• ──── 𝘛𝘩𝘦 𝘥𝘦𝘣𝘵 𝘩𝘢𝘴 𝘣𝘦𝘦𝘯 𝘱𝘢𝘪𝘥. ──── 𝑃𝑟𝑒𝑠𝑒𝑛𝑡 𝐷𝑎𝑦 | ℭ𝔥𝔞𝔭𝔱𝔢𝔯 [𝟷𝟷]

    [] 𝑃𝑎𝑟í𝑠, 𝐹𝑟𝑎𝑛𝑐𝑖𝑎 — 𝟷𝟶:𝟹𝟶 𝑃.𝑀

    La noche parisina caía como un velo de terciopelo negro sobre el Sena, cuando el vuelo desde Buenos Aires aterrizó en Charles de Gaulle. Santiago descendió del avión con la elegancia de un fantasma, su abrigo negro ondeando ligeramente con la brisa otoñal. Sus ojos rojos ocultos tras lentes ahumados, piel pálida que no reflejaba la luz, y un aura que hacía que los mortales se apartaran instintivamente.

    Argentino de nacimiento, pero con siglos de vagabundeo por el infierno y la tierra, hablaba francés como si hubiera nacido en las calles de Montmartre.

    Tomó un taxi hacia el distrito 16, donde las mansiones de los poderosos se erguían como fortalezas de mármol y oro. Su objetivo: Pierre Duval, el Ministro de Defensa de Francia, un hombre que había cruzado caminos con Santiago décadas atrás, cuándo se deshacía de los opositores u aquellos que atentaban contra él. Pero los contratos cambian, y esta vez, el pago venía por una deuda pendiente del mismísimo Pierre.

    La mansión de Duval era un palacio neoclásico, rodeado de jardines manicureados y vigilado por guardias armados con fusiles de asalto. Santiago se acercó a la verja principal, su silueta recortada contra las luces de la ciudad. Uno de los guardias, un tipo fornido con auricular, lo detuvo.

    Guardia: ──── Identifiez-vous. ────

    Gruñó el guardia, mano en la pistolera.
    Santiago sonrió, revelando colmillos apenas perceptibles.

    ──── Dites à Monsieur Duval que c'est un vieil ami d'Argentine. Santiago. Il me connaît depuis longtemps.────

    El guardia dudó, pero el nombre surtió efecto. Llamó por radio, y tras un minuto de silencio tenso, la verja se abrió.

    Dos guardias más lo escoltaron por el camino de gravilla, sus botas crujiendo como huesos rotos. Santiago caminaba con calma, inhalando el aroma a rosas y poder corrupto.
    En el vestíbulo de mármol, iluminado por candelabros de cristal, Pierre Duval lo esperaba. El ministro era un hombre de sesenta años, elegante en su traje a medida, con una copa de coñac en la mano. Su rostro se iluminó con una mezcla de sorpresa y nostalgia.

    Pierre : ──── Santiago! Mon Dieu, ça fait combien... vingt ans? Depuis Brazzaville. Entre, entre. Qu'est-ce qui t'amène à Paris? Un contrat?────


    Santiago entró, quitándose los guantes lentamente.

    ──── Exactement, Pierre. Un contrat. Mais cette fois, c'est toi la cible. ────

    Los ojos de Duval se abrieron de par en par. Intentó retroceder, pero los guardias ya estaban alertas.

    Los dos guardias en la puerta levantaron sus armas, pero Santiago fue más rápido. Con un movimiento fluido, extendió la mano y envolviendo su cuello hasta romperlo. El hombre gritó mientras su cuerpo se retorcía, huesos crujiendo como ramas secas, hasta colapsar en un montón de carne inerte.

    El segundo disparó, balas silbando en el aire, pero rebotaron en la piel de Santiago como gotas de lluvia en acero.

    ──── Tu n'as pas changé du tout, Pierre. Tu continues d'échouer malgré toute la sécurité dont tu disposes.────

    El guardia restante cargó con un cuchillo, pero Santiago lo agarró por el cuello, levantándolo del suelo. Con un chasquido, el cuello se quebró.

    El cuerpo cayó pesadamente sobre la alfombra persa.
    Duval retrocedió hacia su escritorio, presionando un botón de pánico oculto.

    Pierre : ──── Pourquoi? Qui t'a payé? On était amis! ────

    Santiago se rio, un sonido gutural que resonó como eco en el infierno.

    ──── Amis ? Nous n'avons jamais été amis. Tu as rompu le pacte, et maintenant tu dois payer. Le démon qui est en moi n'oublie pas. Et ce soir, le prix à payer sera ton sang. ────

    Más guardias irrumpieron desde las escaleras: cuatro en total, armados hasta los dientes. Disparos retumbaron en la mansión, astillando muebles antiguos y perforando paredes. Santiago se movió como humo, esquivando balas. Saco rápidamente su 9mm, solo fueron dos disparos certeros; una a la cabeza de los dos guardias que cubrían la delantera.

    Los últimos dos intentaron flanquearlo. Uno disparó una ráfaga que rozó el hombro de Santiago, rasgando el abrigo pero no la piel.

    ──── Pathétique. ────

    Siseó él, lanzando una daga oculta en su saco que se clavó en la garganta del tirador. El último guardia, aterrorizado, vació su cargador.

    Santiago, apunto nuevamente y disparó otro certero tiro en la cabeza del guardia restante. Duval, acorralado detrás del escritorio, sacó una pistola de un cajón.

    Pierre : ──── Attends! Je peux payer le double! Triple! ────

    Santiago se acercó, ignorando el arma.

    Tomó la pistola de la mano temblorosa de Duval y la aplastó como papel. Luego, con delicadeza casi amorosa, colocó una mano en la frente del ministro y luego la bajó rápidamente para tomarlo del cuello apretando fuertemente.

    ──── Adieu, Pierre. L'enfer t'attend. . . ────

    Hizo una pequeña pausa.

    ────𝘌𝘴𝘱𝘦𝘳𝘰 𝘵𝘦 𝘱𝘶𝘥𝘳𝘢𝘴 𝘦𝘯 𝘦𝘭 𝘪𝘯𝘧𝘪𝘦𝘳𝘯𝘰, 𝘧𝘳𝘢𝘯𝘤é𝘴 𝘣𝘢𝘴𝘵𝘢𝘳𝘥𝘰. ────

    Un pulso fuerte recorrió el cuerpo del ministro. Su piel se agrietó ante aquél tacto, sangre negra brotando como lava. Gritó una última vez hasta que se escucho rápidamente el filo de la garra atravesando su cuello y un rápido movimiento, firme y perfecto realizando un corte limpió donde la cabeza salió rodando por los suelos dejando un camino de sangre en el transcurso.

    Santiago se limpió las manos en el abrigo, admirando el caos: cuerpos destrozados, sangre salpicando tapices renacentistas. Sacó un cigarrillo, lo encendió con una llama de su dedo, y exhaló humo hacia el techo.

    ──── Paris est toujours aussi belle la nuit. J'ai récupéré ce que vous me deviez. ────

    Murmuró, antes de desvanecerse en las sombras, dejando la mansión como un mausoleo de los caídos. El demonio había cobrado su deuda.
    ──── 𝘛𝘩𝘦 𝘥𝘦𝘣𝘵 𝘩𝘢𝘴 𝘣𝘦𝘦𝘯 𝘱𝘢𝘪𝘥. ──── 𝑃𝑟𝑒𝑠𝑒𝑛𝑡 𝐷𝑎𝑦 | ℭ𝔥𝔞𝔭𝔱𝔢𝔯 [𝟷𝟷] [🇫🇷] 𝑃𝑎𝑟í𝑠, 𝐹𝑟𝑎𝑛𝑐𝑖𝑎 — 𝟷𝟶:𝟹𝟶 𝑃.𝑀 La noche parisina caía como un velo de terciopelo negro sobre el Sena, cuando el vuelo desde Buenos Aires aterrizó en Charles de Gaulle. Santiago descendió del avión con la elegancia de un fantasma, su abrigo negro ondeando ligeramente con la brisa otoñal. Sus ojos rojos ocultos tras lentes ahumados, piel pálida que no reflejaba la luz, y un aura que hacía que los mortales se apartaran instintivamente. Argentino de nacimiento, pero con siglos de vagabundeo por el infierno y la tierra, hablaba francés como si hubiera nacido en las calles de Montmartre. Tomó un taxi hacia el distrito 16, donde las mansiones de los poderosos se erguían como fortalezas de mármol y oro. Su objetivo: Pierre Duval, el Ministro de Defensa de Francia, un hombre que había cruzado caminos con Santiago décadas atrás, cuándo se deshacía de los opositores u aquellos que atentaban contra él. Pero los contratos cambian, y esta vez, el pago venía por una deuda pendiente del mismísimo Pierre. La mansión de Duval era un palacio neoclásico, rodeado de jardines manicureados y vigilado por guardias armados con fusiles de asalto. Santiago se acercó a la verja principal, su silueta recortada contra las luces de la ciudad. Uno de los guardias, un tipo fornido con auricular, lo detuvo. Guardia: ──── Identifiez-vous. ──── Gruñó el guardia, mano en la pistolera. Santiago sonrió, revelando colmillos apenas perceptibles. ──── Dites à Monsieur Duval que c'est un vieil ami d'Argentine. Santiago. Il me connaît depuis longtemps.──── El guardia dudó, pero el nombre surtió efecto. Llamó por radio, y tras un minuto de silencio tenso, la verja se abrió. Dos guardias más lo escoltaron por el camino de gravilla, sus botas crujiendo como huesos rotos. Santiago caminaba con calma, inhalando el aroma a rosas y poder corrupto. En el vestíbulo de mármol, iluminado por candelabros de cristal, Pierre Duval lo esperaba. El ministro era un hombre de sesenta años, elegante en su traje a medida, con una copa de coñac en la mano. Su rostro se iluminó con una mezcla de sorpresa y nostalgia. Pierre : ──── Santiago! Mon Dieu, ça fait combien... vingt ans? Depuis Brazzaville. Entre, entre. Qu'est-ce qui t'amène à Paris? Un contrat?──── Santiago entró, quitándose los guantes lentamente. ──── Exactement, Pierre. Un contrat. Mais cette fois, c'est toi la cible. ──── Los ojos de Duval se abrieron de par en par. Intentó retroceder, pero los guardias ya estaban alertas. Los dos guardias en la puerta levantaron sus armas, pero Santiago fue más rápido. Con un movimiento fluido, extendió la mano y envolviendo su cuello hasta romperlo. El hombre gritó mientras su cuerpo se retorcía, huesos crujiendo como ramas secas, hasta colapsar en un montón de carne inerte. El segundo disparó, balas silbando en el aire, pero rebotaron en la piel de Santiago como gotas de lluvia en acero. ──── Tu n'as pas changé du tout, Pierre. Tu continues d'échouer malgré toute la sécurité dont tu disposes.──── El guardia restante cargó con un cuchillo, pero Santiago lo agarró por el cuello, levantándolo del suelo. Con un chasquido, el cuello se quebró. El cuerpo cayó pesadamente sobre la alfombra persa. Duval retrocedió hacia su escritorio, presionando un botón de pánico oculto. Pierre : ──── Pourquoi? Qui t'a payé? On était amis! ──── Santiago se rio, un sonido gutural que resonó como eco en el infierno. ──── Amis ? Nous n'avons jamais été amis. Tu as rompu le pacte, et maintenant tu dois payer. Le démon qui est en moi n'oublie pas. Et ce soir, le prix à payer sera ton sang. ──── Más guardias irrumpieron desde las escaleras: cuatro en total, armados hasta los dientes. Disparos retumbaron en la mansión, astillando muebles antiguos y perforando paredes. Santiago se movió como humo, esquivando balas. Saco rápidamente su 9mm, solo fueron dos disparos certeros; una a la cabeza de los dos guardias que cubrían la delantera. Los últimos dos intentaron flanquearlo. Uno disparó una ráfaga que rozó el hombro de Santiago, rasgando el abrigo pero no la piel. ──── Pathétique. ──── Siseó él, lanzando una daga oculta en su saco que se clavó en la garganta del tirador. El último guardia, aterrorizado, vació su cargador. Santiago, apunto nuevamente y disparó otro certero tiro en la cabeza del guardia restante. Duval, acorralado detrás del escritorio, sacó una pistola de un cajón. Pierre : ──── Attends! Je peux payer le double! Triple! ──── Santiago se acercó, ignorando el arma. Tomó la pistola de la mano temblorosa de Duval y la aplastó como papel. Luego, con delicadeza casi amorosa, colocó una mano en la frente del ministro y luego la bajó rápidamente para tomarlo del cuello apretando fuertemente. ──── Adieu, Pierre. L'enfer t'attend. . . ──── Hizo una pequeña pausa. ────𝘌𝘴𝘱𝘦𝘳𝘰 𝘵𝘦 𝘱𝘶𝘥𝘳𝘢𝘴 𝘦𝘯 𝘦𝘭 𝘪𝘯𝘧𝘪𝘦𝘳𝘯𝘰, 𝘧𝘳𝘢𝘯𝘤é𝘴 𝘣𝘢𝘴𝘵𝘢𝘳𝘥𝘰. ──── Un pulso fuerte recorrió el cuerpo del ministro. Su piel se agrietó ante aquél tacto, sangre negra brotando como lava. Gritó una última vez hasta que se escucho rápidamente el filo de la garra atravesando su cuello y un rápido movimiento, firme y perfecto realizando un corte limpió donde la cabeza salió rodando por los suelos dejando un camino de sangre en el transcurso. Santiago se limpió las manos en el abrigo, admirando el caos: cuerpos destrozados, sangre salpicando tapices renacentistas. Sacó un cigarrillo, lo encendió con una llama de su dedo, y exhaló humo hacia el techo. ──── Paris est toujours aussi belle la nuit. J'ai récupéré ce que vous me deviez. ──── Murmuró, antes de desvanecerse en las sombras, dejando la mansión como un mausoleo de los caídos. El demonio había cobrado su deuda.
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  • ° ❀ ⋆ .ೃ ¡No-nooo! ¡No, no, no, no! *golpetea el botón del control con el dedo, desesperada* ¡¿Por qué no funciona ahoraaa?! ࿔ * : ・
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    Fandom Sin Fandom
    Categoría Slice of Life
    Olivia Romero

    Katherine terminó de apilar las últimas hojas sobre el escritorio como quien coloca los peldaños que faltan en una escalera: con mano firme y la respiración contenida. El reloj sobre el escritorio marcaba las 22:48 y la oficina de MIRROR, con sus paredes acristaladas y pantallas apagadas, ya olía a tinta fría y a café viejo.

    «Rachel me matará cuando llegue a casa», pensó con una sonrisa corta

    Guardó la laptop en el bolso con cuidado, como quien guarda un objeto valioso que además es una parte de sí misma. Apagó la PC; las luces se extinguieron una por una, como si alguien fuera tirando de un cordón invisible. Se colgó el abrigo al hombro, comprobó con la yema del dedo el cierre de la bolsa y cerró la puerta de su oficina. El clic de la cerradura resonó en el pasillo largo, un sonido pequeño que, sin embargo, marcó el fin del día laboral.

    Empezó a caminar hacia el elevador. Sus tacones golpeaban el suelo en un ritmo que ella intentó mantener contenido —no quería despertar fantasmas de trabajo en la mente todavía—. Al llegar, pulsó planta baja; el panel indicó el descenso y, unos segundos después, el ascensor se detuvo en el piso 16. Katherine, que estaba en el 17, se hizo a un lado para dejar entrar a una joven rubia. Mientras tanto sacó el móvil con un gesto automático y escribió un mensaje corto, directo, lo esencial que siempre decía cuando necesitaba calmar a Rachel antes de entrar a la casa:

    "Ya estoy en camino, cielo.
    Te debo una cena "

    Lo envió y guardó el teléfono; la pantalla volvió a quedarse negra en su mano. Por un momento, dejó que la sonrisa se ensanchara: Rachel diría que no, que no quería la cena, que prefería un abrazo, y ella ya sabía que al final Rachel la perdonaría con una sesión de besos y una película de por medio.

    El ascensor reinició su movimiento pero, al detenerse en la planta 13, Katherine suspiró y dejó el móvil en el bolsillo con un refunfuño que no alcanzó a convertirse en queja.

    —Mierda, se supone que es de última tecnología —murmuró, golpeando el botón de planta baja otra vez, como quien intenta convencer a un caprichoso de que haga lo que le corresponde.

    Sus palabras se esparcieron en el reducido espacio metálico y rebotaron en los paneles pulidos. Un olor a limpieza industrial y a metal caliente llenó el ambiente. Tocó el botón con el mismo dedo con el que apenas un instante antes había cerrado el bolso; notó el leve temblor de su mano, más por cansancio que por nervios.

    Sin embargo, antes de que el ascensor pudiera reanudar la marcha, la luz se cortó. Un silencio absoluto se tragó los pequeños ruidos eléctricos y, por un segundo, solo quedaron los latidos de su propio pulso en sus oídos.
    [flash_brass_tiger_817] Katherine terminó de apilar las últimas hojas sobre el escritorio como quien coloca los peldaños que faltan en una escalera: con mano firme y la respiración contenida. El reloj sobre el escritorio marcaba las 22:48 y la oficina de MIRROR, con sus paredes acristaladas y pantallas apagadas, ya olía a tinta fría y a café viejo. «Rachel me matará cuando llegue a casa», pensó con una sonrisa corta Guardó la laptop en el bolso con cuidado, como quien guarda un objeto valioso que además es una parte de sí misma. Apagó la PC; las luces se extinguieron una por una, como si alguien fuera tirando de un cordón invisible. Se colgó el abrigo al hombro, comprobó con la yema del dedo el cierre de la bolsa y cerró la puerta de su oficina. El clic de la cerradura resonó en el pasillo largo, un sonido pequeño que, sin embargo, marcó el fin del día laboral. Empezó a caminar hacia el elevador. Sus tacones golpeaban el suelo en un ritmo que ella intentó mantener contenido —no quería despertar fantasmas de trabajo en la mente todavía—. Al llegar, pulsó planta baja; el panel indicó el descenso y, unos segundos después, el ascensor se detuvo en el piso 16. Katherine, que estaba en el 17, se hizo a un lado para dejar entrar a una joven rubia. Mientras tanto sacó el móvil con un gesto automático y escribió un mensaje corto, directo, lo esencial que siempre decía cuando necesitaba calmar a Rachel antes de entrar a la casa: "Ya estoy en camino, cielo. Te debo una cena 🤍" Lo envió y guardó el teléfono; la pantalla volvió a quedarse negra en su mano. Por un momento, dejó que la sonrisa se ensanchara: Rachel diría que no, que no quería la cena, que prefería un abrazo, y ella ya sabía que al final Rachel la perdonaría con una sesión de besos y una película de por medio. El ascensor reinició su movimiento pero, al detenerse en la planta 13, Katherine suspiró y dejó el móvil en el bolsillo con un refunfuño que no alcanzó a convertirse en queja. —Mierda, se supone que es de última tecnología —murmuró, golpeando el botón de planta baja otra vez, como quien intenta convencer a un caprichoso de que haga lo que le corresponde. Sus palabras se esparcieron en el reducido espacio metálico y rebotaron en los paneles pulidos. Un olor a limpieza industrial y a metal caliente llenó el ambiente. Tocó el botón con el mismo dedo con el que apenas un instante antes había cerrado el bolso; notó el leve temblor de su mano, más por cansancio que por nervios. Sin embargo, antes de que el ascensor pudiera reanudar la marcha, la luz se cortó. Un silencio absoluto se tragó los pequeños ruidos eléctricos y, por un segundo, solo quedaron los latidos de su propio pulso en sus oídos.
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  • " Lleva un buen rato con un contador manual oxidado que lo había encontrado en un callejón, de niño era un absorto con esto, solo presionaba el botón y el contador aumentaba con cada pulsada que le daba con el pulgar. "

    " Para un momento mientras caminaba y lanza el contador a su otra mano, prosigue con pulsar rápidamente haciendo apenas sonoro el "Chok" oxidado del metal al presionar. "

    ─ Tiempos sin ver uno de estos.
    " Lleva un buen rato con un contador manual oxidado que lo había encontrado en un callejón, de niño era un absorto con esto, solo presionaba el botón y el contador aumentaba con cada pulsada que le daba con el pulgar. " " Para un momento mientras caminaba y lanza el contador a su otra mano, prosigue con pulsar rápidamente haciendo apenas sonoro el "Chok" oxidado del metal al presionar. " ㊗️ ─ Tiempos sin ver uno de estos.
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  • https://vt.tiktok.com/ZSUBRWSnc/

    -Todavía no me atrevía a ingresar en mi propio estudio de radio que estaba en el hotel. Deslicé mi mano por la puerta, exhalando un suspiro y finalmente alejándome, dirigiendo mis pasos fuera del Hazbin Hotel. Sin pensarlo, llegué al barrio caníbal; fue allí donde logré relajarme un poco. Estar en ese hotel era agotador; sin embargo, conservar mi sonrisa para los demás no era sencillo.
    Mi sombra, al buscar distraerme de mis pensamientos, apuntó hacia mi micrófono.-

    —¿Qué está ocurriendo? ¿De verdad deseas que cante, o lo que realmente quieres es que esté en vivo transmitiendo mi voz, mm?

    -Mi sombra, asintiendo de forma irónica, se deslizaba por las esquinas riendo, transmitiéndome un poco su alegría, lo que me llevó a reírme.-

    —Está bien, está bien, tú ganas. Mmm... dejame ver qué puedo interpretar... mm... ¡Ohhh! ¡Lo tengo!

    -Alzando mi micrófono, comencé a entonar, resonando en el cuarto. Mi sombra accionó un botón que mantenía la señal encendida, provocando que mi voz comenzara a resonar por todos los círculos del infierno.-
    https://vt.tiktok.com/ZSUBRWSnc/ -Todavía no me atrevía a ingresar en mi propio estudio de radio que estaba en el hotel. Deslicé mi mano por la puerta, exhalando un suspiro y finalmente alejándome, dirigiendo mis pasos fuera del Hazbin Hotel. Sin pensarlo, llegué al barrio caníbal; fue allí donde logré relajarme un poco. Estar en ese hotel era agotador; sin embargo, conservar mi sonrisa para los demás no era sencillo. Mi sombra, al buscar distraerme de mis pensamientos, apuntó hacia mi micrófono.- —¿Qué está ocurriendo? ¿De verdad deseas que cante, o lo que realmente quieres es que esté en vivo transmitiendo mi voz, mm? -Mi sombra, asintiendo de forma irónica, se deslizaba por las esquinas riendo, transmitiéndome un poco su alegría, lo que me llevó a reírme.- —Está bien, está bien, tú ganas. Mmm... dejame ver qué puedo interpretar... mm... ¡Ohhh! ¡Lo tengo! -Alzando mi micrófono, comencé a entonar, resonando en el cuarto. Mi sombra accionó un botón que mantenía la señal encendida, provocando que mi voz comenzara a resonar por todos los círculos del infierno.-
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  • ¡𝑷𝒆𝒓𝒇𝒆𝒄𝒕𝒐.ᐟ 𝑨𝒉𝒐𝒓𝒂 𝒅𝒂𝒎𝒆 𝒆𝒔𝒆 𝒎𝒂𝒍𝒅𝒊𝒕𝒐 𝒐𝒔𝒐.
    Fandom DnD, Dungeons and Dragons
    Categoría Otros
    — 𝒔𝒕𝒂𝒓𝒕𝒆𝒓 𝒑𝒂𝒓𝒂 ℛ𝒽𝑒𝓉𝓉

    Hacía ya meses que la pelirroja había atravesado un portal del Feywild y había terminado en tierras mortales, concretamente en algún lugar que no conocía en la región de la Costa de la Espada.

    Anraste estaba sentada con las piernas en posición de flor de loto, frente a un guardia Puño de Hierro, ambos parecían excesivamente concentrados en lo que estaban haciendo, estaban tirando unos dados, y por la cara del guardia, la cosa pintaba demasiado bien para él. Al menos en sus últimas tiradas, claro.

    Anraste estaba cruzada de brazos con su gran espadón detrás de ella en el suelo, lo cual era raro en ella pero teniendo en cuenta que estaba jugando a los dados no era tan raro.

    El guardia tiró los dados y su cara reflejó una derrota aplastante lo que hizo que la pelirroja mujer sonriera de forma ladina.

    — Ale, ya puedes dármelo. ¡Dame eso que tienes que es de más valor para ti!

    La enguantada mano de cuero de Anraste se extendía hacia el guardia que se echaba hacia atrás a la vez que la pelirroja se echaba hacia delante.

    — ¡VAMOS! UN TRATO ES UN TRATO.

    Alzó la voz, por supuesto que la alzó. El Puño de Hierro giró levemente hacia su zurrón y sacó un osito de peluche, se veía muy maltratado por el tiempo y de hecho, le faltaba uno de sus ojos que era un botón.

    Aquello molestó a Anraste pues esperaba algo como un arma, o comida, no un ¡Oso mohoso!

    — ¡𝑷𝒆𝒓𝒇𝒆𝒄𝒕𝒐.ᐟ 𝑨𝒉𝒐𝒓𝒂 𝒅𝒂𝒎𝒆 𝒆𝒔𝒆 𝒎𝒂𝒍𝒅𝒊𝒕𝒐 𝒐𝒔𝒐.

    Pronunció con un acento que claramente no era de aquel plano, sus r's marcadas, sus vocales casi cantadas, era una voz que invitaba a obedecer, era la voz de un fae, de un Eladrin.
    — 𝒔𝒕𝒂𝒓𝒕𝒆𝒓 𝒑𝒂𝒓𝒂 [m4sterofshadows] Hacía ya meses que la pelirroja había atravesado un portal del Feywild y había terminado en tierras mortales, concretamente en algún lugar que no conocía en la región de la Costa de la Espada. Anraste estaba sentada con las piernas en posición de flor de loto, frente a un guardia Puño de Hierro, ambos parecían excesivamente concentrados en lo que estaban haciendo, estaban tirando unos dados, y por la cara del guardia, la cosa pintaba demasiado bien para él. Al menos en sus últimas tiradas, claro. Anraste estaba cruzada de brazos con su gran espadón detrás de ella en el suelo, lo cual era raro en ella pero teniendo en cuenta que estaba jugando a los dados no era tan raro. El guardia tiró los dados y su cara reflejó una derrota aplastante lo que hizo que la pelirroja mujer sonriera de forma ladina. — Ale, ya puedes dármelo. ¡Dame eso que tienes que es de más valor para ti! La enguantada mano de cuero de Anraste se extendía hacia el guardia que se echaba hacia atrás a la vez que la pelirroja se echaba hacia delante. — ¡VAMOS! UN TRATO ES UN TRATO. Alzó la voz, por supuesto que la alzó. El Puño de Hierro giró levemente hacia su zurrón y sacó un osito de peluche, se veía muy maltratado por el tiempo y de hecho, le faltaba uno de sus ojos que era un botón. Aquello molestó a Anraste pues esperaba algo como un arma, o comida, no un ¡Oso mohoso! — ¡𝑷𝒆𝒓𝒇𝒆𝒄𝒕𝒐.ᐟ 𝑨𝒉𝒐𝒓𝒂 𝒅𝒂𝒎𝒆 𝒆𝒔𝒆 𝒎𝒂𝒍𝒅𝒊𝒕𝒐 𝒐𝒔𝒐. Pronunció con un acento que claramente no era de aquel plano, sus r's marcadas, sus vocales casi cantadas, era una voz que invitaba a obedecer, era la voz de un fae, de un Eladrin.
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  • —Entonces, juntas flores de varios colores, qué curioso...

    *El botón de mi camisa se escapa volando.*

    —Oh, qué molestia, pienso que deberíamos concluir esta cita preciosura . No te inquietes, ya poseo tu número; yo te llamaré.—


    *Parandome de mi asiento guiñando un ojo para luego ir Saliendo del sitio casi de prisa, arrugando el papel lo aplastó y lo echó a la basura.*

    —Qué desperdicio de tiempo es realizar esto.—
    —Entonces, juntas flores de varios colores, qué curioso...😅— *El botón de mi camisa se escapa volando.* —Oh, qué molestia, pienso que deberíamos concluir esta cita preciosura . No te inquietes, ya poseo tu número; yo te llamaré.— *Parandome de mi asiento guiñando un ojo para luego ir Saliendo del sitio casi de prisa, arrugando el papel lo aplastó y lo echó a la basura.* —Qué desperdicio de tiempo es realizar esto.—
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  • Se está vistiendo a las 13:00 de la tarde, aún con un ojo cerrado y maldiciendo en voz baja cada botón que no atina a cerrar. El aire huele a tabaco y café frío, aunque él todavía no ha tocado la taza olvidada en la mesa: su verdadero desayuno es el cigarro que cuelga torcido entre sus labios. Con el cabello revuelto y la camisa a medio poner, parece más un boxeador después de una pelea que alguien recién levantado.

    —Buenos días, mundo... —murmura con ironía, como si se lo dijera a un público invisible que lo ha estado esperando demasiado tiempo.
    Se está vistiendo a las 13:00 de la tarde, aún con un ojo cerrado y maldiciendo en voz baja cada botón que no atina a cerrar. El aire huele a tabaco y café frío, aunque él todavía no ha tocado la taza olvidada en la mesa: su verdadero desayuno es el cigarro que cuelga torcido entre sus labios. Con el cabello revuelto y la camisa a medio poner, parece más un boxeador después de una pelea que alguien recién levantado. —Buenos días, mundo... —murmura con ironía, como si se lo dijera a un público invisible que lo ha estado esperando demasiado tiempo.
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  • - Debido a la colaboración con Vox, la realización de videos también estaba en el contrato, y había terminado de grabar un video promocional del club nocturno de Valentino. A pesar de las ideas de Val con sexo y todo, no quería hacer una *****; iba en contra de mi ética laboral, así que tomé un poco de lo que vi en los dominios de Ozz. Lo poco que vi me hizo entender por qué es el pecado de la lujuria, así que dejé que mis sombras se encargaran de ello. No pude descartar la escena sexual por la insistencia de Valentino, pero podía simular que lo hacía. riendo con malicia divertida, por lo que verán. Me iba vistiendo en mi camerino; sabía que esos dos ignoraban lo que hice, pero haría que el lugar esté dando que hablar. 
    Terminé de vestirme y, sentado en el sillón Vox, apretó el botón de transmitir el video en todos los anillos del infierno. -

    https://youtu.be/3gOHvDP_vCs?si=VYdh23Jfn6Ri8FNp
    - Debido a la colaboración con Vox, la realización de videos también estaba en el contrato, y había terminado de grabar un video promocional del club nocturno de Valentino. A pesar de las ideas de Val con sexo y todo, no quería hacer una porno; iba en contra de mi ética laboral, así que tomé un poco de lo que vi en los dominios de Ozz. Lo poco que vi me hizo entender por qué es el pecado de la lujuria, así que dejé que mis sombras se encargaran de ello. No pude descartar la escena sexual por la insistencia de Valentino, pero podía simular que lo hacía. riendo con malicia divertida, por lo que verán. Me iba vistiendo en mi camerino; sabía que esos dos ignoraban lo que hice, pero haría que el lugar esté dando que hablar.  Terminé de vestirme y, sentado en el sillón Vox, apretó el botón de transmitir el video en todos los anillos del infierno. - https://youtu.be/3gOHvDP_vCs?si=VYdh23Jfn6Ri8FNp
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  • #MiniguíaRápida

    ¿Ya publicaste la ficha de tu personaje?
    No olvides que puedes darle al botón verde que dice "Fijar como ficha".

    De esta manera, tu ficha quedará visible directamente en tu perfil, justo bajo la portada, y será mucho más fácil para todos encontrar la información de tu personaje sin tener que buscar entre publicaciones o recurrir al post fijado, ya que en los perfiles privados la opción "Ficha" sí es visible pero no los posts.

    ¡Un detalle pequeño que hace toda la diferencia!

    #RolSage3D #AyudaRolSage #AyudaNuevosUsuarios
    ✨ #MiniguíaRápida ✨ ¿Ya publicaste la ficha de tu personaje? 👀 No olvides que puedes darle al botón verde que dice "Fijar como ficha". De esta manera, tu ficha quedará visible directamente en tu perfil, justo bajo la portada, y será mucho más fácil para todos encontrar la información de tu personaje sin tener que buscar entre publicaciones o recurrir al post fijado, ya que en los perfiles privados la opción "Ficha" sí es visible pero no los posts. 📝💚 ¡Un detalle pequeño que hace toda la diferencia! 🌟 #RolSage3D #AyudaRolSage #AyudaNuevosUsuarios
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