• La diosa que olvidó su libertad
    Parte 4
    *Hestia llevó ambas manos a sus hombros y desató lentamente la única prenda que aún llevaba puesta: su toga sagrada. No lo hizo con vergüenza, sino con determinación y serenidad. La tela blanca y dorada cayó al suelo en un susurro de seda antigua, deslizándose como si también entendiera el significado de ese momento.
    La diosa quedó completamente desnuda en medio de la tienda. La luz cálida delineó suavemente la perfección de su espalda, la noble curvatura de su cintura, y parte de su cadera. Patricia, que aún no reaccionaba, se quedó helada al verla así, con la espalda descubierta frente al perchero, contemplando el body como quien observa su destino inevitable.
    Patricia: —¡Eh! Espere... ¿qué está...?
    La joven no sabía si cubrirse los ojos o seguir mirando. La desnudez de Hestia no era vulga, Era sensual en una manera majestuosa. Intimidante. Hermosa en un modo arcaico, como si estuviera viendo una pintura viviente de una época anterior a la vergüenza
    La diosa tomó el body con cuidado, aún sin vestirlo, y lo sostuvo a la altura de su pecho. Se giró apenas, lo suficiente para mirar a Patricia de reojo.
    —¿Esta prenda es de tu propiedad?
    —¿Eh? Yo... no, bueno... es de la tienda. Pero... cuesta dinero, no puedo darte cosas así como así...
    —Lo imaginé —dijo Hestia. Su voz no mostraba decepción, sino comprensión.
    Entonces, extendió su mano con la palma hacia arriba. Cerró los ojos un instante. Una suave llama, pequeña y constante, surgió del centro de su palma. Una flama cálida, danzante, que no quemaba el aire sino que lo envolvía con respeto. Patricia abrió los ojos con asombro.
    De aquella llama, sin previo aviso, comenzaron a materializarse tres monedas doradas, antiguas, brillantes como el sol en la cima del mediodía. Las monedas se sostuvieron en el fuego como flotando, antes de caer con un tintineo metálico en la palma extendida de la diosa.
    Patricia se cubrió la boca. Estaba segura: Hestia no tenía absolutamente nada oculto. Estaba completamente desnuda… y sin embargo, de su mano desnuda y en llamas habían aparecido monedas de oro sólido.
    —¿Esto... es magia? —preguntó la chica, dando un paso atrás con incredulidad.
    —si…así le dicen los humanos….magia…- respondió Hestia con dulzura, pero firmeza—.
    Patricia temblaba. Las monedas eran reales. Podía ver los grabados, el peso. Ni siquiera en películas había visto algo así. Hestia dio un paso hacia ella, aún con el body en una mano y las monedas en la otra.
    —¿Esto será suficiente?
    La joven asintió en silencio, sin poder apartar los ojos del fuego que aún danzaba en la mano de la diosa.
    —S-sí... más que suficiente...
    La diosa sonrió. Y, entonces, lentamente, se llevó la prenda de cuero al cuerpo… lista para vestirla, ahora sí, con toda la dignidad y solemnidad que una diosa puede tener al adoptar su nuevo símbolo.
    El aire en la tienda se había vuelto denso, casi reverente, tras el gesto inesperado de la diosa. Desnuda frente al body negro que colgaba con provocadora elegancia, Hestia lo tomó entre sus manos como si ya supiera que le pertenecía desde antes de tocarlo. Patricia, aún de pie a unos pasos detrás, la miraba sin atreverse a respirar, sus ojos brillando entre la incredulidad y la fascinación.
    Sin temor, sin recato ni vacilación, lo deslizó sobre su cuerpo. El body era ceñido, de tela negra con un leve brillo satinado que se ajustaba como una segunda piel. La parte delantera cubría lo justo, moldeando sus caderas, definiendo su cintura, abrazando sus muslos las piernas y cubriendo los pies como una segunda piel, subió el cierre hasta llegar al busto, se miro en un espejo grande que encontró en una pared cercana, en ese momento la niña reaccionó, y tomo de un aparador cercano unos lentes negros para sol femeninos y se los dio a la pelirroja *
    Patricia: - estos lentes vienen con el traje…es …una promoción, también son suyos ahora-
    La diosa de los puso sonriendo se miro denuevo en el espejo, posa erguida, se nota que le gusta como le queda el nuevo atuendo, en ese momento respira un poco ondo por satisfacción y el cierre comenzó a ceder...

    Un sonido agudo, clack... clack..., rompió el silencio

    El cierre cedió de golpe al sobrepasar la curva de los pechos divinos, y los senos blancos de Hestia emergieron gloriosos y pesados, rebosando con naturalidad desde la abertura, como si rechazaran cualquier intento de ser contenidos. Patricia se tapó la boca con ambas manos, roja como un tomate. Trata de disculparse como si ese accidente hubiera sido su culpa
    Patricia: - hay, disculpa!... El traje ni está hecho para cubrir, tus… encantos son…muy grandes…-

    —No te preocupes —dijo Hestia, bajando la mirada a su pecho descubierto con naturalidad, sin vergüenza ni sorpresa—. Si ya he pagado por él… ¿me pertenece, verdad?

    —S-Sí… totalmente —asintió la joven, sin poder quitarle los ojos de encima a los senos descubiertos …*

    —Entonces puedo modificarlo —afirmó Hestia con calma, y luego la miró sonriendo —. Retrocede.

    Patricia, obediente, dio un par de pasos hacia atrás, como si su instinto entendiera que iba a presenciar algo fuera de este mundo.

    Hestia recita suavemente una palabra ….”consagración” y mientras vuelve a subir lentamente el cierre Una llama roja intensa surgió de sus palmas, girando lentamente en espiral hasta que abrazó todo su cuerpo con un rugido antiguo. Las sombras danzaron por las paredes de la tienda. La temperatura subió. El body negro comenzó a arder sin consumirse, cambiando a medida que el fuego lo transformaba.

    El cierre se volvió grueso, dorado y resistente, con un grabado antiguo en espiral que parecía fundido en el metal mismo. La tela adoptó un diseño más firme y estructurado, lleno de grabados en relieve como llamas sagradas que se desplazaban sutilmente por su cuerpo con cada respiración. Sus caderas fueron marcadas por cortes más agresivos, mientras unas botas negras de tacón alto se materializaban desde el fuego y subían abrazando sus piernas hasta por encima de las rodillas. Cada hebilla y refuerzo de las botas tenía un tinte rojo profundo, como si fueran templadas en el corazón de una forja divina.

    Su cuello fue rodeado por un collar ornamentado de obsidiana y oro, del cual colgaba un pequeño fragmento con forma de llama. En sus orejas, aretes de rubí oscuro aparecieron, suspendidos por cadenas finísimas de oro, Los lentes negros que Patricia le había ofrecido —originalmente sencillos— tocados también por las llamas. Su estructura cambió ante los ojos atónitos de la chica: se curvaron con un diseño más estilizado, adoptando cristales rojo oscuro, semitransparentes, con marco negro elegante decorado con pequeñas líneas incandescentes, como venas de lava encerradas en vidrio. Los ángulos laterales tenían una leve forma de ala, sugiriendo poder, misterio y fuego.

    Cuando la transformación cesó, y el fuego se desvaneció como una exhalación caliente, Hestia no era la misma, su rostro lucía maquillaje suave pero que resalta la intensidad de su mirada y combina aún más con su nuevo aspecto, lo más notorio fue su cabello, ahora luce suelto, un poco más largo y un poco más rizado con luces rubias doradas, la melena de cabello ahora tiene la forma de un velo hecho de fuego

    Patricia cayó de rodillas lentamente, boquiabierta.

    —D-Dios mío…

    —No —corrigió Hestia, bajando la mirada hacia ella con una leve sonrisa—. Diosa…-
    Patricia:- pensé…pensé que … pensé que solo eras….perdón! Perdón, que grosera soy…Pensé que usted era …-
    *Patricia recordó el aspecto con la diosa entro a la tienda , la elegante toga blanca impecable que portaba, la tiara de laureles….ahora tienen sentido…*
    Patricia: - hay no! Que hice ! …Una verdadera diosa griega apareció ante mi…y yo la corrimpi! -
    *La niña lo expreso con auténtica angustia poniéndose las manos a la cara pero hestia soltó una carcajada cristalina *
    Hestia:- tranquila!...jajaja, estoy bien,...no hiciste nada malo, al contrario…le devolviste toda su fuerza a mi fuego, estoy muy agradecida contigo, vamos ponte de pie …-
    *Con la mano de la diosa la niña se puso de pie, comenzó a hablar con algo de tartamudeo, ahora que sabe quién es realmente la visitante está realmente nerviosa apesar de que ya había convivido con la diosa roda noche *
    Patricia: - pe…pero… si usted existe …entonces el resto de los dioses de el Olimpo …-
    Hestia: -...si…ellos también existen, son mi familia, te hablé de ellos , siempre están viajando y haciendo de las suyas, casi nunca están en casa -
    Patricia: - WOW!...pero…ellos, que dirán cuando usted…cuando usted vuelva al Olimpo así ?
    Hestia: - no pienso volver al Olimpo, no pronto, quiero viajar, ahora que estoy aquí quiero dar un paseo en la tierra, me gustaría tener una de esas hermosas motocicleta que aparecen en los videos que mostraste, una Harley Davidson -
    (Continuará...)
    La diosa que olvidó su libertad Parte 4 *Hestia llevó ambas manos a sus hombros y desató lentamente la única prenda que aún llevaba puesta: su toga sagrada. No lo hizo con vergüenza, sino con determinación y serenidad. La tela blanca y dorada cayó al suelo en un susurro de seda antigua, deslizándose como si también entendiera el significado de ese momento. La diosa quedó completamente desnuda en medio de la tienda. La luz cálida delineó suavemente la perfección de su espalda, la noble curvatura de su cintura, y parte de su cadera. Patricia, que aún no reaccionaba, se quedó helada al verla así, con la espalda descubierta frente al perchero, contemplando el body como quien observa su destino inevitable. Patricia: —¡Eh! Espere... ¿qué está...? La joven no sabía si cubrirse los ojos o seguir mirando. La desnudez de Hestia no era vulga, Era sensual en una manera majestuosa. Intimidante. Hermosa en un modo arcaico, como si estuviera viendo una pintura viviente de una época anterior a la vergüenza La diosa tomó el body con cuidado, aún sin vestirlo, y lo sostuvo a la altura de su pecho. Se giró apenas, lo suficiente para mirar a Patricia de reojo. —¿Esta prenda es de tu propiedad? —¿Eh? Yo... no, bueno... es de la tienda. Pero... cuesta dinero, no puedo darte cosas así como así... —Lo imaginé —dijo Hestia. Su voz no mostraba decepción, sino comprensión. Entonces, extendió su mano con la palma hacia arriba. Cerró los ojos un instante. Una suave llama, pequeña y constante, surgió del centro de su palma. Una flama cálida, danzante, que no quemaba el aire sino que lo envolvía con respeto. Patricia abrió los ojos con asombro. De aquella llama, sin previo aviso, comenzaron a materializarse tres monedas doradas, antiguas, brillantes como el sol en la cima del mediodía. Las monedas se sostuvieron en el fuego como flotando, antes de caer con un tintineo metálico en la palma extendida de la diosa. Patricia se cubrió la boca. Estaba segura: Hestia no tenía absolutamente nada oculto. Estaba completamente desnuda… y sin embargo, de su mano desnuda y en llamas habían aparecido monedas de oro sólido. —¿Esto... es magia? —preguntó la chica, dando un paso atrás con incredulidad. —si…así le dicen los humanos….magia…- respondió Hestia con dulzura, pero firmeza—. Patricia temblaba. Las monedas eran reales. Podía ver los grabados, el peso. Ni siquiera en películas había visto algo así. Hestia dio un paso hacia ella, aún con el body en una mano y las monedas en la otra. —¿Esto será suficiente? La joven asintió en silencio, sin poder apartar los ojos del fuego que aún danzaba en la mano de la diosa. —S-sí... más que suficiente... La diosa sonrió. Y, entonces, lentamente, se llevó la prenda de cuero al cuerpo… lista para vestirla, ahora sí, con toda la dignidad y solemnidad que una diosa puede tener al adoptar su nuevo símbolo. El aire en la tienda se había vuelto denso, casi reverente, tras el gesto inesperado de la diosa. Desnuda frente al body negro que colgaba con provocadora elegancia, Hestia lo tomó entre sus manos como si ya supiera que le pertenecía desde antes de tocarlo. Patricia, aún de pie a unos pasos detrás, la miraba sin atreverse a respirar, sus ojos brillando entre la incredulidad y la fascinación. Sin temor, sin recato ni vacilación, lo deslizó sobre su cuerpo. El body era ceñido, de tela negra con un leve brillo satinado que se ajustaba como una segunda piel. La parte delantera cubría lo justo, moldeando sus caderas, definiendo su cintura, abrazando sus muslos las piernas y cubriendo los pies como una segunda piel, subió el cierre hasta llegar al busto, se miro en un espejo grande que encontró en una pared cercana, en ese momento la niña reaccionó, y tomo de un aparador cercano unos lentes negros para sol femeninos y se los dio a la pelirroja * Patricia: - estos lentes vienen con el traje…es …una promoción, también son suyos ahora- La diosa de los puso sonriendo se miro denuevo en el espejo, posa erguida, se nota que le gusta como le queda el nuevo atuendo, en ese momento respira un poco ondo por satisfacción y el cierre comenzó a ceder... Un sonido agudo, clack... clack..., rompió el silencio El cierre cedió de golpe al sobrepasar la curva de los pechos divinos, y los senos blancos de Hestia emergieron gloriosos y pesados, rebosando con naturalidad desde la abertura, como si rechazaran cualquier intento de ser contenidos. Patricia se tapó la boca con ambas manos, roja como un tomate. Trata de disculparse como si ese accidente hubiera sido su culpa Patricia: - hay, disculpa!... El traje ni está hecho para cubrir, tus… encantos son…muy grandes…- —No te preocupes —dijo Hestia, bajando la mirada a su pecho descubierto con naturalidad, sin vergüenza ni sorpresa—. Si ya he pagado por él… ¿me pertenece, verdad? —S-Sí… totalmente —asintió la joven, sin poder quitarle los ojos de encima a los senos descubiertos …* —Entonces puedo modificarlo —afirmó Hestia con calma, y luego la miró sonriendo —. Retrocede. Patricia, obediente, dio un par de pasos hacia atrás, como si su instinto entendiera que iba a presenciar algo fuera de este mundo. Hestia recita suavemente una palabra ….”consagración” y mientras vuelve a subir lentamente el cierre Una llama roja intensa surgió de sus palmas, girando lentamente en espiral hasta que abrazó todo su cuerpo con un rugido antiguo. Las sombras danzaron por las paredes de la tienda. La temperatura subió. El body negro comenzó a arder sin consumirse, cambiando a medida que el fuego lo transformaba. El cierre se volvió grueso, dorado y resistente, con un grabado antiguo en espiral que parecía fundido en el metal mismo. La tela adoptó un diseño más firme y estructurado, lleno de grabados en relieve como llamas sagradas que se desplazaban sutilmente por su cuerpo con cada respiración. Sus caderas fueron marcadas por cortes más agresivos, mientras unas botas negras de tacón alto se materializaban desde el fuego y subían abrazando sus piernas hasta por encima de las rodillas. Cada hebilla y refuerzo de las botas tenía un tinte rojo profundo, como si fueran templadas en el corazón de una forja divina. Su cuello fue rodeado por un collar ornamentado de obsidiana y oro, del cual colgaba un pequeño fragmento con forma de llama. En sus orejas, aretes de rubí oscuro aparecieron, suspendidos por cadenas finísimas de oro, Los lentes negros que Patricia le había ofrecido —originalmente sencillos— tocados también por las llamas. Su estructura cambió ante los ojos atónitos de la chica: se curvaron con un diseño más estilizado, adoptando cristales rojo oscuro, semitransparentes, con marco negro elegante decorado con pequeñas líneas incandescentes, como venas de lava encerradas en vidrio. Los ángulos laterales tenían una leve forma de ala, sugiriendo poder, misterio y fuego. Cuando la transformación cesó, y el fuego se desvaneció como una exhalación caliente, Hestia no era la misma, su rostro lucía maquillaje suave pero que resalta la intensidad de su mirada y combina aún más con su nuevo aspecto, lo más notorio fue su cabello, ahora luce suelto, un poco más largo y un poco más rizado con luces rubias doradas, la melena de cabello ahora tiene la forma de un velo hecho de fuego Patricia cayó de rodillas lentamente, boquiabierta. —D-Dios mío… —No —corrigió Hestia, bajando la mirada hacia ella con una leve sonrisa—. Diosa…- Patricia:- pensé…pensé que … pensé que solo eras….perdón! Perdón, que grosera soy…Pensé que usted era …- *Patricia recordó el aspecto con la diosa entro a la tienda , la elegante toga blanca impecable que portaba, la tiara de laureles….ahora tienen sentido…* Patricia: - hay no! Que hice ! …Una verdadera diosa griega apareció ante mi…y yo la corrimpi! - *La niña lo expreso con auténtica angustia poniéndose las manos a la cara pero hestia soltó una carcajada cristalina * Hestia:- tranquila!...jajaja, estoy bien,...no hiciste nada malo, al contrario…le devolviste toda su fuerza a mi fuego, estoy muy agradecida contigo, vamos ponte de pie …- *Con la mano de la diosa la niña se puso de pie, comenzó a hablar con algo de tartamudeo, ahora que sabe quién es realmente la visitante está realmente nerviosa apesar de que ya había convivido con la diosa roda noche * Patricia: - pe…pero… si usted existe …entonces el resto de los dioses de el Olimpo …- Hestia: -...si…ellos también existen, son mi familia, te hablé de ellos , siempre están viajando y haciendo de las suyas, casi nunca están en casa - Patricia: - WOW!...pero…ellos, que dirán cuando usted…cuando usted vuelva al Olimpo así ? Hestia: - no pienso volver al Olimpo, no pronto, quiero viajar, ahora que estoy aquí quiero dar un paseo en la tierra, me gustaría tener una de esas hermosas motocicleta que aparecen en los videos que mostraste, una Harley Davidson - (Continuará...)
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  • En el mismo lugar a la misma hora
    Fandom League of Legends
    Categoría Otros
    Sona, tal y como había quedado con Kayn Luna Sangrienta, apareció en el mismo lugar, a la misma hora, de hecho le estaba de paso para volver a casa, esta vez no portaba si ethwal con ella, aunque si llevaba un abanico azul con detalles dorados para poder aliviar el calorcito del día.

    La virtuosa de las cuerdas colocó sus delicadas manos sobre la baranda de mármol e inclinó su cuerpo hacia delante para ver el estanque que había abajo, los peces koi danzaban entre las aguas casi como si estuvieran formando algún intrincado ritual, más allá una familia de patos nadaba, la madre pato enseñaba a sus patitos a como zambullirse y salir rápidamente a la superficie, un poco más allá una pareja de mariposas danzaba entre unos juncos, veía la armonía en aquello, era como si la música cobrase vida. El murmullo del escanque con las ondas de los peces, el chapoteo de los patos, la suave brisa moviendo los juncos... Se había creado una melodía alegre en una escala mayor.
    Sona, tal y como había quedado con [Kayn_blood_moon], apareció en el mismo lugar, a la misma hora, de hecho le estaba de paso para volver a casa, esta vez no portaba si ethwal con ella, aunque si llevaba un abanico azul con detalles dorados para poder aliviar el calorcito del día. La virtuosa de las cuerdas colocó sus delicadas manos sobre la baranda de mármol e inclinó su cuerpo hacia delante para ver el estanque que había abajo, los peces koi danzaban entre las aguas casi como si estuvieran formando algún intrincado ritual, más allá una familia de patos nadaba, la madre pato enseñaba a sus patitos a como zambullirse y salir rápidamente a la superficie, un poco más allá una pareja de mariposas danzaba entre unos juncos, veía la armonía en aquello, era como si la música cobrase vida. El murmullo del escanque con las ondas de los peces, el chapoteo de los patos, la suave brisa moviendo los juncos... Se había creado una melodía alegre en una escala mayor.
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  • Hubo un día en el que Susan dejó de ver a Mateo Riddle como un misterio fascinante y comenzó a verlo como una maldición con ojos hermosos.

    El sol no se atrevía a salir del todo aquella mañana. Las ventanas del Ala de Encantamientos estaban cubiertas por una bruma grisácea que parecía haber nacido de un presagio. A ella le bastó una mirada. No necesitó un pergamino, ni un mensaje anónimo. No hubo necesidad de que alguien se lo contara. Susan lo sintió.

    Porque el amor, aunque tibio y dulce en su origen, también tiene un instinto que arde cuando duele. Lo vio en sus manos: la ligera mancha oscura en la muñeca izquierda, apenas visible entre los pliegues de su túnica. No era tinta. No era una sombra. Era la Marca Tenebrosa.

    Y entonces, todo se quebró en silencio.

    Susan Bones—la sobrina de Amelia, la hija del linaje que conoció la guerra y la pérdida—se convirtió, por un momento, en una mujer detenida entre dos mundos: el que creía que podía construir con él… y el que él ya había elegido sin ella.

    No dijo nada al principio. Solo bajó la mirada. Tragó el nudo en la garganta con la dignidad que le enseñaron las mujeres de su familia. Y cuando por fin alzó la vista, él ya la estaba observando con esa expresión que no suplicaba perdón… sino comprensión.

    Pero ella no iba a darle esa salida.

    —¿Hace cuánto lo decidiste? —preguntó sin temblor en la voz, aunque por dentro se sentía hecha cenizas—. ¿Antes o después de besarme por primera vez?

    Mateo no respondió. No porque no tuviera palabras, sino porque ninguna bastaba para sostener lo que estaba a punto de desmoronarse entre ellos. Y Susan, la eterna justiciera silenciosa, entendió en ese instante que amarlo no iba a ser su redención, sino su condena.

    Dio media vuelta. No corrió. No lloró. Solo caminó, como si dejara atrás un universo alterno, una promesa nunca dicha, un destino que jamás les pertenecería.

    Aquel día, Susan no perdió a un enamorado. Perdió la idea de que el bien y el mal eran tan sencillos como las casas en Hogwarts. Perdió la esperanza de que su corazón podría estar a salvo en los brazos de alguien con sangre Riddle.

    Y aunque su varita no tembló cuando días después lo enfrentó en el campo de batalla, su alma sí lo hizo. Porque a veces, lo más doloroso no es pelear contra el enemigo… sino saber que, alguna vez, fue tu amor.

    Hubo un día en el que Susan dejó de ver a Mateo Riddle como un misterio fascinante y comenzó a verlo como una maldición con ojos hermosos. El sol no se atrevía a salir del todo aquella mañana. Las ventanas del Ala de Encantamientos estaban cubiertas por una bruma grisácea que parecía haber nacido de un presagio. A ella le bastó una mirada. No necesitó un pergamino, ni un mensaje anónimo. No hubo necesidad de que alguien se lo contara. Susan lo sintió. Porque el amor, aunque tibio y dulce en su origen, también tiene un instinto que arde cuando duele. Lo vio en sus manos: la ligera mancha oscura en la muñeca izquierda, apenas visible entre los pliegues de su túnica. No era tinta. No era una sombra. Era la Marca Tenebrosa. Y entonces, todo se quebró en silencio. Susan Bones—la sobrina de Amelia, la hija del linaje que conoció la guerra y la pérdida—se convirtió, por un momento, en una mujer detenida entre dos mundos: el que creía que podía construir con él… y el que él ya había elegido sin ella. No dijo nada al principio. Solo bajó la mirada. Tragó el nudo en la garganta con la dignidad que le enseñaron las mujeres de su familia. Y cuando por fin alzó la vista, él ya la estaba observando con esa expresión que no suplicaba perdón… sino comprensión. Pero ella no iba a darle esa salida. —¿Hace cuánto lo decidiste? —preguntó sin temblor en la voz, aunque por dentro se sentía hecha cenizas—. ¿Antes o después de besarme por primera vez? Mateo no respondió. No porque no tuviera palabras, sino porque ninguna bastaba para sostener lo que estaba a punto de desmoronarse entre ellos. Y Susan, la eterna justiciera silenciosa, entendió en ese instante que amarlo no iba a ser su redención, sino su condena. Dio media vuelta. No corrió. No lloró. Solo caminó, como si dejara atrás un universo alterno, una promesa nunca dicha, un destino que jamás les pertenecería. Aquel día, Susan no perdió a un enamorado. Perdió la idea de que el bien y el mal eran tan sencillos como las casas en Hogwarts. Perdió la esperanza de que su corazón podría estar a salvo en los brazos de alguien con sangre Riddle. Y aunque su varita no tembló cuando días después lo enfrentó en el campo de batalla, su alma sí lo hizo. Porque a veces, lo más doloroso no es pelear contra el enemigo… sino saber que, alguna vez, fue tu amor.
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  • La diosa que olvidó su libertad
    Parte 3

    Mientras Hestia caminaba despacio mirando la ropa colgada en ganchos en los muebles mostradores, Patricia comienza a seguirla como si la misma Patricia estuviera vigilando de cerca los movimientos de la pelirroja…

    Patricia: —¿Sabes?... Siempre pensé que el rock y el metal son la música de los dioses, pero ahora que lo pienso, el rock y el metal hablan de motos y viajar en libertad… así que… no creo que la “diosa del hogar”, la diosa que prefiere quedarse en casa… sea compatible con el estilo de vida del rock…

    Hestia: —Un hogar no es solo una casa. Tu hogar está donde está tu familia.

    Patricia: —¡Bien contestado! ¡Jajaja! Veo que ya aprendiste la filosofía del rock.

    Mientras Hestia voltea a ver la ventana con la noche estrellada…

    Hestia: —Pasé tanto tiempo dentro de ese lugar… que casi olvido que podía salir… y viajar…

    Patricia: —…Eso es bueno… el rock te recordó que eres libre… entonces sal. Viaja ahora mientras eres joven. Pero no olvides avisar a tu familia, o se van a preocupar.

    Hestia voltea a ver a la niña con una sonrisa…

    Hestia: —Mi familia jamás se preocupa por nada. Además, la mayoría de ellos están viajando y haciendo de las suyas. Yo también merezco ser libre…

    Patricia: —¡Bien dicho!

    Volvieron a quedar en silencio… ahora Patricia cree entender más quién es la pelirroja. Cree que es una chica rica, su familia siempre sale de viaje por placer o negocios y la han dejado en casa, por eso siempre estuvo encerrada en su lujosa casa. Escapó de ahí y ahora está aquí en esta tienda descubriendo el rock y el metal, algo que los ricos jamás escuchan. Y claro, esta chica rica en su soledad desarrolló el “complejo de diosa” y de verdad se cree que es una diosa griega… incluso se viste como una…

    Patricia toca con los dedos la blanca tela de la toga de Hestia. La tela es de un algodón tan suave que parece tocar algo hecho de niebla, y el color blanco es tan puro que parece que tiene luz propia.

    Patricia: —WOW… esta tela debe ser carísima… ¿es algodón egipcio o algo así?

    Hestia voltea a ver a la niña que está examinando un borde de la toga. Con tranquilidad sonríe y responde.

    Hestia: —No es algodón egipcio. Esta toga fue tejida con algodón sagrado de los campos Elíseos. Es muy cómoda… pero ya me aburrió. Veo que la ropa que tienes aquí es muy similar a la ropa que visten en los videos que vimos…

    Patricia: —¡Claro que sí! …En esta tienda vendemos todo tipo de objetos para los rockeros: ropa, accesorios, algunos instrumentos de música… y claro, muchos discos y DVDs con música. Incluso tenemos una amplia colección de acetatos originales… están en venta, pero la verdad son algo caros porque son para coleccionis…

    Patricia dejó de hablar repentinamente porque se quedó paralizada al ver lo que Hestia hizo… desató un nudo oculto en su cintura y la toga cayó al suelo. Hestia estaba desnuda bajo la toga y ahora está de pie totalmente desnuda delante de Patricia… Patricia está con la boca abierta, detrás de Hestia, admirando la espalda, las piernas y el hermoso y amplio trasero desnudo de la mujer pelirroja…hestia ya encontró una prenda que le gustó y a decidido probarse la ...

    La diosa que olvidó su libertad Parte 3 Mientras Hestia caminaba despacio mirando la ropa colgada en ganchos en los muebles mostradores, Patricia comienza a seguirla como si la misma Patricia estuviera vigilando de cerca los movimientos de la pelirroja… Patricia: —¿Sabes?... Siempre pensé que el rock y el metal son la música de los dioses, pero ahora que lo pienso, el rock y el metal hablan de motos y viajar en libertad… así que… no creo que la “diosa del hogar”, la diosa que prefiere quedarse en casa… sea compatible con el estilo de vida del rock… Hestia: —Un hogar no es solo una casa. Tu hogar está donde está tu familia. Patricia: —¡Bien contestado! ¡Jajaja! Veo que ya aprendiste la filosofía del rock. Mientras Hestia voltea a ver la ventana con la noche estrellada… Hestia: —Pasé tanto tiempo dentro de ese lugar… que casi olvido que podía salir… y viajar… Patricia: —…Eso es bueno… el rock te recordó que eres libre… entonces sal. Viaja ahora mientras eres joven. Pero no olvides avisar a tu familia, o se van a preocupar. Hestia voltea a ver a la niña con una sonrisa… Hestia: —Mi familia jamás se preocupa por nada. Además, la mayoría de ellos están viajando y haciendo de las suyas. Yo también merezco ser libre… Patricia: —¡Bien dicho! Volvieron a quedar en silencio… ahora Patricia cree entender más quién es la pelirroja. Cree que es una chica rica, su familia siempre sale de viaje por placer o negocios y la han dejado en casa, por eso siempre estuvo encerrada en su lujosa casa. Escapó de ahí y ahora está aquí en esta tienda descubriendo el rock y el metal, algo que los ricos jamás escuchan. Y claro, esta chica rica en su soledad desarrolló el “complejo de diosa” y de verdad se cree que es una diosa griega… incluso se viste como una… Patricia toca con los dedos la blanca tela de la toga de Hestia. La tela es de un algodón tan suave que parece tocar algo hecho de niebla, y el color blanco es tan puro que parece que tiene luz propia. Patricia: —WOW… esta tela debe ser carísima… ¿es algodón egipcio o algo así? Hestia voltea a ver a la niña que está examinando un borde de la toga. Con tranquilidad sonríe y responde. Hestia: —No es algodón egipcio. Esta toga fue tejida con algodón sagrado de los campos Elíseos. Es muy cómoda… pero ya me aburrió. Veo que la ropa que tienes aquí es muy similar a la ropa que visten en los videos que vimos… Patricia: —¡Claro que sí! …En esta tienda vendemos todo tipo de objetos para los rockeros: ropa, accesorios, algunos instrumentos de música… y claro, muchos discos y DVDs con música. Incluso tenemos una amplia colección de acetatos originales… están en venta, pero la verdad son algo caros porque son para coleccionis… Patricia dejó de hablar repentinamente porque se quedó paralizada al ver lo que Hestia hizo… desató un nudo oculto en su cintura y la toga cayó al suelo. Hestia estaba desnuda bajo la toga y ahora está de pie totalmente desnuda delante de Patricia… Patricia está con la boca abierta, detrás de Hestia, admirando la espalda, las piernas y el hermoso y amplio trasero desnudo de la mujer pelirroja…hestia ya encontró una prenda que le gustó y a decidido probarse la ...
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  • 𝕿𝐡𝐞 𝕸𝐢𝐫𝐚𝐜𝐥𝐞: 𝖆 𝖓𝖊𝖕𝖍𝖎𝖑𝖑𝖎𝖒.
    Fandom Supernatural - Lucifer
    Categoría Crossover
    ㅤㅤㅤㅤ ㅤㅤ➧ sᴛᴀʀᴛᴇʀ Chloe Decker I Fᴇᴍ AU I

    La tensión en la cuidad de plata era palpable, la corte celestial se encontraba reunida pero dividida en dos bandos. Por un lado se encontraban los que depositaban una confianza ciega en el creador y por el otro, aquellos que se encontraban al borde de la locura; en sus rostros se reflejaba la preocupación, la angustia y la desesperación. No había que ser un genio para darse de cuenta de que no les faltaba demasiado para arrancarse una por una las plumas de sus alas.

    Era una reacción lógica, el todopoderoso había tomado un pequeño receso de sus vacaciones indefinida, había ascendido a los cielos a ponerlo todo de cabeza y no parecía inmutarse por ello.

    Los murmullos de cientos de ángeles junto a los murmullos de los principales miembros de la Corte celestial hacian eco en cada rincón del paraíso. Como regla principal, todos los habitantes de la cuidad de plata tenían estrictamente prohibido pelear entre si y por ello estaban debatiendo sobre quien sería el elegido para darle una devolución al padre de todo que agurdaba impaciente en el centro del salón manteniendo su forma humana.

    ──No es necesario que murmuren o que susurren entre ustedes, puedo oirlos...── Menciono en un tono similar al de un regaño y con ello, el silencio se instalo en ese salón hecho de oro y mármol blanco. ──No les estoy pidiendo permiso, mucho menos quiero su opinión. Les estoy diciendo que voy a hacer con el fin de evitar que tomen a mi nieto, es decir a su sobrino, como una amenaza a la que deben erradicar.── Dios era consciente de que estaba tratando un tema delicado pero sabía exactamente lo que estaba haciendo al traer a la mesa el anuncio de que le daría a Lucifer, el hijo desterrado, un retoño y por si no fuera poco... La humana con la que había decidido compartir su vida seria la madre de ese ser. Simplemente inaceptable y no tardaron en saltarse las reglas de votación para tomar la palabra.

    El primero en hacerlo fue Amenadiel, el nuevo mensajero, un ángel que suplia a Gabriel en lo que este cumplía con sus deberes en la tierra.

    “Tampoco estoy del todo de acuerdo con papá pero confío en él. Si ha tomado esa decisión es porque sabe que el niño no será un peligro para nosotros o para sus padres, ni siquiera para los humanos." Explicó volteando a ver los rostros de sus hermanos y hermanas, buscando que alguien más compartiera su punto de vista pero solo un puñado de ellos asintieron.

    "Lamento mucho ser quien les recuerde lo que paso la última vez que los nephillim caminaron en la tierra." Mikha'el fue quien tomó la palabra posicionandose en mitad del salón, muy cerca del creador, para que todos pudieran verlo bien. "Esas criaturas no solo eran fruto del pecado, que es algo muy del estilo de nuestro hermano Lucifer, si no que también se convertían en gigantes incontrolables que arrasaban con todo a su paso. ¿Queremos una segunda invasión de esas abominaciones? ¿O es que en tus planes hay una segunda inundación para tus hijos favoritos, papá? No olvides que tu nuevo favorito vive en la tierra." Espetó el comandante de las huestes celestiales, desafiando a su padre no solo con la mirada, también con sus palabras que lanzo como si fuesen dagas filosas.

    ──Lo dices como si no pudiera traer a Jamie aquí, Miguel... Agradezco tu preocupación por él pero no corre peligro alguno, su bienestar y seguridad es algo que contemple antes de tomar esta decisión por agrandar la familia. ── Chuck sonrió por el comentario de su hijo, que entre los celos hacia Lucifer y el resentimiento por la atención extra que recibían las demás creaciónes, paso por alto con quien estaba hablando. ──Su condición de mortal no lo hace inferior a ti, lo hace más valioso. Aunque, si eso es un problema puedo darle tu divinidad, tu gracia y darte la oportunidad de experimentar lo que es la humanidad... O quizás debería enviarte a la tierra a cumplir con alguna labor similar a la que le di a Gabriel porque a él no lo escucho quejarse y contigo, hijo mio, no puedo decir lo mismo.── El arcángel bajo la mirada al oir las severas palabras de su padre. Se había dejado llevar por las emociones del momento que hasta había olvidado que a Lucifer lo habían desterrado del paraíso sin siquiera darle la oportunidad de excusarse por sus acciones.

    Todos en el cielo sabían que Dios castigaba primero y preguntaba después, cientos de siglos después, y si es que recordaba hacerlo. La prueba de ello era el mismísimo lucero del alba al que le estaban por obsequiar un milagro más no el perdón o la oportunidad de regresar al que alguna vez fue su hogar.

    "Mal interpretas mis palabras, padre. Intento ayudarte a que veas con claridad. Lo que quieres hacer es..." Mikha'el cerró la boca al ver que Chuck alzaba la mano y juntaba el dedo pulgar con el indice como última advertencia. Los angeles exclamaron al unísono, sabían que sucedía cuando Dios chasqueaba los dedos, podía ocurrir un milagro o podía ser el fin de algo y dada la circunstancia, la permanencia del arcángel en el paraíso pendía de un hilo muy delgado.

    ──Gracias por tu silencio, hijo. ¿Alguien más quiere aportar algo o quizás entregarme algún obsequio para la futura madre de mi nieto? ¿Que tal algún regalo para su futuro sobrino?.── Preguntó en un tono animado que rayaba en la burla y la provocación.

    Nadie se atrevió a decir nada más al respecto pero tampoco se acercaron a entregarle nada, se quedaron observandolo, quietos como las columnas de oro que decoraban el salón.

    ──Muy bien... Eso es todo, pueden regresar a sus actividades excepto tú Amenadiel. Tú vendrás conmigo y el resto, espero sean amables con su sobrino cuando lo conozcan; ya estan bastantes mayores como para recibir castigos.── Chuck miró directamente hacia Mikha'el y cuando Amenadiel llego a su lado, abandonaron el salón.

    ㅤ𝚃𝙸𝙴𝚁𝚁𝙰 𝟼𝟼𝟼 - 𝟿 𝙼𝙴𝚂𝙴𝚂 𝙳𝙴𝚂𝙿𝚄𝙴𝚂.

    El día había llegado, era una mañana radiante y cálida de primavera. Las calles estaban decoradas con telarañas, calaveras y calabazas; incluso el hospital estaba decorado con motivo de halloween, una celebración que a diferencia de lo que solían decir no le disgustaba al creador. De hecho, lo encontraba muy divertido e ingenioso porque a pesar de todo se viera tétrico, viejo, o muerto nada era lo que parecía ser.

    Chuck llegó a la recepción del hospital y se anunció con la secretaria que estaba vestida como una bruja.

    "Buenos días, señor. ¿Nombre del paciente al que va a visitar?“ preguntó la mujer mientras abría un archivo en la computadora.

    ──A mi nuera, su nombre es Chloe Decker.── Respondió con amabalidad aunque supiera que iba a decirle la mujer.

    "Chloe Decker..." Repitió la secretaria hasta que dio con el nombre en la lista. "Si, señor. Aquí esta, llega a tiempo; la señorita Decker tuvo a su bebé en la madrugada" le informo y procedió a entregarle un gafete que acreditaba a Chuck como visita. Luego le indico que camino debía tomar para llegar a la habitacion número 221.

    ──Gracias, Maggie. Ten un lindo día.── Chuck se dio la vuelta y la mujer bajó la visto a la solapa de su chaleco donde normalmente estaría su tarjeta de presentación con su nombre pero esta vez no estaba allí, por las prisas no la había traído consigo.

    Se encogió de hombros, pensando en que quizás le habría dicho su nombre en algún momento de la conversación y restandole importancia al asunto regreso a su trabajo.

    Por su parte, Chuck se dejó guiar por energía del pequeño. Aquella que le había quitado a Lucifer como castigo y que ahora entendía porque lo había hecho, alguien más iba a necesitarla, y ese alguien acababa de nacer.

    Antes de que el niño fuese concebido, como su abuelo, Dios había hablado con ese ser cuando era un alma en forma de esfera de luz y de todos los candidatos que se habían ofrecido, escogió al que había suplicado para ser hijo de Chloe. El resto había pedido ser elegidos para aprender de los humanos, para ayudarlos, para ser unos ellos, para experimentar pero solo uno había priorizado a la madre que lo llevaría en el vientre.

    Giró por última vez en el corredor y avanzo hasta dar con la habitación 221, no golpeó para entrar, solo abrió la puerta y entró. Ahí estaba Chloe, iluminada por los rayos de sol que entraban por la ventana, recostada con su bebé en brazos y rodeada de arreglos florales.

    Chloe al percatarse del extraño que había entrado sin anunciarse, se abrazo a su bebé con un solo brazo y con el otro parecía estar buscando algo en la mesa noche.

    ──No necesito ver tu placa, Chloe. Sé que eres policía y no estoy aquí para hacerles daño si no, para conocer a mi nieto.── Menciono con naturalidad sin moverse de su lugar pero al notar que la desconfianza no se esfumaba, agregó. ──El bebé es un niño, pesa tres kilogramos y tiene tus ojos. Nació a las tres de la madrugada, eso te asusto dada la naturaleza de su padre y me pediste a mi que por favor les diera la bendición de que el pequeño se viera normal, ¿olvide de mencionar algo?...
    ㅤㅤㅤㅤ ㅤㅤ➧ sᴛᴀʀᴛᴇʀ [detectiveCDecker] La tensión en la cuidad de plata era palpable, la corte celestial se encontraba reunida pero dividida en dos bandos. Por un lado se encontraban los que depositaban una confianza ciega en el creador y por el otro, aquellos que se encontraban al borde de la locura; en sus rostros se reflejaba la preocupación, la angustia y la desesperación. No había que ser un genio para darse de cuenta de que no les faltaba demasiado para arrancarse una por una las plumas de sus alas. Era una reacción lógica, el todopoderoso había tomado un pequeño receso de sus vacaciones indefinida, había ascendido a los cielos a ponerlo todo de cabeza y no parecía inmutarse por ello. Los murmullos de cientos de ángeles junto a los murmullos de los principales miembros de la Corte celestial hacian eco en cada rincón del paraíso. Como regla principal, todos los habitantes de la cuidad de plata tenían estrictamente prohibido pelear entre si y por ello estaban debatiendo sobre quien sería el elegido para darle una devolución al padre de todo que agurdaba impaciente en el centro del salón manteniendo su forma humana. ──No es necesario que murmuren o que susurren entre ustedes, puedo oirlos...── Menciono en un tono similar al de un regaño y con ello, el silencio se instalo en ese salón hecho de oro y mármol blanco. ──No les estoy pidiendo permiso, mucho menos quiero su opinión. Les estoy diciendo que voy a hacer con el fin de evitar que tomen a mi nieto, es decir a su sobrino, como una amenaza a la que deben erradicar.── Dios era consciente de que estaba tratando un tema delicado pero sabía exactamente lo que estaba haciendo al traer a la mesa el anuncio de que le daría a Lucifer, el hijo desterrado, un retoño y por si no fuera poco... La humana con la que había decidido compartir su vida seria la madre de ese ser. Simplemente inaceptable y no tardaron en saltarse las reglas de votación para tomar la palabra. El primero en hacerlo fue Amenadiel, el nuevo mensajero, un ángel que suplia a Gabriel en lo que este cumplía con sus deberes en la tierra. “Tampoco estoy del todo de acuerdo con papá pero confío en él. Si ha tomado esa decisión es porque sabe que el niño no será un peligro para nosotros o para sus padres, ni siquiera para los humanos." Explicó volteando a ver los rostros de sus hermanos y hermanas, buscando que alguien más compartiera su punto de vista pero solo un puñado de ellos asintieron. "Lamento mucho ser quien les recuerde lo que paso la última vez que los nephillim caminaron en la tierra." Mikha'el fue quien tomó la palabra posicionandose en mitad del salón, muy cerca del creador, para que todos pudieran verlo bien. "Esas criaturas no solo eran fruto del pecado, que es algo muy del estilo de nuestro hermano Lucifer, si no que también se convertían en gigantes incontrolables que arrasaban con todo a su paso. ¿Queremos una segunda invasión de esas abominaciones? ¿O es que en tus planes hay una segunda inundación para tus hijos favoritos, papá? No olvides que tu nuevo favorito vive en la tierra." Espetó el comandante de las huestes celestiales, desafiando a su padre no solo con la mirada, también con sus palabras que lanzo como si fuesen dagas filosas. ──Lo dices como si no pudiera traer a Jamie aquí, Miguel... Agradezco tu preocupación por él pero no corre peligro alguno, su bienestar y seguridad es algo que contemple antes de tomar esta decisión por agrandar la familia. ── Chuck sonrió por el comentario de su hijo, que entre los celos hacia Lucifer y el resentimiento por la atención extra que recibían las demás creaciónes, paso por alto con quien estaba hablando. ──Su condición de mortal no lo hace inferior a ti, lo hace más valioso. Aunque, si eso es un problema puedo darle tu divinidad, tu gracia y darte la oportunidad de experimentar lo que es la humanidad... O quizás debería enviarte a la tierra a cumplir con alguna labor similar a la que le di a Gabriel porque a él no lo escucho quejarse y contigo, hijo mio, no puedo decir lo mismo.── El arcángel bajo la mirada al oir las severas palabras de su padre. Se había dejado llevar por las emociones del momento que hasta había olvidado que a Lucifer lo habían desterrado del paraíso sin siquiera darle la oportunidad de excusarse por sus acciones. Todos en el cielo sabían que Dios castigaba primero y preguntaba después, cientos de siglos después, y si es que recordaba hacerlo. La prueba de ello era el mismísimo lucero del alba al que le estaban por obsequiar un milagro más no el perdón o la oportunidad de regresar al que alguna vez fue su hogar. "Mal interpretas mis palabras, padre. Intento ayudarte a que veas con claridad. Lo que quieres hacer es..." Mikha'el cerró la boca al ver que Chuck alzaba la mano y juntaba el dedo pulgar con el indice como última advertencia. Los angeles exclamaron al unísono, sabían que sucedía cuando Dios chasqueaba los dedos, podía ocurrir un milagro o podía ser el fin de algo y dada la circunstancia, la permanencia del arcángel en el paraíso pendía de un hilo muy delgado. ──Gracias por tu silencio, hijo. ¿Alguien más quiere aportar algo o quizás entregarme algún obsequio para la futura madre de mi nieto? ¿Que tal algún regalo para su futuro sobrino?.── Preguntó en un tono animado que rayaba en la burla y la provocación. Nadie se atrevió a decir nada más al respecto pero tampoco se acercaron a entregarle nada, se quedaron observandolo, quietos como las columnas de oro que decoraban el salón. ──Muy bien... Eso es todo, pueden regresar a sus actividades excepto tú Amenadiel. Tú vendrás conmigo y el resto, espero sean amables con su sobrino cuando lo conozcan; ya estan bastantes mayores como para recibir castigos.── Chuck miró directamente hacia Mikha'el y cuando Amenadiel llego a su lado, abandonaron el salón. ㅤ𝚃𝙸𝙴𝚁𝚁𝙰 𝟼𝟼𝟼 - 𝟿 𝙼𝙴𝚂𝙴𝚂 𝙳𝙴𝚂𝙿𝚄𝙴𝚂. El día había llegado, era una mañana radiante y cálida de primavera. Las calles estaban decoradas con telarañas, calaveras y calabazas; incluso el hospital estaba decorado con motivo de halloween, una celebración que a diferencia de lo que solían decir no le disgustaba al creador. De hecho, lo encontraba muy divertido e ingenioso porque a pesar de todo se viera tétrico, viejo, o muerto nada era lo que parecía ser. Chuck llegó a la recepción del hospital y se anunció con la secretaria que estaba vestida como una bruja. "Buenos días, señor. ¿Nombre del paciente al que va a visitar?“ preguntó la mujer mientras abría un archivo en la computadora. ──A mi nuera, su nombre es Chloe Decker.── Respondió con amabalidad aunque supiera que iba a decirle la mujer. "Chloe Decker..." Repitió la secretaria hasta que dio con el nombre en la lista. "Si, señor. Aquí esta, llega a tiempo; la señorita Decker tuvo a su bebé en la madrugada" le informo y procedió a entregarle un gafete que acreditaba a Chuck como visita. Luego le indico que camino debía tomar para llegar a la habitacion número 221. ──Gracias, Maggie. Ten un lindo día.── Chuck se dio la vuelta y la mujer bajó la visto a la solapa de su chaleco donde normalmente estaría su tarjeta de presentación con su nombre pero esta vez no estaba allí, por las prisas no la había traído consigo. Se encogió de hombros, pensando en que quizás le habría dicho su nombre en algún momento de la conversación y restandole importancia al asunto regreso a su trabajo. Por su parte, Chuck se dejó guiar por energía del pequeño. Aquella que le había quitado a Lucifer como castigo y que ahora entendía porque lo había hecho, alguien más iba a necesitarla, y ese alguien acababa de nacer. Antes de que el niño fuese concebido, como su abuelo, Dios había hablado con ese ser cuando era un alma en forma de esfera de luz y de todos los candidatos que se habían ofrecido, escogió al que había suplicado para ser hijo de Chloe. El resto había pedido ser elegidos para aprender de los humanos, para ayudarlos, para ser unos ellos, para experimentar pero solo uno había priorizado a la madre que lo llevaría en el vientre. Giró por última vez en el corredor y avanzo hasta dar con la habitación 221, no golpeó para entrar, solo abrió la puerta y entró. Ahí estaba Chloe, iluminada por los rayos de sol que entraban por la ventana, recostada con su bebé en brazos y rodeada de arreglos florales. Chloe al percatarse del extraño que había entrado sin anunciarse, se abrazo a su bebé con un solo brazo y con el otro parecía estar buscando algo en la mesa noche. ──No necesito ver tu placa, Chloe. Sé que eres policía y no estoy aquí para hacerles daño si no, para conocer a mi nieto.── Menciono con naturalidad sin moverse de su lugar pero al notar que la desconfianza no se esfumaba, agregó. ──El bebé es un niño, pesa tres kilogramos y tiene tus ojos. Nació a las tres de la madrugada, eso te asusto dada la naturaleza de su padre y me pediste a mi que por favor les diera la bendición de que el pequeño se viera normal, ¿olvide de mencionar algo?...
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  • El demonio encadenado
    Fandom OC
    Categoría Fantasía
    Lenard, un ser creado para ser un arma, temido incluso por los de su raza, discriminado por su propia familia y usado como objeto, un ser bondadoso y caballeroso que busca la paz y la libertad a pesar de sus obligaciones y lo que vive.

    Lenard, como casi siempre en su dia a dia, se encuentra vagando por un bosque, ese demonio gigante, aterrador, amenazante, camina encorbado por el bosque haciendo que los animales escapen por su presencia, trae con sigo un aire pesado y denso junto a una temperatura de 2 grados a mas de 50 metros alrededor, suspira con aliento helado mirando entre las copas de los arboles el cielo estrellado con sus ojos negros como el vacio y sus pupilas azul oscuro y brillantes como la noche, este luego baja la mirada y observa sus alrededores mientras camina moviendo la cabeza de un lado a otro para esquivar con aparentemente algo de pereza las ramas de los arboles, vuelve a suspirar con aliento helado a travez de su mascarilla oscura y solo espera mientras camina, atento, observando, escuchando, esperando a que pase los ma sminimo, una rama rompiendose, una hoja cayendo, solo eso, una minima señal de vida para calmar su aburrimiento, este sigue vagando solo con ese silencio que lo calma y lo tortura a la vez mientras al igual que siempre busca algo que rellene ese vacio que lleva dentro, que calme ese dolor que calla, esa verdad que oculta.
    Lenard, un ser creado para ser un arma, temido incluso por los de su raza, discriminado por su propia familia y usado como objeto, un ser bondadoso y caballeroso que busca la paz y la libertad a pesar de sus obligaciones y lo que vive. Lenard, como casi siempre en su dia a dia, se encuentra vagando por un bosque, ese demonio gigante, aterrador, amenazante, camina encorbado por el bosque haciendo que los animales escapen por su presencia, trae con sigo un aire pesado y denso junto a una temperatura de 2 grados a mas de 50 metros alrededor, suspira con aliento helado mirando entre las copas de los arboles el cielo estrellado con sus ojos negros como el vacio y sus pupilas azul oscuro y brillantes como la noche, este luego baja la mirada y observa sus alrededores mientras camina moviendo la cabeza de un lado a otro para esquivar con aparentemente algo de pereza las ramas de los arboles, vuelve a suspirar con aliento helado a travez de su mascarilla oscura y solo espera mientras camina, atento, observando, escuchando, esperando a que pase los ma sminimo, una rama rompiendose, una hoja cayendo, solo eso, una minima señal de vida para calmar su aburrimiento, este sigue vagando solo con ese silencio que lo calma y lo tortura a la vez mientras al igual que siempre busca algo que rellene ese vacio que lleva dentro, que calme ese dolor que calla, esa verdad que oculta.
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  • Volviiii!! Y vine a recuperar a mi esposo , a mi familia ,mi vida...y si alguien se interpone...no dudare en hacerlo desaparecer
    Volviiii!! Y vine a recuperar a mi esposo , a mi familia ,mi vida...y si alguien se interpone...no dudare en hacerlo desaparecer
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  • —¡Familia, orgía!

    No sabe si funcione, pero viendo que nadie llega para ayudar a Sesshomaru, quizá logre llamar la atención y luego escapar.
    —¡Familia, orgía! No sabe si funcione, pero viendo que nadie llega para ayudar a Sesshomaru, quizá logre llamar la atención y luego escapar.
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    Me encocora
    Me shockea
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  • *Intentando aprender más sobre la electricidad pasó la página de un libro lentamente, hasta ahora no parecía entender nada, era como si estuviese escrito en latín, se detuvo un diagrama que le pareció familiar, arqueó una ceja y murmuró*

    ¿a caso estoy leyendo esta cosa al revés o tengo que leer la precuela?
    *Intentando aprender más sobre la electricidad pasó la página de un libro lentamente, hasta ahora no parecía entender nada, era como si estuviese escrito en latín, se detuvo un diagrama que le pareció familiar, arqueó una ceja y murmuró* ¿a caso estoy leyendo esta cosa al revés o tengo que leer la precuela?
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  • ×Recordando a mis hijos, sonreí orgullosa×

    Una de las distinciones de la familia, es nuestra belleza, cada uno tiene algo... especial, aparte de su belleza única, mis bellos tesoros, son mi mayor orgullo
    ×Recordando a mis hijos, sonreí orgullosa× Una de las distinciones de la familia, es nuestra belleza, cada uno tiene algo... especial, aparte de su belleza única, mis bellos tesoros, son mi mayor orgullo
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