• Sienna bajó las escaleras del subterráneo a toda prisa, los pasos detrás de ella se escuchaban cada vez más cerca, no sabía cuántos eran ni quién los había enviado, pero eso no importaba, solo tenía un bate de metal para defenderse y un instinto que nunca le había fallado.

    Se deslizó dentro del baño, cerrando la puerta con cuidado, el silencio repentino la envolvió, dejando solo el eco de su propio pulso martillando en sus oídos.

    Apoyó el bate sobre su hombro y levantó la mirada, su reflejo en el espejo la observaba con la misma calma calculada que siempre llevaba, a pesar del caos, de la persecución, del peligro inminente… se veía increíble.

    Su negro y lacio cabello le caía sobre los hombros, el uniforme ligeramente desordenado le daba un aire despreocupado, y la forma en que sostenía el bate… era imposible no apreciar lo bien que se veía.

    Sin pensarlo demasiado, sacó su teléfono y alzó la cámara.

    *Click*

    Una sonrisa traviesa se dibujó en su rostro ¿quién dijo que estar en peligro era excusa para no tomarse una buena foto?

    El sonido de pasos apresurados en el pasillo la devolvió a la realidad, guardó el móvil, ajustó el agarre del bate y respiró hondo.

    _Bien_ susurró para sí misma, con una sonrisa aún en los labios _Hora de volver al juego_

    Y con eso, salió del baño, lista para lo que viniera.
    Sienna bajó las escaleras del subterráneo a toda prisa, los pasos detrás de ella se escuchaban cada vez más cerca, no sabía cuántos eran ni quién los había enviado, pero eso no importaba, solo tenía un bate de metal para defenderse y un instinto que nunca le había fallado. Se deslizó dentro del baño, cerrando la puerta con cuidado, el silencio repentino la envolvió, dejando solo el eco de su propio pulso martillando en sus oídos. Apoyó el bate sobre su hombro y levantó la mirada, su reflejo en el espejo la observaba con la misma calma calculada que siempre llevaba, a pesar del caos, de la persecución, del peligro inminente… se veía increíble. Su negro y lacio cabello le caía sobre los hombros, el uniforme ligeramente desordenado le daba un aire despreocupado, y la forma en que sostenía el bate… era imposible no apreciar lo bien que se veía. Sin pensarlo demasiado, sacó su teléfono y alzó la cámara. *Click* Una sonrisa traviesa se dibujó en su rostro ¿quién dijo que estar en peligro era excusa para no tomarse una buena foto? El sonido de pasos apresurados en el pasillo la devolvió a la realidad, guardó el móvil, ajustó el agarre del bate y respiró hondo. _Bien_ susurró para sí misma, con una sonrisa aún en los labios _Hora de volver al juego_ Y con eso, salió del baño, lista para lo que viniera.
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  • Era un día común y corriente, hasta que las naves alienígenas aparecieron en el cielo. La ciudad estaba en pánico, y en medio del caos, Jimoto se encontraba en su casa, descansando después de una larga jornada de trabajo. Sin embargo, el sonido ensordecedor de las naves acercándose a gran velocidad lo despertó de su somnolencia.

    En un abrir y cerrar de ojos, Jimoto se transformó en su forma más poderosa: —un ser de gran musculatura, pelo rojizo con un brillo dorado que destellaba en todas direcciones, y una mirada llena de determinación. Los alienígenas aterrizaron en la ciudad, liderados por su comandante, una criatura gigante de piel verde y ojos rojos brillantes.

    El jefe alienígena bajó de su nave, rodeado por un ejército de criaturas monstruosas. Con su figura imponente, observaba a los humanos con desdén, esperando que sus tropas arrasaran con todo. Pero antes de que pudiera dar una orden, Jimoto apareció de la nada, plantándose frente a su nave con una sonrisa burlona.

    Con sus brazos cruzados y una postura relajada, Jimoto observó al alienígena desde abajo, ya que la criatura era mucho más alta que él. "Oye, amigo, ¿acaso no sabes que la invasión por aquí está completamente prohibida? Es como si vinieras a una fiesta sin haber sido invitado", dijo, su tono serio, pero con un toque cómico que desconcertó al alienígena.

    El jefe alien, claramente irritado, levantó su brazo, listo para aplastarlo con un solo golpe. Pero Jimoto no se movió. De hecho, parecía completamente relajado. "¿De verdad piensas que me asustas? Soy Jimoto, y no soy de los que se intimidan fácilmente", dijo, mientras flexionaba un brazo y mostraba una pose de fuerza exagerada.

    Sin previo aviso, se lanzó hacia el alienígena con una velocidad impresionante. El impacto fue tan fuerte que el jefe alien lo vio venir demasiado tarde. Jimoto, con una velocidad arrolladora, le dio un golpe directo en el parabrisas de la nave, haciendo que este se estrellara.

    El alienígena cayó al suelo, atónito. Jimoto se acercó, mirándolo con una sonrisa confiada. "Mira, amigo, te voy a dar una última oportunidad. Regresa a tu planeta antes de que te haga estallar como un globo en una fiesta de cumpleaños. Y la próxima vez, trae algo de comida o algo, que esto de invadir no es tan divertido sin un poco de snack", dijo, mientras giraba sobre sus talones con estilo y se alejaba con paso firme.

    Los alienígenas, completamente derrotados y confundidos por la actitud de Jimoto, decidieron que la Tierra no era el lugar ideal para una invasión y se retiraron. Jimoto los observó irse, satisfecho. "Y que no vuelvan sin algo de pizza la próxima vez", murmuró para sí mismo con una sonrisa, mientras su figura se desvanecía en el horizonte.
    Era un día común y corriente, hasta que las naves alienígenas aparecieron en el cielo. La ciudad estaba en pánico, y en medio del caos, Jimoto se encontraba en su casa, descansando después de una larga jornada de trabajo. Sin embargo, el sonido ensordecedor de las naves acercándose a gran velocidad lo despertó de su somnolencia. En un abrir y cerrar de ojos, Jimoto se transformó en su forma más poderosa: —un ser de gran musculatura, pelo rojizo con un brillo dorado que destellaba en todas direcciones, y una mirada llena de determinación. Los alienígenas aterrizaron en la ciudad, liderados por su comandante, una criatura gigante de piel verde y ojos rojos brillantes. El jefe alienígena bajó de su nave, rodeado por un ejército de criaturas monstruosas. Con su figura imponente, observaba a los humanos con desdén, esperando que sus tropas arrasaran con todo. Pero antes de que pudiera dar una orden, Jimoto apareció de la nada, plantándose frente a su nave con una sonrisa burlona. Con sus brazos cruzados y una postura relajada, Jimoto observó al alienígena desde abajo, ya que la criatura era mucho más alta que él. "Oye, amigo, ¿acaso no sabes que la invasión por aquí está completamente prohibida? Es como si vinieras a una fiesta sin haber sido invitado", dijo, su tono serio, pero con un toque cómico que desconcertó al alienígena. El jefe alien, claramente irritado, levantó su brazo, listo para aplastarlo con un solo golpe. Pero Jimoto no se movió. De hecho, parecía completamente relajado. "¿De verdad piensas que me asustas? Soy Jimoto, y no soy de los que se intimidan fácilmente", dijo, mientras flexionaba un brazo y mostraba una pose de fuerza exagerada. Sin previo aviso, se lanzó hacia el alienígena con una velocidad impresionante. El impacto fue tan fuerte que el jefe alien lo vio venir demasiado tarde. Jimoto, con una velocidad arrolladora, le dio un golpe directo en el parabrisas de la nave, haciendo que este se estrellara. El alienígena cayó al suelo, atónito. Jimoto se acercó, mirándolo con una sonrisa confiada. "Mira, amigo, te voy a dar una última oportunidad. Regresa a tu planeta antes de que te haga estallar como un globo en una fiesta de cumpleaños. Y la próxima vez, trae algo de comida o algo, que esto de invadir no es tan divertido sin un poco de snack", dijo, mientras giraba sobre sus talones con estilo y se alejaba con paso firme. Los alienígenas, completamente derrotados y confundidos por la actitud de Jimoto, decidieron que la Tierra no era el lugar ideal para una invasión y se retiraron. Jimoto los observó irse, satisfecho. "Y que no vuelvan sin algo de pizza la próxima vez", murmuró para sí mismo con una sonrisa, mientras su figura se desvanecía en el horizonte.
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  • ¡Hola FicRolers!

    ¿Buscais un rol más dinámico y fluido?

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    Más caracteres por post (el triple) y bio (el doble) que en X
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    Viktor
    Se que te debo starte de rol, pero mi madre vino de visita y no me sueltan casi nada, ayer llegamos a las 00:00 am
    Asi que paciencia, te aviso para que sepas que no planeo dejarte colgado.
    [V1ktor] Se que te debo starte de rol, pero mi madre vino de visita y no me sueltan casi nada, ayer llegamos a las 00:00 am Asi que paciencia, te aviso para que sepas que no planeo dejarte colgado.
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  • — "¿De donde vino?. Me atrapo con la guardia baja... no lo esperaba"
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  • ・‥…━━━━━━━ꜱᴛᴀʀᴛᴇʀ━━━━━━━…‥・

    Quien osara ascender todas las vetustas gradas de piedra que serpenteaban por la montaña habría de recibir una vital visión del destino; pero primero debía enfrentar no solo la extenuante fatiga del cuerpo, sino el juicio inexorable del alma, pues se decía que cada peldaño arrancaba un velo de la mente, exponiendo al viajero a sus más hondos temores y pecados olvidados... la niebla perpetua que cubría el sendero no era sino el aliento de aquellos que habían sucumbido en su ascenso, atrapados entre la ambición y la condena.

    A los pies de la montaña, congregábanse foráneos de miradas crédulas, guerreros con cicatrices de hierro y aventureros consumidos por preguntas que jamás debieron formularse, algunos preparándose con fervor para la subida y otros, espectros aún vivos, descendiendo en un mutismo sepulcral, sus ojos vacíos por visiones que la lengua no osaría describir.

    Aquel día, una mujer de ojos vendados se hallaba cerca del torii sagrado, umbral entre lo mundano y lo divino, su figura envuelta en un aire de inexorable predestinación; su postura, inmóvil, sugería a los ojos ajenos que parecía contemplar la idea de la peregrinación hacia lo más alto...
    ・‥…━━━━━━━ꜱᴛᴀʀᴛᴇʀ━━━━━━━…‥・ Quien osara ascender todas las vetustas gradas de piedra que serpenteaban por la montaña habría de recibir una vital visión del destino; pero primero debía enfrentar no solo la extenuante fatiga del cuerpo, sino el juicio inexorable del alma, pues se decía que cada peldaño arrancaba un velo de la mente, exponiendo al viajero a sus más hondos temores y pecados olvidados... la niebla perpetua que cubría el sendero no era sino el aliento de aquellos que habían sucumbido en su ascenso, atrapados entre la ambición y la condena. A los pies de la montaña, congregábanse foráneos de miradas crédulas, guerreros con cicatrices de hierro y aventureros consumidos por preguntas que jamás debieron formularse, algunos preparándose con fervor para la subida y otros, espectros aún vivos, descendiendo en un mutismo sepulcral, sus ojos vacíos por visiones que la lengua no osaría describir. Aquel día, una mujer de ojos vendados se hallaba cerca del torii sagrado, umbral entre lo mundano y lo divino, su figura envuelta en un aire de inexorable predestinación; su postura, inmóvil, sugería a los ojos ajenos que parecía contemplar la idea de la peregrinación hacia lo más alto...
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  • — Se acabo el juego, Sukuna. Ahora rézale al difunto Satoru Gojo porque de esta ni tus votos vinculantes te salvan...
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    Estos días estoy ausente por problemas de tos y mareos, iré viniendo poco a poco, responderé lo que pueda.
    Y si hay cosas que no respondo, es porque me encuentro mal.

    #A
    Estos días estoy ausente por problemas de tos y mareos, iré viniendo poco a poco, responderé lo que pueda. Y si hay cosas que no respondo, es porque me encuentro mal. #A
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    hoy vine inspirada se vienen dos capitulos seguidos wuhu!!
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  • 𝗦𝗶𝗰𝘂𝘁 𝗹𝘂𝘅 𝗲𝘁 𝘁𝗲𝗻𝗲𝗯𝗿𝗮𝗲
    Categoría Otros
    𝗐𝗂𝗍𝗁: James Delaney

    El olor de la carne era inconfundible, la sangre y el desmembramiento de partes era una de las cosas que desearía haber olvidar de la guerra, mas aun cuando no se conocer ni un poco de su propio futuro dentro de los próximos segundos. Tendida contra el suelo, deseo haber tomado una mejor eleccion, haber pedido ayuda, esperar en casa o simplemente ir mejor preparada para la batalla. Pero nada de eso la preparaba para la extrema antinaturalidad del lugar, con la sangre pesada desde el momento en que su carne toco la ramas o desde que el aire viciado de la neblina extraña comenzó a asfixiarla y confundir sus sentidos, con runas medio hechas que no se podia usar por mas de unos minutos antes de ceder y desvanecerse de la piel.

    El limite de las cosas, así lo queria ver, todo aquello que es invisible parecia superarla con crecer, con una gran particularidad divertida, siendo Clary parte vital del otro lado del velo, una de los muchos que pueden ver, una de las que puede conmbatir y protejer.

    "Esta trayendo seres oscuros entre nosotros, ya nisiquiera sabemos en quien confiar. Amenaza a nuestra especie y al orden, no quiero oír quejas. Por ahora, nos encargaremos nosotros personalmente de garantizar la seguridad del mundo, dejaremos el resto para quedar alerta desde sus respectivos institutos, sobre los brujos... deberán mantenerse en sus casas hasta terminar las investigaciones, cualquiera que se encuentre tan solo a unos metros, será considerado un traidor. No nos obliguen a replantear los acuerdos."

    Esa era la orden, esperar y dejar fluir. Pero para Clary eso era simplemente imposible, ser alguien que se queda quieto mientras tiene las armas suficientes para ayudar a otros y no ser simplemente la receptora de malas noticias llenas de nombres conocidos que desaparecían o simplemente morían en el deber. 'Se que no puedo detenerte, solo... ten cuidado' Prometió a Ragnor quien sabia de antemano que si abría el portal, no habría marcha atrás y comprometeriá, no solo su propia vida, si no la de alguien valioso para su viejo amigo, con opciones reducidas empujo a la menuda peliroja hacia la zona mas cercana, el bien conocido Puente de Overtoun, a solo unos pocos pasos del bosque denominado como
    "La mancha negra de Escocia".

    Con cada paso mas cerca del centro, sus pasos se volvían torpes, su respiracion dificil, su equilibrio entorpecido entre mas se sumergía en el lodoso pantano formado de manera antinatural, magia o alguún tipo de reacción sobrenaatural ante la oscuridad, no podia definirlo ni tenia la mente suficiente para concentrarse. Para la quinta caída decidio que el cuchillo serafín permaneciera mucho mas al frente de su rostro para evitar clavarlo en su propia carne y con la piedra luminosa pegada bien a su cuerpo para defenderse de la oscuridad del bosque y darse un poco de seguridad, no queriendo alejarse de la poca luz que la noche que cubría cada centímetro del area. Para cuando la cabaña se volvió visible ante sus ojos entre la niebla y con la luz apuntandole como si fuera una señal divina, el aire no le entraba con normalidad a los pulmones y sus pies se sentian cansados de tanto caminar, se dio cuenta de que los cuerpos de viejos y jovenes nefilim ya hacian esparcidos por todo el lugar, como en una escena de terror bien escenografiada para dar un escalofrío a quien mirase.
    𝗐𝗂𝗍𝗁: [DevilDelan3y] El olor de la carne era inconfundible, la sangre y el desmembramiento de partes era una de las cosas que desearía haber olvidar de la guerra, mas aun cuando no se conocer ni un poco de su propio futuro dentro de los próximos segundos. Tendida contra el suelo, deseo haber tomado una mejor eleccion, haber pedido ayuda, esperar en casa o simplemente ir mejor preparada para la batalla. Pero nada de eso la preparaba para la extrema antinaturalidad del lugar, con la sangre pesada desde el momento en que su carne toco la ramas o desde que el aire viciado de la neblina extraña comenzó a asfixiarla y confundir sus sentidos, con runas medio hechas que no se podia usar por mas de unos minutos antes de ceder y desvanecerse de la piel. El limite de las cosas, así lo queria ver, todo aquello que es invisible parecia superarla con crecer, con una gran particularidad divertida, siendo Clary parte vital del otro lado del velo, una de los muchos que pueden ver, una de las que puede conmbatir y protejer. "Esta trayendo seres oscuros entre nosotros, ya nisiquiera sabemos en quien confiar. Amenaza a nuestra especie y al orden, no quiero oír quejas. Por ahora, nos encargaremos nosotros personalmente de garantizar la seguridad del mundo, dejaremos el resto para quedar alerta desde sus respectivos institutos, sobre los brujos... deberán mantenerse en sus casas hasta terminar las investigaciones, cualquiera que se encuentre tan solo a unos metros, será considerado un traidor. No nos obliguen a replantear los acuerdos." Esa era la orden, esperar y dejar fluir. Pero para Clary eso era simplemente imposible, ser alguien que se queda quieto mientras tiene las armas suficientes para ayudar a otros y no ser simplemente la receptora de malas noticias llenas de nombres conocidos que desaparecían o simplemente morían en el deber. 'Se que no puedo detenerte, solo... ten cuidado' Prometió a Ragnor quien sabia de antemano que si abría el portal, no habría marcha atrás y comprometeriá, no solo su propia vida, si no la de alguien valioso para su viejo amigo, con opciones reducidas empujo a la menuda peliroja hacia la zona mas cercana, el bien conocido Puente de Overtoun, a solo unos pocos pasos del bosque denominado como "La mancha negra de Escocia". Con cada paso mas cerca del centro, sus pasos se volvían torpes, su respiracion dificil, su equilibrio entorpecido entre mas se sumergía en el lodoso pantano formado de manera antinatural, magia o alguún tipo de reacción sobrenaatural ante la oscuridad, no podia definirlo ni tenia la mente suficiente para concentrarse. Para la quinta caída decidio que el cuchillo serafín permaneciera mucho mas al frente de su rostro para evitar clavarlo en su propia carne y con la piedra luminosa pegada bien a su cuerpo para defenderse de la oscuridad del bosque y darse un poco de seguridad, no queriendo alejarse de la poca luz que la noche que cubría cada centímetro del area. Para cuando la cabaña se volvió visible ante sus ojos entre la niebla y con la luz apuntandole como si fuera una señal divina, el aire no le entraba con normalidad a los pulmones y sus pies se sentian cansados de tanto caminar, se dio cuenta de que los cuerpos de viejos y jovenes nefilim ya hacian esparcidos por todo el lugar, como en una escena de terror bien escenografiada para dar un escalofrío a quien mirase.
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