• La batalla contra mi hermana Albedo Qᵘᵉᵉⁿ Ishtar comenzó como un juego de provocaciones, pero pronto el acero y la sangre hablaron en serio. Su cuerpo se transformó en una colosal máquina de guerra orca, piel verde, músculos tensados como hierro, colmillos y una sonrisa de fiera que jamás se apagó. Su fuerza era aplastante: me hizo crujir costillas contra el suelo, escupir sangre y perder el aliento, mientras Arc, la dragóna ligada a mí, reía desde dentro como quien contempla un castigo justo.

    Pero en mi agonía, Veythra —la hermana de Jennifer, la espada de Elune— habló por primera vez con claridad: “Tú eres la espada”. Esa revelación rompió el sello y liberó la verdadera esencia que ardía en mí. La energía me devolvió de entre las ruinas y la regeneración me sostuvo. Me puse en pie y juré someter a mi hermana.

    Albedo no se detuvo; con una velocidad sobrehumana descargó una tormenta de puños que me arrojó lejos, su cuerpo cubierto por un aura implacable. Entonces invoqué el poder de la luna creciente: su luz hizo alzarse su propia sombra contra ella. Se enfrentó a sí misma en un duelo imposible, destrozando su reflejo entre rugidos, mientras yo aguardaba el momento justo.

    Cuando creyó haberme atravesado —ilusión mía, nada más—, fue mi espada la que de verdad se hundió en su espalda. Atrapé su cabello, doblé su cuello y posé el filo en su garganta bajo la mirada helada de la luna. “¿Querías matarme, hermanita? Puede que te la devuelva…” susurré.

    Pero Albedo no cedió. Con brutalidad me apartó de un golpe devastador, cerrando su herida lentamente con runas mientras reía con la sangre escurriendo por su piel. Me llamó mocosa y me desafió a levantarme, sedienta de supremacía, de forjar el legado de las Queen con sangre y sudor.

    Y entonces comprendí que ya no podía luchar con golpes. La luna, testigo implacable, me dio las palabras: le hablé de madre, de Selin, de Arc, de lo que fuimos de niñas, de lo que aún podíamos ser. Le pregunté: “¿Qué tipo de Reina quieres ser cuando las historias canten tu nombre?”

    Y le prometí que, si algún día madre nos deja, yo misma la llamaré con orgullo mi Reina: la auténtica heredera del Vacío y del Caos.
    La batalla contra mi hermana [Albedo1] comenzó como un juego de provocaciones, pero pronto el acero y la sangre hablaron en serio. Su cuerpo se transformó en una colosal máquina de guerra orca, piel verde, músculos tensados como hierro, colmillos y una sonrisa de fiera que jamás se apagó. Su fuerza era aplastante: me hizo crujir costillas contra el suelo, escupir sangre y perder el aliento, mientras Arc, la dragóna ligada a mí, reía desde dentro como quien contempla un castigo justo. Pero en mi agonía, Veythra —la hermana de Jennifer, la espada de Elune— habló por primera vez con claridad: “Tú eres la espada”. Esa revelación rompió el sello y liberó la verdadera esencia que ardía en mí. La energía me devolvió de entre las ruinas y la regeneración me sostuvo. Me puse en pie y juré someter a mi hermana. Albedo no se detuvo; con una velocidad sobrehumana descargó una tormenta de puños que me arrojó lejos, su cuerpo cubierto por un aura implacable. Entonces invoqué el poder de la luna creciente: su luz hizo alzarse su propia sombra contra ella. Se enfrentó a sí misma en un duelo imposible, destrozando su reflejo entre rugidos, mientras yo aguardaba el momento justo. Cuando creyó haberme atravesado —ilusión mía, nada más—, fue mi espada la que de verdad se hundió en su espalda. Atrapé su cabello, doblé su cuello y posé el filo en su garganta bajo la mirada helada de la luna. “¿Querías matarme, hermanita? Puede que te la devuelva…” susurré. Pero Albedo no cedió. Con brutalidad me apartó de un golpe devastador, cerrando su herida lentamente con runas mientras reía con la sangre escurriendo por su piel. Me llamó mocosa y me desafió a levantarme, sedienta de supremacía, de forjar el legado de las Queen con sangre y sudor. Y entonces comprendí que ya no podía luchar con golpes. La luna, testigo implacable, me dio las palabras: le hablé de madre, de Selin, de Arc, de lo que fuimos de niñas, de lo que aún podíamos ser. Le pregunté: “¿Qué tipo de Reina quieres ser cuando las historias canten tu nombre?” Y le prometí que, si algún día madre nos deja, yo misma la llamaré con orgullo mi Reina: la auténtica heredera del Vacío y del Caos.
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  • Ara ara... Ahora si se podría decir que estoy lista para luchar por el amor y la justicia.
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  • — El jóven había seguido a su padre hasta la casa de aquella mujer, se le había hecho costumbre ir a pasar tiempo con esa familia. A Hyu le parecía extraño, pero el hijo de esa mujer Kiran Lioren le había caído muy bien y se habían hecho amigos.
    Llegó a saludar a la señora y cuando su padre comenzó a hacer la charla demasiado aburrida el jóven se escabulló al estudio para visitar a su amigo, el cual le había prometido enseñarle a tocar aquel extraño instrumento. —

    Tok Tok ~

    — Exclamó alegremente entrando al estudio con una sonrisa, en la mano llevaba una caja de pasteles de la que, según él, era la mejor pastelería del mundo. Se acercó para saludar y bromeó, luchando en su cabeza por recordar el nombre del instrumento. —

    Vengo a sobornarte con dulces para que me enseñes a tocar el... el...

    — Se acercó y le sususrró como si fuera un secreto soltando una risita. —

    Ayúdame, te prometo que me lo voy a aprender.
    — El jóven había seguido a su padre hasta la casa de aquella mujer, se le había hecho costumbre ir a pasar tiempo con esa familia. A Hyu le parecía extraño, pero el hijo de esa mujer [kiran_lioe] le había caído muy bien y se habían hecho amigos. Llegó a saludar a la señora y cuando su padre comenzó a hacer la charla demasiado aburrida el jóven se escabulló al estudio para visitar a su amigo, el cual le había prometido enseñarle a tocar aquel extraño instrumento. — Tok Tok ~ — Exclamó alegremente entrando al estudio con una sonrisa, en la mano llevaba una caja de pasteles de la que, según él, era la mejor pastelería del mundo. Se acercó para saludar y bromeó, luchando en su cabeza por recordar el nombre del instrumento. — Vengo a sobornarte con dulces para que me enseñes a tocar el... el... — Se acercó y le sususrró como si fuera un secreto soltando una risita. — Ayúdame, te prometo que me lo voy a aprender.
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  • [Story Mode: Episodio 1]

    [Un perfume y tres chicles de menta, por favor.]

    Con un jadeo pesado deja caer su cuerpo cansado sobre el gastado sofá que rescató de la calle. Le toma unos segundos controlar su respiración agitada, y parpadea repetidas veces para hacer que el agua acumulada en sus ojos se desaparezca. Sus puños cerrados con fuerza aprietan la tela gastada del mueble, y tiene que utilizar cada gramo de energía de su cuerpo para no sollozar. Ya es de medianoche, todos duermen... Menos él.

    — Dios.. Si estás ahí, dame fuerzas, por favor... —

    Siente su cuerpo retorcerse por dentro, sus entrañas luchar contra si mismas. Al rededor de él, los ruidos se agudizan y se hacen intensos. El sonido de los grillos en la medianoche, el viento que mueve y golpea la ventana mal colocada, y los ronquidos que vienen de las habitaciones cercanas. Su propio cuerpo tiembla, suplicando por una pequeña calada.

    Sabe que no debe, que prometió dejarlo. Que ya no le queda ni perfume, ni algún chicle de menta para lidiar con el olor a tabaco. Y Mucho menos, dinero para pagar. Pero... Aún le queda media caja... ¿Sería un desperdicio tirarla, no es así...?

    Con escalofríos recorriendo su cuerpo, se levanta con dificultad del sofá. Tiene que poner cada gramo de voluntad que hay en su cuerpo en dar cada paso, y se dispone a salir...

    — [¿Hmm...? ¿A Donde vas, pa?] —

    Una voz lo detiene. Cuando creyó que los sudores fríos por la abstinencia lo volverían loco, definitivamente se equivocó. En este momento se sentía incluso peor. Maldice internamente al pequeño Leo por levantarse en mitad de la noche, y junta coraje para responder con la mejor voz posible.

    — [Yo... Solo voy a salir a tomar aire. Volvé a la cama, boludin.~] —

    — [Ya voy, ya voy... Paso al baño y vuelvo.] —

    Tras que el pequeño finalmente se fuese, él aprovechó para por fin salir. No dudó más y emprendió su marcha hacia la gasolinera más cercana, para conseguir el suministro deseado. Su cabello hecho un desastre por el sudor, su respiración agitada. Seguramente parecería un drogadicto, pero al menos sabía que en ese sitio lo conocen.

    — U-Uh, buenas noches, eh... —

    — ¿Lo de siempre, no? —

    La cajera lo ve con algo de interés, aunque definitivamente es más en su aspecto desastroso que en algún atractivo. Se resigna con una sonrisa débil y asiente.

    — Si, por favor. Un perfume, y 3 chicles de menta, por favor. —

    — A Tu pedido.. ¿Esta vez si traes dinero? —

    — Quizá.. ¿Siguen sin aceptar la prostitución, no? Ja. —

    — No quieres que responda. —

    — Tú tampoco. —

    — A Este paso tendremos que vetarte de aquí. —

    — Buenas noches. —

    Con un suspiro pesado salió del sitio. Se preguntó si debería sencillamente encender el cigarro ahí para destruir las pruebas de que le debe dinero a la gasolinera. Soltó una risa débil y esperó a haber salido del sitio para encenderlo. Una calada... Y Sintió cada pesar abandonar su cuerpo...

    Solo para ser reemplazado con uno incluso más pesado.

    — Mierda... *Sob* Yo... Soy un estúpido... —

    Dejó salir el humo entre sus labios, y se recostó contra la pared mientras escondía lo mejor posible sus sollozos.

    ...

    Luego de terminar.. Se aplicó algo de perfume, se llevó a la boca uno de esos chicles de menta... Y Emprendió camino de regreso a casa, apenas iluminado por la luz de la luna.
    [Story Mode: Episodio 1] [Un perfume y tres chicles de menta, por favor.] Con un jadeo pesado deja caer su cuerpo cansado sobre el gastado sofá que rescató de la calle. Le toma unos segundos controlar su respiración agitada, y parpadea repetidas veces para hacer que el agua acumulada en sus ojos se desaparezca. Sus puños cerrados con fuerza aprietan la tela gastada del mueble, y tiene que utilizar cada gramo de energía de su cuerpo para no sollozar. Ya es de medianoche, todos duermen... Menos él. — Dios.. Si estás ahí, dame fuerzas, por favor... — Siente su cuerpo retorcerse por dentro, sus entrañas luchar contra si mismas. Al rededor de él, los ruidos se agudizan y se hacen intensos. El sonido de los grillos en la medianoche, el viento que mueve y golpea la ventana mal colocada, y los ronquidos que vienen de las habitaciones cercanas. Su propio cuerpo tiembla, suplicando por una pequeña calada. Sabe que no debe, que prometió dejarlo. Que ya no le queda ni perfume, ni algún chicle de menta para lidiar con el olor a tabaco. Y Mucho menos, dinero para pagar. Pero... Aún le queda media caja... ¿Sería un desperdicio tirarla, no es así...? Con escalofríos recorriendo su cuerpo, se levanta con dificultad del sofá. Tiene que poner cada gramo de voluntad que hay en su cuerpo en dar cada paso, y se dispone a salir... — [¿Hmm...? ¿A Donde vas, pa?] — Una voz lo detiene. Cuando creyó que los sudores fríos por la abstinencia lo volverían loco, definitivamente se equivocó. En este momento se sentía incluso peor. Maldice internamente al pequeño Leo por levantarse en mitad de la noche, y junta coraje para responder con la mejor voz posible. — [Yo... Solo voy a salir a tomar aire. Volvé a la cama, boludin.~] — — [Ya voy, ya voy... Paso al baño y vuelvo.] — Tras que el pequeño finalmente se fuese, él aprovechó para por fin salir. No dudó más y emprendió su marcha hacia la gasolinera más cercana, para conseguir el suministro deseado. Su cabello hecho un desastre por el sudor, su respiración agitada. Seguramente parecería un drogadicto, pero al menos sabía que en ese sitio lo conocen. — U-Uh, buenas noches, eh... — — ¿Lo de siempre, no? — La cajera lo ve con algo de interés, aunque definitivamente es más en su aspecto desastroso que en algún atractivo. Se resigna con una sonrisa débil y asiente. — Si, por favor. Un perfume, y 3 chicles de menta, por favor. — — A Tu pedido.. ¿Esta vez si traes dinero? — — Quizá.. ¿Siguen sin aceptar la prostitución, no? Ja. — — No quieres que responda. — — Tú tampoco. — — A Este paso tendremos que vetarte de aquí. — — Buenas noches. — Con un suspiro pesado salió del sitio. Se preguntó si debería sencillamente encender el cigarro ahí para destruir las pruebas de que le debe dinero a la gasolinera. Soltó una risa débil y esperó a haber salido del sitio para encenderlo. Una calada... Y Sintió cada pesar abandonar su cuerpo... Solo para ser reemplazado con uno incluso más pesado. — Mierda... *Sob* Yo... Soy un estúpido... — Dejó salir el humo entre sus labios, y se recostó contra la pared mientras escondía lo mejor posible sus sollozos. ... Luego de terminar.. Se aplicó algo de perfume, se llevó a la boca uno de esos chicles de menta... Y Emprendió camino de regreso a casa, apenas iluminado por la luz de la luna.
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  • Akane Qᵘᵉᵉⁿ Ishtar

    ALGUIEN SABE CÓMO SE CIERRA UN CAPÍTULO? Bueno... Lo haré lo mejor que pueda... pido perdón:

    ------

    No me olvides —o hazlo.
    Yo me encargaré de guardar, como quien guarda un amuleto,
    todas las pequeñas eternidades que construimos en instantes diminutos:
    cada aventura vivida,
    cada caricia desesperada,
    cada beso robado,
    cada segundo de angustia temiendo que no volvieras…
    y después volvías,
    y me volvías loca.

    Recuerdo la primera vez que besé a Ryu pensando en ti,
    queriendo herirte y herirme.
    La primera vez que dudé si mi amor era amor
    o sólo obsesión.
    Si mi corazón estaba dividido —y si lo está…
    ¿aún lo está?

    No importa.
    Vuelve.
    Vuelve con tu familia.
    Vuelve a mi lado.
    Escribe conmigo.
    Lucha conmigo.
    Crece conmigo.
    Comparte tu vida conmigo —con tu familia—
    o no.
    No vuelvas.
    Piérdete.
    Piérdete como siempre te has perdido.
    Piérdete en un lugar donde nadie te encuentre,
    donde yo no pueda encontrarte.

    Pero hagas lo que hagas: sé feliz.
    Cuídate.
    No hagas tonterías.
    Sé buena.
    Estudia.
    Encuentra tu lugar en el mundo.
    Hazlo, pero sé feliz.

    Yo guardaré tu recuerdo,
    tu bondad,
    los mejores momentos que me diste.

    Te quiere.
    T̶e̶ ̶e̶s̶p̶e̶r̶a̶.̶

    Lili.🩷


    [akane_qi] ALGUIEN SABE CÓMO SE CIERRA UN CAPÍTULO? Bueno... Lo haré lo mejor que pueda... pido perdón: ------ No me olvides —o hazlo. Yo me encargaré de guardar, como quien guarda un amuleto, todas las pequeñas eternidades que construimos en instantes diminutos: cada aventura vivida, cada caricia desesperada, cada beso robado, cada segundo de angustia temiendo que no volvieras… y después volvías, y me volvías loca. Recuerdo la primera vez que besé a Ryu pensando en ti, queriendo herirte y herirme. La primera vez que dudé si mi amor era amor o sólo obsesión. Si mi corazón estaba dividido —y si lo está… ¿aún lo está? No importa. Vuelve. Vuelve con tu familia. Vuelve a mi lado. Escribe conmigo. Lucha conmigo. Crece conmigo. Comparte tu vida conmigo —con tu familia— o no. No vuelvas. Piérdete. Piérdete como siempre te has perdido. Piérdete en un lugar donde nadie te encuentre, donde yo no pueda encontrarte. Pero hagas lo que hagas: sé feliz. Cuídate. No hagas tonterías. Sé buena. Estudia. Encuentra tu lugar en el mundo. Hazlo, pero sé feliz. Yo guardaré tu recuerdo, tu bondad, los mejores momentos que me diste. Te quiere. T̶e̶ ̶e̶s̶p̶e̶r̶a̶.̶ Lili.🩷
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  • No podría entender
    Quien no estuvo allí
    Cargando un nombre vacío
    Pero luchando hasta el fin
    Porque el que tiene un porqué
    Nunca se va a rendir
    Cargaría el abismo
    Renacería de allí

    Subo otro level
    Aumento mi aura a mil
    Subo otro level
    Llamando al poder en mí
    Subo otro level
    Aumento mi aura a mil
    Subo otro level
    Llamando al poder en mí

    No sabría decir
    Si esto fue para mí
    Sostener el mundo
    Por placer para ti
    Porque algo nos eligió
    Y estaremos aquí
    Por los guerreros callados
    Que volverán a surgir

    Y cuando suba tan alto
    Yo quiero verte allí
    Dominando las sombras
    Destellando sin fin
    ¿Subiría a ese trono?
    Ir allí como ese king
    Si el sistema está escrito
    Por ti le haría un glitch
    https://www.youtube.com/watch?v=Tgq5cm06qZI&list=RDTgq5cm06qZI&start_radio=1
    No podría entender Quien no estuvo allí Cargando un nombre vacío Pero luchando hasta el fin Porque el que tiene un porqué Nunca se va a rendir Cargaría el abismo Renacería de allí Subo otro level Aumento mi aura a mil Subo otro level Llamando al poder en mí Subo otro level Aumento mi aura a mil Subo otro level Llamando al poder en mí No sabría decir Si esto fue para mí Sostener el mundo Por placer para ti Porque algo nos eligió Y estaremos aquí Por los guerreros callados Que volverán a surgir Y cuando suba tan alto Yo quiero verte allí Dominando las sombras Destellando sin fin ¿Subiría a ese trono? Ir allí como ese king Si el sistema está escrito Por ti le haría un glitch https://www.youtube.com/watch?v=Tgq5cm06qZI&list=RDTgq5cm06qZI&start_radio=1
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  • por supuesto que no se como luchar, soy un técnico, lo que hago es reparar cosas y electrocutar gente , en eso soy muy bueno
    por supuesto que no se como luchar, soy un técnico, lo que hago es reparar cosas y electrocutar gente , en eso soy muy bueno
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  • ── La elongación antes de la lucha es importante.
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  • — ¹ —
    Fandom Disney; Tarzán
    Categoría Aventura
    El calor húmedo de la selva era algo a lo que Jane estaba más que acostumbrada, pero no las damas a las que desde hacía unos días estaba acompañando. Su padre, aunque no con mala intención, tenía a veces ideas penosas como, por ejemplo, usarla para que hiciera compañía a las esposas de sus "colegas" americanos que ni siquiera sentían un mínimo de atracción por lo que el buen misionero del señor Porter les contaba. En los ojos de esos hombres sólo se reflejaba el símbolo del dólar, la promesa de riqueza que esas tierras vírgenes ante ellos podrían proporcionarles. Sin embargo, los que hoy les acompañaban en su caminata por la espesa jungla parecían entusiasmados en adentrarse en territorio desconocido, aunque nunca osaban alejarse demasiado de en dónde tenían desplegado su campamento. Jane, que en cuestión de minutos se había escaqueado de su "labor" de niñera, caminaba unos pasos por delante de su padre, esquivando raíces y ramas bajas con la práctica de alguien que ya había tropezado suficientes veces como para aprender a caminar sobre el barro incluso con tacones. Con un cuaderno bajo el brazo y la emoción de quién ve algo nuevo y sorprendente, se detuvo a tomar notas sobre un pájaro de colores brillantes que chillaba como si estuviera insultándola.

    —¡Oye, no hace falta gritar tanto! —exclamó con media sonrisa, esbozando con rapidez los contornos del ave en su cuaderno y tratando de memorizar la amplia gama de colores que adornaban sus plumas. Ya no escuchaba ruido tras ella, así que supuso que los demás habrían tomado otro camino... Pero no temía perderse; confiaba en su buena orientación, o en otras palabras esperaba que sus propias huellas permanecieran intactas para saber cómo volver.

    —¿Qué tipo de pájaro eres tú, amiguito? Si dejaras caer una de tus plumas voluntariamente, me la llevaría como recuer... —antes de siquiera poder terminar la frase, escuchó un crujido extraño entre las ramas de unos enormes arbustos, a pocos metros de ella.

    Giró la cabeza, con cautela, y aunque su cuerpo se tensó ante la posibilidad de que el causante de aquel ruido fuera un animal enorme que pudiera arrollarla de un momento a otro... La curiosidad siempre sería la principal causante por la que Jane se metiera ella misma en la boca del lobo (o en ese caso, más probablemente de una pantera).

    Avanzó un par de pasos, con el cuaderno frente a ella a modo de escudo, como si aquello fuera a servirle de mucho. El ruido cesó por unos minutos, lo cual la envalentonó para extender una mano; la misma mano que apartó un par de espesas ramas y que, para su total sorpresa, acabó por rozar a ciegas algo que en absoluto tenía la textura de una rama, hoja, árbol o pelaje de cualquier animal que pudiera encontrarse en esos lares.

    Obviamente que la apartó de inmediato, aunque se quedó muy quieta en su lugar, incapaz de luchar contra la curiosidad que la caracterizaba desde que tenía memoria. ¿Qué era lo que se escondía ahí detrás...?
    El calor húmedo de la selva era algo a lo que Jane estaba más que acostumbrada, pero no las damas a las que desde hacía unos días estaba acompañando. Su padre, aunque no con mala intención, tenía a veces ideas penosas como, por ejemplo, usarla para que hiciera compañía a las esposas de sus "colegas" americanos que ni siquiera sentían un mínimo de atracción por lo que el buen misionero del señor Porter les contaba. En los ojos de esos hombres sólo se reflejaba el símbolo del dólar, la promesa de riqueza que esas tierras vírgenes ante ellos podrían proporcionarles. Sin embargo, los que hoy les acompañaban en su caminata por la espesa jungla parecían entusiasmados en adentrarse en territorio desconocido, aunque nunca osaban alejarse demasiado de en dónde tenían desplegado su campamento. Jane, que en cuestión de minutos se había escaqueado de su "labor" de niñera, caminaba unos pasos por delante de su padre, esquivando raíces y ramas bajas con la práctica de alguien que ya había tropezado suficientes veces como para aprender a caminar sobre el barro incluso con tacones. Con un cuaderno bajo el brazo y la emoción de quién ve algo nuevo y sorprendente, se detuvo a tomar notas sobre un pájaro de colores brillantes que chillaba como si estuviera insultándola. —¡Oye, no hace falta gritar tanto! —exclamó con media sonrisa, esbozando con rapidez los contornos del ave en su cuaderno y tratando de memorizar la amplia gama de colores que adornaban sus plumas. Ya no escuchaba ruido tras ella, así que supuso que los demás habrían tomado otro camino... Pero no temía perderse; confiaba en su buena orientación, o en otras palabras esperaba que sus propias huellas permanecieran intactas para saber cómo volver. —¿Qué tipo de pájaro eres tú, amiguito? Si dejaras caer una de tus plumas voluntariamente, me la llevaría como recuer... —antes de siquiera poder terminar la frase, escuchó un crujido extraño entre las ramas de unos enormes arbustos, a pocos metros de ella. Giró la cabeza, con cautela, y aunque su cuerpo se tensó ante la posibilidad de que el causante de aquel ruido fuera un animal enorme que pudiera arrollarla de un momento a otro... La curiosidad siempre sería la principal causante por la que Jane se metiera ella misma en la boca del lobo (o en ese caso, más probablemente de una pantera). Avanzó un par de pasos, con el cuaderno frente a ella a modo de escudo, como si aquello fuera a servirle de mucho. El ruido cesó por unos minutos, lo cual la envalentonó para extender una mano; la misma mano que apartó un par de espesas ramas y que, para su total sorpresa, acabó por rozar a ciegas algo que en absoluto tenía la textura de una rama, hoja, árbol o pelaje de cualquier animal que pudiera encontrarse en esos lares. Obviamente que la apartó de inmediato, aunque se quedó muy quieta en su lugar, incapaz de luchar contra la curiosidad que la caracterizaba desde que tenía memoria. ¿Qué era lo que se escondía ahí detrás...?
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    Grupal
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    Cualquier línea
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  • 𝑇𝑒 𝑛𝑒𝑐𝑒𝑠𝑖𝑡𝑜 𝑐𝑜𝑛𝑚𝑖𝑔𝑜..
    Fandom Harry Potter
    Categoría Drama
    𝑠𝑡𝑎𝑟𝑡𝑒𝑟 𝑝𝑎𝑟𝑎:

    જ⁀➴ Nora Woodward



    Sentía el peso en sus brazos. El peso de un cuerpo inerte. Había tenido esa pesadilla muchas veces. Pero hacía tiempo que no regresaba a él… ahora había vuelto, no era la misma, se entremezclaba con otros recuerdos, aquellos que realmente ahora si le perseguían.
    Su cuerpo había reaccionado por memoria muscular, por instinto. No era la primera vez que vivía aquello, no era la primera vez que perdía a la mujer de su vida…
    Orión había extendido los brazos, se había preparado para recibir el cuerpo de Nora, para sostenerlo, acunarlo, acompañarla, hacerle saber que no estaba sola…
    Pero la bruja era pura energía, y en eso se había convertido.

    No tenía un cuerpo sobre el que llorar, no quedaba un lugar al que ir a drenar su dolor… tan solo quedaban promesas rotas. Las de un futuro, las de felicidad, amor y esperanza.

    El auror despierta de golpe, en el sofá de su casa. No había vuelto a pisar las habitaciones desde que todo había ocurrido, y tampoco es que importara mucho viendo la poca cantidad de tiempo que conseguía dormir.
    Promesas rotas… todas. Tan solo una quedaba intacta.
    No esperaba poder mantener su palabra, aquel último juramento que había salido de sus labios. Pero aquella vez… aquella vez tenía amigos.
    Se había apoyado en Jessica, Cameron, y Violet. Ellos le habían ayudado, si no a superar su dolor, algo que no esperaba poder conseguir jamás, si a tratar de vivir con el.

    Fuera de aquellas horas temidas en las que la oscuridad le devolvía sus fantasmas, y de cara a la galería, Orión era un mago y un hombre casi renacido.

    Los informes de Jessica, y la pareja Keane/Barrow acerca de todo cuanto había pasado, habían limpiado su imagen hasta tal punto que sin llegar a saber bien como, lo habían ascendido, a ni más ni menos que, Jefe del Departamento de Aurores.
    Aquello no dejaba de sorprenderle, pero entre luchar contra el síndrome del impostor, gestionar un departamento entero, y reuniones interdepartamentales e interministeriales, tenía su mente y su día entero lo suficientemente ocupado como para no pensar.

    𝗨𝗻 𝗮𝗻̃𝗼 𝗱𝗲𝘀𝗽𝘂𝗲𝘀

    >>Los días pasaban sin que nada los detuviera, y antes de que nadie se pudiera dar cuenta, había pasado un año desde aquel terrible día en el que él había perdido su mundo por salvar el mundo entero.
    Violet había sido un gran apoyo para el auror, todos sus nuevos amigos, pero la Slytherin en concreto, desde el momento en el que le había abrazado en aquel sótano, parecía que se había empeñado en evitar que se hundiera, y por Merlín si lo había conseguido.

    Aquel día no sabía por qué, ya que no era un día especial, no era diferente al resto, se sentía ligeramente optimista, y había acudido al callejón Diagon con intención de enviar un detalle a Violet y su familia.
    Un juego nuevo de plumas y tinteros para Cameron, una pequeña quaffle de peluche para Minerva, y para Violet… un set variado de ingredientes para pociones.
    Aquello era lo último en su lista, y sin muchas ganas de caminar y buscar por más tiendas, entra en la primera botica que aparece a su paso.

    La sutil y aguda campanita vibra cuando abre la puerta y después de nuevo al cerrarse. Él murmura un saludo a la nada, ya que no veía a nadie tras el mostrador, y centra su atención en las estanterías que poblaban la pared, llenas de tarros de cristal de todos los tamaños y colores y llenos de todo lo que uno pudiera desear.
    Llevaba en la mano izquierda un pequeño tarro lleno de polvo de serpiente arbórea africana, como primera elección cuando una voz que detrás suyo hace que su corazón se salte dos latidos.

    — “𝐵𝑢𝑒𝑛𝑜𝑠 𝑑𝑖́𝑎𝑠, ¿𝑝𝑢𝑒𝑑𝑜 𝑎𝑦𝑢𝑑𝑎𝑟𝑙𝑒?”

    Aquella voz hace que Orión en un solo segundo, se gire y su mano deje caer el pequeño bote que se estrella contra el suelo, haciéndose pedazos, del mismo modo que lo hace su mundo.
    Era ella, estaba frente a él, observándolo, esperando una respuesta a su pregunta, con una sonrisa amable, una preciosa sonrisa. Aquello no podia ser real… ¿estaba soñando? No… el peso de los paquetes que cargaba bajo su brazo izquierdo era muy real.

    — No puede ser… No eres…. — Su voz no es más que un susurro ininteligible, al menos hasta que inspira hondo, tratando de tragar un repentino nudo en la garganta, recomponerse y averiguar que está pasando. Claramente ella le miraba con amabilidad, pero sin ningún tipo de reconocimiento en sus ojos… —… si, es… es posible que sí. Busco hacerle un regalo a una buena amiga, una especie de lote indispensable para pociones… ¿crees que me puedes echar una mano? Soy… soy Orión, por cierto, y… perdona, perdona por este desastre.

    Estaba fuera de lugar, nadie se presentaba a la dependienta de una tienda, así sin más, pero tenía que probar suerte, necesitaba ver si su nombre despertaba algo en ella, aunque fuera una chispa.
    𝑠𝑡𝑎𝑟𝑡𝑒𝑟 𝑝𝑎𝑟𝑎: જ⁀➴ [JailOfwoxd] Sentía el peso en sus brazos. El peso de un cuerpo inerte. Había tenido esa pesadilla muchas veces. Pero hacía tiempo que no regresaba a él… ahora había vuelto, no era la misma, se entremezclaba con otros recuerdos, aquellos que realmente ahora si le perseguían. Su cuerpo había reaccionado por memoria muscular, por instinto. No era la primera vez que vivía aquello, no era la primera vez que perdía a la mujer de su vida… Orión había extendido los brazos, se había preparado para recibir el cuerpo de Nora, para sostenerlo, acunarlo, acompañarla, hacerle saber que no estaba sola… Pero la bruja era pura energía, y en eso se había convertido. No tenía un cuerpo sobre el que llorar, no quedaba un lugar al que ir a drenar su dolor… tan solo quedaban promesas rotas. Las de un futuro, las de felicidad, amor y esperanza. El auror despierta de golpe, en el sofá de su casa. No había vuelto a pisar las habitaciones desde que todo había ocurrido, y tampoco es que importara mucho viendo la poca cantidad de tiempo que conseguía dormir. Promesas rotas… todas. Tan solo una quedaba intacta. No esperaba poder mantener su palabra, aquel último juramento que había salido de sus labios. Pero aquella vez… aquella vez tenía amigos. Se había apoyado en Jessica, Cameron, y Violet. Ellos le habían ayudado, si no a superar su dolor, algo que no esperaba poder conseguir jamás, si a tratar de vivir con el. Fuera de aquellas horas temidas en las que la oscuridad le devolvía sus fantasmas, y de cara a la galería, Orión era un mago y un hombre casi renacido. Los informes de Jessica, y la pareja Keane/Barrow acerca de todo cuanto había pasado, habían limpiado su imagen hasta tal punto que sin llegar a saber bien como, lo habían ascendido, a ni más ni menos que, Jefe del Departamento de Aurores. Aquello no dejaba de sorprenderle, pero entre luchar contra el síndrome del impostor, gestionar un departamento entero, y reuniones interdepartamentales e interministeriales, tenía su mente y su día entero lo suficientemente ocupado como para no pensar. 𝗨𝗻 𝗮𝗻̃𝗼 𝗱𝗲𝘀𝗽𝘂𝗲𝘀 >>Los días pasaban sin que nada los detuviera, y antes de que nadie se pudiera dar cuenta, había pasado un año desde aquel terrible día en el que él había perdido su mundo por salvar el mundo entero. Violet había sido un gran apoyo para el auror, todos sus nuevos amigos, pero la Slytherin en concreto, desde el momento en el que le había abrazado en aquel sótano, parecía que se había empeñado en evitar que se hundiera, y por Merlín si lo había conseguido. Aquel día no sabía por qué, ya que no era un día especial, no era diferente al resto, se sentía ligeramente optimista, y había acudido al callejón Diagon con intención de enviar un detalle a Violet y su familia. Un juego nuevo de plumas y tinteros para Cameron, una pequeña quaffle de peluche para Minerva, y para Violet… un set variado de ingredientes para pociones. Aquello era lo último en su lista, y sin muchas ganas de caminar y buscar por más tiendas, entra en la primera botica que aparece a su paso. La sutil y aguda campanita vibra cuando abre la puerta y después de nuevo al cerrarse. Él murmura un saludo a la nada, ya que no veía a nadie tras el mostrador, y centra su atención en las estanterías que poblaban la pared, llenas de tarros de cristal de todos los tamaños y colores y llenos de todo lo que uno pudiera desear. Llevaba en la mano izquierda un pequeño tarro lleno de polvo de serpiente arbórea africana, como primera elección cuando una voz que detrás suyo hace que su corazón se salte dos latidos. — “𝐵𝑢𝑒𝑛𝑜𝑠 𝑑𝑖́𝑎𝑠, ¿𝑝𝑢𝑒𝑑𝑜 𝑎𝑦𝑢𝑑𝑎𝑟𝑙𝑒?” Aquella voz hace que Orión en un solo segundo, se gire y su mano deje caer el pequeño bote que se estrella contra el suelo, haciéndose pedazos, del mismo modo que lo hace su mundo. Era ella, estaba frente a él, observándolo, esperando una respuesta a su pregunta, con una sonrisa amable, una preciosa sonrisa. Aquello no podia ser real… ¿estaba soñando? No… el peso de los paquetes que cargaba bajo su brazo izquierdo era muy real. — No puede ser… No eres…. — Su voz no es más que un susurro ininteligible, al menos hasta que inspira hondo, tratando de tragar un repentino nudo en la garganta, recomponerse y averiguar que está pasando. Claramente ella le miraba con amabilidad, pero sin ningún tipo de reconocimiento en sus ojos… —… si, es… es posible que sí. Busco hacerle un regalo a una buena amiga, una especie de lote indispensable para pociones… ¿crees que me puedes echar una mano? Soy… soy Orión, por cierto, y… perdona, perdona por este desastre. Estaba fuera de lugar, nadie se presentaba a la dependienta de una tienda, así sin más, pero tenía que probar suerte, necesitaba ver si su nombre despertaba algo en ella, aunque fuera una chispa.
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