• Esto se ha publicado como Out Of Character. Tenlo en cuenta al responder.
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    #Off:

    Cosas que no debería decir:

    Piden rol, se les da rol, no responden y lo dejan colgado o responden obligados y de mala gana. . .

    Se les ofrece rol, aceptan rol y al final ni comienzan o lo dejan colgado con el tiempo. . .

    ¿Vengo a rolear o a esperar como creyente pidiendo a Dios? Si es así prefiero escribir libros y venderlos a Netflix (?)

    Por cierto ya comienza mi día libre así que puedo dedicarme a esas personitas que se han mantenido constantes con el Rol a pesar de todo 🫶.


    #Off: Cosas que no debería decir: Piden rol, se les da rol, no responden y lo dejan colgado o responden obligados y de mala gana. . . Se les ofrece rol, aceptan rol y al final ni comienzan o lo dejan colgado con el tiempo. . . ¿Vengo a rolear o a esperar como creyente pidiendo a Dios? Si es así prefiero escribir libros y venderlos a Netflix (?) 🤣 Por cierto ya comienza mi día libre así que puedo dedicarme a esas personitas que se han mantenido constantes con el Rol a pesar de todo ❤️🫶.
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  • Santas pelucas, que mala suerte. -Se queja porque fue derrotada por un enemigo.- #PolarisXFactor
    Santas pelucas, que mala suerte. -Se queja porque fue derrotada por un enemigo.- #PolarisXFactor
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  • — Debo estar loca. —

    La castaña se encontraba sentada en una de las bancas de la parada de autobús, golpeando su cabeza llevándola hacía atrás contra la vitrina que se encontraba detrás de ella.

    — Akemi, ¿por qué tuviste que rechazar ese papel? —

    Ahora estaba muy arrepentida por no aceptar el papel de la mejor amiga de la protagonista. Pero es que en ese momento lo rechazó por orgullosa, porque la protagonista sería su nemesis. Su enemiga. Su ex mejor amiga.

    — ¡Ah! —

    Gritó, asujetando su cabeza con sus dos manos, desesperada. Despeinando por completo su cabello. Es que era una oportunidad única y lo rechazó por orgullo, por su maldito orgullo. Ahora comenzó a reirse sola.
    — Debo estar loca. — La castaña se encontraba sentada en una de las bancas de la parada de autobús, golpeando su cabeza llevándola hacía atrás contra la vitrina que se encontraba detrás de ella. — Akemi, ¿por qué tuviste que rechazar ese papel? — Ahora estaba muy arrepentida por no aceptar el papel de la mejor amiga de la protagonista. Pero es que en ese momento lo rechazó por orgullosa, porque la protagonista sería su nemesis. Su enemiga. Su ex mejor amiga. — ¡Ah! — Gritó, asujetando su cabeza con sus dos manos, desesperada. Despeinando por completo su cabello. Es que era una oportunidad única y lo rechazó por orgullo, por su maldito orgullo. Ahora comenzó a reirse sola.
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  • Cada vez que Apolo y Ellie se fundían en uno solo, el mundo dejaba de existir. No importaba el tiempo, no importaban las reglas, ni siquiera importaba el aire que llenaba sus pulmones, lo único real era el latido frenético de sus cuerpos buscándose, atrapándose, devorándose en una necesidad que jamás se extinguía.

    Apolo la amaba con un fervor que rozaba la locura. Durante el día, la adoraba como a una diosa, como a un milagro que tenía la suerte de llamar suya. La protegía, la consentía, la envolvía en su ternura infinita, dedicándole cada mirada, cada palabra, cada caricia con el respeto de un caballero que ha jurado lealtad eterna. Pero cuando la noche caía, cuando el deseo los consumía, toda esa devoción se transformaba en un hambre desmedida, salvaje, insaciable.

    Ella era su perdición, su más dulce condena. Sus labios, su piel, su voz entrecortada al susurrar su nombre… todo en ella lo volvía loco. No podía contenerse, no podía resistirse. La necesitaba con urgencia animal, con la desesperación de quien se ha convertido en esclavo del placer. Su cuerpo clamaba por ella, cada fibra de su ser ardía por hundirse en su calor, por poseerla hasta el último aliento, por reclamarla en un lenguaje sin palabras que solo ellos entendían.

    No bastaba con tocarla, con recorrer su piel como si de un tesoro se tratara. No bastaba con escuchar su jadeo tembloroso o sentirla retorcerse bajo su control. Él quería más. Quería verla perderse en él, entregarse sin reservas, suplicar por más, rogarle que no se detuviera. Quería hacerla gritar su nombre, tatuarlo en su alma, en su piel, en cada rincón de su ser, hasta que ni el tiempo ni el destino pudieran separarlos.

    Porque Ellie no solo era su mujer. Era su delirio. Su adicción. Su más oscuro y hermoso pecado. Y él jamás, jamás, se saciaría de ella.

    #SeductiveSunday
    Cada vez que Apolo y Ellie se fundían en uno solo, el mundo dejaba de existir. No importaba el tiempo, no importaban las reglas, ni siquiera importaba el aire que llenaba sus pulmones, lo único real era el latido frenético de sus cuerpos buscándose, atrapándose, devorándose en una necesidad que jamás se extinguía. Apolo la amaba con un fervor que rozaba la locura. Durante el día, la adoraba como a una diosa, como a un milagro que tenía la suerte de llamar suya. La protegía, la consentía, la envolvía en su ternura infinita, dedicándole cada mirada, cada palabra, cada caricia con el respeto de un caballero que ha jurado lealtad eterna. Pero cuando la noche caía, cuando el deseo los consumía, toda esa devoción se transformaba en un hambre desmedida, salvaje, insaciable. Ella era su perdición, su más dulce condena. Sus labios, su piel, su voz entrecortada al susurrar su nombre… todo en ella lo volvía loco. No podía contenerse, no podía resistirse. La necesitaba con urgencia animal, con la desesperación de quien se ha convertido en esclavo del placer. Su cuerpo clamaba por ella, cada fibra de su ser ardía por hundirse en su calor, por poseerla hasta el último aliento, por reclamarla en un lenguaje sin palabras que solo ellos entendían. No bastaba con tocarla, con recorrer su piel como si de un tesoro se tratara. No bastaba con escuchar su jadeo tembloroso o sentirla retorcerse bajo su control. Él quería más. Quería verla perderse en él, entregarse sin reservas, suplicar por más, rogarle que no se detuviera. Quería hacerla gritar su nombre, tatuarlo en su alma, en su piel, en cada rincón de su ser, hasta que ni el tiempo ni el destino pudieran separarlos. Porque [GIRL0FSADNESS] no solo era su mujer. Era su delirio. Su adicción. Su más oscuro y hermoso pecado. Y él jamás, jamás, se saciaría de ella. #SeductiveSunday
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  • Jimoto se deslizó entre las sombras, con la vista fija en la gran caja metálica dentro del almacén enemigo. Había sido difícil infiltrarse en la base de la Patrulla Roja, pero ahí estaba: la esfera del dragón, custodiada por unos pocos soldados distraídos. Solo tenía que actuar rápido, tomarla y desaparecer antes de que sonara la alarma.

    Pero entonces, un estruendo sacudió el suelo. Desde el intercomunicador de uno de los soldados, una voz chillona resonó:

    —¡El ataque ha comenzado! ¡Reduciremos la ciudad a cenizas hasta que nos entreguen la información!

    Jimoto sintió un escalofrío. *¿Ataque?* ¿A qué ciudad se referían?

    Salió sigilosamente del almacén y se trepó a una torre de vigilancia para ver a lo lejos. Un humo espeso se alzaba en el horizonte. Desde ahí, pudo ver el resplandor de las llamas devorando los edificios de una ciudad cercana. Gritos, explosiones… gente corriendo por sus vidas.

    Apretó los puños. Tenía la oportunidad de llevarse la esfera ahora. Podía completar su misión.

    Pero…

    Miró la caja. Luego la ciudad.

    Chasqueó la lengua con frustración.

    —Maldición…

    Sin pensarlo dos veces, se lanzó en dirección al caos.

    ***

    Las calles estaban sumidas en el terror. Soldados de la Patrulla Roja disparaban sin piedad, causando explosiones que derrumbaban edificios enteros. La gente huía, algunos atrapados entre escombros, otros rodeados sin salida.

    Entonces, una sombra veloz irrumpió en la escena.

    —¡Hey! ¡Cobardes con uniforme! —gritó Jimoto, aterrizando con un golpe que hizo temblar el pavimento—. ¿Por qué no prueban su suerte con alguien que puede devolver los golpes?

    Los soldados voltearon, sorprendidos.

    —¡Es ese tipo! ¡El de la máscara!

    Sin darles tiempo para reaccionar, Jimoto se lanzó contra ellos, derribando a los primeros con una patada giratoria y esquivando las balas con movimientos ágiles. Cada golpe suyo derribaba a un enemigo, cada salto lo acercaba a más civiles para ponerlos a salvo.

    Pero sabía la verdad: mientras él estaba aquí, los villanos escapaban con la esfera.

    No importaba.

    Ver a las familias reunirse, a los niños correr hacia los brazos de sus padres, le confirmó que había tomado la decisión correcta.

    Cuando el humo se disipó y la Patrulla Roja ya no estaba, Jimoto se quedó de pie entre los escombros, respirando con dificultad.

    Había perdido la esfera… pero había salvado una ciudad.

    Y eso valía más.
    Jimoto se deslizó entre las sombras, con la vista fija en la gran caja metálica dentro del almacén enemigo. Había sido difícil infiltrarse en la base de la Patrulla Roja, pero ahí estaba: la esfera del dragón, custodiada por unos pocos soldados distraídos. Solo tenía que actuar rápido, tomarla y desaparecer antes de que sonara la alarma. Pero entonces, un estruendo sacudió el suelo. Desde el intercomunicador de uno de los soldados, una voz chillona resonó: —¡El ataque ha comenzado! ¡Reduciremos la ciudad a cenizas hasta que nos entreguen la información! Jimoto sintió un escalofrío. *¿Ataque?* ¿A qué ciudad se referían? Salió sigilosamente del almacén y se trepó a una torre de vigilancia para ver a lo lejos. Un humo espeso se alzaba en el horizonte. Desde ahí, pudo ver el resplandor de las llamas devorando los edificios de una ciudad cercana. Gritos, explosiones… gente corriendo por sus vidas. Apretó los puños. Tenía la oportunidad de llevarse la esfera ahora. Podía completar su misión. Pero… Miró la caja. Luego la ciudad. Chasqueó la lengua con frustración. —Maldición… Sin pensarlo dos veces, se lanzó en dirección al caos. *** Las calles estaban sumidas en el terror. Soldados de la Patrulla Roja disparaban sin piedad, causando explosiones que derrumbaban edificios enteros. La gente huía, algunos atrapados entre escombros, otros rodeados sin salida. Entonces, una sombra veloz irrumpió en la escena. —¡Hey! ¡Cobardes con uniforme! —gritó Jimoto, aterrizando con un golpe que hizo temblar el pavimento—. ¿Por qué no prueban su suerte con alguien que puede devolver los golpes? Los soldados voltearon, sorprendidos. —¡Es ese tipo! ¡El de la máscara! Sin darles tiempo para reaccionar, Jimoto se lanzó contra ellos, derribando a los primeros con una patada giratoria y esquivando las balas con movimientos ágiles. Cada golpe suyo derribaba a un enemigo, cada salto lo acercaba a más civiles para ponerlos a salvo. Pero sabía la verdad: mientras él estaba aquí, los villanos escapaban con la esfera. No importaba. Ver a las familias reunirse, a los niños correr hacia los brazos de sus padres, le confirmó que había tomado la decisión correcta. Cuando el humo se disipó y la Patrulla Roja ya no estaba, Jimoto se quedó de pie entre los escombros, respirando con dificultad. Había perdido la esfera… pero había salvado una ciudad. Y eso valía más.
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  • Aveces, las personas deseas tener a las que les importan encerradas para asi protegerlas de la maldad del mundo...

    Aunque esto sea, como si les hubiera cortado las alas de libertad.
    Aveces, las personas deseas tener a las que les importan encerradas para asi protegerlas de la maldad del mundo... Aunque esto sea, como si les hubiera cortado las alas de libertad.
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  • 緊急室へ/ Una visita inesperada, pt. 2

    Cuando salió tambaleándose del lugar, el mundo giraba más de lo normal. No sabía en dónde estaba y en un intento por revisar su teléfono, tropezó con un escalón que, más adelante diría, no debía estar ahí.
    No sintió el golpe cuando cayó, gracias al alcohol pero sí supo que extendió las manos por inercia para amortiguar la caída contra el pavimento. Su sorpresa vino poco después cuando miró su mano derecha y notó que dos de sus dedos apuntaban en direcciones muy opuestas a lo que normalmente tendrían que hacerlo.

    —M-mierda.
    Susurró con voz temblorosa. Un escalofrío le recorrió la espalda llenándolo de sobriedad y lucidez por momentos. ¡Nunca en su vida se había roto un solo hueso! ¿Y ahora dos? La imagen era impactante. La sangre se escurría hacia su muñeca y ensuciaba la manga de su suéter. Sus dedos anular y meñique estaban rojos y retorcidos y la uña del dedo anular pedía de un hilo de lo que parecía ser su cutícula... y él simplemente no podía dejar de mirar aquella escena.

    No supo en qué momento la gente se fue agolpando a su alrededor para ayudarlo, podía jurar que no había nadie al rededor desde un principio. En cuanto las luces parpadeantes rojas y azules de la ambulancia le adornaron el rostro sintió el dolor, la mano le ardía y sentía los dedos entumidos. Hubo una revisión rápida antes de subirlo a la ambulancia y se trepo en ella tambaleándose, todavía mareado por el alcohol.

    Por momentos se reía por lo irónico de la situación, de camino al hospital, tal vez por el efecto del alcohol todavía en su sangre. Fue una visita larga e inesperada al médico y para el final de esta el dolor de cabeza era más fuerte y punzante que el de la mano. Recibió la medicina sintiendo la mirada de reproche y compasión de la enfermera que se la entregaba y salió del hospital con un hielo en la cabeza, raspones en la cara y su diestra vendada.

    Y así había pasado de una noche de risas y diversión a no poder usar su mano dominante.
    緊急室へ/ Una visita inesperada, pt. 2 Cuando salió tambaleándose del lugar, el mundo giraba más de lo normal. No sabía en dónde estaba y en un intento por revisar su teléfono, tropezó con un escalón que, más adelante diría, no debía estar ahí. No sintió el golpe cuando cayó, gracias al alcohol pero sí supo que extendió las manos por inercia para amortiguar la caída contra el pavimento. Su sorpresa vino poco después cuando miró su mano derecha y notó que dos de sus dedos apuntaban en direcciones muy opuestas a lo que normalmente tendrían que hacerlo. —M-mierda. Susurró con voz temblorosa. Un escalofrío le recorrió la espalda llenándolo de sobriedad y lucidez por momentos. ¡Nunca en su vida se había roto un solo hueso! ¿Y ahora dos? La imagen era impactante. La sangre se escurría hacia su muñeca y ensuciaba la manga de su suéter. Sus dedos anular y meñique estaban rojos y retorcidos y la uña del dedo anular pedía de un hilo de lo que parecía ser su cutícula... y él simplemente no podía dejar de mirar aquella escena. No supo en qué momento la gente se fue agolpando a su alrededor para ayudarlo, podía jurar que no había nadie al rededor desde un principio. En cuanto las luces parpadeantes rojas y azules de la ambulancia le adornaron el rostro sintió el dolor, la mano le ardía y sentía los dedos entumidos. Hubo una revisión rápida antes de subirlo a la ambulancia y se trepo en ella tambaleándose, todavía mareado por el alcohol. Por momentos se reía por lo irónico de la situación, de camino al hospital, tal vez por el efecto del alcohol todavía en su sangre. Fue una visita larga e inesperada al médico y para el final de esta el dolor de cabeza era más fuerte y punzante que el de la mano. Recibió la medicina sintiendo la mirada de reproche y compasión de la enfermera que se la entregaba y salió del hospital con un hielo en la cabeza, raspones en la cara y su diestra vendada. Y así había pasado de una noche de risas y diversión a no poder usar su mano dominante.
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    | Definitivamente esta no ha sido mi semana, ayer tampoco pude dormir bien debido a malestares estomacales, me invitaron a cenar, cenar pesado me hace muy mal :(((
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  • — Ese estúpido triángulo, hace tiempo no aparece; cuando regrese, voy a atormentar su maldita existencia. ¿Cómo se le ocurre abandonarme?

    > Apoyada contra el escritorio, previamente abatido con sus manos, con sus pertenencias en el suelo, se mantuvo pensativa.
    — Ese estúpido triángulo, hace tiempo no aparece; cuando regrese, voy a atormentar su maldita existencia. ¿Cómo se le ocurre abandonarme? > Apoyada contra el escritorio, previamente abatido con sus manos, con sus pertenencias en el suelo, se mantuvo pensativa.
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  • Semana de moda ' Milán'
    Fandom Freerol
    Categoría Original
    El sonido de mi alarma me hace abrir los ojos y me muevo para apagarla. Di un suave bostezó y beso tus labios.

    - Aki despierta... Me debes llevar al aeropuerto, no quiero llegar al medio día a Milán -

    Te aviso con voz suave y me levanto para irme a dar una ducha. Ya en el jet desayunaria, me puse ropa casual pero sin dejar de lado mis taconazos. Al salir esperaba de que estuvieras listo, llevaba de equipaje en total cinco maletas. Y tomo mi móvil personal.

    Akihiko Sanada mini interacción
    Ivanna 𝑺𝒑𝒆𝒍𝒍𝒎𝒂𝒏
    Markus De Lioncourt mini interacción
    El sonido de mi alarma me hace abrir los ojos y me muevo para apagarla. Di un suave bostezó y beso tus labios. - Aki despierta... Me debes llevar al aeropuerto, no quiero llegar al medio día a Milán - Te aviso con voz suave y me levanto para irme a dar una ducha. Ya en el jet desayunaria, me puse ropa casual pero sin dejar de lado mis taconazos. Al salir esperaba de que estuvieras listo, llevaba de equipaje en total cinco maletas. Y tomo mi móvil personal. [Sanada_Thcx] mini interacción [ThxGreen] [Thxpocionboy06] mini interacción
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