• Takeru respiraba hondo mientras se preparaba para el combate más difícil hasta ahora. Wakatsuki Takeshi estaba frente a él, un hombre cuya fuerza descomunal lo convertía en una verdadera bestia en el ring. La arena del estadio de la isla oculta vibraba con la anticipación de los espectadores, quienes sabían que este enfrentamiento sería una brutal demostración de poder y técnica.

    El referí levantó la mano y anunció el inicio del combate.

    Takeru, ahora un maestro del estilo Niko combinado con su boxeo Out Boxer, utilizó "Bólido" para aumentar su velocidad y mantenerse fuera del alcance de Wakatsuki. Se movía como un espectro, lanzando jabs rápidos que apenas rozaban la piel del oponente, pero que acumulaban daño poco a poco.

    Sin embargo, Wakatsuki no era un rival ordinario. Cuando por fin consiguió cerrar la distancia, descargó un golpe devastador contra Takeru, quien apenas tuvo tiempo de activar "Adamantino" para mitigar el impacto. Aun así, el impacto fue brutal; Takeru sintió cómo sus huesos crujían bajo la fuerza monstruosa de su oponente.

    Con cada intercambio, la diferencia de poder era evidente. Wakatsuki bloqueaba los golpes de Takeru como si no fueran más que brisas de viento. Takeru, en cambio, tenía que usar "Sauce" constantemente para desviar los ataques que, de lo contrario, lo habrían dejado inconsciente en un instante.

    Pero Takeru no se rendía. Con sangre resbalando por su rostro y el dolor recorriendo todo su cuerpo, aprovechó su velocidad y reflejos superiores para conectar una serie de combinaciones rápidas, apuntando a los puntos débiles de Wakatsuki. Fue un combate de resistencia, astucia y puro instinto de supervivencia.

    Finalmente, en un último intento desesperado, Takeru utilizó su velocidad al máximo con "Bólido", esquivó un golpe demoledor y lanzó un derechazo con toda su fuerza al mentón de Wakatsuki. El impacto fue preciso, obligando al titán a tambalearse. Aprovechando el momento, descargó una ráfaga de golpes certeros, hasta que Wakatsuki cayó de rodillas.

    El referí observó atentamente, contando segundos en su cabeza. Wakatsuki intentó levantarse, pero sus piernas no respondían. Finalmente, su cuerpo se desplomó sobre la arena, incapaz de continuar.

    "¡El combate ha terminado! ¡El ganador es Takeru!"

    Los gritos del público retumbaron en la arena, pero Takeru apenas los escuchaba. Su cuerpo estaba destrozado, sus movimientos eran pesados y su visión borrosa. Aún quedaban muchas peleas por delante, y ahora tendría que enfrentarlas con heridas graves.
    Takeru respiraba hondo mientras se preparaba para el combate más difícil hasta ahora. Wakatsuki Takeshi estaba frente a él, un hombre cuya fuerza descomunal lo convertía en una verdadera bestia en el ring. La arena del estadio de la isla oculta vibraba con la anticipación de los espectadores, quienes sabían que este enfrentamiento sería una brutal demostración de poder y técnica. El referí levantó la mano y anunció el inicio del combate. Takeru, ahora un maestro del estilo Niko combinado con su boxeo Out Boxer, utilizó "Bólido" para aumentar su velocidad y mantenerse fuera del alcance de Wakatsuki. Se movía como un espectro, lanzando jabs rápidos que apenas rozaban la piel del oponente, pero que acumulaban daño poco a poco. Sin embargo, Wakatsuki no era un rival ordinario. Cuando por fin consiguió cerrar la distancia, descargó un golpe devastador contra Takeru, quien apenas tuvo tiempo de activar "Adamantino" para mitigar el impacto. Aun así, el impacto fue brutal; Takeru sintió cómo sus huesos crujían bajo la fuerza monstruosa de su oponente. Con cada intercambio, la diferencia de poder era evidente. Wakatsuki bloqueaba los golpes de Takeru como si no fueran más que brisas de viento. Takeru, en cambio, tenía que usar "Sauce" constantemente para desviar los ataques que, de lo contrario, lo habrían dejado inconsciente en un instante. Pero Takeru no se rendía. Con sangre resbalando por su rostro y el dolor recorriendo todo su cuerpo, aprovechó su velocidad y reflejos superiores para conectar una serie de combinaciones rápidas, apuntando a los puntos débiles de Wakatsuki. Fue un combate de resistencia, astucia y puro instinto de supervivencia. Finalmente, en un último intento desesperado, Takeru utilizó su velocidad al máximo con "Bólido", esquivó un golpe demoledor y lanzó un derechazo con toda su fuerza al mentón de Wakatsuki. El impacto fue preciso, obligando al titán a tambalearse. Aprovechando el momento, descargó una ráfaga de golpes certeros, hasta que Wakatsuki cayó de rodillas. El referí observó atentamente, contando segundos en su cabeza. Wakatsuki intentó levantarse, pero sus piernas no respondían. Finalmente, su cuerpo se desplomó sobre la arena, incapaz de continuar. "¡El combate ha terminado! ¡El ganador es Takeru!" Los gritos del público retumbaron en la arena, pero Takeru apenas los escuchaba. Su cuerpo estaba destrozado, sus movimientos eran pesados y su visión borrosa. Aún quedaban muchas peleas por delante, y ahora tendría que enfrentarlas con heridas graves.
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  • Su oficina, usualmente ordenada, estaba ahora cubierta de documentos, fotografías y mapas con líneas rojas que unían puntos sin sentido. La desaparición de aquella chica se estaba convirtiendo en una pesadilla que lo empujaba más allá de sus límites.

    Con un suspiro pesado, se pasó una mano por el rostro, sintiendo el peso del cansancio y la frustración. Sobre el escritorio, la lista que había llegado junto a un viejo violín brillaba bajo la tenue luz del escritorio. Tres nombres. Tres vidas tachadas. La violinista era la última, pero ¿a dónde llevaba todo esto?

    Se inclinó hacia atrás en la silla, empujándose las gafas sobre el cabello desordenado. Recordó al hombre que días atrás le entregó el violín. Su apariencia andrajosa y sus palabras cargadas de pánico resonaban en su mente: “Ella no quería tocarlo, pero no tuvo elección. Si lo encuentra... sabrá.”

    Antes de que pudiera presionarlo para más detalles, el hombre desapareció como un fantasma, dejándolo solo con aquel instrumento antiguo entre sus manos.

    #nightfallrevenge

    Su oficina, usualmente ordenada, estaba ahora cubierta de documentos, fotografías y mapas con líneas rojas que unían puntos sin sentido. La desaparición de aquella chica se estaba convirtiendo en una pesadilla que lo empujaba más allá de sus límites. Con un suspiro pesado, se pasó una mano por el rostro, sintiendo el peso del cansancio y la frustración. Sobre el escritorio, la lista que había llegado junto a un viejo violín brillaba bajo la tenue luz del escritorio. Tres nombres. Tres vidas tachadas. La violinista era la última, pero ¿a dónde llevaba todo esto? Se inclinó hacia atrás en la silla, empujándose las gafas sobre el cabello desordenado. Recordó al hombre que días atrás le entregó el violín. Su apariencia andrajosa y sus palabras cargadas de pánico resonaban en su mente: “Ella no quería tocarlo, pero no tuvo elección. Si lo encuentra... sabrá.” Antes de que pudiera presionarlo para más detalles, el hombre desapareció como un fantasma, dejándolo solo con aquel instrumento antiguo entre sus manos. #nightfallrevenge
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  • ❝ 𝘾𝙤𝙢𝙚 𝙜𝙚𝙩 𝙮𝙤𝙪𝙧 𝙑𝙖𝙡𝙚𝙣𝙩𝙞𝙣𝙚'𝙨 𝙜𝙞𝙛𝙩. ❞ ──── 𝐇𝐚𝐩𝐩𝐲 𝐕𝐚𝐥𝐞𝐧𝐭𝐢𝐧𝐞 𝐃𝐚𝐲. ~ (Bᥱforᥱ Work)

    ||• Gracias por sus regalitos. Ahora mismo ando pobre, sin puntos y lamento no poder darles un regalo por ahora. Pasen un hermoso San Valentin con sus parejas y amigos. No olviden que los quiero y son increíbles. ♡
    ❝ 𝘾𝙤𝙢𝙚 𝙜𝙚𝙩 𝙮𝙤𝙪𝙧 𝙑𝙖𝙡𝙚𝙣𝙩𝙞𝙣𝙚'𝙨 𝙜𝙞𝙛𝙩. ❞ ──── 𝐇𝐚𝐩𝐩𝐲 𝐕𝐚𝐥𝐞𝐧𝐭𝐢𝐧𝐞 𝐃𝐚𝐲. ~ (Bᥱforᥱ Work) ||• Gracias por sus regalitos. Ahora mismo ando pobre, sin puntos y lamento no poder darles un regalo por ahora. Pasen un hermoso San Valentin con sus parejas y amigos. No olviden que los quiero y son increíbles. ♡
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  • — En un momento bajo.- Respondió aquel mensaje con rapidez, tomando el perfume Chanel entre sus manos, roció en puntos específicos, frente al espejo, recorrió algunos de sus mechones, para estar presentable, su figura en aquel vestido top de color negro acentuaba sus pronunciados atributos. 


     
    — En un momento bajo.- Respondió aquel mensaje con rapidez, tomando el perfume Chanel entre sus manos, roció en puntos específicos, frente al espejo, recorrió algunos de sus mechones, para estar presentable, su figura en aquel vestido top de color negro acentuaba sus pronunciados atributos.   
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  • « Uno de los conceptos más usados en la física es el de caída libre. Es un movimiento en el que se deja caer un objeto desde cierta altura y mientras este cae, no existe ninguna resistencia o elemento que se aparezca en su camino para interrumpirlo.»

    Al calcular la caída libre de un objeto no se tiene en cuenta la resistencia del aire, pero sí hay ciertos puntos que deben considerarse: La altura desde la que se lanzará el objeto, el tiempo que el objeto tardará en caer y golpear el suelo, la aceleración de la gravedad, la posición final y, no menos importante, la velocidad final. Todos esos puntos son necesarios para realizar un cálculo acertado de caída libre, sin embargo, hay que considerar la masa del objeto en cuestión para que el resultado esté más próximo de lo real.

    La mente de Alhaitham, cuando algo se le metía a la cabeza, no descansaba hasta encontrar las respuestas que necesitaba. Aún no podía creer todas las ideas que había tenido solo por mirar el vaso de café que aún sostenía en su mano. Desde el tercer piso de la facultad de ciencias sociales, se preguntaba el impacto que podría tener el objeto si lo dejaba caer desde allí. ¿Era posible golpear con ello a una persona? ¿Qué clase de cálculos debería tener en consideración para que, en el momento que arrojara el vaso, alguien cruzara y recibiera el impacto? En un edificio con tanto movimiento, creía que la cantidad de variables era finita y más fácil de determinar en horarios específicos. En los cambios de clase, siempre habría uno o dos estudiantes que salían al escuchar las alarmas en sus relojes para el cambio de clase, así que esos podían ser sujetos de estudio perfectos. ¿El problema? Que no tenía una justificación real más allá de su curiosidad y la posibilidad de redactar algún ensayo sobre cómo los hombres responden ante las situaciones de estrés ocasionadas por un ente ajeno a su entorno. Era una buena idea, con grandes enfoques y vertientes que se podían tomar para justificarlo como un acto de aprendizaje más que de vandalismo.

    Pero, ¿qué había originado esa idea? La clase de física avanzada del primer bloque sin duda no era la culpable, tampoco lo eran sus compañeros que debatían sobre posibles temas de exposición sobre principios básicos de las matemáticas o el álgebra. Todo se debía a la persona que estaba a su lado, de la facultad de Arquitectura, y que parecía molesto por no prestarle atención a todas sus quejas sinsentido sobre lo difícil que era su carrera, sobre cómo tenía ojeras en las ojeras por hacer maquetas durante semanas o, porque a mitad de la noche, el renderizado de su modelo 3D se había ido a la basura en el momento que el programa se cerró de improvisto. Kaveh siempre era dramático, un poco exagerado quizá, pero siempre se ahogaba en vaso de agua mientras que Alhaitham dejaba la vida correr igual que su playlist de los Arctic Monkeys.

    — El aleteo de una mariposa en un lado del mundo, es capaz de producir una lluvia torrencial en el otro. —Habló para sí mismo mientras que su atención seguía fija en la planta baja, en ese espacio libre donde se escuchaba el bullicio: La diversión, las quejas, las súplicas por unas décimas más, la felicidad de los que habían pasado un examen que creían perdido y el sufrimiento de los que debían esperar otra hora para acabar sus clases.— Crees... ¿Cuáles crees que son las probabilidades de que alguno de ellos sea un profesor? ¿Y cuáles crees que sean las probabilidades de que un vaso de café termine derramándose encima de él? —Sus enigmas, aunque fuesen pronunciados por su boca, no parecían tener a alguien concreto que los recibiera. Solo era una manera de hablar en voz alta para sí mismo para comenzar su estudio científico: El planteamiento de dudas, una hipótesis que refutar o afirmar. Muchas cosas comenzaron a cruzar por su mente y múltiples fórmulas matemáticas se resolvieron, sin dificultad, en la mente de aquel que llamaban "genio" de la facultad de ciencias sociales.

    — Está amargo. —Agregó, luego de quebrar sus cálculos, cuando le dio un sorbo a la bebida. Odiaba no haber comprado en su cafetería de siempre, la marca de siempre y el preparado de siempre. ¿Y si usaba eso como justificación para su experimento? Suspiró. El vaso de café se agitó entre sus dedos, de atrás al frente, mientras que siguió dudando.— Necesito calcular y determinar más variables. Otro día será.

    #AU
    « Uno de los conceptos más usados en la física es el de caída libre. Es un movimiento en el que se deja caer un objeto desde cierta altura y mientras este cae, no existe ninguna resistencia o elemento que se aparezca en su camino para interrumpirlo.» Al calcular la caída libre de un objeto no se tiene en cuenta la resistencia del aire, pero sí hay ciertos puntos que deben considerarse: La altura desde la que se lanzará el objeto, el tiempo que el objeto tardará en caer y golpear el suelo, la aceleración de la gravedad, la posición final y, no menos importante, la velocidad final. Todos esos puntos son necesarios para realizar un cálculo acertado de caída libre, sin embargo, hay que considerar la masa del objeto en cuestión para que el resultado esté más próximo de lo real. La mente de Alhaitham, cuando algo se le metía a la cabeza, no descansaba hasta encontrar las respuestas que necesitaba. Aún no podía creer todas las ideas que había tenido solo por mirar el vaso de café que aún sostenía en su mano. Desde el tercer piso de la facultad de ciencias sociales, se preguntaba el impacto que podría tener el objeto si lo dejaba caer desde allí. ¿Era posible golpear con ello a una persona? ¿Qué clase de cálculos debería tener en consideración para que, en el momento que arrojara el vaso, alguien cruzara y recibiera el impacto? En un edificio con tanto movimiento, creía que la cantidad de variables era finita y más fácil de determinar en horarios específicos. En los cambios de clase, siempre habría uno o dos estudiantes que salían al escuchar las alarmas en sus relojes para el cambio de clase, así que esos podían ser sujetos de estudio perfectos. ¿El problema? Que no tenía una justificación real más allá de su curiosidad y la posibilidad de redactar algún ensayo sobre cómo los hombres responden ante las situaciones de estrés ocasionadas por un ente ajeno a su entorno. Era una buena idea, con grandes enfoques y vertientes que se podían tomar para justificarlo como un acto de aprendizaje más que de vandalismo. Pero, ¿qué había originado esa idea? La clase de física avanzada del primer bloque sin duda no era la culpable, tampoco lo eran sus compañeros que debatían sobre posibles temas de exposición sobre principios básicos de las matemáticas o el álgebra. Todo se debía a la persona que estaba a su lado, de la facultad de Arquitectura, y que parecía molesto por no prestarle atención a todas sus quejas sinsentido sobre lo difícil que era su carrera, sobre cómo tenía ojeras en las ojeras por hacer maquetas durante semanas o, porque a mitad de la noche, el renderizado de su modelo 3D se había ido a la basura en el momento que el programa se cerró de improvisto. Kaveh siempre era dramático, un poco exagerado quizá, pero siempre se ahogaba en vaso de agua mientras que Alhaitham dejaba la vida correr igual que su playlist de los Arctic Monkeys. — El aleteo de una mariposa en un lado del mundo, es capaz de producir una lluvia torrencial en el otro. —Habló para sí mismo mientras que su atención seguía fija en la planta baja, en ese espacio libre donde se escuchaba el bullicio: La diversión, las quejas, las súplicas por unas décimas más, la felicidad de los que habían pasado un examen que creían perdido y el sufrimiento de los que debían esperar otra hora para acabar sus clases.— Crees... ¿Cuáles crees que son las probabilidades de que alguno de ellos sea un profesor? ¿Y cuáles crees que sean las probabilidades de que un vaso de café termine derramándose encima de él? —Sus enigmas, aunque fuesen pronunciados por su boca, no parecían tener a alguien concreto que los recibiera. Solo era una manera de hablar en voz alta para sí mismo para comenzar su estudio científico: El planteamiento de dudas, una hipótesis que refutar o afirmar. Muchas cosas comenzaron a cruzar por su mente y múltiples fórmulas matemáticas se resolvieron, sin dificultad, en la mente de aquel que llamaban "genio" de la facultad de ciencias sociales. — Está amargo. —Agregó, luego de quebrar sus cálculos, cuando le dio un sorbo a la bebida. Odiaba no haber comprado en su cafetería de siempre, la marca de siempre y el preparado de siempre. ¿Y si usaba eso como justificación para su experimento? Suspiró. El vaso de café se agitó entre sus dedos, de atrás al frente, mientras que siguió dudando.— Necesito calcular y determinar más variables. Otro día será. #AU
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  • 𓊆 W/𝒜𝓇𝒸𝒽𝒾𝒷𝒶𝓁𝒹 ℛ𝒶𝓰𝓃𝒶𝓀𝒾 𓊇

    Una guerra silenciosa se libraba en esa habitación. Ambas miradas, firmes y desafiantes, se clavaban como lanzas envenenadas, listas para arrebatar la razón del otro. Ninguno retrocedía. Dos puntos de vista tan opuestos que cualquier acuerdo parecía imposible. El aire se volvía más denso con cada segundo, pesado como si pudiera cortarse con la suavidad de una pluma.

    El creía que su inexperiencia y aparente inocencia la harían retroceder, bajar la mirada y otorgarle el respeto que él consideraba merecer por ser el gobernante de aquellas tierras. Pero ella no podía aceptar que él hubiese jugado con su vida como si se tratara de una simple pieza de laboratorio. Estaba convencida de que las decisiones erradas del Barón la habían puesto al borde de la muerte. Él, por su parte, defendía su derecho a proteger su reino y a su gente después del caos que el descontrol de Melina había desatado, cobrando la vida de dos inocentes.

    Batallaban, palabra a palabra, mirada a mirada, buscando arrancar una disculpa del otro. Ninguno cedía, sin importar cuántas horas les costara.

    Resolución: no hubo. Se apuñalaron con miradas afiladas, se hirieron con palabras punzantes. Y al final, ambos se retiraron, malheridos y agotados, sin obtener la victoria.
    𓊆 W/[Baron.01] 𓊇 Una guerra silenciosa se libraba en esa habitación. Ambas miradas, firmes y desafiantes, se clavaban como lanzas envenenadas, listas para arrebatar la razón del otro. Ninguno retrocedía. Dos puntos de vista tan opuestos que cualquier acuerdo parecía imposible. El aire se volvía más denso con cada segundo, pesado como si pudiera cortarse con la suavidad de una pluma. El creía que su inexperiencia y aparente inocencia la harían retroceder, bajar la mirada y otorgarle el respeto que él consideraba merecer por ser el gobernante de aquellas tierras. Pero ella no podía aceptar que él hubiese jugado con su vida como si se tratara de una simple pieza de laboratorio. Estaba convencida de que las decisiones erradas del Barón la habían puesto al borde de la muerte. Él, por su parte, defendía su derecho a proteger su reino y a su gente después del caos que el descontrol de Melina había desatado, cobrando la vida de dos inocentes. Batallaban, palabra a palabra, mirada a mirada, buscando arrancar una disculpa del otro. Ninguno cedía, sin importar cuántas horas les costara. Resolución: no hubo. Se apuñalaron con miradas afiladas, se hirieron con palabras punzantes. Y al final, ambos se retiraron, malheridos y agotados, sin obtener la victoria.
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  • Esto se ha publicado como Out Of Character. Tenlo en cuenta al responder.
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    me olvide donde se hace para comprar cosas con los puntos..
    me olvide donde se hace para comprar cosas con los puntos.. :STK-15:
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  • ──────────
    𝗜𝖓 𝖙𝖍𝖊 𝕯𝖆𝖗𝖐𝖓𝖊𝖘𝖘
    ──────────
    ➜. 𝗣𝗮𝗿𝘁 1.
    “ I am in the darkness and the darkness is within me..”

    ༼꯭ ⴕ ꯭༽


    Las noches eran simplemente maravillosas para algunas criaturas y terribles para otras. En el mundo siempre había reinado ésta extraña dualidad, entre el bien y el mal, sólo que uno más temeroso que el otro. Por eso la vida tenía leyes preestablecidas con el pasar del tiempo, ya que una de éstas dos fuerzas ganaba poder gradualmente; el mal.

    Leo o la parca, como mayormente le conocían sus "colégas" y humanos, no estaba interesado en ninguna de éstas fuerzas. Él simplemente debía cumplir un contrato, después de eso sería completamente libre o al menos eso estaba escrito, aunque en ocasiones realmente no lo creía así.

    Aparcó su motocicleta en una calle desolada y oscura. Luego caminó hacia un callejón aún más falto de algún tipo de luminosidad. Se detuvo frente a una pared donde a simple vista no había nada, pero cuando dió dos tres golpes, repentinamente una puerta apareció en ésta. Leo esperó a que se abriera y luego ingresó.

    El lugar no era apto para humanos, sin embargo habían muchos presencialmente, aunque lo más probable es que eran presas por los demás demonios que se encontraban en el sitio. Él se acercó a una barra y pidió solamente un trago de esencia del alma, bebida mezclada con ron y fuerza vital de algunas almas sacrificadas, pero eso en su mundo, era completamente normal.

    ──────────

    Habían pasado algunos minutos y el ambiente era desagradable, pero no le importaba. Había llegado a relajarse, puesto que sus trabajos anteriores habían sido algo difíciles. Después de unos cuántos tragos, sintió que su espíritu maligno se intensificaba. Sonrió satisfecho y de nuevo volvió a rechazar a una súcubo que lo había visitado más de tres veces y con esa era la cuarta.

    Haber estado rodeado todo el tiempo de humanos había sido considerablemente agotador, por lo que buscaba la esencia del inframundo y éste era uno de los puntos de reunión más fuertes que existían. El lugar era llamado como "El Valhalla" y otros como Zona Carmesí.

    Bebió hasta la última gota y se levantó de su asiento, pero inesperadamente un humano se tropezó con él, en su mirada se notaba el horror y esperanza perdida, pero al mirar a Leo, sus ojos brillaron, probablemente porque tenía la forma completamente de un humano. Los humanos no podían ver el aura maligna que emanaba de los demonios, pero sí los otros demonios.

    Cuando el humano que buscaba alguna salida y pensó encontrarla, se arrodilló tembloroso y con voz suplicante le rogó que le ayudará a salir de ahí. Algunos demonios que observaban la escena soltaron carcajadas, ya que el humano obviamente había confundido al demonio con uno de ellos. Leo que había estado indiferente, repentinamente sonrió sutilmente, parecía una sonrisa amable, pero no tenía buenas intenciones.

    Se inclinó hacia el humano y lo observó de cerca, parecía muy joven, quizás apenas ingresaba en la adultez. Leo señaló su zapatilla brillante y pulida.

    — Creo que está algo sucia.. oh, ofrecería mi ayuda si me hiciera el favor de limpiar su suciedad..

    Sus palabras eran despectivas disfrazadas de amabilidad, pero el humano sólo pensó que le estaba pidiendo un favor por favor, así que se inclinó a lamer sus zapatillas. Leo lo miró con desagrado y lo que hizo después dejó a todos inmóviles.






    To be continued.

    ────────── 𝗜𝖓 𝖙𝖍𝖊 𝕯𝖆𝖗𝖐𝖓𝖊𝖘𝖘 ────────── ➜. 𝗣𝗮𝗿𝘁 1. “ I am in the darkness and the darkness is within me..” ༼꯭ ⴕ ꯭༽ Las noches eran simplemente maravillosas para algunas criaturas y terribles para otras. En el mundo siempre había reinado ésta extraña dualidad, entre el bien y el mal, sólo que uno más temeroso que el otro. Por eso la vida tenía leyes preestablecidas con el pasar del tiempo, ya que una de éstas dos fuerzas ganaba poder gradualmente; el mal. Leo o la parca, como mayormente le conocían sus "colégas" y humanos, no estaba interesado en ninguna de éstas fuerzas. Él simplemente debía cumplir un contrato, después de eso sería completamente libre o al menos eso estaba escrito, aunque en ocasiones realmente no lo creía así. Aparcó su motocicleta en una calle desolada y oscura. Luego caminó hacia un callejón aún más falto de algún tipo de luminosidad. Se detuvo frente a una pared donde a simple vista no había nada, pero cuando dió dos tres golpes, repentinamente una puerta apareció en ésta. Leo esperó a que se abriera y luego ingresó. El lugar no era apto para humanos, sin embargo habían muchos presencialmente, aunque lo más probable es que eran presas por los demás demonios que se encontraban en el sitio. Él se acercó a una barra y pidió solamente un trago de esencia del alma, bebida mezclada con ron y fuerza vital de algunas almas sacrificadas, pero eso en su mundo, era completamente normal. ────────── Habían pasado algunos minutos y el ambiente era desagradable, pero no le importaba. Había llegado a relajarse, puesto que sus trabajos anteriores habían sido algo difíciles. Después de unos cuántos tragos, sintió que su espíritu maligno se intensificaba. Sonrió satisfecho y de nuevo volvió a rechazar a una súcubo que lo había visitado más de tres veces y con esa era la cuarta. Haber estado rodeado todo el tiempo de humanos había sido considerablemente agotador, por lo que buscaba la esencia del inframundo y éste era uno de los puntos de reunión más fuertes que existían. El lugar era llamado como "El Valhalla" y otros como Zona Carmesí. Bebió hasta la última gota y se levantó de su asiento, pero inesperadamente un humano se tropezó con él, en su mirada se notaba el horror y esperanza perdida, pero al mirar a Leo, sus ojos brillaron, probablemente porque tenía la forma completamente de un humano. Los humanos no podían ver el aura maligna que emanaba de los demonios, pero sí los otros demonios. Cuando el humano que buscaba alguna salida y pensó encontrarla, se arrodilló tembloroso y con voz suplicante le rogó que le ayudará a salir de ahí. Algunos demonios que observaban la escena soltaron carcajadas, ya que el humano obviamente había confundido al demonio con uno de ellos. Leo que había estado indiferente, repentinamente sonrió sutilmente, parecía una sonrisa amable, pero no tenía buenas intenciones. Se inclinó hacia el humano y lo observó de cerca, parecía muy joven, quizás apenas ingresaba en la adultez. Leo señaló su zapatilla brillante y pulida. — Creo que está algo sucia.. oh, ofrecería mi ayuda si me hiciera el favor de limpiar su suciedad.. Sus palabras eran despectivas disfrazadas de amabilidad, pero el humano sólo pensó que le estaba pidiendo un favor por favor, así que se inclinó a lamer sus zapatillas. Leo lo miró con desagrado y lo que hizo después dejó a todos inmóviles. To be continued.
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  • Las aficiones de Alhaitham eran limitadas y, por ello, pocos eran los puntos que tenía para disfrutar durante sus días de vacaciones propiamente. Había pensado más de una vez en investigar alguna ruina del desierto para curtir más sus conocimientos, pero, la sola idea de que la arena se le metiera en los zapatos lo hacía desistir de ello. También había pensado en leer e investigar un poco más sobre los últimos títulos de las tesis que había rechazado, probablemente iba a necesitar de argumentos para convencer a dos o tres estudiantes furiosos que, al día siguiente, estuvieran rondando fuera de su oficina con la intención de cazarlo y exigir una explicación con miles de argumentos para insistir en que sus proyectos serían de gran utilidad para la Academia. Sin duda un pasatiempo interesante, pero entonces, lo recordó: la biblioteca de Mondstadt.

    En una de sus muchas reuniones en la taberna Lambad, Cyno y Tignari lo habían mencionado un par de veces; durante su estadía en la Ciudad del Viento y la Libertad, para celebrar el Festival Windblume, habían conocido a algunos amigos de Collei, mismos que hiciera antes de llegar a Sumeru años atrás. Habían hablado un montón de cosas sobre ellos, sobre las diferentes actividades que tenía día con día, de sus responsabilidades y salones, de lo talentoso que era Albedo, el jefe alquimista, para dibujar los mejores artes del TGC de Invocación de los Sabios. Aun así, de todas las cosas en aquella conversación, lo único que tenía la atención de Alhaitham en todo momento era la Biblioteca.

    ¿Qué pasaría si decidiera tomarse unos cuántos días libres para investigar en una tierra lejana? Nada realmente, sus cosas seguirían en su hogar, encontraría paz al volver y, también, podía sentirse tranquilo de no tener que pelear un par de días con el arquitecto ni bien pusieran un pie en casa. Era un ensueño donde podía disfrutar de su pasatiempo sin ser molestado por nadie excepto, quizá, la bibliotecaria de aquel lugar si llegaba a quebrantar alguna de las reglas.

    Con cuidado, Alhaitham inspeccionó el lugar: Era silencioso, pequeño y acogedor, agradable tanto para la vista como para el olfato, y lo mejor de todo era que no estaba repleto de Eruditos ansiosos por debatir sus puntos de vista sobre algún párrafo, poco concreto, de algún libro de semiótica o de cualquier otra escuela. En su búsqueda, se dio a la labor de identificar a la responsable, su nombre lo recordaba a medias, igualmente no estaba del todo seguro si lo habían mencionado en las historias o alguno de los guardias de la entrada se lo había dicho. Solo sabía que tardaría en regresar de alguna diligencia. Valiéndose de ello, el Escriba examinó uno a uno los libros de los anaqueles. Conforme iba pasando, leía los torsos para encontrar el título adecuado, aquel que lograra captar su atención en un primer momento y, sin pensárselo, lo tomaba para echarlo en la pequeña pila que sostenía con su brazo izquierdo. Tres, cuatro, seis… Diez libros llevaba ya. En su mayoría eran títulos referentes a la historia de Teyvat, otros cuantos eran historias infantiles o que tenía en su casa, pero que quería volver a leer en otra versión.

    Fue entonces que tomó uno de ellos: La princesa jabalí. Un título que sonaba incluso entre las grandes mentes de Sumeru, un clásico de la literatura que no podía dejar pasar la oportunidad de leer. Ni bien juntó sus libros, se dirigió al escritorio de la bibliotecaria, sabía que había llegado porque el ruido era ligeramente más alto –a pesar del absurdo silencio-, pero no le dio importancia.

    — Me gustaría leer éstos. ¿Cuáles son los requisitos que tienen aquí para ello? —Preguntó, lo hizo después de dejar los libros sobre la mesa y buscar, sin girarse, algunos de sus documentos de identidad, y también moras, que llevaba guardados en la riñonera.— Oh, no pienso sacarlos de la biblioteca, si me es posible, preferiría leerlos aquí dentro y devolverlos en cuanto los termine.

    || Pa'que no digas que no cumplo mis promesas (??). Lisa Minci 𐀔
    Las aficiones de Alhaitham eran limitadas y, por ello, pocos eran los puntos que tenía para disfrutar durante sus días de vacaciones propiamente. Había pensado más de una vez en investigar alguna ruina del desierto para curtir más sus conocimientos, pero, la sola idea de que la arena se le metiera en los zapatos lo hacía desistir de ello. También había pensado en leer e investigar un poco más sobre los últimos títulos de las tesis que había rechazado, probablemente iba a necesitar de argumentos para convencer a dos o tres estudiantes furiosos que, al día siguiente, estuvieran rondando fuera de su oficina con la intención de cazarlo y exigir una explicación con miles de argumentos para insistir en que sus proyectos serían de gran utilidad para la Academia. Sin duda un pasatiempo interesante, pero entonces, lo recordó: la biblioteca de Mondstadt. En una de sus muchas reuniones en la taberna Lambad, Cyno y Tignari lo habían mencionado un par de veces; durante su estadía en la Ciudad del Viento y la Libertad, para celebrar el Festival Windblume, habían conocido a algunos amigos de Collei, mismos que hiciera antes de llegar a Sumeru años atrás. Habían hablado un montón de cosas sobre ellos, sobre las diferentes actividades que tenía día con día, de sus responsabilidades y salones, de lo talentoso que era Albedo, el jefe alquimista, para dibujar los mejores artes del TGC de Invocación de los Sabios. Aun así, de todas las cosas en aquella conversación, lo único que tenía la atención de Alhaitham en todo momento era la Biblioteca. ¿Qué pasaría si decidiera tomarse unos cuántos días libres para investigar en una tierra lejana? Nada realmente, sus cosas seguirían en su hogar, encontraría paz al volver y, también, podía sentirse tranquilo de no tener que pelear un par de días con el arquitecto ni bien pusieran un pie en casa. Era un ensueño donde podía disfrutar de su pasatiempo sin ser molestado por nadie excepto, quizá, la bibliotecaria de aquel lugar si llegaba a quebrantar alguna de las reglas. Con cuidado, Alhaitham inspeccionó el lugar: Era silencioso, pequeño y acogedor, agradable tanto para la vista como para el olfato, y lo mejor de todo era que no estaba repleto de Eruditos ansiosos por debatir sus puntos de vista sobre algún párrafo, poco concreto, de algún libro de semiótica o de cualquier otra escuela. En su búsqueda, se dio a la labor de identificar a la responsable, su nombre lo recordaba a medias, igualmente no estaba del todo seguro si lo habían mencionado en las historias o alguno de los guardias de la entrada se lo había dicho. Solo sabía que tardaría en regresar de alguna diligencia. Valiéndose de ello, el Escriba examinó uno a uno los libros de los anaqueles. Conforme iba pasando, leía los torsos para encontrar el título adecuado, aquel que lograra captar su atención en un primer momento y, sin pensárselo, lo tomaba para echarlo en la pequeña pila que sostenía con su brazo izquierdo. Tres, cuatro, seis… Diez libros llevaba ya. En su mayoría eran títulos referentes a la historia de Teyvat, otros cuantos eran historias infantiles o que tenía en su casa, pero que quería volver a leer en otra versión. Fue entonces que tomó uno de ellos: La princesa jabalí. Un título que sonaba incluso entre las grandes mentes de Sumeru, un clásico de la literatura que no podía dejar pasar la oportunidad de leer. Ni bien juntó sus libros, se dirigió al escritorio de la bibliotecaria, sabía que había llegado porque el ruido era ligeramente más alto –a pesar del absurdo silencio-, pero no le dio importancia. — Me gustaría leer éstos. ¿Cuáles son los requisitos que tienen aquí para ello? —Preguntó, lo hizo después de dejar los libros sobre la mesa y buscar, sin girarse, algunos de sus documentos de identidad, y también moras, que llevaba guardados en la riñonera.— Oh, no pienso sacarlos de la biblioteca, si me es posible, preferiría leerlos aquí dentro y devolverlos en cuanto los termine. || Pa'que no digas que no cumplo mis promesas (??). [myloveminea11mine]
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  • El trabajo del Escriba es sencillo. Únicamente corresponde en documentar las reuniones y situaciones más importantes que se susciten dentro de la Academia o, bien, en los alrededores de Sumeru. Hacer anotaciones de las cátedras de otros Sabios o tomar parte de sus puntos de vista también se considera la labor de uno, pero desde las últimas semanas, el trabajo de Alhaitham era más complicado. Tras la revolución por la que atravesara Sumeru, donde la Reina Menor Kusanali regresara a tomar su posición como Arconte, su trabajo era más complicado al tener que hacerse cargo de las actividades anteriores del Gran Sabio.

    Muchas tareas serían más sencillas para él si las demás personas respetaran sus horarios de trabajo, y si los formularios se llenaran de manera correcta. ¿Cómo era que alumnos capaces de aprender veinte lenguas, volverse expertos en los rubros más destacados de sus escuelas y que aspiraban a la cima del conocimiento, no eran capaces de seguir indicaciones claras? A veces era un dolor de cabeza tener que invertir más tiempo del debido en una discusión con estudiantes necios que en discusiones con algún otro sabio porque no había asistido en una reunión donde lo necesitaban cómo Escriba o que requería lidiar con algo en horas adicionales a su turno.

    Ser el Gran Sabio Intendente era una enorme responsabilidad, una para la que claramente Alhaitham cubría el perfil de cabo a rabo, con excelentes recomendaciones... Pero era tedioso para alguien como él cuya vida se complicaba cada día con las pilas de investigaciones, tesis y solicitudes que debía revisar a fondo. Algunas las rechazaba, sin necesidad de preparar un fundamento exagerado al considerarlas poco útiles o novedosas, mientras que existían otras con las que debía lidiar para presentar, nuevamente, sus argumentos ante la apelación de rechazo.

    Quizás ese día, en cuanto su turno terminara, sería necesario pasar por el Gran Bazar a comprar algunos insumos pendientes o visitar la Taberna para tener más tiempo libre al llegar a casa. Solo esperaba que pronto, tanto los demás sabios del consejo como Nahida, fuesen capaces de encontrar a alguien que se hiciera cargo del puesto.
    El trabajo del Escriba es sencillo. Únicamente corresponde en documentar las reuniones y situaciones más importantes que se susciten dentro de la Academia o, bien, en los alrededores de Sumeru. Hacer anotaciones de las cátedras de otros Sabios o tomar parte de sus puntos de vista también se considera la labor de uno, pero desde las últimas semanas, el trabajo de Alhaitham era más complicado. Tras la revolución por la que atravesara Sumeru, donde la Reina Menor Kusanali regresara a tomar su posición como Arconte, su trabajo era más complicado al tener que hacerse cargo de las actividades anteriores del Gran Sabio. Muchas tareas serían más sencillas para él si las demás personas respetaran sus horarios de trabajo, y si los formularios se llenaran de manera correcta. ¿Cómo era que alumnos capaces de aprender veinte lenguas, volverse expertos en los rubros más destacados de sus escuelas y que aspiraban a la cima del conocimiento, no eran capaces de seguir indicaciones claras? A veces era un dolor de cabeza tener que invertir más tiempo del debido en una discusión con estudiantes necios que en discusiones con algún otro sabio porque no había asistido en una reunión donde lo necesitaban cómo Escriba o que requería lidiar con algo en horas adicionales a su turno. Ser el Gran Sabio Intendente era una enorme responsabilidad, una para la que claramente Alhaitham cubría el perfil de cabo a rabo, con excelentes recomendaciones... Pero era tedioso para alguien como él cuya vida se complicaba cada día con las pilas de investigaciones, tesis y solicitudes que debía revisar a fondo. Algunas las rechazaba, sin necesidad de preparar un fundamento exagerado al considerarlas poco útiles o novedosas, mientras que existían otras con las que debía lidiar para presentar, nuevamente, sus argumentos ante la apelación de rechazo. Quizás ese día, en cuanto su turno terminara, sería necesario pasar por el Gran Bazar a comprar algunos insumos pendientes o visitar la Taberna para tener más tiempo libre al llegar a casa. Solo esperaba que pronto, tanto los demás sabios del consejo como Nahida, fuesen capaces de encontrar a alguien que se hiciera cargo del puesto.
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