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    Nombre artístico: Valeria Crimson

    Descripción de la agencia de modelaje:

    Valeria Crimson es la encarnación del magnetismo en pasarela. Su piel blanca como el marfil resplandece bajo los focos, brindándole un aura etérea que resalta con cada movimiento. De estatura alta y silueta esbelta, su figura armoniosa combina elegancia y presencia, proyectando confianza en cada pose.

    Su cabello rubio, largo y sedoso, cae en cascada dorada que atrapa la luz con naturalidad, enmarcando un rostro de rasgos finos y mirada enigmática. Pero lo que verdaderamente cautiva son sus ojos carmesí: intensos, hipnóticos, casi sobrenaturales. Una mirada que atraviesa la lente con poder y seducción.

    Valeria posee una pechonalidad generosa y bien proporcionada, que lleva con seguridad y clase, destacando en sesiones de alta moda, lencería elegante y estilismos vanguardistas. Es una modelo que no solo se limita a lucir prendas, sino que las transforma en expresión viva de estilo, fuerza y sensualidad refinada.

    Con cada sesión, deja una huella visual imborrable, demostrando por qué es una musa para diseñadores y fotógrafos por igual.
    Nombre artístico: Valeria Crimson Descripción de la agencia de modelaje: Valeria Crimson es la encarnación del magnetismo en pasarela. Su piel blanca como el marfil resplandece bajo los focos, brindándole un aura etérea que resalta con cada movimiento. De estatura alta y silueta esbelta, su figura armoniosa combina elegancia y presencia, proyectando confianza en cada pose. Su cabello rubio, largo y sedoso, cae en cascada dorada que atrapa la luz con naturalidad, enmarcando un rostro de rasgos finos y mirada enigmática. Pero lo que verdaderamente cautiva son sus ojos carmesí: intensos, hipnóticos, casi sobrenaturales. Una mirada que atraviesa la lente con poder y seducción. Valeria posee una pechonalidad generosa y bien proporcionada, que lleva con seguridad y clase, destacando en sesiones de alta moda, lencería elegante y estilismos vanguardistas. Es una modelo que no solo se limita a lucir prendas, sino que las transforma en expresión viva de estilo, fuerza y sensualidad refinada. Con cada sesión, deja una huella visual imborrable, demostrando por qué es una musa para diseñadores y fotógrafos por igual.
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  • El sol de la mañana acariciaba suavemente los jardines de la Villa Di Vincenzo, donde el perfume de las bugambilias se mezclaba con el aroma a café recién hecho y pan horneado. Una mesa dispuesta con impecable gusto esperaba bajo la sombra de una pérgola cubierta de glicinas. Frutas frescas, jugos naturales, embutidos finos, quesos artesanales y una selección de dulces italianos adornaban el mantel blanco con bordados dorados. Todo estaba dispuesto con precisión, sin excesos, pero con el refinamiento propio de una anfitriona como Elisabetta Di Vincenzo.

    Ella ya estaba allí, sentada con elegancia en una silla de hierro forjado tapizada en terciopelo gris perla. Llevaba un conjunto cómodo pero cuidadosamente escogido: un pantalón palazzo color marfil, una blusa de seda verde esmeralda que resaltaba sus ojos violeta, y un chal ligero sobre los hombros. Su cabello rubio, suelto y ligeramente ondulado, caía con gracia por su espalda. Ni una joya de más, ni una arruga fuera de lugar.

    Aparentemente tranquila, sostenía una copa de jugo de naranja con una mano, mientras la otra pasaba lentamente las páginas de un libro antiguo de poesía italiana. Pero su mente no estaba en los versos de Petrarca. Su atención estaba puesta en la entrada de la villa, esperando el sonido de los pasos que anunciarían la llegada de su hermano Giovanni... y de ella. Su novia. La mujer que, según Giovanni, había logrado hacerlo feliz de nuevo.

    Elisabetta había sonreído por cortesía cuando recibió la noticia, pero por dentro, las alertas se encendieron de inmediato. ¿Quién era esa mujer? ¿Qué quería realmente? Nadie se acercaba a un Di Vincenzo sin un motivo, y menos aún a Giovanni, que en los últimos años se había convertido en su único verdadero aliado, el único que no la había dejado tras la muerte de su padre.

    Naturalmente, Elisabetta no había esperado una presentación formal para comenzar a conocerla. Su equipo ya había investigado todo: nombre, familia, pasado, fotos antiguas, viajes, ex parejas, movimientos bancarios... Todo. Y aunque hasta ahora nada era "alarmante", el instinto de la Farfalla della Morte nunca se equivocaba.

    El canto lejano de un ruiseñor cesó cuando escuchó el ruido de un motor acercándose por el camino de grava. Cerró el libro con elegancia y lo dejó sobre la mesa, mientras una leve sonrisa, tan bella como inquietante, curvaba sus labios.

    —Finalmente, llegó el momento —susurró, tomando una aceituna entre sus dedos perfectamente cuidados.

    Elisabetta se puso de pie con la gracia de quien domina cada centímetro del terreno que pisa. Con el sol acariciando su silueta, parecía una diosa romana lista para recibir a sus invitados. Pero sus ojos... esos ojos color amatista, brillaban con la intensidad de quien va a juzgar, aunque no lo diga con palabras.

    Aquella mujer iba a conocer a Elisabetta Di Vincenzo.

    Y lo haría con desayuno... y con advertencia velada incluida.

    Yuki Prakliaty
    Gɪᴏᴠᴀɴɴɪ Dɪ Vɪɴᴄᴇɴᴢᴏ
    El sol de la mañana acariciaba suavemente los jardines de la Villa Di Vincenzo, donde el perfume de las bugambilias se mezclaba con el aroma a café recién hecho y pan horneado. Una mesa dispuesta con impecable gusto esperaba bajo la sombra de una pérgola cubierta de glicinas. Frutas frescas, jugos naturales, embutidos finos, quesos artesanales y una selección de dulces italianos adornaban el mantel blanco con bordados dorados. Todo estaba dispuesto con precisión, sin excesos, pero con el refinamiento propio de una anfitriona como Elisabetta Di Vincenzo. Ella ya estaba allí, sentada con elegancia en una silla de hierro forjado tapizada en terciopelo gris perla. Llevaba un conjunto cómodo pero cuidadosamente escogido: un pantalón palazzo color marfil, una blusa de seda verde esmeralda que resaltaba sus ojos violeta, y un chal ligero sobre los hombros. Su cabello rubio, suelto y ligeramente ondulado, caía con gracia por su espalda. Ni una joya de más, ni una arruga fuera de lugar. Aparentemente tranquila, sostenía una copa de jugo de naranja con una mano, mientras la otra pasaba lentamente las páginas de un libro antiguo de poesía italiana. Pero su mente no estaba en los versos de Petrarca. Su atención estaba puesta en la entrada de la villa, esperando el sonido de los pasos que anunciarían la llegada de su hermano Giovanni... y de ella. Su novia. La mujer que, según Giovanni, había logrado hacerlo feliz de nuevo. Elisabetta había sonreído por cortesía cuando recibió la noticia, pero por dentro, las alertas se encendieron de inmediato. ¿Quién era esa mujer? ¿Qué quería realmente? Nadie se acercaba a un Di Vincenzo sin un motivo, y menos aún a Giovanni, que en los últimos años se había convertido en su único verdadero aliado, el único que no la había dejado tras la muerte de su padre. Naturalmente, Elisabetta no había esperado una presentación formal para comenzar a conocerla. Su equipo ya había investigado todo: nombre, familia, pasado, fotos antiguas, viajes, ex parejas, movimientos bancarios... Todo. Y aunque hasta ahora nada era "alarmante", el instinto de la Farfalla della Morte nunca se equivocaba. El canto lejano de un ruiseñor cesó cuando escuchó el ruido de un motor acercándose por el camino de grava. Cerró el libro con elegancia y lo dejó sobre la mesa, mientras una leve sonrisa, tan bella como inquietante, curvaba sus labios. —Finalmente, llegó el momento —susurró, tomando una aceituna entre sus dedos perfectamente cuidados. Elisabetta se puso de pie con la gracia de quien domina cada centímetro del terreno que pisa. Con el sol acariciando su silueta, parecía una diosa romana lista para recibir a sus invitados. Pero sus ojos... esos ojos color amatista, brillaban con la intensidad de quien va a juzgar, aunque no lo diga con palabras. Aquella mujer iba a conocer a Elisabetta Di Vincenzo. Y lo haría con desayuno... y con advertencia velada incluida. [Yuki2104] [Gi0vanni]
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  • Está bien. Los sentimientos son naturales. No estás hecho de piedra. Pedir un hombro en el que apoyarse es normal. Tomar un descanso. Necesitar llorar. Permítete ser vulnerable.
    Está bien. Los sentimientos son naturales. No estás hecho de piedra. Pedir un hombro en el que apoyarse es normal. Tomar un descanso. Necesitar llorar. Permítete ser vulnerable.
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  • ────╮
    ────𓉑 𝐍𝐄𝐖 غٹؚ   
    ㅤㅤ ⎯꯭ㅤ ㅤ𝕴𝗻𝗳𝗲𝗿𝗻𝗼ㅤ 𓈒𓆰𓆪
    ───────────────


    No recordaba mucho sobre el cómo había llegado a la tierra de los humanos, sólo tenía memorias fragmentadas sobre el sentir un ardor intenso en su alma demoníaca y luego frío extremo, hasta el punto de sentirse de Cristal. Era la transformación de demonio a humano físicamente.

    Tampoco recordaba que debía hacer en ese lugar, por lo que seguiría sus instintos naturales. Se encontró con una de sus mascotas infernales a los pocos días. Al menos no estaría sólo y no sería el único de su especie en ese mundo extraño.
    ────╮ ────𓉑 𝐍𝐄𝐖 غٹؚ    ㅤㅤ ⎯꯭ㅤ ㅤ𝕴𝗻𝗳𝗲𝗿𝗻𝗼ㅤ 𓈒𓆰𓆪 ─────────────── No recordaba mucho sobre el cómo había llegado a la tierra de los humanos, sólo tenía memorias fragmentadas sobre el sentir un ardor intenso en su alma demoníaca y luego frío extremo, hasta el punto de sentirse de Cristal. Era la transformación de demonio a humano físicamente. Tampoco recordaba que debía hacer en ese lugar, por lo que seguiría sus instintos naturales. Se encontró con una de sus mascotas infernales a los pocos días. Al menos no estaría sólo y no sería el único de su especie en ese mundo extraño.
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  • Ficha de Ana Ivanovna
    Categoría Drama
    El pueblo de Nador es un lugar tranquilo, tradicional, con enormes bosques a su alredor y un interminable lago frente a él. Su puerto es popular, pues es reconocido como la entrada a la región del norte.

    Una región con enormes bosques, interminables recursos naturales, pero con un clima desfavorable, un clima frío y poco apto para la agricultura.

    Por lo mismo, la economía en el pueblo no es la mejor, mayormente alimentada por los viajeros que llegan al pueblo a gastar todo su dinero en las tavernas del lugar.

    Ahí es donde Ana vio una oportunidad. Hija de una familia de pescadores, Ana lo perdió todo a una edad joven, por lo que decidió entrar a trabajar en una taverna del pueblo.

    Su objetivo es ahorrar el suficiente dinero para migrar y comprarse una casa en el reino del sur para ahí vivir el resto de su vida.

    Es una chica inteligente y carismática. Su cabello rojizo como el fuego resalta y llama la atención.
    El pueblo de Nador es un lugar tranquilo, tradicional, con enormes bosques a su alredor y un interminable lago frente a él. Su puerto es popular, pues es reconocido como la entrada a la región del norte. Una región con enormes bosques, interminables recursos naturales, pero con un clima desfavorable, un clima frío y poco apto para la agricultura. Por lo mismo, la economía en el pueblo no es la mejor, mayormente alimentada por los viajeros que llegan al pueblo a gastar todo su dinero en las tavernas del lugar. Ahí es donde Ana vio una oportunidad. Hija de una familia de pescadores, Ana lo perdió todo a una edad joven, por lo que decidió entrar a trabajar en una taverna del pueblo. Su objetivo es ahorrar el suficiente dinero para migrar y comprarse una casa en el reino del sur para ahí vivir el resto de su vida. Es una chica inteligente y carismática. Su cabello rojizo como el fuego resalta y llama la atención.
    Tipo
    Individual
    Líneas
    Cualquier línea
    Estado
    Disponible
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  • - Estuvo haciendo los reportes y los análisis de los químicos naturales hasta la madrugada, que incluso Salem se quedó dormido con ella. La luz del sol fue que la despertó y recibió un llamado del laboratorio indicando que los resultados que ella había enviado fueron positivos. Eso solo significaba que su jornada comenzaba, dejo que Salem durmiera en el escritorio y se fue a bañar para ir al laboratorio -

    La vida humana es más difícil..

    - menciona mientras se bañaba rápidamente, luego de vestirse se puso una chaqueta verde y unos lentes de sol y bajo a su Jeep negro , saludado a Edward el conserje -

    Nota: el otro gato se llama Minerva
    - Estuvo haciendo los reportes y los análisis de los químicos naturales hasta la madrugada, que incluso Salem se quedó dormido con ella. La luz del sol fue que la despertó y recibió un llamado del laboratorio indicando que los resultados que ella había enviado fueron positivos. Eso solo significaba que su jornada comenzaba, dejo que Salem durmiera en el escritorio y se fue a bañar para ir al laboratorio - La vida humana es más difícil.. - menciona mientras se bañaba rápidamente, luego de vestirse se puso una chaqueta verde y unos lentes de sol y bajo a su Jeep negro , saludado a Edward el conserje - Nota: el otro gato se llama Minerva
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  • Donde la piedra respira.
    Fandom OC, made in abyss
    Categoría Drama
    Rol con: 🜃 ᴇ ᴄ ᴏ 🜃

    En la sexta capa, la cartógrafa se encontraba en una de sus expediciones. La roca bajo sus pies no era roca. Era otra cosa. Algo hueco, blando, que a veces crujía sin romperse.

    Se enderezó con lentitud.

    El aire era espeso. El silencio lo era aún más.

    No había fauna, no había viento. Las estructuras naturales a su alrededor se curvaban en ángulos contrarios a cualquier ley física conocida. Como si el propio terreno hubiera sido tallado por un escultor ciego y furioso. Las paredes respiraban calor residual, y los ecos no regresaban. Solo el eco interno, ese que crecía en la mente cuando el Abismo estaba demasiado callado.

    Nairis avanzó tres pasos. Luego se detuvo.
    No por cansancio. No por miedo.

    Por costumbre.

    La costumbre de sentirlo... Justo antes de que suceda.

    Su mano rozó instintivamente el borde del testigo de Oquedad, el cristal hueco que colgaba de su pecho. La piedra no vibraba. No emitía ningún sonido, pero tampoco reflejaba la oscuridad. Estaba quieta, como si el propio Abismo contuviera el aliento.

    Desde hacía horas. Quizás días. Podía sentir una presencia reptando en su espalda.
    No con pasos.
    No con palabras.
    Con pensamientos que no eran suyos. Con recuerdos falsos que se deslizaban en los bordes de su mente como grietas en el cristal.

    Una sensación viscosa, como si algo dentro de ella recordara otro cuerpo.
    Otro tiempo.
    Otra voz.

    Entonces lo escuchó.
    Rol con: [s1lence] En la sexta capa, la cartógrafa se encontraba en una de sus expediciones. La roca bajo sus pies no era roca. Era otra cosa. Algo hueco, blando, que a veces crujía sin romperse. Se enderezó con lentitud. El aire era espeso. El silencio lo era aún más. No había fauna, no había viento. Las estructuras naturales a su alrededor se curvaban en ángulos contrarios a cualquier ley física conocida. Como si el propio terreno hubiera sido tallado por un escultor ciego y furioso. Las paredes respiraban calor residual, y los ecos no regresaban. Solo el eco interno, ese que crecía en la mente cuando el Abismo estaba demasiado callado. Nairis avanzó tres pasos. Luego se detuvo. No por cansancio. No por miedo. Por costumbre. La costumbre de sentirlo... Justo antes de que suceda. Su mano rozó instintivamente el borde del testigo de Oquedad, el cristal hueco que colgaba de su pecho. La piedra no vibraba. No emitía ningún sonido, pero tampoco reflejaba la oscuridad. Estaba quieta, como si el propio Abismo contuviera el aliento. Desde hacía horas. Quizás días. Podía sentir una presencia reptando en su espalda. No con pasos. No con palabras. Con pensamientos que no eran suyos. Con recuerdos falsos que se deslizaban en los bordes de su mente como grietas en el cristal. Una sensación viscosa, como si algo dentro de ella recordara otro cuerpo. Otro tiempo. Otra voz. Entonces lo escuchó.
    Tipo
    Grupal
    Líneas
    Cualquier línea
    Estado
    Terminado
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  • La ncohe empezaba a caer a las afueras de Sogen, un pueblo nativo humano en la periferia del Reino. Asuna, decidiendo darse un breve descanso de su viaje, se asentó allí por una temporada; era inqulina en el granero de una familia de granjeros, no pagaba renta, se ganaba el sustento ayudando en las labores y cada tanto visitaba las termas naturales en la montaña cercana. Aquella noche no era la exepción.

    Al llegar a su destino trás 20 minutos de caminata bajo la luz de la luna llena; se encontró con un balneario desolado. No le molestaba la compañia, pero al ir a esas hoas era compreensible que estuviese vacio. No perdió el tiempo y se despojó de sus prendas, las dejó sobre una roca a la vista y se metió al agua.

    —...

    Con algo de suerte no seria importunada, pero antes de que pudiera entrar por completo, sintió una mirada.

    —...Si hay alguien por ahi; no sientas verguenza. No me molesta la compañia.
    La ncohe empezaba a caer a las afueras de Sogen, un pueblo nativo humano en la periferia del Reino. Asuna, decidiendo darse un breve descanso de su viaje, se asentó allí por una temporada; era inqulina en el granero de una familia de granjeros, no pagaba renta, se ganaba el sustento ayudando en las labores y cada tanto visitaba las termas naturales en la montaña cercana. Aquella noche no era la exepción. Al llegar a su destino trás 20 minutos de caminata bajo la luz de la luna llena; se encontró con un balneario desolado. No le molestaba la compañia, pero al ir a esas hoas era compreensible que estuviese vacio. No perdió el tiempo y se despojó de sus prendas, las dejó sobre una roca a la vista y se metió al agua. —... Con algo de suerte no seria importunada, pero antes de que pudiera entrar por completo, sintió una mirada. —...Si hay alguien por ahi; no sientas verguenza. No me molesta la compañia.
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  • 法官 - 陸峰

    ‹ Desde que la barrera de los polos superficiales había empezado a fallar desde hace unas semanas, olvidó como eran las estrellas y las constelaciones. Incluso la Luna era un poco inexistente.

    ¿La luna daría esa brisa fresca que tanto se menciona en los libros? Y las constelaciones, ¿Cómo sería observar formas en el cielo?. Cuando él ya había nacido, el mundo ya era caótico y no pudo conocer éstas obras naturales.

    En fin, sólo eran pensamientos espontáneos, como los de un niño curioso. Prefería dormir en lugar de que su mente se llenara de dudas sin sentido. ›
    法官 - 陸峰 ‹ Desde que la barrera de los polos superficiales había empezado a fallar desde hace unas semanas, olvidó como eran las estrellas y las constelaciones. Incluso la Luna era un poco inexistente. ¿La luna daría esa brisa fresca que tanto se menciona en los libros? Y las constelaciones, ¿Cómo sería observar formas en el cielo?. Cuando él ya había nacido, el mundo ya era caótico y no pudo conocer éstas obras naturales. En fin, sólo eran pensamientos espontáneos, como los de un niño curioso. Prefería dormir en lugar de que su mente se llenara de dudas sin sentido. ›
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  • Esto se ha publicado como Out Of Character. Tenlo en cuenta al responder.
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    //Nah, no puedo rolear con personajes sobrenaturales. CON ESTE PERSONAJE NO ESTOY PARA ESO! Mejor debo especificarlo.
    //Nah, no puedo rolear con personajes sobrenaturales. CON ESTE PERSONAJE NO ESTOY PARA ESO! Mejor debo especificarlo.
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