• ❝Me acabo de dar cuenta de que no conozco a mas criaturas de las que he coincidido o vienen a pedir mi ayuda..."

    —Si resulta haber algun Yokai o criatura sobrenatural que necesite ayuda, consejo, o compañía. Estoy a su disposición, como Diosa de la sabiduría —anuncio con la mente perdida pero tratando de ser mejor apoyo para sus allegados.
    ❝Me acabo de dar cuenta de que no conozco a mas criaturas de las que he coincidido o vienen a pedir mi ayuda..." —Si resulta haber algun Yokai o criatura sobrenatural que necesite ayuda, consejo, o compañía. Estoy a su disposición, como Diosa de la sabiduría —anuncio con la mente perdida pero tratando de ser mejor apoyo para sus allegados.
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  • 𝑆𝑎𝑑𝑎 𝐴𝑏𝑒 阿部・さだ Y pensar que use por muchos años está corona mágica, que mi segundo maestro la activaba por medio de un mantra para castigarme cada vez que mataba a un yoaguai, un yokai (demonio).
    [abesada] Y pensar que use por muchos años está corona mágica, que mi segundo maestro la activaba por medio de un mantra para castigarme cada vez que mataba a un yoaguai, un yokai (demonio).
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  • ❝Esta noche está siendo especialmente peculiar, siento muchas presencias a la distancia. Los Yokai dicen que no son un peligro, pero... No puedo evitar preguntarme el motivo. ¿por qué repentinamente estoy siendo el foco de atención?" *Murmuro con un ligero rubor, mientras que la prótesis de mi ojo izquierdo descansa sobre la mesa de noche. Preparandome para dormir, quitandome de paso la prótesis de pierna de lado izquierdo* —Mañana tocara investigar el motivo.
    ❝Esta noche está siendo especialmente peculiar, siento muchas presencias a la distancia. Los Yokai dicen que no son un peligro, pero... No puedo evitar preguntarme el motivo. ¿por qué repentinamente estoy siendo el foco de atención?" *Murmuro con un ligero rubor, mientras que la prótesis de mi ojo izquierdo descansa sobre la mesa de noche. Preparandome para dormir, quitandome de paso la prótesis de pierna de lado izquierdo* —Mañana tocara investigar el motivo.
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  • https://youtube.com/shorts/TLit5ooIHaE?si=lXesOZQ6Km7QQ5T5

    Unos yokai de bajo rango en las habitaciones aledañas tocaban sus instrumentos para que pueda dormir mientras te esperaba una sutil sonrisa se dibujaba en mi rostro
    Poco a poco mis ojos se ivan cerrando cayendo en un sueño profundo esperando verte al menos en mis sueño
    https://youtube.com/shorts/TLit5ooIHaE?si=lXesOZQ6Km7QQ5T5 Unos yokai de bajo rango en las habitaciones aledañas tocaban sus instrumentos para que pueda dormir mientras te esperaba una sutil sonrisa se dibujaba en mi rostro Poco a poco mis ojos se ivan cerrando cayendo en un sueño profundo esperando verte al menos en mis sueño
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    Ootakemaru (大嶽丸, a veces llamado también 鬼神魔王) es una figura del folclore japonés.
    Reside en la montaña Suzuka, una cadena de montañas y barrancos que limita con las provincias de Ise y Ōmi, como un Kijin. Vivió durante el reinado del emperador Kanmu (781-806) y fue uno de los principales enemigos del shogun Sakanoue no Tamuramaro.

    Ootakemaru está mayormente relacionado con la historia de la exterminación de oni llevada a cabo por Sakanoue no Tamuramaro. Es considerado uno de los Tres Grandes Yokai Malignos de Japón, junto a Shuten-dōji y Tamamo-no-Mae.

    Se decía que Ootakemaru era capaz de manipular el clima, como tormentas y truenos, e incluso de crear nubes oscuras sobre la montaña Suzuka que llovían fuego.
    Ootakemaru (大嶽丸, a veces llamado también 鬼神魔王) es una figura del folclore japonés. Reside en la montaña Suzuka, una cadena de montañas y barrancos que limita con las provincias de Ise y Ōmi, como un Kijin. Vivió durante el reinado del emperador Kanmu (781-806) y fue uno de los principales enemigos del shogun Sakanoue no Tamuramaro. Ootakemaru está mayormente relacionado con la historia de la exterminación de oni llevada a cabo por Sakanoue no Tamuramaro. Es considerado uno de los Tres Grandes Yokai Malignos de Japón, junto a Shuten-dōji y Tamamo-no-Mae. Se decía que Ootakemaru era capaz de manipular el clima, como tormentas y truenos, e incluso de crear nubes oscuras sobre la montaña Suzuka que llovían fuego.
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  • "𝕽𝖊𝖈𝖚𝖊𝖗𝖉𝖔𝖘 𝖉𝖊 𝖚𝖓 𝖅𝖔𝖗𝖗𝖔" (Memorias pasadas de Kazuo)

    La primera vez que Kazuo besó a alguien fue con un chico de la aldea más cercana a su hogar. Su madre lo alentaba a relacionarse con jóvenes de su edad, ahora que dominaba bien el lenguaje humano. Las chicas de su generación ya eran futuras esposas y amas de casa, por lo que no solían convivir con el grupo habitual de jóvenes solteros.

    Kazuo era arrebatadoramente hermoso, y, como era de esperar, no pasaba inadvertido para las mujeres, pero tampoco para los hombres. Aquella tarde se había quedado más tiempo en la aldea, saliendo y bebiendo algo en la posada local. Uno de los chicos del grupo, llamado Kayto, era alto como Kazuo, tenía ojos color avellana y una espalda más ancha que la del kitsune.

    Mientras el grupo avanzaba, Kazuo y Kayto se quedaron rezagados. El joven, algo ebrio, pasó un brazo por encima de los hombros del zorro para apoyarse en él. Kazuo, en cambio, apenas notaba el alcohol ingerido. De forma casi imprevista, Kayto usó su corpulento cuerpo para llevar a Kazuo hacia un callejón estrecho, entre dos edificios de madera. Allí lo atrapó, inmovilizándolo contra la pared con su cuerpo. En ese entonces, el yōkai no había experimentado ningún tipo de contacto físico.

    —¿Por qué eres tan hermoso? —inquirió Kayto en un susurro ronco, imponiendo su presencia sobre Kazuo.
    —¿Qué…? —respondió este, totalmente desorientado. No sabía qué estaba ocurriendo ni cómo reaccionar.

    Aunque sus padres, en los ocho años que llevaban juntos, le habían enseñado muchas cosas, jamás lo prepararon para una situación así, y menos aún con un chico.

    —Tus ojos… No puedo dejar de pensar en ellos —continuó Kayto, acercándose aún más. Sus labios apenas rozaban los de Kazuo mientras susurraba.

    Kazuo permanecía en silencio. No sabía qué hacer ni qué decir. Todo aquello era completamente nuevo para él, y la dominación que ejercía el joven sobre su inexperiencia era absoluta.

    Kayto aplacó la distancia y capturó los labios de Kazuo con un beso de forma rapaz. Este, sorprendido, se quedó inmóvil, con los ojos abiertos de par en par. ¿Qué era esto? ¿Por qué lo hacía? Además, eran dos chicos. Kazuo había oído hablar de los besos y el cortejo, pero siempre entre un hombre y una mujer. ¿Qué significaba esto?

    Poco a poco, comenzó a experimentar sensaciones desconocidas. Era cálido, húmedo… La lengua de Kayto se adentró con confianza en su boca, dominándola por completo. Se sintió extraño, pero también placentero, como cuando sus pies tocaban la hierba húmeda de la mañana. A eso olía Kayto: a hierba fresca y tierra, recordándole al bosque.

    Impulsado por un repentino subidón de adrenalina, Kazuo empujó a Kayto contra la pared opuesta, tomando ahora él el control. Lo besó con confianza, de forma salvaje y voraz. Kayto quedó cohibido ante el inesperado arrebato de Kazuo. Lo que no sabía era que, en el interior de Kazuo, latía una naturaleza salvaje. La magia arcana que fluía por sus venas intensificaba cada sensación, despertando al zorro que dormitaba en su interior y lo hacía reaccionar por puro instinto.

    Abrumado, Kayto lo apartó de forma brusca. Los ojos de Kazuo centelleaban con una mezcla de confusión y deseo. Ambos jadeaban, y durante unos segundos permanecieron en silencio.

    —A… aquí no ha pasado nada, rarito del bosque. ¿Vale? —dijo Kayto con voz mordaz—. Volvamos con los demás, y ni se te ocurre decir una palabra, si no quieres problemas.—

    Kazuo no respondió. Permaneció callado mientras Kayto salía del callejón y aceleraba el paso para reunirse con sus amigos. En ese momento comenzó a llover, y Kazuo permaneció en el callejón durante largos minutos, dejando que el agua empapara su cabello, mientras la tinta negra se deslizaba, revelando su verdadero color plateado.

    Solo salió del callejón cuando se aseguró de que no había nadie por las calles. Su madre siempre le había insistido en ocultar su cabello, plateado como la luna, para no llamar la atención y evitar problemas. Pero, incluso siendo cuidadoso, los problemas le habían encontrado.

    Así fue su primer beso: robado, sin amor; un beso que entregó sin reservas, pero que se convirtió en un recuerdo amargo.

    Bajo la densa lluvia, Kazuo caminaba perdido en sus pensamientos. Se preguntaba qué había hecho mal, si lo que había ocurrido era normal y qué pasaría a partir de entonces. Sin embargo, todos esos pensamientos se desvanecieron cuando el olor metálico de la sangre invadió sus sentidos, alojándose pesadamente en la parte trasera de su paladar.

    —Mamá… Papá… —susurró mientras empezaba a acelerar el paso—. Shouta… Masaru…

    Kazuo comenzó a correr frenéticamente. La lluvia no cesaba; Caía con más intensidad, pero no era suficiente para disipar el olor penetrante de sangre que venía de su hogar.

    ———————————————————————

    Continuación de relato;

    Venganza Parte 1;
    https://ficrol.com/posts/187508

    Venganza Parte 2;
    https://ficrol.com/posts/194855


    "𝕽𝖊𝖈𝖚𝖊𝖗𝖉𝖔𝖘 𝖉𝖊 𝖚𝖓 𝖅𝖔𝖗𝖗𝖔" (Memorias pasadas de Kazuo) La primera vez que Kazuo besó a alguien fue con un chico de la aldea más cercana a su hogar. Su madre lo alentaba a relacionarse con jóvenes de su edad, ahora que dominaba bien el lenguaje humano. Las chicas de su generación ya eran futuras esposas y amas de casa, por lo que no solían convivir con el grupo habitual de jóvenes solteros. Kazuo era arrebatadoramente hermoso, y, como era de esperar, no pasaba inadvertido para las mujeres, pero tampoco para los hombres. Aquella tarde se había quedado más tiempo en la aldea, saliendo y bebiendo algo en la posada local. Uno de los chicos del grupo, llamado Kayto, era alto como Kazuo, tenía ojos color avellana y una espalda más ancha que la del kitsune. Mientras el grupo avanzaba, Kazuo y Kayto se quedaron rezagados. El joven, algo ebrio, pasó un brazo por encima de los hombros del zorro para apoyarse en él. Kazuo, en cambio, apenas notaba el alcohol ingerido. De forma casi imprevista, Kayto usó su corpulento cuerpo para llevar a Kazuo hacia un callejón estrecho, entre dos edificios de madera. Allí lo atrapó, inmovilizándolo contra la pared con su cuerpo. En ese entonces, el yōkai no había experimentado ningún tipo de contacto físico. —¿Por qué eres tan hermoso? —inquirió Kayto en un susurro ronco, imponiendo su presencia sobre Kazuo. —¿Qué…? —respondió este, totalmente desorientado. No sabía qué estaba ocurriendo ni cómo reaccionar. Aunque sus padres, en los ocho años que llevaban juntos, le habían enseñado muchas cosas, jamás lo prepararon para una situación así, y menos aún con un chico. —Tus ojos… No puedo dejar de pensar en ellos —continuó Kayto, acercándose aún más. Sus labios apenas rozaban los de Kazuo mientras susurraba. Kazuo permanecía en silencio. No sabía qué hacer ni qué decir. Todo aquello era completamente nuevo para él, y la dominación que ejercía el joven sobre su inexperiencia era absoluta. Kayto aplacó la distancia y capturó los labios de Kazuo con un beso de forma rapaz. Este, sorprendido, se quedó inmóvil, con los ojos abiertos de par en par. ¿Qué era esto? ¿Por qué lo hacía? Además, eran dos chicos. Kazuo había oído hablar de los besos y el cortejo, pero siempre entre un hombre y una mujer. ¿Qué significaba esto? Poco a poco, comenzó a experimentar sensaciones desconocidas. Era cálido, húmedo… La lengua de Kayto se adentró con confianza en su boca, dominándola por completo. Se sintió extraño, pero también placentero, como cuando sus pies tocaban la hierba húmeda de la mañana. A eso olía Kayto: a hierba fresca y tierra, recordándole al bosque. Impulsado por un repentino subidón de adrenalina, Kazuo empujó a Kayto contra la pared opuesta, tomando ahora él el control. Lo besó con confianza, de forma salvaje y voraz. Kayto quedó cohibido ante el inesperado arrebato de Kazuo. Lo que no sabía era que, en el interior de Kazuo, latía una naturaleza salvaje. La magia arcana que fluía por sus venas intensificaba cada sensación, despertando al zorro que dormitaba en su interior y lo hacía reaccionar por puro instinto. Abrumado, Kayto lo apartó de forma brusca. Los ojos de Kazuo centelleaban con una mezcla de confusión y deseo. Ambos jadeaban, y durante unos segundos permanecieron en silencio. —A… aquí no ha pasado nada, rarito del bosque. ¿Vale? —dijo Kayto con voz mordaz—. Volvamos con los demás, y ni se te ocurre decir una palabra, si no quieres problemas.— Kazuo no respondió. Permaneció callado mientras Kayto salía del callejón y aceleraba el paso para reunirse con sus amigos. En ese momento comenzó a llover, y Kazuo permaneció en el callejón durante largos minutos, dejando que el agua empapara su cabello, mientras la tinta negra se deslizaba, revelando su verdadero color plateado. Solo salió del callejón cuando se aseguró de que no había nadie por las calles. Su madre siempre le había insistido en ocultar su cabello, plateado como la luna, para no llamar la atención y evitar problemas. Pero, incluso siendo cuidadoso, los problemas le habían encontrado. Así fue su primer beso: robado, sin amor; un beso que entregó sin reservas, pero que se convirtió en un recuerdo amargo. Bajo la densa lluvia, Kazuo caminaba perdido en sus pensamientos. Se preguntaba qué había hecho mal, si lo que había ocurrido era normal y qué pasaría a partir de entonces. Sin embargo, todos esos pensamientos se desvanecieron cuando el olor metálico de la sangre invadió sus sentidos, alojándose pesadamente en la parte trasera de su paladar. —Mamá… Papá… —susurró mientras empezaba a acelerar el paso—. Shouta… Masaru… Kazuo comenzó a correr frenéticamente. La lluvia no cesaba; Caía con más intensidad, pero no era suficiente para disipar el olor penetrante de sangre que venía de su hogar. ——————————————————————— Continuación de relato; Venganza Parte 1; https://ficrol.com/posts/187508 Venganza Parte 2; https://ficrol.com/posts/194855
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  • Contemplen vasallos, esclavos, mortales y Dioses a la futura heredera de los Inu Yokai

    -levanta a Lute en típica escena del rey león mostrando a la princesa y próxima lady cuando el muera. Está orgulloso que muestra que es más hija de él que se sus 999 padres restantes -
    Contemplen vasallos, esclavos, mortales y Dioses a la futura heredera de los Inu Yokai -levanta a [Lute1] en típica escena del rey león mostrando a la princesa y próxima lady cuando el muera. Está orgulloso que muestra que es más hija de él que se sus 999 padres restantes -
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  • //Quién quiera interactuar en la fiesta es bienvenid@ //

    Para muchos "la noche de los muertos" había terminado. Pero para Kazuo y su mundo era algo muy diferente.

    Todo mortal que conocía aquella zona sabía que en las siguientes noches nadie debía ir por el bosque solo, ni tan siquiera debería salir de casa. Los demonios y espíritus tomaban más fuerza en aquellos días, y muchos era protagonistas acciones terribles.

    Sin embargo otros Yōkais aprovechanban aquel fulgor para celebrar. Celebrar su existencia en este mundo y en el más allá. Kazuo también lo hacía, y su templo se llenaba de júbilo las siguientes noches. El sake, la comida y el baile estaban bien servidos. Bienvenido era todo alquel, o aquella, que quisiera disfrutar de corazón. Una vez has cruzado el antiguo Tori, todo tú rencor y tristeza deber quedarse a las puertas. ¿Tú única tarea?; Dejarte llevar.
    //Quién quiera interactuar en la fiesta es bienvenid@ 😸// Para muchos "la noche de los muertos" había terminado. Pero para Kazuo y su mundo era algo muy diferente. Todo mortal que conocía aquella zona sabía que en las siguientes noches nadie debía ir por el bosque solo, ni tan siquiera debería salir de casa. Los demonios y espíritus tomaban más fuerza en aquellos días, y muchos era protagonistas acciones terribles. Sin embargo otros Yōkais aprovechanban aquel fulgor para celebrar. Celebrar su existencia en este mundo y en el más allá. Kazuo también lo hacía, y su templo se llenaba de júbilo las siguientes noches. El sake, la comida y el baile estaban bien servidos. Bienvenido era todo alquel, o aquella, que quisiera disfrutar de corazón. Una vez has cruzado el antiguo Tori, todo tú rencor y tristeza deber quedarse a las puertas. ¿Tú única tarea?; Dejarte llevar.
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  • "La Noche de las Sombras"

    En la penumbra comienzan a andar,
    espíritus antiguos que buscan jugar.
    Sombras y risas te pueden confundir,
    cuidado en la noche, no intentes huir.

    Cuídate al andar, no debes errar,
    los Yōkais están en cada lugar.
    Si oyes sus pasos o sientes su aliento,
    aparta la vista y sigue en silencio.

    Con ojos brillantes y rostros cambiantes,
    te miran de lejos, figuras errantes.
    Caminan despacio, te quieren tentar,
    esta noche oscura te vienen a hallar.

    Cuídate al andar, no debes errar,
    los Yōkais están en cada lugar.
    Si oyes sus pasos o sientes su aliento,
    aparta la vista y sigue en silencio.

    Suerte tendrás si me ves en tu caminar.
    Pues Yōkai soy, más vine a ayudar.
    Sigue mi luz, y del bosque saldrás.
    Pero en silencio, o las sombras encontrarás.

    //Feliz Halloween //




    "La Noche de las Sombras" En la penumbra comienzan a andar, espíritus antiguos que buscan jugar. Sombras y risas te pueden confundir, cuidado en la noche, no intentes huir. Cuídate al andar, no debes errar, los Yōkais están en cada lugar. Si oyes sus pasos o sientes su aliento, aparta la vista y sigue en silencio. Con ojos brillantes y rostros cambiantes, te miran de lejos, figuras errantes. Caminan despacio, te quieren tentar, esta noche oscura te vienen a hallar. Cuídate al andar, no debes errar, los Yōkais están en cada lugar. Si oyes sus pasos o sientes su aliento, aparta la vista y sigue en silencio. Suerte tendrás si me ves en tu caminar. Pues Yōkai soy, más vine a ayudar. Sigue mi luz, y del bosque saldrás. Pero en silencio, o las sombras encontrarás. //🎃Feliz Halloween 🎃//
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  • Esto se ha publicado como Out Of Character. Tenlo en cuenta al responder.
    Esto se ha publicado como Out Of Character.
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    -En lo profundo del bosque, entre los murmullos de los árboles antiguos y el susurro de las hojas, se alzaba un santuario místico donde los tambores resonaban en la oscuridad de la noche. Allí, rodeada de lámparas de papel rojas que titilaban con una luz tenue, Yae, la joven sacerdotisa, se preparaba para cumplir su sagrado deber como guardiana de los Yokais y espíritus.

    Vestida con un kimono blanco que ondeaba suavemente con la brisa nocturna, su cabello rosa largo como los pétalos de cerezo caídos, Yae irradiaba una belleza sobrenatural mientras danzaba con gracia y elegancia al ritmo de una antigua melodía japonesa. En sus manos, sostenía una varita adornada con campanillas que resonaban armoniosamente a su paso.

    Aquella noche, en la que el mundo mortal se entrelazaba con el reino de lo sobrenatural, Yae se convertía en la guía de los Yokais por las tierras humanas. Cada uno de estos seres místicos depositaba ofrendas en los pequeños santuarios, recordando así su presencia en el mundo de los vivos.

    Entre las sombras de los árboles milenarios, Yae avanzaba con paso ligero y seguro, guiando a los Yokais de regreso a su hogar antes de que el sol despuntara en el horizonte. Su sonrisa dulce y sus ojos brillantes reflejaban la sabiduría de la kitsune que era, la mensajera de los dioses y guardiana del equilibrio entre ambos mundos.

    Cuando el alba despertaba con sus primeros destellos dorados sobre las montañas, Yae culminaba su danza sagrada, fusionando por un instante la esencia de los humanos y los Yokais en perfecta armonía. Esa única noche del año, donde lo divino y lo terrenal se entrelazaban en un baile mágico, recordando a todos que la unión de ambos era esencial para el equilibrio.

    Y así, envuelta en la luz del amanecer, Yae se despedía de los Yokais con una reverencia respetuosa, prometiendo ser la guardiana de su mundo hasta que las estrellas volvieran a brillar en la próxima noche de encuentro. Con paso sereno, la sacerdotisa regresaba al santuario, dejando tras de sí el eco de los tambores y el perfume de las ofrendas, mientras los Yokais se desvanecían en las sombras, aguardando pacientemente el próximo ciclo de unión entre sus dos mundos.-
    🌸-En lo profundo del bosque, entre los murmullos de los árboles antiguos y el susurro de las hojas, se alzaba un santuario místico donde los tambores resonaban en la oscuridad de la noche. Allí, rodeada de lámparas de papel rojas que titilaban con una luz tenue, Yae, la joven sacerdotisa, se preparaba para cumplir su sagrado deber como guardiana de los Yokais y espíritus. Vestida con un kimono blanco que ondeaba suavemente con la brisa nocturna, su cabello rosa largo como los pétalos de cerezo caídos, Yae irradiaba una belleza sobrenatural mientras danzaba con gracia y elegancia al ritmo de una antigua melodía japonesa. En sus manos, sostenía una varita adornada con campanillas que resonaban armoniosamente a su paso. Aquella noche, en la que el mundo mortal se entrelazaba con el reino de lo sobrenatural, Yae se convertía en la guía de los Yokais por las tierras humanas. Cada uno de estos seres místicos depositaba ofrendas en los pequeños santuarios, recordando así su presencia en el mundo de los vivos. Entre las sombras de los árboles milenarios, Yae avanzaba con paso ligero y seguro, guiando a los Yokais de regreso a su hogar antes de que el sol despuntara en el horizonte. Su sonrisa dulce y sus ojos brillantes reflejaban la sabiduría de la kitsune que era, la mensajera de los dioses y guardiana del equilibrio entre ambos mundos. Cuando el alba despertaba con sus primeros destellos dorados sobre las montañas, Yae culminaba su danza sagrada, fusionando por un instante la esencia de los humanos y los Yokais en perfecta armonía. Esa única noche del año, donde lo divino y lo terrenal se entrelazaban en un baile mágico, recordando a todos que la unión de ambos era esencial para el equilibrio. Y así, envuelta en la luz del amanecer, Yae se despedía de los Yokais con una reverencia respetuosa, prometiendo ser la guardiana de su mundo hasta que las estrellas volvieran a brillar en la próxima noche de encuentro. Con paso sereno, la sacerdotisa regresaba al santuario, dejando tras de sí el eco de los tambores y el perfume de las ofrendas, mientras los Yokais se desvanecían en las sombras, aguardando pacientemente el próximo ciclo de unión entre sus dos mundos.-
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