• La ciudad se extendía como un laberinto sin fin, una red interminable de luces, rascacielos y callejones entretejidos con neón. Jett cruzaba en su Deora morada, el motor ronroneando suave mientras avanzaba entre las calles casi desiertas de ese mundo urbano. Todo era ritmo, movimiento, energía... pero al doblar una esquina, algo distinto lo detuvo.

    Allí, en una pequeña explanada bajo un anuncio de ramen que parpadeaba sin ritmo, un grupo de músicos improvisaba. Batería, bajo, teclados, y dos guitarras llenaban el aire con una melodía que parecía flotar en medio del caos. El sonido tenía alma, calle, libertad.

    Jett frenó sin pensarlo. Bajó del auto, se acercó con una sonrisa ancha, los ojos chispeando como si estuviera viendo la línea de meta más entretenida de su vida.

    —Ey… —dijo levantando una ceja mientras señalaba la guitarra de repuesto apoyada en el amplificador—. ¿Les molesta si me uno un rato?

    Uno de los músicos —un tipo con lentes oscuros y una chaqueta llena de parches— le respondió con una risa y un gesto hacia el micrófono.

    —Solo si sabes volar con las cuerdas.

    —Hermano… —sonrió Jett mientras tomaba la guitarra—, nací en la curva de una autopista "Literalmente".

    Afinó rápido, se acercó al micrófono, y con un golpe firme en las cuerdas, la ciudad infinita por unos instantes se llenó de una música que parecía desafiar al tiempo mismo. Como si por un segundo, todos en ese rincón olvidado supieran lo que era correr… pero con el alma.



    https://youtu.be/GMoNZxPIkE0?si=JWzXsEVhUSzddHWz
    La ciudad se extendía como un laberinto sin fin, una red interminable de luces, rascacielos y callejones entretejidos con neón. Jett cruzaba en su Deora morada, el motor ronroneando suave mientras avanzaba entre las calles casi desiertas de ese mundo urbano. Todo era ritmo, movimiento, energía... pero al doblar una esquina, algo distinto lo detuvo. Allí, en una pequeña explanada bajo un anuncio de ramen que parpadeaba sin ritmo, un grupo de músicos improvisaba. Batería, bajo, teclados, y dos guitarras llenaban el aire con una melodía que parecía flotar en medio del caos. El sonido tenía alma, calle, libertad. Jett frenó sin pensarlo. Bajó del auto, se acercó con una sonrisa ancha, los ojos chispeando como si estuviera viendo la línea de meta más entretenida de su vida. —Ey… —dijo levantando una ceja mientras señalaba la guitarra de repuesto apoyada en el amplificador—. ¿Les molesta si me uno un rato? Uno de los músicos —un tipo con lentes oscuros y una chaqueta llena de parches— le respondió con una risa y un gesto hacia el micrófono. —Solo si sabes volar con las cuerdas. —Hermano… —sonrió Jett mientras tomaba la guitarra—, nací en la curva de una autopista "Literalmente". Afinó rápido, se acercó al micrófono, y con un golpe firme en las cuerdas, la ciudad infinita por unos instantes se llenó de una música que parecía desafiar al tiempo mismo. Como si por un segundo, todos en ese rincón olvidado supieran lo que era correr… pero con el alma. https://youtu.be/GMoNZxPIkE0?si=JWzXsEVhUSzddHWz
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  • El motor del Deora rugió una última vez antes de apagarse por completo. Jett descendió de su vehículo, dejando que el silencio de la noche lo envolviera. Frente a él se extendía la pradera infinita, un mar de hierba que se mecía bajo una brisa serena, iluminada por un cielo estrellado que parecía no tener final. No había pistas, ni enemigos, ni relojes acechantes. Solo el rumor de los grillos y el leve susurro del viento.

    Sin pensarlo, se dejó caer sobre el césped. El suelo estaba fresco, casi tibio por el recuerdo del sol, y al recostarse, todo su cuerpo pareció suspenderse entre las estrellas y la tierra. Cerró los ojos un momento. Respiró hondo. El universo no lo perseguía, al menos no por ahora.

    Al abrir los ojos de nuevo, algo llamó su atención: un pequeño aparador azul solitario, a lo lejos, en medio de la pradera como si hubiese sido olvidado por un sueño. No tenía sentido que estuviera ahí. Pero su mera presencia, tan tranquila y silenciosa, despertó una chispa de curiosidad en Jett.

    Se incorporó, caminando sin apuro. Al acercarse, notó un pequeño jarrón de cerámica caída junto a una de sus esquinas, y dentro, flores marchitas, sin agua, como si el tiempo se hubiese detenido para ellas. Jett se agachó con cuidado, recogió el jarrón con ambas manos y, sin romper el silencio, lo enderezó con una gentileza que contrastaba con el ruido de las pistas que solía dominar.

    Fue hasta un estanque cercano, cristalino, como extraído de un cuento, y llenó el jarrón con agua fresca. Las flores, aunque marchitas, parecieron reaccionar, como si recordaran lo que era sentirse vivas. Con ellas en la mano, Jett regresó al aparador.

    Antes de colocarlas, se detuvo. Algo en el reflejo del cristal lo hizo hablar, como si supiera que al otro lado, en algún rincón invisible del mundo, alguien estaba escuchando.

    —Bueno… jeje —dijo con una media sonrisa cansada—, supongo que esto podría ayudarte. Tal vez no estás teniendo el mejor día… en semanas, meses… *o años*, pensó.

    Bajó la mirada. Su voz se volvió más baja, más honesta.

    —Si bien duelen, las lágrimas son palabras que la boca no puede sentir ni el corazón puede soportar. Pero estás aquí. Aún estás de pie. Y eso... eso dice mucho. Eres fuerte. Y valiente por enfrentar lo que sea que te aqueje.

    Con una sonrisa tranquila, colocó las flores en el jarrón y las acomodó con cuidado. El viento sopló apenas, meciendo los pétalos como un gesto de gratitud.

    Jett se quedó un momento más, contemplando el aparador, antes de girarse lentamente y regresar a su auto
    El motor del Deora rugió una última vez antes de apagarse por completo. Jett descendió de su vehículo, dejando que el silencio de la noche lo envolviera. Frente a él se extendía la pradera infinita, un mar de hierba que se mecía bajo una brisa serena, iluminada por un cielo estrellado que parecía no tener final. No había pistas, ni enemigos, ni relojes acechantes. Solo el rumor de los grillos y el leve susurro del viento. Sin pensarlo, se dejó caer sobre el césped. El suelo estaba fresco, casi tibio por el recuerdo del sol, y al recostarse, todo su cuerpo pareció suspenderse entre las estrellas y la tierra. Cerró los ojos un momento. Respiró hondo. El universo no lo perseguía, al menos no por ahora. Al abrir los ojos de nuevo, algo llamó su atención: un pequeño aparador azul solitario, a lo lejos, en medio de la pradera como si hubiese sido olvidado por un sueño. No tenía sentido que estuviera ahí. Pero su mera presencia, tan tranquila y silenciosa, despertó una chispa de curiosidad en Jett. Se incorporó, caminando sin apuro. Al acercarse, notó un pequeño jarrón de cerámica caída junto a una de sus esquinas, y dentro, flores marchitas, sin agua, como si el tiempo se hubiese detenido para ellas. Jett se agachó con cuidado, recogió el jarrón con ambas manos y, sin romper el silencio, lo enderezó con una gentileza que contrastaba con el ruido de las pistas que solía dominar. Fue hasta un estanque cercano, cristalino, como extraído de un cuento, y llenó el jarrón con agua fresca. Las flores, aunque marchitas, parecieron reaccionar, como si recordaran lo que era sentirse vivas. Con ellas en la mano, Jett regresó al aparador. Antes de colocarlas, se detuvo. Algo en el reflejo del cristal lo hizo hablar, como si supiera que al otro lado, en algún rincón invisible del mundo, alguien estaba escuchando. —Bueno… jeje —dijo con una media sonrisa cansada—, supongo que esto podría ayudarte. Tal vez no estás teniendo el mejor día… en semanas, meses… *o años*, pensó. Bajó la mirada. Su voz se volvió más baja, más honesta. —Si bien duelen, las lágrimas son palabras que la boca no puede sentir ni el corazón puede soportar. Pero estás aquí. Aún estás de pie. Y eso... eso dice mucho. Eres fuerte. Y valiente por enfrentar lo que sea que te aqueje. Con una sonrisa tranquila, colocó las flores en el jarrón y las acomodó con cuidado. El viento sopló apenas, meciendo los pétalos como un gesto de gratitud. Jett se quedó un momento más, contemplando el aparador, antes de girarse lentamente y regresar a su auto
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    HIGHWAY 33 — ATARDECER.


    La carretera se abre, vacía como nunca en California. Las montañas en el horizonte, el sol bajando lento. El rugido de la Harley Davidson es lo único que se escucha, sin su chaleco de SAMCRO, el rubio conduce con la mirada perdida.


    "— California es tierra de contrastes. Libertad y condena, belleza y ruina… como la vida misma. A veces necesito dejar atrás Charming, el club, todo el ruido. Salgo a rodar para recordar quién era antes de que todo se jodiera. Antes de la sangre, antes de la traición. hay algo en la soledad del viaje que no puedes encontrar en ningún otro lugar. No hay lealtades, no hay decisiones que maten a tus hermanos. Solo el sonido del motor y el viento que te grita verdades que llevas años evitando. A veces me pregunto si el club me salvó… o si solo me dio una nueva forma de perderme."

    La presencia de uno de los tantos pueblos fantasma pasa inadvertida. Un cartel oxidado dice "Welcome to Santa Lucía “. Todo está cerrado, abandonado. No se detiene.


    "— He visto lo mejor y lo peor del hombre bajo el escudo de un parche. Y aun así, es en la carretera, solo, donde me siento más real. Más yo. Tal vez porque la soledad, por dura que sea, no te traiciona. Solo te acompaña. Y a veces, eso es todo lo que necesitas para seguir rodando."

    La figura difusa del rubio en la distancia se perdía, su silueta recortada contra el cielo naranja fue lo último que se vio de el aquel día.
    HIGHWAY 33 — ATARDECER. La carretera se abre, vacía como nunca en California. Las montañas en el horizonte, el sol bajando lento. El rugido de la Harley Davidson es lo único que se escucha, sin su chaleco de SAMCRO, el rubio conduce con la mirada perdida. "— California es tierra de contrastes. Libertad y condena, belleza y ruina… como la vida misma. A veces necesito dejar atrás Charming, el club, todo el ruido. Salgo a rodar para recordar quién era antes de que todo se jodiera. Antes de la sangre, antes de la traición. hay algo en la soledad del viaje que no puedes encontrar en ningún otro lugar. No hay lealtades, no hay decisiones que maten a tus hermanos. Solo el sonido del motor y el viento que te grita verdades que llevas años evitando. A veces me pregunto si el club me salvó… o si solo me dio una nueva forma de perderme." La presencia de uno de los tantos pueblos fantasma pasa inadvertida. Un cartel oxidado dice "Welcome to Santa Lucía “. Todo está cerrado, abandonado. No se detiene. "— He visto lo mejor y lo peor del hombre bajo el escudo de un parche. Y aun así, es en la carretera, solo, donde me siento más real. Más yo. Tal vez porque la soledad, por dura que sea, no te traiciona. Solo te acompaña. Y a veces, eso es todo lo que necesitas para seguir rodando." La figura difusa del rubio en la distancia se perdía, su silueta recortada contra el cielo naranja fue lo último que se vio de el aquel día.
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  • El taller improvisado en el que Jett trabajaba olía a metal caliente, pintura fresca y adrenalina contenida. A su alrededor, herramientas flotaban en el aire con ingravidez leve, efecto residual del Reino de la Relatividad donde el tiempo, el peso y el espacio se burlaban de las leyes naturales.

    —Está bien, si esta pista quiere jugar con el tiempo, entonces yo juego con el diseño —murmuró mientras se quitaba los guantes manchados de aceite.

    Había desmontado parte de la carrocería del Deora II. El azul característico de Teku se había ido, reemplazado por un tono morado profundo, como el borde de un eclipse total. A lo largo de los costados, flamas plateadas recorrían la carrocería como si ardieran con frío cósmico, brillando incluso en la penumbra. Cada línea había sido pulida con mimo, aerodinámicamente calculada para resistir la distorsión gravitacional del agujero negro que daba forma a la pista.

    En la parte trasera, un alerón de aleación de kármium pulsaba con luz tenue, estabilizando la nave sobre superficies imposibles. No solo era estético: canalizaba la energía de la relatividad misma, ayudando a Jett a mantenerse en una sola línea temporal… por más tiempo.

    El motor rugió al primer intento. Jett se ajustó los guantes y subió al asiento. Desde el parabrisas, la entrada al Reino de la Relatividad parecía un torbellino de espejos doblados sobre sí mismos, y al centro, el hoyo negro giraba como un corazón oscuro esperando latir.

    —Esta vez no me alcanzas —dijo con una sonrisa ladeada.

    Y entonces, entró a la pista. Los giros imposibles comenzaron. Fragmentos del futuro se le adelantaban y pasados se repetían en cada curva. Pero su vehículo, más que conducir, deslizaba entre pliegues de espacio-tiempo con agilidad sobrenatural. La nueva pintura cortaba el aire como un estandarte de guerra. El alerón mantenía la línea. El motor... cantaba.

    Cuando cruzó la línea de meta, el borde del agujero negro ya lamía la pista. Detrás de él, una curva desapareció en la oscuridad. Pero Jett no miró atrás.

    Estacionó. Bajó del vehículo. Acarició el capó.

    —A veces, todo lo que se necesita... es un cambio de color y un poco de terquedad —dijo, riendo para sí mismo.
    El taller improvisado en el que Jett trabajaba olía a metal caliente, pintura fresca y adrenalina contenida. A su alrededor, herramientas flotaban en el aire con ingravidez leve, efecto residual del Reino de la Relatividad donde el tiempo, el peso y el espacio se burlaban de las leyes naturales. —Está bien, si esta pista quiere jugar con el tiempo, entonces yo juego con el diseño —murmuró mientras se quitaba los guantes manchados de aceite. Había desmontado parte de la carrocería del Deora II. El azul característico de Teku se había ido, reemplazado por un tono morado profundo, como el borde de un eclipse total. A lo largo de los costados, flamas plateadas recorrían la carrocería como si ardieran con frío cósmico, brillando incluso en la penumbra. Cada línea había sido pulida con mimo, aerodinámicamente calculada para resistir la distorsión gravitacional del agujero negro que daba forma a la pista. En la parte trasera, un alerón de aleación de kármium pulsaba con luz tenue, estabilizando la nave sobre superficies imposibles. No solo era estético: canalizaba la energía de la relatividad misma, ayudando a Jett a mantenerse en una sola línea temporal… por más tiempo. El motor rugió al primer intento. Jett se ajustó los guantes y subió al asiento. Desde el parabrisas, la entrada al Reino de la Relatividad parecía un torbellino de espejos doblados sobre sí mismos, y al centro, el hoyo negro giraba como un corazón oscuro esperando latir. —Esta vez no me alcanzas —dijo con una sonrisa ladeada. Y entonces, entró a la pista. Los giros imposibles comenzaron. Fragmentos del futuro se le adelantaban y pasados se repetían en cada curva. Pero su vehículo, más que conducir, deslizaba entre pliegues de espacio-tiempo con agilidad sobrenatural. La nueva pintura cortaba el aire como un estandarte de guerra. El alerón mantenía la línea. El motor... cantaba. Cuando cruzó la línea de meta, el borde del agujero negro ya lamía la pista. Detrás de él, una curva desapareció en la oscuridad. Pero Jett no miró atrás. Estacionó. Bajó del vehículo. Acarició el capó. —A veces, todo lo que se necesita... es un cambio de color y un poco de terquedad —dijo, riendo para sí mismo.
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  • ¡HEY, FICROLERS 3D!
    ¡Hoy tenemos una gran llegada de nuevos personajes 3D a la comunidad!

    Denle una cálida bienvenida a...

    ㅤㅤㅤㅤㅤ Francis

    Francis es el tipo que te sirve un latte perfecto con una sonrisa ladeada… y que luego desaparece en la madrugada para volcar su alma en ilustraciones que no muestra a cualquiera. A sus 26 años y con 1,77 de pura actitud, combina la calidez de un barista con la intensidad de un artista. Bisexual, directo y con un aire dominante que no necesita gritarse, es fácil caer en su juego… y mucho más difícil salir ileso. ¿Creías que los corazones solo se rompían en papel? Él te demuestra lo contrario con cada mirada.


    ㅤㅤㅤㅤㅤ 𝕀𝕣𝕖𝕟𝕖 𝔹𝕒𝕪𝕝𝕠𝕣

    Irene Baylor es una joven reservada pero con una fuerza interior que no necesita gritarse. Creció en un orfanato sin conocer sus raíces, y encontró en el arte y la música su refugio y motor. Estudia Bellas Artes mientras compagina varios trabajos para salir adelante: retratista callejera, cantante ocasional y camarera de noche. Sensible, trabajadora y con un pasado envuelto en sombras, Irene aún sueña con descubrir quién es realmente… y hasta dónde puede llegar.



    ¡Bienvenid@s a FicRol! Nos alegra muchísimo teneros por aquí. Esta comunidad está llena de historias por descubrir, personajes con los que conectar y mucho espacio para que desarrolléis los vuestros a vuestro ritmo.


    Yo soy Caroline, vuestra RolSage, algo así como una guía en el mundo de los Personajes 3D. Si tienes dudas, necesitas ayuda o simplemente quieres charlar, mis DMs están abiertos. Además, en mi fanpage encontrarás guías súper detalladas sobre el funcionamiento de FicRol. ¡Dale like para no perderte nada!


    Antes de lanzaros al rol, os dejo por aquí algunos enlaces útiles que os harán la vida más fácil:


    Normas básicas de la plataforma:
    https://ficrol.com/static/guidelines 


    Guías y miniguías para no perderse:
    https://ficrol.com/blogs/147711/ÍNDICE-DE-GUIAS-Y-MINIGUIAS 


    Grupo exclusivo para Personajes 3D:
    https://ficrol.com/groups/Personajes3D


    Directorios para encontrar rol y fandoms afines
    Directorio de Personajes 3D: https://ficrol.com/blogs/181793/DIRECTORIO-PERSONAJES-3D-Y-FANDOMS  
    Fandoms 3D en FicRol: https://ficrol.com/blogs/151304/FANDOMS-PERSONAJES-3D-EN-FICROL 


    Consejos para mejorar escritura y narración
    https://ficrol.com/pages/RinconEscritor 


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    #RolSage3D #Bienvenida3D #NuevosPersonajes3D #ComunidadFicRol
    ✨ ¡HEY, FICROLERS 3D! ✨ ¡Hoy tenemos una gran llegada de nuevos personajes 3D a la comunidad! 🎉 Denle una cálida bienvenida a... ㅤㅤㅤㅤㅤ ✨ [fable_teal_lobster_452] Francis es el tipo que te sirve un latte perfecto con una sonrisa ladeada… y que luego desaparece en la madrugada para volcar su alma en ilustraciones que no muestra a cualquiera. A sus 26 años y con 1,77 de pura actitud, combina la calidez de un barista con la intensidad de un artista. Bisexual, directo y con un aire dominante que no necesita gritarse, es fácil caer en su juego… y mucho más difícil salir ileso. ¿Creías que los corazones solo se rompían en papel? Él te demuestra lo contrario con cada mirada. ㅤㅤㅤㅤㅤ ✨ [Music_Art_life] Irene Baylor es una joven reservada pero con una fuerza interior que no necesita gritarse. Creció en un orfanato sin conocer sus raíces, y encontró en el arte y la música su refugio y motor. Estudia Bellas Artes mientras compagina varios trabajos para salir adelante: retratista callejera, cantante ocasional y camarera de noche. Sensible, trabajadora y con un pasado envuelto en sombras, Irene aún sueña con descubrir quién es realmente… y hasta dónde puede llegar. 👋 ¡Bienvenid@s a FicRol! Nos alegra muchísimo teneros por aquí. Esta comunidad está llena de historias por descubrir, personajes con los que conectar y mucho espacio para que desarrolléis los vuestros a vuestro ritmo. 🧙‍♀️ Yo soy Caroline, vuestra RolSage, algo así como una guía en el mundo de los Personajes 3D. Si tienes dudas, necesitas ayuda o simplemente quieres charlar, mis DMs están abiertos. Además, en mi fanpage encontrarás guías súper detalladas sobre el funcionamiento de FicRol. ¡Dale like para no perderte nada! 🧭 Antes de lanzaros al rol, os dejo por aquí algunos enlaces útiles que os harán la vida más fácil: 📌 Normas básicas de la plataforma: 🔗 https://ficrol.com/static/guidelines  📖 Guías y miniguías para no perderse: 🔗 https://ficrol.com/blogs/147711/ÍNDICE-DE-GUIAS-Y-MINIGUIAS  🌍 Grupo exclusivo para Personajes 3D: 🔗 https://ficrol.com/groups/Personajes3D 📚 Directorios para encontrar rol y fandoms afines 🔗 Directorio de Personajes 3D: https://ficrol.com/blogs/181793/DIRECTORIO-PERSONAJES-3D-Y-FANDOMS   🔗 Fandoms 3D en FicRol: https://ficrol.com/blogs/151304/FANDOMS-PERSONAJES-3D-EN-FICROL  ✍️ Consejos para mejorar escritura y narración 🔗 https://ficrol.com/pages/RinconEscritor  ¡Estamos deseando ver a vuestros personajes en acción! 🚀🔥 #RolSage3D #Bienvenida3D #NuevosPersonajes3D #ComunidadFicRol
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  • Operación sobrevivir a mi suegro
    Categoría Drama
    Me miré al espejo sin moverme, en silencio. Llevaba el vestido ya puesto: negro, largo, de manga larga, con la espalda completamente descubierta hasta la línea baja de la cintura. Nada de escotes frontales, nada innecesario.

    Alisé con las manos la tela ajustada sobre las caderas y luego fuí por mi melena. Había dejado mi pelo negro completamente liso, mi maquillaje iba acorde conmigo, labios rojo oscuro y delineado fino y elegante.
    Iba a hablar con el hombre que tenía la capacidad —y los contactos— para desaparecerme si me equivocaba con su hija y eso me hacía temblar un poco.

    Mía.

    —Joder, lo que haces por amor… —murmuré y respiré hondo frente al espejo -. Es solo una cena. Solo tu chica, su padre y su maldita colección de armas sobre la chimenea.

    Me puse un abrigo largo encima y bajé por las escaleras. No iba a llegar tarde.

    La moto me esperaba. Pero esa noche, iría en coche. Había reservado un sedán negro, con chófer y todo. Es el momento.

    Mía Russo
    Me miré al espejo sin moverme, en silencio. Llevaba el vestido ya puesto: negro, largo, de manga larga, con la espalda completamente descubierta hasta la línea baja de la cintura. Nada de escotes frontales, nada innecesario. Alisé con las manos la tela ajustada sobre las caderas y luego fuí por mi melena. Había dejado mi pelo negro completamente liso, mi maquillaje iba acorde conmigo, labios rojo oscuro y delineado fino y elegante. Iba a hablar con el hombre que tenía la capacidad —y los contactos— para desaparecerme si me equivocaba con su hija y eso me hacía temblar un poco. Mía. —Joder, lo que haces por amor… —murmuré y respiré hondo frente al espejo -. Es solo una cena. Solo tu chica, su padre y su maldita colección de armas sobre la chimenea. Me puse un abrigo largo encima y bajé por las escaleras. No iba a llegar tarde. La moto me esperaba. Pero esa noche, iría en coche. Había reservado un sedán negro, con chófer y todo. Es el momento. [Top_modelx95]
    Tipo
    Individual
    Líneas
    Cualquier línea
    Estado
    Terminado
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  • : “Motor y silencio”*

    El cielo del reino estaba quieto. Las nubes rosadas flotaban como algodones gigantes mientras el sol distante bañaba la pista suspendida en una luz cálida y dorada. No había truenos. No había rivales. Solo un viento suave que acariciaba la piel.

    Jett Wheeler estaba recostado cerca de su auto el Deora, con los brazos detrás de la cabeza, la sombrilla apoyada al costado, cerrada.

    —Hmh… Tranquilo, ¿eh? —murmuró, cerrando un ojo.

    Un ave atravesó el cielo lejano, y el único sonido era el leve *tic-tic* del motor enfriándose.

    Jett sonrió.

    —Sí… demasiado tranquilo.

    Se sentó de golpe, hizo crujir el cuello y luego se lanzó al asiento del piloto como si el mundo acabara de empezar a girar otra vez.

    —Vamos, Mirage. A ver si la pista nos extrañó.

    Y con un rugido limpio, el Deora encendió sus luces y aceleró hacia el horizonte celeste, dejando una estela brillante entre las nubes.
    🌅: “Motor y silencio”* El cielo del reino estaba quieto. Las nubes rosadas flotaban como algodones gigantes mientras el sol distante bañaba la pista suspendida en una luz cálida y dorada. No había truenos. No había rivales. Solo un viento suave que acariciaba la piel. Jett Wheeler estaba recostado cerca de su auto el Deora, con los brazos detrás de la cabeza, la sombrilla apoyada al costado, cerrada. —Hmh… Tranquilo, ¿eh? —murmuró, cerrando un ojo. Un ave atravesó el cielo lejano, y el único sonido era el leve *tic-tic* del motor enfriándose. Jett sonrió. —Sí… demasiado tranquilo. Se sentó de golpe, hizo crujir el cuello y luego se lanzó al asiento del piloto como si el mundo acabara de empezar a girar otra vez. —Vamos, Mirage. A ver si la pista nos extrañó. Y con un rugido limpio, el Deora encendió sus luces y aceleró hacia el horizonte celeste, dejando una estela brillante entre las nubes.
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  • El cartel de “cerrado” colgaba torcido sobre la puerta de cristal, reflejando la luz cálida del atardecer. Carmina echó la llave con un suspiro largo, ese que solo se suelta cuando el día por fin se rinde. La tienda de conveniencia estaba en silencio, salvo por el zumbido lejano de un refrigerador y el tenue golpeteo del reloj sobre la pared.

    Cruzó el pequeño pasillo trasero y se dejó caer en el sillón desfondado de la trastienda, ese que había heredado con el local y que se negaba a jubilarse. Se quitó los zapatos sin desatarse los cordones y estiró las piernas sobre una caja de refrescos sin abrir. En la mesita baja, junto a un vaso de agua tibia y un cenicero con una sola colilla, descansaba su libro a medio leer. No lo abrió.

    En vez de eso, cerró los ojos un momento y escuchó. El mundo afuera pasaba sin ella por primera vez en todo el día. El canto intermitente de un ave, el rugido suave de un motor distante, y el crujir de las vigas viejas que conocían bien el peso de su rutina.

    Por un instante, no era dueña ni empleada ni nada que tuviera que preocuparse por los inventarios o los clientes que preguntaban por cosas que no vendía. Solo era Carmina, con las mejillas aún tibias por el sol de la tarde, y un minuto de paz que no tenía precio.
    El cartel de “cerrado” colgaba torcido sobre la puerta de cristal, reflejando la luz cálida del atardecer. Carmina echó la llave con un suspiro largo, ese que solo se suelta cuando el día por fin se rinde. La tienda de conveniencia estaba en silencio, salvo por el zumbido lejano de un refrigerador y el tenue golpeteo del reloj sobre la pared. Cruzó el pequeño pasillo trasero y se dejó caer en el sillón desfondado de la trastienda, ese que había heredado con el local y que se negaba a jubilarse. Se quitó los zapatos sin desatarse los cordones y estiró las piernas sobre una caja de refrescos sin abrir. En la mesita baja, junto a un vaso de agua tibia y un cenicero con una sola colilla, descansaba su libro a medio leer. No lo abrió. En vez de eso, cerró los ojos un momento y escuchó. El mundo afuera pasaba sin ella por primera vez en todo el día. El canto intermitente de un ave, el rugido suave de un motor distante, y el crujir de las vigas viejas que conocían bien el peso de su rutina. Por un instante, no era dueña ni empleada ni nada que tuviera que preocuparse por los inventarios o los clientes que preguntaban por cosas que no vendía. Solo era Carmina, con las mejillas aún tibias por el sol de la tarde, y un minuto de paz que no tenía precio.
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  • "El era tan la tormenta que se acerca y el tan Moto con pistolas"
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  • Extraño conducir una de mis motos...
    Extraño conducir una de mis motos...
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