• El cielo crepitó con un leve zumbido antes de abrirse como una flor en pleno estallido. Un portal giratorio, azul intenso, se desplegó sobre una llanura verdosa y húmeda, con colinas suaves y una aldea rudimentaria a lo lejos. De él emergieron dos figuras: la primera, de movimientos ligeros y sonrisa amable, llevaba una capa azul marino ondeando tras de sí; la segunda, más alta, de presencia firme y piel grisácea con alas aún replegadas. Nival y Kaelis Winter habían llegado a una nueva dimensión.

    No tardaron en notar el caos. A lo lejos, una multitud avanzaba colérica, antorchas en alto, gritos enardecidos llenando el aire con acusaciones y miedo. Frente a ellos, una figura pequeña corría desesperada, tropezando con las piedras del camino y jadeando entre sollozos. Era una niña de apenas seis o siete años, con el cabello enmarañado y los ojos desorbitados por el terror. Nival entrecerró los ojos, el viento agitando los bordes de su capa.

    —¿Qué demonios…? —murmuró, ya con la mano alzada.

    Sin perder un segundo, con un chasquido de sus dedos, abrió un portal directamente frente a la niña, que apenas alcanzó a verlo antes de caer de rodillas y atravesarlo. Al otro lado la esperaba Nival, quien la recibió con los brazos abiertos y una voz tranquila:

    —Tranquila, ya no tienes que correr.

    Ella se aferró a su capa sin decir palabra, temblando. Kaelis, desde lo alto, se dejó caer con elegancia y firmeza frente a la turba enfurecida. Su sola presencia los detuvo. El sol detrás de sus alas extendidas y la mirada violeta fija como la de un juez celestial bastaron para hacerlos dudar.

    —¿Por qué persiguen a una niña? —tronó su voz, profunda y serena, como un río que ha olvidado lo que es la prisa.

    Un hombre de rostro curtido y expresión endurecida dio un paso al frente.
    —¡Esa niña trajo desgracias! ¡Desde que apareció, las cosechas se han marchitado y el ganado enferma! ¡Es una bruja, una criatura maldita!

    —¿Y culparla es más fácil que buscar respuestas? —intervino Nival, apareciendo detrás de ellos mediante otro portal, su tono cargado de un desdén frío. La niña lo seguía de cerca, ahora resguardada por la seguridad que inspiraban los dos hermanos.

    Kaelis, con un movimiento de sus alas, creó una ráfaga de viento que apagó las antorchas y silenció los gritos.
    —¿Desgracias? ¿O negligencia? Tal vez solo están buscando algo o alguien a quien culpar.

    Ante la presión de los hermanos, los aldeanos empezaron a bajar la voz. Algunos desviaban la mirada, otros comenzaban a retroceder con incertidumbre. Nival se acuclilló frente a la niña y le sonrió.

    —¿Quieres quedarte un tiempo aquí con nosotros? Podemos descubrir qué pasa de verdad.

    La pequeña asintió tímidamente, todavía apretando con fuerza los bordes de su vestido.

    Durante los días siguientes, Nival y Kaelis se instalaron en las afueras de la aldea. No tardaron en descubrir que las desgracias que aquejaban al pueblo no eran más que consecuencia de una plaga que se estaba propagando por toda la región, causada por un desequilibrio natural en la tierra. Nada que tuviera que ver con brujería ni maldiciones.

    Nival, con su dominio del Wakfu, ayudó a purificar los manantiales cercanos. Kaelis, en cambio, se dedicó a levantar barreras naturales y restaurar el bosque adyacente con ayuda de las corrientes de aire. Incluso enseñaron a los aldeanos a manejar mejor sus cultivos y a proteger sus cosechas con métodos más eficientes.

    La niña —que finalmente les dijo que su nombre era Elia— comenzó a sonreír más a menudo, siguiendo a Nival como una sombra curiosa. Le gustaba cuando él hacía pequeños portales para que jugara con mariposas que parecían surgir de otra dimensión. Por las noches, ella se acurrucaba entre ambos hermanos, escuchando con asombro sus relatos de mundos lejanos, dragones antiguos, y estrellas que hablaban entre sí.

    La aldea, lentamente, cambió. La desconfianza dio paso al agradecimiento. El miedo, a la comprensión. Cuando los campos florecieron de nuevo y los niños volvieron a correr entre las casas, algunos incluso pidieron disculpas a Elia, reconociendo el error cometido.

    —¿Ves? —le dijo Nival una tarde, mientras miraban un atardecer color ámbar—. A veces solo hay que abrir un portal… no al espacio, sino al corazón de los demás.

    Kaelis, a su lado, asentía con su calma habitual.
    —Y quedarse el tiempo necesario para asegurarse de que no se cierre.

    Los hermanos permanecieron en aquel mundo algunas lunas más. Lo suficiente para que Elia encontrara un hogar, lo suficiente para que el pueblo recordara lo que era la empatía. Y cuando llegó el momento, cuando las nubes volvieron a hablar en su idioma secreto, Nival abrió un nuevo portal… y los hermanos se despidieron con una sonrisa.

    Sin promesas. Sin destino fijo. Solo con el viento como testigo… y un corazón más en paz.
    El cielo crepitó con un leve zumbido antes de abrirse como una flor en pleno estallido. Un portal giratorio, azul intenso, se desplegó sobre una llanura verdosa y húmeda, con colinas suaves y una aldea rudimentaria a lo lejos. De él emergieron dos figuras: la primera, de movimientos ligeros y sonrisa amable, llevaba una capa azul marino ondeando tras de sí; la segunda, más alta, de presencia firme y piel grisácea con alas aún replegadas. Nival y Kaelis Winter habían llegado a una nueva dimensión. No tardaron en notar el caos. A lo lejos, una multitud avanzaba colérica, antorchas en alto, gritos enardecidos llenando el aire con acusaciones y miedo. Frente a ellos, una figura pequeña corría desesperada, tropezando con las piedras del camino y jadeando entre sollozos. Era una niña de apenas seis o siete años, con el cabello enmarañado y los ojos desorbitados por el terror. Nival entrecerró los ojos, el viento agitando los bordes de su capa. —¿Qué demonios…? —murmuró, ya con la mano alzada. Sin perder un segundo, con un chasquido de sus dedos, abrió un portal directamente frente a la niña, que apenas alcanzó a verlo antes de caer de rodillas y atravesarlo. Al otro lado la esperaba Nival, quien la recibió con los brazos abiertos y una voz tranquila: —Tranquila, ya no tienes que correr. Ella se aferró a su capa sin decir palabra, temblando. Kaelis, desde lo alto, se dejó caer con elegancia y firmeza frente a la turba enfurecida. Su sola presencia los detuvo. El sol detrás de sus alas extendidas y la mirada violeta fija como la de un juez celestial bastaron para hacerlos dudar. —¿Por qué persiguen a una niña? —tronó su voz, profunda y serena, como un río que ha olvidado lo que es la prisa. Un hombre de rostro curtido y expresión endurecida dio un paso al frente. —¡Esa niña trajo desgracias! ¡Desde que apareció, las cosechas se han marchitado y el ganado enferma! ¡Es una bruja, una criatura maldita! —¿Y culparla es más fácil que buscar respuestas? —intervino Nival, apareciendo detrás de ellos mediante otro portal, su tono cargado de un desdén frío. La niña lo seguía de cerca, ahora resguardada por la seguridad que inspiraban los dos hermanos. Kaelis, con un movimiento de sus alas, creó una ráfaga de viento que apagó las antorchas y silenció los gritos. —¿Desgracias? ¿O negligencia? Tal vez solo están buscando algo o alguien a quien culpar. Ante la presión de los hermanos, los aldeanos empezaron a bajar la voz. Algunos desviaban la mirada, otros comenzaban a retroceder con incertidumbre. Nival se acuclilló frente a la niña y le sonrió. —¿Quieres quedarte un tiempo aquí con nosotros? Podemos descubrir qué pasa de verdad. La pequeña asintió tímidamente, todavía apretando con fuerza los bordes de su vestido. Durante los días siguientes, Nival y Kaelis se instalaron en las afueras de la aldea. No tardaron en descubrir que las desgracias que aquejaban al pueblo no eran más que consecuencia de una plaga que se estaba propagando por toda la región, causada por un desequilibrio natural en la tierra. Nada que tuviera que ver con brujería ni maldiciones. Nival, con su dominio del Wakfu, ayudó a purificar los manantiales cercanos. Kaelis, en cambio, se dedicó a levantar barreras naturales y restaurar el bosque adyacente con ayuda de las corrientes de aire. Incluso enseñaron a los aldeanos a manejar mejor sus cultivos y a proteger sus cosechas con métodos más eficientes. La niña —que finalmente les dijo que su nombre era Elia— comenzó a sonreír más a menudo, siguiendo a Nival como una sombra curiosa. Le gustaba cuando él hacía pequeños portales para que jugara con mariposas que parecían surgir de otra dimensión. Por las noches, ella se acurrucaba entre ambos hermanos, escuchando con asombro sus relatos de mundos lejanos, dragones antiguos, y estrellas que hablaban entre sí. La aldea, lentamente, cambió. La desconfianza dio paso al agradecimiento. El miedo, a la comprensión. Cuando los campos florecieron de nuevo y los niños volvieron a correr entre las casas, algunos incluso pidieron disculpas a Elia, reconociendo el error cometido. —¿Ves? —le dijo Nival una tarde, mientras miraban un atardecer color ámbar—. A veces solo hay que abrir un portal… no al espacio, sino al corazón de los demás. Kaelis, a su lado, asentía con su calma habitual. —Y quedarse el tiempo necesario para asegurarse de que no se cierre. Los hermanos permanecieron en aquel mundo algunas lunas más. Lo suficiente para que Elia encontrara un hogar, lo suficiente para que el pueblo recordara lo que era la empatía. Y cuando llegó el momento, cuando las nubes volvieron a hablar en su idioma secreto, Nival abrió un nuevo portal… y los hermanos se despidieron con una sonrisa. Sin promesas. Sin destino fijo. Solo con el viento como testigo… y un corazón más en paz.
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  • Ficha de Ana Ivanovna
    Categoría Drama
    El pueblo de Nador es un lugar tranquilo, tradicional, con enormes bosques a su alredor y un interminable lago frente a él. Su puerto es popular, pues es reconocido como la entrada a la región del norte.

    Una región con enormes bosques, interminables recursos naturales, pero con un clima desfavorable, un clima frío y poco apto para la agricultura.

    Por lo mismo, la economía en el pueblo no es la mejor, mayormente alimentada por los viajeros que llegan al pueblo a gastar todo su dinero en las tavernas del lugar.

    Ahí es donde Ana vio una oportunidad. Hija de una familia de pescadores, Ana lo perdió todo a una edad joven, por lo que decidió entrar a trabajar en una taverna del pueblo.

    Su objetivo es ahorrar el suficiente dinero para migrar y comprarse una casa en el reino del sur para ahí vivir el resto de su vida.

    Es una chica inteligente y carismática. Su cabello rojizo como el fuego resalta y llama la atención.
    El pueblo de Nador es un lugar tranquilo, tradicional, con enormes bosques a su alredor y un interminable lago frente a él. Su puerto es popular, pues es reconocido como la entrada a la región del norte. Una región con enormes bosques, interminables recursos naturales, pero con un clima desfavorable, un clima frío y poco apto para la agricultura. Por lo mismo, la economía en el pueblo no es la mejor, mayormente alimentada por los viajeros que llegan al pueblo a gastar todo su dinero en las tavernas del lugar. Ahí es donde Ana vio una oportunidad. Hija de una familia de pescadores, Ana lo perdió todo a una edad joven, por lo que decidió entrar a trabajar en una taverna del pueblo. Su objetivo es ahorrar el suficiente dinero para migrar y comprarse una casa en el reino del sur para ahí vivir el resto de su vida. Es una chica inteligente y carismática. Su cabello rojizo como el fuego resalta y llama la atención.
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    Individual
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  • - Estuvo haciendo los reportes y los análisis de los químicos naturales hasta la madrugada, que incluso Salem se quedó dormido con ella. La luz del sol fue que la despertó y recibió un llamado del laboratorio indicando que los resultados que ella había enviado fueron positivos. Eso solo significaba que su jornada comenzaba, dejo que Salem durmiera en el escritorio y se fue a bañar para ir al laboratorio -

    La vida humana es más difícil..

    - menciona mientras se bañaba rápidamente, luego de vestirse se puso una chaqueta verde y unos lentes de sol y bajo a su Jeep negro , saludado a Edward el conserje -

    Nota: el otro gato se llama Minerva
    - Estuvo haciendo los reportes y los análisis de los químicos naturales hasta la madrugada, que incluso Salem se quedó dormido con ella. La luz del sol fue que la despertó y recibió un llamado del laboratorio indicando que los resultados que ella había enviado fueron positivos. Eso solo significaba que su jornada comenzaba, dejo que Salem durmiera en el escritorio y se fue a bañar para ir al laboratorio - La vida humana es más difícil.. - menciona mientras se bañaba rápidamente, luego de vestirse se puso una chaqueta verde y unos lentes de sol y bajo a su Jeep negro , saludado a Edward el conserje - Nota: el otro gato se llama Minerva
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  • Donde la piedra respira.
    Fandom OC, made in abyss
    Categoría Drama
    Rol con: 🜃 ᴇ ᴄ ᴏ 🜃

    En la sexta capa, la cartógrafa se encontraba en una de sus expediciones. La roca bajo sus pies no era roca. Era otra cosa. Algo hueco, blando, que a veces crujía sin romperse.

    Se enderezó con lentitud.

    El aire era espeso. El silencio lo era aún más.

    No había fauna, no había viento. Las estructuras naturales a su alrededor se curvaban en ángulos contrarios a cualquier ley física conocida. Como si el propio terreno hubiera sido tallado por un escultor ciego y furioso. Las paredes respiraban calor residual, y los ecos no regresaban. Solo el eco interno, ese que crecía en la mente cuando el Abismo estaba demasiado callado.

    Nairis avanzó tres pasos. Luego se detuvo.
    No por cansancio. No por miedo.

    Por costumbre.

    La costumbre de sentirlo... Justo antes de que suceda.

    Su mano rozó instintivamente el borde del testigo de Oquedad, el cristal hueco que colgaba de su pecho. La piedra no vibraba. No emitía ningún sonido, pero tampoco reflejaba la oscuridad. Estaba quieta, como si el propio Abismo contuviera el aliento.

    Desde hacía horas. Quizás días. Podía sentir una presencia reptando en su espalda.
    No con pasos.
    No con palabras.
    Con pensamientos que no eran suyos. Con recuerdos falsos que se deslizaban en los bordes de su mente como grietas en el cristal.

    Una sensación viscosa, como si algo dentro de ella recordara otro cuerpo.
    Otro tiempo.
    Otra voz.

    Entonces lo escuchó.
    Rol con: [s1lence] En la sexta capa, la cartógrafa se encontraba en una de sus expediciones. La roca bajo sus pies no era roca. Era otra cosa. Algo hueco, blando, que a veces crujía sin romperse. Se enderezó con lentitud. El aire era espeso. El silencio lo era aún más. No había fauna, no había viento. Las estructuras naturales a su alrededor se curvaban en ángulos contrarios a cualquier ley física conocida. Como si el propio terreno hubiera sido tallado por un escultor ciego y furioso. Las paredes respiraban calor residual, y los ecos no regresaban. Solo el eco interno, ese que crecía en la mente cuando el Abismo estaba demasiado callado. Nairis avanzó tres pasos. Luego se detuvo. No por cansancio. No por miedo. Por costumbre. La costumbre de sentirlo... Justo antes de que suceda. Su mano rozó instintivamente el borde del testigo de Oquedad, el cristal hueco que colgaba de su pecho. La piedra no vibraba. No emitía ningún sonido, pero tampoco reflejaba la oscuridad. Estaba quieta, como si el propio Abismo contuviera el aliento. Desde hacía horas. Quizás días. Podía sentir una presencia reptando en su espalda. No con pasos. No con palabras. Con pensamientos que no eran suyos. Con recuerdos falsos que se deslizaban en los bordes de su mente como grietas en el cristal. Una sensación viscosa, como si algo dentro de ella recordara otro cuerpo. Otro tiempo. Otra voz. Entonces lo escuchó.
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    Grupal
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  • La ncohe empezaba a caer a las afueras de Sogen, un pueblo nativo humano en la periferia del Reino. Asuna, decidiendo darse un breve descanso de su viaje, se asentó allí por una temporada; era inqulina en el granero de una familia de granjeros, no pagaba renta, se ganaba el sustento ayudando en las labores y cada tanto visitaba las termas naturales en la montaña cercana. Aquella noche no era la exepción.

    Al llegar a su destino trás 20 minutos de caminata bajo la luz de la luna llena; se encontró con un balneario desolado. No le molestaba la compañia, pero al ir a esas hoas era compreensible que estuviese vacio. No perdió el tiempo y se despojó de sus prendas, las dejó sobre una roca a la vista y se metió al agua.

    —...

    Con algo de suerte no seria importunada, pero antes de que pudiera entrar por completo, sintió una mirada.

    —...Si hay alguien por ahi; no sientas verguenza. No me molesta la compañia.
    La ncohe empezaba a caer a las afueras de Sogen, un pueblo nativo humano en la periferia del Reino. Asuna, decidiendo darse un breve descanso de su viaje, se asentó allí por una temporada; era inqulina en el granero de una familia de granjeros, no pagaba renta, se ganaba el sustento ayudando en las labores y cada tanto visitaba las termas naturales en la montaña cercana. Aquella noche no era la exepción. Al llegar a su destino trás 20 minutos de caminata bajo la luz de la luna llena; se encontró con un balneario desolado. No le molestaba la compañia, pero al ir a esas hoas era compreensible que estuviese vacio. No perdió el tiempo y se despojó de sus prendas, las dejó sobre una roca a la vista y se metió al agua. —... Con algo de suerte no seria importunada, pero antes de que pudiera entrar por completo, sintió una mirada. —...Si hay alguien por ahi; no sientas verguenza. No me molesta la compañia.
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  • 法官 - 陸峰

    ‹ Desde que la barrera de los polos superficiales había empezado a fallar desde hace unas semanas, olvidó como eran las estrellas y las constelaciones. Incluso la Luna era un poco inexistente.

    ¿La luna daría esa brisa fresca que tanto se menciona en los libros? Y las constelaciones, ¿Cómo sería observar formas en el cielo?. Cuando él ya había nacido, el mundo ya era caótico y no pudo conocer éstas obras naturales.

    En fin, sólo eran pensamientos espontáneos, como los de un niño curioso. Prefería dormir en lugar de que su mente se llenara de dudas sin sentido. ›
    法官 - 陸峰 ‹ Desde que la barrera de los polos superficiales había empezado a fallar desde hace unas semanas, olvidó como eran las estrellas y las constelaciones. Incluso la Luna era un poco inexistente. ¿La luna daría esa brisa fresca que tanto se menciona en los libros? Y las constelaciones, ¿Cómo sería observar formas en el cielo?. Cuando él ya había nacido, el mundo ya era caótico y no pudo conocer éstas obras naturales. En fin, sólo eran pensamientos espontáneos, como los de un niño curioso. Prefería dormir en lugar de que su mente se llenara de dudas sin sentido. ›
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    //Nah, no puedo rolear con personajes sobrenaturales. CON ESTE PERSONAJE NO ESTOY PARA ESO! Mejor debo especificarlo.
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    ¡Hola holita, FicRolers!

    ¡Nuevo artículo de ayuda!

    ¿Alguna vez has escrito una escena que debería haber sido un bombazo emocional, pero terminó sonando forzada o demasiado teatral? Ya sea una pelea, una confesión de amor o una escena de acción, mantener la emoción sin pasarse de rosca es todo un arte.

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    CÓMO ESCRIBIR ESCENAS INTENSAS SIN CAER EN LO EXAGERADO
    🎭 Cómo Escribir Escenas Intensas sin Caer en lo ExageradoAcción, drama o romance: emoción real sin forzarla ¡Hola, hola ficroler! ✨ ¿Alguna vez te ha ocurrido que escribes una escena que debía ser épica o emocionalmente devastadora, y al releerla se te hace algo artificial? ¿Como si estuvieras empujando al personaje a sentir...
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  • Y otra cosa tan importante como la anterior, porque me pareció ver a mi hermano por estos lados? Solo falta que vengan los otros tres y familia completa, y la preciosa historia de porque tengo hermanos, es porque mi papi con una mujer diferente tuvo cuatro niños sobrenaturales
    Y otra cosa tan importante como la anterior, porque me pareció ver a mi hermano por estos lados? Solo falta que vengan los otros tres y familia completa, y la preciosa historia de porque tengo hermanos, es porque mi papi con una mujer diferente tuvo cuatro niños sobrenaturales
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  • Yo soy Luka jr Salvatore fushiguro rey del Inframundo un dios y me voy a andar rebajando por un humano? No mejor me enfoco en seres sobrenaturales [haze_Aqua_Ocean] como tu comprenderas
    Yo soy Luka jr Salvatore fushiguro rey del Inframundo un dios y me voy a andar rebajando por un humano? No mejor me enfoco en seres sobrenaturales [haze_Aqua_Ocean] como tu comprenderas
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