• Un manto de nubes bajas cubría el cementerio como si supiera que alguien importante había regresado. Las lápidas alineadas como soldados sin nombre, se extendían en filas silenciosas. Y entre todas ellas, una resaltaba. La lápida decía Nolan Grayson. No “Omniman” y tampoco “amado padre” o “asesino” ni “héroe”, solo el nombre que utilizaba en la tierra. Como si eso bastara para redimir todo lo demás.

    Mark aterrizó sin ruido, con su pulcro uniforme viltrumita. A diferencia del joven idealista que una vez lloró sobre este mismo suelo, ahora no había rabia, ni lágrimas, solo el peso del deber.

    Caminó entre las tumbas con las manos a los lados con la mirada baja, pero no era por tristeza; solo era distante. Se detuvo frente a la lápida.

    —Padre. —murmuró con la voz ronca, como si no hubiera hablado en días

    —¿Sabes? Nunca me convenció tu fachada de héroe que lucha por la justicia. —torció la boca, sin humor aparente.

    Luego se quedó en silencio. El viento movía apenas los bordes de su falda gris. Su mirada no cambiaba, no había nostalgia, solo calma, como si su mente solo tuviera recuerdos ya desgastados.

    —Pero supongo que no tenías otra opción. —Añadió tras un rato.

    Hizo una breve pausa, bajando la vista hacia la lápida. No tenía intenciones de inclinarse, ni de tocar la lápida como señal de cariño. Solo se limitó a observarla, como quien mira una palabra en un idioma que habla.

    —Mira cómo terminó todo. —Su voz era sarcástica, seca como papel viejo— Fuiste asesinado por mi, nuestro imperio pronto conquistará la tierra y ellos viven como si nada hubiera sucedido.

    El Viltrumita dirigió su mirada al cielo.

    —Cuando mataste a mamá frente a mis ojos, te odié. —Comentó sin emoción, hablando obviamente para si mismo.

    —Pero sabía que tenías razón, el amor es solo un sentimiento que limita nuestra fuerza.

    Mark cerró los ojos unos segundos. Respiró hondo, profundo. No porque necesitara el aire… sino porque necesitaba una pausa.

    —¿Sabes? —dijo con una ligera sonrisa torcida.

    —A veces me sorprende que aún escuche tu voz en mi cabeza. Como si no te hubieras ido del todo. Aunque si supieras cómo te contradigo cada día, probablemente me darías otro de esos discursos de “debilidad emocional” que tanto amabas.

    Hizo una pausa final.

    —Bueno, no me extenderé más. Descuida, aún estoy en la causa de nuestro pueblo y sé que este es el camino que debo seguir. Hasta pronto, maldito anciano.

    Y con un impulso sordo, Mark despegó del suelo. No miró atrás, no volvió a hablar. Se elevó en línea recta, atravesando las nubes, dejando atrás tumbas, recuerdos, y una vida que ya no le pertenecía. Solo quedó el cielo, y el eco de un adiós que nunca fue cálido.
    Un manto de nubes bajas cubría el cementerio como si supiera que alguien importante había regresado. Las lápidas alineadas como soldados sin nombre, se extendían en filas silenciosas. Y entre todas ellas, una resaltaba. La lápida decía Nolan Grayson. No “Omniman” y tampoco “amado padre” o “asesino” ni “héroe”, solo el nombre que utilizaba en la tierra. Como si eso bastara para redimir todo lo demás. Mark aterrizó sin ruido, con su pulcro uniforme viltrumita. A diferencia del joven idealista que una vez lloró sobre este mismo suelo, ahora no había rabia, ni lágrimas, solo el peso del deber. Caminó entre las tumbas con las manos a los lados con la mirada baja, pero no era por tristeza; solo era distante. Se detuvo frente a la lápida. —Padre. —murmuró con la voz ronca, como si no hubiera hablado en días —¿Sabes? Nunca me convenció tu fachada de héroe que lucha por la justicia. —torció la boca, sin humor aparente. Luego se quedó en silencio. El viento movía apenas los bordes de su falda gris. Su mirada no cambiaba, no había nostalgia, solo calma, como si su mente solo tuviera recuerdos ya desgastados. —Pero supongo que no tenías otra opción. —Añadió tras un rato. Hizo una breve pausa, bajando la vista hacia la lápida. No tenía intenciones de inclinarse, ni de tocar la lápida como señal de cariño. Solo se limitó a observarla, como quien mira una palabra en un idioma que habla. —Mira cómo terminó todo. —Su voz era sarcástica, seca como papel viejo— Fuiste asesinado por mi, nuestro imperio pronto conquistará la tierra y ellos viven como si nada hubiera sucedido. El Viltrumita dirigió su mirada al cielo. —Cuando mataste a mamá frente a mis ojos, te odié. —Comentó sin emoción, hablando obviamente para si mismo. —Pero sabía que tenías razón, el amor es solo un sentimiento que limita nuestra fuerza. Mark cerró los ojos unos segundos. Respiró hondo, profundo. No porque necesitara el aire… sino porque necesitaba una pausa. —¿Sabes? —dijo con una ligera sonrisa torcida. —A veces me sorprende que aún escuche tu voz en mi cabeza. Como si no te hubieras ido del todo. Aunque si supieras cómo te contradigo cada día, probablemente me darías otro de esos discursos de “debilidad emocional” que tanto amabas. Hizo una pausa final. —Bueno, no me extenderé más. Descuida, aún estoy en la causa de nuestro pueblo y sé que este es el camino que debo seguir. Hasta pronto, maldito anciano. Y con un impulso sordo, Mark despegó del suelo. No miró atrás, no volvió a hablar. Se elevó en línea recta, atravesando las nubes, dejando atrás tumbas, recuerdos, y una vida que ya no le pertenecía. Solo quedó el cielo, y el eco de un adiós que nunca fue cálido.
    0 turnos 0 maullidos
  • Esto se ha publicado como Out Of Character. Tenlo en cuenta al responder.
    Esto se ha publicado como Out Of Character.
    Tenlo en cuenta al responder.
    -¿Deseas saber sobre la tierra de las sombras?

    Su nombre hace justicia a su apariencia, es un lugar maligno completamente envuelto en sombras, tan negro que ni los rayos del sol pueden alcanzarlo. La tierra de la muerte, piénsalo bien, ¿no es irónico que Cu Chulainn lo haya visitado, ya que es el hijo del sol?

    ...En la tierra de las sombras hay 7 fortalezas.

    No son una manifestación literal, si no algo parecido a símbolos que representan 7 verdades elementales con las que estas familiarizado.

    Los muertos no pueden volver a la vida

    Los habitantes de la tierra de las sombras no pueden cruzar hacía el exterior. Normalmente, en cualquier caso eso es fundamental.

    Ahora esperaré con ansias el día en que brillantemente salves el mundo y me envíes de vuelta a esta tierra, master.
    -¿Deseas saber sobre la tierra de las sombras? Su nombre hace justicia a su apariencia, es un lugar maligno completamente envuelto en sombras, tan negro que ni los rayos del sol pueden alcanzarlo. La tierra de la muerte, piénsalo bien, ¿no es irónico que Cu Chulainn lo haya visitado, ya que es el hijo del sol? ...En la tierra de las sombras hay 7 fortalezas. No son una manifestación literal, si no algo parecido a símbolos que representan 7 verdades elementales con las que estas familiarizado. Los muertos no pueden volver a la vida Los habitantes de la tierra de las sombras no pueden cruzar hacía el exterior. Normalmente, en cualquier caso eso es fundamental. Ahora esperaré con ansias el día en que brillantemente salves el mundo y me envíes de vuelta a esta tierra, master.
    Me encocora
    2
    0 comentarios 0 compartidos
  • —La pureza, la fortaleza, la inteligencia, la virtud, el amor, la justicia y la lealtad es lo que le compone. Yo soy esos adjetivos y esos adjetivos son yo.

    Cantaba mientras daba ligeras vueltas sobre su eje.
    —La pureza, la fortaleza, la inteligencia, la virtud, el amor, la justicia y la lealtad es lo que le compone. Yo soy esos adjetivos y esos adjetivos son yo. Cantaba mientras daba ligeras vueltas sobre su eje.
    Me gusta
    Me encocora
    7
    0 turnos 0 maullidos
  • Hay gente que muere por ser vista…
    pero no mueve un maldito dedo para lograrlo.
    Se plantan ahí, con la cara bonita y la autoestima inflada,
    esperando que el mundo les aplauda solo por existir.

    Spoiler: no funciona así.

    Se creen especiales porque alguien, alguna vez, les dijo que lo eran.
    Pero no tienen ideas, no tienen chispa,
    y cuando intentan acercarse a alguien,
    repiten el mismo guion barato que ya fracasó en otro lado.

    No es encanto, es copia.
    No es presencia, es ruido vacío.

    Dicen querer conexiones reales,
    pero no saben ni sostener una mirada sin fingir.
    Quieren ser inolvidables,
    pero no dejan nada que valga la pena recordar.

    Son como canciones sin letra:
    bonitas al principio, pero te olvidás de ellas en cinco minutos.
    Y claro, luego lloran porque nadie las ve.
    Pero… ¿qué quieren que vea uno? ¿La pose? ¿El filtro?

    No son invisibles por injusticia.
    Lo son porque no tienen nada que decir.
    Porque no queman, no muerden, no vibran.

    Y el mundo no gira para quien no late.
    Hay gente que muere por ser vista… pero no mueve un maldito dedo para lograrlo. Se plantan ahí, con la cara bonita y la autoestima inflada, esperando que el mundo les aplauda solo por existir. Spoiler: no funciona así. Se creen especiales porque alguien, alguna vez, les dijo que lo eran. Pero no tienen ideas, no tienen chispa, y cuando intentan acercarse a alguien, repiten el mismo guion barato que ya fracasó en otro lado. No es encanto, es copia. No es presencia, es ruido vacío. Dicen querer conexiones reales, pero no saben ni sostener una mirada sin fingir. Quieren ser inolvidables, pero no dejan nada que valga la pena recordar. Son como canciones sin letra: bonitas al principio, pero te olvidás de ellas en cinco minutos. Y claro, luego lloran porque nadie las ve. Pero… ¿qué quieren que vea uno? ¿La pose? ¿El filtro? No son invisibles por injusticia. Lo son porque no tienen nada que decir. Porque no queman, no muerden, no vibran. Y el mundo no gira para quien no late.
    Me gusta
    Me encocora
    8
    5 turnos 0 maullidos
  • Track 02: Promesa del Olvido

    El viento cargaba una melodía que parecía llorar. No era una canción que se cantara con voz, sino con el eco del alma. Rae la escuchó entre ruinas antiguas, donde la piedra aún recordaba la historia de la mujer que amó más allá del deber.

    Era una Niphilim, nacida entre cielos y tierra, juramentada a guardar el equilibrio entre ambos mundos. Su nombre ya se había perdido, pero su historia vivía aún en las notas suspendidas en el aire.

    La melodía hablaba de su caída, no por castigo, sino por amor. Dejó las alas, dejó la eternidad. Todo lo abandonó por un solo ser un hombre cuyo corazón hablaba el idioma de la justicia y de la verdad. Lo amó con todo, sin reservas. Pero el mundo no perdona aquello que desconoce.

    La tragedia no fue la pérdida de sus poderes o el alejamiento de sus hermanas. Fue que el amor, por más puro que fuera, se vio manchado por el tiempo, por errores, por decisiones impulsivas.

    Ella vivió con el peso de no haber hecho las cosas bien, de haberlo arrastrado a un destino que él no merecía.Y sin embargo, en medio de esa oscuridad, quedó un vestigio. Nunca lo conoció. No lo pudo sostener ni nombrar. Pero lo amaba desde antes de que existiera. Lo sentía en sus sueños. Sabía que algún día, él caminaría por el mundo con la fuerza de ambos mundos corriendo por sus venas.

    “Él vivirá para siempre”, susurraba la melodía al oído de Rae.“Y aunque jamás me vio, sabrá que lo amé antes de que su primer latido naciera.” Rae se quedó en silencio, sintiendo que esa canción no era solo de la Niphilim. Era de todas las madres invisibles que ya no estaban ahí pero que amaban a través del tiempo, de todos los amores imposibles, de todas las culpas que se transforman en promesas.
    Track 02: Promesa del Olvido El viento cargaba una melodía que parecía llorar. No era una canción que se cantara con voz, sino con el eco del alma. Rae la escuchó entre ruinas antiguas, donde la piedra aún recordaba la historia de la mujer que amó más allá del deber. Era una Niphilim, nacida entre cielos y tierra, juramentada a guardar el equilibrio entre ambos mundos. Su nombre ya se había perdido, pero su historia vivía aún en las notas suspendidas en el aire. La melodía hablaba de su caída, no por castigo, sino por amor. Dejó las alas, dejó la eternidad. Todo lo abandonó por un solo ser un hombre cuyo corazón hablaba el idioma de la justicia y de la verdad. Lo amó con todo, sin reservas. Pero el mundo no perdona aquello que desconoce. La tragedia no fue la pérdida de sus poderes o el alejamiento de sus hermanas. Fue que el amor, por más puro que fuera, se vio manchado por el tiempo, por errores, por decisiones impulsivas. Ella vivió con el peso de no haber hecho las cosas bien, de haberlo arrastrado a un destino que él no merecía.Y sin embargo, en medio de esa oscuridad, quedó un vestigio. Nunca lo conoció. No lo pudo sostener ni nombrar. Pero lo amaba desde antes de que existiera. Lo sentía en sus sueños. Sabía que algún día, él caminaría por el mundo con la fuerza de ambos mundos corriendo por sus venas. “Él vivirá para siempre”, susurraba la melodía al oído de Rae.“Y aunque jamás me vio, sabrá que lo amé antes de que su primer latido naciera.” Rae se quedó en silencio, sintiendo que esa canción no era solo de la Niphilim. Era de todas las madres invisibles que ya no estaban ahí pero que amaban a través del tiempo, de todos los amores imposibles, de todas las culpas que se transforman en promesas.
    Me entristece
    3
    0 turnos 0 maullidos
  • #DiezCosasSobre Capitán América

    𝟏. Su nombre completo es: Steven Grant Rogers.

    𝟐. Nació en Brooklyn, Nueva York, EE. UU.

    𝟑. Tiene un físico alto, atlético y musculoso gracias al suero del supersoldado.

    𝟒. Su personalidad es la de un líder natural, valiente, leal y con un fuerte sentido de justicia.

    𝟓. Sus habilidades son la fuerza, velocidad, agilidad y resistencia sobrehumanas.

    𝟔. Su arma: un escudo casi indestructible hecho de vibranio.

    𝟕. Fue un soldado débil que se convirtió en supersoldado durante la Segunda Guerra Mundial.

    𝟖. Estuvo congelado en hielo durante décadas y despertó en el presente.

    𝟗. Está dispuesto a sacrificar su propia vida por el bien de los demás y la justicia.

    𝟏𝟎. Le gusta bailar, especialmente el swing y otros estilos de la década de 1940.

    #Marvel #3D
    #DiezCosasSobre Capitán América 𝟏. Su nombre completo es: Steven Grant Rogers. 𝟐. Nació en Brooklyn, Nueva York, EE. UU. 𝟑. Tiene un físico alto, atlético y musculoso gracias al suero del supersoldado. 𝟒. Su personalidad es la de un líder natural, valiente, leal y con un fuerte sentido de justicia. 𝟓. Sus habilidades son la fuerza, velocidad, agilidad y resistencia sobrehumanas. 𝟔. Su arma: un escudo casi indestructible hecho de vibranio. 𝟕. Fue un soldado débil que se convirtió en supersoldado durante la Segunda Guerra Mundial. 𝟖. Estuvo congelado en hielo durante décadas y despertó en el presente. 𝟗. Está dispuesto a sacrificar su propia vida por el bien de los demás y la justicia. 𝟏𝟎. Le gusta bailar, especialmente el swing y otros estilos de la década de 1940. #Marvel #3D
    Me gusta
    Me encocora
    13
    0 turnos 0 maullidos
  • "𝘓𝘢 𝘭𝘶𝘻 𝘦𝘯 𝘭𝘢𝘴 𝘵𝘪𝘯𝘪𝘦𝘣𝘭𝘢𝘴 𝘳𝘦𝘴𝘱𝘭𝘢𝘯𝘥𝘦𝘤𝘦, 𝘺 𝘭𝘢𝘴 𝘵𝘪𝘯𝘪𝘦𝘣𝘭𝘢𝘴 𝘯𝘰 𝘭𝘢 𝘤𝘰𝘮𝘱𝘳𝘦𝘯𝘥𝘪𝘦𝘳𝘰𝘯." — 𝘑𝘶𝘢𝘯 𝟣:𝟧

    La tormenta aún no había estallado, pero el cielo ya pendía como un velo herido de presagios. Las nubes giraban sobre sí mismas con la lentitud de lo inevitable, y el viento arrastraba restos: ceniza, hojas podridas, fragmentos de oraciones que nadie volvería a pronunciar. Móiril había llegado sola hasta las ruinas del santuario, allí donde el tiempo no redimía ni a los muros ni a los mártires.

    Se detuvo frente al altar colapsado, un bloque de piedra tallado con símbolos que la humedad y el abandono apenas lograban ocultar. Entre sus dedos, cubiertos por guanteletes oscurecidos por la intemperie y la sangre vieja, sostenía una página rasgada de un códice sagrado. La tinta estaba ennegrecida por el fuego, pero una línea aún resistía:

    “𝘓𝘢 𝘭𝘶𝘻 𝘦𝘯 𝘭𝘢𝘴 𝘵𝘪𝘯𝘪𝘦𝘣𝘭𝘢𝘴 𝘳𝘦𝘴𝘱𝘭𝘢𝘯𝘥𝘦𝘤𝘦, 𝘺 𝘭𝘢𝘴 𝘵𝘪𝘯𝘪𝘦𝘣𝘭𝘢𝘴 𝘯𝘰 𝘭𝘢 𝘤𝘰𝘮𝘱𝘳𝘦𝘯𝘥𝘪𝘦𝘳𝘰𝘯.”

    Leyó aquellas palabras en voz baja, casi como quien invoca el recuerdo de un nombre que ya no puede pronunciarse sin dolor. Había cerrado los ojos un instante, como si el peso del pasado la golpeara con fuerza renovada, pero no era debilidad: era contención. Era la marca de quien ha aprendido a no quebrarse donde otros habrían gritado.

    — “Las tinieblas no la comprendieron…” —Murmuró entonces.— Pero fue la luz la que primero me volvió el rostro. ¿Quién, entonces, no comprendió a quién?

    Sus pasos la llevaron a rozar el altar con la mano izquierda, y al hacerlo, sintió el eco de antiguos juramentos vibrar bajo sus dedos. Juramentos que había cumplido, promesas por las que había sangrado.

    —Yo fui su instrumento. Elegida, consagrada, moldeada para portar un juicio que no era mío. Creí en la luz como se cree en una madre: con obediencia ciega. Pero cuando me ofrecí…

    La ira no se dibujó en su voz. No era un estallido, sino una marea oscura que latía por debajo, en cada palabra.

    —Las sombras, al menos, no me exigieron pureza. No me pidieron que olvidara. Me permitieron ser entera en mi dolor, sin fingir redención. En la oscuridad, el pecado tiene nombre. El sacrificio tiene rostro. En la luz… Solo hay silencio cuando el mártir no conviene.

    Permaneció en pie por un momento más, dejando que el viento le desordenara el manto, que la lluvia comenzara a manchar su armadura con gotas como llagas abiertas. No se movía, no rezaba. Solo recordaba.

    —En ese descenso, perdí algo más que mi nombre. Perdí la fe en aquello que no supo sostenerme cuando más lo necesité.

    Y entonces, dió la espalda al altar. Se alejó sin mirar atrás, como quien ya no espera justicia ni consuelo, solo la continuación de un destino que eligió cuando todo lo demás le fue arrebatado.
    "𝘓𝘢 𝘭𝘶𝘻 𝘦𝘯 𝘭𝘢𝘴 𝘵𝘪𝘯𝘪𝘦𝘣𝘭𝘢𝘴 𝘳𝘦𝘴𝘱𝘭𝘢𝘯𝘥𝘦𝘤𝘦, 𝘺 𝘭𝘢𝘴 𝘵𝘪𝘯𝘪𝘦𝘣𝘭𝘢𝘴 𝘯𝘰 𝘭𝘢 𝘤𝘰𝘮𝘱𝘳𝘦𝘯𝘥𝘪𝘦𝘳𝘰𝘯." — 𝘑𝘶𝘢𝘯 𝟣:𝟧 La tormenta aún no había estallado, pero el cielo ya pendía como un velo herido de presagios. Las nubes giraban sobre sí mismas con la lentitud de lo inevitable, y el viento arrastraba restos: ceniza, hojas podridas, fragmentos de oraciones que nadie volvería a pronunciar. Móiril había llegado sola hasta las ruinas del santuario, allí donde el tiempo no redimía ni a los muros ni a los mártires. Se detuvo frente al altar colapsado, un bloque de piedra tallado con símbolos que la humedad y el abandono apenas lograban ocultar. Entre sus dedos, cubiertos por guanteletes oscurecidos por la intemperie y la sangre vieja, sostenía una página rasgada de un códice sagrado. La tinta estaba ennegrecida por el fuego, pero una línea aún resistía: “𝘓𝘢 𝘭𝘶𝘻 𝘦𝘯 𝘭𝘢𝘴 𝘵𝘪𝘯𝘪𝘦𝘣𝘭𝘢𝘴 𝘳𝘦𝘴𝘱𝘭𝘢𝘯𝘥𝘦𝘤𝘦, 𝘺 𝘭𝘢𝘴 𝘵𝘪𝘯𝘪𝘦𝘣𝘭𝘢𝘴 𝘯𝘰 𝘭𝘢 𝘤𝘰𝘮𝘱𝘳𝘦𝘯𝘥𝘪𝘦𝘳𝘰𝘯.” Leyó aquellas palabras en voz baja, casi como quien invoca el recuerdo de un nombre que ya no puede pronunciarse sin dolor. Había cerrado los ojos un instante, como si el peso del pasado la golpeara con fuerza renovada, pero no era debilidad: era contención. Era la marca de quien ha aprendido a no quebrarse donde otros habrían gritado. — “Las tinieblas no la comprendieron…” —Murmuró entonces.— Pero fue la luz la que primero me volvió el rostro. ¿Quién, entonces, no comprendió a quién? Sus pasos la llevaron a rozar el altar con la mano izquierda, y al hacerlo, sintió el eco de antiguos juramentos vibrar bajo sus dedos. Juramentos que había cumplido, promesas por las que había sangrado. —Yo fui su instrumento. Elegida, consagrada, moldeada para portar un juicio que no era mío. Creí en la luz como se cree en una madre: con obediencia ciega. Pero cuando me ofrecí… La ira no se dibujó en su voz. No era un estallido, sino una marea oscura que latía por debajo, en cada palabra. —Las sombras, al menos, no me exigieron pureza. No me pidieron que olvidara. Me permitieron ser entera en mi dolor, sin fingir redención. En la oscuridad, el pecado tiene nombre. El sacrificio tiene rostro. En la luz… Solo hay silencio cuando el mártir no conviene. Permaneció en pie por un momento más, dejando que el viento le desordenara el manto, que la lluvia comenzara a manchar su armadura con gotas como llagas abiertas. No se movía, no rezaba. Solo recordaba. —En ese descenso, perdí algo más que mi nombre. Perdí la fe en aquello que no supo sostenerme cuando más lo necesité. Y entonces, dió la espalda al altar. Se alejó sin mirar atrás, como quien ya no espera justicia ni consuelo, solo la continuación de un destino que eligió cuando todo lo demás le fue arrebatado.
    Me gusta
    Me encocora
    5
    0 turnos 0 maullidos
  • Dentro del Palacio de Hades, en el corazón del Inframundo, detrás de una puerta forjada en hierro meteórico y sellada con juramentos olvidados por los vivos yace la habitación de Melíone, la hija velada de Perséfone, engendrada en los silencios profundos del Inframundo.

    Ubicada en una de las torres más antiguas del palacio de Hades, donde ni siquiera Cerbero se atreve a rondar, la habitación de Melíone no fue construida: fue convocada. Surgió del eco del primer suspiro que Perséfone soltó tras que Hades sacara de su vientre a su hija, el suspiro que mezcló lo fértil de la tierra con lo inmutable de la muerte.

    Con paredes traslucidas donde sombras se mueven libremente como peces dentro del firme mármol negro. Cada sombra representa una parte del alma de Melíone que jamás tocará la luz del mundo mortal. Inscritas en las paredes hay palabras órficas en espiral, que giran muy lentamente, revelando profecías a quien sepa leerlas sin enloquecer.

    El techo no existe. En su lugar, hay una apertura a un firmamento interior donde flota el Nyktaión, una luna artificial creada por la propia Melíone: negra como la tinta del río Estigia, pero brillante con la luz de las almas que han sido juzgadas con justicia.

    Su lecho está hecho con huesos de leviatanes del Tártaro, suavizado con plumas que cayeron de las alas de Pegaso. A su lado duerme un pequeño espíritu de fuego azul, un antiguo guardián que sólo responde a su voz, y que puede volverse un cometa de furia si se la amenaza.

    El aire en su cámara está lleno de aromas imposibles: la esencia de la flor de asfódelo mezclada con incienso lunar, y la humedad dulce de los campos élisicos, donde su linaje se entrelaza con la esperanza de redención. En un rincón, una fuente derrama eternamente agua del Lete, el río del olvido. Melíone a veces la contempla, aunque jamás bebe de ella. Guarda la memoria de su madre, de los mortales que la invocan en sus sueños, y de las antiguas ceremonias en las que fue honrada con su nombre temido: la oscura hija, la del rostro oculto, la de los pasos que no dejan huella.

    Un lugar donde no cualquiera puede entrar o salir sin el permiso de la tenebrosa Melinoe, se cuenta que dentro aun se escuchan los susurros de aquellos valientes o tontos que se atrevieron a entrar pero nunca salieron.

    Y aunque Hades rara vez sube hasta su torre, se dice que hay una inscripción en la entrada, grabada con su propia mano:

    “Aquí mora la hija que no fue concebida por el tiempo,
    ni por la voluntad de los dioses,
    sino por el equilibrio sagrado entre lo que muere y lo que renace.”


    //Yo no escribí esto, me lo envió alguien más lo cambie poquito pero ella fue la que lo hizo
    Dentro del Palacio de Hades, en el corazón del Inframundo, detrás de una puerta forjada en hierro meteórico y sellada con juramentos olvidados por los vivos yace la habitación de Melíone, la hija velada de Perséfone, engendrada en los silencios profundos del Inframundo. Ubicada en una de las torres más antiguas del palacio de Hades, donde ni siquiera Cerbero se atreve a rondar, la habitación de Melíone no fue construida: fue convocada. Surgió del eco del primer suspiro que Perséfone soltó tras que Hades sacara de su vientre a su hija, el suspiro que mezcló lo fértil de la tierra con lo inmutable de la muerte. Con paredes traslucidas donde sombras se mueven libremente como peces dentro del firme mármol negro. Cada sombra representa una parte del alma de Melíone que jamás tocará la luz del mundo mortal. Inscritas en las paredes hay palabras órficas en espiral, que giran muy lentamente, revelando profecías a quien sepa leerlas sin enloquecer. El techo no existe. En su lugar, hay una apertura a un firmamento interior donde flota el Nyktaión, una luna artificial creada por la propia Melíone: negra como la tinta del río Estigia, pero brillante con la luz de las almas que han sido juzgadas con justicia. Su lecho está hecho con huesos de leviatanes del Tártaro, suavizado con plumas que cayeron de las alas de Pegaso. A su lado duerme un pequeño espíritu de fuego azul, un antiguo guardián que sólo responde a su voz, y que puede volverse un cometa de furia si se la amenaza. El aire en su cámara está lleno de aromas imposibles: la esencia de la flor de asfódelo mezclada con incienso lunar, y la humedad dulce de los campos élisicos, donde su linaje se entrelaza con la esperanza de redención. En un rincón, una fuente derrama eternamente agua del Lete, el río del olvido. Melíone a veces la contempla, aunque jamás bebe de ella. Guarda la memoria de su madre, de los mortales que la invocan en sus sueños, y de las antiguas ceremonias en las que fue honrada con su nombre temido: la oscura hija, la del rostro oculto, la de los pasos que no dejan huella. Un lugar donde no cualquiera puede entrar o salir sin el permiso de la tenebrosa Melinoe, se cuenta que dentro aun se escuchan los susurros de aquellos valientes o tontos que se atrevieron a entrar pero nunca salieron. Y aunque Hades rara vez sube hasta su torre, se dice que hay una inscripción en la entrada, grabada con su propia mano: “Aquí mora la hija que no fue concebida por el tiempo, ni por la voluntad de los dioses, sino por el equilibrio sagrado entre lo que muere y lo que renace.” //Yo no escribí esto, me lo envió alguien más lo cambie poquito pero ella fue la que lo hizo
    Me gusta
    Me encocora
    4
    0 turnos 0 maullidos
  • —Justicia ciega. El poder de la verdad caerá sobre los malvados.
    —Justicia ciega. El poder de la verdad caerá sobre los malvados.
    Me encocora
    Me gusta
    6
    0 turnos 0 maullidos
  • En aquella noche alumbrada, la diosa recitó al cielo divino

    "Somos hijos de la luna, del cielo fuimos hechos, de particulas de cuerpos celestes, y al cielo volveremos cuando nos corresponda el viaje divino
    ¿Qué pasa con los dioses cuando les arrebata un ser cruel la vida?
    Aquel día que decidiste romper las cadena que te ataban, fue también el día en el que encadenaste a todos al odiarte eternamente ¿En qué pensabas? Hermano mío...cuando le arrebataste la vida ¿Estás conforme?
    Me preguntó al verte, a dónde habrá ido aquel niño... Que ni en sus días más terribles haría a otros pasar dolor..."

    "Pero aquí estamos, aquí estás, la misma vida que nos hizo hermanos es la que hoy nos hace enemigos, y será y solo será, cuando uno halla partido, el fin de tanta injusticia..."

    Y miró la luna, y el dolor la quebró
    En aquella noche alumbrada, la diosa recitó al cielo divino "Somos hijos de la luna, del cielo fuimos hechos, de particulas de cuerpos celestes, y al cielo volveremos cuando nos corresponda el viaje divino ¿Qué pasa con los dioses cuando les arrebata un ser cruel la vida? Aquel día que decidiste romper las cadena que te ataban, fue también el día en el que encadenaste a todos al odiarte eternamente ¿En qué pensabas? Hermano mío...cuando le arrebataste la vida ¿Estás conforme? Me preguntó al verte, a dónde habrá ido aquel niño... Que ni en sus días más terribles haría a otros pasar dolor..." "Pero aquí estamos, aquí estás, la misma vida que nos hizo hermanos es la que hoy nos hace enemigos, y será y solo será, cuando uno halla partido, el fin de tanta injusticia..." Y miró la luna, y el dolor la quebró
    Me gusta
    2
    0 turnos 0 maullidos
Ver más resultados
Patrocinados