[Solo en una habitación bañada por una tenue luz, su reflejo difuso en el vidrio frente a él. El silencio es denso. Habla en voz baja, casi como si alguien lo escuchara desde otra dimensión.]
—¿Qué es la belleza si no una forma de crueldad disfrazada?
Miran este rostro, esta piel intacta, y creen ver perfección.
Pero no ven lo que hay debajo… no sienten la presión de lo que contengo.
(Hace una leve pausa, inclina la cabeza, deja escapar una media sonrisa que no llega a sus ojos.)
—Hay algo hermoso en el acto de romper.
No por el placer del daño... sino por lo que se revela en los restos.
Las personas... son como estatuas mal talladas.
Yo no destruyo. Yo libero.
Y tú… tú ya estás agrietándote, aunque aún finjas lo contrario.
(Se acerca al vidrio, como si pudiera ver a alguien del otro lado. Su mirada se endurece, su voz se vuelve más íntima y venenosa.)
—No te culpes por desearme.
Todos lo hacen.
No por quién soy… sino por lo que despierto.
No soy un amante. No soy un salvador.
Soy la semilla del monstruo que ocultás debajo de esa carne temblorosa.
Y lo sabés.
Por eso siempre volvés.
(Apoya los dedos contra el vidrio, dejando una tenue marca. Habla con una dulzura peligrosa.)
—Podés cerrar los ojos ahora… fingir que esto no arde, que no querés saltar.
Pero cuando estés solo, cuando el mundo te repudie por lo que empezás a ser…
recordarás mi voz.
Y entenderás que jamás tuviste elección.
Porque yo…
ya estoy dentro de vos.
—¿Qué es la belleza si no una forma de crueldad disfrazada?
Miran este rostro, esta piel intacta, y creen ver perfección.
Pero no ven lo que hay debajo… no sienten la presión de lo que contengo.
(Hace una leve pausa, inclina la cabeza, deja escapar una media sonrisa que no llega a sus ojos.)
—Hay algo hermoso en el acto de romper.
No por el placer del daño... sino por lo que se revela en los restos.
Las personas... son como estatuas mal talladas.
Yo no destruyo. Yo libero.
Y tú… tú ya estás agrietándote, aunque aún finjas lo contrario.
(Se acerca al vidrio, como si pudiera ver a alguien del otro lado. Su mirada se endurece, su voz se vuelve más íntima y venenosa.)
—No te culpes por desearme.
Todos lo hacen.
No por quién soy… sino por lo que despierto.
No soy un amante. No soy un salvador.
Soy la semilla del monstruo que ocultás debajo de esa carne temblorosa.
Y lo sabés.
Por eso siempre volvés.
(Apoya los dedos contra el vidrio, dejando una tenue marca. Habla con una dulzura peligrosa.)
—Podés cerrar los ojos ahora… fingir que esto no arde, que no querés saltar.
Pero cuando estés solo, cuando el mundo te repudie por lo que empezás a ser…
recordarás mi voz.
Y entenderás que jamás tuviste elección.
Porque yo…
ya estoy dentro de vos.
[Solo en una habitación bañada por una tenue luz, su reflejo difuso en el vidrio frente a él. El silencio es denso. Habla en voz baja, casi como si alguien lo escuchara desde otra dimensión.]
—¿Qué es la belleza si no una forma de crueldad disfrazada?
Miran este rostro, esta piel intacta, y creen ver perfección.
Pero no ven lo que hay debajo… no sienten la presión de lo que contengo.
(Hace una leve pausa, inclina la cabeza, deja escapar una media sonrisa que no llega a sus ojos.)
—Hay algo hermoso en el acto de romper.
No por el placer del daño... sino por lo que se revela en los restos.
Las personas... son como estatuas mal talladas.
Yo no destruyo. Yo libero.
Y tú… tú ya estás agrietándote, aunque aún finjas lo contrario.
(Se acerca al vidrio, como si pudiera ver a alguien del otro lado. Su mirada se endurece, su voz se vuelve más íntima y venenosa.)
—No te culpes por desearme.
Todos lo hacen.
No por quién soy… sino por lo que despierto.
No soy un amante. No soy un salvador.
Soy la semilla del monstruo que ocultás debajo de esa carne temblorosa.
Y lo sabés.
Por eso siempre volvés.
(Apoya los dedos contra el vidrio, dejando una tenue marca. Habla con una dulzura peligrosa.)
—Podés cerrar los ojos ahora… fingir que esto no arde, que no querés saltar.
Pero cuando estés solo, cuando el mundo te repudie por lo que empezás a ser…
recordarás mi voz.
Y entenderás que jamás tuviste elección.
Porque yo…
ya estoy dentro de vos.
