— Di lo que quieras, pero esta mierda inspira más que cualquiera de tus novelas y manifiestos —el poeta escupió las palabras con olor a opio cuando dejó caer su libreta sobre la mesa; en la página arrugada, manchada y borroneada, apenas se distinguía la prosa de su puño y letra;

𝖲𝗈𝗒 𝗎𝗇 𝗉𝖾𝗋𝗋𝗈, 𝗎𝗇 𝗉𝖾𝗋𝗋𝗈 𝗋𝖺𝖻𝗂𝗈𝗌𝗈.
𝖭𝗈 𝗅𝖺𝖽𝗋𝗈 𝖺𝖽𝗏𝖾𝗋𝗍𝖾𝗇𝖼𝗂𝖺𝗌, 𝗋𝗈𝗆𝗉𝗈 𝖻𝗈𝗓𝖺𝗅𝖾𝗌.
𝖭𝗈 𝖾𝗌 𝗆𝗂 𝗌𝖺𝗅𝗂𝗏𝖺: 𝖾𝗌 𝗏𝖾𝗇𝖾𝗇𝗈 𝖾𝗇 𝗅𝖺 𝖿𝗋𝖺𝗌𝖾.

| 𝘘𝘶𝘦 𝘢𝘳𝘥𝘢 𝘭𝘢 𝘤𝘦𝘳𝘤𝘢, 𝘲𝘶𝘦 𝘤𝘢𝘪𝘨𝘢 𝘦𝘭 𝘢𝘮𝘰.
| 𝘜𝘯 𝘱𝘦𝘳𝘳𝘰 𝘳𝘢𝘣𝘪𝘰𝘴𝘰 𝘯𝘰 𝘴𝘪𝘳𝘷𝘦 𝘢𝘭 𝘨𝘢𝘯𝘢𝘥𝘰.

𝖲𝗂𝗀𝗎𝖾 𝗅𝖺 𝗈𝗏𝖾𝗃𝖺 𝖺𝗅 𝗋𝖾𝖻𝖺ñ𝗈 𝗒 𝖾𝗅 𝗉𝖾𝗋𝗋𝗈 𝗅𝖺𝗌 𝗆𝗎𝖾𝗋𝖽𝖾.
𝖲𝖺𝗇𝗀𝗋𝖺 𝗁𝗂𝗉𝗈𝖼𝗋𝖾𝗌í𝖺, 𝗌𝖺𝗇𝗀𝗋𝖺 𝗈𝖻𝖾𝖽𝗂𝖾𝗇𝖼𝗂𝖺.

𝖸 𝖼𝗎𝖺𝗇𝖽𝗈 𝖽𝖾𝗌𝗉𝗂𝖾𝗋𝗍𝖺𝗇, 𝗍𝖺𝗋𝖽𝖾 𝗒 𝗌𝗂𝗇 𝗆𝗂𝖾𝖽𝗈,
𝗒𝖺 𝗇𝗈 𝗁𝖺𝗒 𝖼𝖺𝖽𝖾𝗇𝖺𝗌 𝗊𝗎𝖾 𝖺𝗍𝖾𝗇 𝖺𝗅 𝗋𝖾𝖻𝖺ñ𝗈.
𝖫𝖺𝗌 𝗈𝗏𝖾𝗃𝖺𝗌 𝖽𝖾𝗌𝗉𝗂𝖾𝗋𝗍𝖺𝗇… 𝗒 𝗆𝗎𝖾𝗋𝖾 𝖾𝗅 𝗉𝖺𝗌𝗍𝗈𝗋.

| 𝘘𝘶𝘦 𝘢𝘳𝘥𝘢 𝘭𝘢 𝘤𝘦𝘳𝘤𝘢, 𝘲𝘶𝘦 𝘤𝘢𝘪𝘨𝘢 𝘦𝘭 𝘢𝘮𝘰.
| 𝘜𝘯 𝘱𝘦𝘳𝘳𝘰 𝘳𝘢𝘣𝘪𝘰𝘴𝘰 𝘯𝘰 𝘴𝘪𝘳𝘷𝘦 𝘢𝘭 𝘨𝘢𝘯𝘢𝘥𝘰.

—...

Aquella mañana Monika se encontraba pensativa; decidió ponerse su antiguo uniforme del instituto y se acomodó en el comedor junto a la ventana; una calida brisa acarició su rostro mientras jugueteaba con la pluma en su mano. Tenia ganas de escribir pero ninguna idea terminaba de tomar forma en su cabeza; frases inconclusas, prosa carente de atractivo... pasaba por un pequeño bloqueo. Ni siquiera estaba segura si quería escribir un Poema o un Cuento; creyó que aquel uniforme le ayudaria a pensar pero no estaba siendo de mucha utilidad.

Por un momento sintió el deseo de volver a aquella Aula donde habia empezado todo, tan solo quizá eso le brindaría algo de la inspiración que alguna vez tuvo en aquellos años del club de literatura. O quizá era solo la nostalgia.

[Voy a pedir paciencia extra porque me estoy poniendo malo y encima tengo mucho trabajo. Me cuesta responder, no estoy tan inspirado y encima tengo la presión del curro. No me voy, trataré de darle respuestas a todo el mundo, solo paciencia ¿si? Y me perdonan si mi prosa es mediocre hoy.]