• Los días previos a Navidad, Raden se había encontrado en un estado insólito de absoluta y pura indecisión. Su mente, que parecía un catálogo de reliquias y objetos interesantes, de pronto encontraba que todas las opciones resultaban... insuficientes. Demasiado insuficientes. ¿Un espejo victoriano? ¿Una daga ceremonial?. Había consultado a sus amigas y hasta se había sumergido en las profundidades digitales de 'Gugul', saliendo de allí con dolor de cabeza.

    Nada la convencia. Todo le parecía insuficiente para la obra de arte viviente que era su precioso novio. ¿Que podía darle, que fuera realmente digno de él? ¡¿Es que acaso existía algo, que pudiera ser digno de él?!. Entonces la idea llegó... Quizás el regalo perfecto no era algo extravagante, quizás no era algo que pudiera comprar, adquirir o robar de un museo -aunque esa última idea no la descartaba-. Tal vez, era algo que se debía crear. ¡Aja! ¡Eso era! ¿Cuantas veces había él, preparado comidas y manjares para ella, con una paciencia y un arte que eran otra forma de hechicería? Muchas. Demasiadas. ¡Era su turno! Fallar estrepitosamente era una posibilidad... y por eso mismo, era algo valioso. Ese sería su regalo, su esfuerzo y su posible fracaso, todo envuelto en un intento.

    Desempolvó los libros de cocina -porque el 'yutú' es demasiado complicado- y busco las recetas. ¡Un postre! Porque tal parecía como si hubiera menos probabiludades de fallar con un postre que con una cena. La cocina pronto se transformó en una especie de laboratorio donde la harina volaba por todas partes. Mantequilla, huevos, frutas confitadas, frutos secos y un chorrito de moscatel. La dejó leudar, cubierta con un paño. Y mientras esperaba, la masa de jengibre -harins, melaza, especias- fue extendida y cortada con los moldes que logró conseguir en su cocina: una estrella, una luna creciente y un gatito. Las galletas salieron del horno, perfumando el aire, y las decoró con glacé real.El panettone, ya horneado y dorado, fue su obra principal. La adornó con un glacé en color rojo y escribió un mensaje: 'Feliz Navidad, amor. ~ R'.

    La mesa fue puesta con un mantel de lino y la porcelana blanca del siglo XIX que guardaba para ocasiones especiales. Sobre ella, el panettone y el montón de galletas de jengibre. Pero no era suficiente. Lo mundano necesitaba el sello de lo eterno. Y justo a tiempo, llegó su adquisición final. Un anillo 'guarda-secretos' del siglo XVII. Un aro de plata sobre con incrustaciones de onix. Lo había obtenido tras negociaciones que involucraron tres objetos malditos y una promesa vaga. Su función era simple pero profunda: si él, en algún momento de necesidad o simple deseo, sostenía el anillo y concentraba un pensamiento o mensaje para ella, Raden lo escucharía, dondequiera que estuviera. Sería como tener una llave directa a sus pensamientos.

    Todo estaba listo.

    — Amor, te tengo una sorpresa... —le había dicho antes, colocandose detrás de Donovan Lenheim y cubriendo sus ojos con sus manos -aun ligeramente enharinadas- guiandolo hacia el comedor— ¡Ta-dah! ~

    Al retirar sus manos, él vería la escena. Panettone, galletas de jengibre, y sobre la servilleta de lino junto a un plato, el anillo.

    — ¿Que te parece, hm? ¡Creo que... me volví una alquimista de la repostería! O al menos, logré que algo comestible saliera sin tu ayuda, jeje ~ —luego señaló la pieza de onix— Y ese, es para que nunca, nunca, estemos realmente incomunicados ~
    Los días previos a Navidad, Raden se había encontrado en un estado insólito de absoluta y pura indecisión. Su mente, que parecía un catálogo de reliquias y objetos interesantes, de pronto encontraba que todas las opciones resultaban... insuficientes. Demasiado insuficientes. ¿Un espejo victoriano? ¿Una daga ceremonial?. Había consultado a sus amigas y hasta se había sumergido en las profundidades digitales de 'Gugul', saliendo de allí con dolor de cabeza. Nada la convencia. Todo le parecía insuficiente para la obra de arte viviente que era su precioso novio. ¿Que podía darle, que fuera realmente digno de él? ¡¿Es que acaso existía algo, que pudiera ser digno de él?!. Entonces la idea llegó... Quizás el regalo perfecto no era algo extravagante, quizás no era algo que pudiera comprar, adquirir o robar de un museo -aunque esa última idea no la descartaba-. Tal vez, era algo que se debía crear. ¡Aja! ¡Eso era! ¿Cuantas veces había él, preparado comidas y manjares para ella, con una paciencia y un arte que eran otra forma de hechicería? Muchas. Demasiadas. ¡Era su turno! Fallar estrepitosamente era una posibilidad... y por eso mismo, era algo valioso. Ese sería su regalo, su esfuerzo y su posible fracaso, todo envuelto en un intento. Desempolvó los libros de cocina -porque el 'yutú' es demasiado complicado- y busco las recetas. ¡Un postre! Porque tal parecía como si hubiera menos probabiludades de fallar con un postre que con una cena. La cocina pronto se transformó en una especie de laboratorio donde la harina volaba por todas partes. Mantequilla, huevos, frutas confitadas, frutos secos y un chorrito de moscatel. La dejó leudar, cubierta con un paño. Y mientras esperaba, la masa de jengibre -harins, melaza, especias- fue extendida y cortada con los moldes que logró conseguir en su cocina: una estrella, una luna creciente y un gatito. Las galletas salieron del horno, perfumando el aire, y las decoró con glacé real.El panettone, ya horneado y dorado, fue su obra principal. La adornó con un glacé en color rojo y escribió un mensaje: 'Feliz Navidad, amor. ~ R'. La mesa fue puesta con un mantel de lino y la porcelana blanca del siglo XIX que guardaba para ocasiones especiales. Sobre ella, el panettone y el montón de galletas de jengibre. Pero no era suficiente. Lo mundano necesitaba el sello de lo eterno. Y justo a tiempo, llegó su adquisición final. Un anillo 'guarda-secretos' del siglo XVII. Un aro de plata sobre con incrustaciones de onix. Lo había obtenido tras negociaciones que involucraron tres objetos malditos y una promesa vaga. Su función era simple pero profunda: si él, en algún momento de necesidad o simple deseo, sostenía el anillo y concentraba un pensamiento o mensaje para ella, Raden lo escucharía, dondequiera que estuviera. Sería como tener una llave directa a sus pensamientos. Todo estaba listo. — Amor, te tengo una sorpresa... —le había dicho antes, colocandose detrás de [freaky_lil_monster] y cubriendo sus ojos con sus manos -aun ligeramente enharinadas- guiandolo hacia el comedor— ¡Ta-dah! ~ Al retirar sus manos, él vería la escena. Panettone, galletas de jengibre, y sobre la servilleta de lino junto a un plato, el anillo. — ¿Que te parece, hm? ¡Creo que... me volví una alquimista de la repostería! O al menos, logré que algo comestible saliera sin tu ayuda, jeje ~ —luego señaló la pieza de onix— Y ese, es para que nunca, nunca, estemos realmente incomunicados ~
    Me encocora
    5
    1 turno 0 maullidos
  • -Ririka le había prometido un gran regalo a su amiga 𝐑𝐀𝐃𝐄𝐍 y a su novio Donovan Lenheim por lo que cumpliría con creces. De todos modos era la CEO y podía justificar cualquier desviación de recursos. (??)-

    ¡Feliz Navidad! ¿Les gusta?

    -Era un penthouse a las afueras de la ciudad con un ventanal enorme que daba hacia el campo, pero los paneles tambien funcionaban como pantallas que se podian configurar para que mostrara el cielo nocturno de cualquier lugar del mundo a cualquier época del año incluso imitándolo sin la presencia de la contaminación lumínica de las ciudades. -
    -Ririka le había prometido un gran regalo a su amiga [Darl1ngimCursed] y a su novio [freaky_lil_monster] por lo que cumpliría con creces. De todos modos era la CEO y podía justificar cualquier desviación de recursos. (??)- ¡Feliz Navidad! ¿Les gusta? -Era un penthouse a las afueras de la ciudad con un ventanal enorme que daba hacia el campo, pero los paneles tambien funcionaban como pantallas que se podian configurar para que mostrara el cielo nocturno de cualquier lugar del mundo a cualquier época del año incluso imitándolo sin la presencia de la contaminación lumínica de las ciudades. -
    Me encocora
    Me gusta
    3
    2 turnos 0 maullidos
  • Esto se ha publicado como Out Of Character. Tenlo en cuenta al responder.
    Esto se ha publicado como Out Of Character.
    Tenlo en cuenta al responder.
    //Actualización de estado: User lo suficientemente estable mentalmente como para responder interacciones breves y publicar en sus cuentas, más aún le falla medio cerebro como para responder roles extensos/largos, también tiene antojo de un buen choripan con monster sabor mango, la combinación más destruye intestinos que ah probado (?)
    //Actualización de estado: User lo suficientemente estable mentalmente como para responder interacciones breves y publicar en sus cuentas, más aún le falla medio cerebro como para responder roles extensos/largos, también tiene antojo de un buen choripan con monster sabor mango, la combinación más destruye intestinos que ah probado (?) :STK-25:
    Me gusta
    Me encocora
    Me enjaja
    4
    0 comentarios 0 compartidos
  • -podre no saber caminar con zapatos de plataforma pero hasta ahora eh hecho todo usando tacones- levanto una de sus piernas para demostrarlo -no pregunten como lo hago es la unica magia que tengo, soy como una de las de monster high-
    -podre no saber caminar con zapatos de plataforma pero hasta ahora eh hecho todo usando tacones- levanto una de sus piernas para demostrarlo -no pregunten como lo hago es la unica magia que tengo, soy como una de las de monster high-
    Me gusta
    1
    0 turnos 0 maullidos
  • Daikiri de Mango
    Fandom OC
    Categoría Slice of Life
    Esa misma tarde, tras abandonar el Refugio Fúngico, se encaminó hacia el lugar de su siguiente cita. El olor a tierra mojada aún se aferraba sutilmente a su vestido cuando cruzó del puertas del Perle Noir.

    Caminó entre las mesas con pasos coreografiados y se deslizó en el taburete frente a la barra.

    — Un Daikiri de mango, por favor~ . . .

    Donovan Lenheim
    Esa misma tarde, tras abandonar el Refugio Fúngico, se encaminó hacia el lugar de su siguiente cita. El olor a tierra mojada aún se aferraba sutilmente a su vestido cuando cruzó del puertas del Perle Noir. Caminó entre las mesas con pasos coreografiados y se deslizó en el taburete frente a la barra. — Un Daikiri de mango, por favor~ . . . [freaky_lil_monster]
    Tipo
    Grupal
    Líneas
    Cualquier línea
    Estado
    Disponible
    Me gusta
    Me encocora
    8
    16 turnos 0 maullidos
  • - ¡¡ I'M HERE, MONSTER !!
    - ¡¡ I'M HERE, MONSTER !!
    0 turnos 0 maullidos
  • Cuando tu parasol desaparece de tus manos mágicamente en medio de la selva, no hay nada como cubrirse con una enorme hoja de monstera.

    Espero que el animalito que lo "tomó prestado" le sepa dar un mejor uso que yo.
    Cuando tu parasol desaparece de tus manos mágicamente en medio de la selva, no hay nada como cubrirse con una enorme hoja de monstera. Espero que el animalito que lo "tomó prestado" le sepa dar un mejor uso que yo.
    Me gusta
    1
    0 turnos 0 maullidos
  • Esto se ha publicado como Out Of Character. Tenlo en cuenta al responder.
    Esto se ha publicado como Out Of Character.
    Tenlo en cuenta al responder.
    - Why should I apologize for being a monster? Has anyone ever apologized for turning me into one?
    🌸- Why should I apologize for being a monster? Has anyone ever apologized for turning me into one?
    Me encocora
    Me gusta
    Me endiabla
    10
    0 comentarios 0 compartidos
  • Esto se ha publicado como Out Of Character. Tenlo en cuenta al responder.
    Esto se ha publicado como Out Of Character.
    Tenlo en cuenta al responder.
    || Sobrevivimos al cierre de mes, apenas. Hoy existo a base de monster y fuerza de voluntad (?)
    || Sobrevivimos al cierre de mes, apenas. Hoy existo a base de monster y fuerza de voluntad (?)
    Me endiabla
    Me entristece
    2
    0 comentarios 0 compartidos
  • Incluso las torres más grandes caen.
    Fandom OC
    Categoría Drama
    Rol con: [Monster]

    Era un día tranquilo, como de costumbre.

    La noche llegó, y con ella lo hizo también el silencio. Ozen finalmente volvió a casa, pero no al hogar que tanto echaba de menos en Orth, por mucho que le costara admitirlo, sino a las mismas 4 paredes que la habían tenido encerrada durante todo su viaje.

    Tantas personas nuevas. Tantas sonrisas ajenas... ¿Dónde estaba la sonrisa de Ozen?
    Hundida en su pecho.
    En una tumba en el abismo.
    O puede, solo puede que siguiera por ahí. Carcomiendo el interior de Ozen, como siempre hizo.

    La pérdida. El sentirse vacía se había vuelto algo normal para ella, pero... ¿Por qué?¿Acaso no lo había superado ya?¿Era Ozen realmente tan inamovible como la describían?

    Una mente curtida, un corazón viejo. Ozen no estaba vacía, solamente no dejaba verlo. Cargaba heridas invisibles para todos, quizás incluso para ella.

    Porque ella tampoco comprendía su propio dolor.
    Llevaba años negándolo, y los años pasan factura.

    Ozen tenía 70 años, y sin embargo, nadie la conocía. La única persona que alguna vez se molestó en hacerlo, ya no estaba.

    Entró en la habitación con paso lento, con su rostro tan neutro como siempre, tan vacío. Un paso, luego otro. Dejaba caer todo el peso de su cuerpo con cada paso, cosa que causaba un obvio ruido, como quien deja caer algo pesado desde una buena altura.

    Se sentó en la cama, un lujo al que aún no se acostumbraba. Colocó sus manos encima de sus piernas y simplemente miró hacia abajo. Quién sabe que cosas se pasarían por su mente, a fin de cuentas...

    Ozen siempre fue un enigma, y por eso mismo la llamaban "La soberana Inamovible". Porque no hacía referencia solamente a su fuerza bruta, sino a su mente, algo que muchos describen como una fortaleza inexpugnable.

    El aire se tensó ligeramente. Ozen no alzó la mirada, no le hizo falta.
    Rol con: [Monster] Era un día tranquilo, como de costumbre. La noche llegó, y con ella lo hizo también el silencio. Ozen finalmente volvió a casa, pero no al hogar que tanto echaba de menos en Orth, por mucho que le costara admitirlo, sino a las mismas 4 paredes que la habían tenido encerrada durante todo su viaje. Tantas personas nuevas. Tantas sonrisas ajenas... ¿Dónde estaba la sonrisa de Ozen? Hundida en su pecho. En una tumba en el abismo. O puede, solo puede que siguiera por ahí. Carcomiendo el interior de Ozen, como siempre hizo. La pérdida. El sentirse vacía se había vuelto algo normal para ella, pero... ¿Por qué?¿Acaso no lo había superado ya?¿Era Ozen realmente tan inamovible como la describían? Una mente curtida, un corazón viejo. Ozen no estaba vacía, solamente no dejaba verlo. Cargaba heridas invisibles para todos, quizás incluso para ella. Porque ella tampoco comprendía su propio dolor. Llevaba años negándolo, y los años pasan factura. Ozen tenía 70 años, y sin embargo, nadie la conocía. La única persona que alguna vez se molestó en hacerlo, ya no estaba. Entró en la habitación con paso lento, con su rostro tan neutro como siempre, tan vacío. Un paso, luego otro. Dejaba caer todo el peso de su cuerpo con cada paso, cosa que causaba un obvio ruido, como quien deja caer algo pesado desde una buena altura. Se sentó en la cama, un lujo al que aún no se acostumbraba. Colocó sus manos encima de sus piernas y simplemente miró hacia abajo. Quién sabe que cosas se pasarían por su mente, a fin de cuentas... Ozen siempre fue un enigma, y por eso mismo la llamaban "La soberana Inamovible". Porque no hacía referencia solamente a su fuerza bruta, sino a su mente, algo que muchos describen como una fortaleza inexpugnable. El aire se tensó ligeramente. Ozen no alzó la mirada, no le hizo falta.
    Tipo
    Grupal
    Líneas
    Cualquier línea
    Estado
    Disponible
    Me gusta
    3
    6 turnos 0 maullidos
Ver más resultados
Patrocinados