• Mis botas cargan el polvo de un camino más antiguo que yo. La capa manchada no es solo de ahora… son cicatrices heredadas, memorias que no viví y aun así me pertenecen.
    Dicen que nací una vez, pero yo sé que vengo de mucho antes.
    La oscuridad me conoce, las sombras me han visto crecer antes de que pudiera siquiera respirar.
    No me quebraron. Solo me recordaron lo que soy.
    Mis botas cargan el polvo de un camino más antiguo que yo. La capa manchada no es solo de ahora… son cicatrices heredadas, memorias que no viví y aun así me pertenecen. Dicen que nací una vez, pero yo sé que vengo de mucho antes. La oscuridad me conoce, las sombras me han visto crecer antes de que pudiera siquiera respirar. No me quebraron. Solo me recordaron lo que soy.
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    Tocar a una mujer no es simplemente posar la mano sobre su piel.

    Es un acto que debe hacerse como quien roza la superficie de un sueño, sabiendo que un gesto brusco puede disiparlo.

    En el mundo de los sueños, yo he aprendido que cada contacto guarda un lenguaje: la yema de los dedos puede hablar con ternura, la palma puede ofrecer refugio, y un simple roce puede ser más profundo que cualquier palabra.

    Tocar a una mujer es entender que no tocas solo su cuerpo, sino las memorias, los miedos y las luces que la habitan.

    Es recorrerla como se recorre un paisaje desconocido, con la paciencia de quien escucha el murmullo de ríos ocultos y la reverencia de quien no osa alterar su curso.

    Es sentir que en ese instante no eres dueño de nada, sino guardián de algo que se te confía.

    Porque, al igual que en un sueño, un toque verdadero no busca poseer… busca permanecer.
    Tocar a una mujer no es simplemente posar la mano sobre su piel. Es un acto que debe hacerse como quien roza la superficie de un sueño, sabiendo que un gesto brusco puede disiparlo. En el mundo de los sueños, yo he aprendido que cada contacto guarda un lenguaje: la yema de los dedos puede hablar con ternura, la palma puede ofrecer refugio, y un simple roce puede ser más profundo que cualquier palabra. Tocar a una mujer es entender que no tocas solo su cuerpo, sino las memorias, los miedos y las luces que la habitan. Es recorrerla como se recorre un paisaje desconocido, con la paciencia de quien escucha el murmullo de ríos ocultos y la reverencia de quien no osa alterar su curso. Es sentir que en ese instante no eres dueño de nada, sino guardián de algo que se te confía. Porque, al igual que en un sueño, un toque verdadero no busca poseer… busca permanecer.
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  • Él, eterno y distante, que había tejido reinos para reyes y ciudades para poetas, jamás había creado algo para sí mismo… hasta ahora.

    Morfeo cerró los ojos y dejó que la visión brotara.

    El reino comenzó a crecer en la penumbra.
    No tendría murallas que aislaran, sino columnas de luz que se alzaban como árboles eternos.

    Los ríos no corrían con agua, sino con memorias dulces, donde Elyana podría sumergirse y revivir cualquier instante que deseara. El cielo, pintado con un crepúsculo perpetuo, guardaba una luna doble, una dorada y otra plateada, para que nunca se sintiera sola en la noche.

    En el centro, Morfeo erigió un palacio de sueño puro: sus paredes eran suaves como un suspiro y cambiaban de forma según la emoción que ella sintiera en ese momento. Allí, el viento traía siempre su aroma favorito y las flores, en un acto de devoción, abrían sus pétalos al verla pasar.

    Morfeo creo todo eso para su nueva reina Elyana Serathiel , pero hasta él mismo sabía que ella no era un alma nacida del sueño,  que cada vez que ella aparecía en su reino, era como un visitante que solo puede quedarse mientras la noche duraba. Y al amanecer, la realidad se la llevaba, como una marea cruel que no entiende de súplicas.

    Fue entonces cuando tomó una decisión que jamás había considerado, abandonar el Reino del Ensueño cada vez que ella despertara. 

    Los dioses antiguos le habían advertido que su esencia estaba ligada al mundo nocturno, que su presencia en la vigilia era una sombra incompleta, vulnerable, frágil.

    Un mortal.

    Pero para él, el riesgo no era perder su poder… sino perderla a ella.
    Él, eterno y distante, que había tejido reinos para reyes y ciudades para poetas, jamás había creado algo para sí mismo… hasta ahora. Morfeo cerró los ojos y dejó que la visión brotara. El reino comenzó a crecer en la penumbra. No tendría murallas que aislaran, sino columnas de luz que se alzaban como árboles eternos. Los ríos no corrían con agua, sino con memorias dulces, donde Elyana podría sumergirse y revivir cualquier instante que deseara. El cielo, pintado con un crepúsculo perpetuo, guardaba una luna doble, una dorada y otra plateada, para que nunca se sintiera sola en la noche. En el centro, Morfeo erigió un palacio de sueño puro: sus paredes eran suaves como un suspiro y cambiaban de forma según la emoción que ella sintiera en ese momento. Allí, el viento traía siempre su aroma favorito y las flores, en un acto de devoción, abrían sus pétalos al verla pasar. Morfeo creo todo eso para su nueva reina [flash_gray_zebra_981] , pero hasta él mismo sabía que ella no era un alma nacida del sueño,  que cada vez que ella aparecía en su reino, era como un visitante que solo puede quedarse mientras la noche duraba. Y al amanecer, la realidad se la llevaba, como una marea cruel que no entiende de súplicas. Fue entonces cuando tomó una decisión que jamás había considerado, abandonar el Reino del Ensueño cada vez que ella despertara.  Los dioses antiguos le habían advertido que su esencia estaba ligada al mundo nocturno, que su presencia en la vigilia era una sombra incompleta, vulnerable, frágil. Un mortal. Pero para él, el riesgo no era perder su poder… sino perderla a ella.
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  • Grayhaven' Mysteries - The Sorcerer & The Medium.
    Fandom Jujutsu Kaisen/Original.
    Categoría Suspenso
    ⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀Oregón, 4 de Agosto, 2025.

    ⠀⠀Al norte de los bosques de Estados Unidos, se extiende una frondosa región repleta de arboledas y ruinas de madera vieja, húmeda, cubierta por historias muertas tanto en lenguas como en memorias. El pueblo de Grayhaven. Un sitio gris, olvidado por el turismo, pero rememorado por la presencia de una institución bien reputada: la universidad privada de Saint Elric.
    ⠀⠀Las farolas chillan con viento frío y niebla incluso durante el día. Es un entorno lúgubre, siempre azotado por una horca al cuello de los visitantes, como si nunca fueran bienvenidos...

    ⠀⠀Por suerte para él; era justamente la clase de ambientes que estaba buscando. Opresión, conflicto, desesperación. Era una lista de rasgos que llenaban sus fuerzas, y claro que será osado al entrar como si este sitio fuera de su propia pertenencia.

    ⠀⠀La entrada al pueblo del hechicero sin tiempo no fue bien recibida. Los habitantes del sitio vivían en una armonía silenciosa, casi ritual. Aferrados a viejas costumbres y supersticiones, era indudable que el deleite más morboso de esta gente eran los rumores formados a través de chismes y leyendas locales. Un lugar precioso para el desarrollo de maldiciones.

    ⠀⠀Tal vez por eso se sintió bastante atraído a ese sitio.

    ⠀⠀La carrera de medicina forense no era su fuerte, pero no había conseguido un mejor lugar dónde encajar su identidad falsa con los elementos que allí había. Todo era muy estrecho, muy de nicho, demasiado conocido entre sí para meterse en otra clase de rubros. Algo desapercibido, pero no tan anormal. Fue óptimo.

    ⠀⠀Era memorizar información y seguir un guion. Lo haría fácilmente, siempre fue así.

    ⠀⠀Fue entonces que, temprano y sin retrasos, aproximadamente a las siete de la mañana, con un sol tapado con una máscara de nubes, las puertas de ese aula se abrieron. Un hombre levemente más alto que el promedio, de rasgos diaguitas, tono de piel ligeramente morena y unos distintivos ojos azul cielo, casi fosforescentes en esa decadente atmósfera, había entrado. Se había teñido el pelo, su característico color albino se vio opacado por un castaño artificial, pero valía la pena.

    ⠀⠀⸻Mi nombre es Lucio⸻ Concretó al posar sus manos sobre el escritorio de madera rugoso. Salvado de la humedad nada más por estar a resguardo de la calefacción interior. La zona era bastante fría, pero no se veía afectado.
    ⠀⠀⸻Seré su profesor de medicina forense, y seguramente me verán en algunas áreas más de humanidades. La universidad fue tan generosa de contratarme a pesar de ser tan recelosa con las admisiones⸻ Puesto que, a parte de ser privada de un pueblo poco transitado, tenía cierto prestigio por sacar adelante a excelentes policías y abogados. ⸻Quiero dar honor a esa amabilidad y esforzarme al máximo con ustedes. ¿Qué tal si nos presentamos?⸻ Mencionó el hombre. Su identidad falsa fue bien planificada, aguantará unos meses.

    ⠀⠀De movimientos refinados y firmes, poco tortuosos, fluidos, acostumbraba a actuar, a hablar. Por otro lado, su cara concretaba expresiones agridulces, era un misterio si realmente quería estar allí o no.

    ⠀⠀Pero se pegaría a su papel. Como siempre lo ha hecho. Había la posibilidad de encontrar cosas interesantes en ese sitio, no se las perdería por nada del mundo.

    ⠀⠀En este pueblo rodeado de maleficio...

    Nyssara Starfen
    ⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀Oregón, 4 de Agosto, 2025. ⠀ ⠀⠀Al norte de los bosques de Estados Unidos, se extiende una frondosa región repleta de arboledas y ruinas de madera vieja, húmeda, cubierta por historias muertas tanto en lenguas como en memorias. El pueblo de Grayhaven. Un sitio gris, olvidado por el turismo, pero rememorado por la presencia de una institución bien reputada: la universidad privada de Saint Elric. ⠀⠀Las farolas chillan con viento frío y niebla incluso durante el día. Es un entorno lúgubre, siempre azotado por una horca al cuello de los visitantes, como si nunca fueran bienvenidos... ⠀⠀Por suerte para él; era justamente la clase de ambientes que estaba buscando. Opresión, conflicto, desesperación. Era una lista de rasgos que llenaban sus fuerzas, y claro que será osado al entrar como si este sitio fuera de su propia pertenencia. ⠀⠀La entrada al pueblo del hechicero sin tiempo no fue bien recibida. Los habitantes del sitio vivían en una armonía silenciosa, casi ritual. Aferrados a viejas costumbres y supersticiones, era indudable que el deleite más morboso de esta gente eran los rumores formados a través de chismes y leyendas locales. Un lugar precioso para el desarrollo de maldiciones. ⠀⠀Tal vez por eso se sintió bastante atraído a ese sitio. ⠀⠀La carrera de medicina forense no era su fuerte, pero no había conseguido un mejor lugar dónde encajar su identidad falsa con los elementos que allí había. Todo era muy estrecho, muy de nicho, demasiado conocido entre sí para meterse en otra clase de rubros. Algo desapercibido, pero no tan anormal. Fue óptimo. ⠀⠀Era memorizar información y seguir un guion. Lo haría fácilmente, siempre fue así. ⠀⠀Fue entonces que, temprano y sin retrasos, aproximadamente a las siete de la mañana, con un sol tapado con una máscara de nubes, las puertas de ese aula se abrieron. Un hombre levemente más alto que el promedio, de rasgos diaguitas, tono de piel ligeramente morena y unos distintivos ojos azul cielo, casi fosforescentes en esa decadente atmósfera, había entrado. Se había teñido el pelo, su característico color albino se vio opacado por un castaño artificial, pero valía la pena. ⠀⠀⸻Mi nombre es Lucio⸻ Concretó al posar sus manos sobre el escritorio de madera rugoso. Salvado de la humedad nada más por estar a resguardo de la calefacción interior. La zona era bastante fría, pero no se veía afectado. ⠀⠀⸻Seré su profesor de medicina forense, y seguramente me verán en algunas áreas más de humanidades. La universidad fue tan generosa de contratarme a pesar de ser tan recelosa con las admisiones⸻ Puesto que, a parte de ser privada de un pueblo poco transitado, tenía cierto prestigio por sacar adelante a excelentes policías y abogados. ⸻Quiero dar honor a esa amabilidad y esforzarme al máximo con ustedes. ¿Qué tal si nos presentamos?⸻ Mencionó el hombre. Su identidad falsa fue bien planificada, aguantará unos meses. ⠀⠀De movimientos refinados y firmes, poco tortuosos, fluidos, acostumbraba a actuar, a hablar. Por otro lado, su cara concretaba expresiones agridulces, era un misterio si realmente quería estar allí o no. ⠀⠀Pero se pegaría a su papel. Como siempre lo ha hecho. Había la posibilidad de encontrar cosas interesantes en ese sitio, no se las perdería por nada del mundo. ⠀⠀En este pueblo rodeado de maleficio... [frost_black_deer_503]
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  • -muy bien querida.... querida?... nisiquiera se si los esqueletos tienen genero- ladeo la cabeza algo confundida -bueno como sea Huesos El Mercader, es hora de mover los pies, es un camino algo largo hasta las ruinas- la bruja parecia andar de forma contenta pro aquellos senderos olvidados donde cada rastro de humanidad habia sido tomado nuevamente por la naturaleza -y no te preocupes por ingredientes u objetos, de eso me encargo yo, tu solo necesitas tu cabecita y pensamientos y memorias por ahora- un puente cubierto de hierbas y hojas al frente de ellas parecia continuar el camino, incluso el agua del rio reflejaba todo como un espejo de plata adornado por las hiedras y flores que crecian en el

    Musica ambiente (la recomiendo xd): https://music.youtube.com/watch?v=Voiey-TriJY&si=R16Y9jSYFqLblw-b
    -muy bien querida.... querida?... nisiquiera se si los esqueletos tienen genero- ladeo la cabeza algo confundida -bueno como sea [cosmic_turquoise_sheep_221], es hora de mover los pies, es un camino algo largo hasta las ruinas- la bruja parecia andar de forma contenta pro aquellos senderos olvidados donde cada rastro de humanidad habia sido tomado nuevamente por la naturaleza -y no te preocupes por ingredientes u objetos, de eso me encargo yo, tu solo necesitas tu cabecita y pensamientos y memorias por ahora- un puente cubierto de hierbas y hojas al frente de ellas parecia continuar el camino, incluso el agua del rio reflejaba todo como un espejo de plata adornado por las hiedras y flores que crecian en el Musica ambiente (la recomiendo xd): https://music.youtube.com/watch?v=Voiey-TriJY&si=R16Y9jSYFqLblw-b
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  • Memorias de Madrugada.

    — Nunca planeé ser el hombre que entra en la vida de una mujer solo por una noche… pero con el tiempo entendí que algunas máscaras se vuelven piel, y que hay heridas que el amor no puede tocar. Me volví experto en prometer sin palabras, en desaparecer sin dejar rastro. No por crueldad, sino por miedo. Miedo a que alguien vea más allá del deseo, que atraviese la fachada y encuentre al hombre roto, al que ya no cree en el mañana.

    La carretera siempre me espera con su abrazo frío, y esas camas temporales son estaciones de paso, refugios donde dejo el cuerpo y escondo el alma. Me pierdo en ellas, en sus risas, en su calor, porque por un instante me hacen olvidar quién soy. Pero cuando todo termina, cuando el mundo vuelve a ser silencioso y real, me doy cuenta de que nunca fui suyo… y que quizás ya no soy de nadie.

    Ser un hombre de una noche no es una elección, es una consecuencia. La máscara que llevo no es para engañarlas. Es para no enfrentarme al reflejo que me devuelve el retrovisor cada vez que arranco el motor y sigo huyendo.
    Memorias de Madrugada. — Nunca planeé ser el hombre que entra en la vida de una mujer solo por una noche… pero con el tiempo entendí que algunas máscaras se vuelven piel, y que hay heridas que el amor no puede tocar. Me volví experto en prometer sin palabras, en desaparecer sin dejar rastro. No por crueldad, sino por miedo. Miedo a que alguien vea más allá del deseo, que atraviese la fachada y encuentre al hombre roto, al que ya no cree en el mañana. La carretera siempre me espera con su abrazo frío, y esas camas temporales son estaciones de paso, refugios donde dejo el cuerpo y escondo el alma. Me pierdo en ellas, en sus risas, en su calor, porque por un instante me hacen olvidar quién soy. Pero cuando todo termina, cuando el mundo vuelve a ser silencioso y real, me doy cuenta de que nunca fui suyo… y que quizás ya no soy de nadie. Ser un hombre de una noche no es una elección, es una consecuencia. La máscara que llevo no es para engañarlas. Es para no enfrentarme al reflejo que me devuelve el retrovisor cada vez que arranco el motor y sigo huyendo.
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  • —Memorias de media noche.

    “Con el tiempo entendí que algunas mujeres no buscan quedarse… buscan sentir. Y yo, por alguna maldita razón, siempre fui bueno en eso: en hacerlas sentir vivas, peligrosamente vivas. Era el escape, el incendio, el trago fuerte que baja ardiendo. Pero nadie se queda en el fuego para siempre. Algunas huían porque sabían lo que venía conmigo: caos, noches sin paz, la sombra de lo que no se puede arreglar. Otras, simplemente las alejé… no por maldad, sino porque sé lo que soy. No soy el tipo con quien construyes un futuro; soy el tipo que aparece en un capítulo oscuro y deja marcas que no se borran. Aprendí a aceptar eso. No todos nacimos para ser el hogar de alguien. Algunos solo estamos de paso… como una tormenta.”
    —Memorias de media noche. “Con el tiempo entendí que algunas mujeres no buscan quedarse… buscan sentir. Y yo, por alguna maldita razón, siempre fui bueno en eso: en hacerlas sentir vivas, peligrosamente vivas. Era el escape, el incendio, el trago fuerte que baja ardiendo. Pero nadie se queda en el fuego para siempre. Algunas huían porque sabían lo que venía conmigo: caos, noches sin paz, la sombra de lo que no se puede arreglar. Otras, simplemente las alejé… no por maldad, sino porque sé lo que soy. No soy el tipo con quien construyes un futuro; soy el tipo que aparece en un capítulo oscuro y deja marcas que no se borran. Aprendí a aceptar eso. No todos nacimos para ser el hogar de alguien. Algunos solo estamos de paso… como una tormenta.”
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  • -Ya que a su hijo se le olvidó desmemorizarlo aprovecho en robar un atuendo de uno de las sirvientas hubiera preferido uno de mayordomo Pero es lo que encontró a la mano empezó a buscar en sus memorias un hechizo o algo que le ayudará a salir Pero luego recordó un conjuro que le ayudaba a abrir portales empezando el ritual no le importaba en qué lugar apareciera solo no quería estar aburrido y en mi estado estar en ese palacio sin poder hablar con nadie ecepto mi hijo PS no le venía en gracia quería grabar mi programa ver el infierno o el cielo el portal se abrió y unas pequeñas manos salieron del portal arrastrandome desapareciendo -
    -Ya que a su hijo se le olvidó desmemorizarlo aprovecho en robar un atuendo de uno de las sirvientas hubiera preferido uno de mayordomo Pero es lo que encontró a la mano empezó a buscar en sus memorias un hechizo o algo que le ayudará a salir Pero luego recordó un conjuro que le ayudaba a abrir portales empezando el ritual no le importaba en qué lugar apareciera solo no quería estar aburrido y en mi estado estar en ese palacio sin poder hablar con nadie ecepto mi hijo PS no le venía en gracia quería grabar mi programa ver el infierno o el cielo el portal se abrió y unas pequeñas manos salieron del portal arrastrandome desapareciendo -
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  • ¿Y qué haré hoy?. Memorias para toda la vida, recuerdos que quedarán por siempre marcados en el tiempo... Eternizados en mi historia. Disfrutaré; cada segundo como si fuera el último aún a sabiendas de que tiempo me sobra...
    ¿Y qué haré hoy?. Memorias para toda la vida, recuerdos que quedarán por siempre marcados en el tiempo... Eternizados en mi historia. Disfrutaré; cada segundo como si fuera el último aún a sabiendas de que tiempo me sobra...
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  • Los días habían sido largos en el Olimpo, cargados de ecos, decisiones antiguas y memorias que parecían no desvanecerse nunca. Pero Hera, la reina de los cielos, no era solo de mármol y solemnidad. Había algo en ella que empezaba a buscar cambio, una brisa nueva que le murmuraba que el ciclo debía romperse… aunque fuera solo por una noche.

    Se miró frente al espejo de obsidiana. El reflejo le devolvía la misma imagen que había conocido durante siglos: su cabello oscuro, como el firmamento en guerra. Pero en sus ojos brillaba una idea inesperada. Por primera vez en una eternidad, deseó verse diferente. No por nadie más, sino por ella.

    —¿Y si el oro del sol pudiera ser mío? —murmuró.

    Sin más, conjuró la esencia del amanecer, atrapó la luz del alba entre sus dedos y la llevó a sus cabellos. En segundos, mechones dorados comenzaron a ondear con suavidad, como si el sol mismo hubiese decidido vivir en ellos. Hera sonrió, no con arrogancia, sino con una ternura que solo las diosas cansadas de sus propias sombras conocen.

    Vestida con un ligero atuendo de estrellas, partió sola, dejando atrás columnas y altares. Su destino era el lago celestial, oculto entre nubes de algodón, donde el agua reflejaba el cielo y el tiempo se detenía a mirar.

    Cuando llegó, el atardecer ya comenzaba a besar el horizonte. El cielo se teñía de oro y lavanda, como si celebrara el cambio con ella. Hera se acercó a la orilla, el viento acariciando su cabello recién transformado, y se quedó quieta, contemplando su reflejo en el lago. Por un instante, no era la reina del Olimpo. No era esposa de un dios ni madre de una estirpe divina.

    Era solo una mujer mirando su alma reflejada en la calma del mundo.

    —Tal vez... —susurró— la eternidad no está en la gloria, sino en momentos como este.

    Y se quedó ahí, mientras el último rayo de sol le iluminaba el rostro. Rubia como la promesa de un nuevo comienzo.
    Los días habían sido largos en el Olimpo, cargados de ecos, decisiones antiguas y memorias que parecían no desvanecerse nunca. Pero Hera, la reina de los cielos, no era solo de mármol y solemnidad. Había algo en ella que empezaba a buscar cambio, una brisa nueva que le murmuraba que el ciclo debía romperse… aunque fuera solo por una noche. Se miró frente al espejo de obsidiana. El reflejo le devolvía la misma imagen que había conocido durante siglos: su cabello oscuro, como el firmamento en guerra. Pero en sus ojos brillaba una idea inesperada. Por primera vez en una eternidad, deseó verse diferente. No por nadie más, sino por ella. —¿Y si el oro del sol pudiera ser mío? —murmuró. Sin más, conjuró la esencia del amanecer, atrapó la luz del alba entre sus dedos y la llevó a sus cabellos. En segundos, mechones dorados comenzaron a ondear con suavidad, como si el sol mismo hubiese decidido vivir en ellos. Hera sonrió, no con arrogancia, sino con una ternura que solo las diosas cansadas de sus propias sombras conocen. Vestida con un ligero atuendo de estrellas, partió sola, dejando atrás columnas y altares. Su destino era el lago celestial, oculto entre nubes de algodón, donde el agua reflejaba el cielo y el tiempo se detenía a mirar. Cuando llegó, el atardecer ya comenzaba a besar el horizonte. El cielo se teñía de oro y lavanda, como si celebrara el cambio con ella. Hera se acercó a la orilla, el viento acariciando su cabello recién transformado, y se quedó quieta, contemplando su reflejo en el lago. Por un instante, no era la reina del Olimpo. No era esposa de un dios ni madre de una estirpe divina. Era solo una mujer mirando su alma reflejada en la calma del mundo. —Tal vez... —susurró— la eternidad no está en la gloria, sino en momentos como este. Y se quedó ahí, mientras el último rayo de sol le iluminaba el rostro. Rubia como la promesa de un nuevo comienzo.
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