• Capítulo Final — El Señor de las Sombras: Amo de los Elementos y la Oscuridad

    La sala final del Castillo de las Sombras se transformó en un altar de poder absoluto.
    El suelo se fracturó en placas flotantes, el aire vibraba con energía, y el cielo sobre ellos —si es que aún existía— se tornó púrpura, como si el mundo estuviera a punto de colapsar.
    El Señor de las Sombras se alzó en el centro, sin conjurar, sin hablar. Su cuerpo era una amalgama de sombra viva, pero ahora, cuatro núcleos elementales giraban a su alrededor: brasas ardientes, corrientes de agua, espirales de viento y fragmentos de roca flotante. Cada uno pulsaba con poder ancestral.
    Yukine y Lidica, apenas de pie, sintieron cómo el aire se volvía más pesado. El Amuleto del Destino temblaba. Esta vez, no era solo oscuridad. Era todo.
    El Señor de las Sombras extendió una mano, y el suelo se alzó como una ola de piedra. Columnas de obsidiana emergieron violentamente, atrapando a Lidica entre muros móviles. Yukine intentó volar con levitación, pero el campo gravitacional se duplicó. Su cuerpo cayó como plomo.
    Lidica, atrapada, fue aplastada por una presión tectónica. Sus huesos crujían. Cada intento de escape era bloqueado por muros que se regeneraban.
    Yukine, con la magia desestabilizada, intentó usar hechizos de vibración para romper las rocas, pero el Señor de las Sombras absorbía la energía y la devolvía como ondas sísmicas.
    Ambos fueron enterrados vivos por segundos. Solo el vínculo mágico entre ellos les permitió sincronizar una explosión de energía que los liberó… pero no sin heridas graves.
    El enemigo giró sobre sí mismo, y una espiral de fuego infernal se desató. No era fuego común: era fuego que quemaba recuerdos, que convertía emociones en cenizas.
    Yukine fue alcanzado por una llamarada que le arrancó parte de su túnica mágica. Su piel se agrietó, y su mente comenzó a olvidar hechizos que había memorizado desde niño.
    Lidica, envuelta en llamas, vio a su hermana arder frente a ella. El fuego no solo quemaba su cuerpo, sino que la obligaba a revivir su peor trauma.
    El Señor de las Sombras caminaba entre las llamas sin ser tocado. Cada paso provocaba explosiones. Yukine intentó conjurar una “Llama Invertida”, pero el fuego del enemigo era absoluto.
    Lidica, con los brazos quemados, logró lanzar una daga encantada que desvió una llamarada… pero cayó de rodillas, jadeando.
    El enemigo alzó ambas manos, y la sala se inundó en segundos. Corrientes de agua oscura envolvieron a los héroes, arrastrándolos a un plano líquido donde no había arriba ni abajo.
    Yukine fue sumergido en una ilusión acuática donde todos sus logros eran borrados. Veía su vida deshacerse como tinta en el agua.
    Lidica se ahogaba, no por falta de aire, sino por la presión emocional. Cada burbuja que escapaba de su boca era un recuerdo que se perdía.
    El Señor de las Sombras se convirtió en una serpiente marina de sombra líquida, atacando desde todas direcciones. Yukine logró conjurar una burbuja de aire, pero su energía estaba al límite. Lidica, con los pulmones colapsando, usó su último frasco de poción para recuperar apenas lo suficiente para moverse.
    El enemigo se elevó, y el viento se volvió cuchillas. Corrientes invisibles cortaban la piel, los músculos, incluso la magia.
    Yukine fue lanzado contra una pared por una ráfaga que rompía barreras mágicas. Su brazo izquierdo quedó inutilizado.
    Lidica intentó correr, pero el viento la desorientaba. Cada paso la llevaba a un lugar distinto. Su percepción del espacio se rompía.
    El Señor de las Sombras se multiplicó en formas aéreas, atacando con velocidad imposible. Yukine y Lidica no podían seguirle el ritmo. Cada segundo era una herida nueva. Cada intento de defensa era inútil.
    Ambos cayeron. Yukine, sangrando, con la magia casi extinguida. Lidica, con las piernas rotas, sin dagas, sin aire. El Amuleto del Destino cayó al suelo, apagado.
    El Señor de las Sombras descendió lentamente. Su voz resonó como un trueno:
    —“¿Esto es todo? ¿Esto es lo que el mundo llama esperanza?”
    Yukine intentó levantarse. Lidica extendió la mano. , pero no alcanzaba. El mundo se desmoronaba.
    Y entonces… algo se quebró.
    Dentro del pecho de Yukine, una marca que siempre había sentido como una cicatriz comenzó a arder. No era dolor físico. Era una ruptura. Un sello místico, impuesto por su maestro años atrás, se deshacía lentamente, como si el universo reconociera que ya no había otra opción.
    Yukine gritó. No por sufrimiento, sino por liberación.
    Su maestro le había dicho una vez:
    “Hay una parte de ti que no debes tocar… hasta que el mundo esté a punto de caer, pero el precio a pagar sera muy alto”
    La marca se expandió por su cuerpo, revelando runas antiguas que brillaban con luz azul oscura. No era magia convencional. Era magia de origen, una energía que no requería palabras, gestos ni concentración. Era voluntad pura, conectada directamente al tejido del mundo.
    Yukine se levantó. Su cuerpo seguía herido, pero la energía que lo envolvía lo sostenía. Sus ojos brillaban con un fulgor que no era humano. El Amuleto del Destino reaccionó, no absorbiendo su poder… sino alineándose con él.
    Lidica, aún en el suelo, sintió la presión cambiar. El aire se volvió más denso. El Señor de las Sombras se detuvo por primera vez.
    —“¿Qué… es eso?” —gruñó.
    Yukine no respondió. No podía. El poder que lo atravesaba hablaba por él.
    El Señor de las Sombras desató todo su poder: fuego, agua, viento, tierra, sombra. El mundo tembló. El cielo se rasgó. El suelo se partió.
    Yukine, guiado por el poder liberado, no esquivaba. No bloqueaba. Absorbía. Cada elemento era neutralizado por una runa que surgía espontáneamente en su piel. Cada ataque era redirigido, transformado, devuelto.
    Pero el poder tenía un precio.
    Con cada segundo, el sello se consumía. Yukine sentía su alma fragmentarse. Su cuerpo comenzaba a descomponerse por dentro. Era demasiado. Incluso para él.
    Lidica, viendo esto, usó lo que le quedaba de fuerza para canalizar su energía en el Amuleto. No para atacar. Para estabilizar a Yukine. Su vínculo no era emocional esta vez. Era técnico. Preciso. Ella se convirtió en el ancla que evitó que Yukine se desintegrara.
    Juntos, lanzaron el golpe final.
    Una onda de magia de origen, reforzada por el Amuleto y sostenida por Lidica, atravesó el núcleo del Señor de las Sombras.
    El enemigo gritó. No por dolor. Por incredulidad.
    —“¡No pueden vencerme! ¡Yo soy el fin!”
    —“Entonces este es el fin… de ti.” —respondieron juntos.
    Yukine cayó. Su cuerpo colapsó. El sello estaba roto. El poder se había ido. Lidica lo sostuvo, con lágrimas en los ojos.
    —“Lo lograste… pero casi te pierdo.” —susurró.
    El Amuleto del Destino brilló una última vez, estabilizando el entorno. El Castillo colapsó. La oscuridad retrocedió.
    Y el mundo… comenzó a sanar.
    La caída del Señor de las Sombras no fue una explosión, ni un grito final. Fue un silencio. Un vacío que se disipó lentamente, como la niebla al amanecer. El Castillo de las Sombras se desmoronó en fragmentos de obsidiana que se hundieron en la tierra, como si el mundo mismo quisiera enterrar su memoria.
    El cielo, antes teñido de púrpura y tormenta, comenzó a abrirse. No con luz intensa, sino con una claridad suave, como si el sol dudara en volver a mirar.
    El mundo no celebró. No aún. Primero, lloró.
    Yukine y Lidica fueron encontrados entre los escombros del Castillo de las Sombras por los sabios del Bosque de los Ancestros. No como guerreros invencibles, sino como sobrevivientes al borde de la muerte.
    Yukine fue llevado inconsciente al Santuario de las Aguas Silentes, donde los sabios del norte intentaron estabilizar su cuerpo. El sello roto había liberado un poder ancestral, pero también había dejado grietas profundas en su alma. Durante semanas, su magia fluctuaba sin control. A veces, su cuerpo brillaba con runas vivas. Otras, se apagaba por completo.
    Lidica, con las piernas fracturadas, quemaduras internas y una fatiga que no se curaba con pociones, fue atendida por los druidas del Valle del Viento. Su cuerpo sanaba lentamente, pero su mente seguía atrapada en los ecos de la batalla. A menudo despertaba gritando, creyendo que el Señor de las Sombras aún estaba allí.
    Ambos estaban vivos. Pero no intactos.
    Pasaron varios meses antes de que Yukine abriera los ojos. Lo primero que vio fue a Lidica dormida a su lado, con una venda en el rostro y una cicatriz nueva en el cuello. Lo primero que dijo fue:
    —“¿Ganamos?”
    Lidica despertó. No respondió. Solo lo abrazó. Y ambos lloraron. No por la victoria. Sino por todo lo que costó.
    La magia oscura que había envuelto los reinos comenzó a disiparse. Las criaturas que habían huido —dragones, espíritus del bosque, guardianes elementales— regresaron poco a poco. Las tierras malditas florecieron. Los ríos contaminados se limpiaron. Las aldeas que vivían bajo el miedo comenzaron a reconstruirse.
    los campos ardidos por el fuego se convirtieron en jardines de luz.
    los lagos recuperaron su cristalino reflejo, y los peces dorados volvieron a danzar.
    los vientos que antes cortaban ahora movían molinos que alimentaban aldeas enteras.
    las montañas fracturadas fueron talladas en monumentos a los caídos.
    Los pueblos no erigieron estatuas de Yukine y Lidica. En cambio, sembraron árboles. Porque sabían que la verdadera victoria no era recordar la guerra… sino cultivar la paz.
    Los descendientes de los Guardianes elementales se reunieron en el Círculo de la Aurora, donde juraron proteger el equilibrio y evitar que el poder se concentrara en una sola mano.
    El Amuleto del Destino fue sellado en el Templo de la Luz Silente, no como arma, sino como testigo. Solo Yukine y Lidica podían acceder a él, y ambos decidieron no volver a usarlo… a menos que el mundo volviera a olvidar lo que costó la paz.
    No regresaron a sus antiguas vidas. Yukine no volvió a su torre. Lidica no retomó la senda del combate. En cambio, caminaron juntos por los pueblos, enseñando a los niños a leer las estrellas, ayudando a los ancianos a reconstruir sus hogares, escuchando las historias de quienes sobrevivieron.
    A veces, simplemente se sentaban bajo un árbol, en silencio. Porque el silencio, después de tanto dolor, era también una forma de paz.
    —“¿Crees que esto durará?” —preguntó Lidica una tarde.
    —“No lo sé.” —respondió Yukine, mirando el cielo. —“Pero si vuelve la oscuridad… sabrá que no estamos solos.”
    Capítulo Final — El Señor de las Sombras: Amo de los Elementos y la Oscuridad La sala final del Castillo de las Sombras se transformó en un altar de poder absoluto. El suelo se fracturó en placas flotantes, el aire vibraba con energía, y el cielo sobre ellos —si es que aún existía— se tornó púrpura, como si el mundo estuviera a punto de colapsar. El Señor de las Sombras se alzó en el centro, sin conjurar, sin hablar. Su cuerpo era una amalgama de sombra viva, pero ahora, cuatro núcleos elementales giraban a su alrededor: brasas ardientes, corrientes de agua, espirales de viento y fragmentos de roca flotante. Cada uno pulsaba con poder ancestral. Yukine y Lidica, apenas de pie, sintieron cómo el aire se volvía más pesado. El Amuleto del Destino temblaba. Esta vez, no era solo oscuridad. Era todo. El Señor de las Sombras extendió una mano, y el suelo se alzó como una ola de piedra. Columnas de obsidiana emergieron violentamente, atrapando a Lidica entre muros móviles. Yukine intentó volar con levitación, pero el campo gravitacional se duplicó. Su cuerpo cayó como plomo. Lidica, atrapada, fue aplastada por una presión tectónica. Sus huesos crujían. Cada intento de escape era bloqueado por muros que se regeneraban. Yukine, con la magia desestabilizada, intentó usar hechizos de vibración para romper las rocas, pero el Señor de las Sombras absorbía la energía y la devolvía como ondas sísmicas. Ambos fueron enterrados vivos por segundos. Solo el vínculo mágico entre ellos les permitió sincronizar una explosión de energía que los liberó… pero no sin heridas graves. El enemigo giró sobre sí mismo, y una espiral de fuego infernal se desató. No era fuego común: era fuego que quemaba recuerdos, que convertía emociones en cenizas. Yukine fue alcanzado por una llamarada que le arrancó parte de su túnica mágica. Su piel se agrietó, y su mente comenzó a olvidar hechizos que había memorizado desde niño. Lidica, envuelta en llamas, vio a su hermana arder frente a ella. El fuego no solo quemaba su cuerpo, sino que la obligaba a revivir su peor trauma. El Señor de las Sombras caminaba entre las llamas sin ser tocado. Cada paso provocaba explosiones. Yukine intentó conjurar una “Llama Invertida”, pero el fuego del enemigo era absoluto. Lidica, con los brazos quemados, logró lanzar una daga encantada que desvió una llamarada… pero cayó de rodillas, jadeando. El enemigo alzó ambas manos, y la sala se inundó en segundos. Corrientes de agua oscura envolvieron a los héroes, arrastrándolos a un plano líquido donde no había arriba ni abajo. Yukine fue sumergido en una ilusión acuática donde todos sus logros eran borrados. Veía su vida deshacerse como tinta en el agua. Lidica se ahogaba, no por falta de aire, sino por la presión emocional. Cada burbuja que escapaba de su boca era un recuerdo que se perdía. El Señor de las Sombras se convirtió en una serpiente marina de sombra líquida, atacando desde todas direcciones. Yukine logró conjurar una burbuja de aire, pero su energía estaba al límite. Lidica, con los pulmones colapsando, usó su último frasco de poción para recuperar apenas lo suficiente para moverse. El enemigo se elevó, y el viento se volvió cuchillas. Corrientes invisibles cortaban la piel, los músculos, incluso la magia. Yukine fue lanzado contra una pared por una ráfaga que rompía barreras mágicas. Su brazo izquierdo quedó inutilizado. Lidica intentó correr, pero el viento la desorientaba. Cada paso la llevaba a un lugar distinto. Su percepción del espacio se rompía. El Señor de las Sombras se multiplicó en formas aéreas, atacando con velocidad imposible. Yukine y Lidica no podían seguirle el ritmo. Cada segundo era una herida nueva. Cada intento de defensa era inútil. Ambos cayeron. Yukine, sangrando, con la magia casi extinguida. Lidica, con las piernas rotas, sin dagas, sin aire. El Amuleto del Destino cayó al suelo, apagado. El Señor de las Sombras descendió lentamente. Su voz resonó como un trueno: —“¿Esto es todo? ¿Esto es lo que el mundo llama esperanza?” Yukine intentó levantarse. Lidica extendió la mano. , pero no alcanzaba. El mundo se desmoronaba. Y entonces… algo se quebró. Dentro del pecho de Yukine, una marca que siempre había sentido como una cicatriz comenzó a arder. No era dolor físico. Era una ruptura. Un sello místico, impuesto por su maestro años atrás, se deshacía lentamente, como si el universo reconociera que ya no había otra opción. Yukine gritó. No por sufrimiento, sino por liberación. Su maestro le había dicho una vez: “Hay una parte de ti que no debes tocar… hasta que el mundo esté a punto de caer, pero el precio a pagar sera muy alto” La marca se expandió por su cuerpo, revelando runas antiguas que brillaban con luz azul oscura. No era magia convencional. Era magia de origen, una energía que no requería palabras, gestos ni concentración. Era voluntad pura, conectada directamente al tejido del mundo. Yukine se levantó. Su cuerpo seguía herido, pero la energía que lo envolvía lo sostenía. Sus ojos brillaban con un fulgor que no era humano. El Amuleto del Destino reaccionó, no absorbiendo su poder… sino alineándose con él. Lidica, aún en el suelo, sintió la presión cambiar. El aire se volvió más denso. El Señor de las Sombras se detuvo por primera vez. —“¿Qué… es eso?” —gruñó. Yukine no respondió. No podía. El poder que lo atravesaba hablaba por él. El Señor de las Sombras desató todo su poder: fuego, agua, viento, tierra, sombra. El mundo tembló. El cielo se rasgó. El suelo se partió. Yukine, guiado por el poder liberado, no esquivaba. No bloqueaba. Absorbía. Cada elemento era neutralizado por una runa que surgía espontáneamente en su piel. Cada ataque era redirigido, transformado, devuelto. Pero el poder tenía un precio. Con cada segundo, el sello se consumía. Yukine sentía su alma fragmentarse. Su cuerpo comenzaba a descomponerse por dentro. Era demasiado. Incluso para él. Lidica, viendo esto, usó lo que le quedaba de fuerza para canalizar su energía en el Amuleto. No para atacar. Para estabilizar a Yukine. Su vínculo no era emocional esta vez. Era técnico. Preciso. Ella se convirtió en el ancla que evitó que Yukine se desintegrara. Juntos, lanzaron el golpe final. Una onda de magia de origen, reforzada por el Amuleto y sostenida por Lidica, atravesó el núcleo del Señor de las Sombras. El enemigo gritó. No por dolor. Por incredulidad. —“¡No pueden vencerme! ¡Yo soy el fin!” —“Entonces este es el fin… de ti.” —respondieron juntos. Yukine cayó. Su cuerpo colapsó. El sello estaba roto. El poder se había ido. Lidica lo sostuvo, con lágrimas en los ojos. —“Lo lograste… pero casi te pierdo.” —susurró. El Amuleto del Destino brilló una última vez, estabilizando el entorno. El Castillo colapsó. La oscuridad retrocedió. Y el mundo… comenzó a sanar. La caída del Señor de las Sombras no fue una explosión, ni un grito final. Fue un silencio. Un vacío que se disipó lentamente, como la niebla al amanecer. El Castillo de las Sombras se desmoronó en fragmentos de obsidiana que se hundieron en la tierra, como si el mundo mismo quisiera enterrar su memoria. El cielo, antes teñido de púrpura y tormenta, comenzó a abrirse. No con luz intensa, sino con una claridad suave, como si el sol dudara en volver a mirar. El mundo no celebró. No aún. Primero, lloró. Yukine y Lidica fueron encontrados entre los escombros del Castillo de las Sombras por los sabios del Bosque de los Ancestros. No como guerreros invencibles, sino como sobrevivientes al borde de la muerte. Yukine fue llevado inconsciente al Santuario de las Aguas Silentes, donde los sabios del norte intentaron estabilizar su cuerpo. El sello roto había liberado un poder ancestral, pero también había dejado grietas profundas en su alma. Durante semanas, su magia fluctuaba sin control. A veces, su cuerpo brillaba con runas vivas. Otras, se apagaba por completo. Lidica, con las piernas fracturadas, quemaduras internas y una fatiga que no se curaba con pociones, fue atendida por los druidas del Valle del Viento. Su cuerpo sanaba lentamente, pero su mente seguía atrapada en los ecos de la batalla. A menudo despertaba gritando, creyendo que el Señor de las Sombras aún estaba allí. Ambos estaban vivos. Pero no intactos. Pasaron varios meses antes de que Yukine abriera los ojos. Lo primero que vio fue a Lidica dormida a su lado, con una venda en el rostro y una cicatriz nueva en el cuello. Lo primero que dijo fue: —“¿Ganamos?” Lidica despertó. No respondió. Solo lo abrazó. Y ambos lloraron. No por la victoria. Sino por todo lo que costó. La magia oscura que había envuelto los reinos comenzó a disiparse. Las criaturas que habían huido —dragones, espíritus del bosque, guardianes elementales— regresaron poco a poco. Las tierras malditas florecieron. Los ríos contaminados se limpiaron. Las aldeas que vivían bajo el miedo comenzaron a reconstruirse. los campos ardidos por el fuego se convirtieron en jardines de luz. los lagos recuperaron su cristalino reflejo, y los peces dorados volvieron a danzar. los vientos que antes cortaban ahora movían molinos que alimentaban aldeas enteras. las montañas fracturadas fueron talladas en monumentos a los caídos. Los pueblos no erigieron estatuas de Yukine y Lidica. En cambio, sembraron árboles. Porque sabían que la verdadera victoria no era recordar la guerra… sino cultivar la paz. Los descendientes de los Guardianes elementales se reunieron en el Círculo de la Aurora, donde juraron proteger el equilibrio y evitar que el poder se concentrara en una sola mano. El Amuleto del Destino fue sellado en el Templo de la Luz Silente, no como arma, sino como testigo. Solo Yukine y Lidica podían acceder a él, y ambos decidieron no volver a usarlo… a menos que el mundo volviera a olvidar lo que costó la paz. No regresaron a sus antiguas vidas. Yukine no volvió a su torre. Lidica no retomó la senda del combate. En cambio, caminaron juntos por los pueblos, enseñando a los niños a leer las estrellas, ayudando a los ancianos a reconstruir sus hogares, escuchando las historias de quienes sobrevivieron. A veces, simplemente se sentaban bajo un árbol, en silencio. Porque el silencio, después de tanto dolor, era también una forma de paz. —“¿Crees que esto durará?” —preguntó Lidica una tarde. —“No lo sé.” —respondió Yukine, mirando el cielo. —“Pero si vuelve la oscuridad… sabrá que no estamos solos.”
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  • 𝑁𝑜 𝑞𝑢𝑖𝑒𝑟𝑜 𝑣𝑜𝑙𝑣𝑒𝑟 𝑎 𝑒𝑠𝑐𝑢𝑐ℎ𝑎𝑟 𝑡𝑢 𝑣𝑜𝑧. 𝑁𝑜 𝑞𝑢𝑖𝑒𝑟𝑜 𝑣𝑜𝑙𝑣𝑒𝑟 𝑎 𝑣𝑒𝑟𝑡𝑒
    Fandom Harry Potter
    Categoría Acción
    𝑠𝑡𝑎𝑟𝑡𝑒𝑟 𝑝𝑎𝑟𝑎 𝓙𝑒𝑠𝑠 𝓦𝑖𝑙𝑙𝑜𝑤𝑠

    Hubiera querido llorar. Hubiera querido poder gritar, hacerla entender, rogarle, abrazarla, ponerse de rodillas y suplicarle, hubiera bebido litros y litros de veritaserum, hubiera hecho lo que fuera para no perderla.
    Haber matado a un hombre, haber destrozado el Ministerio de Gran Bretaña, haber sido traicionado por Barnabas, perder su trabajo, ser encarcelado, la suerte que quisiera depararle el Wizengamot… Todo aquello le daba igual, nada era tan importante para él como Jessica, estaba dispuesto a perderlo todo, sabía lo que arriesgaba entrando en el plan de aquel hombre, pero no podia soportar esa mirada que pretendía ser fría, pero que había aprendido a leer tan bien durante aquel tiempo que podia ver todo el dolor, la traición, y el daño que él mismo le había causado a través de su muro helado.

    Jessica no le había convertido en un hombre nuevo. No. Ella había sido la primera y la única que había sabido ver quien era realmente él, le había enseñado un mundo, su mundo, uno feliz junto a ella y como vivirlo. Había reído a carcajadas, había derribado barreras internas, había crecido personal y profesionalmente.
    Y ahora sin ella a su lado había caído en un pozo, en un vacío del que no podia salir.

    Aún podia rememorar con escalofriante detalle las palabras de Jessica aquel terrible día en que ella había descubierto todo, "[...] 𝑁𝑜 𝑞𝑢𝑖𝑒𝑟𝑜 𝑣𝑜𝑙𝑣𝑒𝑟 𝑎 𝑒𝑠𝑐𝑢𝑐ℎ𝑎𝑟 𝑡𝑢 𝑣𝑜𝑧. 𝑁𝑜 𝑞𝑢𝑖𝑒𝑟𝑜 𝑣𝑜𝑙𝑣𝑒𝑟 𝑎 𝑣𝑒𝑟𝑡𝑒 [...] 𝑌𝑜 𝑦𝑎 𝑛𝑜 𝑠𝑖𝑒𝑛𝑡𝑜 𝑛𝑎𝑑𝑎 𝑝𝑜𝑟 𝑡𝑖."
    Todo lo que había ocurrido después de aquello estaba borroso en su mente, era un barullo de voces, y presencias mientras él era desarmado y maniatado por Jessica.
    Le habían trasladado a las celdas de MACUSA desde donde esperaba el juicio que decidiría su suerte. Desde allí recordaba, rememoraba. Casi siempre se decantaba por los últimos momentos, por aquellos que le habían llevado allí, porque entrarse en aquellos momentos de su relación en los que habían sido felices, dolía mucho más.

    Había preguntado por ella, esperaba poder verla, aún, aunque fuera una necedad, esperaba que pasadas aquellas semanas Jessica hubiera recapacitado, hubiera visto algo de verdad en sus palabras, en su mirada. Pero jamás nadie le dio una respuesta, y ella jamás había bajado a aquellas lúgubres celdas a visitarlo.

    Los días, largos en aquella pequeña celda, se convierten en semanas, y las semanas en meses.
    Casi cuando está a punto de cumplirse su segundo mes allí, la cita con el tribunal mágico es celebrada.
    Sabía que aquella vez sí, volvería a ver a Jessica, y esa expectativa junto con la esperanza de que aquello acabara de una vez por todas, era su mayor motivación en esos momentos.
    El elegante Marcus Byrne hace su aparición en la sala del tribunal con un aspecto mucho más desmejorado, sus rizos despeinados, una suave sombra de barba en su rostro, con una apariencia más delgada, los hombros hundidos por el desánimo, y unos ojos tristes que habían perdido su brillo y que solo buscaban los de la auror que había sido llamada como testigo.

    Las declaraciones de todos los testigos son dilapidarías. Sabía que no tenía mucho que hacer, o más bien dicho nada. No era esperanza en una sentencia favorable lo que vibraba en su pecho, era el miedo que da el saber que tu futuro está en manos de otras personas, que ya no eres dueño de tu vida.

    La sentencia había sido dura y clara, pero su abogado, las vidas salvadas de aquellos niños y su colaboración sobre Barnabas le habían librado de un destino mucho más aciago que el que se le había impuesto.
    Sabía que no iba a recuperar su placa de auror, aquella que le habían arrebatado antes de encerrarlo, sabía que su nombre iría marcado para siempre con aquella terrible mancha. Que no podría dedicarse a lo que había nacido para ser, sabía que aunque no le habían impuesto esa condena, el Marcus Byrne que había sido hasta ese momento había muerto.
    Sabía todo aquello, sabía que ahora debería aprender a vivir como otra persona diferente, que había sido repudiado, expulsado, deshonrado y desterrado. Sabía todo aquello, pero…

    Esa era su última oportunidad, la última vez que podría intentarlo. No la buscaría, no iría tras ella, no la iba a molestar más, no llenaría su vida de dolor, la dejaría ir, desaparecería del mundo, pero tenía que intentarlo, una sola vez más.
    Así por primera vez después de su largo testimonio, cuando ella pasa por su lado, sus labios se despegan, y con voz algo temblorosa, pronuncia su nombre, pero es como un susurro en el viento frente a un paisaje desierto. Se pierde ascendiendo hacia los altos tejados de la sala mientras él sin obtener respuesta ve desaparecer a Jessica por la puerta.

    UN AÑO DESPUES

    Valdora está anclado en las montañas laurentinas de Quebec, aislado del mundo, rodeado de pinos y niebla perpetua.
    Las leyendas cuentan que el pueblo mágico de Valdora, fue fundado en 1674 por magos franco-canadienses que huyendo de la persecución en Europa, siguieron las increíbles luces de la aurora hasta el punto donde estas se encontraban con el suelo, en un bosque de pinos bendecido y protegido por espíritus guardianes de la naturaleza.
    Como rezan los cuentos, aquel pueblo es el lugar donde los terrenal y lo sobrenatural conviven en armonía.

    En aquel emplazamiento idílico y aislado era donde Marcus Byrne había intentado reconstruir su vida.
    Había llegado allí buscando dejar atrás su pasado, tanto física como mentalmente. La primera parte del plan era sencilla, el problema radicaba en la segunda.
    Se había presentado como Connor, dejando atrás su nombre de pila, y nadie conocía su apellido. Tenía una modesta casita y trabajaba en la única taberna del pueblo.

    Ya no era el auror elegante y orgulloso que había sido. Ahora era un camarero, al que nadie había visto sonreír, era un hombre serio y reservado, pero también un vecino tranquilo y amable con todo el mundo, que jamás había provocado o estado involucrado en un solo problema.
    En tan solo un año había conseguido formar parte de la vida y comunidad de aquel pequeño pueblo, sin llegar a exponerse demasiado pero ganándose la confianza de sus parroquianos.

    Marcus… Connor, a pesar de no ser su vocación, era un buen dueño de la barra, conocía a su público, sus horas, gustos y rutinas, aplaudía sus chistes, preguntaba por la familia y el trabajo, y esperaba con interés la respuesta. Él controlaba todo cuanto ocurría entre aquellas paredes, de esa forma cualquier cosa inusual era fácilmente reconocible para él.

    Pero si había algo que jamás hubiera esperado, no allí, no en los confines del mundo, no con él limpiando una jarra de hidromiel de espaldas a la puerta, no fuera de sus sueños, era el volver a escuchar aquella voz, que ella se dirigiera a él de forma directa, que ni si quiera le reconociera, y por supuesto no se esperaba el tener el valor como para girarse y enfrentarla, como para volver a mirarla a los ojos cuando hace un año era todo lo que le había pedido al universo, pero ya no era el mismo hombre que hacía un año.

    — En este pueblo no ocurre nada tan interesante como para llamar la atención de un auror, señorita.


    [𝑓𝑜𝑡𝑜 𝑑𝑒 𝑠𝑡𝑎𝑟𝑡𝑒𝑟: Hope Mikaelson ]
    𝑠𝑡𝑎𝑟𝑡𝑒𝑟 𝑝𝑎𝑟𝑎 [FIGHTERAUR0R] Hubiera querido llorar. Hubiera querido poder gritar, hacerla entender, rogarle, abrazarla, ponerse de rodillas y suplicarle, hubiera bebido litros y litros de veritaserum, hubiera hecho lo que fuera para no perderla. Haber matado a un hombre, haber destrozado el Ministerio de Gran Bretaña, haber sido traicionado por Barnabas, perder su trabajo, ser encarcelado, la suerte que quisiera depararle el Wizengamot… Todo aquello le daba igual, nada era tan importante para él como Jessica, estaba dispuesto a perderlo todo, sabía lo que arriesgaba entrando en el plan de aquel hombre, pero no podia soportar esa mirada que pretendía ser fría, pero que había aprendido a leer tan bien durante aquel tiempo que podia ver todo el dolor, la traición, y el daño que él mismo le había causado a través de su muro helado. Jessica no le había convertido en un hombre nuevo. No. Ella había sido la primera y la única que había sabido ver quien era realmente él, le había enseñado un mundo, su mundo, uno feliz junto a ella y como vivirlo. Había reído a carcajadas, había derribado barreras internas, había crecido personal y profesionalmente. Y ahora sin ella a su lado había caído en un pozo, en un vacío del que no podia salir. Aún podia rememorar con escalofriante detalle las palabras de Jessica aquel terrible día en que ella había descubierto todo, "[...] 𝑁𝑜 𝑞𝑢𝑖𝑒𝑟𝑜 𝑣𝑜𝑙𝑣𝑒𝑟 𝑎 𝑒𝑠𝑐𝑢𝑐ℎ𝑎𝑟 𝑡𝑢 𝑣𝑜𝑧. 𝑁𝑜 𝑞𝑢𝑖𝑒𝑟𝑜 𝑣𝑜𝑙𝑣𝑒𝑟 𝑎 𝑣𝑒𝑟𝑡𝑒 [...] 𝑌𝑜 𝑦𝑎 𝑛𝑜 𝑠𝑖𝑒𝑛𝑡𝑜 𝑛𝑎𝑑𝑎 𝑝𝑜𝑟 𝑡𝑖." Todo lo que había ocurrido después de aquello estaba borroso en su mente, era un barullo de voces, y presencias mientras él era desarmado y maniatado por Jessica. Le habían trasladado a las celdas de MACUSA desde donde esperaba el juicio que decidiría su suerte. Desde allí recordaba, rememoraba. Casi siempre se decantaba por los últimos momentos, por aquellos que le habían llevado allí, porque entrarse en aquellos momentos de su relación en los que habían sido felices, dolía mucho más. Había preguntado por ella, esperaba poder verla, aún, aunque fuera una necedad, esperaba que pasadas aquellas semanas Jessica hubiera recapacitado, hubiera visto algo de verdad en sus palabras, en su mirada. Pero jamás nadie le dio una respuesta, y ella jamás había bajado a aquellas lúgubres celdas a visitarlo. Los días, largos en aquella pequeña celda, se convierten en semanas, y las semanas en meses. Casi cuando está a punto de cumplirse su segundo mes allí, la cita con el tribunal mágico es celebrada. Sabía que aquella vez sí, volvería a ver a Jessica, y esa expectativa junto con la esperanza de que aquello acabara de una vez por todas, era su mayor motivación en esos momentos. El elegante Marcus Byrne hace su aparición en la sala del tribunal con un aspecto mucho más desmejorado, sus rizos despeinados, una suave sombra de barba en su rostro, con una apariencia más delgada, los hombros hundidos por el desánimo, y unos ojos tristes que habían perdido su brillo y que solo buscaban los de la auror que había sido llamada como testigo. Las declaraciones de todos los testigos son dilapidarías. Sabía que no tenía mucho que hacer, o más bien dicho nada. No era esperanza en una sentencia favorable lo que vibraba en su pecho, era el miedo que da el saber que tu futuro está en manos de otras personas, que ya no eres dueño de tu vida. La sentencia había sido dura y clara, pero su abogado, las vidas salvadas de aquellos niños y su colaboración sobre Barnabas le habían librado de un destino mucho más aciago que el que se le había impuesto. Sabía que no iba a recuperar su placa de auror, aquella que le habían arrebatado antes de encerrarlo, sabía que su nombre iría marcado para siempre con aquella terrible mancha. Que no podría dedicarse a lo que había nacido para ser, sabía que aunque no le habían impuesto esa condena, el Marcus Byrne que había sido hasta ese momento había muerto. Sabía todo aquello, sabía que ahora debería aprender a vivir como otra persona diferente, que había sido repudiado, expulsado, deshonrado y desterrado. Sabía todo aquello, pero… Esa era su última oportunidad, la última vez que podría intentarlo. No la buscaría, no iría tras ella, no la iba a molestar más, no llenaría su vida de dolor, la dejaría ir, desaparecería del mundo, pero tenía que intentarlo, una sola vez más. Así por primera vez después de su largo testimonio, cuando ella pasa por su lado, sus labios se despegan, y con voz algo temblorosa, pronuncia su nombre, pero es como un susurro en el viento frente a un paisaje desierto. Se pierde ascendiendo hacia los altos tejados de la sala mientras él sin obtener respuesta ve desaparecer a Jessica por la puerta. UN AÑO DESPUES Valdora está anclado en las montañas laurentinas de Quebec, aislado del mundo, rodeado de pinos y niebla perpetua. Las leyendas cuentan que el pueblo mágico de Valdora, fue fundado en 1674 por magos franco-canadienses que huyendo de la persecución en Europa, siguieron las increíbles luces de la aurora hasta el punto donde estas se encontraban con el suelo, en un bosque de pinos bendecido y protegido por espíritus guardianes de la naturaleza. Como rezan los cuentos, aquel pueblo es el lugar donde los terrenal y lo sobrenatural conviven en armonía. En aquel emplazamiento idílico y aislado era donde Marcus Byrne había intentado reconstruir su vida. Había llegado allí buscando dejar atrás su pasado, tanto física como mentalmente. La primera parte del plan era sencilla, el problema radicaba en la segunda. Se había presentado como Connor, dejando atrás su nombre de pila, y nadie conocía su apellido. Tenía una modesta casita y trabajaba en la única taberna del pueblo. Ya no era el auror elegante y orgulloso que había sido. Ahora era un camarero, al que nadie había visto sonreír, era un hombre serio y reservado, pero también un vecino tranquilo y amable con todo el mundo, que jamás había provocado o estado involucrado en un solo problema. En tan solo un año había conseguido formar parte de la vida y comunidad de aquel pequeño pueblo, sin llegar a exponerse demasiado pero ganándose la confianza de sus parroquianos. Marcus… Connor, a pesar de no ser su vocación, era un buen dueño de la barra, conocía a su público, sus horas, gustos y rutinas, aplaudía sus chistes, preguntaba por la familia y el trabajo, y esperaba con interés la respuesta. Él controlaba todo cuanto ocurría entre aquellas paredes, de esa forma cualquier cosa inusual era fácilmente reconocible para él. Pero si había algo que jamás hubiera esperado, no allí, no en los confines del mundo, no con él limpiando una jarra de hidromiel de espaldas a la puerta, no fuera de sus sueños, era el volver a escuchar aquella voz, que ella se dirigiera a él de forma directa, que ni si quiera le reconociera, y por supuesto no se esperaba el tener el valor como para girarse y enfrentarla, como para volver a mirarla a los ojos cuando hace un año era todo lo que le había pedido al universo, pero ya no era el mismo hombre que hacía un año. — En este pueblo no ocurre nada tan interesante como para llamar la atención de un auror, señorita. [𝑓𝑜𝑡𝑜 𝑑𝑒 𝑠𝑡𝑎𝑟𝑡𝑒𝑟: [thetribrid] ]
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  • En los jardines silenciosos del Reino del Sueño, donde las flores se abrían solo bajo la luz de lunas que no existían en el mundo de los mortales, Morfeo caminaba con algo inusual en sus manos: una pequeña mariposa, regalo de alguien muy especial. 

    En su reino no era una mariposa común. Sus alas parecían hechas de luz líquida, y cada batir dibujaba en el aire un destello efímero, como si atrapara fragmentos de aurora. Morfeo, que rara vez sonreía, la observaba con un brillo casi infantil en los ojos.
    En los jardines silenciosos del Reino del Sueño, donde las flores se abrían solo bajo la luz de lunas que no existían en el mundo de los mortales, Morfeo caminaba con algo inusual en sus manos: una pequeña mariposa, regalo de alguien muy especial.  En su reino no era una mariposa común. Sus alas parecían hechas de luz líquida, y cada batir dibujaba en el aire un destello efímero, como si atrapara fragmentos de aurora. Morfeo, que rara vez sonreía, la observaba con un brillo casi infantil en los ojos.
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  • @ʍօʀքɦɛʊֆ
    —Esta noche, el Ojo del Crepúsculo vela en silencio, pues incluso el suspiro más leve puede quebrar el tejido del cielo.
    Cuando la aurora despierte, el Corazón de la Tempestad abrirá paso a la luz… no para disipar las sombras, sino para caminar con ellas.
    Sombras que no me acechan desde fuera, sino que nacen de mí: miedo, pena, duda… mi propio reflejo distorsionado.
    Y son ellas, no yo, las que ahora tiemblan… porque sienten que algo se acerca, algo que pondrá a prueba su derecho a existir.
    @[Oneiros_88] —Esta noche, el Ojo del Crepúsculo vela en silencio, pues incluso el suspiro más leve puede quebrar el tejido del cielo. Cuando la aurora despierte, el Corazón de la Tempestad abrirá paso a la luz… no para disipar las sombras, sino para caminar con ellas. Sombras que no me acechan desde fuera, sino que nacen de mí: miedo, pena, duda… mi propio reflejo distorsionado. Y son ellas, no yo, las que ahora tiemblan… porque sienten que algo se acerca, algo que pondrá a prueba su derecho a existir.
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  • — No le cae bien la secretaria de Diego Alejandro De La Vega pero a falta de otra modelo, y habiendo ocupado el escritorio del ex auror, Danielle se entretiene en dibujar a la buena mujer.—
    — No le cae bien la secretaria de [THER0GUEAUROR] pero a falta de otra modelo, y habiendo ocupado el escritorio del ex auror, Danielle se entretiene en dibujar a la buena mujer.—
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  • — Hasta los aurores más ocupados necesitan un dia para tomarse un respirito... Hoy es su dia libre, asi que Mine, como cada domingo, decide desconectar de su vida diaria por unas horas —

    ㅤㅤㅤㅤㅤㅤㅤㅤㅤㅤ #SeductiveSunday

    ㅤㅤㅤㅤㅤ #Personajes3D #3D #Comunidad3D
    — Hasta los aurores más ocupados necesitan un dia para tomarse un respirito... Hoy es su dia libre, asi que Mine, como cada domingo, decide desconectar de su vida diaria por unas horas — ㅤㅤㅤㅤㅤㅤㅤㅤㅤㅤ #SeductiveSunday ㅤㅤㅤㅤㅤ #Personajes3D #3D #Comunidad3D
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  • ¡Hoy celebramos un cumpleaños en FicRol!
    ๋ 𝚅𝚊𝚗𝚢𝚊 ๋ está de celebración, así que… ¡que lluevan las felicitaciones!

    Un año más de historias, tramas y momentazos por vivir.
    Si le conoces, pásate a dejarle unas palabras. Y si no, ¡quizá sea un buen momento para hacerlo!

    ¡Feliz vuelta al sol, Vanya!
    🎉 ¡Hoy celebramos un cumpleaños en FicRol! 🎉 ✨ [Auroraghoulette12] está de celebración, así que… ¡que lluevan las felicitaciones! 🎂 Un año más de historias, tramas y momentazos por vivir. 💬 Si le conoces, pásate a dejarle unas palabras. Y si no, ¡quizá sea un buen momento para hacerlo! ¡Feliz vuelta al sol, Vanya! 🌟
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  • ❝ I made a promise
    To distance myself
    Took a flight, through aurora skies
    Honestly, I didn't think about
    How we didn't say goodbye
    Just see you very soon

    It hurts to be something
    It's worse to be nothing with you. ❞
    ❝ I made a promise To distance myself Took a flight, through aurora skies Honestly, I didn't think about How we didn't say goodbye Just see you very soon It hurts to be something It's worse to be nothing with you. ❞
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  • Una nueva y terrible realidad
    Fandom Harry Potter
    Categoría Drama
    ㅤㅤ
    ㅤㅤㅤㅤ"...𝐞𝐬𝐭𝐚 𝐯𝐢𝐝𝐚... 𝐞𝐬 𝐝𝐮𝐫𝐚... 𝐞𝐬... 𝐭𝐞𝐫𝐫𝐢𝐛𝐥𝐞..."
    ㅤㅤㅤㅤ⧽ 𝐒𝐓𝐀𝐑𝐓𝐄𝐑
    ㅤㅤㅤㅤ ˹ Cameron Lee Keane

    ㅤLa visita a la celda de Alexander en Azkabán resultó de lo más estremecedora. Obviamente ni Cameron ni Violet esperaban que Alexander revelara su plan malvado y les ahorrara el esfuerzo de tener que resolver aquel entuerto. La parte buena era que, sin quererlo, Alexander había revelado más de lo que esperaba. Ahora sabían que realmente había un plan en marcha. Un plan para el que había formado y preparado a Brandon. Había colocado perfectamente sus peones… Y ahora se daba cuenta de que su arresto había estado perfectamente planeado y no era victoria de ellos, si no de Alexander.

    Por otro lado, ahora sabían que Brandon estaba trabajando con alguien más, con una chica. Una chica obscurial. Lo cual era realmente preocupante si tenían en cuenta los reportes de dias anteriores en los que un auror había rescatado a un monton de niños obscurial de un monasterio europeo. Un hechizo con poder de obscurial era el equivalente a una docena de bombas nucleares mágicas. Un poder capaz de hacer casi cualquier cosa… Y eso era lo que Violet y Cameron temían. Y ese temor y malestar no se separó de ellos aunque salieran de la prisión de Azkabán. Al contrario…

    La aparición en la isla de Jess, vieja amiga de Cameron, y de un tal Orión Pussett no hizo más que alimentar el mal presentimiento de Violet. Allí había demasiado en juego, tanto que no alcanzaban a ver el plan completo, ni siquiera… cuando -tras aparecer en la Mansión Barrow- los cuatro allí presentes fueron exponiendo los resultados de sus investigaciones personales. Había algo que no terminaban de ver…

    A pesar de saber que Brandon había manipulado a la chica, la tal Nora, para usar su poder de obscurial… A pesar de saber que Brandon había estado organizando el asesinato y secuestro de niños. A pesar de saber que Alexander tenia un as bajo la manga… No tenían ni idea de qué era lo que se proponía hacer. Por supuesto, intentaría joderles, como siempre que había aparecido en sus vidas.

    Y Violet sabia que, a pesar de haber creado un gran equipo improvisado con Orión y Jess, no podrían reventar el plan de Alexander. Porque ahora sabia que ese plan llevaba fraguándose en secreto mucho más tiempo del que hacia que ellos lo habían descubierto. Había tantos peones, tantos resquicios…

    Pero eso no frenaría a Violet… Sabía que no había posibilidad de resolver aquello, pero… quizás… Quizás había una oportunidad de ayudar a Orión a recuperar a su novia… Puede que consiguieran salvar a la chica a tiempo…

    Puede…

    >> Aquella sala estaba perfectamente preparada para aguantar cualquier clase de hechizo. Eso fue lo primero que comprobó Violet cuando, tras valerse de Orión, creó un portal que los llevase hasta Nora. Bendita magia Asgardiana… Loki había sido un cretino, pero su magia era eficaz.

    Las paredes de aquella sala parecían vibrar, conteniendo el poder de un hechizo que creaba un enorme efecto de atracción, un viento nacido de ninguna parte y, como epicentro… Brandon y Nora.

    Cameron fue el primero en advertir la esfera en la mano de Brandon, advirtiendo a voz en grito, intentando hacerse oír por encima del zumbido insoportable de aquel hechizo, a Violet y Orión.

    -¡Hay que coger esa esfera! -gritó Violet a Orión, quien era el más adelantado y el que, en realidad, parecía tener menor resistencia hacia aquel hechizo, como si la magia de Nora realmente no intentara dañarlo- ¡Coge la esfera!

    Orión seguía avanzando.

    -¡Se lo que tengo que hacer!

    -¡ROMPE LA ESFERA! -gritaron Violet y Cameron al unísono tapándose el rostro como podían de la luz cegadora que, de pronto pareció nacer desde la propia Nora. Orión llegó hasta su chica, pero desde donde estaban, Cameron y Violet no eran capaces de vislumbrar qué estaba ocurriendo. Y entonces… El ruido, las luces, el viento… todo pareció colapsar en una onda expansiva que lanzó a Violet y Cameron hacia atrás.

    Y todo se volvió oscuro.

    >> Una joven despertó sobresaltada en su cama. Su rostro estaba perlado en sudor, su respiración estaba agitada. Intentó tragar saliva, pero su garganta estaba seca, totalmente seca. Se llevó la mano al rostro y después al pecho intentando calmarse. Había tenido una pesadilla horrible… Hubiera preferido uno de sus “buenos sueños”. Desde que tenia uso de razón había tenido sueños en los que ella era… otra persona. Era alguien valiente, era alguien fuerte. Era fiera, era luchadora. Sueños en los que tenia una vida distinta… En los que ella era alguien y su nombre significaba… algo…

    Regresar a la realidad solía ser un evento frustrante cada amanecer, siempre queriendo rascar unos segundos más. Siempre queriendo quedarse un poco más en su mundo de sueños. Pero aquel día… realmente agradeció haber despertado.

    Echó una mirada hacia la ventana y se dio cuenta de que casi amanecía sobre las colinas nevadas que rodeaban Hogsmeade. Otro día empezaba…

    Se levantó de la cama sin demasiado entusiasmo y anduvo hasta el cuarto de baño donde se miró en el espejo. El reflejo de sus orbes color miel le devolvió la mirada. Seguía siendo ella. Nada había cambiado. Ni sus ojos, ni sus labios, ni la cicatriz espantosa que iba desde su oreja derecha hasta la comisura de sus labios.

    -Buenos dias…- se dijo Violet a sí misma.

    >> Una hora después exactamente, y tras intentar pasar desapercibida entre la patrulla de mortífagos que paseaba por Hogsmeade aquella mañana, la joven abría la puerta de la botica que regentaba en el pueblo. No era un gran reclamo para los chicos de Hogwarts que venían de excursión los fines de semana, pero… al menos le permitía tener un plato en la mesa cada día. Hace un año todo iba bien… O casi... A pesar de que Lord Voldemort reinaba en el mundo mágico con mano de hierro... A pesar de las desapariciones, de las muertes... Violet tenia todo hacía un año:

    Tenia un novio, tenia ahorros y tenía una tienda…

    Ahora tenía un exnovio que, celoso de su buen talante con los clientes le había golpeado y marcado de por vida en pleno rostro…. Un ex-novio que le había robado los ahorros y había condenado a Violet a vivir al día… cada día… Uno tras otro.

    El tintineo de la campanita al entrar fue tímido, y tras cerrar la puerta, Violet giró el cartel que decía “Estamos cerrados”, por el reverso que anunciaba “Estamos abiertos”. Totalmente convencional. Por un segundo su mirada reparó en la sortija en su dedo anular. Uno de los muchos misterios de su vida. Lo había tenido desde que nació… Puede que también lo tuviera en el orfanato… Le gustaba pensar que había pertenecido a su madre, un regalo de una persona que la quiso aunque tuviera que renunciar a ella…

    Sacudió la cabeza y, mientras se quitaba el abrigo, caminó hasta el mostrador donde tenía que poner a punto un par de cosas antes de que empezara el día… Como todos los días de su vida…


    #Personajes3D #3D #Comunidad3D #Starter

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    ㅤㅤ ㅤㅤㅤㅤ"...𝐞𝐬𝐭𝐚 𝐯𝐢𝐝𝐚... 𝐞𝐬 𝐝𝐮𝐫𝐚... 𝐞𝐬... 𝐭𝐞𝐫𝐫𝐢𝐛𝐥𝐞..." ㅤㅤㅤㅤ⧽ 𝐒𝐓𝐀𝐑𝐓𝐄𝐑 ㅤㅤㅤㅤ ˹ [xLKeane] ㅤLa visita a la celda de Alexander en Azkabán resultó de lo más estremecedora. Obviamente ni Cameron ni Violet esperaban que Alexander revelara su plan malvado y les ahorrara el esfuerzo de tener que resolver aquel entuerto. La parte buena era que, sin quererlo, Alexander había revelado más de lo que esperaba. Ahora sabían que realmente había un plan en marcha. Un plan para el que había formado y preparado a Brandon. Había colocado perfectamente sus peones… Y ahora se daba cuenta de que su arresto había estado perfectamente planeado y no era victoria de ellos, si no de Alexander. Por otro lado, ahora sabían que Brandon estaba trabajando con alguien más, con una chica. Una chica obscurial. Lo cual era realmente preocupante si tenían en cuenta los reportes de dias anteriores en los que un auror había rescatado a un monton de niños obscurial de un monasterio europeo. Un hechizo con poder de obscurial era el equivalente a una docena de bombas nucleares mágicas. Un poder capaz de hacer casi cualquier cosa… Y eso era lo que Violet y Cameron temían. Y ese temor y malestar no se separó de ellos aunque salieran de la prisión de Azkabán. Al contrario… La aparición en la isla de Jess, vieja amiga de Cameron, y de un tal Orión Pussett no hizo más que alimentar el mal presentimiento de Violet. Allí había demasiado en juego, tanto que no alcanzaban a ver el plan completo, ni siquiera… cuando -tras aparecer en la Mansión Barrow- los cuatro allí presentes fueron exponiendo los resultados de sus investigaciones personales. Había algo que no terminaban de ver… A pesar de saber que Brandon había manipulado a la chica, la tal Nora, para usar su poder de obscurial… A pesar de saber que Brandon había estado organizando el asesinato y secuestro de niños. A pesar de saber que Alexander tenia un as bajo la manga… No tenían ni idea de qué era lo que se proponía hacer. Por supuesto, intentaría joderles, como siempre que había aparecido en sus vidas. Y Violet sabia que, a pesar de haber creado un gran equipo improvisado con Orión y Jess, no podrían reventar el plan de Alexander. Porque ahora sabia que ese plan llevaba fraguándose en secreto mucho más tiempo del que hacia que ellos lo habían descubierto. Había tantos peones, tantos resquicios… Pero eso no frenaría a Violet… Sabía que no había posibilidad de resolver aquello, pero… quizás… Quizás había una oportunidad de ayudar a Orión a recuperar a su novia… Puede que consiguieran salvar a la chica a tiempo… Puede… >> Aquella sala estaba perfectamente preparada para aguantar cualquier clase de hechizo. Eso fue lo primero que comprobó Violet cuando, tras valerse de Orión, creó un portal que los llevase hasta Nora. Bendita magia Asgardiana… Loki había sido un cretino, pero su magia era eficaz. Las paredes de aquella sala parecían vibrar, conteniendo el poder de un hechizo que creaba un enorme efecto de atracción, un viento nacido de ninguna parte y, como epicentro… Brandon y Nora. Cameron fue el primero en advertir la esfera en la mano de Brandon, advirtiendo a voz en grito, intentando hacerse oír por encima del zumbido insoportable de aquel hechizo, a Violet y Orión. -¡Hay que coger esa esfera! -gritó Violet a Orión, quien era el más adelantado y el que, en realidad, parecía tener menor resistencia hacia aquel hechizo, como si la magia de Nora realmente no intentara dañarlo- ¡Coge la esfera! Orión seguía avanzando. -¡Se lo que tengo que hacer! -¡ROMPE LA ESFERA! -gritaron Violet y Cameron al unísono tapándose el rostro como podían de la luz cegadora que, de pronto pareció nacer desde la propia Nora. Orión llegó hasta su chica, pero desde donde estaban, Cameron y Violet no eran capaces de vislumbrar qué estaba ocurriendo. Y entonces… El ruido, las luces, el viento… todo pareció colapsar en una onda expansiva que lanzó a Violet y Cameron hacia atrás. Y todo se volvió oscuro. >> Una joven despertó sobresaltada en su cama. Su rostro estaba perlado en sudor, su respiración estaba agitada. Intentó tragar saliva, pero su garganta estaba seca, totalmente seca. Se llevó la mano al rostro y después al pecho intentando calmarse. Había tenido una pesadilla horrible… Hubiera preferido uno de sus “buenos sueños”. Desde que tenia uso de razón había tenido sueños en los que ella era… otra persona. Era alguien valiente, era alguien fuerte. Era fiera, era luchadora. Sueños en los que tenia una vida distinta… En los que ella era alguien y su nombre significaba… algo… Regresar a la realidad solía ser un evento frustrante cada amanecer, siempre queriendo rascar unos segundos más. Siempre queriendo quedarse un poco más en su mundo de sueños. Pero aquel día… realmente agradeció haber despertado. Echó una mirada hacia la ventana y se dio cuenta de que casi amanecía sobre las colinas nevadas que rodeaban Hogsmeade. Otro día empezaba… Se levantó de la cama sin demasiado entusiasmo y anduvo hasta el cuarto de baño donde se miró en el espejo. El reflejo de sus orbes color miel le devolvió la mirada. Seguía siendo ella. Nada había cambiado. Ni sus ojos, ni sus labios, ni la cicatriz espantosa que iba desde su oreja derecha hasta la comisura de sus labios. -Buenos dias…- se dijo Violet a sí misma. >> Una hora después exactamente, y tras intentar pasar desapercibida entre la patrulla de mortífagos que paseaba por Hogsmeade aquella mañana, la joven abría la puerta de la botica que regentaba en el pueblo. No era un gran reclamo para los chicos de Hogwarts que venían de excursión los fines de semana, pero… al menos le permitía tener un plato en la mesa cada día. Hace un año todo iba bien… O casi... A pesar de que Lord Voldemort reinaba en el mundo mágico con mano de hierro... A pesar de las desapariciones, de las muertes... Violet tenia todo hacía un año: Tenia un novio, tenia ahorros y tenía una tienda… Ahora tenía un exnovio que, celoso de su buen talante con los clientes le había golpeado y marcado de por vida en pleno rostro…. Un ex-novio que le había robado los ahorros y había condenado a Violet a vivir al día… cada día… Uno tras otro. El tintineo de la campanita al entrar fue tímido, y tras cerrar la puerta, Violet giró el cartel que decía “Estamos cerrados”, por el reverso que anunciaba “Estamos abiertos”. Totalmente convencional. Por un segundo su mirada reparó en la sortija en su dedo anular. Uno de los muchos misterios de su vida. Lo había tenido desde que nació… Puede que también lo tuviera en el orfanato… Le gustaba pensar que había pertenecido a su madre, un regalo de una persona que la quiso aunque tuviera que renunciar a ella… Sacudió la cabeza y, mientras se quitaba el abrigo, caminó hasta el mostrador donde tenía que poner a punto un par de cosas antes de que empezara el día… Como todos los días de su vida… #Personajes3D #3D #Comunidad3D #Starter psd: [Mischief de waatsoned on DeviantArt] formato de texto: [WH0YAGONNACALL on X]
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    ㅤㅤㅤㅤ𝒂𝒖𝒓𝒐𝒓𝒆𝒔 𝒚 𝒕𝒓𝒖𝒉𝒂𝒏𝒆𝒔
    ㅤㅤㅤㅤ⧽ 𝐒𝐓𝐀𝐑𝐓𝐄𝐑
    ㅤㅤㅤㅤ˹ Dante Carrow



    ㅤㅤㅤㅤAlgún día terminaría por acostumbrarse a tanto cambio horario, estaba segura. Algún día se acostumbraría a trabajar en el culo del mundo, echar una cabezada en Dublín y estar a tiempo en Manhattan para asistir a la reunión de personal. Bueno, lo cierto era que no siempre le costaba trabajo encajar aquellos saltos entre países. Pero esa semana… esa semana estaba siendo especialmente complicada. Si echaba la vista atrás, recordaba haber dormido un total de siete horas en total. Sus pasos la habían llevado a recorrer medio planeta en pos de un mago oscuro que había tratado de practicar la nigromancia y resucitar magos tenebrosos a lo largo de casi tres continentes.

    Cuando quiso quitarse de encima la larguísima sombra de sus padres usando sus habilidades como auror por todo el planeta jamás imaginó que seria tan estresante. La parte mala de haber cosechado una reputación como la que ella se había labrado a lo largo de los últimos años era que su nombre se trataba del más codiciado entre los departamentos de Seguridad Mágica del mundo.

    Asi que, por eso ni siquiera se extrañó cuando su nombre salió a colación en el MACUSA entre los aurores que podrían ayudar en aquella delicada situación… Ni siquiera llevaba diez minutos tumbada en el sofá de su apartamento en Manhattan cuando aquella lechuza repiqueteó en su ventana con las garras de una de sus patas. Minerva ladeó la cabeza en dirección a aquel sonido entrecerrando los ojos a causa de la claridad que entraba por la ventana. Ni siquiera tenia idea de qué dichosa hora era.

    Se dio la vuelta en el sofá, pero aquella lechuza era insistente en su cometido. Minerva dejó ir un suspiro de aburrimiento y se movió en el sofá para incorporarse al tiempo que echaba hacia atrás su cabellera oscura que, por momentos se estaba tornando rojizo en las puntas a causa del enfado provocado por el cansancio.

    -Ya voy…- gruñó mientras se ponía en pie y se acercaba a la ventana. Una vez abierta, recogió la carta que la lechuza llevaba y esta ululó en un suave gorjeo alegre- Al menos sus lechuzas son agradables… -comentó mientras echaba mano del pequeño saquito donde tenía las chucherías lechuciles y le ofreció una al animal. Después desenrolló el pergamino y comenzó a leer.

    -Pues parece que las dos volvemos al MACUSA… -comentó mientras buscaba pluma y tinta para escribir una rápida respuesta:

    “Estaré allí en treinta minutos”

    >> Por suerte para Minerva, la reunión en el MACUSA no había durado demasiado tiempo, no hay nada que le diera más por saco que tener que estar encerrada entre cuatro paredes demasiado estrechas. Pero, para su desgracia su tarea era, probablemente, lo más desagradable que había tenido que hacer en mucho tiempo.

    -¿Dante Carrow? ¿Es en serio? -había preguntado Minerva- ¿Qué os hace pensar que verdaderamente él está implicado en todo esto? Quiero decir…

    Jenkins ladeó la cabeza.

    -Es su familia.- dijo el Jefe del Departamento de Aurores del MACUSA- Su apellido está enlazado con magia tenebrosa desde hace mucho tiempo…

    Minerva cambió el paso de su cuerpo de un pie a otro.

    -Si, lo entiendo… Sé de historia… -asintió rodando los ojos dando por hecho todo lo que tenia que ver la procedencia oscura de la familia Carrow- Conozco las Guerras Mágicas de Reino Unido… Pero conozco a Dante. Era… un poco chulo, solía hacer novillos, pero… esto es… jugar en otra liga. Él no es un asesino. Es… Solo un…

    -Es heredero de un linaje oscuro, señorita Keane -sentenció Jenkins- Necesitamos que te reúnas con él. Consideramos que eres la persona más capaz de resolver esta situación.

    Minerva puso los ojos en blanco.

    -¿Esto es por mis habilidades como auror o porque Dante me persiguió por todo Ilvermorny? -preguntó ella logrando una media sonrisita por parte de Jenkins.

    >> Incluso desde el otro lado de la puerta del bar podía escucharse los acordes de la música rock retumbando contra las paredes. Minerva se recolocó la chaqueta de cuero y atravesó la puerta del bar con ese aire de femme fatale que domina el mundo a cada paso que da. No era un papel… Los últimos años de su vida, lo que había visto y lo que había vivido, le habían convertido en una mujer dura, bastante poderosa y con ciertas malas pulgas. Aunque eso cambiaba en casa… su fachada se derrumbaba cada vez que su padre la recibía en uno de esos abrazos de oso que quitaban el aliento. Pero su padre no esta allí, asi que Minerva atravesó el bar con la barbilla alta y gesto altivo. No le había costado demasiado trabajo encontrar a Dante, por supuesto sabia en qué ambientes solía moverse. Ya había tenido que seguir sus pasos un año atrás cuando sus travesuras habían alertado al departamento de aurores. Aun asi, Minerva sabia que era un buen tio… pese a que nunca admitiría eso en voz alta..

    De pronto una bronca estalló en el fondo del bar seguido de un estruendo cuando una mesa cayó al suelo. Minerva siguió el sonido de los gritos y llegó a tiempo de ver como Dante Carrow recibía un puñetazo en plena cara.

    -¡¿Es que crees que puedes engañarme, Carrow?! -espetó un tipo enorme con aire de tener bastantes malas pulgas.

    Empujó a Dante contra el suelo al mismo tiempo que Minerva llegaba hasta él, lo que provocó que la cabeza del moreno quedara entre los dos pies de la auror.

    -¿Asi es como pasas el rato ahora? -le preguntó la morena descendiendo la mirada hacia él.

    El tipo de las malas pulgas dio un paso hacia ella con intención de seguir la bronca, pero Minerva sacó rápidamente su varita y, con un encantamiento no verbal lo congeló en el sitio.

    -Deja hablar a los mayores… -dijo con un deje de aburrimiento y volvió a mirar a Dante- ¿Te gusta meterte en líos?


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    ㅤㅤ ㅤㅤㅤㅤ𝒂𝒖𝒓𝒐𝒓𝒆𝒔 𝒚 𝒕𝒓𝒖𝒉𝒂𝒏𝒆𝒔 ㅤㅤㅤㅤ⧽ 𝐒𝐓𝐀𝐑𝐓𝐄𝐑 ㅤㅤㅤㅤ˹ [CARR0W] ㅤ ㅤ ㅤㅤㅤㅤAlgún día terminaría por acostumbrarse a tanto cambio horario, estaba segura. Algún día se acostumbraría a trabajar en el culo del mundo, echar una cabezada en Dublín y estar a tiempo en Manhattan para asistir a la reunión de personal. Bueno, lo cierto era que no siempre le costaba trabajo encajar aquellos saltos entre países. Pero esa semana… esa semana estaba siendo especialmente complicada. Si echaba la vista atrás, recordaba haber dormido un total de siete horas en total. Sus pasos la habían llevado a recorrer medio planeta en pos de un mago oscuro que había tratado de practicar la nigromancia y resucitar magos tenebrosos a lo largo de casi tres continentes. Cuando quiso quitarse de encima la larguísima sombra de sus padres usando sus habilidades como auror por todo el planeta jamás imaginó que seria tan estresante. La parte mala de haber cosechado una reputación como la que ella se había labrado a lo largo de los últimos años era que su nombre se trataba del más codiciado entre los departamentos de Seguridad Mágica del mundo. Asi que, por eso ni siquiera se extrañó cuando su nombre salió a colación en el MACUSA entre los aurores que podrían ayudar en aquella delicada situación… Ni siquiera llevaba diez minutos tumbada en el sofá de su apartamento en Manhattan cuando aquella lechuza repiqueteó en su ventana con las garras de una de sus patas. Minerva ladeó la cabeza en dirección a aquel sonido entrecerrando los ojos a causa de la claridad que entraba por la ventana. Ni siquiera tenia idea de qué dichosa hora era. Se dio la vuelta en el sofá, pero aquella lechuza era insistente en su cometido. Minerva dejó ir un suspiro de aburrimiento y se movió en el sofá para incorporarse al tiempo que echaba hacia atrás su cabellera oscura que, por momentos se estaba tornando rojizo en las puntas a causa del enfado provocado por el cansancio. -Ya voy…- gruñó mientras se ponía en pie y se acercaba a la ventana. Una vez abierta, recogió la carta que la lechuza llevaba y esta ululó en un suave gorjeo alegre- Al menos sus lechuzas son agradables… -comentó mientras echaba mano del pequeño saquito donde tenía las chucherías lechuciles y le ofreció una al animal. Después desenrolló el pergamino y comenzó a leer. -Pues parece que las dos volvemos al MACUSA… -comentó mientras buscaba pluma y tinta para escribir una rápida respuesta: “Estaré allí en treinta minutos” >> Por suerte para Minerva, la reunión en el MACUSA no había durado demasiado tiempo, no hay nada que le diera más por saco que tener que estar encerrada entre cuatro paredes demasiado estrechas. Pero, para su desgracia su tarea era, probablemente, lo más desagradable que había tenido que hacer en mucho tiempo. -¿Dante Carrow? ¿Es en serio? -había preguntado Minerva- ¿Qué os hace pensar que verdaderamente él está implicado en todo esto? Quiero decir… Jenkins ladeó la cabeza. -Es su familia.- dijo el Jefe del Departamento de Aurores del MACUSA- Su apellido está enlazado con magia tenebrosa desde hace mucho tiempo… Minerva cambió el paso de su cuerpo de un pie a otro. -Si, lo entiendo… Sé de historia… -asintió rodando los ojos dando por hecho todo lo que tenia que ver la procedencia oscura de la familia Carrow- Conozco las Guerras Mágicas de Reino Unido… Pero conozco a Dante. Era… un poco chulo, solía hacer novillos, pero… esto es… jugar en otra liga. Él no es un asesino. Es… Solo un… -Es heredero de un linaje oscuro, señorita Keane -sentenció Jenkins- Necesitamos que te reúnas con él. Consideramos que eres la persona más capaz de resolver esta situación. Minerva puso los ojos en blanco. -¿Esto es por mis habilidades como auror o porque Dante me persiguió por todo Ilvermorny? -preguntó ella logrando una media sonrisita por parte de Jenkins. >> Incluso desde el otro lado de la puerta del bar podía escucharse los acordes de la música rock retumbando contra las paredes. Minerva se recolocó la chaqueta de cuero y atravesó la puerta del bar con ese aire de femme fatale que domina el mundo a cada paso que da. No era un papel… Los últimos años de su vida, lo que había visto y lo que había vivido, le habían convertido en una mujer dura, bastante poderosa y con ciertas malas pulgas. Aunque eso cambiaba en casa… su fachada se derrumbaba cada vez que su padre la recibía en uno de esos abrazos de oso que quitaban el aliento. Pero su padre no esta allí, asi que Minerva atravesó el bar con la barbilla alta y gesto altivo. No le había costado demasiado trabajo encontrar a Dante, por supuesto sabia en qué ambientes solía moverse. Ya había tenido que seguir sus pasos un año atrás cuando sus travesuras habían alertado al departamento de aurores. Aun asi, Minerva sabia que era un buen tio… pese a que nunca admitiría eso en voz alta.. De pronto una bronca estalló en el fondo del bar seguido de un estruendo cuando una mesa cayó al suelo. Minerva siguió el sonido de los gritos y llegó a tiempo de ver como Dante Carrow recibía un puñetazo en plena cara. -¡¿Es que crees que puedes engañarme, Carrow?! -espetó un tipo enorme con aire de tener bastantes malas pulgas. Empujó a Dante contra el suelo al mismo tiempo que Minerva llegaba hasta él, lo que provocó que la cabeza del moreno quedara entre los dos pies de la auror. -¿Asi es como pasas el rato ahora? -le preguntó la morena descendiendo la mirada hacia él. El tipo de las malas pulgas dio un paso hacia ella con intención de seguir la bronca, pero Minerva sacó rápidamente su varita y, con un encantamiento no verbal lo congeló en el sitio. -Deja hablar a los mayores… -dijo con un deje de aburrimiento y volvió a mirar a Dante- ¿Te gusta meterte en líos? #Personajes3D #3D #Comunidad3D #Starter formato texto: [WH0YAGONNACALL on X] psd: [Mischief by waatsoned on DeviantArt]
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