#BitchLife #BadDecisions

Se encuentra en un rincón del baño, con el frío mármol a su espalda y el sonido de la música, voces, pasos, del otro lado de la puerta. No tiene idea de dónde quedó su camisa, ni sus zapatos. Está helado.

Una serie de malas decisiones, se dejó caer en el vórtice de alcohol y drogas en un intento de calmar el vacío y la angustia que el rechazo le dejó. Sabe que debe alejarse de personas peligrosas, pero, en el éxtasis de la intoxicación, no encontró fuerzas para resistirse a los excesos y las malas compañías.

Con una súbita claridad en medio de su aturdimiento, observa el lujoso baño y siente un pánico creciente al darse cuenta de dónde está realmente. Su mente, buscando una salida en los pensamientos de otros, capta algo perturbador en la mente de los guardaespaldas, en la puerta: recuerdos turbios de otras noches, otros caprichos sexuales del jefe que no salieron de aquel penthouse respirando.

Siente que le falta el aire y el terror lo invade, haciendo añicos lo poco que queda de la falsa valentía que el alcohol y las drogas le habían dado.

Con las manos temblando, toma el teléfono y, sin pensar demasiado, escribe un mensaje a Tolek Zientek.

"No quiero estar aquí".

Pulsa enviar y vuelve la mirada hacia la puerta, alguien está tocando.

"Ayudame".
#BitchLife #BadDecisions Se encuentra en un rincón del baño, con el frío mármol a su espalda y el sonido de la música, voces, pasos, del otro lado de la puerta. No tiene idea de dónde quedó su camisa, ni sus zapatos. Está helado. Una serie de malas decisiones, se dejó caer en el vórtice de alcohol y drogas en un intento de calmar el vacío y la angustia que el rechazo le dejó. Sabe que debe alejarse de personas peligrosas, pero, en el éxtasis de la intoxicación, no encontró fuerzas para resistirse a los excesos y las malas compañías. Con una súbita claridad en medio de su aturdimiento, observa el lujoso baño y siente un pánico creciente al darse cuenta de dónde está realmente. Su mente, buscando una salida en los pensamientos de otros, capta algo perturbador en la mente de los guardaespaldas, en la puerta: recuerdos turbios de otras noches, otros caprichos sexuales del jefe que no salieron de aquel penthouse respirando. Siente que le falta el aire y el terror lo invade, haciendo añicos lo poco que queda de la falsa valentía que el alcohol y las drogas le habían dado. Con las manos temblando, toma el teléfono y, sin pensar demasiado, escribe un mensaje a [Tolek]. "No quiero estar aquí". Pulsa enviar y vuelve la mirada hacia la puerta, alguien está tocando. "Ayudame".
Me entristece
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