[Story Mode: Episodio 1]
[Un perfume y tres chicles de menta, por favor.]
Con un jadeo pesado deja caer su cuerpo cansado sobre el gastado sofá que rescató de la calle. Le toma unos segundos controlar su respiración agitada, y parpadea repetidas veces para hacer que el agua acumulada en sus ojos se desaparezca. Sus puños cerrados con fuerza aprietan la tela gastada del mueble, y tiene que utilizar cada gramo de energía de su cuerpo para no sollozar. Ya es de medianoche, todos duermen... Menos él.
— Dios.. Si estás ahí, dame fuerzas, por favor... —
Siente su cuerpo retorcerse por dentro, sus entrañas luchar contra si mismas. Al rededor de él, los ruidos se agudizan y se hacen intensos. El sonido de los grillos en la medianoche, el viento que mueve y golpea la ventana mal colocada, y los ronquidos que vienen de las habitaciones cercanas. Su propio cuerpo tiembla, suplicando por una pequeña calada.
Sabe que no debe, que prometió dejarlo. Que ya no le queda ni perfume, ni algún chicle de menta para lidiar con el olor a tabaco. Y Mucho menos, dinero para pagar. Pero... Aún le queda media caja... ¿Sería un desperdicio tirarla, no es así...?
Con escalofríos recorriendo su cuerpo, se levanta con dificultad del sofá. Tiene que poner cada gramo de voluntad que hay en su cuerpo en dar cada paso, y se dispone a salir...
— [¿Hmm...? ¿A Donde vas, pa?] —
Una voz lo detiene. Cuando creyó que los sudores fríos por la abstinencia lo volverían loco, definitivamente se equivocó. En este momento se sentía incluso peor. Maldice internamente al pequeño Leo por levantarse en mitad de la noche, y junta coraje para responder con la mejor voz posible.
— [Yo... Solo voy a salir a tomar aire. Volvé a la cama, boludin.~] —
— [Ya voy, ya voy... Paso al baño y vuelvo.] —
Tras que el pequeño finalmente se fuese, él aprovechó para por fin salir. No dudó más y emprendió su marcha hacia la gasolinera más cercana, para conseguir el suministro deseado. Su cabello hecho un desastre por el sudor, su respiración agitada. Seguramente parecería un drogadicto, pero al menos sabía que en ese sitio lo conocen.
— U-Uh, buenas noches, eh... —
— ¿Lo de siempre, no? —
La cajera lo ve con algo de interés, aunque definitivamente es más en su aspecto desastroso que en algún atractivo. Se resigna con una sonrisa débil y asiente.
— Si, por favor. Un perfume, y 3 chicles de menta, por favor. —
— A Tu pedido.. ¿Esta vez si traes dinero? —
— Quizá.. ¿Siguen sin aceptar la prostitución, no? Ja. —
— No quieres que responda. —
— Tú tampoco. —
— A Este paso tendremos que vetarte de aquí. —
— Buenas noches. —
Con un suspiro pesado salió del sitio. Se preguntó si debería sencillamente encender el cigarro ahí para destruir las pruebas de que le debe dinero a la gasolinera. Soltó una risa débil y esperó a haber salido del sitio para encenderlo. Una calada... Y Sintió cada pesar abandonar su cuerpo...
Solo para ser reemplazado con uno incluso más pesado.
— Mierda... *Sob* Yo... Soy un estúpido... —
Dejó salir el humo entre sus labios, y se recostó contra la pared mientras escondía lo mejor posible sus sollozos.
...
Luego de terminar.. Se aplicó algo de perfume, se llevó a la boca uno de esos chicles de menta... Y Emprendió camino de regreso a casa, apenas iluminado por la luz de la luna.
[Un perfume y tres chicles de menta, por favor.]
Con un jadeo pesado deja caer su cuerpo cansado sobre el gastado sofá que rescató de la calle. Le toma unos segundos controlar su respiración agitada, y parpadea repetidas veces para hacer que el agua acumulada en sus ojos se desaparezca. Sus puños cerrados con fuerza aprietan la tela gastada del mueble, y tiene que utilizar cada gramo de energía de su cuerpo para no sollozar. Ya es de medianoche, todos duermen... Menos él.
— Dios.. Si estás ahí, dame fuerzas, por favor... —
Siente su cuerpo retorcerse por dentro, sus entrañas luchar contra si mismas. Al rededor de él, los ruidos se agudizan y se hacen intensos. El sonido de los grillos en la medianoche, el viento que mueve y golpea la ventana mal colocada, y los ronquidos que vienen de las habitaciones cercanas. Su propio cuerpo tiembla, suplicando por una pequeña calada.
Sabe que no debe, que prometió dejarlo. Que ya no le queda ni perfume, ni algún chicle de menta para lidiar con el olor a tabaco. Y Mucho menos, dinero para pagar. Pero... Aún le queda media caja... ¿Sería un desperdicio tirarla, no es así...?
Con escalofríos recorriendo su cuerpo, se levanta con dificultad del sofá. Tiene que poner cada gramo de voluntad que hay en su cuerpo en dar cada paso, y se dispone a salir...
— [¿Hmm...? ¿A Donde vas, pa?] —
Una voz lo detiene. Cuando creyó que los sudores fríos por la abstinencia lo volverían loco, definitivamente se equivocó. En este momento se sentía incluso peor. Maldice internamente al pequeño Leo por levantarse en mitad de la noche, y junta coraje para responder con la mejor voz posible.
— [Yo... Solo voy a salir a tomar aire. Volvé a la cama, boludin.~] —
— [Ya voy, ya voy... Paso al baño y vuelvo.] —
Tras que el pequeño finalmente se fuese, él aprovechó para por fin salir. No dudó más y emprendió su marcha hacia la gasolinera más cercana, para conseguir el suministro deseado. Su cabello hecho un desastre por el sudor, su respiración agitada. Seguramente parecería un drogadicto, pero al menos sabía que en ese sitio lo conocen.
— U-Uh, buenas noches, eh... —
— ¿Lo de siempre, no? —
La cajera lo ve con algo de interés, aunque definitivamente es más en su aspecto desastroso que en algún atractivo. Se resigna con una sonrisa débil y asiente.
— Si, por favor. Un perfume, y 3 chicles de menta, por favor. —
— A Tu pedido.. ¿Esta vez si traes dinero? —
— Quizá.. ¿Siguen sin aceptar la prostitución, no? Ja. —
— No quieres que responda. —
— Tú tampoco. —
— A Este paso tendremos que vetarte de aquí. —
— Buenas noches. —
Con un suspiro pesado salió del sitio. Se preguntó si debería sencillamente encender el cigarro ahí para destruir las pruebas de que le debe dinero a la gasolinera. Soltó una risa débil y esperó a haber salido del sitio para encenderlo. Una calada... Y Sintió cada pesar abandonar su cuerpo...
Solo para ser reemplazado con uno incluso más pesado.
— Mierda... *Sob* Yo... Soy un estúpido... —
Dejó salir el humo entre sus labios, y se recostó contra la pared mientras escondía lo mejor posible sus sollozos.
...
Luego de terminar.. Se aplicó algo de perfume, se llevó a la boca uno de esos chicles de menta... Y Emprendió camino de regreso a casa, apenas iluminado por la luz de la luna.
[Story Mode: Episodio 1]
[Un perfume y tres chicles de menta, por favor.]
Con un jadeo pesado deja caer su cuerpo cansado sobre el gastado sofá que rescató de la calle. Le toma unos segundos controlar su respiración agitada, y parpadea repetidas veces para hacer que el agua acumulada en sus ojos se desaparezca. Sus puños cerrados con fuerza aprietan la tela gastada del mueble, y tiene que utilizar cada gramo de energía de su cuerpo para no sollozar. Ya es de medianoche, todos duermen... Menos él.
— Dios.. Si estás ahí, dame fuerzas, por favor... —
Siente su cuerpo retorcerse por dentro, sus entrañas luchar contra si mismas. Al rededor de él, los ruidos se agudizan y se hacen intensos. El sonido de los grillos en la medianoche, el viento que mueve y golpea la ventana mal colocada, y los ronquidos que vienen de las habitaciones cercanas. Su propio cuerpo tiembla, suplicando por una pequeña calada.
Sabe que no debe, que prometió dejarlo. Que ya no le queda ni perfume, ni algún chicle de menta para lidiar con el olor a tabaco. Y Mucho menos, dinero para pagar. Pero... Aún le queda media caja... ¿Sería un desperdicio tirarla, no es así...?
Con escalofríos recorriendo su cuerpo, se levanta con dificultad del sofá. Tiene que poner cada gramo de voluntad que hay en su cuerpo en dar cada paso, y se dispone a salir...
— [¿Hmm...? ¿A Donde vas, pa?] —
Una voz lo detiene. Cuando creyó que los sudores fríos por la abstinencia lo volverían loco, definitivamente se equivocó. En este momento se sentía incluso peor. Maldice internamente al pequeño Leo por levantarse en mitad de la noche, y junta coraje para responder con la mejor voz posible.
— [Yo... Solo voy a salir a tomar aire. Volvé a la cama, boludin.~] —
— [Ya voy, ya voy... Paso al baño y vuelvo.] —
Tras que el pequeño finalmente se fuese, él aprovechó para por fin salir. No dudó más y emprendió su marcha hacia la gasolinera más cercana, para conseguir el suministro deseado. Su cabello hecho un desastre por el sudor, su respiración agitada. Seguramente parecería un drogadicto, pero al menos sabía que en ese sitio lo conocen.
— U-Uh, buenas noches, eh... —
— ¿Lo de siempre, no? —
La cajera lo ve con algo de interés, aunque definitivamente es más en su aspecto desastroso que en algún atractivo. Se resigna con una sonrisa débil y asiente.
— Si, por favor. Un perfume, y 3 chicles de menta, por favor. —
— A Tu pedido.. ¿Esta vez si traes dinero? —
— Quizá.. ¿Siguen sin aceptar la prostitución, no? Ja. —
— No quieres que responda. —
— Tú tampoco. —
— A Este paso tendremos que vetarte de aquí. —
— Buenas noches. —
Con un suspiro pesado salió del sitio. Se preguntó si debería sencillamente encender el cigarro ahí para destruir las pruebas de que le debe dinero a la gasolinera. Soltó una risa débil y esperó a haber salido del sitio para encenderlo. Una calada... Y Sintió cada pesar abandonar su cuerpo...
Solo para ser reemplazado con uno incluso más pesado.
— Mierda... *Sob* Yo... Soy un estúpido... —
Dejó salir el humo entre sus labios, y se recostó contra la pared mientras escondía lo mejor posible sus sollozos.
...
Luego de terminar.. Se aplicó algo de perfume, se llevó a la boca uno de esos chicles de menta... Y Emprendió camino de regreso a casa, apenas iluminado por la luz de la luna.

