• Y en silencio guardo tu dolor, porque soy intensa... Que a veces no me puedo controlar.
    Y pasa por mi garganta la saliva que intenta deshacer el nudo, pero soy comprensible y yo no juzgo.
    Me contagian tus sonrisas y tu risa, al igual que tu tristeza y melancolía... Pero mi amor, déjalo salir, siente... Déjalo sentir, abraza el sentimiento... De lo que fue, de lo que es, de lo que será.
    Abre tu mundo y sujeta fuerte tus recuerdos, hasta que vuelvan... Y sonrías por siempre, ante todo lo que puedas amar.
    Y en silencio guardo tu dolor, porque soy intensa... Que a veces no me puedo controlar. Y pasa por mi garganta la saliva que intenta deshacer el nudo, pero soy comprensible y yo no juzgo. Me contagian tus sonrisas y tu risa, al igual que tu tristeza y melancolía... Pero mi amor, déjalo salir, siente... Déjalo sentir, abraza el sentimiento... De lo que fue, de lo que es, de lo que será. Abre tu mundo y sujeta fuerte tus recuerdos, hasta que vuelvan... Y sonrías por siempre, ante todo lo que puedas amar.
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  • ¡HEY, FICROLERS 3D!
    ¡Un nuevo personaje 3D viene pisando fuerte!

    Hoy damos la bienvenida a...

    ㅤㅤㅤㅤㅤㅤ ¡Maddy Pérez !

    Estudiante del universo Euphoria. Carismática, segura de sí misma y con un estilo que no pasa desapercibido. Tras su sonrisa brillante se esconde una joven intensa, apasionada y dispuesta a defender lo que siente y lo que quiere.


    ¡Bienvenid@ a FicRol! Nos alegra tenerte entre nosotros y esperamos que disfrutes mucho explorando historias, creando conexiones y dando vida a tu personaje en este rincón tan creativo.

    Yo soy Caroline, tu RolSage, algo así como tu guía en el mundo de los Personajes 3D. Si tienes dudas, necesitas ayuda o simplemente quieres charlar, mis DMs están abiertos. Además, en mi fanpage encontrarás guías súper detalladas sobre el funcionamiento de FicRol. ¡Dale like para no perderte nada!

    Antes de lanzarte de lleno, te dejo algunos recursos que te pueden venir de maravilla para empezar con buen pie:

    Normas básicas del de la plataforma:
    https://ficrol.com/static/guidelines

    Guías detalladas sobre cómo funciona todo por aquí:
    https://ficrol.com/blogs/147711/ÍNDICE-DE-GUIAS-Y-MINIGUIAS

    Grupo exclusivo para Personajes 3D:
    https://ficrol.com/groups/Personajes3D

    Directorios para encontrar personajes y fandoms afines
    Directorio de Personajes 3D: https://ficrol.com/blogs/181793/DIRECTORIO-PERSONAJES-3D-Y-FANDOMS
    Fandoms disponibles en FicRol: https://ficrol.com/blogs/151304/FANDOMS-PERSONAJES-3D-EN-FICROL

    ¿Quieres mejorar tu escritura o narración?
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    ¡Recuerda que puedes escribirme si necesitas cualquier cosita! ¡Nos vemos en el rol!

    #RolSage3D #Personajes3D #Bienvenida3D #Comunidad3D
    ✨ ¡HEY, FICROLERS 3D! ✨ ¡Un nuevo personaje 3D viene pisando fuerte! 🎉 Hoy damos la bienvenida a... ㅤㅤㅤㅤㅤㅤ ¡[tempest_amethyst_frog_626]! Estudiante del universo Euphoria. Carismática, segura de sí misma y con un estilo que no pasa desapercibido. Tras su sonrisa brillante se esconde una joven intensa, apasionada y dispuesta a defender lo que siente y lo que quiere. 👋 ¡Bienvenid@ a FicRol! Nos alegra tenerte entre nosotros y esperamos que disfrutes mucho explorando historias, creando conexiones y dando vida a tu personaje en este rincón tan creativo. 🧙‍♀️ Yo soy Caroline, tu RolSage, algo así como tu guía en el mundo de los Personajes 3D. Si tienes dudas, necesitas ayuda o simplemente quieres charlar, mis DMs están abiertos. Además, en mi fanpage encontrarás guías súper detalladas sobre el funcionamiento de FicRol. ¡Dale like para no perderte nada! 🧭 Antes de lanzarte de lleno, te dejo algunos recursos que te pueden venir de maravilla para empezar con buen pie: 📌 Normas básicas del de la plataforma: 🔗 https://ficrol.com/static/guidelines 👩‍🏫 Guías detalladas sobre cómo funciona todo por aquí: 🔗 https://ficrol.com/blogs/147711/ÍNDICE-DE-GUIAS-Y-MINIGUIAS 👥 Grupo exclusivo para Personajes 3D: 🔗 https://ficrol.com/groups/Personajes3D 📚 Directorios para encontrar personajes y fandoms afines 🔗 Directorio de Personajes 3D: https://ficrol.com/blogs/181793/DIRECTORIO-PERSONAJES-3D-Y-FANDOMS 🔗 Fandoms disponibles en FicRol: https://ficrol.com/blogs/151304/FANDOMS-PERSONAJES-3D-EN-FICROL 📝 ¿Quieres mejorar tu escritura o narración? 🔗 https://ficrol.com/pages/RinconEscritor ¡Recuerda que puedes escribirme si necesitas cualquier cosita! ¡Nos vemos en el rol! 🚀🔥 #RolSage3D #Personajes3D #Bienvenida3D #Comunidad3D
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    Estoy en busca de una futura partner para el Capitán Hydra...

    La chica debe tener una personalidad fuerte y decidida, capaz de mantenerse firme en sus convicciones y no dejarse intimidar por la autoridad y el poder del Capitán Hydra.

    Sus habilidades: Puede tener habilidades especiales o no, pero debe ser capaz de mantenerse al mismo nivel (o casi) que el Capitán Hydra en términos de estrategia.

    La dinámica debe ser intensa y apasionada, con un claro equilibrio entre la tensión y la atracción. Fc a elección libre, igual que su nombre o historia personal.

    Pido que el crecimiento entre la chica y el Capitán Hydra se desarrolle lento a lo largo de la historia, revelando sus motivaciones y deseos más profundos.

    (Opcionalmente) Puede ser una líder natural, capaz de inspirar y motivar a otros a seguirla. Esto mismo también crearía conflicto entre ambos personajes.

    Puede ser una estratega brillante, capaz de anticipar y contrarrestar.

    Qué sea alguien apasionada, que cree en una causa justa (o no) y esté dispuesta a luchar por ello, incluso si eso significa enfrentarse a Steve.

    Tengo dos direcciones para la relación, y cualquiera me parece genial:

    Enemies-to-lovers: Ambos comienzan como enemigos, pero a medida que se enfrentan en batalla, desarrollan una conexión romántica.

    Compañeros de equipo: Ambos trabajan juntos para lograr un objetivo común, (podrían compartir planes, metas o deseos iguales) y a medida que pasan más tiempo juntos, desarrollan sentimientos románticos.

    Es todo, si tienen alguna duda o idea, sin problemas pueden agregarme y mandarme un mensajito.
    Assemble, amantes de Marvel y DC 🫡 Estoy en busca de una futura partner para el Capitán Hydra... La chica debe tener una personalidad fuerte y decidida, capaz de mantenerse firme en sus convicciones y no dejarse intimidar por la autoridad y el poder del Capitán Hydra. Sus habilidades: Puede tener habilidades especiales o no, pero debe ser capaz de mantenerse al mismo nivel (o casi) que el Capitán Hydra en términos de estrategia. La dinámica debe ser intensa y apasionada, con un claro equilibrio entre la tensión y la atracción. Fc a elección libre, igual que su nombre o historia personal. Pido que el crecimiento entre la chica y el Capitán Hydra se desarrolle lento a lo largo de la historia, revelando sus motivaciones y deseos más profundos. (Opcionalmente) Puede ser una líder natural, capaz de inspirar y motivar a otros a seguirla. Esto mismo también crearía conflicto entre ambos personajes. Puede ser una estratega brillante, capaz de anticipar y contrarrestar. Qué sea alguien apasionada, que cree en una causa justa (o no) y esté dispuesta a luchar por ello, incluso si eso significa enfrentarse a Steve. Tengo dos direcciones para la relación, y cualquiera me parece genial: Enemies-to-lovers: Ambos comienzan como enemigos, pero a medida que se enfrentan en batalla, desarrollan una conexión romántica. Compañeros de equipo: Ambos trabajan juntos para lograr un objetivo común, (podrían compartir planes, metas o deseos iguales) y a medida que pasan más tiempo juntos, desarrollan sentimientos románticos. Es todo, si tienen alguna duda o idea, sin problemas pueden agregarme y mandarme un mensajito.
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  • Capítulo Final — El Señor de las Sombras: Amo de los Elementos y la Oscuridad

    La sala final del Castillo de las Sombras se transformó en un altar de poder absoluto.
    El suelo se fracturó en placas flotantes, el aire vibraba con energía, y el cielo sobre ellos —si es que aún existía— se tornó púrpura, como si el mundo estuviera a punto de colapsar.
    El Señor de las Sombras se alzó en el centro, sin conjurar, sin hablar. Su cuerpo era una amalgama de sombra viva, pero ahora, cuatro núcleos elementales giraban a su alrededor: brasas ardientes, corrientes de agua, espirales de viento y fragmentos de roca flotante. Cada uno pulsaba con poder ancestral.
    Yukine y Lidica, apenas de pie, sintieron cómo el aire se volvía más pesado. El Amuleto del Destino temblaba. Esta vez, no era solo oscuridad. Era todo.
    El Señor de las Sombras extendió una mano, y el suelo se alzó como una ola de piedra. Columnas de obsidiana emergieron violentamente, atrapando a Lidica entre muros móviles. Yukine intentó volar con levitación, pero el campo gravitacional se duplicó. Su cuerpo cayó como plomo.
    Lidica, atrapada, fue aplastada por una presión tectónica. Sus huesos crujían. Cada intento de escape era bloqueado por muros que se regeneraban.
    Yukine, con la magia desestabilizada, intentó usar hechizos de vibración para romper las rocas, pero el Señor de las Sombras absorbía la energía y la devolvía como ondas sísmicas.
    Ambos fueron enterrados vivos por segundos. Solo el vínculo mágico entre ellos les permitió sincronizar una explosión de energía que los liberó… pero no sin heridas graves.
    El enemigo giró sobre sí mismo, y una espiral de fuego infernal se desató. No era fuego común: era fuego que quemaba recuerdos, que convertía emociones en cenizas.
    Yukine fue alcanzado por una llamarada que le arrancó parte de su túnica mágica. Su piel se agrietó, y su mente comenzó a olvidar hechizos que había memorizado desde niño.
    Lidica, envuelta en llamas, vio a su hermana arder frente a ella. El fuego no solo quemaba su cuerpo, sino que la obligaba a revivir su peor trauma.
    El Señor de las Sombras caminaba entre las llamas sin ser tocado. Cada paso provocaba explosiones. Yukine intentó conjurar una “Llama Invertida”, pero el fuego del enemigo era absoluto.
    Lidica, con los brazos quemados, logró lanzar una daga encantada que desvió una llamarada… pero cayó de rodillas, jadeando.
    El enemigo alzó ambas manos, y la sala se inundó en segundos. Corrientes de agua oscura envolvieron a los héroes, arrastrándolos a un plano líquido donde no había arriba ni abajo.
    Yukine fue sumergido en una ilusión acuática donde todos sus logros eran borrados. Veía su vida deshacerse como tinta en el agua.
    Lidica se ahogaba, no por falta de aire, sino por la presión emocional. Cada burbuja que escapaba de su boca era un recuerdo que se perdía.
    El Señor de las Sombras se convirtió en una serpiente marina de sombra líquida, atacando desde todas direcciones. Yukine logró conjurar una burbuja de aire, pero su energía estaba al límite. Lidica, con los pulmones colapsando, usó su último frasco de poción para recuperar apenas lo suficiente para moverse.
    El enemigo se elevó, y el viento se volvió cuchillas. Corrientes invisibles cortaban la piel, los músculos, incluso la magia.
    Yukine fue lanzado contra una pared por una ráfaga que rompía barreras mágicas. Su brazo izquierdo quedó inutilizado.
    Lidica intentó correr, pero el viento la desorientaba. Cada paso la llevaba a un lugar distinto. Su percepción del espacio se rompía.
    El Señor de las Sombras se multiplicó en formas aéreas, atacando con velocidad imposible. Yukine y Lidica no podían seguirle el ritmo. Cada segundo era una herida nueva. Cada intento de defensa era inútil.
    Ambos cayeron. Yukine, sangrando, con la magia casi extinguida. Lidica, con las piernas rotas, sin dagas, sin aire. El Amuleto del Destino cayó al suelo, apagado.
    El Señor de las Sombras descendió lentamente. Su voz resonó como un trueno:
    —“¿Esto es todo? ¿Esto es lo que el mundo llama esperanza?”
    Yukine intentó levantarse. Lidica extendió la mano. , pero no alcanzaba. El mundo se desmoronaba.
    Y entonces… algo se quebró.
    Dentro del pecho de Yukine, una marca que siempre había sentido como una cicatriz comenzó a arder. No era dolor físico. Era una ruptura. Un sello místico, impuesto por su maestro años atrás, se deshacía lentamente, como si el universo reconociera que ya no había otra opción.
    Yukine gritó. No por sufrimiento, sino por liberación.
    Su maestro le había dicho una vez:
    “Hay una parte de ti que no debes tocar… hasta que el mundo esté a punto de caer, pero el precio a pagar sera muy alto”
    La marca se expandió por su cuerpo, revelando runas antiguas que brillaban con luz azul oscura. No era magia convencional. Era magia de origen, una energía que no requería palabras, gestos ni concentración. Era voluntad pura, conectada directamente al tejido del mundo.
    Yukine se levantó. Su cuerpo seguía herido, pero la energía que lo envolvía lo sostenía. Sus ojos brillaban con un fulgor que no era humano. El Amuleto del Destino reaccionó, no absorbiendo su poder… sino alineándose con él.
    Lidica, aún en el suelo, sintió la presión cambiar. El aire se volvió más denso. El Señor de las Sombras se detuvo por primera vez.
    —“¿Qué… es eso?” —gruñó.
    Yukine no respondió. No podía. El poder que lo atravesaba hablaba por él.
    El Señor de las Sombras desató todo su poder: fuego, agua, viento, tierra, sombra. El mundo tembló. El cielo se rasgó. El suelo se partió.
    Yukine, guiado por el poder liberado, no esquivaba. No bloqueaba. Absorbía. Cada elemento era neutralizado por una runa que surgía espontáneamente en su piel. Cada ataque era redirigido, transformado, devuelto.
    Pero el poder tenía un precio.
    Con cada segundo, el sello se consumía. Yukine sentía su alma fragmentarse. Su cuerpo comenzaba a descomponerse por dentro. Era demasiado. Incluso para él.
    Lidica, viendo esto, usó lo que le quedaba de fuerza para canalizar su energía en el Amuleto. No para atacar. Para estabilizar a Yukine. Su vínculo no era emocional esta vez. Era técnico. Preciso. Ella se convirtió en el ancla que evitó que Yukine se desintegrara.
    Juntos, lanzaron el golpe final.
    Una onda de magia de origen, reforzada por el Amuleto y sostenida por Lidica, atravesó el núcleo del Señor de las Sombras.
    El enemigo gritó. No por dolor. Por incredulidad.
    —“¡No pueden vencerme! ¡Yo soy el fin!”
    —“Entonces este es el fin… de ti.” —respondieron juntos.
    Yukine cayó. Su cuerpo colapsó. El sello estaba roto. El poder se había ido. Lidica lo sostuvo, con lágrimas en los ojos.
    —“Lo lograste… pero casi te pierdo.” —susurró.
    El Amuleto del Destino brilló una última vez, estabilizando el entorno. El Castillo colapsó. La oscuridad retrocedió.
    Y el mundo… comenzó a sanar.
    La caída del Señor de las Sombras no fue una explosión, ni un grito final. Fue un silencio. Un vacío que se disipó lentamente, como la niebla al amanecer. El Castillo de las Sombras se desmoronó en fragmentos de obsidiana que se hundieron en la tierra, como si el mundo mismo quisiera enterrar su memoria.
    El cielo, antes teñido de púrpura y tormenta, comenzó a abrirse. No con luz intensa, sino con una claridad suave, como si el sol dudara en volver a mirar.
    El mundo no celebró. No aún. Primero, lloró.
    Yukine y Lidica fueron encontrados entre los escombros del Castillo de las Sombras por los sabios del Bosque de los Ancestros. No como guerreros invencibles, sino como sobrevivientes al borde de la muerte.
    Yukine fue llevado inconsciente al Santuario de las Aguas Silentes, donde los sabios del norte intentaron estabilizar su cuerpo. El sello roto había liberado un poder ancestral, pero también había dejado grietas profundas en su alma. Durante semanas, su magia fluctuaba sin control. A veces, su cuerpo brillaba con runas vivas. Otras, se apagaba por completo.
    Lidica, con las piernas fracturadas, quemaduras internas y una fatiga que no se curaba con pociones, fue atendida por los druidas del Valle del Viento. Su cuerpo sanaba lentamente, pero su mente seguía atrapada en los ecos de la batalla. A menudo despertaba gritando, creyendo que el Señor de las Sombras aún estaba allí.
    Ambos estaban vivos. Pero no intactos.
    Pasaron varios meses antes de que Yukine abriera los ojos. Lo primero que vio fue a Lidica dormida a su lado, con una venda en el rostro y una cicatriz nueva en el cuello. Lo primero que dijo fue:
    —“¿Ganamos?”
    Lidica despertó. No respondió. Solo lo abrazó. Y ambos lloraron. No por la victoria. Sino por todo lo que costó.
    La magia oscura que había envuelto los reinos comenzó a disiparse. Las criaturas que habían huido —dragones, espíritus del bosque, guardianes elementales— regresaron poco a poco. Las tierras malditas florecieron. Los ríos contaminados se limpiaron. Las aldeas que vivían bajo el miedo comenzaron a reconstruirse.
    los campos ardidos por el fuego se convirtieron en jardines de luz.
    los lagos recuperaron su cristalino reflejo, y los peces dorados volvieron a danzar.
    los vientos que antes cortaban ahora movían molinos que alimentaban aldeas enteras.
    las montañas fracturadas fueron talladas en monumentos a los caídos.
    Los pueblos no erigieron estatuas de Yukine y Lidica. En cambio, sembraron árboles. Porque sabían que la verdadera victoria no era recordar la guerra… sino cultivar la paz.
    Los descendientes de los Guardianes elementales se reunieron en el Círculo de la Aurora, donde juraron proteger el equilibrio y evitar que el poder se concentrara en una sola mano.
    El Amuleto del Destino fue sellado en el Templo de la Luz Silente, no como arma, sino como testigo. Solo Yukine y Lidica podían acceder a él, y ambos decidieron no volver a usarlo… a menos que el mundo volviera a olvidar lo que costó la paz.
    No regresaron a sus antiguas vidas. Yukine no volvió a su torre. Lidica no retomó la senda del combate. En cambio, caminaron juntos por los pueblos, enseñando a los niños a leer las estrellas, ayudando a los ancianos a reconstruir sus hogares, escuchando las historias de quienes sobrevivieron.
    A veces, simplemente se sentaban bajo un árbol, en silencio. Porque el silencio, después de tanto dolor, era también una forma de paz.
    —“¿Crees que esto durará?” —preguntó Lidica una tarde.
    —“No lo sé.” —respondió Yukine, mirando el cielo. —“Pero si vuelve la oscuridad… sabrá que no estamos solos.”
    Capítulo Final — El Señor de las Sombras: Amo de los Elementos y la Oscuridad La sala final del Castillo de las Sombras se transformó en un altar de poder absoluto. El suelo se fracturó en placas flotantes, el aire vibraba con energía, y el cielo sobre ellos —si es que aún existía— se tornó púrpura, como si el mundo estuviera a punto de colapsar. El Señor de las Sombras se alzó en el centro, sin conjurar, sin hablar. Su cuerpo era una amalgama de sombra viva, pero ahora, cuatro núcleos elementales giraban a su alrededor: brasas ardientes, corrientes de agua, espirales de viento y fragmentos de roca flotante. Cada uno pulsaba con poder ancestral. Yukine y Lidica, apenas de pie, sintieron cómo el aire se volvía más pesado. El Amuleto del Destino temblaba. Esta vez, no era solo oscuridad. Era todo. El Señor de las Sombras extendió una mano, y el suelo se alzó como una ola de piedra. Columnas de obsidiana emergieron violentamente, atrapando a Lidica entre muros móviles. Yukine intentó volar con levitación, pero el campo gravitacional se duplicó. Su cuerpo cayó como plomo. Lidica, atrapada, fue aplastada por una presión tectónica. Sus huesos crujían. Cada intento de escape era bloqueado por muros que se regeneraban. Yukine, con la magia desestabilizada, intentó usar hechizos de vibración para romper las rocas, pero el Señor de las Sombras absorbía la energía y la devolvía como ondas sísmicas. Ambos fueron enterrados vivos por segundos. Solo el vínculo mágico entre ellos les permitió sincronizar una explosión de energía que los liberó… pero no sin heridas graves. El enemigo giró sobre sí mismo, y una espiral de fuego infernal se desató. No era fuego común: era fuego que quemaba recuerdos, que convertía emociones en cenizas. Yukine fue alcanzado por una llamarada que le arrancó parte de su túnica mágica. Su piel se agrietó, y su mente comenzó a olvidar hechizos que había memorizado desde niño. Lidica, envuelta en llamas, vio a su hermana arder frente a ella. El fuego no solo quemaba su cuerpo, sino que la obligaba a revivir su peor trauma. El Señor de las Sombras caminaba entre las llamas sin ser tocado. Cada paso provocaba explosiones. Yukine intentó conjurar una “Llama Invertida”, pero el fuego del enemigo era absoluto. Lidica, con los brazos quemados, logró lanzar una daga encantada que desvió una llamarada… pero cayó de rodillas, jadeando. El enemigo alzó ambas manos, y la sala se inundó en segundos. Corrientes de agua oscura envolvieron a los héroes, arrastrándolos a un plano líquido donde no había arriba ni abajo. Yukine fue sumergido en una ilusión acuática donde todos sus logros eran borrados. Veía su vida deshacerse como tinta en el agua. Lidica se ahogaba, no por falta de aire, sino por la presión emocional. Cada burbuja que escapaba de su boca era un recuerdo que se perdía. El Señor de las Sombras se convirtió en una serpiente marina de sombra líquida, atacando desde todas direcciones. Yukine logró conjurar una burbuja de aire, pero su energía estaba al límite. Lidica, con los pulmones colapsando, usó su último frasco de poción para recuperar apenas lo suficiente para moverse. El enemigo se elevó, y el viento se volvió cuchillas. Corrientes invisibles cortaban la piel, los músculos, incluso la magia. Yukine fue lanzado contra una pared por una ráfaga que rompía barreras mágicas. Su brazo izquierdo quedó inutilizado. Lidica intentó correr, pero el viento la desorientaba. Cada paso la llevaba a un lugar distinto. Su percepción del espacio se rompía. El Señor de las Sombras se multiplicó en formas aéreas, atacando con velocidad imposible. Yukine y Lidica no podían seguirle el ritmo. Cada segundo era una herida nueva. Cada intento de defensa era inútil. Ambos cayeron. Yukine, sangrando, con la magia casi extinguida. Lidica, con las piernas rotas, sin dagas, sin aire. El Amuleto del Destino cayó al suelo, apagado. El Señor de las Sombras descendió lentamente. Su voz resonó como un trueno: —“¿Esto es todo? ¿Esto es lo que el mundo llama esperanza?” Yukine intentó levantarse. Lidica extendió la mano. , pero no alcanzaba. El mundo se desmoronaba. Y entonces… algo se quebró. Dentro del pecho de Yukine, una marca que siempre había sentido como una cicatriz comenzó a arder. No era dolor físico. Era una ruptura. Un sello místico, impuesto por su maestro años atrás, se deshacía lentamente, como si el universo reconociera que ya no había otra opción. Yukine gritó. No por sufrimiento, sino por liberación. Su maestro le había dicho una vez: “Hay una parte de ti que no debes tocar… hasta que el mundo esté a punto de caer, pero el precio a pagar sera muy alto” La marca se expandió por su cuerpo, revelando runas antiguas que brillaban con luz azul oscura. No era magia convencional. Era magia de origen, una energía que no requería palabras, gestos ni concentración. Era voluntad pura, conectada directamente al tejido del mundo. Yukine se levantó. Su cuerpo seguía herido, pero la energía que lo envolvía lo sostenía. Sus ojos brillaban con un fulgor que no era humano. El Amuleto del Destino reaccionó, no absorbiendo su poder… sino alineándose con él. Lidica, aún en el suelo, sintió la presión cambiar. El aire se volvió más denso. El Señor de las Sombras se detuvo por primera vez. —“¿Qué… es eso?” —gruñó. Yukine no respondió. No podía. El poder que lo atravesaba hablaba por él. El Señor de las Sombras desató todo su poder: fuego, agua, viento, tierra, sombra. El mundo tembló. El cielo se rasgó. El suelo se partió. Yukine, guiado por el poder liberado, no esquivaba. No bloqueaba. Absorbía. Cada elemento era neutralizado por una runa que surgía espontáneamente en su piel. Cada ataque era redirigido, transformado, devuelto. Pero el poder tenía un precio. Con cada segundo, el sello se consumía. Yukine sentía su alma fragmentarse. Su cuerpo comenzaba a descomponerse por dentro. Era demasiado. Incluso para él. Lidica, viendo esto, usó lo que le quedaba de fuerza para canalizar su energía en el Amuleto. No para atacar. Para estabilizar a Yukine. Su vínculo no era emocional esta vez. Era técnico. Preciso. Ella se convirtió en el ancla que evitó que Yukine se desintegrara. Juntos, lanzaron el golpe final. Una onda de magia de origen, reforzada por el Amuleto y sostenida por Lidica, atravesó el núcleo del Señor de las Sombras. El enemigo gritó. No por dolor. Por incredulidad. —“¡No pueden vencerme! ¡Yo soy el fin!” —“Entonces este es el fin… de ti.” —respondieron juntos. Yukine cayó. Su cuerpo colapsó. El sello estaba roto. El poder se había ido. Lidica lo sostuvo, con lágrimas en los ojos. —“Lo lograste… pero casi te pierdo.” —susurró. El Amuleto del Destino brilló una última vez, estabilizando el entorno. El Castillo colapsó. La oscuridad retrocedió. Y el mundo… comenzó a sanar. La caída del Señor de las Sombras no fue una explosión, ni un grito final. Fue un silencio. Un vacío que se disipó lentamente, como la niebla al amanecer. El Castillo de las Sombras se desmoronó en fragmentos de obsidiana que se hundieron en la tierra, como si el mundo mismo quisiera enterrar su memoria. El cielo, antes teñido de púrpura y tormenta, comenzó a abrirse. No con luz intensa, sino con una claridad suave, como si el sol dudara en volver a mirar. El mundo no celebró. No aún. Primero, lloró. Yukine y Lidica fueron encontrados entre los escombros del Castillo de las Sombras por los sabios del Bosque de los Ancestros. No como guerreros invencibles, sino como sobrevivientes al borde de la muerte. Yukine fue llevado inconsciente al Santuario de las Aguas Silentes, donde los sabios del norte intentaron estabilizar su cuerpo. El sello roto había liberado un poder ancestral, pero también había dejado grietas profundas en su alma. Durante semanas, su magia fluctuaba sin control. A veces, su cuerpo brillaba con runas vivas. Otras, se apagaba por completo. Lidica, con las piernas fracturadas, quemaduras internas y una fatiga que no se curaba con pociones, fue atendida por los druidas del Valle del Viento. Su cuerpo sanaba lentamente, pero su mente seguía atrapada en los ecos de la batalla. A menudo despertaba gritando, creyendo que el Señor de las Sombras aún estaba allí. Ambos estaban vivos. Pero no intactos. Pasaron varios meses antes de que Yukine abriera los ojos. Lo primero que vio fue a Lidica dormida a su lado, con una venda en el rostro y una cicatriz nueva en el cuello. Lo primero que dijo fue: —“¿Ganamos?” Lidica despertó. No respondió. Solo lo abrazó. Y ambos lloraron. No por la victoria. Sino por todo lo que costó. La magia oscura que había envuelto los reinos comenzó a disiparse. Las criaturas que habían huido —dragones, espíritus del bosque, guardianes elementales— regresaron poco a poco. Las tierras malditas florecieron. Los ríos contaminados se limpiaron. Las aldeas que vivían bajo el miedo comenzaron a reconstruirse. los campos ardidos por el fuego se convirtieron en jardines de luz. los lagos recuperaron su cristalino reflejo, y los peces dorados volvieron a danzar. los vientos que antes cortaban ahora movían molinos que alimentaban aldeas enteras. las montañas fracturadas fueron talladas en monumentos a los caídos. Los pueblos no erigieron estatuas de Yukine y Lidica. En cambio, sembraron árboles. Porque sabían que la verdadera victoria no era recordar la guerra… sino cultivar la paz. Los descendientes de los Guardianes elementales se reunieron en el Círculo de la Aurora, donde juraron proteger el equilibrio y evitar que el poder se concentrara en una sola mano. El Amuleto del Destino fue sellado en el Templo de la Luz Silente, no como arma, sino como testigo. Solo Yukine y Lidica podían acceder a él, y ambos decidieron no volver a usarlo… a menos que el mundo volviera a olvidar lo que costó la paz. No regresaron a sus antiguas vidas. Yukine no volvió a su torre. Lidica no retomó la senda del combate. En cambio, caminaron juntos por los pueblos, enseñando a los niños a leer las estrellas, ayudando a los ancianos a reconstruir sus hogares, escuchando las historias de quienes sobrevivieron. A veces, simplemente se sentaban bajo un árbol, en silencio. Porque el silencio, después de tanto dolor, era también una forma de paz. —“¿Crees que esto durará?” —preguntó Lidica una tarde. —“No lo sé.” —respondió Yukine, mirando el cielo. —“Pero si vuelve la oscuridad… sabrá que no estamos solos.”
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  • El parque estaba casi vacío, bañado por la luz dorada del atardecer. Lilith Blackwood se había instalado en una banca de hierro forjado, cruzando una pierna sobre la otra con elegancia casual.

    Con el celular entre las manos, Lilith deslizaba lentamente por su perfil de Instagram. Las fotos brillaban en la pantalla: poses calculadas, miradas intensas, escenarios urbanos y editoriales. Todo impecable… pero algo no le terminaba de convencer.

    —“¿Demasiado frío? ¿Demasiado perfecto?” —pensó, frunciendo levemente el ceño.

    Amplió una imagen en blanco y negro donde su silueta se recortaba contra un ventanal lluvioso. Era hermosa, sí, pero distante. Cerró los ojos un segundo, dejando que el aire fresco le despeinara un mechón rebelde.

    —“Tal vez necesito algo más crudo… más real. ¿Y si muestro algo de mí fuera del lente? Un detrás de cámaras, una risa espontánea, un momento sin filtro…”

    Feliz y con ideas en la cabeza abrió la app de notas y escribió:
    > “Nueva sesión: luz natural, sin maquillaje. Café, libros, piel real. Mostrarme sin escudos.” <

    Sonrió apenas. No era una decisión definitiva, pero era un comienzo. Guardó el teléfono, se recostó hacia atrás y dejó que el cielo se tiñera sobre su blanco cabello dándole un color dorado mientras cerraba los ojos suavemente.
    El parque estaba casi vacío, bañado por la luz dorada del atardecer. Lilith Blackwood se había instalado en una banca de hierro forjado, cruzando una pierna sobre la otra con elegancia casual. Con el celular entre las manos, Lilith deslizaba lentamente por su perfil de Instagram. Las fotos brillaban en la pantalla: poses calculadas, miradas intensas, escenarios urbanos y editoriales. Todo impecable… pero algo no le terminaba de convencer. —“¿Demasiado frío? ¿Demasiado perfecto?” —pensó, frunciendo levemente el ceño. Amplió una imagen en blanco y negro donde su silueta se recortaba contra un ventanal lluvioso. Era hermosa, sí, pero distante. Cerró los ojos un segundo, dejando que el aire fresco le despeinara un mechón rebelde. —“Tal vez necesito algo más crudo… más real. ¿Y si muestro algo de mí fuera del lente? Un detrás de cámaras, una risa espontánea, un momento sin filtro…” Feliz y con ideas en la cabeza abrió la app de notas y escribió: > “Nueva sesión: luz natural, sin maquillaje. Café, libros, piel real. Mostrarme sin escudos.” < Sonrió apenas. No era una decisión definitiva, pero era un comienzo. Guardó el teléfono, se recostó hacia atrás y dejó que el cielo se tiñera sobre su blanco cabello dándole un color dorado mientras cerraba los ojos suavemente.
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  • El renacer de Lianna

    Lianna tenía apenas diez años cuando fue entregada a su cruel destino, aquella niña dulce, ingenua y alegre por las cosas pequeñas: cómo caminar entre las flores, un postre viendo el atardecer, recorrer el bosque de día e incluso nadar bajo la luz de la luna. Iba a perder todo lo que amaba a cambio del regalo de la inmortalidad. Su cuerpo y mente aún guardaban la fragilidad e inocencia de una niña, sin embargo sus ojos ya conocían el miedo.

    Una noche de luna llena, por el año 1505, la familia Beenedeti se encontraba en el bosque, pronto iba a suceder su milagro y lo que los sacaría de una ruina en el futuro.

    El señor Beenedeti se acercó a la niña y la puso en un círculo de sal, justo donde la luna pronto tocaría su delicada piel. La señora Beenedeti estaba al otro lado, sabía que si se metía probablemente no dejaría que la transformación se completara.

    Una vez listo todo, el señor Beenedeti tomó la muñeca de la niña y la mordió con rudeza, sus colmillos desgarraron la piel de la niña. El dolor fue inmediato; se sentía cómo eso le quemaba la piel y ardía por dentro, sintió cómo si fuego líquido recorría su cuerpo. La niña no pudo evitar asustarse y llorar.

    Fue ahí cuando el hombre se alejó de ella y simplemente dijo: "No te muevas." Las nubes fueron despejando la luna, quien después de unos momentos dejó que su luz la tocara.

    De repente el cuerpo de la niña empezó a quebrarse por dentro. Sus huesos crujieron, doblándose de formas extrañas. El aire se le escapaba de los pulmones, mientras mareos y un fuerte dolor de cabeza la hicieron gritar; sin embargo, este fue rápidamente interrumpido por el mar de visiones de rostros deformes, largos y oscuros, junto a voces espeluznantes que le susurraban cosas que ninguna niña normal de su edad debería escuchar.

    La madre, al ver a su hija sufrir, ya iba a intervenir, pero el esposo, que ni siquiera se volteó a mirar a la niña, intervino y tomó a su esposa fuertemente para que no hiciera ninguna tontería.

    —Ni siquiera te atrevas o todo esto será en vano, ni siquiera la mires o será más difícil para ti.

    El hombre suspiró y abrazó a su esposa.

    —Vámonos, Leticia, es hora de que ella enfrente su destino sola, si sobrevive, será una de las nuestras.

    Sus padres habían desaparecido de entre las sombras, dejándola sola en su agonía. Aparentemente así debía ser. Lianna cayó de rodillas, respirando con dificultad y la piel un poco sudorosa. De repente, bajo la noche fría, se hicieron presentes dos cosas: una sed y hambre salvaje que le quemaba la garganta, junto a emociones más intensas que le eran imposibles de controlar.

    El círculo de sal iba desapareciendo lentamente del suelo. Los árboles crujían a su alrededor. De repente, de uno de ellos se empezaron a oír gruñidos. Fue ahí cuando un licántropo salió de entre los arbustos; solo la miró con desprecio. Lianna se asustó y trató de moverse, pero el círculo aún no había desaparecido por completo, como si una barrera mágica la estuviera reteniendo. El licántropo también esperó a que el círculo desapareciera para hacer trizas a su presa. Al fin, cuando se volvió invisible, el hombre lobo se abalanzó sobre la niña y ésta apenas tuvo tiempo de esquivarlo. Corrió y corrió hasta caer al suelo.

    El lobo rápidamente volvió a abalanzarse sobre ella, casi logra morderla, si no fuera porque la pequeña niña pelirroja sacó su furia contenida en una patada. Tan pronto como el lobo se apartó, la niña empezó a defenderse cómo podía, mordió, arañó y golpeó con lo que tenía, gracias a los poderes que la luna había dejado a su inmortalidad cómo vampira. Cada vez que caía, se levantaba con lágrimas y dolor en su cuerpo. La bestia la arrastró contra el suelo, rasgándole la piel con sus feroces garras, y en ese instante el instinto asesino de Lianna apareció. Sus ojos azules se habían pintado de un rojo intenso. Mordió al lobo en la pata, éste cayó y después la vampira hundió sus dientes en la carne del licántropo; en eso sus colmillos aparecieron.

    La sangre caliente y metálica la había llenado. Su cuerpo, que se sentía diferente, más poderoso y con la fuerza, seguía bebiendo la sangre de su enemigo hasta saciarse. El licántropo finalmente cayó derrotado y sin vida.

    Lianna, temblando, levantó la vista hacia la luna. Se encontraba llena de sangre, sudor y tierra, sin embargo su miedo había desaparecido. Ya no era la misma niña; eso era claro: la muerte le había sido impuesta, la vida arrebatada y la eternidad la reclamaba.

    #Semanaderecuerdos #Resubido

    // Que raro, se me borró la publicación, espero no estar infringiendo nada, si alguien es sensible a las imágenes o a los temas sensibles, por favor límitese de ver o ignorar , ya que empezaré a subir algunas cosas sobre la vida de mi personaje y tócare temas no aptos para todos. Nuevamente, muchas gracias.
    🩸 El renacer de Lianna Lianna tenía apenas diez años cuando fue entregada a su cruel destino, aquella niña dulce, ingenua y alegre por las cosas pequeñas: cómo caminar entre las flores, un postre viendo el atardecer, recorrer el bosque de día e incluso nadar bajo la luz de la luna. Iba a perder todo lo que amaba a cambio del regalo de la inmortalidad. Su cuerpo y mente aún guardaban la fragilidad e inocencia de una niña, sin embargo sus ojos ya conocían el miedo. Una noche de luna llena, por el año 1505, la familia Beenedeti se encontraba en el bosque, pronto iba a suceder su milagro y lo que los sacaría de una ruina en el futuro. El señor Beenedeti se acercó a la niña y la puso en un círculo de sal, justo donde la luna pronto tocaría su delicada piel. La señora Beenedeti estaba al otro lado, sabía que si se metía probablemente no dejaría que la transformación se completara. Una vez listo todo, el señor Beenedeti tomó la muñeca de la niña y la mordió con rudeza, sus colmillos desgarraron la piel de la niña. El dolor fue inmediato; se sentía cómo eso le quemaba la piel y ardía por dentro, sintió cómo si fuego líquido recorría su cuerpo. La niña no pudo evitar asustarse y llorar. Fue ahí cuando el hombre se alejó de ella y simplemente dijo: "No te muevas." Las nubes fueron despejando la luna, quien después de unos momentos dejó que su luz la tocara. De repente el cuerpo de la niña empezó a quebrarse por dentro. Sus huesos crujieron, doblándose de formas extrañas. El aire se le escapaba de los pulmones, mientras mareos y un fuerte dolor de cabeza la hicieron gritar; sin embargo, este fue rápidamente interrumpido por el mar de visiones de rostros deformes, largos y oscuros, junto a voces espeluznantes que le susurraban cosas que ninguna niña normal de su edad debería escuchar. La madre, al ver a su hija sufrir, ya iba a intervenir, pero el esposo, que ni siquiera se volteó a mirar a la niña, intervino y tomó a su esposa fuertemente para que no hiciera ninguna tontería. —Ni siquiera te atrevas o todo esto será en vano, ni siquiera la mires o será más difícil para ti. El hombre suspiró y abrazó a su esposa. —Vámonos, Leticia, es hora de que ella enfrente su destino sola, si sobrevive, será una de las nuestras. Sus padres habían desaparecido de entre las sombras, dejándola sola en su agonía. Aparentemente así debía ser. Lianna cayó de rodillas, respirando con dificultad y la piel un poco sudorosa. De repente, bajo la noche fría, se hicieron presentes dos cosas: una sed y hambre salvaje que le quemaba la garganta, junto a emociones más intensas que le eran imposibles de controlar. El círculo de sal iba desapareciendo lentamente del suelo. Los árboles crujían a su alrededor. De repente, de uno de ellos se empezaron a oír gruñidos. Fue ahí cuando un licántropo salió de entre los arbustos; solo la miró con desprecio. Lianna se asustó y trató de moverse, pero el círculo aún no había desaparecido por completo, como si una barrera mágica la estuviera reteniendo. El licántropo también esperó a que el círculo desapareciera para hacer trizas a su presa. Al fin, cuando se volvió invisible, el hombre lobo se abalanzó sobre la niña y ésta apenas tuvo tiempo de esquivarlo. Corrió y corrió hasta caer al suelo. El lobo rápidamente volvió a abalanzarse sobre ella, casi logra morderla, si no fuera porque la pequeña niña pelirroja sacó su furia contenida en una patada. Tan pronto como el lobo se apartó, la niña empezó a defenderse cómo podía, mordió, arañó y golpeó con lo que tenía, gracias a los poderes que la luna había dejado a su inmortalidad cómo vampira. Cada vez que caía, se levantaba con lágrimas y dolor en su cuerpo. La bestia la arrastró contra el suelo, rasgándole la piel con sus feroces garras, y en ese instante el instinto asesino de Lianna apareció. Sus ojos azules se habían pintado de un rojo intenso. Mordió al lobo en la pata, éste cayó y después la vampira hundió sus dientes en la carne del licántropo; en eso sus colmillos aparecieron. La sangre caliente y metálica la había llenado. Su cuerpo, que se sentía diferente, más poderoso y con la fuerza, seguía bebiendo la sangre de su enemigo hasta saciarse. El licántropo finalmente cayó derrotado y sin vida. Lianna, temblando, levantó la vista hacia la luna. Se encontraba llena de sangre, sudor y tierra, sin embargo su miedo había desaparecido. Ya no era la misma niña; eso era claro: la muerte le había sido impuesta, la vida arrebatada y la eternidad la reclamaba. #Semanaderecuerdos #Resubido // Que raro, se me borró la publicación, espero no estar infringiendo nada, si alguien es sensible a las imágenes o a los temas sensibles, por favor límitese de ver o ignorar , ya que empezaré a subir algunas cosas sobre la vida de mi personaje y tócare temas no aptos para todos. Nuevamente, muchas gracias.
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  • La Cámara del Tercer Guardián: Nymira, la Soberana de las Mareas Emocionales

    La cámara es una cúpula de cristal azul oscuro. El agua flota en el aire como si estuviera viva, formando espirales, esferas y corrientes suspendidas. El suelo refleja no solo sus cuerpos, sino sus emociones más intensas.

    Sin mover un dedo, Nymira convoca esferas líquidas que rodean a Yukine y Lidica. Al tocarlas, cada esfera se convierte en una escena emocional hiperrealista:

    - Yukine ve a Lidica entregándolo al enemigo. La escena es tan vívida que su corazón se acelera, su respiración se corta, y por un instante, duda de ella.

    - Lidica ve a Yukine huyendo del Laberinto, dejándola atrás. Siente traición, abandono, y su cuerpo se tensa como si fuera a atacar.

    Ambos están al borde de enfrentarse entre sí. Nymira no ataca directamente: los obliga a destruirse desde dentro. La cámara amplifica cada emoción, y el agua vibra con sus pensamientos. Cuanto más intensa la emoción, más agresivo se vuelve el entorno.

    Yukine, con esfuerzo, lanza un hechizo de “Separación de Esencia”, que corta temporalmente los vínculos emocionales falsos. Lidica, aferrándose a un recuerdo real —la promesa que Yukine le hizo en la Sala de las Ilusiones— logra romper la ilusión. Pero ambos quedan emocionalmente drenados.

    La cámara comienza a inundarse. El agua sube hasta las rodillas, luego al pecho. Corrientes invisibles arrastran objetos, y el suelo se vuelve resbaladizo. Nymira se funde con el agua, atacando desde múltiples direcciones.

    - Invocando Espectros de Agua: figuras hechas de líquido que adoptan la forma de personas amadas por Yukine y Lidica.

    - Yukine ve a su madre, que lo abraza mientras lo ahoga lentamente.

    - Lidica ve a su hermana, que le pide ayuda mientras la arrastra al fondo.

    - Yukine intenta lanzar hechizos, pero el agua distorsiona las palabras mágicas. Cada intento le cuesta energía vital.

    - Lidica lucha por moverse. Sus dagas son lentas bajo el agua, y cada golpe se siente como si cortara recuerdos.

    Yukine logra lanzar un hechizo de “Claridad Emocional”, que crea una burbuja de aire y lucidez. El costo es alto: su pecho se contrae, su visión se nubla.

    Lidica, con un grito de dolor, destruye los espectros con una onda de energía emocional, pero queda con quemaduras internas provocadas por la presión mágica.

    Para este punto la cámara se había transformado en un océano suspendido. Nymira, ahora convertida en una Serpiente Marina de Emoción Pura, giraba alrededor de Yukine y Lidica, lanzando chorros de agua cargados con recuerdos distorsionados.

    Cada impacto no solo dolía, sino que desestabilizaba la mente.
    Yukine y Lidica estaban al borde del colapso. Sus cuerpos temblaban, sus emociones eran un caos. Nymira se alimentaba de su vínculo, amplificando cada duda, cada herida emocional.

    —“¿Creen que su conexión los salvará? Yo la romperé… y los ahogaré en ella.” —susurró Nymira, con voz líquida.

    Yukine, con voz quebrada, miró a Lidica.

    —“¡Tú me fallaste! ¡Siempre lo supe! ¡Tu lealtad es falsa”

    Lidica, con los ojos llenos de rabia, respondió:

    —“¡Y tú no eres más que un mago débil que se esconde tras una transformación! ¡Nunca confiaste en mí!”

    Yukine lanzó un hechizo de impacto, que golpeó a Lidica y la arrojó contra una columna de agua.

    Lidica se levantó, sangrando, y arrojó una de sus dagas, que rozó el rostro de Yukine.

    Nymira se detuvo. Observaba con deleite. Las emociones eran reales. El vínculo se rompía. Su poder crecía.

    —“Sí… así es como termina. El amor, la confianza… todo se disuelve.”

    Pero entonces, Yukine susurró una palabra mágica que solo Lidica conocía: “Aequor.”

    Lidica sonrió apenas. Era la señal.

    Yukine lanzó un hechizo de protección mental, magia defensiva para liberar la mente del control enemigo, costándole una gran cantidad poder magico, tanto que lo hizo toser sangre, pero esto seria lo necesario para que LIdica, con la mente clara lanzara sus dagas que atravesaron las corrientes emocionales que protegían el núcleo de Nymira.

    Nymira gritó. No entendía. El vínculo no se había roto. Había sido usado como arma.

    —“¡Imposible! ¡No pueden… sentir tanto y aún luchar juntos!”
    Yukine, con voz firme, respondió:

    —“Sentir no es debilidad. Es estrategia.”

    Lidica, con una última pirueta, atravesó el núcleo líquido de Nymira. El agua se congeló por un instante, luego explotó en una lluvia de luz azul.

    La cámara se secó. Yukine y Lidica cayeron al suelo, exhaustos, heridos, pero victoriosos. La puerta final apareció, tallada en cristal y viento.

    —“Nunca pensé que tendría que herirte para salvarnos.” —dijo Yukine, tocando el brazo de Lidica.

    —“Y yo nunca pensé que confiaría en ti… incluso cuando me atacaras.” —respondió ella, con una sonrisa rota.
    La Cámara del Tercer Guardián: Nymira, la Soberana de las Mareas Emocionales La cámara es una cúpula de cristal azul oscuro. El agua flota en el aire como si estuviera viva, formando espirales, esferas y corrientes suspendidas. El suelo refleja no solo sus cuerpos, sino sus emociones más intensas. Sin mover un dedo, Nymira convoca esferas líquidas que rodean a Yukine y Lidica. Al tocarlas, cada esfera se convierte en una escena emocional hiperrealista: - Yukine ve a Lidica entregándolo al enemigo. La escena es tan vívida que su corazón se acelera, su respiración se corta, y por un instante, duda de ella. - Lidica ve a Yukine huyendo del Laberinto, dejándola atrás. Siente traición, abandono, y su cuerpo se tensa como si fuera a atacar. Ambos están al borde de enfrentarse entre sí. Nymira no ataca directamente: los obliga a destruirse desde dentro. La cámara amplifica cada emoción, y el agua vibra con sus pensamientos. Cuanto más intensa la emoción, más agresivo se vuelve el entorno. Yukine, con esfuerzo, lanza un hechizo de “Separación de Esencia”, que corta temporalmente los vínculos emocionales falsos. Lidica, aferrándose a un recuerdo real —la promesa que Yukine le hizo en la Sala de las Ilusiones— logra romper la ilusión. Pero ambos quedan emocionalmente drenados. La cámara comienza a inundarse. El agua sube hasta las rodillas, luego al pecho. Corrientes invisibles arrastran objetos, y el suelo se vuelve resbaladizo. Nymira se funde con el agua, atacando desde múltiples direcciones. - Invocando Espectros de Agua: figuras hechas de líquido que adoptan la forma de personas amadas por Yukine y Lidica. - Yukine ve a su madre, que lo abraza mientras lo ahoga lentamente. - Lidica ve a su hermana, que le pide ayuda mientras la arrastra al fondo. - Yukine intenta lanzar hechizos, pero el agua distorsiona las palabras mágicas. Cada intento le cuesta energía vital. - Lidica lucha por moverse. Sus dagas son lentas bajo el agua, y cada golpe se siente como si cortara recuerdos. Yukine logra lanzar un hechizo de “Claridad Emocional”, que crea una burbuja de aire y lucidez. El costo es alto: su pecho se contrae, su visión se nubla. Lidica, con un grito de dolor, destruye los espectros con una onda de energía emocional, pero queda con quemaduras internas provocadas por la presión mágica. Para este punto la cámara se había transformado en un océano suspendido. Nymira, ahora convertida en una Serpiente Marina de Emoción Pura, giraba alrededor de Yukine y Lidica, lanzando chorros de agua cargados con recuerdos distorsionados. Cada impacto no solo dolía, sino que desestabilizaba la mente. Yukine y Lidica estaban al borde del colapso. Sus cuerpos temblaban, sus emociones eran un caos. Nymira se alimentaba de su vínculo, amplificando cada duda, cada herida emocional. —“¿Creen que su conexión los salvará? Yo la romperé… y los ahogaré en ella.” —susurró Nymira, con voz líquida. Yukine, con voz quebrada, miró a Lidica. —“¡Tú me fallaste! ¡Siempre lo supe! ¡Tu lealtad es falsa” Lidica, con los ojos llenos de rabia, respondió: —“¡Y tú no eres más que un mago débil que se esconde tras una transformación! ¡Nunca confiaste en mí!” Yukine lanzó un hechizo de impacto, que golpeó a Lidica y la arrojó contra una columna de agua. Lidica se levantó, sangrando, y arrojó una de sus dagas, que rozó el rostro de Yukine. Nymira se detuvo. Observaba con deleite. Las emociones eran reales. El vínculo se rompía. Su poder crecía. —“Sí… así es como termina. El amor, la confianza… todo se disuelve.” Pero entonces, Yukine susurró una palabra mágica que solo Lidica conocía: “Aequor.” Lidica sonrió apenas. Era la señal. Yukine lanzó un hechizo de protección mental, magia defensiva para liberar la mente del control enemigo, costándole una gran cantidad poder magico, tanto que lo hizo toser sangre, pero esto seria lo necesario para que LIdica, con la mente clara lanzara sus dagas que atravesaron las corrientes emocionales que protegían el núcleo de Nymira. Nymira gritó. No entendía. El vínculo no se había roto. Había sido usado como arma. —“¡Imposible! ¡No pueden… sentir tanto y aún luchar juntos!” Yukine, con voz firme, respondió: —“Sentir no es debilidad. Es estrategia.” Lidica, con una última pirueta, atravesó el núcleo líquido de Nymira. El agua se congeló por un instante, luego explotó en una lluvia de luz azul. La cámara se secó. Yukine y Lidica cayeron al suelo, exhaustos, heridos, pero victoriosos. La puerta final apareció, tallada en cristal y viento. —“Nunca pensé que tendría que herirte para salvarnos.” —dijo Yukine, tocando el brazo de Lidica. —“Y yo nunca pensé que confiaría en ti… incluso cuando me atacaras.” —respondió ella, con una sonrisa rota.
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  • El Bartender de La Rapsodia
    Fandom OC
    Categoría Original
    ||Rol libre, únase el que quiera||

    El aire en La Rapsodia Carmesí vibraba con una energía palpable, una mezcla embriagadora de sudor, luces estroboscópicas carmesíes y el latido profundo de la música electrónica que Alexander mismo había compuesto. El club, escondido tras una fachada anodina en una calle lateral de Hongdae, era su santuario secreto, un lugar donde las convenciones se desvanecían y la gente se entregaba al ritmo primal.

    Esta noche, sin embargo, Alexander no estaba en la cabina del DJ ni guiando los movimientos de sus bailarines. Vestido con una camiseta negra ajustada que dejaba entrever los músculos tensos de sus brazos y un delantal de cuero oscuro, se movía con una eficiencia silenciosa detrás de la barra. Su cabello azabache, generalmente impecable, estaba ligeramente revuelto, y su intensa mirada café observaba la pista de baile como un halcón acechando a su presa.

    Fingir ser un simple bartender era una estrategia. Le permitía observar, sentir el pulso del club, identificar cualquier amenaza potencial sin levantar sospechas. Su aroma, usualmente una mezcla embriagadora de cedro y metal, estaba sutilmente reprimido, mezclándose con los efluvios de alcohol y feromonas que flotaban en el aire.

    Una joven con cabello de color fantasía y ojos delineados con glitter se acercó a la barra. Su aroma dulce y ligeramente ansioso la delataba como una Omega nerviosa.

    "Un 'Sangre de Demonio', por favor," pidió, su voz apenas audible por encima del ritmo palpitante.

    Alexander asintió con una cortesía fría y profesional, sus movimientos al preparar el cóctel eran precisos y rápidos, producto de años de disciplina militar. Mientras vertía el licor carmesí, sus sentidos agudizados captaron una conversación cerca de la entrada. Dos hombres con auras ásperas y un aroma familiar a Alfa estaban hablando en voz baja, sus miradas recorriendo el club con una intensidad que no era de simples curiosos.

    Su instinto licántropo se encendió, una punzada de alerta recorriéndole la espalda. Eran Alfas desconocidos, y su presencia en su territorio era una nota discordante en la sinfonía de la noche.

    Entregó el cóctel a la joven, sus dedos rozando brevemente los de ella. Pudo sentir una ligera descarga de excitación nerviosa, un testimonio de la energía que emanaba incluso de su fachada de bartender.

    "Aquí tienes," dijo, su voz un murmullo grave que apenas superaba la música. Sus ojos, por un instante, se encontraron con los de ella, transmitiendo una calma inusual en medio del caos.

    Mientras la Omega se alejaba hacia la pista de baile, Alexander apoyó los antebrazos en la barra, su mirada fija en los dos Alfas de la entrada. Su fachada de bartender tranquilo no reflejaba la tensión que se acumulaba bajo su piel. Su lado demoníaco disfrutaba del peligro, la anticipación del conflicto. Su lado licántropo, en cambio, sentía la necesidad de proteger su territorio, su manada de bailarines que se movían ajenos a la potencial amenaza.

    Una leve sonrisa, fría y depredadora, curvó sus labios por un instante. Fingir ser alguien que no era tenía sus ventajas. Subestimarlo sería su mayor error. La noche en La Rapsodia Carmesí aún era joven, y Alexander Wolfen estaba listo para cualquier melodía que tuviera que bailar.
    ||Rol libre, únase el que quiera|| El aire en La Rapsodia Carmesí vibraba con una energía palpable, una mezcla embriagadora de sudor, luces estroboscópicas carmesíes y el latido profundo de la música electrónica que Alexander mismo había compuesto. El club, escondido tras una fachada anodina en una calle lateral de Hongdae, era su santuario secreto, un lugar donde las convenciones se desvanecían y la gente se entregaba al ritmo primal. Esta noche, sin embargo, Alexander no estaba en la cabina del DJ ni guiando los movimientos de sus bailarines. Vestido con una camiseta negra ajustada que dejaba entrever los músculos tensos de sus brazos y un delantal de cuero oscuro, se movía con una eficiencia silenciosa detrás de la barra. Su cabello azabache, generalmente impecable, estaba ligeramente revuelto, y su intensa mirada café observaba la pista de baile como un halcón acechando a su presa. Fingir ser un simple bartender era una estrategia. Le permitía observar, sentir el pulso del club, identificar cualquier amenaza potencial sin levantar sospechas. Su aroma, usualmente una mezcla embriagadora de cedro y metal, estaba sutilmente reprimido, mezclándose con los efluvios de alcohol y feromonas que flotaban en el aire. Una joven con cabello de color fantasía y ojos delineados con glitter se acercó a la barra. Su aroma dulce y ligeramente ansioso la delataba como una Omega nerviosa. "Un 'Sangre de Demonio', por favor," pidió, su voz apenas audible por encima del ritmo palpitante. Alexander asintió con una cortesía fría y profesional, sus movimientos al preparar el cóctel eran precisos y rápidos, producto de años de disciplina militar. Mientras vertía el licor carmesí, sus sentidos agudizados captaron una conversación cerca de la entrada. Dos hombres con auras ásperas y un aroma familiar a Alfa estaban hablando en voz baja, sus miradas recorriendo el club con una intensidad que no era de simples curiosos. Su instinto licántropo se encendió, una punzada de alerta recorriéndole la espalda. Eran Alfas desconocidos, y su presencia en su territorio era una nota discordante en la sinfonía de la noche. Entregó el cóctel a la joven, sus dedos rozando brevemente los de ella. Pudo sentir una ligera descarga de excitación nerviosa, un testimonio de la energía que emanaba incluso de su fachada de bartender. "Aquí tienes," dijo, su voz un murmullo grave que apenas superaba la música. Sus ojos, por un instante, se encontraron con los de ella, transmitiendo una calma inusual en medio del caos. Mientras la Omega se alejaba hacia la pista de baile, Alexander apoyó los antebrazos en la barra, su mirada fija en los dos Alfas de la entrada. Su fachada de bartender tranquilo no reflejaba la tensión que se acumulaba bajo su piel. Su lado demoníaco disfrutaba del peligro, la anticipación del conflicto. Su lado licántropo, en cambio, sentía la necesidad de proteger su territorio, su manada de bailarines que se movían ajenos a la potencial amenaza. Una leve sonrisa, fría y depredadora, curvó sus labios por un instante. Fingir ser alguien que no era tenía sus ventajas. Subestimarlo sería su mayor error. La noche en La Rapsodia Carmesí aún era joven, y Alexander Wolfen estaba listo para cualquier melodía que tuviera que bailar.
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  • Desde la altura de las escaleras del templo, la Shogun contemplaba el paisaje sereno de Inazuma, pero su mente estaba atrapada en un torbellino de emociones. Scaramouche había estado en sus pensamientos desde aquel acercamiento inesperado, una breve pero intensa conexión que había desafiado las barreras que ambos habían construido a lo largo del tiempo.

    La Shogun se preguntaba si realmente podrían superar los muros que los separaban, si Scaramouche estaría dispuesto a darle una oportunidad a lo que podría ser una nueva vida, un nuevo camino para los dos, una posible reconciliación entre creadora y su hijo.
    Desde la altura de las escaleras del templo, la Shogun contemplaba el paisaje sereno de Inazuma, pero su mente estaba atrapada en un torbellino de emociones. Scaramouche había estado en sus pensamientos desde aquel acercamiento inesperado, una breve pero intensa conexión que había desafiado las barreras que ambos habían construido a lo largo del tiempo. La Shogun se preguntaba si realmente podrían superar los muros que los separaban, si Scaramouche estaría dispuesto a darle una oportunidad a lo que podría ser una nueva vida, un nuevo camino para los dos, una posible reconciliación entre creadora y su hijo.
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    {Bajo la luz de la luna, la gema violeta brillaba intensamente, y mi corazón latía al mismo ritmo que su resplandor. Siempre había amado lo que brillaba, pero esto era distinto… era hermoso y poderoso a la vez.}

    ~Quiero ser más fuerte… —susurré, acariciando la gema—. No pienso seguir escondiéndome. Lucharé como una verdadera guerrera Neko contra esos monstruos.~

    {Una sonrisa leve se dibujó en mis labios al mirar a mí nuevo aliado y compañero mientras caminaba hacía él para volver a nuestro entrenamiento.}

    ~Gracias… este regalo no es solo una espada. Es una oportunidad, y no la desperdiciaré.~

    [fire_lime_whale_384] {Bajo la luz de la luna, la gema violeta brillaba intensamente, y mi corazón latía al mismo ritmo que su resplandor. Siempre había amado lo que brillaba, pero esto era distinto… era hermoso y poderoso a la vez.} ~Quiero ser más fuerte… —susurré, acariciando la gema—. No pienso seguir escondiéndome. Lucharé como una verdadera guerrera Neko contra esos monstruos.~ {Una sonrisa leve se dibujó en mis labios al mirar a mí nuevo aliado y compañero mientras caminaba hacía él para volver a nuestro entrenamiento.} ~Gracias… este regalo no es solo una espada. Es una oportunidad, y no la desperdiciaré.~
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