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    // disculpa si no respondo rápido corazón... Es que hoy estoy tomando..

    -inserte voz profundo macho pecho peludo lomo plateado clítoris parado.-

    JONNIE WALKER
    BLACK LABEL

    ( Y ando pintando una casa.)
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  • [ Resumen Rol Isla. 1ª Parte.]

    La noche en París era húmeda y silenciosa, solo el eco de las botas de Darküs retumbaba en los callejones empapados. Patrullaba como siempre, cazando demonios que se arrastraban en la oscuridad. Quería eliminar a los máximos posibles antes de su luna de miel, un regalo de paz para Isla. Llevaba ya cinco cadáveres en su haber cuando escuchó un taconeo detrás de él.

    Frunció el ceño al girar y ver la figura de su prometida. Los mismos gestos, la misma voz, pero no el mismo perfume. Su instinto se tensó. Ella se había quedado en el hotel descansando.

    —¿Qué haces aquí? —gruñó, desconfiando.

    Ella sonrió y se inclinó hacia él. Los labios lo rozaron, pero no hubo chispa, no hubo el cosquilleo que conocía de memoria. Antes de que pudiera reaccionar, sintió el ardor de grilletes de plata cerrándose en sus muñecas y tobillos. La carne chisporroteaba bajo el metal. La mujer que tenía delante sonrió y lo golpeó haciéndole perder el conocimiento.

    Cuando despertó, estaba encadenado, débil, y frente a él, la criatura disfrazada de la mujer que amaba. Su voz era cruel, venenosa.

    —Siempre me han fascinado los perros orgullosos —susurró, lamiendo sus labios prestados—. Los que creen que nunca se arrodillarán.

    Darküs apretó los dientes, la sangre corriéndole por la boca.

    —Te disfrazas de ella porque sabes que es mi debilidad… —gruñó.

    La súcubo rió, cruel, acercándose aún más.

    —No, me disfrazo porque quiero que confundas el amor con la rendición. Quiero ver en tus ojos el momento exacto en que dejas de resistir.

    La mente de Darküs se quebraba poco a poco. Encadenado, debilitado, incapaz de defenderse, fue forzado a ceder. Su alma se sintió mancillada, rota, y humillado como si hubiera traicionado todo lo que era. Y sucumbió sintiéndose culpable y débil.

    Isla, guiada por un presentimiento feroz, corrió por las calles hasta dar con él. El vínculo la guiaba, el dolor en su pecho confirmaba lo que temía. Y cuando lo encontró, encadenado y humillado, algo en ella explotó.

    La loba tomó el control, lanzándose contra la súcubo con furia salvaje. Ambas rodaron por el suelo, y los colmillos de Isla desgarraron la carne hasta arrancar la verdadera forma del demonio. La súcubo chillaba con un grito antinatural, pero nada pudo detener la furia de una loba protegiendo a su pareja. Isla hundió sus garras en su torso hasta escuchar los huesos quebrarse y finalmente arrancó su cabeza.

    Cubierta de sangre y jadeando, giró hacia él. Lo vio encadenado, respirando como un animal moribundo, la piel marcada por la plata, los ojos velados por el dolor y la vergüenza. Se lanzó a su lado, tirando de las cadenas con colmillos y garras, aun cuando el metal le quemaba la piel.

    —No… —gruñó él débilmente, negándose—. Déjame… no merezco…

    Pero Isla ignoró su suplica. Entre gemidos de dolor y sangre, logró romper un eslabón, y él, forzando su último aliento, tiró también. El metal cedió. Darküs cayó contra ella, inconsciente, derrotado, con la mirada rota de alguien que sentía que lo había perdido todo.

    Fue entonces cuando la luz llenó la habitación. Apolo descendió, dorado y terrible, su sola presencia obligando a Isla a entrecerrar los ojos. Ella abrazó a Darküs con desesperación, cubriéndolo con su cuerpo, como si temiera que la luz lo arrancara de sus brazos.

    —¡No lo dejes morir! —suplicó entre sollozos—. Te lo ruego, no se merece este final.

    Apolo la observó en silencio antes de hablar con voz solemne.

    —No debiste transformarte en tu estado. Has puesto en riesgo la vida de tu hijo. El equilibrio exige un precio. Decide: tu hombre… o el niño que llevas en el vientre.

    (Continuará....)
    [ Resumen Rol Isla. 1ª Parte.] La noche en París era húmeda y silenciosa, solo el eco de las botas de Darküs retumbaba en los callejones empapados. Patrullaba como siempre, cazando demonios que se arrastraban en la oscuridad. Quería eliminar a los máximos posibles antes de su luna de miel, un regalo de paz para Isla. Llevaba ya cinco cadáveres en su haber cuando escuchó un taconeo detrás de él. Frunció el ceño al girar y ver la figura de su prometida. Los mismos gestos, la misma voz, pero no el mismo perfume. Su instinto se tensó. Ella se había quedado en el hotel descansando. —¿Qué haces aquí? —gruñó, desconfiando. Ella sonrió y se inclinó hacia él. Los labios lo rozaron, pero no hubo chispa, no hubo el cosquilleo que conocía de memoria. Antes de que pudiera reaccionar, sintió el ardor de grilletes de plata cerrándose en sus muñecas y tobillos. La carne chisporroteaba bajo el metal. La mujer que tenía delante sonrió y lo golpeó haciéndole perder el conocimiento. Cuando despertó, estaba encadenado, débil, y frente a él, la criatura disfrazada de la mujer que amaba. Su voz era cruel, venenosa. —Siempre me han fascinado los perros orgullosos —susurró, lamiendo sus labios prestados—. Los que creen que nunca se arrodillarán. Darküs apretó los dientes, la sangre corriéndole por la boca. —Te disfrazas de ella porque sabes que es mi debilidad… —gruñó. La súcubo rió, cruel, acercándose aún más. —No, me disfrazo porque quiero que confundas el amor con la rendición. Quiero ver en tus ojos el momento exacto en que dejas de resistir. La mente de Darküs se quebraba poco a poco. Encadenado, debilitado, incapaz de defenderse, fue forzado a ceder. Su alma se sintió mancillada, rota, y humillado como si hubiera traicionado todo lo que era. Y sucumbió sintiéndose culpable y débil. Isla, guiada por un presentimiento feroz, corrió por las calles hasta dar con él. El vínculo la guiaba, el dolor en su pecho confirmaba lo que temía. Y cuando lo encontró, encadenado y humillado, algo en ella explotó. La loba tomó el control, lanzándose contra la súcubo con furia salvaje. Ambas rodaron por el suelo, y los colmillos de Isla desgarraron la carne hasta arrancar la verdadera forma del demonio. La súcubo chillaba con un grito antinatural, pero nada pudo detener la furia de una loba protegiendo a su pareja. Isla hundió sus garras en su torso hasta escuchar los huesos quebrarse y finalmente arrancó su cabeza. Cubierta de sangre y jadeando, giró hacia él. Lo vio encadenado, respirando como un animal moribundo, la piel marcada por la plata, los ojos velados por el dolor y la vergüenza. Se lanzó a su lado, tirando de las cadenas con colmillos y garras, aun cuando el metal le quemaba la piel. —No… —gruñó él débilmente, negándose—. Déjame… no merezco… Pero Isla ignoró su suplica. Entre gemidos de dolor y sangre, logró romper un eslabón, y él, forzando su último aliento, tiró también. El metal cedió. Darküs cayó contra ella, inconsciente, derrotado, con la mirada rota de alguien que sentía que lo había perdido todo. Fue entonces cuando la luz llenó la habitación. Apolo descendió, dorado y terrible, su sola presencia obligando a Isla a entrecerrar los ojos. Ella abrazó a Darküs con desesperación, cubriéndolo con su cuerpo, como si temiera que la luz lo arrancara de sus brazos. —¡No lo dejes morir! —suplicó entre sollozos—. Te lo ruego, no se merece este final. Apolo la observó en silencio antes de hablar con voz solemne. —No debiste transformarte en tu estado. Has puesto en riesgo la vida de tu hijo. El equilibrio exige un precio. Decide: tu hombre… o el niño que llevas en el vientre. (Continuará....)
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  • Todos felices porque este embarazada... Y yo más acojonada que cuando luche contra Nyx....
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    𝑻𝒉𝒆 𝑯𝒐𝒎𝒖𝒄𝒏𝒖𝒍𝒖𝒔 (𝟐)

    Desde que despertó en aquel viejo laboratorio, Connor no ha hecho más que sobrevivir. En apariencia es un investigador privado especializado en lo que nadie quiere tocar, sean desapariciones, redes de trata, o crímenes que ni la policía registra. Lo buscan porque no duda en pisar zonas grises y porque sus métodos (tan precisos como implacables) no dejan cabos sueltos. Para la mayoría es un profesional frío, para los más atentos es algo distinto: un animal que estudia a su presa mientras finge ayudar.

    Sus días transcurren entre oficinas clandestinas, depósitos húmedos, callejones con olor a óxido y sangre. Se mezcla con traficantes, víctimas y monstruos reales con la misma calma. Pero cada paso, cada interrogatorio, cada vistazo a una escena del crimen no es sólo trabajo. Es instinto, es alimento, es entrenamiento. Sus sentidos (imposibles de catalogar) registran cada tic nervioso, cada sombra, cada olor. Él mismo ignora por qué necesita hacerlo, su cuerpo lo exige, su mente obedece.

    Cuando por fin se queda solo, lejos de testigos, la máscara se afloja. Su cuerpo late distinto, la sangre se calienta, los pensamientos se llenan de imágenes. Hay palabras, apenas recuerdos, quizá órdenes. No sabe si son memorias o sueños, y es cuando entiende que esa doble vida no es teatro, es equilibrio precario entre lo que aparenta y lo que realmente es.
    𝑻𝒉𝒆 𝑯𝒐𝒎𝒖𝒄𝒏𝒖𝒍𝒖𝒔 (𝟐) Desde que despertó en aquel viejo laboratorio, Connor no ha hecho más que sobrevivir. En apariencia es un investigador privado especializado en lo que nadie quiere tocar, sean desapariciones, redes de trata, o crímenes que ni la policía registra. Lo buscan porque no duda en pisar zonas grises y porque sus métodos (tan precisos como implacables) no dejan cabos sueltos. Para la mayoría es un profesional frío, para los más atentos es algo distinto: un animal que estudia a su presa mientras finge ayudar. Sus días transcurren entre oficinas clandestinas, depósitos húmedos, callejones con olor a óxido y sangre. Se mezcla con traficantes, víctimas y monstruos reales con la misma calma. Pero cada paso, cada interrogatorio, cada vistazo a una escena del crimen no es sólo trabajo. Es instinto, es alimento, es entrenamiento. Sus sentidos (imposibles de catalogar) registran cada tic nervioso, cada sombra, cada olor. Él mismo ignora por qué necesita hacerlo, su cuerpo lo exige, su mente obedece. Cuando por fin se queda solo, lejos de testigos, la máscara se afloja. Su cuerpo late distinto, la sangre se calienta, los pensamientos se llenan de imágenes. Hay palabras, apenas recuerdos, quizá órdenes. No sabe si son memorias o sueños, y es cuando entiende que esa doble vida no es teatro, es equilibrio precario entre lo que aparenta y lo que realmente es.
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  • —caminaba a casa, me habia agarrado la lluvia, pero protegia el regalo que le habia comprado, a ese chico, que se habia vuelto mi lugar seguro mi buen amigo. Ante tanta lluvia entre en un callejon escuchando una voz conocida asomandome levemente sin dejarme notar—

    Uh?...

    —escuchaba lo que el rubio decía, al que yo creia que era mi amigo, al que le abri mi vida privada.....al que hiba a esperar en casa ya que lo habia invitado a cenar, dejando caer la bolsa de regalo—

    Q-que......yo....

    —sabia, que el hablaba de mi, ahogando mi sollozo, cubriendo mi boca con mis manos, hechandome a correr bajo la lluvia, cerrando mis ojos con fuerza camufladose mis lagrimas, con las gotas de lluvia-

    S-soy una estupida.....solo soy su forma de ganar dinero.....n-nunca fui su amiga....s-solo era conveniencia para el......snif, snif...
    —caminaba a casa, me habia agarrado la lluvia, pero protegia el regalo que le habia comprado, a ese chico, que se habia vuelto mi lugar seguro mi buen amigo. Ante tanta lluvia entre en un callejon escuchando una voz conocida asomandome levemente sin dejarme notar— Uh?... —escuchaba lo que el rubio decía, al que yo creia que era mi amigo, al que le abri mi vida privada.....al que hiba a esperar en casa ya que lo habia invitado a cenar, dejando caer la bolsa de regalo— Q-que......yo.... —sabia, que el hablaba de mi, ahogando mi sollozo, cubriendo mi boca con mis manos, hechandome a correr bajo la lluvia, cerrando mis ojos con fuerza camufladose mis lagrimas, con las gotas de lluvia- S-soy una estupida.....solo soy su forma de ganar dinero.....n-nunca fui su amiga....s-solo era conveniencia para el......snif, snif...
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  • ||•The Devil & The Huntsman ||•
    Categoría Acción
    Darküs Volkøv

    La sombra avanzaba por el callejón con el sigilo de un predador silencioso entre los desgastados ladrillos de los edificios, calculando cuál sería el siguiente movimiento.
    Ni su silueta, ni el chasquido lejano de sus andares alertaron a la joven. Lo que lo hizo, no obstante, fue el hormigueo que reptó por toda su piel desde la columna hasta erizar los vellos de la nuca a medida que tomaba el mismo camino de vuelta de todos los días tras una jornada intensiva entre la comisaría de Carl y las clases de teatro.
    Llevaba tomando ese atajo para evitar la hora punta del metro desde que llegó a la ciudad, y lo cierto es que hasta el momento no había tenido motivos para temer pasar por allí, pero esa noche ni siquiera las luces de los neones de los bares cercanos lograba disipar la sensación lúgubre que manaba de cada rincón del lugar.
    Se detuvo unos segundos a observar. La sombra se deslizaba de un lado a otro entre los soportales, mimetizándose con el eco de los numerosos coches que pasaban por las calles aledañas hasta plantarse a unos pocos pasos de donde se encontraba, entre una puerta de metal y la pared contra la que no le había quedado más remedio que recostarse para ganar algo de tiempo.
    Un siseo. Lo que sea que fuera que estuviera acechando envolvió con dedos alargados como tentáculos todo el alto de la pared hasta rozar una de las pocas farolas que alumbraban la calle, haciendo estallar la bombilla.
    La temperatura había bajado de forma considerable hasta cubrir la escena con un vaho espeso y un hedor que la muchacha conocía bien.- ¿Es eso todo lo que sabes hacer? Creí que tus colegas infernales sabían acojonar....- Susurró a la nada, empezando a tener una ligera idea de a qué se estaba enfrentando. La criatura emitió un sonido a medio camino entre un graznido y un gorgoteo.
    Ya no se trataba de un ser cuyo aullido similar a una risa espeluznante retumbaba en la oscuridad de unos pasadizos que podía recorrer de punta a punta con los ojos cerrados; aquello no se parecía en nada a lo que ya creía conocer.
    Dos farolas más estallaron, dejando el lugar a oscuras, y descubrió con horror que la criatura, en apariencia informe, la miraba, pues un par ojos rojos como brasas eran el único punto de luz junto a una sonrisa retorcida y animal de dientes que parecían mármol.
    No te paralices,no te paralices... Desesperada, intentó invocar el rayo azul, esa parte de su poder mucho más oscura que aún no había logrado descifrar. Calma. Corre...., le decía esa vocecita que desde que dejara atrás el Sunrise Garden trataba de protegerla ,a veces en sueños, a veces en situaciones como aquella.
    Un inmenso pasadizo, un rugido, el aroma a carne quemada.... Nada, sólo obtuvo silencio.
    Venga... Un grito en mitad de la penumbra, un aullido, una risa, garras que repiqueteaban contra un suelo de granito. ¿A quién intentas proteger? Concéntrate...
    La respiración se le acelero, un sudor frío le recorrió la espalda cuando un par de sombras más de tamaño mucho menor se arremolinaban a sus pies, buscando aturdirla, y quizás algo mucho peor. Mierda...
    Fue cuando alzó de nuevo la vista que reparó en que en el callejón ya no estaba infestado con una única sombra, ni dos, ni tres, sino por cientos, y su negrura engullía todo lo que se cruzara en su camino.
    Tomó aire, contuvo el aliento todo lo que pudo y se preparó para lo peor.


    [Darkus] La sombra avanzaba por el callejón con el sigilo de un predador silencioso entre los desgastados ladrillos de los edificios, calculando cuál sería el siguiente movimiento. Ni su silueta, ni el chasquido lejano de sus andares alertaron a la joven. Lo que lo hizo, no obstante, fue el hormigueo que reptó por toda su piel desde la columna hasta erizar los vellos de la nuca a medida que tomaba el mismo camino de vuelta de todos los días tras una jornada intensiva entre la comisaría de Carl y las clases de teatro. Llevaba tomando ese atajo para evitar la hora punta del metro desde que llegó a la ciudad, y lo cierto es que hasta el momento no había tenido motivos para temer pasar por allí, pero esa noche ni siquiera las luces de los neones de los bares cercanos lograba disipar la sensación lúgubre que manaba de cada rincón del lugar. Se detuvo unos segundos a observar. La sombra se deslizaba de un lado a otro entre los soportales, mimetizándose con el eco de los numerosos coches que pasaban por las calles aledañas hasta plantarse a unos pocos pasos de donde se encontraba, entre una puerta de metal y la pared contra la que no le había quedado más remedio que recostarse para ganar algo de tiempo. Un siseo. Lo que sea que fuera que estuviera acechando envolvió con dedos alargados como tentáculos todo el alto de la pared hasta rozar una de las pocas farolas que alumbraban la calle, haciendo estallar la bombilla. La temperatura había bajado de forma considerable hasta cubrir la escena con un vaho espeso y un hedor que la muchacha conocía bien.- ¿Es eso todo lo que sabes hacer? Creí que tus colegas infernales sabían acojonar....- Susurró a la nada, empezando a tener una ligera idea de a qué se estaba enfrentando. La criatura emitió un sonido a medio camino entre un graznido y un gorgoteo. Ya no se trataba de un ser cuyo aullido similar a una risa espeluznante retumbaba en la oscuridad de unos pasadizos que podía recorrer de punta a punta con los ojos cerrados; aquello no se parecía en nada a lo que ya creía conocer. Dos farolas más estallaron, dejando el lugar a oscuras, y descubrió con horror que la criatura, en apariencia informe, la miraba, pues un par ojos rojos como brasas eran el único punto de luz junto a una sonrisa retorcida y animal de dientes que parecían mármol. No te paralices,no te paralices... Desesperada, intentó invocar el rayo azul, esa parte de su poder mucho más oscura que aún no había logrado descifrar. Calma. Corre...., le decía esa vocecita que desde que dejara atrás el Sunrise Garden trataba de protegerla ,a veces en sueños, a veces en situaciones como aquella. Un inmenso pasadizo, un rugido, el aroma a carne quemada.... Nada, sólo obtuvo silencio. Venga... Un grito en mitad de la penumbra, un aullido, una risa, garras que repiqueteaban contra un suelo de granito. ¿A quién intentas proteger? Concéntrate... La respiración se le acelero, un sudor frío le recorrió la espalda cuando un par de sombras más de tamaño mucho menor se arremolinaban a sus pies, buscando aturdirla, y quizás algo mucho peor. Mierda... Fue cuando alzó de nuevo la vista que reparó en que en el callejón ya no estaba infestado con una única sombra, ni dos, ni tres, sino por cientos, y su negrura engullía todo lo que se cruzara en su camino. Tomó aire, contuvo el aliento todo lo que pudo y se preparó para lo peor.
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    || Esto de abrir Fic en público es un peligro... Váyanse a un hotel, cojones (!?)
    🌸|| Esto de abrir Fic en público es un peligro... Váyanse a un hotel, cojones (!?) :STK-24:
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  • **Caminar por lugares asi solia darme miedo pero con el tiempo comenzaron a ser un escape para mantener mi mente despejada y un tanto relajada.**

    **Los callejones de ciertas ciuadades se mantenian tan solitarias que el esqueleto podia caminar con calma sin ser descubierto por humanos, tan solo caminaba con libertad y tranquilidad, sintiendo el frio del aire y escuchando uno que otro sonido del lugar ya que al ser muy tarde casi no habia gente en las calles**
    **Caminar por lugares asi solia darme miedo pero con el tiempo comenzaron a ser un escape para mantener mi mente despejada y un tanto relajada.** **Los callejones de ciertas ciuadades se mantenian tan solitarias que el esqueleto podia caminar con calma sin ser descubierto por humanos, tan solo caminaba con libertad y tranquilidad, sintiendo el frio del aire y escuchando uno que otro sonido del lugar ya que al ser muy tarde casi no habia gente en las calles**
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    user: les ha pasado que tiene un rol que cumple tu gusto perfecto y de la nada se viene abajo solo por un sola persona?
    **alza la mano**
    si.... me paso todo hacer otro de 0 aceptar algunas cosas que no me cuadraban en el personaje. .
    lo mas cutre es ver esa persona de nuevo regresar y tan tranquilo como si nada ...
    soy lechuga.. no me da enojo solo frustración es todo
    que opinan soy conspirativa ,rebelde o solo quejona?
    user: les ha pasado que tiene un rol que cumple tu gusto perfecto y de la nada se viene abajo solo por un sola persona? **alza la mano** si.... me paso todo hacer otro de 0 aceptar algunas cosas que no me cuadraban en el personaje. . lo mas cutre es ver esa persona de nuevo regresar y tan tranquilo como si nada ... soy lechuga.. no me da enojo solo frustración es todo que opinan soy conspirativa ,rebelde o solo quejona?
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    En medio del bullicio de la calle, aquel hombre era apenas una sombra entre la multitud: capucha baja, paso medido, manos hundidas en los bolsillos. Invisible para todos… salvo para quien debía verlo.

    Sus sentidos no descansaban. Oía más de lo que debía, olía lo que otros no podían, y por encima de todo distinguía un pulso: el tamborileo irregular de un corazón preso del miedo.

    Para los transeúntes era un peatón más. Para él, cada sonido era una firma, cada movimiento una advertencia. Y a unos metros, su presa cometía el error de creer que podía desaparecer en la corriente humana.

    La ansiedad lo delató primero: hombros tensos, respiración desacompasada, pasos cada vez más rápidos. Después vino la desesperación: empujones, tropiezos, la carrera torpe de quien sabe que el cazador está demasiado cerca.

    Y lo estaba.
    Porque el encapuchado ya lo había marcado.
    Y Connor no deja escapar a nadie.
    En medio del bullicio de la calle, aquel hombre era apenas una sombra entre la multitud: capucha baja, paso medido, manos hundidas en los bolsillos. Invisible para todos… salvo para quien debía verlo. Sus sentidos no descansaban. Oía más de lo que debía, olía lo que otros no podían, y por encima de todo distinguía un pulso: el tamborileo irregular de un corazón preso del miedo. Para los transeúntes era un peatón más. Para él, cada sonido era una firma, cada movimiento una advertencia. Y a unos metros, su presa cometía el error de creer que podía desaparecer en la corriente humana. La ansiedad lo delató primero: hombros tensos, respiración desacompasada, pasos cada vez más rápidos. Después vino la desesperación: empujones, tropiezos, la carrera torpe de quien sabe que el cazador está demasiado cerca. Y lo estaba. Porque el encapuchado ya lo había marcado. Y Connor no deja escapar a nadie.
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