• Decisiones:


    << Se econtraba sentado en la silla detrás del escritorio en su oficina, aún se encontraba en Cagliari resolviendo algunos asuntos en la tierra de su familia, si es que así se le podría llamar. Aunque no tenía queja alguna de su hermana Elisabetta, realmente había sido bastante cálida con él en todo este tiempo que se mantenía acoplandose al ritmo de la familia, lo cual era algo sutil aunque enérgico, totalmente diferente de lo distante y frívolo que podía ser en el territorio ruso. Ya habían tenido algunos asuntos que atender juntos, aunque no del todo directo ante la alianza que terminó recientemente. Una alianza que, superficialmente le era indiferente y , al igual que ellos, inútil pues no había mucho beneficio de ello para ambas familias.

    Pensaba las cosas mientras se mecía en aquella silla giratoria, de arriba a bajo en las posibilidades que resultarían de que su esposa tuviese aquella reliquia entre sus manos ¿Realmente sería de ayuda para ella? ¿Su memoria regresaría? ¿Cambiarían las cosas entre ellos?

    Por otra parte, estaban los asuntos internos, en los que tenía que continuar manejando el pequeño proyecto de expansión que estaba orquestando en las sombras. Los disturbios en Rusia por el control de territorio comenzaba a intensificarse desde que un sujeto llamado Kiev comenzó a manifestarse en La Mafia Roja, haciendose llamar heredero legítimo de todo lo que se había estipulado en la hermandad. Mientras que Giovanni había comenzado desde abajo, subiendo lentamente y cobrando algunos favores que todavía le debían a su abuelo, aún cuando fueran veteranos de guerra y retirados de la KGB.

    Tenía que regresar a Rusia antes de que su ausencia se notara y comenzaran las invasiones. Además parecía que aquel mencionado sujeto, estaba totalemente interesado en el territorio que el hijo de Niccólo había conseguido en tierras rusas. Seguramente una disputa entre padres que ahora los hijos heredarían. Eso le causaba cierta molestia, y paranoia al creer que en cualquier momento su territorio, todo el trabajo que había hecho hasta ahora le fuese arrebatado. Realmente no le importaba el legado de su padre, pero si el trabajo que había realizado.

    Su mente estaba hecha un caos, pero por fuera, mostraba una serenidad inquebrantable, una resiliencia que incluso se compararía con los mismo glaciares de Siberia y que esta misma se mostraba en el claro de su mirada, mirada que se mantenía fija y decidida.

    Buscaba la mejor manera de proceder hasta que, repentinamente, el timbre del teléfono fijo comenzó a sonar ¿Quién podría ser? Seguro alguno de sus hombres, pues sólo ellos tenían el número directo de aquella oficina. Hasta ahora recordaba que había mandado a Dimitri junto a Sergei de regreso a Rusia para encargarse de las operaciones allá. Si, seguro era alguno de ellos. Tomó el teléfono con pocos deseos para así contestar dicha llamada.

    — Привет... —

    Dijo secamente. Del otro lado era Dimitri, quien tras un par de días encargandose de todo en San Petersburgo comenzó a informar la situación. Todo se encontraba en orden. Sin embargo, la situación cambió cuando escuchó mencionar la confirmación de que Kiev estaba ascendiendo lentamente e invalidando a cada miembro de la "Hermandad", algo que sin duda se expresó en el rostro del hijo de Di Vincenzo, su entrecejo estaba ligeramente fruncido y con ello algo de ira comenzó a surgir desde la boca del estómago.

    La conversación continuó, o mejor dicho, el reporte, ya que Giovanni tan solo se limitaba a escuchar y asentir tenuemente.

    — Han surgido inconvenientes manteniendo el territorio, hemos encontrado algunos infiltrados de ciertos grupos... — informó Dimitri estando él en alguno de los almacenes de la propiedad del italoruso.
    — ¿Y qué estas esperando? Ya sabes qué hacer... — replicó Giovanni con indiferencia.
    — ¿Qué hacemos con los voluntarios que quieren unirse? — cuestionó su mano derecha.
    — No habrá ingresos hasta nuevo aviso. — dijo Giovanni determinante. — Somete a los nuevos reclutas a interrogatorio. Ya sabes lo demás. —
    — Llegó un pedido nuevo. — agregó Dimitri hacia su jefe.
    — выплюнь это... — comentó.
    — Solicitan la búsqueda de un desertor: Máxim Kusminov... abandonó su puesto como piloto llevando recursos a tropas Ucranianas... — informó el pedido.
    — Encuéntralo y mátalo. — Ordenó Gio mientras miraba por la ventana en dirección al acantilado donde había paseado alguna vez con su esposa. Tras ello la llamada terminó y éste continuó con su momento de reflexión.

    — Ya comenzó... — >>
    Decisiones: << Se econtraba sentado en la silla detrás del escritorio en su oficina, aún se encontraba en Cagliari resolviendo algunos asuntos en la tierra de su familia, si es que así se le podría llamar. Aunque no tenía queja alguna de su hermana Elisabetta, realmente había sido bastante cálida con él en todo este tiempo que se mantenía acoplandose al ritmo de la familia, lo cual era algo sutil aunque enérgico, totalmente diferente de lo distante y frívolo que podía ser en el territorio ruso. Ya habían tenido algunos asuntos que atender juntos, aunque no del todo directo ante la alianza que terminó recientemente. Una alianza que, superficialmente le era indiferente y , al igual que ellos, inútil pues no había mucho beneficio de ello para ambas familias. Pensaba las cosas mientras se mecía en aquella silla giratoria, de arriba a bajo en las posibilidades que resultarían de que su esposa tuviese aquella reliquia entre sus manos ¿Realmente sería de ayuda para ella? ¿Su memoria regresaría? ¿Cambiarían las cosas entre ellos? Por otra parte, estaban los asuntos internos, en los que tenía que continuar manejando el pequeño proyecto de expansión que estaba orquestando en las sombras. Los disturbios en Rusia por el control de territorio comenzaba a intensificarse desde que un sujeto llamado Kiev comenzó a manifestarse en La Mafia Roja, haciendose llamar heredero legítimo de todo lo que se había estipulado en la hermandad. Mientras que Giovanni había comenzado desde abajo, subiendo lentamente y cobrando algunos favores que todavía le debían a su abuelo, aún cuando fueran veteranos de guerra y retirados de la KGB. Tenía que regresar a Rusia antes de que su ausencia se notara y comenzaran las invasiones. Además parecía que aquel mencionado sujeto, estaba totalemente interesado en el territorio que el hijo de Niccólo había conseguido en tierras rusas. Seguramente una disputa entre padres que ahora los hijos heredarían. Eso le causaba cierta molestia, y paranoia al creer que en cualquier momento su territorio, todo el trabajo que había hecho hasta ahora le fuese arrebatado. Realmente no le importaba el legado de su padre, pero si el trabajo que había realizado. Su mente estaba hecha un caos, pero por fuera, mostraba una serenidad inquebrantable, una resiliencia que incluso se compararía con los mismo glaciares de Siberia y que esta misma se mostraba en el claro de su mirada, mirada que se mantenía fija y decidida. Buscaba la mejor manera de proceder hasta que, repentinamente, el timbre del teléfono fijo comenzó a sonar ¿Quién podría ser? Seguro alguno de sus hombres, pues sólo ellos tenían el número directo de aquella oficina. Hasta ahora recordaba que había mandado a Dimitri junto a Sergei de regreso a Rusia para encargarse de las operaciones allá. Si, seguro era alguno de ellos. Tomó el teléfono con pocos deseos para así contestar dicha llamada. — Привет... — Dijo secamente. Del otro lado era Dimitri, quien tras un par de días encargandose de todo en San Petersburgo comenzó a informar la situación. Todo se encontraba en orden. Sin embargo, la situación cambió cuando escuchó mencionar la confirmación de que Kiev estaba ascendiendo lentamente e invalidando a cada miembro de la "Hermandad", algo que sin duda se expresó en el rostro del hijo de Di Vincenzo, su entrecejo estaba ligeramente fruncido y con ello algo de ira comenzó a surgir desde la boca del estómago. La conversación continuó, o mejor dicho, el reporte, ya que Giovanni tan solo se limitaba a escuchar y asentir tenuemente. — Han surgido inconvenientes manteniendo el territorio, hemos encontrado algunos infiltrados de ciertos grupos... — informó Dimitri estando él en alguno de los almacenes de la propiedad del italoruso. — ¿Y qué estas esperando? Ya sabes qué hacer... — replicó Giovanni con indiferencia. — ¿Qué hacemos con los voluntarios que quieren unirse? — cuestionó su mano derecha. — No habrá ingresos hasta nuevo aviso. — dijo Giovanni determinante. — Somete a los nuevos reclutas a interrogatorio. Ya sabes lo demás. — — Llegó un pedido nuevo. — agregó Dimitri hacia su jefe. — выплюнь это... — comentó. — Solicitan la búsqueda de un desertor: Máxim Kusminov... abandonó su puesto como piloto llevando recursos a tropas Ucranianas... — informó el pedido. — Encuéntralo y mátalo. — Ordenó Gio mientras miraba por la ventana en dirección al acantilado donde había paseado alguna vez con su esposa. Tras ello la llamada terminó y éste continuó con su momento de reflexión. — Ya comenzó... — >>
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  • Había preparado aquello con mucha antelación. Lo había dejado todo listo antes de emprender su misión por tierras británicas donde era posible que cualquiera cosa pudiera salir mal.

    Porque así era él, detallista, meticuloso y observador.

    Había pensado mucho en que regalarle, pero viendo como estaban los tiempos y como iban evolucionado, teniendo en cuenta lo que Barnabas y él se traían entre manos, al final había buscado una forma de proteger a Jessica aunque él estuviera lejos. Y ahora que estaba custodiado en las celdas del MACUSA no podría estar mas lejos de ella.

    Aquella mañana la pequeña caja negra de terciopelo y su correspondiente nota llegaría a su mesa.

    " 𝐹𝑒𝑙𝑖𝑧 𝑐𝑢𝑚𝑝𝑙𝑒𝑎𝑛̃𝑜𝑠, 𝑝𝑟𝑒𝑐𝑖𝑜𝑠𝑎.
    𝑆𝑖𝑒𝑛𝑡𝑜 𝑞𝑢𝑒 𝑙𝑎 𝑒𝑛𝑡𝑟𝑒𝑔𝑎 𝑑𝑒 𝑒𝑠𝑡𝑒 𝑟𝑒𝑔𝑎𝑙𝑜 𝑠𝑒𝑎 𝑡𝑎𝑛 𝑖𝑚𝑝𝑒𝑟𝑠𝑜𝑛𝑎𝑙, 𝑝𝑒𝑟𝑜 𝑡𝑒 𝑝𝑟𝑜𝑚𝑒𝑡𝑜 𝑞𝑢𝑒 𝑛𝑜 𝑠𝑒𝑟𝑎́ 𝑙𝑜 𝑢́𝑛𝑖𝑐𝑜.
    𝑇𝑎𝑛 𝑠𝑜𝑙𝑜 𝑡𝑒 𝑝𝑖𝑑𝑜 𝑑𝑜𝑠 𝑐𝑜𝑠𝑎𝑠, 𝑞𝑢𝑒 𝑙𝑜 𝑙𝑙𝑒𝑣𝑒𝑠 𝑠𝑖𝑒𝑚𝑝𝑟𝑒 𝑝𝑢𝑒𝑠𝑡𝑜, 𝑦 𝑙𝑎 𝑠𝑒𝑔𝑢𝑛𝑑𝑎 𝑞𝑢𝑒 𝑐𝑢𝑎𝑛𝑑𝑜 𝑡𝑒 𝑡𝑒𝑛𝑔𝑎 𝑓𝑟𝑒𝑛𝑡𝑒 𝑎 𝑚𝑖, ℎ𝑜𝑦 𝑚𝑒 𝑑𝑖𝑔𝑎𝑠 𝑞𝑢𝑒 𝑠𝑖 𝑦 𝑣𝑒𝑛𝑔𝑎𝑠 𝑐𝑜𝑛𝑚𝑖𝑔𝑜 𝑝𝑎𝑟𝑎 𝑝𝑜𝑑𝑒𝑟 𝑑𝑎𝑟𝑡𝑒 𝑙𝑎 𝑠𝑒𝑔𝑢𝑛𝑑𝑎 𝑝𝑎𝑟𝑡𝑒 𝑑𝑒𝑙 𝑟𝑒𝑔𝑎𝑙𝑜.
    𝐶𝑜𝑛 𝑡𝑜𝑑𝑜 𝑚𝑖 𝑐𝑜𝑟𝑎𝑧𝑜́𝑛, 𝑀𝑎𝑟𝑐𝑢𝑠."

    El anillo era sencillo al menos a simple vista, estaba hecho con plata de duendes, y su piedra guardaba un hechizo protector que se activaba si su propietario, con el que creaba un vinculo instantáneo al lucirlo estaba en peligro.
    No era un arma, era simplemente un salvavidas, un hechizo de emergencia si Jessica se veía desarmada en algún momento.

    Sabia que 𝓙𝑒𝑠𝑠 𝓦𝑖𝑙𝑙𝑜𝑤𝑠 tiraría aquella caja en cuanto supiera que venia de él, pero el británico no perdía la esperanza, tan solo porque que la aceptara implicaría que siempre estaría mínimamente protegida.
    Había preparado aquello con mucha antelación. Lo había dejado todo listo antes de emprender su misión por tierras británicas donde era posible que cualquiera cosa pudiera salir mal. Porque así era él, detallista, meticuloso y observador. Había pensado mucho en que regalarle, pero viendo como estaban los tiempos y como iban evolucionado, teniendo en cuenta lo que Barnabas y él se traían entre manos, al final había buscado una forma de proteger a Jessica aunque él estuviera lejos. Y ahora que estaba custodiado en las celdas del MACUSA no podría estar mas lejos de ella. Aquella mañana la pequeña caja negra de terciopelo y su correspondiente nota llegaría a su mesa. " 𝐹𝑒𝑙𝑖𝑧 𝑐𝑢𝑚𝑝𝑙𝑒𝑎𝑛̃𝑜𝑠, 𝑝𝑟𝑒𝑐𝑖𝑜𝑠𝑎. 𝑆𝑖𝑒𝑛𝑡𝑜 𝑞𝑢𝑒 𝑙𝑎 𝑒𝑛𝑡𝑟𝑒𝑔𝑎 𝑑𝑒 𝑒𝑠𝑡𝑒 𝑟𝑒𝑔𝑎𝑙𝑜 𝑠𝑒𝑎 𝑡𝑎𝑛 𝑖𝑚𝑝𝑒𝑟𝑠𝑜𝑛𝑎𝑙, 𝑝𝑒𝑟𝑜 𝑡𝑒 𝑝𝑟𝑜𝑚𝑒𝑡𝑜 𝑞𝑢𝑒 𝑛𝑜 𝑠𝑒𝑟𝑎́ 𝑙𝑜 𝑢́𝑛𝑖𝑐𝑜. 𝑇𝑎𝑛 𝑠𝑜𝑙𝑜 𝑡𝑒 𝑝𝑖𝑑𝑜 𝑑𝑜𝑠 𝑐𝑜𝑠𝑎𝑠, 𝑞𝑢𝑒 𝑙𝑜 𝑙𝑙𝑒𝑣𝑒𝑠 𝑠𝑖𝑒𝑚𝑝𝑟𝑒 𝑝𝑢𝑒𝑠𝑡𝑜, 𝑦 𝑙𝑎 𝑠𝑒𝑔𝑢𝑛𝑑𝑎 𝑞𝑢𝑒 𝑐𝑢𝑎𝑛𝑑𝑜 𝑡𝑒 𝑡𝑒𝑛𝑔𝑎 𝑓𝑟𝑒𝑛𝑡𝑒 𝑎 𝑚𝑖, ℎ𝑜𝑦 𝑚𝑒 𝑑𝑖𝑔𝑎𝑠 𝑞𝑢𝑒 𝑠𝑖 𝑦 𝑣𝑒𝑛𝑔𝑎𝑠 𝑐𝑜𝑛𝑚𝑖𝑔𝑜 𝑝𝑎𝑟𝑎 𝑝𝑜𝑑𝑒𝑟 𝑑𝑎𝑟𝑡𝑒 𝑙𝑎 𝑠𝑒𝑔𝑢𝑛𝑑𝑎 𝑝𝑎𝑟𝑡𝑒 𝑑𝑒𝑙 𝑟𝑒𝑔𝑎𝑙𝑜. 𝐶𝑜𝑛 𝑡𝑜𝑑𝑜 𝑚𝑖 𝑐𝑜𝑟𝑎𝑧𝑜́𝑛, 𝑀𝑎𝑟𝑐𝑢𝑠." El anillo era sencillo al menos a simple vista, estaba hecho con plata de duendes, y su piedra guardaba un hechizo protector que se activaba si su propietario, con el que creaba un vinculo instantáneo al lucirlo estaba en peligro. No era un arma, era simplemente un salvavidas, un hechizo de emergencia si Jessica se veía desarmada en algún momento. Sabia que [FIGHTERAUR0R] tiraría aquella caja en cuanto supiera que venia de él, pero el británico no perdía la esperanza, tan solo porque que la aceptara implicaría que siempre estaría mínimamente protegida.
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  • Vine a dar una vuelta , el clima está excelente..

    *Mira el lugar admirando lo *
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  • —No creía que fuera a funcionar.
    La meditación nunca había sido mi fuerte… Shen podía pasar horas sentado, inmóvil como una roca, mientras yo apenas aguantaba unos minutos antes de mirar de reojo la puerta y pensar en arrastrar a Kennen a alguna travesura.
    Me acordaba de su voz, serena y firme, diciéndome que la mente debía quedar tan clara como el cielo sin nubes. Yo asentía… y al momento siguiente, una hoja movida por el viento me parecía más interesante que cualquier nube.
    Pero ahora tenía la esfera. Y la promesa, o la tentación, de que bastaba dejarlo todo en blanco para que ella viniera.
    Respiré hondo, más por rutina que por fe, y dejé que las dudas cayeran como las rebabas de un kunai recién afilado… aunque parte de mí seguía esperando que, al abrir los ojos, lo único que viera fuera el techo y mi propio fracaso.—

    —Respiro.
    El peso del mundo se disuelve, igual que las virutas se desprenden al forjar el acero.
    La esfera en mis manos es fría, como el kunai antes de sentir la sangre del viento.
    Silencio.
    El filo se alinea con mi voluntad; no hay distracciones, no hay pensamiento… sólo el instante antes de cortar.
    Abro los ojos.
    El golpe ya está dado.—

    𝐀yane 𝐈𝐬𝐡𝐭𝐚𝐫
    —No creía que fuera a funcionar. La meditación nunca había sido mi fuerte… Shen podía pasar horas sentado, inmóvil como una roca, mientras yo apenas aguantaba unos minutos antes de mirar de reojo la puerta y pensar en arrastrar a Kennen a alguna travesura. Me acordaba de su voz, serena y firme, diciéndome que la mente debía quedar tan clara como el cielo sin nubes. Yo asentía… y al momento siguiente, una hoja movida por el viento me parecía más interesante que cualquier nube. Pero ahora tenía la esfera. Y la promesa, o la tentación, de que bastaba dejarlo todo en blanco para que ella viniera. Respiré hondo, más por rutina que por fe, y dejé que las dudas cayeran como las rebabas de un kunai recién afilado… aunque parte de mí seguía esperando que, al abrir los ojos, lo único que viera fuera el techo y mi propio fracaso.— —Respiro. El peso del mundo se disuelve, igual que las virutas se desprenden al forjar el acero. La esfera en mis manos es fría, como el kunai antes de sentir la sangre del viento. Silencio. El filo se alinea con mi voluntad; no hay distracciones, no hay pensamiento… sólo el instante antes de cortar. Abro los ojos. El golpe ya está dado.— [Ayane_Ishtar]
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  • Esto se ha publicado como Out Of Character. Tenlo en cuenta al responder.
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    Adivina las caballeras jejeje
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  • —Esta sensación...

    No quería volver a caer en depresión, ya había pasado tanto en que parecía estar estable, sentirse bien, no era el momento para volver a derrumbarse aunque su mente no dejaba de crear caos.

    Su mirada poco a poco iba apagándose, sintiendo la presión en el pecho y ganas de llorar, intentando contener todo ello, harto de sentirse tan débil.

    —Mierda... no otra vez... iba bien.

    Se cubrió el rostro, tomando un respiro profundo, tratando de mitigar las emociones, poniéndose de pie y yendo directo a su cava para tomar una botella de vino, sacando el corcho y dando un trago directo.
    Chasqueó los dedos, encendiendo la radio y dejando la música sonar para distraerse.

    https://www.youtube.com/watch?v=YyknBTm_YyM&list=RDYyknBTm_YyM&start_radio=1
    —Esta sensación... No quería volver a caer en depresión, ya había pasado tanto en que parecía estar estable, sentirse bien, no era el momento para volver a derrumbarse aunque su mente no dejaba de crear caos. Su mirada poco a poco iba apagándose, sintiendo la presión en el pecho y ganas de llorar, intentando contener todo ello, harto de sentirse tan débil. —Mierda... no otra vez... iba bien. Se cubrió el rostro, tomando un respiro profundo, tratando de mitigar las emociones, poniéndose de pie y yendo directo a su cava para tomar una botella de vino, sacando el corcho y dando un trago directo. Chasqueó los dedos, encendiendo la radio y dejando la música sonar para distraerse. https://www.youtube.com/watch?v=YyknBTm_YyM&list=RDYyknBTm_YyM&start_radio=1
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  • ¿Se podría adivinar rápido quien es la persona que finge en la foto? Claro que sí, yo, pero mi hermanito Harin Seom Kim le encanta molestar mucho, igual lo quiero
    ¿Se podría adivinar rápido quien es la persona que finge en la foto? Claro que sí, yo, pero mi hermanito [fable_indigo_dolphin_238] le encanta molestar mucho, igual lo quiero
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  • — Tu alma ya decidió servirme, solo vine a recordártelo ~
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  • ───────────八月盆───────────


    "La tarde comenzaba a ceder su trono al crepúsculo, y el oeste se incendiaba en tonos ámbar y bermellón ante sus finas pupilas. A lo largo del río, las primeras linternas flotantes hacían su aparición, comenzando su descenso ritual, deslizándose poco a poco como luciérnagas cansadas sobre el agua, cada una cargada de plegarias, nombres que con el tiempo quedarán en el olvido y las clásicas promesas para el futuro que vendrá.
    El aire del O-Bon (お盆) siempre era denso, saturado por aquel característico aroma semi-dulzón del incienso, las notas secas del sándalo y claro, esa intensa sensación de nostalgia imposible de soportar que se cuela entre los pliegues del alma en cada festejo.

    Aun así, paradójicamente el santuario entero palpitaba con vida en cada dirección. Familias enteras se reunían en sus yukatas coloridos de algodón fino, los niños correteaban entre la multitud disfrazados con máscaras de Tengu y Kitsune artesanales, los puestos de comida chisporroteaban entre las incesantes risas y el sonido de los alimentos cociéndose, mientras que los enormes tambores Taiko marcaban con entusiasmo el ritmo lento de lo que parecía ser un corazón colectivo.
    El mundo de los vivos se esforzaba por parecer alegre, como si la oscuridad no estuviera acechando desde cada rincón.

    Y como cada año, Reiko estaba allí.

    No le hacía falta anunciarse, después de todo estaba en “su hogar”.
    A su paso, las multitudes parecían abrirse con una reverencia involuntaria, como si sus cuerpos recordaran algo que sus mentes habían olvidado. Vestía un kimono tradicional de tonos rojos profundos y dorados apagados, con patrones antiguos de crisantemos marchitos y dragones que parecían danzar por voluntad propia bajo la luz temblorosa de las linternas. Su cabello, recogido en un elaborado moño ceremonial, estaba adornado con peinetas de hueso pulido y cintas rojas que sujetaban flores, entre ellas, colgaban adornos metálicos que tintineaban con un sonido hueco, como pequeñas campanas de templo llamando a los difuntos.
    Sus ojos cortaban la penumbra como dagas envainadas en miel. Su mirada pasaba por encima del borde de su abanico que con delicada gracia femenina ocultaba su rostro, no buscaba; elegía.

    Nadie osaba interponerse en su camino, ni siquiera “los suyos” y aunque su intensión era pasar "desapercibida" algunos residentes, como ya era usual, empezaban a murmurar sobre su posible procedencia, unos afirmaban que era una sacerdotisa enviada de algún santuario cercano. Otros rumoraban que se trataba de una poderosa médium errante, incluso llegaron a bautizarla como “la dama que no envejece".


    Para los vivos, el O-bon es una celebración de memoria, un acto de amor, un llamado a los espíritus ancestrales. Pero para Reiko, era otra cosa. Una oportunidad.

    Porque donde los humanos recuerdan… ella recoge.

    Es durante estas noches de Agosto, cuando los inocentes claman por señales de sus antepasados y seres amados, donde ella ofrece las más tiernas y convincentes mentiras. Envolviendo a los dolientes en un dulce y cálido consuelo que finalmente los deja más vacíos que antes.

    Y así, cada verano, mientras el mundo honra a sus muertos…

    Ella se alimenta de ellos."


    ──────────────────────────
    Minirol♥.
    ───────────八月盆─────────── "La tarde comenzaba a ceder su trono al crepúsculo, y el oeste se incendiaba en tonos ámbar y bermellón ante sus finas pupilas. A lo largo del río, las primeras linternas flotantes hacían su aparición, comenzando su descenso ritual, deslizándose poco a poco como luciérnagas cansadas sobre el agua, cada una cargada de plegarias, nombres que con el tiempo quedarán en el olvido y las clásicas promesas para el futuro que vendrá. El aire del O-Bon (お盆) siempre era denso, saturado por aquel característico aroma semi-dulzón del incienso, las notas secas del sándalo y claro, esa intensa sensación de nostalgia imposible de soportar que se cuela entre los pliegues del alma en cada festejo. Aun así, paradójicamente el santuario entero palpitaba con vida en cada dirección. Familias enteras se reunían en sus yukatas coloridos de algodón fino, los niños correteaban entre la multitud disfrazados con máscaras de Tengu y Kitsune artesanales, los puestos de comida chisporroteaban entre las incesantes risas y el sonido de los alimentos cociéndose, mientras que los enormes tambores Taiko marcaban con entusiasmo el ritmo lento de lo que parecía ser un corazón colectivo. El mundo de los vivos se esforzaba por parecer alegre, como si la oscuridad no estuviera acechando desde cada rincón. Y como cada año, Reiko estaba allí. No le hacía falta anunciarse, después de todo estaba en “su hogar”. A su paso, las multitudes parecían abrirse con una reverencia involuntaria, como si sus cuerpos recordaran algo que sus mentes habían olvidado. Vestía un kimono tradicional de tonos rojos profundos y dorados apagados, con patrones antiguos de crisantemos marchitos y dragones que parecían danzar por voluntad propia bajo la luz temblorosa de las linternas. Su cabello, recogido en un elaborado moño ceremonial, estaba adornado con peinetas de hueso pulido y cintas rojas que sujetaban flores, entre ellas, colgaban adornos metálicos que tintineaban con un sonido hueco, como pequeñas campanas de templo llamando a los difuntos. Sus ojos cortaban la penumbra como dagas envainadas en miel. Su mirada pasaba por encima del borde de su abanico que con delicada gracia femenina ocultaba su rostro, no buscaba; elegía. Nadie osaba interponerse en su camino, ni siquiera “los suyos” y aunque su intensión era pasar "desapercibida" algunos residentes, como ya era usual, empezaban a murmurar sobre su posible procedencia, unos afirmaban que era una sacerdotisa enviada de algún santuario cercano. Otros rumoraban que se trataba de una poderosa médium errante, incluso llegaron a bautizarla como “la dama que no envejece". Para los vivos, el O-bon es una celebración de memoria, un acto de amor, un llamado a los espíritus ancestrales. Pero para Reiko, era otra cosa. Una oportunidad. Porque donde los humanos recuerdan… ella recoge. Es durante estas noches de Agosto, cuando los inocentes claman por señales de sus antepasados y seres amados, donde ella ofrece las más tiernas y convincentes mentiras. Envolviendo a los dolientes en un dulce y cálido consuelo que finalmente los deja más vacíos que antes. Y así, cada verano, mientras el mundo honra a sus muertos… Ella se alimenta de ellos." ────────────────────────── Minirol♥.
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  • — Adivinen de quien fueron esos besos (?) como dicen por ahí recordar es volver a vivir —
    #seductivesunday
    — Adivinen de quien fueron esos besos (?) como dicen por ahí recordar es volver a vivir — #seductivesunday
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