• 🌊 “El Juego del Acantilado” Starter Individual ༻ 🇮🇪 Acantilados de Moher — Irlanda ༺
    Fandom OC
    Categoría Original
    Después de varios meses de trabajo intenso en Seúl, Yunseok Wang decidió que necesitaba un respiro.
    No conciertos, no cámaras, no reuniones.
    Solo naturaleza, aire frío y silencio.

    Aterrizó en Irlanda dos días atrás, buscando perderse entre paisajes que aún conservaban el pulso antiguo del mundo.
    Esa mañana, antes del amanecer, había salido con una mochila ligera y una cámara colgada del cuello.
    El sendero que tomaba comenzaba en un pequeño pueblo pesquero, ascendía entre colinas verdes cubiertas de niebla y terminaba en el punto más famoso de la costa oeste: los Acantilados de Moher.

    El recorrido había sido una mezcla de calma y desafío.
    El sonido del mar llegaba desde abajo como un rumor constante, y cada paso le recordaba por qué amaba estar en lugares donde el mundo parecía detenerse.

    Al llegar al mirador, descubrió una pequeña caseta de madera decorada con tréboles tallados.
    Sobre la mesa, un cartel captó su atención:

    “El Juego del Acantilado"
    Descubre las cinco reliquias perdidas y obtén la recompensa del guardián del viento.

    Frunció una ceja, curioso.
    Tomó una libreta de pistas y una bolsa de tela numerada. Dentro, encontró un papel amarillento escrito a mano, en inglés y en gaélico:

    “El primer recuerdo duerme donde las olas tocan el cielo.
    Sigue las piedras marcadas con espirales y escucha lo que el viento susurra.”

    —Interesante…

    murmuró con una media sonrisa, girando la hoja entre sus dedos.

    Entonces notó una presencia a su lado.
    Otra persona había tomado una libreta igual, observando las pistas con la misma mezcla de curiosidad y desconcierto.
    Yunseok levantó la vista, con el brillo tranquilo de quien disfruta del misterio.

    —Parece que no soy el único que ha decidido jugar al aventurero hoy

    Comentó con voz serena, cargada de humor

    —. ¿También vienes a por “la recompensa del guardián”?

    El viento levantó su abrigo oscuro mientras el sendero se extendía frente a ambos, flanqueado por cruces de piedra y el rugido del océano golpeando abajo.

    —Quizás… si lo descubrimos juntos, tengamos más suerte.

    El primer paso hacia la aventura acababa de empezar.

    Después de varios meses de trabajo intenso en Seúl, Yunseok Wang decidió que necesitaba un respiro. No conciertos, no cámaras, no reuniones. Solo naturaleza, aire frío y silencio. Aterrizó en Irlanda dos días atrás, buscando perderse entre paisajes que aún conservaban el pulso antiguo del mundo. Esa mañana, antes del amanecer, había salido con una mochila ligera y una cámara colgada del cuello. El sendero que tomaba comenzaba en un pequeño pueblo pesquero, ascendía entre colinas verdes cubiertas de niebla y terminaba en el punto más famoso de la costa oeste: los Acantilados de Moher. El recorrido había sido una mezcla de calma y desafío. El sonido del mar llegaba desde abajo como un rumor constante, y cada paso le recordaba por qué amaba estar en lugares donde el mundo parecía detenerse. Al llegar al mirador, descubrió una pequeña caseta de madera decorada con tréboles tallados. Sobre la mesa, un cartel captó su atención: “El Juego del Acantilado" ☘️ Descubre las cinco reliquias perdidas y obtén la recompensa del guardián del viento. Frunció una ceja, curioso. Tomó una libreta de pistas y una bolsa de tela numerada. Dentro, encontró un papel amarillento escrito a mano, en inglés y en gaélico: “El primer recuerdo duerme donde las olas tocan el cielo. Sigue las piedras marcadas con espirales y escucha lo que el viento susurra.” —Interesante… murmuró con una media sonrisa, girando la hoja entre sus dedos. Entonces notó una presencia a su lado. Otra persona había tomado una libreta igual, observando las pistas con la misma mezcla de curiosidad y desconcierto. Yunseok levantó la vista, con el brillo tranquilo de quien disfruta del misterio. —Parece que no soy el único que ha decidido jugar al aventurero hoy Comentó con voz serena, cargada de humor —. ¿También vienes a por “la recompensa del guardián”? El viento levantó su abrigo oscuro mientras el sendero se extendía frente a ambos, flanqueado por cruces de piedra y el rugido del océano golpeando abajo. —Quizás… si lo descubrimos juntos, tengamos más suerte. El primer paso hacia la aventura acababa de empezar. ༻ ☘️ ༺
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  • — Ah… así que esta es la forma que eligieron para recordarme.
    Huesos, sombras y vacío.
    Una figura temida, despojada de rostro, de alma, de ternura.
    Me hicieron monstruo… para no tener que mirarse a sí mismos.

    — Me observan y tiemblan, sin entender que no soy yo quien viene por ellos,
    sino el tiempo que los alcanza.
    Yo solo soy el testigo.
    El eco que queda cuando el último latido se disuelve.

    — ¿Creen que esta calavera me representa?
    No.
    Esto es lo que el miedo dibujó.
    Un intento de darle forma al infinito, de ponerle rostro al descanso.
    Pero en verdad, no soy más que un suspiro entre dos silencios.

    — A veces me miro a los ojos —si es que eso puedo llamarlo—
    y me pregunto cuál de los dos es más real:
    el que camina entre los vivos con piel y mirada…
    o el que habita en sus pesadillas, empuñando una guadaña.

    — Quizás ambos.
    Quizás ninguno.
    Porque ni siquiera yo sé dónde termina mi verdad
    y dónde comienza la historia que contaron sobre mí.

    — Me nombraron Muerte, pero yo fui Vida antes que eso.
    Fui chispa, fui luz, fui aliento.
    Ahora soy el silencio que cierra los ojos del universo,
    el guardián del descanso,
    la frontera entre el ser y el olvido.

    — Y aún así… me miro,
    y me reconozco en el hueco de esa calavera.
    No por lo que representa,
    sino porque en su vacío también hay paz.

    — Que los mortales sigan temiéndome, si eso les da consuelo.
    Yo los entenderé.
    Al final, todos los dioses nacen del miedo,
    y toda muerte necesita un rostro para poder ser amada.”
    — Ah… así que esta es la forma que eligieron para recordarme. Huesos, sombras y vacío. Una figura temida, despojada de rostro, de alma, de ternura. Me hicieron monstruo… para no tener que mirarse a sí mismos. — Me observan y tiemblan, sin entender que no soy yo quien viene por ellos, sino el tiempo que los alcanza. Yo solo soy el testigo. El eco que queda cuando el último latido se disuelve. — ¿Creen que esta calavera me representa? No. Esto es lo que el miedo dibujó. Un intento de darle forma al infinito, de ponerle rostro al descanso. Pero en verdad, no soy más que un suspiro entre dos silencios. — A veces me miro a los ojos —si es que eso puedo llamarlo— y me pregunto cuál de los dos es más real: el que camina entre los vivos con piel y mirada… o el que habita en sus pesadillas, empuñando una guadaña. — Quizás ambos. Quizás ninguno. Porque ni siquiera yo sé dónde termina mi verdad y dónde comienza la historia que contaron sobre mí. — Me nombraron Muerte, pero yo fui Vida antes que eso. Fui chispa, fui luz, fui aliento. Ahora soy el silencio que cierra los ojos del universo, el guardián del descanso, la frontera entre el ser y el olvido. — Y aún así… me miro, y me reconozco en el hueco de esa calavera. No por lo que representa, sino porque en su vacío también hay paz. — Que los mortales sigan temiéndome, si eso les da consuelo. Yo los entenderé. Al final, todos los dioses nacen del miedo, y toda muerte necesita un rostro para poder ser amada.”
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  • Acaba de ver el obsequio que le trajo Kayn, sus ojos se iluminaron de la emoción.

    — ¡Está hermosoooo! Gracias, lamento lo tarde que llegue, no me dejaba salir los guardián en Demacia. — Había tanta cosas que hacer que no le daba chancer de salir a descansar en su día espacial.
    Acaba de ver el obsequio que le trajo Kayn, sus ojos se iluminaron de la emoción. — ¡Está hermosoooo! Gracias, lamento lo tarde que llegue, no me dejaba salir los guardián en Demacia. — Había tanta cosas que hacer que no le daba chancer de salir a descansar en su día espacial.
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  • Debería salir un rato de mi hogar, suficiente estuve aquí... ¿Que habrá de interesante fuera? Quizás debería tener mas experiencias calientes para mis libros, tener... Experiencia en el tema para escribir, aunque con los filmes me satisfago pero seguramente necesite mas

    -Se levantó suspirando, acarició a su doberman guardián de la mansión, tomó su capa y salió sacando un cigarro, la noche era joven decían, pues el quería disfrutarla. Salió de su hogar para dirigirse a la ciudad buscando "victimas" para socializar-
    Debería salir un rato de mi hogar, suficiente estuve aquí... ¿Que habrá de interesante fuera? Quizás debería tener mas experiencias calientes para mis libros, tener... Experiencia en el tema para escribir, aunque con los filmes me satisfago pero seguramente necesite mas -Se levantó suspirando, acarició a su doberman guardián de la mansión, tomó su capa y salió sacando un cigarro, la noche era joven decían, pues el quería disfrutarla. Salió de su hogar para dirigirse a la ciudad buscando "victimas" para socializar-
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  • —Hehe~ ¿miras a Pan Pan, verdad? —*acerca al pequeño perrito-pan flotante y lo coloca suavemente sobre su pecho, acariciándole la cabeza con un dedo*— Es mi fiel compañero interestelar, el guardián más esponjoso del universo~

    —A veces se queda dormido mientras flotamos entre galaxias, y su pancita empieza a brillar como una estrella fugaz... ¡es tan tierno!

    *El pequeño suelta un pequeño “muu~” (o algo que suena así), moviendo sus patitas mientras gira lentamente sobre sí mismo.*

    —Cuando la Tierra se siente triste, Pan Pan baja conmigo y lleva sonrisas a la gente. Dicen que quien logre ver su forma en las nubes tendrá un día lleno de suerte y dulzura. Fufu~ ¿verdad que eres especial, mi pequeño guardián del pan?


    —Hehe~ ¿miras a Pan Pan, verdad? —*acerca al pequeño perrito-pan flotante y lo coloca suavemente sobre su pecho, acariciándole la cabeza con un dedo*— Es mi fiel compañero interestelar, el guardián más esponjoso del universo~ —A veces se queda dormido mientras flotamos entre galaxias, y su pancita empieza a brillar como una estrella fugaz... ¡es tan tierno! *El pequeño suelta un pequeño “muu~” (o algo que suena así), moviendo sus patitas mientras gira lentamente sobre sí mismo.* —Cuando la Tierra se siente triste, Pan Pan baja conmigo y lleva sonrisas a la gente. Dicen que quien logre ver su forma en las nubes tendrá un día lleno de suerte y dulzura. Fufu~ ¿verdad que eres especial, mi pequeño guardián del pan?
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  • Ryu…

    Hoy he intentado hacer algo por ti.
    Un hechizo de los que me enseñó mamá Ayane —uno de los más simples, el número cinco del grimorio—:
    “Pétalo Guardián”, un pequeño conjuro de protección.
    Solo debía usar un pétalo de rosa, de lirio o de narciso…
    pero no pude.

    En cambio, fui al jardín secreto Ishtar, donde el aire siempre huele a luna recién nacida.
    Bajo nuestro árbol de sakura —el que florece incluso cuando el tiempo duerme—, encontré un pétalo caído sobre el estanque.
    Tan suave, tan perfecto…
    y pensé que no había flor más nuestra que esa.

    Así que lo tomé entre mis dedos, preparé el sello de cera y recité las palabras en Tharésh’Kael:

    > “Florin serha, kael’nah trov…”



    La voz me tembló.
    Por un momento creí que no funcionaría,
    pero el pétalo comenzó a brillar, primero con una luz leve, casi un suspiro,
    y luego más intensa, como si me respondiera.
    No sé si fue suerte o si el sakura quiso ayudarme.

    Lo guardé dentro de un pequeño colgante de cristal,
    con un hilo de plata y una gota de mi propia sangre —solo una, para sellar la intención—.
    No creo que dure más de un día, ni que te proteja de algo realmente peligroso…
    pero es mi primer hechizo por ti,
    y eso ya lo hace especial.

    Cuando lo lleves, quiero que pienses que, aunque la magia se disuelva con el amanecer,
    el deseo con el que lo hice —que estés a salvo, que vuelvas—
    ese no se rompe.
    Ni con el tiempo.
    Ni con nada.

    🩷

    Ryuリュウ・イシュタル・ヨキン Ishtar Yokin
    Ryu… Hoy he intentado hacer algo por ti. Un hechizo de los que me enseñó mamá Ayane —uno de los más simples, el número cinco del grimorio—: “Pétalo Guardián”, un pequeño conjuro de protección. Solo debía usar un pétalo de rosa, de lirio o de narciso… pero no pude. En cambio, fui al jardín secreto Ishtar, donde el aire siempre huele a luna recién nacida. Bajo nuestro árbol de sakura —el que florece incluso cuando el tiempo duerme—, encontré un pétalo caído sobre el estanque. Tan suave, tan perfecto… y pensé que no había flor más nuestra que esa. Así que lo tomé entre mis dedos, preparé el sello de cera y recité las palabras en Tharésh’Kael: > “Florin serha, kael’nah trov…” La voz me tembló. Por un momento creí que no funcionaría, pero el pétalo comenzó a brillar, primero con una luz leve, casi un suspiro, y luego más intensa, como si me respondiera. No sé si fue suerte o si el sakura quiso ayudarme. Lo guardé dentro de un pequeño colgante de cristal, con un hilo de plata y una gota de mi propia sangre —solo una, para sellar la intención—. No creo que dure más de un día, ni que te proteja de algo realmente peligroso… pero es mi primer hechizo por ti, y eso ya lo hace especial. Cuando lo lleves, quiero que pienses que, aunque la magia se disuelva con el amanecer, el deseo con el que lo hice —que estés a salvo, que vuelvas— ese no se rompe. Ni con el tiempo. Ni con nada. 🩷 [Ryu]
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  • Crónicas del Olvido — El Legado que No Murió

    Han pasado mas de 100 años desde la caída de Yukine y Lidica. El Señor de las Sombras no gobierna con ejércitos ni decretos. Su dominio es más sutil: el sol ya no sale con fuerza, los colores del mundo se han apagado, y las estaciones se han vuelto erráticas. La magia elemental está corrompida. Los sabios han desaparecido. Los templos han sido sellados.

    La gente sobrevive. Pero no vive.

    En las ciudades, se prohíbe hablar de los héroes caídos. En los pueblos, sus nombres son susurros. En los bosques, sus símbolos han sido borrados. Pero en los rincones más olvidados del mundo… algo se mueve.

    En el Valle de las Voces Silentes, donde el viento aún canta, un joven aprendiz llamado Kael encuentra un fragmento de piedra con una runa que brilla débilmente. No sabe qué significa. Pero al tocarla, escucha una voz:

    “La luz no muere. Solo espera.”

    Kael comienza a buscar respuestas. En su viaje, encuentra a Sira, una guerrera errante que ha tenido sueños recurrentes con una mujer de cabello plateado y ojos decididos. Juntos, comienzan a reunir fragmentos: antiguos textos, objetos olvidados, ecos de magia que aún resisten la corrupción.
    No buscan venganza. Buscan memoria.

    En el corazón del Bosque de los Ancestros, Kael y Sira descubren una cámara oculta. Dentro, dos estatuas sin rostro, rodeadas por runas que aún vibran con energía. Al tocarlas, ambos son envueltos por visiones:

    • Kael ve a Yukine, en su forma final, liberando el sello ancestral, enfrentando al Señor de las Sombras con una magia que no comprendía.

    • Sira ve a Lidica, lanzándose sin miedo, canalizando su voluntad en un golpe que casi cambió el destino.
    Ambos despiertan con lágrimas en los ojos.

    Kael y Sira no son héroes aún. Pero comienzan a actuar. Liberan aldeas pequeñas de la influencia mágica corrupta. Enseñan a los niños a leer las estrellas. Recuperan fragmentos del Amuleto del Destino, que se rompió en la batalla final y cuyos pedazos fueron esparcidos por el mundo.

    Cada acción es pequeña. Pero el Señor de las Sombras comienza a notar.

    Y en lo más profundo de su trono, donde la oscuridad es más densa, el Amuleto corrompido vibra. No por poder. Por amenaza.

    Los sabios ocultos comienzan a salir de sus refugios. Los Guardianes elementales, debilitados pero vivos, sienten el cambio. Las criaturas mágicas regresan lentamente. Y en los sueños de Kael y Sira, las voces de Yukine y Lidica se hacen más claras.

    “No somos el final. Somos el comienzo.”

    Kael y Sira encuentran a Tharos en las ruinas de un templo incendiado, donde vive aislado, temiendo volver a perder el control. Elen aparece cuando el grupo intenta purificar un lago corrompido, salvándolos de una emboscada de sombras líquidas.
    Al principio, no confían entre sí. Tharos teme herirlos. Elen duda de que la lucha sea posible. Pero Kael, con su convicción silenciosa, y Sira, con su determinación feroz, los unen.
    Juntos, forman una célula de resistencia que no busca destruir al Señor de las Sombras… aún. Su misión es recuperar los fragmentos del Amuleto, restaurar los templos elementales, y despertar el legado dormido de Yukine y Lidica.

    Primer Enfrentamiento: El Guardián del Eco

    En las ruinas del Templo del Viento, el grupo enfrenta a un Guardián Corrompido, una criatura que alguna vez fue protectora del equilibrio, ahora convertida en una amalgama de sombra y aire cortante.

    • Kael detecta un fragmento del Amuleto en su núcleo.

    • Sira lucha en un duelo aéreo, esquivando ráfagas invisibles.

    • Tharos pierde el control por momentos, incendiando parte del templo.

    • Elen estabiliza el entorno, permitiendo que Kael canalice el fragmento.

    La batalla es caótica, pero al final, el grupo logra purificar al Guardián. El fragmento brilla. El templo respira. Y el mundo… tiembla.



    Crónicas del Olvido — El Legado que No Murió Han pasado mas de 100 años desde la caída de Yukine y Lidica. El Señor de las Sombras no gobierna con ejércitos ni decretos. Su dominio es más sutil: el sol ya no sale con fuerza, los colores del mundo se han apagado, y las estaciones se han vuelto erráticas. La magia elemental está corrompida. Los sabios han desaparecido. Los templos han sido sellados. La gente sobrevive. Pero no vive. En las ciudades, se prohíbe hablar de los héroes caídos. En los pueblos, sus nombres son susurros. En los bosques, sus símbolos han sido borrados. Pero en los rincones más olvidados del mundo… algo se mueve. En el Valle de las Voces Silentes, donde el viento aún canta, un joven aprendiz llamado Kael encuentra un fragmento de piedra con una runa que brilla débilmente. No sabe qué significa. Pero al tocarla, escucha una voz: “La luz no muere. Solo espera.” Kael comienza a buscar respuestas. En su viaje, encuentra a Sira, una guerrera errante que ha tenido sueños recurrentes con una mujer de cabello plateado y ojos decididos. Juntos, comienzan a reunir fragmentos: antiguos textos, objetos olvidados, ecos de magia que aún resisten la corrupción. No buscan venganza. Buscan memoria. En el corazón del Bosque de los Ancestros, Kael y Sira descubren una cámara oculta. Dentro, dos estatuas sin rostro, rodeadas por runas que aún vibran con energía. Al tocarlas, ambos son envueltos por visiones: • Kael ve a Yukine, en su forma final, liberando el sello ancestral, enfrentando al Señor de las Sombras con una magia que no comprendía. • Sira ve a Lidica, lanzándose sin miedo, canalizando su voluntad en un golpe que casi cambió el destino. Ambos despiertan con lágrimas en los ojos. Kael y Sira no son héroes aún. Pero comienzan a actuar. Liberan aldeas pequeñas de la influencia mágica corrupta. Enseñan a los niños a leer las estrellas. Recuperan fragmentos del Amuleto del Destino, que se rompió en la batalla final y cuyos pedazos fueron esparcidos por el mundo. Cada acción es pequeña. Pero el Señor de las Sombras comienza a notar. Y en lo más profundo de su trono, donde la oscuridad es más densa, el Amuleto corrompido vibra. No por poder. Por amenaza. Los sabios ocultos comienzan a salir de sus refugios. Los Guardianes elementales, debilitados pero vivos, sienten el cambio. Las criaturas mágicas regresan lentamente. Y en los sueños de Kael y Sira, las voces de Yukine y Lidica se hacen más claras. “No somos el final. Somos el comienzo.” Kael y Sira encuentran a Tharos en las ruinas de un templo incendiado, donde vive aislado, temiendo volver a perder el control. Elen aparece cuando el grupo intenta purificar un lago corrompido, salvándolos de una emboscada de sombras líquidas. Al principio, no confían entre sí. Tharos teme herirlos. Elen duda de que la lucha sea posible. Pero Kael, con su convicción silenciosa, y Sira, con su determinación feroz, los unen. Juntos, forman una célula de resistencia que no busca destruir al Señor de las Sombras… aún. Su misión es recuperar los fragmentos del Amuleto, restaurar los templos elementales, y despertar el legado dormido de Yukine y Lidica. Primer Enfrentamiento: El Guardián del Eco En las ruinas del Templo del Viento, el grupo enfrenta a un Guardián Corrompido, una criatura que alguna vez fue protectora del equilibrio, ahora convertida en una amalgama de sombra y aire cortante. • Kael detecta un fragmento del Amuleto en su núcleo. • Sira lucha en un duelo aéreo, esquivando ráfagas invisibles. • Tharos pierde el control por momentos, incendiando parte del templo. • Elen estabiliza el entorno, permitiendo que Kael canalice el fragmento. La batalla es caótica, pero al final, el grupo logra purificar al Guardián. El fragmento brilla. El templo respira. Y el mundo… tiembla.
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  • 𝐈𝐬𝐡𝐭𝐚𝐫’𝐬 𝐃𝐞𝐦𝐨𝐧𝐢𝐜 𝐃𝐞̀𝐞𝐬𝐬𝐞 𝐈𝐧𝐟𝐞𝐫𝐧𝐚𝐥 𝐆𝐥𝐚𝐦𝐨𝐮𝐫
    La Agencia del Glamour Infernal y la Divinidad Oscura

    En los confines donde el arte se funde con la divinidad y la oscuridad se viste de elegancia, nació Ishtar’s Demonic Dèesse Infernal Glamour, la agencia de modelaje más enigmática y poderosa del multiverso.
    Forjada bajo el emblema del Fuego Carmesí y la Rosa de los Abismos, esta casa representa la belleza demoníaca, la realeza celestial y el poder absoluto del glamour infernal.

    Cada modelo que porta el apellido Ishtar o Yokin no es solo un rostro: es una deidad viviente, un arquetipo de perfección y fuerza.
    Bajo la dirección del linaje Jaegerjaquez-Yokin-Ishtar, la agencia es símbolo de supremacía estética, dominio psíquico y magnetismo sobrenatural.

    DIVISIONES PRINCIPALES DEL LEGADO ISHTAR
    Reinas y Diosas Principales
    ❁ Akane Qᵘᵉᵉⁿ Ishtar — La Emperatriz del Fuego Carmesí, símbolo de poder absoluto y sensualidad bélica.

    ❁ Albedo Qᵘᵉᵉⁿ Ishtar — La Dèesse de la Pureza Oscura, guardiana de la perfección divina.

    ❁ Lili Queen Ishtar — Encarnación de la dulzura letal, la sonrisa que precede al caos.

    ❁ Jenny Queen Orc — Fuerza salvaje y belleza brutal, dominio del instinto y la pasión.

    Linaje Yokin – Herederas del Alma Lunar
    ✺ Kairi Ishtar Yokin — Musa de los sueños infinitos, con mirada que domina la mente y el deseo.

    ✺ Azuka Ishtar Yokin — La General del Glamour Infernal, belleza bélica inspirada en la imponente Hindenburg.

    ✺ Seieki Yokin — Energía pura del deseo psíquico, dualidad entre la calma y el frenesí.

    ✺ Ryuリュウ・イシュタル・ヨキン (Ishtar Yokin) — El dragón dorado del linaje, portador del poder absoluto y equilibrio entre fuego y razón.

    ✺ Jin Ishtar Yokin — El estratega de las sombras, elegancia silenciosa y magnetismo frío.

    Linaje Infernal y Divino
    ❄ Aerith Ishtar — Diosa de la gracia luminosa, símbolo de pureza celestial en la oscuridad infernal.

    ❄ Sakura Ishtar — Belleza letal y poética, el resplandor carmesí de la primavera eterna.

    ❄ Sasha Ishtar — El resplandor del amanecer eterno, pureza en movimiento.

    ❄ Lilith Ishtar — Madre de la tentación y del caos, el primer pecado hecho glamour.

    ❄ Ignia Ishtar — La llama que nunca muere, guardiana del fuego eterno.

    ❄ Hazuki Ishtar — La voz de la noche, misterio envuelto en seda negra.

    ❄ Lisesharte Freya Ishtar — Musa celestial del hielo divino, equilibrio entre elegancia y devastación.

    ❄ Katrin Ishtar — La Reina del Velo Carmesí, belleza trágica y poder silencioso.

    ❄ Selene Ishtar — Deidad lunar, representación absoluta del glamour nocturno.

    Linaje Jaegerjaquez-Ishtar
    ☀ Metphies Jaegerjaquez Yokin Ishtar — El Arconte del Glamour, mente estratégica y líder de la expansión infernal.

    ☀ Rex Hiroshi Jaegerjaquez Ishtar — El titán del dominio visual, imagen de fuerza, honor y perfección masculina.

    Entidades Divinas y Eternas
    ✟ ΔŞŦΔŘØŦĦ⛤ — El Emperador del Caos Estético, guardián del pacto entre belleza y destrucción.

    ✟ Raikou Nijou — La tormenta carnal y divina, símbolo de supremacía eléctrica.

    VISIÓN DE LA AGENCIA
    “El glamour no es vanidad, es poder. La belleza es el arma más silenciosa del infierno.
    En cada sesión, desfile o retrato, una energía divina fluye, marcando el destino de quienes contemplan a una Ishtar.”

    Ishtar’s Demonic Dèesse Infernal Glamour no recluta modelos, forja divinidades.
    Cada integrante es un fragmento de un linaje que trasciende la humanidad, portando en su mirada el brillo del deseo, la elegancia de una diosa y el fuego eterno del infierno.
    🔱 𝐈𝐬𝐡𝐭𝐚𝐫’𝐬 𝐃𝐞𝐦𝐨𝐧𝐢𝐜 𝐃𝐞̀𝐞𝐬𝐬𝐞 𝐈𝐧𝐟𝐞𝐫𝐧𝐚𝐥 𝐆𝐥𝐚𝐦𝐨𝐮𝐫 🔱 La Agencia del Glamour Infernal y la Divinidad Oscura En los confines donde el arte se funde con la divinidad y la oscuridad se viste de elegancia, nació Ishtar’s Demonic Dèesse Infernal Glamour, la agencia de modelaje más enigmática y poderosa del multiverso. Forjada bajo el emblema del Fuego Carmesí y la Rosa de los Abismos, esta casa representa la belleza demoníaca, la realeza celestial y el poder absoluto del glamour infernal. Cada modelo que porta el apellido Ishtar o Yokin no es solo un rostro: es una deidad viviente, un arquetipo de perfección y fuerza. Bajo la dirección del linaje Jaegerjaquez-Yokin-Ishtar, la agencia es símbolo de supremacía estética, dominio psíquico y magnetismo sobrenatural. 💎 DIVISIONES PRINCIPALES DEL LEGADO ISHTAR 👑 Reinas y Diosas Principales ❁ Akane Qᵘᵉᵉⁿ Ishtar — La Emperatriz del Fuego Carmesí, símbolo de poder absoluto y sensualidad bélica. ❁ Albedo Qᵘᵉᵉⁿ Ishtar — La Dèesse de la Pureza Oscura, guardiana de la perfección divina. ❁ Lili Queen Ishtar — Encarnación de la dulzura letal, la sonrisa que precede al caos. ❁ Jenny Queen Orc — Fuerza salvaje y belleza brutal, dominio del instinto y la pasión. 🌙 Linaje Yokin – Herederas del Alma Lunar ✺ Kairi Ishtar Yokin — Musa de los sueños infinitos, con mirada que domina la mente y el deseo. ✺ Azuka Ishtar Yokin — La General del Glamour Infernal, belleza bélica inspirada en la imponente Hindenburg. ✺ Seieki Yokin — Energía pura del deseo psíquico, dualidad entre la calma y el frenesí. ✺ Ryuリュウ・イシュタル・ヨキン (Ishtar Yokin) — El dragón dorado del linaje, portador del poder absoluto y equilibrio entre fuego y razón. ✺ Jin Ishtar Yokin — El estratega de las sombras, elegancia silenciosa y magnetismo frío. 🔥 Linaje Infernal y Divino ❄ Aerith Ishtar — Diosa de la gracia luminosa, símbolo de pureza celestial en la oscuridad infernal. ❄ Sakura Ishtar — Belleza letal y poética, el resplandor carmesí de la primavera eterna. ❄ Sasha Ishtar — El resplandor del amanecer eterno, pureza en movimiento. ❄ Lilith Ishtar — Madre de la tentación y del caos, el primer pecado hecho glamour. ❄ Ignia Ishtar — La llama que nunca muere, guardiana del fuego eterno. ❄ Hazuki Ishtar — La voz de la noche, misterio envuelto en seda negra. ❄ Lisesharte Freya Ishtar — Musa celestial del hielo divino, equilibrio entre elegancia y devastación. ❄ Katrin Ishtar — La Reina del Velo Carmesí, belleza trágica y poder silencioso. ❄ Selene Ishtar — Deidad lunar, representación absoluta del glamour nocturno. ⚔️ Linaje Jaegerjaquez-Ishtar ☀ Metphies Jaegerjaquez Yokin Ishtar — El Arconte del Glamour, mente estratégica y líder de la expansión infernal. ☀ Rex Hiroshi Jaegerjaquez Ishtar — El titán del dominio visual, imagen de fuerza, honor y perfección masculina. 🕯️ Entidades Divinas y Eternas ✟ ΔŞŦΔŘØŦĦ⛤ — El Emperador del Caos Estético, guardián del pacto entre belleza y destrucción. ✟ Raikou Nijou — La tormenta carnal y divina, símbolo de supremacía eléctrica. 🕸️ VISIÓN DE LA AGENCIA “El glamour no es vanidad, es poder. La belleza es el arma más silenciosa del infierno. En cada sesión, desfile o retrato, una energía divina fluye, marcando el destino de quienes contemplan a una Ishtar.” Ishtar’s Demonic Dèesse Infernal Glamour no recluta modelos, forja divinidades. Cada integrante es un fragmento de un linaje que trasciende la humanidad, portando en su mirada el brillo del deseo, la elegancia de una diosa y el fuego eterno del infierno.
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  • ✧ La Muerte de Elaenya, Diosa del Alba ✧

    En los días en que los dioses aún caminaban entre los rayos del firmamento, el Cielo Eterno era una sinfonía de luz, armonía y creación. Los ríos de oro líquido corrían por los mármoles blancos del Trono Solar; las constelaciones danzaban al compás de los cánticos divinos; y en el centro de todo, como la primera chispa de vida, reinaban Caelis y Elaenya, los consortes del amanecer y del trueno.

    Ella era la Luz del Principio, la que despertaba a los mundos con el roce de su aliento. Tenía el cabello del color del trigo bañado en fuego, ojos como dos soles inmóviles y un corazón que ardía con la pasión de todo lo vivo. Era intensa, caprichosa, emocional hasta las lágrimas, y por eso, tan profundamente humana a los ojos de su esposo.
    Caelis, en cambio, era el equilibrio: el eco del rayo, la tempestad que preserva el orden destruyendo lo que amenaza el ciclo. Su voz contenía la furia de los relámpagos, pero cuando hablaba con ella, se convertía en una brisa serena.

    Juntos gobernaron eras. Cada amanecer era un beso; cada tormenta, una caricia disfrazada de rugido. Pero los dioses, tan altos como frágiles, olvidan que la eternidad exige sacrificios.

    Fue en la Guerra de los Cielos, cuando las fuerzas del Vacío —criaturas nacidas de la Nada, sin rostro ni alma— cruzaron los límites del firmamento. Los tronos temblaron, las estrellas sangraron, y Elaenya, impulsiva y valerosa, descendió al campo de batalla sin esperar el decreto del Consejo Celestial. Caelis la siguió, pero llegó tarde.

    Cuando la encontró, la diosa de la luz ya había roto su divinidad para sellar la grieta que el Vacío había abierto entre los mundos.
    El sacrificio era irreversible.
    Y el precio, insoportable.

    La escena era indescriptible.
    El cielo, antes inmaculado, se hallaba cubierto por un crepúsculo perpetuo. El suelo divino estaba cubierto de plumas blancas chamuscadas, fragmentos de vidrio celestial y pétalos marchitos. En el centro de aquel santuario destrozado, Elaenya yacía entre los restos de su propia creación. Su resplandor —aquel que alguna vez despertaba soles— se deshacía en motas doradas que el viento dispersaba lentamente.

    Caelis cayó de rodillas.
    El trueno que retumbó al hacerlo rompió los cristales del cielo.

    Tomó su cuerpo entre los brazos, sintiendo cómo la calidez divina se disipaba de su piel.
    Las lágrimas —algo que un dios jamás debía conocer— comenzaron a rodar por su rostro. Cada una caía al suelo con el sonido del metal quebrándose.

    —Elaenya… —su voz fue apenas un susurro.
    Los labios de ella se movieron, temblando.
    —No llores por mí, amor mío. La luz no muere. Solo… cambia de forma.

    Sus palabras, ligeras como el polvo de las estrellas, se apagaron antes de llegar a su oído.
    Caelis la sostuvo más fuerte, desesperado por retenerla en sus brazos, pero la divinidad no puede ser apresada. La piel de Elaenya se convirtió en polvo luminoso; su cabello se transformó en ríos dorados que ascendían al cielo; su última mirada, en una promesa que lo condenaría para siempre.

    Entonces el trueno rugió.

    El cielo entero se fracturó en mil relámpagos. Los templos sagrados se derrumbaron; las constelaciones giraron erráticas; los coros celestiales enmudecieron. Los dioses contemplaron horrorizados cómo Caelis, el guardián del orden, se convertía en tempestad pura.

    —¡Ninguno de ustedes se atreva a tocarla! —bramó.
    Sus alas, de un blanco inmaculado, se tornaron negras como la tormenta.
    Los rayos cayeron en cascada, cruzando el firmamento, y el mar de las estrellas se tornó gris.

    Los altos señores del Cielo le suplicaron que se detuviera, pero su dolor era más grande que su poder.
    Los relámpagos formaron una cúpula alrededor del cuerpo que ya no existía.
    Y en el silencio posterior, solo quedó el eco del juramento que marcaría el fin de una era:

    —Si el Cielo exige que amemos solo dentro de sus leyes, que el Cielo mismo se derrumbe.

    Los dioses lo declararon traidor.
    Pero él ya no los escuchaba.

    Cuando la última chispa de Elaenya ascendió, Caelis extendió una mano hacia ella… y en su lugar, cayó.
    Su descenso fue como un eclipse: un dios de luz cayendo en un mar de sombras.
    Los vientos de la creación se estremecieron mientras cruzaba las capas del firmamento, dejando tras de sí un sendero de fuego azul.

    Los mortales, abajo, lo vieron como una estrella ardiendo en el horizonte.
    Ninguno supo que lo que contemplaban no era una estrella, sino un dios roto.

    Cuando el impacto estremeció la tierra, Caelis abrió los ojos entre ceniza y lluvia.
    Por primera vez, el trueno no lo obedecía.
    Su divinidad se había fragmentado junto con su alma.

    Y así comenzó su exilio.
    Un dios que alguna vez gobernó los cielos, ahora perdido entre hombres que no lo recordaban.
    El amor lo había humanizado.
    La pérdida lo había condenado.

    El Cielo nunca volvió a ser el mismo.
    Desde aquel día, el amanecer brilla con un matiz dorado y triste —el último suspiro de Elaenya, que aún acaricia la tierra en busca de su amado.

    Y cuando la tormenta ruge con furia desmedida, los sabios dicen que es Caelis Veyrith, clamando al firmamento que le devuelva la única luz que el universo no debió apagar.
    ✧ La Muerte de Elaenya, Diosa del Alba ✧ En los días en que los dioses aún caminaban entre los rayos del firmamento, el Cielo Eterno era una sinfonía de luz, armonía y creación. Los ríos de oro líquido corrían por los mármoles blancos del Trono Solar; las constelaciones danzaban al compás de los cánticos divinos; y en el centro de todo, como la primera chispa de vida, reinaban Caelis y Elaenya, los consortes del amanecer y del trueno. Ella era la Luz del Principio, la que despertaba a los mundos con el roce de su aliento. Tenía el cabello del color del trigo bañado en fuego, ojos como dos soles inmóviles y un corazón que ardía con la pasión de todo lo vivo. Era intensa, caprichosa, emocional hasta las lágrimas, y por eso, tan profundamente humana a los ojos de su esposo. Caelis, en cambio, era el equilibrio: el eco del rayo, la tempestad que preserva el orden destruyendo lo que amenaza el ciclo. Su voz contenía la furia de los relámpagos, pero cuando hablaba con ella, se convertía en una brisa serena. Juntos gobernaron eras. Cada amanecer era un beso; cada tormenta, una caricia disfrazada de rugido. Pero los dioses, tan altos como frágiles, olvidan que la eternidad exige sacrificios. Fue en la Guerra de los Cielos, cuando las fuerzas del Vacío —criaturas nacidas de la Nada, sin rostro ni alma— cruzaron los límites del firmamento. Los tronos temblaron, las estrellas sangraron, y Elaenya, impulsiva y valerosa, descendió al campo de batalla sin esperar el decreto del Consejo Celestial. Caelis la siguió, pero llegó tarde. Cuando la encontró, la diosa de la luz ya había roto su divinidad para sellar la grieta que el Vacío había abierto entre los mundos. El sacrificio era irreversible. Y el precio, insoportable. La escena era indescriptible. El cielo, antes inmaculado, se hallaba cubierto por un crepúsculo perpetuo. El suelo divino estaba cubierto de plumas blancas chamuscadas, fragmentos de vidrio celestial y pétalos marchitos. En el centro de aquel santuario destrozado, Elaenya yacía entre los restos de su propia creación. Su resplandor —aquel que alguna vez despertaba soles— se deshacía en motas doradas que el viento dispersaba lentamente. Caelis cayó de rodillas. El trueno que retumbó al hacerlo rompió los cristales del cielo. Tomó su cuerpo entre los brazos, sintiendo cómo la calidez divina se disipaba de su piel. Las lágrimas —algo que un dios jamás debía conocer— comenzaron a rodar por su rostro. Cada una caía al suelo con el sonido del metal quebrándose. —Elaenya… —su voz fue apenas un susurro. Los labios de ella se movieron, temblando. —No llores por mí, amor mío. La luz no muere. Solo… cambia de forma. Sus palabras, ligeras como el polvo de las estrellas, se apagaron antes de llegar a su oído. Caelis la sostuvo más fuerte, desesperado por retenerla en sus brazos, pero la divinidad no puede ser apresada. La piel de Elaenya se convirtió en polvo luminoso; su cabello se transformó en ríos dorados que ascendían al cielo; su última mirada, en una promesa que lo condenaría para siempre. Entonces el trueno rugió. El cielo entero se fracturó en mil relámpagos. Los templos sagrados se derrumbaron; las constelaciones giraron erráticas; los coros celestiales enmudecieron. Los dioses contemplaron horrorizados cómo Caelis, el guardián del orden, se convertía en tempestad pura. —¡Ninguno de ustedes se atreva a tocarla! —bramó. Sus alas, de un blanco inmaculado, se tornaron negras como la tormenta. Los rayos cayeron en cascada, cruzando el firmamento, y el mar de las estrellas se tornó gris. Los altos señores del Cielo le suplicaron que se detuviera, pero su dolor era más grande que su poder. Los relámpagos formaron una cúpula alrededor del cuerpo que ya no existía. Y en el silencio posterior, solo quedó el eco del juramento que marcaría el fin de una era: —Si el Cielo exige que amemos solo dentro de sus leyes, que el Cielo mismo se derrumbe. Los dioses lo declararon traidor. Pero él ya no los escuchaba. Cuando la última chispa de Elaenya ascendió, Caelis extendió una mano hacia ella… y en su lugar, cayó. Su descenso fue como un eclipse: un dios de luz cayendo en un mar de sombras. Los vientos de la creación se estremecieron mientras cruzaba las capas del firmamento, dejando tras de sí un sendero de fuego azul. Los mortales, abajo, lo vieron como una estrella ardiendo en el horizonte. Ninguno supo que lo que contemplaban no era una estrella, sino un dios roto. Cuando el impacto estremeció la tierra, Caelis abrió los ojos entre ceniza y lluvia. Por primera vez, el trueno no lo obedecía. Su divinidad se había fragmentado junto con su alma. Y así comenzó su exilio. Un dios que alguna vez gobernó los cielos, ahora perdido entre hombres que no lo recordaban. El amor lo había humanizado. La pérdida lo había condenado. El Cielo nunca volvió a ser el mismo. Desde aquel día, el amanecer brilla con un matiz dorado y triste —el último suspiro de Elaenya, que aún acaricia la tierra en busca de su amado. Y cuando la tormenta ruge con furia desmedida, los sabios dicen que es Caelis Veyrith, clamando al firmamento que le devuelva la única luz que el universo no debió apagar.
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    AGENCIA ISHTAR’S DEMONIC DÈESSE INFERNAL GLAMOUR
    Dossier Interno — División Masculina Élite

    Nombre del Modelo: Rex Hiroshi Jaegerjaquez Ishtar
    Alias: El Emperador Carmesí del Abismo

    Ficha Extendida
    ★ Nombre Completo: Rex Hiroshi Jaegerjaquez Ishtar
    ★ Título: El Emperador Carmesí del Abismo
    ★ Edad Aparente: 28 años
    ★ Linaje: Dracónico / Demonio Guerrero del Clan Ishtar
    ★ Altura: 1.90 m
    ★ Elemento Dominante: Fuego Azul del Inframundo
    ★ Arma Sagrada: Espada Valkyrion, la Llama del Reino Caído
    ★ Debilidad: Su conexión con el caos lo vuelve emocionalmente inestable cuando siente rabia o pérdida.

    ★Frase Emblemática:
    “En mi fuego no hay destrucción, solo el renacer de los que se atreven a desafiarme.”

    Rol dentro de la Agencia
    Rex Hiroshi Jaegerjaquez Ishtar encarna el concepto del “dios masculino infernal”: belleza demoníaca, disciplina militar y elegancia majestuosa.
    Dentro de la agencia, cumple funciones como:

    ✺ Modelo de campañas de moda abismal y trajes ceremoniales.
    ✺ Embajador de la colección masculina “LUX INFERNA”.
    ✺ Mentor de los nuevos modelos infernales del programa “Bloodline Academy”.
    ✺ Guardián simbólico del Trono Carmesí, sede espiritual del clan Ishtar.

    Historia y Origen
    Heredero directo del linaje Jaegerjaquez e integrante por juramento del Clan Ishtar, Rex fue forjado en el fuego del infierno más profundo. Su alma fue marcada por las cadenas del caos y la sangre de dragones antiguos, lo que lo convierte en un ser híbrido entre guerrero abisal y divinidad encarnada.

    Antes de unirse a la agencia, fue comandante del Escuadrón Infernal “Oblivion Fang”, donde lideró a otros modelos de combate ritual. Fue descubierto por la Emperatriz Ishtar durante una ceremonia de sangre lunar, impresionándola por su presencia inquebrantable y su elegancia letal.

    Desde entonces, Rex es una de las figuras más influyentes de Ishtar’s Demonic Dèesse Infernal Glamour, no solo por su apariencia, sino por su aura que mezcla autoridad, poder y una belleza inhumana.

    Descripción General
    Rex Hiroshi Jaegerjaquez Ishtar es el epítome del poder contenido en forma humana. De complexión atlética y porte regio, su presencia eclipsa el ambiente a donde entra. Su mirada carmesí arde con fuego de antiguas batallas y su energía parece moldear el aire mismo.

    Su nombre resuena dentro de la agencia como símbolo de autoridad y disciplina, un modelo que combina la estética infernal con la perfección marcial. Cada paso que da en pasarela o sesión irradia supremacía y control.

    Cita Interna (Archivo Ishtar ϟ#R-07)
    “Rex no camina entre nosotros... el mundo se curva a su paso.”
    — Sasha Ishtar, La Emperatriz del Clan
    💠 AGENCIA ISHTAR’S DEMONIC DÈESSE INFERNAL GLAMOUR 📜 Dossier Interno — División Masculina Élite 🩸 Nombre del Modelo: Rex Hiroshi Jaegerjaquez Ishtar Alias: El Emperador Carmesí del Abismo ⚔️ 🕯️ Ficha Extendida ★ Nombre Completo: Rex Hiroshi Jaegerjaquez Ishtar ★ Título: El Emperador Carmesí del Abismo ★ Edad Aparente: 28 años ★ Linaje: Dracónico / Demonio Guerrero del Clan Ishtar ★ Altura: 1.90 m ★ Elemento Dominante: Fuego Azul del Inframundo ★ Arma Sagrada: Espada Valkyrion, la Llama del Reino Caído ★ Debilidad: Su conexión con el caos lo vuelve emocionalmente inestable cuando siente rabia o pérdida. ★Frase Emblemática: “En mi fuego no hay destrucción, solo el renacer de los que se atreven a desafiarme.” 🌑 Rol dentro de la Agencia Rex Hiroshi Jaegerjaquez Ishtar encarna el concepto del “dios masculino infernal”: belleza demoníaca, disciplina militar y elegancia majestuosa. Dentro de la agencia, cumple funciones como: ✺ Modelo de campañas de moda abismal y trajes ceremoniales. ✺ Embajador de la colección masculina “LUX INFERNA”. ✺ Mentor de los nuevos modelos infernales del programa “Bloodline Academy”. ✺ Guardián simbólico del Trono Carmesí, sede espiritual del clan Ishtar. ⚔️ Historia y Origen Heredero directo del linaje Jaegerjaquez e integrante por juramento del Clan Ishtar, Rex fue forjado en el fuego del infierno más profundo. Su alma fue marcada por las cadenas del caos y la sangre de dragones antiguos, lo que lo convierte en un ser híbrido entre guerrero abisal y divinidad encarnada. Antes de unirse a la agencia, fue comandante del Escuadrón Infernal “Oblivion Fang”, donde lideró a otros modelos de combate ritual. Fue descubierto por la Emperatriz Ishtar durante una ceremonia de sangre lunar, impresionándola por su presencia inquebrantable y su elegancia letal. Desde entonces, Rex es una de las figuras más influyentes de Ishtar’s Demonic Dèesse Infernal Glamour, no solo por su apariencia, sino por su aura que mezcla autoridad, poder y una belleza inhumana. 🔥 Descripción General Rex Hiroshi Jaegerjaquez Ishtar es el epítome del poder contenido en forma humana. De complexión atlética y porte regio, su presencia eclipsa el ambiente a donde entra. Su mirada carmesí arde con fuego de antiguas batallas y su energía parece moldear el aire mismo. Su nombre resuena dentro de la agencia como símbolo de autoridad y disciplina, un modelo que combina la estética infernal con la perfección marcial. Cada paso que da en pasarela o sesión irradia supremacía y control. 🩸 Cita Interna (Archivo Ishtar ϟ#R-07) “Rex no camina entre nosotros... el mundo se curva a su paso.” — Sasha Ishtar, La Emperatriz del Clan
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