• Una y otra vez... ¿cuantas veces he estado en esta situación?
    Lo siento jefe, una vez que ellos tienen lo que desean de mi, es solo justo que yo descargue mi estrés en ellos.
    Una y otra vez... ¿cuantas veces he estado en esta situación? Lo siento jefe, una vez que ellos tienen lo que desean de mi, es solo justo que yo descargue mi estrés en ellos.
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  • — (Que, pesada mañana, ahora mandar las propuestas al jefe de fotografía).

    Hundida en sus pensamientos, secaba el sudor de su nuca con la tolla, el gimnasio estaba completamente lleno, eso significaba que era tiempo de regresar a su departamento.
    — (Que, pesada mañana, ahora mandar las propuestas al jefe de fotografía). Hundida en sus pensamientos, secaba el sudor de su nuca con la tolla, el gimnasio estaba completamente lleno, eso significaba que era tiempo de regresar a su departamento.
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  • Lucifer 饾暰饾枂饾枓饾枂饾枈饾枒 饾暩饾枖饾枟饾枔饾枎饾枔饾枌饾枠饾枡饾枂饾枟 ¿Y si dejamos que este mundo se destruya y creamos uno que se salve solo? Estoy cansado, jefe.
    [LuciHe11] ¿Y si dejamos que este mundo se destruya y creamos uno que se salve solo? Estoy cansado, jefe.
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  • Que molesto es eso de tener a tu novio como tú líder, jefe y amo.... Peefieriria comer...

    -pero no puede ir en contra de su programación, recibiendo la señal de peligro que Sesshomaru envío por medio de las gemas este de mala gana actuó liberando su forma animal como método de auto defensa y se metió a esconderse en un bolso -

    Que molesto es eso de tener a tu novio como tú líder, jefe y amo.... Peefieriria comer... -pero no puede ir en contra de su programación, recibiendo la señal de peligro que Sesshomaru envío por medio de las gemas este de mala gana actuó liberando su forma animal como método de auto defensa y se metió a esconderse en un bolso -
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  • El albino se levantó de su cama , aún con cansancio encima ,se quedó pensativo un momento

    -Ayer fue un día algo difícil, perdí a mi jefe ,le tenía aprecio , ahora solo debo seguir luchando

    Se levantó y se dispuso a prepararse para su día
    El albino se levantó de su cama , aún con cansancio encima ,se quedó pensativo un momento -Ayer fue un día algo difícil, perdí a mi jefe ,le tenía aprecio , ahora solo debo seguir luchando Se levantó y se dispuso a prepararse para su día
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  • Supongo que mi jefe también se fue ,ahora creo que estoy otra vez solo ...

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  • Jefe, le he traido los documentos que me pidio. Pero no sé por qué hemos quedamos en este parque.....
    Jefe, le he traido los documentos que me pidio. Pero no sé por qué hemos quedamos en este parque.....
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  • Ustedes joden mucho y yo solo deseo descansar.
    Me importan un carajo sus rencillas, sus territorios y sus mafias.
    Yo solo acato órdenes de mi jefe y se acabó.
    Ustedes joden mucho y yo solo deseo descansar. Me importan un carajo sus rencillas, sus territorios y sus mafias. Yo solo acato órdenes de mi jefe y se acabó.
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  • La pantalla de su teléfono no dejaba de mostrar diferentes vídeos sin sentido mientras que su pulgar se deslizaba con insistencia hacia arriba, no encontraba un solo vídeo con el que se sintiera cómodo y lograr que el tiempo pasara más rápido porque, a decir verdad, la espera comenzaba a matarlo. Días atrás, aquel mensaje le había tomado por sorpresa y seguía estando desconcertado por ello. Sabía que, en algún momento, aquel día llegaría tarde o temprano, pero sentía que había sido mucho antes de lo que esperaba. Es decir, ya habían pasado más de trece años desde el incidente de Sasha, ¿por qué la decisión tan repentina de irrumpir en su vida? Probablemente, porque al nuevo jefe de la policía no le gustaba que hubiera casos sin resolver o porque, quizá, alguien seguía sospechando que la muerte en la familia Artamonov no había sido un simple accidente.

    — Allí estás. Creí que había sido claro contigo cuando te dije que debías elegir un lugar poco concurrido. —Aquel hombre, de mediana edad y con una cara de pocos amigos, se sentó en el sofá vacío frente a Nikolay, sacó las manos de los bolsillos y refunfuñó antes de limpiarse, nerviosamente, el puente de la nariz como unas diez veces. Mientras lo hacía, no dejaba de mirar la mesita de centro donde yacían dos vasos de café: Uno negro y el otro un latte a medio beber. Chasqueó la lengua, esa no debía ser una reunión tan calurosa, solo tardarían unos minutos y se irían.— ¿Por qué este lugar?

    El hombre miró a Nikolay, quien mantuvo una pequeña sonrisa de medio labio en su rostro. Se acomodó en la silla, pasó una pierna sobre la otra y se concentró en escribir en su teléfono como le era usual. Un mensaje simple en la aplicación de notas con el tamaño de punto 40. Lo suficientemente grande para que le fuese fácil de leer a pesar del estrés que se le veía encima.

    « Las reseñas en internet decían que preparan un buen late, así que quería probarlo. » Una vez que le vio rodar los ojos y maldecir, comprendió que su mensaje se había leído adecuadamente. En silencio, Nikolay se rió, incluso tuvo que morderse la lengua mientras que borraba el contenido de la nota para redactar una nueva. Una que terminó enseñándole mientras que la expresión de su rostro cambiaba por completo al mostrar ahora una sonrisa llena de malicia. « Además, un lugar así de concurrido es perfecto para tener una buena coartada. ¿No lo crees así, Minho? »

    El hombre, que parecía responder al nombre de Minho, se puso rojo de coraje mientras que leía cada letra de aquel teléfono, y después le vio la cara de imbécil a Nikolay. Era raro ver que alguien, cuya apariencia siempre se mantenía tan demacrada y triste, por un momento mostrara matices como esos. Era como si dejara en claro que tenía la partida de ajedrez ganada con el primer movimiento de un peón sobre el tablero y que, sin importar qué movimiento intentara hacer, terminaría perdiendo miserablemente el juego. Minho se puso furioso, tomó el vaso de café y le dio un largo sorbo antes de volver a mirar a su acompañante. No había duda que en sus ojos se reflejaban sus deseos de hacerlo callar para borrar esa estúpida sonrisita de victoria que tenía.

    — No seas imbécil, no sé de qué mierda hablas. ¿Para qué necesitarías una coartada, imbécil? —En cada palabra se reflejó la rabia que sentía, el resentimiento que le tenía y todo el veneno que se quedaba en su boca sin poder expulsarlo. Sin embargo, en el momento que le vio que volvía a escribir en el celular, el hombre se desesperó y se lo arrebató.— No juegues conmigo, Nikolay. Con tu familia puede servirte el truco del mudo, pero no te olvides que yo sé tú secreto. Así que anda, habla, y dime cuáles son tus malditos planes.

    Nikolay le miró con desprecio. Con uno que sus ojos claros no supieron esconder y que tampoco se preocupó de hacerlo. Minho siempre había sido inteligente, perspicaz, pero creía que al final del día era tan estúpido que se estaba dejando manipular por un adolescente como él. Qué irónico era que los papeles se invirtieran esta vez. Cuando Minho le devolvió el teléfono, Nikolay solo lo dejó en la mesa de centro, boca arriba, con la pantalla bloqueada y en modo de silencio. No quería que nadie los interrumpiera en ese momento, porque tenían demasiadas cosas de las cuales hablar.

    — Ah, claro. Lo había olvidado. —Lev habló. Con una voz calmada que llevaba matices de risa en ella, pues se aguantaba las ganas de reírsele en la cara al ver que seguía estando rojo, con las sienes a punto de explotar y con los ojos tan saltones que era fácil leerle. Tomó su taza de café, le dio un pequeño sorbo a la bebida y la volvió a dejar en la mesa una vez que se sintió satisfecho. Pero solo era una forma de provocarlo y enfadarlo más.— Tú fuiste el que me obligó a guardar silencio por años. ¿Qué clase de tío le pide algo así a su sobrino? Ha sido muy egoísta de tu parte y quizá ya me estoy cansando de todo est-….

    — ¿Cansado? ¿Cansado de qué? —Minho explotó. Se le rió en la cara y terminó por demostrar que su cinismo era tan grande, que cada palabra escuchada la exageró aún más en su cabeza.— Fuiste tú quien hizo todo. Lo único que yo quería era protegerte, porque sé que eras tan estúpido que serías capaz de confesar todo lo que hiciste y terminarías arrepentido por todo. Los niños siempre son estúpidos creyendo que la verdad puede salvarlos de su castigo.

    — ¿Y entonces por qué tienes tanto miedo, tío? —Nikolay preguntó después de una pequeña pausa en las que sus miradas se cruzaron otra vez. Sus ojos mostraban su furia, mientras que los de Minho seguían reflejando el cinismo de alguien que no puede entender una pregunta tan simple como esa. De pronto se comenzó a reír, de una forma tan alta y escandalosa que, por un momento, las miradas de algunos comensales y trabajadores se dirigieron a los dos. Nikolay se enojó aún más por ello, porque no estaba acostumbrado a ese tipo de atenciones y porque, si se descuidaba un momento, todo podría jugarle en contra.— Eres el único al que parece preocuparle que reabrieron el caso de Sasha. No encuentro otra razón por la que quisieras verme, ¿con qué me amenazarás esta vez? —Preguntó. El ácido se le notó en la voz, pero el veneno se le quedó en la lengua, en esa que se mordió múltiples veces para evitar darle ideas estúpidas. ¿Con su madre o su padre? Ya lo había hecho por años y nada sucedía. ¿Con Aleksandr? Se podía ir a la mierda si quería, no le importaba, a estas alturas, lo que pasaría con él. ¿Las gemelas? No se atrevería a lastimarlas, no porque eran el tesoro de su preciada madre y querida hermana de Minho. No había una sola cosa en el mundo con la que le obligara a callar, porque no había nada en el mundo de Nikolay. Era vacío y simple, lleno solo con ocupaciones banales como el modelaje o la imprenta.—Pero si te preocupa que hable de más, tranquilízate, no lo haré. Decir la verdad no me regresará a Sasha, pero todos en esa casa saben muy bien qué y quién lo mató, y todos saben que no fui yo.

    Era un recuerdo difuso en su mente, sí, aplastado por ese momento donde Minho le suplicara, no, le ordenara que se quedara callado por el resto de su vida o lo mataría. Sangre por sangre, vida por vida. Nikolay cerró los ojos con fuerza y se pasó la mano sobre los brazos en repetidas ocasiones, era una manera de limpiarse el recuerdo que le quedaba en el cuerpo. Podía recordar bien cómo lo había tomado de los hombros, con tanta fuerza que le había dejado los dedos marcados, y le había zarandeado como si fuese un muñeco de trapo que quisiera romper en pedazos. Tomó aire con fuerza, se apresuró a romper su postura de orgullo y cogió la taza para darle un sorbo profundo. El calor en su estómago lo reconfortó, pero creyó que no había más razones para seguir en ese lugar cuando su tío no deseaba hablar y le resultaba incómodo compartir con él. Los años le habían permitido olvidarlo, superarlo, pero los recuerdos seguían allí como fuego que se negaba a extinguir. Carraspeó, por última vez se forzó a tomar su postura relajada y triunfante: Brazos cruzados, una pierna sobre la otra y la espalda contra la silla.

    — ¿Sabes? Es un poco ilógico que mi mamá quisiera llamarme como tú. Siempre entendí que tu nombre significaba generoso, o algo así, pero, ¿cómo puedes ser tan despreciable? —Suspiró. Creyó que era innecesario desquitarse en ese momento con él, porque Minho nunca iba a aceptar los errores cometidos y, tampoco, aprendería nada de ellos.— El oficial del caso ya me contactó y también a mamá. Visitará la casa dentro de tres días, así que es mejor que no dejes el país otra vez, tío. —De a poco, se incorporó. Guardó el teléfono en el bolsillo del pantalón, se colocó el abrigo que dejara en el reposabrazos de la silla, y le observó con desprecio una última vez.— Esta vez, ya no guardaré ningún secreto. Estoy cansado de ser quien cargue con la culpa de algo que no hice. Tómalo como un recordatorio o una amenaza si deseas.
    La pantalla de su teléfono no dejaba de mostrar diferentes vídeos sin sentido mientras que su pulgar se deslizaba con insistencia hacia arriba, no encontraba un solo vídeo con el que se sintiera cómodo y lograr que el tiempo pasara más rápido porque, a decir verdad, la espera comenzaba a matarlo. Días atrás, aquel mensaje le había tomado por sorpresa y seguía estando desconcertado por ello. Sabía que, en algún momento, aquel día llegaría tarde o temprano, pero sentía que había sido mucho antes de lo que esperaba. Es decir, ya habían pasado más de trece años desde el incidente de Sasha, ¿por qué la decisión tan repentina de irrumpir en su vida? Probablemente, porque al nuevo jefe de la policía no le gustaba que hubiera casos sin resolver o porque, quizá, alguien seguía sospechando que la muerte en la familia Artamonov no había sido un simple accidente. — Allí estás. Creí que había sido claro contigo cuando te dije que debías elegir un lugar poco concurrido. —Aquel hombre, de mediana edad y con una cara de pocos amigos, se sentó en el sofá vacío frente a Nikolay, sacó las manos de los bolsillos y refunfuñó antes de limpiarse, nerviosamente, el puente de la nariz como unas diez veces. Mientras lo hacía, no dejaba de mirar la mesita de centro donde yacían dos vasos de café: Uno negro y el otro un latte a medio beber. Chasqueó la lengua, esa no debía ser una reunión tan calurosa, solo tardarían unos minutos y se irían.— ¿Por qué este lugar? El hombre miró a Nikolay, quien mantuvo una pequeña sonrisa de medio labio en su rostro. Se acomodó en la silla, pasó una pierna sobre la otra y se concentró en escribir en su teléfono como le era usual. Un mensaje simple en la aplicación de notas con el tamaño de punto 40. Lo suficientemente grande para que le fuese fácil de leer a pesar del estrés que se le veía encima. « Las reseñas en internet decían que preparan un buen late, así que quería probarlo. » Una vez que le vio rodar los ojos y maldecir, comprendió que su mensaje se había leído adecuadamente. En silencio, Nikolay se rió, incluso tuvo que morderse la lengua mientras que borraba el contenido de la nota para redactar una nueva. Una que terminó enseñándole mientras que la expresión de su rostro cambiaba por completo al mostrar ahora una sonrisa llena de malicia. « Además, un lugar así de concurrido es perfecto para tener una buena coartada. ¿No lo crees así, Minho? » El hombre, que parecía responder al nombre de Minho, se puso rojo de coraje mientras que leía cada letra de aquel teléfono, y después le vio la cara de imbécil a Nikolay. Era raro ver que alguien, cuya apariencia siempre se mantenía tan demacrada y triste, por un momento mostrara matices como esos. Era como si dejara en claro que tenía la partida de ajedrez ganada con el primer movimiento de un peón sobre el tablero y que, sin importar qué movimiento intentara hacer, terminaría perdiendo miserablemente el juego. Minho se puso furioso, tomó el vaso de café y le dio un largo sorbo antes de volver a mirar a su acompañante. No había duda que en sus ojos se reflejaban sus deseos de hacerlo callar para borrar esa estúpida sonrisita de victoria que tenía. — No seas imbécil, no sé de qué mierda hablas. ¿Para qué necesitarías una coartada, imbécil? —En cada palabra se reflejó la rabia que sentía, el resentimiento que le tenía y todo el veneno que se quedaba en su boca sin poder expulsarlo. Sin embargo, en el momento que le vio que volvía a escribir en el celular, el hombre se desesperó y se lo arrebató.— No juegues conmigo, Nikolay. Con tu familia puede servirte el truco del mudo, pero no te olvides que yo sé tú secreto. Así que anda, habla, y dime cuáles son tus malditos planes. Nikolay le miró con desprecio. Con uno que sus ojos claros no supieron esconder y que tampoco se preocupó de hacerlo. Minho siempre había sido inteligente, perspicaz, pero creía que al final del día era tan estúpido que se estaba dejando manipular por un adolescente como él. Qué irónico era que los papeles se invirtieran esta vez. Cuando Minho le devolvió el teléfono, Nikolay solo lo dejó en la mesa de centro, boca arriba, con la pantalla bloqueada y en modo de silencio. No quería que nadie los interrumpiera en ese momento, porque tenían demasiadas cosas de las cuales hablar. — Ah, claro. Lo había olvidado. —Lev habló. Con una voz calmada que llevaba matices de risa en ella, pues se aguantaba las ganas de reírsele en la cara al ver que seguía estando rojo, con las sienes a punto de explotar y con los ojos tan saltones que era fácil leerle. Tomó su taza de café, le dio un pequeño sorbo a la bebida y la volvió a dejar en la mesa una vez que se sintió satisfecho. Pero solo era una forma de provocarlo y enfadarlo más.— Tú fuiste el que me obligó a guardar silencio por años. ¿Qué clase de tío le pide algo así a su sobrino? Ha sido muy egoísta de tu parte y quizá ya me estoy cansando de todo est-…. — ¿Cansado? ¿Cansado de qué? —Minho explotó. Se le rió en la cara y terminó por demostrar que su cinismo era tan grande, que cada palabra escuchada la exageró aún más en su cabeza.— Fuiste tú quien hizo todo. Lo único que yo quería era protegerte, porque sé que eras tan estúpido que serías capaz de confesar todo lo que hiciste y terminarías arrepentido por todo. Los niños siempre son estúpidos creyendo que la verdad puede salvarlos de su castigo. — ¿Y entonces por qué tienes tanto miedo, tío? —Nikolay preguntó después de una pequeña pausa en las que sus miradas se cruzaron otra vez. Sus ojos mostraban su furia, mientras que los de Minho seguían reflejando el cinismo de alguien que no puede entender una pregunta tan simple como esa. De pronto se comenzó a reír, de una forma tan alta y escandalosa que, por un momento, las miradas de algunos comensales y trabajadores se dirigieron a los dos. Nikolay se enojó aún más por ello, porque no estaba acostumbrado a ese tipo de atenciones y porque, si se descuidaba un momento, todo podría jugarle en contra.— Eres el único al que parece preocuparle que reabrieron el caso de Sasha. No encuentro otra razón por la que quisieras verme, ¿con qué me amenazarás esta vez? —Preguntó. El ácido se le notó en la voz, pero el veneno se le quedó en la lengua, en esa que se mordió múltiples veces para evitar darle ideas estúpidas. ¿Con su madre o su padre? Ya lo había hecho por años y nada sucedía. ¿Con Aleksandr? Se podía ir a la mierda si quería, no le importaba, a estas alturas, lo que pasaría con él. ¿Las gemelas? No se atrevería a lastimarlas, no porque eran el tesoro de su preciada madre y querida hermana de Minho. No había una sola cosa en el mundo con la que le obligara a callar, porque no había nada en el mundo de Nikolay. Era vacío y simple, lleno solo con ocupaciones banales como el modelaje o la imprenta.—Pero si te preocupa que hable de más, tranquilízate, no lo haré. Decir la verdad no me regresará a Sasha, pero todos en esa casa saben muy bien qué y quién lo mató, y todos saben que no fui yo. Era un recuerdo difuso en su mente, sí, aplastado por ese momento donde Minho le suplicara, no, le ordenara que se quedara callado por el resto de su vida o lo mataría. Sangre por sangre, vida por vida. Nikolay cerró los ojos con fuerza y se pasó la mano sobre los brazos en repetidas ocasiones, era una manera de limpiarse el recuerdo que le quedaba en el cuerpo. Podía recordar bien cómo lo había tomado de los hombros, con tanta fuerza que le había dejado los dedos marcados, y le había zarandeado como si fuese un muñeco de trapo que quisiera romper en pedazos. Tomó aire con fuerza, se apresuró a romper su postura de orgullo y cogió la taza para darle un sorbo profundo. El calor en su estómago lo reconfortó, pero creyó que no había más razones para seguir en ese lugar cuando su tío no deseaba hablar y le resultaba incómodo compartir con él. Los años le habían permitido olvidarlo, superarlo, pero los recuerdos seguían allí como fuego que se negaba a extinguir. Carraspeó, por última vez se forzó a tomar su postura relajada y triunfante: Brazos cruzados, una pierna sobre la otra y la espalda contra la silla. — ¿Sabes? Es un poco ilógico que mi mamá quisiera llamarme como tú. Siempre entendí que tu nombre significaba generoso, o algo así, pero, ¿cómo puedes ser tan despreciable? —Suspiró. Creyó que era innecesario desquitarse en ese momento con él, porque Minho nunca iba a aceptar los errores cometidos y, tampoco, aprendería nada de ellos.— El oficial del caso ya me contactó y también a mamá. Visitará la casa dentro de tres días, así que es mejor que no dejes el país otra vez, tío. —De a poco, se incorporó. Guardó el teléfono en el bolsillo del pantalón, se colocó el abrigo que dejara en el reposabrazos de la silla, y le observó con desprecio una última vez.— Esta vez, ya no guardaré ningún secreto. Estoy cansado de ser quien cargue con la culpa de algo que no hice. Tómalo como un recordatorio o una amenaza si deseas.
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  • #Monorol

    饾棧饾棓饾棩饾棓饾棥饾棦饾棲 饾棢饾棦饾棪饾棫 饾棗饾棦饾棖饾棬饾棤饾棙饾棥饾棫饾棪:

    饾懌饾拪饾拏饾挀饾拪饾拹 饾拝饾拞 饾挅饾拸 饾懛饾拏饾挀饾拏饾拸饾拹饾拪饾拕饾拹
    饾煇饾煉 饾悵饾悶 饾悈饾悶饾悰饾惈饾悶饾惈饾惃, 饾悗饾悷饾悽饾悳饾悽饾惂饾悮 饾悹饾悶饾惂饾悶饾惈饾悮饾惀 饾悵饾悶 饾惀饾悮 饾悘饾惃饾惀饾悽饾悳饾悽饾悮 饾悜饾惍饾惁饾悮饾惂饾悮

    _Ya tengo tres semanas escribiendo y mis pensamientos no han cesado. Sigo creyendo que mis compañeros me odian en el fondo. Aunque no me lo digan, lo siento en el aire. No me dicen las cosas que antes me decían y me están tratando de una manera distinta, casi con una distancia que antes no existía.

    Hoy, por ejemplo, Alan me pidió que fuera a recoger un paquete por él. Sin embargo, todo fue una excusa para que él se quedara charlando y fuese el centro de atención, mientras me alejaban y me excluían. Lo sé, aunque no me lo digan directamente. Es horrible sentir que me usan para sus propios beneficios y que, al mismo tiempo, me marginan.

    Es una sensación que me persigue día tras día, y no puedo evitar cuestionarme qué fue lo que cambió, cuándo empezó este distanciamiento y por qué. Creo que ellos me tratan así porque ascendí a jefe de brigada. Siento que me tienen envidia, lo veo en sus ojos. Sabía que el poder crea envidia, siempre lo supe.

    Mi psicólogo dice que son ideas mías, pero no puedo evitar sentirlo. No necesito pruebas concretas, lo percibo en sus miradas y en sus actitudes.

    Seguiré escribiendo, esperando que este diario me ayude en algo.
    #Monorol 饾棧饾棓饾棩饾棓饾棥饾棦饾棲 饾棢饾棦饾棪饾棫 饾棗饾棦饾棖饾棬饾棤饾棙饾棥饾棫饾棪: 饾懌饾拪饾拏饾挀饾拪饾拹 饾拝饾拞 饾挅饾拸 饾懛饾拏饾挀饾拏饾拸饾拹饾拪饾拕饾拹 饾煇饾煉 饾悵饾悶 饾悈饾悶饾悰饾惈饾悶饾惈饾惃, 饾悗饾悷饾悽饾悳饾悽饾惂饾悮 饾悹饾悶饾惂饾悶饾惈饾悮饾惀 饾悵饾悶 饾惀饾悮 饾悘饾惃饾惀饾悽饾悳饾悽饾悮 饾悜饾惍饾惁饾悮饾惂饾悮 _Ya tengo tres semanas escribiendo y mis pensamientos no han cesado. Sigo creyendo que mis compañeros me odian en el fondo. Aunque no me lo digan, lo siento en el aire. No me dicen las cosas que antes me decían y me están tratando de una manera distinta, casi con una distancia que antes no existía. Hoy, por ejemplo, Alan me pidió que fuera a recoger un paquete por él. Sin embargo, todo fue una excusa para que él se quedara charlando y fuese el centro de atención, mientras me alejaban y me excluían. Lo sé, aunque no me lo digan directamente. Es horrible sentir que me usan para sus propios beneficios y que, al mismo tiempo, me marginan. Es una sensación que me persigue día tras día, y no puedo evitar cuestionarme qué fue lo que cambió, cuándo empezó este distanciamiento y por qué. Creo que ellos me tratan así porque ascendí a jefe de brigada. Siento que me tienen envidia, lo veo en sus ojos. Sabía que el poder crea envidia, siempre lo supe. Mi psicólogo dice que son ideas mías, pero no puedo evitar sentirlo. No necesito pruebas concretas, lo percibo en sus miradas y en sus actitudes. Seguiré escribiendo, esperando que este diario me ayude en algo.
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