Makimaマキマ
Parecía una reunión más entre ambos, o al menos así pretendía que fuese.
Desde que conoció a la demonio del control, el dragón había tratado de mantener su distancia, esperando no caer víctima de su dominio; sin embargo, no hizo falta uso de poder o artimaña alguna, para que voluntariamente cediera a esa necesidad de estar cerca de ella.
Por ese motivo, y sabiendo su ajustada agenda en la agencia de Seguridad Pública, citó a la misma a una supuesta cena de negocios.
Había llegado antes de la hora asignada, aproximadamente se encontraba desde las diecisiete horas, mientras que la reunión estaba pactada a ocurrir posterior a las diecinueve horas.
Dejó listo todo el escenario, lámparas de gas encendidas por sus llamas, que iluminaban un camino hacia su encuentro.
En el destino, más lámparas envolvían la mesa, escenario final de la reunión, mientras que en la mesa se encontraba un platillo misterioso cubierto por una tapa metálica para evitar que perdiera su temperatura, además de una modesta botella de vino para acompañar los alimentos.
¿Se estaba esmerando mucho para una simple cena de negocios? Por supuesto, y es que su objetivo no era ello, pero como siempre, el dragón quería no verse tan evidente, aunque se notase a kilómetros de distancia sus intenciones.
Decidió esperar en lo alto de las formaciones rocosas, como dragón que espera en su nido, mientras observaba como poco a poco la oscuridad le alcanzaba y las estrellas eran su compañía hasta la llegada de Makima.
También decidió que un cigarro podía calmarle mientras la espera seguía, además la hacía menos tortuosa, seguro su hermana le miraría con esa expresión de asombro e ilusión, que solía tener cuando él hacía algo lindo por alguien más, y no se la pasaba destruyendo como era su costumbre.
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Parecía una reunión más entre ambos, o al menos así pretendía que fuese.
Desde que conoció a la demonio del control, el dragón había tratado de mantener su distancia, esperando no caer víctima de su dominio; sin embargo, no hizo falta uso de poder o artimaña alguna, para que voluntariamente cediera a esa necesidad de estar cerca de ella.
Por ese motivo, y sabiendo su ajustada agenda en la agencia de Seguridad Pública, citó a la misma a una supuesta cena de negocios.
Había llegado antes de la hora asignada, aproximadamente se encontraba desde las diecisiete horas, mientras que la reunión estaba pactada a ocurrir posterior a las diecinueve horas.
Dejó listo todo el escenario, lámparas de gas encendidas por sus llamas, que iluminaban un camino hacia su encuentro.
En el destino, más lámparas envolvían la mesa, escenario final de la reunión, mientras que en la mesa se encontraba un platillo misterioso cubierto por una tapa metálica para evitar que perdiera su temperatura, además de una modesta botella de vino para acompañar los alimentos.
¿Se estaba esmerando mucho para una simple cena de negocios? Por supuesto, y es que su objetivo no era ello, pero como siempre, el dragón quería no verse tan evidente, aunque se notase a kilómetros de distancia sus intenciones.
Decidió esperar en lo alto de las formaciones rocosas, como dragón que espera en su nido, mientras observaba como poco a poco la oscuridad le alcanzaba y las estrellas eran su compañía hasta la llegada de Makima.
También decidió que un cigarro podía calmarle mientras la espera seguía, además la hacía menos tortuosa, seguro su hermana le miraría con esa expresión de asombro e ilusión, que solía tener cuando él hacía algo lindo por alguien más, y no se la pasaba destruyendo como era su costumbre.
