• Su primer canto nació al ver un brote, un brote de trigo junto a Demeter, en Olimpia. Dónde Iki e Íker observaron como la Diosa Hebe, volvía a brillar lentamente, aún cuando le doliera, seguía adelante. Seguía temblando pero volviendo a su camino, a revivir su esencia perdida.
    Su primer canto nació al ver un brote, un brote de trigo junto a Demeter, en Olimpia. Dónde Iki e Íker observaron como la Diosa Hebe, volvía a brillar lentamente, aún cuando le doliera, seguía adelante. Seguía temblando pero volviendo a su camino, a revivir su esencia perdida.
    Me gusta
    Me encocora
    5
    0 turnos 0 maullidos
  • #misiondiarialunes #desafiodivino.

    𓆩ꨄ𓆪Nacida de un tropiezo, nombrada por un río.

    Dicen que las deidades no cometen errores, que su andar es perfecto, divino. Pero incluso los dioses tropiezan.

    Fue Hebe, la eterna doncella, quien en un gesto tan humano como divino, se deslizó al borde de la Fuente del Olvido. Su pie descalzo tocó primero el agua de Lethe, y luego —por un capricho del destino o del alma— rozó la corriente clara del río Eunoë, el agua del recuerdo puro.

    Aquel instante selló algo imposible: Hebe, diosa de la juventud, dejó atrás su aspecto de doncella al absorber memorias que no le pertenecían. Maduró, cambió. Y de ese enlace entre olvido y recuerdo, entre error y sacrificio, nació una niebla.

    No una hija de carne, sino de esencia. No una voz, sino un susurro. Eunoë.

    No fue reclamada por ningún dios, ni por la tierra ni por el cielo, pero el Reino de los Sueños la aceptó. Porque ella no pesa ni hiere. Ella consuela. Su forma de neblina plateada se enreda en los rincones de las almas que no pueden más, que necesitan una última caricia de esperanza antes de rendirse al abismo del descanso.

    Fue Morfeo quien la vio llegar, flotando entre los velos del sueño profundo. “¿Qué criatura eres tú, que hueles a recuerdo y olvido a la vez?”, preguntó. Eunoë no respondió de inmediato; no con palabras, al menos. Sus ojos brillaban con luz líquida, y sus dedos eran vapor que aliviaba.

    Desde entonces, Morfeo y ella han compartido silencios, fragmentos de duda, y ocasionales discusiones sobre la naturaleza del sueño. Él, sombra cansada y sabia, rara vez duerme. Ella, espíritu naciente, vela por los que sí lo hacen. “Maestro,” suele decirle con ternura burlona, “usted da sueños, pero no se concede ni uno.” Él sonríe. A veces.

    Y así, ella sigue danzando. No busca ser recordada, pero recuerda. No promete eternidad, pero concede alivio. Donde el mundo duele, allí va. Donde una diosa duerme por fin —como Atropos—, allí canta. Donde el Maestro reposa, ella flota cerca, sin perturbar, sin tocar.

    Nacida de un error.
    Criada por el susurro de aguas sagradas.
    Eunoë, la que recuerda.
    Eunoë, la que repara.
    #misiondiarialunes #desafiodivino. 𓆩ꨄ𓆪Nacida de un tropiezo, nombrada por un río. Dicen que las deidades no cometen errores, que su andar es perfecto, divino. Pero incluso los dioses tropiezan. Fue Hebe, la eterna doncella, quien en un gesto tan humano como divino, se deslizó al borde de la Fuente del Olvido. Su pie descalzo tocó primero el agua de Lethe, y luego —por un capricho del destino o del alma— rozó la corriente clara del río Eunoë, el agua del recuerdo puro. Aquel instante selló algo imposible: Hebe, diosa de la juventud, dejó atrás su aspecto de doncella al absorber memorias que no le pertenecían. Maduró, cambió. Y de ese enlace entre olvido y recuerdo, entre error y sacrificio, nació una niebla. No una hija de carne, sino de esencia. No una voz, sino un susurro. Eunoë. No fue reclamada por ningún dios, ni por la tierra ni por el cielo, pero el Reino de los Sueños la aceptó. Porque ella no pesa ni hiere. Ella consuela. Su forma de neblina plateada se enreda en los rincones de las almas que no pueden más, que necesitan una última caricia de esperanza antes de rendirse al abismo del descanso. Fue Morfeo quien la vio llegar, flotando entre los velos del sueño profundo. “¿Qué criatura eres tú, que hueles a recuerdo y olvido a la vez?”, preguntó. Eunoë no respondió de inmediato; no con palabras, al menos. Sus ojos brillaban con luz líquida, y sus dedos eran vapor que aliviaba. Desde entonces, Morfeo y ella han compartido silencios, fragmentos de duda, y ocasionales discusiones sobre la naturaleza del sueño. Él, sombra cansada y sabia, rara vez duerme. Ella, espíritu naciente, vela por los que sí lo hacen. “Maestro,” suele decirle con ternura burlona, “usted da sueños, pero no se concede ni uno.” Él sonríe. A veces. Y así, ella sigue danzando. No busca ser recordada, pero recuerda. No promete eternidad, pero concede alivio. Donde el mundo duele, allí va. Donde una diosa duerme por fin —como Atropos—, allí canta. Donde el Maestro reposa, ella flota cerca, sin perturbar, sin tocar. Nacida de un error. Criada por el susurro de aguas sagradas. Eunoë, la que recuerda. Eunoë, la que repara.
    Me gusta
    Me encocora
    3
    0 turnos 0 maullidos
  • #desafíodivino #misiondiariaLunes

    A veces, cuando todo parece terminar, también es donde uno vuelve a empezar. Eso le ocurrió a Hebe, la diosa de la juventud, en una etapa reciente de su vida que la sumió en un caos emocional profundo. En medio de su dolor, encontró refugio en el sueño que Morfeo le ofrecía y en la aceptación final de su padre en el Olimpo. No fue una recuperación inmediata, pero esos pequeños gestos marcaron el inicio de su proceso de sanación.

    No se trató de olvidar ni de dejar atrás a la persona que tanto la había afectado, sino de reencontrarse consigo misma, con su esencia divina. Hebe comenzó a recordar quién era realmente: una diosa con un alma empática e incondicional hacia los humanos. Esa reconexión interior le permitió comprender que podía seguir ayudando a los demás sin perderse a sí misma en el proceso. Aprendió a establecer límites sanos, no como una barrera, sino como un escudo protector para quienes confiaban en ella.

    Este renacer personal abrió la puerta a nuevas relaciones, entre ellas una inesperada y significativa: su amistad con Thanatos, el dios de la muerte pacífica. Una conexión que, aunque parecía improbable, floreció con naturalidad. Hebe, con una chispa de esperanza renovada, expresó su emoción por iniciar ese vínculo que promete un equilibrio entre luz y oscuridad. Ella cree firmemente que los opuestos pueden convivir en armonía, y está dispuesta a descubrirlo junto a él.

    Sus palabras lo dicen todo: “¡Estoy emocionada por comenzar nuestro trabajo en equipo, muy pronto!”. En su mirada verde menta, que alguna vez fue opaca, ahora brilla nuevamente una luz suave, pero firme.

    Hebe no solo se levantó de un momento difícil, sino que lo hizo con más sabiduría, claridad y fortaleza. Reconoció su divinidad, su humanidad y su capacidad para transformar el dolor en propósito. Esta nueva etapa no solo se percibe su camino de sanación, sino también de la creación de un lazo con alguien que representa el fin, pero que, en su caso, simboliza un nuevo comienzo.

    *Objetivo: Compartir una breve historia como contenido (mínimo de 250 palabras) #AntiguaGrecia #olimpodiscord #mitologíagriega
    #desafíodivino #misiondiariaLunes A veces, cuando todo parece terminar, también es donde uno vuelve a empezar. Eso le ocurrió a Hebe, la diosa de la juventud, en una etapa reciente de su vida que la sumió en un caos emocional profundo. En medio de su dolor, encontró refugio en el sueño que Morfeo le ofrecía y en la aceptación final de su padre en el Olimpo. No fue una recuperación inmediata, pero esos pequeños gestos marcaron el inicio de su proceso de sanación. No se trató de olvidar ni de dejar atrás a la persona que tanto la había afectado, sino de reencontrarse consigo misma, con su esencia divina. Hebe comenzó a recordar quién era realmente: una diosa con un alma empática e incondicional hacia los humanos. Esa reconexión interior le permitió comprender que podía seguir ayudando a los demás sin perderse a sí misma en el proceso. Aprendió a establecer límites sanos, no como una barrera, sino como un escudo protector para quienes confiaban en ella. Este renacer personal abrió la puerta a nuevas relaciones, entre ellas una inesperada y significativa: su amistad con Thanatos, el dios de la muerte pacífica. Una conexión que, aunque parecía improbable, floreció con naturalidad. Hebe, con una chispa de esperanza renovada, expresó su emoción por iniciar ese vínculo que promete un equilibrio entre luz y oscuridad. Ella cree firmemente que los opuestos pueden convivir en armonía, y está dispuesta a descubrirlo junto a él. Sus palabras lo dicen todo: “¡Estoy emocionada por comenzar nuestro trabajo en equipo, muy pronto!”. En su mirada verde menta, que alguna vez fue opaca, ahora brilla nuevamente una luz suave, pero firme. Hebe no solo se levantó de un momento difícil, sino que lo hizo con más sabiduría, claridad y fortaleza. Reconoció su divinidad, su humanidad y su capacidad para transformar el dolor en propósito. Esta nueva etapa no solo se percibe su camino de sanación, sino también de la creación de un lazo con alguien que representa el fin, pero que, en su caso, simboliza un nuevo comienzo. *Objetivo: Compartir una breve historia como contenido (mínimo de 250 palabras) #AntiguaGrecia #olimpodiscord #mitologíagriega
    Me gusta
    2
    0 turnos 0 maullidos
  • A veces, donde todo inicia es dónde uno -si puede- vuelve. Hebe en esta experiencia reciente que envolvió su corazón en un caos sin remedio -aparente-, entre el refugio en manos de Morfeo y la aceptación de su padre al Olimpo; digamos que eran las pequeñas cosas que consiguieron que su esencia empiece a sanar, no porque haya soltado o dejado ir a esa persona, no, sino porque ella volvía a aceptarse como Diosa -que siempre será- con empatía incondicional hacia los humanos, entendió que ayudaría a quién lo necesitase desde su propia esencia, transformando su camino para el mejor de todos y que su límite fuera el escudo protector para todos aquellos que confiarán en ella una sencilla amistad.

    Así fue, como comenzó su amistad con Thanatos, el Dios de la muerte pacífica. —¡Y estoy emocionada por comenzar nuestro trabajo en equipo, muy pronto! Polos opuestos pueden funcionar en equilibrio y armonía, se que sí —exclamó con el hilo de esperanza volviendo a brillar de forma perceptible en esos ojos verdes menta palidos.
    A veces, donde todo inicia es dónde uno -si puede- vuelve. Hebe en esta experiencia reciente que envolvió su corazón en un caos sin remedio -aparente-, entre el refugio en manos de Morfeo y la aceptación de su padre al Olimpo; digamos que eran las pequeñas cosas que consiguieron que su esencia empiece a sanar, no porque haya soltado o dejado ir a esa persona, no, sino porque ella volvía a aceptarse como Diosa -que siempre será- con empatía incondicional hacia los humanos, entendió que ayudaría a quién lo necesitase desde su propia esencia, transformando su camino para el mejor de todos y que su límite fuera el escudo protector para todos aquellos que confiarán en ella una sencilla amistad. Así fue, como comenzó su amistad con Thanatos, el Dios de la muerte pacífica. —¡Y estoy emocionada por comenzar nuestro trabajo en equipo, muy pronto! Polos opuestos pueden funcionar en equilibrio y armonía, se que sí —exclamó con el hilo de esperanza volviendo a brillar de forma perceptible en esos ojos verdes menta palidos.
    Me gusta
    Me shockea
    4
    0 turnos 0 maullidos
  • En el reino etéreo del Sueño, donde los pensamientos flotan como nubes y el tiempo se disuelve en suaves latidos, Morfeo, recorría su vasto dominio con un propósito inusual. No buscaba simplemente inspirar visiones nocturnas o recrear anhelos humanos. Esta vez, su tarea era más sagrada: ayudar a Hebe, la diosa de la juventud, a encontrar descanso.

    Desde hacía semanas, él sabía que ella no lograba dormir. ¿Será por el murmullo incansable del mundo? ¿Las preocupaciones de los dioses?, ¿El lamento de los mortales? ¿O acaso el bullicio de la eternidad? Todo eso podía perturbar su mente inquieta. Su risa, antes clara como el manantial, se había vuelto un suspiro apagado. Sin descanso, incluso la juventud misma parecía perder su brillo.

    Conmovido por su fatiga, Morfeo, con un suspiro silencioso, tejió un mundo sólo para ella.

    Primero, creó un cielo de terciopelo azul profundo, salpicado con constelaciones que respiraban. Luego, pintó un campo donde las flores se abrían con cada exhalación de Hebe, y el viento cantaba con voz de madre antigua. En el centro del paisaje, colocó un lago de aguas quietas, donde el reflejo de la luna danzaba sin prisa.

    Pero lo más importante no era el paisaje, sino el silencio. No un silencio vacío, sino uno pleno: como el que precede a una tormenta de paz. Ningún recuerdo podía entrar sin pasar por los dedos de Morfeo, que filtraban todo dolor, toda ansiedad, dejando sólo la dulzura de las horas olvidadas.

    Ahora, ahora solo faltaba ella.

    Mandó a cuervo a buscarla mientras él estaba esperándola.
    En el reino etéreo del Sueño, donde los pensamientos flotan como nubes y el tiempo se disuelve en suaves latidos, Morfeo, recorría su vasto dominio con un propósito inusual. No buscaba simplemente inspirar visiones nocturnas o recrear anhelos humanos. Esta vez, su tarea era más sagrada: ayudar a Hebe, la diosa de la juventud, a encontrar descanso. Desde hacía semanas, él sabía que ella no lograba dormir. ¿Será por el murmullo incansable del mundo? ¿Las preocupaciones de los dioses?, ¿El lamento de los mortales? ¿O acaso el bullicio de la eternidad? Todo eso podía perturbar su mente inquieta. Su risa, antes clara como el manantial, se había vuelto un suspiro apagado. Sin descanso, incluso la juventud misma parecía perder su brillo. Conmovido por su fatiga, Morfeo, con un suspiro silencioso, tejió un mundo sólo para ella. Primero, creó un cielo de terciopelo azul profundo, salpicado con constelaciones que respiraban. Luego, pintó un campo donde las flores se abrían con cada exhalación de Hebe, y el viento cantaba con voz de madre antigua. En el centro del paisaje, colocó un lago de aguas quietas, donde el reflejo de la luna danzaba sin prisa. Pero lo más importante no era el paisaje, sino el silencio. No un silencio vacío, sino uno pleno: como el que precede a una tormenta de paz. Ningún recuerdo podía entrar sin pasar por los dedos de Morfeo, que filtraban todo dolor, toda ansiedad, dejando sólo la dulzura de las horas olvidadas. Ahora, ahora solo faltaba ella. Mandó a cuervo a buscarla mientras él estaba esperándola.
    Me gusta
    Me encocora
    4
    3 turnos 0 maullidos
  • #tiempodereflexion

    Ser un espíritu divino tiene sus límites… No poseo un cuerpo físico, pero sí una conexión latente, única y profunda con mi madre, Hebe. Podría buscarla, sentir su rastro en el tejido del universo, pero eso consumiría más concentración de la que ahora puedo permitir. El reino onírico requiere equilibrio, y mientras las almas sueñan, alguien debe velar por su sanidad.

    No puedo atravesar la puerta por la que Morfeo camina cuando visita el mundo despierto; mi forma no es compatible con esa frontera. Conseguir una forma de cuerpo compacto... me tomará tiempo, y aunque puedo crecer o encoger como neblina, cambiar de color me marea. Tener una forma sólida nunca fue mi deseo.

    Lo importante ahora es otra cosa: debo guardar energía, la que mamá me dejó, hasta que llegue el momento. Para cuando regrese… y yo pueda darle la bienvenida, tal como ella merece.

    #tiempodereflexion Ser un espíritu divino tiene sus límites… No poseo un cuerpo físico, pero sí una conexión latente, única y profunda con mi madre, Hebe. Podría buscarla, sentir su rastro en el tejido del universo, pero eso consumiría más concentración de la que ahora puedo permitir. El reino onírico requiere equilibrio, y mientras las almas sueñan, alguien debe velar por su sanidad. No puedo atravesar la puerta por la que Morfeo camina cuando visita el mundo despierto; mi forma no es compatible con esa frontera. Conseguir una forma de cuerpo compacto... me tomará tiempo, y aunque puedo crecer o encoger como neblina, cambiar de color me marea. Tener una forma sólida nunca fue mi deseo. Lo importante ahora es otra cosa: debo guardar energía, la que mamá me dejó, hasta que llegue el momento. Para cuando regrese… y yo pueda darle la bienvenida, tal como ella merece.
    Me gusta
    2
    0 turnos 0 maullidos
  • Esto se ha publicado como Out Of Character. Tenlo en cuenta al responder.
    Esto se ha publicado como Out Of Character.
    Tenlo en cuenta al responder.
    //Ayer soñé algo raro… soñé con Hebe. Y es curioso, porque como usuarias no nos conocemos desde hace tanto, pero hay algo en todo esto que me dejó pensando. Apenas logró hacer que viniera a este sitio… y al mismo tiempo, se fue. ¿Qué tanto tenía en la cabeza como para desaparecer así? Me pregunto si estará bien, si volverá pronto. Me da penita pensarla tanto, siento que ella de verdad quería que yo la apoye. Ah… la extraño. Aunque de vez en cuando hablemos por Discord, no es lo mismo.
    //Ayer soñé algo raro… soñé con Hebe. Y es curioso, porque como usuarias no nos conocemos desde hace tanto, pero hay algo en todo esto que me dejó pensando. Apenas logró hacer que viniera a este sitio… y al mismo tiempo, se fue. ¿Qué tanto tenía en la cabeza como para desaparecer así? Me pregunto si estará bien, si volverá pronto. Me da penita pensarla tanto, siento que ella de verdad quería que yo la apoye. Ah… la extraño. Aunque de vez en cuando hablemos por Discord, no es lo mismo. :STK-67:
    Me entristece
    Me gusta
    3
    3 comentarios 0 compartidos
  • La niebla de Eunoë flotaba inmóvil, silenciosa, en el rincón más apagado del sueño. No sostenía a nadie ese amanecer. No podía. Su forma titilaba, entrecortada, como si la esencia misma de su existencia temblara.

    Y en su interior, sin palabras dirigidas a nadie más que al eco del dolor, pensó:

    "Quién hubiera dicho que si mi mamá conocía a un idiota más… su corazón se rompería así. Y su ilusión la haría sentir el verdadero dolor de amar."

    No entendía aún del todo lo que era el amor. Pero lo había visto: en los suspiros dormidos de los mortales, en los suspiros ahogados de su madre.

    "Sea quien seas, amado de Mamá… no sé si fuiste capaz de entender lo que ella te dio con su amistad, con sus regalos, con su amor desbordado. Quizás ella tampoco supo ver lo que todos veían."

    La neblina vibró, apenas, como si algo dentro quisiera gritar.

    "Que tú… eras el segundo en destruir su corazón otra vez."

    El primero había sido un sueño. Uno dulce, falso. Una promesa no cumplida.

    "Primero, una pesadilla en sueño rompió su ilusión. Y ahora… una pesadilla en vida la hizo pedazos de nuevo."

    Eunoë descendió, imperceptiblemente, al rincón donde la esencia de su madre seguía escondida, oculta en la cueva más profunda del alma.

    "Mi madre... es la alegría del mundo. Y nadie la sostuvo cuando se quebró."

    Pero no era del todo cierto.
    Allí, más allá de los velos del mundo onírico… él sí había ido.
    Morfeo.

    Con su pecho aún herido por la furia de Hypnos, su forma quebrada pero firme, había cruzado el umbral del sueño hacia la tierra. No como dios, sino como consuelo vivo.
    Y en silencio, había llegado hasta Hebe.
    No con promesas. No con juicios.
    Sólo con brazos abiertos, con sombra protectora y la quietud de quien comprende lo invisible.

    Y Hebe —la eterna doncella hecha mujer por elección y renuncia— se dejó sostener por primera vez.

    Y entonces el sol amaneció.

    No en el cielo, sino en los bordes de ese instante: la luz no era cálida, era serena; no ardía, acompañaba.
    Morfeo no dijo nada. Hebe tampoco. Pero entre sus sombras y su temblor, ella respiró.

    Ella, aún niebla, aún sin cuerpo, lo supo.

    "Él la sostuvo. Esta vez... alguien sí la sostuvo."

    Y por eso, aunque su forma temblaba… no se desvaneció.
    Porque el consuelo, aunque aún no le tocaba darlo…
    ese día, por fin, sí llegó.
    La niebla de Eunoë flotaba inmóvil, silenciosa, en el rincón más apagado del sueño. No sostenía a nadie ese amanecer. No podía. Su forma titilaba, entrecortada, como si la esencia misma de su existencia temblara. Y en su interior, sin palabras dirigidas a nadie más que al eco del dolor, pensó: "Quién hubiera dicho que si mi mamá conocía a un idiota más… su corazón se rompería así. Y su ilusión la haría sentir el verdadero dolor de amar." No entendía aún del todo lo que era el amor. Pero lo había visto: en los suspiros dormidos de los mortales, en los suspiros ahogados de su madre. "Sea quien seas, amado de Mamá… no sé si fuiste capaz de entender lo que ella te dio con su amistad, con sus regalos, con su amor desbordado. Quizás ella tampoco supo ver lo que todos veían." La neblina vibró, apenas, como si algo dentro quisiera gritar. "Que tú… eras el segundo en destruir su corazón otra vez." El primero había sido un sueño. Uno dulce, falso. Una promesa no cumplida. "Primero, una pesadilla en sueño rompió su ilusión. Y ahora… una pesadilla en vida la hizo pedazos de nuevo." Eunoë descendió, imperceptiblemente, al rincón donde la esencia de su madre seguía escondida, oculta en la cueva más profunda del alma. "Mi madre... es la alegría del mundo. Y nadie la sostuvo cuando se quebró." Pero no era del todo cierto. Allí, más allá de los velos del mundo onírico… él sí había ido. Morfeo. Con su pecho aún herido por la furia de Hypnos, su forma quebrada pero firme, había cruzado el umbral del sueño hacia la tierra. No como dios, sino como consuelo vivo. Y en silencio, había llegado hasta Hebe. No con promesas. No con juicios. Sólo con brazos abiertos, con sombra protectora y la quietud de quien comprende lo invisible. Y Hebe —la eterna doncella hecha mujer por elección y renuncia— se dejó sostener por primera vez. Y entonces el sol amaneció. No en el cielo, sino en los bordes de ese instante: la luz no era cálida, era serena; no ardía, acompañaba. Morfeo no dijo nada. Hebe tampoco. Pero entre sus sombras y su temblor, ella respiró. Ella, aún niebla, aún sin cuerpo, lo supo. "Él la sostuvo. Esta vez... alguien sí la sostuvo." Y por eso, aunque su forma temblaba… no se desvaneció. Porque el consuelo, aunque aún no le tocaba darlo… ese día, por fin, sí llegó.
    Me gusta
    Me entristece
    4
    0 turnos 0 maullidos
  • Esto se ha publicado como Out Of Character. Tenlo en cuenta al responder.
    Esto se ha publicado como Out Of Character.
    Tenlo en cuenta al responder.


    // La user pecó de buscar sol y le dió insolación ante el frío que hace. Así que, si notan a Hebe ida o rara. ¡Mea culpa! XD me fui sentarme bajo un árbol con apenas sombra y sol muy intenso, habiendo estado antes en una sombra muy húmeda y muy fría. Muy mala elección de descanso(?
    Peeeero, sigo viva. @-@
    :STK-95: // La user pecó de buscar sol y le dió insolación ante el frío que hace. Así que, si notan a Hebe ida o rara. ¡Mea culpa! XD me fui sentarme bajo un árbol con apenas sombra y sol muy intenso, habiendo estado antes en una sombra muy húmeda y muy fría. Muy mala elección de descanso(? Peeeero, sigo viva. @-@
    Me shockea
    2
    2 comentarios 0 compartidos
  • Ella emergió del abismo del Inframundo, ya no como la joven radiante, sino como una presencia madura, una diosa que había alcanzado la serenidad de los sabios y la fuerza de los antiguos. El cielo caótico sobre ella reflejaba el tumulto del mundo mortal.

    Con firmeza, levantó sus manos hacia el firmamento, conectando su esencia con la vitalidad del mundo humano. Sintió la aflicción de las vidas humanas, las almas vacías y los corazones que aún brillaban con una chispa de esperanza, aunque casi apagada. El caos causado por la desconexión y el dolor envolvía al mundo, pero Hebe ya no era la doncella eterna. Su visión era clara y madura, y su compasión trascendía la juventud.

    —No es tiempo para que se desate el caos absoluto en el mundo mortal. No somos quienes lo causarán. El tiempo dicta algo más allá de lo que somos como dioses —dijo, alzando la mirada al cielo caótico.

    Sus ojos, antes llenos de luz juvenil, reflejaban ahora un resplandor cálido, como una antorcha en la oscuridad.

    —Hipnos, hemos yo y Morfeo restaurado cada cosa como se pudo, por favor, que no se haga este caos... El equilibrio ha caído en su lugar y… Yo he madurado. He evolucionado para ser la esperanza y luz de los perdidos.

    Con un suave susurro, sus palabras llenaron el aire de calma. El caos que rodeaba a los humanos parecía detenerse momentáneamente, como si el mundo reconociera su presencia. Ella extendió su luz hacia los mortales, sanando aquellos que aún podían recuperar su vitalidad. Las almas perdidas comenzaron a brillar tenuemente, restaurando la chispa de la vida.

    Tocó el suelo, y los recuerdos olvidados de aquellos que aún podían sostenerlos regresaron. Aunque no los devolvía a su plenitud, les ofreció la oportunidad de encontrar el equilibrio perdido. La sanación era dolorosa, pero Hebe lo hacía con la paz de quien sabe que está cumpliendo su propósito.

    —No es tiempo para la guerra entre nosotros. No soy yo quien debe desatar este caos, sino el tiempo, que dictará el destino de todo lo que existe —continuó, su voz ahora más serena que nunca.

    Con manos firmes y sabias, restauró la calma con la esperanza, en la humanidad. Hebe ya no era la diosa joven que intentaba salvarlo todo; ahora era la guardiana de los recuerdos e hilos perdidos, la diosa que había aceptado el peso sobre sus hombros.

    —Cumpliré con mi parte, pero la paz que te pido, Hipnos , es la de este día. Dejo que el futuro siga su curso. El caos está contenido por ahora, pero cuando llegue el momento, no intervendré si ese es el destino de los mortales y los nuestros.

    Ella emergió del abismo del Inframundo, ya no como la joven radiante, sino como una presencia madura, una diosa que había alcanzado la serenidad de los sabios y la fuerza de los antiguos. El cielo caótico sobre ella reflejaba el tumulto del mundo mortal. Con firmeza, levantó sus manos hacia el firmamento, conectando su esencia con la vitalidad del mundo humano. Sintió la aflicción de las vidas humanas, las almas vacías y los corazones que aún brillaban con una chispa de esperanza, aunque casi apagada. El caos causado por la desconexión y el dolor envolvía al mundo, pero Hebe ya no era la doncella eterna. Su visión era clara y madura, y su compasión trascendía la juventud. —No es tiempo para que se desate el caos absoluto en el mundo mortal. No somos quienes lo causarán. El tiempo dicta algo más allá de lo que somos como dioses —dijo, alzando la mirada al cielo caótico. Sus ojos, antes llenos de luz juvenil, reflejaban ahora un resplandor cálido, como una antorcha en la oscuridad. —Hipnos, hemos yo y Morfeo restaurado cada cosa como se pudo, por favor, que no se haga este caos... El equilibrio ha caído en su lugar y… Yo he madurado. He evolucionado para ser la esperanza y luz de los perdidos. Con un suave susurro, sus palabras llenaron el aire de calma. El caos que rodeaba a los humanos parecía detenerse momentáneamente, como si el mundo reconociera su presencia. Ella extendió su luz hacia los mortales, sanando aquellos que aún podían recuperar su vitalidad. Las almas perdidas comenzaron a brillar tenuemente, restaurando la chispa de la vida. Tocó el suelo, y los recuerdos olvidados de aquellos que aún podían sostenerlos regresaron. Aunque no los devolvía a su plenitud, les ofreció la oportunidad de encontrar el equilibrio perdido. La sanación era dolorosa, pero Hebe lo hacía con la paz de quien sabe que está cumpliendo su propósito. —No es tiempo para la guerra entre nosotros. No soy yo quien debe desatar este caos, sino el tiempo, que dictará el destino de todo lo que existe —continuó, su voz ahora más serena que nunca. Con manos firmes y sabias, restauró la calma con la esperanza, en la humanidad. Hebe ya no era la diosa joven que intentaba salvarlo todo; ahora era la guardiana de los recuerdos e hilos perdidos, la diosa que había aceptado el peso sobre sus hombros. —Cumpliré con mi parte, pero la paz que te pido, Hipnos , es la de este día. Dejo que el futuro siga su curso. El caos está contenido por ahora, pero cuando llegue el momento, no intervendré si ese es el destino de los mortales y los nuestros.
    Me gusta
    3
    0 turnos 0 maullidos
Ver más resultados
Patrocinados