• Aquel día había despertado por el canto de feliz cumpleaños de su familia y de el personal de la casa, el cual realmente era poco, estaba feliz, pues era el primer año después de mucho tiempo que no pasaba su cumpleaños sola y lejos de su hogar.

    -Gracias no se tenían que molestar...

    Dijo para después soplar la vela de aquel lindo pastel, sus padres eran modestos y tranquilo en algunos aspectos y en otros era todos unos nobles. Sobre todo su padre que había nacido en noble cuna y criado como tal.

    El resto del día se la paso recibiendo obsequios que llegaban a su hogar, tanto de nobles como de amigos cercanos, estaba feliz, los preparativos para su fiesta se llevaron acabo, fue a entrenar, trabajo en el despacho de su padre y tras terminar todos sus pendientes fue a la cripta familiar, a dejarle un ramo de lirios bancos a su abuela, quien tambien cumpliría años ese día.

    -Gracias por todo... Te extraño lamento no poder despedirme de ti, pero tu sabes, mejor que nadie las razones por las que me fui... Prometo ser una guardiana excepcional y sanar a nuestro pueblo como tu lo hiciste siempre... Tus zapatos son difíciles de llenar pero lo intentare...

    Lexy estaba cansada y feliz, algunas lagrimas surcaron su rostro por la emotividad de la situación, ella como única heredera mujer con vida de los Selene era la elegida para ser la guardiana del conocimiento, sacerdotisa del templo sagrado y sanadora del reino Fae, demasiada responsabilidad. Sin embargo siempre fue su sueño y deseaba cumplir con su deber así como su abuela lo hizo toda la vida, incluso cubriéndola durante su ausencia, el luto para su abuela terminaría pronto y la joven con ahora 27 años de edad tendría que asumir el puesto que por años había anhelado.

    -Feliz cumpleaños abuela... Te amo.

    Dijo aquello mientras estaba sentado en una pequeña banca frente a la tumba.
    Aquel día había despertado por el canto de feliz cumpleaños de su familia y de el personal de la casa, el cual realmente era poco, estaba feliz, pues era el primer año después de mucho tiempo que no pasaba su cumpleaños sola y lejos de su hogar. -Gracias no se tenían que molestar... Dijo para después soplar la vela de aquel lindo pastel, sus padres eran modestos y tranquilo en algunos aspectos y en otros era todos unos nobles. Sobre todo su padre que había nacido en noble cuna y criado como tal. El resto del día se la paso recibiendo obsequios que llegaban a su hogar, tanto de nobles como de amigos cercanos, estaba feliz, los preparativos para su fiesta se llevaron acabo, fue a entrenar, trabajo en el despacho de su padre y tras terminar todos sus pendientes fue a la cripta familiar, a dejarle un ramo de lirios bancos a su abuela, quien tambien cumpliría años ese día. -Gracias por todo... Te extraño lamento no poder despedirme de ti, pero tu sabes, mejor que nadie las razones por las que me fui... Prometo ser una guardiana excepcional y sanar a nuestro pueblo como tu lo hiciste siempre... Tus zapatos son difíciles de llenar pero lo intentare... Lexy estaba cansada y feliz, algunas lagrimas surcaron su rostro por la emotividad de la situación, ella como única heredera mujer con vida de los Selene era la elegida para ser la guardiana del conocimiento, sacerdotisa del templo sagrado y sanadora del reino Fae, demasiada responsabilidad. Sin embargo siempre fue su sueño y deseaba cumplir con su deber así como su abuela lo hizo toda la vida, incluso cubriéndola durante su ausencia, el luto para su abuela terminaría pronto y la joven con ahora 27 años de edad tendría que asumir el puesto que por años había anhelado. -Feliz cumpleaños abuela... Te amo. Dijo aquello mientras estaba sentado en una pequeña banca frente a la tumba.
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  • Iona, conocida entre unos pocos como Lepus, es una entidad mística que elige cuándo y cómo revelarse a los humanos. Habita en la ciudad moderna, oculta entre la multitud, pero su verdadera naturaleza solo es perceptible bajo condiciones muy particulares. Existen varias formas en las que alguien puede verla o interactuar con ella:

    1. Cuando ella lo decide: Iona controla cuándo desea ser vista. Si decide mostrarse, lo hará con intención, permitiendo que una persona la perciba. Sin embargo, su presencia no es fácil de retener en la memoria: aquellos que la ven suelen olvidarla poco después, como si su mente se negase a reconocer lo sobrenatural de su existencia.

    2. Buscando sus servicios: Hay quienes, sin saber cómo, encuentran el camino hacia su tienda de flores, atraídos por la necesidad de olvidar algo: un recuerdo doloroso, un secreto imposible de cargar, o la esperanza de liberarse de un pasado que los atormenta. Estas personas no saben conscientemente que buscan a Iona, pero el destino parece guiarlos hasta su puerta. Al cruzar el umbral de su tienda, sienten una extraña familiaridad, aunque el cómo llegaron hasta allí se disuelve en un vacío de memoria.

    3. Iona te encuentra: En ocasiones, Iona misma toma la iniciativa. Si su papel como guardiana del olvido es necesario, puede aparecer en la vida de alguien sin previo aviso. A veces lo hace a través de sutiles señales, otras, de manera más directa. Su llegada puede manifestarse en sueños o en momentos de confusión, dejando una huella difícil de definir pero imposible de ignorar.

    4. A través de un ritual: Solo aquellos que conocen el verdadero nombre de Iona y los secretos de la constelación Lepus pueden invocarla mediante un ritual esotérico. Este ritual requiere precisión y ciertos objetos específicos, como una máscara de conejo, para llamarla. Si la invocación es realizada correctamente, Iona siempre aparece. Sin embargo, sus servicios como guardiana del olvido tienen un precio, aunque este no siempre es de naturaleza tangible.

    Independientemente de cómo ocurra el encuentro, Iona siempre es la que tiene el control. La mayoría de las personas que interactúan con ella no son plenamente conscientes de su naturaleza ni del impacto que tiene en sus vidas, y cuando el trabajo de Iona concluye, el olvido vuelve a sellar la experiencia, tal y como ella lo prefiere.
    Iona, conocida entre unos pocos como Lepus, es una entidad mística que elige cuándo y cómo revelarse a los humanos. Habita en la ciudad moderna, oculta entre la multitud, pero su verdadera naturaleza solo es perceptible bajo condiciones muy particulares. Existen varias formas en las que alguien puede verla o interactuar con ella: 1. Cuando ella lo decide: Iona controla cuándo desea ser vista. Si decide mostrarse, lo hará con intención, permitiendo que una persona la perciba. Sin embargo, su presencia no es fácil de retener en la memoria: aquellos que la ven suelen olvidarla poco después, como si su mente se negase a reconocer lo sobrenatural de su existencia. 2. Buscando sus servicios: Hay quienes, sin saber cómo, encuentran el camino hacia su tienda de flores, atraídos por la necesidad de olvidar algo: un recuerdo doloroso, un secreto imposible de cargar, o la esperanza de liberarse de un pasado que los atormenta. Estas personas no saben conscientemente que buscan a Iona, pero el destino parece guiarlos hasta su puerta. Al cruzar el umbral de su tienda, sienten una extraña familiaridad, aunque el cómo llegaron hasta allí se disuelve en un vacío de memoria. 3. Iona te encuentra: En ocasiones, Iona misma toma la iniciativa. Si su papel como guardiana del olvido es necesario, puede aparecer en la vida de alguien sin previo aviso. A veces lo hace a través de sutiles señales, otras, de manera más directa. Su llegada puede manifestarse en sueños o en momentos de confusión, dejando una huella difícil de definir pero imposible de ignorar. 4. A través de un ritual: Solo aquellos que conocen el verdadero nombre de Iona y los secretos de la constelación Lepus pueden invocarla mediante un ritual esotérico. Este ritual requiere precisión y ciertos objetos específicos, como una máscara de conejo, para llamarla. Si la invocación es realizada correctamente, Iona siempre aparece. Sin embargo, sus servicios como guardiana del olvido tienen un precio, aunque este no siempre es de naturaleza tangible. Independientemente de cómo ocurra el encuentro, Iona siempre es la que tiene el control. La mayoría de las personas que interactúan con ella no son plenamente conscientes de su naturaleza ni del impacto que tiene en sus vidas, y cuando el trabajo de Iona concluye, el olvido vuelve a sellar la experiencia, tal y como ella lo prefiere.
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  • Soy Presea, guardiana sagrada. Actualmente corrompida que sirve al rey del caos, Arthur.
    Soy Presea, guardiana sagrada. Actualmente corrompida que sirve al rey del caos, Arthur.
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  • En la penumbra de una luna nueva, cuando las sombras se alargan y el silencio se apodera del mundo, aquellos que buscan la ayuda de Lepus, la enigmática guardiana del olvido, deben seguir un antiguo ritual.

    Primero, encuentra un rincón apartado de la ciudad, un lugar donde la naturaleza aún respire a través de las grietas del concreto. Allí, bajo la noche estrellada, dibuja un círculo con sal negra y coloca en su centro una máscara de conejo hecha de madera tallada. A su alrededor, dispón flores de dahlia negras y blancas, representando la dualidad de la vida y la muerte, y enciende tres velas: una blanca, una negra y una roja.

    Con las velas encendidas, toma un trozo de pergamino y escribe con tinta plateada las palabras: "Lepus, guardiana del olvido, ven a mi llamado". Coloca el pergamino dentro del círculo y, con voz suave pero firme, repite la invocación tres veces.

    Si tu deseo es puro y tu corazón está alineado con las fuerzas del universo, una brisa fría recorrerá el lugar, apagando las velas una a una. Es entonces cuando Lepus aparecerá, envuelta en sombras, con ojos turquesa que brillan como estrellas lejanas. Su deber es eliminar las memorias que deben ser olvidadas, aquellas que pesan sobre el alma y corrompen el espíritu.

    Pero recuerda, su presencia es efímera, y una vez que Lepus cumpla su tarea, las memorias borradas desaparecerán no solo de tu mente, sino de toda existencia con la llegada de los primeros rayos de sol. El precio de su ayuda es el silencio, pues al amanecer, la memoria de su encuentro se desvanecerá como un sueño olvidado. Nunca reveles su intervención, o arriesgarás traer de vuelta aquello que debía ser olvidado.
    En la penumbra de una luna nueva, cuando las sombras se alargan y el silencio se apodera del mundo, aquellos que buscan la ayuda de Lepus, la enigmática guardiana del olvido, deben seguir un antiguo ritual. Primero, encuentra un rincón apartado de la ciudad, un lugar donde la naturaleza aún respire a través de las grietas del concreto. Allí, bajo la noche estrellada, dibuja un círculo con sal negra y coloca en su centro una máscara de conejo hecha de madera tallada. A su alrededor, dispón flores de dahlia negras y blancas, representando la dualidad de la vida y la muerte, y enciende tres velas: una blanca, una negra y una roja. Con las velas encendidas, toma un trozo de pergamino y escribe con tinta plateada las palabras: "Lepus, guardiana del olvido, ven a mi llamado". Coloca el pergamino dentro del círculo y, con voz suave pero firme, repite la invocación tres veces. Si tu deseo es puro y tu corazón está alineado con las fuerzas del universo, una brisa fría recorrerá el lugar, apagando las velas una a una. Es entonces cuando Lepus aparecerá, envuelta en sombras, con ojos turquesa que brillan como estrellas lejanas. Su deber es eliminar las memorias que deben ser olvidadas, aquellas que pesan sobre el alma y corrompen el espíritu. Pero recuerda, su presencia es efímera, y una vez que Lepus cumpla su tarea, las memorias borradas desaparecerán no solo de tu mente, sino de toda existencia con la llegada de los primeros rayos de sol. El precio de su ayuda es el silencio, pues al amanecer, la memoria de su encuentro se desvanecerá como un sueño olvidado. Nunca reveles su intervención, o arriesgarás traer de vuelta aquello que debía ser olvidado.
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  • Dafne es un hada del bosque, conocida por su profunda conexión con la naturaleza y su habilidad para proteger y sanar el entorno. Su hogar está en un rincón mágico del bosque, donde los árboles son altos y antiguos, y los ríos fluyen con aguas cristalinas.

    Descripción de Dafne

    Apariencia: Dafne tiene una apariencia etérea, con alas translúcidas que brillan con un suave resplandor verde. Su cabello es largo y ondulado, de un color castaño que se mezcla con tonos dorados, como si reflejara la luz del sol que se filtra entre las hojas. Sus ojos son de un verde intenso, llenos de sabiduría y compasión.

    Vestimenta: Suele vestir ropas hechas de hojas y flores, que cambian con las estaciones. En primavera, lleva vestidos de flores frescas y en otoño, se adorna con hojas doradas y rojas.

    Habilidades y Poderes

    Conexión con la Naturaleza: Dafne puede comunicarse con los árboles, las plantas y los animales del bosque. Tiene la capacidad de sanar plantas enfermas y ayudar a los animales heridos.

    Magia de la Naturaleza:
    Puede hacer crecer plantas rápidamente, crear barreras de espinas para proteger el bosque y convocar a los animales para que la ayuden en momentos de necesidad.

    Protección del Bosque:
    Dafne es la guardiana del bosque. Se asegura de que los humanos y otras criaturas respeten el equilibrio natural. Si alguien intenta dañar el bosque, Dafne puede invocar tormentas o hacer que las plantas crezcan de manera descontrolada para defender su hogar.

    Personalidad

    Dafne es amable y compasiva, siempre dispuesta a ayudar a quienes respetan la naturaleza. Sin embargo, puede ser ferozmente protectora cuando se trata de defender su hogar. Es sabia y paciente, y a menudo actúa como mediadora en conflictos entre las criaturas del bosque.
    Dafne es un hada del bosque, conocida por su profunda conexión con la naturaleza y su habilidad para proteger y sanar el entorno. Su hogar está en un rincón mágico del bosque, donde los árboles son altos y antiguos, y los ríos fluyen con aguas cristalinas. Descripción de Dafne Apariencia: Dafne tiene una apariencia etérea, con alas translúcidas que brillan con un suave resplandor verde. Su cabello es largo y ondulado, de un color castaño que se mezcla con tonos dorados, como si reflejara la luz del sol que se filtra entre las hojas. Sus ojos son de un verde intenso, llenos de sabiduría y compasión. Vestimenta: Suele vestir ropas hechas de hojas y flores, que cambian con las estaciones. En primavera, lleva vestidos de flores frescas y en otoño, se adorna con hojas doradas y rojas. Habilidades y Poderes Conexión con la Naturaleza: Dafne puede comunicarse con los árboles, las plantas y los animales del bosque. Tiene la capacidad de sanar plantas enfermas y ayudar a los animales heridos. Magia de la Naturaleza: Puede hacer crecer plantas rápidamente, crear barreras de espinas para proteger el bosque y convocar a los animales para que la ayuden en momentos de necesidad. Protección del Bosque: Dafne es la guardiana del bosque. Se asegura de que los humanos y otras criaturas respeten el equilibrio natural. Si alguien intenta dañar el bosque, Dafne puede invocar tormentas o hacer que las plantas crezcan de manera descontrolada para defender su hogar. Personalidad Dafne es amable y compasiva, siempre dispuesta a ayudar a quienes respetan la naturaleza. Sin embargo, puede ser ferozmente protectora cuando se trata de defender su hogar. Es sabia y paciente, y a menudo actúa como mediadora en conflictos entre las criaturas del bosque.
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  • Soy la guardiana de mi Portadora, nuestra Criatura y ahora del Amor de mi Portadora... Cómo buena arma que soy, los protegeré de todo mal.
    Soy la guardiana de mi Portadora, nuestra Criatura y ahora del Amor de mi Portadora... Cómo buena arma que soy, los protegeré de todo mal.
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  • En algun lugar en Liones, la ex guardiana, ahora Princesa del abismo, opto por refrescarse.
    En algun lugar en Liones, la ex guardiana, ahora Princesa del abismo, opto por refrescarse.
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  • Recuerdo bien el día que admiti estar enamorado de Alexandra... Tendríamos 12 y 16 años respectivamente, mi padre me había obligado a cortejar a la hija mayor de los Selene, era hermosa no lo podía negar y si, algo me intrigaba de ella pero hasta ese momento nunca había sentido nada más allá, o eso me repetía, sentía una ligera atracción por su cara bonita así como la forma en que bailaba que me hipnotizaba y la forma en que mi cuerpo ardía cuando la tenía cerca era solo una reacción de puberto, o eso me decía un.

    Aquel día la invite a tener un pequeño picnic en el jardín de sus padres, la estaba contejando a pesar de no agradarle del todo a la familia Selene sin embargo le agradaba a mi hermosa Alexandra y eso era suficiente.

    -Entonces...¿cuál es tu leyenda favorita Ian?...

    Me preguntó de manera dulce, sus ojos eran hermosos y la forma en que su cabello se regaba por el pasto mientras su cabeza descansaba sobre mi pierna era un espectáculo.

    -Me gustan las historias sobre la pelea y el equilibrio entre la luz y la oscuridad...- Dije sin dejar de admirarla, una sensación desconocida se iba apoderando de mi pecho, como si algo dentro hiciera click. Ella me sonrió suavemente y una calidez inundó mi cuerpo, era como ver un ángel. -¿Tu tienes una historia favorita?

    Sus ojos brillaron con emoción tras aquella pregunta, era apenas una niña y yo en definitiva era mayor, pero estando con ella me sentia un crío y por increíble que paresca me encantaba esa sensación.

    -Por supuesto, amo la historia de los hijos de la luna, es la favorita de mi abuela y ella me la cuenta siempre...

    La mayor de los Selene, su abuela era la guardiana de la biblioteca sagrada, una tarea que la hermosa joven a mi lado heredaría con el tiempo.

    -No conozco del todo aquella historia, me la contarias Lexy... - le dije con sinceridad, no lo quería admitir siempre decía que no me gustaba la joven pero era solo una mentira que decía para no darle el poder sobre mi.

    -Bueno en ese caso te la contaré.- dijo con una sonrisa que hizo dar un vuelco a mi corazón, "como alguien podía ser tan hermosa, perfecta, inteligente... Por Selene deja de pensar esa cosa, Alexandra no me gusta." Me reprendia mentalmente, ella comenzó a contar la historia con aquella melodiosa voz que tenía.
    -En un principio todo era vacío, pero de repente surgió la luz, la vida, la creación, sin embargo todo debe tener equilibrio así que con ellos nació la oscuridad, la muerte y la destrucción, hermanos de una misma energía se volvieron seres de infinito poder, en conjunto crearon cada cosa que existe en el mundo, la creación y la destrucción fueron dando lugar a cada detalle como el cielo, nacido de la luz y la oscuridad.- Estaba embobado mirando sus labios mientras escuchaba atento la historia que contaba.- La tierra, el mar, los animales creados por la vida, dándoselas de regalo  a la muerte cuando les llegara el momento. Los años pasaron y nuevas deidades nacieron uniéndose al resto, el cielo tuvo 3 hijos a quienes les dieron sus propias tareas, el sol, la luna y las estrellas, Selene, hija del cielo y diosa de la luna, encargada de velar por las noches de los seres del mundo, vería los años pasar por la tierra, así como a los demás dioses tener hijos en este mundo, al ver que los humanos comenzaron a rendirle culto los bendijo con habilidades mágicas, naciendo así las hadas y elfos de luna.

    Cómo alguien podía simplemente verse como ella lo hacía mientras contaba una historia, jamás había escuchado la versión tan larga y detalla de aquella leyenda. Pase saliva al ver cómo se detuvo para lamer sus labios y continuar hablando.- Pero un día bajo a la tierra viendo que carecían de guía y protecion decidió darles darles una parte de ella, sus amados hijos, enviándolos a la tierra con la misión de guiar, proteger y cuidar al pueblo de la luna, siendo superiores en habilidades, de cabello platinado, ojos azules y piel blanca como la nieve, eran inconfundibles con otros seguidores de la luna, como todos los hijos de dioses, tuvieron hijos con mortales, dando lugar al linaje de la luna, pero solo algunos eran bendecidos con las habilidades y características físicas de la diosa, a estos se les llamaba hijos de la luna.

    Sonrió de forma dulce sonrojandose ligera para continuar su relató, dejándome en shock al oír aquella parte que nadie me habia contando nunca.- Algunos creen que los dioses unen las almas de unos cuantos para encontrarse en la tierra, no era de extrañar que siempre dos hijos de la luna terminaran enamorados. Enviados del cielo elegidos por la madre luna para estar juntos, con un amor inquebrantable y puro, capas de vencer cualquier adversidad.

    Eso era la explicación que me faltaba, la luna nos había destinado a estar juntos, por eso Alexandra tenía todo el control sobre mi. El como me sentí cuando la miraba o la calidez que se apoderaba de mi cuando ella me tocaba. No podía seguir negando que estaba perdidamente enamorado de aquella joven.

    Cuando termino su historia solo pude hacer algo, la bese, aquel era mi primer beso y estoy seguro que también era el de ella. Me entregué a mis sentimientos por ella en aquel beso.

    Alexandra ahora era mi dueña, la única mujer que podría hacerme sentir tan feliz y desesperado, ese día jure que pasaría el resto de mi vida a su lado y la protegería de todo. Jamás pensé que tendría que protejerla de mi propia oscuridad.
    Recuerdo bien el día que admiti estar enamorado de Alexandra... Tendríamos 12 y 16 años respectivamente, mi padre me había obligado a cortejar a la hija mayor de los Selene, era hermosa no lo podía negar y si, algo me intrigaba de ella pero hasta ese momento nunca había sentido nada más allá, o eso me repetía, sentía una ligera atracción por su cara bonita así como la forma en que bailaba que me hipnotizaba y la forma en que mi cuerpo ardía cuando la tenía cerca era solo una reacción de puberto, o eso me decía un. Aquel día la invite a tener un pequeño picnic en el jardín de sus padres, la estaba contejando a pesar de no agradarle del todo a la familia Selene sin embargo le agradaba a mi hermosa Alexandra y eso era suficiente. -Entonces...¿cuál es tu leyenda favorita Ian?... Me preguntó de manera dulce, sus ojos eran hermosos y la forma en que su cabello se regaba por el pasto mientras su cabeza descansaba sobre mi pierna era un espectáculo. -Me gustan las historias sobre la pelea y el equilibrio entre la luz y la oscuridad...- Dije sin dejar de admirarla, una sensación desconocida se iba apoderando de mi pecho, como si algo dentro hiciera click. Ella me sonrió suavemente y una calidez inundó mi cuerpo, era como ver un ángel. -¿Tu tienes una historia favorita? Sus ojos brillaron con emoción tras aquella pregunta, era apenas una niña y yo en definitiva era mayor, pero estando con ella me sentia un crío y por increíble que paresca me encantaba esa sensación. -Por supuesto, amo la historia de los hijos de la luna, es la favorita de mi abuela y ella me la cuenta siempre... La mayor de los Selene, su abuela era la guardiana de la biblioteca sagrada, una tarea que la hermosa joven a mi lado heredaría con el tiempo. -No conozco del todo aquella historia, me la contarias Lexy... - le dije con sinceridad, no lo quería admitir siempre decía que no me gustaba la joven pero era solo una mentira que decía para no darle el poder sobre mi. -Bueno en ese caso te la contaré.- dijo con una sonrisa que hizo dar un vuelco a mi corazón, "como alguien podía ser tan hermosa, perfecta, inteligente... Por Selene deja de pensar esa cosa, Alexandra no me gusta." Me reprendia mentalmente, ella comenzó a contar la historia con aquella melodiosa voz que tenía. -En un principio todo era vacío, pero de repente surgió la luz, la vida, la creación, sin embargo todo debe tener equilibrio así que con ellos nació la oscuridad, la muerte y la destrucción, hermanos de una misma energía se volvieron seres de infinito poder, en conjunto crearon cada cosa que existe en el mundo, la creación y la destrucción fueron dando lugar a cada detalle como el cielo, nacido de la luz y la oscuridad.- Estaba embobado mirando sus labios mientras escuchaba atento la historia que contaba.- La tierra, el mar, los animales creados por la vida, dándoselas de regalo  a la muerte cuando les llegara el momento. Los años pasaron y nuevas deidades nacieron uniéndose al resto, el cielo tuvo 3 hijos a quienes les dieron sus propias tareas, el sol, la luna y las estrellas, Selene, hija del cielo y diosa de la luna, encargada de velar por las noches de los seres del mundo, vería los años pasar por la tierra, así como a los demás dioses tener hijos en este mundo, al ver que los humanos comenzaron a rendirle culto los bendijo con habilidades mágicas, naciendo así las hadas y elfos de luna. Cómo alguien podía simplemente verse como ella lo hacía mientras contaba una historia, jamás había escuchado la versión tan larga y detalla de aquella leyenda. Pase saliva al ver cómo se detuvo para lamer sus labios y continuar hablando.- Pero un día bajo a la tierra viendo que carecían de guía y protecion decidió darles darles una parte de ella, sus amados hijos, enviándolos a la tierra con la misión de guiar, proteger y cuidar al pueblo de la luna, siendo superiores en habilidades, de cabello platinado, ojos azules y piel blanca como la nieve, eran inconfundibles con otros seguidores de la luna, como todos los hijos de dioses, tuvieron hijos con mortales, dando lugar al linaje de la luna, pero solo algunos eran bendecidos con las habilidades y características físicas de la diosa, a estos se les llamaba hijos de la luna. Sonrió de forma dulce sonrojandose ligera para continuar su relató, dejándome en shock al oír aquella parte que nadie me habia contando nunca.- Algunos creen que los dioses unen las almas de unos cuantos para encontrarse en la tierra, no era de extrañar que siempre dos hijos de la luna terminaran enamorados. Enviados del cielo elegidos por la madre luna para estar juntos, con un amor inquebrantable y puro, capas de vencer cualquier adversidad. Eso era la explicación que me faltaba, la luna nos había destinado a estar juntos, por eso Alexandra tenía todo el control sobre mi. El como me sentí cuando la miraba o la calidez que se apoderaba de mi cuando ella me tocaba. No podía seguir negando que estaba perdidamente enamorado de aquella joven. Cuando termino su historia solo pude hacer algo, la bese, aquel era mi primer beso y estoy seguro que también era el de ella. Me entregué a mis sentimientos por ella en aquel beso. Alexandra ahora era mi dueña, la única mujer que podría hacerme sentir tan feliz y desesperado, ese día jure que pasaría el resto de mi vida a su lado y la protegería de todo. Jamás pensé que tendría que protejerla de mi propia oscuridad.
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  • Ya la noche comenzaba a caer y con ella la luna menguante se podía ver en el cielo. Alexa caminaba escoltada por los guardias, como si de un criminal se tratara. Los cargos en su contra eran amplios, siendo el más grave la traición, basado en el hecho de que había abandonado a su pueblo y costumbres para vivir una vida fuera de las creencias y normas del reino Fae.

    Sin embargo, nada era más lejano a la realidad. El juzgado estaba lleno de rostros conocidos; sus padres, su hermano y algunos amigos se encontraban entre los asistentes. Se molestó al ver a Daniel, pues le había pedido que no fuera. Le apenaba que su pequeño hermano escuchara las cosas que había tenido que hacer para sobrevivir. Miró el tragaluz que estaba justo arriba de donde ella sería juzgada. La luna entraría por el cristal iluminándola como parte de las pruebas de inocencia que se le harían.

    Como colmo de su mala suerte, Cesare Moonlight sería parte del juicio, quien estaba segura haría todo por volverla a comprometer a su hijo o deslindarlo de toda la responsabilidad del desastre con los corrompidos.

    Alexa se encontraba en la vasta sala del consejo de los sabios del reino Fae. Los muros estaban adornados con símbolos antiguos y runas sagradas, y la luz de la luna menguante se filtraba por las ventanas altas, iluminando el rostro de la joven mujer. Su cabello platinado caía en cascada sobre sus hombros, y sus ojos azules reflejaban una mezcla de determinación, miedo y enojo. Vestía aquel vestido que había sido elegido por la mañana por su nana y otras mujeres, simbolizando tanto su pureza como su aceptación del juicio que estaba a punto de enfrentar.

    Los sabios, todos descendientes de los dioses, se sentaban en un semicírculo frente a ella. Sus rostros eran serios y sus miradas penetrantes, algunos mirándola con desprecio, otros con lastima. En el centro, el Gran Sabio Luthien, un hombre de edad avanzada con una larga barba plateada, levantó una mano para silenciar el murmullo de la audiencia. A su lado, Cesare Moonlight, patriarca de una de las familias más poderosas del reino Fae y padre de Ian, observaba con una expresión severa.

    — Alexandra Selene —comenzó Luthien con una voz profunda y resonante—, te encuentras aquí para enfrentar el juicio de los sabios por tus acciones pasadas y por abandonar tus deberes como hija de la luna y guardiana del conocimiento.

    Alexa se mantuvo firme, aunque su corazón latía con fuerza en su pecho. Sabía que este momento llegaría, y había pasado años preparándose mentalmente para ello.

    —Acepto mi juicio, Gran Sabio —respondió con voz clara—. Estoy aquí para enfrentar mis responsabilidades y para rectificar mis errores, si es que el consejo así lo considera.

    Luthien asintió solemnemente y continuó.

    —Alexandra Selene, se te acusa de los siguientes crímenes: primero, traición a tu comunidad y a tus juramentos; segundo, ser cómplice de Ian en el desequilibrio de los espíritus; tercero, romper tu juramento de castidad; cuarto, vivir fuera de las normas establecidas por nuestra sociedad; quinto incumplir la orden de este mismo consejo de contraer nupcias con Ian Moonlight y finalmente, bloquear tu magia, lo cual se toma como una grave ofensa a tu madre la diosa Selene.

    Sabia que la lista era corta pues no se menciono las vidas que había arrebatado en sus intentos por huir de los cazadores que la persiguieron durante años. Los murmullos crecieron entre la audiencia. Alexa sintió las miradas de los aldeanos sobre ella algunos llenos de reproche, otros de curiosidad y unos pocos de compasión. Sabía que muchos no comprendían la magnitud de su sacrificio. Pues no conocían la verdad del porque lo había hecho.

    Miro de reojo a su familia, le dolía hacerlos pasar por todo esto.

    —Lo que hice —dijo Alexa, con voz temblorosa pero firme—, lo hice para protegerme a mí misma y a aquellos que amo. Ian, el hombre con el que estaba destinada a unirme, no era el ser honorable que todos creíamos. Descubrí sus atrocidades y su deseo de usarme como una herramienta para obtener más poder. En un acto desesperado, sellé mi magia y mis dones para evitar que él pudiera usarlos para el mal. Me envolvió en sus trucos y engaños, enamorándome usando el vinculo de nuestra madre como herramienta para que me entregara a el uniendo nuestras almas.

    Levantó su brazo, mostrando la marca en su muñeca donde antes se encontraba el brazalete que sellaba sus dones.

    —Rompí aquel sello y volví tras el ataque de los corrompidos para curar a mis padres sin miedo a enfrentar las consecuencias de mis decisiones.

    Un murmullo más fuerte recorrió la sala cuando Cesare Moonlight, uno de los sabios, se levantó de su asiento. Con su porte imponente y su rostro severo, se acercó al centro de la sala, pidiendo la palabra.

    —Gran Sabio, solicito hablar —dijo Cesare con voz autoritaria.

    Luthien asintió, permitiéndole continuar. Cesare se volvió hacia Alexa, sus ojos verde grisáceos destellando con una mezcla de ira y desdén.

    —Alexa, tus acusaciones contra mi hijo son graves y carecen de fundamento. Ian es un legítimo hijo de la luna, bendecido por la diosa Selene. ¿Cómo te atreves a implicar que él sería capaz de tales atrocidades?

    Alexa lo miró directamente, sin amedrentarse. Sabia que seria momento de sacar a la luz su única carta, la que había mantenido oculta durante años, aunque su corazón dio una ligera punzada al pensar que iba a traicionar de alguna manera la confianza que el Ian que juraba amarla le había dado hace algunos años, alejo aquel pensamiento de su mente y hablo con decisión.

    —Hablamos del mismo Ian... ¿Verdad?... El que es tu hijo bastardo producto de uno de tus muchos amoríos extramaritales...

    Una exclamación colectiva lleno la sala, aquello era un secreto a voces, sin embargo nadie había podido confirmar que fuera cierto aunque era mas que sabido lo libertino que era el patriarca de la familia Moonlight. Alexa continuo hablando.

    —Ian es hijo de la luna, sí, pero también es mestizo de oscuridad. Nació una noche sin luna en el cielo, y esa ausencia de luz ha marcado su corazón. Su madre, una hechicera oscura, dejó su esencia en él. Él es víctima de una maldición por no haber nacido bajo la luz de la luna.

    Cesare apretó los puños, sus ojos brillando de furia.

    —¡Mentiras! —rugió—. Ian ha sido criado como un Moonlight, un hijo legítimo y digno de su linaje. Es un heredero bendecido, y tus palabras solo buscan deshonrar a nuestra familia.

    —La verdad no deshonra, Cesare —replicó Alexa con firmeza—. La verdad libera. Ian utilizó sus dones para el mal, aun cundo es producto de aquella locura oscura que he podido presenciar con mis propios ojos cuando la luna se ausenta en el cielo.

    Su voz se quebró al recordar las múltiples veces que vio con sus propios ojos como la oscuridad se apoderaba de aquel hombre y se trasformaba en un monstro sin escrúpulos dotado de los dones de la luna, una mezcla muy peligrosa.

    —El manipuló y traicionó. La maldición que lleva en su sangre no es culpa suya, pero las decisiones que tomó, sí lo son.

    Luthien levantó una mano para calmar la situación.

    —Basta —ordenó con voz firme—. La verdad será revelada bajo la luz de la luna menguante. Alexandra Selene, ¿Estás dispuesta a someterte a la prueba de la luna menguante para demostrar la veracidad de tus palabras?

    Alexa asintió sin dudar.

    —Sí, Gran Sabio. Estoy lista para enfrentar la verdad y las consecuencias que ella traiga.

    Luthien la observó con una expresión inescrutable. Vio como la luz ilumino a la joven mujer dejando ver el azul brillante de sus ojos y las runas iluminar el cuerpo femenino para después iluminarse las del salón dejando ver la luz azul brillante, Alexa sabia que decía la verdad, pues jamás mintió sobre amar a Ian o sobre no haber estado junto pues en mas de una ocasión callo en la tentación de estar entre los brazos de aquel hombre que la hacia arden solo con mirarla, después de un momento de silencio, habló de nuevo.

    —Tus palabras son sinceras, Alexandra. Ahora que sabemos del poder y la maldad de Ian, y comprendemos las razones detrás de tu huida. Sin embargo, el consejo debe decidir si tu sacrificio y tus acciones pueden ser perdonados.

    Se giró hacia los otros sabios, que empezaron a murmurar entre ellos. La tensión en la sala era palpable. La luna menguante, símbolo de la diosa Selene, funcionaba como un detector de mentiras, asegurando que la verdad prevaleciera en este juicio. Después de lo que pareció una eternidad, Luthien levantó una mano para silenciar el murmullo.

    —Hemos deliberado —anunció—. Alexandra Selene, en reconocimiento a tu sacrificio y al peligro que enfrentaste, el consejo ha decidido que tu castigo será exorcizar y capturar a todos los espíritus corrompidos por Ian. Además, deberás restaurar la confianza de nuestra comunidad y cumplir con tus responsabilidades como dama de noble cuna e hija de la luna. Solo entonces podrás ser perdonada y liberada de tu unión a Ian.

    Alexa asintió, sintiendo una mezcla de alivio y determinación. Sabía que la tarea que le esperaba sería ardua, pero estaba lista para enfrentarla. No solo por su libertad, sino también por la justicia y la protección de su comunidad.

    —Acepto mi castigo, Gran Sabio —dijo con firmeza—. Haré todo lo posible para corregir mis errores y proteger a nuestro pueblo.

    Con esas palabras, Alexa dio un paso adelante, lista para enfrentar los desafíos que le aguardaban y para redimir su nombre y su linaje. La sala de los sabios observó en silencio mientras la hija de la luna, la noble heredera de los Selene, se preparaba para una nueva batalla, una que definiría su destino y el de toda su comunidad.
    Ya la noche comenzaba a caer y con ella la luna menguante se podía ver en el cielo. Alexa caminaba escoltada por los guardias, como si de un criminal se tratara. Los cargos en su contra eran amplios, siendo el más grave la traición, basado en el hecho de que había abandonado a su pueblo y costumbres para vivir una vida fuera de las creencias y normas del reino Fae. Sin embargo, nada era más lejano a la realidad. El juzgado estaba lleno de rostros conocidos; sus padres, su hermano y algunos amigos se encontraban entre los asistentes. Se molestó al ver a Daniel, pues le había pedido que no fuera. Le apenaba que su pequeño hermano escuchara las cosas que había tenido que hacer para sobrevivir. Miró el tragaluz que estaba justo arriba de donde ella sería juzgada. La luna entraría por el cristal iluminándola como parte de las pruebas de inocencia que se le harían. Como colmo de su mala suerte, Cesare Moonlight sería parte del juicio, quien estaba segura haría todo por volverla a comprometer a su hijo o deslindarlo de toda la responsabilidad del desastre con los corrompidos. Alexa se encontraba en la vasta sala del consejo de los sabios del reino Fae. Los muros estaban adornados con símbolos antiguos y runas sagradas, y la luz de la luna menguante se filtraba por las ventanas altas, iluminando el rostro de la joven mujer. Su cabello platinado caía en cascada sobre sus hombros, y sus ojos azules reflejaban una mezcla de determinación, miedo y enojo. Vestía aquel vestido que había sido elegido por la mañana por su nana y otras mujeres, simbolizando tanto su pureza como su aceptación del juicio que estaba a punto de enfrentar. Los sabios, todos descendientes de los dioses, se sentaban en un semicírculo frente a ella. Sus rostros eran serios y sus miradas penetrantes, algunos mirándola con desprecio, otros con lastima. En el centro, el Gran Sabio Luthien, un hombre de edad avanzada con una larga barba plateada, levantó una mano para silenciar el murmullo de la audiencia. A su lado, Cesare Moonlight, patriarca de una de las familias más poderosas del reino Fae y padre de Ian, observaba con una expresión severa. — Alexandra Selene —comenzó Luthien con una voz profunda y resonante—, te encuentras aquí para enfrentar el juicio de los sabios por tus acciones pasadas y por abandonar tus deberes como hija de la luna y guardiana del conocimiento. Alexa se mantuvo firme, aunque su corazón latía con fuerza en su pecho. Sabía que este momento llegaría, y había pasado años preparándose mentalmente para ello. —Acepto mi juicio, Gran Sabio —respondió con voz clara—. Estoy aquí para enfrentar mis responsabilidades y para rectificar mis errores, si es que el consejo así lo considera. Luthien asintió solemnemente y continuó. —Alexandra Selene, se te acusa de los siguientes crímenes: primero, traición a tu comunidad y a tus juramentos; segundo, ser cómplice de Ian en el desequilibrio de los espíritus; tercero, romper tu juramento de castidad; cuarto, vivir fuera de las normas establecidas por nuestra sociedad; quinto incumplir la orden de este mismo consejo de contraer nupcias con Ian Moonlight y finalmente, bloquear tu magia, lo cual se toma como una grave ofensa a tu madre la diosa Selene. Sabia que la lista era corta pues no se menciono las vidas que había arrebatado en sus intentos por huir de los cazadores que la persiguieron durante años. Los murmullos crecieron entre la audiencia. Alexa sintió las miradas de los aldeanos sobre ella algunos llenos de reproche, otros de curiosidad y unos pocos de compasión. Sabía que muchos no comprendían la magnitud de su sacrificio. Pues no conocían la verdad del porque lo había hecho. Miro de reojo a su familia, le dolía hacerlos pasar por todo esto. —Lo que hice —dijo Alexa, con voz temblorosa pero firme—, lo hice para protegerme a mí misma y a aquellos que amo. Ian, el hombre con el que estaba destinada a unirme, no era el ser honorable que todos creíamos. Descubrí sus atrocidades y su deseo de usarme como una herramienta para obtener más poder. En un acto desesperado, sellé mi magia y mis dones para evitar que él pudiera usarlos para el mal. Me envolvió en sus trucos y engaños, enamorándome usando el vinculo de nuestra madre como herramienta para que me entregara a el uniendo nuestras almas. Levantó su brazo, mostrando la marca en su muñeca donde antes se encontraba el brazalete que sellaba sus dones. —Rompí aquel sello y volví tras el ataque de los corrompidos para curar a mis padres sin miedo a enfrentar las consecuencias de mis decisiones. Un murmullo más fuerte recorrió la sala cuando Cesare Moonlight, uno de los sabios, se levantó de su asiento. Con su porte imponente y su rostro severo, se acercó al centro de la sala, pidiendo la palabra. —Gran Sabio, solicito hablar —dijo Cesare con voz autoritaria. Luthien asintió, permitiéndole continuar. Cesare se volvió hacia Alexa, sus ojos verde grisáceos destellando con una mezcla de ira y desdén. —Alexa, tus acusaciones contra mi hijo son graves y carecen de fundamento. Ian es un legítimo hijo de la luna, bendecido por la diosa Selene. ¿Cómo te atreves a implicar que él sería capaz de tales atrocidades? Alexa lo miró directamente, sin amedrentarse. Sabia que seria momento de sacar a la luz su única carta, la que había mantenido oculta durante años, aunque su corazón dio una ligera punzada al pensar que iba a traicionar de alguna manera la confianza que el Ian que juraba amarla le había dado hace algunos años, alejo aquel pensamiento de su mente y hablo con decisión. —Hablamos del mismo Ian... ¿Verdad?... El que es tu hijo bastardo producto de uno de tus muchos amoríos extramaritales... Una exclamación colectiva lleno la sala, aquello era un secreto a voces, sin embargo nadie había podido confirmar que fuera cierto aunque era mas que sabido lo libertino que era el patriarca de la familia Moonlight. Alexa continuo hablando. —Ian es hijo de la luna, sí, pero también es mestizo de oscuridad. Nació una noche sin luna en el cielo, y esa ausencia de luz ha marcado su corazón. Su madre, una hechicera oscura, dejó su esencia en él. Él es víctima de una maldición por no haber nacido bajo la luz de la luna. Cesare apretó los puños, sus ojos brillando de furia. —¡Mentiras! —rugió—. Ian ha sido criado como un Moonlight, un hijo legítimo y digno de su linaje. Es un heredero bendecido, y tus palabras solo buscan deshonrar a nuestra familia. —La verdad no deshonra, Cesare —replicó Alexa con firmeza—. La verdad libera. Ian utilizó sus dones para el mal, aun cundo es producto de aquella locura oscura que he podido presenciar con mis propios ojos cuando la luna se ausenta en el cielo. Su voz se quebró al recordar las múltiples veces que vio con sus propios ojos como la oscuridad se apoderaba de aquel hombre y se trasformaba en un monstro sin escrúpulos dotado de los dones de la luna, una mezcla muy peligrosa. —El manipuló y traicionó. La maldición que lleva en su sangre no es culpa suya, pero las decisiones que tomó, sí lo son. Luthien levantó una mano para calmar la situación. —Basta —ordenó con voz firme—. La verdad será revelada bajo la luz de la luna menguante. Alexandra Selene, ¿Estás dispuesta a someterte a la prueba de la luna menguante para demostrar la veracidad de tus palabras? Alexa asintió sin dudar. —Sí, Gran Sabio. Estoy lista para enfrentar la verdad y las consecuencias que ella traiga. Luthien la observó con una expresión inescrutable. Vio como la luz ilumino a la joven mujer dejando ver el azul brillante de sus ojos y las runas iluminar el cuerpo femenino para después iluminarse las del salón dejando ver la luz azul brillante, Alexa sabia que decía la verdad, pues jamás mintió sobre amar a Ian o sobre no haber estado junto pues en mas de una ocasión callo en la tentación de estar entre los brazos de aquel hombre que la hacia arden solo con mirarla, después de un momento de silencio, habló de nuevo. —Tus palabras son sinceras, Alexandra. Ahora que sabemos del poder y la maldad de Ian, y comprendemos las razones detrás de tu huida. Sin embargo, el consejo debe decidir si tu sacrificio y tus acciones pueden ser perdonados. Se giró hacia los otros sabios, que empezaron a murmurar entre ellos. La tensión en la sala era palpable. La luna menguante, símbolo de la diosa Selene, funcionaba como un detector de mentiras, asegurando que la verdad prevaleciera en este juicio. Después de lo que pareció una eternidad, Luthien levantó una mano para silenciar el murmullo. —Hemos deliberado —anunció—. Alexandra Selene, en reconocimiento a tu sacrificio y al peligro que enfrentaste, el consejo ha decidido que tu castigo será exorcizar y capturar a todos los espíritus corrompidos por Ian. Además, deberás restaurar la confianza de nuestra comunidad y cumplir con tus responsabilidades como dama de noble cuna e hija de la luna. Solo entonces podrás ser perdonada y liberada de tu unión a Ian. Alexa asintió, sintiendo una mezcla de alivio y determinación. Sabía que la tarea que le esperaba sería ardua, pero estaba lista para enfrentarla. No solo por su libertad, sino también por la justicia y la protección de su comunidad. —Acepto mi castigo, Gran Sabio —dijo con firmeza—. Haré todo lo posible para corregir mis errores y proteger a nuestro pueblo. Con esas palabras, Alexa dio un paso adelante, lista para enfrentar los desafíos que le aguardaban y para redimir su nombre y su linaje. La sala de los sabios observó en silencio mientras la hija de la luna, la noble heredera de los Selene, se preparaba para una nueva batalla, una que definiría su destino y el de toda su comunidad.
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  • En su zona del reino eterno, la joven ex guardiana, cayó dormida en su habitación.
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