A Ysoria le costaba verse al espejo.
Sí, a Ysoria, a aquella asesina tan elegante y segura de sí misma.
No porque tenga baja autoestima, más bien, por las vergüenzas de su pasado. Espejo que veía, espejo que destrozaba, pues, ver su reflejo no la calmaba.
Cuando pasaba por uno, lágrimas llegaban a brotar de sus ojos. Sabía que había vengado todo aquello que la había lastimado, sabía que se había redimido de aquello que solo ella consideraba que eran verdaderos errores. Pero no, aún no se iba a poder perdonar, no hasta acabar con todos aquellos que se le crucen en el camino.
¿Qué camino?
Aquél en el que baja del pedestal a todo hombre que podía reflejar a su padrastro. Aquél que genera miedo en personas ricas. Aquél que de tan solo escuchar "Las Dagas Elegantes", sabía que debía esconderse.
— Lo siento, madre.
Sí, a Ysoria, a aquella asesina tan elegante y segura de sí misma.
No porque tenga baja autoestima, más bien, por las vergüenzas de su pasado. Espejo que veía, espejo que destrozaba, pues, ver su reflejo no la calmaba.
Cuando pasaba por uno, lágrimas llegaban a brotar de sus ojos. Sabía que había vengado todo aquello que la había lastimado, sabía que se había redimido de aquello que solo ella consideraba que eran verdaderos errores. Pero no, aún no se iba a poder perdonar, no hasta acabar con todos aquellos que se le crucen en el camino.
¿Qué camino?
Aquél en el que baja del pedestal a todo hombre que podía reflejar a su padrastro. Aquél que genera miedo en personas ricas. Aquél que de tan solo escuchar "Las Dagas Elegantes", sabía que debía esconderse.
— Lo siento, madre.
A Ysoria le costaba verse al espejo.
Sí, a Ysoria, a aquella asesina tan elegante y segura de sí misma.
No porque tenga baja autoestima, más bien, por las vergüenzas de su pasado. Espejo que veía, espejo que destrozaba, pues, ver su reflejo no la calmaba.
Cuando pasaba por uno, lágrimas llegaban a brotar de sus ojos. Sabía que había vengado todo aquello que la había lastimado, sabía que se había redimido de aquello que solo ella consideraba que eran verdaderos errores. Pero no, aún no se iba a poder perdonar, no hasta acabar con todos aquellos que se le crucen en el camino.
¿Qué camino?
Aquél en el que baja del pedestal a todo hombre que podía reflejar a su padrastro. Aquél que genera miedo en personas ricas. Aquél que de tan solo escuchar "Las Dagas Elegantes", sabía que debía esconderse.
— Lo siento, madre.
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