• Aveces, las personas deseas tener a las que les importan encerradas para asi protegerlas de la maldad del mundo...

    Aunque esto sea, como si les hubiera cortado las alas de libertad.
    Aveces, las personas deseas tener a las que les importan encerradas para asi protegerlas de la maldad del mundo... Aunque esto sea, como si les hubiera cortado las alas de libertad.
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  • 緊急室へ/ Una visita inesperada, pt. 2

    Cuando salió tambaleándose del lugar, el mundo giraba más de lo normal. No sabía en dónde estaba y en un intento por revisar su teléfono, tropezó con un escalón que, más adelante diría, no debía estar ahí.
    No sintió el golpe cuando cayó, gracias al alcohol pero sí supo que extendió las manos por inercia para amortiguar la caída contra el pavimento. Su sorpresa vino poco después cuando miró su mano derecha y notó que dos de sus dedos apuntaban en direcciones muy opuestas a lo que normalmente tendrían que hacerlo.

    —M-mierda.
    Susurró con voz temblorosa. Un escalofrío le recorrió la espalda llenándolo de sobriedad y lucidez por momentos. ¡Nunca en su vida se había roto un solo hueso! ¿Y ahora dos? La imagen era impactante. La sangre se escurría hacia su muñeca y ensuciaba la manga de su suéter. Sus dedos anular y meñique estaban rojos y retorcidos y la uña del dedo anular pedía de un hilo de lo que parecía ser su cutícula... y él simplemente no podía dejar de mirar aquella escena.

    No supo en qué momento la gente se fue agolpando a su alrededor para ayudarlo, podía jurar que no había nadie al rededor desde un principio. En cuanto las luces parpadeantes rojas y azules de la ambulancia le adornaron el rostro sintió el dolor, la mano le ardía y sentía los dedos entumidos. Hubo una revisión rápida antes de subirlo a la ambulancia y se trepo en ella tambaleándose, todavía mareado por el alcohol.

    Por momentos se reía por lo irónico de la situación, de camino al hospital, tal vez por el efecto del alcohol todavía en su sangre. Fue una visita larga e inesperada al médico y para el final de esta el dolor de cabeza era más fuerte y punzante que el de la mano. Recibió la medicina sintiendo la mirada de reproche y compasión de la enfermera que se la entregaba y salió del hospital con un hielo en la cabeza, raspones en la cara y su diestra vendada.

    Y así había pasado de una noche de risas y diversión a no poder usar su mano dominante.
    緊急室へ/ Una visita inesperada, pt. 2 Cuando salió tambaleándose del lugar, el mundo giraba más de lo normal. No sabía en dónde estaba y en un intento por revisar su teléfono, tropezó con un escalón que, más adelante diría, no debía estar ahí. No sintió el golpe cuando cayó, gracias al alcohol pero sí supo que extendió las manos por inercia para amortiguar la caída contra el pavimento. Su sorpresa vino poco después cuando miró su mano derecha y notó que dos de sus dedos apuntaban en direcciones muy opuestas a lo que normalmente tendrían que hacerlo. —M-mierda. Susurró con voz temblorosa. Un escalofrío le recorrió la espalda llenándolo de sobriedad y lucidez por momentos. ¡Nunca en su vida se había roto un solo hueso! ¿Y ahora dos? La imagen era impactante. La sangre se escurría hacia su muñeca y ensuciaba la manga de su suéter. Sus dedos anular y meñique estaban rojos y retorcidos y la uña del dedo anular pedía de un hilo de lo que parecía ser su cutícula... y él simplemente no podía dejar de mirar aquella escena. No supo en qué momento la gente se fue agolpando a su alrededor para ayudarlo, podía jurar que no había nadie al rededor desde un principio. En cuanto las luces parpadeantes rojas y azules de la ambulancia le adornaron el rostro sintió el dolor, la mano le ardía y sentía los dedos entumidos. Hubo una revisión rápida antes de subirlo a la ambulancia y se trepo en ella tambaleándose, todavía mareado por el alcohol. Por momentos se reía por lo irónico de la situación, de camino al hospital, tal vez por el efecto del alcohol todavía en su sangre. Fue una visita larga e inesperada al médico y para el final de esta el dolor de cabeza era más fuerte y punzante que el de la mano. Recibió la medicina sintiendo la mirada de reproche y compasión de la enfermera que se la entregaba y salió del hospital con un hielo en la cabeza, raspones en la cara y su diestra vendada. Y así había pasado de una noche de risas y diversión a no poder usar su mano dominante.
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  • Esto se ha publicado como Out Of Character. Tenlo en cuenta al responder.
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    | Definitivamente esta no ha sido mi semana, ayer tampoco pude dormir bien debido a malestares estomacales, me invitaron a cenar, cenar pesado me hace muy mal :(((
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  • — Ese estúpido triángulo, hace tiempo no aparece; cuando regrese, voy a atormentar su maldita existencia. ¿Cómo se le ocurre abandonarme?

    > Apoyada contra el escritorio, previamente abatido con sus manos, con sus pertenencias en el suelo, se mantuvo pensativa.
    — Ese estúpido triángulo, hace tiempo no aparece; cuando regrese, voy a atormentar su maldita existencia. ¿Cómo se le ocurre abandonarme? > Apoyada contra el escritorio, previamente abatido con sus manos, con sus pertenencias en el suelo, se mantuvo pensativa.
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  • Semana de moda ' Milán'
    Fandom Freerol
    Categoría Original
    El sonido de mi alarma me hace abrir los ojos y me muevo para apagarla. Di un suave bostezó y beso tus labios.

    - Aki despierta... Me debes llevar al aeropuerto, no quiero llegar al medio día a Milán -

    Te aviso con voz suave y me levanto para irme a dar una ducha. Ya en el jet desayunaria, me puse ropa casual pero sin dejar de lado mis taconazos. Al salir esperaba de que estuvieras listo, llevaba de equipaje en total cinco maletas. Y tomo mi móvil personal.

    Akihiko Sanada mini interacción
    Ivanna 𝑺𝒑𝒆𝒍𝒍𝒎𝒂𝒏
    Markus De Lioncourt mini interacción
    El sonido de mi alarma me hace abrir los ojos y me muevo para apagarla. Di un suave bostezó y beso tus labios. - Aki despierta... Me debes llevar al aeropuerto, no quiero llegar al medio día a Milán - Te aviso con voz suave y me levanto para irme a dar una ducha. Ya en el jet desayunaria, me puse ropa casual pero sin dejar de lado mis taconazos. Al salir esperaba de que estuvieras listo, llevaba de equipaje en total cinco maletas. Y tomo mi móvil personal. [Sanada_Thcx] mini interacción [ThxGreen] [Thxpocionboy06] mini interacción
    Tipo
    Individual
    Líneas
    Cualquier línea
    Estado
    Disponible
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  • No me queda mal, ah...
    No me queda mal, ah...
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  • ### **Clasificación del Torneo Kengan: Takeru vs. Wakatsuki Takeshi**

    La noche anterior a la primera ronda del torneo Kengan, la isla oculta donde se celebraría el evento estaba envuelta en un ambiente de tensión y anticipación. El estadio, una colosal estructura de piedra y acero, se alzaba en el centro de la isla, con su inmensa área de combate cubierta de arena, iluminada por luces que proyectaban sombras sobre los rostros de los combatientes.

    En una sala privada, Takeru observaba la lista de emparejamientos. Su nombre estaba junto a otro que hizo que su expresión se endureciera: **Wakatsuki Takeshi.**

    —Vaya suerte… —murmuró, sintiendo un ligero escalofrío.

    Wakatsuki Takeshi no era un oponente común. Su apodo, *"El Tigre de Piedra"*, se debía a su fuerza inhumana. Desde su nacimiento, su estructura muscular era diferente a la de un ser humano normal, otorgándole una densidad muscular extrema que lo hacía más fuerte y resistente que la mayoría de los peleadores del Kengan. Takeru había visto grabaciones de sus combates: cada puñetazo que lanzaba era como el impacto de un ariete, y muchos de sus oponentes terminaban fuera de combate tras unos pocos golpes.

    El sonido de un gong resonó en la isla. La primera ronda estaba a punto de comenzar.
    ### **Clasificación del Torneo Kengan: Takeru vs. Wakatsuki Takeshi** La noche anterior a la primera ronda del torneo Kengan, la isla oculta donde se celebraría el evento estaba envuelta en un ambiente de tensión y anticipación. El estadio, una colosal estructura de piedra y acero, se alzaba en el centro de la isla, con su inmensa área de combate cubierta de arena, iluminada por luces que proyectaban sombras sobre los rostros de los combatientes. En una sala privada, Takeru observaba la lista de emparejamientos. Su nombre estaba junto a otro que hizo que su expresión se endureciera: **Wakatsuki Takeshi.** —Vaya suerte… —murmuró, sintiendo un ligero escalofrío. Wakatsuki Takeshi no era un oponente común. Su apodo, *"El Tigre de Piedra"*, se debía a su fuerza inhumana. Desde su nacimiento, su estructura muscular era diferente a la de un ser humano normal, otorgándole una densidad muscular extrema que lo hacía más fuerte y resistente que la mayoría de los peleadores del Kengan. Takeru había visto grabaciones de sus combates: cada puñetazo que lanzaba era como el impacto de un ariete, y muchos de sus oponentes terminaban fuera de combate tras unos pocos golpes. El sonido de un gong resonó en la isla. La primera ronda estaba a punto de comenzar.
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  • — "No, que mal. Y yo que estaba... estoy emocionado cada que veo esas te- ¡Guau, Guau!... umm... mis instintos toca-senos"
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  • —Los humanos jamás cambiarán su naturaleza destructiva; es de público conocimiento que destruyen todo lo que tocan, todo lo que rozan —dijo con voz ronca mientras elevaba la botella.

    —Y henos aquí, dispuestos a sacrificar todo con tal de salvar su evolución, de velar por su seguridad y de dejarnos matar por aquellos que nos desprecian —concluyó luego de verter el contenido en la taza.

    El alquimista Alex se encontraba muy lejos de sus aposentos, en la lejana tierra oriental del este, en un pequeño y estrecho lugar apartado de las miradas curiosas que algunos aventureros conocían; era el lugar perfecto para meditar y para encontrar la introspección profunda que el maestro de las artes arcanas tanto estaba necesitando. Su viaje había sido un sinfín de peligros y distracciones, deteniéndose para ayudar a viajeros y mercaderes, luchar contra ominosas criaturas y asesinos de las colinas, incluso algún que otro sicario contratado para eliminarlo; la mayoría de todas ellas siendo solucionadas con acero y sangre de por medio.

    Estaba agotado; su viaje había durado mucho más de lo que se propuso en primer lugar. Aun siendo un mutante ascendido y de poseer una resistencia superior al común denominador de criaturas y seres mágicos, el susodicho aun necesitaba descansar después de intensas jornadas sin dormir o comer…

    Se dijo a sí mismo que no debía pensar en nada ni nadie; debía mantener sus sentidos centrados y agudizados para sus próximas misiones, pero un pequeño viaje al "Templo de los arroyos", el lugar en el cual ahora se encontraba reponiendo energías y descansando su alma, nunca le venía mal.
    —Los humanos jamás cambiarán su naturaleza destructiva; es de público conocimiento que destruyen todo lo que tocan, todo lo que rozan —dijo con voz ronca mientras elevaba la botella. —Y henos aquí, dispuestos a sacrificar todo con tal de salvar su evolución, de velar por su seguridad y de dejarnos matar por aquellos que nos desprecian —concluyó luego de verter el contenido en la taza. El alquimista Alex se encontraba muy lejos de sus aposentos, en la lejana tierra oriental del este, en un pequeño y estrecho lugar apartado de las miradas curiosas que algunos aventureros conocían; era el lugar perfecto para meditar y para encontrar la introspección profunda que el maestro de las artes arcanas tanto estaba necesitando. Su viaje había sido un sinfín de peligros y distracciones, deteniéndose para ayudar a viajeros y mercaderes, luchar contra ominosas criaturas y asesinos de las colinas, incluso algún que otro sicario contratado para eliminarlo; la mayoría de todas ellas siendo solucionadas con acero y sangre de por medio. Estaba agotado; su viaje había durado mucho más de lo que se propuso en primer lugar. Aun siendo un mutante ascendido y de poseer una resistencia superior al común denominador de criaturas y seres mágicos, el susodicho aun necesitaba descansar después de intensas jornadas sin dormir o comer… Se dijo a sí mismo que no debía pensar en nada ni nadie; debía mantener sus sentidos centrados y agudizados para sus próximas misiones, pero un pequeño viaje al "Templo de los arroyos", el lugar en el cual ahora se encontraba reponiendo energías y descansando su alma, nunca le venía mal.
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  • Recibió la amonestación, uno de sus mejores amigos se casaría, no le costó creer, siempre fue el más centrado de los tres,

    — Qué mal hermano, la libertad es lo mejor que hay.- Musitó al leer la invitación; el tren en el que se transportaba había tardado en salir, las estaciones pasaban, una tras otra, el conductor del mismo avisaba cada cierto tiempo el nombre de la estación, volviendo el viaje tedioso.

    — ¿A dónde te viniste a vivir?, la chica debe de ser bastante especial para que renunciaras a la ciudad. "B", supongo que en ese pueblo habrá con quien pasar el rato en mi estancia.

    De nuevo llevó la invitación al bolsillo, "B" era de la vieja escuela, tanto como él, por eso la misma razón las invitaciones fueron físicas, no como ahora que la mayoría las mandan en forma digital.

    La señorita que ofrecía los bocadillos pasaría a su lugar, y como era de costumbre, cualquiera que tuviera buenos melones y excelentes posaderas, trataría de seducirla, tenía una faceta y un don para que todas cayeran en sus redes, simple... les decía lo que deseaban escuchar, la mujer no fue la excepción, labios pintados en el rostro de Damián, el encuentro casual de él y la trabajadora fue impecable, la sonrisa y el acomodarse la ropa interior bajo la falda lo decía todo, al seguir por el pasillo llevando el carrito y ofreciendo a los demás pasajeros.

    — Gracias, preciosa, fue un placer degustar la... cena. (?)

    Por su lado, se cerró el zíper, volcando la mirada por la ventana, aún faltaban estaciones para llegar a su destino.



    Recibió la amonestación, uno de sus mejores amigos se casaría, no le costó creer, siempre fue el más centrado de los tres, — Qué mal hermano, la libertad es lo mejor que hay.- Musitó al leer la invitación; el tren en el que se transportaba había tardado en salir, las estaciones pasaban, una tras otra, el conductor del mismo avisaba cada cierto tiempo el nombre de la estación, volviendo el viaje tedioso. — ¿A dónde te viniste a vivir?, la chica debe de ser bastante especial para que renunciaras a la ciudad. "B", supongo que en ese pueblo habrá con quien pasar el rato en mi estancia. De nuevo llevó la invitación al bolsillo, "B" era de la vieja escuela, tanto como él, por eso la misma razón las invitaciones fueron físicas, no como ahora que la mayoría las mandan en forma digital. La señorita que ofrecía los bocadillos pasaría a su lugar, y como era de costumbre, cualquiera que tuviera buenos melones y excelentes posaderas, trataría de seducirla, tenía una faceta y un don para que todas cayeran en sus redes, simple... les decía lo que deseaban escuchar, la mujer no fue la excepción, labios pintados en el rostro de Damián, el encuentro casual de él y la trabajadora fue impecable, la sonrisa y el acomodarse la ropa interior bajo la falda lo decía todo, al seguir por el pasillo llevando el carrito y ofreciendo a los demás pasajeros. — Gracias, preciosa, fue un placer degustar la... cena. (?) Por su lado, se cerró el zíper, volcando la mirada por la ventana, aún faltaban estaciones para llegar a su destino.
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