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Un chico (A) que se dedicaba a tener una carta de clientela todas las semanas, horneando pedido tras pedido, aparte de el pan que se realizaba diario, esa era su meta, el lograr repartir un pedacito de el en cada migaja de todo lo que horneaba.
Pero, no todo era perfecto tenía detrás de el tenia a los cobradores de piso de la zona, que para el eran personas que le daban igual, casi siempre les regalaba pan del que sobrara en ciertas bandejas de el pan diario; uno de esos días, los cobradores empezaron a subir el precio solamente a el, siendo cada vez más agresivos con el y con los de su alrededor.
Llegó el momento en el que empezaron los acorralamientos a la hora del cierre, en el que el chico (A) terminaba con rasguños y moretones en su rostro y cuerpo; el tiempo fue corto cuando empezaron las amenazas, el con miedo empezó a acortar su trabajo semanal y dejando menos tiempo abierta la pastelería.
Todo era una manera de acercarse a el, solo que no conocía otra manera que hacerlo que no fuera a base de amenazas, el líder (b) de aquella mafia que en realidad era más grande de lo que se esperaba.
Pero, no todo era perfecto tenía detrás de el tenia a los cobradores de piso de la zona, que para el eran personas que le daban igual, casi siempre les regalaba pan del que sobrara en ciertas bandejas de el pan diario; uno de esos días, los cobradores empezaron a subir el precio solamente a el, siendo cada vez más agresivos con el y con los de su alrededor.
Llegó el momento en el que empezaron los acorralamientos a la hora del cierre, en el que el chico (A) terminaba con rasguños y moretones en su rostro y cuerpo; el tiempo fue corto cuando empezaron las amenazas, el con miedo empezó a acortar su trabajo semanal y dejando menos tiempo abierta la pastelería.
Todo era una manera de acercarse a el, solo que no conocía otra manera que hacerlo que no fuera a base de amenazas, el líder (b) de aquella mafia que en realidad era más grande de lo que se esperaba.
Un chico (A) que se dedicaba a tener una carta de clientela todas las semanas, horneando pedido tras pedido, aparte de el pan que se realizaba diario, esa era su meta, el lograr repartir un pedacito de el en cada migaja de todo lo que horneaba.
Pero, no todo era perfecto tenía detrás de el tenia a los cobradores de piso de la zona, que para el eran personas que le daban igual, casi siempre les regalaba pan del que sobrara en ciertas bandejas de el pan diario; uno de esos días, los cobradores empezaron a subir el precio solamente a el, siendo cada vez más agresivos con el y con los de su alrededor.
Llegó el momento en el que empezaron los acorralamientos a la hora del cierre, en el que el chico (A) terminaba con rasguños y moretones en su rostro y cuerpo; el tiempo fue corto cuando empezaron las amenazas, el con miedo empezó a acortar su trabajo semanal y dejando menos tiempo abierta la pastelería.
Todo era una manera de acercarse a el, solo que no conocía otra manera que hacerlo que no fuera a base de amenazas, el líder (b) de aquella mafia que en realidad era más grande de lo que se esperaba.
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