El departamento estaba en silencio, apenas iluminado por la lámpara del rincón. Sobre el sillón, el chico permanecía recostado, con el celular entre las manos, repasando las mismas ideas que venía masticando desde hacía días. Su franco estaban llegando a su fin, y a decir verdad… no habían sido gran cosa.
No viajó.
No salió demasiado.
No llamó a su madre.
Había pasado la mayor parte del tiempo así, como ahora: tirado en el sillón, dejando que el tiempo se escurriera sin hacer ruido.
Suspiró, pasando el pulgar por la pantalla.
—Es ridículo… —murmuró, medio riéndose de sí mismo.
Su “idea” llevaba semanas dando vueltas. Una tontería, realmente. Solo quería ver si había alguien ahí afuera que quisiera salir con él, tomar un café, caminar un rato, lo que fuera. No buscaba un amor épico, solo… algo. Una conexión, aunque fuese pequeña.
Pero publicar eso en redes siempre le había dado cierta vergüenza. ¿Y si nadie respondía? ¿Y si respondían por lástima? ¿Y si se veía desesperado?
Su celular vibró con una notificación cualquiera, pero el sobresalto lo empujó a tomar una decisión.
—Basta. Lo voy a hacer.
Abrió la cámara frontal. El reflejo le devolvió una cara relajada, con una leve sonrisa tímida. Acomodó el brazo contra el sofá, respiró hondo y apretó el botón.
*Click.*
Una foto simple, natural, sin poses. Solo él descansando en su sala, con el gesto tranquilo que rara vez mostraba en público.
La miró por un buen rato. Dudó. Siguió dudando.
Y entonces, con un impulso casi valiente, casi temerario, escribió:
> “Si alguien quiere salir a tomar algo esta semana… estoy disponible. Capaz es hora de hacer algo más que mirar series .”
Volvió a dudar cinco segundos más.
Luego presionó “Publicar”.
Se quedó mirando la pantalla, el corazón un poco acelerado, la sonrisa creciendo sin permiso.
Por primera vez en mucho tiempo, sintió que realmente había hecho *algo*.
No viajó.
No salió demasiado.
No llamó a su madre.
Había pasado la mayor parte del tiempo así, como ahora: tirado en el sillón, dejando que el tiempo se escurriera sin hacer ruido.
Suspiró, pasando el pulgar por la pantalla.
—Es ridículo… —murmuró, medio riéndose de sí mismo.
Su “idea” llevaba semanas dando vueltas. Una tontería, realmente. Solo quería ver si había alguien ahí afuera que quisiera salir con él, tomar un café, caminar un rato, lo que fuera. No buscaba un amor épico, solo… algo. Una conexión, aunque fuese pequeña.
Pero publicar eso en redes siempre le había dado cierta vergüenza. ¿Y si nadie respondía? ¿Y si respondían por lástima? ¿Y si se veía desesperado?
Su celular vibró con una notificación cualquiera, pero el sobresalto lo empujó a tomar una decisión.
—Basta. Lo voy a hacer.
Abrió la cámara frontal. El reflejo le devolvió una cara relajada, con una leve sonrisa tímida. Acomodó el brazo contra el sofá, respiró hondo y apretó el botón.
*Click.*
Una foto simple, natural, sin poses. Solo él descansando en su sala, con el gesto tranquilo que rara vez mostraba en público.
La miró por un buen rato. Dudó. Siguió dudando.
Y entonces, con un impulso casi valiente, casi temerario, escribió:
> “Si alguien quiere salir a tomar algo esta semana… estoy disponible. Capaz es hora de hacer algo más que mirar series .”
Volvió a dudar cinco segundos más.
Luego presionó “Publicar”.
Se quedó mirando la pantalla, el corazón un poco acelerado, la sonrisa creciendo sin permiso.
Por primera vez en mucho tiempo, sintió que realmente había hecho *algo*.
El departamento estaba en silencio, apenas iluminado por la lámpara del rincón. Sobre el sillón, el chico permanecía recostado, con el celular entre las manos, repasando las mismas ideas que venía masticando desde hacía días. Su franco estaban llegando a su fin, y a decir verdad… no habían sido gran cosa.
No viajó.
No salió demasiado.
No llamó a su madre.
Había pasado la mayor parte del tiempo así, como ahora: tirado en el sillón, dejando que el tiempo se escurriera sin hacer ruido.
Suspiró, pasando el pulgar por la pantalla.
—Es ridículo… —murmuró, medio riéndose de sí mismo.
Su “idea” llevaba semanas dando vueltas. Una tontería, realmente. Solo quería ver si había alguien ahí afuera que quisiera salir con él, tomar un café, caminar un rato, lo que fuera. No buscaba un amor épico, solo… algo. Una conexión, aunque fuese pequeña.
Pero publicar eso en redes siempre le había dado cierta vergüenza. ¿Y si nadie respondía? ¿Y si respondían por lástima? ¿Y si se veía desesperado?
Su celular vibró con una notificación cualquiera, pero el sobresalto lo empujó a tomar una decisión.
—Basta. Lo voy a hacer.
Abrió la cámara frontal. El reflejo le devolvió una cara relajada, con una leve sonrisa tímida. Acomodó el brazo contra el sofá, respiró hondo y apretó el botón.
*Click.*
Una foto simple, natural, sin poses. Solo él descansando en su sala, con el gesto tranquilo que rara vez mostraba en público.
La miró por un buen rato. Dudó. Siguió dudando.
Y entonces, con un impulso casi valiente, casi temerario, escribió:
> “Si alguien quiere salir a tomar algo esta semana… estoy disponible. Capaz es hora de hacer algo más que mirar series 😂.”
Volvió a dudar cinco segundos más.
Luego presionó “Publicar”.
Se quedó mirando la pantalla, el corazón un poco acelerado, la sonrisa creciendo sin permiso.
Por primera vez en mucho tiempo, sintió que realmente había hecho *algo*.