Ecos de un hogar quebrado
Categoría Original
Memorias de Jacob y Nyssara.
Rol: Jacob Alexander Fowler
Soundtrack: https://www.youtube.com/watch?v=so8V5dAli-Q&list=RDso8V5dAli-Q&start_radio=1
La lluvia caía sobre los ventanales de la mansión Starfen con un golpe constante y frío, trazando caminos que parecían dibujar la ansiedad de la casa misma. Nyssara, que para ese momento tenía siete años, permanecía en el descanso de la escalera, abrazando un peluche que Elian le había regalado en su cumpleaños número 6. Sus ojos verdes seguían cada movimiento de sus padres y de su hermana, que caminaban por la sala con pasos calculados, gestos medidos, como siempre que querían ocultar algo. Desde hacía meses, la frialdad hacia ella era evidente, miradas cargadas de reproche, palabras cortantes y silencios que la señalaban como responsable de aquel fatídico día.
Esa noche, sin embargo, había algo más en el aire. Un presagio sutil, un peso que parecía asentarse en los candelabros y en los muebles caros, como si la casa misma contuviera la respiración. Nyssara lo percibió de inmediato, incluso los murmullos de los muertos que la acompañaban se mantenían a distancia, inquietos por lo que estaba por suceder.
La puerta principal se abrió de golpe. Una ráfaga de viento y lluvia invadió la mansión, arrastrando el olor de tierra mojada. Sus padres entraron primero, impecables y rígidos como siempre, vestidos con ropa cara que brillaba bajo la luz mortecina. Pero no estaban solos.
Entre ellos apareció un niño. Tenía unos once años, el cabello castaño pegado a la frente por la humedad y unos ojos verdes que recorrían la sala con cautela. Sus pasos eran firmes, seguros de si mismo, como si aquello no fuera más una situación más en su vida.
—Nyssara —dijo su madre con la sonrisa cuidadosamente medida que siempre llevaba puesta— Este es Jacob. Desde hoy vivirá con nosotros. Él necesitaba un hogar — Su madre continuó hablando con esa suavidad calculada, que ella tan bien conocía— Y nosotros estamos más que gustosos que acogerlo - Nyssara descendió un peldaño, el corazón latiéndole con fuerza. La frase caía ligera, como si envolviera una mentira en terciopelo. Pero Nyssara entendió inmediatamente la verdad. Nadie podría reemplazar a Elian, y ellos lo sabían. Aún así, lo pretendían, y lo peor era que la atención y el afecto de la familia estaban ahora centrados en ese extraño.
La mirada de la castaña se volvió fría. Ni siquiera hubo una respuesta por su parte, sus labios permanecieron cerrados, y sus ojos se clavaron en él, cargados de acusación muda. Él no era el problema. El problema eran sus padres y su hermana, lo que hacían era la traición misma. "¿Cómo podían...?".
La voz de su padre se hizo presente, sacándola por completo del bombardeo de pensamientos que estaba teniendo.
—Jacob, Nyssara y Megara —dijo aquel hombre frío que llamaba padre, rompiendo así el silencio que se había hecho presente en la sala— Dentro de unas horas habrá una escena especial en la que todos participaremos. Nadie se quedará atrás. Todos deben alistarse ahora, sin excepción. Como siempre, recordemos… guardar la compostura- Nyssara apretó los dientes, sus padres no solo habían traído a alguien más para ocupar algo valioso para ella, sino que incluso ese evento especial formaba parte de la puesta en escena de la familia perfecta. Todo debía parecer ordenado, controlado y elegante, como si el dolor, la culpa y la traición fueran irrelevantes.
A su alrededor, las sombras de los muertos se arremolinaban, inquietas. Una de ellas, una figura borrosa de contornos temblorosos, murmuró cerca de su oído "Los vivos, pequeña… los vivos son los que más daño hacen cuando quieren olvidar..."
En ese momento, mientras la lluvia seguía cayendo, los dos niños se enfrentaban a la misma verdad, la mansión Starfen ya no era un hogar, sino un laberinto de secretos, culpas y traiciones que recién comenzaban a revelarse.
Rol: Jacob Alexander Fowler
Soundtrack: https://www.youtube.com/watch?v=so8V5dAli-Q&list=RDso8V5dAli-Q&start_radio=1
La lluvia caía sobre los ventanales de la mansión Starfen con un golpe constante y frío, trazando caminos que parecían dibujar la ansiedad de la casa misma. Nyssara, que para ese momento tenía siete años, permanecía en el descanso de la escalera, abrazando un peluche que Elian le había regalado en su cumpleaños número 6. Sus ojos verdes seguían cada movimiento de sus padres y de su hermana, que caminaban por la sala con pasos calculados, gestos medidos, como siempre que querían ocultar algo. Desde hacía meses, la frialdad hacia ella era evidente, miradas cargadas de reproche, palabras cortantes y silencios que la señalaban como responsable de aquel fatídico día.
Esa noche, sin embargo, había algo más en el aire. Un presagio sutil, un peso que parecía asentarse en los candelabros y en los muebles caros, como si la casa misma contuviera la respiración. Nyssara lo percibió de inmediato, incluso los murmullos de los muertos que la acompañaban se mantenían a distancia, inquietos por lo que estaba por suceder.
La puerta principal se abrió de golpe. Una ráfaga de viento y lluvia invadió la mansión, arrastrando el olor de tierra mojada. Sus padres entraron primero, impecables y rígidos como siempre, vestidos con ropa cara que brillaba bajo la luz mortecina. Pero no estaban solos.
Entre ellos apareció un niño. Tenía unos once años, el cabello castaño pegado a la frente por la humedad y unos ojos verdes que recorrían la sala con cautela. Sus pasos eran firmes, seguros de si mismo, como si aquello no fuera más una situación más en su vida.
—Nyssara —dijo su madre con la sonrisa cuidadosamente medida que siempre llevaba puesta— Este es Jacob. Desde hoy vivirá con nosotros. Él necesitaba un hogar — Su madre continuó hablando con esa suavidad calculada, que ella tan bien conocía— Y nosotros estamos más que gustosos que acogerlo - Nyssara descendió un peldaño, el corazón latiéndole con fuerza. La frase caía ligera, como si envolviera una mentira en terciopelo. Pero Nyssara entendió inmediatamente la verdad. Nadie podría reemplazar a Elian, y ellos lo sabían. Aún así, lo pretendían, y lo peor era que la atención y el afecto de la familia estaban ahora centrados en ese extraño.
La mirada de la castaña se volvió fría. Ni siquiera hubo una respuesta por su parte, sus labios permanecieron cerrados, y sus ojos se clavaron en él, cargados de acusación muda. Él no era el problema. El problema eran sus padres y su hermana, lo que hacían era la traición misma. "¿Cómo podían...?".
La voz de su padre se hizo presente, sacándola por completo del bombardeo de pensamientos que estaba teniendo.
—Jacob, Nyssara y Megara —dijo aquel hombre frío que llamaba padre, rompiendo así el silencio que se había hecho presente en la sala— Dentro de unas horas habrá una escena especial en la que todos participaremos. Nadie se quedará atrás. Todos deben alistarse ahora, sin excepción. Como siempre, recordemos… guardar la compostura- Nyssara apretó los dientes, sus padres no solo habían traído a alguien más para ocupar algo valioso para ella, sino que incluso ese evento especial formaba parte de la puesta en escena de la familia perfecta. Todo debía parecer ordenado, controlado y elegante, como si el dolor, la culpa y la traición fueran irrelevantes.
A su alrededor, las sombras de los muertos se arremolinaban, inquietas. Una de ellas, una figura borrosa de contornos temblorosos, murmuró cerca de su oído "Los vivos, pequeña… los vivos son los que más daño hacen cuando quieren olvidar..."
En ese momento, mientras la lluvia seguía cayendo, los dos niños se enfrentaban a la misma verdad, la mansión Starfen ya no era un hogar, sino un laberinto de secretos, culpas y traiciones que recién comenzaban a revelarse.
Memorias de Jacob y Nyssara.
Rol: [Jacob1]
Soundtrack: https://www.youtube.com/watch?v=so8V5dAli-Q&list=RDso8V5dAli-Q&start_radio=1
La lluvia caía sobre los ventanales de la mansión Starfen con un golpe constante y frío, trazando caminos que parecían dibujar la ansiedad de la casa misma. Nyssara, que para ese momento tenía siete años, permanecía en el descanso de la escalera, abrazando un peluche que Elian le había regalado en su cumpleaños número 6. Sus ojos verdes seguían cada movimiento de sus padres y de su hermana, que caminaban por la sala con pasos calculados, gestos medidos, como siempre que querían ocultar algo. Desde hacía meses, la frialdad hacia ella era evidente, miradas cargadas de reproche, palabras cortantes y silencios que la señalaban como responsable de aquel fatídico día.
Esa noche, sin embargo, había algo más en el aire. Un presagio sutil, un peso que parecía asentarse en los candelabros y en los muebles caros, como si la casa misma contuviera la respiración. Nyssara lo percibió de inmediato, incluso los murmullos de los muertos que la acompañaban se mantenían a distancia, inquietos por lo que estaba por suceder.
La puerta principal se abrió de golpe. Una ráfaga de viento y lluvia invadió la mansión, arrastrando el olor de tierra mojada. Sus padres entraron primero, impecables y rígidos como siempre, vestidos con ropa cara que brillaba bajo la luz mortecina. Pero no estaban solos.
Entre ellos apareció un niño. Tenía unos once años, el cabello castaño pegado a la frente por la humedad y unos ojos verdes que recorrían la sala con cautela. Sus pasos eran firmes, seguros de si mismo, como si aquello no fuera más una situación más en su vida.
—Nyssara —dijo su madre con la sonrisa cuidadosamente medida que siempre llevaba puesta— Este es Jacob. Desde hoy vivirá con nosotros. Él necesitaba un hogar — Su madre continuó hablando con esa suavidad calculada, que ella tan bien conocía— Y nosotros estamos más que gustosos que acogerlo - Nyssara descendió un peldaño, el corazón latiéndole con fuerza. La frase caía ligera, como si envolviera una mentira en terciopelo. Pero Nyssara entendió inmediatamente la verdad. Nadie podría reemplazar a Elian, y ellos lo sabían. Aún así, lo pretendían, y lo peor era que la atención y el afecto de la familia estaban ahora centrados en ese extraño.
La mirada de la castaña se volvió fría. Ni siquiera hubo una respuesta por su parte, sus labios permanecieron cerrados, y sus ojos se clavaron en él, cargados de acusación muda. Él no era el problema. El problema eran sus padres y su hermana, lo que hacían era la traición misma. "¿Cómo podían...?".
La voz de su padre se hizo presente, sacándola por completo del bombardeo de pensamientos que estaba teniendo.
—Jacob, Nyssara y Megara —dijo aquel hombre frío que llamaba padre, rompiendo así el silencio que se había hecho presente en la sala— Dentro de unas horas habrá una escena especial en la que todos participaremos. Nadie se quedará atrás. Todos deben alistarse ahora, sin excepción. Como siempre, recordemos… guardar la compostura- Nyssara apretó los dientes, sus padres no solo habían traído a alguien más para ocupar algo valioso para ella, sino que incluso ese evento especial formaba parte de la puesta en escena de la familia perfecta. Todo debía parecer ordenado, controlado y elegante, como si el dolor, la culpa y la traición fueran irrelevantes.
A su alrededor, las sombras de los muertos se arremolinaban, inquietas. Una de ellas, una figura borrosa de contornos temblorosos, murmuró cerca de su oído "Los vivos, pequeña… los vivos son los que más daño hacen cuando quieren olvidar..."
En ese momento, mientras la lluvia seguía cayendo, los dos niños se enfrentaban a la misma verdad, la mansión Starfen ya no era un hogar, sino un laberinto de secretos, culpas y traiciones que recién comenzaban a revelarse.
Tipo
Grupal
Líneas
5
Estado
Disponible