~|Prólogo: El legado del eclipse|~
Se dice que los Blackwood no nacieron del mundo, sino entre mundos. Su linaje proviene de una unión prohibida entre una sacerdotisa lunar y un espíritu de las sombras, una entidad que solo existe cuando la luz y la sombra se funden.
De esa unión nació el primer Blackwood, Alaric.
Desde entonces el linaje Blackwood ah estado tejido con hilos de sombra y luz, marcado por una magia que se transmite no solo por enseñanza, sino por revelación, cada miembro nace con una semilla mágica única, que permanece dormida.
A diferencia de otros clanes, donde los dones se heredan como títulos, en los Blackwood cada poder duerme, oculto en lo más profundo del alma, esperando su momento. No hay hechizo que lo despierte. No hay ritual que lo fuerce , solo la union de la luz y la oscuridad en una danza momentanea, un Eclipse.
Cada cierto ciclo, cuando el sol y la luna se alinean en un suspiro cósmico, el velo entre lo humano y lo eterno se rasga. Es entonces cuando la magia de cada integrante se revela. Algunos reciben visiones. Otros, fuego, los mas extraordinarios poderes que les llevan años dominar, pues
la magia en los Blackwood nunca ha sido igual. Algunos nacen con afinidad por el aire, otros por la sangre, otros por el tiempo.
Pero... hay uno que no se repite. Uno que solo aparece cuando el eclipse coincide con el renacer de una estrella caída: el poder del fénix.
Ese poder no se manifiesta con llamas. Se insinúa. Vibra bajo la piel. Se oculta en sueños rotos y en plumas que no deberían existir. Y cuando aparece, no hay marcha atrás, no es fuego común.. no es destrucción.. es renacimiento... es transmutación es el susurro de lo que arde sin consumir, de lo que muere para volver más fuerte
~|Prólogo: El legado del eclipse|~
Se dice que los Blackwood no nacieron del mundo, sino entre mundos. Su linaje proviene de una unión prohibida entre una sacerdotisa lunar y un espíritu de las sombras, una entidad que solo existe cuando la luz y la sombra se funden.
De esa unión nació el primer Blackwood, Alaric.
Desde entonces el linaje Blackwood ah estado tejido con hilos de sombra y luz, marcado por una magia que se transmite no solo por enseñanza, sino por revelación, cada miembro nace con una semilla mágica única, que permanece dormida.
A diferencia de otros clanes, donde los dones se heredan como títulos, en los Blackwood cada poder duerme, oculto en lo más profundo del alma, esperando su momento. No hay hechizo que lo despierte. No hay ritual que lo fuerce , solo la union de la luz y la oscuridad en una danza momentanea, un Eclipse.
Cada cierto ciclo, cuando el sol y la luna se alinean en un suspiro cósmico, el velo entre lo humano y lo eterno se rasga. Es entonces cuando la magia de cada integrante se revela. Algunos reciben visiones. Otros, fuego, los mas extraordinarios poderes que les llevan años dominar, pues
la magia en los Blackwood nunca ha sido igual. Algunos nacen con afinidad por el aire, otros por la sangre, otros por el tiempo.
Pero... hay uno que no se repite. Uno que solo aparece cuando el eclipse coincide con el renacer de una estrella caída: el poder del fénix.
Ese poder no se manifiesta con llamas. Se insinúa. Vibra bajo la piel. Se oculta en sueños rotos y en plumas que no deberían existir. Y cuando aparece, no hay marcha atrás, no es fuego común.. no es destrucción.. es renacimiento... es transmutación es el susurro de lo que arde sin consumir, de lo que muere para volver más fuerte