• El sol empezaba a descender, tiñendo el cielo de tonos anaranjados y rosados mientras Maki Zenin salía del campo de entrenamiento, con la camiseta empapada de sudor y el cabello despeinado. Se pasó una mano por la frente, alejando algunos mechones rebeldes, y dejó escapar un largo suspiro de satisfacción. Había sido un buen día.

    Horas de práctica intensa, repitiendo movimientos hasta que sus músculos ardieron, pero valía la pena. Cada gota de sudor era un paso más lejos de los Zenin y su estúpida visión de la fuerza. Ella iba a demostrarles que el talento no significaba nada frente al esfuerzo puro.

    El pasillo estaba desierto, y por primera vez en mucho tiempo, sintió que el silencio no era tan malo. Sin Panda parloteando sin parar o Inumaki limitándose a sus “salmones” y “bonitos,” el mundo parecía moverse más lento. Hasta podía escuchar el suave susurro del viento afuera.

    De camino a su habitación, hizo una parada en la máquina expendedora. Metió unas monedas y presionó el botón para una bebida energética. El sonido del bote cayendo al compartimento resonó fuerte en el pasillo vacío. Se inclinó para recogerlo y, sin pensarlo mucho, se dejó caer en un banco cercano, sintiendo cómo sus músculos se relajaban.

    —Por fin... un momento de paz... —murmuró, apoyando la cabeza contra la pared mientras el frío de la lata refrescaba sus manos.

    Cerró los ojos, permitiéndose unos minutos para disfrutar del silencio y la brisa que se colaba por las ventanas abiertas. La bebida era amarga, pero reconfortante, y sintió la energía regresar poco a poco a su cuerpo agotado.

    Sin nada que hacer y nadie que la molestara, su mente empezó a divagar. Pensó en Mai, en sus palabras llenas de resentimiento y dolor. En cómo las cosas podrían haber sido diferentes si... pero no, sacudió la cabeza. No tenía caso pensar en “qué pasaría si.” Ella ya había tomado su decisión.

    —Idiota... —susurró, más para sí misma que para nadie más.

    Dejó escapar una risa corta y seca. Sí, era una idiota, pero una idiota con metas claras y con la determinación de alcanzarlas, sin importar lo que dijeran los demás.

    El cielo seguía cambiando de color, y el aire se sentía más fresco. Maki dejó que su cuerpo se hundiera un poco más en el banco, mirando las nubes moverse lentamente. No tenía prisa. Al menos por hoy, podía permitirse unos minutos más de descanso antes de volver a cargar su peso sobre los hombros.

    Bebió otro trago y cerró los ojos, permitiéndose disfrutar el momento.
    El sol empezaba a descender, tiñendo el cielo de tonos anaranjados y rosados mientras Maki Zenin salía del campo de entrenamiento, con la camiseta empapada de sudor y el cabello despeinado. Se pasó una mano por la frente, alejando algunos mechones rebeldes, y dejó escapar un largo suspiro de satisfacción. Había sido un buen día. Horas de práctica intensa, repitiendo movimientos hasta que sus músculos ardieron, pero valía la pena. Cada gota de sudor era un paso más lejos de los Zenin y su estúpida visión de la fuerza. Ella iba a demostrarles que el talento no significaba nada frente al esfuerzo puro. El pasillo estaba desierto, y por primera vez en mucho tiempo, sintió que el silencio no era tan malo. Sin Panda parloteando sin parar o Inumaki limitándose a sus “salmones” y “bonitos,” el mundo parecía moverse más lento. Hasta podía escuchar el suave susurro del viento afuera. De camino a su habitación, hizo una parada en la máquina expendedora. Metió unas monedas y presionó el botón para una bebida energética. El sonido del bote cayendo al compartimento resonó fuerte en el pasillo vacío. Se inclinó para recogerlo y, sin pensarlo mucho, se dejó caer en un banco cercano, sintiendo cómo sus músculos se relajaban. —Por fin... un momento de paz... —murmuró, apoyando la cabeza contra la pared mientras el frío de la lata refrescaba sus manos. Cerró los ojos, permitiéndose unos minutos para disfrutar del silencio y la brisa que se colaba por las ventanas abiertas. La bebida era amarga, pero reconfortante, y sintió la energía regresar poco a poco a su cuerpo agotado. Sin nada que hacer y nadie que la molestara, su mente empezó a divagar. Pensó en Mai, en sus palabras llenas de resentimiento y dolor. En cómo las cosas podrían haber sido diferentes si... pero no, sacudió la cabeza. No tenía caso pensar en “qué pasaría si.” Ella ya había tomado su decisión. —Idiota... —susurró, más para sí misma que para nadie más. Dejó escapar una risa corta y seca. Sí, era una idiota, pero una idiota con metas claras y con la determinación de alcanzarlas, sin importar lo que dijeran los demás. El cielo seguía cambiando de color, y el aire se sentía más fresco. Maki dejó que su cuerpo se hundiera un poco más en el banco, mirando las nubes moverse lentamente. No tenía prisa. Al menos por hoy, podía permitirse unos minutos más de descanso antes de volver a cargar su peso sobre los hombros. Bebió otro trago y cerró los ojos, permitiéndose disfrutar el momento.
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  • -En mi estudio nuevamente practicando una canción Pero tenía tanto desorden que no me concentraba sin querer apreté el botón de encendido y estando AL AIRE EN TODOS LOS ANILLOS DEL INFIERNO ENPIESA A SONAR LO QUE PRÁCTICO-

    BIEN una vez más haber como era

    -La música que mis sombras empezaban a tocar y retorcerce como si estuvieran danzando a mi alrededor enpese a cantar mientras mi estado demoníaco empezaba activarse ya que parecía un ritual no una interpretación -


    //Ahhhhh yo lo sabía rjsejarksrksrjsjr XDDD //


    https://youtu.be/3Ej7JDdZFvU?si=wk4yDr28TQSuAizs
    -En mi estudio nuevamente practicando una canción Pero tenía tanto desorden que no me concentraba sin querer apreté el botón de encendido y estando AL AIRE EN TODOS LOS ANILLOS DEL INFIERNO ENPIESA A SONAR LO QUE PRÁCTICO- BIEN una vez más haber como era -La música que mis sombras empezaban a tocar y retorcerce como si estuvieran danzando a mi alrededor enpese a cantar mientras mi estado demoníaco empezaba activarse ya que parecía un ritual no una interpretación - //Ahhhhh yo lo sabía rjsejarksrksrjsjr XDDD 🤣 😂// https://youtu.be/3Ej7JDdZFvU?si=wk4yDr28TQSuAizs
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  • Morning's USA
    Fandom Original
    Categoría Slice of Life
    Tahara Roth

    Prácticamente acababa de llegar a Estados Unidos desde Italia. Apenas había tenido tiempo de desempacar todas sus cosas, seguía incluso con un poco de jet-lag. Pero se había visto obligada a pasar esos días que sólo quería para sí, en compañía de aquella guardaespalda que le había buscado su padre a fin de protegerla.

    Ahora mismo, esta se encontraba sentada en el sofá de su salón mientras Chiara se estaba preparando el café para poder sobrevivir todo el día con el sueño que tenía. Se decía que el jet-lag duraba tanto como los husos horarios que había tenido que cruzar, así que todavía le quedaba tiempo.

    —Entonces... ¿Vas a estar siguiéndome todo el día? —Preguntó, alzando una ceja mientras pulsaba el botón para que el café se preparara.

    No estaba acostumbrada a contar con una figura como la suya, siguiéndola todo el día.
    [RothTahara98] Prácticamente acababa de llegar a Estados Unidos desde Italia. Apenas había tenido tiempo de desempacar todas sus cosas, seguía incluso con un poco de jet-lag. Pero se había visto obligada a pasar esos días que sólo quería para sí, en compañía de aquella guardaespalda que le había buscado su padre a fin de protegerla. Ahora mismo, esta se encontraba sentada en el sofá de su salón mientras Chiara se estaba preparando el café para poder sobrevivir todo el día con el sueño que tenía. Se decía que el jet-lag duraba tanto como los husos horarios que había tenido que cruzar, así que todavía le quedaba tiempo. —Entonces... ¿Vas a estar siguiéndome todo el día? —Preguntó, alzando una ceja mientras pulsaba el botón para que el café se preparara. No estaba acostumbrada a contar con una figura como la suya, siguiéndola todo el día.
    Tipo
    Grupal
    Líneas
    Cualquier línea
    Estado
    Disponible
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  • - Tras haber tomado una siesta y comer un poco me dispuse a ordenar mi estudio ya que no IVA haber programa ya mañana me discúlparia con mis oyentes suspirando veo un pedido de un oyente de era un tema de días anteriores pero me hacía gracia la letra -

    Así que es un tema nuevo hasta partitura y letra me mandó mmm haber como sonaría .....

    Mientras tarareaba apreté el botón de estar al AIRE la Frecuencia se expandió por todos los anillos del infierno mientras mis sombras salían de mi cuerpo. Simulando el tarareo con música. Y tomando mi micrófono enpieso a cantar mientras mi sombra baila alrededor mío -





    https://youtu.be/AYVy8jIhN4Y?si=jD0Grf1s9ZBZp7kN
    - Tras haber tomado una siesta y comer un poco me dispuse a ordenar mi estudio ya que no IVA haber programa ya mañana me discúlparia con mis oyentes suspirando veo un pedido de un oyente de era un tema de días anteriores pero me hacía gracia la letra - Así que es un tema nuevo hasta partitura y letra me mandó mmm haber como sonaría ..... Mientras tarareaba apreté el botón de estar al AIRE la Frecuencia se expandió por todos los anillos del infierno mientras mis sombras salían de mi cuerpo. Simulando el tarareo con música. Y tomando mi micrófono enpieso a cantar mientras mi sombra baila alrededor mío - https://youtu.be/AYVy8jIhN4Y?si=jD0Grf1s9ZBZp7kN
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  • ROL CON Vladimir Heller

    Había pasado un tiempo desde que un "accidente" en el club afectaba a uno de sus guardia personales.

    Por desgracia, fue el caso. Ahora se veía en la obligación de encontrar a un suplente para el puesto vacante

    "Que fastidio, no me agrada"

    Aquel pensamiento paso por su mente, hasta que tomo el teléfono para enviarle un mensaje al hombre

    - Ya estoy esperando en la oficina para iniciar con la entrevista ¿viene en camino? -

    Sin mas presiono el botón de: enviar ,a lo que se cruzaba de piernas y con algo de fastidio miraba la puerta de su despacho, impaciente, ya que no era una de sus virtudes el que le gustara esperar
    ROL CON [Vlod_Hell_1646sm] Había pasado un tiempo desde que un "accidente" en el club afectaba a uno de sus guardia personales. Por desgracia, fue el caso. Ahora se veía en la obligación de encontrar a un suplente para el puesto vacante "Que fastidio, no me agrada" Aquel pensamiento paso por su mente, hasta que tomo el teléfono para enviarle un mensaje al hombre - Ya estoy esperando en la oficina para iniciar con la entrevista ¿viene en camino? - Sin mas presiono el botón de: enviar ,a lo que se cruzaba de piernas y con algo de fastidio miraba la puerta de su despacho, impaciente, ya que no era una de sus virtudes el que le gustara esperar
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  • ㅤㅤㅤㅤㅤㅤㅤㅤㅤㅤ𝐸𝑥𝑡𝑟𝑎𝑐𝑡𝑜 𝑑𝑒 𝑚𝑖 𝑟𝑜𝑙 𝑐𝑜𝑛 Dean Winchester

    Stevenson le prestó dos dólares en centavos y Hope se encaramó rápidamente a uno de los teléfonos. Después, ya que la sala era privada, el doctor la esperó en la puerta revisando su propio teléfono móvil.

    Hope marcó rápidamente el número del móvil de Dean y esperó a que diera tono.

    -Vamos… cógelo… cógelo… cógelo… cógelo…

    ㅤㅤㅤㅤ⸻⸻⸻⸻⸻⸻⸻

    Pero nada de aquello ocurría, mientras Dean se acercaba a la mesa de su hermano, para ver que había descubierto, su móvil no dejaba de sonar, de modo que al final levantando el dedo índice de mano izquierda, mostrándoselo a Sam para indicarle que esperase un segundo, saca el aparato y al no reconocer el numero descuelga justo cuando la llamada está a punto de cortarse y el último tono de aquel irritante tono de llamada a punto de sonar.

    Una voz bastante neutra, impersonal y con un ligero tono de tele operadora le espera al otro lado de la línea.

    — “𝑇𝑖𝑒𝑛𝑒 𝑢𝑛𝑎 𝑙𝑙𝑎𝑚𝑎𝑑𝑎 𝑑𝑒 𝑙𝑎 𝑃𝑒𝑛𝑖𝑡𝑒𝑛𝑐𝑖𝑎𝑟𝑖𝑎 𝑑𝑒 𝐹𝑜𝑟𝑡 𝐻𝑒𝑟𝑖𝑛𝑔𝑡𝑜𝑛, ¿𝑑𝑒𝑠𝑒𝑎 𝑎𝑐𝑒𝑝𝑡𝑎𝑟𝑙𝑎?”

    La mirada de Sam es interrogativa, y la que Dean le lanza en respuesta es de completo desconcierto, pero termina por hacer caso a su instinto, el cual le decía que aquello era importante.

    — Si, si, la acepto…

    Tras sus palabras, escucha un par de tonos de espera, antes de escuchar cómo se volvía a abrir la línea para descubrir por fin de que narices iba todo aquello.

    ㅤㅤㅤㅤ⸻⸻⸻⸻⸻⸻⸻

    Sus dedos tamborileaban rápidamente sobre la pequeña e inútil mesita de latón que conformaba la parte baja de aquella cabina telefonica. Los tonos del teléfono no dejaban de sonar, lo que dejaba claro que Dean no respondía.

    "Joder..."

    Volvió a llamar.

    Y parece que, por fin, Dean se decidió a contestar el teléfono. Hope dejó escapar un suspiro de alivio cuando se abrió la línea telefónica para ella.

    —¿Dean? -preguntó algo dudosa.

    ㅤㅤㅤㅤ⸻⸻⸻⸻⸻⸻⸻

    No sabia que esperar de aquella llamada, y menos aún después de saber que era de una cárcel, pero el escuchar una voz que no conocía de nada llamarle por su nombre termina por descolocarlo.

    — ¿Quién coño eres? ¿Y como es que tienes este numero?

    Su dedo pulgar se movía de arriba hacia abajo predispuesto a pulsar la pantalla justo en la zona donde sabia que se ubicaba el botón de colgar, pero no sin antes descubrir quien había hecho aquella llamada.

    ㅤㅤㅤㅤ⸻⸻⸻⸻⸻⸻⸻

    Era obvio que estaria de malas pulgas y que desconfiaría de aquella llamada, tenìa que haberlo previsto... Asi que tenia que jugar rápidamente sus cartas.

    -Tú mismo me diste el número... -enunció la tribrida- Escucha, esto te va a parecer una locura, y no sé como explicarlo... Pero... Soy Hope...

    ㅤㅤㅤㅤ⸻⸻⸻⸻⸻⸻⸻

    No puede evitar una carcajada irónica y seca cuando escucha que él le había dado el número de su teléfono a quien quiera que fuera esa persona.

    — Mire señora yo no doy mi número a nad...¿QUE?

    Escucha las palabras que salen de la linea sin poder creérselo. Incluso se despega el teléfono de la oreja un segundo y mira la pantalla antes de volver a colocárselo al oído.

    — Hope... No es posible... ¿Qué coño haces en una cárcel? ¿Cómo se.... No, si esto es una broma te juro, quien quiera que seas, que no vas a poder encontrar lugar en el que esconderte....

    Sam esta alucinando por momentos, pero garabatea la palabra "𝑷𝑹𝑼𝑬𝑩𝑨𝑺" en su libreta en se lo enseña.

    — Vale... si eres Hope, demuéstralo.

    ㅤㅤㅤㅤ⸻⸻⸻⸻⸻⸻⸻

    —Tuvo que apartarse el auricular de la oreja momentaneamente al escuchar a Dean alucinar con la información que acababa de darle—

    -De... -suspiró con frustración, porque cuando Dean entraba en modo cazador era imposible hacerle entrar en razón. Y en ese momento sus instintos de cazador debían de estar disparados.

    Miró un momento hacia atrás esperando que el doctor no estuviera escuchando aquello. Por si acaso, bajó la voz para que solo Dean pudiera oirla.

    -Tuve que apartarte de mi... Porque eras capaz de hacer reflotar mi humanidad. Eras un absoluto desconocido y, sin embargo lograste hacer tambalearse mi tapadera de tía dura, y eso me asustó... Por lo que te obligué a darte la vuelta y dejarme atrás en aquel cementerio...

    ㅤㅤㅤㅤ⸻⸻⸻⸻⸻⸻⸻

    Conforme Dean escucha las palabras de Hope, sus ojos se van abriendo casi al mismo tiempo que va perdiendo color en su rostro, aquello no podia ser real.

    Pero absolutamente NADIE mas podia saber aquello, no se lo había contado ni si quiera a Sam, no con tanto lujo de detalles, y por supuesto nadie podia saber las razones que Hope había tenido para obligarlo a irse. Nadie mas que ella misma, y él cuando se lo había contado tiempo atrás al re encontrarse.

    — Hope... Joder, Hope... Joder. ¿Qué coño haces en Fort Herington? No se que esta pasando, pero te vamos a sacar de ahí.

    En cuanto Sam escucha el nombre que pronuncia Dean, lo teclea en su portátil, y ambos ven la localización de Hope en el mapa del estado.

    ㅤㅤㅤㅤ⸻⸻⸻⸻⸻⸻⸻

    La sensación de alivio que Hope sintió recorrer su cuerpo en el momento en que Dean dejó claro que la creía se llevó por delante la incertidumbre y el miedo de las últimas horas.
    Esbozó una amplia sonrisa y casi sintió sus ojos humedecerse ante la perspectiva de salir de allí y volver a casa.

    -No sé lo que ha pasado... Estaba contigo en la habitación. Iba a hacerte tortitas y de pronto he despertado en el cuerpo de una presa drogadicta que se habia pegado una sobredosis...- dijo todo aquello muy rápido- Necesito que me hagas un favor, aparte de buscar el modo de sacar este culo de aqui... Llama al Internado Salvatore... Habla solo con Alaric Saltzman o Caroline Forbes... Cuéntales el caso y preguntales cuánto tiempo tengo... Esta tía estaba muerta y... -guardó silencio un instante- Bueno... Daros prisa, por favor...

    ㅤㅤㅤㅤ⸻⸻⸻⸻⸻⸻⸻

    Hope estaba completamente a oscuras con todo lo que había ocurrido, como ellos, pero daba igual, porque la habían encontrado, o bueno, ella había encontrado el modo de contactarles. Daba ahora que sabían donde estaba, irían a por ella.

    Caroline... no se si se alegrara de volver a saber de mi, pero lo haremos.
    Vamos a resolver esto, te lo prometo, tan solo mantente a salvo niña, por favor...

    ¿Era posible que aún siendo aquello lo que llevaban buscando mas de doce horas, al colgar aquella llamada se sintiera aún peor que antes?

    ㅤㅤㅤㅤ⸻⸻⸻⸻⸻⸻⸻

    Hope esbozó una sonrisa en su lado de la linea.

    -Caroline tiene su genio, pero... siempre está dispuesta a echar una mano... -dijo con algo más de mejor humor del que tenia cuando aquella llamada habia comenzado- Sé que lo haremos... Confio en ti, en vosotros...

    Entonces, el crédito de su llamada se terminó y Hope se vio obligada a colgar el auricular. Ahora solo tenia que... esperar...

    ㅤㅤㅤㅤ⸻⸻⸻⸻⸻⸻⸻

    El Winchester escucha un par de veces los tonos rápidos y rítmicos que le comunicaban que la llamada se había terminado.
    Tras aquello se apoya el móvil en la frente cerrando los ojos un segundo mientras inspiraba hondo para tomar fuerzas.

    — Sam. Nos vamos.

    No dice nada mas, tan solo se gira dejando a su hermano en la biblioteca y vuelve a su cuarto dispuesto a dejar todo listo para poder irse, en el menor tiempo posible.


    #Personajes3D #3D #Comunidad3D #Winchelson
    ㅤㅤㅤㅤㅤㅤㅤㅤㅤㅤ𝐸𝑥𝑡𝑟𝑎𝑐𝑡𝑜 𝑑𝑒 𝑚𝑖 𝑟𝑜𝑙 𝑐𝑜𝑛 [BxbyDriv3r] Stevenson le prestó dos dólares en centavos y Hope se encaramó rápidamente a uno de los teléfonos. Después, ya que la sala era privada, el doctor la esperó en la puerta revisando su propio teléfono móvil. Hope marcó rápidamente el número del móvil de Dean y esperó a que diera tono. -Vamos… cógelo… cógelo… cógelo… cógelo… ㅤㅤㅤㅤ⸻⸻⸻⸻⸻⸻⸻ Pero nada de aquello ocurría, mientras Dean se acercaba a la mesa de su hermano, para ver que había descubierto, su móvil no dejaba de sonar, de modo que al final levantando el dedo índice de mano izquierda, mostrándoselo a Sam para indicarle que esperase un segundo, saca el aparato y al no reconocer el numero descuelga justo cuando la llamada está a punto de cortarse y el último tono de aquel irritante tono de llamada a punto de sonar. Una voz bastante neutra, impersonal y con un ligero tono de tele operadora le espera al otro lado de la línea. — “𝑇𝑖𝑒𝑛𝑒 𝑢𝑛𝑎 𝑙𝑙𝑎𝑚𝑎𝑑𝑎 𝑑𝑒 𝑙𝑎 𝑃𝑒𝑛𝑖𝑡𝑒𝑛𝑐𝑖𝑎𝑟𝑖𝑎 𝑑𝑒 𝐹𝑜𝑟𝑡 𝐻𝑒𝑟𝑖𝑛𝑔𝑡𝑜𝑛, ¿𝑑𝑒𝑠𝑒𝑎 𝑎𝑐𝑒𝑝𝑡𝑎𝑟𝑙𝑎?” La mirada de Sam es interrogativa, y la que Dean le lanza en respuesta es de completo desconcierto, pero termina por hacer caso a su instinto, el cual le decía que aquello era importante. — Si, si, la acepto… Tras sus palabras, escucha un par de tonos de espera, antes de escuchar cómo se volvía a abrir la línea para descubrir por fin de que narices iba todo aquello. ㅤㅤㅤㅤ⸻⸻⸻⸻⸻⸻⸻ Sus dedos tamborileaban rápidamente sobre la pequeña e inútil mesita de latón que conformaba la parte baja de aquella cabina telefonica. Los tonos del teléfono no dejaban de sonar, lo que dejaba claro que Dean no respondía. "Joder..." Volvió a llamar. Y parece que, por fin, Dean se decidió a contestar el teléfono. Hope dejó escapar un suspiro de alivio cuando se abrió la línea telefónica para ella. —¿Dean? -preguntó algo dudosa. ㅤㅤㅤㅤ⸻⸻⸻⸻⸻⸻⸻ No sabia que esperar de aquella llamada, y menos aún después de saber que era de una cárcel, pero el escuchar una voz que no conocía de nada llamarle por su nombre termina por descolocarlo. — ¿Quién coño eres? ¿Y como es que tienes este numero? Su dedo pulgar se movía de arriba hacia abajo predispuesto a pulsar la pantalla justo en la zona donde sabia que se ubicaba el botón de colgar, pero no sin antes descubrir quien había hecho aquella llamada. ㅤㅤㅤㅤ⸻⸻⸻⸻⸻⸻⸻ Era obvio que estaria de malas pulgas y que desconfiaría de aquella llamada, tenìa que haberlo previsto... Asi que tenia que jugar rápidamente sus cartas. -Tú mismo me diste el número... -enunció la tribrida- Escucha, esto te va a parecer una locura, y no sé como explicarlo... Pero... Soy Hope... ㅤㅤㅤㅤ⸻⸻⸻⸻⸻⸻⸻ No puede evitar una carcajada irónica y seca cuando escucha que él le había dado el número de su teléfono a quien quiera que fuera esa persona. — Mire señora yo no doy mi número a nad...¿QUE? Escucha las palabras que salen de la linea sin poder creérselo. Incluso se despega el teléfono de la oreja un segundo y mira la pantalla antes de volver a colocárselo al oído. — Hope... No es posible... ¿Qué coño haces en una cárcel? ¿Cómo se.... No, si esto es una broma te juro, quien quiera que seas, que no vas a poder encontrar lugar en el que esconderte.... Sam esta alucinando por momentos, pero garabatea la palabra "𝑷𝑹𝑼𝑬𝑩𝑨𝑺" en su libreta en se lo enseña. — Vale... si eres Hope, demuéstralo. ㅤㅤㅤㅤ⸻⸻⸻⸻⸻⸻⸻ —Tuvo que apartarse el auricular de la oreja momentaneamente al escuchar a Dean alucinar con la información que acababa de darle— -De... -suspiró con frustración, porque cuando Dean entraba en modo cazador era imposible hacerle entrar en razón. Y en ese momento sus instintos de cazador debían de estar disparados. Miró un momento hacia atrás esperando que el doctor no estuviera escuchando aquello. Por si acaso, bajó la voz para que solo Dean pudiera oirla. -Tuve que apartarte de mi... Porque eras capaz de hacer reflotar mi humanidad. Eras un absoluto desconocido y, sin embargo lograste hacer tambalearse mi tapadera de tía dura, y eso me asustó... Por lo que te obligué a darte la vuelta y dejarme atrás en aquel cementerio... ㅤㅤㅤㅤ⸻⸻⸻⸻⸻⸻⸻ Conforme Dean escucha las palabras de Hope, sus ojos se van abriendo casi al mismo tiempo que va perdiendo color en su rostro, aquello no podia ser real. Pero absolutamente NADIE mas podia saber aquello, no se lo había contado ni si quiera a Sam, no con tanto lujo de detalles, y por supuesto nadie podia saber las razones que Hope había tenido para obligarlo a irse. Nadie mas que ella misma, y él cuando se lo había contado tiempo atrás al re encontrarse. — Hope... Joder, Hope... Joder. ¿Qué coño haces en Fort Herington? No se que esta pasando, pero te vamos a sacar de ahí. En cuanto Sam escucha el nombre que pronuncia Dean, lo teclea en su portátil, y ambos ven la localización de Hope en el mapa del estado. ㅤㅤㅤㅤ⸻⸻⸻⸻⸻⸻⸻ La sensación de alivio que Hope sintió recorrer su cuerpo en el momento en que Dean dejó claro que la creía se llevó por delante la incertidumbre y el miedo de las últimas horas. Esbozó una amplia sonrisa y casi sintió sus ojos humedecerse ante la perspectiva de salir de allí y volver a casa. -No sé lo que ha pasado... Estaba contigo en la habitación. Iba a hacerte tortitas y de pronto he despertado en el cuerpo de una presa drogadicta que se habia pegado una sobredosis...- dijo todo aquello muy rápido- Necesito que me hagas un favor, aparte de buscar el modo de sacar este culo de aqui... Llama al Internado Salvatore... Habla solo con Alaric Saltzman o Caroline Forbes... Cuéntales el caso y preguntales cuánto tiempo tengo... Esta tía estaba muerta y... -guardó silencio un instante- Bueno... Daros prisa, por favor... ㅤㅤㅤㅤ⸻⸻⸻⸻⸻⸻⸻ Hope estaba completamente a oscuras con todo lo que había ocurrido, como ellos, pero daba igual, porque la habían encontrado, o bueno, ella había encontrado el modo de contactarles. Daba ahora que sabían donde estaba, irían a por ella. Caroline... no se si se alegrara de volver a saber de mi, pero lo haremos. Vamos a resolver esto, te lo prometo, tan solo mantente a salvo niña, por favor... ¿Era posible que aún siendo aquello lo que llevaban buscando mas de doce horas, al colgar aquella llamada se sintiera aún peor que antes? ㅤㅤㅤㅤ⸻⸻⸻⸻⸻⸻⸻ Hope esbozó una sonrisa en su lado de la linea. -Caroline tiene su genio, pero... siempre está dispuesta a echar una mano... -dijo con algo más de mejor humor del que tenia cuando aquella llamada habia comenzado- Sé que lo haremos... Confio en ti, en vosotros... Entonces, el crédito de su llamada se terminó y Hope se vio obligada a colgar el auricular. Ahora solo tenia que... esperar... ㅤㅤㅤㅤ⸻⸻⸻⸻⸻⸻⸻ El Winchester escucha un par de veces los tonos rápidos y rítmicos que le comunicaban que la llamada se había terminado. Tras aquello se apoya el móvil en la frente cerrando los ojos un segundo mientras inspiraba hondo para tomar fuerzas. — Sam. Nos vamos. No dice nada mas, tan solo se gira dejando a su hermano en la biblioteca y vuelve a su cuarto dispuesto a dejar todo listo para poder irse, en el menor tiempo posible. #Personajes3D #3D #Comunidad3D #Winchelson
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  • — *Hip* ... ¡Feliz Año Nue—! Ah, espera... ¿Navidad? ¿Aun? ... Por favor, que alguien apague ya el botón de 2024 y que reinicie todo. Como sea... feliz Navidad y que el próximo venga con manual de instrucciones plz...*Hip* (?
    — *Hip* ... ¡Feliz Año Nue—! Ah, espera... ¿Navidad? ¿Aun? ... Por favor, que alguien apague ya el botón de 2024 y que reinicie todo. Como sea... feliz Navidad y que el próximo venga con manual de instrucciones plz...*Hip* (?
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  • — Lev. —La voz de Irisha, firme como siempre, captó su atención al punto en que se vio obligado a bajar la revista que leía para mirarla. La gemela le sonrió, cómplice, mientras que se arrodillaba frente al sofá y se apoyaba contra el descansa brazos. Por otro lado, Irina se quedó de pie, detrás del sofá, y terminó inclinando el cuerpo hacia el frente para mirar por sobre el hombro de su hermano a su gemela. Casi parecía que, por primera vez, ninguna entendía lo que pasaba por la cabeza de la otra.—¿Recuerdas la última vez que fuiste feliz?

    Ese era un buen anzuelo. Irina solía ser así cuando tenía curiosidad o cuando algo la abrumaba; siempre hacía preguntas de manera sutil, aunque las sacara de la nada, pero siempre le seguía una explicación bien justificada de sus abruptas preguntas. Sólo que en esta ocasión no hubo ningún intento de justificación y, al mirar en sus ojos, pudo notar que su pregunta era seria. No era algo que se podía tomar a la ligera, tampoco algo que ignorar tan fácilmente o para lo que tuviese el corazón de cortar de tajo sus dudas.

    Nikolay se llevó la mano a la boca, pensativo, y detrás de aquel gesto maldijo en silencio cuando frunció los labios. Odiaba tocar el tema de la felicidad que no sentía y, también, odiaba que se hiciera presente el pasado. Cerró los ojos, y en sus adentros se repitió que ellas no eran culpables, que no lo hacían con malas intenciones y tampoco era un intento de sus otros familiares para sacarle algo de información. Luego de pensárselo, como por dos minutos, negó con lentitud. Incluso su mano izquierda se movió para decir que no con señas. Irina pareció molesta, se le notaba en la cara con ese ceño fruncido y esos ojos furiosos que no iba a aceptar esa respuesta.

    — ¿Cómo que no? Debe existir algo. La última vez que sentía felicidad fue durante nuestras vacaciones en Seúl. La cantidad de skin care y maquillaje que compré con el dinero de papá me hizo feliz. Ya sabes que él nunca quiere gastar dinero en esas cosas porque es una pérdida de tiempo y estoy muy joven. Pero fue un buen momento. ¿Cuál fue el tuyo, Irisha?

    Tanto Lev como Irina miraron a la menor de las gemelas. La rubia no pudo hacer nada más que sobresaltarse, detestaba cada vez que su hermana la arrastraba en sus planes sin decírselo, pero, en el fondo, también quería saber más sobre su hermano. Las manos de la chiquilla se aferraron al cuero del sofá mientras que pensaba. Cada instante las miradas de sus hermanos eran más y más insistentes, haciendo que con ello sus mejillas se pusieran más y más rojas por la vergüenza de ser el centro de atención. No había duda que esas dos, aunque parecían idénticas, se trataba de polos opuestos.

    — Fue... Fue durante el concierto sinfónico de hace unos meses. ¿Recuerdan?

    Aunque el rostro de Irisha demostraba que no. Lev hizo un puño su mano y movió de arriba bajo para decir que sí. Lo recordaba bien, su hermana participaba en el violín, justo en la orilla de la segunda fila, había elegido un vestido negro con mangas largas y una falda amplia, llevaba botas negras que habían hecho rabiar a su madre durante todo el trayecto porque "no era adecuado vestir algo así" en un día tan importante. Entonces se sonrió, conteniéndose una risa pequeña y la incitó a que continuara hablando con un pequeño movimiento de su mano donde la invitó a sentarse en el asiento vacío a su lado. Su hermana asintió, y se apresuró a sentarse antes de volver a hablar con calma.

    — Ese día, desde el escenario, parecían una familia feliz. Podía ver cómo mamá tomaba la mano de papá y se le notaba el amor a ambos. Aleksandr no se veía tan molesto y parecía no importarle estar sentado junto a Niko y... Tú también te veías muy feliz. —Habló, una sonrisa tímida y divertida se asomó en sus labios cuando observó a su hermano. Sus miradas se cruzaron: Una estaba llena de alegría y la otra de confusión.— Aunque fue solo un poco, me dio mucha alegría verlos a todos juntos. Me sentí muy feliz... Y guardo ese recuerdo con mucho amor. —Con ambas manos en el pecho, Irina suspiró antes de tomar valor. Relamió sus labios, nerviosa, y dirigió la mirada a su hermano.— ¿Y tú? Como dijo Irisha. Debes tener alguno. Y nuestro nacimiento no cuenta, Lev, tampoco las tonterías que hacíamos de niñas. Debes tener algo. Lo que sea, no puedes estar triste todo el tiempo... En algún momento debes sentir algo más.

    « Dolor. » Lev no habló, pero sí lo pensó y se le notó en el rostro que no estaba dispuesto en hablar. Siempre había sentido dolor desde que Sasha muriera, desde que lo señalaran como el único culpable y... Desde que se había sentido abandonado por las únicas personas que debían procurarlo. No era su culpa, estaba seguro de que él no había tenido nada que ver con el accidente y que las cosas, desafortunadamente, solo habían sucedido. Sasha había dejado de respirar y... Ya, eso era todo lo que sucediera. Luego todo era borroso y difuso para él. Sin embargo, dentro de esa nube gris de pensamientos, se asomó un momento que brilló con fuerza sobre los demás. Era trivial, algo tonto para muchos, pero de gran valor para él. « Perro. » Movió sus manos con cuidado, poco después buscó su teléfono celular, el cual sacó del bolsillo, y comenzó a escribir un montón de cosas. Probablemente le tomó algunos minutos, pero cuando finalmente acabó, presionó el botón para reproducir el audio con esa voz robotizada del traductor.

    "Fue cuando llegó Boris. Nuestro perro. Fue hace dos años. Aún no puedo creer que Aleksandr aceptara que se quedara, especialmente por ser un perro tan peludo cuando odia que suelten pelo. Cuando Boris llegó a casa, me sentí muy feliz. Siempre había querido tener un perro, pero Aleksandr no quería y Sasha era alérgico."

    Ah, Boris, el adorable golden retriever de la familia. La única razón por la que valía la pena levantarse cada mañana con la intención de acicalarlo y verle traer las pelotas de tenis en el hocico, todo el día, de un lado a otro de la casa. Lev se rió solo de recordarlo, fue una risa extraña, porque movía los labios y los sonidos que emitía eran raros. No parecían risas, pues solo era su nariz resoplando una y otra vez al intentar contenerse mientras que escribía de nuevo.

    " Recuerdo que ese día le destrozó la billetera a Aleksandr. Se puso furioso, amenazó con echar al perro, lo maldijo hasta el cansancio, y al final mamá dijo que iba a quedarse porque yo lo necesitaba".

    Porque lo necesitaba. Aquellas palabras se repitieron una y otra vez en su cabeza, ¿realmente necesitaba del perro? Sí, pero no tanto como de sus padres. Suspiró, luego levantó los hombros para restarle interés al asunto y en su lugar encendió el televisor.

    — Oye, no es justo, yo quería continuar mi serie de ayer. Ese k-drama se quedó buenísimo, ¿por qué tenemos que ver otra vez Los Aristogatos? —Replicó Irisha mientras que se sentaba entre sus hermanos, obligándoles a hacerle espacio.— Es la tercera vez esta semana, ya estoy harta.

    « Porque soy el mayor, y porque yo pago. Ya elegirás cuando seas grande. Además, a nosotros dos no nos gusta Love Alarm. Es aburrida. »
    — Lev. —La voz de Irisha, firme como siempre, captó su atención al punto en que se vio obligado a bajar la revista que leía para mirarla. La gemela le sonrió, cómplice, mientras que se arrodillaba frente al sofá y se apoyaba contra el descansa brazos. Por otro lado, Irina se quedó de pie, detrás del sofá, y terminó inclinando el cuerpo hacia el frente para mirar por sobre el hombro de su hermano a su gemela. Casi parecía que, por primera vez, ninguna entendía lo que pasaba por la cabeza de la otra.—¿Recuerdas la última vez que fuiste feliz? Ese era un buen anzuelo. Irina solía ser así cuando tenía curiosidad o cuando algo la abrumaba; siempre hacía preguntas de manera sutil, aunque las sacara de la nada, pero siempre le seguía una explicación bien justificada de sus abruptas preguntas. Sólo que en esta ocasión no hubo ningún intento de justificación y, al mirar en sus ojos, pudo notar que su pregunta era seria. No era algo que se podía tomar a la ligera, tampoco algo que ignorar tan fácilmente o para lo que tuviese el corazón de cortar de tajo sus dudas. Nikolay se llevó la mano a la boca, pensativo, y detrás de aquel gesto maldijo en silencio cuando frunció los labios. Odiaba tocar el tema de la felicidad que no sentía y, también, odiaba que se hiciera presente el pasado. Cerró los ojos, y en sus adentros se repitió que ellas no eran culpables, que no lo hacían con malas intenciones y tampoco era un intento de sus otros familiares para sacarle algo de información. Luego de pensárselo, como por dos minutos, negó con lentitud. Incluso su mano izquierda se movió para decir que no con señas. Irina pareció molesta, se le notaba en la cara con ese ceño fruncido y esos ojos furiosos que no iba a aceptar esa respuesta. — ¿Cómo que no? Debe existir algo. La última vez que sentía felicidad fue durante nuestras vacaciones en Seúl. La cantidad de skin care y maquillaje que compré con el dinero de papá me hizo feliz. Ya sabes que él nunca quiere gastar dinero en esas cosas porque es una pérdida de tiempo y estoy muy joven. Pero fue un buen momento. ¿Cuál fue el tuyo, Irisha? Tanto Lev como Irina miraron a la menor de las gemelas. La rubia no pudo hacer nada más que sobresaltarse, detestaba cada vez que su hermana la arrastraba en sus planes sin decírselo, pero, en el fondo, también quería saber más sobre su hermano. Las manos de la chiquilla se aferraron al cuero del sofá mientras que pensaba. Cada instante las miradas de sus hermanos eran más y más insistentes, haciendo que con ello sus mejillas se pusieran más y más rojas por la vergüenza de ser el centro de atención. No había duda que esas dos, aunque parecían idénticas, se trataba de polos opuestos. — Fue... Fue durante el concierto sinfónico de hace unos meses. ¿Recuerdan? Aunque el rostro de Irisha demostraba que no. Lev hizo un puño su mano y movió de arriba bajo para decir que sí. Lo recordaba bien, su hermana participaba en el violín, justo en la orilla de la segunda fila, había elegido un vestido negro con mangas largas y una falda amplia, llevaba botas negras que habían hecho rabiar a su madre durante todo el trayecto porque "no era adecuado vestir algo así" en un día tan importante. Entonces se sonrió, conteniéndose una risa pequeña y la incitó a que continuara hablando con un pequeño movimiento de su mano donde la invitó a sentarse en el asiento vacío a su lado. Su hermana asintió, y se apresuró a sentarse antes de volver a hablar con calma. — Ese día, desde el escenario, parecían una familia feliz. Podía ver cómo mamá tomaba la mano de papá y se le notaba el amor a ambos. Aleksandr no se veía tan molesto y parecía no importarle estar sentado junto a Niko y... Tú también te veías muy feliz. —Habló, una sonrisa tímida y divertida se asomó en sus labios cuando observó a su hermano. Sus miradas se cruzaron: Una estaba llena de alegría y la otra de confusión.— Aunque fue solo un poco, me dio mucha alegría verlos a todos juntos. Me sentí muy feliz... Y guardo ese recuerdo con mucho amor. —Con ambas manos en el pecho, Irina suspiró antes de tomar valor. Relamió sus labios, nerviosa, y dirigió la mirada a su hermano.— ¿Y tú? Como dijo Irisha. Debes tener alguno. Y nuestro nacimiento no cuenta, Lev, tampoco las tonterías que hacíamos de niñas. Debes tener algo. Lo que sea, no puedes estar triste todo el tiempo... En algún momento debes sentir algo más. « Dolor. » Lev no habló, pero sí lo pensó y se le notó en el rostro que no estaba dispuesto en hablar. Siempre había sentido dolor desde que Sasha muriera, desde que lo señalaran como el único culpable y... Desde que se había sentido abandonado por las únicas personas que debían procurarlo. No era su culpa, estaba seguro de que él no había tenido nada que ver con el accidente y que las cosas, desafortunadamente, solo habían sucedido. Sasha había dejado de respirar y... Ya, eso era todo lo que sucediera. Luego todo era borroso y difuso para él. Sin embargo, dentro de esa nube gris de pensamientos, se asomó un momento que brilló con fuerza sobre los demás. Era trivial, algo tonto para muchos, pero de gran valor para él. « Perro. » Movió sus manos con cuidado, poco después buscó su teléfono celular, el cual sacó del bolsillo, y comenzó a escribir un montón de cosas. Probablemente le tomó algunos minutos, pero cuando finalmente acabó, presionó el botón para reproducir el audio con esa voz robotizada del traductor. "Fue cuando llegó Boris. Nuestro perro. Fue hace dos años. Aún no puedo creer que Aleksandr aceptara que se quedara, especialmente por ser un perro tan peludo cuando odia que suelten pelo. Cuando Boris llegó a casa, me sentí muy feliz. Siempre había querido tener un perro, pero Aleksandr no quería y Sasha era alérgico." Ah, Boris, el adorable golden retriever de la familia. La única razón por la que valía la pena levantarse cada mañana con la intención de acicalarlo y verle traer las pelotas de tenis en el hocico, todo el día, de un lado a otro de la casa. Lev se rió solo de recordarlo, fue una risa extraña, porque movía los labios y los sonidos que emitía eran raros. No parecían risas, pues solo era su nariz resoplando una y otra vez al intentar contenerse mientras que escribía de nuevo. " Recuerdo que ese día le destrozó la billetera a Aleksandr. Se puso furioso, amenazó con echar al perro, lo maldijo hasta el cansancio, y al final mamá dijo que iba a quedarse porque yo lo necesitaba". Porque lo necesitaba. Aquellas palabras se repitieron una y otra vez en su cabeza, ¿realmente necesitaba del perro? Sí, pero no tanto como de sus padres. Suspiró, luego levantó los hombros para restarle interés al asunto y en su lugar encendió el televisor. — Oye, no es justo, yo quería continuar mi serie de ayer. Ese k-drama se quedó buenísimo, ¿por qué tenemos que ver otra vez Los Aristogatos? —Replicó Irisha mientras que se sentaba entre sus hermanos, obligándoles a hacerle espacio.— Es la tercera vez esta semana, ya estoy harta. « Porque soy el mayor, y porque yo pago. Ya elegirás cuando seas grande. Además, a nosotros dos no nos gusta Love Alarm. Es aburrida. »
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  • //Queria hacer esta escena como parte del regalo que te di, [Anouk] X3


    (El chico robot se quita el mameluco de piel sintetica, y se sube el hoodie, mostrandose tal y como es con el metal blancuzco y el corazón/botón en el centro. Pero ahora, abre los paneles de su pecho, mostrando sus sistemas internos y principalmente, su corazón sintetico latiendo aún)

    Hiro: Quiero que lo tome, señorita Anillo :3 No se asuste, tengo otro en ese maletin de ahi, podra reconectarmelo despues pero... queria darle en su cumpleaños algo importante y que valiera mucho. No se si es el mejor regalo, pero quiero que lo tenga siempre con usted... siempre, señorita Anillo :"3

    (Se le caen las lagrimas un poco)
    //Queria hacer esta escena como parte del regalo que te di, [Anouk] X3 (El chico robot se quita el mameluco de piel sintetica, y se sube el hoodie, mostrandose tal y como es con el metal blancuzco y el corazón/botón en el centro. Pero ahora, abre los paneles de su pecho, mostrando sus sistemas internos y principalmente, su corazón sintetico latiendo aún) Hiro: Quiero que lo tome, señorita Anillo :3 No se asuste, tengo otro en ese maletin de ahi, podra reconectarmelo despues pero... queria darle en su cumpleaños algo importante y que valiera mucho. No se si es el mejor regalo, pero quiero que lo tenga siempre con usted... siempre, señorita Anillo :"3 (Se le caen las lagrimas un poco)
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  • Era un día común en la escuela, y Shoko estaba más que lista para una pausa bien merecida. Había sobrevivido a un sinfín de quejas de estudiantes sobre rasguños "mortales" y "heridas letales" que no eran más que cortes superficiales. Todo lo que quería era un café frío de la máquina expendedora cerca de la enfermería.

    Con su cigarrillo apagado en los labios y unas monedas en la mano, se dirigió al imponente artefacto, que, según los rumores, tenía una tendencia a "tragarse" el dinero de los estudiantes.

    —No me decepciones —le dijo a la máquina, como si fuera un compañero de trabajo que ya había arruinado demasiadas cosas.

    Insertó las monedas y pulsó el botón para su café frío favorito. La máquina zumbó, parpadeó... y nada salió. Shoko la miró fijamente, evaluando la situación como si se tratara de una cirugía de alto riesgo.

    —Ah, ¿así vamos a jugar? —murmuró, encendiendo el cigarrillo para calmarse mientras observaba el panel de botones.

    Volvió a presionar. Esta vez con más fuerza. El zumbido aumentó, pero el café seguía sin aparecer. Shoko soltó el humo con un suspiro cansado y dio un paso atrás, evaluando sus opciones.

    Plan A: Presionar todos los botones. Lo hizo, y lo único que consiguió fue un ruido preocupante y más luces parpadeantes.
    Plan B: Golpear la máquina. Dio un leve empujón con la cadera, y luego un golpe con el puño. Nada.
    Plan C: Llamar a alguien para que la ayudara. Pero, claro, no iba a darle esa satisfacción a nadie.

    —Está bien. Si quieres guerra, tendrás guerra.

    Con una determinación poco común, Shoko dejó su cigarrillo a un lado y se arremangó. Intentó inclinar la máquina hacia adelante, pero esta se tambaleó y cayó de golpe hacia atrás. El ruido resonó en toda la escuela.

    La puerta del pasillo se abrió de golpe, y un par de estudiantes asomaron la cabeza.

    —¿Doctora Ieiri? ¿Está bien? —preguntó uno, con una mezcla de curiosidad y miedo.

    —Perfectamente —respondió Shoko, sacudiéndose el polvo de las manos mientras encendía otro cigarrillo—. Ahora, largo de aquí. —

    Los estudiantes desaparecieron al instante, y Shoko volvió a mirar a la máquina, que yacía en el suelo con una leve inclinación. Fue entonces cuando vio su victoria: el café frío rodó lentamente fuera de la ranura, como un soldado derrotado que entregaba sus armas.

    Shoko lo recogió, dio un sorbo y suspiró con satisfacción.

    —Sabía que ganaría, pero tenía que hacerte sufrir.

    Dejó la máquina en el suelo y volvió a la enfermería como si nada hubiera pasado. Desde ese día, nadie se atrevió a tocar la máquina expendedora sin antes asegurarse de que Shoko no estuviera cerca.

    Era un día común en la escuela, y Shoko estaba más que lista para una pausa bien merecida. Había sobrevivido a un sinfín de quejas de estudiantes sobre rasguños "mortales" y "heridas letales" que no eran más que cortes superficiales. Todo lo que quería era un café frío de la máquina expendedora cerca de la enfermería. Con su cigarrillo apagado en los labios y unas monedas en la mano, se dirigió al imponente artefacto, que, según los rumores, tenía una tendencia a "tragarse" el dinero de los estudiantes. —No me decepciones —le dijo a la máquina, como si fuera un compañero de trabajo que ya había arruinado demasiadas cosas. Insertó las monedas y pulsó el botón para su café frío favorito. La máquina zumbó, parpadeó... y nada salió. Shoko la miró fijamente, evaluando la situación como si se tratara de una cirugía de alto riesgo. —Ah, ¿así vamos a jugar? —murmuró, encendiendo el cigarrillo para calmarse mientras observaba el panel de botones. Volvió a presionar. Esta vez con más fuerza. El zumbido aumentó, pero el café seguía sin aparecer. Shoko soltó el humo con un suspiro cansado y dio un paso atrás, evaluando sus opciones. Plan A: Presionar todos los botones. Lo hizo, y lo único que consiguió fue un ruido preocupante y más luces parpadeantes. Plan B: Golpear la máquina. Dio un leve empujón con la cadera, y luego un golpe con el puño. Nada. Plan C: Llamar a alguien para que la ayudara. Pero, claro, no iba a darle esa satisfacción a nadie. —Está bien. Si quieres guerra, tendrás guerra. Con una determinación poco común, Shoko dejó su cigarrillo a un lado y se arremangó. Intentó inclinar la máquina hacia adelante, pero esta se tambaleó y cayó de golpe hacia atrás. El ruido resonó en toda la escuela. La puerta del pasillo se abrió de golpe, y un par de estudiantes asomaron la cabeza. —¿Doctora Ieiri? ¿Está bien? —preguntó uno, con una mezcla de curiosidad y miedo. —Perfectamente —respondió Shoko, sacudiéndose el polvo de las manos mientras encendía otro cigarrillo—. Ahora, largo de aquí. — Los estudiantes desaparecieron al instante, y Shoko volvió a mirar a la máquina, que yacía en el suelo con una leve inclinación. Fue entonces cuando vio su victoria: el café frío rodó lentamente fuera de la ranura, como un soldado derrotado que entregaba sus armas. Shoko lo recogió, dio un sorbo y suspiró con satisfacción. —Sabía que ganaría, pero tenía que hacerte sufrir. Dejó la máquina en el suelo y volvió a la enfermería como si nada hubiera pasado. Desde ese día, nadie se atrevió a tocar la máquina expendedora sin antes asegurarse de que Shoko no estuviera cerca.
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