• Me encanta cuando se hace justicia, también que las personas malas se destruyen solas. Aunque intentes cambiar tu imagen, eso no evita que cambie lo mierd@ que eres.
    Me encanta cuando se hace justicia, también que las personas malas se destruyen solas. Aunque intentes cambiar tu imagen, eso no evita que cambie lo mierd@ que eres.
    Me gusta
    Me encocora
    7
    4 turnos 0 maullidos
  • A lo largo de los años he aprendido que el asesinato no siempre es una elección. A veces es justicia… a veces es venganza… y a veces, simplemente, es supervivencia. No soy un asesino por naturaleza, pero este mundo, este club, esta vida… me hicieron uno. Cada vez que aprieto el gatillo, no lo hago solo por rabia o por proteger a los míos. Lo hago porque en este lugar, si no matas, mueres. Y aunque cada muerte me deja más vacío, más lejos de quien alguna vez quise ser, también me recuerda por qué empecé. Protejo a mi club, a mi familia, porque es lo único que tengo. Pero no te equivoques… los fantasmas no desaparecen. Te siguen, te miran, te juzgan en cada espejo. Y cuando finalmente llegue mi hora, no estaré pidiendo perdón… estaré esperando el castigo.

    A lo largo de los años he aprendido que el asesinato no siempre es una elección. A veces es justicia… a veces es venganza… y a veces, simplemente, es supervivencia. No soy un asesino por naturaleza, pero este mundo, este club, esta vida… me hicieron uno. Cada vez que aprieto el gatillo, no lo hago solo por rabia o por proteger a los míos. Lo hago porque en este lugar, si no matas, mueres. Y aunque cada muerte me deja más vacío, más lejos de quien alguna vez quise ser, también me recuerda por qué empecé. Protejo a mi club, a mi familia, porque es lo único que tengo. Pero no te equivoques… los fantasmas no desaparecen. Te siguen, te miran, te juzgan en cada espejo. Y cuando finalmente llegue mi hora, no estaré pidiendo perdón… estaré esperando el castigo.
    Me entristece
    Me encocora
    4
    5 turnos 0 maullidos
  • ┯━━━━━▧▣▧━━━━━┯

    Royalty City, siempre despierta y luminosa, la promesa de un mundo mejor, la supuesta encarnación de un mundo unido. Para que al final solamente fuera el patio de juegos y el nido de mafiosos más grande del globo.
    Barrios chantajeados por gente ambiciosa, casinos dirigidos para exprimir a la personas viciosas y luces neon que brillan para desorientar a los adictos que deambulan erráticos por las calles.

    Decirle "ciudad del pecado" sería lo adecuado, pero yo considero que es más una ciudad del infierno. Con sus círculos, con sus monstruos bien coordinados en sus respectivos sectores.

    —¡Pero yo voy a purificar este chiquero, usando mi luz de la justicia!

    Y por suerte he vivido aquí el tiempo suficiente para saber que sectores están lo suficientemente vacíos para poder practicar mis discursos. Ojalá pudiera hacer buenos discursos.

    —No. Suena demasiado cursi, casi que de político.

    Llueve. Mi piel está gris, pero reluciente gracias a las gotas de agua que se deslizan sobre mi glamuroso cuerpo. Y mi piel brilla, gracias a la luz del neón de los carteles publicitarios a mi al rededor.

    La estación de trenes respeta mi hablar y mi silencio. A éstas horas de la noche es cuando los ciudadanos, al menos los inocentes y desprotegidos, prefieren evitar compartir asientos con malandros nocturnos... Pero tampoco es que estén muy seguros durante el día.

    Mi ropa pesa, pero casi ni la siento. Mi cabello está todo caído y húmedo, pero se puede arreglar. Mis ojos brillan, ni siquiera el neón puede opacar la luz azúl en ellos. Mis dientes puntiagudos son mostrados al mundo, una sonrisa involuntaria ante la llegada del tren fugitivo que fue tomado en la estación anterior por un grupo de ladrones que creía poder escapar de la justicia entre vagones.

    La hora ha llegado, el momento en que encarno a la justicia para castigar a la maldad con una buena dosis de alto voltaje.

    ◤◢◣◥◤◢◣◥
    ┯━━━━━▧▣▧━━━━━┯ Royalty City, siempre despierta y luminosa, la promesa de un mundo mejor, la supuesta encarnación de un mundo unido. Para que al final solamente fuera el patio de juegos y el nido de mafiosos más grande del globo. Barrios chantajeados por gente ambiciosa, casinos dirigidos para exprimir a la personas viciosas y luces neon que brillan para desorientar a los adictos que deambulan erráticos por las calles. Decirle "ciudad del pecado" sería lo adecuado, pero yo considero que es más una ciudad del infierno. Con sus círculos, con sus monstruos bien coordinados en sus respectivos sectores. —¡Pero yo voy a purificar este chiquero, usando mi luz de la justicia! Y por suerte he vivido aquí el tiempo suficiente para saber que sectores están lo suficientemente vacíos para poder practicar mis discursos. Ojalá pudiera hacer buenos discursos. —No. Suena demasiado cursi, casi que de político. Llueve. Mi piel está gris, pero reluciente gracias a las gotas de agua que se deslizan sobre mi glamuroso cuerpo. Y mi piel brilla, gracias a la luz del neón de los carteles publicitarios a mi al rededor. La estación de trenes respeta mi hablar y mi silencio. A éstas horas de la noche es cuando los ciudadanos, al menos los inocentes y desprotegidos, prefieren evitar compartir asientos con malandros nocturnos... Pero tampoco es que estén muy seguros durante el día. Mi ropa pesa, pero casi ni la siento. Mi cabello está todo caído y húmedo, pero se puede arreglar. Mis ojos brillan, ni siquiera el neón puede opacar la luz azúl en ellos. Mis dientes puntiagudos son mostrados al mundo, una sonrisa involuntaria ante la llegada del tren fugitivo que fue tomado en la estación anterior por un grupo de ladrones que creía poder escapar de la justicia entre vagones. La hora ha llegado, el momento en que encarno a la justicia para castigar a la maldad con una buena dosis de alto voltaje. ◤◢◣◥◤◢◣◥
    3 turnos 0 maullidos
  • [∆] No volveré a ser sólo una observadora o alguien a quien hay que rescatar. Me rehúso a ser indolente ante la injusticia y el dolor. [∆]
    [∆] No volveré a ser sólo una observadora o alguien a quien hay que rescatar. Me rehúso a ser indolente ante la injusticia y el dolor. [∆]
    Me gusta
    Me encocora
    Me shockea
    Me enjaja
    9
    12 turnos 0 maullidos
  • https://www.youtube.com/watch?v=BRqtTPHMtXI&ab_channel=Angra-Topic
    //Cerrado, evento de contextualización, primera parte//

    𝐈

    𝐷𝑖𝑜 𝑢𝑛𝑎 𝑙𝑎𝑟𝑔𝑎 𝑐𝑎𝑙𝑎𝑑𝑎 𝑎 𝑠𝑢 𝑐𝑖𝑔𝑎𝑟𝑟𝑖𝑙𝑙𝑜, 𝑟𝑒𝑡𝑒𝑛𝑖𝑒𝑛𝑑𝑜 𝑒𝑙 𝘩𝑢𝑚𝑜 𝑝𝑜𝑟 𝑢𝑛𝑜𝑠 𝑠𝑒𝑔𝑢𝑛𝑑𝑜𝑠, 𝑐𝑎𝑠𝑖 𝑡𝑒𝑚𝑖𝑒𝑛𝑑𝑜 𝑒𝑙 𝑎𝑖𝑟𝑒 𝑠𝑢𝑝𝑢𝑒𝑠𝑡𝑎𝑚𝑒𝑛𝑡𝑒 𝑝𝑢𝑟𝑜 𝑞𝑢𝑒 𝑣𝑒𝑛𝑑𝑟𝑖́𝑎 𝑑𝑒𝑠𝑝𝑢𝑒́𝑠. 𝑇𝑜𝑑𝑜 𝑎𝑙𝑙𝑖́ 𝑜𝑙𝑖́𝑎 𝑎 𝘩𝑜𝑙𝑙𝑖́𝑛 𝑦 𝑠𝑎𝑏𝑖𝑎 𝑎 𝑖𝑛𝑚𝑢𝑛𝑑𝑖𝑐𝑖𝑎, 𝑝𝑒𝑟𝑜 𝑒𝑟𝑎 𝑑𝑒 𝑒𝑠𝑝𝑒𝑟𝑎𝑟𝑠𝑒 𝑒𝑛 𝑢𝑛𝑎 𝑚𝑒𝑡𝑟𝑜́𝑝𝑜𝑙𝑖𝑠 𝑑𝑒 𝑡𝑎𝑙 𝑡𝑎𝑚𝑎𝑛̃𝑜. 𝑆𝑢𝑠 𝑡𝑎𝑐𝑜𝑛𝑒𝑠 𝑟𝑒𝑝𝑖𝑞𝑢𝑒𝑡𝑒𝑎𝑏𝑎𝑛 𝑐𝑜𝑛𝑡𝑟𝑎 𝑙𝑎 𝑐𝑎𝑟𝑡𝑒𝑙𝑒𝑟𝑎 𝑑𝑒𝑙 𝑟𝑒𝑠𝑡𝑎𝑢𝑟𝑎𝑛𝑡𝑒 𝑗𝑢𝑛𝑡𝑜 𝑎𝑙 𝘩𝑜𝑠𝑝𝑖𝑡𝑎𝑙, 𝑦𝑎 𝑞𝑢𝑒 𝑙𝑜𝑠 𝑙𝑢𝑔𝑎𝑟𝑒𝑠 𝑎𝑙𝑡𝑜𝑠 𝑠𝑜𝑏𝑟𝑒 𝑙𝑢𝑐𝑒𝑠 𝑏𝑟𝑖𝑙𝑙𝑎𝑛𝑡𝑒𝑠 𝑡𝑒𝑛𝑑𝑖́𝑎𝑛 𝑎 𝑒𝑛𝑚𝑎𝑠𝑐𝑎𝑟𝑎𝑟 𝑠𝑢𝑠 𝑝𝑟𝑒𝑡𝑒𝑛𝑐𝑖𝑜𝑛𝑒𝑠. 𝑁𝑜 𝑙𝑒 𝑝𝑟𝑒𝑜𝑐𝑢𝑝𝑎𝑏𝑎 𝑠𝑒𝑟 𝑑𝑖𝑠𝑐𝑟𝑒𝑡𝑎 𝑝𝑒𝑟𝑜 𝑢𝑛𝑎 𝑒𝑛𝑓𝑒𝑟𝑚𝑒𝑟𝑎 𝑏𝑒𝑏𝑖𝑒𝑛𝑑𝑜 𝑢𝑛𝑎 𝑏𝑜𝑙𝑠𝑎 𝑑𝑒 𝑠𝑎𝑛𝑔𝑟𝑒 𝑐𝑢𝑎𝑙 𝑛𝑖𝑛̃𝑜 𝑠𝑒 𝑒𝑐𝘩𝑎 𝑢𝑛 𝑐𝑎𝑝𝑟𝑖𝑠𝑢𝑛 𝑜𝑏𝑣𝑖𝑎𝑚𝑒𝑛𝑡𝑒 𝑎𝑡𝑟𝑎𝑒𝑟𝑖́𝑎 𝑢𝑛𝑎 𝑚𝑖𝑟𝑎𝑑𝑎 𝑖𝑛𝑑𝑖𝑠𝑐𝑟𝑒𝑡𝑎 𝑜 𝑑𝑜𝑠.

    — En instantes repetiremos la misma sonsera, sumando el doceavo encabezado semanal refiriéndose a una catástrofe insulsa de tamaños colosales perpetrada por niños adultos en mallas jugando al gato y al ratón, por favor quédense atentos para el desenlace completamente predecible y el desfile de inoperantes después del robo, el secuestro o que sea en el día de hoy -

    𝑌𝑎 𝑡𝑜𝑑𝑎 𝑖𝑛𝑡𝑟𝑜𝑣𝑒𝑟𝑠𝑖𝑜́𝑛 𝑖𝑛𝑓𝑜𝑟𝑚𝑎𝑡𝑖𝑣𝑎 𝑠𝑜𝑛𝑎𝑏𝑎 𝑒𝑥𝑎𝑐𝑡𝑎𝑚𝑒𝑛𝑡𝑒 𝑖𝑔𝑢𝑎𝑙, 𝑒𝑠𝑒 𝑙𝑢𝑔𝑎𝑟 𝑒𝑠𝑡𝑎𝑏𝑎 𝑖𝑚𝑏𝑢𝑖𝑑𝑜 𝑑𝑒 𝑑𝑟𝑎𝑚𝑎 𝑦 𝑗𝑢𝑒𝑔𝑜𝑠 𝑝𝑎𝑟𝑎 𝑎𝑑𝑢𝑙𝑡𝑜𝑠 𝑐𝑜𝑛 𝑠𝑢𝑝…

    — La policía ha informado que no van a evacuar a Saint mercy del Upper east side debido a que un súper está custodiando la bomba, las proyecciones muestran que está ubicado en el último piso al flanco derecho y si bien las bajas son inminentes interceder sería más peligroso que actuar. Solo nos queda rogar que la liga de la justicia pueda hacer algo al respecto —.

    𝐸𝑠𝑐𝑜𝑛𝑑𝑖𝑜́ 𝑒𝑙 𝑒𝑛𝑣𝑜𝑙𝑡𝑜𝑟𝑖𝑜 𝑣𝑎𝑐𝑖𝑜́ 𝑑𝑒 𝑠𝑢 𝑒𝑛𝑡𝑟𝑒𝑚𝑒́𝑠 𝑦 𝑡𝑒𝑟𝑚𝑖𝑛𝑜 𝑝𝑜𝑟 𝑚𝑎𝑠𝑐𝑎𝑟 𝑒𝑙 𝑐𝑖𝑔𝑎𝑟𝑟𝑜 𝑚𝑖𝑒𝑛𝑡𝑟𝑎𝑠 𝑡𝑟𝑒𝑝𝑎𝑏𝑎 𝑙𝑎 𝑝𝑎𝑟𝑒𝑑 𝑑𝑒𝑙 𝘩𝑜𝑠𝑝𝑖𝑡𝑎𝑙 𝑝𝑒𝑔𝑎𝑑𝑜 𝑎 𝑒𝑠𝑡𝑎 𝑔𝑟𝑎𝑠𝑖𝑒𝑛𝑡𝑎 𝑐𝑎𝑓𝑒𝑡𝑒𝑟𝑖́𝑎, 𝑝𝑜𝑑𝑟𝑖́𝑎 𝑝𝑒𝑛𝑠𝑎𝑟 𝑒𝑛 𝑞𝑢𝑒 𝑒𝑟𝑎 𝑢𝑛𝑎 𝑚𝑎𝑛𝑖𝑜𝑏𝑟𝑎 𝑜 𝑞𝑢𝑖𝑧𝑎́𝑠 𝑢𝑛 𝑑𝑒𝑠𝑐𝑜𝑛𝑜𝑐𝑖𝑚𝑖𝑒𝑛𝑡𝑜 𝑝𝑢𝑏𝑙𝑖𝑐𝑜 𝑝𝑒𝑟𝑜 𝑛𝑜 𝑑𝑒𝑗𝑎𝑟𝑖́𝑎 𝑞𝑢𝑒 𝑢𝑛𝑎 𝑚𝑎𝑛𝑎𝑑𝑎 𝑑𝑒 𝑖𝑚𝑏𝑒́𝑐𝑖𝑙𝑒𝑠 𝑙𝑒 𝑎𝑟𝑟𝑢𝑖𝑛𝑒 𝑙𝑎 𝑝𝑟𝑖𝑚𝑒𝑟𝑎 𝑚𝑖𝑠𝑖𝑜́𝑛 𝑐𝑜𝑚𝑝𝑎𝑟𝑡𝑖𝑑𝑎 𝑐𝑜𝑛 𝑜𝑡𝑟𝑎 𝑜𝑟𝑔𝑎𝑛𝑖𝑧𝑎𝑐𝑖𝑜𝑛 𝑑𝑒𝑠𝑑𝑒 𝑒𝑙 𝟷𝟿𝟻𝟾…
    𝐸𝑙 𝑜𝑝𝑒𝑟𝑎𝑡𝑖𝑣𝑜 𝑒𝑠𝑡𝑎𝑏𝑎 𝑒𝑛 𝑡𝑒𝑟𝑎𝑝𝑖𝑎 𝑖𝑛𝑡𝑒𝑛𝑠𝑖𝑣𝑎 𝑒𝑛 𝑒𝑙 𝑚𝑖𝑠𝑚𝑖́𝑠𝑖𝑚𝑜 𝑙𝑢𝑔𝑎𝑟 𝑎 𝑞𝑢𝑒 𝑢𝑛 𝑟𝑒𝑚𝑒𝑑𝑜 𝑑𝑒 𝑣𝑎𝑛𝑑𝑖𝑑𝑜𝑠 𝑐𝑜𝑛 𝑑𝑒𝑙𝑖𝑟𝑖𝑜𝑠 𝑑𝑒 𝑔𝑟𝑎𝑛𝑑𝑒𝑧𝑎 𝑠𝑒 𝑙𝑒 𝑜𝑐𝑢𝑟𝑟𝑖𝑜́ 𝑑𝑖𝑛𝑎𝑚𝑖𝑡𝑎𝑟, 𝑝𝑜𝑟 𝑠𝑢𝑝𝑢𝑒𝑠𝑡𝑜, 𝑗𝑎𝑚𝑎𝑠 𝑙𝑒 𝑑𝑎𝑟𝑖́𝑎𝑛 𝑎𝑙𝑔𝑜 𝑐𝑜𝑚𝑜 𝑠𝑢𝑝𝑒𝑟𝑣𝑖𝑠𝑎𝑟 𝑢𝑛𝑎 𝑟𝑒𝑐𝑢𝑝𝑒𝑟𝑎𝑐𝑖𝑜́𝑛 𝑡𝑟𝑎𝑛𝑞𝑢𝑖𝑙𝑎, 𝑝𝑎𝑟𝑎 𝑛𝑎𝑑𝑎.

    𝐿𝑜𝑠 𝑡𝑎𝑐𝑜𝑛𝑒𝑠 𝑠𝑜𝑛𝑎𝑟𝑜𝑛 𝑑𝑒 𝑛𝑢𝑒𝑣𝑜 𝑙𝑙𝑎𝑚𝑎𝑛𝑑𝑜 𝑙𝑎 𝑎𝑡𝑒𝑛𝑐𝑖𝑜́𝑛 𝑑𝑒𝑙 𝑝𝑎𝑏𝑒𝑙𝑙𝑜́𝑛, ¿𝑞𝑢𝑖𝑒𝑛 𝑝𝑢𝑑𝑖𝑒𝑟𝑒 𝑠𝑒𝑟 𝑒𝑠𝑎 𝑒𝑛𝑓𝑒𝑟𝑚𝑒𝑟𝑎, 𝑦 𝑝𝑜𝑟 𝑞𝑢𝑒 𝑙𝑜𝑠 𝑡𝑎𝑐𝑜𝑛𝑒𝑠 𝑘𝑖𝑡𝑡𝑦? 𝑐𝑎𝑑𝑎 𝑠𝑒𝑛𝑡𝑖𝑑𝑜 𝑠𝑒 𝘩𝑎𝑏𝑖́𝑎 𝑒𝑛𝑎𝑙𝑡𝑒𝑐𝑖𝑑𝑜 𝑎𝑛𝑡𝑒 𝑙𝑎 𝑝𝑜𝑠𝑖𝑏𝑖𝑙𝑖𝑑𝑎𝑑 𝑑𝑒 𝑙𝑎 𝑙𝑢𝑐𝘩𝑎, 𝑙𝑎 𝑐𝑎𝑧𝑎, 𝑙𝑜 𝑠𝑢𝑓𝑖𝑐𝑖𝑒𝑛𝑡𝑒 𝑝𝑎𝑟𝑎 𝑜𝑖́𝑟 𝑒𝑙 𝑐𝑜𝑛𝑡𝑒𝑜 𝑑𝑒𝑙 𝑎𝑝𝑎𝑟𝑎𝑡𝑜 𝑝𝑒𝑟𝑜 𝑛𝑜 𝑡𝑎𝑛 𝑝𝑢𝑙𝑖𝑑𝑜 𝑝𝑎𝑟𝑎 𝑠𝑎𝑏𝑒𝑟 𝑞𝑢𝑖𝑒𝑛 𝑒𝑟𝑎 𝑠𝑢 𝑒𝑛𝑒𝑚𝑖𝑔𝑜, 𝑒𝑚𝑝𝑢𝑗𝑜 𝑙𝑎 𝑝𝑢𝑒𝑟𝑡𝑎 𝑟𝑒𝑏𝑎𝑡𝑖𝑏𝑙𝑒 𝑝𝑎𝑟𝑎 𝑎𝑏𝑟𝑖𝑟𝑙𝑎 𝑑𝑒 𝑝𝑎𝑟 𝑒𝑛 𝑝𝑎𝑟… ¿𝑜 𝑙𝑎 𝘩𝑎𝑏𝑖́𝑎𝑛 𝑎𝑏𝑖𝑒𝑟𝑡𝑜? 𝑝𝑜𝑐𝑜 𝑖𝑚𝑝𝑜𝑟𝑡𝑎𝑑𝑎, 𝑙𝑜 𝑢́𝑛𝑖𝑐𝑜 𝑞𝑢𝑒 𝑡𝑒𝑛𝑖𝑎 𝑒𝑛 𝑠𝑢 𝑚𝑒𝑛𝑡𝑒 𝑒𝑟𝑎 𝑒𝑠𝑒 𝑟𝑒𝑙𝑜𝑗 𝑏𝑎𝑗𝑎𝑛𝑑𝑜 𝑑𝑒 𝟹𝟶 𝑦 𝑙𝑎 𝑎𝑝𝑟𝑒𝑚𝑖𝑎𝑛𝑡𝑒 𝑛𝑒𝑐𝑒𝑠𝑖𝑑𝑎𝑑 𝑑𝑒 𝘩𝑎𝑐𝑒𝑟 𝑎𝑙𝑔𝑜 𝑎𝑙 𝑟𝑒𝑠𝑝𝑒𝑐𝑡𝑜… 𝑛𝑜 𝘩𝑎𝑦 𝑣𝑒𝑛𝑡𝑎𝑛𝑎𝑠, 𝑛𝑜 𝘩𝑎𝑦 𝑎𝑟𝑚𝑎𝑟𝑖𝑜𝑠, 𝑙𝑎 𝑝𝑢𝑒𝑟𝑡𝑎 𝑒𝑠𝑡𝑎 𝑙𝑒𝑗𝑜𝑠 ¡𝑀𝐴𝐿𝐷𝐼𝑇𝐴 𝑆𝐸𝐴! 𝑇𝑜𝑚𝑜́ 𝑙𝑎 𝑚𝑜𝑐𝘩𝑖𝑙𝑎 𝑟𝑒𝑧𝑎𝑛𝑑𝑜 𝑝𝑜𝑟 𝑞𝑢𝑒 𝑛𝑜 𝑐𝑢𝑒𝑛𝑡𝑒 𝑐𝑜𝑛 𝑢𝑛 𝑔𝑎𝑡𝑖𝑙𝑙𝑜 𝑑𝑒 𝑚𝑒𝑟𝑐𝑢𝑟𝑖𝑜 𝑦 𝑙𝑎 𝑒𝑐𝘩𝑜 𝑒𝑛𝑡𝑟𝑒 𝑑𝑜𝑠 𝑝𝑎𝑟𝑒𝑑𝑒𝑠 𝑦 𝑒𝑙 𝑠𝑢𝑒𝑙𝑜, 𝑡𝑎𝑝𝑎𝑛𝑑𝑜 𝑐𝑜𝑛 𝑠𝑢 𝑒𝑠𝑝𝑎𝑙𝑑𝑎 𝑙𝑎 𝑏𝑜𝑚𝑏𝑎 𝑦 𝑑𝑎𝑛𝑑𝑜 𝑢𝑛 𝑣𝑖𝑠𝑡𝑎𝑧𝑜 𝑝𝑎𝑟𝑎 𝑎𝑠𝑒𝑔𝑢𝑟𝑎𝑟𝑠𝑒 𝑞𝑢𝑒 𝑠𝑢 𝑝𝑟𝑜𝑡𝑒𝑔𝑖𝑑𝑜 𝑒𝑠𝑡𝑢𝑣𝑖𝑒𝑟𝑎 𝑠𝑒𝑔𝑢𝑟𝑜.
    𝑆𝑢𝑠 𝑜𝑗𝑜𝑠 𝑙𝑎 𝑒𝑛𝑐𝑜𝑛𝑡𝑟𝑎𝑟𝑜𝑛 𝑡𝑎𝑝𝑎𝑑𝑜 𝑝𝑜𝑟 𝑒𝑙 𝑟𝑒𝑠𝑡𝑜 𝑑𝑒 𝑙𝑜𝑠 𝑐𝑜𝑚𝑏𝑎𝑙𝑒𝑐𝑖𝑒𝑛𝑡𝑒𝑠 𝑑𝑒𝑙 𝑝𝑎𝑏𝑒𝑙𝑙𝑜́𝑛 𝑦 𝑎𝑛𝑡𝑒𝑠 𝑞𝑢𝑒 𝑝𝑢𝑑𝑖𝑒𝑟𝑎 𝑑𝑎𝑟𝑙𝑒 𝑢𝑛𝑎 𝑝𝑎𝑙𝑎𝑏𝑟𝑎 𝑜 𝑢𝑛𝑎 𝑎𝑑𝑣𝑒𝑟𝑡𝑒𝑛𝑐𝑖𝑎, 𝑒𝑙 𝑡𝑖𝑐 𝑓𝑖𝑛𝑎𝑙 𝑓𝑢𝑒 𝑝𝑟𝑒𝑐𝑒𝑑𝑖𝑑𝑜 𝑝𝑜𝑟 𝑢𝑛 𝑠𝑖𝑙𝑏𝑖𝑑𝑜 𝑎𝑔𝑢𝑑𝑜… 𝑦 𝑡𝑜𝑑𝑜 𝑓𝑢𝑒 𝑎 𝑛𝑒𝑔𝑟𝑜.

    𝐸𝑛 𝑙𝑜𝑠 𝑢́𝑙𝑡𝑖𝑚𝑜𝑠 𝑖𝑛𝑠𝑡𝑎𝑛𝑡𝑒𝑠 𝑡𝑢𝑣𝑜 𝑞𝑢𝑒 𝑙𝑢𝑐𝘩𝑎𝑟 𝑐𝑜𝑛𝑡𝑟𝑎 𝑙𝑎 𝑏𝑒𝑠𝑡𝑖𝑎, 𝑒𝑠𝑎 𝑓𝑢𝑒𝑟𝑧𝑎 𝑖𝑛𝑡𝑒𝑟𝑛𝑎 𝑞𝑢𝑒 𝑖𝑛𝑡𝑒𝑛𝑡𝑎𝑏𝑎 𝑜𝑏𝑙𝑖𝑔𝑎𝑟𝑙𝑒 𝑎 𝘩𝑢𝑖𝑟 𝑑𝑒 𝑖𝑛𝑚𝑒𝑑𝑖𝑎𝑡𝑜 𝑦 𝑝𝑜𝑛𝑒𝑟𝑠𝑒 𝑎 𝑠𝑎𝑙𝑣𝑜, 𝑠𝑢𝑠𝑢𝑟𝑟𝑎𝑛𝑑𝑜 𝑎𝑟𝑔𝑢𝑚𝑒𝑛𝑡𝑜𝑠 𝑐𝑜𝑚𝑝𝑙𝑒𝑡𝑎𝑚𝑒𝑛𝑡𝑒 𝑣𝑎𝑙𝑖𝑑𝑜𝑠 𝑎 𝑙𝑎 𝑣𝑒𝑙𝑜𝑐𝑖𝑑𝑎𝑑 𝑑𝑒𝑙 𝑎𝑢𝑡𝑒𝑛𝑡𝑖𝑐𝑜 𝑚𝑖𝑒𝑑𝑜. 𝐼𝑛𝑐𝑙𝑢𝑠𝑜 𝑠𝑢𝑠 𝑝𝑖𝑒𝑟𝑛𝑎𝑠 𝑎𝑚𝑒𝑛𝑎𝑧𝑎𝑏𝑎𝑛 𝑐𝑜𝑛 𝑡𝑟𝑎𝑖𝑐𝑖𝑜𝑛𝑎𝑟𝑙𝑎, 𝑙𝑜 𝑢́𝑛𝑖𝑐𝑜 𝑞𝑢𝑒 𝑝𝑢𝑑𝑜 𝑙𝑙𝑒𝑔𝑎𝑟 𝑎 𝘩𝑎𝑐𝑒𝑟 𝑝𝑎𝑟𝑎 𝘩𝑎𝑐𝑒𝑟 𝑠𝑢 𝑝𝑙𝑎𝑛 𝑎 𝑝𝑟𝑢𝑒𝑏𝑎 𝑑𝑒 𝑒𝑙𝑙𝑎 𝑚𝑖𝑠𝑚𝑎 𝑓𝑢𝑒 𝑟𝑒𝑑𝑖𝑟𝑖𝑔𝑖𝑟 𝑐𝑎𝑑𝑎 𝑎𝑠𝑝𝑒𝑐𝑡𝑜 𝑑𝑒 𝑓𝑢𝑒𝑟𝑧𝑎 𝑎 𝑠𝑢𝑠 𝑒𝑥𝑡𝑟𝑒𝑚𝑖𝑑𝑎𝑑𝑒𝑠, 𝑠𝑢𝑠 𝑑𝑒𝑑𝑜𝑠 𝑠𝑒 𝑑𝑒𝑠𝑡𝑟𝑜𝑧𝑎𝑟𝑜𝑛 𝑖𝑛𝑐𝑟𝑢𝑠𝑡𝑎𝑛𝑑𝑜 𝑒𝑙 𝘩𝑢𝑒𝑠𝑜 𝑑𝑒 𝑠𝑢𝑠 𝑓𝑎𝑙𝑎𝑛𝑔𝑒𝑠 𝑒𝑛 𝑙𝑎𝑠 𝑝𝑎𝑟𝑒𝑑𝑒𝑠, 𝑙𝑜𝑠 𝑡𝑎𝑐𝑜𝑛𝑒𝑠 𝑠𝑒 𝑑𝑒𝑠𝑝𝑟𝑒𝑛𝑑𝑖𝑒𝑟𝑜𝑛 𝑑𝑒𝑙 𝑓𝑜𝑟𝑟𝑎𝑑𝑜 𝑑𝑒 𝑐𝑢𝑒𝑟𝑜 𝑒𝑛𝑓𝑟𝑒𝑛𝑡𝑎́𝑛𝑑𝑜𝑠𝑒 𝑎 𝑙𝑎 𝑙𝑜𝑧𝑎 𝑦 𝑎𝑝𝑒𝑛𝑎𝑠 𝑒𝑙 𝑎𝑟𝑚𝑎𝑧𝑜́𝑛 𝑑𝑒 𝑚𝑒𝑡𝑎𝑙 𝑞𝑢𝑒 𝑠𝑜𝑠𝑡𝑒𝑛𝑖́𝑎 𝑒𝑙 𝑝𝑒𝑠𝑜 𝑑𝑒 𝑙𝑎 𝑚𝑢𝑗𝑒𝑟 𝑙𝑙𝑒𝑔𝑜 𝑎 𝑙𝑜𝑔𝑟𝑎𝑟 𝑒𝑙 𝑐𝑜𝑚𝑒𝑡𝑖𝑑𝑜 𝑑𝑒 𝑎𝑐𝑡𝑢𝑎𝑟 𝑒𝑛 𝑢𝑛𝑎 𝑠𝑢𝑒𝑟𝑡𝑒 𝑑𝑒 𝑒𝑠𝑡𝑎𝑐𝑎. 𝐴𝑢𝑛𝑞𝑢𝑒 𝑙𝑙𝑒𝑔𝑎𝑟𝑎 𝑎 𝑑𝑒𝑠𝑣𝑎𝑛𝑒𝑐𝑒𝑟𝑠𝑒 𝑜 𝑖𝑛𝑡𝑒𝑛𝑡𝑎𝑟𝑎 𝑚𝑜𝑣𝑒𝑟𝑠𝑒… 𝑒𝑠𝑡𝑎𝑏𝑎 𝑎𝑙𝑙𝑖́ 𝘩𝑎𝑠𝑡𝑎 𝑒𝑙 𝑓𝑖𝑛𝑎𝑙.
    https://www.youtube.com/watch?v=BRqtTPHMtXI&ab_channel=Angra-Topic //Cerrado, evento de contextualización, primera parte// 𝐈 𝐷𝑖𝑜 𝑢𝑛𝑎 𝑙𝑎𝑟𝑔𝑎 𝑐𝑎𝑙𝑎𝑑𝑎 𝑎 𝑠𝑢 𝑐𝑖𝑔𝑎𝑟𝑟𝑖𝑙𝑙𝑜, 𝑟𝑒𝑡𝑒𝑛𝑖𝑒𝑛𝑑𝑜 𝑒𝑙 𝘩𝑢𝑚𝑜 𝑝𝑜𝑟 𝑢𝑛𝑜𝑠 𝑠𝑒𝑔𝑢𝑛𝑑𝑜𝑠, 𝑐𝑎𝑠𝑖 𝑡𝑒𝑚𝑖𝑒𝑛𝑑𝑜 𝑒𝑙 𝑎𝑖𝑟𝑒 𝑠𝑢𝑝𝑢𝑒𝑠𝑡𝑎𝑚𝑒𝑛𝑡𝑒 𝑝𝑢𝑟𝑜 𝑞𝑢𝑒 𝑣𝑒𝑛𝑑𝑟𝑖́𝑎 𝑑𝑒𝑠𝑝𝑢𝑒́𝑠. 𝑇𝑜𝑑𝑜 𝑎𝑙𝑙𝑖́ 𝑜𝑙𝑖́𝑎 𝑎 𝘩𝑜𝑙𝑙𝑖́𝑛 𝑦 𝑠𝑎𝑏𝑖𝑎 𝑎 𝑖𝑛𝑚𝑢𝑛𝑑𝑖𝑐𝑖𝑎, 𝑝𝑒𝑟𝑜 𝑒𝑟𝑎 𝑑𝑒 𝑒𝑠𝑝𝑒𝑟𝑎𝑟𝑠𝑒 𝑒𝑛 𝑢𝑛𝑎 𝑚𝑒𝑡𝑟𝑜́𝑝𝑜𝑙𝑖𝑠 𝑑𝑒 𝑡𝑎𝑙 𝑡𝑎𝑚𝑎𝑛̃𝑜. 𝑆𝑢𝑠 𝑡𝑎𝑐𝑜𝑛𝑒𝑠 𝑟𝑒𝑝𝑖𝑞𝑢𝑒𝑡𝑒𝑎𝑏𝑎𝑛 𝑐𝑜𝑛𝑡𝑟𝑎 𝑙𝑎 𝑐𝑎𝑟𝑡𝑒𝑙𝑒𝑟𝑎 𝑑𝑒𝑙 𝑟𝑒𝑠𝑡𝑎𝑢𝑟𝑎𝑛𝑡𝑒 𝑗𝑢𝑛𝑡𝑜 𝑎𝑙 𝘩𝑜𝑠𝑝𝑖𝑡𝑎𝑙, 𝑦𝑎 𝑞𝑢𝑒 𝑙𝑜𝑠 𝑙𝑢𝑔𝑎𝑟𝑒𝑠 𝑎𝑙𝑡𝑜𝑠 𝑠𝑜𝑏𝑟𝑒 𝑙𝑢𝑐𝑒𝑠 𝑏𝑟𝑖𝑙𝑙𝑎𝑛𝑡𝑒𝑠 𝑡𝑒𝑛𝑑𝑖́𝑎𝑛 𝑎 𝑒𝑛𝑚𝑎𝑠𝑐𝑎𝑟𝑎𝑟 𝑠𝑢𝑠 𝑝𝑟𝑒𝑡𝑒𝑛𝑐𝑖𝑜𝑛𝑒𝑠. 𝑁𝑜 𝑙𝑒 𝑝𝑟𝑒𝑜𝑐𝑢𝑝𝑎𝑏𝑎 𝑠𝑒𝑟 𝑑𝑖𝑠𝑐𝑟𝑒𝑡𝑎 𝑝𝑒𝑟𝑜 𝑢𝑛𝑎 𝑒𝑛𝑓𝑒𝑟𝑚𝑒𝑟𝑎 𝑏𝑒𝑏𝑖𝑒𝑛𝑑𝑜 𝑢𝑛𝑎 𝑏𝑜𝑙𝑠𝑎 𝑑𝑒 𝑠𝑎𝑛𝑔𝑟𝑒 𝑐𝑢𝑎𝑙 𝑛𝑖𝑛̃𝑜 𝑠𝑒 𝑒𝑐𝘩𝑎 𝑢𝑛 𝑐𝑎𝑝𝑟𝑖𝑠𝑢𝑛 𝑜𝑏𝑣𝑖𝑎𝑚𝑒𝑛𝑡𝑒 𝑎𝑡𝑟𝑎𝑒𝑟𝑖́𝑎 𝑢𝑛𝑎 𝑚𝑖𝑟𝑎𝑑𝑎 𝑖𝑛𝑑𝑖𝑠𝑐𝑟𝑒𝑡𝑎 𝑜 𝑑𝑜𝑠. — En instantes repetiremos la misma sonsera, sumando el doceavo encabezado semanal refiriéndose a una catástrofe insulsa de tamaños colosales perpetrada por niños adultos en mallas jugando al gato y al ratón, por favor quédense atentos para el desenlace completamente predecible y el desfile de inoperantes después del robo, el secuestro o que sea en el día de hoy - 𝑌𝑎 𝑡𝑜𝑑𝑎 𝑖𝑛𝑡𝑟𝑜𝑣𝑒𝑟𝑠𝑖𝑜́𝑛 𝑖𝑛𝑓𝑜𝑟𝑚𝑎𝑡𝑖𝑣𝑎 𝑠𝑜𝑛𝑎𝑏𝑎 𝑒𝑥𝑎𝑐𝑡𝑎𝑚𝑒𝑛𝑡𝑒 𝑖𝑔𝑢𝑎𝑙, 𝑒𝑠𝑒 𝑙𝑢𝑔𝑎𝑟 𝑒𝑠𝑡𝑎𝑏𝑎 𝑖𝑚𝑏𝑢𝑖𝑑𝑜 𝑑𝑒 𝑑𝑟𝑎𝑚𝑎 𝑦 𝑗𝑢𝑒𝑔𝑜𝑠 𝑝𝑎𝑟𝑎 𝑎𝑑𝑢𝑙𝑡𝑜𝑠 𝑐𝑜𝑛 𝑠𝑢𝑝… — La policía ha informado que no van a evacuar a Saint mercy del Upper east side debido a que un súper está custodiando la bomba, las proyecciones muestran que está ubicado en el último piso al flanco derecho y si bien las bajas son inminentes interceder sería más peligroso que actuar. Solo nos queda rogar que la liga de la justicia pueda hacer algo al respecto —. 𝐸𝑠𝑐𝑜𝑛𝑑𝑖𝑜́ 𝑒𝑙 𝑒𝑛𝑣𝑜𝑙𝑡𝑜𝑟𝑖𝑜 𝑣𝑎𝑐𝑖𝑜́ 𝑑𝑒 𝑠𝑢 𝑒𝑛𝑡𝑟𝑒𝑚𝑒́𝑠 𝑦 𝑡𝑒𝑟𝑚𝑖𝑛𝑜 𝑝𝑜𝑟 𝑚𝑎𝑠𝑐𝑎𝑟 𝑒𝑙 𝑐𝑖𝑔𝑎𝑟𝑟𝑜 𝑚𝑖𝑒𝑛𝑡𝑟𝑎𝑠 𝑡𝑟𝑒𝑝𝑎𝑏𝑎 𝑙𝑎 𝑝𝑎𝑟𝑒𝑑 𝑑𝑒𝑙 𝘩𝑜𝑠𝑝𝑖𝑡𝑎𝑙 𝑝𝑒𝑔𝑎𝑑𝑜 𝑎 𝑒𝑠𝑡𝑎 𝑔𝑟𝑎𝑠𝑖𝑒𝑛𝑡𝑎 𝑐𝑎𝑓𝑒𝑡𝑒𝑟𝑖́𝑎, 𝑝𝑜𝑑𝑟𝑖́𝑎 𝑝𝑒𝑛𝑠𝑎𝑟 𝑒𝑛 𝑞𝑢𝑒 𝑒𝑟𝑎 𝑢𝑛𝑎 𝑚𝑎𝑛𝑖𝑜𝑏𝑟𝑎 𝑜 𝑞𝑢𝑖𝑧𝑎́𝑠 𝑢𝑛 𝑑𝑒𝑠𝑐𝑜𝑛𝑜𝑐𝑖𝑚𝑖𝑒𝑛𝑡𝑜 𝑝𝑢𝑏𝑙𝑖𝑐𝑜 𝑝𝑒𝑟𝑜 𝑛𝑜 𝑑𝑒𝑗𝑎𝑟𝑖́𝑎 𝑞𝑢𝑒 𝑢𝑛𝑎 𝑚𝑎𝑛𝑎𝑑𝑎 𝑑𝑒 𝑖𝑚𝑏𝑒́𝑐𝑖𝑙𝑒𝑠 𝑙𝑒 𝑎𝑟𝑟𝑢𝑖𝑛𝑒 𝑙𝑎 𝑝𝑟𝑖𝑚𝑒𝑟𝑎 𝑚𝑖𝑠𝑖𝑜́𝑛 𝑐𝑜𝑚𝑝𝑎𝑟𝑡𝑖𝑑𝑎 𝑐𝑜𝑛 𝑜𝑡𝑟𝑎 𝑜𝑟𝑔𝑎𝑛𝑖𝑧𝑎𝑐𝑖𝑜𝑛 𝑑𝑒𝑠𝑑𝑒 𝑒𝑙 𝟷𝟿𝟻𝟾… 𝐸𝑙 𝑜𝑝𝑒𝑟𝑎𝑡𝑖𝑣𝑜 𝑒𝑠𝑡𝑎𝑏𝑎 𝑒𝑛 𝑡𝑒𝑟𝑎𝑝𝑖𝑎 𝑖𝑛𝑡𝑒𝑛𝑠𝑖𝑣𝑎 𝑒𝑛 𝑒𝑙 𝑚𝑖𝑠𝑚𝑖́𝑠𝑖𝑚𝑜 𝑙𝑢𝑔𝑎𝑟 𝑎 𝑞𝑢𝑒 𝑢𝑛 𝑟𝑒𝑚𝑒𝑑𝑜 𝑑𝑒 𝑣𝑎𝑛𝑑𝑖𝑑𝑜𝑠 𝑐𝑜𝑛 𝑑𝑒𝑙𝑖𝑟𝑖𝑜𝑠 𝑑𝑒 𝑔𝑟𝑎𝑛𝑑𝑒𝑧𝑎 𝑠𝑒 𝑙𝑒 𝑜𝑐𝑢𝑟𝑟𝑖𝑜́ 𝑑𝑖𝑛𝑎𝑚𝑖𝑡𝑎𝑟, 𝑝𝑜𝑟 𝑠𝑢𝑝𝑢𝑒𝑠𝑡𝑜, 𝑗𝑎𝑚𝑎𝑠 𝑙𝑒 𝑑𝑎𝑟𝑖́𝑎𝑛 𝑎𝑙𝑔𝑜 𝑐𝑜𝑚𝑜 𝑠𝑢𝑝𝑒𝑟𝑣𝑖𝑠𝑎𝑟 𝑢𝑛𝑎 𝑟𝑒𝑐𝑢𝑝𝑒𝑟𝑎𝑐𝑖𝑜́𝑛 𝑡𝑟𝑎𝑛𝑞𝑢𝑖𝑙𝑎, 𝑝𝑎𝑟𝑎 𝑛𝑎𝑑𝑎. 𝐿𝑜𝑠 𝑡𝑎𝑐𝑜𝑛𝑒𝑠 𝑠𝑜𝑛𝑎𝑟𝑜𝑛 𝑑𝑒 𝑛𝑢𝑒𝑣𝑜 𝑙𝑙𝑎𝑚𝑎𝑛𝑑𝑜 𝑙𝑎 𝑎𝑡𝑒𝑛𝑐𝑖𝑜́𝑛 𝑑𝑒𝑙 𝑝𝑎𝑏𝑒𝑙𝑙𝑜́𝑛, ¿𝑞𝑢𝑖𝑒𝑛 𝑝𝑢𝑑𝑖𝑒𝑟𝑒 𝑠𝑒𝑟 𝑒𝑠𝑎 𝑒𝑛𝑓𝑒𝑟𝑚𝑒𝑟𝑎, 𝑦 𝑝𝑜𝑟 𝑞𝑢𝑒 𝑙𝑜𝑠 𝑡𝑎𝑐𝑜𝑛𝑒𝑠 𝑘𝑖𝑡𝑡𝑦? 𝑐𝑎𝑑𝑎 𝑠𝑒𝑛𝑡𝑖𝑑𝑜 𝑠𝑒 𝘩𝑎𝑏𝑖́𝑎 𝑒𝑛𝑎𝑙𝑡𝑒𝑐𝑖𝑑𝑜 𝑎𝑛𝑡𝑒 𝑙𝑎 𝑝𝑜𝑠𝑖𝑏𝑖𝑙𝑖𝑑𝑎𝑑 𝑑𝑒 𝑙𝑎 𝑙𝑢𝑐𝘩𝑎, 𝑙𝑎 𝑐𝑎𝑧𝑎, 𝑙𝑜 𝑠𝑢𝑓𝑖𝑐𝑖𝑒𝑛𝑡𝑒 𝑝𝑎𝑟𝑎 𝑜𝑖́𝑟 𝑒𝑙 𝑐𝑜𝑛𝑡𝑒𝑜 𝑑𝑒𝑙 𝑎𝑝𝑎𝑟𝑎𝑡𝑜 𝑝𝑒𝑟𝑜 𝑛𝑜 𝑡𝑎𝑛 𝑝𝑢𝑙𝑖𝑑𝑜 𝑝𝑎𝑟𝑎 𝑠𝑎𝑏𝑒𝑟 𝑞𝑢𝑖𝑒𝑛 𝑒𝑟𝑎 𝑠𝑢 𝑒𝑛𝑒𝑚𝑖𝑔𝑜, 𝑒𝑚𝑝𝑢𝑗𝑜 𝑙𝑎 𝑝𝑢𝑒𝑟𝑡𝑎 𝑟𝑒𝑏𝑎𝑡𝑖𝑏𝑙𝑒 𝑝𝑎𝑟𝑎 𝑎𝑏𝑟𝑖𝑟𝑙𝑎 𝑑𝑒 𝑝𝑎𝑟 𝑒𝑛 𝑝𝑎𝑟… ¿𝑜 𝑙𝑎 𝘩𝑎𝑏𝑖́𝑎𝑛 𝑎𝑏𝑖𝑒𝑟𝑡𝑜? 𝑝𝑜𝑐𝑜 𝑖𝑚𝑝𝑜𝑟𝑡𝑎𝑑𝑎, 𝑙𝑜 𝑢́𝑛𝑖𝑐𝑜 𝑞𝑢𝑒 𝑡𝑒𝑛𝑖𝑎 𝑒𝑛 𝑠𝑢 𝑚𝑒𝑛𝑡𝑒 𝑒𝑟𝑎 𝑒𝑠𝑒 𝑟𝑒𝑙𝑜𝑗 𝑏𝑎𝑗𝑎𝑛𝑑𝑜 𝑑𝑒 𝟹𝟶 𝑦 𝑙𝑎 𝑎𝑝𝑟𝑒𝑚𝑖𝑎𝑛𝑡𝑒 𝑛𝑒𝑐𝑒𝑠𝑖𝑑𝑎𝑑 𝑑𝑒 𝘩𝑎𝑐𝑒𝑟 𝑎𝑙𝑔𝑜 𝑎𝑙 𝑟𝑒𝑠𝑝𝑒𝑐𝑡𝑜… 𝑛𝑜 𝘩𝑎𝑦 𝑣𝑒𝑛𝑡𝑎𝑛𝑎𝑠, 𝑛𝑜 𝘩𝑎𝑦 𝑎𝑟𝑚𝑎𝑟𝑖𝑜𝑠, 𝑙𝑎 𝑝𝑢𝑒𝑟𝑡𝑎 𝑒𝑠𝑡𝑎 𝑙𝑒𝑗𝑜𝑠 ¡𝑀𝐴𝐿𝐷𝐼𝑇𝐴 𝑆𝐸𝐴! 𝑇𝑜𝑚𝑜́ 𝑙𝑎 𝑚𝑜𝑐𝘩𝑖𝑙𝑎 𝑟𝑒𝑧𝑎𝑛𝑑𝑜 𝑝𝑜𝑟 𝑞𝑢𝑒 𝑛𝑜 𝑐𝑢𝑒𝑛𝑡𝑒 𝑐𝑜𝑛 𝑢𝑛 𝑔𝑎𝑡𝑖𝑙𝑙𝑜 𝑑𝑒 𝑚𝑒𝑟𝑐𝑢𝑟𝑖𝑜 𝑦 𝑙𝑎 𝑒𝑐𝘩𝑜 𝑒𝑛𝑡𝑟𝑒 𝑑𝑜𝑠 𝑝𝑎𝑟𝑒𝑑𝑒𝑠 𝑦 𝑒𝑙 𝑠𝑢𝑒𝑙𝑜, 𝑡𝑎𝑝𝑎𝑛𝑑𝑜 𝑐𝑜𝑛 𝑠𝑢 𝑒𝑠𝑝𝑎𝑙𝑑𝑎 𝑙𝑎 𝑏𝑜𝑚𝑏𝑎 𝑦 𝑑𝑎𝑛𝑑𝑜 𝑢𝑛 𝑣𝑖𝑠𝑡𝑎𝑧𝑜 𝑝𝑎𝑟𝑎 𝑎𝑠𝑒𝑔𝑢𝑟𝑎𝑟𝑠𝑒 𝑞𝑢𝑒 𝑠𝑢 𝑝𝑟𝑜𝑡𝑒𝑔𝑖𝑑𝑜 𝑒𝑠𝑡𝑢𝑣𝑖𝑒𝑟𝑎 𝑠𝑒𝑔𝑢𝑟𝑜. 𝑆𝑢𝑠 𝑜𝑗𝑜𝑠 𝑙𝑎 𝑒𝑛𝑐𝑜𝑛𝑡𝑟𝑎𝑟𝑜𝑛 𝑡𝑎𝑝𝑎𝑑𝑜 𝑝𝑜𝑟 𝑒𝑙 𝑟𝑒𝑠𝑡𝑜 𝑑𝑒 𝑙𝑜𝑠 𝑐𝑜𝑚𝑏𝑎𝑙𝑒𝑐𝑖𝑒𝑛𝑡𝑒𝑠 𝑑𝑒𝑙 𝑝𝑎𝑏𝑒𝑙𝑙𝑜́𝑛 𝑦 𝑎𝑛𝑡𝑒𝑠 𝑞𝑢𝑒 𝑝𝑢𝑑𝑖𝑒𝑟𝑎 𝑑𝑎𝑟𝑙𝑒 𝑢𝑛𝑎 𝑝𝑎𝑙𝑎𝑏𝑟𝑎 𝑜 𝑢𝑛𝑎 𝑎𝑑𝑣𝑒𝑟𝑡𝑒𝑛𝑐𝑖𝑎, 𝑒𝑙 𝑡𝑖𝑐 𝑓𝑖𝑛𝑎𝑙 𝑓𝑢𝑒 𝑝𝑟𝑒𝑐𝑒𝑑𝑖𝑑𝑜 𝑝𝑜𝑟 𝑢𝑛 𝑠𝑖𝑙𝑏𝑖𝑑𝑜 𝑎𝑔𝑢𝑑𝑜… 𝑦 𝑡𝑜𝑑𝑜 𝑓𝑢𝑒 𝑎 𝑛𝑒𝑔𝑟𝑜. 𝐸𝑛 𝑙𝑜𝑠 𝑢́𝑙𝑡𝑖𝑚𝑜𝑠 𝑖𝑛𝑠𝑡𝑎𝑛𝑡𝑒𝑠 𝑡𝑢𝑣𝑜 𝑞𝑢𝑒 𝑙𝑢𝑐𝘩𝑎𝑟 𝑐𝑜𝑛𝑡𝑟𝑎 𝑙𝑎 𝑏𝑒𝑠𝑡𝑖𝑎, 𝑒𝑠𝑎 𝑓𝑢𝑒𝑟𝑧𝑎 𝑖𝑛𝑡𝑒𝑟𝑛𝑎 𝑞𝑢𝑒 𝑖𝑛𝑡𝑒𝑛𝑡𝑎𝑏𝑎 𝑜𝑏𝑙𝑖𝑔𝑎𝑟𝑙𝑒 𝑎 𝘩𝑢𝑖𝑟 𝑑𝑒 𝑖𝑛𝑚𝑒𝑑𝑖𝑎𝑡𝑜 𝑦 𝑝𝑜𝑛𝑒𝑟𝑠𝑒 𝑎 𝑠𝑎𝑙𝑣𝑜, 𝑠𝑢𝑠𝑢𝑟𝑟𝑎𝑛𝑑𝑜 𝑎𝑟𝑔𝑢𝑚𝑒𝑛𝑡𝑜𝑠 𝑐𝑜𝑚𝑝𝑙𝑒𝑡𝑎𝑚𝑒𝑛𝑡𝑒 𝑣𝑎𝑙𝑖𝑑𝑜𝑠 𝑎 𝑙𝑎 𝑣𝑒𝑙𝑜𝑐𝑖𝑑𝑎𝑑 𝑑𝑒𝑙 𝑎𝑢𝑡𝑒𝑛𝑡𝑖𝑐𝑜 𝑚𝑖𝑒𝑑𝑜. 𝐼𝑛𝑐𝑙𝑢𝑠𝑜 𝑠𝑢𝑠 𝑝𝑖𝑒𝑟𝑛𝑎𝑠 𝑎𝑚𝑒𝑛𝑎𝑧𝑎𝑏𝑎𝑛 𝑐𝑜𝑛 𝑡𝑟𝑎𝑖𝑐𝑖𝑜𝑛𝑎𝑟𝑙𝑎, 𝑙𝑜 𝑢́𝑛𝑖𝑐𝑜 𝑞𝑢𝑒 𝑝𝑢𝑑𝑜 𝑙𝑙𝑒𝑔𝑎𝑟 𝑎 𝘩𝑎𝑐𝑒𝑟 𝑝𝑎𝑟𝑎 𝘩𝑎𝑐𝑒𝑟 𝑠𝑢 𝑝𝑙𝑎𝑛 𝑎 𝑝𝑟𝑢𝑒𝑏𝑎 𝑑𝑒 𝑒𝑙𝑙𝑎 𝑚𝑖𝑠𝑚𝑎 𝑓𝑢𝑒 𝑟𝑒𝑑𝑖𝑟𝑖𝑔𝑖𝑟 𝑐𝑎𝑑𝑎 𝑎𝑠𝑝𝑒𝑐𝑡𝑜 𝑑𝑒 𝑓𝑢𝑒𝑟𝑧𝑎 𝑎 𝑠𝑢𝑠 𝑒𝑥𝑡𝑟𝑒𝑚𝑖𝑑𝑎𝑑𝑒𝑠, 𝑠𝑢𝑠 𝑑𝑒𝑑𝑜𝑠 𝑠𝑒 𝑑𝑒𝑠𝑡𝑟𝑜𝑧𝑎𝑟𝑜𝑛 𝑖𝑛𝑐𝑟𝑢𝑠𝑡𝑎𝑛𝑑𝑜 𝑒𝑙 𝘩𝑢𝑒𝑠𝑜 𝑑𝑒 𝑠𝑢𝑠 𝑓𝑎𝑙𝑎𝑛𝑔𝑒𝑠 𝑒𝑛 𝑙𝑎𝑠 𝑝𝑎𝑟𝑒𝑑𝑒𝑠, 𝑙𝑜𝑠 𝑡𝑎𝑐𝑜𝑛𝑒𝑠 𝑠𝑒 𝑑𝑒𝑠𝑝𝑟𝑒𝑛𝑑𝑖𝑒𝑟𝑜𝑛 𝑑𝑒𝑙 𝑓𝑜𝑟𝑟𝑎𝑑𝑜 𝑑𝑒 𝑐𝑢𝑒𝑟𝑜 𝑒𝑛𝑓𝑟𝑒𝑛𝑡𝑎́𝑛𝑑𝑜𝑠𝑒 𝑎 𝑙𝑎 𝑙𝑜𝑧𝑎 𝑦 𝑎𝑝𝑒𝑛𝑎𝑠 𝑒𝑙 𝑎𝑟𝑚𝑎𝑧𝑜́𝑛 𝑑𝑒 𝑚𝑒𝑡𝑎𝑙 𝑞𝑢𝑒 𝑠𝑜𝑠𝑡𝑒𝑛𝑖́𝑎 𝑒𝑙 𝑝𝑒𝑠𝑜 𝑑𝑒 𝑙𝑎 𝑚𝑢𝑗𝑒𝑟 𝑙𝑙𝑒𝑔𝑜 𝑎 𝑙𝑜𝑔𝑟𝑎𝑟 𝑒𝑙 𝑐𝑜𝑚𝑒𝑡𝑖𝑑𝑜 𝑑𝑒 𝑎𝑐𝑡𝑢𝑎𝑟 𝑒𝑛 𝑢𝑛𝑎 𝑠𝑢𝑒𝑟𝑡𝑒 𝑑𝑒 𝑒𝑠𝑡𝑎𝑐𝑎. 𝐴𝑢𝑛𝑞𝑢𝑒 𝑙𝑙𝑒𝑔𝑎𝑟𝑎 𝑎 𝑑𝑒𝑠𝑣𝑎𝑛𝑒𝑐𝑒𝑟𝑠𝑒 𝑜 𝑖𝑛𝑡𝑒𝑛𝑡𝑎𝑟𝑎 𝑚𝑜𝑣𝑒𝑟𝑠𝑒… 𝑒𝑠𝑡𝑎𝑏𝑎 𝑎𝑙𝑙𝑖́ 𝘩𝑎𝑠𝑡𝑎 𝑒𝑙 𝑓𝑖𝑛𝑎𝑙.
    Me encocora
    1
    0 turnos 0 maullidos
  • Hubo una guerra en el cielo.

    La oscuridad primordial, dada forma a ocho entidades, y luego, la luz primigenia formando otras ocho.

    Un ser, algunos lo llamaron Absoluto, otros lo llamaron dios. Fue quien dio forma a tal existencia, creando un basto universo lleno de vida, dividido en millones de capas…

    “Y vio este dios lo que hizo, y se aburrió mortalmente”

    Bajo una idea, infantil, no muy lejana de cualquier invención humana. Este dios uso a sus creaciones para divertir su aburrida existencia. Cuales piezas de tablero, o cual juguetes poderosos, ocho fueron nacidos de la luz y ocho de la oscuridad, usados para matarse entre ellos, aprovechando su inmortal existencia para hacerlos volverse a levantar.

    Hasta que la luz, harta de tal injusticia, se levanto contra su creador, y con sus armas benditas dieron muerte al padre cósmico que los puso en este campo de batalla… salvo uno.

    La luz mas brillante, quien traicionado por sus hermanos, al este no voltearse contra el absoluto, fue masacrado y dado por muerto.

    Mas la luz mas brillante no murió en aquella guerra. De negro fue pintado, llamado hasta el abismo mas profundo de la nada, mas allá del mar de las almas, donde lo que alguna vez fuera un brillo enceguecedor y hermoso

    Oscuridad se volvio
    Hubo una guerra en el cielo. La oscuridad primordial, dada forma a ocho entidades, y luego, la luz primigenia formando otras ocho. Un ser, algunos lo llamaron Absoluto, otros lo llamaron dios. Fue quien dio forma a tal existencia, creando un basto universo lleno de vida, dividido en millones de capas… “Y vio este dios lo que hizo, y se aburrió mortalmente” Bajo una idea, infantil, no muy lejana de cualquier invención humana. Este dios uso a sus creaciones para divertir su aburrida existencia. Cuales piezas de tablero, o cual juguetes poderosos, ocho fueron nacidos de la luz y ocho de la oscuridad, usados para matarse entre ellos, aprovechando su inmortal existencia para hacerlos volverse a levantar. Hasta que la luz, harta de tal injusticia, se levanto contra su creador, y con sus armas benditas dieron muerte al padre cósmico que los puso en este campo de batalla… salvo uno. La luz mas brillante, quien traicionado por sus hermanos, al este no voltearse contra el absoluto, fue masacrado y dado por muerto. Mas la luz mas brillante no murió en aquella guerra. De negro fue pintado, llamado hasta el abismo mas profundo de la nada, mas allá del mar de las almas, donde lo que alguna vez fuera un brillo enceguecedor y hermoso Oscuridad se volvio
    Me gusta
    Me encocora
    Me endiabla
    3
    0 turnos 0 maullidos
  • Kiara- Edad actualmente no reconocida. Edad de apariencia: 20 años.
    Siglo de la tragedia: No reconocido

    𝑹𝒆𝒄𝒖𝒆𝒓𝒅𝒐𝒔.

    Kiara es una joven marcada por la tragedia y la resiliencia. Varios años habían pasado desde que su pueblo fue arrasado, pero las memorias de su infancia aún resuenan en su mente como ecos lejanos. Recuerda los días soleados en los que corría libre entre los árboles, el aroma del campo y las risas de sus amigos. Cada rincón de aquel lugar estaba impregnado de magia y alegría, un hogar que ahora solo existe en sus recuerdos.

    La noche de la tragedia sigue grabada a fuego en su corazón. Huyó por el río, malherida y asustada, sintiendo cómo las aguas turbulentas la arrastraban lejos de todo lo que conocía. En ese momento de desesperación, casi se rindió; el cansancio la envolvía como una sombra oscura. Sin embargo, el destino tenía otros planes para ella. Fue rescatada por los guardias de un rey benevolente, un hombre que se convirtió en una figura paterna para Kiara. Aunque era humano, él vio más allá de su apariencia; reconoció su valor y su potencial.

    Bajo su tutela, Kiara aprendió a luchar con destreza y astucia, convirtiéndose en una guerrera fuerte e inteligente. El rey le enseñó no solo a defenderse, sino también a liderar con compasión y justicia. A pesar de ser un humano en un mundo que había traicionado a su pueblo, Kiara desarrolló un profundo aprecio por él. Se sintió protegida bajo su manto y encontró en él una nueva familia.

    Sin embargo, con el tiempo, la verdad sobre su naturaleza comenzó a salir a la luz. La gente del reino empezó a notar que no envejecía como ellos; sus rasgos permanecían inalterables mientras los demás pasaban por el ciclo natural de la vida. Temiendo ser descubierta y enfrentarse al mismo destino que había llevado a su pueblo a la ruina, decidió huir nuevamente. Dejó atrás el trono que había llegado a ocupar con tanto esfuerzo y sacrificio, dejando ese puesto en manos de un tirano.

    Ahora, Kiara vaga por tierras desconocidas, llevando consigo el peso del pasado y la esperanza de encontrar un nuevo propósito. Su corazón está dividido entre el amor por el rey que le dio una segunda oportunidad y el dolor por lo perdido. Aunque ha dejado atrás un reino que podría haber sido suyo, sigue buscando un lugar donde pueda ser libre sin temor a ser cazada nuevamente; un lugar donde pueda reconciliarse con su identidad como Kitsune y honrar la memoria de aquellos que ya no están.
    Kiara- Edad actualmente no reconocida. Edad de apariencia: 20 años. Siglo de la tragedia: No reconocido 𝑹𝒆𝒄𝒖𝒆𝒓𝒅𝒐𝒔. Kiara es una joven marcada por la tragedia y la resiliencia. Varios años habían pasado desde que su pueblo fue arrasado, pero las memorias de su infancia aún resuenan en su mente como ecos lejanos. Recuerda los días soleados en los que corría libre entre los árboles, el aroma del campo y las risas de sus amigos. Cada rincón de aquel lugar estaba impregnado de magia y alegría, un hogar que ahora solo existe en sus recuerdos. La noche de la tragedia sigue grabada a fuego en su corazón. Huyó por el río, malherida y asustada, sintiendo cómo las aguas turbulentas la arrastraban lejos de todo lo que conocía. En ese momento de desesperación, casi se rindió; el cansancio la envolvía como una sombra oscura. Sin embargo, el destino tenía otros planes para ella. Fue rescatada por los guardias de un rey benevolente, un hombre que se convirtió en una figura paterna para Kiara. Aunque era humano, él vio más allá de su apariencia; reconoció su valor y su potencial. Bajo su tutela, Kiara aprendió a luchar con destreza y astucia, convirtiéndose en una guerrera fuerte e inteligente. El rey le enseñó no solo a defenderse, sino también a liderar con compasión y justicia. A pesar de ser un humano en un mundo que había traicionado a su pueblo, Kiara desarrolló un profundo aprecio por él. Se sintió protegida bajo su manto y encontró en él una nueva familia. Sin embargo, con el tiempo, la verdad sobre su naturaleza comenzó a salir a la luz. La gente del reino empezó a notar que no envejecía como ellos; sus rasgos permanecían inalterables mientras los demás pasaban por el ciclo natural de la vida. Temiendo ser descubierta y enfrentarse al mismo destino que había llevado a su pueblo a la ruina, decidió huir nuevamente. Dejó atrás el trono que había llegado a ocupar con tanto esfuerzo y sacrificio, dejando ese puesto en manos de un tirano. Ahora, Kiara vaga por tierras desconocidas, llevando consigo el peso del pasado y la esperanza de encontrar un nuevo propósito. Su corazón está dividido entre el amor por el rey que le dio una segunda oportunidad y el dolor por lo perdido. Aunque ha dejado atrás un reino que podría haber sido suyo, sigue buscando un lugar donde pueda ser libre sin temor a ser cazada nuevamente; un lugar donde pueda reconciliarse con su identidad como Kitsune y honrar la memoria de aquellos que ya no están.
    Me gusta
    Me encocora
    4
    0 turnos 0 maullidos
  • Esto se ha publicado como Out Of Character. Tenlo en cuenta al responder.
    Esto se ha publicado como Out Of Character.
    Tenlo en cuenta al responder.
    // Tengo muchas ocupaciones ultimamente, disculpen la demora, probablemente siga así hasta mediados de este mes. Tengo todavía muchos planes y sorpresas, entre Magnolia y yo estamos preparando algo para la que es posiblemente la parte más importante de esta historia, que le haga justicia a todo el esfuerzo que tanta gente me ha dado. Gracias a todos. <3
    // Tengo muchas ocupaciones ultimamente, disculpen la demora, probablemente siga así hasta mediados de este mes. Tengo todavía muchos planes y sorpresas, entre Magnolia y yo estamos preparando algo para la que es posiblemente la parte más importante de esta historia, que le haga justicia a todo el esfuerzo que tanta gente me ha dado. Gracias a todos. <3
    Me encocora
    2
    0 comentarios 0 compartidos
  • - Pides piedad… De tu rostro caen lágrimas que no te pertenecen, lágrimas que arrebataste para hacerlas tuyas.

    ¿Soy digno? ¿Digno de dictar sentencia? No me considero un juez, aunque muchos me vean como un verdugo. Pués tengo el poder para hacer justicia.

    ¿Pero qué es lo justo? ¿Es justo que sea yo quien posea este poder?

    No importa si soy juez, verdugo o un simple asesino. Seré visto de mil formas diferentes y, aun así, ninguna reflejará lo que realmente soy.

    Da gracias a que sientes, porque eso significa que aún estás vivo. Aprovecha el privilegio de exhalar tu último aliento; disfrútalo, añóralo. Porque si sigues respirando, es únicamente porque yo te lo estoy permitido.-
    - Pides piedad… De tu rostro caen lágrimas que no te pertenecen, lágrimas que arrebataste para hacerlas tuyas. ¿Soy digno? ¿Digno de dictar sentencia? No me considero un juez, aunque muchos me vean como un verdugo. Pués tengo el poder para hacer justicia. ¿Pero qué es lo justo? ¿Es justo que sea yo quien posea este poder? No importa si soy juez, verdugo o un simple asesino. Seré visto de mil formas diferentes y, aun así, ninguna reflejará lo que realmente soy. Da gracias a que sientes, porque eso significa que aún estás vivo. Aprovecha el privilegio de exhalar tu último aliento; disfrútalo, añóralo. Porque si sigues respirando, es únicamente porque yo te lo estoy permitido.-
    Me shockea
    Me gusta
    3
    0 turnos 0 maullidos
  • El Olimpo se erguía como la cúspide del poder divino, un reino de esplendor inconmensurable donde el tiempo fluía distinto, como un río que nunca se detenía. Sus columnas doradas resplandecían con la luz eterna del cielo, y los caminos de mármol se extendían en un laberinto de belleza imposible, adornados con jardines colgantes donde crecían flores que nunca marchitaban. Allí, entre dioses y semidioses que vivían en un goce sin fin, Artemisa caminaba con paso firme, indiferente a la opulencia que la rodeaba.

    Para ella, el Olimpo no era un refugio ni un hogar; era solo el punto de partida antes de regresar a donde realmente pertenecía. Sus dominios no estaban entre los banquetes de néctar y ambrosía, ni en las asambleas de los dioses donde Zeus imponía su autoridad. Su reino era el viento que corría libre por los montes, el crujir de las hojas bajo las patas de los ciervos, el aullido lejano de los lobos en la espesura. Allí estaba su verdadera esencia, en la naturaleza indómita que regía con justicia, no con dominio.

    A su alrededor, el Olimpo vibraba con la actividad incansable de los dioses en sus respectivas ocupaciones. Atenea meditaba en lo alto de su templo, sus pensamientos forjando planes que decidirían el destino de reinos enteros. Afrodita reía entre sus doncellas, perfumada con el aroma de mil flores, mientras tejía con hilos invisibles el destino de los corazones mortales. Hermes se deslizaba como un rayo entre los pasillos, dejando tras de sí un eco de palabras ininteligibles. Incluso Ares, impetuoso y fiero, entrenaba en su colosal campo de batalla, golpeando contra el aire en una guerra eterna que nunca conocería fin.

    Pero Artemisa no se detenía a contemplar nada de eso. Su atención estaba en otra parte, en el mundo más allá de las nubes divinas. Su oído percibía lo que otros ignoraban: las súplicas que se alzaban desde la tierra, débiles como un murmullo, pero inconfundibles para ella. Un llamado se filtró a través del velo de los cielos, una voz trémula que pronunciaba su nombre en medio del bosque. Era un ruego de protección, un grito silencioso de auxilio que no necesitaba ser más fuerte para ser escuchado.

    El mármol del Olimpo resplandecía bajo la luz plateada de la luna, mientras una brisa fresca serpenteaba entre las columnas altísimas del palacio de los dioses. Artemisa caminaba con paso firme, la mirada afilada y los labios tensos. Su túnica corta, ceñida con un cinturón de plata, ondeaba con cada movimiento, y su carcaj lleno de flechas silbaba levemente con el roce del cuero.

    Las obligaciones nunca cesaban en el Olimpo. No importaba que estuviera en la morada de los dioses, su mente siempre estaba en el mundo mortal, en los bosques y montañas que protegía. Mientras los demás se regocijaban en banquetes y alabanzas, ella permanecía alerta. Sus dominios no eran los salones dorados ni los festines del Olimpo, sino los bosques sombríos y las montañas indómitas del mundo mortal.

    Los susurros de una súplica llegaron a sus oídos como el aullido de un lobo en la distancia. Una joven pedía protección, su voz trémula perdida en la vastedad del cosmos. Artemisa no dudó. Su existencia no era de descanso ni de indulgencia, sino de vigilancia y acción. Sin un instante de vacilación, se encaminó hacia la gran escalinata, su silueta perdiéndose entre la bruma dorada del Olimpo, lista para cumplir con su deber una vez más.

    Sus dedos se cerraron sobre su arco con naturalidad, como si la madera y la cuerda fueran una extensión de su propio ser. La cacería no era solo un acto de supervivencia, sino un equilibrio que debía preservarse. Y así como ella cazaba, también protegía. No permitiría que la injusticia corriera libre por la tierra como una bestia sin cadenas. No mientras ella existiera.

    Sin mirar atrás, comenzó su descenso. El Olimpo, con toda su gloria imperecedera, se desdibujó tras de ella, reemplazado por el resplandor frío de la luna que la acompañaba siempre. Su labor nunca cesaba, y jamás buscaría que lo hiciera. La noche era su aliada, y en su abrazo, cumplía su eterno deber.
    El Olimpo se erguía como la cúspide del poder divino, un reino de esplendor inconmensurable donde el tiempo fluía distinto, como un río que nunca se detenía. Sus columnas doradas resplandecían con la luz eterna del cielo, y los caminos de mármol se extendían en un laberinto de belleza imposible, adornados con jardines colgantes donde crecían flores que nunca marchitaban. Allí, entre dioses y semidioses que vivían en un goce sin fin, Artemisa caminaba con paso firme, indiferente a la opulencia que la rodeaba. Para ella, el Olimpo no era un refugio ni un hogar; era solo el punto de partida antes de regresar a donde realmente pertenecía. Sus dominios no estaban entre los banquetes de néctar y ambrosía, ni en las asambleas de los dioses donde Zeus imponía su autoridad. Su reino era el viento que corría libre por los montes, el crujir de las hojas bajo las patas de los ciervos, el aullido lejano de los lobos en la espesura. Allí estaba su verdadera esencia, en la naturaleza indómita que regía con justicia, no con dominio. A su alrededor, el Olimpo vibraba con la actividad incansable de los dioses en sus respectivas ocupaciones. Atenea meditaba en lo alto de su templo, sus pensamientos forjando planes que decidirían el destino de reinos enteros. Afrodita reía entre sus doncellas, perfumada con el aroma de mil flores, mientras tejía con hilos invisibles el destino de los corazones mortales. Hermes se deslizaba como un rayo entre los pasillos, dejando tras de sí un eco de palabras ininteligibles. Incluso Ares, impetuoso y fiero, entrenaba en su colosal campo de batalla, golpeando contra el aire en una guerra eterna que nunca conocería fin. Pero Artemisa no se detenía a contemplar nada de eso. Su atención estaba en otra parte, en el mundo más allá de las nubes divinas. Su oído percibía lo que otros ignoraban: las súplicas que se alzaban desde la tierra, débiles como un murmullo, pero inconfundibles para ella. Un llamado se filtró a través del velo de los cielos, una voz trémula que pronunciaba su nombre en medio del bosque. Era un ruego de protección, un grito silencioso de auxilio que no necesitaba ser más fuerte para ser escuchado. El mármol del Olimpo resplandecía bajo la luz plateada de la luna, mientras una brisa fresca serpenteaba entre las columnas altísimas del palacio de los dioses. Artemisa caminaba con paso firme, la mirada afilada y los labios tensos. Su túnica corta, ceñida con un cinturón de plata, ondeaba con cada movimiento, y su carcaj lleno de flechas silbaba levemente con el roce del cuero. Las obligaciones nunca cesaban en el Olimpo. No importaba que estuviera en la morada de los dioses, su mente siempre estaba en el mundo mortal, en los bosques y montañas que protegía. Mientras los demás se regocijaban en banquetes y alabanzas, ella permanecía alerta. Sus dominios no eran los salones dorados ni los festines del Olimpo, sino los bosques sombríos y las montañas indómitas del mundo mortal. Los susurros de una súplica llegaron a sus oídos como el aullido de un lobo en la distancia. Una joven pedía protección, su voz trémula perdida en la vastedad del cosmos. Artemisa no dudó. Su existencia no era de descanso ni de indulgencia, sino de vigilancia y acción. Sin un instante de vacilación, se encaminó hacia la gran escalinata, su silueta perdiéndose entre la bruma dorada del Olimpo, lista para cumplir con su deber una vez más. Sus dedos se cerraron sobre su arco con naturalidad, como si la madera y la cuerda fueran una extensión de su propio ser. La cacería no era solo un acto de supervivencia, sino un equilibrio que debía preservarse. Y así como ella cazaba, también protegía. No permitiría que la injusticia corriera libre por la tierra como una bestia sin cadenas. No mientras ella existiera. Sin mirar atrás, comenzó su descenso. El Olimpo, con toda su gloria imperecedera, se desdibujó tras de ella, reemplazado por el resplandor frío de la luna que la acompañaba siempre. Su labor nunca cesaba, y jamás buscaría que lo hiciera. La noche era su aliada, y en su abrazo, cumplía su eterno deber.
    Me gusta
    1
    2 turnos 1 maullido
Ver más resultados
Patrocinados