Jimoto había escuchado rumores sobre un grupo de mercenarios con tecnología avanzada, conocidos como la **Patrulla Roja**. No les prestó demasiada atención hasta que, en una aldea remota, vio con sus propios ojos cómo interrogaban a los ancianos sobre las **esferas del dragón**. No podía permitirlo.
—Oigan, ¿no creen que están siendo un poco insistentes? —dijo, apoyando las manos en los bolsillos mientras caminaba tranquilamente hacia ellos.
Los soldados, vestidos con uniformes rojos y negros, voltearon con evidente molestia. Uno de ellos, más alto y con un rifle de energía, apuntó directo a Jimoto.
—¿Y tú quién demonios eres? ¡No te metas en esto!
Jimoto sonrió con calma. **No necesitaba armas, ni refuerzos, solo su propio poder.**
—Yo solo pasaba por aquí... pero creo que es mi deber detener a los matones.
Antes de que los soldados pudieran reaccionar, Jimoto desapareció de su vista. En un parpadeo, **reapareció detrás de ellos**. Un solo golpe en el casco de uno lo dejó inconsciente, otro cayó cuando Jimoto lo derribó con una patada giratoria.
—¡Dispárenle! —gritó un oficial.
Pero **era inútil**. Jimoto esquivaba los disparos con una facilidad insultante, moviéndose entre ellos como un viento imparable. Derribó a un grupo entero con una onda de energía que sacudió el suelo. Los pocos que quedaban en pie intentaron huir, pero Jimoto saltó y aterrizó frente a ellos con una sonrisa confiada.
—Díganle a sus jefes que estas esferas **no** les pertenecen.
Los mercenarios asintieron temblorosos y huyeron a toda velocidad. Jimoto los observó desaparecer en la distancia y cruzó los brazos.
**Ahora era oficial.** La Patrulla Roja también estaba en busca de las esferas, lo que significaba que **esto se había convertido en una carrera.**
**Pero si creían que podían superarlo… estaban muy equivocados.**
—Oigan, ¿no creen que están siendo un poco insistentes? —dijo, apoyando las manos en los bolsillos mientras caminaba tranquilamente hacia ellos.
Los soldados, vestidos con uniformes rojos y negros, voltearon con evidente molestia. Uno de ellos, más alto y con un rifle de energía, apuntó directo a Jimoto.
—¿Y tú quién demonios eres? ¡No te metas en esto!
Jimoto sonrió con calma. **No necesitaba armas, ni refuerzos, solo su propio poder.**
—Yo solo pasaba por aquí... pero creo que es mi deber detener a los matones.
Antes de que los soldados pudieran reaccionar, Jimoto desapareció de su vista. En un parpadeo, **reapareció detrás de ellos**. Un solo golpe en el casco de uno lo dejó inconsciente, otro cayó cuando Jimoto lo derribó con una patada giratoria.
—¡Dispárenle! —gritó un oficial.
Pero **era inútil**. Jimoto esquivaba los disparos con una facilidad insultante, moviéndose entre ellos como un viento imparable. Derribó a un grupo entero con una onda de energía que sacudió el suelo. Los pocos que quedaban en pie intentaron huir, pero Jimoto saltó y aterrizó frente a ellos con una sonrisa confiada.
—Díganle a sus jefes que estas esferas **no** les pertenecen.
Los mercenarios asintieron temblorosos y huyeron a toda velocidad. Jimoto los observó desaparecer en la distancia y cruzó los brazos.
**Ahora era oficial.** La Patrulla Roja también estaba en busca de las esferas, lo que significaba que **esto se había convertido en una carrera.**
**Pero si creían que podían superarlo… estaban muy equivocados.**
Jimoto había escuchado rumores sobre un grupo de mercenarios con tecnología avanzada, conocidos como la **Patrulla Roja**. No les prestó demasiada atención hasta que, en una aldea remota, vio con sus propios ojos cómo interrogaban a los ancianos sobre las **esferas del dragón**. No podía permitirlo.
—Oigan, ¿no creen que están siendo un poco insistentes? —dijo, apoyando las manos en los bolsillos mientras caminaba tranquilamente hacia ellos.
Los soldados, vestidos con uniformes rojos y negros, voltearon con evidente molestia. Uno de ellos, más alto y con un rifle de energía, apuntó directo a Jimoto.
—¿Y tú quién demonios eres? ¡No te metas en esto!
Jimoto sonrió con calma. **No necesitaba armas, ni refuerzos, solo su propio poder.**
—Yo solo pasaba por aquí... pero creo que es mi deber detener a los matones.
Antes de que los soldados pudieran reaccionar, Jimoto desapareció de su vista. En un parpadeo, **reapareció detrás de ellos**. Un solo golpe en el casco de uno lo dejó inconsciente, otro cayó cuando Jimoto lo derribó con una patada giratoria.
—¡Dispárenle! —gritó un oficial.
Pero **era inútil**. Jimoto esquivaba los disparos con una facilidad insultante, moviéndose entre ellos como un viento imparable. Derribó a un grupo entero con una onda de energía que sacudió el suelo. Los pocos que quedaban en pie intentaron huir, pero Jimoto saltó y aterrizó frente a ellos con una sonrisa confiada.
—Díganle a sus jefes que estas esferas **no** les pertenecen.
Los mercenarios asintieron temblorosos y huyeron a toda velocidad. Jimoto los observó desaparecer en la distancia y cruzó los brazos.
**Ahora era oficial.** La Patrulla Roja también estaba en busca de las esferas, lo que significaba que **esto se había convertido en una carrera.**
**Pero si creían que podían superarlo… estaban muy equivocados.**
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