• Esto se ha publicado como Out Of Character. Tenlo en cuenta al responder.
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    || He hecho limpieza de Pjs con los que creo que sería muy difícil hacer rol. No es nada personal en serio. Con D2 no me inspira y el resto por qué los personajes no pegan en absoluto en contexto. Lo siento de verdad . Si aún así queréis seguir nuestro drama ACOTAR sin problemas podéis seguir. O mandar MD si necesitan algo. Gracias por la comprensión ♥️||
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  • —Mierda~

    Dejó escapar la risa nerviosa, encogiéndose de hombros al pensar en lo que tendría que hacer, más aún por meterse en tamaño lio parental.

    —Roo... Roo... maldita sea...

    Algo era definitivo, su cuerpo no iba a resistir eso, mirando las costuras y suspirando, pues Roo no era débil en absoluto, hacía milenios que no se encontraba con ella y seguro su poder había aumentado también.

    —Sólo... espero que funcione.
    No tendré una segunda oportunidad.
    —Mierda~ Dejó escapar la risa nerviosa, encogiéndose de hombros al pensar en lo que tendría que hacer, más aún por meterse en tamaño lio parental. —Roo... Roo... maldita sea... Algo era definitivo, su cuerpo no iba a resistir eso, mirando las costuras y suspirando, pues Roo no era débil en absoluto, hacía milenios que no se encontraba con ella y seguro su poder había aumentado también. —Sólo... espero que funcione. No tendré una segunda oportunidad.
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  • Carmina suspiró y dejó caer su cuerpo sobre la cama, mirando el techo con una expresión de tedio absoluto. No había nada interesante en la televisión, el libro que había empezado la semana pasada no lograba atraparla, y sus mensajes seguían sin respuesta. Se giró para mirar su armario y, tras un momento de indecisión, una sonrisa pícara cruzó su rostro.

    —Supongo que un desfile improvisado no estaría mal —murmuró para sí misma, levantándose con energía renovada.

    Abrió las puertas del armario de par en par, recorriendo con la mirada cada prenda. Primero eligió un vestido rojo ajustado, que combinó con tacones del mismo tono. Se plantó frente al espejo, hizo una pose exagerada y, tras algunos ajustes al ángulo, tomó una foto.

    —"¿Demasiado formal para una tarde aburrida en casa?", podría poner eso como descripción —dijo entre risas mientras revisaba el resultado en su teléfono.

    El siguiente conjunto fue un vestido vaporoso con estampado floral, acompañado de un sombrero ancho que hacía años no usaba. Dio un par de giros frente al espejo, observando cómo la tela flotaba a su alrededor, y sacó otra foto, esta vez adoptando una pose más soñadora.

    —Definitivamente algo digno de un picnic que nunca voy a tener —comentó divertida.

    Así pasó el tiempo, cambiándose una y otra vez. Desde el clásico vestido negro hasta uno plateado que brillaba demasiado bajo la luz de su lámpara. Incluso probó un vestido que ya no le quedaba tan bien como recordaba, pero que no pudo resistirse a fotografiar “para la nostalgia”. Cada imagen era acompañada por gestos exagerados y comentarios en voz alta que hacían eco en la habitación.

    Cuando finalmente se desplomó de nuevo en la cama, con un vestido azul lleno de volantes y su cabello despeinado, revisó las fotos una a una. Algunas eran graciosas, otras elegantes, y unas cuantas definitivamente irían a su carpeta de “ideas para futuros eventos”.

    —Bueno, no solucioné mi aburrimiento, pero al menos me divertí un rato —dijo mientras seleccionaba una de las fotos para subirla a redes, escribiendo: "Modelando para mi audiencia imaginaria. ¿Cuál es su favorita?"

    Y así, con una sonrisa satisfecha, dejó el teléfono a un lado, ya menos aburrida que al inicio.

    Carmina suspiró y dejó caer su cuerpo sobre la cama, mirando el techo con una expresión de tedio absoluto. No había nada interesante en la televisión, el libro que había empezado la semana pasada no lograba atraparla, y sus mensajes seguían sin respuesta. Se giró para mirar su armario y, tras un momento de indecisión, una sonrisa pícara cruzó su rostro. —Supongo que un desfile improvisado no estaría mal —murmuró para sí misma, levantándose con energía renovada. Abrió las puertas del armario de par en par, recorriendo con la mirada cada prenda. Primero eligió un vestido rojo ajustado, que combinó con tacones del mismo tono. Se plantó frente al espejo, hizo una pose exagerada y, tras algunos ajustes al ángulo, tomó una foto. —"¿Demasiado formal para una tarde aburrida en casa?", podría poner eso como descripción —dijo entre risas mientras revisaba el resultado en su teléfono. El siguiente conjunto fue un vestido vaporoso con estampado floral, acompañado de un sombrero ancho que hacía años no usaba. Dio un par de giros frente al espejo, observando cómo la tela flotaba a su alrededor, y sacó otra foto, esta vez adoptando una pose más soñadora. —Definitivamente algo digno de un picnic que nunca voy a tener —comentó divertida. Así pasó el tiempo, cambiándose una y otra vez. Desde el clásico vestido negro hasta uno plateado que brillaba demasiado bajo la luz de su lámpara. Incluso probó un vestido que ya no le quedaba tan bien como recordaba, pero que no pudo resistirse a fotografiar “para la nostalgia”. Cada imagen era acompañada por gestos exagerados y comentarios en voz alta que hacían eco en la habitación. Cuando finalmente se desplomó de nuevo en la cama, con un vestido azul lleno de volantes y su cabello despeinado, revisó las fotos una a una. Algunas eran graciosas, otras elegantes, y unas cuantas definitivamente irían a su carpeta de “ideas para futuros eventos”. —Bueno, no solucioné mi aburrimiento, pero al menos me divertí un rato —dijo mientras seleccionaba una de las fotos para subirla a redes, escribiendo: "Modelando para mi audiencia imaginaria. ¿Cuál es su favorita?" Y así, con una sonrisa satisfecha, dejó el teléfono a un lado, ya menos aburrida que al inicio.
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  • Memoria 001

    Valor. Honor. Prestigio.
    Alguna vez, hace mucho tiempo, esas eran las cualidades que el título de Príncipe heredero significaban para él. Donde quiera que su hermano mayor caminara, los ojos de las personas le seguían inmediatamente, parecían polillas atraídas por los faroles de media noche, dispuestas morir en las llamas si así lo deseaba. Li Jie era completa perfección, un chico que realmente había nacido para ser príncipe heredero y que, desde el momento en que vistiera las túnicas representativas, parecía ser la elección más amada de los dioses.

    Ming Wei siempre le había mirado con admiración. En sus ojos, a diferencia de sus demás hermanos de padre, jamás se notaba la avaricia y la codicia de ese título, siempre era la admiración y la devoción quienes permeaban sus ojos y su voz al hablar con Li Jie sobre el futuro. Su hermano era diligente, visionario y dedicado completamente a sus labores como príncipe heredero; era fuerte, era bravo y era valiente, digno de portar en su uniforme el emblema del dragón de tres garras o el valiente león del clan Qiang. Sin duda, parecía que las prendas de habían confeccionado exclusivamente para él.

    La primera vez que Ming estuvo delante de la túnica, tras largos meses de luto por la muerte del príncipe heredero, sintió que no la merecía. A pesar de que esa hubiese sido la última voluntad de su hermano, en su agonizante lecho de muerte, no se sentía con la capacidad de afrontar un desafío de esa magnitud. No cuando sentía que estaba rodeado de lobos hambrientos dispuestos a saltarle encima para destazarlo, pero detrás de todos ellos estaba el peor: Ese tigre viejo que le observaba con intención de ser el primero, además del único, de abalanzarse sobre de él para arrancarle el cuello.

    Desde el primer instante que se colocó las túnicas, Ming Wei sintió que la magia de su infancia se había perdido. Las palabras de antaño ya no tenían el mismo significado, ya no sentía que le mirasen por voluntad propia como a su hermano, creía que todos los ojos estaban puestos sobre de él para asegurarse de estar ahí en el momento que pisara un madero y cayera al abismo. Porque sus pasos eran capaces de acelerar las lenguas en Shangqiu, pues un centenar de rumores salían a la luz cada vez que se ganaba el favor del rey.

    No fue hasta que levantó la cabeza, comprendiendo la importancia de su posición y su prevalencia en ella, que las palabras volvieron a cambiar en su mente. Se había dejado aplastar tanto tiempo por su propia inseguridad, que se había convertido en una marioneta más de la Reina Madre y de los ministros, era un príncipe heredero cuya cabeza estaba debajo de una espada que pendía de un hilo.

    Respeto. Autoridad. Poder.
    El príncipe heredero tenía derecho a todo. Podía hacer lo que deseara acorde a las reglas del Clan y del Rey, podía poner de cabeza el palacio o los salones si lo deseaba, podía levantar su voz por encima de las demás y solo callar cuando el rey hablara. Si tenía tanta libertad, entonces, ¿por qué iba a dejarse vencer? ¿Por qué tenía que agacharse ante los demás si él estaba por encima de todos? Mientras que él viviera en esa posición, su cabeza y la de sus hermanos menores se mantendría en su lugar, su madre seguiría recibiendo tratamiento para la rotura en su corazón y, también, se aseguraría de encontrar al culpable de la muerte de Li Jie para vengarse.

    Desde ese día, la vida de Ming Wei había cambiado. Sus pensamientos, sus ideologías, sus sentimientos y su naturaleza se comenzaron a encaminar para lograr sus objetivos, para hacer sus pasos sonar y, así, recordarles a todos en Shangqiu porqué había sido elegido él de entre todos los príncipes para suceder al anterior.

    Memoria 001
    Memoria 001 Valor. Honor. Prestigio. Alguna vez, hace mucho tiempo, esas eran las cualidades que el título de Príncipe heredero significaban para él. Donde quiera que su hermano mayor caminara, los ojos de las personas le seguían inmediatamente, parecían polillas atraídas por los faroles de media noche, dispuestas morir en las llamas si así lo deseaba. Li Jie era completa perfección, un chico que realmente había nacido para ser príncipe heredero y que, desde el momento en que vistiera las túnicas representativas, parecía ser la elección más amada de los dioses. Ming Wei siempre le había mirado con admiración. En sus ojos, a diferencia de sus demás hermanos de padre, jamás se notaba la avaricia y la codicia de ese título, siempre era la admiración y la devoción quienes permeaban sus ojos y su voz al hablar con Li Jie sobre el futuro. Su hermano era diligente, visionario y dedicado completamente a sus labores como príncipe heredero; era fuerte, era bravo y era valiente, digno de portar en su uniforme el emblema del dragón de tres garras o el valiente león del clan Qiang. Sin duda, parecía que las prendas de habían confeccionado exclusivamente para él. La primera vez que Ming estuvo delante de la túnica, tras largos meses de luto por la muerte del príncipe heredero, sintió que no la merecía. A pesar de que esa hubiese sido la última voluntad de su hermano, en su agonizante lecho de muerte, no se sentía con la capacidad de afrontar un desafío de esa magnitud. No cuando sentía que estaba rodeado de lobos hambrientos dispuestos a saltarle encima para destazarlo, pero detrás de todos ellos estaba el peor: Ese tigre viejo que le observaba con intención de ser el primero, además del único, de abalanzarse sobre de él para arrancarle el cuello. Desde el primer instante que se colocó las túnicas, Ming Wei sintió que la magia de su infancia se había perdido. Las palabras de antaño ya no tenían el mismo significado, ya no sentía que le mirasen por voluntad propia como a su hermano, creía que todos los ojos estaban puestos sobre de él para asegurarse de estar ahí en el momento que pisara un madero y cayera al abismo. Porque sus pasos eran capaces de acelerar las lenguas en Shangqiu, pues un centenar de rumores salían a la luz cada vez que se ganaba el favor del rey. No fue hasta que levantó la cabeza, comprendiendo la importancia de su posición y su prevalencia en ella, que las palabras volvieron a cambiar en su mente. Se había dejado aplastar tanto tiempo por su propia inseguridad, que se había convertido en una marioneta más de la Reina Madre y de los ministros, era un príncipe heredero cuya cabeza estaba debajo de una espada que pendía de un hilo. Respeto. Autoridad. Poder. El príncipe heredero tenía derecho a todo. Podía hacer lo que deseara acorde a las reglas del Clan y del Rey, podía poner de cabeza el palacio o los salones si lo deseaba, podía levantar su voz por encima de las demás y solo callar cuando el rey hablara. Si tenía tanta libertad, entonces, ¿por qué iba a dejarse vencer? ¿Por qué tenía que agacharse ante los demás si él estaba por encima de todos? Mientras que él viviera en esa posición, su cabeza y la de sus hermanos menores se mantendría en su lugar, su madre seguiría recibiendo tratamiento para la rotura en su corazón y, también, se aseguraría de encontrar al culpable de la muerte de Li Jie para vengarse. Desde ese día, la vida de Ming Wei había cambiado. Sus pensamientos, sus ideologías, sus sentimientos y su naturaleza se comenzaron a encaminar para lograr sus objetivos, para hacer sus pasos sonar y, así, recordarles a todos en Shangqiu porqué había sido elegido él de entre todos los príncipes para suceder al anterior. Memoria 001
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  • Se limito a mirarse en el reflejo del cristal esperando que todos sus pensamientos caóticos no se sucitaran, una suplica silenciosa que nunca serian escuchada por nadie con dos dedos de frente. Lo hecho, hecho estaba y si el destino dictaba que su familia se desmoronase, intentaría poner todo de si para mantener todo en su lugar tanto como pudiera.

    — Ahora solo toca esperar y ver....

    Se dijo antes de apartarse e ir a su dormitorio sin ganas de dormir, solo de perderse un rato y quedar en absoluto silencio de todo lo que lo rodeaba.
    Se limito a mirarse en el reflejo del cristal esperando que todos sus pensamientos caóticos no se sucitaran, una suplica silenciosa que nunca serian escuchada por nadie con dos dedos de frente. Lo hecho, hecho estaba y si el destino dictaba que su familia se desmoronase, intentaría poner todo de si para mantener todo en su lugar tanto como pudiera. — Ahora solo toca esperar y ver.... Se dijo antes de apartarse e ir a su dormitorio sin ganas de dormir, solo de perderse un rato y quedar en absoluto silencio de todo lo que lo rodeaba.
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  • La noche ya había caído. Mientras Heinrich se encuentra descansando, recuperando fuerzas, yo he tomado el control. El cuerpo, por ahora, me pertenece. Y con él, hago lo que debo. Cuidaré de ambos, de Heinrich y de mí. Mientras él se refugia en su mente, será mi responsabilidad enfrentar todo lo que él ya no puede manejar.

    Es mi turno de protegernos. Soy más fuerte, más decidido en estos momentos de crisis, y aunque Heinrich no quiera admitirlo, sé que necesita mi fuerza para poder sanar. Así que, mientras él se recupera, seré yo quien lidie con lo que ocurre en el exterior.

    Si voy a tomar el control, al menos necesito sentirme en mi ambiente. Mi primer paso fue dirigirme al vestidor. Su estilo siempre fue elegante, sí, pero tan sobrio, tan rígido. Eso no me servía; yo necesitaba algo que transmitiera presencia.

    Pasé entre sus prendas, apartando con desdén aquellas que me resultaban insulsas, hasta que finalmente encontré lo que buscaba. Un traje de corte más victoriano, ajustado a mi figura, con la autoridad que siempre he poseído. Los colores oscuros y profundos se amoldaban perfectamente a mi porte.

    Pero la pieza que realmente marcaba la diferencia apareció ante mí: una capa de terciopelo negro, colgando en una percha olvidada. Ah, ese era el toque que siempre me había encantado. La capa añadía un aire de misterio y elegancia, una declaración de poder que Heinrich jamás se atrevería a portar, pero que yo lucía con absoluto orgullo.

    —Si esto no es elegancia, no sé qué lo sea —murmuré con una sonrisa satisfecha, observando cómo la tela oscura caía sobre mis hombros, perfecta como la noche misma.

    La noche ya había caído. Mientras Heinrich se encuentra descansando, recuperando fuerzas, yo he tomado el control. El cuerpo, por ahora, me pertenece. Y con él, hago lo que debo. Cuidaré de ambos, de Heinrich y de mí. Mientras él se refugia en su mente, será mi responsabilidad enfrentar todo lo que él ya no puede manejar. Es mi turno de protegernos. Soy más fuerte, más decidido en estos momentos de crisis, y aunque Heinrich no quiera admitirlo, sé que necesita mi fuerza para poder sanar. Así que, mientras él se recupera, seré yo quien lidie con lo que ocurre en el exterior. Si voy a tomar el control, al menos necesito sentirme en mi ambiente. Mi primer paso fue dirigirme al vestidor. Su estilo siempre fue elegante, sí, pero tan sobrio, tan rígido. Eso no me servía; yo necesitaba algo que transmitiera presencia. Pasé entre sus prendas, apartando con desdén aquellas que me resultaban insulsas, hasta que finalmente encontré lo que buscaba. Un traje de corte más victoriano, ajustado a mi figura, con la autoridad que siempre he poseído. Los colores oscuros y profundos se amoldaban perfectamente a mi porte. Pero la pieza que realmente marcaba la diferencia apareció ante mí: una capa de terciopelo negro, colgando en una percha olvidada. Ah, ese era el toque que siempre me había encantado. La capa añadía un aire de misterio y elegancia, una declaración de poder que Heinrich jamás se atrevería a portar, pero que yo lucía con absoluto orgullo. —Si esto no es elegancia, no sé qué lo sea —murmuré con una sonrisa satisfecha, observando cómo la tela oscura caía sobre mis hombros, perfecta como la noche misma.
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  • Han pasado semanas, quizás más de las que quiero recordar. La batalla constante dentro de mi mente me ha agotado completamente. Día tras día, mi cabeza se ha sentido como un campo de batalla, donde dos fuerzas irreconciliables luchan sin tregua, desgastándome y destruyéndome por dentro. He llegado a un punto en el que ya no sé cuánto más podré resistir.

    En un momento de silencio absoluto, cuando todo a mi alrededor parecía desvanecerse, finalmente logré pensar con claridad. Fue como si la oscuridad que me envolvía se disipara, aunque solo por un instante, y algo profundamente enterrado dentro de mí comenzara a emerger.

    ¿Cómo no me había dado cuenta antes?

    Me sorprendió la repentina claridad que iluminó mi mente. Después de tanto tiempo huyendo y rechazando esa voz en mi interior, nunca me había detenido a pensar que no era algo ajeno, sino parte de mí mismo. Esa oscuridad que siempre había considerado un enemigo, una amenaza, era, en realidad, una extensión de mi propia esencia.

    No era un monstruo, ni una fuerza desconocida. Era yo.

    La conclusión me golpeó con una oleada de comprensión que se sentía extraña y, a la vez, liberadora. Sin embargo, junto con la paz de ese descubrimiento, surgió un nuevo dilema: ahora que lo sabía, ¿qué debía hacer?

    Había pasado tanto tiempo reprimiéndolo, negándolo, y eso solo lo hizo volverse más violento, más decidido a tomar el control. La constante lucha en su contra estaba acabando conmigo, desgastándome día tras día. Entonces, ¿qué opción me quedaba?

    ¿Debería… aceptarlo?

    Han pasado semanas, quizás más de las que quiero recordar. La batalla constante dentro de mi mente me ha agotado completamente. Día tras día, mi cabeza se ha sentido como un campo de batalla, donde dos fuerzas irreconciliables luchan sin tregua, desgastándome y destruyéndome por dentro. He llegado a un punto en el que ya no sé cuánto más podré resistir. En un momento de silencio absoluto, cuando todo a mi alrededor parecía desvanecerse, finalmente logré pensar con claridad. Fue como si la oscuridad que me envolvía se disipara, aunque solo por un instante, y algo profundamente enterrado dentro de mí comenzara a emerger. ¿Cómo no me había dado cuenta antes? Me sorprendió la repentina claridad que iluminó mi mente. Después de tanto tiempo huyendo y rechazando esa voz en mi interior, nunca me había detenido a pensar que no era algo ajeno, sino parte de mí mismo. Esa oscuridad que siempre había considerado un enemigo, una amenaza, era, en realidad, una extensión de mi propia esencia. No era un monstruo, ni una fuerza desconocida. Era yo. La conclusión me golpeó con una oleada de comprensión que se sentía extraña y, a la vez, liberadora. Sin embargo, junto con la paz de ese descubrimiento, surgió un nuevo dilema: ahora que lo sabía, ¿qué debía hacer? Había pasado tanto tiempo reprimiéndolo, negándolo, y eso solo lo hizo volverse más violento, más decidido a tomar el control. La constante lucha en su contra estaba acabando conmigo, desgastándome día tras día. Entonces, ¿qué opción me quedaba? ¿Debería… aceptarlo?
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  • ——— PRESAGIO (inicio)

    Han pasado tres días desde el extraño encuentro en el bosque. La figura del oso persiste en la mente de Khan, un eco que interrumpe sus pensamientos a lo largo de la rutina, el pan, las comidas, el trabajo con la leña. Aún le da vueltas, buscándole sentido y significado. No es de los que ignoran las señales, pero esta en particular se le escapa, y sentirse ignorante le irrita.

    Esta noche, sin importar su malhumor, al terminar el trabajo en la panadería sale a las calles del pueblo cargado con una bolsa de pan. La brisa fría se entibia al golpearle en el rostro mientras avanza en silencio por los rincones menos afortunados del pueblo, distribuyendo bollos y hogazas a los necesitados, como acostumbra.

    Al llegar al final de una calle sin salida, algo le detiene. Una puerta que no debería estar allí, solitaria e inesperada, encajada entre paredes de piedra deslucida. Frunce el ceño al verla. La madera es vieja, oscura, con vetas que parecen reflejar la luz tenue de la luna, y, aunque no debería estar allí, no le resulta en absoluto desconocida.

    El marco, las pequeñas runas desgastadas grabadas en la madera, la manera en que la sombra parece envolver la entrada misma… Un largo resoplido escapa de sus labios y una mezcla de molestia y resignación aparece en sus ojos, y, sin poder evitarlo, una sonrisa tosca pero genuina se asoma en sus labios; ahora lo sabe.

    Aquella puerta lleva al bar que ha frecuentado en otros tiempos, un lugar envuelto en magia, que aparece y desaparece a su antojo. En su momento, fue su refugio y de quienes amaba. Aunque sabe que no debería estar allí, no puede ignorar la llamada.

    Da un paso adelante y empuja la puerta, cruzando el umbral hacia el interior del bar.

    Tolek Zientek
    ——— PRESAGIO (inicio) Han pasado tres días desde el extraño encuentro en el bosque. La figura del oso persiste en la mente de Khan, un eco que interrumpe sus pensamientos a lo largo de la rutina, el pan, las comidas, el trabajo con la leña. Aún le da vueltas, buscándole sentido y significado. No es de los que ignoran las señales, pero esta en particular se le escapa, y sentirse ignorante le irrita. Esta noche, sin importar su malhumor, al terminar el trabajo en la panadería sale a las calles del pueblo cargado con una bolsa de pan. La brisa fría se entibia al golpearle en el rostro mientras avanza en silencio por los rincones menos afortunados del pueblo, distribuyendo bollos y hogazas a los necesitados, como acostumbra. Al llegar al final de una calle sin salida, algo le detiene. Una puerta que no debería estar allí, solitaria e inesperada, encajada entre paredes de piedra deslucida. Frunce el ceño al verla. La madera es vieja, oscura, con vetas que parecen reflejar la luz tenue de la luna, y, aunque no debería estar allí, no le resulta en absoluto desconocida. El marco, las pequeñas runas desgastadas grabadas en la madera, la manera en que la sombra parece envolver la entrada misma… Un largo resoplido escapa de sus labios y una mezcla de molestia y resignación aparece en sus ojos, y, sin poder evitarlo, una sonrisa tosca pero genuina se asoma en sus labios; ahora lo sabe. Aquella puerta lleva al bar que ha frecuentado en otros tiempos, un lugar envuelto en magia, que aparece y desaparece a su antojo. En su momento, fue su refugio y de quienes amaba. Aunque sabe que no debería estar allí, no puede ignorar la llamada. Da un paso adelante y empuja la puerta, cruzando el umbral hacia el interior del bar. [Tolek]
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  • Puedo sanar heridas , Pero lamentablemente no puedo sanar la ropa , así es nada en absoluto.
    Puedo sanar heridas , Pero lamentablemente no puedo sanar la ropa , así es nada en absoluto.
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    ۰۪۫𝑀𝔞𝔟𝔢𝔩 𝐺𝔩𝔢𝔢𝔣𝔲𝔩
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    --

    [ Era una noche oscura y cargada de tensión en la carpa de la telepatía.Las luces parpadeaban, y el murmullo del público pequeño en esta ocasión se transformaba en un rugido de expectación.Me encontraba en el centro del escenario,rodeada de nuevos visitantes al pueblo, lista para realizar un hechizo que prometía deslumbrar a todos.Sin embargo,la magia tiene una forma peculiar de volverse en contra de uno.

    Al pronunciar las palabras antiguas,un escalofrío recorrió mi espalda.La energía se desató de manera incontrolable.En un instante,los rostros de los espectadores se transformaron; sus ojos perdieron el brillo humano y se tornaron salvajes.Gritos y aullidos resonaron en la carpa, y lo que antes era un espectáculo se convirtió en un caos absoluto.

    Desesperada,intenté recordar los pasos del hechizo,buscar un remedio, pero era como si una niebla espesa cubriera mi mente. Los humanos,ahora despojados de su razón, se lanzaron sobre mí, impulsados por instintos primitivos.

    Busqué entre mis pertenencias.Mis dagas brillaban bajo la luz tenue,en un momento de claridad, comprendí que no había otra opción.Con el corazón latiendo con fuerza,saqué una de ellas.Sabía que debía actuar rápido o perdería todo control.

    El primer cuchillazo fue un acto de pura supervivencia. La mirada de terror en el rostro de aquel hombre me persiguió,el caos no se detuvo.Los demás se abalanzaron sobre mí,el instinto de autoconservación se introdujo en mí.Con cada golpe, la carpa se llenaba del eco de la lucha, y el aire se tornaba pesado con la mezcla de miedo y salvajismo.A pesar de la necesidad de protegerme,una parte de mí se desgarraba al ver cómo la vida se desvanecía en un espectáculo de horror.No podía detenerme.No podía dejar que el hechizo siguiera su curso. Así,con cada cuchillazo,me enfrentaba no solo a ellos, sino a la monstruosidad que había desatado.La carpa, que una vez fue un lugar de asombro,se había convertido en un escenario de pesadilla.Finalmente,el silencio se apoderó del lugar. Caí de rodillas,agotada y abrumada por lo que había hecho.En un instante, comprendí que la magia, la misma que había querido dominar, había reclamado su precio.Mientras la adrenalina aún corría por mis venas,una pregunta inquietante surgió en mi mente]

    {Fue necesario pero… ¿se siente bien esta agitación? Acaso...¿lo disfruté? }

    ⏝꒷꒦՞ ˖࣪ 𖥨 ˖࣪ .꒷⏝꒷꒦⏝꒷꒦՞ ˖࣪ 𖥨 ˖࣪ .꒷⏝꒷꒦ ]
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