• Disco Bear vive en el pasado en los años 70' que tanto añora... Se cuida tanto de no envejecer que los años no pasan por él.
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  • — Esto es estúpido —

    ¿Cómo la habían convencido? Lucifer sabrá. Pero alzó una ceja al ver a Valentino

    — ¿Por qué no me extraña que hayas elegido ser la gata del equipo? —
    — Esto es estúpido — ¿Cómo la habían convencido? Lucifer sabrá. Pero alzó una ceja al ver a [Mothp1mp] — ¿Por qué no me extraña que hayas elegido ser la gata del equipo? —
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    La primera pesadilla

    La noche después de la transformación no sabe a descanso.

    Mi cuerpo debería estar agotado…
    pero algo dentro de mí no me deja dormir.

    Quema.
    Arde como brasas vivas.

    Y al mismo tiempo me da frío.
    Un frío que me cruje los huesos y me muerde los pulmones.

    Susurra.

    Una voz que no es voz.
    Un idioma que no entiendo… pero siento.
    Como si siempre hubiera estado en mí,
    esperando a que mi sombra despertara para recordármelo.

    Me enseña palabras imposibles.
    Palabras que entiendo sólo el instante antes de olvidarlas.
    O quizá… no las olvido.
    Quizá ellas me recuerdan a mí.

    Me duermo.

    Y el mundo cambia.

    Estoy de pie en un puente de madera vieja.
    El viento huele a sal y a sangre.
    Las tablas crujen bajo mis pies pequeños.
    Mis pies… no.
    No son mis pies.

    Yo no soy yo.

    A mi alrededor escucho gritos.
    Llamas.
    El estallido de un hogar ardiendo.
    La masacre de un pueblo pesquero.

    Corsarios.

    Docenas.
    Tal vez cientos.

    Queman casas.
    Se llevan niños.
    Arrastran mujeres.
    Degüellan hombres.

    Y yo corro.
    Corro sin saber a dónde.
    Sin saber quién soy.

    Mis piernas son cortas.
    Mi cuerpo es frágil.
    Mi respiración suena a un niño asustado.

    No a mí.
    No a Lili.

    Este no es mi cuerpo.

    Los corsarios me rodean.
    Sombras enormes contra la luna.
    Casco, hierro, parches, cicatrices.
    Espadas que brillan.

    No hay salida.

    Grito.

    Pero la voz que sale de mí no es la mía.
    Es más aguda.
    Más pequeña.
    Más rota.

    Una espada me atraviesa.

    Y otra.

    Y otra.

    Y el puente se llena de rojo.

    Despierto.

    Empapada en sudor, ahogándome en mi propio grito.
    Mis manos buscan mi torso, desesperada, temblando.
    No hay heridas.

    Soy yo.
    Lili.

    Pero el miedo no se va.
    Se queda enganchado a mis costillas.
    Me falta el aire.
    La oscuridad de la habitación parece viva.

    No quiero cerrar los ojos.
    No quiero volver a ese puente.
    No quiero saber quién era ese niño.
    No quiero saber por qué veo su muerte.

    No quiero…

    Me encojo bajo las mantas.
    Mis uñas arañan mis propios brazos.
    Mi respiración se convierte en sollozos.

    Esa noche la pasé llorando.
    Sola.
    Llorando con la almohada mordida,
    esperando que nadie escuchara,
    esperando que la sombra no volviera a hablarme.

    La Luna, desde la ventana, me miraba en silencio.
    Relato en Post y comentario de la imagen 🩷 La primera pesadilla La noche después de la transformación no sabe a descanso. Mi cuerpo debería estar agotado… pero algo dentro de mí no me deja dormir. Quema. Arde como brasas vivas. Y al mismo tiempo me da frío. Un frío que me cruje los huesos y me muerde los pulmones. Susurra. Una voz que no es voz. Un idioma que no entiendo… pero siento. Como si siempre hubiera estado en mí, esperando a que mi sombra despertara para recordármelo. Me enseña palabras imposibles. Palabras que entiendo sólo el instante antes de olvidarlas. O quizá… no las olvido. Quizá ellas me recuerdan a mí. Me duermo. Y el mundo cambia. Estoy de pie en un puente de madera vieja. El viento huele a sal y a sangre. Las tablas crujen bajo mis pies pequeños. Mis pies… no. No son mis pies. Yo no soy yo. A mi alrededor escucho gritos. Llamas. El estallido de un hogar ardiendo. La masacre de un pueblo pesquero. Corsarios. Docenas. Tal vez cientos. Queman casas. Se llevan niños. Arrastran mujeres. Degüellan hombres. Y yo corro. Corro sin saber a dónde. Sin saber quién soy. Mis piernas son cortas. Mi cuerpo es frágil. Mi respiración suena a un niño asustado. No a mí. No a Lili. Este no es mi cuerpo. Los corsarios me rodean. Sombras enormes contra la luna. Casco, hierro, parches, cicatrices. Espadas que brillan. No hay salida. Grito. Pero la voz que sale de mí no es la mía. Es más aguda. Más pequeña. Más rota. Una espada me atraviesa. Y otra. Y otra. Y el puente se llena de rojo. Despierto. Empapada en sudor, ahogándome en mi propio grito. Mis manos buscan mi torso, desesperada, temblando. No hay heridas. Soy yo. Lili. Pero el miedo no se va. Se queda enganchado a mis costillas. Me falta el aire. La oscuridad de la habitación parece viva. No quiero cerrar los ojos. No quiero volver a ese puente. No quiero saber quién era ese niño. No quiero saber por qué veo su muerte. No quiero… Me encojo bajo las mantas. Mis uñas arañan mis propios brazos. Mi respiración se convierte en sollozos. Esa noche la pasé llorando. Sola. Llorando con la almohada mordida, esperando que nadie escuchara, esperando que la sombra no volviera a hablarme. La Luna, desde la ventana, me miraba en silencio.
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    La primera pesadilla

    La noche después de la transformación no sabe a descanso.

    Mi cuerpo debería estar agotado…
    pero algo dentro de mí no me deja dormir.

    Quema.
    Arde como brasas vivas.

    Y al mismo tiempo me da frío.
    Un frío que me cruje los huesos y me muerde los pulmones.

    Susurra.

    Una voz que no es voz.
    Un idioma que no entiendo… pero siento.
    Como si siempre hubiera estado en mí,
    esperando a que mi sombra despertara para recordármelo.

    Me enseña palabras imposibles.
    Palabras que entiendo sólo el instante antes de olvidarlas.
    O quizá… no las olvido.
    Quizá ellas me recuerdan a mí.

    Me duermo.

    Y el mundo cambia.

    Estoy de pie en un puente de madera vieja.
    El viento huele a sal y a sangre.
    Las tablas crujen bajo mis pies pequeños.
    Mis pies… no.
    No son mis pies.

    Yo no soy yo.

    A mi alrededor escucho gritos.
    Llamas.
    El estallido de un hogar ardiendo.
    La masacre de un pueblo pesquero.

    Corsarios.

    Docenas.
    Tal vez cientos.

    Queman casas.
    Se llevan niños.
    Arrastran mujeres.
    Degüellan hombres.

    Y yo corro.
    Corro sin saber a dónde.
    Sin saber quién soy.

    Mis piernas son cortas.
    Mi cuerpo es frágil.
    Mi respiración suena a un niño asustado.

    No a mí.
    No a Lili.

    Este no es mi cuerpo.

    Los corsarios me rodean.
    Sombras enormes contra la luna.
    Casco, hierro, parches, cicatrices.
    Espadas que brillan.

    No hay salida.

    Grito.

    Pero la voz que sale de mí no es la mía.
    Es más aguda.
    Más pequeña.
    Más rota.

    Una espada me atraviesa.

    Y otra.

    Y otra.

    Y el puente se llena de rojo.

    Despierto.

    Empapada en sudor, ahogándome en mi propio grito.
    Mis manos buscan mi torso, desesperada, temblando.
    No hay heridas.

    Soy yo.
    Lili.

    Pero el miedo no se va.
    Se queda enganchado a mis costillas.
    Me falta el aire.
    La oscuridad de la habitación parece viva.

    No quiero cerrar los ojos.
    No quiero volver a ese puente.
    No quiero saber quién era ese niño.
    No quiero saber por qué veo su muerte.

    No quiero…

    Me encojo bajo las mantas.
    Mis uñas arañan mis propios brazos.
    Mi respiración se convierte en sollozos.

    Esa noche la pasé llorando.
    Sola.
    Llorando con la almohada mordida,
    esperando que nadie escuchara,
    esperando que la sombra no volviera a hablarme.

    La Luna, desde la ventana, me miraba en silencio.
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    La primera pesadilla

    La noche después de la transformación no sabe a descanso.

    Mi cuerpo debería estar agotado…
    pero algo dentro de mí no me deja dormir.

    Quema.
    Arde como brasas vivas.

    Y al mismo tiempo me da frío.
    Un frío que me cruje los huesos y me muerde los pulmones.

    Susurra.

    Una voz que no es voz.
    Un idioma que no entiendo… pero siento.
    Como si siempre hubiera estado en mí,
    esperando a que mi sombra despertara para recordármelo.

    Me enseña palabras imposibles.
    Palabras que entiendo sólo el instante antes de olvidarlas.
    O quizá… no las olvido.
    Quizá ellas me recuerdan a mí.

    Me duermo.

    Y el mundo cambia.

    Estoy de pie en un puente de madera vieja.
    El viento huele a sal y a sangre.
    Las tablas crujen bajo mis pies pequeños.
    Mis pies… no.
    No son mis pies.

    Yo no soy yo.

    A mi alrededor escucho gritos.
    Llamas.
    El estallido de un hogar ardiendo.
    La masacre de un pueblo pesquero.

    Corsarios.

    Docenas.
    Tal vez cientos.

    Queman casas.
    Se llevan niños.
    Arrastran mujeres.
    Degüellan hombres.

    Y yo corro.
    Corro sin saber a dónde.
    Sin saber quién soy.

    Mis piernas son cortas.
    Mi cuerpo es frágil.
    Mi respiración suena a un niño asustado.

    No a mí.
    No a Lili.

    Este no es mi cuerpo.

    Los corsarios me rodean.
    Sombras enormes contra la luna.
    Casco, hierro, parches, cicatrices.
    Espadas que brillan.

    No hay salida.

    Grito.

    Pero la voz que sale de mí no es la mía.
    Es más aguda.
    Más pequeña.
    Más rota.

    Una espada me atraviesa.

    Y otra.

    Y otra.

    Y el puente se llena de rojo.

    Despierto.

    Empapada en sudor, ahogándome en mi propio grito.
    Mis manos buscan mi torso, desesperada, temblando.
    No hay heridas.

    Soy yo.
    Lili.

    Pero el miedo no se va.
    Se queda enganchado a mis costillas.
    Me falta el aire.
    La oscuridad de la habitación parece viva.

    No quiero cerrar los ojos.
    No quiero volver a ese puente.
    No quiero saber quién era ese niño.
    No quiero saber por qué veo su muerte.

    No quiero…

    Me encojo bajo las mantas.
    Mis uñas arañan mis propios brazos.
    Mi respiración se convierte en sollozos.

    Esa noche la pasé llorando.
    Sola.
    Llorando con la almohada mordida,
    esperando que nadie escuchara,
    esperando que la sombra no volviera a hablarme.

    La Luna, desde la ventana, me miraba en silencio.
    Relato en Post y comentario de la imagen 🩷 La primera pesadilla La noche después de la transformación no sabe a descanso. Mi cuerpo debería estar agotado… pero algo dentro de mí no me deja dormir. Quema. Arde como brasas vivas. Y al mismo tiempo me da frío. Un frío que me cruje los huesos y me muerde los pulmones. Susurra. Una voz que no es voz. Un idioma que no entiendo… pero siento. Como si siempre hubiera estado en mí, esperando a que mi sombra despertara para recordármelo. Me enseña palabras imposibles. Palabras que entiendo sólo el instante antes de olvidarlas. O quizá… no las olvido. Quizá ellas me recuerdan a mí. Me duermo. Y el mundo cambia. Estoy de pie en un puente de madera vieja. El viento huele a sal y a sangre. Las tablas crujen bajo mis pies pequeños. Mis pies… no. No son mis pies. Yo no soy yo. A mi alrededor escucho gritos. Llamas. El estallido de un hogar ardiendo. La masacre de un pueblo pesquero. Corsarios. Docenas. Tal vez cientos. Queman casas. Se llevan niños. Arrastran mujeres. Degüellan hombres. Y yo corro. Corro sin saber a dónde. Sin saber quién soy. Mis piernas son cortas. Mi cuerpo es frágil. Mi respiración suena a un niño asustado. No a mí. No a Lili. Este no es mi cuerpo. Los corsarios me rodean. Sombras enormes contra la luna. Casco, hierro, parches, cicatrices. Espadas que brillan. No hay salida. Grito. Pero la voz que sale de mí no es la mía. Es más aguda. Más pequeña. Más rota. Una espada me atraviesa. Y otra. Y otra. Y el puente se llena de rojo. Despierto. Empapada en sudor, ahogándome en mi propio grito. Mis manos buscan mi torso, desesperada, temblando. No hay heridas. Soy yo. Lili. Pero el miedo no se va. Se queda enganchado a mis costillas. Me falta el aire. La oscuridad de la habitación parece viva. No quiero cerrar los ojos. No quiero volver a ese puente. No quiero saber quién era ese niño. No quiero saber por qué veo su muerte. No quiero… Me encojo bajo las mantas. Mis uñas arañan mis propios brazos. Mi respiración se convierte en sollozos. Esa noche la pasé llorando. Sola. Llorando con la almohada mordida, esperando que nadie escuchara, esperando que la sombra no volviera a hablarme. La Luna, desde la ventana, me miraba en silencio.
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  • El evento del año
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    Categoría Drama
    Angelina Granger Y yo hemos sido invitados esta noche a un evento que celebraran unos amigos en común.
    No soy muy amigo de los trajes pero tampoco me producen alergia cuando llevo uno.
    Voy conduciendo el nuevo todoterreno que nos compramos juntos, mi vieja furgoneta sigue funcionando pero Angelina ni de coña iba a subirse en ella para ir a la finca a las a fueras de la cuidad donde se celebra dicho evento.
    [blast_cx] Y yo hemos sido invitados esta noche a un evento que celebraran unos amigos en común. No soy muy amigo de los trajes pero tampoco me producen alergia cuando llevo uno. Voy conduciendo el nuevo todoterreno que nos compramos juntos, mi vieja furgoneta sigue funcionando pero Angelina ni de coña iba a subirse en ella para ir a la finca a las a fueras de la cuidad donde se celebra dicho evento.
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    Tenlo en cuenta al responder.
    — ​La oscuridad. El azul hiriente de las velas. El hedor a moho y a maná corrompido. Estoy colgando. El vestido es un peso muerto, una capa de humillación.
    ​El dolor es el único lenguaje que existe. No es solo un dolor; son miles de agujas rojas que me atraviesan, que se contraen y tiran. Cada pulso de mi corazón bombea agonía.
    ​Y luego está la voz. Caster. Su risa es una lima oxidada sobre mis nervios.


    ​—Caster: "¡Acepta tu destino!"—


    ​¡No! Él se equivoca. Se equivoca de persona. Soy el Rey. Soy Artoria.
    ​El Command Spell arde en mi interior. Es una presión aplastante, una mano invisible que intenta derretir mi alma, obligarme a decir la palabra: "Me rindo."


    ​Mis dientes están trabados. Mis ojos arden, pero no derramaré lágrimas. Si lloro, él gana. Si grito, él gana.
    ​Mi mente se aferra a la última imagen de luz: un campo de batalla limpio, mi espada Excalibur brillando. Necesito resistir. Si este monstruo me rompe, ¿qué quedará del ideal? ¿Qué quedará del Rey que juró proteger?

    ​— ¡No cederé! ¡Por mi reino…!

    ​El dolor se intensifica. El mundo se vuelve rojo, un puro torrente de sufrimiento. Tengo miedo. Pero el miedo no es el amo. Mi voluntad es el amo.
    ​Solo tengo que resistir... un segundo más.
    — ​La oscuridad. El azul hiriente de las velas. El hedor a moho y a maná corrompido. Estoy colgando. El vestido es un peso muerto, una capa de humillación. ​El dolor es el único lenguaje que existe. No es solo un dolor; son miles de agujas rojas que me atraviesan, que se contraen y tiran. Cada pulso de mi corazón bombea agonía. ​Y luego está la voz. Caster. Su risa es una lima oxidada sobre mis nervios. ​—Caster: "¡Acepta tu destino!"— ​¡No! Él se equivoca. Se equivoca de persona. Soy el Rey. Soy Artoria. ​El Command Spell arde en mi interior. Es una presión aplastante, una mano invisible que intenta derretir mi alma, obligarme a decir la palabra: "Me rindo." ​Mis dientes están trabados. Mis ojos arden, pero no derramaré lágrimas. Si lloro, él gana. Si grito, él gana. ​Mi mente se aferra a la última imagen de luz: un campo de batalla limpio, mi espada Excalibur brillando. Necesito resistir. Si este monstruo me rompe, ¿qué quedará del ideal? ¿Qué quedará del Rey que juró proteger? ​— ¡No cederé! ¡Por mi reino…! ​El dolor se intensifica. El mundo se vuelve rojo, un puro torrente de sufrimiento. Tengo miedo. Pero el miedo no es el amo. Mi voluntad es el amo. ​Solo tengo que resistir... un segundo más.
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  • Esto se ha publicado como Out Of Character. Tenlo en cuenta al responder.
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    Oh… ¿ya caíste en mi telaraña?
    Qué adorable. Bienvenido, curioso imprudente: este espacio es mío, y yo soy Loki, princesa del caos y del engaño.
    No esperes solemnidad, aquí todo es un juego… y tú acabas de aceptar las reglas sin leerlas.

    Encontrarás imágenes que capturan mis reflejos, historias que forman parte del canon de nuestro legado Queen, y también relatos de universos alternos: realidades paralelas que no tocan la línea original, pero que respiran en las telarañas infinitas que sostienen el multiverso.

    ¿Confuso? Excelente. Esa es la idea.

    Cada publicación será una travesura:
    a veces un recuerdo fiel, otras veces un espejismo que te hará dudar de lo que sabes.
    Porque en mis manos, lo verdadero y lo falso son amantes inseparables.

    Así que acomódate, lector curioso.
    Yo prometo caos, enigmas y carcajadas.
    Y recuerda: si te pierdes en estas realidades, no me culpes a mí… Culpa a tu propia curiosidad por seguir a una diosa que nunca juega limpio.
    Oh… ¿ya caíste en mi telaraña? Qué adorable. Bienvenido, curioso imprudente: este espacio es mío, y yo soy Loki, princesa del caos y del engaño. No esperes solemnidad, aquí todo es un juego… y tú acabas de aceptar las reglas sin leerlas. Encontrarás imágenes que capturan mis reflejos, historias que forman parte del canon de nuestro legado Queen, y también relatos de universos alternos: realidades paralelas que no tocan la línea original, pero que respiran en las telarañas infinitas que sostienen el multiverso. ¿Confuso? Excelente. Esa es la idea. Cada publicación será una travesura: a veces un recuerdo fiel, otras veces un espejismo que te hará dudar de lo que sabes. Porque en mis manos, lo verdadero y lo falso son amantes inseparables. Así que acomódate, lector curioso. Yo prometo caos, enigmas y carcajadas. Y recuerda: si te pierdes en estas realidades, no me culpes a mí… Culpa a tu propia curiosidad por seguir a una diosa que nunca juega limpio.
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  • La verdad oculta
    Fandom Hazbin hotel/original
    Categoría Slice of Life
    ~Rol privado con: Maximilian
    ~Lugar: Vivienda de Adán, el cielo.


    Tras el roce que habían tenido Lute y Maxi, Adán decidió que era hora de ir a hablar con su hijo. A fin de cuentas, se había percatado del cambio de actitud que el propio Maxi le advirtió que tendría llegado el momento, justo antes de desaparecer para que Adán pudiera rescatar al pequeño Maxi y criarlo como el padre que aquella criatura se merecía.

    No le costó demasiado acertar que no solo su hijo habia vuelto a casa, si no que como todo joven indignado se había refugiado en la leonera que tenía de habitacion. Así que como buen padre que respeta la intimidad de su hijo, pico a la puerta a la vez que reafirmaba su autoridad abriéndola. Aunque no entró, si no que se apoyó en el marco de la puerta, de brazos cruzados, su media sonrisa distintiva de canal, y sin saber como empezar aquella delicada conversacion, simplemente lo hizo sin más.

    —Esos flashbacks te tienen de un humor de perros ¿eh? A ver si adivino, pensabas que tu viejo no se iba a dar cuenta—fue directo al grano, entrando a la habitación y con una expresion más seria pero al mismo tiempo comprensiva, se sentó en la cama del muchacho—Ven. —le indicó palmeando el colchón para que se sentase a su lado—.Creo que es hora de que sepas algo.—
    ~Rol privado con: [Maxi8] ~Lugar: Vivienda de Adán, el cielo. Tras el roce que habían tenido Lute y Maxi, Adán decidió que era hora de ir a hablar con su hijo. A fin de cuentas, se había percatado del cambio de actitud que el propio Maxi le advirtió que tendría llegado el momento, justo antes de desaparecer para que Adán pudiera rescatar al pequeño Maxi y criarlo como el padre que aquella criatura se merecía. No le costó demasiado acertar que no solo su hijo habia vuelto a casa, si no que como todo joven indignado se había refugiado en la leonera que tenía de habitacion. Así que como buen padre que respeta la intimidad de su hijo, pico a la puerta a la vez que reafirmaba su autoridad abriéndola. Aunque no entró, si no que se apoyó en el marco de la puerta, de brazos cruzados, su media sonrisa distintiva de canal, y sin saber como empezar aquella delicada conversacion, simplemente lo hizo sin más. —Esos flashbacks te tienen de un humor de perros ¿eh? A ver si adivino, pensabas que tu viejo no se iba a dar cuenta—fue directo al grano, entrando a la habitación y con una expresion más seria pero al mismo tiempo comprensiva, se sentó en la cama del muchacho—Ven. —le indicó palmeando el colchón para que se sentase a su lado—.Creo que es hora de que sepas algo.—
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  • 🪽Yo antes era un ser hermoso...🪽

    Fui creado con el género de Adán, pero con la frágil y bella apariencia de Eva. Una mezcla perfecta, combinando lo más hermoso de ambos seres.

    Fui bautizado con el nombre de Elorien, único en el universo; 𝕷𝖆 𝖑𝖚𝖟 𝖉𝖊 𝕯𝖎𝖔𝖘.

    Pero al parecer fue la poderosa esencia de Lilith la que me hizo caer en el pecado de amar lo prohibido. Se filtró en mí sin permiso, silenciosa e invisible a los ojos de Dios, mi creador.

    Tomé aquello que me era negado. Amé… amé a un ser terrenal; cada beso, cada caricia… me hacían dudar de que el cielo fuera ese en el que nací.

    Descubierto fui. Mi Padre, mis hermanos, me señalaron con vergüenza y desdén. Ya no era luz; estaba sucio, a pesar de solo haber compartido castos besos y caricias perdidas.

    El ultimátum fue demoledor. Dios habló:

    —Destruye aquello que amaste más que a mí. Si niegas el deseo de tu Padre Creador, serás desterrado al plano mortal y por ti mismo descubrirás la penitencia que tendrás que cargar.—

    Elorien, la luz de Dios. Su voz rota de dolor, pero con la determinación que Lilith le otorgó.

    🪽 No dejaré de hacer aquello por lo que fui creado. Amor soy y amor daré. Incluso si debo compartirlo con vos, Padre Todopoderoso. 🪽

    Entonces Elorien fue ajusticiado. Cuatro de sus alas murieron ante la impasibilidad de aquellos que miraron. No hubo delicadeza; allí, en el cielo mismo, se filtró la crueldad. Una a una fueron laceradas, arrancadas, mutiladas, dejando cuatro cicatrices que jamás olvidará.

    Tan solo dejaron dos de sus alas. Un recordatorio de lo que fue, pero sin la fuerza para que estas consiguieran guiarle nuevamente al hogar de Dios, su hogar.

    A pesar del dolor, Elorien sintió una liberación. Voló a la tierra, buscando a su amado. Se fundió en sus brazos con un beso apasionado. Este fue largo, lento; disfrutó los minutos sin miedo a ser juzgados.

    Repentinamente se desfalleció. ¿Fruto de la emoción?... No. No sentía su respiración ni el latir de su corazón. Su calidez desapareció; su piel se tornó fría, perdiendo su vivo color.

    🪽 ¡¿Por qué?! 🪽 reclamó a Dios.

    Mientras arrancaron sus alas, él no lloró, no gritó. Pero en aquel momento, su llanto y su grito fueron tan reales como la propia carne, llegando a los oídos del mismo cielo.

    —He aquí tu condena, hijo mío. Por cada minuto que alguien anhele tu piel, un año de su vida yo quitaré, acelerando su entrada al cielo o al infierno. Te condeno a una eternidad sin que el amor puedas volver a conocer…—
    🪽Yo antes era un ser hermoso...🪽 Fui creado con el género de Adán, pero con la frágil y bella apariencia de Eva. Una mezcla perfecta, combinando lo más hermoso de ambos seres. Fui bautizado con el nombre de Elorien, único en el universo; 𝕷𝖆 𝖑𝖚𝖟 𝖉𝖊 𝕯𝖎𝖔𝖘. Pero al parecer fue la poderosa esencia de Lilith la que me hizo caer en el pecado de amar lo prohibido. Se filtró en mí sin permiso, silenciosa e invisible a los ojos de Dios, mi creador. Tomé aquello que me era negado. Amé… amé a un ser terrenal; cada beso, cada caricia… me hacían dudar de que el cielo fuera ese en el que nací. Descubierto fui. Mi Padre, mis hermanos, me señalaron con vergüenza y desdén. Ya no era luz; estaba sucio, a pesar de solo haber compartido castos besos y caricias perdidas. El ultimátum fue demoledor. Dios habló: —Destruye aquello que amaste más que a mí. Si niegas el deseo de tu Padre Creador, serás desterrado al plano mortal y por ti mismo descubrirás la penitencia que tendrás que cargar.— Elorien, la luz de Dios. Su voz rota de dolor, pero con la determinación que Lilith le otorgó. 🪽 No dejaré de hacer aquello por lo que fui creado. Amor soy y amor daré. Incluso si debo compartirlo con vos, Padre Todopoderoso. 🪽 Entonces Elorien fue ajusticiado. Cuatro de sus alas murieron ante la impasibilidad de aquellos que miraron. No hubo delicadeza; allí, en el cielo mismo, se filtró la crueldad. Una a una fueron laceradas, arrancadas, mutiladas, dejando cuatro cicatrices que jamás olvidará. Tan solo dejaron dos de sus alas. Un recordatorio de lo que fue, pero sin la fuerza para que estas consiguieran guiarle nuevamente al hogar de Dios, su hogar. A pesar del dolor, Elorien sintió una liberación. Voló a la tierra, buscando a su amado. Se fundió en sus brazos con un beso apasionado. Este fue largo, lento; disfrutó los minutos sin miedo a ser juzgados. Repentinamente se desfalleció. ¿Fruto de la emoción?... No. No sentía su respiración ni el latir de su corazón. Su calidez desapareció; su piel se tornó fría, perdiendo su vivo color. 🪽 ¡¿Por qué?! 🪽 reclamó a Dios. Mientras arrancaron sus alas, él no lloró, no gritó. Pero en aquel momento, su llanto y su grito fueron tan reales como la propia carne, llegando a los oídos del mismo cielo. —He aquí tu condena, hijo mío. Por cada minuto que alguien anhele tu piel, un año de su vida yo quitaré, acelerando su entrada al cielo o al infierno. Te condeno a una eternidad sin que el amor puedas volver a conocer…—
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    Voy a abrir convocatoria para buscar a la pareja secreta de mi personaje, en público las dos fingen ser heteros y coquetas con hombres, pero en privado solo quieren darse besitos y tener un hombre que les ayuden en la ecuación ~

    Elegí ese físico porque quiero que sea una mujer elegante, con colores similares a Diamond, que sea recatada pero en privado bien freak ~
    Voy a abrir convocatoria para buscar a la pareja secreta de mi personaje, en público las dos fingen ser heteros y coquetas con hombres, pero en privado solo quieren darse besitos y tener un hombre que les ayuden en la ecuación ~ Elegí ese físico porque quiero que sea una mujer elegante, con colores similares a Diamond, que sea recatada pero en privado bien freak ~
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