• James caminaba por las calles oscuras de Nueva York, las luces de la ciudad reflejándose en los charcos de agua sucia mientras la lluvia fina caía sobre su sombrero cowboy. Sus pasos resonaban solitarios en las aceras desiertas. Estaba sumido en sus pensamientos, cuando una figura apareció de entre las sombras, deteniéndolo en seco.

    Era una mujer, alta, de porte elegante. No se veía amenazante, pero desde el primer instante algo en ella lo hizo estremecerse. Había algo en esos ojos fríos y profundos... Y en la rosa que le ofrecía.

    Había algo que ponía en alerta a la parte humana de James. Sin pensarlo, dio un paso atrás, sintiendo un frío recorrerle la espalda. La humanidad en él gritaba advertencias, le instaba a marcharse. Había algo terriblemente mal en esta mujer, una oscuridad que pulsaba desde el centro de su ser, envolviéndola como un manto invisible, pero fue entonces cuando el wendigo dentro de él punzó en su interior.

    El olor. No el perfume floral de la rosa, sino un aroma sutil, de muerte y descomposición que sólo su parte bestial podía percibir. Aquella mujer no era simplemente una amenaza; era algo más. El wendigo la reconocía como a un igual, un emisario de la muerte, alguien que caminaba en el mismo delgado hilo entre lo vivo y lo muerto.

    James alargó lentamente la mano, sus dedos tomando el tallo con tanta delicadeza como precaución. La fragancia de la flor llenaba el aire, pero lo sintió artificial, como la mujer misma. No obstante, el wendigo en él rugía de reconocimiento. Sabía que esa flor no era un símbolo de amor o ternura, sino un mensaje, un preludio de algo más oscuro.

    ─ ¿Quién eres? ─preguntó, su voz grave y controlada, aunque sentía una lucha interna por mantener la calma. El wendigo empujaba, queriendo dominar la situación, mientras su lado humano lo instaba a correr, a alejarse de aquello que claramente traía consigo una amenaza, pero no había sobrevivido más de doscientos años cuerdo sin ser capaz de dominarse... Y al monstruo en su interior.

    Viorica Tepes 𝕯𝖗𝖆𝖈𝖚𝖑𝖆
    James caminaba por las calles oscuras de Nueva York, las luces de la ciudad reflejándose en los charcos de agua sucia mientras la lluvia fina caía sobre su sombrero cowboy. Sus pasos resonaban solitarios en las aceras desiertas. Estaba sumido en sus pensamientos, cuando una figura apareció de entre las sombras, deteniéndolo en seco. Era una mujer, alta, de porte elegante. No se veía amenazante, pero desde el primer instante algo en ella lo hizo estremecerse. Había algo en esos ojos fríos y profundos... Y en la rosa que le ofrecía. Había algo que ponía en alerta a la parte humana de James. Sin pensarlo, dio un paso atrás, sintiendo un frío recorrerle la espalda. La humanidad en él gritaba advertencias, le instaba a marcharse. Había algo terriblemente mal en esta mujer, una oscuridad que pulsaba desde el centro de su ser, envolviéndola como un manto invisible, pero fue entonces cuando el wendigo dentro de él punzó en su interior. El olor. No el perfume floral de la rosa, sino un aroma sutil, de muerte y descomposición que sólo su parte bestial podía percibir. Aquella mujer no era simplemente una amenaza; era algo más. El wendigo la reconocía como a un igual, un emisario de la muerte, alguien que caminaba en el mismo delgado hilo entre lo vivo y lo muerto. James alargó lentamente la mano, sus dedos tomando el tallo con tanta delicadeza como precaución. La fragancia de la flor llenaba el aire, pero lo sintió artificial, como la mujer misma. No obstante, el wendigo en él rugía de reconocimiento. Sabía que esa flor no era un símbolo de amor o ternura, sino un mensaje, un preludio de algo más oscuro. ─ ¿Quién eres? ─preguntó, su voz grave y controlada, aunque sentía una lucha interna por mantener la calma. El wendigo empujaba, queriendo dominar la situación, mientras su lado humano lo instaba a correr, a alejarse de aquello que claramente traía consigo una amenaza, pero no había sobrevivido más de doscientos años cuerdo sin ser capaz de dominarse... Y al monstruo en su interior. [vittoriaomorte226543]
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  • — Puede que no tuviera sueño, no era amigo de acostarse temprano, pero podría estar despierto y solo en un sofá, o despierto y abrazando a Vittoria Altobelli, repartiendo besos por todo su bello rostro, velando su sueño y queriéndola con toda su alma.—



    #3D #Comunidad3D #Personajes3D #JordanBergman #VittoriaAltobelli #Jortoria
    — Puede que no tuviera sueño, no era amigo de acostarse temprano, pero podría estar despierto y solo en un sofá, o despierto y abrazando a [ther3belvampire], repartiendo besos por todo su bello rostro, velando su sueño y queriéndola con toda su alma.— #3D #Comunidad3D #Personajes3D #JordanBergman #VittoriaAltobelli #Jortoria
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  • Es sábado por la noche, y se ha juntado con Chuck y la banda. Hace mucho que no acude a aquellas reuniones, hacia mucho mas aún que no cogía una guitarra, y que no cantaba.

    Aquella es la primera vez que se anima a mostrar aquel "talento oculto" delante de Chuck y sus amigos, el cual aún no conocían.
    Todo era obra y arte de Vittoria, ella le había devuelto las ganas de disfrutar.


    #3D #Comunidad3D #Personajes3D
    Es sábado por la noche, y se ha juntado con Chuck y la banda. Hace mucho que no acude a aquellas reuniones, hacia mucho mas aún que no cogía una guitarra, y que no cantaba. Aquella es la primera vez que se anima a mostrar aquel "talento oculto" delante de Chuck y sus amigos, el cual aún no conocían. Todo era obra y arte de Vittoria, ella le había devuelto las ganas de disfrutar. #3D #Comunidad3D #Personajes3D
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    ㅤㅤㅤㅤꭲꭼ ꮇꭼꭱꭼꮯꭼꮪ ꮮꭺ ꮩꭼꭱꭰꭺꭰ...
    ㅤㅤㅤㅤ⧽ 𝐒𝐓𝐀𝐑𝐓𝐄𝐑
    ㅤㅤㅤㅤ˹ Jᴏʀᴅᴀɴ Bᴇʀɢᴍᴀɴ


    ㅤㅤㅤㅤㅤHabía un plan. Un plan perfectamente establecido y Vittoria se lo estaba saltando, deshilachando por cada uno de los costados. Se suponía que, a esas alturas, Jordan ya debería haber muerto y haberse convertido en el nuevo soldado a las ordenes de Mattheus. Se suponía que a esas alturas del juego Vittoria y Jordan ya serian dos desconocidos y la vampiro ya estaría buscando su siguiente víctima. Y, en lugar de eso, estaba disfrutando del comienzo de un noviazgo con un hombre que era bueno, cariñoso, divertido. Con un hombre que había creído encontrar en Vittoria a la mujer de su vida, a la persona con la que pasar el resto de sus dias. Ay, si Jordan supiera.

    Si Jordan supiera qué era ella, quien era ella, para quien trabajaba y porqué… probablemente seria él mismo quien le clavara una estaca en el pecho. Si Jordan supiera que Vittoria nunca seria capaz de darle lo que anhelaba, que nunca podría ser lo que él necesitaba…

    Y aun asi Vittoria era demasiado egoísta, incapaz de ser sincera, porque era la primera vez en toda su vida que alguien la trataba con ese cariño, con ese cuidado. Era la primera vez que alguien veia en ella más allá de unos ojos seductores y una sonrisa bonita. Jordan se había enamorado de ella incluso antes de verla, tan solo con aquellas llamadas de teléfono y mensajes instantáneos. Y Vittoria… Vittoria se había enamorado de él desde el momento en que sus brazos la rodearon en aquel granero. El universo había temblado en el mismo momento en que él la había besado y ahí mismo Vittoria había decidido que no querría amar a nadie más.

    Por todas esas razones temía y, a la vez, sabia, que tenia que ser sincera con Jordan. Solo que cuanto más tiempo pasaba con él más miedo tenia a la reacción del sheriff. No queria decepcionar a nadie más, no queria ver el dolor reflejado en aquellos ojos verdes. No queria que la viera como un monstruo.

    ➤➤ Era la hora del crepúsculo cuando Vittoria esperaba pacientemente al sheriff a la salida de la comisaria. Su cabello recogido en un moño aparentemente descuidado pero donde cada pelo estaba perfectamente medido y colocado. En aquella ocasión había sustituido sus sobrios vestidos oscuros por un pantalón vaquero y una blusa ancha de color azul marino. Y para destacar la diferencia de altura entre los dos había decidido colocarse unas deportivas blancas. Por lo que cuando el sheriff llegó hasta ella, la mujer tuvo que elevarse muy ligeramente sobre las puntas de los dedos de sus pies para dejar un beso en sus labios. Su mano buscó la masculina entrelazando sus dedos con los masculinos.

    La sonrisa reconfortada por volver a tenerle cerca fue patente en sus labios y casi pareció no querer separarse del sheriff ni recuperar su postura con ambas plantas de sus pies sobre el suelo.

    -Ya pensé que habias escapado por la ventana trasera…- rio ella ligeramente- Me moría de ganas de verte… ¿Estás listo?

    Por suerte el cine, ese lugar en el que habían pensado pasar las siguientes dos horas de la tarde, no quedaba muy lejos de allí, era la parte buena de que la comisaria estuviese casi en el centro del pueblo, como centro neurálgico y casi el corazón de aquella ciudad. Una metáfora perfecta, a decir verdad. Jordan trabajaba en el corazón de la ciudad y era el que le había devuelto la vida al corazón de la vampiro.

    -¿Te han dado mucha guerra hoy los malos?- preguntó Vittoria, quien no había pensado en la posibilidad de soltar la mano masculina y todavía caminaba de la mano con Jordan- Te tomas demasiado en serio tu trabajo. El día menos pensado te secuestraré y amanecerás en Santorini, tumbado en una de sus playas de arena blanca… O en Paris… O en una isla paradisiaca lejos de aquí…

    Entonces sus palabras se apagaron en el momento en que escuchó el derrape de unas ruedas sobre el asfalto y como una furgoneta oscura se detenía a su lado al mismo tiempo que los rodeaban siete hombres encapuchados. Eran humanos, no parecían a las ordenes de Mattheus, no parecían ser una amenaza para ella, pero si para Jordan…


    #Personajes3D #3D #Comunidad3D #StarterRolㅤ
    ㅤㅤ ㅤㅤㅤㅤꭲꭼ ꮇꭼꭱꭼꮯꭼꮪ ꮮꭺ ꮩꭼꭱꭰꭺꭰ... ㅤㅤㅤㅤ⧽ 𝐒𝐓𝐀𝐑𝐓𝐄𝐑 ㅤㅤㅤㅤ˹ [JrdnBrgnn] ㅤ ㅤ ㅤㅤㅤㅤㅤHabía un plan. Un plan perfectamente establecido y Vittoria se lo estaba saltando, deshilachando por cada uno de los costados. Se suponía que, a esas alturas, Jordan ya debería haber muerto y haberse convertido en el nuevo soldado a las ordenes de Mattheus. Se suponía que a esas alturas del juego Vittoria y Jordan ya serian dos desconocidos y la vampiro ya estaría buscando su siguiente víctima. Y, en lugar de eso, estaba disfrutando del comienzo de un noviazgo con un hombre que era bueno, cariñoso, divertido. Con un hombre que había creído encontrar en Vittoria a la mujer de su vida, a la persona con la que pasar el resto de sus dias. Ay, si Jordan supiera. Si Jordan supiera qué era ella, quien era ella, para quien trabajaba y porqué… probablemente seria él mismo quien le clavara una estaca en el pecho. Si Jordan supiera que Vittoria nunca seria capaz de darle lo que anhelaba, que nunca podría ser lo que él necesitaba… Y aun asi Vittoria era demasiado egoísta, incapaz de ser sincera, porque era la primera vez en toda su vida que alguien la trataba con ese cariño, con ese cuidado. Era la primera vez que alguien veia en ella más allá de unos ojos seductores y una sonrisa bonita. Jordan se había enamorado de ella incluso antes de verla, tan solo con aquellas llamadas de teléfono y mensajes instantáneos. Y Vittoria… Vittoria se había enamorado de él desde el momento en que sus brazos la rodearon en aquel granero. El universo había temblado en el mismo momento en que él la había besado y ahí mismo Vittoria había decidido que no querría amar a nadie más. Por todas esas razones temía y, a la vez, sabia, que tenia que ser sincera con Jordan. Solo que cuanto más tiempo pasaba con él más miedo tenia a la reacción del sheriff. No queria decepcionar a nadie más, no queria ver el dolor reflejado en aquellos ojos verdes. No queria que la viera como un monstruo. ➤➤ Era la hora del crepúsculo cuando Vittoria esperaba pacientemente al sheriff a la salida de la comisaria. Su cabello recogido en un moño aparentemente descuidado pero donde cada pelo estaba perfectamente medido y colocado. En aquella ocasión había sustituido sus sobrios vestidos oscuros por un pantalón vaquero y una blusa ancha de color azul marino. Y para destacar la diferencia de altura entre los dos había decidido colocarse unas deportivas blancas. Por lo que cuando el sheriff llegó hasta ella, la mujer tuvo que elevarse muy ligeramente sobre las puntas de los dedos de sus pies para dejar un beso en sus labios. Su mano buscó la masculina entrelazando sus dedos con los masculinos. La sonrisa reconfortada por volver a tenerle cerca fue patente en sus labios y casi pareció no querer separarse del sheriff ni recuperar su postura con ambas plantas de sus pies sobre el suelo. -Ya pensé que habias escapado por la ventana trasera…- rio ella ligeramente- Me moría de ganas de verte… ¿Estás listo? Por suerte el cine, ese lugar en el que habían pensado pasar las siguientes dos horas de la tarde, no quedaba muy lejos de allí, era la parte buena de que la comisaria estuviese casi en el centro del pueblo, como centro neurálgico y casi el corazón de aquella ciudad. Una metáfora perfecta, a decir verdad. Jordan trabajaba en el corazón de la ciudad y era el que le había devuelto la vida al corazón de la vampiro. -¿Te han dado mucha guerra hoy los malos?- preguntó Vittoria, quien no había pensado en la posibilidad de soltar la mano masculina y todavía caminaba de la mano con Jordan- Te tomas demasiado en serio tu trabajo. El día menos pensado te secuestraré y amanecerás en Santorini, tumbado en una de sus playas de arena blanca… O en Paris… O en una isla paradisiaca lejos de aquí… Entonces sus palabras se apagaron en el momento en que escuchó el derrape de unas ruedas sobre el asfalto y como una furgoneta oscura se detenía a su lado al mismo tiempo que los rodeaban siete hombres encapuchados. Eran humanos, no parecían a las ordenes de Mattheus, no parecían ser una amenaza para ella, pero si para Jordan… #Personajes3D #3D #Comunidad3D #StarterRolㅤ
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  • Acto I, episodio V: Cartas entre París y Florencia
    Fandom Fantasma de la Ópera
    Categoría Drama
    ⧼ Rol cerrado con ࣪ 𝐄𝐑𝐈𝐊 𝐃𝐄𝐒𝐓𝐋𝐄𝐑

    ≿————- ❈ ————-≾

    「𝟹𝟶 𝚍𝚎 𝚖𝚊𝚢𝚘 𝚍𝚎 𝟷𝟾𝟽𝟷. 𝙳𝚒𝚎𝚣 𝚍𝚎 𝚕𝚊 𝚖𝚊ñ𝚊𝚗𝚊.」

    Los cañones habían dejado de retumbar. Las calles de París apestaban a un terrible perfume de sangre, ceniza y carne quemada que estremecía hasta al más bravo de los hombres. Elettra abandonó la seguridad de la Mansión del Lago, que había sido su hogar durante los disturbios, cuando el Persa informó de que se había producido al fin, el “alto el fuego” tan deseado. Siguiendo sus instrucciones, salió por uno de los pasadizos que daba a una de las callejuelas cercanas a la Rue La Fayette, de tal forma que cualquiera podría suponer que había pasado todo ese tiempo escondida y a salvo en casa del Persa.

    Los gerentes, Monsieur André y Monsieur Firmin, habían dado la orden de reunir a todo el personal de la Ópera que no hubiese salido huyendo; los destrozos, aunque leves, habían sido numerosos y llevarían algún tiempo para repararse.

    —El Teatro permanecerá cerrado durante las próximas ocho semanas.—anunció André, llevando la mano al costado, tratando de ejercer presión sobre la úlcera de estómago que le aparecía en momentos de estrés.—Siéntanse libres de tomarse este tiempo como un permiso y de pasar este mal trago como crean conveniente.

    —Aquellos que deseen visitar a sus familiares, tienen permiso de viaje.—apuntó Firmin, que desvió la mirada hacia Elettra.—Si son tan amables de acompañarme a mi despacho, les firmaré el documento que les autoriza a regresar a sus hogares.

    En cuanto tuvo su permiso, la Dantelli comenzó a empacar sus escasas pertenencias, no sin antes anunciarle a su protector que tenía la intención de volver a Florencia, ya que los disturbios habían impedido por completo el poder entregar ninguna carta que informase de su situación.

    「𝟷 𝚍𝚎 𝚓𝚞𝚗𝚒𝚘. 𝙶𝚊𝚛𝚎 𝚍𝚎 𝚕’𝙴𝚜𝚝. 𝙿𝚘𝚌𝚘 𝚊𝚗𝚝𝚎𝚜 𝚍𝚎𝚕 𝚖𝚎𝚍𝚒𝚘𝚍í𝚊.」

    Elettra dedicó una última mirada a través del cristal del vagón hacia el andén cubierto por una espesa bruma de humo. Sus ojos celestes no eran capaces de despegarse de la figura del Fantasma que, gentil y caballero, la había escoltado hasta el tren que devolvería a la hija a su familia. En su mano aún podía sentir el tacto de sus guantes de cuero, cálido y confortante. Entre sus dedos, aún reposaba la textura del papel en el que había envuelto la primera carta.

    —Ábrela cuando me haya marchado.—le había dicho entre susurros, con el corazón encogido.

    No hubo un beso de despedida, pese a que se deseó con la más ferviente de las locuras. Tan sólo miradas suplicantes cargadas de un amor tan puro como silente, un amor palpable para todos los que los vieran, menos para ellos.

    El jefe de estación hizo sonar su silbato apremiando a los viajeros rezagados a tomar su transporte. Con un agudo y estruendoso pitido, la locomotora indicó que era el momento de iniciar el viaje. Elettra se sentó en el asiento junto a la ventana; frente a ella, estaba Darío, el criado del Persa, a quien había encargado la seguridad de la 𝘴𝘪𝘨𝘯𝘰𝘳𝘪𝘯𝘢; el muchacho suspiró con cierta resignación. El tren comenzó a moverse. Elettra se negó a apartar la mirada del cristal, hasta que la figura del Fantasma de la Ópera se acabó desdibujando en la lejanía.

    「𝙵𝚕𝚘𝚛𝚎𝚗𝚌𝚒𝚊, 𝙸𝚝𝚊𝚕𝚒𝚊. 𝟻 𝚍𝚎 𝚓𝚞𝚗𝚒𝚘 𝚍𝚎 𝟷𝟾𝟽𝟷.𝙴𝚗𝚝𝚛𝚎 𝚕𝚊𝚜 𝟿 𝚢 𝚕𝚊𝚜 𝟷𝟷 𝚊.𝚖. 」

    Darío ayudó a Elettra a cargar su equipaje en el primer carruaje que aceptó el pago en francos y no en liras. La Dantelli era consciente de que tenía que ir al banco a hacer el cambio de divisa e ingresarlo en la cuenta de sus padres, pero era tal la emoción que sentía de volver a estar en casa, que pensó en hacerlo más adelante.
    No había avisado; nadie la esperaba. Tamaña fue la sorpresa de Vittoria, la matriarca de los Dantelli, en cuanto vio asomar por el ventanuco del carruaje la cabellera cobriza de su primogénita. Emocionada, comenzó a llamar a gritos a sus hijos, a su marido, para que acudieran tan rápidos como podían a recibir a la hija pródiga. No hay nada tan bello en el mundo como una madre abrazando a su retoño después de haberla considerado en peligro.

    —Mia bambina.—Vittoria plantó un beso sobre la frente de su hija.—¿Y este ragazzo? No sabía que venías acompañada...

    —Oh, mamma, él es Darío.—Elettra presentó al criado del Persa, que apenas trataba de esconderse de tímido que era.—Es mi escolta. La situación en París era tan caótica que...

    Vittoria Dantelli hizo un aspaviento con la mano, indicándole al muchacho que podía alojarse en una de las habitaciones del servicio en la planta baja, casi en desuso, para que pudiera descansar de tan largo viaje. ¡Pobre Darío, los días que le esperaban entre idas y venidas!

    Y qué extraño se le hacía a Elettra volver a estar en su dormitorio, cubierto con una fina capa de polvo, después de casi un año entero sin poner un pie en su hogar familiar. Todo permanecía inamovible en su sitio, cuidado pese al polvo y el olor a cuarto cerrado; sus libros, su escritorio, su cama de lana, su armario y la chimenea con restos de hollín que no habían sido limpiados.

    —Mademoiselle.—Darío llamó a la puerta de Elettra, pues se estaba encargando de subir su modesto equipaje.—¿Cuándo quiere que vuelva a París? Imagino que querrá entregar un mensaje.

    —Escribiré esta noche y mañana por la mañana te daré lo que quiero que entregues.—Elettra se sacudió las manos.—Por ahora, descansa un poco hasta la hora de comer. Y...gracias, Darío. Por todo.

    El muchacho de origen persa sacudió la cabeza con las mejillas coloradas, abandonando la estancia para continuar subiendo las pertenencias de Elettra al tercer piso.

    ( * * * )

    La noche se cernió absolutamente despejada. Las calles, apenas iluminadas por unas pocas farolas con velas, permitían la espectacular vista del cielo florentino, repleto de estrellas. El matrimonio Dantelli había acostado ya a sus hijos menores y los mayores, salvo Elettra, habían vuelto a sus hogares. En el interior del Palazzo Dantelli, tan sólo la primogénita quedaba despierta, sentada frente a su escritorio, al amparo de la luz de una lucerna de aceite nueva. La caja de música que el Fantasma le había regalado era el único sonido que rompía la solemnidad de aquel silencio, creando frente a ella un mágico juego de luces y sombras. Abrió el tintero, introdujo el cálamo de la pluma de cristal que le regalaron por su decimoquinto cumpleaños y, tras retirar el exceso, dejó que su corazón se apoderase de su mano para escribir.

    «Querido Erik:
    Es cinco de junio. Falta poco para que sea medianoche. He llegado esta mañana a casa de mis padres. Creo que nunca, jamás, he podido ser tan feliz como lo he sido cuando he abrazado a mi madre. Y creo que nunca he visto a mi padre suspirar tan aliviado de tenerme en casa. Aunque ha sido una sensación un tanto extraña, como si el tiempo se hubiese detenido desde el verano pasado. Oliviero ha llorado de alegría al verme, y Guido y Fabrizio han cerrado la perfumería sólo para que pasásemos todo el día juntos. En realidad, hoy todos han faltado a sus lecciones ya que hacía mucho tiempo que la familia no estaba reunida en el hogar, y teniendo en cuenta que la última vez no fue muy alegre...Mamá decidió preparar un par de cestas de comida e ir a pasar la tarde junto al Arno, aunque parece que la primavera se niega a abandonar Florencia por el momento. Apenas llega la noche y empieza a refrescar.

    Le di el dinero a papá; no tardó en cambiarlo a liras e ingresarlo en su cuenta. Parece que, este mes, mi familia no tendrá que pasar tanto apuro. Oliviero también está ayudando con lo que puede, pese a que le dije que no lo hiciera, pero es tan terco como una mula. Es un caso perdido. Además, él y Mónica van a venir a pasar unos días, ya que al parecer tienen que arreglar el tejado de su casa.
    Mi mente no puede evitar tener ciertos sentimientos encontrados. Amo mi hogar y estar cerca de mi familia, pero por alguna razón también extraño París. ¿Será verdad lo que dice mi hermana Mariana que me he “afrancesado”? Cree que hasta mi acento se ha vuelto francés, ¡será posible! He visto a mi sobrino Giancarlo. ¡Ha crecido tanto! Me he dado cuenta de que me estoy perdiendo tantas cosas... Valeria está aprendiendo a leer y Tiziano ya sabe hacer cuentas sencillas. Oh, Erik, mis pequeños están creciendo tan deprisa...no puedo evitar sentir algo parecido a la tristeza. Siempre imaginé que estaría ahí, viéndolos dar sus primeros pasos, acompañándolos a la escuela, igual que sucedió con Guido, Fabrizio y Giulia.

    Acabo de enterarme de que Giulia ha empezado a trabajar como aprendiz de modista en un pequeño negocio y parece que le va bien. Mariana, sin embargo... ah, es otra causa perdida. Está tan abstraída en las novelas de amor que tiene la cabeza en las nubes. Cordelia sin embargo parece prosperar en sus lecciones de música, toca el piano con bastante soltura y está valorando tomar clases de canto y danza. Yo creo que es demasiado joven como para meterse de lleno en este mundo tan turbio, pero no quiere hacerme caso. No quiero frustrar sus sueños, pero tampoco deseo que cometa los errores que yo he cometido. Lo único bueno, al parecer, es que la sombra de los Chagny aún no ha llegado hasta aquí, aunque eso deberé corroborarlo en los próximos días.

    Espero que esta carta te llegue lo antes posible y saber que sigues vivo y a salvo. Extraño tener aquellas conversaciones en la Mansión del Lago antes de ir a dormir. Espero que pronto podamos tener la ocasión de repetirlas.

    Con afecto,

    𝓔. 𝓓.»
    ⧼ Rol cerrado con [FANTOME] ⧽ ≿————- ❈ ————-≾ 「𝟹𝟶 𝚍𝚎 𝚖𝚊𝚢𝚘 𝚍𝚎 𝟷𝟾𝟽𝟷. 𝙳𝚒𝚎𝚣 𝚍𝚎 𝚕𝚊 𝚖𝚊ñ𝚊𝚗𝚊.」 Los cañones habían dejado de retumbar. Las calles de París apestaban a un terrible perfume de sangre, ceniza y carne quemada que estremecía hasta al más bravo de los hombres. Elettra abandonó la seguridad de la Mansión del Lago, que había sido su hogar durante los disturbios, cuando el Persa informó de que se había producido al fin, el “alto el fuego” tan deseado. Siguiendo sus instrucciones, salió por uno de los pasadizos que daba a una de las callejuelas cercanas a la Rue La Fayette, de tal forma que cualquiera podría suponer que había pasado todo ese tiempo escondida y a salvo en casa del Persa. Los gerentes, Monsieur André y Monsieur Firmin, habían dado la orden de reunir a todo el personal de la Ópera que no hubiese salido huyendo; los destrozos, aunque leves, habían sido numerosos y llevarían algún tiempo para repararse. —El Teatro permanecerá cerrado durante las próximas ocho semanas.—anunció André, llevando la mano al costado, tratando de ejercer presión sobre la úlcera de estómago que le aparecía en momentos de estrés.—Siéntanse libres de tomarse este tiempo como un permiso y de pasar este mal trago como crean conveniente. —Aquellos que deseen visitar a sus familiares, tienen permiso de viaje.—apuntó Firmin, que desvió la mirada hacia Elettra.—Si son tan amables de acompañarme a mi despacho, les firmaré el documento que les autoriza a regresar a sus hogares. En cuanto tuvo su permiso, la Dantelli comenzó a empacar sus escasas pertenencias, no sin antes anunciarle a su protector que tenía la intención de volver a Florencia, ya que los disturbios habían impedido por completo el poder entregar ninguna carta que informase de su situación. 「𝟷 𝚍𝚎 𝚓𝚞𝚗𝚒𝚘. 𝙶𝚊𝚛𝚎 𝚍𝚎 𝚕’𝙴𝚜𝚝. 𝙿𝚘𝚌𝚘 𝚊𝚗𝚝𝚎𝚜 𝚍𝚎𝚕 𝚖𝚎𝚍𝚒𝚘𝚍í𝚊.」 Elettra dedicó una última mirada a través del cristal del vagón hacia el andén cubierto por una espesa bruma de humo. Sus ojos celestes no eran capaces de despegarse de la figura del Fantasma que, gentil y caballero, la había escoltado hasta el tren que devolvería a la hija a su familia. En su mano aún podía sentir el tacto de sus guantes de cuero, cálido y confortante. Entre sus dedos, aún reposaba la textura del papel en el que había envuelto la primera carta. —Ábrela cuando me haya marchado.—le había dicho entre susurros, con el corazón encogido. No hubo un beso de despedida, pese a que se deseó con la más ferviente de las locuras. Tan sólo miradas suplicantes cargadas de un amor tan puro como silente, un amor palpable para todos los que los vieran, menos para ellos. El jefe de estación hizo sonar su silbato apremiando a los viajeros rezagados a tomar su transporte. Con un agudo y estruendoso pitido, la locomotora indicó que era el momento de iniciar el viaje. Elettra se sentó en el asiento junto a la ventana; frente a ella, estaba Darío, el criado del Persa, a quien había encargado la seguridad de la 𝘴𝘪𝘨𝘯𝘰𝘳𝘪𝘯𝘢; el muchacho suspiró con cierta resignación. El tren comenzó a moverse. Elettra se negó a apartar la mirada del cristal, hasta que la figura del Fantasma de la Ópera se acabó desdibujando en la lejanía. 「𝙵𝚕𝚘𝚛𝚎𝚗𝚌𝚒𝚊, 𝙸𝚝𝚊𝚕𝚒𝚊. 𝟻 𝚍𝚎 𝚓𝚞𝚗𝚒𝚘 𝚍𝚎 𝟷𝟾𝟽𝟷.𝙴𝚗𝚝𝚛𝚎 𝚕𝚊𝚜 𝟿 𝚢 𝚕𝚊𝚜 𝟷𝟷 𝚊.𝚖. 」 Darío ayudó a Elettra a cargar su equipaje en el primer carruaje que aceptó el pago en francos y no en liras. La Dantelli era consciente de que tenía que ir al banco a hacer el cambio de divisa e ingresarlo en la cuenta de sus padres, pero era tal la emoción que sentía de volver a estar en casa, que pensó en hacerlo más adelante. No había avisado; nadie la esperaba. Tamaña fue la sorpresa de Vittoria, la matriarca de los Dantelli, en cuanto vio asomar por el ventanuco del carruaje la cabellera cobriza de su primogénita. Emocionada, comenzó a llamar a gritos a sus hijos, a su marido, para que acudieran tan rápidos como podían a recibir a la hija pródiga. No hay nada tan bello en el mundo como una madre abrazando a su retoño después de haberla considerado en peligro. —Mia bambina.—Vittoria plantó un beso sobre la frente de su hija.—¿Y este ragazzo? No sabía que venías acompañada... —Oh, mamma, él es Darío.—Elettra presentó al criado del Persa, que apenas trataba de esconderse de tímido que era.—Es mi escolta. La situación en París era tan caótica que... Vittoria Dantelli hizo un aspaviento con la mano, indicándole al muchacho que podía alojarse en una de las habitaciones del servicio en la planta baja, casi en desuso, para que pudiera descansar de tan largo viaje. ¡Pobre Darío, los días que le esperaban entre idas y venidas! Y qué extraño se le hacía a Elettra volver a estar en su dormitorio, cubierto con una fina capa de polvo, después de casi un año entero sin poner un pie en su hogar familiar. Todo permanecía inamovible en su sitio, cuidado pese al polvo y el olor a cuarto cerrado; sus libros, su escritorio, su cama de lana, su armario y la chimenea con restos de hollín que no habían sido limpiados. —Mademoiselle.—Darío llamó a la puerta de Elettra, pues se estaba encargando de subir su modesto equipaje.—¿Cuándo quiere que vuelva a París? Imagino que querrá entregar un mensaje. —Escribiré esta noche y mañana por la mañana te daré lo que quiero que entregues.—Elettra se sacudió las manos.—Por ahora, descansa un poco hasta la hora de comer. Y...gracias, Darío. Por todo. El muchacho de origen persa sacudió la cabeza con las mejillas coloradas, abandonando la estancia para continuar subiendo las pertenencias de Elettra al tercer piso. ( * * * ) La noche se cernió absolutamente despejada. Las calles, apenas iluminadas por unas pocas farolas con velas, permitían la espectacular vista del cielo florentino, repleto de estrellas. El matrimonio Dantelli había acostado ya a sus hijos menores y los mayores, salvo Elettra, habían vuelto a sus hogares. En el interior del Palazzo Dantelli, tan sólo la primogénita quedaba despierta, sentada frente a su escritorio, al amparo de la luz de una lucerna de aceite nueva. La caja de música que el Fantasma le había regalado era el único sonido que rompía la solemnidad de aquel silencio, creando frente a ella un mágico juego de luces y sombras. Abrió el tintero, introdujo el cálamo de la pluma de cristal que le regalaron por su decimoquinto cumpleaños y, tras retirar el exceso, dejó que su corazón se apoderase de su mano para escribir. «Querido Erik: Es cinco de junio. Falta poco para que sea medianoche. He llegado esta mañana a casa de mis padres. Creo que nunca, jamás, he podido ser tan feliz como lo he sido cuando he abrazado a mi madre. Y creo que nunca he visto a mi padre suspirar tan aliviado de tenerme en casa. Aunque ha sido una sensación un tanto extraña, como si el tiempo se hubiese detenido desde el verano pasado. Oliviero ha llorado de alegría al verme, y Guido y Fabrizio han cerrado la perfumería sólo para que pasásemos todo el día juntos. En realidad, hoy todos han faltado a sus lecciones ya que hacía mucho tiempo que la familia no estaba reunida en el hogar, y teniendo en cuenta que la última vez no fue muy alegre...Mamá decidió preparar un par de cestas de comida e ir a pasar la tarde junto al Arno, aunque parece que la primavera se niega a abandonar Florencia por el momento. Apenas llega la noche y empieza a refrescar. Le di el dinero a papá; no tardó en cambiarlo a liras e ingresarlo en su cuenta. Parece que, este mes, mi familia no tendrá que pasar tanto apuro. Oliviero también está ayudando con lo que puede, pese a que le dije que no lo hiciera, pero es tan terco como una mula. Es un caso perdido. Además, él y Mónica van a venir a pasar unos días, ya que al parecer tienen que arreglar el tejado de su casa. Mi mente no puede evitar tener ciertos sentimientos encontrados. Amo mi hogar y estar cerca de mi familia, pero por alguna razón también extraño París. ¿Será verdad lo que dice mi hermana Mariana que me he “afrancesado”? Cree que hasta mi acento se ha vuelto francés, ¡será posible! He visto a mi sobrino Giancarlo. ¡Ha crecido tanto! Me he dado cuenta de que me estoy perdiendo tantas cosas... Valeria está aprendiendo a leer y Tiziano ya sabe hacer cuentas sencillas. Oh, Erik, mis pequeños están creciendo tan deprisa...no puedo evitar sentir algo parecido a la tristeza. Siempre imaginé que estaría ahí, viéndolos dar sus primeros pasos, acompañándolos a la escuela, igual que sucedió con Guido, Fabrizio y Giulia. Acabo de enterarme de que Giulia ha empezado a trabajar como aprendiz de modista en un pequeño negocio y parece que le va bien. Mariana, sin embargo... ah, es otra causa perdida. Está tan abstraída en las novelas de amor que tiene la cabeza en las nubes. Cordelia sin embargo parece prosperar en sus lecciones de música, toca el piano con bastante soltura y está valorando tomar clases de canto y danza. Yo creo que es demasiado joven como para meterse de lleno en este mundo tan turbio, pero no quiere hacerme caso. No quiero frustrar sus sueños, pero tampoco deseo que cometa los errores que yo he cometido. Lo único bueno, al parecer, es que la sombra de los Chagny aún no ha llegado hasta aquí, aunque eso deberé corroborarlo en los próximos días. Espero que esta carta te llegue lo antes posible y saber que sigues vivo y a salvo. Extraño tener aquellas conversaciones en la Mansión del Lago antes de ir a dormir. Espero que pronto podamos tener la ocasión de repetirlas. Con afecto, 𝓔. 𝓓.»
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  • ⸻ "En las noches más oscuras, cuando la luna tiñe el cielo de plata y las estrellas susurran secretos antiguos, me encuentro perdida en un dilema sin fin. Jordan, un nombre que resuena en mi mente como un eco eterno, un humano cuya presencia enciende el fuego de mi alma inmortal.

    ¿Cómo podría yo, una criatura de la noche, condenarlo a la eternidad en las sombras? Cada vez que mis ojos se posan en él, siento el anhelo de protegerlo, de salvaguardar su inocencia efímera en este mundo de tinieblas. Pero mi maldita misión, me persigue como una sombra que nunca se desvanece.

    ¿Acaso podría yo condenarlo a la vida eterna, a la sed insaciable que consume nuestra existencia? El tormento de la indecisión me consume, mientras luchó contra las cadenas de mi propia naturaleza. ¿Es egoísmo aferrarme a su humanidad, a su efímero destello de vida, cuando sé que podría ofrecerle una eternidad a mi lado?

    En cada encuentro furtivo, en cada roce de sus labios contra los míos, siento el peso de la decisión que se cierne sobre mí. ¿Debo ceder ante la tentación de la sangre, de la inmortalidad compartida, o debo renunciar a mi propia felicidad en aras de su seguridad y bienestar?

    Oh, Jordan, mi amor prohibido, mi tormento y mi anhelo. En tus brazos encuentro la redención que creí perdida en las sombras de la noche eterna. Pero ¿cómo reconciliar el deseo de mi corazón con la carga de mi destino? Solo el tiempo dirá si seré capaz de resistir la tentación de convertirte en mi igual, o si sucumbiré a la oscuridad que amenaza con consumirnos a ambos.

    Ojalá poder decirte todo lo que callo, todos mis silencios... Contarte todas mis dudas... Jᴏʀᴅᴀɴ Bᴇʀɢᴍᴀɴ "


    #Personajes3D #3D #Comunidad3D #Jordan #Vittoria #OTP #Bergttoria #TheVampireDiaries
    ⸻ "En las noches más oscuras, cuando la luna tiñe el cielo de plata y las estrellas susurran secretos antiguos, me encuentro perdida en un dilema sin fin. Jordan, un nombre que resuena en mi mente como un eco eterno, un humano cuya presencia enciende el fuego de mi alma inmortal. ¿Cómo podría yo, una criatura de la noche, condenarlo a la eternidad en las sombras? Cada vez que mis ojos se posan en él, siento el anhelo de protegerlo, de salvaguardar su inocencia efímera en este mundo de tinieblas. Pero mi maldita misión, me persigue como una sombra que nunca se desvanece. ¿Acaso podría yo condenarlo a la vida eterna, a la sed insaciable que consume nuestra existencia? El tormento de la indecisión me consume, mientras luchó contra las cadenas de mi propia naturaleza. ¿Es egoísmo aferrarme a su humanidad, a su efímero destello de vida, cuando sé que podría ofrecerle una eternidad a mi lado? En cada encuentro furtivo, en cada roce de sus labios contra los míos, siento el peso de la decisión que se cierne sobre mí. ¿Debo ceder ante la tentación de la sangre, de la inmortalidad compartida, o debo renunciar a mi propia felicidad en aras de su seguridad y bienestar? Oh, Jordan, mi amor prohibido, mi tormento y mi anhelo. En tus brazos encuentro la redención que creí perdida en las sombras de la noche eterna. Pero ¿cómo reconciliar el deseo de mi corazón con la carga de mi destino? Solo el tiempo dirá si seré capaz de resistir la tentación de convertirte en mi igual, o si sucumbiré a la oscuridad que amenaza con consumirnos a ambos. Ojalá poder decirte todo lo que callo, todos mis silencios... Contarte todas mis dudas... [JrdnBrgnn] " #Personajes3D #3D #Comunidad3D #Jordan #Vittoria #OTP #Bergttoria #TheVampireDiaries
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  • ㅤㅤ
    ㅤㅤㅤㅤㅤㅤㅤㅤ𝚂𝚃𝙰𝚁𝚃𝙴𝚁 𝚙𝚊𝚛𝚊
    ㅤㅤㅤㅤㅤㅤㅤㅤㅤ⚆ Danny Bishop


    ㅤㅤㅤ¿Cómo se le llama a un vampiro que es obligado a actuar como un vampiro sin humanidad y que se ha metido en la puñetera boca del lobo?
    ㅤㅤㅤ
    ㅤㅤㅤAh, sí. 𝑰𝒅𝒊𝒐𝒕𝒂.

    Vittoria Altobelli habia sido 𝒊𝒅𝒊𝒐𝒕𝒂. Rematadamente 𝒊𝒅𝒊𝒐𝒕𝒂.

    Tras dos siglos obedeciendo las ordenes de un caudillo vampírico que buscaba crear un ejercito de vampiros serviles y sumisos, tras dos siglos seduciendo incautos y atrayéndolos a las redes de Mattheus para transformarlos en vampiros, para convertirlos en soldados inmortales… Vittoria Altobelli por fin habia visto la luz. Habia tardado demasiado tiempo y ahora, quizás, era demasiado tarde. Los últimos meses ya habia comenzado a darse cuenta de que quizás el de Mattheus no era el camino correcto, que quizás habia más, que quizás habia otra forma de hacer las cosas. Pero… en el momento en que vio como Mattheus rompía el cuello de Jordan arrebatándole asi su prometedora vida humana, Vittoria habia podido sentir su propio corazón romperse en mil pedazos. Pues el último aliento de vida de Jordan y la luz de sus ojos erradicada en un suspiro habían sido como un faro encendido repentinamente en mitad de una noche cerrada. Se dio cuenta entonces de la maldad del vampiro, de su carencia de escrúpulos.

    Desde entonces, Vittoria llevaba semanas intentando desbaratar los planes del milenario vampiro: liberando esclavos humanos, ejecutando a los brujos aliados… Y ahora, habia descubierto que Mattheus tenia otro objetivo en el punto de mira. Un objetivo que, Vittoria estaba segura, era una clara venganza contra ella.

    A ojos de sus compañeros de trabajo, Vittoria estaba de baja. Habia desaparecido del trabajo desde hacia semanas. Pero lo cierto era que estaba escondiéndose de Mattheus y del alcance de sus negros hilos venenosos. Ahora…. Este habia descubierto la gallina de los huevos de oro y sabia como explotarlo al mismo tiempo que terminaba de romper el corazón de Vittoria y, ¿Quién sabe? Quizás empujarla un paso mas hacia la perdida de su humanidad.

    Danny Bishop. Habia sido su amigo desde los tiempos en la universidad. Y habia sido ella quien habia recomendado a Luke que lo contratara para formar parte de su equipo de diseño digital. Habían sido amigos desde hacía casi una década, iban de copas juntos, de vacaciones improvisadas… Y, ahora era el objetivo numero dos de Mattheus. Era un brujo Bishop. Un ser con una gran capacidad y talento para la magia si se le era instruido de la forma adecuada. Prácticamente un lienzo en blanco que, al servicio de Mattheus podría convertir a este en una amenaza para el planeta.

    ➤➤ Los pasillos del edificio estaban en completo silencio. Solo algunos pocos incautos habían decidido quedarse hasta tarde terminando sus proyectos, ultimando detalles de alguna reunión…. Y uno de ellos era Danny. No habia visto su nombre en el registro de salida, por eso sabia que no habia abandonado el edificio. Por eso Mattheus tambien lo sabía…

    Las luces de todo el inmueble se apagaron repentinamente y Vittoria supo… que habia empezado la función. Se le agotaba el tiempo si queria sacar a Danny con vida de allí.

    #Starter #RolPrivado #Frendshipp #MagicWorld #OC
    ㅤㅤ ㅤㅤㅤㅤㅤㅤㅤㅤ𝚂𝚃𝙰𝚁𝚃𝙴𝚁 𝚙𝚊𝚛𝚊 ㅤㅤㅤㅤㅤㅤㅤㅤㅤ⚆ [qtwarlock] ㅤ ㅤ ㅤㅤㅤ¿Cómo se le llama a un vampiro que es obligado a actuar como un vampiro sin humanidad y que se ha metido en la puñetera boca del lobo? ㅤㅤㅤ ㅤㅤㅤAh, sí. 𝑰𝒅𝒊𝒐𝒕𝒂. Vittoria Altobelli habia sido 𝒊𝒅𝒊𝒐𝒕𝒂. Rematadamente 𝒊𝒅𝒊𝒐𝒕𝒂. Tras dos siglos obedeciendo las ordenes de un caudillo vampírico que buscaba crear un ejercito de vampiros serviles y sumisos, tras dos siglos seduciendo incautos y atrayéndolos a las redes de Mattheus para transformarlos en vampiros, para convertirlos en soldados inmortales… Vittoria Altobelli por fin habia visto la luz. Habia tardado demasiado tiempo y ahora, quizás, era demasiado tarde. Los últimos meses ya habia comenzado a darse cuenta de que quizás el de Mattheus no era el camino correcto, que quizás habia más, que quizás habia otra forma de hacer las cosas. Pero… en el momento en que vio como Mattheus rompía el cuello de Jordan arrebatándole asi su prometedora vida humana, Vittoria habia podido sentir su propio corazón romperse en mil pedazos. Pues el último aliento de vida de Jordan y la luz de sus ojos erradicada en un suspiro habían sido como un faro encendido repentinamente en mitad de una noche cerrada. Se dio cuenta entonces de la maldad del vampiro, de su carencia de escrúpulos. Desde entonces, Vittoria llevaba semanas intentando desbaratar los planes del milenario vampiro: liberando esclavos humanos, ejecutando a los brujos aliados… Y ahora, habia descubierto que Mattheus tenia otro objetivo en el punto de mira. Un objetivo que, Vittoria estaba segura, era una clara venganza contra ella. A ojos de sus compañeros de trabajo, Vittoria estaba de baja. Habia desaparecido del trabajo desde hacia semanas. Pero lo cierto era que estaba escondiéndose de Mattheus y del alcance de sus negros hilos venenosos. Ahora…. Este habia descubierto la gallina de los huevos de oro y sabia como explotarlo al mismo tiempo que terminaba de romper el corazón de Vittoria y, ¿Quién sabe? Quizás empujarla un paso mas hacia la perdida de su humanidad. Danny Bishop. Habia sido su amigo desde los tiempos en la universidad. Y habia sido ella quien habia recomendado a Luke que lo contratara para formar parte de su equipo de diseño digital. Habían sido amigos desde hacía casi una década, iban de copas juntos, de vacaciones improvisadas… Y, ahora era el objetivo numero dos de Mattheus. Era un brujo Bishop. Un ser con una gran capacidad y talento para la magia si se le era instruido de la forma adecuada. Prácticamente un lienzo en blanco que, al servicio de Mattheus podría convertir a este en una amenaza para el planeta. ➤➤ Los pasillos del edificio estaban en completo silencio. Solo algunos pocos incautos habían decidido quedarse hasta tarde terminando sus proyectos, ultimando detalles de alguna reunión…. Y uno de ellos era Danny. No habia visto su nombre en el registro de salida, por eso sabia que no habia abandonado el edificio. Por eso Mattheus tambien lo sabía… Las luces de todo el inmueble se apagaron repentinamente y Vittoria supo… que habia empezado la función. Se le agotaba el tiempo si queria sacar a Danny con vida de allí. #Starter #RolPrivado #Frendshipp #MagicWorld #OC
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  • Acto I, episodio I: del fantasma despechado y la novia olvidada.
    Fandom Fantasma de la Ópera
    Categoría Drama
    { Rol cerrado con ࣪ 𝐄𝐑𝐈𝐊 𝐃𝐄𝐒𝐓𝐋𝐄𝐑 }


    Las historias más bellas, a menudo comienzan de forma bella. Sin embargo, la historia que hoy se nos quiere narrar, no comienza en absoluto de forma hermosa, aunque nuestra historia se origine en la preparación de las nupcias del vizconde de Chagny. En esta ocasión, la novia no era la Daaé, sino que era Elettra Dantelli, talentosa bailarina que había logrado hacerse un hueco en el Ballet de París pese a que la plaza no había sido concedida ni por su talento, ni por su empeño.
    Porque la historia que hoy da comienzo, no se inicia sino con un trato.
    El novio no era otro que Raoul, el hermano menor del conde de Chagny, Philippe, que había regresado de su viaje en la Marina y se asentaba por fin junto a su familia. Pero aquel enlace no era sino la evidencia del acuerdo, en parte doloroso, en parte, muy beneficioso. Y era que la muchacha, cuyo matrimonio se había acordado hacía ya tres años, había despertado un cierto sentimiento por el vizconde.
    El párroco había hablado principalmente con el conde, artífice del encuentro y enlace, a primera hora de la mañana. Después del ensayo matinal, en la Ópera de París, convocó a Elettra para comunicarle la decisión tomada.

    —La primera fecha disponible es en la primera quincena de febrero.—informó Philippe, que no estaba muy contento con la información del párroco.—De modo que lo he dispuesto todo para que tu enlace con mi hermano se celebre este mismo año. Así podrás avisar con tiempo a tus padres para que vengan desde Florencia.

    Elettra suspiró. A fin de cuentas, no tenía mucho que objetar. Pese a sus sentimientos por el vizconde, un trato era un trato...y lo mejor era que se cerrase cuanto antes.

    [15 de febrero de 1871. París, Francia.]

    Muy por la tarde, ya casi de noche, resonaron las campanas de Notre Dame con su habitual melodía evocando al trueno y al cristal, anunciando las nupcias que allí, esa misma jornada, tendría lugar en unos minutos. Tan bella, tan mágica, las tenues luces interiores que en perfecto juego de sombras y colores adornaban las guirnaldas de lazo y flores; decoraban decorando a su vez los bancos de la nave central en los cuales dos familias serían testigos de la unión mediante el sacramento del matrimonio, ante los ojos de la Virgen, de Dios, de París.
    Desde Florencia había llegado, al menos hacía un mes, la familia Dantelli al completo: Alessandro el lutier con su esposa Vittoria, sus ocho hijos (de los cuales uno ya estaba casado y otro ya tenía descendencia), hermanos de la madre, hermanos del padre, asentados en el lado izquierdo.
    Desde la residencia de los condes de Chagny, en pleno centro de la ciudad, tres hermanos huérfanos, familia nuclear del contrayente, íntimos, pues tampoco estaban muy unidos. Un varón, dos mujeres desposadas y sus niños, que ocupaban el lado derecho; tal vez algunos amigos de la pareja, que eran bastante escasos por cierto, sin llegar en total a las cien personas.
    Un coro que aguardaba paciente, un sacerdote y monaguillos que ultimaban los detalles del ritual que en breve se llevaría a cabo; un padre inquieto que no dejaba de consultar su reloj de bolsillo. Una madre que terminaba de colocar el velo traslúcido sobre los cabellos recogidos de su hija. Una novia que, inquieta, jugueteaba con una antigua medalla que pendía de su cuello. Respiración agitada, nervios por doquier. Pues no sería más una Dantelli, aunque nunca olvidaría su origen.

    Media hora sucedió, y otra media le siguió; el lutier comenzaba a extrañarse del retraso, de la nula explicación del mismo. El conde Philippe, hermano mayor y tutor de Raoul, el novio, comenzaba a desesperarse. ¿Habría sido su hermano capaz? No, no. Raoul era un hombre de palabra, tal vez solo fuera un retraso sin importancia.
    Pero Oliver, el mellizo de Elettra, sabía que algo no iba bien. Nunca le había gustado ese muchacho para su hermana, ni menos aún las condiciones en que había accedido a casarse. Intercambió unas palabras con su padre, antes de colarse en la sacristía, donde su hermana, sentada y cada vez más inquieta, esperaba. Atravesó la puerta, airado, negando con la cabeza sin mediar palabra. En ese momento, la Dantelli recogió su vestido, transfiriéndole el ramo de lirios y azucenas a su madre, echando a correr hacia el exterior de la fastuosa catedral, donde el carruaje nupcial aguardaba. Sorprendentemente fue su hermano Fabrizio, y no el propio Oliver, quien la persiguió hasta su destino.

    ─Dove vai, tata?─ inquirió el muchacho, ayudando a su hermana a desenganchar un caballo del coche.

    ─Tengo una brutta sensazione, Rizo.─ repuso Elettra tomando su montura, espoleando al animal en dirección al Teatro de la Ópera.

    En el exterior había comenzado a nevar; Monsieur Andre y Monsieur Firmin habían optado por desoír los requerimientos del Fantasma de la Ópera, que los instigaba a respetar sus pautas para dirigir el espectáculo. Pautas que no siguieron; pautas que debieron haber seguido. Pues mientras un enlace había de celebrarse, una nueva ópera se estrenaba aquel maravilloso día de febrero; “Il Muto”. Ópera que presenciarían más tarde los esposos recién casados. Ópera que el vizconde Raoul contemplaba desde el palco nº5 ignorando su promesa.
    { Rol cerrado con [FANTOME] } Las historias más bellas, a menudo comienzan de forma bella. Sin embargo, la historia que hoy se nos quiere narrar, no comienza en absoluto de forma hermosa, aunque nuestra historia se origine en la preparación de las nupcias del vizconde de Chagny. En esta ocasión, la novia no era la Daaé, sino que era Elettra Dantelli, talentosa bailarina que había logrado hacerse un hueco en el Ballet de París pese a que la plaza no había sido concedida ni por su talento, ni por su empeño. Porque la historia que hoy da comienzo, no se inicia sino con un trato. El novio no era otro que Raoul, el hermano menor del conde de Chagny, Philippe, que había regresado de su viaje en la Marina y se asentaba por fin junto a su familia. Pero aquel enlace no era sino la evidencia del acuerdo, en parte doloroso, en parte, muy beneficioso. Y era que la muchacha, cuyo matrimonio se había acordado hacía ya tres años, había despertado un cierto sentimiento por el vizconde. El párroco había hablado principalmente con el conde, artífice del encuentro y enlace, a primera hora de la mañana. Después del ensayo matinal, en la Ópera de París, convocó a Elettra para comunicarle la decisión tomada. —La primera fecha disponible es en la primera quincena de febrero.—informó Philippe, que no estaba muy contento con la información del párroco.—De modo que lo he dispuesto todo para que tu enlace con mi hermano se celebre este mismo año. Así podrás avisar con tiempo a tus padres para que vengan desde Florencia. Elettra suspiró. A fin de cuentas, no tenía mucho que objetar. Pese a sus sentimientos por el vizconde, un trato era un trato...y lo mejor era que se cerrase cuanto antes. [15 de febrero de 1871. París, Francia.] Muy por la tarde, ya casi de noche, resonaron las campanas de Notre Dame con su habitual melodía evocando al trueno y al cristal, anunciando las nupcias que allí, esa misma jornada, tendría lugar en unos minutos. Tan bella, tan mágica, las tenues luces interiores que en perfecto juego de sombras y colores adornaban las guirnaldas de lazo y flores; decoraban decorando a su vez los bancos de la nave central en los cuales dos familias serían testigos de la unión mediante el sacramento del matrimonio, ante los ojos de la Virgen, de Dios, de París. Desde Florencia había llegado, al menos hacía un mes, la familia Dantelli al completo: Alessandro el lutier con su esposa Vittoria, sus ocho hijos (de los cuales uno ya estaba casado y otro ya tenía descendencia), hermanos de la madre, hermanos del padre, asentados en el lado izquierdo. Desde la residencia de los condes de Chagny, en pleno centro de la ciudad, tres hermanos huérfanos, familia nuclear del contrayente, íntimos, pues tampoco estaban muy unidos. Un varón, dos mujeres desposadas y sus niños, que ocupaban el lado derecho; tal vez algunos amigos de la pareja, que eran bastante escasos por cierto, sin llegar en total a las cien personas. Un coro que aguardaba paciente, un sacerdote y monaguillos que ultimaban los detalles del ritual que en breve se llevaría a cabo; un padre inquieto que no dejaba de consultar su reloj de bolsillo. Una madre que terminaba de colocar el velo traslúcido sobre los cabellos recogidos de su hija. Una novia que, inquieta, jugueteaba con una antigua medalla que pendía de su cuello. Respiración agitada, nervios por doquier. Pues no sería más una Dantelli, aunque nunca olvidaría su origen. Media hora sucedió, y otra media le siguió; el lutier comenzaba a extrañarse del retraso, de la nula explicación del mismo. El conde Philippe, hermano mayor y tutor de Raoul, el novio, comenzaba a desesperarse. ¿Habría sido su hermano capaz? No, no. Raoul era un hombre de palabra, tal vez solo fuera un retraso sin importancia. Pero Oliver, el mellizo de Elettra, sabía que algo no iba bien. Nunca le había gustado ese muchacho para su hermana, ni menos aún las condiciones en que había accedido a casarse. Intercambió unas palabras con su padre, antes de colarse en la sacristía, donde su hermana, sentada y cada vez más inquieta, esperaba. Atravesó la puerta, airado, negando con la cabeza sin mediar palabra. En ese momento, la Dantelli recogió su vestido, transfiriéndole el ramo de lirios y azucenas a su madre, echando a correr hacia el exterior de la fastuosa catedral, donde el carruaje nupcial aguardaba. Sorprendentemente fue su hermano Fabrizio, y no el propio Oliver, quien la persiguió hasta su destino. ─Dove vai, tata?─ inquirió el muchacho, ayudando a su hermana a desenganchar un caballo del coche. ─Tengo una brutta sensazione, Rizo.─ repuso Elettra tomando su montura, espoleando al animal en dirección al Teatro de la Ópera. En el exterior había comenzado a nevar; Monsieur Andre y Monsieur Firmin habían optado por desoír los requerimientos del Fantasma de la Ópera, que los instigaba a respetar sus pautas para dirigir el espectáculo. Pautas que no siguieron; pautas que debieron haber seguido. Pues mientras un enlace había de celebrarse, una nueva ópera se estrenaba aquel maravilloso día de febrero; “Il Muto”. Ópera que presenciarían más tarde los esposos recién casados. Ópera que el vizconde Raoul contemplaba desde el palco nº5 ignorando su promesa.
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