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    ┆ ┆ ࣪ ˖☆ ࣪⭑┆ ݁˖ .☆ . ݁ ˖
    ☆⊹ ࣪ ┆ ˖ ࣪ ⊹ ࣪ ★ ⋆.˚ ⊹ ࣪
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    Era un día precioso o bueno no en lo absoluto

    Hoy era el día en que la dama acompañaría a sus padres al teatro como se tenia de costumbre en ese rica y extraña familia

    No estaba muy emocionada por ver a sus padres , más bien solo deseaba ver el teatro y largarse de allí

    Ya que usualmente sus padres usan el teatro como una forma de excusarse para convencerla de unirse a su grupo lleno de mafiosos , algo que ella no estaba muy de acuerdo , ya que a pesar de todos los millones que se generan ella prefiere lucrar con el arte y la actuación en su agencia


    --𝓔𝓵 𝓽𝓮𝓪𝓽𝓻𝓸 𝓮𝓼 𝓾𝓷𝓪 𝓯𝓸𝓻𝓶𝓪 𝓮𝔁𝓬𝓮𝓹𝓬𝓲𝓸𝓷𝓪𝓵 𝓭𝓮 𝓮𝔁𝓹𝓻𝓮𝓼𝓪𝓻 𝓮𝓶𝓸𝓬𝓲𝓸𝓷𝓮𝓼 𝔂 𝓼𝓮𝓷𝓽𝓲𝓶𝓲𝓮𝓷𝓽𝓸𝓼, ¿𝓷𝓸 𝓬𝓻𝓮𝓮𝓷 𝓺𝓾𝓮 𝓼𝓮𝓻𝓲𝓪 𝓾𝓷𝓪 𝓯𝓪𝓵𝓽𝓪 𝓭𝓮 𝓻𝓮𝓼𝓹𝓮𝓽𝓸 𝓱𝓪𝓫𝓵𝓪𝓻 𝓭𝓮 𝓷𝓮𝓰𝓸𝓬𝓲𝓸𝓼 𝓭𝓮𝓷𝓽𝓻𝓸 𝓭𝓮 𝓾𝓷𝓪 𝓯𝓾𝓷𝓬𝓲ó𝓷?
    ┆ ┆ ┆ ┆ ┆ ┆ ┆ ࣪ ˖☆ ࣪⭑┆ ݁˖ .☆ . ݁ ˖ ☆⊹ ࣪ ┆ ˖ ࣪ ⊹ ࣪ ★ ⋆.˚ ⊹ ࣪ ࣪ ˖⋆˚★ ₊ ⊹  ࣪˖ ࣪ ₊ ࣪ ˖  . ݁ ⊹ ࣪ ˖    ࣪ ˖   . ݁    ݁   . Era un día precioso o bueno no en lo absoluto Hoy era el día en que la dama acompañaría a sus padres al teatro como se tenia de costumbre en ese rica y extraña familia No estaba muy emocionada por ver a sus padres , más bien solo deseaba ver el teatro y largarse de allí Ya que usualmente sus padres usan el teatro como una forma de excusarse para convencerla de unirse a su grupo lleno de mafiosos , algo que ella no estaba muy de acuerdo , ya que a pesar de todos los millones que se generan ella prefiere lucrar con el arte y la actuación en su agencia --𝓔𝓵 𝓽𝓮𝓪𝓽𝓻𝓸 𝓮𝓼 𝓾𝓷𝓪 𝓯𝓸𝓻𝓶𝓪 𝓮𝔁𝓬𝓮𝓹𝓬𝓲𝓸𝓷𝓪𝓵 𝓭𝓮 𝓮𝔁𝓹𝓻𝓮𝓼𝓪𝓻 𝓮𝓶𝓸𝓬𝓲𝓸𝓷𝓮𝓼 𝔂 𝓼𝓮𝓷𝓽𝓲𝓶𝓲𝓮𝓷𝓽𝓸𝓼, ¿𝓷𝓸 𝓬𝓻𝓮𝓮𝓷 𝓺𝓾𝓮 𝓼𝓮𝓻𝓲𝓪 𝓾𝓷𝓪 𝓯𝓪𝓵𝓽𝓪 𝓭𝓮 𝓻𝓮𝓼𝓹𝓮𝓽𝓸 𝓱𝓪𝓫𝓵𝓪𝓻 𝓭𝓮 𝓷𝓮𝓰𝓸𝓬𝓲𝓸𝓼 𝓭𝓮𝓷𝓽𝓻𝓸 𝓭𝓮 𝓾𝓷𝓪 𝓯𝓾𝓷𝓬𝓲ó𝓷?
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  • ¡Madre mía no me lo esperaba en absoluto, esta mañana me había levantado inspirada y bastante contenta.
    Ahora después de leer la carta del esposo de mi sobrina, he quedado desolada al descubrir que mi sobrina ha fallecido tan joven y dejando huérfanos a dos pobres bastardos!
    ¡Madre mía no me lo esperaba en absoluto, esta mañana me había levantado inspirada y bastante contenta. Ahora después de leer la carta del esposo de mi sobrina, he quedado desolada al descubrir que mi sobrina ha fallecido tan joven y dejando huérfanos a dos pobres bastardos!
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  • La aguja se desliza por la tela con precisión.
    El hilo negro atraviesa el borde del patrón como si supiera exactamente donde debe ir.
    Alaska no piensa en lo que cose, al menos no del todo.
    Sus manos lo hacen solas, como si estuvieran en automático.
    El cuerpo recuerda lo que la mente no necesita repetir.

    El apartamento está en silencio.
    No hay música.
    No hay televisor ni radio.
    Solo el zumbido del refrigerador, el sonido constante de la máquina de coser, el goteo de la cafetera eléctrica y el 'tic-tac' del reloj que ella misma desarmó y volvió a armar la semana pasada.

    Se levanta.
    Las cerraduras dobles están aseguradas.
    El aire huele a tela nueva y a café.
    Todo está en su sitio.
    Las tijeras sobre el escritorio.
    Las agujas alineadas por tamaño.
    Los hilos organizados por degradé de colores.

    Camina hacia la ventana. Las cortinas gruesas están cerradas, pero hay una rendija. Por ella se filtra la luz de la calle. Ve sombras, movimiento, vida.

    Ella no forma parte de eso.

    Camina hacia el salón. Se sienta en el suelo, junto a un mueble donde guarda retazos.
    El apartamento no exige respuestas.
    No interpreta gestos.
    No espera sonrisas.
    No la mira como si tuviera que justificarse.

    Aqui, no hay que fingir.
    No hay que calcular si una frase fue demasiado fría o si un silencio fue demasiado largo.

    Se recuesta contra la pared.
    El concreto está frío. Eso sí lo entiende.
    El frío no miente.
    No cambia de opinión.
    No se ofende.
    Solo es una constante que no necesita interpretación.

    Piensa en los días en que vivía con Harold.
    En los espacios que no eran suyos.
    En los rincones donde se escondía para no ser vista.
    Este apartamento no tiene rincones. Tiene límites claros.

    Se levanta.
    Vuelve a su espacio de costura.
    Toma asiento.
    Cose otra línea.
    El patrón está mal trazado.
    Lo sabe. Lo sabía desde antes.
    Pero no lo corrige. Lo deja así, como experimento.

    Aquí, puede hablar sola sin que nadie la corrija.
    O puede no hablar en absoluto.
    Puede coser durante horas.
    Puede comer lo mismo todos los días.

    Aquí, no es la chica rara.
    No es la hija del monstruo.
    No es la prófuga.
    Aquí, es solo Alaska.
    O Danna.
    O ninguna.
    O ambas.

    Y eso, aunque no sepa cómo se llama esa sensación, se parece mucho a estar. . . bien.
    La aguja se desliza por la tela con precisión. El hilo negro atraviesa el borde del patrón como si supiera exactamente donde debe ir. Alaska no piensa en lo que cose, al menos no del todo. Sus manos lo hacen solas, como si estuvieran en automático. El cuerpo recuerda lo que la mente no necesita repetir. El apartamento está en silencio. No hay música. No hay televisor ni radio. Solo el zumbido del refrigerador, el sonido constante de la máquina de coser, el goteo de la cafetera eléctrica y el 'tic-tac' del reloj que ella misma desarmó y volvió a armar la semana pasada. Se levanta. Las cerraduras dobles están aseguradas. El aire huele a tela nueva y a café. Todo está en su sitio. Las tijeras sobre el escritorio. Las agujas alineadas por tamaño. Los hilos organizados por degradé de colores. Camina hacia la ventana. Las cortinas gruesas están cerradas, pero hay una rendija. Por ella se filtra la luz de la calle. Ve sombras, movimiento, vida. Ella no forma parte de eso. Camina hacia el salón. Se sienta en el suelo, junto a un mueble donde guarda retazos. El apartamento no exige respuestas. No interpreta gestos. No espera sonrisas. No la mira como si tuviera que justificarse. Aqui, no hay que fingir. No hay que calcular si una frase fue demasiado fría o si un silencio fue demasiado largo. Se recuesta contra la pared. El concreto está frío. Eso sí lo entiende. El frío no miente. No cambia de opinión. No se ofende. Solo es una constante que no necesita interpretación. Piensa en los días en que vivía con Harold. En los espacios que no eran suyos. En los rincones donde se escondía para no ser vista. Este apartamento no tiene rincones. Tiene límites claros. Se levanta. Vuelve a su espacio de costura. Toma asiento. Cose otra línea. El patrón está mal trazado. Lo sabe. Lo sabía desde antes. Pero no lo corrige. Lo deja así, como experimento. Aquí, puede hablar sola sin que nadie la corrija. O puede no hablar en absoluto. Puede coser durante horas. Puede comer lo mismo todos los días. Aquí, no es la chica rara. No es la hija del monstruo. No es la prófuga. Aquí, es solo Alaska. O Danna. O ninguna. O ambas. Y eso, aunque no sepa cómo se llama esa sensación, se parece mucho a estar. . . bien.
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  • Capítulo Final — El Señor de las Sombras: Amo de los Elementos y la Oscuridad

    La sala final del Castillo de las Sombras se transformó en un altar de poder absoluto.
    El suelo se fracturó en placas flotantes, el aire vibraba con energía, y el cielo sobre ellos —si es que aún existía— se tornó púrpura, como si el mundo estuviera a punto de colapsar.
    El Señor de las Sombras se alzó en el centro, sin conjurar, sin hablar. Su cuerpo era una amalgama de sombra viva, pero ahora, cuatro núcleos elementales giraban a su alrededor: brasas ardientes, corrientes de agua, espirales de viento y fragmentos de roca flotante. Cada uno pulsaba con poder ancestral.
    Yukine y Lidica, apenas de pie, sintieron cómo el aire se volvía más pesado. El Amuleto del Destino temblaba. Esta vez, no era solo oscuridad. Era todo.
    El Señor de las Sombras extendió una mano, y el suelo se alzó como una ola de piedra. Columnas de obsidiana emergieron violentamente, atrapando a Lidica entre muros móviles. Yukine intentó volar con levitación, pero el campo gravitacional se duplicó. Su cuerpo cayó como plomo.
    Lidica, atrapada, fue aplastada por una presión tectónica. Sus huesos crujían. Cada intento de escape era bloqueado por muros que se regeneraban.
    Yukine, con la magia desestabilizada, intentó usar hechizos de vibración para romper las rocas, pero el Señor de las Sombras absorbía la energía y la devolvía como ondas sísmicas.
    Ambos fueron enterrados vivos por segundos. Solo el vínculo mágico entre ellos les permitió sincronizar una explosión de energía que los liberó… pero no sin heridas graves.
    El enemigo giró sobre sí mismo, y una espiral de fuego infernal se desató. No era fuego común: era fuego que quemaba recuerdos, que convertía emociones en cenizas.
    Yukine fue alcanzado por una llamarada que le arrancó parte de su túnica mágica. Su piel se agrietó, y su mente comenzó a olvidar hechizos que había memorizado desde niño.
    Lidica, envuelta en llamas, vio a su hermana arder frente a ella. El fuego no solo quemaba su cuerpo, sino que la obligaba a revivir su peor trauma.
    El Señor de las Sombras caminaba entre las llamas sin ser tocado. Cada paso provocaba explosiones. Yukine intentó conjurar una “Llama Invertida”, pero el fuego del enemigo era absoluto.
    Lidica, con los brazos quemados, logró lanzar una daga encantada que desvió una llamarada… pero cayó de rodillas, jadeando.
    El enemigo alzó ambas manos, y la sala se inundó en segundos. Corrientes de agua oscura envolvieron a los héroes, arrastrándolos a un plano líquido donde no había arriba ni abajo.
    Yukine fue sumergido en una ilusión acuática donde todos sus logros eran borrados. Veía su vida deshacerse como tinta en el agua.
    Lidica se ahogaba, no por falta de aire, sino por la presión emocional. Cada burbuja que escapaba de su boca era un recuerdo que se perdía.
    El Señor de las Sombras se convirtió en una serpiente marina de sombra líquida, atacando desde todas direcciones. Yukine logró conjurar una burbuja de aire, pero su energía estaba al límite. Lidica, con los pulmones colapsando, usó su último frasco de poción para recuperar apenas lo suficiente para moverse.
    El enemigo se elevó, y el viento se volvió cuchillas. Corrientes invisibles cortaban la piel, los músculos, incluso la magia.
    Yukine fue lanzado contra una pared por una ráfaga que rompía barreras mágicas. Su brazo izquierdo quedó inutilizado.
    Lidica intentó correr, pero el viento la desorientaba. Cada paso la llevaba a un lugar distinto. Su percepción del espacio se rompía.
    El Señor de las Sombras se multiplicó en formas aéreas, atacando con velocidad imposible. Yukine y Lidica no podían seguirle el ritmo. Cada segundo era una herida nueva. Cada intento de defensa era inútil.
    Ambos cayeron. Yukine, sangrando, con la magia casi extinguida. Lidica, con las piernas rotas, sin dagas, sin aire. El Amuleto del Destino cayó al suelo, apagado.
    El Señor de las Sombras descendió lentamente. Su voz resonó como un trueno:
    —“¿Esto es todo? ¿Esto es lo que el mundo llama esperanza?”
    Yukine intentó levantarse. Lidica extendió la mano. , pero no alcanzaba. El mundo se desmoronaba.
    Y entonces… algo se quebró.
    Dentro del pecho de Yukine, una marca que siempre había sentido como una cicatriz comenzó a arder. No era dolor físico. Era una ruptura. Un sello místico, impuesto por su maestro años atrás, se deshacía lentamente, como si el universo reconociera que ya no había otra opción.
    Yukine gritó. No por sufrimiento, sino por liberación.
    Su maestro le había dicho una vez:
    “Hay una parte de ti que no debes tocar… hasta que el mundo esté a punto de caer, pero el precio a pagar sera muy alto”
    La marca se expandió por su cuerpo, revelando runas antiguas que brillaban con luz azul oscura. No era magia convencional. Era magia de origen, una energía que no requería palabras, gestos ni concentración. Era voluntad pura, conectada directamente al tejido del mundo.
    Yukine se levantó. Su cuerpo seguía herido, pero la energía que lo envolvía lo sostenía. Sus ojos brillaban con un fulgor que no era humano. El Amuleto del Destino reaccionó, no absorbiendo su poder… sino alineándose con él.
    Lidica, aún en el suelo, sintió la presión cambiar. El aire se volvió más denso. El Señor de las Sombras se detuvo por primera vez.
    —“¿Qué… es eso?” —gruñó.
    Yukine no respondió. No podía. El poder que lo atravesaba hablaba por él.
    El Señor de las Sombras desató todo su poder: fuego, agua, viento, tierra, sombra. El mundo tembló. El cielo se rasgó. El suelo se partió.
    Yukine, guiado por el poder liberado, no esquivaba. No bloqueaba. Absorbía. Cada elemento era neutralizado por una runa que surgía espontáneamente en su piel. Cada ataque era redirigido, transformado, devuelto.
    Pero el poder tenía un precio.
    Con cada segundo, el sello se consumía. Yukine sentía su alma fragmentarse. Su cuerpo comenzaba a descomponerse por dentro. Era demasiado. Incluso para él.
    Lidica, viendo esto, usó lo que le quedaba de fuerza para canalizar su energía en el Amuleto. No para atacar. Para estabilizar a Yukine. Su vínculo no era emocional esta vez. Era técnico. Preciso. Ella se convirtió en el ancla que evitó que Yukine se desintegrara.
    Juntos, lanzaron el golpe final.
    Una onda de magia de origen, reforzada por el Amuleto y sostenida por Lidica, atravesó el núcleo del Señor de las Sombras.
    El enemigo gritó. No por dolor. Por incredulidad.
    —“¡No pueden vencerme! ¡Yo soy el fin!”
    —“Entonces este es el fin… de ti.” —respondieron juntos.
    Yukine cayó. Su cuerpo colapsó. El sello estaba roto. El poder se había ido. Lidica lo sostuvo, con lágrimas en los ojos.
    —“Lo lograste… pero casi te pierdo.” —susurró.
    El Amuleto del Destino brilló una última vez, estabilizando el entorno. El Castillo colapsó. La oscuridad retrocedió.
    Y el mundo… comenzó a sanar.
    La caída del Señor de las Sombras no fue una explosión, ni un grito final. Fue un silencio. Un vacío que se disipó lentamente, como la niebla al amanecer. El Castillo de las Sombras se desmoronó en fragmentos de obsidiana que se hundieron en la tierra, como si el mundo mismo quisiera enterrar su memoria.
    El cielo, antes teñido de púrpura y tormenta, comenzó a abrirse. No con luz intensa, sino con una claridad suave, como si el sol dudara en volver a mirar.
    El mundo no celebró. No aún. Primero, lloró.
    Yukine y Lidica fueron encontrados entre los escombros del Castillo de las Sombras por los sabios del Bosque de los Ancestros. No como guerreros invencibles, sino como sobrevivientes al borde de la muerte.
    Yukine fue llevado inconsciente al Santuario de las Aguas Silentes, donde los sabios del norte intentaron estabilizar su cuerpo. El sello roto había liberado un poder ancestral, pero también había dejado grietas profundas en su alma. Durante semanas, su magia fluctuaba sin control. A veces, su cuerpo brillaba con runas vivas. Otras, se apagaba por completo.
    Lidica, con las piernas fracturadas, quemaduras internas y una fatiga que no se curaba con pociones, fue atendida por los druidas del Valle del Viento. Su cuerpo sanaba lentamente, pero su mente seguía atrapada en los ecos de la batalla. A menudo despertaba gritando, creyendo que el Señor de las Sombras aún estaba allí.
    Ambos estaban vivos. Pero no intactos.
    Pasaron varios meses antes de que Yukine abriera los ojos. Lo primero que vio fue a Lidica dormida a su lado, con una venda en el rostro y una cicatriz nueva en el cuello. Lo primero que dijo fue:
    —“¿Ganamos?”
    Lidica despertó. No respondió. Solo lo abrazó. Y ambos lloraron. No por la victoria. Sino por todo lo que costó.
    La magia oscura que había envuelto los reinos comenzó a disiparse. Las criaturas que habían huido —dragones, espíritus del bosque, guardianes elementales— regresaron poco a poco. Las tierras malditas florecieron. Los ríos contaminados se limpiaron. Las aldeas que vivían bajo el miedo comenzaron a reconstruirse.
    los campos ardidos por el fuego se convirtieron en jardines de luz.
    los lagos recuperaron su cristalino reflejo, y los peces dorados volvieron a danzar.
    los vientos que antes cortaban ahora movían molinos que alimentaban aldeas enteras.
    las montañas fracturadas fueron talladas en monumentos a los caídos.
    Los pueblos no erigieron estatuas de Yukine y Lidica. En cambio, sembraron árboles. Porque sabían que la verdadera victoria no era recordar la guerra… sino cultivar la paz.
    Los descendientes de los Guardianes elementales se reunieron en el Círculo de la Aurora, donde juraron proteger el equilibrio y evitar que el poder se concentrara en una sola mano.
    El Amuleto del Destino fue sellado en el Templo de la Luz Silente, no como arma, sino como testigo. Solo Yukine y Lidica podían acceder a él, y ambos decidieron no volver a usarlo… a menos que el mundo volviera a olvidar lo que costó la paz.
    No regresaron a sus antiguas vidas. Yukine no volvió a su torre. Lidica no retomó la senda del combate. En cambio, caminaron juntos por los pueblos, enseñando a los niños a leer las estrellas, ayudando a los ancianos a reconstruir sus hogares, escuchando las historias de quienes sobrevivieron.
    A veces, simplemente se sentaban bajo un árbol, en silencio. Porque el silencio, después de tanto dolor, era también una forma de paz.
    —“¿Crees que esto durará?” —preguntó Lidica una tarde.
    —“No lo sé.” —respondió Yukine, mirando el cielo. —“Pero si vuelve la oscuridad… sabrá que no estamos solos.”
    Capítulo Final — El Señor de las Sombras: Amo de los Elementos y la Oscuridad La sala final del Castillo de las Sombras se transformó en un altar de poder absoluto. El suelo se fracturó en placas flotantes, el aire vibraba con energía, y el cielo sobre ellos —si es que aún existía— se tornó púrpura, como si el mundo estuviera a punto de colapsar. El Señor de las Sombras se alzó en el centro, sin conjurar, sin hablar. Su cuerpo era una amalgama de sombra viva, pero ahora, cuatro núcleos elementales giraban a su alrededor: brasas ardientes, corrientes de agua, espirales de viento y fragmentos de roca flotante. Cada uno pulsaba con poder ancestral. Yukine y Lidica, apenas de pie, sintieron cómo el aire se volvía más pesado. El Amuleto del Destino temblaba. Esta vez, no era solo oscuridad. Era todo. El Señor de las Sombras extendió una mano, y el suelo se alzó como una ola de piedra. Columnas de obsidiana emergieron violentamente, atrapando a Lidica entre muros móviles. Yukine intentó volar con levitación, pero el campo gravitacional se duplicó. Su cuerpo cayó como plomo. Lidica, atrapada, fue aplastada por una presión tectónica. Sus huesos crujían. Cada intento de escape era bloqueado por muros que se regeneraban. Yukine, con la magia desestabilizada, intentó usar hechizos de vibración para romper las rocas, pero el Señor de las Sombras absorbía la energía y la devolvía como ondas sísmicas. Ambos fueron enterrados vivos por segundos. Solo el vínculo mágico entre ellos les permitió sincronizar una explosión de energía que los liberó… pero no sin heridas graves. El enemigo giró sobre sí mismo, y una espiral de fuego infernal se desató. No era fuego común: era fuego que quemaba recuerdos, que convertía emociones en cenizas. Yukine fue alcanzado por una llamarada que le arrancó parte de su túnica mágica. Su piel se agrietó, y su mente comenzó a olvidar hechizos que había memorizado desde niño. Lidica, envuelta en llamas, vio a su hermana arder frente a ella. El fuego no solo quemaba su cuerpo, sino que la obligaba a revivir su peor trauma. El Señor de las Sombras caminaba entre las llamas sin ser tocado. Cada paso provocaba explosiones. Yukine intentó conjurar una “Llama Invertida”, pero el fuego del enemigo era absoluto. Lidica, con los brazos quemados, logró lanzar una daga encantada que desvió una llamarada… pero cayó de rodillas, jadeando. El enemigo alzó ambas manos, y la sala se inundó en segundos. Corrientes de agua oscura envolvieron a los héroes, arrastrándolos a un plano líquido donde no había arriba ni abajo. Yukine fue sumergido en una ilusión acuática donde todos sus logros eran borrados. Veía su vida deshacerse como tinta en el agua. Lidica se ahogaba, no por falta de aire, sino por la presión emocional. Cada burbuja que escapaba de su boca era un recuerdo que se perdía. El Señor de las Sombras se convirtió en una serpiente marina de sombra líquida, atacando desde todas direcciones. Yukine logró conjurar una burbuja de aire, pero su energía estaba al límite. Lidica, con los pulmones colapsando, usó su último frasco de poción para recuperar apenas lo suficiente para moverse. El enemigo se elevó, y el viento se volvió cuchillas. Corrientes invisibles cortaban la piel, los músculos, incluso la magia. Yukine fue lanzado contra una pared por una ráfaga que rompía barreras mágicas. Su brazo izquierdo quedó inutilizado. Lidica intentó correr, pero el viento la desorientaba. Cada paso la llevaba a un lugar distinto. Su percepción del espacio se rompía. El Señor de las Sombras se multiplicó en formas aéreas, atacando con velocidad imposible. Yukine y Lidica no podían seguirle el ritmo. Cada segundo era una herida nueva. Cada intento de defensa era inútil. Ambos cayeron. Yukine, sangrando, con la magia casi extinguida. Lidica, con las piernas rotas, sin dagas, sin aire. El Amuleto del Destino cayó al suelo, apagado. El Señor de las Sombras descendió lentamente. Su voz resonó como un trueno: —“¿Esto es todo? ¿Esto es lo que el mundo llama esperanza?” Yukine intentó levantarse. Lidica extendió la mano. , pero no alcanzaba. El mundo se desmoronaba. Y entonces… algo se quebró. Dentro del pecho de Yukine, una marca que siempre había sentido como una cicatriz comenzó a arder. No era dolor físico. Era una ruptura. Un sello místico, impuesto por su maestro años atrás, se deshacía lentamente, como si el universo reconociera que ya no había otra opción. Yukine gritó. No por sufrimiento, sino por liberación. Su maestro le había dicho una vez: “Hay una parte de ti que no debes tocar… hasta que el mundo esté a punto de caer, pero el precio a pagar sera muy alto” La marca se expandió por su cuerpo, revelando runas antiguas que brillaban con luz azul oscura. No era magia convencional. Era magia de origen, una energía que no requería palabras, gestos ni concentración. Era voluntad pura, conectada directamente al tejido del mundo. Yukine se levantó. Su cuerpo seguía herido, pero la energía que lo envolvía lo sostenía. Sus ojos brillaban con un fulgor que no era humano. El Amuleto del Destino reaccionó, no absorbiendo su poder… sino alineándose con él. Lidica, aún en el suelo, sintió la presión cambiar. El aire se volvió más denso. El Señor de las Sombras se detuvo por primera vez. —“¿Qué… es eso?” —gruñó. Yukine no respondió. No podía. El poder que lo atravesaba hablaba por él. El Señor de las Sombras desató todo su poder: fuego, agua, viento, tierra, sombra. El mundo tembló. El cielo se rasgó. El suelo se partió. Yukine, guiado por el poder liberado, no esquivaba. No bloqueaba. Absorbía. Cada elemento era neutralizado por una runa que surgía espontáneamente en su piel. Cada ataque era redirigido, transformado, devuelto. Pero el poder tenía un precio. Con cada segundo, el sello se consumía. Yukine sentía su alma fragmentarse. Su cuerpo comenzaba a descomponerse por dentro. Era demasiado. Incluso para él. Lidica, viendo esto, usó lo que le quedaba de fuerza para canalizar su energía en el Amuleto. No para atacar. Para estabilizar a Yukine. Su vínculo no era emocional esta vez. Era técnico. Preciso. Ella se convirtió en el ancla que evitó que Yukine se desintegrara. Juntos, lanzaron el golpe final. Una onda de magia de origen, reforzada por el Amuleto y sostenida por Lidica, atravesó el núcleo del Señor de las Sombras. El enemigo gritó. No por dolor. Por incredulidad. —“¡No pueden vencerme! ¡Yo soy el fin!” —“Entonces este es el fin… de ti.” —respondieron juntos. Yukine cayó. Su cuerpo colapsó. El sello estaba roto. El poder se había ido. Lidica lo sostuvo, con lágrimas en los ojos. —“Lo lograste… pero casi te pierdo.” —susurró. El Amuleto del Destino brilló una última vez, estabilizando el entorno. El Castillo colapsó. La oscuridad retrocedió. Y el mundo… comenzó a sanar. La caída del Señor de las Sombras no fue una explosión, ni un grito final. Fue un silencio. Un vacío que se disipó lentamente, como la niebla al amanecer. El Castillo de las Sombras se desmoronó en fragmentos de obsidiana que se hundieron en la tierra, como si el mundo mismo quisiera enterrar su memoria. El cielo, antes teñido de púrpura y tormenta, comenzó a abrirse. No con luz intensa, sino con una claridad suave, como si el sol dudara en volver a mirar. El mundo no celebró. No aún. Primero, lloró. Yukine y Lidica fueron encontrados entre los escombros del Castillo de las Sombras por los sabios del Bosque de los Ancestros. No como guerreros invencibles, sino como sobrevivientes al borde de la muerte. Yukine fue llevado inconsciente al Santuario de las Aguas Silentes, donde los sabios del norte intentaron estabilizar su cuerpo. El sello roto había liberado un poder ancestral, pero también había dejado grietas profundas en su alma. Durante semanas, su magia fluctuaba sin control. A veces, su cuerpo brillaba con runas vivas. Otras, se apagaba por completo. Lidica, con las piernas fracturadas, quemaduras internas y una fatiga que no se curaba con pociones, fue atendida por los druidas del Valle del Viento. Su cuerpo sanaba lentamente, pero su mente seguía atrapada en los ecos de la batalla. A menudo despertaba gritando, creyendo que el Señor de las Sombras aún estaba allí. Ambos estaban vivos. Pero no intactos. Pasaron varios meses antes de que Yukine abriera los ojos. Lo primero que vio fue a Lidica dormida a su lado, con una venda en el rostro y una cicatriz nueva en el cuello. Lo primero que dijo fue: —“¿Ganamos?” Lidica despertó. No respondió. Solo lo abrazó. Y ambos lloraron. No por la victoria. Sino por todo lo que costó. La magia oscura que había envuelto los reinos comenzó a disiparse. Las criaturas que habían huido —dragones, espíritus del bosque, guardianes elementales— regresaron poco a poco. Las tierras malditas florecieron. Los ríos contaminados se limpiaron. Las aldeas que vivían bajo el miedo comenzaron a reconstruirse. los campos ardidos por el fuego se convirtieron en jardines de luz. los lagos recuperaron su cristalino reflejo, y los peces dorados volvieron a danzar. los vientos que antes cortaban ahora movían molinos que alimentaban aldeas enteras. las montañas fracturadas fueron talladas en monumentos a los caídos. Los pueblos no erigieron estatuas de Yukine y Lidica. En cambio, sembraron árboles. Porque sabían que la verdadera victoria no era recordar la guerra… sino cultivar la paz. Los descendientes de los Guardianes elementales se reunieron en el Círculo de la Aurora, donde juraron proteger el equilibrio y evitar que el poder se concentrara en una sola mano. El Amuleto del Destino fue sellado en el Templo de la Luz Silente, no como arma, sino como testigo. Solo Yukine y Lidica podían acceder a él, y ambos decidieron no volver a usarlo… a menos que el mundo volviera a olvidar lo que costó la paz. No regresaron a sus antiguas vidas. Yukine no volvió a su torre. Lidica no retomó la senda del combate. En cambio, caminaron juntos por los pueblos, enseñando a los niños a leer las estrellas, ayudando a los ancianos a reconstruir sus hogares, escuchando las historias de quienes sobrevivieron. A veces, simplemente se sentaban bajo un árbol, en silencio. Porque el silencio, después de tanto dolor, era también una forma de paz. —“¿Crees que esto durará?” —preguntó Lidica una tarde. —“No lo sé.” —respondió Yukine, mirando el cielo. —“Pero si vuelve la oscuridad… sabrá que no estamos solos.”
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  • Esto se ha publicado como Out Of Character. Tenlo en cuenta al responder.
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    Hoy en ALBUMES CON EL TÍO JERO

    ULVER - "The Shadows of the Sun" (2007)

    Género: Ambient/Electrónica/Avant-Garde/Experimental.

    "Hoy, estando un poco 'de Chill' nos adentramos en uno de esos álbumes que se pueden definir en una sola palabra, y esa es 'MUERTE', Pero no en un tono agresivo, si no más bien contemplativo.

    Este es un álbum para caer en un trance absoluto, asediado por la sombra de la muerte en todas sus formas. Una obra que debe escucharse en completa soledad y dejarse llevar por los paisajes sonoros fúnebres y a la vez muy tristes, en viaje inmersivo de capas de sintetizador y orquesta de cuerdas. Es de difícil escucha, Pero si se hace en el ánimo correcto, este album pega doble a las emociones.

    En lo que compete al rol, sirve para ambientes sombríos e historias de profunda melancolía y tristeza.

    ADVERTENCIA : Si usted tiende a deprimirse mucho o muy fácilmente absténgase de escuchar este album o se terminará pegando un tiro."

    8 Jeros de 10

    https://youtu.be/YSwIahX6t6I?si=IJ0cc4XZcpqG6MyV
    Hoy en ALBUMES CON EL TÍO JERO 😎💀 ULVER - "The Shadows of the Sun" (2007) Género: Ambient/Electrónica/Avant-Garde/Experimental. "Hoy, estando un poco 'de Chill' nos adentramos en uno de esos álbumes que se pueden definir en una sola palabra, y esa es 'MUERTE', Pero no en un tono agresivo, si no más bien contemplativo. Este es un álbum para caer en un trance absoluto, asediado por la sombra de la muerte en todas sus formas. Una obra que debe escucharse en completa soledad y dejarse llevar por los paisajes sonoros fúnebres y a la vez muy tristes, en viaje inmersivo de capas de sintetizador y orquesta de cuerdas. Es de difícil escucha, Pero si se hace en el ánimo correcto, este album pega doble a las emociones. En lo que compete al rol, sirve para ambientes sombríos e historias de profunda melancolía y tristeza. ⚠️ ADVERTENCIA ⚠️: Si usted tiende a deprimirse mucho o muy fácilmente absténgase de escuchar este album o se terminará pegando un tiro." 8 Jeros de 10 💀💀💀💀💀💀💀💀 https://youtu.be/YSwIahX6t6I?si=IJ0cc4XZcpqG6MyV
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    Battle Time: Goetia vs Godkiller – El Juicio Final de los Dioses

    Escenario
    El combate tiene lugar en el Trono del Fin de los Tiempos, un plano más allá del universo donde estrellas muertas flotan como cenizas en un océano de vacío. A lo lejos, una grieta cósmica divide el cielo en dos: un lado ardiendo en llamas doradas, el otro sumido en oscuridad sangrienta. Cada respiro de estos titanes es suficiente para hacer colapsar galaxias enteras.

    El Choque
    La figura imponente de Goetia, el rey demoníaco de la magia prohibida, aparece envuelto en una marea de llamas apocalípticas. Su torso resplandece con el núcleo de destrucción, un ojo ardiente que palpita con el poder de incontables almas sacrificadas. Su voz truena como un millón de tormentas:

    — “¡Soy el fuego del final, la condena de los cielos y la extinción de la humanidad!”

    Enfrente, el caballero eterno Godkiller se yergue con armadura oscura bañada en luz carmesí. En su mano porta la Hoja del Eclipse, un arma forjada para derribar divinidades. Su mirada es fría, calculadora, y cada paso que da resuena como un martillo golpeando el destino.

    — “Dios o demonio… da igual. Mi espada fue hecha para matar a ambos.”

    El choque comienza con un estallido de luz y oscuridad que rasga la eternidad.

    Habilidades
    ⁘ Goetia
    ֎ Flame of Incineration: fuego místico capaz de reducir mundos enteros a cenizas.

    ֎ Ojo del Juicio: el núcleo en su pecho dispara rayos de energía que borran la existencia de todo lo que tocan.

    ֎ Magia Prohibida: manipula almas sacrificadas, usándolas como proyectiles, escudos o invocaciones.

    ֎ Inmortalidad Demoníaca: su cuerpo se regenera mientras exista odio y desesperación en el cosmos.

    ꕤ Godkiller
    ⚜ Hoja del Eclipse: espada capaz de cortar conceptos divinos, anulando poderes “absolutos”.

    ⚜ Aura del Vacío: un campo de energía que debilita y corrompe cualquier poder celestial o infernal cercano.

    ⚜ Juicio Carmesí: descarga un tajo de energía roja que puede dividir montañas estelares y agujeros negros.

    ⚜ Voluntad del Guerrero Eterno: su fuerza aumenta cuanto más alto sea el poder de su oponente; entre más divina la amenaza, más letal se vuelve.

    Clímax
    Goetia desata su furia: mares de fuego dorado envuelven el campo, estrellas enteras son consumidas y lanzadas contra Godkiller como proyectiles. El caballero avanza entre el caos, su armadura resquebrajada pero su espada brillando con un fulgor inquebrantable.

    El Ojo del Juicio dispara un rayo que atraviesa realidades, pero la Hoja del Eclipse corta la energía como si fuese aire. El universo se tambalea cuando ambos descargan sus ataques finales:

    ❁ Goetia lanza la Llama Final de la Extinción, un sol maldito que arde con toda su existencia.

    ❁ Godkiller responde con la Decapitación del Cielo, un tajo único que divide la luz, la oscuridad y el tiempo mismo.

    La colisión provoca una explosión que desintegra el plano entero.
    🌌🔥 Battle Time: Goetia vs Godkiller – El Juicio Final de los Dioses ⚔️ 🌠 Escenario El combate tiene lugar en el Trono del Fin de los Tiempos, un plano más allá del universo donde estrellas muertas flotan como cenizas en un océano de vacío. A lo lejos, una grieta cósmica divide el cielo en dos: un lado ardiendo en llamas doradas, el otro sumido en oscuridad sangrienta. Cada respiro de estos titanes es suficiente para hacer colapsar galaxias enteras. ⚔️ El Choque La figura imponente de Goetia, el rey demoníaco de la magia prohibida, aparece envuelto en una marea de llamas apocalípticas. Su torso resplandece con el núcleo de destrucción, un ojo ardiente que palpita con el poder de incontables almas sacrificadas. Su voz truena como un millón de tormentas: — “¡Soy el fuego del final, la condena de los cielos y la extinción de la humanidad!” Enfrente, el caballero eterno Godkiller se yergue con armadura oscura bañada en luz carmesí. En su mano porta la Hoja del Eclipse, un arma forjada para derribar divinidades. Su mirada es fría, calculadora, y cada paso que da resuena como un martillo golpeando el destino. — “Dios o demonio… da igual. Mi espada fue hecha para matar a ambos.” El choque comienza con un estallido de luz y oscuridad que rasga la eternidad. 🔥 Habilidades ⁘ Goetia ֎ Flame of Incineration: fuego místico capaz de reducir mundos enteros a cenizas. ֎ Ojo del Juicio: el núcleo en su pecho dispara rayos de energía que borran la existencia de todo lo que tocan. ֎ Magia Prohibida: manipula almas sacrificadas, usándolas como proyectiles, escudos o invocaciones. ֎ Inmortalidad Demoníaca: su cuerpo se regenera mientras exista odio y desesperación en el cosmos. ꕤ Godkiller ⚜ Hoja del Eclipse: espada capaz de cortar conceptos divinos, anulando poderes “absolutos”. ⚜ Aura del Vacío: un campo de energía que debilita y corrompe cualquier poder celestial o infernal cercano. ⚜ Juicio Carmesí: descarga un tajo de energía roja que puede dividir montañas estelares y agujeros negros. ⚜ Voluntad del Guerrero Eterno: su fuerza aumenta cuanto más alto sea el poder de su oponente; entre más divina la amenaza, más letal se vuelve. ⚡ Clímax Goetia desata su furia: mares de fuego dorado envuelven el campo, estrellas enteras son consumidas y lanzadas contra Godkiller como proyectiles. El caballero avanza entre el caos, su armadura resquebrajada pero su espada brillando con un fulgor inquebrantable. El Ojo del Juicio dispara un rayo que atraviesa realidades, pero la Hoja del Eclipse corta la energía como si fuese aire. El universo se tambalea cuando ambos descargan sus ataques finales: ❁ Goetia lanza la Llama Final de la Extinción, un sol maldito que arde con toda su existencia. ❁ Godkiller responde con la Decapitación del Cielo, un tajo único que divide la luz, la oscuridad y el tiempo mismo. La colisión provoca una explosión que desintegra el plano entero.
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  • 𝕷𝖆 𝖛𝖎𝖉𝖆 𝖓𝖔 𝖛𝖆𝖑𝖊 𝖓𝖆𝖉𝖆 | 𝕻𝖗𝖔𝖑𝖔𝖌𝖚𝖊 — 𝕮𝖍𝖆𝖕𝖙𝖊𝖗 [𝟎𝟐]

    La juventud comenzaba a brindar sus frutos teniendo en cuenta el sufrimiento causado y los constantes maltratos que sufría diariamente en la calle.

    ❝ 𝐋𝐚 𝐯𝐢𝐝𝐚 𝐧𝐨 𝐯𝐚𝐥𝐞 𝐧𝐚𝐝𝐚 ❞

    Esas eran las palabras que se repetía así mismo; desde que era un infante con ilusiones y metas por cumplir que terminó convirtiéndose en solo alguien que deseaba una sola cosa : Morir. El argentino siempre vagaba en esas calles; sin oficio ni rumbo alguno, entregándose completamente a lo más bajo que tenía a su alcance.

    Ya hacía poco que la policía lo buscaba por el asesinato cometido al vagabundo que intentó atracarlo, pero, no tomaba importancia a ello, solo buscaba un sitio de reposo. Aún sus manos y ropas yacían cubiertas por la sangre seca del primer pecado cometido.

    ──── 𝘈𝘨𝘶𝘢. . . 𝘕𝘦𝘤𝘦𝘴𝘪𝘵𝘰 𝘢𝘨𝘶𝘢. ────

    Mencionaba por lo bajo, con una voz y respiración agitada. La noche cayó, el frío lo torturaba teniendo en cuenta las heridas que no terminaron de sanar y para él era un infierno absoluto. Encontró un lugar, un pequeño parque donde reposar en una silla pero al momento de sentarse escucho una voz que lo sentenció : ¡Alto ahí!

    Al levantar la vista, se percató de la presencia de dos policías cuáles no dudaron en golpearlo hasta provocarle una lesión en la nariz. Ya estando él en el suelo, uno le apunto directamente con su 9mm en la frente. Santiago, con la mirada ya cansada de todo solo alcanzó a decir.

    ──── 𝘝𝘢𝘮𝘰𝘴 𝘩𝘪𝘫𝘰 𝘥𝘦 𝘱𝘶𝘵𝘢. . . 𝘋𝘪𝘴𝘱𝘢𝘳𝘢 𝘥𝘦 𝘶𝘯𝘢 𝘮𝘢𝘭𝘥𝘪𝘵𝘢 𝘷𝘦𝘻. 𝘕𝘰 𝘵𝘦𝘯𝘨𝘰 𝘯𝘢𝘥𝘢 𝘮á𝘴 𝘱𝘰𝘳𝘲𝘶𝘦 𝘷𝘪𝘷𝘪𝘳. . . 𝘓𝘢 𝘷𝘪𝘥𝘢, 𝘯𝘰 𝘷𝘢𝘭𝘦 𝘯𝘢𝘥𝘢. 𝘈𝘴í 𝘲𝘶𝘦, 𝘫𝘢𝘭𝘢 𝘦𝘴𝘦 𝘱𝘶𝘵𝘰 𝘨𝘢𝘵𝘪𝘭𝘭𝘰. ────
    𝕷𝖆 𝖛𝖎𝖉𝖆 𝖓𝖔 𝖛𝖆𝖑𝖊 𝖓𝖆𝖉𝖆 | 𝕻𝖗𝖔𝖑𝖔𝖌𝖚𝖊 — 𝕮𝖍𝖆𝖕𝖙𝖊𝖗 [𝟎𝟐] La juventud comenzaba a brindar sus frutos teniendo en cuenta el sufrimiento causado y los constantes maltratos que sufría diariamente en la calle. ❝ 𝐋𝐚 𝐯𝐢𝐝𝐚 𝐧𝐨 𝐯𝐚𝐥𝐞 𝐧𝐚𝐝𝐚 ❞ Esas eran las palabras que se repetía así mismo; desde que era un infante con ilusiones y metas por cumplir que terminó convirtiéndose en solo alguien que deseaba una sola cosa : Morir. El argentino siempre vagaba en esas calles; sin oficio ni rumbo alguno, entregándose completamente a lo más bajo que tenía a su alcance. Ya hacía poco que la policía lo buscaba por el asesinato cometido al vagabundo que intentó atracarlo, pero, no tomaba importancia a ello, solo buscaba un sitio de reposo. Aún sus manos y ropas yacían cubiertas por la sangre seca del primer pecado cometido. ──── 𝘈𝘨𝘶𝘢. . . 𝘕𝘦𝘤𝘦𝘴𝘪𝘵𝘰 𝘢𝘨𝘶𝘢. ──── Mencionaba por lo bajo, con una voz y respiración agitada. La noche cayó, el frío lo torturaba teniendo en cuenta las heridas que no terminaron de sanar y para él era un infierno absoluto. Encontró un lugar, un pequeño parque donde reposar en una silla pero al momento de sentarse escucho una voz que lo sentenció : ¡Alto ahí! Al levantar la vista, se percató de la presencia de dos policías cuáles no dudaron en golpearlo hasta provocarle una lesión en la nariz. Ya estando él en el suelo, uno le apunto directamente con su 9mm en la frente. Santiago, con la mirada ya cansada de todo solo alcanzó a decir. ──── 𝘝𝘢𝘮𝘰𝘴 𝘩𝘪𝘫𝘰 𝘥𝘦 𝘱𝘶𝘵𝘢. . . 𝘋𝘪𝘴𝘱𝘢𝘳𝘢 𝘥𝘦 𝘶𝘯𝘢 𝘮𝘢𝘭𝘥𝘪𝘵𝘢 𝘷𝘦𝘻. 𝘕𝘰 𝘵𝘦𝘯𝘨𝘰 𝘯𝘢𝘥𝘢 𝘮á𝘴 𝘱𝘰𝘳𝘲𝘶𝘦 𝘷𝘪𝘷𝘪𝘳. . . 𝘓𝘢 𝘷𝘪𝘥𝘢, 𝘯𝘰 𝘷𝘢𝘭𝘦 𝘯𝘢𝘥𝘢. 𝘈𝘴í 𝘲𝘶𝘦, 𝘫𝘢𝘭𝘢 𝘦𝘴𝘦 𝘱𝘶𝘵𝘰 𝘨𝘢𝘵𝘪𝘭𝘭𝘰. ────
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    Perdón por la ausencia, pero de verdad no tenía ganas en absoluto de venir, espero que estén muy bien. Tengan un hermoso día.

    #SeductiveSunday
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  • Ficha – Evangeline
    Información básica

    Nombre completo: Evangeline Evans

    Edad: 24 años

    Cumpleaños: 15 de enero

    Orientación sexual: Bisexual

    Nacionalidad: ¿?

    Ocupación: Exorcista independiente, trabaja para el Vaticano indirectamente, pocas personas saben que trabaja en eso pero para el mundo ella es una abogada.

    Estado civil: Soltera

    Apariencia

    Cabello: Blanco plateado, largo hasta la cintura, ligeramente ondulado.

    Ojos: Azul grisáceo, intensos y fríos.

    Altura: 1.63

    Estilo de ropa: Mezcla entre práctico y rebelde; suele usar negro, botas pesadas, chaquetas grandes.

    Marcas notables: Tiene cicatrices en el torso y espalda por rituales pasados. Siempre lleva un rosario negro y un tatuaje con símbolos protectores en el brazo izquierdo.

    Personalidad

    Carácter general: Evangeline es trabajadora de, le gusta ayudar a los demás, a veces piensa en ella misma pero aún así no deja de ayudar a los demás. Es seductora, carismática, sarcástica y bromista pero la mayor parte del tiempo se le ve seria o eso trata de aparentar al principio


    Historia

    Evangeline Evans parecía una chica normal… hasta que un demonio le arruinó la vida familiar matando a su padre. Gracias a eso, su mamá, que sabía más de lo sobrenatural que cualquier manual de exorcismos, le enseñó desde pequeña a ver espíritus, defenderse y no morir en el intento. Básicamente, Evangeline creció entrenada para convivir con fantasmas mientras los demás niños aprendían a andar en bici.

    Durante su juventud, combinaba la vida “normal” con lo paranormal: estudiaba derecho para no morir de hambre y hacía limpias energéticas y canalizaciones para pagar la universidad. Era un trabajo decente… hasta que dejó de serlo. Una noche, una señora desesperada la buscó y lo que parecía un trabajo rutinario se convirtió en un desastre absoluto: un adolescente con los ojos completamente negros y una sonrisa que decia "De esta no te salvas" estaba poseído, y no había cura rápida ni sacerdote disponible.

    Evangeline, que nunca había hecho un exorcismo real, tuvo que improvisar usando todo lo que su madre le había enseñado y un poquito de pura desesperación. Esa noche salvó al chico y descubrió algo que ya no podía ignorar: tenía un talento especial para enfrentarse a demonios sedientos de sangre. Desde entonces, decidió ser exorcista independiente, mientras al mundo le vende la historia de que es solo una abogada.

    El Vaticano por harté de magia se enteró de su acto de "caridad" y sus maravillosos dones, hablaron con ella la trataron de convencer de trabajar en su iglesia rara pero ella no estaba convencida ni tampoco le gustaba el Vaticano, al final quedaron en un acuerdo, ella ayuda gente pero a cambio ellos no la tratan de convertir en parte de su iglesia.
    Ficha – Evangeline Información básica Nombre completo: Evangeline Evans Edad: 24 años Cumpleaños: 15 de enero Orientación sexual: Bisexual Nacionalidad: ¿? Ocupación: Exorcista independiente, trabaja para el Vaticano indirectamente, pocas personas saben que trabaja en eso pero para el mundo ella es una abogada. Estado civil: Soltera Apariencia Cabello: Blanco plateado, largo hasta la cintura, ligeramente ondulado. Ojos: Azul grisáceo, intensos y fríos. Altura: 1.63 Estilo de ropa: Mezcla entre práctico y rebelde; suele usar negro, botas pesadas, chaquetas grandes. Marcas notables: Tiene cicatrices en el torso y espalda por rituales pasados. Siempre lleva un rosario negro y un tatuaje con símbolos protectores en el brazo izquierdo. Personalidad Carácter general: Evangeline es trabajadora de, le gusta ayudar a los demás, a veces piensa en ella misma pero aún así no deja de ayudar a los demás. Es seductora, carismática, sarcástica y bromista pero la mayor parte del tiempo se le ve seria o eso trata de aparentar al principio Historia Evangeline Evans parecía una chica normal… hasta que un demonio le arruinó la vida familiar matando a su padre. Gracias a eso, su mamá, que sabía más de lo sobrenatural que cualquier manual de exorcismos, le enseñó desde pequeña a ver espíritus, defenderse y no morir en el intento. Básicamente, Evangeline creció entrenada para convivir con fantasmas mientras los demás niños aprendían a andar en bici. Durante su juventud, combinaba la vida “normal” con lo paranormal: estudiaba derecho para no morir de hambre y hacía limpias energéticas y canalizaciones para pagar la universidad. Era un trabajo decente… hasta que dejó de serlo. Una noche, una señora desesperada la buscó y lo que parecía un trabajo rutinario se convirtió en un desastre absoluto: un adolescente con los ojos completamente negros y una sonrisa que decia "De esta no te salvas" estaba poseído, y no había cura rápida ni sacerdote disponible. Evangeline, que nunca había hecho un exorcismo real, tuvo que improvisar usando todo lo que su madre le había enseñado y un poquito de pura desesperación. Esa noche salvó al chico y descubrió algo que ya no podía ignorar: tenía un talento especial para enfrentarse a demonios sedientos de sangre. Desde entonces, decidió ser exorcista independiente, mientras al mundo le vende la historia de que es solo una abogada. El Vaticano por harté de magia se enteró de su acto de "caridad" y sus maravillosos dones, hablaron con ella la trataron de convencer de trabajar en su iglesia rara pero ella no estaba convencida ni tampoco le gustaba el Vaticano, al final quedaron en un acuerdo, ella ayuda gente pero a cambio ellos no la tratan de convertir en parte de su iglesia.
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    -Raiden siente cómo el viento acaricia su rostro, llevándose consigo los ecos de un tiempo que parecía lejano. La imagen de su hermana se dibuja en su mente con la claridad de un recuerdo reciente. Ella siempre había sido su luz, la chispa que iluminaba incluso los días más oscuros. Pero aquel día, el día que cambió todo, la luz se apagó.El cielo se oscureció de repente, como si el mismo universo se hubiera puesto de luto. Raiden recuerda el estruendo de los truenos, el temblor de la tierra bajo sus pies y el grito desgarrador de su hermana mientras el caos se desataba a su alrededor. La batalla había sido feroz, y aunque ella luchó con todas sus fuerzas, no pudo protegerla. Su pérdida la había marcado, y desde entonces, el peso de la culpa la había acompañado como una sombra.

    —Makoto...
    -Raiden siente cómo el viento acaricia su rostro, llevándose consigo los ecos de un tiempo que parecía lejano. La imagen de su hermana se dibuja en su mente con la claridad de un recuerdo reciente. Ella siempre había sido su luz, la chispa que iluminaba incluso los días más oscuros. Pero aquel día, el día que cambió todo, la luz se apagó.El cielo se oscureció de repente, como si el mismo universo se hubiera puesto de luto. Raiden recuerda el estruendo de los truenos, el temblor de la tierra bajo sus pies y el grito desgarrador de su hermana mientras el caos se desataba a su alrededor. La batalla había sido feroz, y aunque ella luchó con todas sus fuerzas, no pudo protegerla. Su pérdida la había marcado, y desde entonces, el peso de la culpa la había acompañado como una sombra. —Makoto...
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