• —Oigan, el whisky se puso de moda en Miami, ¿donde quedo el buen vino y la cerveza bien fria?, ahora todos quieren esta porqueria para ponerse de cabeza
    —Oigan, el whisky se puso de moda en Miami, ¿donde quedo el buen vino y la cerveza bien fria?, ahora todos quieren esta porqueria para ponerse de cabeza
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  • El portal se cerró detrás de ellas con un chasquido seco. La incertidumbre del futuro invadió el lugar, el ambiente se sentía denso

    Raora Panthera , Dohanna ,
    Aikaterine Ouro y Baelz Cruzaron la barrera dimensional, llegando a un lugar muy apartado de la civilización. Este lugar, cubierto de árboles, estaba perfectamente protegido por la guardiana de la naturaleza, Fauna . Quien esperaba junto a Tsukumo Sana Espacio y a Serithra

    La sensación fue un choque violento, el olor y vista del lugar hacia contraste con el verdadero motivo de la reunión y con el desorden del grupo que acababa de llegar

    Fauna esperaba allí, serena e inmutable. A su lado se encontraba Sana, su presencia hacia que el asunto se sintiera diminuto a comparación del cosmos que representaba. Además la diosa del sol también acompañaba la reunión, con un aura imponente

    Baelz sintió un escalofrío, pero no podia temer, en ese momento, el futuro del mundo estaba en juego. Observó a todos los presentes que esperaban en silencio

    —Así que estamos de vuelta — dijo, su voz era baja, por fin había probado la libertad aunque sabia que la paz no duraría mucho tiempo
    El portal se cerró detrás de ellas con un chasquido seco. La incertidumbre del futuro invadió el lugar, el ambiente se sentía denso [divine_eyes], [moon_energy_goddess], [Mercenary1x] y Baelz Cruzaron la barrera dimensional, llegando a un lugar muy apartado de la civilización. Este lugar, cubierto de árboles, estaba perfectamente protegido por la guardiana de la naturaleza, [Fauna_Nature] . Quien esperaba junto a [blaze_titanium_scorpion_916] y a [Sun_Goddess] La sensación fue un choque violento, el olor y vista del lugar hacia contraste con el verdadero motivo de la reunión y con el desorden del grupo que acababa de llegar Fauna esperaba allí, serena e inmutable. A su lado se encontraba Sana, su presencia hacia que el asunto se sintiera diminuto a comparación del cosmos que representaba. Además la diosa del sol también acompañaba la reunión, con un aura imponente Baelz sintió un escalofrío, pero no podia temer, en ese momento, el futuro del mundo estaba en juego. Observó a todos los presentes que esperaban en silencio —Así que estamos de vuelta — dijo, su voz era baja, por fin había probado la libertad aunque sabia que la paz no duraría mucho tiempo
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  • Raden había limpiado y ordenado muy bien el sótano de la tienda, un espacio amplio que casi siempre permanecía cerrado y oscuro. Sin embargo, hoy daba la bienvenida a sus dos nuevas inquilinas. En la pared más despejada, destacaba una pizarra enorme, donde las palabras 'REGLAS DE LA CASA' estaban escritas con una caligrafía impecable.

    — Bienvenidas, pequeñas traviesas ~ —su voz fue un suave arrullo, pero sus ojos, de un azul demasiado intenso, recorrían a Mococo Abyssgard y Fuwawa Abyssgard con la curiosidad de una coleccionista ante dos piezas potencialmente peligrosas— espero que encuentren este... refugio, a su gusto. He hecho los arreglos personalmente, uhum.

    Con un movimiento fluido, giró sobre sus tacones y se plantó frente a la pizarra. El abanico, como una extensión natural de su gestualidad, se cerró para apuntar con un extremo a la primera regla de la pizarra.

    — Ahora, hablemos de las normas. Son pocas, pero... cruciales para la armonía. Y para su seguridad, jeje ~ ...

    1. Tratar con sumo cuidado las reliquias. La tienda no es un parque de atracciones. Cada objeto tiene una historia... y la mayoría, un temperamento.

    2. Mantener el orden.

    3. Los clientes son... clientes. Si alguno baja y las ve, una sonrisa y un 'la propietaria no está' bastará. Nada de travesuras que los asusten. Ahem, aunque algunos se lo merezcan.

    4. Prohibidas las peleas en la tienda. Los duelos a muerte, si son estrictamente necesarios, se reservan para el sótano. El sofá es vintage, por favor, no manchen la tapicería...

    5. Nada de invitados indeseados. Traer problemas externos aquí es de pésimo gusto. Yo ya tengo los míos propios.

    6. ¡Y LA MAS IMPORTANTE!... —aquí, su voz bajó a un susurro dramático— No tocar, jugar, romper o, por todos los abismos, beber de mis objetos o reliquias. ¡Prohibido!

    Hizo una pausa, dejando que el silencio las dejara procesar la advertencia. Luego, de repente, lanzó sus manos hacia adelante con los dedos curvados como garras, haciendo una mueca exagerada.

    — ¡Grrr! ¡Porque si lo hacen, los objetos podrían molestarse, despertar... y ATACAR! —soltó una risita, como si fuera una broma adorable.

    Era broma. Aunque no era del todo improbable que algo así pudiera ocurrir.

    —En fin ~ —continuó, recuperando su compostura y abriendo el abanico de nuevo con un gesto elegante— El incumplimiento de alguna de estas reglas conllevará a... hm... —se llevó la punta del abanico a la barbilla, pensativa. Sus ojos se iluminaron con un destello púrpura— ¡Ah, ya sé! Me veré en la obligación de llamar a Shiori. Sí, ella será la adulta responsable de ustedes...

    Era inevitable para Raden ver a las dos chicas como si fueran dos niñas traviesas, por lo cual hacia falta algún adulto responsable. Y ella era adulta, claro, pero no responsable.

    — Y... creo que es todo, si, ¿alguna pregunta, mis pequeñas futuras causas de canas?
    Raden había limpiado y ordenado muy bien el sótano de la tienda, un espacio amplio que casi siempre permanecía cerrado y oscuro. Sin embargo, hoy daba la bienvenida a sus dos nuevas inquilinas. En la pared más despejada, destacaba una pizarra enorme, donde las palabras 'REGLAS DE LA CASA' estaban escritas con una caligrafía impecable. — Bienvenidas, pequeñas traviesas ~ —su voz fue un suave arrullo, pero sus ojos, de un azul demasiado intenso, recorrían a [haze_peridot_bat_137] y [Inu_blue_1] con la curiosidad de una coleccionista ante dos piezas potencialmente peligrosas— espero que encuentren este... refugio, a su gusto. He hecho los arreglos personalmente, uhum. Con un movimiento fluido, giró sobre sus tacones y se plantó frente a la pizarra. El abanico, como una extensión natural de su gestualidad, se cerró para apuntar con un extremo a la primera regla de la pizarra. — Ahora, hablemos de las normas. Son pocas, pero... cruciales para la armonía. Y para su seguridad, jeje ~ ... 1. Tratar con sumo cuidado las reliquias. La tienda no es un parque de atracciones. Cada objeto tiene una historia... y la mayoría, un temperamento. 2. Mantener el orden. 3. Los clientes son... clientes. Si alguno baja y las ve, una sonrisa y un 'la propietaria no está' bastará. Nada de travesuras que los asusten. Ahem, aunque algunos se lo merezcan. 4. Prohibidas las peleas en la tienda. Los duelos a muerte, si son estrictamente necesarios, se reservan para el sótano. El sofá es vintage, por favor, no manchen la tapicería... 5. Nada de invitados indeseados. Traer problemas externos aquí es de pésimo gusto. Yo ya tengo los míos propios. 6. ¡Y LA MAS IMPORTANTE!... —aquí, su voz bajó a un susurro dramático— No tocar, jugar, romper o, por todos los abismos, beber de mis objetos o reliquias. ¡Prohibido! Hizo una pausa, dejando que el silencio las dejara procesar la advertencia. Luego, de repente, lanzó sus manos hacia adelante con los dedos curvados como garras, haciendo una mueca exagerada. — ¡Grrr! ¡Porque si lo hacen, los objetos podrían molestarse, despertar... y ATACAR! —soltó una risita, como si fuera una broma adorable. Era broma. Aunque no era del todo improbable que algo así pudiera ocurrir. —En fin ~ —continuó, recuperando su compostura y abriendo el abanico de nuevo con un gesto elegante— El incumplimiento de alguna de estas reglas conllevará a... hm... —se llevó la punta del abanico a la barbilla, pensativa. Sus ojos se iluminaron con un destello púrpura— ¡Ah, ya sé! Me veré en la obligación de llamar a Shiori. Sí, ella será la adulta responsable de ustedes... Era inevitable para Raden ver a las dos chicas como si fueran dos niñas traviesas, por lo cual hacia falta algún adulto responsable. Y ella era adulta, claro, pero no responsable. — Y... creo que es todo, si, ¿alguna pregunta, mis pequeñas futuras causas de canas?
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  • -Ugh... Menuda resaca... Nota para mí: No volver a emborracharme con vino.- Se quedó tumbado un rato mirando al techo, aún sintiendo el mareo del alcohol, el horrible dolor de cabeza y la temperatura corporal alarmantemente alta.
    -Ugh... Menuda resaca... Nota para mí: No volver a emborracharme con vino.- Se quedó tumbado un rato mirando al techo, aún sintiendo el mareo del alcohol, el horrible dolor de cabeza y la temperatura corporal alarmantemente alta.
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  • Vine a una biblioteca para buscar un recetario, quiero preparar medicamentos para usarlos en mi mismo ¿Que podría salir mal?
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  • Copita de vino y a celebrar que es viernes
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  • Esto se ha publicado como Out Of Character. Tenlo en cuenta al responder.
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    Relato en Post y comentario de la imagen 🩷

    A la mañana siguiente

    El olor a café me despierta antes que la luz. Abro los ojos y allí está Ryu, tranquila, apoyada en el marco de la puerta con una de esas medias sonrisas que solo enseña cuando baja la guardia. Me deja la taza en la mesita y, sin decir palabra, enciende la consola. Luego se sienta a mi lado y me extiende uno de los mandos, como si me invitara a entrar en su pequeño mundo sin pedir explicación alguna.

    El vapor del café acaricia mi cara mientras doy sorbos tímidos. Ella me observa de reojo, con una expresión divertida, arrugando la nariz cada vez que bebo.

    Lili:
    —¿Y dónde está tu café?

    Ryu, encogiéndose de hombros con esa calma salvaje tan suya:
    —Te lo has acabado…
    Gruñe suave, casi juguetona.
    Tendrás que ir a comprar si vas a quedarte aquí.

    Su forma torpe de invitarme a vivir con ella…
    tan brusca y tan dulce a la vez,
    me golpea directamente en el pecho.

    Me acerco, envolviéndola en un abrazo pequeño, casi tembloroso. Apoyo la frente en su clavícula y le doy un beso en los labios, suave, sincero, sin alcohol ni caos.

    Lili:
    —Quiero avanzar… de verdad que sí.
    Quiero…

    Las palabras salen sin que las piense, como si mi alma las dijera sola.
    Un deseo que me tiembla entre los dedos.
    Un futuro posible que nace en su pecho.

    Ryu no responde con palabras.
    Solo me estrecha contra ella, como si con ese gesto pudiera prometerme un hogar que no sabe construir, pero que intenta.

    Y por un instante
    respiro paz.

    Una calma tan frágil
    que parece hecha de cristal templado.


    ---

    // Epílogo — presagio

    Dicen que hay tardes en las que el viento no sopla:
    susurra.

    Que trae voces que no buscamos,
    nombres que creíamos dormidos,
    sombras que nunca aprendieron a irse del todo.

    Y aquella misma tarde,
    en algún punto entre el sonido del mando,
    la tibieza del café
    y la risa que aún me quedaba en la garganta…

    Algo cambió de dirección.

    Un hilo antiguo se tensó.
    Un destino volvió a reclamarme.
    Una presencia familiar cruzó un umbral que yo ya había dado por cerrado.

    Y aunque ese instante aún no pertenece a este relato,
    lo cierto es que —incluso ahora—
    el viento sigue repitiendo aquellas palabras que pronuncié sin saber lo que invocaban:

    “Quiero avanzar… Quiero.”

    Porque el caos
    siempre escucha.
    Y el amor, también.

    Lo que vino después…
    todavía está esperando ser contado.
    Relato en Post y comentario de la imagen 🩷 A la mañana siguiente El olor a café me despierta antes que la luz. Abro los ojos y allí está Ryu, tranquila, apoyada en el marco de la puerta con una de esas medias sonrisas que solo enseña cuando baja la guardia. Me deja la taza en la mesita y, sin decir palabra, enciende la consola. Luego se sienta a mi lado y me extiende uno de los mandos, como si me invitara a entrar en su pequeño mundo sin pedir explicación alguna. El vapor del café acaricia mi cara mientras doy sorbos tímidos. Ella me observa de reojo, con una expresión divertida, arrugando la nariz cada vez que bebo. Lili: —¿Y dónde está tu café? Ryu, encogiéndose de hombros con esa calma salvaje tan suya: —Te lo has acabado… Gruñe suave, casi juguetona. Tendrás que ir a comprar si vas a quedarte aquí. Su forma torpe de invitarme a vivir con ella… tan brusca y tan dulce a la vez, me golpea directamente en el pecho. Me acerco, envolviéndola en un abrazo pequeño, casi tembloroso. Apoyo la frente en su clavícula y le doy un beso en los labios, suave, sincero, sin alcohol ni caos. Lili: —Quiero avanzar… de verdad que sí. Quiero… Las palabras salen sin que las piense, como si mi alma las dijera sola. Un deseo que me tiembla entre los dedos. Un futuro posible que nace en su pecho. Ryu no responde con palabras. Solo me estrecha contra ella, como si con ese gesto pudiera prometerme un hogar que no sabe construir, pero que intenta. Y por un instante respiro paz. Una calma tan frágil que parece hecha de cristal templado. --- // Epílogo — presagio Dicen que hay tardes en las que el viento no sopla: susurra. Que trae voces que no buscamos, nombres que creíamos dormidos, sombras que nunca aprendieron a irse del todo. Y aquella misma tarde, en algún punto entre el sonido del mando, la tibieza del café y la risa que aún me quedaba en la garganta… Algo cambió de dirección. Un hilo antiguo se tensó. Un destino volvió a reclamarme. Una presencia familiar cruzó un umbral que yo ya había dado por cerrado. Y aunque ese instante aún no pertenece a este relato, lo cierto es que —incluso ahora— el viento sigue repitiendo aquellas palabras que pronuncié sin saber lo que invocaban: “Quiero avanzar… Quiero.” Porque el caos siempre escucha. Y el amor, también. Lo que vino después… todavía está esperando ser contado.
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    A la mañana siguiente

    El olor a café me despierta antes que la luz. Abro los ojos y allí está Ryu, tranquila, apoyada en el marco de la puerta con una de esas medias sonrisas que solo enseña cuando baja la guardia. Me deja la taza en la mesita y, sin decir palabra, enciende la consola. Luego se sienta a mi lado y me extiende uno de los mandos, como si me invitara a entrar en su pequeño mundo sin pedir explicación alguna.

    El vapor del café acaricia mi cara mientras doy sorbos tímidos. Ella me observa de reojo, con una expresión divertida, arrugando la nariz cada vez que bebo.

    Lili:
    —¿Y dónde está tu café?

    Ryu, encogiéndose de hombros con esa calma salvaje tan suya:
    —Te lo has acabado…
    Gruñe suave, casi juguetona.
    Tendrás que ir a comprar si vas a quedarte aquí.

    Su forma torpe de invitarme a vivir con ella…
    tan brusca y tan dulce a la vez,
    me golpea directamente en el pecho.

    Me acerco, envolviéndola en un abrazo pequeño, casi tembloroso. Apoyo la frente en su clavícula y le doy un beso en los labios, suave, sincero, sin alcohol ni caos.

    Lili:
    —Quiero avanzar… de verdad que sí.
    Quiero…

    Las palabras salen sin que las piense, como si mi alma las dijera sola.
    Un deseo que me tiembla entre los dedos.
    Un futuro posible que nace en su pecho.

    Ryu no responde con palabras.
    Solo me estrecha contra ella, como si con ese gesto pudiera prometerme un hogar que no sabe construir, pero que intenta.

    Y por un instante
    respiro paz.

    Una calma tan frágil
    que parece hecha de cristal templado.


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    // Epílogo — presagio

    Dicen que hay tardes en las que el viento no sopla:
    susurra.

    Que trae voces que no buscamos,
    nombres que creíamos dormidos,
    sombras que nunca aprendieron a irse del todo.

    Y aquella misma tarde,
    en algún punto entre el sonido del mando,
    la tibieza del café
    y la risa que aún me quedaba en la garganta…

    Algo cambió de dirección.

    Un hilo antiguo se tensó.
    Un destino volvió a reclamarme.
    Una presencia familiar cruzó un umbral que yo ya había dado por cerrado.

    Y aunque ese instante aún no pertenece a este relato,
    lo cierto es que —incluso ahora—
    el viento sigue repitiendo aquellas palabras que pronuncié sin saber lo que invocaban:

    “Quiero avanzar… Quiero.”

    Porque el caos
    siempre escucha.
    Y el amor, también.

    Lo que vino después…
    todavía está esperando ser contado.
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    El olor a café me despierta antes que la luz. Abro los ojos y allí está Ryu, tranquila, apoyada en el marco de la puerta con una de esas medias sonrisas que solo enseña cuando baja la guardia. Me deja la taza en la mesita y, sin decir palabra, enciende la consola. Luego se sienta a mi lado y me extiende uno de los mandos, como si me invitara a entrar en su pequeño mundo sin pedir explicación alguna.

    El vapor del café acaricia mi cara mientras doy sorbos tímidos. Ella me observa de reojo, con una expresión divertida, arrugando la nariz cada vez que bebo.

    Lili:
    —¿Y dónde está tu café?

    Ryu, encogiéndose de hombros con esa calma salvaje tan suya:
    —Te lo has acabado…
    Gruñe suave, casi juguetona.
    Tendrás que ir a comprar si vas a quedarte aquí.

    Su forma torpe de invitarme a vivir con ella…
    tan brusca y tan dulce a la vez,
    me golpea directamente en el pecho.

    Me acerco, envolviéndola en un abrazo pequeño, casi tembloroso. Apoyo la frente en su clavícula y le doy un beso en los labios, suave, sincero, sin alcohol ni caos.

    Lili:
    —Quiero avanzar… de verdad que sí.
    Quiero…

    Las palabras salen sin que las piense, como si mi alma las dijera sola.
    Un deseo que me tiembla entre los dedos.
    Un futuro posible que nace en su pecho.

    Ryu no responde con palabras.
    Solo me estrecha contra ella, como si con ese gesto pudiera prometerme un hogar que no sabe construir, pero que intenta.

    Y por un instante
    respiro paz.

    Una calma tan frágil
    que parece hecha de cristal templado.


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    // Epílogo — presagio

    Dicen que hay tardes en las que el viento no sopla:
    susurra.

    Que trae voces que no buscamos,
    nombres que creíamos dormidos,
    sombras que nunca aprendieron a irse del todo.

    Y aquella misma tarde,
    en algún punto entre el sonido del mando,
    la tibieza del café
    y la risa que aún me quedaba en la garganta…

    Algo cambió de dirección.

    Un hilo antiguo se tensó.
    Un destino volvió a reclamarme.
    Una presencia familiar cruzó un umbral que yo ya había dado por cerrado.

    Y aunque ese instante aún no pertenece a este relato,
    lo cierto es que —incluso ahora—
    el viento sigue repitiendo aquellas palabras que pronuncié sin saber lo que invocaban:

    “Quiero avanzar… Quiero.”

    Porque el caos
    siempre escucha.
    Y el amor, también.

    Lo que vino después…
    todavía está esperando ser contado.
    Relato en Post y comentario de la imagen 🩷 A la mañana siguiente El olor a café me despierta antes que la luz. Abro los ojos y allí está Ryu, tranquila, apoyada en el marco de la puerta con una de esas medias sonrisas que solo enseña cuando baja la guardia. Me deja la taza en la mesita y, sin decir palabra, enciende la consola. Luego se sienta a mi lado y me extiende uno de los mandos, como si me invitara a entrar en su pequeño mundo sin pedir explicación alguna. El vapor del café acaricia mi cara mientras doy sorbos tímidos. Ella me observa de reojo, con una expresión divertida, arrugando la nariz cada vez que bebo. Lili: —¿Y dónde está tu café? Ryu, encogiéndose de hombros con esa calma salvaje tan suya: —Te lo has acabado… Gruñe suave, casi juguetona. Tendrás que ir a comprar si vas a quedarte aquí. Su forma torpe de invitarme a vivir con ella… tan brusca y tan dulce a la vez, me golpea directamente en el pecho. Me acerco, envolviéndola en un abrazo pequeño, casi tembloroso. Apoyo la frente en su clavícula y le doy un beso en los labios, suave, sincero, sin alcohol ni caos. Lili: —Quiero avanzar… de verdad que sí. Quiero… Las palabras salen sin que las piense, como si mi alma las dijera sola. Un deseo que me tiembla entre los dedos. Un futuro posible que nace en su pecho. Ryu no responde con palabras. Solo me estrecha contra ella, como si con ese gesto pudiera prometerme un hogar que no sabe construir, pero que intenta. Y por un instante respiro paz. Una calma tan frágil que parece hecha de cristal templado. --- // Epílogo — presagio Dicen que hay tardes en las que el viento no sopla: susurra. Que trae voces que no buscamos, nombres que creíamos dormidos, sombras que nunca aprendieron a irse del todo. Y aquella misma tarde, en algún punto entre el sonido del mando, la tibieza del café y la risa que aún me quedaba en la garganta… Algo cambió de dirección. Un hilo antiguo se tensó. Un destino volvió a reclamarme. Una presencia familiar cruzó un umbral que yo ya había dado por cerrado. Y aunque ese instante aún no pertenece a este relato, lo cierto es que —incluso ahora— el viento sigue repitiendo aquellas palabras que pronuncié sin saber lo que invocaban: “Quiero avanzar… Quiero.” Porque el caos siempre escucha. Y el amor, también. Lo que vino después… todavía está esperando ser contado.
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  • Adivinen quién salió sin haber cargado la prótesis jaja.
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  • "Cariño, estaré ocupado haciendo trámites de mi residencia permanente y documentación de la casa de campo y venta de las propiedades. Estaré fuera, te amo."

    "Perdón mamá, estoy en época de exámenes, el trabajo también me absorbe y he estado apoyando a Mika, pero en cuanto podamos, vamos a visitarlos. Los quiero!'

    "Lo siento mamá, estoy en temporada alta, hay muchos turistas, muchos oficinistas, el lugar siempre esta lleno, pero apenas baje la temporada, los visitaré"

    "Hola mamá!!! Estamos en Paris! Es una semana de moda alternativa y estoy tan feliz! Comiendo tantos bocadillos que ya tengo una maleta llena de souvenirs para ustedes!! Agh!!! Debo irme! Kyo ya vino a decirme que vamos tarde, los amo, bye~bye♡≽^•⩊•^≼ ₊˚⊹♡"

    "Hola mamá! Probablemente Kenzō ya te mandó mensajes, estamos en París, estamos comiendo bien, abrigados y seguros. No puedo esperar a volver y verlos a ustedes y los gatos. Debo irme, es tarde y Kenzō no deja de comer dulces, dice que lleva solo los mejores para ustedes. Los quiero y los extraño.- Kyo"

    Okiko entendió, todos estaban ocupados y ella dejó de mandar mensajes o llamar. Se puso linda, tomó sus cosas; salió a caminar, a comprarse cosas de su gusto personal.

    Le haría bien, salir de casa, no llorar en silencio, conocer mas de la ciudad, hacer amigos, tener hobbies.

    "Cariño, estaré ocupado haciendo trámites de mi residencia permanente y documentación de la casa de campo y venta de las propiedades. Estaré fuera, te amo." "Perdón mamá, estoy en época de exámenes, el trabajo también me absorbe y he estado apoyando a Mika, pero en cuanto podamos, vamos a visitarlos. Los quiero!' "Lo siento mamá, estoy en temporada alta, hay muchos turistas, muchos oficinistas, el lugar siempre esta lleno, pero apenas baje la temporada, los visitaré" "Hola mamá!!! Estamos en Paris! Es una semana de moda alternativa y estoy tan feliz! Comiendo tantos bocadillos que ya tengo una maleta llena de souvenirs para ustedes!! Agh!!! Debo irme! Kyo ya vino a decirme que vamos tarde, los amo, bye~bye♡≽^•⩊•^≼ ₊˚⊹♡" "Hola mamá! Probablemente Kenzō ya te mandó mensajes, estamos en París, estamos comiendo bien, abrigados y seguros. No puedo esperar a volver y verlos a ustedes y los gatos. Debo irme, es tarde y Kenzō no deja de comer dulces, dice que lleva solo los mejores para ustedes. Los quiero y los extraño.- Kyo" Okiko entendió, todos estaban ocupados y ella dejó de mandar mensajes o llamar. Se puso linda, tomó sus cosas; salió a caminar, a comprarse cosas de su gusto personal. Le haría bien, salir de casa, no llorar en silencio, conocer mas de la ciudad, hacer amigos, tener hobbies. ♡
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