Ahora, está en ese antro, extraño y pérfido. Siempre correcto, siempre prudente, fuma con el cuidado esmerado que sucita cuidar la ropa que lleva puesta.
Demasiado formal para un lugar como ese, tal vez incluso peca de mojigato siendo que la fachada de ese tugurio deja muy en claro el tipo de entretenimiento que ofrece.
No se ha equivocado, sabe bien que no esta en un club de caballeros y bebida espirituosa, al menos no lo esta buscando el día de hoy.
Mientras todo es rápido a su alrededor, Joffie se toma el tiempo para disfrutar su vicio, sin exhalar humareda sobre nadie, porque no ha llegado a buscar problemas gratuitos con nadie, ni a hacerse el guapo contra ningun sobrenatural.
Se ha metido voluntariamente a un antro donde todo puede pasar, miseria, dolor, lujuria, placer, violencia. Y se siente bien, se siente tranquilo pues, esta ahí para castigar a alguien.
Aún no sabe el nombre, el color de piel, ni si quiera el sonido de la voz del afortunado o afortunada¿afortunade? Jofiel no discrimina. No le interesa castigar a ninguna pobre alma desafortunada, ni a quienes eligieron o estan atrapades en ese camino. Jofiel aguarda, paciente, porque sabe bien que detrás de las ovejas siempre hay un pastor, y detras de cada montón de almas desafortunadas, hay un abusador, un ente del mal, podrido y consciente del mal que hace, que se regocija en su pútrido currículum de anécdotas crueles.
Así que espera, solo espera, tarde o temprano, como los aracnidos nocturnos, saldrá al encuentro,, cuando se sienta seguro, segura, segure, saldrá a recorrer su telaraña en donde ha atrapado a sin fin de criaturas, saldrá para asegurarse de seguir atormentandolas.
Así que Jofiel, espera, fuma, y alza la mano suavemente para pedir un trago. La noche es joven.
Mira su móvil, no expresa nada su rostro, más, la decepcion solo crece a la par que su desesperanza, no ha tenido mensajes de quienes esperaba, y aunque no está sorprendido,.tampoco está cómodo con esa sensación.
Todos los hombres son iguales, presos de su mortalidad, de su atormentado ego, ninguno vale la pena ser salvado...
Detras de su pesimista pensamiento, tal vez sí hay un poco de dolor, pero desaparecerá cuando sus labios toquen el alcohol, porque al menos, en eso, si son buenos los hombres, en encontrar magicas formas de evadir aquello que les lastima.
Solo eso, podría envidiar de su naturaleza, pues él no es humano, y a veces, se pregunta si su dolor es igual...
//Libre~
Ahora, está en ese antro, extraño y pérfido. Siempre correcto, siempre prudente, fuma con el cuidado esmerado que sucita cuidar la ropa que lleva puesta.
Demasiado formal para un lugar como ese, tal vez incluso peca de mojigato siendo que la fachada de ese tugurio deja muy en claro el tipo de entretenimiento que ofrece.
No se ha equivocado, sabe bien que no esta en un club de caballeros y bebida espirituosa, al menos no lo esta buscando el día de hoy.
Mientras todo es rápido a su alrededor, Joffie se toma el tiempo para disfrutar su vicio, sin exhalar humareda sobre nadie, porque no ha llegado a buscar problemas gratuitos con nadie, ni a hacerse el guapo contra ningun sobrenatural.
Se ha metido voluntariamente a un antro donde todo puede pasar, miseria, dolor, lujuria, placer, violencia. Y se siente bien, se siente tranquilo pues, esta ahí para castigar a alguien.
Aún no sabe el nombre, el color de piel, ni si quiera el sonido de la voz del afortunado o afortunada¿afortunade? Jofiel no discrimina. No le interesa castigar a ninguna pobre alma desafortunada, ni a quienes eligieron o estan atrapades en ese camino. Jofiel aguarda, paciente, porque sabe bien que detrás de las ovejas siempre hay un pastor, y detras de cada montón de almas desafortunadas, hay un abusador, un ente del mal, podrido y consciente del mal que hace, que se regocija en su pútrido currículum de anécdotas crueles.
Así que espera, solo espera, tarde o temprano, como los aracnidos nocturnos, saldrá al encuentro,, cuando se sienta seguro, segura, segure, saldrá a recorrer su telaraña en donde ha atrapado a sin fin de criaturas, saldrá para asegurarse de seguir atormentandolas.
Así que Jofiel, espera, fuma, y alza la mano suavemente para pedir un trago. La noche es joven.
Mira su móvil, no expresa nada su rostro, más, la decepcion solo crece a la par que su desesperanza, no ha tenido mensajes de quienes esperaba, y aunque no está sorprendido,.tampoco está cómodo con esa sensación.
Todos los hombres son iguales, presos de su mortalidad, de su atormentado ego, ninguno vale la pena ser salvado...
Detras de su pesimista pensamiento, tal vez sí hay un poco de dolor, pero desaparecerá cuando sus labios toquen el alcohol, porque al menos, en eso, si son buenos los hombres, en encontrar magicas formas de evadir aquello que les lastima.
Solo eso, podría envidiar de su naturaleza, pues él no es humano, y a veces, se pregunta si su dolor es igual...
//Libre~