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    Las noches antes de la luna nueva

    La habitación está en silencio.
    La luna menguante parece una sonrisa rota colgada del cielo.

    Me duermo sin resistencia.

    Y entonces…


    ---

    El sueño

    Estoy de pie.
    El aire es denso, como una sopa de invierno.
    Me miro las manos… arrugadas, temblorosas, casi transparentes.

    Soy una anciana.

    Mi respiración es un hilo que se corta a ratos. Mi espalda se dobla como un árbol que ha sobrevivido demasiadas tormentas.

    Una presencia se acerca por detrás.
    La siento antes de verla.
    Un frío que no pertenece al mundo de los vivos.

    La muerte.

    Una figura alta, afilada, envuelta en un silencio que pesa más que el propio sueño.
    No tiene ojos, pero sé que me está mirando.

    Me tiembla el pecho…
    Hasta que algo en mí se quiebra de rabia.

    Agarro aire con mis pulmones viejos, me enderezo, y grito:

    Lili:
    —¡Ésta noche no!
    —No te vas a apoderar de mi miedo…
    —Soy Lili Queen Ishtar.
    —Soy poderosa.
    —Si no me crees… ¡enfréntate a mí!
    —¡Se acabaron las pesadillas! ¡Se acabó la sombra!

    La muerte se detiene.
    Y ríe.

    Una risa que no pertenece a ningún ser del mundo humano, ni del lunar, ni del caos.
    Una risa que descompone el aire a mi alrededor, que hace crujir mis huesos viejos.

    La muerte da media vuelta y empieza a caminar.
    Sin prisa.
    Como si supiera con absoluta certeza que la seguiré.

    La sigo.


    ---

    La cueva

    Entramos en una cueva negra, húmeda, más profunda que cualquier noche que haya conocido.
    La oscuridad respira.
    La oscuridad espera.

    Al fondo…
    Un espejo.

    La muerte lo señala con un dedo huesudo.

    Me acerco.
    Mis manos temblorosas se alzan hacia el cristal.

    Y ahí está.


    ---

    La revelación

    En el espejo…
    No veo a la anciana.

    Veo a la sombra.
    Mi sombra.
    Esa que se alimentó de asesinos, violadores, corsarios, pecadores.
    Esa que nació en el Jardín de Sombras cuando tenía trece años.
    Esa que conoce palabras que yo no comprendo.
    Esa que me observa desde el fondo de mis pesadillas.

    La sombra me mira.
    Sonríe.

    Me giro para mirar mis manos.

    Ya no están arrugadas.
    Ni humanas.
    Son negras.
    Vaporosas.
    Fluyen como tinta viva.

    Soy yo.
    La sombra.

    Y en el espejo…

    El reflejo es Lili.

    Lili verdadera.
    Mi cuerpo.
    Mi voz.
    Mi luz.

    Ella alza la mano del otro lado del cristal, con un gesto de súplica que me destroza.

    Yo intento gritar.
    Intento decirle que no quiero.
    Que no era esto.
    Que solo quería dejar de tener miedo.

    Pero no tengo voz.
    Solo un susurro que no entiendo.

    Una palabra antigua.

    La sombra la entiende.
    Yo no.


    ---

    El despertar

    El mundo se rompe como un vidrio.

    Y no soy yo quien despierta.

    La que abre los ojos en la cama Ishtar…
    La que respira con mis pulmones…
    La que mira alrededor con mis ojos…
    No soy yo.

    Es la sombra.

    Yo… yo no sé dónde estoy.
    No sé si existo en una grieta, en un sueño, en un rincón del Jardín de Sombras.

    Pero ya no estoy en mi cuerpo.

    Y algo —alguien—
    está caminando con mis pies.
    Relato en Post y comentario de la imagen 🩷 Las noches antes de la luna nueva La habitación está en silencio. La luna menguante parece una sonrisa rota colgada del cielo. Me duermo sin resistencia. Y entonces… --- El sueño Estoy de pie. El aire es denso, como una sopa de invierno. Me miro las manos… arrugadas, temblorosas, casi transparentes. Soy una anciana. Mi respiración es un hilo que se corta a ratos. Mi espalda se dobla como un árbol que ha sobrevivido demasiadas tormentas. Una presencia se acerca por detrás. La siento antes de verla. Un frío que no pertenece al mundo de los vivos. La muerte. Una figura alta, afilada, envuelta en un silencio que pesa más que el propio sueño. No tiene ojos, pero sé que me está mirando. Me tiembla el pecho… Hasta que algo en mí se quiebra de rabia. Agarro aire con mis pulmones viejos, me enderezo, y grito: Lili: —¡Ésta noche no! —No te vas a apoderar de mi miedo… —Soy Lili Queen Ishtar. —Soy poderosa. —Si no me crees… ¡enfréntate a mí! —¡Se acabaron las pesadillas! ¡Se acabó la sombra! La muerte se detiene. Y ríe. Una risa que no pertenece a ningún ser del mundo humano, ni del lunar, ni del caos. Una risa que descompone el aire a mi alrededor, que hace crujir mis huesos viejos. La muerte da media vuelta y empieza a caminar. Sin prisa. Como si supiera con absoluta certeza que la seguiré. La sigo. --- La cueva Entramos en una cueva negra, húmeda, más profunda que cualquier noche que haya conocido. La oscuridad respira. La oscuridad espera. Al fondo… Un espejo. La muerte lo señala con un dedo huesudo. Me acerco. Mis manos temblorosas se alzan hacia el cristal. Y ahí está. --- La revelación En el espejo… No veo a la anciana. Veo a la sombra. Mi sombra. Esa que se alimentó de asesinos, violadores, corsarios, pecadores. Esa que nació en el Jardín de Sombras cuando tenía trece años. Esa que conoce palabras que yo no comprendo. Esa que me observa desde el fondo de mis pesadillas. La sombra me mira. Sonríe. Me giro para mirar mis manos. Ya no están arrugadas. Ni humanas. Son negras. Vaporosas. Fluyen como tinta viva. Soy yo. La sombra. Y en el espejo… El reflejo es Lili. Lili verdadera. Mi cuerpo. Mi voz. Mi luz. Ella alza la mano del otro lado del cristal, con un gesto de súplica que me destroza. Yo intento gritar. Intento decirle que no quiero. Que no era esto. Que solo quería dejar de tener miedo. Pero no tengo voz. Solo un susurro que no entiendo. Una palabra antigua. La sombra la entiende. Yo no. --- El despertar El mundo se rompe como un vidrio. Y no soy yo quien despierta. La que abre los ojos en la cama Ishtar… La que respira con mis pulmones… La que mira alrededor con mis ojos… No soy yo. Es la sombra. Yo… yo no sé dónde estoy. No sé si existo en una grieta, en un sueño, en un rincón del Jardín de Sombras. Pero ya no estoy en mi cuerpo. Y algo —alguien— está caminando con mis pies.
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    Las noches antes de la luna nueva

    La habitación está en silencio.
    La luna menguante parece una sonrisa rota colgada del cielo.

    Me duermo sin resistencia.

    Y entonces…


    ---

    El sueño

    Estoy de pie.
    El aire es denso, como una sopa de invierno.
    Me miro las manos… arrugadas, temblorosas, casi transparentes.

    Soy una anciana.

    Mi respiración es un hilo que se corta a ratos. Mi espalda se dobla como un árbol que ha sobrevivido demasiadas tormentas.

    Una presencia se acerca por detrás.
    La siento antes de verla.
    Un frío que no pertenece al mundo de los vivos.

    La muerte.

    Una figura alta, afilada, envuelta en un silencio que pesa más que el propio sueño.
    No tiene ojos, pero sé que me está mirando.

    Me tiembla el pecho…
    Hasta que algo en mí se quiebra de rabia.

    Agarro aire con mis pulmones viejos, me enderezo, y grito:

    Lili:
    —¡Ésta noche no!
    —No te vas a apoderar de mi miedo…
    —Soy Lili Queen Ishtar.
    —Soy poderosa.
    —Si no me crees… ¡enfréntate a mí!
    —¡Se acabaron las pesadillas! ¡Se acabó la sombra!

    La muerte se detiene.
    Y ríe.

    Una risa que no pertenece a ningún ser del mundo humano, ni del lunar, ni del caos.
    Una risa que descompone el aire a mi alrededor, que hace crujir mis huesos viejos.

    La muerte da media vuelta y empieza a caminar.
    Sin prisa.
    Como si supiera con absoluta certeza que la seguiré.

    La sigo.


    ---

    La cueva

    Entramos en una cueva negra, húmeda, más profunda que cualquier noche que haya conocido.
    La oscuridad respira.
    La oscuridad espera.

    Al fondo…
    Un espejo.

    La muerte lo señala con un dedo huesudo.

    Me acerco.
    Mis manos temblorosas se alzan hacia el cristal.

    Y ahí está.


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    La revelación

    En el espejo…
    No veo a la anciana.

    Veo a la sombra.
    Mi sombra.
    Esa que se alimentó de asesinos, violadores, corsarios, pecadores.
    Esa que nació en el Jardín de Sombras cuando tenía trece años.
    Esa que conoce palabras que yo no comprendo.
    Esa que me observa desde el fondo de mis pesadillas.

    La sombra me mira.
    Sonríe.

    Me giro para mirar mis manos.

    Ya no están arrugadas.
    Ni humanas.
    Son negras.
    Vaporosas.
    Fluyen como tinta viva.

    Soy yo.
    La sombra.

    Y en el espejo…

    El reflejo es Lili.

    Lili verdadera.
    Mi cuerpo.
    Mi voz.
    Mi luz.

    Ella alza la mano del otro lado del cristal, con un gesto de súplica que me destroza.

    Yo intento gritar.
    Intento decirle que no quiero.
    Que no era esto.
    Que solo quería dejar de tener miedo.

    Pero no tengo voz.
    Solo un susurro que no entiendo.

    Una palabra antigua.

    La sombra la entiende.
    Yo no.


    ---

    El despertar

    El mundo se rompe como un vidrio.

    Y no soy yo quien despierta.

    La que abre los ojos en la cama Ishtar…
    La que respira con mis pulmones…
    La que mira alrededor con mis ojos…
    No soy yo.

    Es la sombra.

    Yo… yo no sé dónde estoy.
    No sé si existo en una grieta, en un sueño, en un rincón del Jardín de Sombras.

    Pero ya no estoy en mi cuerpo.

    Y algo —alguien—
    está caminando con mis pies.
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    Las noches antes de la luna nueva

    La habitación está en silencio.
    La luna menguante parece una sonrisa rota colgada del cielo.

    Me duermo sin resistencia.

    Y entonces…


    ---

    El sueño

    Estoy de pie.
    El aire es denso, como una sopa de invierno.
    Me miro las manos… arrugadas, temblorosas, casi transparentes.

    Soy una anciana.

    Mi respiración es un hilo que se corta a ratos. Mi espalda se dobla como un árbol que ha sobrevivido demasiadas tormentas.

    Una presencia se acerca por detrás.
    La siento antes de verla.
    Un frío que no pertenece al mundo de los vivos.

    La muerte.

    Una figura alta, afilada, envuelta en un silencio que pesa más que el propio sueño.
    No tiene ojos, pero sé que me está mirando.

    Me tiembla el pecho…
    Hasta que algo en mí se quiebra de rabia.

    Agarro aire con mis pulmones viejos, me enderezo, y grito:

    Lili:
    —¡Ésta noche no!
    —No te vas a apoderar de mi miedo…
    —Soy Lili Queen Ishtar.
    —Soy poderosa.
    —Si no me crees… ¡enfréntate a mí!
    —¡Se acabaron las pesadillas! ¡Se acabó la sombra!

    La muerte se detiene.
    Y ríe.

    Una risa que no pertenece a ningún ser del mundo humano, ni del lunar, ni del caos.
    Una risa que descompone el aire a mi alrededor, que hace crujir mis huesos viejos.

    La muerte da media vuelta y empieza a caminar.
    Sin prisa.
    Como si supiera con absoluta certeza que la seguiré.

    La sigo.


    ---

    La cueva

    Entramos en una cueva negra, húmeda, más profunda que cualquier noche que haya conocido.
    La oscuridad respira.
    La oscuridad espera.

    Al fondo…
    Un espejo.

    La muerte lo señala con un dedo huesudo.

    Me acerco.
    Mis manos temblorosas se alzan hacia el cristal.

    Y ahí está.


    ---

    La revelación

    En el espejo…
    No veo a la anciana.

    Veo a la sombra.
    Mi sombra.
    Esa que se alimentó de asesinos, violadores, corsarios, pecadores.
    Esa que nació en el Jardín de Sombras cuando tenía trece años.
    Esa que conoce palabras que yo no comprendo.
    Esa que me observa desde el fondo de mis pesadillas.

    La sombra me mira.
    Sonríe.

    Me giro para mirar mis manos.

    Ya no están arrugadas.
    Ni humanas.
    Son negras.
    Vaporosas.
    Fluyen como tinta viva.

    Soy yo.
    La sombra.

    Y en el espejo…

    El reflejo es Lili.

    Lili verdadera.
    Mi cuerpo.
    Mi voz.
    Mi luz.

    Ella alza la mano del otro lado del cristal, con un gesto de súplica que me destroza.

    Yo intento gritar.
    Intento decirle que no quiero.
    Que no era esto.
    Que solo quería dejar de tener miedo.

    Pero no tengo voz.
    Solo un susurro que no entiendo.

    Una palabra antigua.

    La sombra la entiende.
    Yo no.


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    El despertar

    El mundo se rompe como un vidrio.

    Y no soy yo quien despierta.

    La que abre los ojos en la cama Ishtar…
    La que respira con mis pulmones…
    La que mira alrededor con mis ojos…
    No soy yo.

    Es la sombra.

    Yo… yo no sé dónde estoy.
    No sé si existo en una grieta, en un sueño, en un rincón del Jardín de Sombras.

    Pero ya no estoy en mi cuerpo.

    Y algo —alguien—
    está caminando con mis pies.
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    ✦⥈ 𝕴𝖘𝖍𝖙𝖆𝖗’𝖘 𝕯𝖊𝖒𝖔𝖓𝖎𝖈 𝕯è𝖊𝖘𝖘𝖊 𝕴𝖓𝖋𝖊𝖗𝖓𝖆𝖑 𝕲𝖑𝖆𝖒𝖔𝖚𝖗 ⥈✦

    ✧ 𝑵𝑶𝑻𝑨 𝑶𝑭𝑰𝑪𝑰𝑨𝑳 – 𝑬𝒅𝒊𝒄𝒊ó𝒏 𝑬𝒏𝒄𝒂𝒏𝒕𝒂𝒅𝒂 𝒅𝒆 𝑫𝒊𝒄𝒊𝒆𝒎𝒃𝒓𝒆 ✧
    Modelos Estelares:
    ✦ 𝕳𝖊𝖓𝖗𝖞 𝕲𝖗𝖎𝖒𝖒𝖙𝖆𝖊𝖑 𝕵𝖆𝖊𝖌𝖊𝖗𝖏𝖆𝖖𝖚𝖊𝖟 𝕭𝖑𝖆𝖈𝖐 — Lord of the Night
    ✦ 𝕾𝖆𝖘𝖍𝖆 𝕴𝖘𝖍𝖙𝖆𝖗 — Siren of the Shadows

    ✦❖ ✦ 𝑷𝒐𝒓𝒕𝒂𝒅𝒂: 𝑰𝒔𝒉𝒕𝒂𝒓 𝑳𝒊𝒏𝒆𝒂𝒈𝒆 – 𝑫𝒖𝒂𝒍 𝑶𝒇 𝑺𝒉𝒂𝒅𝒐𝒘𝒔 & 𝑭𝒍𝒂𝒎𝒆𝒔 ✦❖ ✦

    Bajo la luz carmesí y la energía arcana que caracteriza al linaje Ishtar, nuestros dos emblemas visuales protagonizan una portada que trasciende lo estético para convertirse en mitología viva.

    La unión de Henry, soberano nocturno de aura indomable, y Sasha, sirena de sombras y deseo abisal, enciende la temática central de esta edición:
    𝘦𝘭 𝘷𝘪𝘯𝘤𝘶𝘭𝘰 𝘤𝘳𝘪𝘮𝘴𝘰𝘯 𝘲𝘶𝘦 𝘴𝘦𝘭𝘭𝘢 𝘦𝘭 𝘭𝘦𝘨𝘢𝘥𝘰 𝘐𝘴𝘩𝘵𝘢𝘳.

    🜂 Detalles Destacados de la Edición
    ✦ ❝Crimson Pact: A Love Born in Fire❞
    Una mirada candente al pacto simbólico entre las dos entidades más poderosas del linaje.

    ✦ ❝Amiythyst Embrace – Secrets of the Bloodline❞
    Un reportaje profundo sobre los secretos y la herencia mística de su unión.

    ✦ Entrevista Exclusiva: ❝Hearts Unlensed❞
    Una conversación íntima donde ambos revelan emociones, historia y lo que significa amar en la penumbra.

    𝑨𝒆𝒔𝒕𝒉𝒆𝒕𝒊𝒄 & 𝑽𝒊𝒔𝒖𝒂𝒍 𝑻𝒉𝒆𝒎𝒆
    ✦ Gótico aristocrático con trazos infernales.
    ✦ Iluminación ritual carmesí.
    ✦ Oscuridad elegante coronada por destellos mágicos.
    ✦ La química entre ambos es la protagonista absoluta.

    🜁 𝑹𝒆𝒄𝒐𝒏𝒐𝒄𝒊𝒎𝒊𝒆𝒏𝒕𝒐 𝒅𝒆 𝒍𝒂 𝑨𝒈𝒆𝒏𝒄𝒊𝒂
    La agencia Ishtar’s Demonic Dèesse Infernal Glamour expresa su orgullo absoluto por esta portada que redefine la estética infernal y proyecta el linaje Ishtar a nuevas alturas.

    Henry Black y Sasha Ishtar consolidan una vez más su supremacía visual como los reyes del glamour abisal.

    🜸 “𝒆𝒍 𝒍𝒊𝒏𝒂𝒋𝒆 𝑰𝒔𝒉𝒕𝒂𝒓 𝒏𝒐 𝒔𝒆 𝒑𝒓𝒐𝒎𝒐𝒄𝒊𝒐𝒏𝒂… 𝒔𝒆 𝒔𝒆𝒏𝒕𝒆, 𝒔𝒆 𝒕𝒆𝒎𝒆, 𝒔𝒆 𝒂𝒅𝒎𝒊𝒓𝒂.” 🜸

    — Monarcas de Sangre y Sombra”
    ✦⥈ 𝕴𝖘𝖍𝖙𝖆𝖗’𝖘 𝕯𝖊𝖒𝖔𝖓𝖎𝖈 𝕯è𝖊𝖘𝖘𝖊 𝕴𝖓𝖋𝖊𝖗𝖓𝖆𝖑 𝕲𝖑𝖆𝖒𝖔𝖚𝖗 ⥈✦ ✧ 𝑵𝑶𝑻𝑨 𝑶𝑭𝑰𝑪𝑰𝑨𝑳 – 𝑬𝒅𝒊𝒄𝒊ó𝒏 𝑬𝒏𝒄𝒂𝒏𝒕𝒂𝒅𝒂 𝒅𝒆 𝑫𝒊𝒄𝒊𝒆𝒎𝒃𝒓𝒆 ✧ ⭐ Modelos Estelares: ✦ 𝕳𝖊𝖓𝖗𝖞 𝕲𝖗𝖎𝖒𝖒𝖙𝖆𝖊𝖑 𝕵𝖆𝖊𝖌𝖊𝖗𝖏𝖆𝖖𝖚𝖊𝖟 𝕭𝖑𝖆𝖈𝖐 — Lord of the Night ✦ 𝕾𝖆𝖘𝖍𝖆 𝕴𝖘𝖍𝖙𝖆𝖗 — Siren of the Shadows ✦❖ ✦ 𝑷𝒐𝒓𝒕𝒂𝒅𝒂: 𝑰𝒔𝒉𝒕𝒂𝒓 𝑳𝒊𝒏𝒆𝒂𝒈𝒆 – 𝑫𝒖𝒂𝒍 𝑶𝒇 𝑺𝒉𝒂𝒅𝒐𝒘𝒔 & 𝑭𝒍𝒂𝒎𝒆𝒔 ✦❖ ✦ Bajo la luz carmesí y la energía arcana que caracteriza al linaje Ishtar, nuestros dos emblemas visuales protagonizan una portada que trasciende lo estético para convertirse en mitología viva. La unión de Henry, soberano nocturno de aura indomable, y Sasha, sirena de sombras y deseo abisal, enciende la temática central de esta edición: 𝘦𝘭 𝘷𝘪𝘯𝘤𝘶𝘭𝘰 𝘤𝘳𝘪𝘮𝘴𝘰𝘯 𝘲𝘶𝘦 𝘴𝘦𝘭𝘭𝘢 𝘦𝘭 𝘭𝘦𝘨𝘢𝘥𝘰 𝘐𝘴𝘩𝘵𝘢𝘳. 🜂 Detalles Destacados de la Edición ✦ ❝Crimson Pact: A Love Born in Fire❞ Una mirada candente al pacto simbólico entre las dos entidades más poderosas del linaje. ✦ ❝Amiythyst Embrace – Secrets of the Bloodline❞ Un reportaje profundo sobre los secretos y la herencia mística de su unión. ✦ Entrevista Exclusiva: ❝Hearts Unlensed❞ Una conversación íntima donde ambos revelan emociones, historia y lo que significa amar en la penumbra. 🔱 𝑨𝒆𝒔𝒕𝒉𝒆𝒕𝒊𝒄 & 𝑽𝒊𝒔𝒖𝒂𝒍 𝑻𝒉𝒆𝒎𝒆 ✦ Gótico aristocrático con trazos infernales. ✦ Iluminación ritual carmesí. ✦ Oscuridad elegante coronada por destellos mágicos. ✦ La química entre ambos es la protagonista absoluta. 🜁 𝑹𝒆𝒄𝒐𝒏𝒐𝒄𝒊𝒎𝒊𝒆𝒏𝒕𝒐 𝒅𝒆 𝒍𝒂 𝑨𝒈𝒆𝒏𝒄𝒊𝒂 La agencia Ishtar’s Demonic Dèesse Infernal Glamour expresa su orgullo absoluto por esta portada que redefine la estética infernal y proyecta el linaje Ishtar a nuevas alturas. Henry Black y Sasha Ishtar consolidan una vez más su supremacía visual como los reyes del glamour abisal. 🜸 “𝒆𝒍 𝒍𝒊𝒏𝒂𝒋𝒆 𝑰𝒔𝒉𝒕𝒂𝒓 𝒏𝒐 𝒔𝒆 𝒑𝒓𝒐𝒎𝒐𝒄𝒊𝒐𝒏𝒂… 𝒔𝒆 𝒔𝒆𝒏𝒕𝒆, 𝒔𝒆 𝒕𝒆𝒎𝒆, 𝒔𝒆 𝒂𝒅𝒎𝒊𝒓𝒂.” 🜸 — Monarcas de Sangre y Sombra”
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    La Última Santa, el Último Héroe. - Legado del Error.

    Hubo una vez un joven optimista, bendecido por la Diosa. Su destino era claro: traer la paz al mundo derrotando al Señor Demonio. Desde niño entrenó con fe, esperando el día en que su amiga de la infancia, elegida como la Santa a los diez años, regresara a su lado. Ella poseía la gracia divina, capaz de sanar casi cualquier herida… excepto las suyas propias.

    Separados por el deber, él recibió la bendición dos años después. Con ella, la espada sagrada capaz de herir al mal. Años pasaron. Cuando el héroe cumplió diecinueve, se reencontró con la Santa, ahora una joven de dieciocho. Junto a ellos se unió el hijo del maestro del héroe, un guerrero valiente. Los tres partieron en su misión sagrada.

    Derrotaron a los soldados del Señor Demonio, pero sabían que el verdadero enemigo no estaba en su continente. Solo sus generales cruzaban el mar. Para enfrentarlo, debían volverse más fuertes. Un sabio les enseñó entonces el ritual del sello: si el héroe fallaba, la Santa podría sellar al demonio. Ella aprendió a invocar el sello. Él, a debilitar al enemigo. El guerrero los protegía.

    Antes de partir al continente oscuro, buscaron el apoyo de los reinos. Si el reino Ishtar los respaldaba, los demás seguirían. Pero entonces, llegó la noticia: una general del Señor Demonio se acercaba a Ishtar. Los tres corrieron a advertirles, pero sabían que no llegarían a tiempo. Decidieron interceptarla en una aldea.

    La trampa estaba lista. Los aldeanos confiaron… demasiado. Al ver que la general era una jovencita, creyeron que podrían capturarla. Salieron a pelear, arruinando el plan. La general los derrotó con facilidad. El héroe tuvo que intervenir. En un acto desesperado, pidió a la Santa que usara el sello. El guerrero logró herir a la general, pero murió en el intento.

    El héroe, cegado por la rabia, luchó para vengarlo. La Santa invocó el sello. La general quedó inmovilizada. El héroe creyó que habían ganado. Pero no sabían que ella era la hija del Señor Demonio. Una híbrida. El sello no funcionó del todo.

    Sin dudarlo, la general lanzó su espada. Atravesó el pecho de la Santa. La mató al instante.

    El héroe gritó, maldijo, atacó. Pero fue derrotado. Herido en el suelo, escuchó la verdad: la general no pensaba atacar la aldea. Su misión era formar una alianza con Ishtar. Pero por culpa del héroe, ahora arrasaría con todo.

    Tomó su cabeza. Leyó su mente. Le dijo los nombres de sus amigos, de quienes lo cuidaron en el orfanato. Le prometió que cuando los matara, les diría que fue culpa suya.

    Y entonces lo mató.

    La general cayó al suelo, apoyándose con las manos. Su soldado más fiel, la guerrera Onix, se acercó.

    —¿De verdad harás todo eso? —preguntó.

    Jennifer, la hija del Señor Demonio, sonrió con cansancio.

    —No. Solo lo dije porque me hizo enojar.


    Loki al lector
    "Oh valla... ¿No es hermosa la ironía? El héroe murió creyendo que salvaría el mundo. La santa murió creyendo que sellaría al mal. Y al final… la hija del mal es la única capaz de hacerlo."

    "Ah, lector… ¿crees que el héroe y la santa merecían un final feliz? Él, cegado por su fe, provocó la ruina. Ella, incapaz de sanar sus propias heridas, murió por un destino impuesto. ¿De verdad llamas a eso justicia? Yo digo que la ironía es más honesta que la esperanza."
    La Última Santa, el Último Héroe. - Legado del Error. Hubo una vez un joven optimista, bendecido por la Diosa. Su destino era claro: traer la paz al mundo derrotando al Señor Demonio. Desde niño entrenó con fe, esperando el día en que su amiga de la infancia, elegida como la Santa a los diez años, regresara a su lado. Ella poseía la gracia divina, capaz de sanar casi cualquier herida… excepto las suyas propias. Separados por el deber, él recibió la bendición dos años después. Con ella, la espada sagrada capaz de herir al mal. Años pasaron. Cuando el héroe cumplió diecinueve, se reencontró con la Santa, ahora una joven de dieciocho. Junto a ellos se unió el hijo del maestro del héroe, un guerrero valiente. Los tres partieron en su misión sagrada. Derrotaron a los soldados del Señor Demonio, pero sabían que el verdadero enemigo no estaba en su continente. Solo sus generales cruzaban el mar. Para enfrentarlo, debían volverse más fuertes. Un sabio les enseñó entonces el ritual del sello: si el héroe fallaba, la Santa podría sellar al demonio. Ella aprendió a invocar el sello. Él, a debilitar al enemigo. El guerrero los protegía. Antes de partir al continente oscuro, buscaron el apoyo de los reinos. Si el reino Ishtar los respaldaba, los demás seguirían. Pero entonces, llegó la noticia: una general del Señor Demonio se acercaba a Ishtar. Los tres corrieron a advertirles, pero sabían que no llegarían a tiempo. Decidieron interceptarla en una aldea. La trampa estaba lista. Los aldeanos confiaron… demasiado. Al ver que la general era una jovencita, creyeron que podrían capturarla. Salieron a pelear, arruinando el plan. La general los derrotó con facilidad. El héroe tuvo que intervenir. En un acto desesperado, pidió a la Santa que usara el sello. El guerrero logró herir a la general, pero murió en el intento. El héroe, cegado por la rabia, luchó para vengarlo. La Santa invocó el sello. La general quedó inmovilizada. El héroe creyó que habían ganado. Pero no sabían que ella era la hija del Señor Demonio. Una híbrida. El sello no funcionó del todo. Sin dudarlo, la general lanzó su espada. Atravesó el pecho de la Santa. La mató al instante. El héroe gritó, maldijo, atacó. Pero fue derrotado. Herido en el suelo, escuchó la verdad: la general no pensaba atacar la aldea. Su misión era formar una alianza con Ishtar. Pero por culpa del héroe, ahora arrasaría con todo. Tomó su cabeza. Leyó su mente. Le dijo los nombres de sus amigos, de quienes lo cuidaron en el orfanato. Le prometió que cuando los matara, les diría que fue culpa suya. Y entonces lo mató. La general cayó al suelo, apoyándose con las manos. Su soldado más fiel, la guerrera Onix, se acercó. —¿De verdad harás todo eso? —preguntó. Jennifer, la hija del Señor Demonio, sonrió con cansancio. —No. Solo lo dije porque me hizo enojar. Loki al lector "Oh valla... ¿No es hermosa la ironía? El héroe murió creyendo que salvaría el mundo. La santa murió creyendo que sellaría al mal. Y al final… la hija del mal es la única capaz de hacerlo." "Ah, lector… ¿crees que el héroe y la santa merecían un final feliz? Él, cegado por su fe, provocó la ruina. Ella, incapaz de sanar sus propias heridas, murió por un destino impuesto. ¿De verdad llamas a eso justicia? Yo digo que la ironía es más honesta que la esperanza."
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    El combate con Akane — La Sombra y la Súcubo Azul

    —Mis movimientos… si es que aún puedo llamarlos míos… no pertenecen a ninguna criatura cuerda.
    Me deslizo, salto, giro, como una sombra sin dueño.
    Como si mis huesos se hubieran vuelto humo y mis músculos relámpagos.

    Me río.
    Una risa rota, metálica, un eco de algo que nunca debería despertar en un cuerpo tan joven.

    Al sonreír, mis colmillos atraviesan mis encías.
    Puedo sentir la sangre caliente resbalarme por la lengua.
    Y me gusta.

    Mi sonrisa deja de ser humana.
    Se convierte en una mueca desafiante, descontrolada, devoradora.

    Le voy a arrancar la sonrisa a Akane.

    Me lanzo hacia ella, veloz como una sombra en plena estampida.
    Ella esquiva el primer ataque por apenas unos milímetros.
    Nuestra mirada se cruza:
    la mía, vacía y devoradora,
    la suya, firme pero herida por lo que ve.

    Esa fracción de segundo dura una eternidad.

    Ataco otra vez.
    Y otra.
    Y otra.

    Soy rápida, sí.
    Letal, sí.
    Pero predecible, como una bestia rabiosa sin cerebro.

    Es entonces cuando Akane deja de contenerse.

    Cuando revela el poder que ganó en su combate contra Azuka.
    Ese combate que marcó a ambas.
    Donde Akane arrancó un cuerno a su hermana y lo guardó como recordatorio.

    Un recordatorio de lo que una cría Queen Ishtar es capaz de hacer:

    Dominar.
    Someter.
    Destruir.
    Amar.

    Akane respira profundo y su cuerpo cambia.

    Sus músculos se tensan.
    Sus venas brillan bajo la piel.
    Y de su frente surgen los dos cuernos azules que heredó de la emperatriz Sasha.
    Su madre Yuna y su abuela comparten esa sangre.

    Akane se alza ante mí como la Súcubo Azul.
    Imponente.
    Hermosa.
    Peligrosa.

    Pero no retrocede.

    Me deja alcanzarla.

    Mis uñas rasgan su piel.
    Mis colmillos buscan su cuello.
    Mi instinto ruge hambre, furia, caos.

    La muerdo.
    La araño.
    Me aferro a ella queriendo desgarrar las arterias como un animal sin alma.

    Y ella…

    Me abraza.

    Me sostiene.

    Me arropa con sus alas azules.
    Con sus brazos firmes.
    Con su calor.
    Con su fuerza.

    Me acuna.
    Me mece.
    Me susurra.
    Me besa la cabeza.

    Y todo el odio se rompe como cristal.

    Mi corazón se detiene un instante.
    La sombra se deshace, humeante.
    Mis garras se retraen.
    Mi mandíbula tiembla.

    Y sólo quedo yo.

    Yo.
    Lili.

    Pequeña.
    Humana.
    Temblando entre los brazos de Akane.

    Y lloro.

    Lloro como si me desgarraran desde dentro.
    Lloro toda la rabia, el miedo, la soledad, la mentira.
    Lloro sobre su pecho mientras ella me presiona contra su corazón.

    Cuando al fin levanto la mirada, con la voz más suave que jamás le he oído, me dice:

    Akane:
    No permitas NUNCA que nadie te vea llorar.
    Y no permitas NUNCA que nadie te abrace así…

    Tú no eres presa, Lili.
    Eres hija de Reinas.

    —Hace una pausa, me limpia la lágrima con su pulgar—

    Sólo tus madres pueden abrazarte así…
    Y yo.
    Relato en Post y comentario de la imagen 🩷 El combate con Akane — La Sombra y la Súcubo Azul —Mis movimientos… si es que aún puedo llamarlos míos… no pertenecen a ninguna criatura cuerda. Me deslizo, salto, giro, como una sombra sin dueño. Como si mis huesos se hubieran vuelto humo y mis músculos relámpagos. Me río. Una risa rota, metálica, un eco de algo que nunca debería despertar en un cuerpo tan joven. Al sonreír, mis colmillos atraviesan mis encías. Puedo sentir la sangre caliente resbalarme por la lengua. Y me gusta. Mi sonrisa deja de ser humana. Se convierte en una mueca desafiante, descontrolada, devoradora. Le voy a arrancar la sonrisa a Akane. Me lanzo hacia ella, veloz como una sombra en plena estampida. Ella esquiva el primer ataque por apenas unos milímetros. Nuestra mirada se cruza: la mía, vacía y devoradora, la suya, firme pero herida por lo que ve. Esa fracción de segundo dura una eternidad. Ataco otra vez. Y otra. Y otra. Soy rápida, sí. Letal, sí. Pero predecible, como una bestia rabiosa sin cerebro. Es entonces cuando Akane deja de contenerse. Cuando revela el poder que ganó en su combate contra Azuka. Ese combate que marcó a ambas. Donde Akane arrancó un cuerno a su hermana y lo guardó como recordatorio. Un recordatorio de lo que una cría Queen Ishtar es capaz de hacer: Dominar. Someter. Destruir. Amar. Akane respira profundo y su cuerpo cambia. Sus músculos se tensan. Sus venas brillan bajo la piel. Y de su frente surgen los dos cuernos azules que heredó de la emperatriz Sasha. Su madre Yuna y su abuela comparten esa sangre. Akane se alza ante mí como la Súcubo Azul. Imponente. Hermosa. Peligrosa. Pero no retrocede. Me deja alcanzarla. Mis uñas rasgan su piel. Mis colmillos buscan su cuello. Mi instinto ruge hambre, furia, caos. La muerdo. La araño. Me aferro a ella queriendo desgarrar las arterias como un animal sin alma. Y ella… Me abraza. Me sostiene. Me arropa con sus alas azules. Con sus brazos firmes. Con su calor. Con su fuerza. Me acuna. Me mece. Me susurra. Me besa la cabeza. Y todo el odio se rompe como cristal. Mi corazón se detiene un instante. La sombra se deshace, humeante. Mis garras se retraen. Mi mandíbula tiembla. Y sólo quedo yo. Yo. Lili. Pequeña. Humana. Temblando entre los brazos de Akane. Y lloro. Lloro como si me desgarraran desde dentro. Lloro toda la rabia, el miedo, la soledad, la mentira. Lloro sobre su pecho mientras ella me presiona contra su corazón. Cuando al fin levanto la mirada, con la voz más suave que jamás le he oído, me dice: Akane: No permitas NUNCA que nadie te vea llorar. Y no permitas NUNCA que nadie te abrace así… Tú no eres presa, Lili. Eres hija de Reinas. —Hace una pausa, me limpia la lágrima con su pulgar— Sólo tus madres pueden abrazarte así… Y yo.
    Relato en Post y comentario de la imagen 🩷 Azuka 𝐈𝐬𝐡𝐭𝐚𝐫 Yokin

    El combate con Akane — La Sombra y la Súcubo Azul

    —Mis movimientos… si es que aún puedo llamarlos míos… no pertenecen a ninguna criatura cuerda.
    Me deslizo, salto, giro, como una sombra sin dueño.
    Como si mis huesos se hubieran vuelto humo y mis músculos relámpagos.

    Me río.
    Una risa rota, metálica, un eco de algo que nunca debería despertar en un cuerpo tan joven.

    Al sonreír, mis colmillos atraviesan mis encías.
    Puedo sentir la sangre caliente resbalarme por la lengua.
    Y me gusta.

    Mi sonrisa deja de ser humana.
    Se convierte en una mueca desafiante, descontrolada, devoradora.

    Le voy a arrancar la sonrisa a Akane.

    Me lanzo hacia ella, veloz como una sombra en plena estampida.
    Ella esquiva el primer ataque por apenas unos milímetros.
    Nuestra mirada se cruza:
    la mía, vacía y devoradora,
    la suya, firme pero herida por lo que ve.

    Esa fracción de segundo dura una eternidad.

    Ataco otra vez.
    Y otra.
    Y otra.

    Soy rápida, sí.
    Letal, sí.
    Pero predecible, como una bestia rabiosa sin cerebro.

    Es entonces cuando Akane deja de contenerse.

    Cuando revela el poder que ganó en su combate contra Azuka.
    Ese combate que marcó a ambas.
    Donde Akane arrancó un cuerno a su hermana y lo guardó como recordatorio.

    Un recordatorio de lo que una cría Queen Ishtar es capaz de hacer:

    Dominar.
    Someter.
    Destruir.
    Amar.

    Akane respira profundo y su cuerpo cambia.

    Sus músculos se tensan.
    Sus venas brillan bajo la piel.
    Y de su frente surgen los dos cuernos azules que heredó de la emperatriz Sasha.
    Su madre Yuna y su abuela comparten esa sangre.

    Akane se alza ante mí como la Súcubo Azul.
    Imponente.
    Hermosa.
    Peligrosa.

    Pero no retrocede.

    Me deja alcanzarla.

    Mis uñas rasgan su piel.
    Mis colmillos buscan su cuello.
    Mi instinto ruge hambre, furia, caos.

    La muerdo.
    La araño.
    Me aferro a ella queriendo desgarrar las arterias como un animal sin alma.

    Y ella…

    Me abraza.

    Me sostiene.

    Me arropa con sus alas azules.
    Con sus brazos firmes.
    Con su calor.
    Con su fuerza.

    Me acuna.
    Me mece.
    Me susurra.
    Me besa la cabeza.

    Y todo el odio se rompe como cristal.

    Mi corazón se detiene un instante.
    La sombra se deshace, humeante.
    Mis garras se retraen.
    Mi mandíbula tiembla.

    Y sólo quedo yo.

    Yo.
    Lili.

    Pequeña.
    Humana.
    Temblando entre los brazos de Akane.

    Y lloro.

    Lloro como si me desgarraran desde dentro.
    Lloro toda la rabia, el miedo, la soledad, la mentira.
    Lloro sobre su pecho mientras ella me presiona contra su corazón.

    Cuando al fin levanto la mirada, con la voz más suave que jamás le he oído, me dice:

    Akane:
    No permitas NUNCA que nadie te vea llorar.
    Y no permitas NUNCA que nadie te abrace así…

    Tú no eres presa, Lili.
    Eres hija de Reinas.

    —Hace una pausa, me limpia la lágrima con su pulgar—

    Sólo tus madres pueden abrazarte así…
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    El combate con Akane — La Sombra y la Súcubo Azul

    —Mis movimientos… si es que aún puedo llamarlos míos… no pertenecen a ninguna criatura cuerda.
    Me deslizo, salto, giro, como una sombra sin dueño.
    Como si mis huesos se hubieran vuelto humo y mis músculos relámpagos.

    Me río.
    Una risa rota, metálica, un eco de algo que nunca debería despertar en un cuerpo tan joven.

    Al sonreír, mis colmillos atraviesan mis encías.
    Puedo sentir la sangre caliente resbalarme por la lengua.
    Y me gusta.

    Mi sonrisa deja de ser humana.
    Se convierte en una mueca desafiante, descontrolada, devoradora.

    Le voy a arrancar la sonrisa a Akane.

    Me lanzo hacia ella, veloz como una sombra en plena estampida.
    Ella esquiva el primer ataque por apenas unos milímetros.
    Nuestra mirada se cruza:
    la mía, vacía y devoradora,
    la suya, firme pero herida por lo que ve.

    Esa fracción de segundo dura una eternidad.

    Ataco otra vez.
    Y otra.
    Y otra.

    Soy rápida, sí.
    Letal, sí.
    Pero predecible, como una bestia rabiosa sin cerebro.

    Es entonces cuando Akane deja de contenerse.

    Cuando revela el poder que ganó en su combate contra Azuka.
    Ese combate que marcó a ambas.
    Donde Akane arrancó un cuerno a su hermana y lo guardó como recordatorio.

    Un recordatorio de lo que una cría Queen Ishtar es capaz de hacer:

    Dominar.
    Someter.
    Destruir.
    Amar.

    Akane respira profundo y su cuerpo cambia.

    Sus músculos se tensan.
    Sus venas brillan bajo la piel.
    Y de su frente surgen los dos cuernos azules que heredó de la emperatriz Sasha.
    Su madre Yuna y su abuela comparten esa sangre.

    Akane se alza ante mí como la Súcubo Azul.
    Imponente.
    Hermosa.
    Peligrosa.

    Pero no retrocede.

    Me deja alcanzarla.

    Mis uñas rasgan su piel.
    Mis colmillos buscan su cuello.
    Mi instinto ruge hambre, furia, caos.

    La muerdo.
    La araño.
    Me aferro a ella queriendo desgarrar las arterias como un animal sin alma.

    Y ella…

    Me abraza.

    Me sostiene.

    Me arropa con sus alas azules.
    Con sus brazos firmes.
    Con su calor.
    Con su fuerza.

    Me acuna.
    Me mece.
    Me susurra.
    Me besa la cabeza.

    Y todo el odio se rompe como cristal.

    Mi corazón se detiene un instante.
    La sombra se deshace, humeante.
    Mis garras se retraen.
    Mi mandíbula tiembla.

    Y sólo quedo yo.

    Yo.
    Lili.

    Pequeña.
    Humana.
    Temblando entre los brazos de Akane.

    Y lloro.

    Lloro como si me desgarraran desde dentro.
    Lloro toda la rabia, el miedo, la soledad, la mentira.
    Lloro sobre su pecho mientras ella me presiona contra su corazón.

    Cuando al fin levanto la mirada, con la voz más suave que jamás le he oído, me dice:

    Akane:
    No permitas NUNCA que nadie te vea llorar.
    Y no permitas NUNCA que nadie te abrace así…

    Tú no eres presa, Lili.
    Eres hija de Reinas.

    —Hace una pausa, me limpia la lágrima con su pulgar—

    Sólo tus madres pueden abrazarte así…
    Y yo.
    Relato en Post y comentario de la imagen 🩷 [HimariSeiryu] El combate con Akane — La Sombra y la Súcubo Azul —Mis movimientos… si es que aún puedo llamarlos míos… no pertenecen a ninguna criatura cuerda. Me deslizo, salto, giro, como una sombra sin dueño. Como si mis huesos se hubieran vuelto humo y mis músculos relámpagos. Me río. Una risa rota, metálica, un eco de algo que nunca debería despertar en un cuerpo tan joven. Al sonreír, mis colmillos atraviesan mis encías. Puedo sentir la sangre caliente resbalarme por la lengua. Y me gusta. Mi sonrisa deja de ser humana. Se convierte en una mueca desafiante, descontrolada, devoradora. Le voy a arrancar la sonrisa a Akane. Me lanzo hacia ella, veloz como una sombra en plena estampida. Ella esquiva el primer ataque por apenas unos milímetros. Nuestra mirada se cruza: la mía, vacía y devoradora, la suya, firme pero herida por lo que ve. Esa fracción de segundo dura una eternidad. Ataco otra vez. Y otra. Y otra. Soy rápida, sí. Letal, sí. Pero predecible, como una bestia rabiosa sin cerebro. Es entonces cuando Akane deja de contenerse. Cuando revela el poder que ganó en su combate contra Azuka. Ese combate que marcó a ambas. Donde Akane arrancó un cuerno a su hermana y lo guardó como recordatorio. Un recordatorio de lo que una cría Queen Ishtar es capaz de hacer: Dominar. Someter. Destruir. Amar. Akane respira profundo y su cuerpo cambia. Sus músculos se tensan. Sus venas brillan bajo la piel. Y de su frente surgen los dos cuernos azules que heredó de la emperatriz Sasha. Su madre Yuna y su abuela comparten esa sangre. Akane se alza ante mí como la Súcubo Azul. Imponente. Hermosa. Peligrosa. Pero no retrocede. Me deja alcanzarla. Mis uñas rasgan su piel. Mis colmillos buscan su cuello. Mi instinto ruge hambre, furia, caos. La muerdo. La araño. Me aferro a ella queriendo desgarrar las arterias como un animal sin alma. Y ella… Me abraza. Me sostiene. Me arropa con sus alas azules. Con sus brazos firmes. Con su calor. Con su fuerza. Me acuna. Me mece. Me susurra. Me besa la cabeza. Y todo el odio se rompe como cristal. Mi corazón se detiene un instante. La sombra se deshace, humeante. Mis garras se retraen. Mi mandíbula tiembla. Y sólo quedo yo. Yo. Lili. Pequeña. Humana. Temblando entre los brazos de Akane. Y lloro. Lloro como si me desgarraran desde dentro. Lloro toda la rabia, el miedo, la soledad, la mentira. Lloro sobre su pecho mientras ella me presiona contra su corazón. Cuando al fin levanto la mirada, con la voz más suave que jamás le he oído, me dice: Akane: No permitas NUNCA que nadie te vea llorar. Y no permitas NUNCA que nadie te abrace así… Tú no eres presa, Lili. Eres hija de Reinas. —Hace una pausa, me limpia la lágrima con su pulgar— Sólo tus madres pueden abrazarte así… Y yo.
    Me entristece
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    El primer combate contra Akane: El despertar

    —La encuentro en el jardín Ishtar, entrenando sola.

    El viento apenas se atreve a rozarla.
    Cada movimiento suyo es una línea perfecta: la espada sube, baja, gira con una elegancia que parece casi música.
    Su cabello sigue el ritmo del acero, y por un instante pienso que estoy viendo un sueño en lugar de a una persona real.

    Pero cuando siente mi presencia… se detiene.
    La espada queda suspendida en un último movimiento preciso, y luego la enfunda con un gesto suave.

    Y entonces me sonríe.

    Una sonrisa tímida, dulce, la clase de sonrisa que me derrite las piernas.

    Akane da unos pasos hacia mí.

    Akane: Buenos días, Lili. Estás… ¿bien? Pareces muy emocionada.

    Yo asiento rápido, demasiado rápido, como si se me fuera la vida en ello.
    Y comienzo a hablarle atropellada, contándole todo lo que viví el día anterior con Oz.
    Cómo apareció, lo que me dijo, lo que hizo con el poste.
    Su rostro cambia apenas cuando menciono su nombre—Oz—y sus ojos se vuelven más graves.

    Me explica lo que sabe.
    La historia que se murmura en sombras.

    —La muerte de Selin.
    El caos que nació de ese dolor.
    El encierro eterno.
    La reciente liberación.

    El aire pesa.
    Se me hunde el corazón.

    Lili (temblando): ¿Por eso mi madre desapareció…?

    Akane baja la mirada, incapaz de darme una mentira… e incapaz de decirme la verdad.
    Su silencio me atraviesa.

    Pero entonces, para no llorar, me aferro a lo que sí sé:

    Lili: Oz dice que quiere entrenarme. Dice que soy muy poderosa… ¡Así que te lo voy a demostrar!

    Ella vuelve a sonreír, esa sonrisa que mezcla cariño y preocupación.

    Akane: Entonces ven con todo lo que tengas, Lili. Estoy lista.


    ---

    Agarro una enorme guadaña.
    Corro hacia ella con toda mi energía, como si fuera una avalancha.

    Ataco una, dos, diez veces.
    Me muevo como si cada golpe fuera una danza improvisada.

    Pero Akane solo esquiva.
    Apenas se mueve.
    Fluye.
    Y siempre, siempre con esa expresión dulce que me enfurece y me sonroja.

    Mis mejillas están rojas.
    Mi orgullo arde.

    Y entonces…
    Siento eso dentro de mí.

    Un latido doble.
    Una voz que no es voz.
    Un susurro que se clava entre mis costillas.

    “Más rápido.”
    “Más fuerte.”
    “No eres frágil.”

    La guadaña cae al suelo.
    Mis manos tiemblan.
    Mis uñas… se alargan.
    Mis dientes rasgan mi propia lengua al cambiar.

    Un dolor delicioso y terrible atraviesa mi cuerpo.

    Y grito.

    Pero no soy solo yo.

    Es una voz lunar.
    Y otra, abismal.
    Una superpuesta a la otra, como si el mundo estuviera desgarrándose y recomponiéndose dentro de mí.

    Mi sombra se estira hacia atrás, se eleva, respira.

    Mi conciencia se apaga como una vela bajo tormenta.

    Lo último que alcanzo a ver…
    Es el rostro de Akane, retrocediendo un paso.

    Por primera vez,
    asustada.
    Relato en Post y comentario de la imagen 🩷 El primer combate contra Akane: El despertar —La encuentro en el jardín Ishtar, entrenando sola. El viento apenas se atreve a rozarla. Cada movimiento suyo es una línea perfecta: la espada sube, baja, gira con una elegancia que parece casi música. Su cabello sigue el ritmo del acero, y por un instante pienso que estoy viendo un sueño en lugar de a una persona real. Pero cuando siente mi presencia… se detiene. La espada queda suspendida en un último movimiento preciso, y luego la enfunda con un gesto suave. Y entonces me sonríe. Una sonrisa tímida, dulce, la clase de sonrisa que me derrite las piernas. Akane da unos pasos hacia mí. Akane: Buenos días, Lili. Estás… ¿bien? Pareces muy emocionada. Yo asiento rápido, demasiado rápido, como si se me fuera la vida en ello. Y comienzo a hablarle atropellada, contándole todo lo que viví el día anterior con Oz. Cómo apareció, lo que me dijo, lo que hizo con el poste. Su rostro cambia apenas cuando menciono su nombre—Oz—y sus ojos se vuelven más graves. Me explica lo que sabe. La historia que se murmura en sombras. —La muerte de Selin. El caos que nació de ese dolor. El encierro eterno. La reciente liberación. El aire pesa. Se me hunde el corazón. Lili (temblando): ¿Por eso mi madre desapareció…? Akane baja la mirada, incapaz de darme una mentira… e incapaz de decirme la verdad. Su silencio me atraviesa. Pero entonces, para no llorar, me aferro a lo que sí sé: Lili: Oz dice que quiere entrenarme. Dice que soy muy poderosa… ¡Así que te lo voy a demostrar! Ella vuelve a sonreír, esa sonrisa que mezcla cariño y preocupación. Akane: Entonces ven con todo lo que tengas, Lili. Estoy lista. --- Agarro una enorme guadaña. Corro hacia ella con toda mi energía, como si fuera una avalancha. Ataco una, dos, diez veces. Me muevo como si cada golpe fuera una danza improvisada. Pero Akane solo esquiva. Apenas se mueve. Fluye. Y siempre, siempre con esa expresión dulce que me enfurece y me sonroja. Mis mejillas están rojas. Mi orgullo arde. Y entonces… Siento eso dentro de mí. Un latido doble. Una voz que no es voz. Un susurro que se clava entre mis costillas. “Más rápido.” “Más fuerte.” “No eres frágil.” La guadaña cae al suelo. Mis manos tiemblan. Mis uñas… se alargan. Mis dientes rasgan mi propia lengua al cambiar. Un dolor delicioso y terrible atraviesa mi cuerpo. Y grito. Pero no soy solo yo. Es una voz lunar. Y otra, abismal. Una superpuesta a la otra, como si el mundo estuviera desgarrándose y recomponiéndose dentro de mí. Mi sombra se estira hacia atrás, se eleva, respira. Mi conciencia se apaga como una vela bajo tormenta. Lo último que alcanzo a ver… Es el rostro de Akane, retrocediendo un paso. Por primera vez, asustada.
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    El primer combate contra Akane: El despertar

    —La encuentro en el jardín Ishtar, entrenando sola.

    El viento apenas se atreve a rozarla.
    Cada movimiento suyo es una línea perfecta: la espada sube, baja, gira con una elegancia que parece casi música.
    Su cabello sigue el ritmo del acero, y por un instante pienso que estoy viendo un sueño en lugar de a una persona real.

    Pero cuando siente mi presencia… se detiene.
    La espada queda suspendida en un último movimiento preciso, y luego la enfunda con un gesto suave.

    Y entonces me sonríe.

    Una sonrisa tímida, dulce, la clase de sonrisa que me derrite las piernas.

    Akane da unos pasos hacia mí.

    Akane: Buenos días, Lili. Estás… ¿bien? Pareces muy emocionada.

    Yo asiento rápido, demasiado rápido, como si se me fuera la vida en ello.
    Y comienzo a hablarle atropellada, contándole todo lo que viví el día anterior con Oz.
    Cómo apareció, lo que me dijo, lo que hizo con el poste.
    Su rostro cambia apenas cuando menciono su nombre—Oz—y sus ojos se vuelven más graves.

    Me explica lo que sabe.
    La historia que se murmura en sombras.

    —La muerte de Selin.
    El caos que nació de ese dolor.
    El encierro eterno.
    La reciente liberación.

    El aire pesa.
    Se me hunde el corazón.

    Lili (temblando): ¿Por eso mi madre desapareció…?

    Akane baja la mirada, incapaz de darme una mentira… e incapaz de decirme la verdad.
    Su silencio me atraviesa.

    Pero entonces, para no llorar, me aferro a lo que sí sé:

    Lili: Oz dice que quiere entrenarme. Dice que soy muy poderosa… ¡Así que te lo voy a demostrar!

    Ella vuelve a sonreír, esa sonrisa que mezcla cariño y preocupación.

    Akane: Entonces ven con todo lo que tengas, Lili. Estoy lista.


    ---

    Agarro una enorme guadaña.
    Corro hacia ella con toda mi energía, como si fuera una avalancha.

    Ataco una, dos, diez veces.
    Me muevo como si cada golpe fuera una danza improvisada.

    Pero Akane solo esquiva.
    Apenas se mueve.
    Fluye.
    Y siempre, siempre con esa expresión dulce que me enfurece y me sonroja.

    Mis mejillas están rojas.
    Mi orgullo arde.

    Y entonces…
    Siento eso dentro de mí.

    Un latido doble.
    Una voz que no es voz.
    Un susurro que se clava entre mis costillas.

    “Más rápido.”
    “Más fuerte.”
    “No eres frágil.”

    La guadaña cae al suelo.
    Mis manos tiemblan.
    Mis uñas… se alargan.
    Mis dientes rasgan mi propia lengua al cambiar.

    Un dolor delicioso y terrible atraviesa mi cuerpo.

    Y grito.

    Pero no soy solo yo.

    Es una voz lunar.
    Y otra, abismal.
    Una superpuesta a la otra, como si el mundo estuviera desgarrándose y recomponiéndose dentro de mí.

    Mi sombra se estira hacia atrás, se eleva, respira.

    Mi conciencia se apaga como una vela bajo tormenta.

    Lo último que alcanzo a ver…
    Es el rostro de Akane, retrocediendo un paso.

    Por primera vez,
    asustada.
    Me shockea
    Me encocora
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    El primer combate contra Akane: El despertar

    —La encuentro en el jardín Ishtar, entrenando sola.

    El viento apenas se atreve a rozarla.
    Cada movimiento suyo es una línea perfecta: la espada sube, baja, gira con una elegancia que parece casi música.
    Su cabello sigue el ritmo del acero, y por un instante pienso que estoy viendo un sueño en lugar de a una persona real.

    Pero cuando siente mi presencia… se detiene.
    La espada queda suspendida en un último movimiento preciso, y luego la enfunda con un gesto suave.

    Y entonces me sonríe.

    Una sonrisa tímida, dulce, la clase de sonrisa que me derrite las piernas.

    Akane da unos pasos hacia mí.

    Akane: Buenos días, Lili. Estás… ¿bien? Pareces muy emocionada.

    Yo asiento rápido, demasiado rápido, como si se me fuera la vida en ello.
    Y comienzo a hablarle atropellada, contándole todo lo que viví el día anterior con Oz.
    Cómo apareció, lo que me dijo, lo que hizo con el poste.
    Su rostro cambia apenas cuando menciono su nombre—Oz—y sus ojos se vuelven más graves.

    Me explica lo que sabe.
    La historia que se murmura en sombras.

    —La muerte de Selin.
    El caos que nació de ese dolor.
    El encierro eterno.
    La reciente liberación.

    El aire pesa.
    Se me hunde el corazón.

    Lili (temblando): ¿Por eso mi madre desapareció…?

    Akane baja la mirada, incapaz de darme una mentira… e incapaz de decirme la verdad.
    Su silencio me atraviesa.

    Pero entonces, para no llorar, me aferro a lo que sí sé:

    Lili: Oz dice que quiere entrenarme. Dice que soy muy poderosa… ¡Así que te lo voy a demostrar!

    Ella vuelve a sonreír, esa sonrisa que mezcla cariño y preocupación.

    Akane: Entonces ven con todo lo que tengas, Lili. Estoy lista.


    ---

    Agarro una enorme guadaña.
    Corro hacia ella con toda mi energía, como si fuera una avalancha.

    Ataco una, dos, diez veces.
    Me muevo como si cada golpe fuera una danza improvisada.

    Pero Akane solo esquiva.
    Apenas se mueve.
    Fluye.
    Y siempre, siempre con esa expresión dulce que me enfurece y me sonroja.

    Mis mejillas están rojas.
    Mi orgullo arde.

    Y entonces…
    Siento eso dentro de mí.

    Un latido doble.
    Una voz que no es voz.
    Un susurro que se clava entre mis costillas.

    “Más rápido.”
    “Más fuerte.”
    “No eres frágil.”

    La guadaña cae al suelo.
    Mis manos tiemblan.
    Mis uñas… se alargan.
    Mis dientes rasgan mi propia lengua al cambiar.

    Un dolor delicioso y terrible atraviesa mi cuerpo.

    Y grito.

    Pero no soy solo yo.

    Es una voz lunar.
    Y otra, abismal.
    Una superpuesta a la otra, como si el mundo estuviera desgarrándose y recomponiéndose dentro de mí.

    Mi sombra se estira hacia atrás, se eleva, respira.

    Mi conciencia se apaga como una vela bajo tormenta.

    Lo último que alcanzo a ver…
    Es el rostro de Akane, retrocediendo un paso.

    Por primera vez,
    asustada.
    Relato en Post y comentario de la imagen 🩷 El primer combate contra Akane: El despertar —La encuentro en el jardín Ishtar, entrenando sola. El viento apenas se atreve a rozarla. Cada movimiento suyo es una línea perfecta: la espada sube, baja, gira con una elegancia que parece casi música. Su cabello sigue el ritmo del acero, y por un instante pienso que estoy viendo un sueño en lugar de a una persona real. Pero cuando siente mi presencia… se detiene. La espada queda suspendida en un último movimiento preciso, y luego la enfunda con un gesto suave. Y entonces me sonríe. Una sonrisa tímida, dulce, la clase de sonrisa que me derrite las piernas. Akane da unos pasos hacia mí. Akane: Buenos días, Lili. Estás… ¿bien? Pareces muy emocionada. Yo asiento rápido, demasiado rápido, como si se me fuera la vida en ello. Y comienzo a hablarle atropellada, contándole todo lo que viví el día anterior con Oz. Cómo apareció, lo que me dijo, lo que hizo con el poste. Su rostro cambia apenas cuando menciono su nombre—Oz—y sus ojos se vuelven más graves. Me explica lo que sabe. La historia que se murmura en sombras. —La muerte de Selin. El caos que nació de ese dolor. El encierro eterno. La reciente liberación. El aire pesa. Se me hunde el corazón. Lili (temblando): ¿Por eso mi madre desapareció…? Akane baja la mirada, incapaz de darme una mentira… e incapaz de decirme la verdad. Su silencio me atraviesa. Pero entonces, para no llorar, me aferro a lo que sí sé: Lili: Oz dice que quiere entrenarme. Dice que soy muy poderosa… ¡Así que te lo voy a demostrar! Ella vuelve a sonreír, esa sonrisa que mezcla cariño y preocupación. Akane: Entonces ven con todo lo que tengas, Lili. Estoy lista. --- Agarro una enorme guadaña. Corro hacia ella con toda mi energía, como si fuera una avalancha. Ataco una, dos, diez veces. Me muevo como si cada golpe fuera una danza improvisada. Pero Akane solo esquiva. Apenas se mueve. Fluye. Y siempre, siempre con esa expresión dulce que me enfurece y me sonroja. Mis mejillas están rojas. Mi orgullo arde. Y entonces… Siento eso dentro de mí. Un latido doble. Una voz que no es voz. Un susurro que se clava entre mis costillas. “Más rápido.” “Más fuerte.” “No eres frágil.” La guadaña cae al suelo. Mis manos tiemblan. Mis uñas… se alargan. Mis dientes rasgan mi propia lengua al cambiar. Un dolor delicioso y terrible atraviesa mi cuerpo. Y grito. Pero no soy solo yo. Es una voz lunar. Y otra, abismal. Una superpuesta a la otra, como si el mundo estuviera desgarrándose y recomponiéndose dentro de mí. Mi sombra se estira hacia atrás, se eleva, respira. Mi conciencia se apaga como una vela bajo tormenta. Lo último que alcanzo a ver… Es el rostro de Akane, retrocediendo un paso. Por primera vez, asustada.
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    Ryuリュウ・イシュタル・ヨキン Ishtar Yokin

    La Cachorrita y la Loba

    Ryu y el Primer Encuentro**

    A la mañana siguiente, después del desayuno,
    salgo disparada hacia el castillo Ishtar.

    Tengo una misión:
    demostrarle a Akane lo fuerte que soy.

    En mi mente sigo escuchando la voz de ese hombre misterioso
    diciendo “eres una florecilla indestructible”.
    Lo creo.
    Lo siento.
    Y pienso probarlo.

    He oído que Akane ha luchado contra su hermana Azuka,
    así que yo voy a hacer lo mismo: retar a Akane y vencerla.
    Así de sencilla soy.

    Pero al llegar al jardín Ishtar,
    en lugar de encontrarme con Akane…

    me estrello contra alguien
    y caigo al suelo de culo.

    Una voz ronca, peligrosa y cómoda como un abrazo oscuro dice:

    Ryu:
    —¿A dónde vas tan rápido, cachorrita?

    La reconozco al instante.

    En la presentación familiar, cuando todos me miraban
    como sangre fresca, relamiéndose,
    ella fue la única que dio un paso al frente.
    Dijo exactamente:

    “Nadie va a tocar a la cachorrita.”

    Aquello me calmó más que cualquier hechizo.

    Ella me da una paz indescriptible,
    como si su presencia fuera un refugio.
    Así que, sin pensar, le cuento mi plan:

    Lili:
    —¡Voy a buscar a Akane!
    ¡La retaré a un combate y la venceré!

    Ryu abre los ojos con diversión y chispas ferales.

    Ryu:
    —Uuuhh pero qué chica más peligrosa…

    Saca los colmillos y se relame.

    Yo doy un pequeño paso atrás,
    pero intento ponerme firme:

    Lili:
    —¡Así es!
    Voy a ser la Queen y la Ishtar más poderosa de todas,
    ¡lo llevo en la sangre!

    Ryu ladea la cabeza,
    y de pronto su expresión cambia a una sonrisa cruel,
    lenta, predadora.

    Ryu:
    —Entonces… ¿vas a ser más poderosa que yo?
    En ese caso debería eliminarte cuanto antes.

    Mi corazón se me cae a los pies.
    Su cara es macabra,
    sus labios negros y afilados parecen hechos para devorar,
    y sus garras podrían abrirme en canal.
    Me mira como si pudiera ver mis huesos moverse bajo la piel.

    Lili:
    —P-pero… ¡e-eso es trampa! ¡No-no—!

    Retrocedo, casi llorando,
    mientras ella avanza con pasos lentos.

    Y de pronto,
    cuando creo que va a arrancarme la vida…

    se agacha, me toma de la cara,
    y me besa la frente.

    Caigo sentada de nuevo,
    y Ryu se ríe con ganas.

    Mi cara se vuelve roja como un tomate.
    Cruzo los brazos con un puchero monumental,
    indignada como la cría malcriada que soy.

    Lili:
    —¡No te rías!

    Eso solo hace que se ría más.
    Mucho más.

    Me levanto de golpe
    y me voy andando con un paso exagerado,
    como si desfilara indignada ante el universo.

    A mis espaldas escucho su voz:

    Ryu:
    —Oye… cachorrita.
    Ten cuidado.

    Lo dice con una seriedad
    que no encaja con la burla anterior.
    Es un aviso real.
    Un cuidado sincero.
    Pero también…
    una promesa.

    Mientras sigo andando pienso:

    Se ríe de mí…
    se preocupa por mí…
    ¿Será esta la loca de la familia?

    Y sin saberlo,
    ese fue el primer hilo que unió mi destino al de ella.
    Relato en Post y comentario de la imagen 🩷 [Ryu] La Cachorrita y la Loba Ryu y el Primer Encuentro** A la mañana siguiente, después del desayuno, salgo disparada hacia el castillo Ishtar. Tengo una misión: demostrarle a Akane lo fuerte que soy. En mi mente sigo escuchando la voz de ese hombre misterioso diciendo “eres una florecilla indestructible”. Lo creo. Lo siento. Y pienso probarlo. He oído que Akane ha luchado contra su hermana Azuka, así que yo voy a hacer lo mismo: retar a Akane y vencerla. Así de sencilla soy. Pero al llegar al jardín Ishtar, en lugar de encontrarme con Akane… me estrello contra alguien y caigo al suelo de culo. Una voz ronca, peligrosa y cómoda como un abrazo oscuro dice: Ryu: —¿A dónde vas tan rápido, cachorrita? La reconozco al instante. En la presentación familiar, cuando todos me miraban como sangre fresca, relamiéndose, ella fue la única que dio un paso al frente. Dijo exactamente: “Nadie va a tocar a la cachorrita.” Aquello me calmó más que cualquier hechizo. Ella me da una paz indescriptible, como si su presencia fuera un refugio. Así que, sin pensar, le cuento mi plan: Lili: —¡Voy a buscar a Akane! ¡La retaré a un combate y la venceré! Ryu abre los ojos con diversión y chispas ferales. Ryu: —Uuuhh pero qué chica más peligrosa… Saca los colmillos y se relame. Yo doy un pequeño paso atrás, pero intento ponerme firme: Lili: —¡Así es! Voy a ser la Queen y la Ishtar más poderosa de todas, ¡lo llevo en la sangre! Ryu ladea la cabeza, y de pronto su expresión cambia a una sonrisa cruel, lenta, predadora. Ryu: —Entonces… ¿vas a ser más poderosa que yo? En ese caso debería eliminarte cuanto antes. Mi corazón se me cae a los pies. Su cara es macabra, sus labios negros y afilados parecen hechos para devorar, y sus garras podrían abrirme en canal. Me mira como si pudiera ver mis huesos moverse bajo la piel. Lili: —P-pero… ¡e-eso es trampa! ¡No-no—! Retrocedo, casi llorando, mientras ella avanza con pasos lentos. Y de pronto, cuando creo que va a arrancarme la vida… se agacha, me toma de la cara, y me besa la frente. Caigo sentada de nuevo, y Ryu se ríe con ganas. Mi cara se vuelve roja como un tomate. Cruzo los brazos con un puchero monumental, indignada como la cría malcriada que soy. Lili: —¡No te rías! Eso solo hace que se ría más. Mucho más. Me levanto de golpe y me voy andando con un paso exagerado, como si desfilara indignada ante el universo. A mis espaldas escucho su voz: Ryu: —Oye… cachorrita. Ten cuidado. Lo dice con una seriedad que no encaja con la burla anterior. Es un aviso real. Un cuidado sincero. Pero también… una promesa. Mientras sigo andando pienso: Se ríe de mí… se preocupa por mí… ¿Será esta la loca de la familia? Y sin saberlo, ese fue el primer hilo que unió mi destino al de ella.
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    La Cachorrita y la Loba

    Ryu y el Primer Encuentro**

    A la mañana siguiente, después del desayuno,
    salgo disparada hacia el castillo Ishtar.

    Tengo una misión:
    demostrarle a Akane lo fuerte que soy.

    En mi mente sigo escuchando la voz de ese hombre misterioso
    diciendo “eres una florecilla indestructible”.
    Lo creo.
    Lo siento.
    Y pienso probarlo.

    He oído que Akane ha luchado contra su hermana Azuka,
    así que yo voy a hacer lo mismo: retar a Akane y vencerla.
    Así de sencilla soy.

    Pero al llegar al jardín Ishtar,
    en lugar de encontrarme con Akane…

    me estrello contra alguien
    y caigo al suelo de culo.

    Una voz ronca, peligrosa y cómoda como un abrazo oscuro dice:

    Ryu:
    —¿A dónde vas tan rápido, cachorrita?

    La reconozco al instante.

    En la presentación familiar, cuando todos me miraban
    como sangre fresca, relamiéndose,
    ella fue la única que dio un paso al frente.
    Dijo exactamente:

    “Nadie va a tocar a la cachorrita.”

    Aquello me calmó más que cualquier hechizo.

    Ella me da una paz indescriptible,
    como si su presencia fuera un refugio.
    Así que, sin pensar, le cuento mi plan:

    Lili:
    —¡Voy a buscar a Akane!
    ¡La retaré a un combate y la venceré!

    Ryu abre los ojos con diversión y chispas ferales.

    Ryu:
    —Uuuhh pero qué chica más peligrosa…

    Saca los colmillos y se relame.

    Yo doy un pequeño paso atrás,
    pero intento ponerme firme:

    Lili:
    —¡Así es!
    Voy a ser la Queen y la Ishtar más poderosa de todas,
    ¡lo llevo en la sangre!

    Ryu ladea la cabeza,
    y de pronto su expresión cambia a una sonrisa cruel,
    lenta, predadora.

    Ryu:
    —Entonces… ¿vas a ser más poderosa que yo?
    En ese caso debería eliminarte cuanto antes.

    Mi corazón se me cae a los pies.
    Su cara es macabra,
    sus labios negros y afilados parecen hechos para devorar,
    y sus garras podrían abrirme en canal.
    Me mira como si pudiera ver mis huesos moverse bajo la piel.

    Lili:
    —P-pero… ¡e-eso es trampa! ¡No-no—!

    Retrocedo, casi llorando,
    mientras ella avanza con pasos lentos.

    Y de pronto,
    cuando creo que va a arrancarme la vida…

    se agacha, me toma de la cara,
    y me besa la frente.

    Caigo sentada de nuevo,
    y Ryu se ríe con ganas.

    Mi cara se vuelve roja como un tomate.
    Cruzo los brazos con un puchero monumental,
    indignada como la cría malcriada que soy.

    Lili:
    —¡No te rías!

    Eso solo hace que se ría más.
    Mucho más.

    Me levanto de golpe
    y me voy andando con un paso exagerado,
    como si desfilara indignada ante el universo.

    A mis espaldas escucho su voz:

    Ryu:
    —Oye… cachorrita.
    Ten cuidado.

    Lo dice con una seriedad
    que no encaja con la burla anterior.
    Es un aviso real.
    Un cuidado sincero.
    Pero también…
    una promesa.

    Mientras sigo andando pienso:

    Se ríe de mí…
    se preocupa por mí…
    ¿Será esta la loca de la familia?

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    Ryu y el Primer Encuentro**

    A la mañana siguiente, después del desayuno,
    salgo disparada hacia el castillo Ishtar.

    Tengo una misión:
    demostrarle a Akane lo fuerte que soy.

    En mi mente sigo escuchando la voz de ese hombre misterioso
    diciendo “eres una florecilla indestructible”.
    Lo creo.
    Lo siento.
    Y pienso probarlo.

    He oído que Akane ha luchado contra su hermana Azuka,
    así que yo voy a hacer lo mismo: retar a Akane y vencerla.
    Así de sencilla soy.

    Pero al llegar al jardín Ishtar,
    en lugar de encontrarme con Akane…

    me estrello contra alguien
    y caigo al suelo de culo.

    Una voz ronca, peligrosa y cómoda como un abrazo oscuro dice:

    Ryu:
    —¿A dónde vas tan rápido, cachorrita?

    La reconozco al instante.

    En la presentación familiar, cuando todos me miraban
    como sangre fresca, relamiéndose,
    ella fue la única que dio un paso al frente.
    Dijo exactamente:

    “Nadie va a tocar a la cachorrita.”

    Aquello me calmó más que cualquier hechizo.

    Ella me da una paz indescriptible,
    como si su presencia fuera un refugio.
    Así que, sin pensar, le cuento mi plan:

    Lili:
    —¡Voy a buscar a Akane!
    ¡La retaré a un combate y la venceré!

    Ryu abre los ojos con diversión y chispas ferales.

    Ryu:
    —Uuuhh pero qué chica más peligrosa…

    Saca los colmillos y se relame.

    Yo doy un pequeño paso atrás,
    pero intento ponerme firme:

    Lili:
    —¡Así es!
    Voy a ser la Queen y la Ishtar más poderosa de todas,
    ¡lo llevo en la sangre!

    Ryu ladea la cabeza,
    y de pronto su expresión cambia a una sonrisa cruel,
    lenta, predadora.

    Ryu:
    —Entonces… ¿vas a ser más poderosa que yo?
    En ese caso debería eliminarte cuanto antes.

    Mi corazón se me cae a los pies.
    Su cara es macabra,
    sus labios negros y afilados parecen hechos para devorar,
    y sus garras podrían abrirme en canal.
    Me mira como si pudiera ver mis huesos moverse bajo la piel.

    Lili:
    —P-pero… ¡e-eso es trampa! ¡No-no—!

    Retrocedo, casi llorando,
    mientras ella avanza con pasos lentos.

    Y de pronto,
    cuando creo que va a arrancarme la vida…

    se agacha, me toma de la cara,
    y me besa la frente.

    Caigo sentada de nuevo,
    y Ryu se ríe con ganas.

    Mi cara se vuelve roja como un tomate.
    Cruzo los brazos con un puchero monumental,
    indignada como la cría malcriada que soy.

    Lili:
    —¡No te rías!

    Eso solo hace que se ría más.
    Mucho más.

    Me levanto de golpe
    y me voy andando con un paso exagerado,
    como si desfilara indignada ante el universo.

    A mis espaldas escucho su voz:

    Ryu:
    —Oye… cachorrita.
    Ten cuidado.

    Lo dice con una seriedad
    que no encaja con la burla anterior.
    Es un aviso real.
    Un cuidado sincero.
    Pero también…
    una promesa.

    Mientras sigo andando pienso:

    Se ríe de mí…
    se preocupa por mí…
    ¿Será esta la loca de la familia?

    Y sin saberlo,
    ese fue el primer hilo que unió mi destino al de ella.
    Relato en Post y comentario de la imagen 🩷 La Cachorrita y la Loba Ryu y el Primer Encuentro** A la mañana siguiente, después del desayuno, salgo disparada hacia el castillo Ishtar. Tengo una misión: demostrarle a Akane lo fuerte que soy. En mi mente sigo escuchando la voz de ese hombre misterioso diciendo “eres una florecilla indestructible”. Lo creo. Lo siento. Y pienso probarlo. He oído que Akane ha luchado contra su hermana Azuka, así que yo voy a hacer lo mismo: retar a Akane y vencerla. Así de sencilla soy. Pero al llegar al jardín Ishtar, en lugar de encontrarme con Akane… me estrello contra alguien y caigo al suelo de culo. Una voz ronca, peligrosa y cómoda como un abrazo oscuro dice: Ryu: —¿A dónde vas tan rápido, cachorrita? La reconozco al instante. En la presentación familiar, cuando todos me miraban como sangre fresca, relamiéndose, ella fue la única que dio un paso al frente. Dijo exactamente: “Nadie va a tocar a la cachorrita.” Aquello me calmó más que cualquier hechizo. Ella me da una paz indescriptible, como si su presencia fuera un refugio. Así que, sin pensar, le cuento mi plan: Lili: —¡Voy a buscar a Akane! ¡La retaré a un combate y la venceré! Ryu abre los ojos con diversión y chispas ferales. Ryu: —Uuuhh pero qué chica más peligrosa… Saca los colmillos y se relame. Yo doy un pequeño paso atrás, pero intento ponerme firme: Lili: —¡Así es! Voy a ser la Queen y la Ishtar más poderosa de todas, ¡lo llevo en la sangre! Ryu ladea la cabeza, y de pronto su expresión cambia a una sonrisa cruel, lenta, predadora. Ryu: —Entonces… ¿vas a ser más poderosa que yo? En ese caso debería eliminarte cuanto antes. Mi corazón se me cae a los pies. Su cara es macabra, sus labios negros y afilados parecen hechos para devorar, y sus garras podrían abrirme en canal. Me mira como si pudiera ver mis huesos moverse bajo la piel. Lili: —P-pero… ¡e-eso es trampa! ¡No-no—! Retrocedo, casi llorando, mientras ella avanza con pasos lentos. Y de pronto, cuando creo que va a arrancarme la vida… se agacha, me toma de la cara, y me besa la frente. Caigo sentada de nuevo, y Ryu se ríe con ganas. Mi cara se vuelve roja como un tomate. Cruzo los brazos con un puchero monumental, indignada como la cría malcriada que soy. Lili: —¡No te rías! Eso solo hace que se ría más. Mucho más. Me levanto de golpe y me voy andando con un paso exagerado, como si desfilara indignada ante el universo. A mis espaldas escucho su voz: Ryu: —Oye… cachorrita. Ten cuidado. Lo dice con una seriedad que no encaja con la burla anterior. Es un aviso real. Un cuidado sincero. Pero también… una promesa. Mientras sigo andando pienso: Se ríe de mí… se preocupa por mí… ¿Será esta la loca de la familia? Y sin saberlo, ese fue el primer hilo que unió mi destino al de ella.
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