• [ Flashback ]

    𝘯𝘢𝘥𝘢 𝘲𝘶𝘦 𝘵𝘦𝘮𝘦𝘳,
    𝘴𝘪 𝘤𝘢𝘦𝘮𝘰𝘴
    𝘲𝘶𝘦 𝘴𝘦𝘢 𝘥𝘦 𝘱𝘪𝘦♫"
    —(𝘍𝘢𝘭𝘭𝘦𝘯, 𝘡𝘰𝘯𝘢 𝘡𝘦𝘳𝘰)

    Por un momento Bobby volvió a ser alguien que ya no existía y sobre todo con el que no se identificaba.

    Las luces del reflector y los flashes cegándolo le dieron la razón. Entre poses naturales y otras entrenadas, recordó que ese lado 'pop' de la música y la fama nunca había sido para él.

    Sí, amaba estar en el estudio, el escenario y los fans pero ¿la revistas? ¿La moda? ¿La 𝘩𝘢𝘶𝘵𝘦 𝘤𝘰𝘶𝘵𝘶𝘳𝘦? Lo hacían sentir como pez fuera del agua.

    Pero Bobby no era hipócrita. El estar en una sesión fotográfica era como volver al pasado y bien suelen decir que todo tiempo pasado fue mejor y mal que bien, a Bobby le gustó sentirse de vuelta a esa época dorada y no se arrepintió de haber hecho el favor a último momento.
    [ Flashback ] 𝘯𝘢𝘥𝘢 𝘲𝘶𝘦 𝘵𝘦𝘮𝘦𝘳, 𝘴𝘪 𝘤𝘢𝘦𝘮𝘰𝘴 𝘲𝘶𝘦 𝘴𝘦𝘢 𝘥𝘦 𝘱𝘪𝘦♫" —(𝘍𝘢𝘭𝘭𝘦𝘯, 𝘡𝘰𝘯𝘢 𝘡𝘦𝘳𝘰) Por un momento Bobby volvió a ser alguien que ya no existía y sobre todo con el que no se identificaba. Las luces del reflector y los flashes cegándolo le dieron la razón. Entre poses naturales y otras entrenadas, recordó que ese lado 'pop' de la música y la fama nunca había sido para él. Sí, amaba estar en el estudio, el escenario y los fans pero ¿la revistas? ¿La moda? ¿La 𝘩𝘢𝘶𝘵𝘦 𝘤𝘰𝘶𝘵𝘶𝘳𝘦? Lo hacían sentir como pez fuera del agua. Pero Bobby no era hipócrita. El estar en una sesión fotográfica era como volver al pasado y bien suelen decir que todo tiempo pasado fue mejor y mal que bien, a Bobby le gustó sentirse de vuelta a esa época dorada y no se arrepintió de haber hecho el favor a último momento.
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  • Los espías.
    Fandom Libre
    Categoría Acción
    La noche había caído sobre los bosques de Canadá, envolviendo la vasta extensión del territorio de Blood Moon en una penumbra salpicada por el resplandor de la luna llena. La nieve crujía bajo las botas de los transeúntes y el viento helado transportaba consigo el aroma de la madera quemándose en las chimeneas de las cabañas cercanas.

    En lo alto de un risco, con la vista dominando el extenso territorio, se encontraba él.

    Anthork en su forma humana.

    El Alpha de Blood Moon observaba desde su posición privilegiada, con los ojos plateados reflejando la luz de la luna como si fueran dos fragmentos de hielo pulido. Vestía con su habitual chaqueta de cuero oscura, abierta sobre una camiseta negra, y unos vaqueros desgastados. Su respiración era tranquila, controlada, pero la tensión en sus músculos indicaba que estaba atento, siempre listo.

    El equilibrio en su territorio se había visto amenazado en las últimas semanas. Cazadores furtivos, traficantes de sangre y órganos sobrenaturales… Basura que se creía con derecho a pisar sus dominios. No eran humanos corrientes, sino un grupo bien organizado, con armas diseñadas para cazar seres como él. Había recibido quejas, testimonios de desapariciones, rastros de enfrentamientos. Aún no los había atrapado, pero sabía que estaban cerca.

    Respiró hondo, dejando que el aire invernal llenara sus pulmones. El bosque murmuraba a su alrededor, y su instinto le decía que no estaba solo.

    Alguien se acercaba, Anthork no se movió, no tenía por qué. Su territorio, sus reglas.

    —Si piensas esconderte en mis dominios, más vale que sepas en qué territorio estás pisando —su voz grave y dominante rompió el silencio, resonando en la inmensidad de la noche.

    Si era un enemigo, no dudaría en acabar con él.
    Si era un aliado, más le valía tener buenas razones para estar allí.
    La noche había caído sobre los bosques de Canadá, envolviendo la vasta extensión del territorio de Blood Moon en una penumbra salpicada por el resplandor de la luna llena. La nieve crujía bajo las botas de los transeúntes y el viento helado transportaba consigo el aroma de la madera quemándose en las chimeneas de las cabañas cercanas. En lo alto de un risco, con la vista dominando el extenso territorio, se encontraba él. Anthork en su forma humana. El Alpha de Blood Moon observaba desde su posición privilegiada, con los ojos plateados reflejando la luz de la luna como si fueran dos fragmentos de hielo pulido. Vestía con su habitual chaqueta de cuero oscura, abierta sobre una camiseta negra, y unos vaqueros desgastados. Su respiración era tranquila, controlada, pero la tensión en sus músculos indicaba que estaba atento, siempre listo. El equilibrio en su territorio se había visto amenazado en las últimas semanas. Cazadores furtivos, traficantes de sangre y órganos sobrenaturales… Basura que se creía con derecho a pisar sus dominios. No eran humanos corrientes, sino un grupo bien organizado, con armas diseñadas para cazar seres como él. Había recibido quejas, testimonios de desapariciones, rastros de enfrentamientos. Aún no los había atrapado, pero sabía que estaban cerca. Respiró hondo, dejando que el aire invernal llenara sus pulmones. El bosque murmuraba a su alrededor, y su instinto le decía que no estaba solo. Alguien se acercaba, Anthork no se movió, no tenía por qué. Su territorio, sus reglas. —Si piensas esconderte en mis dominios, más vale que sepas en qué territorio estás pisando —su voz grave y dominante rompió el silencio, resonando en la inmensidad de la noche. Si era un enemigo, no dudaría en acabar con él. Si era un aliado, más le valía tener buenas razones para estar allí.
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  • "𝒥𝓾𝓃𝓽ℴ𝓼 𝓼ℴ𝓶ℴ𝓼 𝓶𝒶𝓼 𝓯𝓊𝓮𝓇𝓽ℯ𝓼...
    Fandom Supernatural / The vampires diaries
    Categoría Acción
    ㅤㅤㅤ⧽ 𝐒𝐓𝐀𝐑𝐓𝐄𝐑 𝐕𝐈
    ㅤㅤㅤ... ¿𝓷𝓸 𝓵𝓸 𝓿𝓮𝓼?"
    ㅤㅤㅤ𝘀𝙩𝑎𝑟𝘵𝑒𝑟 𝘱𝘢𝙧𝑎 → Hope Mikaelson


    — Al parecer ella le dijo que le quería, en ese congelador, y él…

    — Él da bastante pena ahora mismo…

    — ¿Sabéis que parecéis dos marujas? ¿Y qué puedo oíros perfectamente?

    Dean termina por dejar la hamburguesa sobre el plato, únicamente para coger el botellín de cerveza que acompañaba a su cena.
    Sentía las miradas de Sam y Castiel clavadas en su espalda, pero ellos no veían el gesto de hartazgo que les estaba dedicando.
    Aquello era lo malo de vivir todos juntos como una gran familia feliz. Que la intimidad, tanto en los momentos buenos, como en los malos, brillaba por su ausencia.

    — Estas hecho un asco Dean. Ninguno de los dos sois felices así.

    Sam termina por sentarse a su derecha, dirigiéndole a él directamente por fin, aquel comentario.

    — ¿Alguna vez hemos tenido alguna relación que no haya terminado en desastre, Sammy? No me importa una mierda lo demás mientras ella este a salvo.

    Castiel repite el movimiento de Sam, pero a su izquierda.

    — La verdad, he visto muchas decisiones que tomáis los humanos y no entiendo, pero esta… esta me parece particularmente estúpida.

    Sam estaba diciéndole algo a raíz del comentario de Castiel, pero lo cierto es que Dean había desconectado de absolutamente todo. No quería explicarse con su familia, ni escuchar todas las razones desglosadas por puntos de como la había cagado.
    Por esas mismas razones, el mayor de los hermanos se levanta de golpe, provocando que la silla haga un ruido bastante desagradable ante su poca delicadeza.

    — No os aguanto.

    Y así, sin más coge su plato y su cerveza y desaparece de la biblioteca. Sin mirar atrás, con el único objetivo de llegar a su “cueva” sin cruzarse con Hope por el camino.


    >> De aquella conversación habían pasado dos meses.
    Dos meses en los que Sam aún había intentado hablar con él sobre aquel tema, con el mismo resultado que aquella primera vez.
    Dos meses en los que habían seguido resolviendo casos.
    Dos meses en los que la vida del bunker había seguido su curso, a pesar de que el ambiente se incomodara de golpe cada vez que uno de los dos entraba en una estancia en la que el otro ya estaba.
    Dos meses en los que Dean había observado a Hope en silencio, cuando sabía que ella no le miraba, revolcándose ligeramente en su miseria autoimpuesta, reconociendo los sentimientos que a pesar de no querer aceptarlos, la tribrida le provocaba.

    Pero también habían sido dos meses realmente tranquilos en lo que a Miguel y la seguridad de Hope se trataba. Hecho que tan solo ayudaba a Dean a reafirmarse en su postura en los momentos de mayor debilidad. En aquellas noches en la que las pesadillas le superaban y buscaba la figura dulce y cálida de la Mikaelson al otro lado de la cama.
    Su mirada cómplice al otro lado de la habitación.
    Su sonrisa.
    Sus curvas delicadas, y su piel increíblemente suave bajo sus manos toscas y ásperas.

    Pero si algo se le había dado bien durante toda su vida a Dean, además de matar seres sobrenaturales, había sido ocultar sus sentimientos. Hundirlos bajo capas y capas de negación ignorar el miedo, la frustración y el dolor en favor de las personas que quería.
    Lo había hecho con Sam, y ahora lo hacía con Hope.

    Si, podia tratar de engañar al resto, de mantener su fachada, pero lo cierto era que su mente no le dejaba un solo minuto de paz, ni si quiera mientras sus ojos recorrían un portal de noticias abierto en el portátil, en busca de algo de interés.
    Hasta el punto de que por poco se pierde un titular que no hubiera llamado la atención de nadie, al menos de nadie que no supiera buscar lo sobrenatural en lo corriente.

    “𝑰𝒏𝒒𝒖𝒊𝒆𝒕𝒖𝒅 𝒆𝒏 𝑴𝒐𝒓𝒓𝒊𝒍𝒍: 𝒍𝒂 𝒗𝒊𝒐𝒍𝒆𝒏𝒄𝒊𝒂 𝒄𝒓𝒆𝒄𝒆 𝒚 𝒍𝒂 𝒄𝒂𝒍𝒎𝒂 𝒔𝒆 𝒅𝒆𝒔𝒗𝒂𝒏𝒆𝒄𝒆”

    𝐿𝑜 𝑞𝑢𝑒 𝑎𝑙𝑔𝑢𝑛𝑎 𝑣𝑒𝑧 𝑓𝑢𝑒 𝑢𝑛 𝑟𝑖𝑛𝑐𝑜́𝑛 𝑡𝑟𝑎𝑛𝑞𝑢𝑖𝑙𝑜 𝑑𝑒 𝑊𝑦𝑜𝑚𝑖𝑛𝑔 𝑎ℎ𝑜𝑟𝑎 𝑒𝑛𝑓𝑟𝑒𝑛𝑡𝑎 𝑢𝑛𝑎 𝑝𝑟𝑒𝑜𝑐𝑢𝑝𝑎𝑛𝑡𝑒 𝑜𝑙𝑎 𝑑𝑒 𝑣𝑖𝑜𝑙𝑒𝑛𝑐𝑖𝑎. 𝐸𝑛 𝑙𝑜𝑠 𝑢́𝑙𝑡𝑖𝑚𝑜𝑠 𝑚𝑒𝑠𝑒𝑠, 𝑙𝑜𝑠 𝑑𝑒𝑙𝑖𝑡𝑜𝑠 ℎ𝑎𝑛 𝑎𝑢𝑚𝑒𝑛𝑡𝑎𝑑𝑜 𝑑𝑟𝑎́𝑠𝑡𝑖𝑐𝑎𝑚𝑒𝑛𝑡𝑒 𝑒𝑛 𝑀𝑜𝑟𝑟𝑖𝑙𝑙, 𝑔𝑒𝑛𝑒𝑟𝑎𝑛𝑑𝑜 𝑎𝑙𝑎𝑟𝑚𝑎 𝑒𝑛𝑡𝑟𝑒 𝑠𝑢𝑠 ℎ𝑎𝑏𝑖𝑡𝑎𝑛𝑡𝑒𝑠. 𝑅𝑜𝑏𝑜𝑠, 𝑣𝑎𝑛𝑑𝑎𝑙𝑖𝑠𝑚𝑜 𝑦 𝑎𝑔𝑟𝑒𝑠𝑖𝑜𝑛𝑒𝑠 ℎ𝑎𝑛 𝑡𝑟𝑎𝑛𝑠𝑓𝑜𝑟𝑚𝑎𝑑𝑜 𝑙𝑎 𝑟𝑢𝑡𝑖𝑛𝑎 𝑑𝑖𝑎𝑟𝑖𝑎 𝑒𝑛 𝑢𝑛𝑎 𝑐𝑜𝑛𝑠𝑡𝑎𝑛𝑡𝑒 𝑝𝑟𝑒𝑜𝑐𝑢𝑝𝑎𝑐𝑖𝑜́𝑛.
    𝐿𝑜𝑠 𝑣𝑒𝑐𝑖𝑛𝑜𝑠 𝑡𝑒𝑚𝑒𝑛 𝑞𝑢𝑒 𝑙𝑎 𝑠𝑖𝑡𝑢𝑎𝑐𝑖𝑜́𝑛 𝑠𝑒 𝑠𝑎𝑙𝑔𝑎 𝑑𝑒 𝑐𝑜𝑛𝑡𝑟𝑜𝑙, 𝑚𝑖𝑒𝑛𝑡𝑟𝑎𝑠 𝑙𝑎𝑠 𝑎𝑢𝑡𝑜𝑟𝑖𝑑𝑎𝑑𝑒𝑠 𝑖𝑛𝑡𝑒𝑛𝑡𝑎𝑛 𝑐𝑜𝑛𝑡𝑒𝑛𝑒𝑟 𝑙𝑎 𝑒𝑠𝑐𝑎𝑙𝑎𝑑𝑎 𝑑𝑒𝑙𝑖𝑐𝑡𝑖𝑣𝑎. 𝑆𝑖𝑛 𝑟𝑒𝑠𝑝𝑢𝑒𝑠𝑡𝑎𝑠 𝑐𝑙𝑎𝑟𝑎𝑠 𝑛𝑖 𝑠𝑜𝑙𝑢𝑐𝑖𝑜𝑛𝑒𝑠 𝑖𝑛𝑚𝑒𝑑𝑖𝑎𝑡𝑎𝑠, 𝑀𝑜𝑟𝑟𝑖𝑙𝑙 𝑠𝑒 𝑒𝑛𝑓𝑟𝑒𝑛𝑡𝑎 𝑎 𝑢𝑛𝑎 𝑝𝑟𝑒𝑔𝑢𝑛𝑡𝑎 𝑖𝑛𝑞𝑢𝑖𝑒𝑡𝑎𝑛𝑡𝑒: ¿𝑝𝑜𝑑𝑟𝑎́ 𝑟𝑒𝑐𝑢𝑝𝑒𝑟𝑎𝑟 𝑠𝑢 𝑝𝑎𝑧 𝑎𝑛𝑡𝑒𝑠 𝑑𝑒 𝑞𝑢𝑒 𝑠𝑒𝑎 𝑑𝑒𝑚𝑎𝑠𝑖𝑎𝑑𝑜 𝑡𝑎𝑟𝑑𝑒?

    Por supuesto aquella noticia, podría no ser absolutamente nada, pero había signos claros y alarmantes que cualquier cazador sabría ver a kilómetros, y justamente por eso, y en parte por su necesidad de alejarse del bunker, al menos por un par de días, Dean no tarda en lanzar su eterna bolsa de viaje al maletero del Impala, después de dejar una nota pegada en la nevera.
    Por delante tenía seis horas de viaje. Seis horas en las que tan solo estaría él, Baby, la carretera y los mejores éxitos del rock más clásico.
    Era prácticamente catártico. Y si después de aquel viaje podia patear el culo a algo… la guinda del pastel.

    Por primera vez en mucho tiempo disfruta del viaje, no apura la velocidad permitida, no recorta horas al reloj, tan solo conduce, y al llegar a Morrill, aparca el Impala y en un primer momento se dedica a caminar por el pueblo, simplemente se deja llevar, si la noticia era verídica, no le costaría mucho encontrar problemas.



    ᶠᵒᵗᵒ ᶜʳᵉᵃᵈᵃ ᵖᵒʳ: Hope Mikaelson
    ㅤㅤㅤ⧽ 𝐒𝐓𝐀𝐑𝐓𝐄𝐑 𝐕𝐈 ㅤㅤㅤ... ¿𝓷𝓸 𝓵𝓸 𝓿𝓮𝓼?" ㅤㅤㅤ𝘀𝙩𝑎𝑟𝘵𝑒𝑟 𝘱𝘢𝙧𝑎 → [thetribrid] — Al parecer ella le dijo que le quería, en ese congelador, y él… — Él da bastante pena ahora mismo… — ¿Sabéis que parecéis dos marujas? ¿Y qué puedo oíros perfectamente? Dean termina por dejar la hamburguesa sobre el plato, únicamente para coger el botellín de cerveza que acompañaba a su cena. Sentía las miradas de Sam y Castiel clavadas en su espalda, pero ellos no veían el gesto de hartazgo que les estaba dedicando. Aquello era lo malo de vivir todos juntos como una gran familia feliz. Que la intimidad, tanto en los momentos buenos, como en los malos, brillaba por su ausencia. — Estas hecho un asco Dean. Ninguno de los dos sois felices así. Sam termina por sentarse a su derecha, dirigiéndole a él directamente por fin, aquel comentario. — ¿Alguna vez hemos tenido alguna relación que no haya terminado en desastre, Sammy? No me importa una mierda lo demás mientras ella este a salvo. Castiel repite el movimiento de Sam, pero a su izquierda. — La verdad, he visto muchas decisiones que tomáis los humanos y no entiendo, pero esta… esta me parece particularmente estúpida. Sam estaba diciéndole algo a raíz del comentario de Castiel, pero lo cierto es que Dean había desconectado de absolutamente todo. No quería explicarse con su familia, ni escuchar todas las razones desglosadas por puntos de como la había cagado. Por esas mismas razones, el mayor de los hermanos se levanta de golpe, provocando que la silla haga un ruido bastante desagradable ante su poca delicadeza. — No os aguanto. Y así, sin más coge su plato y su cerveza y desaparece de la biblioteca. Sin mirar atrás, con el único objetivo de llegar a su “cueva” sin cruzarse con Hope por el camino. >> De aquella conversación habían pasado dos meses. Dos meses en los que Sam aún había intentado hablar con él sobre aquel tema, con el mismo resultado que aquella primera vez. Dos meses en los que habían seguido resolviendo casos. Dos meses en los que la vida del bunker había seguido su curso, a pesar de que el ambiente se incomodara de golpe cada vez que uno de los dos entraba en una estancia en la que el otro ya estaba. Dos meses en los que Dean había observado a Hope en silencio, cuando sabía que ella no le miraba, revolcándose ligeramente en su miseria autoimpuesta, reconociendo los sentimientos que a pesar de no querer aceptarlos, la tribrida le provocaba. Pero también habían sido dos meses realmente tranquilos en lo que a Miguel y la seguridad de Hope se trataba. Hecho que tan solo ayudaba a Dean a reafirmarse en su postura en los momentos de mayor debilidad. En aquellas noches en la que las pesadillas le superaban y buscaba la figura dulce y cálida de la Mikaelson al otro lado de la cama. Su mirada cómplice al otro lado de la habitación. Su sonrisa. Sus curvas delicadas, y su piel increíblemente suave bajo sus manos toscas y ásperas. Pero si algo se le había dado bien durante toda su vida a Dean, además de matar seres sobrenaturales, había sido ocultar sus sentimientos. Hundirlos bajo capas y capas de negación ignorar el miedo, la frustración y el dolor en favor de las personas que quería. Lo había hecho con Sam, y ahora lo hacía con Hope. Si, podia tratar de engañar al resto, de mantener su fachada, pero lo cierto era que su mente no le dejaba un solo minuto de paz, ni si quiera mientras sus ojos recorrían un portal de noticias abierto en el portátil, en busca de algo de interés. Hasta el punto de que por poco se pierde un titular que no hubiera llamado la atención de nadie, al menos de nadie que no supiera buscar lo sobrenatural en lo corriente. “𝑰𝒏𝒒𝒖𝒊𝒆𝒕𝒖𝒅 𝒆𝒏 𝑴𝒐𝒓𝒓𝒊𝒍𝒍: 𝒍𝒂 𝒗𝒊𝒐𝒍𝒆𝒏𝒄𝒊𝒂 𝒄𝒓𝒆𝒄𝒆 𝒚 𝒍𝒂 𝒄𝒂𝒍𝒎𝒂 𝒔𝒆 𝒅𝒆𝒔𝒗𝒂𝒏𝒆𝒄𝒆” 𝐿𝑜 𝑞𝑢𝑒 𝑎𝑙𝑔𝑢𝑛𝑎 𝑣𝑒𝑧 𝑓𝑢𝑒 𝑢𝑛 𝑟𝑖𝑛𝑐𝑜́𝑛 𝑡𝑟𝑎𝑛𝑞𝑢𝑖𝑙𝑜 𝑑𝑒 𝑊𝑦𝑜𝑚𝑖𝑛𝑔 𝑎ℎ𝑜𝑟𝑎 𝑒𝑛𝑓𝑟𝑒𝑛𝑡𝑎 𝑢𝑛𝑎 𝑝𝑟𝑒𝑜𝑐𝑢𝑝𝑎𝑛𝑡𝑒 𝑜𝑙𝑎 𝑑𝑒 𝑣𝑖𝑜𝑙𝑒𝑛𝑐𝑖𝑎. 𝐸𝑛 𝑙𝑜𝑠 𝑢́𝑙𝑡𝑖𝑚𝑜𝑠 𝑚𝑒𝑠𝑒𝑠, 𝑙𝑜𝑠 𝑑𝑒𝑙𝑖𝑡𝑜𝑠 ℎ𝑎𝑛 𝑎𝑢𝑚𝑒𝑛𝑡𝑎𝑑𝑜 𝑑𝑟𝑎́𝑠𝑡𝑖𝑐𝑎𝑚𝑒𝑛𝑡𝑒 𝑒𝑛 𝑀𝑜𝑟𝑟𝑖𝑙𝑙, 𝑔𝑒𝑛𝑒𝑟𝑎𝑛𝑑𝑜 𝑎𝑙𝑎𝑟𝑚𝑎 𝑒𝑛𝑡𝑟𝑒 𝑠𝑢𝑠 ℎ𝑎𝑏𝑖𝑡𝑎𝑛𝑡𝑒𝑠. 𝑅𝑜𝑏𝑜𝑠, 𝑣𝑎𝑛𝑑𝑎𝑙𝑖𝑠𝑚𝑜 𝑦 𝑎𝑔𝑟𝑒𝑠𝑖𝑜𝑛𝑒𝑠 ℎ𝑎𝑛 𝑡𝑟𝑎𝑛𝑠𝑓𝑜𝑟𝑚𝑎𝑑𝑜 𝑙𝑎 𝑟𝑢𝑡𝑖𝑛𝑎 𝑑𝑖𝑎𝑟𝑖𝑎 𝑒𝑛 𝑢𝑛𝑎 𝑐𝑜𝑛𝑠𝑡𝑎𝑛𝑡𝑒 𝑝𝑟𝑒𝑜𝑐𝑢𝑝𝑎𝑐𝑖𝑜́𝑛. 𝐿𝑜𝑠 𝑣𝑒𝑐𝑖𝑛𝑜𝑠 𝑡𝑒𝑚𝑒𝑛 𝑞𝑢𝑒 𝑙𝑎 𝑠𝑖𝑡𝑢𝑎𝑐𝑖𝑜́𝑛 𝑠𝑒 𝑠𝑎𝑙𝑔𝑎 𝑑𝑒 𝑐𝑜𝑛𝑡𝑟𝑜𝑙, 𝑚𝑖𝑒𝑛𝑡𝑟𝑎𝑠 𝑙𝑎𝑠 𝑎𝑢𝑡𝑜𝑟𝑖𝑑𝑎𝑑𝑒𝑠 𝑖𝑛𝑡𝑒𝑛𝑡𝑎𝑛 𝑐𝑜𝑛𝑡𝑒𝑛𝑒𝑟 𝑙𝑎 𝑒𝑠𝑐𝑎𝑙𝑎𝑑𝑎 𝑑𝑒𝑙𝑖𝑐𝑡𝑖𝑣𝑎. 𝑆𝑖𝑛 𝑟𝑒𝑠𝑝𝑢𝑒𝑠𝑡𝑎𝑠 𝑐𝑙𝑎𝑟𝑎𝑠 𝑛𝑖 𝑠𝑜𝑙𝑢𝑐𝑖𝑜𝑛𝑒𝑠 𝑖𝑛𝑚𝑒𝑑𝑖𝑎𝑡𝑎𝑠, 𝑀𝑜𝑟𝑟𝑖𝑙𝑙 𝑠𝑒 𝑒𝑛𝑓𝑟𝑒𝑛𝑡𝑎 𝑎 𝑢𝑛𝑎 𝑝𝑟𝑒𝑔𝑢𝑛𝑡𝑎 𝑖𝑛𝑞𝑢𝑖𝑒𝑡𝑎𝑛𝑡𝑒: ¿𝑝𝑜𝑑𝑟𝑎́ 𝑟𝑒𝑐𝑢𝑝𝑒𝑟𝑎𝑟 𝑠𝑢 𝑝𝑎𝑧 𝑎𝑛𝑡𝑒𝑠 𝑑𝑒 𝑞𝑢𝑒 𝑠𝑒𝑎 𝑑𝑒𝑚𝑎𝑠𝑖𝑎𝑑𝑜 𝑡𝑎𝑟𝑑𝑒? Por supuesto aquella noticia, podría no ser absolutamente nada, pero había signos claros y alarmantes que cualquier cazador sabría ver a kilómetros, y justamente por eso, y en parte por su necesidad de alejarse del bunker, al menos por un par de días, Dean no tarda en lanzar su eterna bolsa de viaje al maletero del Impala, después de dejar una nota pegada en la nevera. Por delante tenía seis horas de viaje. Seis horas en las que tan solo estaría él, Baby, la carretera y los mejores éxitos del rock más clásico. Era prácticamente catártico. Y si después de aquel viaje podia patear el culo a algo… la guinda del pastel. Por primera vez en mucho tiempo disfruta del viaje, no apura la velocidad permitida, no recorta horas al reloj, tan solo conduce, y al llegar a Morrill, aparca el Impala y en un primer momento se dedica a caminar por el pueblo, simplemente se deja llevar, si la noticia era verídica, no le costaría mucho encontrar problemas. ᶠᵒᵗᵒ ᶜʳᵉᵃᵈᵃ ᵖᵒʳ: [thetribrid]
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  • 𝐄𝐥í𝐚𝐬
    ──────
    En Knaresborough cada nueva generación de neófitos "Llamas de sangre" eran censados y asignados a una unidad de nodrizas quienes los criarían y educarían desde el momento que terminaran de lactar, asignándole nombres aleatorios con el fin de no poder ser identificados por sus padres a medida que crezcan, el vínculo paternal era roto al momento que la madre dejaba de amamantar, luego de eso, sería un adiós para siempre.

    Así pasaba con cada infante de esta tribu que cada año crecía en número volviéndose más y más poderosa.

    Los padres asumían el arrebatamiento de sus hijos como algo natural parte del ciclo de vida. Los nuevos habitantes del pueblo serían inducidos a un duro entrenamiento y adoctrinamiento militar apenas tuvieran consciencia del porqué y con qué fin habían sido concebidos.

    Este no era el caso de Elías, hijo de Hamza, un Llama de Sangre y Astrid, arquera Nórdica quien se había asentado en la tribu sin saber lo que significaría ser madre en un lugar como ese. La única forma de que una extranjera sea aceptada y recibida en Knaresborough era procrear y pasar por el rito de brazas calientes en cuencos con agua de mar durante la luna sangrienta para que así, por este pacto, el niño naciera con poderes de fuego... un soldado más para la ambiciosa colección del gobernante en ese entonces.

    Las madres quedaban con quemaduras de segundo grado en gran parte de sus cuerpos, era el costo de procrear bebés con poderes sobrenaturales

    Astrid, como las demás sufrió el mismo destino, tardó un largo tiempo en sanar las cicatrices que las brazas habían hecho en su piel. Ella, después de todo este sacrificio no daría su único hijo así como así, lo amaba sin conocerlo aún, no lo dejaría ir. Tenía que encontrar la manera de no perderlo.

    Pasó el tiempo y Elías era un hermoso y feliz bebé pelirrojo de pocos meses, cuando con mucho pesar Astrid le pidió a su esposo Hamza que lo marcara en su espalda, una huella al rojo vivo que no se borarría, la señal que aún estando lejos les indicaría quien era su hijo. Y así fue, el niño creció ganándose el respeto y cariño de las personas que estaban a su cargo. Mientras sus padres biológicos jamás dejaron de verlo y compartir con él a escondidas entregando todos sus conocimientos y amor a su preciado hijo.
    Como pocos pudo conocer a sus padres y mantener una relación de familia en lo secreto de las vigilias, en la soledad y con ellos podía llamarse con su legítimo nombre: Elías, pero para todos los demás era conocido como Gaspar el joven promesa.

    En una de tantas veladas con sus padres recibió una noticia que traía consigo una gran responsabilidad: Su madre Astrid esperaba una niña; su nombre sería Elizabeth y por ella también haría el rito de la luna roja aunque eso significara pasar por el doloroso proceso de sanación.

    Pasó el tiempo y Elizabeth pequeña todavía ya era parte de un grupo que en el futuro tenían todas las fichas puestas para ser el escuadrón combativo más letal de los últimos tiempos.

    A diferencia de su hermano, Liz no fue marcada ya que sus padres fueron asesinados por alta traición (a penas ella nació) al descubrir que mantenían contacto con su hijo, más nunca descubrieron de quien se trataba.
    Elías hizo unos arreglos con una de las nodrisas que afortunadamente lo tenían en gran estima para registrar con el nombre real a la pequeña pelirroja, nunca se presentó ante ella como su familiar, la observaba y cuidaba a distancia siempre que podía.

    El año del Búho llegó y con este el terrible genocidio de toda la tribu, muchos murieron y a él lo tomaron prisionero, entre cinco fue engrillado y arrastrado hasta un barco para hacerlo esclavo en el viejo continente. Su mundo se había destrozado por completo el corazón le dolía causando en cada palpitar agudas punzadas, pero entonces la vio... su pequeña hermanita se escabullía para ser libre. Elizabeth lo logró, eso quería creer, era una chispa de esperanza. Lograría escapar y la encontraría donde sea que estuviera sólo tenía que esperar el tiempo adecuado.

    A͟͞c͟͞t͟͞u͟͞a͟͞l͟͞i͟͞d͟͞a͟͞d͟͞ ͟͞

    Seis años pasaron para lograr su ansiada independencia después de un largo y tortuoso tiempo como esclavo al fin pudo emprender su búsqueda. Recordaba a Elizabeth como una niña, sería difícil dar con ella dependiendo sólo de sus memorias.
    Por suerte para él, después de un par de años de intensa investigación arribó a uno de los poblados donde Liz había adquirido cierta popularidad como la Reina Escarlata: una guerrera de ojos carmesí y la furia de su llama que consumía todo a su paso. Elías no dudó, era ella.

    Siguió migaja por migaja que obtenía de información recorriendo cada lugar que Liz había pisado hasta que despues de miles de kilómetros recorridos de travesía llegó a Kyoto.

    ── Te encontraré Elizabeth, aunque sea lo último que haga
    𝐄𝐥í𝐚𝐬 ────── En Knaresborough cada nueva generación de neófitos "Llamas de sangre" eran censados y asignados a una unidad de nodrizas quienes los criarían y educarían desde el momento que terminaran de lactar, asignándole nombres aleatorios con el fin de no poder ser identificados por sus padres a medida que crezcan, el vínculo paternal era roto al momento que la madre dejaba de amamantar, luego de eso, sería un adiós para siempre. Así pasaba con cada infante de esta tribu que cada año crecía en número volviéndose más y más poderosa. Los padres asumían el arrebatamiento de sus hijos como algo natural parte del ciclo de vida. Los nuevos habitantes del pueblo serían inducidos a un duro entrenamiento y adoctrinamiento militar apenas tuvieran consciencia del porqué y con qué fin habían sido concebidos. Este no era el caso de Elías, hijo de Hamza, un Llama de Sangre y Astrid, arquera Nórdica quien se había asentado en la tribu sin saber lo que significaría ser madre en un lugar como ese. La única forma de que una extranjera sea aceptada y recibida en Knaresborough era procrear y pasar por el rito de brazas calientes en cuencos con agua de mar durante la luna sangrienta para que así, por este pacto, el niño naciera con poderes de fuego... un soldado más para la ambiciosa colección del gobernante en ese entonces. Las madres quedaban con quemaduras de segundo grado en gran parte de sus cuerpos, era el costo de procrear bebés con poderes sobrenaturales Astrid, como las demás sufrió el mismo destino, tardó un largo tiempo en sanar las cicatrices que las brazas habían hecho en su piel. Ella, después de todo este sacrificio no daría su único hijo así como así, lo amaba sin conocerlo aún, no lo dejaría ir. Tenía que encontrar la manera de no perderlo. Pasó el tiempo y Elías era un hermoso y feliz bebé pelirrojo de pocos meses, cuando con mucho pesar Astrid le pidió a su esposo Hamza que lo marcara en su espalda, una huella al rojo vivo que no se borarría, la señal que aún estando lejos les indicaría quien era su hijo. Y así fue, el niño creció ganándose el respeto y cariño de las personas que estaban a su cargo. Mientras sus padres biológicos jamás dejaron de verlo y compartir con él a escondidas entregando todos sus conocimientos y amor a su preciado hijo. Como pocos pudo conocer a sus padres y mantener una relación de familia en lo secreto de las vigilias, en la soledad y con ellos podía llamarse con su legítimo nombre: Elías, pero para todos los demás era conocido como Gaspar el joven promesa. En una de tantas veladas con sus padres recibió una noticia que traía consigo una gran responsabilidad: Su madre Astrid esperaba una niña; su nombre sería Elizabeth y por ella también haría el rito de la luna roja aunque eso significara pasar por el doloroso proceso de sanación. Pasó el tiempo y Elizabeth pequeña todavía ya era parte de un grupo que en el futuro tenían todas las fichas puestas para ser el escuadrón combativo más letal de los últimos tiempos. A diferencia de su hermano, Liz no fue marcada ya que sus padres fueron asesinados por alta traición (a penas ella nació) al descubrir que mantenían contacto con su hijo, más nunca descubrieron de quien se trataba. Elías hizo unos arreglos con una de las nodrisas que afortunadamente lo tenían en gran estima para registrar con el nombre real a la pequeña pelirroja, nunca se presentó ante ella como su familiar, la observaba y cuidaba a distancia siempre que podía. El año del Búho llegó y con este el terrible genocidio de toda la tribu, muchos murieron y a él lo tomaron prisionero, entre cinco fue engrillado y arrastrado hasta un barco para hacerlo esclavo en el viejo continente. Su mundo se había destrozado por completo el corazón le dolía causando en cada palpitar agudas punzadas, pero entonces la vio... su pequeña hermanita se escabullía para ser libre. Elizabeth lo logró, eso quería creer, era una chispa de esperanza. Lograría escapar y la encontraría donde sea que estuviera sólo tenía que esperar el tiempo adecuado. A͟͞c͟͞t͟͞u͟͞a͟͞l͟͞i͟͞d͟͞a͟͞d͟͞ ͟͞ Seis años pasaron para lograr su ansiada independencia después de un largo y tortuoso tiempo como esclavo al fin pudo emprender su búsqueda. Recordaba a Elizabeth como una niña, sería difícil dar con ella dependiendo sólo de sus memorias. Por suerte para él, después de un par de años de intensa investigación arribó a uno de los poblados donde Liz había adquirido cierta popularidad como la Reina Escarlata: una guerrera de ojos carmesí y la furia de su llama que consumía todo a su paso. Elías no dudó, era ella. Siguió migaja por migaja que obtenía de información recorriendo cada lugar que Liz había pisado hasta que despues de miles de kilómetros recorridos de travesía llegó a Kyoto. ── Te encontraré Elizabeth, aunque sea lo último que haga
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  • Esto se ha publicado como Out Of Character. Tenlo en cuenta al responder.
    Esto se ha publicado como Out Of Character.
    Tenlo en cuenta al responder.
    // Buenos días a todos, creo que ya estoy por ponerme al día con casi todos los roles pendientes (me disculpo por la demora). Así que, para los que todavía no se han animado a tener interacción con mi PJ, si desean comenzar un nuevo rol conmigo, no duden en escribirme por privado o participando en cualquiera de mis posteos; no tengo pretensiones en cuanto a cómo iniciar un rol, ya sea llegando de repente con una historia o, si gustan, planificarlo previamente por off, etc. Sean naturales y ustedes mismos; cualquier clase de rol es bienvenido, solo tengo tres reglas o, mejor dicho, "recomendaciones":

    1- Diviértanse.

    2- Si algo no gusta, poder charlarlo para solucionarlo en la medida de lo posible (no soy muy amante de los conflictos, así que, si se puede solucionar la cuestión, mucho mejor).

    3- (Este es muy importante) Traten de corresponder con la misma pasión y amor sus turnos. Yo, aunque sean tres o cuatro párrafos, dos oraciones o una simple frase, intento poner lo mejor de mí para que la otra persona se sienta cómoda con el rol, así que, por favor, en la medida de lo posible, no me hagan "remar por los dos" el rol, como decimos por mis pagos, ya que no es agradable.

    Eso sería todo; reitero que no son reglas, ya que no soy quién para venir a IMPONER COSAS, pero sería realmente ameno que sean mutuas las ganas para tener una convivencia agradable, tanto en on como en off.

    Muchas gracias a todos por leer esto, les deseo unos bonitos roles, y recuerden, escríbanme sin miedo alguno, será un placer rolear con cada uno de ustedes.
    // Buenos días a todos, creo que ya estoy por ponerme al día con casi todos los roles pendientes (me disculpo por la demora). Así que, para los que todavía no se han animado a tener interacción con mi PJ, si desean comenzar un nuevo rol conmigo, no duden en escribirme por privado o participando en cualquiera de mis posteos; no tengo pretensiones en cuanto a cómo iniciar un rol, ya sea llegando de repente con una historia o, si gustan, planificarlo previamente por off, etc. Sean naturales y ustedes mismos; cualquier clase de rol es bienvenido, solo tengo tres reglas o, mejor dicho, "recomendaciones": 1- Diviértanse. 2- Si algo no gusta, poder charlarlo para solucionarlo en la medida de lo posible (no soy muy amante de los conflictos, así que, si se puede solucionar la cuestión, mucho mejor). 3- (Este es muy importante) Traten de corresponder con la misma pasión y amor sus turnos. Yo, aunque sean tres o cuatro párrafos, dos oraciones o una simple frase, intento poner lo mejor de mí para que la otra persona se sienta cómoda con el rol, así que, por favor, en la medida de lo posible, no me hagan "remar por los dos" el rol, como decimos por mis pagos, ya que no es agradable. Eso sería todo; reitero que no son reglas, ya que no soy quién para venir a IMPONER COSAS, pero sería realmente ameno que sean mutuas las ganas para tener una convivencia agradable, tanto en on como en off. Muchas gracias a todos por leer esto, les deseo unos bonitos roles, y recuerden, escríbanme sin miedo alguno, será un placer rolear con cada uno de ustedes.
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  • ❝Phesmatos tribum, nas ex viras sequitas anima❞
    Fandom The Vampire Diaries | OC
    Categoría Drama
    ㅤㅤ
    ㅤㅤㅤㅤ"En el silencio de la noche,
    ㅤㅤㅤㅤla caza había comenzado."
    ㅤㅤㅤㅤ⧽ 𝐒𝐓𝐀𝐑𝐓𝐄𝐑
    ㅤㅤㅤㅤ˹ Erik Silverfang

    ㅤㅤ
    ㅤㅤㅤㅤㅤAquel encargo no solo era tremendamente peligroso, sino que también era profundamente lucrativo. El pagador… era totalmente desconocido. No había querido revelar su rostro ni su nombre, ni siquiera sus motivos. Pero por la rapidez con la que había movido el dinero estaba claro que tenía medios, motivos y oportunidades. Le había ofrecido una suma de dinero exorbitante a cambio de la muerte de Erik Silverfang. Un precio que no muchas personas en el mundo podían permitirse…

    Obviamente, Amber no era ajena a ese tipo de trabajos: asesinatos sobrenaturales a sangre fría, pagos que le garantizaban una vida acomodada y toda la clase de lujos que quisiera permitirse… Pero aquel trabajo… tenia un regusto amargo que no dejaba disfrutar a la joven de aquel champán que estaba degustando en el tren de camino a Italia. Por lo que había podido averiguar, que no era demasiado, Erik Silverfang no era un objetivo cualquiera. Era un vampiro muy antiguo, mucho más que ella, casi tanto como los Originales… Puede que incluso más, los rumores no estaban demasiado claros. Eliminarlo podría tener repercusiones mucho más allá de lo que Amber podía, siquiera, sospechar.

    La misión era clara y “sencilla” según a quien le preguntes: eliminar a Erik con rapidez y sin dejar rastro. Sin embargo, el pago iba más allá de lo habitual. Su empleador le había prometido algo más que riquezas: un acceso a una red de contactos poderosos que podrían ayudarla a alcanzar nuevos peldaños dentro de la sociedad sobrenatural. Sin embargo, Amber no era idiota. Sabía que, en el mundo de los inmortales, las promesas solían estar bañadas en mentiras y juegos de poder. Solo le importaba el dinero: un pequeño ejército de lingotes de oro que le aseguraban la libertad por un largo tiempo.

    -Phesmatos tribum, nas ex viras sequitas anima- susurró Amber delante del mapa abierto sobre aquella mesita. Inmediatamente una linea de color negro comenzó a trazarse entre el punto por donde circulaba el tren y a través del mapa hasta alcanzar un pueblo: Montepulciano.

    “Irónico”, pensó Amber, teniendo en cuenta la cultura vampírica oculta en aquellos pueblos de la Toscana: la expulsión de los vampiros de Volterra, la presencia de vampiros resurrectos recientemente…

    ⸻⸻❧ Amber caminaba por las calles empedradas de Montepulciano, sus sentidos totalmente alerta ante la quietud de la noche. Sentía el aire pesado, como si de alguna forma estuviera impregnado con la tensión de lo que Amber sabía que estaba por venir. De repente, un susurro en la oscuridad rompió el silencio: el latido desenfrenado del corazón de una presa que se sabe en peligro. Ella detuvo, su respiración contenida mientras su mirada se agudizaba en la penumbra.

    Allí, entre las sombras, lo vio. Tenía que ser él.

    Erik Silverfang.

    Aunque su figura se desdibujaba con la oscuridad, su presencia era inconfundible: el aura de un vampiro tan antiguo que la historia misma parecía doblegarse ante él. Se movía con una gracia que solo los siglos podían otorgar, su rostro imperturbable mientras observaba a su presa como un depredador observando a su cena.

    Amber se detuvo, sus ojos fijos en él mientras alzaba la pequeña ballesta de madera cuya saeta estaba impregnada en magia. Daría en el objetivo, porque estaba encantada para ello. Sabía que no podía hacer un movimiento en falso; cualquier error sería fatal. La estrategia era clara: debía aprovechar la distracción de Erik con su víctima para acercarse sigilosamente y asegurarse de que, cuando llegara el momento, no habría escape.

    En el silencio de la noche, la caza había comenzado.


    #Personajes3D #3D #Comunidad3D #Starter

    ㅤㅤ ㅤㅤㅤㅤ"En el silencio de la noche, ㅤㅤㅤㅤla caza había comenzado." ㅤㅤㅤㅤ⧽ 𝐒𝐓𝐀𝐑𝐓𝐄𝐑 ㅤㅤㅤㅤ˹ [vortex_emerald_rat_421] ㅤㅤ ㅤㅤㅤㅤㅤAquel encargo no solo era tremendamente peligroso, sino que también era profundamente lucrativo. El pagador… era totalmente desconocido. No había querido revelar su rostro ni su nombre, ni siquiera sus motivos. Pero por la rapidez con la que había movido el dinero estaba claro que tenía medios, motivos y oportunidades. Le había ofrecido una suma de dinero exorbitante a cambio de la muerte de Erik Silverfang. Un precio que no muchas personas en el mundo podían permitirse… Obviamente, Amber no era ajena a ese tipo de trabajos: asesinatos sobrenaturales a sangre fría, pagos que le garantizaban una vida acomodada y toda la clase de lujos que quisiera permitirse… Pero aquel trabajo… tenia un regusto amargo que no dejaba disfrutar a la joven de aquel champán que estaba degustando en el tren de camino a Italia. Por lo que había podido averiguar, que no era demasiado, Erik Silverfang no era un objetivo cualquiera. Era un vampiro muy antiguo, mucho más que ella, casi tanto como los Originales… Puede que incluso más, los rumores no estaban demasiado claros. Eliminarlo podría tener repercusiones mucho más allá de lo que Amber podía, siquiera, sospechar. La misión era clara y “sencilla” según a quien le preguntes: eliminar a Erik con rapidez y sin dejar rastro. Sin embargo, el pago iba más allá de lo habitual. Su empleador le había prometido algo más que riquezas: un acceso a una red de contactos poderosos que podrían ayudarla a alcanzar nuevos peldaños dentro de la sociedad sobrenatural. Sin embargo, Amber no era idiota. Sabía que, en el mundo de los inmortales, las promesas solían estar bañadas en mentiras y juegos de poder. Solo le importaba el dinero: un pequeño ejército de lingotes de oro que le aseguraban la libertad por un largo tiempo. -Phesmatos tribum, nas ex viras sequitas anima- susurró Amber delante del mapa abierto sobre aquella mesita. Inmediatamente una linea de color negro comenzó a trazarse entre el punto por donde circulaba el tren y a través del mapa hasta alcanzar un pueblo: Montepulciano. “Irónico”, pensó Amber, teniendo en cuenta la cultura vampírica oculta en aquellos pueblos de la Toscana: la expulsión de los vampiros de Volterra, la presencia de vampiros resurrectos recientemente… ⸻⸻❧ Amber caminaba por las calles empedradas de Montepulciano, sus sentidos totalmente alerta ante la quietud de la noche. Sentía el aire pesado, como si de alguna forma estuviera impregnado con la tensión de lo que Amber sabía que estaba por venir. De repente, un susurro en la oscuridad rompió el silencio: el latido desenfrenado del corazón de una presa que se sabe en peligro. Ella detuvo, su respiración contenida mientras su mirada se agudizaba en la penumbra. Allí, entre las sombras, lo vio. Tenía que ser él. Erik Silverfang. Aunque su figura se desdibujaba con la oscuridad, su presencia era inconfundible: el aura de un vampiro tan antiguo que la historia misma parecía doblegarse ante él. Se movía con una gracia que solo los siglos podían otorgar, su rostro imperturbable mientras observaba a su presa como un depredador observando a su cena. Amber se detuvo, sus ojos fijos en él mientras alzaba la pequeña ballesta de madera cuya saeta estaba impregnada en magia. Daría en el objetivo, porque estaba encantada para ello. Sabía que no podía hacer un movimiento en falso; cualquier error sería fatal. La estrategia era clara: debía aprovechar la distracción de Erik con su víctima para acercarse sigilosamente y asegurarse de que, cuando llegara el momento, no habría escape. En el silencio de la noche, la caza había comenzado. #Personajes3D #3D #Comunidad3D #Starter ㅤ
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  • Es una criatura libre de la dependencia energética requerida para usar sus talentos naturales con los elementos y sus combinaciones, sin duda está cepa de Helminto junto con el prisionero utilizado para crear a Lavos, un brujo en la alquimia potencia a límites insospechados.

    Sujeta un puñal y solo con el pensamiento está arma es imbuida por el vacío, haciendo que la hoja comience a arder con llamas y un punta al rojo vivo, sin comprometer la estructura metálica de la hoja.

    "Interesante.... A ver"

    Pronto llega el hielo en su mente creando una reacción en cadena sobre la hoja, la hoja ahora por unos segundos por la combinación de frío y fuego, causa daños explosivos a todo lo que entre en contacto con su hoja.

    Clava el cuchillo sobre una mesa de matera y metal, causando una explosión que rompe la solida mesa en 2.

    "Con razón te confundían con alquimista"
    Es una criatura libre de la dependencia energética requerida para usar sus talentos naturales con los elementos y sus combinaciones, sin duda está cepa de Helminto junto con el prisionero utilizado para crear a Lavos, un brujo en la alquimia potencia a límites insospechados. Sujeta un puñal y solo con el pensamiento está arma es imbuida por el vacío, haciendo que la hoja comience a arder con llamas y un punta al rojo vivo, sin comprometer la estructura metálica de la hoja. "Interesante.... A ver" Pronto llega el hielo en su mente creando una reacción en cadena sobre la hoja, la hoja ahora por unos segundos por la combinación de frío y fuego, causa daños explosivos a todo lo que entre en contacto con su hoja. Clava el cuchillo sobre una mesa de matera y metal, causando una explosión que rompe la solida mesa en 2. "Con razón te confundían con alquimista"
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  • Su rostro, aunque era sumamente afeminado, estaba dejando atrás las facciones de adolescente, los 20´s lo alcanzaron, el cabello corto quedaría atrás dejándolo crecer, esos rubios naturales y lacios tocaban las puntas de sus delgados y picudos hombros, la vestimenta más formal, pero siempre coloridas la mayoría de las veces. 

    Los sueños recurrentes de forma negativa seguían siendo sus carceleros, amaba lo que era no importaba que causara tanto desastre emocional en su vida con los que se acercaran a él, jamás, había tenido novio, del poblado donde nació y creció no le fue posible ser parte de la “sociedad”, fue atacado por su esencia única, hasta llegar a la gran ciudad, donde empezaría conocer a personas increíbles como él. 


    Con dos trabajos era imposible salir a divertirse todos los días, tomando conciencia que de él dependía su abuelo y su hermana pequeña, omitía las salidas y cuando lo realizaba era al "Cosmos", bar conocido por todos y en solitario, una suave bebida y de nuevo al pequeño departamento que rentaba al sur. 

    Un día de aquellos que elegía para pasar un tiempo consigo mismo, el celular sonó, parando la música, llamando así la atención, los audífonos de diadema los llevó a al cuello. Con curiosidad, la vista se posó en aquel aparato, desbloqueando con el índice derecho, notó el  -"Hola ¡Qué tal!" -, que provenía de un número que no tenía registrado, por seguridad, no contestó, de nuevo llevando los audífonos a su cabeza, dejó que la música inundara sus oídos, cerró los ojos, disfrutando del aire puro bajo aquel árbol que regalaba una sombra fantástica en la banca metálica donde estaba posado. 
    Su rostro, aunque era sumamente afeminado, estaba dejando atrás las facciones de adolescente, los 20´s lo alcanzaron, el cabello corto quedaría atrás dejándolo crecer, esos rubios naturales y lacios tocaban las puntas de sus delgados y picudos hombros, la vestimenta más formal, pero siempre coloridas la mayoría de las veces.  Los sueños recurrentes de forma negativa seguían siendo sus carceleros, amaba lo que era no importaba que causara tanto desastre emocional en su vida con los que se acercaran a él, jamás, había tenido novio, del poblado donde nació y creció no le fue posible ser parte de la “sociedad”, fue atacado por su esencia única, hasta llegar a la gran ciudad, donde empezaría conocer a personas increíbles como él.  Con dos trabajos era imposible salir a divertirse todos los días, tomando conciencia que de él dependía su abuelo y su hermana pequeña, omitía las salidas y cuando lo realizaba era al "Cosmos", bar conocido por todos y en solitario, una suave bebida y de nuevo al pequeño departamento que rentaba al sur.  Un día de aquellos que elegía para pasar un tiempo consigo mismo, el celular sonó, parando la música, llamando así la atención, los audífonos de diadema los llevó a al cuello. Con curiosidad, la vista se posó en aquel aparato, desbloqueando con el índice derecho, notó el  -"Hola ¡Qué tal!" -, que provenía de un número que no tenía registrado, por seguridad, no contestó, de nuevo llevando los audífonos a su cabeza, dejó que la música inundara sus oídos, cerró los ojos, disfrutando del aire puro bajo aquel árbol que regalaba una sombra fantástica en la banca metálica donde estaba posado. 
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  • *Preparación para la Tormenta*

    Takeru sabía que esta pelea no se parecería a ninguna de las que había tenido antes. Erick Strauss no era un peleador técnico, ni un infighter puro, ni un counterpuncher. Era algo peor: un boxeador sucio. Golpes ilegales ocultos al ojo del árbitro, empujones, codazos disfrazados de movimientos naturales, clinches eternos que desgastaban la paciencia y la energía del rival. Enfrentar a alguien así era un desafío mental tanto como físico.

    Por eso, su entrenamiento debía ser diferente.

    El gimnasio estaba vacío a esa hora de la noche. Solo se escuchaba el sonido de sus golpes rompiendo el aire. Frente a él, su entrenador vestía un peto acolchonado y unos guantes de foco, pero no solo se limitaba a recibir los golpes. Lo empujaba, le pisaba los pies, le jalaba el brazo después de cada combinación.

    —¡Concéntrate! —rugía su entrenador mientras lo desequilibraba con un empujón sutil.

    Takeru apretó los dientes y lanzó un recto al mentón, pero el entrenador lo atrapó en un clinch antes de que el golpe conectara.

    —¡No basta con ser rápido! ¡Va a tratar de sacarte de tu juego! ¡Necesitas calma!

    Takeru respiró profundo. Golpeó el saco de boxeo, pero cada vez que se acercaba demasiado, su entrenador lo golpeaba con los codos o lo empujaba. Aprendió a no desesperarse, a no morder el anzuelo. A usar su velocidad no solo para atacar, sino para mantener la distancia y esperar el momento adecuado.

    El golpe que había estado perfeccionando para este combate era el golpe sacacorchos, un puñetazo giratorio que sumaba la potencia del cuerpo entero en el impacto. Si podía conectar ese golpe en el momento adecuado, acabaría con la pelea.

    Pero primero tenía que sobrevivir a la tormenta de Strauss.

    *La Pelea: Guerra Psicológica*

    El estadio estaba dividido. Strauss, el inglés de aspecto rudo, con su sonrisa confiada y mirada desafiante, tenía su propio grupo de seguidores. Takeru, con su estilo limpio y elegante, tenía los suyos. Pero el favoritismo no importaba cuando sonaba la campana.

    Desde el primer asalto, la pelea se volvió un desastre.

    Strauss lo empujó con el hombro antes de lanzar su primer golpe. Lo atrapó en un clinch cada vez que intentaba lanzar combinaciones. Usaba la cabeza para rozar su rostro, lo golpeaba con la muñeca en vez del puño, lanzaba ganchos al hígado con el pulgar mal colocado para aumentar el dolor.

    El árbitro advertía, pero nunca lo suficiente.

    Takeru intentó mantener la compostura, pero su precisión comenzó a fallar. Sus jabs no salían con la misma rapidez, su juego de pies se entorpecía porque estaba más enfocado en evitar las trampas que en atacar.

    Rondas pasaron y Strauss no dejaba de sonreír.

    En el sexto asalto, Takeru sintió el cansancio acumulado. Su respiración era más pesada de lo habitual. Strauss seguía fuerte, sucio, implacable.

    Y entonces entendió.

    Si seguía jugando a la defensiva, si seguía permitiendo que Strauss dictara el ritmo de la pelea con su caos, nunca lo vencería.

    Cambió de táctica.

    En el octavo asalto, comenzó a atacar con más ferocidad. Pero no de cualquier manera. Se adelantó a los trucos de Strauss, manteniéndose apenas fuera de alcance. En lugar de pelear con frustración, peleó con paciencia. Esperó la apertura perfecta.

    Y llegó.

    En el décimo asalto, Strauss cometió un error: intentó meter un golpe corto dentro de un clinch, pero Takeru lo anticipó y se zafó antes. Retrocedió medio paso y giró su cuerpo entero.

    El puño derecho viajó en un arco perfecto.

    ¡Golpe tirabuzón directo al mentón!

    Strauss cayó como si alguien le hubiera apagado un interruptor. Su cuerpo golpeó la lona con un estruendo seco. El público se puso de pie.

    El árbitro contó hasta diez.

    ¡Knockout!

    Takeru levantó los brazos, exhausto pero victorioso. Había sido una pelea sucia, larga, agotadora. Pero al final, el boxeo limpio, la paciencia y la técnica habían vencido.

    Strauss nunca volvió a sonreír después de ese golpe.
    *Preparación para la Tormenta* Takeru sabía que esta pelea no se parecería a ninguna de las que había tenido antes. Erick Strauss no era un peleador técnico, ni un infighter puro, ni un counterpuncher. Era algo peor: un boxeador sucio. Golpes ilegales ocultos al ojo del árbitro, empujones, codazos disfrazados de movimientos naturales, clinches eternos que desgastaban la paciencia y la energía del rival. Enfrentar a alguien así era un desafío mental tanto como físico. Por eso, su entrenamiento debía ser diferente. El gimnasio estaba vacío a esa hora de la noche. Solo se escuchaba el sonido de sus golpes rompiendo el aire. Frente a él, su entrenador vestía un peto acolchonado y unos guantes de foco, pero no solo se limitaba a recibir los golpes. Lo empujaba, le pisaba los pies, le jalaba el brazo después de cada combinación. —¡Concéntrate! —rugía su entrenador mientras lo desequilibraba con un empujón sutil. Takeru apretó los dientes y lanzó un recto al mentón, pero el entrenador lo atrapó en un clinch antes de que el golpe conectara. —¡No basta con ser rápido! ¡Va a tratar de sacarte de tu juego! ¡Necesitas calma! Takeru respiró profundo. Golpeó el saco de boxeo, pero cada vez que se acercaba demasiado, su entrenador lo golpeaba con los codos o lo empujaba. Aprendió a no desesperarse, a no morder el anzuelo. A usar su velocidad no solo para atacar, sino para mantener la distancia y esperar el momento adecuado. El golpe que había estado perfeccionando para este combate era el golpe sacacorchos, un puñetazo giratorio que sumaba la potencia del cuerpo entero en el impacto. Si podía conectar ese golpe en el momento adecuado, acabaría con la pelea. Pero primero tenía que sobrevivir a la tormenta de Strauss. *La Pelea: Guerra Psicológica* El estadio estaba dividido. Strauss, el inglés de aspecto rudo, con su sonrisa confiada y mirada desafiante, tenía su propio grupo de seguidores. Takeru, con su estilo limpio y elegante, tenía los suyos. Pero el favoritismo no importaba cuando sonaba la campana. Desde el primer asalto, la pelea se volvió un desastre. Strauss lo empujó con el hombro antes de lanzar su primer golpe. Lo atrapó en un clinch cada vez que intentaba lanzar combinaciones. Usaba la cabeza para rozar su rostro, lo golpeaba con la muñeca en vez del puño, lanzaba ganchos al hígado con el pulgar mal colocado para aumentar el dolor. El árbitro advertía, pero nunca lo suficiente. Takeru intentó mantener la compostura, pero su precisión comenzó a fallar. Sus jabs no salían con la misma rapidez, su juego de pies se entorpecía porque estaba más enfocado en evitar las trampas que en atacar. Rondas pasaron y Strauss no dejaba de sonreír. En el sexto asalto, Takeru sintió el cansancio acumulado. Su respiración era más pesada de lo habitual. Strauss seguía fuerte, sucio, implacable. Y entonces entendió. Si seguía jugando a la defensiva, si seguía permitiendo que Strauss dictara el ritmo de la pelea con su caos, nunca lo vencería. Cambió de táctica. En el octavo asalto, comenzó a atacar con más ferocidad. Pero no de cualquier manera. Se adelantó a los trucos de Strauss, manteniéndose apenas fuera de alcance. En lugar de pelear con frustración, peleó con paciencia. Esperó la apertura perfecta. Y llegó. En el décimo asalto, Strauss cometió un error: intentó meter un golpe corto dentro de un clinch, pero Takeru lo anticipó y se zafó antes. Retrocedió medio paso y giró su cuerpo entero. El puño derecho viajó en un arco perfecto. ¡Golpe tirabuzón directo al mentón! Strauss cayó como si alguien le hubiera apagado un interruptor. Su cuerpo golpeó la lona con un estruendo seco. El público se puso de pie. El árbitro contó hasta diez. ¡Knockout! Takeru levantó los brazos, exhausto pero victorioso. Había sido una pelea sucia, larga, agotadora. Pero al final, el boxeo limpio, la paciencia y la técnica habían vencido. Strauss nunca volvió a sonreír después de ese golpe.
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  • ❛ Ꭺpartó la vista de su libreta, mirando de reojo el comienzo de su artículo. Aunque algo convencido de que había encontrado un buen punto de partida, no podía evitar la duda: ¿realmente el Mothman existía o todo esto no era más que una historia exagerada? La incertidumbre fue su compañero durante las ultimas horas, mientras escribía sobre aquella criatura, que para algunos parecía más un mito que una criatura real. Apoyó la cabeza sobre su mano, estirando los dedos mientras terminaba de trazar un pequeño boceto en el margen de su libreta. Sus pancakes, a medio terminar, aún se veían tentadores; los pidió y el sabor no había sido decepcionante para su sorpresa. Había hecho una pequeña parada en la cafetería local, justo cerca del lugar donde se había producido el último avistamiento. Había hablado con un par de testigos, recogido sus testimonios y ahora, era momento de descansar un poco.

    ❛ Ꭺl dar un leve bostezo, tomó otro bocado de sus pancakes, pensando distraídamente. ❝ Mhhh... pero si el Mothman se ve tan tierno, ¿por qué tendrían miedo? ❞, se preguntó en silencio, mirando su propio trabajo. Su caricatura del ser parecía más un animal curioso que una criatura aterradora.

    [...]

    ❛ Ꭺl comenzar a caer la tarde, Ren se adentró en la densa vegetación que rodeaba el pequeño pueblo. El aire fresco de la tarde lo rodeaba mientras caminaba, aunque no podía evitar que su mente divagara un poco. Si hubiera llegado más temprano, tal vez el lugar no sería taaan aterrador, pero ahora, con la caída de la noche, la atmósfera se volvía inquietante. Los árboles, altos y enmarañados, apenas dejaban pasar la luz del sol, creando sombras alargadas en el suelo que se movían con el viento. No podía evitar sentirse incómodo. Era más probable encontrar a algún asesino en medio de ese bosque que al propio Mothman.
    ❛ Ꮇientras caminaba con su cámara colgando al cuello, una linterna en la mano y una mochila cargada de equipo, se internó más y más entre los árboles, ¡menos mal habia un sendero! El ambiente en el bosque era denso, como si estuviera siendo observado. Cada crujido de las ramas bajo sus pies parecía amplificado, y el viento, al pasar entre las hojas, generaba ruido, que solo hacia que su corazón latiera rápidamente.

    ❛ Inspeccionando los alrededores, comenzó a notar detalles que no coincidían con lo que esperaba encontrar en un lugar común. Al principio, fueron solo pequeñas irregularidades en el terreno, pero pronto las cosas parecieron más extrañas. Había huellas que no reconocía y marcas en los árboles que no podían ser naturales. Decidió sacar su cámara y tomar algunas fotos, para luego analizarlas con calma. Sin embargo, cuando se preparaba para hacer una captura, algo llamó su atención desde el rabillo del ojo.
    ❛ Ꮇás adelante, entre los arbustos, algo se movió. Una figura se destacaba contra la oscuridad creciente. La silueta parecía humana, cabello rubio y la piel clara, no se veia como un habitante local, sino más bien de otro curioso, tal vez alguien que, como él, estaba investigando el avistamiento del Mothman. La curiosidad lo impulsó a acercarse, a pesar de la timidez que solía caracterizarlo. Si esa persona había sido testigo del fenómeno, tal vez podría ofrecerle una pista valiosa o al menos una perspectiva diferente que hiciera su investigación más interesante.
    ❛ Se aclaró la garganta —tratando de aliviar la rasposidad que siempre sentía cuando intentaba hablar en voz alta— y se acercó con cautela a la figura en la distancia. Al llegar un poco más cerca, levantó la voz y se dirigió al desconocido con una sonrisa un tanto nerviosa.
    —Disculpe, ¿sabe algo sobre el avistamiento del Mothman? —preguntó, intentando sonar amigable y confiado. La forma en que lo dijo, sin embargo, sonó más como una interrogación directa que como una consulta amistosa.
    ❛ Ꭺpartó la vista de su libreta, mirando de reojo el comienzo de su artículo. Aunque algo convencido de que había encontrado un buen punto de partida, no podía evitar la duda: ¿realmente el Mothman existía o todo esto no era más que una historia exagerada? La incertidumbre fue su compañero durante las ultimas horas, mientras escribía sobre aquella criatura, que para algunos parecía más un mito que una criatura real. Apoyó la cabeza sobre su mano, estirando los dedos mientras terminaba de trazar un pequeño boceto en el margen de su libreta. Sus pancakes, a medio terminar, aún se veían tentadores; los pidió y el sabor no había sido decepcionante para su sorpresa. Había hecho una pequeña parada en la cafetería local, justo cerca del lugar donde se había producido el último avistamiento. Había hablado con un par de testigos, recogido sus testimonios y ahora, era momento de descansar un poco. ❛ Ꭺl dar un leve bostezo, tomó otro bocado de sus pancakes, pensando distraídamente. ❝ Mhhh... pero si el Mothman se ve tan tierno, ¿por qué tendrían miedo? ❞, se preguntó en silencio, mirando su propio trabajo. Su caricatura del ser parecía más un animal curioso que una criatura aterradora. [...] ❛ Ꭺl comenzar a caer la tarde, Ren se adentró en la densa vegetación que rodeaba el pequeño pueblo. El aire fresco de la tarde lo rodeaba mientras caminaba, aunque no podía evitar que su mente divagara un poco. Si hubiera llegado más temprano, tal vez el lugar no sería taaan aterrador, pero ahora, con la caída de la noche, la atmósfera se volvía inquietante. Los árboles, altos y enmarañados, apenas dejaban pasar la luz del sol, creando sombras alargadas en el suelo que se movían con el viento. No podía evitar sentirse incómodo. Era más probable encontrar a algún asesino en medio de ese bosque que al propio Mothman. ❛ Ꮇientras caminaba con su cámara colgando al cuello, una linterna en la mano y una mochila cargada de equipo, se internó más y más entre los árboles, ¡menos mal habia un sendero! El ambiente en el bosque era denso, como si estuviera siendo observado. Cada crujido de las ramas bajo sus pies parecía amplificado, y el viento, al pasar entre las hojas, generaba ruido, que solo hacia que su corazón latiera rápidamente. ❛ Inspeccionando los alrededores, comenzó a notar detalles que no coincidían con lo que esperaba encontrar en un lugar común. Al principio, fueron solo pequeñas irregularidades en el terreno, pero pronto las cosas parecieron más extrañas. Había huellas que no reconocía y marcas en los árboles que no podían ser naturales. Decidió sacar su cámara y tomar algunas fotos, para luego analizarlas con calma. Sin embargo, cuando se preparaba para hacer una captura, algo llamó su atención desde el rabillo del ojo. ❛ Ꮇás adelante, entre los arbustos, algo se movió. Una figura se destacaba contra la oscuridad creciente. La silueta parecía humana, cabello rubio y la piel clara, no se veia como un habitante local, sino más bien de otro curioso, tal vez alguien que, como él, estaba investigando el avistamiento del Mothman. La curiosidad lo impulsó a acercarse, a pesar de la timidez que solía caracterizarlo. Si esa persona había sido testigo del fenómeno, tal vez podría ofrecerle una pista valiosa o al menos una perspectiva diferente que hiciera su investigación más interesante. ❛ Se aclaró la garganta —tratando de aliviar la rasposidad que siempre sentía cuando intentaba hablar en voz alta— y se acercó con cautela a la figura en la distancia. Al llegar un poco más cerca, levantó la voz y se dirigió al desconocido con una sonrisa un tanto nerviosa. —Disculpe, ¿sabe algo sobre el avistamiento del Mothman? —preguntó, intentando sonar amigable y confiado. La forma en que lo dijo, sin embargo, sonó más como una interrogación directa que como una consulta amistosa.
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