── La vida sigue...¿No es así?
Insípida, insulsa, anodino, banal, gris, seca, infeliz, patética... No importa cómo lo diga, me siento muerta en vida. ──
La duquesa respondió al mayordomo que se había tomado personal apoyarla en su visita de negocios, ajena a que estaba siendo espiada por ese mismo mayordomo.
Y no era para menos estaba siendo forzada a conocer a posibles hombres que hagan su fortuna aún más grande de lo que ya es.
Que proveen la mano de obra leal y más herramientas para excavar las interminables minas que son su propiedad. Tenía tanta fortuna, que ni su séptima u octava generación vería la diferencia en los números, no le importaba lo que alguien de ellos podría o no aportar.
Entonces, uno de los prospectos más fuertes entró por la puerta, escoltado por sus soldados con ese aire de superioridad y dominancia que todo hombre soñaba tener...pero...
La mirada de Sylvaine estaba puesta en alguien más, de manera fija, alguien completamente fuera de su alcance, alguien que se suponía le había dejado en claro su rechazo y ahora lo veía de manera clara, la forma en la que él protegía a esa mujer de cabellos blancos que sin duda se veía enérgica y joven.
Era claro, más claro que el agua, no era la juventud, no era la energía... el problema era ella.
Él ni siquiera le volteó a ver ¿tan horrible era Sylvie? ¿tan insoportable era su mera presencia?
Las palabras del posible pretendiente sonaban como balbuceos lejanos los cuales ella interrumpió para que él la dejara ir.
Dio unos cuantos pasos sosteniendo su vestido, planeaba ir detrás de ellos dos, encararlo de una buena vez, no se iba a detener hasta que él verbalmente se lo dijera.
Pero la misma gente...no los quería juntos, por lo que apenas Adelgard y su acompañante pasaron a otra zona, dos guardias le cerraron el paso a ella, argumentando que la sala solo era para ciudadanos.
El pecho de la duquesa se sintió pesado, aún así, pidió apoyo para pasar. "Solo saludar a un viejo amigo, solo eso y nada más" mintió.
Pero ni así, le permitieron pasar.
Insípida, insulsa, anodino, banal, gris, seca, infeliz, patética... No importa cómo lo diga, me siento muerta en vida. ──
La duquesa respondió al mayordomo que se había tomado personal apoyarla en su visita de negocios, ajena a que estaba siendo espiada por ese mismo mayordomo.
Y no era para menos estaba siendo forzada a conocer a posibles hombres que hagan su fortuna aún más grande de lo que ya es.
Que proveen la mano de obra leal y más herramientas para excavar las interminables minas que son su propiedad. Tenía tanta fortuna, que ni su séptima u octava generación vería la diferencia en los números, no le importaba lo que alguien de ellos podría o no aportar.
Entonces, uno de los prospectos más fuertes entró por la puerta, escoltado por sus soldados con ese aire de superioridad y dominancia que todo hombre soñaba tener...pero...
La mirada de Sylvaine estaba puesta en alguien más, de manera fija, alguien completamente fuera de su alcance, alguien que se suponía le había dejado en claro su rechazo y ahora lo veía de manera clara, la forma en la que él protegía a esa mujer de cabellos blancos que sin duda se veía enérgica y joven.
Era claro, más claro que el agua, no era la juventud, no era la energía... el problema era ella.
Él ni siquiera le volteó a ver ¿tan horrible era Sylvie? ¿tan insoportable era su mera presencia?
Las palabras del posible pretendiente sonaban como balbuceos lejanos los cuales ella interrumpió para que él la dejara ir.
Dio unos cuantos pasos sosteniendo su vestido, planeaba ir detrás de ellos dos, encararlo de una buena vez, no se iba a detener hasta que él verbalmente se lo dijera.
Pero la misma gente...no los quería juntos, por lo que apenas Adelgard y su acompañante pasaron a otra zona, dos guardias le cerraron el paso a ella, argumentando que la sala solo era para ciudadanos.
El pecho de la duquesa se sintió pesado, aún así, pidió apoyo para pasar. "Solo saludar a un viejo amigo, solo eso y nada más" mintió.
Pero ni así, le permitieron pasar.
── La vida sigue...¿No es así?
Insípida, insulsa, anodino, banal, gris, seca, infeliz, patética... No importa cómo lo diga, me siento muerta en vida. ──
La duquesa respondió al mayordomo que se había tomado personal apoyarla en su visita de negocios, ajena a que estaba siendo espiada por ese mismo mayordomo.
Y no era para menos estaba siendo forzada a conocer a posibles hombres que hagan su fortuna aún más grande de lo que ya es.
Que proveen la mano de obra leal y más herramientas para excavar las interminables minas que son su propiedad. Tenía tanta fortuna, que ni su séptima u octava generación vería la diferencia en los números, no le importaba lo que alguien de ellos podría o no aportar.
Entonces, uno de los prospectos más fuertes entró por la puerta, escoltado por sus soldados con ese aire de superioridad y dominancia que todo hombre soñaba tener...pero...
La mirada de Sylvaine estaba puesta en alguien más, de manera fija, alguien completamente fuera de su alcance, alguien que se suponía le había dejado en claro su rechazo y ahora lo veía de manera clara, la forma en la que él protegía a esa mujer de cabellos blancos que sin duda se veía enérgica y joven.
Era claro, más claro que el agua, no era la juventud, no era la energía... el problema era ella.
Él ni siquiera le volteó a ver ¿tan horrible era Sylvie? ¿tan insoportable era su mera presencia?
Las palabras del posible pretendiente sonaban como balbuceos lejanos los cuales ella interrumpió para que él la dejara ir.
Dio unos cuantos pasos sosteniendo su vestido, planeaba ir detrás de ellos dos, encararlo de una buena vez, no se iba a detener hasta que él verbalmente se lo dijera.
Pero la misma gente...no los quería juntos, por lo que apenas Adelgard y su acompañante pasaron a otra zona, dos guardias le cerraron el paso a ella, argumentando que la sala solo era para ciudadanos.
El pecho de la duquesa se sintió pesado, aún así, pidió apoyo para pasar. "Solo saludar a un viejo amigo, solo eso y nada más" mintió.
Pero ni así, le permitieron pasar.