• Takeru respiraba hondo mientras se preparaba para el combate más difícil hasta ahora. Wakatsuki Takeshi estaba frente a él, un hombre cuya fuerza descomunal lo convertía en una verdadera bestia en el ring. La arena del estadio de la isla oculta vibraba con la anticipación de los espectadores, quienes sabían que este enfrentamiento sería una brutal demostración de poder y técnica.

    El referí levantó la mano y anunció el inicio del combate.

    Takeru, ahora un maestro del estilo Niko combinado con su boxeo Out Boxer, utilizó "Bólido" para aumentar su velocidad y mantenerse fuera del alcance de Wakatsuki. Se movía como un espectro, lanzando jabs rápidos que apenas rozaban la piel del oponente, pero que acumulaban daño poco a poco.

    Sin embargo, Wakatsuki no era un rival ordinario. Cuando por fin consiguió cerrar la distancia, descargó un golpe devastador contra Takeru, quien apenas tuvo tiempo de activar "Adamantino" para mitigar el impacto. Aun así, el impacto fue brutal; Takeru sintió cómo sus huesos crujían bajo la fuerza monstruosa de su oponente.

    Con cada intercambio, la diferencia de poder era evidente. Wakatsuki bloqueaba los golpes de Takeru como si no fueran más que brisas de viento. Takeru, en cambio, tenía que usar "Sauce" constantemente para desviar los ataques que, de lo contrario, lo habrían dejado inconsciente en un instante.

    Pero Takeru no se rendía. Con sangre resbalando por su rostro y el dolor recorriendo todo su cuerpo, aprovechó su velocidad y reflejos superiores para conectar una serie de combinaciones rápidas, apuntando a los puntos débiles de Wakatsuki. Fue un combate de resistencia, astucia y puro instinto de supervivencia.

    Finalmente, en un último intento desesperado, Takeru utilizó su velocidad al máximo con "Bólido", esquivó un golpe demoledor y lanzó un derechazo con toda su fuerza al mentón de Wakatsuki. El impacto fue preciso, obligando al titán a tambalearse. Aprovechando el momento, descargó una ráfaga de golpes certeros, hasta que Wakatsuki cayó de rodillas.

    El referí observó atentamente, contando segundos en su cabeza. Wakatsuki intentó levantarse, pero sus piernas no respondían. Finalmente, su cuerpo se desplomó sobre la arena, incapaz de continuar.

    "¡El combate ha terminado! ¡El ganador es Takeru!"

    Los gritos del público retumbaron en la arena, pero Takeru apenas los escuchaba. Su cuerpo estaba destrozado, sus movimientos eran pesados y su visión borrosa. Aún quedaban muchas peleas por delante, y ahora tendría que enfrentarlas con heridas graves.
    Takeru respiraba hondo mientras se preparaba para el combate más difícil hasta ahora. Wakatsuki Takeshi estaba frente a él, un hombre cuya fuerza descomunal lo convertía en una verdadera bestia en el ring. La arena del estadio de la isla oculta vibraba con la anticipación de los espectadores, quienes sabían que este enfrentamiento sería una brutal demostración de poder y técnica. El referí levantó la mano y anunció el inicio del combate. Takeru, ahora un maestro del estilo Niko combinado con su boxeo Out Boxer, utilizó "Bólido" para aumentar su velocidad y mantenerse fuera del alcance de Wakatsuki. Se movía como un espectro, lanzando jabs rápidos que apenas rozaban la piel del oponente, pero que acumulaban daño poco a poco. Sin embargo, Wakatsuki no era un rival ordinario. Cuando por fin consiguió cerrar la distancia, descargó un golpe devastador contra Takeru, quien apenas tuvo tiempo de activar "Adamantino" para mitigar el impacto. Aun así, el impacto fue brutal; Takeru sintió cómo sus huesos crujían bajo la fuerza monstruosa de su oponente. Con cada intercambio, la diferencia de poder era evidente. Wakatsuki bloqueaba los golpes de Takeru como si no fueran más que brisas de viento. Takeru, en cambio, tenía que usar "Sauce" constantemente para desviar los ataques que, de lo contrario, lo habrían dejado inconsciente en un instante. Pero Takeru no se rendía. Con sangre resbalando por su rostro y el dolor recorriendo todo su cuerpo, aprovechó su velocidad y reflejos superiores para conectar una serie de combinaciones rápidas, apuntando a los puntos débiles de Wakatsuki. Fue un combate de resistencia, astucia y puro instinto de supervivencia. Finalmente, en un último intento desesperado, Takeru utilizó su velocidad al máximo con "Bólido", esquivó un golpe demoledor y lanzó un derechazo con toda su fuerza al mentón de Wakatsuki. El impacto fue preciso, obligando al titán a tambalearse. Aprovechando el momento, descargó una ráfaga de golpes certeros, hasta que Wakatsuki cayó de rodillas. El referí observó atentamente, contando segundos en su cabeza. Wakatsuki intentó levantarse, pero sus piernas no respondían. Finalmente, su cuerpo se desplomó sobre la arena, incapaz de continuar. "¡El combate ha terminado! ¡El ganador es Takeru!" Los gritos del público retumbaron en la arena, pero Takeru apenas los escuchaba. Su cuerpo estaba destrozado, sus movimientos eran pesados y su visión borrosa. Aún quedaban muchas peleas por delante, y ahora tendría que enfrentarlas con heridas graves.
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  • Entre el mito y la verdad
    Fandom Oc
    Categoría Suspenso
    Rol cerrado con: Heinrich Rosenberg
    Ciudad Velmont - 1:00 am

    La ciudad tenía una forma particular de respirar en las madrugadas. Calles desiertas, faroles parpadeando como si estuvieran cansados de iluminar y el eco de unos tacones o pasos en la distancia. Joon estaba acostumbrado a todo eso. Había patrullado estos barrios lo suficiente como para saber que los rumores de vampiros, criaturas de la noche o monstruos -como bien los llamaban-, eran todas historias para mantener a los borrachos en sus casas y para asustar a los niños

    Sin embargo, los rumores de ataques extraños no dejaban de circular entre los oficiales. Gente desapareciendo sin rastro y testigos asegurando haber visto "sombras" moviéndose demasiado rápido. ¿se trataba de algún asesino en serie? No podía ser, ya no se veían casos como esos, solo porque 'eran otras épocas'.

    Un cadáver apareció en un callejón detrás de un viejo club de jazz. Nada nuevo. La víctima, un hombre de unos treinta y tantos, sin identificación, piel pálida y sin signos visibles de violencia. Lo inquietante era la falta total de sangre en el cuerpo. "Algún psicópata con fetiches raros", pensó mientras sacaba un cigarro, observando la escena.

    Joon exhaló, masajeándose las sienes.
    ⸻ Otro más… ⸻murmuró mientras encendía un cigarro.
    Era el tercer caso en un mes. Diferentes víctimas, diferentes edades, pero el mismo patrón. Piel blanca como el mármol, sin sangre, sin huellas, sin señales de lucha. Y siempre... de noche.

    Se arrodilló junto al cuerpo, sacando su linterna para inspeccionar de cerca. Cuando de repente el aire se volvió más pesado, más frío. Un escalofrío recorrió su nuca, como si lo estuvieran observando. Su cuerpo se tensó, bajando la mano lentamente hacia su arma.

    ⸻ Sal de ahí ⸻soltó con voz firme, sin voltear aún. Podí asegurar que alguien estaba en la oscuridad del callejón, acompañándolo. Giró en su lugar, apuntando realmente a la oscuridad misma con el arma ya en mano. Ah... ¿estaba alucinando? Su corazón latía con fuerza.

    Esperaba que las noches en vela no le estuvieran cobrando factura, no aún... Tenía que volver a casa y asegurarse que la bola de pelos -de curioso nombre cítrico- había vuelto a casa para dormir.
    Rol cerrado con: [Heinz_Vamp] 📍 Ciudad Velmont - 1:00 am La ciudad tenía una forma particular de respirar en las madrugadas. Calles desiertas, faroles parpadeando como si estuvieran cansados de iluminar y el eco de unos tacones o pasos en la distancia. Joon estaba acostumbrado a todo eso. Había patrullado estos barrios lo suficiente como para saber que los rumores de vampiros, criaturas de la noche o monstruos -como bien los llamaban-, eran todas historias para mantener a los borrachos en sus casas y para asustar a los niños Sin embargo, los rumores de ataques extraños no dejaban de circular entre los oficiales. Gente desapareciendo sin rastro y testigos asegurando haber visto "sombras" moviéndose demasiado rápido. ¿se trataba de algún asesino en serie? No podía ser, ya no se veían casos como esos, solo porque 'eran otras épocas'. Un cadáver apareció en un callejón detrás de un viejo club de jazz. Nada nuevo. La víctima, un hombre de unos treinta y tantos, sin identificación, piel pálida y sin signos visibles de violencia. Lo inquietante era la falta total de sangre en el cuerpo. "Algún psicópata con fetiches raros", pensó mientras sacaba un cigarro, observando la escena. Joon exhaló, masajeándose las sienes. ⸻ Otro más… ⸻murmuró mientras encendía un cigarro. Era el tercer caso en un mes. Diferentes víctimas, diferentes edades, pero el mismo patrón. Piel blanca como el mármol, sin sangre, sin huellas, sin señales de lucha. Y siempre... de noche. Se arrodilló junto al cuerpo, sacando su linterna para inspeccionar de cerca. Cuando de repente el aire se volvió más pesado, más frío. Un escalofrío recorrió su nuca, como si lo estuvieran observando. Su cuerpo se tensó, bajando la mano lentamente hacia su arma. ⸻ Sal de ahí ⸻soltó con voz firme, sin voltear aún. Podí asegurar que alguien estaba en la oscuridad del callejón, acompañándolo. Giró en su lugar, apuntando realmente a la oscuridad misma con el arma ya en mano. Ah... ¿estaba alucinando? Su corazón latía con fuerza. Esperaba que las noches en vela no le estuvieran cobrando factura, no aún... Tenía que volver a casa y asegurarse que la bola de pelos -de curioso nombre cítrico- había vuelto a casa para dormir.
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  • ### **El Retorno a las Raíces**

    El sol apenas asomaba entre las copas de los árboles cuando Takeru llegó al bosque. El aire fresco, impregnado con el aroma de la tierra húmeda y la resina de los pinos, lo envolvió en una sensación de familiaridad. Habían pasado años desde la última vez que pisó aquel lugar, pero nada había cambiado. Los mismos árboles robustos, las mismas colinas cubiertas de musgo, el mismo río cristalino que cortaba el paisaje como una serpiente plateada.

    Se quitó la camiseta y dejó sus cosas en una roca cercana. Respiró hondo, cerró los ojos y sintió la brisa acariciar su piel. Aquí, lejos de la ciudad, lejos del ruido, lejos del caos de los combates clandestinos, podía reencontrarse consigo mismo.

    **Primera etapa: la resistencia**

    Caminó hasta el río y dejó que el agua helada le cubriera el cuerpo. Al principio, la temperatura le cortó la respiración, pero pronto su piel se acostumbró. Se sumergió por completo y emergió con una exhalación profunda, sintiendo cómo el agua se llevaba consigo toda la tensión acumulada en sus músculos.

    Sin perder tiempo, empezó a nadar río arriba. La corriente lo empujaba hacia atrás, pero él respondía con brazadas poderosas, peleando contra la fuerza del agua. Cada golpe de brazo y cada patada se sentían como un desafío a su resistencia, pero no se detuvo. Su respiración se volvió rítmica, su cuerpo se adaptó al esfuerzo. Minuto tras minuto, siguió avanzando hasta que sus músculos ardieron y su pecho se llenó de fuego.

    Cuando sintió que su cuerpo estaba al límite, se dejó arrastrar por la corriente de regreso a la orilla. Salió del agua jadeando, con el cuerpo empapado y los músculos tensos. Pero apenas le dio tiempo de recuperar el aliento antes de pasar a la siguiente fase.

    **Segunda etapa: la fuerza**

    Se dirigió hacia un claro donde un enorme tronco caído esperaba, cubierto de musgo y humedad. Lo miró con determinación, flexionó las rodillas y metió las manos bajo la madera. Con un gruñido, levantó el tronco, sintiendo el peso desafiar cada fibra de su cuerpo.

    —¡Uno!

    Lo bajó lentamente y volvió a levantarlo.

    —¡Dos!

    Su espalda, hombros y piernas trabajaban al máximo, cada repetición un martillazo contra su resistencia. El sudor comenzó a resbalar por su frente, pero siguió adelante. Cada vez que sus músculos ardían, apretaba los dientes y continuaba. Sabía que no había otra forma de fortalecerse.

    Después de varias repeticiones, dejó caer el tronco con un estruendo y apoyó las manos en las rodillas, respirando hondo. Pero su entrenamiento no había terminado.

    Tomó el tronco nuevamente, pero esta vez lo cargó sobre sus hombros y comenzó a correr a través del bosque. Sus pies descalzos golpeaban la tierra, sorteando raíces y piedras mientras su cuerpo luchaba contra el peso que lo presionaba hacia abajo. A cada paso, sentía que su resistencia flaqueaba, pero se obligó a seguir.

    Después de recorrer varios metros, dejó caer el tronco y cayó de rodillas, jadeando. Su corazón latía con fuerza, su pecho se expandía con cada respiración profunda. Cerró los ojos por un momento, dejando que su cuerpo se recuperara.

    **Tercera etapa: el combate**

    Se puso de pie y caminó hacia una enorme roca cubierta de musgo. Se puso en guardia y lanzó un primer golpe.

    El impacto resonó en el bosque.

    Volvió a golpear. Y otra vez. Cada puñetazo hacía que la piedra se astillara poco a poco. No se detenía. Su técnica era precisa, calculada, pero con la brutalidad necesaria para romper cualquier defensa. Su respiración se volvía cada vez más pesada, y sus nudillos ardían con cada impacto.

    Luego, comenzó a encadenar combinaciones. Jab, cross, hook. Uppercut, esquiva, contraataque. Se movía con la agilidad de un depredador, imaginando a un oponente frente a él. Cada golpe iba acompañado de un resoplido de esfuerzo, cada movimiento calculado como si estuviera en el cuadrilátero.

    Cuando sintió que su resistencia flaqueaba, aumentó la intensidad. La roca estaba marcada con grietas profundas. Su piel ardía, sus nudillos sangraban, pero no se detuvo.

    Finalmente, con un último golpe, la roca se partió en dos.

    Takeru se quedó ahí, jadeando, con los puños en alto. Observó la piedra rota frente a él, testigo de su esfuerzo.

    Este bosque le había dado la fuerza una vez.

    Y ahora, se la estaba devolviendo.
    ### **El Retorno a las Raíces** El sol apenas asomaba entre las copas de los árboles cuando Takeru llegó al bosque. El aire fresco, impregnado con el aroma de la tierra húmeda y la resina de los pinos, lo envolvió en una sensación de familiaridad. Habían pasado años desde la última vez que pisó aquel lugar, pero nada había cambiado. Los mismos árboles robustos, las mismas colinas cubiertas de musgo, el mismo río cristalino que cortaba el paisaje como una serpiente plateada. Se quitó la camiseta y dejó sus cosas en una roca cercana. Respiró hondo, cerró los ojos y sintió la brisa acariciar su piel. Aquí, lejos de la ciudad, lejos del ruido, lejos del caos de los combates clandestinos, podía reencontrarse consigo mismo. **Primera etapa: la resistencia** Caminó hasta el río y dejó que el agua helada le cubriera el cuerpo. Al principio, la temperatura le cortó la respiración, pero pronto su piel se acostumbró. Se sumergió por completo y emergió con una exhalación profunda, sintiendo cómo el agua se llevaba consigo toda la tensión acumulada en sus músculos. Sin perder tiempo, empezó a nadar río arriba. La corriente lo empujaba hacia atrás, pero él respondía con brazadas poderosas, peleando contra la fuerza del agua. Cada golpe de brazo y cada patada se sentían como un desafío a su resistencia, pero no se detuvo. Su respiración se volvió rítmica, su cuerpo se adaptó al esfuerzo. Minuto tras minuto, siguió avanzando hasta que sus músculos ardieron y su pecho se llenó de fuego. Cuando sintió que su cuerpo estaba al límite, se dejó arrastrar por la corriente de regreso a la orilla. Salió del agua jadeando, con el cuerpo empapado y los músculos tensos. Pero apenas le dio tiempo de recuperar el aliento antes de pasar a la siguiente fase. **Segunda etapa: la fuerza** Se dirigió hacia un claro donde un enorme tronco caído esperaba, cubierto de musgo y humedad. Lo miró con determinación, flexionó las rodillas y metió las manos bajo la madera. Con un gruñido, levantó el tronco, sintiendo el peso desafiar cada fibra de su cuerpo. —¡Uno! Lo bajó lentamente y volvió a levantarlo. —¡Dos! Su espalda, hombros y piernas trabajaban al máximo, cada repetición un martillazo contra su resistencia. El sudor comenzó a resbalar por su frente, pero siguió adelante. Cada vez que sus músculos ardían, apretaba los dientes y continuaba. Sabía que no había otra forma de fortalecerse. Después de varias repeticiones, dejó caer el tronco con un estruendo y apoyó las manos en las rodillas, respirando hondo. Pero su entrenamiento no había terminado. Tomó el tronco nuevamente, pero esta vez lo cargó sobre sus hombros y comenzó a correr a través del bosque. Sus pies descalzos golpeaban la tierra, sorteando raíces y piedras mientras su cuerpo luchaba contra el peso que lo presionaba hacia abajo. A cada paso, sentía que su resistencia flaqueaba, pero se obligó a seguir. Después de recorrer varios metros, dejó caer el tronco y cayó de rodillas, jadeando. Su corazón latía con fuerza, su pecho se expandía con cada respiración profunda. Cerró los ojos por un momento, dejando que su cuerpo se recuperara. **Tercera etapa: el combate** Se puso de pie y caminó hacia una enorme roca cubierta de musgo. Se puso en guardia y lanzó un primer golpe. El impacto resonó en el bosque. Volvió a golpear. Y otra vez. Cada puñetazo hacía que la piedra se astillara poco a poco. No se detenía. Su técnica era precisa, calculada, pero con la brutalidad necesaria para romper cualquier defensa. Su respiración se volvía cada vez más pesada, y sus nudillos ardían con cada impacto. Luego, comenzó a encadenar combinaciones. Jab, cross, hook. Uppercut, esquiva, contraataque. Se movía con la agilidad de un depredador, imaginando a un oponente frente a él. Cada golpe iba acompañado de un resoplido de esfuerzo, cada movimiento calculado como si estuviera en el cuadrilátero. Cuando sintió que su resistencia flaqueaba, aumentó la intensidad. La roca estaba marcada con grietas profundas. Su piel ardía, sus nudillos sangraban, pero no se detuvo. Finalmente, con un último golpe, la roca se partió en dos. Takeru se quedó ahí, jadeando, con los puños en alto. Observó la piedra rota frente a él, testigo de su esfuerzo. Este bosque le había dado la fuerza una vez. Y ahora, se la estaba devolviendo.
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  • *El Camino a la Pelea*

    El gimnasio resonaba con el eco de los guantes golpeando los costales, los gritos de los entrenadores y el sonido rítmico de la cuerda al chocar contra el suelo. Takeru, con el torso cubierto de sudor, lanzaba jabs precisos al aire mientras su entrenador lo observaba con atención. Su próximo rival, Huang Chang, era un infighter agresivo, alguien que buscaba acortar la distancia y aplastar con combinaciones de golpes al cuerpo. Pero esta vez, Takeru no se dejaría arrastrar a un duelo en la corta distancia.

    "Velocidad, distancia, control," le repetía su entrenador mientras movía los focos de golpeo. "Si te dejas encerrar, estás acabado. Mantente en movimiento, usa tu jab como un látigo."

    Durante semanas, su entrenamiento se centró en perfeccionar su estilo Out-Fighter. Aprendió a bailar en el ring con ligereza, a lanzar golpes desde ángulos inesperados y, sobre todo, a no dejarse atrapar. El saco de boxeo era su adversario imaginario, al que golpeaba con rectos precisos y ganchos en retirada. Las sesiones de sparring eran con peleadores que imitaban el estilo de Huang, buscando acorralarlo contra las cuerdas.

    Takeru corría al amanecer, sintiendo el viento contra su rostro, entrenando la resistencia de sus piernas para estar siempre un paso adelante. Practicaba contragolpes veloces y mortales, dejando que su rival entrara en su zona de ataque solo para castigarlo con rapidez.

    Para cuando llegó el día de la pelea, su cuerpo era puro acero y su mente un filo implacable.

    *El Combate: Danza y Dominio*

    El estadio vibraba con la energía de los espectadores. Huang Chang subió al ring con la confianza de quien ha destrozado a rivales en la corta distancia. Su mirada reflejaba la certeza de que, una vez dentro de su zona de ataque, Takeru no tendría escapatoria.

    Pero Takeru ya estaba un paso adelante.

    Desde el primer campanazo, su estrategia quedó clara. Bailaba alrededor de Huang, su jab actuando como una lanza que impedía cualquier acercamiento. Cada vez que el taiwanés intentaba acortar la distancia, Takeru lo castigaba con un recto veloz y se deslizaba fuera de peligro.

    Huang lanzó un gancho devastador, pero golpeó aire. Antes de que pudiera reaccionar, Takeru le clavó un uno-dos directo al rostro. La frustración en los ojos de Huang era evidente.

    El segundo asalto comenzó con Huang lanzándose con fiereza, buscando atrapar a Takeru en una esquina. Pero el japonés no le dio ni una fracción de segundo. Se desplazó con fluidez, esquivó con un sutil juego de pies y respondió con un cruzado demoledor que sacudió la cabeza de Huang.

    Y entonces llegó el golpe decisivo.

    En un instante de desesperación, Huang intentó un último avance, pero Takeru ya lo había leído. Lo recibió con un contragolpe fulminante que lo hizo tambalear. Antes de que pudiera recuperarse, un gancho de derecha explotó en su rostro. Huang cayó como un árbol derribado.

    El árbitro comenzó la cuenta, pero era inútil. Huang no podía levantarse.

    ¡Knockout en el segundo asalto!

    La arena rugió mientras Takeru alzaba los brazos en señal de victoria. Su estrategia había sido perfecta. No solo había vencido a su oponente, sino que lo había dominado por completo.

    Esta victoria no solo era un paso más en su carrera, sino una declaración. Takeru ya no era solo un boxeador talentoso. Ahora era un peleador imparable.
    *El Camino a la Pelea* El gimnasio resonaba con el eco de los guantes golpeando los costales, los gritos de los entrenadores y el sonido rítmico de la cuerda al chocar contra el suelo. Takeru, con el torso cubierto de sudor, lanzaba jabs precisos al aire mientras su entrenador lo observaba con atención. Su próximo rival, Huang Chang, era un infighter agresivo, alguien que buscaba acortar la distancia y aplastar con combinaciones de golpes al cuerpo. Pero esta vez, Takeru no se dejaría arrastrar a un duelo en la corta distancia. "Velocidad, distancia, control," le repetía su entrenador mientras movía los focos de golpeo. "Si te dejas encerrar, estás acabado. Mantente en movimiento, usa tu jab como un látigo." Durante semanas, su entrenamiento se centró en perfeccionar su estilo Out-Fighter. Aprendió a bailar en el ring con ligereza, a lanzar golpes desde ángulos inesperados y, sobre todo, a no dejarse atrapar. El saco de boxeo era su adversario imaginario, al que golpeaba con rectos precisos y ganchos en retirada. Las sesiones de sparring eran con peleadores que imitaban el estilo de Huang, buscando acorralarlo contra las cuerdas. Takeru corría al amanecer, sintiendo el viento contra su rostro, entrenando la resistencia de sus piernas para estar siempre un paso adelante. Practicaba contragolpes veloces y mortales, dejando que su rival entrara en su zona de ataque solo para castigarlo con rapidez. Para cuando llegó el día de la pelea, su cuerpo era puro acero y su mente un filo implacable. *El Combate: Danza y Dominio* El estadio vibraba con la energía de los espectadores. Huang Chang subió al ring con la confianza de quien ha destrozado a rivales en la corta distancia. Su mirada reflejaba la certeza de que, una vez dentro de su zona de ataque, Takeru no tendría escapatoria. Pero Takeru ya estaba un paso adelante. Desde el primer campanazo, su estrategia quedó clara. Bailaba alrededor de Huang, su jab actuando como una lanza que impedía cualquier acercamiento. Cada vez que el taiwanés intentaba acortar la distancia, Takeru lo castigaba con un recto veloz y se deslizaba fuera de peligro. Huang lanzó un gancho devastador, pero golpeó aire. Antes de que pudiera reaccionar, Takeru le clavó un uno-dos directo al rostro. La frustración en los ojos de Huang era evidente. El segundo asalto comenzó con Huang lanzándose con fiereza, buscando atrapar a Takeru en una esquina. Pero el japonés no le dio ni una fracción de segundo. Se desplazó con fluidez, esquivó con un sutil juego de pies y respondió con un cruzado demoledor que sacudió la cabeza de Huang. Y entonces llegó el golpe decisivo. En un instante de desesperación, Huang intentó un último avance, pero Takeru ya lo había leído. Lo recibió con un contragolpe fulminante que lo hizo tambalear. Antes de que pudiera recuperarse, un gancho de derecha explotó en su rostro. Huang cayó como un árbol derribado. El árbitro comenzó la cuenta, pero era inútil. Huang no podía levantarse. ¡Knockout en el segundo asalto! La arena rugió mientras Takeru alzaba los brazos en señal de victoria. Su estrategia había sido perfecta. No solo había vencido a su oponente, sino que lo había dominado por completo. Esta victoria no solo era un paso más en su carrera, sino una declaración. Takeru ya no era solo un boxeador talentoso. Ahora era un peleador imparable.
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  • Más víctimas
    Fandom V:LM, Varios
    Categoría Suspenso
    [Para responder quien guste.]


    Los casos iban en aumento cada noche. Primero empezaron como asesinatos esparcidos cada cierto tiempo alrededor de la ciudad, luego se hicieron progresivamente más constantes. No solo eso, sino que también aumentaban en número de víctimas. Sin importar si eran hombres, mujeres, niños o ancianos, todos terminaban igual: en callejones oscuros, casi sin una gota de sangre en el cuerpo, aunque sí podía encontrarse en algunas partes del callejón. Tenían las yugulares abiertas de par en par y, algunos de ellos, las mandíbulas destrozadas o directamente sin ellas.

    Mikha se encontraba en uno de los últimos callejones donde se encontraron los cuerpos. Era medianoche, pero ella iba con un paraguas consigo, cubriéndola de la lluvia. Frunció el ceño, aún podía notar el aroma a sangre allí, y también algo más.

    𝘔𝘢𝘭𝘬𝘢𝘷𝘪𝘢𝘯.

    Era la única respuesta, esos vampiros (bestias, más bien) eran erráticos, descontrolados. Sin embargo, nunca antes habían sido tan obvios en grandes ciudades, sobre todo porque otros clanes también trataban de mantenerlos a raya.

    A los asesinatos se lo atribuían a alguien despiadado, un mismo asesino o pequeño grupo de ellos que iban en conjunto. El problema era que, sabiendo cómo operaban, la vampiresa tenía la certeza que los ataques iban a volverse cada vez más brutales. A más investigación, más sospecha y, por ende, terminarían afectando a los chupasangre en general. Eso no podía ocurrir.

    Los pasos de la pelinegra resonaban en el callejón oscuro a medida que avanzó hasta el punto donde se encontraron tres cuerpos de unas adolescentes durante la mañana, observó y olfateó con sutileza intentando dar con un rastro.

    —Siempre dejan algo... No pueden ocultarse tan bien. —habló para sí misma, pensando que estaba completamente sola. Después de todo, estaba enfocada en otra cosa y ese callejón era por completo desolado.
    [Para responder quien guste.] Los casos iban en aumento cada noche. Primero empezaron como asesinatos esparcidos cada cierto tiempo alrededor de la ciudad, luego se hicieron progresivamente más constantes. No solo eso, sino que también aumentaban en número de víctimas. Sin importar si eran hombres, mujeres, niños o ancianos, todos terminaban igual: en callejones oscuros, casi sin una gota de sangre en el cuerpo, aunque sí podía encontrarse en algunas partes del callejón. Tenían las yugulares abiertas de par en par y, algunos de ellos, las mandíbulas destrozadas o directamente sin ellas. Mikha se encontraba en uno de los últimos callejones donde se encontraron los cuerpos. Era medianoche, pero ella iba con un paraguas consigo, cubriéndola de la lluvia. Frunció el ceño, aún podía notar el aroma a sangre allí, y también algo más. 𝘔𝘢𝘭𝘬𝘢𝘷𝘪𝘢𝘯. Era la única respuesta, esos vampiros (bestias, más bien) eran erráticos, descontrolados. Sin embargo, nunca antes habían sido tan obvios en grandes ciudades, sobre todo porque otros clanes también trataban de mantenerlos a raya. A los asesinatos se lo atribuían a alguien despiadado, un mismo asesino o pequeño grupo de ellos que iban en conjunto. El problema era que, sabiendo cómo operaban, la vampiresa tenía la certeza que los ataques iban a volverse cada vez más brutales. A más investigación, más sospecha y, por ende, terminarían afectando a los chupasangre en general. Eso no podía ocurrir. Los pasos de la pelinegra resonaban en el callejón oscuro a medida que avanzó hasta el punto donde se encontraron tres cuerpos de unas adolescentes durante la mañana, observó y olfateó con sutileza intentando dar con un rastro. —Siempre dejan algo... No pueden ocultarse tan bien. —habló para sí misma, pensando que estaba completamente sola. Después de todo, estaba enfocada en otra cosa y ese callejón era por completo desolado.
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  • Ya , cállate ..... No quiero , oírme a mi misma solo dejame no quiero

    - teniendo unos de su ataque de locura y caotiga su cabeza.-
    Ya , cállate ..... No quiero , oírme a mi misma solo dejame no quiero - teniendo unos de su ataque de locura y caotiga su cabeza.-
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  • Encuentro en la Penumbra
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    Categoría Fantasía
    El mes dictado ya había transcurrido, y tal como le prometió a su contraria el estaba ahora caminando por aquella zona donde fue avistada con anterioridad. Sus pasos eran firmes y audibles, no tenía intención alguna de ocultar su presencia. El ambiente nocturno tenía un dulce aroma a humedad, además de que el viento soplaba con cautela apenas perturbando a las hojas de los alrededores, la visibilidad estaba reducida por una bruma algo pronunciada ya que recientes lluvias asolaron el lugar. Mientras más avanzaba, aquel joven meditaba sobre lo que acontecería esa nueva noche ¿Encontraría a la mujer? ¿Fue buena desición darle 1 mes?, trato de calmar su mente logra visualizar un pequeño riachuelo a el cual avanza sin dudar. Luego de eso mira su reflejo, y ahora mira hacia el cielo nocturno.


    ⸻(Tal vez ya se haya ido, ya que estado así por 30 minutos.....bueno, es positivo que encontrara lo que buscaba y no he tenido reportes de ataque alguno en el lugar)



    Móiril Valas
    El mes dictado ya había transcurrido, y tal como le prometió a su contraria el estaba ahora caminando por aquella zona donde fue avistada con anterioridad. Sus pasos eran firmes y audibles, no tenía intención alguna de ocultar su presencia. El ambiente nocturno tenía un dulce aroma a humedad, además de que el viento soplaba con cautela apenas perturbando a las hojas de los alrededores, la visibilidad estaba reducida por una bruma algo pronunciada ya que recientes lluvias asolaron el lugar. Mientras más avanzaba, aquel joven meditaba sobre lo que acontecería esa nueva noche ¿Encontraría a la mujer? ¿Fue buena desición darle 1 mes?, trato de calmar su mente logra visualizar un pequeño riachuelo a el cual avanza sin dudar. Luego de eso mira su reflejo, y ahora mira hacia el cielo nocturno. ⸻(Tal vez ya se haya ido, ya que estado así por 30 minutos.....bueno, es positivo que encontrara lo que buscaba y no he tenido reportes de ataque alguno en el lugar) [Th3Fragm3ntedGu4rdi4n]
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  • Esto se ha publicado como Out Of Character. Tenlo en cuenta al responder.
    Esto se ha publicado como Out Of Character.
    Tenlo en cuenta al responder.
    -ˋˏ ༻✿༺ ˎˊ-
    #Monorol


    ᠂ ⚘᠂ Desde que había renunciado a la idea de convertirse en el recipiente del señor Tengen para inscribirse a Jujutsu, honestamente... No logro avanzar ni un poco en sus habilidades como hechicera, es más estaba en un limbo por el estancamiento tan grande que tenía al no mostrar gran seña de poder maldito más allá de su capacidad visual al ser capaz de ver y percibir a las maldiciones en un rango cercano a su persona.

    ᠂ ¿Lo que lo hacía peor? Gojo y Geto no dejaban de molestarla con respecto a ese tema; particularmente el albino porque el hechicero -emo come maldiciones- como lo había llamado de cariño; parecía un poco más decaído cada día a pesar de que aún con ese aspecto seguía cada broma que a Satoru se le ocurriera hacerle.

    ᠂ un día en particular cansada de todas las burlas recibidas por parte del hechicero mayor con sus 'eres una mocosa mimada y sin talento' a Riko se le ocurrió soltar en un grito a todo pulmón y de la nada '¡Ya van a ver! ¡Voy a ser tan buena hechicera que incluso lograre hacer la técnica de "Aka" mucho mejor que él idiota de Gojo!'.

    ᠂ Cabe decir que las expresiones de sorpresa o las burlas de los de primer año con los de segundo no faltaron. Sumado todo a Comentarios como 'eso es imposible', 'Es una técnica del clan Gojo no podrás usarla jamás' y muchos más llegaron a sus oídos; Ahora con el orgullo herido y una fuerte convicción, decidió esforzarse en tratar de imitar lo más que pudiera aquella técnica e incluso superarla sin importar lo que tuviera que hacer para ello.

    ᠂ Lo que con llevo a que la menor no tomara ni un solo descanso hasta que semanas después, durante uno de los entrenamientos matutinos finalemente Amanai colapso a tal grado de desmayarse justo antes de recibir un ataque lo que le evito salir herida pero no aún así el ser trasladada a la enfermería rápidamente por Gojo, Geto y atendida por Ieiri como parte de sus prácticas.

    ᠂ La mirada de los tres adolescentes se mantuvo llena de preocupación hacia la menor que se encontraba descansando en una de las camillas después recibir los cuidados básicos para su condición al menos hasta que la escucharon susurrar en su estado de inconsciencia: 'Yo voy a poder hacerlo', 'Rotanción inversa: resplandor rojo' o '¡Al fin lo logré!'. Esas simples palabras le hicieron saber a los hechiceros que definitivamente la pequeña estaría bien, además justo antes de su desmayo, Riko podido manifestar un poco de su poder maldito al crear un shikigami con forma de una ballena pequeña.

    -ˋˏ ༻✿༺ ˎˊ-
    -ˋˏ ༻✿༺ ˎˊ- #Monorol ᠂ ⚘᠂ Desde que había renunciado a la idea de convertirse en el recipiente del señor Tengen para inscribirse a Jujutsu, honestamente... No logro avanzar ni un poco en sus habilidades como hechicera, es más estaba en un limbo por el estancamiento tan grande que tenía al no mostrar gran seña de poder maldito más allá de su capacidad visual al ser capaz de ver y percibir a las maldiciones en un rango cercano a su persona. ᠂ ¿Lo que lo hacía peor? Gojo y Geto no dejaban de molestarla con respecto a ese tema; particularmente el albino porque el hechicero -emo come maldiciones- como lo había llamado de cariño; parecía un poco más decaído cada día a pesar de que aún con ese aspecto seguía cada broma que a Satoru se le ocurriera hacerle. ᠂ un día en particular cansada de todas las burlas recibidas por parte del hechicero mayor con sus 'eres una mocosa mimada y sin talento' a Riko se le ocurrió soltar en un grito a todo pulmón y de la nada '¡Ya van a ver! ¡Voy a ser tan buena hechicera que incluso lograre hacer la técnica de "Aka" mucho mejor que él idiota de Gojo!'. ᠂ Cabe decir que las expresiones de sorpresa o las burlas de los de primer año con los de segundo no faltaron. Sumado todo a Comentarios como 'eso es imposible', 'Es una técnica del clan Gojo no podrás usarla jamás' y muchos más llegaron a sus oídos; Ahora con el orgullo herido y una fuerte convicción, decidió esforzarse en tratar de imitar lo más que pudiera aquella técnica e incluso superarla sin importar lo que tuviera que hacer para ello. ᠂ Lo que con llevo a que la menor no tomara ni un solo descanso hasta que semanas después, durante uno de los entrenamientos matutinos finalemente Amanai colapso a tal grado de desmayarse justo antes de recibir un ataque lo que le evito salir herida pero no aún así el ser trasladada a la enfermería rápidamente por Gojo, Geto y atendida por Ieiri como parte de sus prácticas. ᠂ La mirada de los tres adolescentes se mantuvo llena de preocupación hacia la menor que se encontraba descansando en una de las camillas después recibir los cuidados básicos para su condición al menos hasta que la escucharon susurrar en su estado de inconsciencia: 'Yo voy a poder hacerlo', 'Rotanción inversa: resplandor rojo' o '¡Al fin lo logré!'. Esas simples palabras le hicieron saber a los hechiceros que definitivamente la pequeña estaría bien, además justo antes de su desmayo, Riko podido manifestar un poco de su poder maldito al crear un shikigami con forma de una ballena pequeña. -ˋˏ ༻✿༺ ˎˊ-
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  • Había ido a estudiar a la biblioteca, pero no se encontraba en el edificio. Bueno, técnicamente sí, en la azotea de la biblioteca, sentada en un rincón con los pies colgando en el vacío. Sentía en su interior una rabia infantil por no haber podido pintar algunos edificios de verde, haciendo explotar sus bombas caseras —si es que llegaban a serlo, porque ambas terminaron fallando y explotando en momentos indebidos— porque Mallory se lo había negado.

    No tenía ganas de estar en la habitación con ella. Sabía de sobra que era una rabieta de niña pequeña, sabía ya identificarlas, por lo que prefirió poner un poquito de distancia para aclarar sus pensamientos, que corrían como la espuma en un barril de cerveza.

    Tenía un prototipo en las manos. Era burdo y daba casi la sensación de ser un juguete. Arrancó la bolsa de pintura que tenía en su interior y se levantó del suelo, y en un minúsculo ataque de ira se levantó y lo lanzó al vacío, como quien lanzaba piedras a un río.

    —¡¡Jodeeeeeeeeer!! —gritó, como si eso le fuera a dar más fuerza a su lanzamiento.

    La bolsa impactó de lleno contra un grupo de estudiantes que caminaban junto a un chaval vestido de tuno. Uno que hacía años que debería haber acabado la carrera, o tal vez seguía allí por amor al arte, pues su capa estaba prácticamente llena de bordados, sin apenas dejar un espacio negro libre.

    Irene rápidamente se echó a tierra, como una lagartija en busca de cobijo. A duras penas podía ver el desaguisado que había hecho, pero de sobra podían oírse los gritos de desesperación de aquel grupo de estudiantes. Sin poder evitarlo, Irene se echó a reír a pleno pulmón, sacando la niña gamberra que, de vez en cuando, aún vivía en ella.
    Había ido a estudiar a la biblioteca, pero no se encontraba en el edificio. Bueno, técnicamente sí, en la azotea de la biblioteca, sentada en un rincón con los pies colgando en el vacío. Sentía en su interior una rabia infantil por no haber podido pintar algunos edificios de verde, haciendo explotar sus bombas caseras —si es que llegaban a serlo, porque ambas terminaron fallando y explotando en momentos indebidos— porque Mallory se lo había negado. No tenía ganas de estar en la habitación con ella. Sabía de sobra que era una rabieta de niña pequeña, sabía ya identificarlas, por lo que prefirió poner un poquito de distancia para aclarar sus pensamientos, que corrían como la espuma en un barril de cerveza. Tenía un prototipo en las manos. Era burdo y daba casi la sensación de ser un juguete. Arrancó la bolsa de pintura que tenía en su interior y se levantó del suelo, y en un minúsculo ataque de ira se levantó y lo lanzó al vacío, como quien lanzaba piedras a un río. —¡¡Jodeeeeeeeeer!! —gritó, como si eso le fuera a dar más fuerza a su lanzamiento. La bolsa impactó de lleno contra un grupo de estudiantes que caminaban junto a un chaval vestido de tuno. Uno que hacía años que debería haber acabado la carrera, o tal vez seguía allí por amor al arte, pues su capa estaba prácticamente llena de bordados, sin apenas dejar un espacio negro libre. Irene rápidamente se echó a tierra, como una lagartija en busca de cobijo. A duras penas podía ver el desaguisado que había hecho, pero de sobra podían oírse los gritos de desesperación de aquel grupo de estudiantes. Sin poder evitarlo, Irene se echó a reír a pleno pulmón, sacando la niña gamberra que, de vez en cuando, aún vivía en ella.
    Me endiabla
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  • —Vaya... que lugar tan lúgubre me ha encomendado Merlin revisar.

    Dijo a sí mismo el caballero de plata y acero mientras caminaba por aquellos parajes desolados, con las alertas al máximo en caso de encontrar hostiles. Aquella foresta negra y marchita era parte de un mundo desolado y en ruinas, creado por una fluctuación en la línea temporal que creó una ramificación tipo "callejón sin salida... una línea temporal que pudo florecer pero que abrúptamente fue frenada por algo...

    —Este es un reflejo fragmentado de un Lostworld. La historia se ha desviado tanto que Gaia ha borrado este mundo antes, pero por alguna razón sobrevivió un fragmento que amenaza con enraizar...

    Una voz femenina sonó en su cabeza; La voz de la archibruja Merlin, quién guiaba a su señor a través de sus pasos en busca de la temida BEAST-666; su paso por las líneas temporales podría causar efectos impredecibles en la historia panhumana como se conoce, así que debían buscar acabar con los pequeños destrozos que esa molesta criatura había estado dejando...

    —Entiendo... ¿Algún fragmento de grial que esté causando esta discrepancia tan marcada con la historia panhumana?

    Preguntó Arthur, esperando respuesta de la diablesa de blanco, pero antes de poder recibir respuesta, su Intuición se activó, llevándolo a mover la cabeza a un lado para evitar ser alcanzado por una flecha rústica de madera. Y los responsables de ese ataque preventivo estaban por venir; verdes, feos, usando armaduras rústicas de cuero y pieles de bestia, así como armas improvisadas de roca y madera, un grupo de Goblins iracundos apareció, molestos por haber fallado en cazar al muchacho en ese primer tiro.

    —¡Si lo hay, no eres el único que lo quiere, querido!~ Te dejo trabajar, que veo que estás ocupado!

    Dijo burlonamente la bruja de cabellos blancos en la mente del caballero, "colgando" la llamada y dejando a Arthur a sus propios medios ante las bestias... no es como si la señorita "Yo me relajo con té y galletas en mi torrecita en Avalon mientras tú cazas a literalmente un engendro de Satán" pudiera hacer mucho desde su posición. Ante esto, Arthur suspiró con desgano y miró a las criaturas.

    —Muy bien... no deseaba derramar sangre hoy, pero creo que será inevitable...

    El rey de Britania desenvainó su espada sagrada, dejando su hoja dorada, protegida y oculta por una suave brisa, libre para confrontar a las bestias, las cuales no tardaron en abalanzarse sobre él.

    —¡Perezcan, bestias inmundas!

    Gritó con ira el paladín mientras corría hacia los feéricos malignos que lo atacaban, deteniendo un garrotazo por parte de uno de ellos y contestando la agresión al amputarle la mano con la que osó alzarse en su contra.

    —Gallahad!

    Gritó, haciendo aparecer desde su anillo la sombra de un caballero encapuchado a su lado, quién no tardó en hacer aparecer un enorme escudo para proteger a su rey de una andanada de flechas por mano de los arqueros Goblin. Ante esto, el rey caballero comenzó a moverse mientras el espectro flotaba junto a él, deteniendo los ataques advenientes y permitiendo a su amo llegar hasta el más grande.

    —Dame tu fuego, Sir Gareth!

    Gritó el guerrero rubio mientras hacía desaparecer a Gallahad y convocaba otra sombra; una sombra de una caballera mujer bajita que empuñaba una gran espada, la cual pronto tocó con la de Arthur para prenderla en fuego. Acto seguido, el rey sacudió su arma para esparcir el fuego y crear un círculo para separar a los Goblins en un grupo más pequeño. Ante esto, el líder y sus pocos escoltas fueron a por el rey, pero este no tardó en contestar la agresión, moviéndose con soltura y en total sincronía con su espada, decapitando, eviscerando y mutilando a los goblins menores que se abalanzaban contra él.

    —Solo quedamos tú y yo... vas a decirme dónde está el fragmento del grial o tendré que sacarte la información por la fuerza...

    Dijo el caballero al musculoso Goblin líder; una mole de casi dos metros blindada en placas de metal y pieles de bestias, cargando una pesadilleszca maza cubierta de púas. Ante la amenaza, el monstruo solo rugió con ira, listo para pelear...

    —Muy bien... entonces por las malas será.

    Dijo Arthur para sí mismo, comenzando su pelea contra el monstruo. A diferencia de lo que esperaba, la bestia se vio sorprendida por la agilidad y fuerza del joven humano... normalmente un simple humano cómo él no debería poder igualar la fuerza de un Hobgoblin... pero ahí estaba; cada martillazo era desviado y bloqueado por el heroico rey; cada golpe que el rubio daba en represalia hacía los brazos del monstruo verde temblar mientras trataba de mantener sus manos en su arma; y cada mínimo error era castigado con dolorosos cortes profundos que no sanaban tan rápido como normalmente ocurre con armas de simple metal...

    —STRIKE AIR!!!

    De un momento a otro, Arthur esquivó un martillazo lateral, dándole espacio para asestar un golpe letal; alzando su espada desde abajo hacia arriba, Arthur hizo que el viento suave que envainaba su espada enfureciera en un afilado torrente de aire que haría de motosierra, rebanando a la bestia en dos limpiamente...

    —Alguien más quiere venir a jugar?

    Preguntó Arthur en un tono sarcástico mientras las llamas de Gareth desaparecían lentamente, dejando ver a los ahora asustados Goblin, presenciando a su líder rebanado a la mitad, para luego salir huyendo despavoridos...
    —Vaya... que lugar tan lúgubre me ha encomendado Merlin revisar. Dijo a sí mismo el caballero de plata y acero mientras caminaba por aquellos parajes desolados, con las alertas al máximo en caso de encontrar hostiles. Aquella foresta negra y marchita era parte de un mundo desolado y en ruinas, creado por una fluctuación en la línea temporal que creó una ramificación tipo "callejón sin salida... una línea temporal que pudo florecer pero que abrúptamente fue frenada por algo... —Este es un reflejo fragmentado de un Lostworld. La historia se ha desviado tanto que Gaia ha borrado este mundo antes, pero por alguna razón sobrevivió un fragmento que amenaza con enraizar... Una voz femenina sonó en su cabeza; La voz de la archibruja Merlin, quién guiaba a su señor a través de sus pasos en busca de la temida BEAST-666; su paso por las líneas temporales podría causar efectos impredecibles en la historia panhumana como se conoce, así que debían buscar acabar con los pequeños destrozos que esa molesta criatura había estado dejando... —Entiendo... ¿Algún fragmento de grial que esté causando esta discrepancia tan marcada con la historia panhumana? Preguntó Arthur, esperando respuesta de la diablesa de blanco, pero antes de poder recibir respuesta, su Intuición se activó, llevándolo a mover la cabeza a un lado para evitar ser alcanzado por una flecha rústica de madera. Y los responsables de ese ataque preventivo estaban por venir; verdes, feos, usando armaduras rústicas de cuero y pieles de bestia, así como armas improvisadas de roca y madera, un grupo de Goblins iracundos apareció, molestos por haber fallado en cazar al muchacho en ese primer tiro. —¡Si lo hay, no eres el único que lo quiere, querido!~ Te dejo trabajar, que veo que estás ocupado! Dijo burlonamente la bruja de cabellos blancos en la mente del caballero, "colgando" la llamada y dejando a Arthur a sus propios medios ante las bestias... no es como si la señorita "Yo me relajo con té y galletas en mi torrecita en Avalon mientras tú cazas a literalmente un engendro de Satán" pudiera hacer mucho desde su posición. Ante esto, Arthur suspiró con desgano y miró a las criaturas. —Muy bien... no deseaba derramar sangre hoy, pero creo que será inevitable... El rey de Britania desenvainó su espada sagrada, dejando su hoja dorada, protegida y oculta por una suave brisa, libre para confrontar a las bestias, las cuales no tardaron en abalanzarse sobre él. —¡Perezcan, bestias inmundas! Gritó con ira el paladín mientras corría hacia los feéricos malignos que lo atacaban, deteniendo un garrotazo por parte de uno de ellos y contestando la agresión al amputarle la mano con la que osó alzarse en su contra. —Gallahad! Gritó, haciendo aparecer desde su anillo la sombra de un caballero encapuchado a su lado, quién no tardó en hacer aparecer un enorme escudo para proteger a su rey de una andanada de flechas por mano de los arqueros Goblin. Ante esto, el rey caballero comenzó a moverse mientras el espectro flotaba junto a él, deteniendo los ataques advenientes y permitiendo a su amo llegar hasta el más grande. —Dame tu fuego, Sir Gareth! Gritó el guerrero rubio mientras hacía desaparecer a Gallahad y convocaba otra sombra; una sombra de una caballera mujer bajita que empuñaba una gran espada, la cual pronto tocó con la de Arthur para prenderla en fuego. Acto seguido, el rey sacudió su arma para esparcir el fuego y crear un círculo para separar a los Goblins en un grupo más pequeño. Ante esto, el líder y sus pocos escoltas fueron a por el rey, pero este no tardó en contestar la agresión, moviéndose con soltura y en total sincronía con su espada, decapitando, eviscerando y mutilando a los goblins menores que se abalanzaban contra él. —Solo quedamos tú y yo... vas a decirme dónde está el fragmento del grial o tendré que sacarte la información por la fuerza... Dijo el caballero al musculoso Goblin líder; una mole de casi dos metros blindada en placas de metal y pieles de bestias, cargando una pesadilleszca maza cubierta de púas. Ante la amenaza, el monstruo solo rugió con ira, listo para pelear... —Muy bien... entonces por las malas será. Dijo Arthur para sí mismo, comenzando su pelea contra el monstruo. A diferencia de lo que esperaba, la bestia se vio sorprendida por la agilidad y fuerza del joven humano... normalmente un simple humano cómo él no debería poder igualar la fuerza de un Hobgoblin... pero ahí estaba; cada martillazo era desviado y bloqueado por el heroico rey; cada golpe que el rubio daba en represalia hacía los brazos del monstruo verde temblar mientras trataba de mantener sus manos en su arma; y cada mínimo error era castigado con dolorosos cortes profundos que no sanaban tan rápido como normalmente ocurre con armas de simple metal... —STRIKE AIR!!! De un momento a otro, Arthur esquivó un martillazo lateral, dándole espacio para asestar un golpe letal; alzando su espada desde abajo hacia arriba, Arthur hizo que el viento suave que envainaba su espada enfureciera en un afilado torrente de aire que haría de motosierra, rebanando a la bestia en dos limpiamente... —Alguien más quiere venir a jugar? Preguntó Arthur en un tono sarcástico mientras las llamas de Gareth desaparecían lentamente, dejando ver a los ahora asustados Goblin, presenciando a su líder rebanado a la mitad, para luego salir huyendo despavoridos...
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