sentó en el pasto. — No puede ser ... — Limpio su mejilla repetidas veces, y dirigio su mirada hacia en frente, solo para ver a Kiev acariciar a ese enorme animal y luego escucharlo reír al verla. Que hermosa forma de dar una bienvenida.
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