D•E•X•A
Había pasado ya bastante tiempo recorriendo recuerdos Dexa encontrando cosas de todo tipo: momentos de su infancia, conversaciones con sus compañeros, e incluso fragmentos de sus clases, aquellas interminables lecciones que Dexa parecía haber olvidado con el paso de los años.
Uno de esos recuerdos, particularmente monótono, se encontraba en una de las clases de astrofísica que había tomado en el pasado.
La clase de astrofísica no solo le parecía tediosa, sino que la sensación de estar atrapada en ese mar de fórmulas y conceptos sin contexto la había dejado completamente indiferente.
La mente de Dexa era fascinante, pero este particular rincón era un desierto de pensamientos sin vida, algo que no le ofrecía ninguna gratificación.
En un impulso, Irys desvió su conciencia, deshaciéndose de la densa niebla matemática que la rodeaba.
Sintió una corriente fría a través de su mente, y en un abrir y cerrar de ojos, algo cambió. Se dejó arrastrar por un nuevo impulso de pensamiento, un cambio de ritmo en el flujo de la mente de Dexa, hasta que, de repente, todo a su alrededor se transformó.
Mientras se encontraba flotando en la penumbra de un espacio desolado, una niebla gélida envolvía su ser y la música resonaba a través de la niebla y llenaba el aire.
No era una música que tuviera un origen concreto, parecía más bien surgir del mismo vacío, como si el sonido estuviera suspendido entre las paredes de su mente y la de Dexa.
A pesar de ser tan sutil y suave tenia una carga emocional que se sentía en el alma misma.
Irys observó su entorno con curiosidad. Aunque no estaba físicamente presente en ese espacio su cuerpo real había quedado atrás, en algún rincón perdido del palacio o tal vez vagando en algún portal olvidado, su conciencia estaba atrapada aquí, junto a la de Dexa, dentro de sus pensamientos.
Era extraño, como si su propia existencia estuviera suspendida entre los hilos de la realidad y la mente de su compañero. Pero por alguna razón, no le molestaba. Al contrario, lo encontraba fascinante, incluso reconfortante.
El paisaje en este pensamiento era algo sombrío, desolado. Nada crecía allí, pero la música, esa melodía envolvente, contradecía la frialdad del lugar, añadiendo una extraña sensación de calidez en medio de la desolación.
Irys se giró, mirando hacia donde la melodía parecía surgir. La presencia de Dexa estaba cerca, sin ser visible, pero su pensamiento estaba tan claro como si estuviera allí mismo.
— ¿Así que esta es la música que te gusta? — Su voz resonó en el aire, aunque no había sonido real en ese espacio, su tono penetraba en cada rincón de la mente compartida.
A lo lejos, las imágenes de la batalla contra Eros empezaron a tomar forma en el aire frío que los rodeaba. Irys podía ver los recuerdos de Dexa como si fueran proyecciones flotando frente a ella: la lucha intensa, los momentos de desesperación, y esa sensación de que todo estaba por desmoronarse.
Dexa sabía que ella podía ver sus recuerdos, así como él podía acceder a los de ella. Ambos compartían pensamientos, recuerdos y sentimientos sin filtros, sin la posibilidad de esconderse.
Era una sensación extraña, hasta abrumante por momentos pero a pesar de todo no hubiese cambiado a su acompañante por nadie más.
Una de las cosas que le intrigaba y aue parecia compartir con Dexa era la decisión final de Eros.
— Sabes, se que no lo mencioné antes pero él pudo habernos destruido a ambos. Podría haber terminado con nosotros en ese mismo momento. Pero no lo hizo. Nos dio la oportunidad de estar aquí, en tu mente, en tus recuerdos. ¿Por qué? ¿Qué hay detrás de todo esto?
La melodía cambió, como si fuera una respuesta a sus palabras, volviéndose más melancólica, más lenta. Irys sintió una ligera presión en su pecho, como si la música misma reflejara las emociones de Dexa en ese momento. ¿Qué pensaba él sobre éso?
[dexa_defender]
Había pasado ya bastante tiempo recorriendo recuerdos Dexa encontrando cosas de todo tipo: momentos de su infancia, conversaciones con sus compañeros, e incluso fragmentos de sus clases, aquellas interminables lecciones que Dexa parecía haber olvidado con el paso de los años.
Uno de esos recuerdos, particularmente monótono, se encontraba en una de las clases de astrofísica que había tomado en el pasado.
La clase de astrofísica no solo le parecía tediosa, sino que la sensación de estar atrapada en ese mar de fórmulas y conceptos sin contexto la había dejado completamente indiferente.
La mente de Dexa era fascinante, pero este particular rincón era un desierto de pensamientos sin vida, algo que no le ofrecía ninguna gratificación.
En un impulso, Irys desvió su conciencia, deshaciéndose de la densa niebla matemática que la rodeaba.
Sintió una corriente fría a través de su mente, y en un abrir y cerrar de ojos, algo cambió. Se dejó arrastrar por un nuevo impulso de pensamiento, un cambio de ritmo en el flujo de la mente de Dexa, hasta que, de repente, todo a su alrededor se transformó.
Mientras se encontraba flotando en la penumbra de un espacio desolado, una niebla gélida envolvía su ser y la música resonaba a través de la niebla y llenaba el aire.
No era una música que tuviera un origen concreto, parecía más bien surgir del mismo vacío, como si el sonido estuviera suspendido entre las paredes de su mente y la de Dexa.
A pesar de ser tan sutil y suave tenia una carga emocional que se sentía en el alma misma.
Irys observó su entorno con curiosidad. Aunque no estaba físicamente presente en ese espacio su cuerpo real había quedado atrás, en algún rincón perdido del palacio o tal vez vagando en algún portal olvidado, su conciencia estaba atrapada aquí, junto a la de Dexa, dentro de sus pensamientos.
Era extraño, como si su propia existencia estuviera suspendida entre los hilos de la realidad y la mente de su compañero. Pero por alguna razón, no le molestaba. Al contrario, lo encontraba fascinante, incluso reconfortante.
El paisaje en este pensamiento era algo sombrío, desolado. Nada crecía allí, pero la música, esa melodía envolvente, contradecía la frialdad del lugar, añadiendo una extraña sensación de calidez en medio de la desolación.
Irys se giró, mirando hacia donde la melodía parecía surgir. La presencia de Dexa estaba cerca, sin ser visible, pero su pensamiento estaba tan claro como si estuviera allí mismo.
— ¿Así que esta es la música que te gusta? — Su voz resonó en el aire, aunque no había sonido real en ese espacio, su tono penetraba en cada rincón de la mente compartida.
A lo lejos, las imágenes de la batalla contra Eros empezaron a tomar forma en el aire frío que los rodeaba. Irys podía ver los recuerdos de Dexa como si fueran proyecciones flotando frente a ella: la lucha intensa, los momentos de desesperación, y esa sensación de que todo estaba por desmoronarse.
Dexa sabía que ella podía ver sus recuerdos, así como él podía acceder a los de ella. Ambos compartían pensamientos, recuerdos y sentimientos sin filtros, sin la posibilidad de esconderse.
Era una sensación extraña, hasta abrumante por momentos pero a pesar de todo no hubiese cambiado a su acompañante por nadie más.
Una de las cosas que le intrigaba y aue parecia compartir con Dexa era la decisión final de Eros.
— Sabes, se que no lo mencioné antes pero él pudo habernos destruido a ambos. Podría haber terminado con nosotros en ese mismo momento. Pero no lo hizo. Nos dio la oportunidad de estar aquí, en tu mente, en tus recuerdos. ¿Por qué? ¿Qué hay detrás de todo esto?
La melodía cambió, como si fuera una respuesta a sus palabras, volviéndose más melancólica, más lenta. Irys sintió una ligera presión en su pecho, como si la música misma reflejara las emociones de Dexa en ese momento. ¿Qué pensaba él sobre éso?