• Capítulo Final — El Señor de las Sombras: Amo de los Elementos y la Oscuridad

    La sala final del Castillo de las Sombras se transformó en un altar de poder absoluto.
    El suelo se fracturó en placas flotantes, el aire vibraba con energía, y el cielo sobre ellos —si es que aún existía— se tornó púrpura, como si el mundo estuviera a punto de colapsar.
    El Señor de las Sombras se alzó en el centro, sin conjurar, sin hablar. Su cuerpo era una amalgama de sombra viva, pero ahora, cuatro núcleos elementales giraban a su alrededor: brasas ardientes, corrientes de agua, espirales de viento y fragmentos de roca flotante. Cada uno pulsaba con poder ancestral.
    Yukine y Lidica, apenas de pie, sintieron cómo el aire se volvía más pesado. El Amuleto del Destino temblaba. Esta vez, no era solo oscuridad. Era todo.
    El Señor de las Sombras extendió una mano, y el suelo se alzó como una ola de piedra. Columnas de obsidiana emergieron violentamente, atrapando a Lidica entre muros móviles. Yukine intentó volar con levitación, pero el campo gravitacional se duplicó. Su cuerpo cayó como plomo.
    Lidica, atrapada, fue aplastada por una presión tectónica. Sus huesos crujían. Cada intento de escape era bloqueado por muros que se regeneraban.
    Yukine, con la magia desestabilizada, intentó usar hechizos de vibración para romper las rocas, pero el Señor de las Sombras absorbía la energía y la devolvía como ondas sísmicas.
    Ambos fueron enterrados vivos por segundos. Solo el vínculo mágico entre ellos les permitió sincronizar una explosión de energía que los liberó… pero no sin heridas graves.
    El enemigo giró sobre sí mismo, y una espiral de fuego infernal se desató. No era fuego común: era fuego que quemaba recuerdos, que convertía emociones en cenizas.
    Yukine fue alcanzado por una llamarada que le arrancó parte de su túnica mágica. Su piel se agrietó, y su mente comenzó a olvidar hechizos que había memorizado desde niño.
    Lidica, envuelta en llamas, vio a su hermana arder frente a ella. El fuego no solo quemaba su cuerpo, sino que la obligaba a revivir su peor trauma.
    El Señor de las Sombras caminaba entre las llamas sin ser tocado. Cada paso provocaba explosiones. Yukine intentó conjurar una “Llama Invertida”, pero el fuego del enemigo era absoluto.
    Lidica, con los brazos quemados, logró lanzar una daga encantada que desvió una llamarada… pero cayó de rodillas, jadeando.
    El enemigo alzó ambas manos, y la sala se inundó en segundos. Corrientes de agua oscura envolvieron a los héroes, arrastrándolos a un plano líquido donde no había arriba ni abajo.
    Yukine fue sumergido en una ilusión acuática donde todos sus logros eran borrados. Veía su vida deshacerse como tinta en el agua.
    Lidica se ahogaba, no por falta de aire, sino por la presión emocional. Cada burbuja que escapaba de su boca era un recuerdo que se perdía.
    El Señor de las Sombras se convirtió en una serpiente marina de sombra líquida, atacando desde todas direcciones. Yukine logró conjurar una burbuja de aire, pero su energía estaba al límite. Lidica, con los pulmones colapsando, usó su último frasco de poción para recuperar apenas lo suficiente para moverse.
    El enemigo se elevó, y el viento se volvió cuchillas. Corrientes invisibles cortaban la piel, los músculos, incluso la magia.
    Yukine fue lanzado contra una pared por una ráfaga que rompía barreras mágicas. Su brazo izquierdo quedó inutilizado.
    Lidica intentó correr, pero el viento la desorientaba. Cada paso la llevaba a un lugar distinto. Su percepción del espacio se rompía.
    El Señor de las Sombras se multiplicó en formas aéreas, atacando con velocidad imposible. Yukine y Lidica no podían seguirle el ritmo. Cada segundo era una herida nueva. Cada intento de defensa era inútil.
    Ambos cayeron. Yukine, sangrando, con la magia casi extinguida. Lidica, con las piernas rotas, sin dagas, sin aire. El Amuleto del Destino cayó al suelo, apagado.
    El Señor de las Sombras descendió lentamente. Su voz resonó como un trueno:
    —“¿Esto es todo? ¿Esto es lo que el mundo llama esperanza?”
    Yukine intentó levantarse. Lidica extendió la mano. , pero no alcanzaba. El mundo se desmoronaba.
    Y entonces… algo se quebró.
    Dentro del pecho de Yukine, una marca que siempre había sentido como una cicatriz comenzó a arder. No era dolor físico. Era una ruptura. Un sello místico, impuesto por su maestro años atrás, se deshacía lentamente, como si el universo reconociera que ya no había otra opción.
    Yukine gritó. No por sufrimiento, sino por liberación.
    Su maestro le había dicho una vez:
    “Hay una parte de ti que no debes tocar… hasta que el mundo esté a punto de caer, pero el precio a pagar sera muy alto”
    La marca se expandió por su cuerpo, revelando runas antiguas que brillaban con luz azul oscura. No era magia convencional. Era magia de origen, una energía que no requería palabras, gestos ni concentración. Era voluntad pura, conectada directamente al tejido del mundo.
    Yukine se levantó. Su cuerpo seguía herido, pero la energía que lo envolvía lo sostenía. Sus ojos brillaban con un fulgor que no era humano. El Amuleto del Destino reaccionó, no absorbiendo su poder… sino alineándose con él.
    Lidica, aún en el suelo, sintió la presión cambiar. El aire se volvió más denso. El Señor de las Sombras se detuvo por primera vez.
    —“¿Qué… es eso?” —gruñó.
    Yukine no respondió. No podía. El poder que lo atravesaba hablaba por él.
    El Señor de las Sombras desató todo su poder: fuego, agua, viento, tierra, sombra. El mundo tembló. El cielo se rasgó. El suelo se partió.
    Yukine, guiado por el poder liberado, no esquivaba. No bloqueaba. Absorbía. Cada elemento era neutralizado por una runa que surgía espontáneamente en su piel. Cada ataque era redirigido, transformado, devuelto.
    Pero el poder tenía un precio.
    Con cada segundo, el sello se consumía. Yukine sentía su alma fragmentarse. Su cuerpo comenzaba a descomponerse por dentro. Era demasiado. Incluso para él.
    Lidica, viendo esto, usó lo que le quedaba de fuerza para canalizar su energía en el Amuleto. No para atacar. Para estabilizar a Yukine. Su vínculo no era emocional esta vez. Era técnico. Preciso. Ella se convirtió en el ancla que evitó que Yukine se desintegrara.
    Juntos, lanzaron el golpe final.
    Una onda de magia de origen, reforzada por el Amuleto y sostenida por Lidica, atravesó el núcleo del Señor de las Sombras.
    El enemigo gritó. No por dolor. Por incredulidad.
    —“¡No pueden vencerme! ¡Yo soy el fin!”
    —“Entonces este es el fin… de ti.” —respondieron juntos.
    Yukine cayó. Su cuerpo colapsó. El sello estaba roto. El poder se había ido. Lidica lo sostuvo, con lágrimas en los ojos.
    —“Lo lograste… pero casi te pierdo.” —susurró.
    El Amuleto del Destino brilló una última vez, estabilizando el entorno. El Castillo colapsó. La oscuridad retrocedió.
    Y el mundo… comenzó a sanar.
    La caída del Señor de las Sombras no fue una explosión, ni un grito final. Fue un silencio. Un vacío que se disipó lentamente, como la niebla al amanecer. El Castillo de las Sombras se desmoronó en fragmentos de obsidiana que se hundieron en la tierra, como si el mundo mismo quisiera enterrar su memoria.
    El cielo, antes teñido de púrpura y tormenta, comenzó a abrirse. No con luz intensa, sino con una claridad suave, como si el sol dudara en volver a mirar.
    El mundo no celebró. No aún. Primero, lloró.
    Yukine y Lidica fueron encontrados entre los escombros del Castillo de las Sombras por los sabios del Bosque de los Ancestros. No como guerreros invencibles, sino como sobrevivientes al borde de la muerte.
    Yukine fue llevado inconsciente al Santuario de las Aguas Silentes, donde los sabios del norte intentaron estabilizar su cuerpo. El sello roto había liberado un poder ancestral, pero también había dejado grietas profundas en su alma. Durante semanas, su magia fluctuaba sin control. A veces, su cuerpo brillaba con runas vivas. Otras, se apagaba por completo.
    Lidica, con las piernas fracturadas, quemaduras internas y una fatiga que no se curaba con pociones, fue atendida por los druidas del Valle del Viento. Su cuerpo sanaba lentamente, pero su mente seguía atrapada en los ecos de la batalla. A menudo despertaba gritando, creyendo que el Señor de las Sombras aún estaba allí.
    Ambos estaban vivos. Pero no intactos.
    Pasaron varios meses antes de que Yukine abriera los ojos. Lo primero que vio fue a Lidica dormida a su lado, con una venda en el rostro y una cicatriz nueva en el cuello. Lo primero que dijo fue:
    —“¿Ganamos?”
    Lidica despertó. No respondió. Solo lo abrazó. Y ambos lloraron. No por la victoria. Sino por todo lo que costó.
    La magia oscura que había envuelto los reinos comenzó a disiparse. Las criaturas que habían huido —dragones, espíritus del bosque, guardianes elementales— regresaron poco a poco. Las tierras malditas florecieron. Los ríos contaminados se limpiaron. Las aldeas que vivían bajo el miedo comenzaron a reconstruirse.
    los campos ardidos por el fuego se convirtieron en jardines de luz.
    los lagos recuperaron su cristalino reflejo, y los peces dorados volvieron a danzar.
    los vientos que antes cortaban ahora movían molinos que alimentaban aldeas enteras.
    las montañas fracturadas fueron talladas en monumentos a los caídos.
    Los pueblos no erigieron estatuas de Yukine y Lidica. En cambio, sembraron árboles. Porque sabían que la verdadera victoria no era recordar la guerra… sino cultivar la paz.
    Los descendientes de los Guardianes elementales se reunieron en el Círculo de la Aurora, donde juraron proteger el equilibrio y evitar que el poder se concentrara en una sola mano.
    El Amuleto del Destino fue sellado en el Templo de la Luz Silente, no como arma, sino como testigo. Solo Yukine y Lidica podían acceder a él, y ambos decidieron no volver a usarlo… a menos que el mundo volviera a olvidar lo que costó la paz.
    No regresaron a sus antiguas vidas. Yukine no volvió a su torre. Lidica no retomó la senda del combate. En cambio, caminaron juntos por los pueblos, enseñando a los niños a leer las estrellas, ayudando a los ancianos a reconstruir sus hogares, escuchando las historias de quienes sobrevivieron.
    A veces, simplemente se sentaban bajo un árbol, en silencio. Porque el silencio, después de tanto dolor, era también una forma de paz.
    —“¿Crees que esto durará?” —preguntó Lidica una tarde.
    —“No lo sé.” —respondió Yukine, mirando el cielo. —“Pero si vuelve la oscuridad… sabrá que no estamos solos.”
    Capítulo Final — El Señor de las Sombras: Amo de los Elementos y la Oscuridad La sala final del Castillo de las Sombras se transformó en un altar de poder absoluto. El suelo se fracturó en placas flotantes, el aire vibraba con energía, y el cielo sobre ellos —si es que aún existía— se tornó púrpura, como si el mundo estuviera a punto de colapsar. El Señor de las Sombras se alzó en el centro, sin conjurar, sin hablar. Su cuerpo era una amalgama de sombra viva, pero ahora, cuatro núcleos elementales giraban a su alrededor: brasas ardientes, corrientes de agua, espirales de viento y fragmentos de roca flotante. Cada uno pulsaba con poder ancestral. Yukine y Lidica, apenas de pie, sintieron cómo el aire se volvía más pesado. El Amuleto del Destino temblaba. Esta vez, no era solo oscuridad. Era todo. El Señor de las Sombras extendió una mano, y el suelo se alzó como una ola de piedra. Columnas de obsidiana emergieron violentamente, atrapando a Lidica entre muros móviles. Yukine intentó volar con levitación, pero el campo gravitacional se duplicó. Su cuerpo cayó como plomo. Lidica, atrapada, fue aplastada por una presión tectónica. Sus huesos crujían. Cada intento de escape era bloqueado por muros que se regeneraban. Yukine, con la magia desestabilizada, intentó usar hechizos de vibración para romper las rocas, pero el Señor de las Sombras absorbía la energía y la devolvía como ondas sísmicas. Ambos fueron enterrados vivos por segundos. Solo el vínculo mágico entre ellos les permitió sincronizar una explosión de energía que los liberó… pero no sin heridas graves. El enemigo giró sobre sí mismo, y una espiral de fuego infernal se desató. No era fuego común: era fuego que quemaba recuerdos, que convertía emociones en cenizas. Yukine fue alcanzado por una llamarada que le arrancó parte de su túnica mágica. Su piel se agrietó, y su mente comenzó a olvidar hechizos que había memorizado desde niño. Lidica, envuelta en llamas, vio a su hermana arder frente a ella. El fuego no solo quemaba su cuerpo, sino que la obligaba a revivir su peor trauma. El Señor de las Sombras caminaba entre las llamas sin ser tocado. Cada paso provocaba explosiones. Yukine intentó conjurar una “Llama Invertida”, pero el fuego del enemigo era absoluto. Lidica, con los brazos quemados, logró lanzar una daga encantada que desvió una llamarada… pero cayó de rodillas, jadeando. El enemigo alzó ambas manos, y la sala se inundó en segundos. Corrientes de agua oscura envolvieron a los héroes, arrastrándolos a un plano líquido donde no había arriba ni abajo. Yukine fue sumergido en una ilusión acuática donde todos sus logros eran borrados. Veía su vida deshacerse como tinta en el agua. Lidica se ahogaba, no por falta de aire, sino por la presión emocional. Cada burbuja que escapaba de su boca era un recuerdo que se perdía. El Señor de las Sombras se convirtió en una serpiente marina de sombra líquida, atacando desde todas direcciones. Yukine logró conjurar una burbuja de aire, pero su energía estaba al límite. Lidica, con los pulmones colapsando, usó su último frasco de poción para recuperar apenas lo suficiente para moverse. El enemigo se elevó, y el viento se volvió cuchillas. Corrientes invisibles cortaban la piel, los músculos, incluso la magia. Yukine fue lanzado contra una pared por una ráfaga que rompía barreras mágicas. Su brazo izquierdo quedó inutilizado. Lidica intentó correr, pero el viento la desorientaba. Cada paso la llevaba a un lugar distinto. Su percepción del espacio se rompía. El Señor de las Sombras se multiplicó en formas aéreas, atacando con velocidad imposible. Yukine y Lidica no podían seguirle el ritmo. Cada segundo era una herida nueva. Cada intento de defensa era inútil. Ambos cayeron. Yukine, sangrando, con la magia casi extinguida. Lidica, con las piernas rotas, sin dagas, sin aire. El Amuleto del Destino cayó al suelo, apagado. El Señor de las Sombras descendió lentamente. Su voz resonó como un trueno: —“¿Esto es todo? ¿Esto es lo que el mundo llama esperanza?” Yukine intentó levantarse. Lidica extendió la mano. , pero no alcanzaba. El mundo se desmoronaba. Y entonces… algo se quebró. Dentro del pecho de Yukine, una marca que siempre había sentido como una cicatriz comenzó a arder. No era dolor físico. Era una ruptura. Un sello místico, impuesto por su maestro años atrás, se deshacía lentamente, como si el universo reconociera que ya no había otra opción. Yukine gritó. No por sufrimiento, sino por liberación. Su maestro le había dicho una vez: “Hay una parte de ti que no debes tocar… hasta que el mundo esté a punto de caer, pero el precio a pagar sera muy alto” La marca se expandió por su cuerpo, revelando runas antiguas que brillaban con luz azul oscura. No era magia convencional. Era magia de origen, una energía que no requería palabras, gestos ni concentración. Era voluntad pura, conectada directamente al tejido del mundo. Yukine se levantó. Su cuerpo seguía herido, pero la energía que lo envolvía lo sostenía. Sus ojos brillaban con un fulgor que no era humano. El Amuleto del Destino reaccionó, no absorbiendo su poder… sino alineándose con él. Lidica, aún en el suelo, sintió la presión cambiar. El aire se volvió más denso. El Señor de las Sombras se detuvo por primera vez. —“¿Qué… es eso?” —gruñó. Yukine no respondió. No podía. El poder que lo atravesaba hablaba por él. El Señor de las Sombras desató todo su poder: fuego, agua, viento, tierra, sombra. El mundo tembló. El cielo se rasgó. El suelo se partió. Yukine, guiado por el poder liberado, no esquivaba. No bloqueaba. Absorbía. Cada elemento era neutralizado por una runa que surgía espontáneamente en su piel. Cada ataque era redirigido, transformado, devuelto. Pero el poder tenía un precio. Con cada segundo, el sello se consumía. Yukine sentía su alma fragmentarse. Su cuerpo comenzaba a descomponerse por dentro. Era demasiado. Incluso para él. Lidica, viendo esto, usó lo que le quedaba de fuerza para canalizar su energía en el Amuleto. No para atacar. Para estabilizar a Yukine. Su vínculo no era emocional esta vez. Era técnico. Preciso. Ella se convirtió en el ancla que evitó que Yukine se desintegrara. Juntos, lanzaron el golpe final. Una onda de magia de origen, reforzada por el Amuleto y sostenida por Lidica, atravesó el núcleo del Señor de las Sombras. El enemigo gritó. No por dolor. Por incredulidad. —“¡No pueden vencerme! ¡Yo soy el fin!” —“Entonces este es el fin… de ti.” —respondieron juntos. Yukine cayó. Su cuerpo colapsó. El sello estaba roto. El poder se había ido. Lidica lo sostuvo, con lágrimas en los ojos. —“Lo lograste… pero casi te pierdo.” —susurró. El Amuleto del Destino brilló una última vez, estabilizando el entorno. El Castillo colapsó. La oscuridad retrocedió. Y el mundo… comenzó a sanar. La caída del Señor de las Sombras no fue una explosión, ni un grito final. Fue un silencio. Un vacío que se disipó lentamente, como la niebla al amanecer. El Castillo de las Sombras se desmoronó en fragmentos de obsidiana que se hundieron en la tierra, como si el mundo mismo quisiera enterrar su memoria. El cielo, antes teñido de púrpura y tormenta, comenzó a abrirse. No con luz intensa, sino con una claridad suave, como si el sol dudara en volver a mirar. El mundo no celebró. No aún. Primero, lloró. Yukine y Lidica fueron encontrados entre los escombros del Castillo de las Sombras por los sabios del Bosque de los Ancestros. No como guerreros invencibles, sino como sobrevivientes al borde de la muerte. Yukine fue llevado inconsciente al Santuario de las Aguas Silentes, donde los sabios del norte intentaron estabilizar su cuerpo. El sello roto había liberado un poder ancestral, pero también había dejado grietas profundas en su alma. Durante semanas, su magia fluctuaba sin control. A veces, su cuerpo brillaba con runas vivas. Otras, se apagaba por completo. Lidica, con las piernas fracturadas, quemaduras internas y una fatiga que no se curaba con pociones, fue atendida por los druidas del Valle del Viento. Su cuerpo sanaba lentamente, pero su mente seguía atrapada en los ecos de la batalla. A menudo despertaba gritando, creyendo que el Señor de las Sombras aún estaba allí. Ambos estaban vivos. Pero no intactos. Pasaron varios meses antes de que Yukine abriera los ojos. Lo primero que vio fue a Lidica dormida a su lado, con una venda en el rostro y una cicatriz nueva en el cuello. Lo primero que dijo fue: —“¿Ganamos?” Lidica despertó. No respondió. Solo lo abrazó. Y ambos lloraron. No por la victoria. Sino por todo lo que costó. La magia oscura que había envuelto los reinos comenzó a disiparse. Las criaturas que habían huido —dragones, espíritus del bosque, guardianes elementales— regresaron poco a poco. Las tierras malditas florecieron. Los ríos contaminados se limpiaron. Las aldeas que vivían bajo el miedo comenzaron a reconstruirse. los campos ardidos por el fuego se convirtieron en jardines de luz. los lagos recuperaron su cristalino reflejo, y los peces dorados volvieron a danzar. los vientos que antes cortaban ahora movían molinos que alimentaban aldeas enteras. las montañas fracturadas fueron talladas en monumentos a los caídos. Los pueblos no erigieron estatuas de Yukine y Lidica. En cambio, sembraron árboles. Porque sabían que la verdadera victoria no era recordar la guerra… sino cultivar la paz. Los descendientes de los Guardianes elementales se reunieron en el Círculo de la Aurora, donde juraron proteger el equilibrio y evitar que el poder se concentrara en una sola mano. El Amuleto del Destino fue sellado en el Templo de la Luz Silente, no como arma, sino como testigo. Solo Yukine y Lidica podían acceder a él, y ambos decidieron no volver a usarlo… a menos que el mundo volviera a olvidar lo que costó la paz. No regresaron a sus antiguas vidas. Yukine no volvió a su torre. Lidica no retomó la senda del combate. En cambio, caminaron juntos por los pueblos, enseñando a los niños a leer las estrellas, ayudando a los ancianos a reconstruir sus hogares, escuchando las historias de quienes sobrevivieron. A veces, simplemente se sentaban bajo un árbol, en silencio. Porque el silencio, después de tanto dolor, era también una forma de paz. —“¿Crees que esto durará?” —preguntó Lidica una tarde. —“No lo sé.” —respondió Yukine, mirando el cielo. —“Pero si vuelve la oscuridad… sabrá que no estamos solos.”
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    cario mío, ¡espérame!
    que está noche no me encuentro muy bien.

    de un momento a otro, de la tarde a la noche, sentí molestia... para nada emocional, solo corporal.

    tuve hoy montañas rusas de emociones, pasos apresurados que atender y nervios que controlar.

    Cariño mío, tú que esperas mi presencia.
    aguarda y recuerda...
    siéntete tranquilo, volveré lo mas rápido que pueda.

    sé paciente, sé impecable, sé... cariño mío, tranquilo a pesar de la situación pasable.
    cario mío, ¡espérame! que está noche no me encuentro muy bien. de un momento a otro, de la tarde a la noche, sentí molestia... para nada emocional, solo corporal. tuve hoy montañas rusas de emociones, pasos apresurados que atender y nervios que controlar. Cariño mío, tú que esperas mi presencia. aguarda y recuerda... siéntete tranquilo, volveré lo mas rápido que pueda. sé paciente, sé impecable, sé... cariño mío, tranquilo a pesar de la situación pasable.
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    Battle Time: Goetia vs Godkiller – El Juicio Final de los Dioses

    Escenario
    El combate tiene lugar en el Trono del Fin de los Tiempos, un plano más allá del universo donde estrellas muertas flotan como cenizas en un océano de vacío. A lo lejos, una grieta cósmica divide el cielo en dos: un lado ardiendo en llamas doradas, el otro sumido en oscuridad sangrienta. Cada respiro de estos titanes es suficiente para hacer colapsar galaxias enteras.

    El Choque
    La figura imponente de Goetia, el rey demoníaco de la magia prohibida, aparece envuelto en una marea de llamas apocalípticas. Su torso resplandece con el núcleo de destrucción, un ojo ardiente que palpita con el poder de incontables almas sacrificadas. Su voz truena como un millón de tormentas:

    — “¡Soy el fuego del final, la condena de los cielos y la extinción de la humanidad!”

    Enfrente, el caballero eterno Godkiller se yergue con armadura oscura bañada en luz carmesí. En su mano porta la Hoja del Eclipse, un arma forjada para derribar divinidades. Su mirada es fría, calculadora, y cada paso que da resuena como un martillo golpeando el destino.

    — “Dios o demonio… da igual. Mi espada fue hecha para matar a ambos.”

    El choque comienza con un estallido de luz y oscuridad que rasga la eternidad.

    Habilidades
    ⁘ Goetia
    ֎ Flame of Incineration: fuego místico capaz de reducir mundos enteros a cenizas.

    ֎ Ojo del Juicio: el núcleo en su pecho dispara rayos de energía que borran la existencia de todo lo que tocan.

    ֎ Magia Prohibida: manipula almas sacrificadas, usándolas como proyectiles, escudos o invocaciones.

    ֎ Inmortalidad Demoníaca: su cuerpo se regenera mientras exista odio y desesperación en el cosmos.

    ꕤ Godkiller
    ⚜ Hoja del Eclipse: espada capaz de cortar conceptos divinos, anulando poderes “absolutos”.

    ⚜ Aura del Vacío: un campo de energía que debilita y corrompe cualquier poder celestial o infernal cercano.

    ⚜ Juicio Carmesí: descarga un tajo de energía roja que puede dividir montañas estelares y agujeros negros.

    ⚜ Voluntad del Guerrero Eterno: su fuerza aumenta cuanto más alto sea el poder de su oponente; entre más divina la amenaza, más letal se vuelve.

    Clímax
    Goetia desata su furia: mares de fuego dorado envuelven el campo, estrellas enteras son consumidas y lanzadas contra Godkiller como proyectiles. El caballero avanza entre el caos, su armadura resquebrajada pero su espada brillando con un fulgor inquebrantable.

    El Ojo del Juicio dispara un rayo que atraviesa realidades, pero la Hoja del Eclipse corta la energía como si fuese aire. El universo se tambalea cuando ambos descargan sus ataques finales:

    ❁ Goetia lanza la Llama Final de la Extinción, un sol maldito que arde con toda su existencia.

    ❁ Godkiller responde con la Decapitación del Cielo, un tajo único que divide la luz, la oscuridad y el tiempo mismo.

    La colisión provoca una explosión que desintegra el plano entero.
    🌌🔥 Battle Time: Goetia vs Godkiller – El Juicio Final de los Dioses ⚔️ 🌠 Escenario El combate tiene lugar en el Trono del Fin de los Tiempos, un plano más allá del universo donde estrellas muertas flotan como cenizas en un océano de vacío. A lo lejos, una grieta cósmica divide el cielo en dos: un lado ardiendo en llamas doradas, el otro sumido en oscuridad sangrienta. Cada respiro de estos titanes es suficiente para hacer colapsar galaxias enteras. ⚔️ El Choque La figura imponente de Goetia, el rey demoníaco de la magia prohibida, aparece envuelto en una marea de llamas apocalípticas. Su torso resplandece con el núcleo de destrucción, un ojo ardiente que palpita con el poder de incontables almas sacrificadas. Su voz truena como un millón de tormentas: — “¡Soy el fuego del final, la condena de los cielos y la extinción de la humanidad!” Enfrente, el caballero eterno Godkiller se yergue con armadura oscura bañada en luz carmesí. En su mano porta la Hoja del Eclipse, un arma forjada para derribar divinidades. Su mirada es fría, calculadora, y cada paso que da resuena como un martillo golpeando el destino. — “Dios o demonio… da igual. Mi espada fue hecha para matar a ambos.” El choque comienza con un estallido de luz y oscuridad que rasga la eternidad. 🔥 Habilidades ⁘ Goetia ֎ Flame of Incineration: fuego místico capaz de reducir mundos enteros a cenizas. ֎ Ojo del Juicio: el núcleo en su pecho dispara rayos de energía que borran la existencia de todo lo que tocan. ֎ Magia Prohibida: manipula almas sacrificadas, usándolas como proyectiles, escudos o invocaciones. ֎ Inmortalidad Demoníaca: su cuerpo se regenera mientras exista odio y desesperación en el cosmos. ꕤ Godkiller ⚜ Hoja del Eclipse: espada capaz de cortar conceptos divinos, anulando poderes “absolutos”. ⚜ Aura del Vacío: un campo de energía que debilita y corrompe cualquier poder celestial o infernal cercano. ⚜ Juicio Carmesí: descarga un tajo de energía roja que puede dividir montañas estelares y agujeros negros. ⚜ Voluntad del Guerrero Eterno: su fuerza aumenta cuanto más alto sea el poder de su oponente; entre más divina la amenaza, más letal se vuelve. ⚡ Clímax Goetia desata su furia: mares de fuego dorado envuelven el campo, estrellas enteras son consumidas y lanzadas contra Godkiller como proyectiles. El caballero avanza entre el caos, su armadura resquebrajada pero su espada brillando con un fulgor inquebrantable. El Ojo del Juicio dispara un rayo que atraviesa realidades, pero la Hoja del Eclipse corta la energía como si fuese aire. El universo se tambalea cuando ambos descargan sus ataques finales: ❁ Goetia lanza la Llama Final de la Extinción, un sol maldito que arde con toda su existencia. ❁ Godkiller responde con la Decapitación del Cielo, un tajo único que divide la luz, la oscuridad y el tiempo mismo. La colisión provoca una explosión que desintegra el plano entero.
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  • China Antigua.- La vida en la montaña celestial siempre habia sido tranquila y en completa paz y armonía, las leyes que establecía su maestra Baoshan siempre fueron rectas y todo seguia un orden natural, el cual era dificil intervenir, no fue hasta que cumplio los 17 años que pudo dejar la montaña por deseo propio de ayudar a las personas, pues si bien vivian casi como un monasterio llegaron a escuchar rumores aqui y alla de algunos viajeros que se encontraron en uno de sus dias que pudo salir a recolectar plantas medicinales en un arroyo cercano.

    Aquello le causo preocupacion al joven discipulo y tras varios ruegos la maestra le permitio salir, sin embargo las leyes eran directas: "si te vas, no puedes volver a la montaña" por lo cual y tras pensarlo, no le quedo mas remedio que irse y emprender su camino.

    Aun asi, participó en su primera competencia logrando el primer lugar, mas no dejo que esto se le subiera continuo con las enseñanzas que habia aprendido, aprovecho que se encontraba cerca de la secta Lanling para curosear en alguna biblioteca cercana y consultar algunos libros y pergaminos, tomandose el tiempo de comprar uno que llamo su atencion y llevarlo a la posada donde estaba hospedado.

    "Quien pretende el dominio del mundo y mejorar éste, se encamina al fracaso. El mundo es tan sagrado y vasto que no puede ser dominado. Quien lo domina lo empeora, quien lo tiene lo pierde."

    "Aquel que obtiene una victoria sobre otro hombre, es fuerte; pero quien obtiene una victoria sobre sí mismo, es poderoso"

    " Observa todo lo blanco que hay en torno tuyo, pero recuerda todo lo negro que existe."

    parece que es muy bueno -pensó-
    China Antigua.- La vida en la montaña celestial siempre habia sido tranquila y en completa paz y armonía, las leyes que establecía su maestra Baoshan siempre fueron rectas y todo seguia un orden natural, el cual era dificil intervenir, no fue hasta que cumplio los 17 años que pudo dejar la montaña por deseo propio de ayudar a las personas, pues si bien vivian casi como un monasterio llegaron a escuchar rumores aqui y alla de algunos viajeros que se encontraron en uno de sus dias que pudo salir a recolectar plantas medicinales en un arroyo cercano. Aquello le causo preocupacion al joven discipulo y tras varios ruegos la maestra le permitio salir, sin embargo las leyes eran directas: "si te vas, no puedes volver a la montaña" por lo cual y tras pensarlo, no le quedo mas remedio que irse y emprender su camino. Aun asi, participó en su primera competencia logrando el primer lugar, mas no dejo que esto se le subiera continuo con las enseñanzas que habia aprendido, aprovecho que se encontraba cerca de la secta Lanling para curosear en alguna biblioteca cercana y consultar algunos libros y pergaminos, tomandose el tiempo de comprar uno que llamo su atencion y llevarlo a la posada donde estaba hospedado. "Quien pretende el dominio del mundo y mejorar éste, se encamina al fracaso. El mundo es tan sagrado y vasto que no puede ser dominado. Quien lo domina lo empeora, quien lo tiene lo pierde." "Aquel que obtiene una victoria sobre otro hombre, es fuerte; pero quien obtiene una victoria sobre sí mismo, es poderoso" " Observa todo lo blanco que hay en torno tuyo, pero recuerda todo lo negro que existe." parece que es muy bueno -pensó-
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  • Esto no se ve bien...

    *Se acerca septiembre, el mes de la libertad, y por eso mismo ya se anticipaba que estaría saturado de trabajo por las celebraciones que había que comenzar a preparar. Así es que Ellos se puso a ello, pero al revisar los archivos, se encontró con pendientes de hasta diez meses de retraso...*

    —Sé que Shinn puede ayudarme con esto, pero... Es una montaña gigantesca...

    *Da un suspiro y se pone a trabajar, porque de nada sirve quejarse.*

    —Lo único positivo... Es que creo que los cinco estaremos reunidos otra vez...
    Esto no se ve bien... *Se acerca septiembre, el mes de la libertad, y por eso mismo ya se anticipaba que estaría saturado de trabajo por las celebraciones que había que comenzar a preparar. Así es que Ellos se puso a ello, pero al revisar los archivos, se encontró con pendientes de hasta diez meses de retraso...* —Sé que Shinn puede ayudarme con esto, pero... Es una montaña gigantesca... *Da un suspiro y se pone a trabajar, porque de nada sirve quejarse.* —Lo único positivo... Es que creo que los cinco estaremos reunidos otra vez...
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  • 𝑁𝑜 𝑞𝑢𝑖𝑒𝑟𝑜 𝑣𝑜𝑙𝑣𝑒𝑟 𝑎 𝑒𝑠𝑐𝑢𝑐ℎ𝑎𝑟 𝑡𝑢 𝑣𝑜𝑧. 𝑁𝑜 𝑞𝑢𝑖𝑒𝑟𝑜 𝑣𝑜𝑙𝑣𝑒𝑟 𝑎 𝑣𝑒𝑟𝑡𝑒
    Fandom Harry Potter
    Categoría Acción
    𝑠𝑡𝑎𝑟𝑡𝑒𝑟 𝑝𝑎𝑟𝑎 𝓙𝑒𝑠𝑠 𝓦𝑖𝑙𝑙𝑜𝑤𝑠

    Hubiera querido llorar. Hubiera querido poder gritar, hacerla entender, rogarle, abrazarla, ponerse de rodillas y suplicarle, hubiera bebido litros y litros de veritaserum, hubiera hecho lo que fuera para no perderla.
    Haber matado a un hombre, haber destrozado el Ministerio de Gran Bretaña, haber sido traicionado por Barnabas, perder su trabajo, ser encarcelado, la suerte que quisiera depararle el Wizengamot… Todo aquello le daba igual, nada era tan importante para él como Jessica, estaba dispuesto a perderlo todo, sabía lo que arriesgaba entrando en el plan de aquel hombre, pero no podia soportar esa mirada que pretendía ser fría, pero que había aprendido a leer tan bien durante aquel tiempo que podia ver todo el dolor, la traición, y el daño que él mismo le había causado a través de su muro helado.

    Jessica no le había convertido en un hombre nuevo. No. Ella había sido la primera y la única que había sabido ver quien era realmente él, le había enseñado un mundo, su mundo, uno feliz junto a ella y como vivirlo. Había reído a carcajadas, había derribado barreras internas, había crecido personal y profesionalmente.
    Y ahora sin ella a su lado había caído en un pozo, en un vacío del que no podia salir.

    Aún podia rememorar con escalofriante detalle las palabras de Jessica aquel terrible día en que ella había descubierto todo, "[...] 𝑁𝑜 𝑞𝑢𝑖𝑒𝑟𝑜 𝑣𝑜𝑙𝑣𝑒𝑟 𝑎 𝑒𝑠𝑐𝑢𝑐ℎ𝑎𝑟 𝑡𝑢 𝑣𝑜𝑧. 𝑁𝑜 𝑞𝑢𝑖𝑒𝑟𝑜 𝑣𝑜𝑙𝑣𝑒𝑟 𝑎 𝑣𝑒𝑟𝑡𝑒 [...] 𝑌𝑜 𝑦𝑎 𝑛𝑜 𝑠𝑖𝑒𝑛𝑡𝑜 𝑛𝑎𝑑𝑎 𝑝𝑜𝑟 𝑡𝑖."
    Todo lo que había ocurrido después de aquello estaba borroso en su mente, era un barullo de voces, y presencias mientras él era desarmado y maniatado por Jessica.
    Le habían trasladado a las celdas de MACUSA desde donde esperaba el juicio que decidiría su suerte. Desde allí recordaba, rememoraba. Casi siempre se decantaba por los últimos momentos, por aquellos que le habían llevado allí, porque entrarse en aquellos momentos de su relación en los que habían sido felices, dolía mucho más.

    Había preguntado por ella, esperaba poder verla, aún, aunque fuera una necedad, esperaba que pasadas aquellas semanas Jessica hubiera recapacitado, hubiera visto algo de verdad en sus palabras, en su mirada. Pero jamás nadie le dio una respuesta, y ella jamás había bajado a aquellas lúgubres celdas a visitarlo.

    Los días, largos en aquella pequeña celda, se convierten en semanas, y las semanas en meses.
    Casi cuando está a punto de cumplirse su segundo mes allí, la cita con el tribunal mágico es celebrada.
    Sabía que aquella vez sí, volvería a ver a Jessica, y esa expectativa junto con la esperanza de que aquello acabara de una vez por todas, era su mayor motivación en esos momentos.
    El elegante Marcus Byrne hace su aparición en la sala del tribunal con un aspecto mucho más desmejorado, sus rizos despeinados, una suave sombra de barba en su rostro, con una apariencia más delgada, los hombros hundidos por el desánimo, y unos ojos tristes que habían perdido su brillo y que solo buscaban los de la auror que había sido llamada como testigo.

    Las declaraciones de todos los testigos son dilapidarías. Sabía que no tenía mucho que hacer, o más bien dicho nada. No era esperanza en una sentencia favorable lo que vibraba en su pecho, era el miedo que da el saber que tu futuro está en manos de otras personas, que ya no eres dueño de tu vida.

    La sentencia había sido dura y clara, pero su abogado, las vidas salvadas de aquellos niños y su colaboración sobre Barnabas le habían librado de un destino mucho más aciago que el que se le había impuesto.
    Sabía que no iba a recuperar su placa de auror, aquella que le habían arrebatado antes de encerrarlo, sabía que su nombre iría marcado para siempre con aquella terrible mancha. Que no podría dedicarse a lo que había nacido para ser, sabía que aunque no le habían impuesto esa condena, el Marcus Byrne que había sido hasta ese momento había muerto.
    Sabía todo aquello, sabía que ahora debería aprender a vivir como otra persona diferente, que había sido repudiado, expulsado, deshonrado y desterrado. Sabía todo aquello, pero…

    Esa era su última oportunidad, la última vez que podría intentarlo. No la buscaría, no iría tras ella, no la iba a molestar más, no llenaría su vida de dolor, la dejaría ir, desaparecería del mundo, pero tenía que intentarlo, una sola vez más.
    Así por primera vez después de su largo testimonio, cuando ella pasa por su lado, sus labios se despegan, y con voz algo temblorosa, pronuncia su nombre, pero es como un susurro en el viento frente a un paisaje desierto. Se pierde ascendiendo hacia los altos tejados de la sala mientras él sin obtener respuesta ve desaparecer a Jessica por la puerta.

    UN AÑO DESPUES

    Valdora está anclado en las montañas laurentinas de Quebec, aislado del mundo, rodeado de pinos y niebla perpetua.
    Las leyendas cuentan que el pueblo mágico de Valdora, fue fundado en 1674 por magos franco-canadienses que huyendo de la persecución en Europa, siguieron las increíbles luces de la aurora hasta el punto donde estas se encontraban con el suelo, en un bosque de pinos bendecido y protegido por espíritus guardianes de la naturaleza.
    Como rezan los cuentos, aquel pueblo es el lugar donde los terrenal y lo sobrenatural conviven en armonía.

    En aquel emplazamiento idílico y aislado era donde Marcus Byrne había intentado reconstruir su vida.
    Había llegado allí buscando dejar atrás su pasado, tanto física como mentalmente. La primera parte del plan era sencilla, el problema radicaba en la segunda.
    Se había presentado como Connor, dejando atrás su nombre de pila, y nadie conocía su apellido. Tenía una modesta casita y trabajaba en la única taberna del pueblo.

    Ya no era el auror elegante y orgulloso que había sido. Ahora era un camarero, al que nadie había visto sonreír, era un hombre serio y reservado, pero también un vecino tranquilo y amable con todo el mundo, que jamás había provocado o estado involucrado en un solo problema.
    En tan solo un año había conseguido formar parte de la vida y comunidad de aquel pequeño pueblo, sin llegar a exponerse demasiado pero ganándose la confianza de sus parroquianos.

    Marcus… Connor, a pesar de no ser su vocación, era un buen dueño de la barra, conocía a su público, sus horas, gustos y rutinas, aplaudía sus chistes, preguntaba por la familia y el trabajo, y esperaba con interés la respuesta. Él controlaba todo cuanto ocurría entre aquellas paredes, de esa forma cualquier cosa inusual era fácilmente reconocible para él.

    Pero si había algo que jamás hubiera esperado, no allí, no en los confines del mundo, no con él limpiando una jarra de hidromiel de espaldas a la puerta, no fuera de sus sueños, era el volver a escuchar aquella voz, que ella se dirigiera a él de forma directa, que ni si quiera le reconociera, y por supuesto no se esperaba el tener el valor como para girarse y enfrentarla, como para volver a mirarla a los ojos cuando hace un año era todo lo que le había pedido al universo, pero ya no era el mismo hombre que hacía un año.

    — En este pueblo no ocurre nada tan interesante como para llamar la atención de un auror, señorita.


    [𝑓𝑜𝑡𝑜 𝑑𝑒 𝑠𝑡𝑎𝑟𝑡𝑒𝑟: Hope Mikaelson ]
    𝑠𝑡𝑎𝑟𝑡𝑒𝑟 𝑝𝑎𝑟𝑎 [FIGHTERAUR0R] Hubiera querido llorar. Hubiera querido poder gritar, hacerla entender, rogarle, abrazarla, ponerse de rodillas y suplicarle, hubiera bebido litros y litros de veritaserum, hubiera hecho lo que fuera para no perderla. Haber matado a un hombre, haber destrozado el Ministerio de Gran Bretaña, haber sido traicionado por Barnabas, perder su trabajo, ser encarcelado, la suerte que quisiera depararle el Wizengamot… Todo aquello le daba igual, nada era tan importante para él como Jessica, estaba dispuesto a perderlo todo, sabía lo que arriesgaba entrando en el plan de aquel hombre, pero no podia soportar esa mirada que pretendía ser fría, pero que había aprendido a leer tan bien durante aquel tiempo que podia ver todo el dolor, la traición, y el daño que él mismo le había causado a través de su muro helado. Jessica no le había convertido en un hombre nuevo. No. Ella había sido la primera y la única que había sabido ver quien era realmente él, le había enseñado un mundo, su mundo, uno feliz junto a ella y como vivirlo. Había reído a carcajadas, había derribado barreras internas, había crecido personal y profesionalmente. Y ahora sin ella a su lado había caído en un pozo, en un vacío del que no podia salir. Aún podia rememorar con escalofriante detalle las palabras de Jessica aquel terrible día en que ella había descubierto todo, "[...] 𝑁𝑜 𝑞𝑢𝑖𝑒𝑟𝑜 𝑣𝑜𝑙𝑣𝑒𝑟 𝑎 𝑒𝑠𝑐𝑢𝑐ℎ𝑎𝑟 𝑡𝑢 𝑣𝑜𝑧. 𝑁𝑜 𝑞𝑢𝑖𝑒𝑟𝑜 𝑣𝑜𝑙𝑣𝑒𝑟 𝑎 𝑣𝑒𝑟𝑡𝑒 [...] 𝑌𝑜 𝑦𝑎 𝑛𝑜 𝑠𝑖𝑒𝑛𝑡𝑜 𝑛𝑎𝑑𝑎 𝑝𝑜𝑟 𝑡𝑖." Todo lo que había ocurrido después de aquello estaba borroso en su mente, era un barullo de voces, y presencias mientras él era desarmado y maniatado por Jessica. Le habían trasladado a las celdas de MACUSA desde donde esperaba el juicio que decidiría su suerte. Desde allí recordaba, rememoraba. Casi siempre se decantaba por los últimos momentos, por aquellos que le habían llevado allí, porque entrarse en aquellos momentos de su relación en los que habían sido felices, dolía mucho más. Había preguntado por ella, esperaba poder verla, aún, aunque fuera una necedad, esperaba que pasadas aquellas semanas Jessica hubiera recapacitado, hubiera visto algo de verdad en sus palabras, en su mirada. Pero jamás nadie le dio una respuesta, y ella jamás había bajado a aquellas lúgubres celdas a visitarlo. Los días, largos en aquella pequeña celda, se convierten en semanas, y las semanas en meses. Casi cuando está a punto de cumplirse su segundo mes allí, la cita con el tribunal mágico es celebrada. Sabía que aquella vez sí, volvería a ver a Jessica, y esa expectativa junto con la esperanza de que aquello acabara de una vez por todas, era su mayor motivación en esos momentos. El elegante Marcus Byrne hace su aparición en la sala del tribunal con un aspecto mucho más desmejorado, sus rizos despeinados, una suave sombra de barba en su rostro, con una apariencia más delgada, los hombros hundidos por el desánimo, y unos ojos tristes que habían perdido su brillo y que solo buscaban los de la auror que había sido llamada como testigo. Las declaraciones de todos los testigos son dilapidarías. Sabía que no tenía mucho que hacer, o más bien dicho nada. No era esperanza en una sentencia favorable lo que vibraba en su pecho, era el miedo que da el saber que tu futuro está en manos de otras personas, que ya no eres dueño de tu vida. La sentencia había sido dura y clara, pero su abogado, las vidas salvadas de aquellos niños y su colaboración sobre Barnabas le habían librado de un destino mucho más aciago que el que se le había impuesto. Sabía que no iba a recuperar su placa de auror, aquella que le habían arrebatado antes de encerrarlo, sabía que su nombre iría marcado para siempre con aquella terrible mancha. Que no podría dedicarse a lo que había nacido para ser, sabía que aunque no le habían impuesto esa condena, el Marcus Byrne que había sido hasta ese momento había muerto. Sabía todo aquello, sabía que ahora debería aprender a vivir como otra persona diferente, que había sido repudiado, expulsado, deshonrado y desterrado. Sabía todo aquello, pero… Esa era su última oportunidad, la última vez que podría intentarlo. No la buscaría, no iría tras ella, no la iba a molestar más, no llenaría su vida de dolor, la dejaría ir, desaparecería del mundo, pero tenía que intentarlo, una sola vez más. Así por primera vez después de su largo testimonio, cuando ella pasa por su lado, sus labios se despegan, y con voz algo temblorosa, pronuncia su nombre, pero es como un susurro en el viento frente a un paisaje desierto. Se pierde ascendiendo hacia los altos tejados de la sala mientras él sin obtener respuesta ve desaparecer a Jessica por la puerta. UN AÑO DESPUES Valdora está anclado en las montañas laurentinas de Quebec, aislado del mundo, rodeado de pinos y niebla perpetua. Las leyendas cuentan que el pueblo mágico de Valdora, fue fundado en 1674 por magos franco-canadienses que huyendo de la persecución en Europa, siguieron las increíbles luces de la aurora hasta el punto donde estas se encontraban con el suelo, en un bosque de pinos bendecido y protegido por espíritus guardianes de la naturaleza. Como rezan los cuentos, aquel pueblo es el lugar donde los terrenal y lo sobrenatural conviven en armonía. En aquel emplazamiento idílico y aislado era donde Marcus Byrne había intentado reconstruir su vida. Había llegado allí buscando dejar atrás su pasado, tanto física como mentalmente. La primera parte del plan era sencilla, el problema radicaba en la segunda. Se había presentado como Connor, dejando atrás su nombre de pila, y nadie conocía su apellido. Tenía una modesta casita y trabajaba en la única taberna del pueblo. Ya no era el auror elegante y orgulloso que había sido. Ahora era un camarero, al que nadie había visto sonreír, era un hombre serio y reservado, pero también un vecino tranquilo y amable con todo el mundo, que jamás había provocado o estado involucrado en un solo problema. En tan solo un año había conseguido formar parte de la vida y comunidad de aquel pequeño pueblo, sin llegar a exponerse demasiado pero ganándose la confianza de sus parroquianos. Marcus… Connor, a pesar de no ser su vocación, era un buen dueño de la barra, conocía a su público, sus horas, gustos y rutinas, aplaudía sus chistes, preguntaba por la familia y el trabajo, y esperaba con interés la respuesta. Él controlaba todo cuanto ocurría entre aquellas paredes, de esa forma cualquier cosa inusual era fácilmente reconocible para él. Pero si había algo que jamás hubiera esperado, no allí, no en los confines del mundo, no con él limpiando una jarra de hidromiel de espaldas a la puerta, no fuera de sus sueños, era el volver a escuchar aquella voz, que ella se dirigiera a él de forma directa, que ni si quiera le reconociera, y por supuesto no se esperaba el tener el valor como para girarse y enfrentarla, como para volver a mirarla a los ojos cuando hace un año era todo lo que le había pedido al universo, pero ya no era el mismo hombre que hacía un año. — En este pueblo no ocurre nada tan interesante como para llamar la atención de un auror, señorita. [𝑓𝑜𝑡𝑜 𝑑𝑒 𝑠𝑡𝑎𝑟𝑡𝑒𝑟: [thetribrid] ]
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    BATALLA SUPREMA

    Crimson Zeraphys vs Ignia Ishtar – El Rugido del Fuego y la Sangre

    Escenario
    La Arena Carmesí de los Dioses Caídos, un coliseo infinito forjado con huesos de titanes y columnas de obsidiana bañadas en fuego eterno. El cielo arde en tonos escarlata, atravesado por relámpagos negros que caen sin cesar. Miles de sombras ancestrales observan en silencio desde las gradas, sedientas de destrucción y gloria.

    El Choque

    Las puertas del coliseo se abren con estruendo.
    ➙ Crimson Zeraphys aparece envuelto en un aura oscura y sofocante, cada paso suyo hace temblar el suelo como si la tierra misma temiera su presencia. De su boca emana humo carmesí, y en sus ojos arde la sabiduría cruel de incontables eras.

    ➙ Frente a él, Ignia Ishtar, el guerrero ígneo del linaje Ishtar, se abre paso entre cadenas ardientes que lo rodean como serpientes de fuego. Su cuerpo resplandece con la furia de un volcán despierto, y su sonrisa desafiante hace que incluso los espíritus del público retrocedan.

    El choque inicia con un estruendo que sacude dimensiones: la sangre ancestral contra el fuego eterno.

    Habilidades
    ▴Crimson Zeraphys▴

    ◈ Sangre Carmesí: su vitalidad se convierte en un arma, curando sus heridas mientras impregna el campo de batalla con una niebla de locura y muerte.
    ◈ Aura de Dominio: su sola presencia aplastar la voluntad de quienes lo enfrentan.
    ◈ Puño del Eclipse: concentra energía oscura en sus manos, capaces de pulverizar montañas con un golpe.
    ◈ Resurrección del Abismo: puede volver de la muerte alimentándose de la desesperación y la sangre derramada.

    ♨ Ignia Ishtar ♨

    ♢ Llamas Eternas: manipula el fuego primordial, un fuego que nunca se extingue y consume incluso la oscuridad.
    ♢ Cadenas del Infierno: invoca cadenas ardientes que inmovilizan y desgarran a sus enemigos.
    ♢ Corazón Ígneo: cuanto más se prolonga la batalla, más fuerte se vuelve, aumentando su poder con cada herida recibida.
    ♢ Erupción Final: libera toda la energía de su cuerpo en una explosión volcánica capaz de borrar ciudades enteras.

    Clímax

    La arena se convierte en un infierno viviente. Ignia lanza una tormenta de llamas que arrasan con columnas enteras, pero Zeraphys atraviesa el fuego con una risa grave, absorbiendo la energía ardiente con su Sangre Carmesí.

    El guerrero Ishtar, encadenando el cuerpo de su rival, lo arrastra al aire y lo estrella contra el suelo en una erupción de magma, pero el anciano carmesí se levanta, regenerando sus heridas con la sangre que gotea de las sombras del coliseo.

    El duelo se vuelve un intercambio brutal: fuego contra oscuridad, juventud desafiante contra sabiduría letal.

    🔥 BATALLA SUPREMA Crimson Zeraphys vs Ignia Ishtar – El Rugido del Fuego y la Sangre 🌌 Escenario La Arena Carmesí de los Dioses Caídos, un coliseo infinito forjado con huesos de titanes y columnas de obsidiana bañadas en fuego eterno. El cielo arde en tonos escarlata, atravesado por relámpagos negros que caen sin cesar. Miles de sombras ancestrales observan en silencio desde las gradas, sedientas de destrucción y gloria. ⚔️ El Choque Las puertas del coliseo se abren con estruendo. ➙ Crimson Zeraphys aparece envuelto en un aura oscura y sofocante, cada paso suyo hace temblar el suelo como si la tierra misma temiera su presencia. De su boca emana humo carmesí, y en sus ojos arde la sabiduría cruel de incontables eras. ➙ Frente a él, Ignia Ishtar, el guerrero ígneo del linaje Ishtar, se abre paso entre cadenas ardientes que lo rodean como serpientes de fuego. Su cuerpo resplandece con la furia de un volcán despierto, y su sonrisa desafiante hace que incluso los espíritus del público retrocedan. El choque inicia con un estruendo que sacude dimensiones: la sangre ancestral contra el fuego eterno. 🔥 Habilidades ▴Crimson Zeraphys▴ ◈ Sangre Carmesí: su vitalidad se convierte en un arma, curando sus heridas mientras impregna el campo de batalla con una niebla de locura y muerte. ◈ Aura de Dominio: su sola presencia aplastar la voluntad de quienes lo enfrentan. ◈ Puño del Eclipse: concentra energía oscura en sus manos, capaces de pulverizar montañas con un golpe. ◈ Resurrección del Abismo: puede volver de la muerte alimentándose de la desesperación y la sangre derramada. ♨ Ignia Ishtar ♨ ♢ Llamas Eternas: manipula el fuego primordial, un fuego que nunca se extingue y consume incluso la oscuridad. ♢ Cadenas del Infierno: invoca cadenas ardientes que inmovilizan y desgarran a sus enemigos. ♢ Corazón Ígneo: cuanto más se prolonga la batalla, más fuerte se vuelve, aumentando su poder con cada herida recibida. ♢ Erupción Final: libera toda la energía de su cuerpo en una explosión volcánica capaz de borrar ciudades enteras. ⚡ Clímax La arena se convierte en un infierno viviente. Ignia lanza una tormenta de llamas que arrasan con columnas enteras, pero Zeraphys atraviesa el fuego con una risa grave, absorbiendo la energía ardiente con su Sangre Carmesí. El guerrero Ishtar, encadenando el cuerpo de su rival, lo arrastra al aire y lo estrella contra el suelo en una erupción de magma, pero el anciano carmesí se levanta, regenerando sus heridas con la sangre que gotea de las sombras del coliseo. El duelo se vuelve un intercambio brutal: fuego contra oscuridad, juventud desafiante contra sabiduría letal.
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  • ROL LIBRE-

    Secta Jixuan/Tianshan.- Era una hermosa tarde de primavera, los copos de cerezo que adornaban el jardin caian como una suave lluvia movidas por el viento que provenia de las montañas que rodeaban la secta.

    Era en si un hermoso paisaje onírico con matices de todos los colores, con hermosos arboles frutales en los alrededores de la secta, razon por la cual tenian que pasar por un valle lleno de bosque lo que hacia dificil localizar ese lugar.

    En su interior vivían sus dos maestros, siendo uno de ellos el primer maestro un taoista de caracter docil y amable, aunque ahora ciego, no por ello dejaba sus obligaciones cuidando a sus estudiantes y enseñandoles caligrafia, musica, artes marciales y manejo de espadas, tambien solian tener las puertas abiertas para algunas personas que deseaban visitar el lugar-
    ROL LIBRE- Secta Jixuan/Tianshan.- Era una hermosa tarde de primavera, los copos de cerezo que adornaban el jardin caian como una suave lluvia movidas por el viento que provenia de las montañas que rodeaban la secta. Era en si un hermoso paisaje onírico con matices de todos los colores, con hermosos arboles frutales en los alrededores de la secta, razon por la cual tenian que pasar por un valle lleno de bosque lo que hacia dificil localizar ese lugar. En su interior vivían sus dos maestros, siendo uno de ellos el primer maestro un taoista de caracter docil y amable, aunque ahora ciego, no por ello dejaba sus obligaciones cuidando a sus estudiantes y enseñandoles caligrafia, musica, artes marciales y manejo de espadas, tambien solian tener las puertas abiertas para algunas personas que deseaban visitar el lugar-
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  • El festival de los faroles
    Fandom Mo Dao Zu Shi
    Categoría Fantasía
    -China Antigua.- La secta Jixuan tambien conocida como Tianshan un hermoso lugar entre las altas montañas de China, lugar donde los primeros rayos de sol iban bañando de sus hermosos rayos solares por la mañana como si una cortina se tratare iniciando asi las labores de ese lugar.

    Habitado por sus dos jovenes maestros cuya armonia destacaba para los demas, tal como se tratare del Ying y yang, diferentes pero a la misma vez un hermoso complemento, Xue Yang Chengmei y Daozhang Xiao XIngchen conocido en el mundo del cultivo como la brillante luna y suave brisa tambien discipulo de la maestra Baoshan Sanren, el cual actualmente se encontraba ciego por circunstancias del destino mas no por ello era menos que los demas cultivadores, habil en el uso de la espada, asi como su compañero de cultivo se desarrollaba de igual manera y fuerza en su propia fortaleza, agil e inteligente.

    El tiempo pasaba y de igual modo los acontecimientos importantes llegaban hasta sus oidos, siendo uno de ellos el festival de los faroles; pensando en sus pocos discipulos y que aun eran jovenes quiso que se divirtieran tambien para poder asistir a tal acontecimiento con su compañero y discipulos disfrutando de ese momento unico.-

    Recuerden comportarse -aseveró mientras su pareja trataba de tranquilizarlo y decirle que eran mayores y podrian cuidarse-

    No entren en peleas y estaremos en la posada y los alrededores..cuidense mucho chicos..
    -China Antigua.- La secta Jixuan tambien conocida como Tianshan un hermoso lugar entre las altas montañas de China, lugar donde los primeros rayos de sol iban bañando de sus hermosos rayos solares por la mañana como si una cortina se tratare iniciando asi las labores de ese lugar. Habitado por sus dos jovenes maestros cuya armonia destacaba para los demas, tal como se tratare del Ying y yang, diferentes pero a la misma vez un hermoso complemento, Xue Yang Chengmei y Daozhang Xiao XIngchen conocido en el mundo del cultivo como la brillante luna y suave brisa tambien discipulo de la maestra Baoshan Sanren, el cual actualmente se encontraba ciego por circunstancias del destino mas no por ello era menos que los demas cultivadores, habil en el uso de la espada, asi como su compañero de cultivo se desarrollaba de igual manera y fuerza en su propia fortaleza, agil e inteligente. El tiempo pasaba y de igual modo los acontecimientos importantes llegaban hasta sus oidos, siendo uno de ellos el festival de los faroles; pensando en sus pocos discipulos y que aun eran jovenes quiso que se divirtieran tambien para poder asistir a tal acontecimiento con su compañero y discipulos disfrutando de ese momento unico.- Recuerden comportarse -aseveró mientras su pareja trataba de tranquilizarlo y decirle que eran mayores y podrian cuidarse- No entren en peleas y estaremos en la posada y los alrededores..cuidense mucho chicos..
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  • LAS PUERTAS DE TIANSHAN ESTAN ABIERTAS EN ESTE MOMENTO, SEAN BIENVENIDOS.

    "Es un bello lugar localizado en las grandes montañas de China, donde podran disfrutar de un bello paisaje mientras toman un descanso y degustan alguos bocadillos tradicionales".

    Su servidor suele llegar por las tardes.
    Daozhang Xiao Xingchen

    [ OFF: Se encuentra en el menú principal y lugares de rol, propiamente en el chat llamado Tianshan y su servidor suele llegar por las tardes a partir de las 6:00pm Horario del pacifico Norte, Tijuana)
    LAS PUERTAS DE TIANSHAN ESTAN ABIERTAS EN ESTE MOMENTO, SEAN BIENVENIDOS. "Es un bello lugar localizado en las grandes montañas de China, donde podran disfrutar de un bello paisaje mientras toman un descanso y degustan alguos bocadillos tradicionales". Su servidor suele llegar por las tardes. Daozhang Xiao Xingchen [ OFF: Se encuentra en el menú principal y lugares de rol, propiamente en el chat llamado Tianshan y su servidor suele llegar por las tardes a partir de las 6:00pm Horario del pacifico Norte, Tijuana)
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