A su alrededor, el cielo se extendía en todos los tonos posibles de azul y dorado, salpicado por nubes altas que brillaban con la luz de un sol que no se decidía a esconderse ni a quedarse quieto.
Las ventanas del vehículo estaban completamente abiertas, dejando que la brisa celestial agitara su cabello naranja. En la radio sonaba una canción alegre, con guitarras pegajosas y un ritmo tan despreocupado como él. Iba tarareando y golpeando el volante al compás, cuando algo cortó su entusiasmo de golpe.
—¿Pero qué…? —murmuró, frenando lentamente.
Justo frente a él, en medio de la nada, emergía un poste oxidado, flaco como un fideo, con un semáforo parpadeando perezosamente. Bajo él, una señal completamente ilegible en un idioma que parecía más un dibujo hecho por viento que letras reales. La luz roja titilaba como si se burlara de su impulso de avanzar.
—¿En serio? —gruñó Jett, quitándose los gogles de la frente mientras observaba a su alrededor. No había autos, no había criaturas, no había civilización… solo cielo y nubes, y aún así…
Suspiró, cruzando los brazos sobre el volante. —Bah, está bien, está bien. Me detengo.
Apagó la radio con un gesto dramático y apoyó el codo en la ventanilla, mirando cómo la luz roja seguía brillando con testarudez.
—La última vez que no seguí las señales de tránsito en estos reinos… —dijo en voz alta, con una sonrisa torcida— solo diré que me alegra tener un auto, en ocasiones los Accelerons se portan muy "estrictos" con las reglas de sus mundos.
Las ventanas del vehículo estaban completamente abiertas, dejando que la brisa celestial agitara su cabello naranja. En la radio sonaba una canción alegre, con guitarras pegajosas y un ritmo tan despreocupado como él. Iba tarareando y golpeando el volante al compás, cuando algo cortó su entusiasmo de golpe.
—¿Pero qué…? —murmuró, frenando lentamente.
Justo frente a él, en medio de la nada, emergía un poste oxidado, flaco como un fideo, con un semáforo parpadeando perezosamente. Bajo él, una señal completamente ilegible en un idioma que parecía más un dibujo hecho por viento que letras reales. La luz roja titilaba como si se burlara de su impulso de avanzar.
—¿En serio? —gruñó Jett, quitándose los gogles de la frente mientras observaba a su alrededor. No había autos, no había criaturas, no había civilización… solo cielo y nubes, y aún así…
Suspiró, cruzando los brazos sobre el volante. —Bah, está bien, está bien. Me detengo.
Apagó la radio con un gesto dramático y apoyó el codo en la ventanilla, mirando cómo la luz roja seguía brillando con testarudez.
—La última vez que no seguí las señales de tránsito en estos reinos… —dijo en voz alta, con una sonrisa torcida— solo diré que me alegra tener un auto, en ocasiones los Accelerons se portan muy "estrictos" con las reglas de sus mundos.
A su alrededor, el cielo se extendía en todos los tonos posibles de azul y dorado, salpicado por nubes altas que brillaban con la luz de un sol que no se decidía a esconderse ni a quedarse quieto.
Las ventanas del vehículo estaban completamente abiertas, dejando que la brisa celestial agitara su cabello naranja. En la radio sonaba una canción alegre, con guitarras pegajosas y un ritmo tan despreocupado como él. Iba tarareando y golpeando el volante al compás, cuando algo cortó su entusiasmo de golpe.
—¿Pero qué…? —murmuró, frenando lentamente.
Justo frente a él, en medio de la nada, emergía un poste oxidado, flaco como un fideo, con un semáforo parpadeando perezosamente. Bajo él, una señal completamente ilegible en un idioma que parecía más un dibujo hecho por viento que letras reales. La luz roja titilaba como si se burlara de su impulso de avanzar.
—¿En serio? —gruñó Jett, quitándose los gogles de la frente mientras observaba a su alrededor. No había autos, no había criaturas, no había civilización… solo cielo y nubes, y aún así…
Suspiró, cruzando los brazos sobre el volante. —Bah, está bien, está bien. Me detengo.
Apagó la radio con un gesto dramático y apoyó el codo en la ventanilla, mirando cómo la luz roja seguía brillando con testarudez.
—La última vez que no seguí las señales de tránsito en estos reinos… —dijo en voz alta, con una sonrisa torcida— solo diré que me alegra tener un auto, en ocasiones los Accelerons se portan muy "estrictos" con las reglas de sus mundos.
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