• Para ella, quien al observar el abismo, en lugar de que esta musa le devolviera la mirada, se reafirmó a sí misma.

    https://ficrol.com/The_one_who_chases_the_ligth
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  • Aveces cremos cosas que no
    Son ciertas y caemos mas al abismo ..... al fin , acabo queremos ferranos a algo o personas.
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  • El sueño roto - La luna de sangre

    «Escucha, pequeña Umbrélun…
    Soy la voz que siempre te ha susurrado desde la penumbra de tus sueños.
    Mi verdadero nombre es impronunciable en tu lengua, tejido en rugidos y ecos que nacen del corazón de las estrellas muertas.
    Pero tu madre, Jennifer, siempre me llamó Arc. Y para ti… seguiré siendo Arc.»



    La luna tiembla esta noche, un murmullo rojo se desliza sobre su piel.
    No es el resplandor de una simple luna llena, sino el pulso de una herida antigua que arde, reclamando su deuda.
    Siento su vibración atravesar tu sangre, y contigo yo despierto, arrastrando tu carne hacia la forma de semi-dragona lunar, tu verdadera herencia.

    > «Mira bien, Lili.
    Lo que percibes no es un simple cambio de luz.
    La luna ha abierto un umbral.
    Y a través de él… yo escucho los gritos.»



    Allí está Yuna, la promesa de Yue, enredada en un sueño tejido por Elune.
    Una pesadilla tan profunda que sus ojos no pueden abrirse, y su alma queda atrapada como presa en telarañas de plata.
    El hilo que os une late y se contrae, como si estuviera a punto de quebrarse.

    Y en ese latido surge la perturbación.
    Una sombra se condensa en los márgenes de la luna sangrante.
    No es caos, ni espíritu, ni bestia terrenal.
    Es algo más antiguo: un Yokai.
    Un reflejo monstruoso, nacido del deseo y del miedo, atraído por la fractura en Yuna y el descontrol de Akane.

    > «Akane… sangre de tu sangre y fuego.
    Ella, en su propia lucha, ha dejado escapar a la fiera interior.
    Se ha vestido con la máscara del Yokai.
    Y ahora las otras criaturas, sedientas de poder, la han olido.
    Vendrán a devorarla, a devoraros.
    A arrancar de raíz lo que Elune y Yue prometieron guardar.»



    Lili, la noche se abre como un velo desgarrado.
    La luna te ha prestado su poder, y yo —Arc, tu sombra de escamas— te guiaré.
    Porque lo que se avecina no es un simple enfrentamiento.
    Es el inicio de la danza entre la promesa y el abismo.

    Akane Qᵘᵉᵉⁿ Ishtar
    El sueño roto - La luna de sangre «Escucha, pequeña Umbrélun… Soy la voz que siempre te ha susurrado desde la penumbra de tus sueños. Mi verdadero nombre es impronunciable en tu lengua, tejido en rugidos y ecos que nacen del corazón de las estrellas muertas. Pero tu madre, Jennifer, siempre me llamó Arc. Y para ti… seguiré siendo Arc.» La luna tiembla esta noche, un murmullo rojo se desliza sobre su piel. No es el resplandor de una simple luna llena, sino el pulso de una herida antigua que arde, reclamando su deuda. Siento su vibración atravesar tu sangre, y contigo yo despierto, arrastrando tu carne hacia la forma de semi-dragona lunar, tu verdadera herencia. > «Mira bien, Lili. Lo que percibes no es un simple cambio de luz. La luna ha abierto un umbral. Y a través de él… yo escucho los gritos.» Allí está Yuna, la promesa de Yue, enredada en un sueño tejido por Elune. Una pesadilla tan profunda que sus ojos no pueden abrirse, y su alma queda atrapada como presa en telarañas de plata. El hilo que os une late y se contrae, como si estuviera a punto de quebrarse. Y en ese latido surge la perturbación. Una sombra se condensa en los márgenes de la luna sangrante. No es caos, ni espíritu, ni bestia terrenal. Es algo más antiguo: un Yokai. Un reflejo monstruoso, nacido del deseo y del miedo, atraído por la fractura en Yuna y el descontrol de Akane. > «Akane… sangre de tu sangre y fuego. Ella, en su propia lucha, ha dejado escapar a la fiera interior. Se ha vestido con la máscara del Yokai. Y ahora las otras criaturas, sedientas de poder, la han olido. Vendrán a devorarla, a devoraros. A arrancar de raíz lo que Elune y Yue prometieron guardar.» Lili, la noche se abre como un velo desgarrado. La luna te ha prestado su poder, y yo —Arc, tu sombra de escamas— te guiaré. Porque lo que se avecina no es un simple enfrentamiento. Es el inicio de la danza entre la promesa y el abismo. [akane_qi]
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  • Para ella, quien al observar el abismo, en lugar de que esta musa le devolviera la mirada, se reafirmó a sí misma.

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  • La armadura de Obsidiana que forjó Xilonen funcionará de maravilla, y con el poder de imbuido de los Augures Viento nocturno, ¡el abismo no volverá a atreverse a invadir Natlan De nuevo!
    La armadura de Obsidiana que forjó Xilonen funcionará de maravilla, y con el poder de imbuido de los Augures Viento nocturno, ¡el abismo no volverá a atreverse a invadir Natlan De nuevo!
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  • La Cámara del Cuarto Guardián: Zepharion, el Arquitecto del Viento y la Percepción

    La puerta de cristal se desvaneció como humo, y Yukine y Lidica fueron absorbidos por una corriente invisible. La cámara no tenía forma. Era un espacio suspendido entre dimensiones, donde el tiempo se fragmentaba y la realidad se reescribía con cada respiración.

    En el centro, flotando como una idea sin cuerpo, apareció Zepharion, el Guardián del Aire. Su figura era un remolino de viento, luz y reflejos. No tenía rostro, pero su presencia era abrumadora.

    —“El aire no tiene límites. Tampoco los tiene la ilusión. ¿Qué queda de ustedes… cuando todo lo que creen se desvanece?”

    Zepharion alzó sus brazos, y el mundo se rompió. Yukine y Lidica fueron separados por ráfagas de viento que los lanzaron a dimensiones paralelas.

    - Yukine apareció en una versión del Castillo donde nunca se transformó. Era un mago oscuro, temido por todos, solo y vacío.

    - Lidica se vio como una asesina sin propósito, que había traicionado a Yukine por poder.

    Ambos comenzaron a luchar contra sus propias versiones. Cada golpe que recibían no solo dolía físicamente, sino que borraba fragmentos de su memoria real.
    Yukine olvidó por momentos por qué luchaba. Lidica dudó de su misión.
    Zepharion se alimentaba de esa confusión. El aire se volvía más denso, más cortante. Cada palabra que intentaban pronunciar se desvanecía antes de salir.
    Cuando Yukine intentó lanzar un hechizo de estabilización, Zepharion lo atrapó en una corriente de vacío. Su magia fue absorbida por el viento, sellada en una esfera de cristal flotante.

    —“Tu magia es inútil aquí. El viento no obedece a fórmulas.”

    Lidica, al intentar atacar con sus dagas, fue atrapada por una ráfaga que envolvió sus extremidades. Su agilidad fue anulada. Su cuerpo se volvió pesado, torpe.

    —“Tu cuerpo es solo una ilusión. Tu agilidad… es mía.”

    Ambos cayeron al suelo, sin poder usar sus habilidades. El Guardián los rodeó con corrientes que los elevaron y los lanzaron al vacío.

    Yukine y Lidica despertaron en un abismo sin fondo. No había luz, ni sonido, ni forma. Solo viento. Un viento que susurraba:

    “Ríndanse. No son nada. No tienen poder. No tienen propósito.”

    Yukine, sin magia, sintió que su transformación había sido inútil.

    Que todo lo que había hecho solo lo había alejado de sí mismo.

    Lidica, sin fuerza, sintió que su lucha no tenía sentido.
    Que su hermana había muerto por nada. Que ella misma era solo una sombra.

    Ambos cerraron los ojos. El viento los envolvía. El abismo los reclamaba.

    Justo cuando todo parecía perdido, una luz tenue apareció en sus pensamientos.

    - Yukine vio a su maestro, sonriendo, diciéndole: “Tu magia no está en tus manos. Está en tu decisión de cambiar.”

    - Lidica vio a su hermana, viva, abrazándola, susurrando: “Tu fuerza no está en tus dagas. Está en tu corazón.”

    Las visiones no eran ilusiones. Eran recuerdos puros, invulnerables al viento. Energía emocional que no podía ser manipulada.

    Yukine sintió una chispa en su pecho. No era magia convencional. Era voluntad pura.

    Lidica sintió que su cuerpo respondía no por agilidad, sino por convicción.

    Yukine y Lidica se levantaron. Sin magia. Sin armas. Solo con lo que eran.

    - Yukine canalizó su energía vital en un hechizo sin palabras, una onda de intención que rompió la esfera que sellaba su magia.

    - Lidica, con las manos desnudas, corrió entre las corrientes, guiada por el recuerdo de su hermana, y atravesó el núcleo de viento con un salto imposible.

    Zepharion gritó. No por dolor, sino por incredulidad.

    —“¡No pueden vencerme sin poder!”

    —“No te vencimos con poder.” —dijo Yukine.

    —“Te vencimos con propósito.” —respondió Lidica.

    El viento se detuvo. La cámara se deshizo. El aire volvió a ser solo aire.

    Ante ellos apareció el Amuleto del Destino, flotando en una esfera de luz. No era solo un artefacto. Era el reflejo de todo lo que habían superado.

    Yukine y Lidica, heridos, agotados, pero más unidos que nunca, lo tomaron juntos.

    —“Ahora estamos listos.” —dijo Yukine.

    —“Para enfrentar al Señor de las Sombras.” —concluyó Lidica.

    Y el castillo tembló. Porque los verdaderos héroes… habían despertado.
    La Cámara del Cuarto Guardián: Zepharion, el Arquitecto del Viento y la Percepción La puerta de cristal se desvaneció como humo, y Yukine y Lidica fueron absorbidos por una corriente invisible. La cámara no tenía forma. Era un espacio suspendido entre dimensiones, donde el tiempo se fragmentaba y la realidad se reescribía con cada respiración. En el centro, flotando como una idea sin cuerpo, apareció Zepharion, el Guardián del Aire. Su figura era un remolino de viento, luz y reflejos. No tenía rostro, pero su presencia era abrumadora. —“El aire no tiene límites. Tampoco los tiene la ilusión. ¿Qué queda de ustedes… cuando todo lo que creen se desvanece?” Zepharion alzó sus brazos, y el mundo se rompió. Yukine y Lidica fueron separados por ráfagas de viento que los lanzaron a dimensiones paralelas. - Yukine apareció en una versión del Castillo donde nunca se transformó. Era un mago oscuro, temido por todos, solo y vacío. - Lidica se vio como una asesina sin propósito, que había traicionado a Yukine por poder. Ambos comenzaron a luchar contra sus propias versiones. Cada golpe que recibían no solo dolía físicamente, sino que borraba fragmentos de su memoria real. Yukine olvidó por momentos por qué luchaba. Lidica dudó de su misión. Zepharion se alimentaba de esa confusión. El aire se volvía más denso, más cortante. Cada palabra que intentaban pronunciar se desvanecía antes de salir. Cuando Yukine intentó lanzar un hechizo de estabilización, Zepharion lo atrapó en una corriente de vacío. Su magia fue absorbida por el viento, sellada en una esfera de cristal flotante. —“Tu magia es inútil aquí. El viento no obedece a fórmulas.” Lidica, al intentar atacar con sus dagas, fue atrapada por una ráfaga que envolvió sus extremidades. Su agilidad fue anulada. Su cuerpo se volvió pesado, torpe. —“Tu cuerpo es solo una ilusión. Tu agilidad… es mía.” Ambos cayeron al suelo, sin poder usar sus habilidades. El Guardián los rodeó con corrientes que los elevaron y los lanzaron al vacío. Yukine y Lidica despertaron en un abismo sin fondo. No había luz, ni sonido, ni forma. Solo viento. Un viento que susurraba: “Ríndanse. No son nada. No tienen poder. No tienen propósito.” Yukine, sin magia, sintió que su transformación había sido inútil. Que todo lo que había hecho solo lo había alejado de sí mismo. Lidica, sin fuerza, sintió que su lucha no tenía sentido. Que su hermana había muerto por nada. Que ella misma era solo una sombra. Ambos cerraron los ojos. El viento los envolvía. El abismo los reclamaba. Justo cuando todo parecía perdido, una luz tenue apareció en sus pensamientos. - Yukine vio a su maestro, sonriendo, diciéndole: “Tu magia no está en tus manos. Está en tu decisión de cambiar.” - Lidica vio a su hermana, viva, abrazándola, susurrando: “Tu fuerza no está en tus dagas. Está en tu corazón.” Las visiones no eran ilusiones. Eran recuerdos puros, invulnerables al viento. Energía emocional que no podía ser manipulada. Yukine sintió una chispa en su pecho. No era magia convencional. Era voluntad pura. Lidica sintió que su cuerpo respondía no por agilidad, sino por convicción. Yukine y Lidica se levantaron. Sin magia. Sin armas. Solo con lo que eran. - Yukine canalizó su energía vital en un hechizo sin palabras, una onda de intención que rompió la esfera que sellaba su magia. - Lidica, con las manos desnudas, corrió entre las corrientes, guiada por el recuerdo de su hermana, y atravesó el núcleo de viento con un salto imposible. Zepharion gritó. No por dolor, sino por incredulidad. —“¡No pueden vencerme sin poder!” —“No te vencimos con poder.” —dijo Yukine. —“Te vencimos con propósito.” —respondió Lidica. El viento se detuvo. La cámara se deshizo. El aire volvió a ser solo aire. Ante ellos apareció el Amuleto del Destino, flotando en una esfera de luz. No era solo un artefacto. Era el reflejo de todo lo que habían superado. Yukine y Lidica, heridos, agotados, pero más unidos que nunca, lo tomaron juntos. —“Ahora estamos listos.” —dijo Yukine. —“Para enfrentar al Señor de las Sombras.” —concluyó Lidica. Y el castillo tembló. Porque los verdaderos héroes… habían despertado.
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  • Descenso
    Categoría Acción
    -alastor despertó alterado llevándose las manos a la frente, sus párpados se abrieron nuevamente solo para dar con.... ¿Un lugar frío, tetrico y solitario? Bajo la mano observando ¿Garras en lugar de dedos? Bajo las orejas inquieto por su vista ¿No estaba en un pantano a punto de ser ...
    Apretó los ahora colmillos amarillentos y arrugó el puente de la nariz con furia recuerda levemente figuras borrosas de un cazador y sus perros atacando lo en un pantano -

    ¿Y esto es todo? ¿Este hedor, esta penumbra, este silencio que grita más fuerte que cualquier alma en pena?
    ¡Ja! Qué decepción....
    Creí que el infierno me recibiría con bombos y trompetas después de todo soy el.... Soy el....

    -movio las orejas tratando de recordar su pasado por alguna razón quizás el disparo en su cabeza le hizo olvidar demasiado. Se llevó de nuevo la mano a la frente mientras suspiraba -

    ¿Se supone que debían recibirme como un rey? Solo fui un simple humano sin pena ni gloria en el paso mortal ...

    Pero no… solo vacío. Solo oscuridad.


    Aún así esperaba algo mejor, no como si el mismo Lucifer se hubiera escondido detrás de una cortina, temblando ante mi llegada. Ohh... Me preguntó si lucifer existe después de todo solo lo leí en un libro que adoctrina a las masas

    -trato de ponerse de pie pero cayó rápidamente, bajo la mirada observando su cambio de pies a pezuñas de ¿Ciervo? Chasqueo los dientes molesto si con eso pensaban que lo detendrían se equivocan. La muerte solo es otro escalón para ser poderoso y amado por la plebe -

    Yo no caí.
    Yo descendí.
    Con estilo, con propósito. Los mortales me llamaban monstruo, demonio, asesino…
    Pero aquí abajo, soy simplemente… seré eso y más jajaja


    -su sonrisa se amplio mientras agarraba un bastón que encontró cerca a el para ayudarse a tener en pie-

    Yo no vine a sufrir... ya sufrí demasiado estando vivo ...
    Yo vine a reinar.
    A convertir este pozo de lamentos en mi reino.
    A hacer que cada grito se convierta en música, cada lágrima en aplauso.

    Así que escuchen bien, criaturas del abismo...
    Alastor ha llegado yel infierno… está a punto de volverse entretenido
    -alastor despertó alterado llevándose las manos a la frente, sus párpados se abrieron nuevamente solo para dar con.... ¿Un lugar frío, tetrico y solitario? Bajo la mano observando ¿Garras en lugar de dedos? Bajo las orejas inquieto por su vista ¿No estaba en un pantano a punto de ser ... Apretó los ahora colmillos amarillentos y arrugó el puente de la nariz con furia recuerda levemente figuras borrosas de un cazador y sus perros atacando lo en un pantano - ¿Y esto es todo? ¿Este hedor, esta penumbra, este silencio que grita más fuerte que cualquier alma en pena? ¡Ja! Qué decepción.... Creí que el infierno me recibiría con bombos y trompetas después de todo soy el.... Soy el.... -movio las orejas tratando de recordar su pasado por alguna razón quizás el disparo en su cabeza le hizo olvidar demasiado. Se llevó de nuevo la mano a la frente mientras suspiraba - ¿Se supone que debían recibirme como un rey? Solo fui un simple humano sin pena ni gloria en el paso mortal ... Pero no… solo vacío. Solo oscuridad. Aún así esperaba algo mejor, no como si el mismo Lucifer se hubiera escondido detrás de una cortina, temblando ante mi llegada. Ohh... Me preguntó si lucifer existe después de todo solo lo leí en un libro que adoctrina a las masas -trato de ponerse de pie pero cayó rápidamente, bajo la mirada observando su cambio de pies a pezuñas de ¿Ciervo? Chasqueo los dientes molesto si con eso pensaban que lo detendrían se equivocan. La muerte solo es otro escalón para ser poderoso y amado por la plebe - Yo no caí. Yo descendí. Con estilo, con propósito. Los mortales me llamaban monstruo, demonio, asesino… Pero aquí abajo, soy simplemente… seré eso y más jajaja -su sonrisa se amplio mientras agarraba un bastón que encontró cerca a el para ayudarse a tener en pie- Yo no vine a sufrir... ya sufrí demasiado estando vivo ... Yo vine a reinar. A convertir este pozo de lamentos en mi reino. A hacer que cada grito se convierta en música, cada lágrima en aplauso. Así que escuchen bien, criaturas del abismo... Alastor ha llegado yel infierno… está a punto de volverse entretenido
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    Samael Hassan Abaddon
    Historia de su apellido

    El apellido Abaddon carga con un peso ancestral, pues remonta sus raíces a la sangre oscura del Rey Demonio Abaddon, señor del abismo y devorador de reinos olvidados. Durante milenios, el linaje fue perseguido, oculto bajo nombres falsos y rostros disfrazados, pues los descendientes del rey demonio eran temidos y odiados por humanos, ángeles y criaturas del inframundo.

    Los Abaddon heredaron no solo fuerza sobrehumana, sino también un vínculo espiritual con la destrucción misma. Su apellido significa “El Desolador” en lenguas arcaicas, y cada generación carga con la marca de un pacto: mantener vivo el legado del abismo o rebelarse contra él.

    El apellido fue dividido en ramas, algunos buscando redención, otros poder. Pero Samael Hassan Abaddon es el único en siglos en portar el nombre original completo, sin esconderlo. Esto lo convierte en el legítimo heredero del título de su ancestro: El Trono del Abismo.

    Descripción General:
    -Nombre completo: Samael Hassan Abaddon
    -Edad aparente: 24 años (su verdadera edad es incierta, pues su sangre demoníaca ralentiza su envejecimiento).
    -Altura: 1.87 m
    -Complexión: Atlética, marcada por músculos definidos que parecen esculpidos como mármol.
    -Cabello: Castaño oscuro, ligeramente desordenado.
    -Ojos: Gris metálico, con un brillo sobrenatural que se intensifica en momentos de ira.
    -Piel: Pálida con un leve tono cenizo, como si estuviera entre la vida y la muerte.
    -Tatuajes: Marcas tribales y demoníacas en sus brazos y pecho, símbolos de protección y poder infernal.

    Ficha Extendida
    -Nombre: Samael Hassan Abaddon
    -Alias: El Último Heredero del Abismo
    -Linaje: Descendiente directo del Rey Demonio Abaddon
    -Origen: Desconocido, criado entre templos en ruinas y ciudades olvidadas.
    -Arma predilecta: Sus propios puños y un mandoble negro llamado Erebos.
    -Objetivo: Decidir si se convertirá en el sucesor del trono infernal o romperá la maldición de su apellido.
    -Debilidades: Su humanidad. Aunque sus poderes lo hacen invencible, los sentimientos lo vuelven vulnerable.
    -Símbolo familiar: El ojo del abismo rodeado de fuego negro.

    Habilidades y Poderes
    1. Herencia del Abismo:
    Puede invocar energía oscura capaz de devorar luz y materia.
    2. Regeneración Demoníaca:
    Sus heridas sanan a gran velocidad, aunque a costa de su vitalidad.
    3. Visión del Vacío:
    Puede ver a través de las sombras, ilusiones y los corazones de los hombres.
    4. Marca de Abaddon:
    Un poder sellado en su pecho, que si libera, lo convierte en un semidemonio casi imparable.
    5. Combate físico sobrehumano:
    Su fuerza y resistencia superan por mucho a la de cualquier guerrero humano.

    🩸 Samael Hassan Abaddon 📖 Historia de su apellido El apellido Abaddon carga con un peso ancestral, pues remonta sus raíces a la sangre oscura del Rey Demonio Abaddon, señor del abismo y devorador de reinos olvidados. Durante milenios, el linaje fue perseguido, oculto bajo nombres falsos y rostros disfrazados, pues los descendientes del rey demonio eran temidos y odiados por humanos, ángeles y criaturas del inframundo. Los Abaddon heredaron no solo fuerza sobrehumana, sino también un vínculo espiritual con la destrucción misma. Su apellido significa “El Desolador” en lenguas arcaicas, y cada generación carga con la marca de un pacto: mantener vivo el legado del abismo o rebelarse contra él. El apellido fue dividido en ramas, algunos buscando redención, otros poder. Pero Samael Hassan Abaddon es el único en siglos en portar el nombre original completo, sin esconderlo. Esto lo convierte en el legítimo heredero del título de su ancestro: El Trono del Abismo. Descripción General: -Nombre completo: Samael Hassan Abaddon -Edad aparente: 24 años (su verdadera edad es incierta, pues su sangre demoníaca ralentiza su envejecimiento). -Altura: 1.87 m -Complexión: Atlética, marcada por músculos definidos que parecen esculpidos como mármol. -Cabello: Castaño oscuro, ligeramente desordenado. -Ojos: Gris metálico, con un brillo sobrenatural que se intensifica en momentos de ira. -Piel: Pálida con un leve tono cenizo, como si estuviera entre la vida y la muerte. -Tatuajes: Marcas tribales y demoníacas en sus brazos y pecho, símbolos de protección y poder infernal. 🏹 Ficha Extendida -Nombre: Samael Hassan Abaddon -Alias: El Último Heredero del Abismo -Linaje: Descendiente directo del Rey Demonio Abaddon -Origen: Desconocido, criado entre templos en ruinas y ciudades olvidadas. -Arma predilecta: Sus propios puños y un mandoble negro llamado Erebos. -Objetivo: Decidir si se convertirá en el sucesor del trono infernal o romperá la maldición de su apellido. -Debilidades: Su humanidad. Aunque sus poderes lo hacen invencible, los sentimientos lo vuelven vulnerable. -Símbolo familiar: El ojo del abismo rodeado de fuego negro. ⚔️ Habilidades y Poderes 1. Herencia del Abismo: Puede invocar energía oscura capaz de devorar luz y materia. 2. Regeneración Demoníaca: Sus heridas sanan a gran velocidad, aunque a costa de su vitalidad. 3. Visión del Vacío: Puede ver a través de las sombras, ilusiones y los corazones de los hombres. 4. Marca de Abaddon: Un poder sellado en su pecho, que si libera, lo convierte en un semidemonio casi imparable. 5. Combate físico sobrehumano: Su fuerza y resistencia superan por mucho a la de cualquier guerrero humano.
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  • El aire estaba quieto, demasiado para pertenecer al mundo de los vivos. El cielo, pálido y ajeno, apenas dejaba escapar un murmullo del viento, como si la misma naturaleza contuviera la respiración ante su presencia.

    Hades avanzaba con paso firme, la capa negra ondeando tras él como una sombra viva, una extensión de su poder. En su mano, la linterna azul despedía una luz que no pertenecía al sol ni a la luna, sino a las entrañas mismas del abismo. Con cada resplandor, la frontera entre la tierra y lo eterno se estremecía.

    Alzó el puño contra el muro invisible que separaba ambos mundos. El golpe no resonó como un choque de carne contra piedra, sino como un trueno enterrado en lo profundo, un eco que despertaba a las almas que aguardaban del otro lado. Las sombras se agitaron, como si lo reconocieran, como si lo veneraran.

    La grieta se abrió en la superficie de la realidad no era una puerta, era un desgarrón, un abismo negro que se expandía con reverencia. El viento arrastró un murmullo de voces apagadas, las súplicas de quienes habían cruzado ese umbral antes y nunca volvieron.

    Hades no dudó. Dio un paso al frente y la luz azul lo envolvió, su figura se volvió más imponente, más terrible, como si al abandonar la tierra su verdadera esencia despertara. Los árboles se inclinaron, las raíces temblaron bajo la presión de su poder. Allí donde otros sentirían miedo, él sentía la llamada de su reino.

    Cuando la oscuridad lo tragó, el inframundo lo recibió con la solemnidad de un reino eterno. Las sombras se apartaron para abrirle camino, los ríos de sangre y fuego se agitaron al sentir su regreso, y el eco de millares de almas se inclinó ante él, murmurando un solo nombre.

    Hades.

    El dios había vuelto a su trono, no como un fugitivo de la luz, sino como el señor indiscutible de las tinieblas.
    El aire estaba quieto, demasiado para pertenecer al mundo de los vivos. El cielo, pálido y ajeno, apenas dejaba escapar un murmullo del viento, como si la misma naturaleza contuviera la respiración ante su presencia. Hades avanzaba con paso firme, la capa negra ondeando tras él como una sombra viva, una extensión de su poder. En su mano, la linterna azul despedía una luz que no pertenecía al sol ni a la luna, sino a las entrañas mismas del abismo. Con cada resplandor, la frontera entre la tierra y lo eterno se estremecía. Alzó el puño contra el muro invisible que separaba ambos mundos. El golpe no resonó como un choque de carne contra piedra, sino como un trueno enterrado en lo profundo, un eco que despertaba a las almas que aguardaban del otro lado. Las sombras se agitaron, como si lo reconocieran, como si lo veneraran. La grieta se abrió en la superficie de la realidad no era una puerta, era un desgarrón, un abismo negro que se expandía con reverencia. El viento arrastró un murmullo de voces apagadas, las súplicas de quienes habían cruzado ese umbral antes y nunca volvieron. Hades no dudó. Dio un paso al frente y la luz azul lo envolvió, su figura se volvió más imponente, más terrible, como si al abandonar la tierra su verdadera esencia despertara. Los árboles se inclinaron, las raíces temblaron bajo la presión de su poder. Allí donde otros sentirían miedo, él sentía la llamada de su reino. Cuando la oscuridad lo tragó, el inframundo lo recibió con la solemnidad de un reino eterno. Las sombras se apartaron para abrirle camino, los ríos de sangre y fuego se agitaron al sentir su regreso, y el eco de millares de almas se inclinó ante él, murmurando un solo nombre. Hades. El dios había vuelto a su trono, no como un fugitivo de la luz, sino como el señor indiscutible de las tinieblas.
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  • Los recuerdos, son como mariposas atrapadas en una tormenta, a veces se adhieren a nosotros con tal fuerza que su peso nos hunde en el fondo del alma. Se convierten en cadenas invisibles, tensas y pesadas, que tiran de nosotros hacia lo profundo. En esos momentos, el mar parece un refugio, un vasto abismo donde las olas no preguntan, donde el agua borra y disuelve todo lo que tocan. Tal vez, lo más sabio sea dejarse llevar, sumergirse por completo, como si el océano pudiera aliviar el peso de lo que no se puede ver.
    Los recuerdos, son como mariposas atrapadas en una tormenta, a veces se adhieren a nosotros con tal fuerza que su peso nos hunde en el fondo del alma. Se convierten en cadenas invisibles, tensas y pesadas, que tiran de nosotros hacia lo profundo. En esos momentos, el mar parece un refugio, un vasto abismo donde las olas no preguntan, donde el agua borra y disuelve todo lo que tocan. Tal vez, lo más sabio sea dejarse llevar, sumergirse por completo, como si el océano pudiera aliviar el peso de lo que no se puede ver.
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