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    Las antiguas piedras del castillo han visto siglos pasar, susurros en los pasillos, historias grabadas en sus muros. En esta época de intrigas y misterios, Malvyna camina con la gracia de quien ha visto reinos alzarse y caer. como una sombra danzante en el corazón de la noche medieval. ¿Qué secretos guardará este castillo?
    Las antiguas piedras del castillo han visto siglos pasar, susurros en los pasillos, historias grabadas en sus muros. En esta época de intrigas y misterios, Malvyna camina con la gracia de quien ha visto reinos alzarse y caer. como una sombra danzante en el corazón de la noche medieval. ¿Qué secretos guardará este castillo?
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  • Hebe tras beber un poco de Ambrosía, sus ronchas dejan de verse en las manos. Aunque cuando recibe otro regalo de Hikaru, sus ojos se iluminan hasta que se fruncen con intriga al no comprender el mensaje al final. «¿sorpresa?»pensó intrigada.
    Hebe tras beber un poco de Ambrosía, sus ronchas dejan de verse en las manos. Aunque cuando recibe otro regalo de Hikaru, sus ojos se iluminan hasta que se fruncen con intriga al no comprender el mensaje al final. «¿sorpresa?»pensó intrigada.
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  • Fauna, caminando curiosa por el mundo de los humanos, se detuvo frente a una máquina expendedora, sus ojos dorados brillando con intriga.

    — ¡Uuuu! ¡Tantas bebidas diferentes! —

    exclamó, señalando una lata de refresco verde.

    — Me pregunto a qué sabrá esto... —

    Insertó unas monedas en la máquina y sacó la lata, abriéndola con un suave "psss". Llevó la lata a sus labios, tomando un pequeño sorbo.

    —¿Uuuu? —murmuró, sus ojos abriéndose de par en par— ¡Esto es... burbujeante! ¡Y sabe a... limón! ¡Me gusta!
    Fauna, caminando curiosa por el mundo de los humanos, se detuvo frente a una máquina expendedora, sus ojos dorados brillando con intriga. — ¡Uuuu! ¡Tantas bebidas diferentes! — exclamó, señalando una lata de refresco verde. — Me pregunto a qué sabrá esto... — Insertó unas monedas en la máquina y sacó la lata, abriéndola con un suave "psss". Llevó la lata a sus labios, tomando un pequeño sorbo. —¿Uuuu? —murmuró, sus ojos abriéndose de par en par— ¡Esto es... burbujeante! ¡Y sabe a... limón! ¡Me gusta!
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  • Trapped in a song
    Fandom Oc
    Categoría Original
    D•E•X•A

    Había pasado ya bastante tiempo recorriendo recuerdos Dexa encontrando cosas de todo tipo: momentos de su infancia, conversaciones con sus compañeros, e incluso fragmentos de sus clases, aquellas interminables lecciones que Dexa parecía haber olvidado con el paso de los años.

    Uno de esos recuerdos, particularmente monótono, se encontraba en una de las clases de astrofísica que había tomado en el pasado.

    La clase de astrofísica no solo le parecía tediosa, sino que la sensación de estar atrapada en ese mar de fórmulas y conceptos sin contexto la había dejado completamente indiferente.

    La mente de Dexa era fascinante, pero este particular rincón era un desierto de pensamientos sin vida, algo que no le ofrecía ninguna gratificación.

    En un impulso, Irys desvió su conciencia, deshaciéndose de la densa niebla matemática que la rodeaba.

    Sintió una corriente fría a través de su mente, y en un abrir y cerrar de ojos, algo cambió. Se dejó arrastrar por un nuevo impulso de pensamiento, un cambio de ritmo en el flujo de la mente de Dexa, hasta que, de repente, todo a su alrededor se transformó.

    Mientras se encontraba flotando en la penumbra de un espacio desolado, una niebla gélida envolvía su ser y la música resonaba a través de la niebla y llenaba el aire.

    No era una música que tuviera un origen concreto, parecía más bien surgir del mismo vacío, como si el sonido estuviera suspendido entre las paredes de su mente y la de Dexa.

    A pesar de ser tan sutil y suave tenia una carga emocional que se sentía en el alma misma.

    Irys observó su entorno con curiosidad. Aunque no estaba físicamente presente en ese espacio su cuerpo real había quedado atrás, en algún rincón perdido del palacio o tal vez vagando en algún portal olvidado, su conciencia estaba atrapada aquí, junto a la de Dexa, dentro de sus pensamientos.

    Era extraño, como si su propia existencia estuviera suspendida entre los hilos de la realidad y la mente de su compañero. Pero por alguna razón, no le molestaba. Al contrario, lo encontraba fascinante, incluso reconfortante.

    El paisaje en este pensamiento era algo sombrío, desolado. Nada crecía allí, pero la música, esa melodía envolvente, contradecía la frialdad del lugar, añadiendo una extraña sensación de calidez en medio de la desolación.

    Irys se giró, mirando hacia donde la melodía parecía surgir. La presencia de Dexa estaba cerca, sin ser visible, pero su pensamiento estaba tan claro como si estuviera allí mismo.

    — ¿Así que esta es la música que te gusta? — Su voz resonó en el aire, aunque no había sonido real en ese espacio, su tono penetraba en cada rincón de la mente compartida.

    A lo lejos, las imágenes de la batalla contra Eros empezaron a tomar forma en el aire frío que los rodeaba. Irys podía ver los recuerdos de Dexa como si fueran proyecciones flotando frente a ella: la lucha intensa, los momentos de desesperación, y esa sensación de que todo estaba por desmoronarse.

    Dexa sabía que ella podía ver sus recuerdos, así como él podía acceder a los de ella. Ambos compartían pensamientos, recuerdos y sentimientos sin filtros, sin la posibilidad de esconderse.

    Era una sensación extraña, hasta abrumante por momentos pero a pesar de todo no hubiese cambiado a su acompañante por nadie más.

    Una de las cosas que le intrigaba y aue parecia compartir con Dexa era la decisión final de Eros.

    — Sabes, se que no lo mencioné antes pero él pudo habernos destruido a ambos. Podría haber terminado con nosotros en ese mismo momento. Pero no lo hizo. Nos dio la oportunidad de estar aquí, en tu mente, en tus recuerdos. ¿Por qué? ¿Qué hay detrás de todo esto?

    La melodía cambió, como si fuera una respuesta a sus palabras, volviéndose más melancólica, más lenta. Irys sintió una ligera presión en su pecho, como si la música misma reflejara las emociones de Dexa en ese momento. ¿Qué pensaba él sobre éso?
    [dexa_defender] Había pasado ya bastante tiempo recorriendo recuerdos Dexa encontrando cosas de todo tipo: momentos de su infancia, conversaciones con sus compañeros, e incluso fragmentos de sus clases, aquellas interminables lecciones que Dexa parecía haber olvidado con el paso de los años. Uno de esos recuerdos, particularmente monótono, se encontraba en una de las clases de astrofísica que había tomado en el pasado. La clase de astrofísica no solo le parecía tediosa, sino que la sensación de estar atrapada en ese mar de fórmulas y conceptos sin contexto la había dejado completamente indiferente. La mente de Dexa era fascinante, pero este particular rincón era un desierto de pensamientos sin vida, algo que no le ofrecía ninguna gratificación. En un impulso, Irys desvió su conciencia, deshaciéndose de la densa niebla matemática que la rodeaba. Sintió una corriente fría a través de su mente, y en un abrir y cerrar de ojos, algo cambió. Se dejó arrastrar por un nuevo impulso de pensamiento, un cambio de ritmo en el flujo de la mente de Dexa, hasta que, de repente, todo a su alrededor se transformó. Mientras se encontraba flotando en la penumbra de un espacio desolado, una niebla gélida envolvía su ser y la música resonaba a través de la niebla y llenaba el aire. No era una música que tuviera un origen concreto, parecía más bien surgir del mismo vacío, como si el sonido estuviera suspendido entre las paredes de su mente y la de Dexa. A pesar de ser tan sutil y suave tenia una carga emocional que se sentía en el alma misma. Irys observó su entorno con curiosidad. Aunque no estaba físicamente presente en ese espacio su cuerpo real había quedado atrás, en algún rincón perdido del palacio o tal vez vagando en algún portal olvidado, su conciencia estaba atrapada aquí, junto a la de Dexa, dentro de sus pensamientos. Era extraño, como si su propia existencia estuviera suspendida entre los hilos de la realidad y la mente de su compañero. Pero por alguna razón, no le molestaba. Al contrario, lo encontraba fascinante, incluso reconfortante. El paisaje en este pensamiento era algo sombrío, desolado. Nada crecía allí, pero la música, esa melodía envolvente, contradecía la frialdad del lugar, añadiendo una extraña sensación de calidez en medio de la desolación. Irys se giró, mirando hacia donde la melodía parecía surgir. La presencia de Dexa estaba cerca, sin ser visible, pero su pensamiento estaba tan claro como si estuviera allí mismo. — ¿Así que esta es la música que te gusta? — Su voz resonó en el aire, aunque no había sonido real en ese espacio, su tono penetraba en cada rincón de la mente compartida. A lo lejos, las imágenes de la batalla contra Eros empezaron a tomar forma en el aire frío que los rodeaba. Irys podía ver los recuerdos de Dexa como si fueran proyecciones flotando frente a ella: la lucha intensa, los momentos de desesperación, y esa sensación de que todo estaba por desmoronarse. Dexa sabía que ella podía ver sus recuerdos, así como él podía acceder a los de ella. Ambos compartían pensamientos, recuerdos y sentimientos sin filtros, sin la posibilidad de esconderse. Era una sensación extraña, hasta abrumante por momentos pero a pesar de todo no hubiese cambiado a su acompañante por nadie más. Una de las cosas que le intrigaba y aue parecia compartir con Dexa era la decisión final de Eros. — Sabes, se que no lo mencioné antes pero él pudo habernos destruido a ambos. Podría haber terminado con nosotros en ese mismo momento. Pero no lo hizo. Nos dio la oportunidad de estar aquí, en tu mente, en tus recuerdos. ¿Por qué? ¿Qué hay detrás de todo esto? La melodía cambió, como si fuera una respuesta a sus palabras, volviéndose más melancólica, más lenta. Irys sintió una ligera presión en su pecho, como si la música misma reflejara las emociones de Dexa en ese momento. ¿Qué pensaba él sobre éso?
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  • —Ah, mira quién decidió aparecer.

    —Sabía que tarde o temprano vendrías a darme otro sermón.

    —Déjame adivinar: “Ghost, interfieres con lo que no comprendes” o “Ghost, estás rompiendo el equilibrio” o mi favorita, “Ghost, no puedes salvarlos a todos.”

    {“̵͚̏Ñ̶̜ŏ̶̗.̸̩͠ ̴͚̈N̷̺͑o̷̙͗s̸͙̎o̶̲̾t̶̜̊r̸̝͌ȍ̶͈s̴͙̽ ̵̟̓n̴͍͝ǭ̷ ̴̙͊c̴̦̚a̵͉͘m̵͕̉ḭ̸̕ń̴͕a̸̡̒m̸̙̚ǫ̷̛s̷͚͘ ̷͈̒ę̷͌n̸̢̑ ̵̬̚ś̶͍ù̸̯s̷͙͝ ̴̹̍s̸̝͌o̶͎̽m̴̨̽b̷̘͊r̵̞̓ȃ̶̱s̶̡̕.̵̤̏ ̷̬̏N̷̗͋o̴̗̎ ̵͕̽r̷̰̋o̵͔͋z̴͕̈a̸̰̾m̴̪̑ō̶̠s̴͖̓ ̵̢̽s̸̱̓u̸̜̍s̵̜̕ ̵̛͇m̸̗̿á̶̺̎r̵̺̍g̷̡̒e̷̙̊n̴͎̈́e̵̡͘s̷̤͘.̷͔̋”

    “̵̡͘E̴̛̳l̶̘̎ ̵̜̀c̴̛͓í̵̗̽r̸̰̕c̶̖̒u̸͖̇l̴̘̓o̶̩̚ ̵̢̄s̴͉̀ḛ̶̍r̵̻͑á̵̼͗ ̸̤̌r̴̪̓o̵͇̽m̷̰͊p̷̘̋ḯ̸̟d̸̬̅o̴̗̅,̴͖̔ ̸̢̊y̴͚̑ ̶̼͌l̴̼͠o̵̲͑ ̶͔̋q̵̠̋ú̸̦è̷̳ ̴͕̓m̴͍̓i̴̜͠ȓ̷̦ȧ̷̜ ̴̲̿h̸͉͌a̵̖͊c̶̖̚i̷̢̕a̵͜͝ ̵̡̾a̴̦͆d̷̲̿ë̸̠́n̶̡̚t̸̡̒r̴̰̅o̵͖̿ ̴̪̆s̷͍̍e̵̱̓r̵̩̓á̴͔̓ ̵̳͊v̶̱̍i̵͕͝s̴͇̅t̶̺͂o̶͓͊.̶͙̉”

    “̸͍͒D̵̙̚e̶͙͗j̵͍͆a̴̡͘r̷̖͆.̵̹̓ ̵̤̆N̶͎̈́ö̸͇ ̵̜̚a̴̦͛l̴̠͘t̴͕͝ë̶͓́r̷͓͗a̸͉͑r̷̹̓.̶̬̎ ̸͕̎S̶̙̿u̸̫̎s̷̹̎ ̶̖̚h̷̗͆í̶̦́ľ̵̟ò̶̟s̸͖̏ ̵̜̌n̸͇͠o̷͇̕ ̶͖̆d̸̯͠e̶͎͝b̷͙̌e̶͎̿n̵̙̾ ̴͍̑s̷̻̃e̴͖̓ȑ̶̤ ̷̜̾ť̵͚o̶͚͝c̴̰̈́a̵̰̚d̶̺̆o̸̝͑s̴̡̅.̶̞̓”}.

    —Oh, vaya, hoy viniste más dramático. ¿Ese discurso lo ensayaste frente al espejo de tu trono o improvisaste en el camino?

    —No, en serio, me intriga. Porque suena como si creyeras que tu autoridad aquí significa algo para mí.

    —Sí, sí, el ciclo, el destino, la condena inevitable, bla, bla, bla. Ya me sé el libreto.

    —Pero aquí está el problema, mi imponente monarca de la desesperanza… No creo en tu ciclo.

    —No creo en un destino escrito en piedra.

    —Y no creo, ni por un segundo, que dejar a los perdidos vagar sin ayuda sea lo correcto.

    —¿Que altero el orden? ¡Claro que sí!

    —¿Que interfiero con las reglas? ¡Obviamente!

    —Pero ¿sabes por qué lo hago?

    —Porque alguien tiene que hacerlo.

    —Porque si tú y los tuyos solo ven almas que deben resignarse a su suerte, yo veo personas que merecen algo mejor.

    —¿Te molesta eso? ¿Te arde que alguien como yo, un simple espectro interdimensional sin corona ni títulos, desafíe tu ley?

    —Oh, qué tragedia.

    —Supongo que tendré que seguir dándote motivos para odiarme.

    —¿Ahora, si me disculpas? Tengo gente que necesita mi ayuda. Y tú tienes un trono vacío al que regresar.
    —Ah, mira quién decidió aparecer. —Sabía que tarde o temprano vendrías a darme otro sermón. —Déjame adivinar: “Ghost, interfieres con lo que no comprendes” o “Ghost, estás rompiendo el equilibrio” o mi favorita, “Ghost, no puedes salvarlos a todos.” {“̵͚̏Ñ̶̜ŏ̶̗.̸̩͠ ̴͚̈N̷̺͑o̷̙͗s̸͙̎o̶̲̾t̶̜̊r̸̝͌ȍ̶͈s̴͙̽ ̵̟̓n̴͍͝ǭ̷ ̴̙͊c̴̦̚a̵͉͘m̵͕̉ḭ̸̕ń̴͕a̸̡̒m̸̙̚ǫ̷̛s̷͚͘ ̷͈̒ę̷͌n̸̢̑ ̵̬̚ś̶͍ù̸̯s̷͙͝ ̴̹̍s̸̝͌o̶͎̽m̴̨̽b̷̘͊r̵̞̓ȃ̶̱s̶̡̕.̵̤̏ ̷̬̏N̷̗͋o̴̗̎ ̵͕̽r̷̰̋o̵͔͋z̴͕̈a̸̰̾m̴̪̑ō̶̠s̴͖̓ ̵̢̽s̸̱̓u̸̜̍s̵̜̕ ̵̛͇m̸̗̿á̶̺̎r̵̺̍g̷̡̒e̷̙̊n̴͎̈́e̵̡͘s̷̤͘.̷͔̋” “̵̡͘E̴̛̳l̶̘̎ ̵̜̀c̴̛͓í̵̗̽r̸̰̕c̶̖̒u̸͖̇l̴̘̓o̶̩̚ ̵̢̄s̴͉̀ḛ̶̍r̵̻͑á̵̼͗ ̸̤̌r̴̪̓o̵͇̽m̷̰͊p̷̘̋ḯ̸̟d̸̬̅o̴̗̅,̴͖̔ ̸̢̊y̴͚̑ ̶̼͌l̴̼͠o̵̲͑ ̶͔̋q̵̠̋ú̸̦è̷̳ ̴͕̓m̴͍̓i̴̜͠ȓ̷̦ȧ̷̜ ̴̲̿h̸͉͌a̵̖͊c̶̖̚i̷̢̕a̵͜͝ ̵̡̾a̴̦͆d̷̲̿ë̸̠́n̶̡̚t̸̡̒r̴̰̅o̵͖̿ ̴̪̆s̷͍̍e̵̱̓r̵̩̓á̴͔̓ ̵̳͊v̶̱̍i̵͕͝s̴͇̅t̶̺͂o̶͓͊.̶͙̉” “̸͍͒D̵̙̚e̶͙͗j̵͍͆a̴̡͘r̷̖͆.̵̹̓ ̵̤̆N̶͎̈́ö̸͇ ̵̜̚a̴̦͛l̴̠͘t̴͕͝ë̶͓́r̷͓͗a̸͉͑r̷̹̓.̶̬̎ ̸͕̎S̶̙̿u̸̫̎s̷̹̎ ̶̖̚h̷̗͆í̶̦́ľ̵̟ò̶̟s̸͖̏ ̵̜̌n̸͇͠o̷͇̕ ̶͖̆d̸̯͠e̶͎͝b̷͙̌e̶͎̿n̵̙̾ ̴͍̑s̷̻̃e̴͖̓ȑ̶̤ ̷̜̾ť̵͚o̶͚͝c̴̰̈́a̵̰̚d̶̺̆o̸̝͑s̴̡̅.̶̞̓”}. —Oh, vaya, hoy viniste más dramático. ¿Ese discurso lo ensayaste frente al espejo de tu trono o improvisaste en el camino? —No, en serio, me intriga. Porque suena como si creyeras que tu autoridad aquí significa algo para mí. —Sí, sí, el ciclo, el destino, la condena inevitable, bla, bla, bla. Ya me sé el libreto. —Pero aquí está el problema, mi imponente monarca de la desesperanza… No creo en tu ciclo. —No creo en un destino escrito en piedra. —Y no creo, ni por un segundo, que dejar a los perdidos vagar sin ayuda sea lo correcto. —¿Que altero el orden? ¡Claro que sí! —¿Que interfiero con las reglas? ¡Obviamente! —Pero ¿sabes por qué lo hago? —Porque alguien tiene que hacerlo. —Porque si tú y los tuyos solo ven almas que deben resignarse a su suerte, yo veo personas que merecen algo mejor. —¿Te molesta eso? ¿Te arde que alguien como yo, un simple espectro interdimensional sin corona ni títulos, desafíe tu ley? —Oh, qué tragedia. —Supongo que tendré que seguir dándote motivos para odiarme. —¿Ahora, si me disculpas? Tengo gente que necesita mi ayuda. Y tú tienes un trono vacío al que regresar.
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  • El Olimpo ardía bajo la ira de Apolo. No con fuego, sino con el gélido desprecio de un dios que había decidido apartarse de sus iguales.

    Había pasado demasiado tiempo siendo el ejecutor de la voluntad de su padre, demasiado tiempo viendo cómo los dioses jugaban con los mortales, destruyendo y creando con la misma facilidad con la que el viento mueve las hojas. Se había cansado de las intrigas, de la arrogancia de sus hermanos, del peso de las profecías que le obligaban a ver futuros que no podía cambiar.

    Así que descendió.

    Dejó el Olimpo atrás y caminó entre los hombres, no como un dios, sino como uno de ellos. Vio su lucha, su esperanza, su miedo, y decidió que su poder no pertenecería más a los caprichos del Olimpo, sino a aquellos que realmente lo necesitaban.

    Cuando los dioses buscaron su regreso, él se negó. Ni siquiera Hermes con sus palabras hábiles pudo convencerlo. Ni siquiera Atenea con su sabiduría. Ni siquiera su madre, Leto, con su ternura.

    Solo Artemisa podía acercarse a él sin que su mirada se volviera hielo. Su hermana, su igual, la única que comprendía el peso de la inmortalidad. Cuando ella vino a buscarlo, Apolo no la rechazó, pero tampoco volvió con ella.

    —El Olimpo ya no es mi hogar —dijo con voz firme—. Allí solo hay sombras que juegan a ser dioses.

    Artemisa lo miró en silencio, con el entendimiento de quien ha sentido la misma decepción. No intentó convencerlo, no intentó forzarlo.

    —Entonces no estarás solo —fue todo lo que dijo antes de sentarse a su lado, contemplando con él el mundo que los dioses nunca entenderían. Agradecía que su hermana de sangre nunca lo abandonará, era la única Diosa que merecía la pena, las demás eran unas consentidas y mal criadas, arrogantes y caprichosas, sentía desdén y hastío por su "familia."
    El Olimpo ardía bajo la ira de Apolo. No con fuego, sino con el gélido desprecio de un dios que había decidido apartarse de sus iguales. Había pasado demasiado tiempo siendo el ejecutor de la voluntad de su padre, demasiado tiempo viendo cómo los dioses jugaban con los mortales, destruyendo y creando con la misma facilidad con la que el viento mueve las hojas. Se había cansado de las intrigas, de la arrogancia de sus hermanos, del peso de las profecías que le obligaban a ver futuros que no podía cambiar. Así que descendió. Dejó el Olimpo atrás y caminó entre los hombres, no como un dios, sino como uno de ellos. Vio su lucha, su esperanza, su miedo, y decidió que su poder no pertenecería más a los caprichos del Olimpo, sino a aquellos que realmente lo necesitaban. Cuando los dioses buscaron su regreso, él se negó. Ni siquiera Hermes con sus palabras hábiles pudo convencerlo. Ni siquiera Atenea con su sabiduría. Ni siquiera su madre, Leto, con su ternura. Solo Artemisa podía acercarse a él sin que su mirada se volviera hielo. Su hermana, su igual, la única que comprendía el peso de la inmortalidad. Cuando ella vino a buscarlo, Apolo no la rechazó, pero tampoco volvió con ella. —El Olimpo ya no es mi hogar —dijo con voz firme—. Allí solo hay sombras que juegan a ser dioses. Artemisa lo miró en silencio, con el entendimiento de quien ha sentido la misma decepción. No intentó convencerlo, no intentó forzarlo. —Entonces no estarás solo —fue todo lo que dijo antes de sentarse a su lado, contemplando con él el mundo que los dioses nunca entenderían. Agradecía que su hermana de sangre nunca lo abandonará, era la única Diosa que merecía la pena, las demás eran unas consentidas y mal criadas, arrogantes y caprichosas, sentía desdén y hastío por su "familia."
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  • Joshua no escapo, sigue encerrado en su propia mente, cuando saldra finalmente? que alma en pena tan desalmada... asesinatos, huida, tragedia en masa! un chico patetico que solo pudo asesinar, cosas tontas, sin alma, sin lugar, mis creaciones no pudieron contra el, pero la rata albina si, es ironico que el asesino intentara jugar de heroe, no es asi?

    Joshua Dreemur, me intrigaste, por eso te traje aqui, vive, CORRE! disfruta, pero sobre todo, no vuelvas alli, pues mis brazos estan cortados, al igual que tus victimas, victimas, victimas, JAJAJAJAJA!
    Joshua no escapo, sigue encerrado en su propia mente, cuando saldra finalmente? que alma en pena tan desalmada... asesinatos, huida, tragedia en masa! un chico patetico que solo pudo asesinar, cosas tontas, sin alma, sin lugar, mis creaciones no pudieron contra el, pero la rata albina si, es ironico que el asesino intentara jugar de heroe, no es asi? Joshua Dreemur, me intrigaste, por eso te traje aqui, vive, CORRE! disfruta, pero sobre todo, no vuelvas alli, pues mis brazos estan cortados, al igual que tus victimas, victimas, victimas, JAJAJAJAJA!
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  • Tentador tentador aunque me intriga /⁠ᐠ⁠。⁠ꞈ⁠。⁠ᐟ⁠\



    https://vm.tiktok.com/ZMBdRvRpQ/
    Tentador tentador aunque me intriga /⁠ᐠ⁠。⁠ꞈ⁠。⁠ᐟ⁠\ https://vm.tiktok.com/ZMBdRvRpQ/
    @adet.fearwhale

    Un día desperté con este fandub en la cabeza y llevo 3 días editándolo. Esperamos que les guste y gracias a mi mejor amiga Lanthart por los dibujos. 💜🩵 #hazbinhotel #fandub #thegreatestshowman #alastor #vox

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  • —¿Buscan algo en particular? —preguntó el librero, un hombre de aspecto amable con gafas redondas.

    —Estamos buscando... —comenzó Lena, hojeando un libro de poesía.

    —...algo que nos haga sentir mariposas en el estómago —completó Vera, con una sonrisa pícara, mientras recorría los estantes de novelas de misterio.

    —¿Mariposas? —repitió el librero, con una ceja levantada—. ¿Quizás una novela romántica?

    —Demasiado obvio —dijo Vera, con una mueca—. Necesitamos algo más... intrigante.

    —¿Intrigante? ¿Quizás una novela criminal? —preguntó el librero, con curiosidad.

    —No...más bien algo que nos haga cuestionar la realidad —explicó Lena, con una mirada profunda.

    —¿Un libro de filosofía? —sugirió el librero, señalando un estante lleno de libros gruesos.

    —Mmm... interesante —dijo Vera, con una sonrisa—. Pero... ¿y si le añadimos un toque de misterio?

    —¿Misterio? —repitió el librero, con una ceja levantada.

    —Un secreto oculto entre las páginas —dijo Lena, con una mirada enigmática.

    —¿Y qué tipo de secreto sería ese? —preguntó el librero, con cautela.

    Lena y Vera intercambiaron una mirada cómplice, antes de responder al unísono:

    —Un juego.
    —¿Buscan algo en particular? —preguntó el librero, un hombre de aspecto amable con gafas redondas. —Estamos buscando... —comenzó Lena, hojeando un libro de poesía. —...algo que nos haga sentir mariposas en el estómago —completó Vera, con una sonrisa pícara, mientras recorría los estantes de novelas de misterio. —¿Mariposas? —repitió el librero, con una ceja levantada—. ¿Quizás una novela romántica? —Demasiado obvio —dijo Vera, con una mueca—. Necesitamos algo más... intrigante. —¿Intrigante? ¿Quizás una novela criminal? —preguntó el librero, con curiosidad. —No...más bien algo que nos haga cuestionar la realidad —explicó Lena, con una mirada profunda. —¿Un libro de filosofía? —sugirió el librero, señalando un estante lleno de libros gruesos. —Mmm... interesante —dijo Vera, con una sonrisa—. Pero... ¿y si le añadimos un toque de misterio? —¿Misterio? —repitió el librero, con una ceja levantada. —Un secreto oculto entre las páginas —dijo Lena, con una mirada enigmática. —¿Y qué tipo de secreto sería ese? —preguntó el librero, con cautela. Lena y Vera intercambiaron una mirada cómplice, antes de responder al unísono: —Un juego.
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  • Jimoto avanzaba por la carretera, con su chaqueta al hombro y una sonrisa confiada en el rostro. Había dejado atrás el bullicio de la última ciudad y ahora se acercaba a un nuevo destino. Cuando cruzó la colina, la vio: una ciudad resplandeciente bajo la luz del atardecer, con edificios de arquitectura elegante, calles limpias y parques rebosantes de vegetación.

    —Vaya… esto sí que es un cambio.

    No tardó en adentrarse en la ciudad, donde el ambiente era tranquilo y acogedor. Sin embargo, no todo era paz. Bastaron un par de horas antes de que algo llamara su atención: un intento de asalto en una calle comercial. Jimoto no dudó en intervenir.

    **Gran Saiyaman Omega entró en acción.**

    Saltó desde un edificio y aterrizó entre los criminales y sus víctimas. Con movimientos precisos, desarmó a los agresores y los dejó inconscientes antes de que pudieran reaccionar. Cuando todo terminó, cruzó los brazos con orgullo mientras la gente lo observaba con asombro.

    —¡No teman, ciudadanos! ¡Gran Saiyaman Omega protege esta ciudad!

    Algunos lo aplaudieron, otros simplemente se quedaron en silencio. Jimoto sintió la vergüenza ajena en el aire, pero no le importó. Una vez que la policía llegó, desapareció por los tejados.

    Más tarde, ya sin su traje, decidió buscar un lugar donde descansar. Se encontró con una cafetería con terraza, perfecta para relajarse. Se pidió un café y se dejó caer en una silla, disfrutando de la brisa fresca.

    Fue entonces cuando la vio.

    A unos metros, en otra mesa, una joven tomaba tranquilamente su bebida, observando la ciudad con una expresión serena. Su cabello reflejaba la luz del atardecer, y sus ojos parecían analizar el mundo con una calma intrigante.

    Jimoto parpadeó, sorprendido por la sensación repentina de que había algo especial en ella. No sabía qué era exactamente, pero su presencia le llamaba la atención.

    Tomó un sorbo de su café y la observó de reojo.

    —Interesante…
    Jimoto avanzaba por la carretera, con su chaqueta al hombro y una sonrisa confiada en el rostro. Había dejado atrás el bullicio de la última ciudad y ahora se acercaba a un nuevo destino. Cuando cruzó la colina, la vio: una ciudad resplandeciente bajo la luz del atardecer, con edificios de arquitectura elegante, calles limpias y parques rebosantes de vegetación. —Vaya… esto sí que es un cambio. No tardó en adentrarse en la ciudad, donde el ambiente era tranquilo y acogedor. Sin embargo, no todo era paz. Bastaron un par de horas antes de que algo llamara su atención: un intento de asalto en una calle comercial. Jimoto no dudó en intervenir. **Gran Saiyaman Omega entró en acción.** Saltó desde un edificio y aterrizó entre los criminales y sus víctimas. Con movimientos precisos, desarmó a los agresores y los dejó inconscientes antes de que pudieran reaccionar. Cuando todo terminó, cruzó los brazos con orgullo mientras la gente lo observaba con asombro. —¡No teman, ciudadanos! ¡Gran Saiyaman Omega protege esta ciudad! Algunos lo aplaudieron, otros simplemente se quedaron en silencio. Jimoto sintió la vergüenza ajena en el aire, pero no le importó. Una vez que la policía llegó, desapareció por los tejados. Más tarde, ya sin su traje, decidió buscar un lugar donde descansar. Se encontró con una cafetería con terraza, perfecta para relajarse. Se pidió un café y se dejó caer en una silla, disfrutando de la brisa fresca. Fue entonces cuando la vio. A unos metros, en otra mesa, una joven tomaba tranquilamente su bebida, observando la ciudad con una expresión serena. Su cabello reflejaba la luz del atardecer, y sus ojos parecían analizar el mundo con una calma intrigante. Jimoto parpadeó, sorprendido por la sensación repentina de que había algo especial en ella. No sabía qué era exactamente, pero su presencia le llamaba la atención. Tomó un sorbo de su café y la observó de reojo. —Interesante…
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