• "Ha pasado un tiempo desde la última vez que rondé por acá, la intriga sobre las historias que pueden tener para mí es sin duda algo que me inquieta."
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  • RED TIDE.
    Fandom Game Of Thrones
    Categoría Romance
    STARTER PARA 𝚂𝙰𝙽𝙳𝙾𝚁 𝙲𝙻𝙴𝙶𝙰𝙽𝙴


    La entrada a la Torre de la Mano estaba flanqueada por más guardias. El interior olía a papiro viejo, a cera derretida y a madera encerada. Pero su vista no se posó en los estantes, ni en la mesa central, ni siquiera en la figura menuda que la esperaba allí.
    Aquel lugar le traía demasiados recuerdos. Recuerdos dolorosos. ¿Cuánto tiempo hacía que la había castigado con su ausencia? Ahora, estar allí solo le hacía sentir una cosa: que lo necesitaba más de lo que quería admitir. No solo era el olor de los libros o los muebles, era el suyo, el de él. Ahí dentro olía demasiado al hombre que tanto deseaba, y aquello solo hizo que desestabilizarla.
    Serenna cerró los ojos un segundo, como si el aroma le trajera de vuelta no solo los recuerdos en su mente, sino en su cuerpo. Podía sentirlo: sus manos, sujetándola, incitándola a seguir leyendo. Deteniéndola, manejándola a su antojo.
    Tyrion, que la observaba desde el centro de la estancia, no dijo nada al principio. Se limitó a mirarla. Sus ojos, pequeños y astutos, leyeron cada gesto. Sabía a quién buscaba. Y también por qué.
    —Él no está aquí —dijo finalmente, rompiendo el silencio—. Se ha marchado antes del amanecer. Supongo que también os habéis preguntado dónde está vuestro sabueso. No irán lejos, pero no volverán hasta bien entrada la noche.
    —Él no es mi sabueso —lo corrigió ella, avanzando hacia la mesa—. Pero sí, me lo he preguntado —tomó asiento—. ¿Dónde han ido?
    Tyrion la miró con un deje de ternura, incluso de lástima.
    —Volverán. Sanos y salvos —Tyrion enarcó una ceja, y entonces, se corrigió—: O eso espero.
    Serenna lo miró con advertencia.
    —Es lo habitual —continuó Tyrion—. Ya conocéis a mi padre. Lo ha sido también para vos. Aunque de una forma muy distinta... —dijo, más para sí mismo que para ella—. Estáis acostumbrada a esto.
    La mesa estaba cubierta de mapas, libros abiertos, pergaminos que olían a sal y tinta seca. Tyrion había reunido todo lo necesario para una lección completa sobre las casas del Mar Angosto, y en especial, sobre los Velaryon.
    —¿Dónde concluisteis vuestras lecciones la última vez? —preguntó. Pero la mirada que le dedicó Serenna no fue del todo afable.
    Recordarle a Tywin solo hacía que tensarla más. Como si estuviera riéndose del castigo que él mismo le había impuesto, recordándoselo, restregándoselo.
    —Ya... —dijo entonces, apretando los labios, enarcando una ceja—. Creo que lo mejor será tomar un nuevo rumbo. ¿Qué tal vuestra descendencia?
    Serenna no respondió, su mirada se paseó por la estancia, como si ver algo en distinto lugar pudiera hacerle verle ahí: reubicando, tocando, manipulando.
    Cuánto lo echaba de menos... Cuánto deseaba volver a verle, volver a… sentirle.
    —Vuestra sangre es antigua —comenzó, al ver que ella no parecía querer colaborar—. Noble. Rica. Terriblemente incómoda de llevar, imagino.
    Ahora sí, lo miró. Pero una vez más, no parecía estar en la misma conversación que él, ni querer continuar.
    Tyrion no dijo nada al respecto. En lugar de eso, desenrolló un pergamino con el escudo de su casa: el hipocampo plateado sobre el verde marino.
    —Los Velaryon fueron navegantes antes de que muchas casas aprendieran a flotar. Antes de que los dragones surcaran el cielo, ellos surcaban el agua. Hicieron fortuna, guerra, alianzas, y leyendas.
    Serenna inclinó la cabeza.
    —¿Y por qué debería importarme una historia hecha de sal y hombres muertos?
    —Porque sois el final de esa historia —respondió él sin perder el ritmo—. Porque cuando seáis Reina de Marcaderiva, y os digan que sois una bastarda con suerte, tendréis que recordarles que vuestro linaje hunde raíces más profundas que sus espadas. Y más viejas que sus prejuicios.
    Ella lo miró. Por primera vez desde que había entrado, lo miró de verdad.
    Y entonces, un espasmo. Fuerte, sordo, implacable.
    Serenna se tensó. Sus hombros se recogieron, su vientre se contrajo, y un leve gesto crispó su rostro antes de que pudiera evitarlo. Cerró los ojos un instante. Su mano derecha se apoyó sobre el borde del banco. Respiró por la nariz.
    Tyrion dejó de hablar al instante.
    No hizo preguntas. Solo la observó. Un parpadeo lento, un leve cambio en su postura.
    —¿Mi Lady?… —preguntó, alzando ambas cejas.
    —Estoy bien —respondió con la voz contenida, pero firme.
    Él por supuesto no insistió. Solo se reclinó un poco en el asiento y bajó la mirada hacia los pergaminos, carraspeando la garganta.
    —Como decía, vuestra familia está acostumbrada al mar. No sois la primera Velaryon en detestar la tierra firme. Vuestros antepasados tenían tanto de pez como de hombre. Dormían en cubiertas abiertas, comían lo que pescaban, y según algunos poetas... respiraban sal.
    Serenna volvió a mirar el escudo de su casa.
    —¿Y vos creéis en esas cosas? —preguntó—. ¿En las leyendas?
    Tyrion tomó un sorbo de su copa, luego giró uno de los pergaminos, mostrando una línea de tiempo pintada con esmero.
    —La historia es una suma de mentiras que el tiempo ha vuelto útiles. Pero algunas leyendas... tienen raíces demasiado profundas como para ignorarlas.
    Ella lo miró un segundo más, como evaluando algo. Luego bajó la vista.
    —He oído que los Velaryon se relacionaron con los Targaryen —murmuró—. Que… engendraron hijos, juntos.
    Tyrion arqueó una ceja. El tono había cambiado. Ya no hablaba solo por curiosidad. Había algo en su voz… algo más íntimo, más personal.
    —Lo hicieron —admitió con un tono más grave—. En más de una ocasión, de hecho. No era extraño que las casas valyrias entrelazaran su sangre… sobre todo cuando esa sangre era considerada sagrada.
    Silencio.
    Tyrion la observó sin disimulo, con una perspicacia que rara vez se permitía mostrar tan abiertamente.
    —¿Y vos? —preguntó entonces—. ¿Creéis que en vuestras venas hay algo más que sal y tormentas?
    Serenna no respondió de inmediato. Su mirada se perdió un momento en la superficie de la mesa, donde la tinta trazaba rutas marítimas. Luego alzó los ojos, y los clavó en él.
    —Creo que si en mis venas corriera sangre Targaryen vuestro padre ya hubiera acabado conmigo. ¿Me equivoco?
    Tyrion no parpadeó, pero su expresión cambió, como si aquella frase hubiera hendido una capa más profunda.
    —No os equivocáis —dijo al fin, con calma—. Pero tampoco estáis del todo en lo cierto.
    Se inclinó hacia delante, despacio, con el ceño levemente fruncido.
    —Mi padre no mata a alguien porque sí. No si puede usaros primero. No si puede exprimiros hasta dejaros seca… y convertiros en un estandarte útil.
    —¿Entonces por qué me permite seguir aquí?
    —Porque, de momento, lo que sois… le conviene.
    —¿De verdad creéis que es por la relación que tuvo con mi padre?...
    —Creo que eso ayudó —admitió—. Pero no es la razón —Se echó hacia atrás, con un suspiro que arrastró parte de la tensión, pero no la disipó del todo—. Tywin Lannister no mantiene a alguien a su lado por afecto, Serenna. Guarda todo lo que pueda usar a su favor cuando llegue el momento. Vuestro padre fue útil, sí. Pero vos también lo sois. Ahora.
    —No se me ocurre por qué podría resultarle útil… Él mismo lo dijo: que era una idiota, una necia por lo que había hecho. Por eso llevo todo este tiempo encerrada. Porque no me… considera útil.
    —El error que cometisteis —prosiguió Tyrion—, no fue escapar al mar. Fue recordarle que no puede controlarlo todo. Ni siquiera a vos. Y eso… eso enfurece a mi padre más de lo que podríais imaginar.
    —¿Y qué debo hacer para que me perdone? ¿Para poder… volver al mar?...
    Tyrion suspiró despacio, apoyando los codos sobre la mesa, entrelazó los dedos y la miró.
    —Nada —dijo al fin—. No hay gesto o palabra que os garantice su perdón.
    —¿Entonces?...
    —Saldréis cuando él vea que encerraros le cuesta más que teneros suelta. Cuando vuestra ausencia pese más que vuestra desobediencia —Hizo una pausa—. Y eso solo lo lograréis convirtiendo vuestra jaula en un trono. No llorando tras los barrotes… sino aprendiendo a gobernar desde ellos.
    —No os entiendo...
    —¿Conocéis la diferencia entre un peón y una reina?
    Serenna negó.
    —El peón se lanza hacia delante. La reina espera, se mueve cuando quiere… y cuando lo hace, nadie puede detenerla.
    —Pero yo no soy ninguna reina. Ni pretendo serlo. Y está claro que él nunca me verá como tal.
    Tyrion sostuvo su mirada con una intensidad insólita. Por un instante, sus ojos dejaron de ser los de un Lannister y se tornaron los de un hombre que conocía de cerca lo que era ser menospreciado.
    —Eso es lo que os convierte en una amenaza aún mayor —dijo, con voz baja pero firme—. Las reinas que nacen para reinar son previsibles. Las que no lo hacen… son impredecibles. Y las impredecibles hacen temblar los cimientos.
    Serenna apretó los labios. Sus manos se cerraron sobre el faldón de su vestido, como si contuviera en los puños algo que no sabía cómo liberar.
    —No quiero hacer temblar nada. Solo quiero volver a ser libre.
    —Exacto —Tyrion alzó una ceja, casi con ternura—. Esa es precisamente la diferencia. Él os encerró creyendo que rompería vuestra voluntad. Pero seguís deseando lo único que él no puede daros. La libertad no se otorga, Serenna, se escoge. Se toma.
    Ella bajó la mirada, despacio, frunciendo el ceño, con aquellos pensamientos tomando forma en su mente.
    —Mi Lord… —dijo, y Tyrion sonrió, como si no estuviese acostumbrado a que lo trataran… bien—. Antes hablasteis sobre los Targaryens y los Velaryon. Sé que ellos tenían dragones. Los Velaryon… ¿qué teníamos que pudiera interesar a alguien como… los Targaryen?
    Tyrion dejó la copa a un lado, despacio. La sonrisa se desvaneció con suavidad, no por desagrado, sino porque aquella pregunta le intrigaba.
    —Los Targaryen eran fuego —dijo en un too reverente—. Los Velaryon… eran el mar. —Hizo una pausa—. No teníais dragones —continuó—. Pero navegasteis antes que nadie. Surcasteis las rutas entre islas cuando otros apenas sabían mirar más allá de la costa. Había quien decía que los Targaryen eran los conquistadores… pero sin los Velaryon, su conquista no habría cruzado jamás el mar Angosto.
    —Creo que no me estáis…
    —Y hay más —la interrumpió—. Leyendas apenas susurradas. Antiguas incluso para Valyria. En lo profundo, en lo oscuro, criaturas que no vuelan, pero que se deslizan entre corrientes y ruinas olvidadas. Serpientes, leviatanes. Sombras con ojos.
    Ella no se movió, pero sus labios se entreabrieron apenas, como si algo dentro de sí reconociera aquella idea.
    —¿Habláis de… monstruos… marinos?
    —Algunos los llaman monstruos —dijo Tyrion, inclinándose apenas hacia adelante—. Otros, dioses. Depende de a quién preguntéis… y de cuánto haya visto.
    Serenna contuvo la respiración.
    —Mi madre solía hablar de eso —dijo, con un hilo de voz—. Decía que algunas líneas de sangre podían despertar a esas criaturas. Que no respondían al hierro… sino a la llamada de su linaje.
    Tyrion frunció el ceño apenas.
    —Una vez oí hablar de una criatura en las Islas del Verano —continuó—. Dicen que emergía solo cuando los niños desaparecían. Que tenía alas membranosas y una cabeza tan alargada como la vela mayor de un barco. Se movía sin romper la superficie, deslizándose. Como una sombra bajo el mundo.
    —¿Y creéis que son reales? Esas... criaturas... Mi Lord...
    —No lo sé. Pero cuando un marinero vive más de sesenta años y aún no ha tocado fondo...
    Serenna se quedó en silencio un momento más. Miró el mapa, luego el mar pintado con tinta azul, y el hipocampo de su escudo.
    —Tal vez no todos los dragones vuelen —susurró.
    Tyrion la observó en silencio.
    —Los que caen y sobreviven, Lady Serenna —dijo al fin—, suelen ser los más peligrosos.
    Y por fin, Tyrion pudo ver el atisbo de una sonrisa.
    —Lord Tyrion… De… existir esas criaturas… ¿Creéis que alguna de ellas habría vivido aquí? ¿En Poniente?… En… el mar que nos rodea.
    Tyrion entrecerró los ojos.
    —En Poniente… —repitió, con lentitud—. Hay quienes creen que las profundidades del Mar del Ocaso no tienen fin. Que hay grietas tan hondas que ni la luz ni el tiempo las alcanzan. Que en las aguas al sur de Rocadragón, a veces los barcos desaparecen sin dejar rastro.
    —Mi padre hablaba del estrecho de Marcaderiva —dijo de pronto—. Decía que había zonas donde las redes salían rasgadas. Donde los peces no volvían.
    Tyrion la contempló en silencio, atento.
    —Pero también hablaba de estas aguas… —continuó, casi para sí misma—. Decía que el mar de aquí no se parece a ningún otro. Que parece manso, seguro. Pero que en realidad…
    Tyrion frunció el ceño, ladeando la cabeza, curioso.
    —¿En realidad…?
    —…es el más inseguro —Levantó la mirada—. Contaba historias de reyes y de príncipes que dormían tranquilos en sus fortalezas, convencidos de que el poder les pertenecía solo por ocupar un trono. —Sus dedos rozaron el borde del mapa, distraídos—. Creían que el peligro venía del norte, de los campos de batalla, de la traición de los hombres. Pero bajo sus castillos, Mi Lord… bajo sus torres de piedra, bajo su orgullo… dormían criaturas que no conocen de leyes, ni coronas. Criaturas que podrían reducir un reino entero a ruinas con el solo batir de su cola. Y ellos ni siquiera tendrían tiempo de mirar hacia abajo.
    Tyrion la observó durante unos segundos más. En el rostro de Serenna no quedaba rastro de duda. Lo que antes era tristeza o resignación se había tornado en algo más sutil y mucho más difícil de controlar: determinación.
    Y aquello, lo inquietó.
    Desvió la mirada con un suspiro casi imperceptible. Apoyó las manos en el borde de la mesa, como si de pronto el peso de la conversación lo reclamara de vuelta a tierra firme.
    —Bien —dijo, en voz baja, con una leve sacudida de cabeza—. Creo que hemos hablado suficiente por hoy.
    Intentó sonreír, pero la mueca apenas alcanzó a suavizar el gesto. No era cinismo lo que temblaba en sus labios, sino cautela.
    —Mi intención era distraeros un poco, no… daros alas —añadió con tono más ligero, aunque no del todo convincente—. O branquias, en este caso.
    Ella no respondió. Seguía absorta, los ojos clavados en el mapa como si, de repente, lo viera por primera vez.
    —Mi Lady... —la llamó Tyrion, más serio esta vez—. Escuchad... Solo son... leyendas. No os dejéis arrastrar por lo que podría ser. No ahora. Lo último que necesitáis es otro motivo para desafiarlo.
    Ella alzó la vista con lentitud.
    Tyrion se enderezó con suavidad y recogió un par de papeles del escritorio. Luego, al pasar junto a ella, se detuvo brevemente.
    —Mañana hablaremos de comercio marítimo y alianzas entre casas. Algo… menos poético, y mucho menos propenso a tentaros a nadar hasta la ruina —le dedicó una última mirada, casi a modo de advertencia—. No le deis a mi padre más razones para manteneros encerrada...
    Colocó su mano sobre la de ella, un ligero apretón. Y es que, realmente la apreciaba. Él no era Cersei, él quería a esa chica por quien era, no por lo que su hermana creía que les había arrebatado. Ella no tenía la culpa de que su padre la hubiera elegido.
    Él ya hacía tiempo que se había resignado, y la envidia no formaba parte de sí.
    Tyrion se marchó. La puerta se cerró con suavidad, dejándola sola con el mapa y el escudo.

    La noche caía sobre Desembarco del Rey con lentitud propia. Las torres de la Fortaleza Roja, recortadas contra un cielo encapotado, comenzaban a encender sus antorchas mientras la ciudad se sumía en su habitual murmullo nocturno. La brisa del mar traía consigo el olor del puerto y el rumor constante de los navíos meciéndose en los muelles.
    Una tropa de hombres montados a caballo, atravesaban la Puerta del Río sin ceremonia. Sus capas polvorientas y el barro seco en los flancos de los caballos hablaban de un viaje largo.
    Habían cabalgado hasta Rosby aquella mañana, tras una carta urgente llegada al amanecer. Un asunto de recursos, según Tywin: un cargamento de suministros que se retrasaba, una deuda que debía cobrarse con presencia, y una amenaza velada de deslealtad por parte de un vasallo menor. Rosby no quedaba lejos, apenas una jornada de ida y vuelta si se apresuraban.
    No necesitaba a Sandor para negociar, pero sí para recordar que la disuasión podía ir más allá de las palabras. Su sola presencia bastaba para sembrar el respeto.
    El camino de regreso fue tranquilo, pero no silencioso del todo. Tywin encabezaba al grupo de hombres, siempre reflexivo tras cerrar un trato. Cabalgaba con el entrecejo fruncido, ordenando pensamientos y estrategias. Sandor lo seguía, casi a su misma altura.
    —Tenéis algo en la mente, Clegane —dijo Tywin, sin mirarlo.
    STARTER PARA [THEH0UND] La entrada a la Torre de la Mano estaba flanqueada por más guardias. El interior olía a papiro viejo, a cera derretida y a madera encerada. Pero su vista no se posó en los estantes, ni en la mesa central, ni siquiera en la figura menuda que la esperaba allí. Aquel lugar le traía demasiados recuerdos. Recuerdos dolorosos. ¿Cuánto tiempo hacía que la había castigado con su ausencia? Ahora, estar allí solo le hacía sentir una cosa: que lo necesitaba más de lo que quería admitir. No solo era el olor de los libros o los muebles, era el suyo, el de él. Ahí dentro olía demasiado al hombre que tanto deseaba, y aquello solo hizo que desestabilizarla. Serenna cerró los ojos un segundo, como si el aroma le trajera de vuelta no solo los recuerdos en su mente, sino en su cuerpo. Podía sentirlo: sus manos, sujetándola, incitándola a seguir leyendo. Deteniéndola, manejándola a su antojo. Tyrion, que la observaba desde el centro de la estancia, no dijo nada al principio. Se limitó a mirarla. Sus ojos, pequeños y astutos, leyeron cada gesto. Sabía a quién buscaba. Y también por qué. —Él no está aquí —dijo finalmente, rompiendo el silencio—. Se ha marchado antes del amanecer. Supongo que también os habéis preguntado dónde está vuestro sabueso. No irán lejos, pero no volverán hasta bien entrada la noche. —Él no es mi sabueso —lo corrigió ella, avanzando hacia la mesa—. Pero sí, me lo he preguntado —tomó asiento—. ¿Dónde han ido? Tyrion la miró con un deje de ternura, incluso de lástima. —Volverán. Sanos y salvos —Tyrion enarcó una ceja, y entonces, se corrigió—: O eso espero. Serenna lo miró con advertencia. —Es lo habitual —continuó Tyrion—. Ya conocéis a mi padre. Lo ha sido también para vos. Aunque de una forma muy distinta... —dijo, más para sí mismo que para ella—. Estáis acostumbrada a esto. La mesa estaba cubierta de mapas, libros abiertos, pergaminos que olían a sal y tinta seca. Tyrion había reunido todo lo necesario para una lección completa sobre las casas del Mar Angosto, y en especial, sobre los Velaryon. —¿Dónde concluisteis vuestras lecciones la última vez? —preguntó. Pero la mirada que le dedicó Serenna no fue del todo afable. Recordarle a Tywin solo hacía que tensarla más. Como si estuviera riéndose del castigo que él mismo le había impuesto, recordándoselo, restregándoselo. —Ya... —dijo entonces, apretando los labios, enarcando una ceja—. Creo que lo mejor será tomar un nuevo rumbo. ¿Qué tal vuestra descendencia? Serenna no respondió, su mirada se paseó por la estancia, como si ver algo en distinto lugar pudiera hacerle verle ahí: reubicando, tocando, manipulando. Cuánto lo echaba de menos... Cuánto deseaba volver a verle, volver a… sentirle. —Vuestra sangre es antigua —comenzó, al ver que ella no parecía querer colaborar—. Noble. Rica. Terriblemente incómoda de llevar, imagino. Ahora sí, lo miró. Pero una vez más, no parecía estar en la misma conversación que él, ni querer continuar. Tyrion no dijo nada al respecto. En lugar de eso, desenrolló un pergamino con el escudo de su casa: el hipocampo plateado sobre el verde marino. —Los Velaryon fueron navegantes antes de que muchas casas aprendieran a flotar. Antes de que los dragones surcaran el cielo, ellos surcaban el agua. Hicieron fortuna, guerra, alianzas, y leyendas. Serenna inclinó la cabeza. —¿Y por qué debería importarme una historia hecha de sal y hombres muertos? —Porque sois el final de esa historia —respondió él sin perder el ritmo—. Porque cuando seáis Reina de Marcaderiva, y os digan que sois una bastarda con suerte, tendréis que recordarles que vuestro linaje hunde raíces más profundas que sus espadas. Y más viejas que sus prejuicios. Ella lo miró. Por primera vez desde que había entrado, lo miró de verdad. Y entonces, un espasmo. Fuerte, sordo, implacable. Serenna se tensó. Sus hombros se recogieron, su vientre se contrajo, y un leve gesto crispó su rostro antes de que pudiera evitarlo. Cerró los ojos un instante. Su mano derecha se apoyó sobre el borde del banco. Respiró por la nariz. Tyrion dejó de hablar al instante. No hizo preguntas. Solo la observó. Un parpadeo lento, un leve cambio en su postura. —¿Mi Lady?… —preguntó, alzando ambas cejas. —Estoy bien —respondió con la voz contenida, pero firme. Él por supuesto no insistió. Solo se reclinó un poco en el asiento y bajó la mirada hacia los pergaminos, carraspeando la garganta. —Como decía, vuestra familia está acostumbrada al mar. No sois la primera Velaryon en detestar la tierra firme. Vuestros antepasados tenían tanto de pez como de hombre. Dormían en cubiertas abiertas, comían lo que pescaban, y según algunos poetas... respiraban sal. Serenna volvió a mirar el escudo de su casa. —¿Y vos creéis en esas cosas? —preguntó—. ¿En las leyendas? Tyrion tomó un sorbo de su copa, luego giró uno de los pergaminos, mostrando una línea de tiempo pintada con esmero. —La historia es una suma de mentiras que el tiempo ha vuelto útiles. Pero algunas leyendas... tienen raíces demasiado profundas como para ignorarlas. Ella lo miró un segundo más, como evaluando algo. Luego bajó la vista. —He oído que los Velaryon se relacionaron con los Targaryen —murmuró—. Que… engendraron hijos, juntos. Tyrion arqueó una ceja. El tono había cambiado. Ya no hablaba solo por curiosidad. Había algo en su voz… algo más íntimo, más personal. —Lo hicieron —admitió con un tono más grave—. En más de una ocasión, de hecho. No era extraño que las casas valyrias entrelazaran su sangre… sobre todo cuando esa sangre era considerada sagrada. Silencio. Tyrion la observó sin disimulo, con una perspicacia que rara vez se permitía mostrar tan abiertamente. —¿Y vos? —preguntó entonces—. ¿Creéis que en vuestras venas hay algo más que sal y tormentas? Serenna no respondió de inmediato. Su mirada se perdió un momento en la superficie de la mesa, donde la tinta trazaba rutas marítimas. Luego alzó los ojos, y los clavó en él. —Creo que si en mis venas corriera sangre Targaryen vuestro padre ya hubiera acabado conmigo. ¿Me equivoco? Tyrion no parpadeó, pero su expresión cambió, como si aquella frase hubiera hendido una capa más profunda. —No os equivocáis —dijo al fin, con calma—. Pero tampoco estáis del todo en lo cierto. Se inclinó hacia delante, despacio, con el ceño levemente fruncido. —Mi padre no mata a alguien porque sí. No si puede usaros primero. No si puede exprimiros hasta dejaros seca… y convertiros en un estandarte útil. —¿Entonces por qué me permite seguir aquí? —Porque, de momento, lo que sois… le conviene. —¿De verdad creéis que es por la relación que tuvo con mi padre?... —Creo que eso ayudó —admitió—. Pero no es la razón —Se echó hacia atrás, con un suspiro que arrastró parte de la tensión, pero no la disipó del todo—. Tywin Lannister no mantiene a alguien a su lado por afecto, Serenna. Guarda todo lo que pueda usar a su favor cuando llegue el momento. Vuestro padre fue útil, sí. Pero vos también lo sois. Ahora. —No se me ocurre por qué podría resultarle útil… Él mismo lo dijo: que era una idiota, una necia por lo que había hecho. Por eso llevo todo este tiempo encerrada. Porque no me… considera útil. —El error que cometisteis —prosiguió Tyrion—, no fue escapar al mar. Fue recordarle que no puede controlarlo todo. Ni siquiera a vos. Y eso… eso enfurece a mi padre más de lo que podríais imaginar. —¿Y qué debo hacer para que me perdone? ¿Para poder… volver al mar?... Tyrion suspiró despacio, apoyando los codos sobre la mesa, entrelazó los dedos y la miró. —Nada —dijo al fin—. No hay gesto o palabra que os garantice su perdón. —¿Entonces?... —Saldréis cuando él vea que encerraros le cuesta más que teneros suelta. Cuando vuestra ausencia pese más que vuestra desobediencia —Hizo una pausa—. Y eso solo lo lograréis convirtiendo vuestra jaula en un trono. No llorando tras los barrotes… sino aprendiendo a gobernar desde ellos. —No os entiendo... —¿Conocéis la diferencia entre un peón y una reina? Serenna negó. —El peón se lanza hacia delante. La reina espera, se mueve cuando quiere… y cuando lo hace, nadie puede detenerla. —Pero yo no soy ninguna reina. Ni pretendo serlo. Y está claro que él nunca me verá como tal. Tyrion sostuvo su mirada con una intensidad insólita. Por un instante, sus ojos dejaron de ser los de un Lannister y se tornaron los de un hombre que conocía de cerca lo que era ser menospreciado. —Eso es lo que os convierte en una amenaza aún mayor —dijo, con voz baja pero firme—. Las reinas que nacen para reinar son previsibles. Las que no lo hacen… son impredecibles. Y las impredecibles hacen temblar los cimientos. Serenna apretó los labios. Sus manos se cerraron sobre el faldón de su vestido, como si contuviera en los puños algo que no sabía cómo liberar. —No quiero hacer temblar nada. Solo quiero volver a ser libre. —Exacto —Tyrion alzó una ceja, casi con ternura—. Esa es precisamente la diferencia. Él os encerró creyendo que rompería vuestra voluntad. Pero seguís deseando lo único que él no puede daros. La libertad no se otorga, Serenna, se escoge. Se toma. Ella bajó la mirada, despacio, frunciendo el ceño, con aquellos pensamientos tomando forma en su mente. —Mi Lord… —dijo, y Tyrion sonrió, como si no estuviese acostumbrado a que lo trataran… bien—. Antes hablasteis sobre los Targaryens y los Velaryon. Sé que ellos tenían dragones. Los Velaryon… ¿qué teníamos que pudiera interesar a alguien como… los Targaryen? Tyrion dejó la copa a un lado, despacio. La sonrisa se desvaneció con suavidad, no por desagrado, sino porque aquella pregunta le intrigaba. —Los Targaryen eran fuego —dijo en un too reverente—. Los Velaryon… eran el mar. —Hizo una pausa—. No teníais dragones —continuó—. Pero navegasteis antes que nadie. Surcasteis las rutas entre islas cuando otros apenas sabían mirar más allá de la costa. Había quien decía que los Targaryen eran los conquistadores… pero sin los Velaryon, su conquista no habría cruzado jamás el mar Angosto. —Creo que no me estáis… —Y hay más —la interrumpió—. Leyendas apenas susurradas. Antiguas incluso para Valyria. En lo profundo, en lo oscuro, criaturas que no vuelan, pero que se deslizan entre corrientes y ruinas olvidadas. Serpientes, leviatanes. Sombras con ojos. Ella no se movió, pero sus labios se entreabrieron apenas, como si algo dentro de sí reconociera aquella idea. —¿Habláis de… monstruos… marinos? —Algunos los llaman monstruos —dijo Tyrion, inclinándose apenas hacia adelante—. Otros, dioses. Depende de a quién preguntéis… y de cuánto haya visto. Serenna contuvo la respiración. —Mi madre solía hablar de eso —dijo, con un hilo de voz—. Decía que algunas líneas de sangre podían despertar a esas criaturas. Que no respondían al hierro… sino a la llamada de su linaje. Tyrion frunció el ceño apenas. —Una vez oí hablar de una criatura en las Islas del Verano —continuó—. Dicen que emergía solo cuando los niños desaparecían. Que tenía alas membranosas y una cabeza tan alargada como la vela mayor de un barco. Se movía sin romper la superficie, deslizándose. Como una sombra bajo el mundo. —¿Y creéis que son reales? Esas... criaturas... Mi Lord... —No lo sé. Pero cuando un marinero vive más de sesenta años y aún no ha tocado fondo... Serenna se quedó en silencio un momento más. Miró el mapa, luego el mar pintado con tinta azul, y el hipocampo de su escudo. —Tal vez no todos los dragones vuelen —susurró. Tyrion la observó en silencio. —Los que caen y sobreviven, Lady Serenna —dijo al fin—, suelen ser los más peligrosos. Y por fin, Tyrion pudo ver el atisbo de una sonrisa. —Lord Tyrion… De… existir esas criaturas… ¿Creéis que alguna de ellas habría vivido aquí? ¿En Poniente?… En… el mar que nos rodea. Tyrion entrecerró los ojos. —En Poniente… —repitió, con lentitud—. Hay quienes creen que las profundidades del Mar del Ocaso no tienen fin. Que hay grietas tan hondas que ni la luz ni el tiempo las alcanzan. Que en las aguas al sur de Rocadragón, a veces los barcos desaparecen sin dejar rastro. —Mi padre hablaba del estrecho de Marcaderiva —dijo de pronto—. Decía que había zonas donde las redes salían rasgadas. Donde los peces no volvían. Tyrion la contempló en silencio, atento. —Pero también hablaba de estas aguas… —continuó, casi para sí misma—. Decía que el mar de aquí no se parece a ningún otro. Que parece manso, seguro. Pero que en realidad… Tyrion frunció el ceño, ladeando la cabeza, curioso. —¿En realidad…? —…es el más inseguro —Levantó la mirada—. Contaba historias de reyes y de príncipes que dormían tranquilos en sus fortalezas, convencidos de que el poder les pertenecía solo por ocupar un trono. —Sus dedos rozaron el borde del mapa, distraídos—. Creían que el peligro venía del norte, de los campos de batalla, de la traición de los hombres. Pero bajo sus castillos, Mi Lord… bajo sus torres de piedra, bajo su orgullo… dormían criaturas que no conocen de leyes, ni coronas. Criaturas que podrían reducir un reino entero a ruinas con el solo batir de su cola. Y ellos ni siquiera tendrían tiempo de mirar hacia abajo. Tyrion la observó durante unos segundos más. En el rostro de Serenna no quedaba rastro de duda. Lo que antes era tristeza o resignación se había tornado en algo más sutil y mucho más difícil de controlar: determinación. Y aquello, lo inquietó. Desvió la mirada con un suspiro casi imperceptible. Apoyó las manos en el borde de la mesa, como si de pronto el peso de la conversación lo reclamara de vuelta a tierra firme. —Bien —dijo, en voz baja, con una leve sacudida de cabeza—. Creo que hemos hablado suficiente por hoy. Intentó sonreír, pero la mueca apenas alcanzó a suavizar el gesto. No era cinismo lo que temblaba en sus labios, sino cautela. —Mi intención era distraeros un poco, no… daros alas —añadió con tono más ligero, aunque no del todo convincente—. O branquias, en este caso. Ella no respondió. Seguía absorta, los ojos clavados en el mapa como si, de repente, lo viera por primera vez. —Mi Lady... —la llamó Tyrion, más serio esta vez—. Escuchad... Solo son... leyendas. No os dejéis arrastrar por lo que podría ser. No ahora. Lo último que necesitáis es otro motivo para desafiarlo. Ella alzó la vista con lentitud. Tyrion se enderezó con suavidad y recogió un par de papeles del escritorio. Luego, al pasar junto a ella, se detuvo brevemente. —Mañana hablaremos de comercio marítimo y alianzas entre casas. Algo… menos poético, y mucho menos propenso a tentaros a nadar hasta la ruina —le dedicó una última mirada, casi a modo de advertencia—. No le deis a mi padre más razones para manteneros encerrada... Colocó su mano sobre la de ella, un ligero apretón. Y es que, realmente la apreciaba. Él no era Cersei, él quería a esa chica por quien era, no por lo que su hermana creía que les había arrebatado. Ella no tenía la culpa de que su padre la hubiera elegido. Él ya hacía tiempo que se había resignado, y la envidia no formaba parte de sí. Tyrion se marchó. La puerta se cerró con suavidad, dejándola sola con el mapa y el escudo. La noche caía sobre Desembarco del Rey con lentitud propia. Las torres de la Fortaleza Roja, recortadas contra un cielo encapotado, comenzaban a encender sus antorchas mientras la ciudad se sumía en su habitual murmullo nocturno. La brisa del mar traía consigo el olor del puerto y el rumor constante de los navíos meciéndose en los muelles. Una tropa de hombres montados a caballo, atravesaban la Puerta del Río sin ceremonia. Sus capas polvorientas y el barro seco en los flancos de los caballos hablaban de un viaje largo. Habían cabalgado hasta Rosby aquella mañana, tras una carta urgente llegada al amanecer. Un asunto de recursos, según Tywin: un cargamento de suministros que se retrasaba, una deuda que debía cobrarse con presencia, y una amenaza velada de deslealtad por parte de un vasallo menor. Rosby no quedaba lejos, apenas una jornada de ida y vuelta si se apresuraban. No necesitaba a Sandor para negociar, pero sí para recordar que la disuasión podía ir más allá de las palabras. Su sola presencia bastaba para sembrar el respeto. El camino de regreso fue tranquilo, pero no silencioso del todo. Tywin encabezaba al grupo de hombres, siempre reflexivo tras cerrar un trato. Cabalgaba con el entrecejo fruncido, ordenando pensamientos y estrategias. Sandor lo seguía, casi a su misma altura. —Tenéis algo en la mente, Clegane —dijo Tywin, sin mirarlo.
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  • El tenno solo toma fotos con un dispositivo movil, de las pocas veces que se dedica a ser un simple civil, con su visita en el museo, especialmente intrigado por la seccion de la historia natural de la tierra.

    - El rey tirano.

    Toma varias fotos porque le parece increible que la tierra en su pasado lejano albergo esa clase de vida, el pelirrojo guarda el dispisitivo para seguir leyendo el panfleto de lo que se sabe del cretacico, con una ligera sonrisa cuando descubre que la Antartida fue una jungla.
    El tenno solo toma fotos con un dispositivo movil, de las pocas veces que se dedica a ser un simple civil, con su visita en el museo, especialmente intrigado por la seccion de la historia natural de la tierra. - El rey tirano. Toma varias fotos porque le parece increible que la tierra en su pasado lejano albergo esa clase de vida, el pelirrojo guarda el dispisitivo para seguir leyendo el panfleto de lo que se sabe del cretacico, con una ligera sonrisa cuando descubre que la Antartida fue una jungla.
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  • ¡HEY, FICROLERS 3D!
    ¡Un nuevo personaje 3D viene pisando fuerte!

    Hoy damos la bienvenida a...

    ㅤㅤㅤㅤㅤㅤ ¡[meteor_navy_sheep_118]!

    Concubina elevada a haseki, vive entre la opulencia y las intrigas del palacio. Con gracia y ambición, navega el delicado equilibrio entre el amor, el poder y la supervivencia en la corte otomana.



    ¡Bienvenid@ a FicRol! Nos alegra tenerte entre nosotros y esperamos que disfrutes mucho explorando historias, creando conexiones y dando vida a tu personaje en este rincón tan creativo.

    Yo soy Caroline, tu RolSage, algo así como tu guía en el mundo de los Personajes 3D. Si tienes dudas, necesitas ayuda o simplemente quieres charlar, mis DMs están abiertos. Además, en mi fanpage encontrarás guías súper detalladas sobre el funcionamiento de FicRol. ¡Dale like para no perderte nada!

    Antes de lanzarte de lleno, te dejo algunos recursos que te pueden venir de maravilla para empezar con buen pie:

    Normas básicas del de la plataforma:
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    Guías detalladas sobre cómo funciona todo por aquí:
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    ¡Recuerda que puedes escribirme si necesitas cualquier cosita! ¡Nos vemos en el rol!

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    ¡Hola! Estoy buscando gente interesada en llevar uno o ambos personajes de esta búsqueda (info + abajo)

    IMPORTANTE: Con esta cuenta no busco OTP, sino desarrollar la historia principal de mi personaje, junto a los pjs más importantes de su canon.

    FICHA DE SERENNA VELARYON: https://ficrol.com/blogs/295700/Ficha-de-Serenna-Velaryon
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    Búsqueda de personajes:

    🢒 TYRION LANNISTER:

    𝄄 ↳ Tyrion siente un interés genuino y complejo hacia Serenna: es una de las pocas personas en la corte, y fiel a su padre, que lo trata con respeto e incluso con cariño. Lo que le otorga un papel importante en su vida, aunque Cersei siempre interfiera.

    Entre ambos habría complicidad intelectual y tensión (ironías, confesiones, debates). Tyrion sabe que ella está enamorada de su padre, pero actualmente aún no se lo ha dicho a Serenna. Podrían explorarse estos temas inrol.

    🢒 TYWIN LANNISTER

    𝄄 ↳ Serenna está enamorada de Tywin, aunque, fiel a su canon, él no corresponderá ese amor de manera explícita. [Por lo tanto, no sería una OTP, ni un SHIP, sino explorar la relación tormentosa de los dos como pupila-mentor. Aunque Serenna sí tenga sentimientos por él.

    Tywin actúa como su protector, siempre teniendo el control, dejando entrever matices que muestran cómo Serenna llega a importarle más de lo que nunca llegaría a admitir.

    (POSIBILIDAD DE OTP CON VELENNA VELARYON, LA MADRE DE SERENNA. Rol del pasado, flashbacks. Ejemplo: https://ficrol.com/blogs/295874/1-La-mujer)

    La historia de ambos personajes junto a sus relaciones está explicada en la ficha del personaje: https://ficrol.com/blogs/295700/Ficha-de-Serenna-Velaryon

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    Qué busco:

    ⟡ Desarrollar la historia y el canon de mi personaje.

    ⟡ Respeto al canon.

    ⟡ Agilidad en las respuestas (valoro mucho que podamos responder seguido para que la trama avance con fluidez).

    ⟡ Escritura cuidada, con énfasis en subtexto, intriga política y emociones contenidas.

    ⟡ Compromiso para desarrollar tramas largas con evolución real de personajes.
    ⸻⸻⸻⸻⸻⸻

    Lo que ofrezco:

    ⟡ Escritura detallada, inmersiva y literaria (me inspiro en el estilo de la saga).

    ⟡ Desarrollo profundo de personajes, respetando tanto a los canon como a los originales.

    ⟡ Constancia y comunicación para planear giros y mantener coherencia narrativa.

    ⟡ Flexibilidad y creatividad para adaptar las tramas a las ideas de ambos.
    ¡Hola! Estoy buscando gente interesada en llevar uno o ambos personajes de esta búsqueda (info + abajo) IMPORTANTE: Con esta cuenta no busco OTP, sino desarrollar la historia principal de mi personaje, junto a los pjs más importantes de su canon. FICHA DE SERENNA VELARYON: https://ficrol.com/blogs/295700/Ficha-de-Serenna-Velaryon ⸻⸻⸻⸻⸻⸻⸻ 🔎 Búsqueda de personajes: 🢒 TYRION LANNISTER: 𝄄 ↳ Tyrion siente un interés genuino y complejo hacia Serenna: es una de las pocas personas en la corte, y fiel a su padre, que lo trata con respeto e incluso con cariño. Lo que le otorga un papel importante en su vida, aunque Cersei siempre interfiera. Entre ambos habría complicidad intelectual y tensión (ironías, confesiones, debates). Tyrion sabe que ella está enamorada de su padre, pero actualmente aún no se lo ha dicho a Serenna. Podrían explorarse estos temas inrol. 🢒 TYWIN LANNISTER 𝄄 ↳ Serenna está enamorada de Tywin, aunque, fiel a su canon, él no corresponderá ese amor de manera explícita. [Por lo tanto, no sería una OTP, ni un SHIP, sino explorar la relación tormentosa de los dos como pupila-mentor. Aunque Serenna sí tenga sentimientos por él. Tywin actúa como su protector, siempre teniendo el control, dejando entrever matices que muestran cómo Serenna llega a importarle más de lo que nunca llegaría a admitir. (POSIBILIDAD DE OTP CON VELENNA VELARYON, LA MADRE DE SERENNA. Rol del pasado, flashbacks. Ejemplo: https://ficrol.com/blogs/295874/1-La-mujer) La historia de ambos personajes junto a sus relaciones está explicada en la ficha del personaje: https://ficrol.com/blogs/295700/Ficha-de-Serenna-Velaryon ⸻⸻⸻⸻⸻⸻⸻ ✨ Qué busco: ⟡ Desarrollar la historia y el canon de mi personaje. ⟡ Respeto al canon. ⟡ Agilidad en las respuestas (valoro mucho que podamos responder seguido para que la trama avance con fluidez). ⟡ Escritura cuidada, con énfasis en subtexto, intriga política y emociones contenidas. ⟡ Compromiso para desarrollar tramas largas con evolución real de personajes. ⸻⸻⸻⸻⸻⸻ ✨ Lo que ofrezco: ⟡ Escritura detallada, inmersiva y literaria (me inspiro en el estilo de la saga). ⟡ Desarrollo profundo de personajes, respetando tanto a los canon como a los originales. ⟡ Constancia y comunicación para planear giros y mantener coherencia narrativa. ⟡ Flexibilidad y creatividad para adaptar las tramas a las ideas de ambos.
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  • Como todas las noches ella se prepara para exhibirse en aquellos ventanales como si fuera un mero producto de tienda. Esta vez no era un conjunto de lencería exótico como sus compañeras que comparten un cuarto para vestirse. Un sujetador negro de algodón, un short jean, zapatillas Converse; el pelo lo lleva como siempre corto, el flequillo bien peinado y sin ninguna gota de maquillaje. Las demás la miran raro, pero ella ignora los reclamos de la mayor de ella y sólo responde que así gana más de los viejos pervertidos.

    El padrote de origen cubano las apura entre aplausos y repartiendo nalgadas entre todas para que corran por todo el lugar, los clientes empiezan a llenar el lugar ya que esa noche era show de table dance. Ella, por su parte se va hacia uno de los ventanales para recostarse sobre el piso al igual que un gatito en una tienda de animales, los hombres y mujeres la ven con curiosidad y hasta con intriga ya que las demás mujeres estaban con lencería o enseñando los pechos; mientras ella estaba vestida con algo simple.

    #RedLigth
    Como todas las noches ella se prepara para exhibirse en aquellos ventanales como si fuera un mero producto de tienda. Esta vez no era un conjunto de lencería exótico como sus compañeras que comparten un cuarto para vestirse. Un sujetador negro de algodón, un short jean, zapatillas Converse; el pelo lo lleva como siempre corto, el flequillo bien peinado y sin ninguna gota de maquillaje. Las demás la miran raro, pero ella ignora los reclamos de la mayor de ella y sólo responde que así gana más de los viejos pervertidos. El padrote de origen cubano las apura entre aplausos y repartiendo nalgadas entre todas para que corran por todo el lugar, los clientes empiezan a llenar el lugar ya que esa noche era show de table dance. Ella, por su parte se va hacia uno de los ventanales para recostarse sobre el piso al igual que un gatito en una tienda de animales, los hombres y mujeres la ven con curiosidad y hasta con intriga ya que las demás mujeres estaban con lencería o enseñando los pechos; mientras ella estaba vestida con algo simple. #RedLigth
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    {Nutt avanzaba por los pasillos del palacio, sus pasos resonaban en cada sala silenciosa y vacía. El rey Zarek y su hermano menor, Isman, no estaban por ninguna parte. En sus brazos llevaba una capa larga y fina, confeccionada con telas ligeras y resistentes, hecha especialmente para proteger la piel del monarca. Había escuchado rumores de que Zarek planeaba salir en misión fuera del regimiento, y aquello lo inquietaba. El rey albino no debía exponerse al sol ardiente del desierto sin precauciones; su piel era demasiado sensible, vulnerable a las ampollas, al ardor y al enrojecimiento.}

    {Era su deber cuidar al señor de los Shemus, el ejército de los nekomatas.}

    {Finalmente, Nutt se cruzó con un rostro conocido. Alzó la voz, apurando el paso hacia el nekomata que esperaba en la entrada del salón de entrenamientos privados del rey.}

    —Buen día, Rakhyti. Estoy buscando al rey, ¿lo has visto? No quisiera que saliera del palacio sin su capa… ni sin el aceite especial. Exponerse de esta forma sería un riesgo.

    {Sus ojos intensos y preocupados, se clavaron en la figura de Rakhyti, el segundo hombre más frío y severo del reino después del propio Zarek. Este, con los brazos cruzados, respondió con la misma voz cortante de siempre, aunque esta vez acompañada de una sonrisa apenas torcida, maliciosa.}

    —Están dentro… Justamente el rey está descargando toda su furia contra tu hermano.

    —¡¿Qué?!

    {El corazón de Nutt dio un vuelco y, sin pensarlo, empujó la puerta con tanta fuerza que estuvo a punto de arrancarla de sus goznes. Entró apresurado al salón de entrenamiento.}









    —Z-Zarek… ¿cuánto tiempo más me tendrás aquí?

    {Preguntó Isman con la voz temblorosa.
    El joven sujetaba con todas sus fuerzas la bolsa de boxeo, mientras Zarek descargaba en ella una ráfaga de golpes brutales. Cada puñetazo hacía que los brazos de Isman cedieran un poco, obligándolo a resistir para no soltar el saco y arriesgarse a recibir un golpe directo.}

    —Deja de temblar como una gallina y quédate quieto.

    {Gruñó el rey sin apartar la vista de su objetivo. Sus colmillos se asomaban levemente con cada palabra, y su ceño fruncido acentuaba la concentración y la furia con que golpeaba.}

    {Nutt soltó un suspiro aliviado al comprobar que su hermano menor no estaba siendo golpeado directamente, sino utilizado como sostén del saco. Se cruzó de brazos, observando la escena con cierta molestia.}

    —Usar a mi hermano para descargar tu rabia no hará que la muchacha mestiza aparezca mágicamente, Zarek.

    {Dicho esto, dejó la capa con cuidado sobre un enorme sillón de cuero adornado con oro, su lugar habitual en el salón.}

    —De hecho, te la traje porque la vas a necesitar. Si piensas salir, cúbrete del sol.








    [Fuera de escena.]






    ♡~Isman se enderezó, su mirada se posó en la audiencia que los observaba. Nutt, su hermano, se sentó detrás de él, ajustando su posición para que enfrentara a los espectadores.~

    —Hermano, nos están viendo raro —comentó Isman, su voz llena de intriga—. ¿Qué tienen en sus manos? ¿Nos apuntan con armas de los mortales?

    ~Nutt se rió suavemente y le dio un suave apretón en el hombro. —Son sus aparatos tecnológicos que usan para comunicarse y conectarse con el mundo —explicó con paciencia.~

    ~Isman parpadeó sorprendido, su mente luchando por comprender el concepto. —¿Son mudos? —preguntó, lleno de confusión—. ¿Me están leyendo la mente o algo así?

    ~Nutt solo sonrió y le dio un cariñoso golpecito en la cabeza. —Solo sonríe, cabeza hueca.~⁠♡
    ༻₦Ʉ₮₮ ₳₦Đ ł₴₥₳₦•༺ {Nutt avanzaba por los pasillos del palacio, sus pasos resonaban en cada sala silenciosa y vacía. El rey Zarek y su hermano menor, Isman, no estaban por ninguna parte. En sus brazos llevaba una capa larga y fina, confeccionada con telas ligeras y resistentes, hecha especialmente para proteger la piel del monarca. Había escuchado rumores de que Zarek planeaba salir en misión fuera del regimiento, y aquello lo inquietaba. El rey albino no debía exponerse al sol ardiente del desierto sin precauciones; su piel era demasiado sensible, vulnerable a las ampollas, al ardor y al enrojecimiento.} {Era su deber cuidar al señor de los Shemus, el ejército de los nekomatas.} {Finalmente, Nutt se cruzó con un rostro conocido. Alzó la voz, apurando el paso hacia el nekomata que esperaba en la entrada del salón de entrenamientos privados del rey.} —Buen día, Rakhyti. Estoy buscando al rey, ¿lo has visto? No quisiera que saliera del palacio sin su capa… ni sin el aceite especial. Exponerse de esta forma sería un riesgo. {Sus ojos intensos y preocupados, se clavaron en la figura de Rakhyti, el segundo hombre más frío y severo del reino después del propio Zarek. Este, con los brazos cruzados, respondió con la misma voz cortante de siempre, aunque esta vez acompañada de una sonrisa apenas torcida, maliciosa.} —Están dentro… Justamente el rey está descargando toda su furia contra tu hermano. —¡¿Qué?! {El corazón de Nutt dio un vuelco y, sin pensarlo, empujó la puerta con tanta fuerza que estuvo a punto de arrancarla de sus goznes. Entró apresurado al salón de entrenamiento.} —Z-Zarek… ¿cuánto tiempo más me tendrás aquí? {Preguntó Isman con la voz temblorosa. El joven sujetaba con todas sus fuerzas la bolsa de boxeo, mientras Zarek descargaba en ella una ráfaga de golpes brutales. Cada puñetazo hacía que los brazos de Isman cedieran un poco, obligándolo a resistir para no soltar el saco y arriesgarse a recibir un golpe directo.} —Deja de temblar como una gallina y quédate quieto. {Gruñó el rey sin apartar la vista de su objetivo. Sus colmillos se asomaban levemente con cada palabra, y su ceño fruncido acentuaba la concentración y la furia con que golpeaba.} {Nutt soltó un suspiro aliviado al comprobar que su hermano menor no estaba siendo golpeado directamente, sino utilizado como sostén del saco. Se cruzó de brazos, observando la escena con cierta molestia.} —Usar a mi hermano para descargar tu rabia no hará que la muchacha mestiza aparezca mágicamente, Zarek. {Dicho esto, dejó la capa con cuidado sobre un enorme sillón de cuero adornado con oro, su lugar habitual en el salón.} —De hecho, te la traje porque la vas a necesitar. Si piensas salir, cúbrete del sol. ⚠️[Fuera de escena.]⚠️ ♡~Isman se enderezó, su mirada se posó en la audiencia que los observaba. Nutt, su hermano, se sentó detrás de él, ajustando su posición para que enfrentara a los espectadores.~ —Hermano, nos están viendo raro —comentó Isman, su voz llena de intriga—. ¿Qué tienen en sus manos? ¿Nos apuntan con armas de los mortales? ~Nutt se rió suavemente y le dio un suave apretón en el hombro. —Son sus aparatos tecnológicos que usan para comunicarse y conectarse con el mundo —explicó con paciencia.~ ~Isman parpadeó sorprendido, su mente luchando por comprender el concepto. —¿Son mudos? —preguntó, lleno de confusión—. ¿Me están leyendo la mente o algo así? ~Nutt solo sonrió y le dio un cariñoso golpecito en la cabeza. —Solo sonríe, cabeza hueca.~⁠♡
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  • Damien Voss

    Dispositivo de entrada 2.5

    Status: En progreso
    Fecha de actualización: xx-xx-xxxx
    Tiempo última modificación: 02:28:44
    Departamento: 043
    ----------------------------
    ----------[Error V/.08]-------

    <<Ingresar el método de medición alternativo

    Esto era la ventana que emergía del dispositivo de Lily al intentar configurar el nuevo termómetro para los drones de exploración. Hasta donde ella había trabajado solo había dos métodos de medición estándar, por lo que fue una desagradable y frustrante sorpresa la indicación del sistema para poder seguir haciendo las pruebas.

    —Damien...— culpó de inmediato a su colega llevando ambas manos a cubrir sus ojos dejando caer su cabeza hacia atrás. Era claro que él hizo la modificación hace más de dos horas y no le informó. —¿Podrías ser más considerado y menos egoísta? — dijo en voz suave y calma aún que claramente se notaba su disgusto.

    Dió un brinco de su silla para dirigirse al fondo del taller examinar la bitácora digital de seguimiento. Aún no se subían los datos así que por ley debía estar ese registro en la bitácora física, la busco en cada gabinete y compartimento del pequeño estudio montado dentro del taller, nada encontró, así que fue a la cápsula siguiente donde se encontraban los archivos impreso y tampoco consiguió éxito alguno.

    —"No molestes con preguntas hasta mañana." — arremedó la indicación del rubio cuando terminó la jornada de investigación hace una hora. —Eres ventajoso y no te lo permitiré...—

    Con decisión y una mirada traviesa de alguien que trama su plan atrevido se dirigió hasta el área de los dormitorios quedando justo enfrente del dormitorio del rubio.

    Observó el cerrojo digital, la luz cálida intermitente indicaba que la habitación estaba vacía.

    —Estoy de suerte - mordió su labio inferior sonriendo sin miedo a nada, deslizar la "llave maestra" que le permitirá acceso a casi cualquier área, tarjeta digital que ella misma configuró, se trataba de una práctica incorrecta no obstante su deber ser era obtener esa bitácora física y regresarla al lugar correcto. Conocía tan bien a Damien que no dudaba que la tuviera guardada en su habitación para usar de soporte tan valiosa libreta cuando venía una brillante idea a su mente.

    *Pimp* el acceso fue permitido, escaneo con la mirada aquella perfecta habitación, creía que podía estar a la vista lo que buscaba, lo cual habría hecho la tarea más fácil.

    —Tu me has obligado a ésto. — con cuidado comenzó a revisar, cajón por cajón, compartimento por compartimento, y cada mueble que sugiriera un escondite para la bitácora hasta que llegó a los cajones secretos, saco un maletín de piel que guardaba libros , lo abrió para dejar caer el contenido en la cama y examinar mejor, que equivocada estaba al pensar que escondía la bitácora ahí, la chica se sonrojó con lo que veía.

    ¿Atrevidas revistas con modelos? ¿Fotos indecorosas de personas reales? ¿Algún cómic erótico? No, nada de eso. Eran títulos de libros escritos por sexólogos para tener un amplio conocimiento y satisfacción al consumir el acto con una pareja. Definitivamente no era algo que quisiera saber de su colega y en ese momento supo que cruzó demasiado los límites, ya no podría verlo de la misma manera después de esta invasión a un lado muy íntimo.

    Con torpeza y nerviosismo tomo el primer libro para regresarlo al estuche pero no pudo evitar leer el título tan intrigante, claramente era un libro que revelaba los puntos más sensibles de pies a cabeza en el cuerpo femenino, los superficiales y los internos.
    [shadow_crimson_cow_904] Dispositivo de entrada 2.5 Status: En progreso Fecha de actualización: xx-xx-xxxx Tiempo última modificación: 02:28:44 Departamento: 043 ---------------------------- ----------[Error V/.08]------- <<Ingresar el método de medición alternativo Esto era la ventana que emergía del dispositivo de Lily al intentar configurar el nuevo termómetro para los drones de exploración. Hasta donde ella había trabajado solo había dos métodos de medición estándar, por lo que fue una desagradable y frustrante sorpresa la indicación del sistema para poder seguir haciendo las pruebas. —Damien...— culpó de inmediato a su colega llevando ambas manos a cubrir sus ojos dejando caer su cabeza hacia atrás. Era claro que él hizo la modificación hace más de dos horas y no le informó. —¿Podrías ser más considerado y menos egoísta? — dijo en voz suave y calma aún que claramente se notaba su disgusto. Dió un brinco de su silla para dirigirse al fondo del taller examinar la bitácora digital de seguimiento. Aún no se subían los datos así que por ley debía estar ese registro en la bitácora física, la busco en cada gabinete y compartimento del pequeño estudio montado dentro del taller, nada encontró, así que fue a la cápsula siguiente donde se encontraban los archivos impreso y tampoco consiguió éxito alguno. —"No molestes con preguntas hasta mañana." — arremedó la indicación del rubio cuando terminó la jornada de investigación hace una hora. —Eres ventajoso y no te lo permitiré...— Con decisión y una mirada traviesa de alguien que trama su plan atrevido se dirigió hasta el área de los dormitorios quedando justo enfrente del dormitorio del rubio. Observó el cerrojo digital, la luz cálida intermitente indicaba que la habitación estaba vacía. —Estoy de suerte - mordió su labio inferior sonriendo sin miedo a nada, deslizar la "llave maestra" que le permitirá acceso a casi cualquier área, tarjeta digital que ella misma configuró, se trataba de una práctica incorrecta no obstante su deber ser era obtener esa bitácora física y regresarla al lugar correcto. Conocía tan bien a Damien que no dudaba que la tuviera guardada en su habitación para usar de soporte tan valiosa libreta cuando venía una brillante idea a su mente. *Pimp* el acceso fue permitido, escaneo con la mirada aquella perfecta habitación, creía que podía estar a la vista lo que buscaba, lo cual habría hecho la tarea más fácil. —Tu me has obligado a ésto. — con cuidado comenzó a revisar, cajón por cajón, compartimento por compartimento, y cada mueble que sugiriera un escondite para la bitácora hasta que llegó a los cajones secretos, saco un maletín de piel que guardaba libros , lo abrió para dejar caer el contenido en la cama y examinar mejor, que equivocada estaba al pensar que escondía la bitácora ahí, la chica se sonrojó con lo que veía. ¿Atrevidas revistas con modelos? ¿Fotos indecorosas de personas reales? ¿Algún cómic erótico? No, nada de eso. Eran títulos de libros escritos por sexólogos para tener un amplio conocimiento y satisfacción al consumir el acto con una pareja. Definitivamente no era algo que quisiera saber de su colega y en ese momento supo que cruzó demasiado los límites, ya no podría verlo de la misma manera después de esta invasión a un lado muy íntimo. Con torpeza y nerviosismo tomo el primer libro para regresarlo al estuche pero no pudo evitar leer el título tan intrigante, claramente era un libro que revelaba los puntos más sensibles de pies a cabeza en el cuerpo femenino, los superficiales y los internos.
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  • -Esta intrigada de lo que Akali podría hacer, la guerra para recuperar a Robin se había desatado, es una batalla entre dos y el ente no está dispuesto a perder un cuerpo tan único, luchará contra la guerrera ninja, en una batalla de desgaste, no se lo dejara nada fácil -.
    -Esta intrigada de lo que Akali podría hacer, la guerra para recuperar a Robin se había desatado, es una batalla entre dos y el ente no está dispuesto a perder un cuerpo tan único, luchará contra la guerrera ninja, en una batalla de desgaste, no se lo dejara nada fácil -.
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  • La diosa que olvidó su libertad
    Parte 2

    El reloj del local marcaba las 5:41 de la tarde cuando Hestia cruzó la puerta. La pequeña tienda olía a cuero envejecido, metal oxidado y notas suaves de incienso barato. La diosa avanzó con una gracia serena, como si flotara. Sus ojos dorados recorrían con curiosidad cada estante: guitarras colgadas como espadas sagradas, chaquetas con parches de bandas, botas negras de cuero apiladas como si fueran armaduras, camisetas con calaveras y símbolos extraños. Todo era nuevo. Todo tenía alma.

    El único sonido en el local era el murmullo tenue de una canción eléctrica que brotaba de unos audífonos conectados a un viejo reproductor portátil.

    Detrás del mostrador, una chica con cabello rebelde y mirada soñadora movía ligeramente la cabeza al ritmo de la música. Tenía puestos unos audífonos grandes, y con una uña pintada de negro pasaba canciones en la vieja interfaz.

    Hestia se detuvo frente a ella y la observó en silencio unos segundos, con una expresión de intriga genuina. Entonces, con voz suave, casi como un susurro sagrado, preguntó:

    —Escuché el sonido de ese artefacto que llevas en los oídos… ¿qué es?

    Patricia levantó la mirada de golpe, algo sorprendida por la voz repentina. Se quitó los audífonos y los dejó colgando de su cuello.

    —¿Eh? ¿Esto? —dijo señalando los audífonos—. Son… audífonos. Estoy escuchando música.

    Hestia ladeó un poco la cabeza, fascinada.
    —Música? Nunca había escuchado musica así, suena tan lleno de energía, se oye como si los relámpagos tuvieran emociones y formaran una sinfonía

    Patricia rió con suavidad, divertida por la comparación.
    —Bueno… es rock combinado con metal, te gusta?, nunca habías oído estos géneros de música ?-

    Hestia asintió lentamente, como si probara un vino nuevo.
    —escuche esto...logré escuchar esto desde muy lejos , por eso estoy aquí, ...estoy ...intrigada

    Patricia abrió un poco más los ojos, sorprendida , al ver de cerca a la misteriosa mujer pelirroja se ds cuenta que es muy hermosa y , se ve tan joven, la niña encargada cree que esa mujer pelirroja no debe ser más de tres años mayor ..

    La pelirroja observó los altavoces de la tienda, los discos, los carteles gastados. Su mirada se detenía un instante en cada símbolo, como si reconociera algo perdido hace milenios.

    —¿Esta tienda es tu templo? —preguntó la diosa con inocencia serena.

    Patricia rió de nuevo.
    —¿Templo? Nah, es solo mi trabajo. Aunque… sí, me gusta pensarlo así. Un templo para los que aman la música de verdad. Aquí vendemos ropa, vinilos, guitarras, pósters, todo lo que un verdadero rockero necesita.

    Hestia: - lo que un rockero necesita ?...que es un rockero ?...una especie de guerrero?, un hechicero?, no comprendo este lugar ...todo es tan intrigante ...

    * La diosa pregunta eso mientras mira alrededor, dando a entender que se refiere a todo en la tienda, la niña entendió que esa mujer no conoce nada de el rock, y además siente algo extraño...esa mujer pelirroja emite una presencia de paz enorme, es inexplicable pero su cercanía es tan agradable , que le inspiro confianza casi al instante *

    Patricia: - el rock es una filosofía...una manera de vivir , un código de honor, y si...es para guerreros, auténticos guerreros , y tiene magia...., ven ...siéntate aquí...te mostraré ...-

    *Como si ya la conociera de siempre Patricia invito a la hermosa pelirroja a sentarse teas el mostrador, donde ella estaba, ahí frente al amplio monitor de la computadora , Patricia le desconecto los audífonos para que la música y vídeos que va a mostrarle se escuche en toda la tienda, y comenzó a mostrarle un vídeo tras otro, entre las canciones la niña explicaba filosofías y contaba historias y leyendas, la pelirroja pone atención total, le asombra que una humana tan joven posea ese nivel de sabiduría , la diosa sospecha que la niña es discípula de algún hechicero....hestia solo lo sospecha en su mente, pero nunca le pregunta la niña quien es su maestro , prefiere preguntar más sobre lo que la niña le está enseñando, es demasiado interesante como para desviar el tema; momentos después la niña preparo café...una aromática bebida caliente y oscura donde el sabor dulce y amargo hacen un misterioso equilibrio ...en ese punto...para la diosa y para la niña el tiempo dejo de tener sentido, la niña se llevó de la mano a la diosa explorando el mundo de el rock ...*

    (Continuará ...)
    La diosa que olvidó su libertad Parte 2 El reloj del local marcaba las 5:41 de la tarde cuando Hestia cruzó la puerta. La pequeña tienda olía a cuero envejecido, metal oxidado y notas suaves de incienso barato. La diosa avanzó con una gracia serena, como si flotara. Sus ojos dorados recorrían con curiosidad cada estante: guitarras colgadas como espadas sagradas, chaquetas con parches de bandas, botas negras de cuero apiladas como si fueran armaduras, camisetas con calaveras y símbolos extraños. Todo era nuevo. Todo tenía alma. El único sonido en el local era el murmullo tenue de una canción eléctrica que brotaba de unos audífonos conectados a un viejo reproductor portátil. Detrás del mostrador, una chica con cabello rebelde y mirada soñadora movía ligeramente la cabeza al ritmo de la música. Tenía puestos unos audífonos grandes, y con una uña pintada de negro pasaba canciones en la vieja interfaz. Hestia se detuvo frente a ella y la observó en silencio unos segundos, con una expresión de intriga genuina. Entonces, con voz suave, casi como un susurro sagrado, preguntó: —Escuché el sonido de ese artefacto que llevas en los oídos… ¿qué es? Patricia levantó la mirada de golpe, algo sorprendida por la voz repentina. Se quitó los audífonos y los dejó colgando de su cuello. —¿Eh? ¿Esto? —dijo señalando los audífonos—. Son… audífonos. Estoy escuchando música. Hestia ladeó un poco la cabeza, fascinada. —Música? Nunca había escuchado musica así, suena tan lleno de energía, se oye como si los relámpagos tuvieran emociones y formaran una sinfonía Patricia rió con suavidad, divertida por la comparación. —Bueno… es rock combinado con metal, te gusta?, nunca habías oído estos géneros de música ?- Hestia asintió lentamente, como si probara un vino nuevo. —escuche esto...logré escuchar esto desde muy lejos , por eso estoy aquí, ...estoy ...intrigada Patricia abrió un poco más los ojos, sorprendida , al ver de cerca a la misteriosa mujer pelirroja se ds cuenta que es muy hermosa y , se ve tan joven, la niña encargada cree que esa mujer pelirroja no debe ser más de tres años mayor .. La pelirroja observó los altavoces de la tienda, los discos, los carteles gastados. Su mirada se detenía un instante en cada símbolo, como si reconociera algo perdido hace milenios. —¿Esta tienda es tu templo? —preguntó la diosa con inocencia serena. Patricia rió de nuevo. —¿Templo? Nah, es solo mi trabajo. Aunque… sí, me gusta pensarlo así. Un templo para los que aman la música de verdad. Aquí vendemos ropa, vinilos, guitarras, pósters, todo lo que un verdadero rockero necesita. Hestia: - lo que un rockero necesita ?...que es un rockero ?...una especie de guerrero?, un hechicero?, no comprendo este lugar ...todo es tan intrigante ... * La diosa pregunta eso mientras mira alrededor, dando a entender que se refiere a todo en la tienda, la niña entendió que esa mujer no conoce nada de el rock, y además siente algo extraño...esa mujer pelirroja emite una presencia de paz enorme, es inexplicable pero su cercanía es tan agradable , que le inspiro confianza casi al instante * Patricia: - el rock es una filosofía...una manera de vivir , un código de honor, y si...es para guerreros, auténticos guerreros , y tiene magia...., ven ...siéntate aquí...te mostraré ...- *Como si ya la conociera de siempre Patricia invito a la hermosa pelirroja a sentarse teas el mostrador, donde ella estaba, ahí frente al amplio monitor de la computadora , Patricia le desconecto los audífonos para que la música y vídeos que va a mostrarle se escuche en toda la tienda, y comenzó a mostrarle un vídeo tras otro, entre las canciones la niña explicaba filosofías y contaba historias y leyendas, la pelirroja pone atención total, le asombra que una humana tan joven posea ese nivel de sabiduría , la diosa sospecha que la niña es discípula de algún hechicero....hestia solo lo sospecha en su mente, pero nunca le pregunta la niña quien es su maestro , prefiere preguntar más sobre lo que la niña le está enseñando, es demasiado interesante como para desviar el tema; momentos después la niña preparo café...una aromática bebida caliente y oscura donde el sabor dulce y amargo hacen un misterioso equilibrio ...en ese punto...para la diosa y para la niña el tiempo dejo de tener sentido, la niña se llevó de la mano a la diosa explorando el mundo de el rock ...* (Continuará ...)
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