"¿Qué haces mientras duermes?"
Por alguna razón, de todos los recuerdos que tengo de Lucia, ese sigue siendo el más vívido.
Estábamos jugando en el jardín de su casa. Sus padres la llamaron, y en lugar de decir "adiós", "nos vemos mañana", o alguna otra cosa, me hizo esa pregunta.
No era raro para Lucia hacer preguntas o comentarios que los demás consideraban inusuales, incómodos, groseros, incluso. Su rostro inexpresivo, como el de una muñeca de porcelana, los hacía más inquietantes.
Yo era su única amiga. Los demás niños solían tenerle algo de miedo. Decían que era una bruja, un espectro, una muñeca que cobró vida y otros disparates.
"¿Qué?"
La pregunta me confundió, pero no me sorprendió. Era Lucia, después de todo.
"Sí, ¿qué haces mientras duermes? ¿No lo sabes?" Insistió ella.
"Pues... ¿Dormir, no? ¿Soñar? Eso es lo que hago", respondí.
"No te estoy preguntando qué haces tú", dijo ella, tocando mi frente con su dedo. "Te pregunto qué haces TÚ", y después, señalo mi abdomen.
"No entiendo, Lucia".
"Ya sé que duermes. Tu cerebro duerme. ¿Qué hace tu cuerpo?"
"Lo mismo, ¿no?"
"¿Cómo lo sabes?"
"Pues... porque sí, y ya. Me acuesto, me duermo, y me levanto, mi cuerpo sigue ahí en la mañana así que no hace nada, sólo duerme".
"¿Cómo lo sabes?"
"¡Acabo de decírtelo!"
"No. Me dijiste lo que CREES que hace tu cuerpo. ¿Cómo sabes que no se levanta por la noche?"
"¿...Qué?"
"¿Cómo sabes que no se levanta? ¿Cómo sabes que no camina? ¿Cómo sabes que no tiene otra vida? Yo, también. Quizás por la noche estamos tú y yo aquí, nuestros cuerpos, jugando, mientras nosotras dormimos. O quizás no somos amigas. Quizás la 'tú' y la 'yo' que somos en la noche... nos odiamos... Y sí... ¿Ellas dos son las reales? Entonces..."
"¡Basta! ¡Cállate, cállate! ¡No sigas!"
Empecé a llorar. Corrí a mi casa.
No pude dormir esa noche, ni la siguiente, ni las otras dos que le siguieron. Tuvieron que llevarme a un médico a que me recetara algo para dormir.
Pude dormir con normalidad de nuevo, eventualmente. Volví a jugar con Lucia, y nunca tocó el tema otra vez. Así era ella.
El miedo a dormir, sin embargo... creo que nunca lo superé del todo.
"¿Qué haces mientras duermes?"
Por alguna razón, de todos los recuerdos que tengo de Lucia, ese sigue siendo el más vívido.
Estábamos jugando en el jardín de su casa. Sus padres la llamaron, y en lugar de decir "adiós", "nos vemos mañana", o alguna otra cosa, me hizo esa pregunta.
No era raro para Lucia hacer preguntas o comentarios que los demás consideraban inusuales, incómodos, groseros, incluso. Su rostro inexpresivo, como el de una muñeca de porcelana, los hacía más inquietantes.
Yo era su única amiga. Los demás niños solían tenerle algo de miedo. Decían que era una bruja, un espectro, una muñeca que cobró vida y otros disparates.
"¿Qué?"
La pregunta me confundió, pero no me sorprendió. Era Lucia, después de todo.
"Sí, ¿qué haces mientras duermes? ¿No lo sabes?" Insistió ella.
"Pues... ¿Dormir, no? ¿Soñar? Eso es lo que hago", respondí.
"No te estoy preguntando qué haces tú", dijo ella, tocando mi frente con su dedo. "Te pregunto qué haces TÚ", y después, señalo mi abdomen.
"No entiendo, Lucia".
"Ya sé que duermes. Tu cerebro duerme. ¿Qué hace tu cuerpo?"
"Lo mismo, ¿no?"
"¿Cómo lo sabes?"
"Pues... porque sí, y ya. Me acuesto, me duermo, y me levanto, mi cuerpo sigue ahí en la mañana así que no hace nada, sólo duerme".
"¿Cómo lo sabes?"
"¡Acabo de decírtelo!"
"No. Me dijiste lo que CREES que hace tu cuerpo. ¿Cómo sabes que no se levanta por la noche?"
"¿...Qué?"
"¿Cómo sabes que no se levanta? ¿Cómo sabes que no camina? ¿Cómo sabes que no tiene otra vida? Yo, también. Quizás por la noche estamos tú y yo aquí, nuestros cuerpos, jugando, mientras nosotras dormimos. O quizás no somos amigas. Quizás la 'tú' y la 'yo' que somos en la noche... nos odiamos... Y sí... ¿Ellas dos son las reales? Entonces..."
"¡Basta! ¡Cállate, cállate! ¡No sigas!"
Empecé a llorar. Corrí a mi casa.
No pude dormir esa noche, ni la siguiente, ni las otras dos que le siguieron. Tuvieron que llevarme a un médico a que me recetara algo para dormir.
Pude dormir con normalidad de nuevo, eventualmente. Volví a jugar con Lucia, y nunca tocó el tema otra vez. Así era ella.
El miedo a dormir, sin embargo... creo que nunca lo superé del todo.