Crímenes de guerra
Fandom Mercenaries
Categoría Fantasía
Se dice que las grandes historias comienzan con un héroe defendiendo al desprotegido, haciendo gala de sus habilidades en combate y su perspicaz lengua de oro en las discusiones. Pero esta historia no es igual, no comienza en ninguna guerra, ni un espectacular combate mano a mano con el villano de turno. Ésta historia tiene su origen en un pequeño poblado perteneciente al reino de Fenris, en una aldea en su mayoría habitada por campesinos, peleteros y zapateros. Rodeada de verdes praderas y extensas tierras de cultivo, dónde la gente prosperaba con el sudor de su frente y las ampollas en sus manos, rogando por sobrevivir a los fríos inviernos y a los calurosos veranos.
En una posada poco visitada por extranjeros, ya que casi siempre era un lugar tranquilo.
El murmullo de la muchedumbre dentro del local era audible desde unos metros de la puerta de madera gruesa abierta al público. El sol había caído hacía un par de horas.
Varias antorchas alumbraban la entrada de la posada invitando a la gente a entrar.
En aquel entonces era poco común el que una posada ofreciera bebida y comida a cualquier persona. Para poder comer y beber en las posadas, debías hospedarte en ellas, pero en aquel pueblo fueron más visionarios y permitían a cualquiera con monedas para pagar el consumo de las viandas.
Una muchacha de cabellos rubios y baja estatura entró al lugar, portaba una vestimenta un tanto extraña para los ojos que le seguían con la mirada: una especie de peto corto rojo, un faldón y unas pierneras del mismo color que cubrían sus muslos, espinillas y botas. Aunque lo que más llamaría la atención, era la espada que llevaba en la espalda, de un tamaño normal, pero debido a la estatura de su portadora, se veía enorme.
Dio unos pasos hasta llegar a la barra y tomar asiento escalando la silla. El posadero, quién a diferencia de ella era enorme, calvo y malencarado le sonrió, curioso por su apariencia.
─¿Qué le sirvo, señorita? ─preguntó con voz ronca.
─Una cerveza y una habitación para pasar la noche.
─Tengo dos tipos de cerveza; una fuerte y una más ligera. Tengo una habitación disponible subiendo las escaleras. Son 2 monedas de oro o 10 de plata, pago por adelantado ─ respondió expectante.
La mujer se arqueó hacia su costado derecho, desamarrando y cogiendo un saco con monedas, se veía gordo y guardado peligrosamente. Tomó de el saco un par de monedas de oro y las puso sobre la húmeda madera.
─Cerveza ligera y la habitación. ¿Cuánto es de la cerveza?
El hombre tomó las monedas, pero se notó una incomodidad en su rostro que no pudo contener haciendo una mueca de preocupación.
─No debería de andar con ese saco tan a la vista, es peligroso. La cerveza cuesta una moneda de plata, pero por pagar con oro, le daré esta cómo parte del hospedaje.
─Oh, gracias. Qué amable de su parte. Tendré en cuenta lo que me ha dicho del dinero ─sonrió con amabilidad y cogió el tarro y bebió de él un gran trago.
En una posada poco visitada por extranjeros, ya que casi siempre era un lugar tranquilo.
El murmullo de la muchedumbre dentro del local era audible desde unos metros de la puerta de madera gruesa abierta al público. El sol había caído hacía un par de horas.
Varias antorchas alumbraban la entrada de la posada invitando a la gente a entrar.
En aquel entonces era poco común el que una posada ofreciera bebida y comida a cualquier persona. Para poder comer y beber en las posadas, debías hospedarte en ellas, pero en aquel pueblo fueron más visionarios y permitían a cualquiera con monedas para pagar el consumo de las viandas.
Una muchacha de cabellos rubios y baja estatura entró al lugar, portaba una vestimenta un tanto extraña para los ojos que le seguían con la mirada: una especie de peto corto rojo, un faldón y unas pierneras del mismo color que cubrían sus muslos, espinillas y botas. Aunque lo que más llamaría la atención, era la espada que llevaba en la espalda, de un tamaño normal, pero debido a la estatura de su portadora, se veía enorme.
Dio unos pasos hasta llegar a la barra y tomar asiento escalando la silla. El posadero, quién a diferencia de ella era enorme, calvo y malencarado le sonrió, curioso por su apariencia.
─¿Qué le sirvo, señorita? ─preguntó con voz ronca.
─Una cerveza y una habitación para pasar la noche.
─Tengo dos tipos de cerveza; una fuerte y una más ligera. Tengo una habitación disponible subiendo las escaleras. Son 2 monedas de oro o 10 de plata, pago por adelantado ─ respondió expectante.
La mujer se arqueó hacia su costado derecho, desamarrando y cogiendo un saco con monedas, se veía gordo y guardado peligrosamente. Tomó de el saco un par de monedas de oro y las puso sobre la húmeda madera.
─Cerveza ligera y la habitación. ¿Cuánto es de la cerveza?
El hombre tomó las monedas, pero se notó una incomodidad en su rostro que no pudo contener haciendo una mueca de preocupación.
─No debería de andar con ese saco tan a la vista, es peligroso. La cerveza cuesta una moneda de plata, pero por pagar con oro, le daré esta cómo parte del hospedaje.
─Oh, gracias. Qué amable de su parte. Tendré en cuenta lo que me ha dicho del dinero ─sonrió con amabilidad y cogió el tarro y bebió de él un gran trago.
Se dice que las grandes historias comienzan con un héroe defendiendo al desprotegido, haciendo gala de sus habilidades en combate y su perspicaz lengua de oro en las discusiones. Pero esta historia no es igual, no comienza en ninguna guerra, ni un espectacular combate mano a mano con el villano de turno. Ésta historia tiene su origen en un pequeño poblado perteneciente al reino de Fenris, en una aldea en su mayoría habitada por campesinos, peleteros y zapateros. Rodeada de verdes praderas y extensas tierras de cultivo, dónde la gente prosperaba con el sudor de su frente y las ampollas en sus manos, rogando por sobrevivir a los fríos inviernos y a los calurosos veranos.
En una posada poco visitada por extranjeros, ya que casi siempre era un lugar tranquilo.
El murmullo de la muchedumbre dentro del local era audible desde unos metros de la puerta de madera gruesa abierta al público. El sol había caído hacía un par de horas.
Varias antorchas alumbraban la entrada de la posada invitando a la gente a entrar.
En aquel entonces era poco común el que una posada ofreciera bebida y comida a cualquier persona. Para poder comer y beber en las posadas, debías hospedarte en ellas, pero en aquel pueblo fueron más visionarios y permitían a cualquiera con monedas para pagar el consumo de las viandas.
Una muchacha de cabellos rubios y baja estatura entró al lugar, portaba una vestimenta un tanto extraña para los ojos que le seguían con la mirada: una especie de peto corto rojo, un faldón y unas pierneras del mismo color que cubrían sus muslos, espinillas y botas. Aunque lo que más llamaría la atención, era la espada que llevaba en la espalda, de un tamaño normal, pero debido a la estatura de su portadora, se veía enorme.
Dio unos pasos hasta llegar a la barra y tomar asiento escalando la silla. El posadero, quién a diferencia de ella era enorme, calvo y malencarado le sonrió, curioso por su apariencia.
─¿Qué le sirvo, señorita? ─preguntó con voz ronca.
─Una cerveza y una habitación para pasar la noche.
─Tengo dos tipos de cerveza; una fuerte y una más ligera. Tengo una habitación disponible subiendo las escaleras. Son 2 monedas de oro o 10 de plata, pago por adelantado ─ respondió expectante.
La mujer se arqueó hacia su costado derecho, desamarrando y cogiendo un saco con monedas, se veía gordo y guardado peligrosamente. Tomó de el saco un par de monedas de oro y las puso sobre la húmeda madera.
─Cerveza ligera y la habitación. ¿Cuánto es de la cerveza?
El hombre tomó las monedas, pero se notó una incomodidad en su rostro que no pudo contener haciendo una mueca de preocupación.
─No debería de andar con ese saco tan a la vista, es peligroso. La cerveza cuesta una moneda de plata, pero por pagar con oro, le daré esta cómo parte del hospedaje.
─Oh, gracias. Qué amable de su parte. Tendré en cuenta lo que me ha dicho del dinero ─sonrió con amabilidad y cogió el tarro y bebió de él un gran trago.
Tipo
Individual
Líneas
Cualquier línea
Estado
Disponible