• Zwëihanherz: RISING SUN
    Fandom Zwëihanherz
    Categoría Crossover
    Nuestra historia comienza en Alexandria, Egipto nace en el seno de una familia humilde dónde junto con su padre y madre, viven en armonía, pero no siempre fue así pues tiempo atrás ya habían perdido a un hijo y Nenet antes de nacer, parecía que también tendría el mismo destino. Pero fue su padre quien rezo al cielo, a los dioses antiguos que le concedieran un deseo. Daría y haría todo por qué su esposa diera a luz a su primogénita; que después de varios días de ayuno. Se le fue concedido su deseo dando a luz a una bebé. Quién nació con la particularidad de tener la piel tan oscura como un abismo sin fondo. Sumando un par de marcas sobre los brazos y espalda pero menor fue su importancia, pues todo lo que sentían fue la alegría de tener por fin, a un bebé. Se dice que en aquella noche fue cuando una sombra misteriosa le hizo una visita a la bebé, quien dormía en paz sin percatarse de quién o que era aquella visita misteriosa.

    El tiempo paso y ella creció, aceptando que era muy diferente a los demás, lo que le ganó burlas e incesante acoso de los demás niños y de su comunidad. Lo que hizo que se aislara en su habitación, por ello y en su soledad, aprendió a leer pues su padre le leía cuento tras cuento cada noche. Hasta que ya cerca de los 17 años, era amante de la literatura buscando un día poder observar el mundo con sus propios ojos. Ahora su más ferviente deseo era poder salir de su país natal y así, poder escribir su propia historia donde con mochila en mano, su corazón cuan brújula se embarca en un sin fin de aventuras.

    De complexión delgada con cabello corte bob mediano color negro, en sus ojos se delinea una sutil curva atractiva que atrapa con solo la mirada, sus labios también se colorean del mismo color haciendo brillar cada sonrisa que entrega. De carácter sonriente, amigable y sociable con ganas de descubrir el mundo. Su vestimenta consta de un corset de batalla dejando ver sus hombros, brazos, abdomen. En sus brazos como en su espalda como se mencionó antes, posee lo que a primera vista parecen tatuajes dorados, pero va más allá de eso y nadie, hasta ahora ha podido saber su origen o significado. En su cuello se erige un collarín que eleva del mismo solo un poco. Un pantalón de tela con un encaje de fuego que sobresale desde el talón hasta la cintura, terminando en un par de sandalias.
    Siendo una guerrera tiene muy arraigada la disciplina de combate, con un temple indomable. Fuera de todo eso es una chica amable, dulce, caritativa y siempre con el afán de servir a otros. Aunque con temor, no duda en salir al peligro para enfrentarse a lo que fuera con tal de ayudar a quienes lo necesiten.

    En la ciudad del Cairo a las 2:45 p.m va caminando con mochila en hombro observando a su alrededor como los edificios se alzan formándose en una fila desigual casi surrealista. Asombrandose por el caos citadino cuan niña que va conociendo el mundo por primera vez. Así es como ella va dando cada paso a la espera de descubrir algo nuevo. En la esquina de la acera se detiene para dar paso a los vehículos, mientras espera nota la curiosa mirada de los transeúntes pero ya está acostumbrada a eso. Tanta era la gente que al dar el tercer paso, es empujada casi hasta caer pero todo el tráfico hace que caiga su mochila perdièndola entre la muchedumbre. Se quedaría justo a la mitad hasta que todos pasarán pero cuando eso pasa no la encuentra llegando a sentir un enorme vacío. No se puede dar el lujo de perderla pues ahí tiene su bitácora, cosas de uso personal, dinero, pasaporte, Identificación etc. De perderlo se quedaría literal en las calles, también se da cuenta que estando a mitad de la calle los autos tocan el claxon para que se retire de la acera. Lo que enciende las alarmas en su cabeza haciendo que corra al otro lado, al llegar el tráfico sigue su curso. Se cruza de brazos molesta por perder su mochila con un vacío enorme en el estómago y que decir de la culpa que siente por ser tan distraída. No se detendría hasta encontrarla y ser más precavida; es entonces que un grupo de niños alardean sobre tener su propiedad comenzando a correr por entre los angostos callejones. Nenet solo espera a que la luz del tráfico esté en rojo para poder pasar dándoles caza. — ¡Oigan eso es mío! - Grita con ahínco al otro lado de la acera alzando las manos brincando buscando evitar que corran pero se pierden entre los callejones.

    Va tras ellos con cierta agilidad felina agudizando sus sentidos logrando poder percibir el aroma de estos, llegando dentro de una casa abandonada. Sucia y empolvada se adentra con pasos sigilosos atenta a lo que puede escuchar que, de pronto, se deja escuchar algunos barullos en un patio. A traves de una manchada ventana los encuentra pensando en cómo darles un buen susto por haberle robado sus pertenencias. Para salir al patio hay una puerta vieja de madera que usaria cuan película de miedo abriéndola lentamente. Dónde el chirrido de esta llama su atención pero del otro lado no hay nadie. Mientras están distraídos salta de repente con una macabra mirada para asustarlos y así, huyen despavoridos encontrando todo regado. Suspira tapándose los ojos molesta susurra para si misma: — Debo dejar de ser tan distraída. No puedo quedarme así de nuevo —. Acomoda todo en su lugar cargando su mochila al hombro. Suspira de nuevo saliendo del lugar retomando el camino que tenía previsto en dirección a Jerusalén, por orden de su padre para tener bendición en su travesía.
    Nuestra historia comienza en Alexandria, Egipto nace en el seno de una familia humilde dónde junto con su padre y madre, viven en armonía, pero no siempre fue así pues tiempo atrás ya habían perdido a un hijo y Nenet antes de nacer, parecía que también tendría el mismo destino. Pero fue su padre quien rezo al cielo, a los dioses antiguos que le concedieran un deseo. Daría y haría todo por qué su esposa diera a luz a su primogénita; que después de varios días de ayuno. Se le fue concedido su deseo dando a luz a una bebé. Quién nació con la particularidad de tener la piel tan oscura como un abismo sin fondo. Sumando un par de marcas sobre los brazos y espalda pero menor fue su importancia, pues todo lo que sentían fue la alegría de tener por fin, a un bebé. Se dice que en aquella noche fue cuando una sombra misteriosa le hizo una visita a la bebé, quien dormía en paz sin percatarse de quién o que era aquella visita misteriosa. El tiempo paso y ella creció, aceptando que era muy diferente a los demás, lo que le ganó burlas e incesante acoso de los demás niños y de su comunidad. Lo que hizo que se aislara en su habitación, por ello y en su soledad, aprendió a leer pues su padre le leía cuento tras cuento cada noche. Hasta que ya cerca de los 17 años, era amante de la literatura buscando un día poder observar el mundo con sus propios ojos. Ahora su más ferviente deseo era poder salir de su país natal y así, poder escribir su propia historia donde con mochila en mano, su corazón cuan brújula se embarca en un sin fin de aventuras. De complexión delgada con cabello corte bob mediano color negro, en sus ojos se delinea una sutil curva atractiva que atrapa con solo la mirada, sus labios también se colorean del mismo color haciendo brillar cada sonrisa que entrega. De carácter sonriente, amigable y sociable con ganas de descubrir el mundo. Su vestimenta consta de un corset de batalla dejando ver sus hombros, brazos, abdomen. En sus brazos como en su espalda como se mencionó antes, posee lo que a primera vista parecen tatuajes dorados, pero va más allá de eso y nadie, hasta ahora ha podido saber su origen o significado. En su cuello se erige un collarín que eleva del mismo solo un poco. Un pantalón de tela con un encaje de fuego que sobresale desde el talón hasta la cintura, terminando en un par de sandalias. Siendo una guerrera tiene muy arraigada la disciplina de combate, con un temple indomable. Fuera de todo eso es una chica amable, dulce, caritativa y siempre con el afán de servir a otros. Aunque con temor, no duda en salir al peligro para enfrentarse a lo que fuera con tal de ayudar a quienes lo necesiten. En la ciudad del Cairo a las 2:45 p.m va caminando con mochila en hombro observando a su alrededor como los edificios se alzan formándose en una fila desigual casi surrealista. Asombrandose por el caos citadino cuan niña que va conociendo el mundo por primera vez. Así es como ella va dando cada paso a la espera de descubrir algo nuevo. En la esquina de la acera se detiene para dar paso a los vehículos, mientras espera nota la curiosa mirada de los transeúntes pero ya está acostumbrada a eso. Tanta era la gente que al dar el tercer paso, es empujada casi hasta caer pero todo el tráfico hace que caiga su mochila perdièndola entre la muchedumbre. Se quedaría justo a la mitad hasta que todos pasarán pero cuando eso pasa no la encuentra llegando a sentir un enorme vacío. No se puede dar el lujo de perderla pues ahí tiene su bitácora, cosas de uso personal, dinero, pasaporte, Identificación etc. De perderlo se quedaría literal en las calles, también se da cuenta que estando a mitad de la calle los autos tocan el claxon para que se retire de la acera. Lo que enciende las alarmas en su cabeza haciendo que corra al otro lado, al llegar el tráfico sigue su curso. Se cruza de brazos molesta por perder su mochila con un vacío enorme en el estómago y que decir de la culpa que siente por ser tan distraída. No se detendría hasta encontrarla y ser más precavida; es entonces que un grupo de niños alardean sobre tener su propiedad comenzando a correr por entre los angostos callejones. Nenet solo espera a que la luz del tráfico esté en rojo para poder pasar dándoles caza. — ¡Oigan eso es mío! - Grita con ahínco al otro lado de la acera alzando las manos brincando buscando evitar que corran pero se pierden entre los callejones. Va tras ellos con cierta agilidad felina agudizando sus sentidos logrando poder percibir el aroma de estos, llegando dentro de una casa abandonada. Sucia y empolvada se adentra con pasos sigilosos atenta a lo que puede escuchar que, de pronto, se deja escuchar algunos barullos en un patio. A traves de una manchada ventana los encuentra pensando en cómo darles un buen susto por haberle robado sus pertenencias. Para salir al patio hay una puerta vieja de madera que usaria cuan película de miedo abriéndola lentamente. Dónde el chirrido de esta llama su atención pero del otro lado no hay nadie. Mientras están distraídos salta de repente con una macabra mirada para asustarlos y así, huyen despavoridos encontrando todo regado. Suspira tapándose los ojos molesta susurra para si misma: — Debo dejar de ser tan distraída. No puedo quedarme así de nuevo —. Acomoda todo en su lugar cargando su mochila al hombro. Suspira de nuevo saliendo del lugar retomando el camino que tenía previsto en dirección a Jerusalén, por orden de su padre para tener bendición en su travesía.
    Tipo
    Individual
    Líneas
    25
    Estado
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  • — Y bien, ¿cuántas sesiones crees que llevamos contando ésta?

    Nikolay miró a Anya unos instantes. Sus miradas, como casi siempre, se cruzaron durante los instantes que el silencio perduró en la habitación. Así solía ser cada vez que la mujer le hacía alguna pregunta: Ella dejaba de mirar su tableta y esperaba encontrar una respuesta, pero Lev se rehusaba a responderle del modo en que ella quería. El chico intentó contar con los dedos, fingió hacerlo como un chiquillo al ir levantando los dedos de sus manos, uno a uno, mientras que asentía al mismo ritmo con que su boca parecía moverse sin emitir un solo ruido. Cuando creyó que había llegado a veinte, se detuvo y terminó levantando los hombros. No tenía idea, no le importaba y tampoco parecía servirle de algo saberlo.

    « Tú deberías saberlo.» Escribió en su pizarra blanca con el marcador, la dejó leer y poco después borró las letras con prisq. Fue entonces que escribió de nuevo, uno de sus muchos comentarios ácidos que hicieron a Anya fruncir el entrecejo: « Mis padres pagan por esto, solo cuenta las transferencias o los cheques. »

    — Ha sido un año de terapias el que llevamos, Niko. Y siendo honesta, no veo ningún avance en ti. —Anya suspiró. Se acomodó los lentes mejor sobre el puente de la nariz y comenzó a hojear el expediente físico de su paciente. La cantidad de hojas y anotaciones que tenía eran exageradas, suficientes para creer que los avances de las terapias funcionaban. Pero todo estaba alejado de la realidad, pues sentía que cada día estaba alejándose más de su paciente y que no existía mejoría, por el contrario. Cada día que pasaba, Nikolay se volvía más arisco y hermético, sus respuestas se volvían banales, esquivas y ambiguas al solo limitarse al espacio que la pizarra le brindaba para explicarse. La mujer, desesperada, se sacó los lentes de lectura un momento y cruzó las piernas para, luego, echar el cuerpo hacia delante para intentar crear cercanía entre los dos.— ¿Por qué no quieres las terapias, Niko? Antes te gustaban.

    « Antes » Solo eso apareció en la pizarra. Cada letra era tan grande que no dejaba espacio para nada más. Nikolay bajó la pizarra, incluso la echó a un lado en el sofá y terminó imitando a Anya al cruzar una pierna sobre la otra, apoyó el codo sobre la rodilla y, con la mano, se cubrió la boca. No pretendía dejarla leer sus labios, ni sus expresiones, siquiera tenía intenciones de mostrarle otra vez sus pensamientos en la pizarra. Si lo conocía bien, debía bastarle con entender lo que sus ojos y su rostro podían expresar. O eso pensaba, si tan solo no pasara la mitad de la sesión revisando notas inútiles en su tableta que no los llevaban a ningún lado. Nikolay levantó la cabeza, ligeramente, como si le instara a continuar la conversación para llegar a ese punto de inflexión en el que se animaba a, por unos meses más, ceder en su posición como paciente y mantenerse como una persona dócil que necesitaba de su sabio consejo.

    — Ya sé, ya sé. No quieres hablar. Pero el juez ordenó que debes tomarlas y mostrar buenos avances si quieres obtener la custodia de tus hermanas gemelas. Si los resultados de estas terapias no te favorecen, se quedarán otro año con tus padres. —Anya se colocó de nuevo los lentes y esbozó una sonrisita, de esas que le ponían los nervios de punta a Niko, quien lo disimuló bien al morder con fuerza para no abrir la boca. La mujer se veía contenta, usando esa pequeña debilidad para retenerlo. Sin embargo, cuando notó que no había causado el efecto esperado, cerró el expediente, deshizo el cruce de sus piernas y se colocó de pie con sus pertenencias bajo el brazo.— Si no quieres trabajar ni ser honesto conmigo, está bien, puedo entenderlo. Mi trabajo es ayudarte a entender lo que te sucede y darte soluciones para ello, Niko. No soy tu enemiga, pero si no dejas verme de esa forma, no puedo obligarte y nada funcionará.

    Nikolay le siguió con la mirada. Sabía que su psicóloga tenía razón. Llevaba años trabajando con ella, casi desde que en la preparatoria le sugirieran a sus padres recibir "ayuda" por su comportamiento rebelde; nadie le conocía tan bien como ella y nadie iba a soportar su temperamento de mierda como ella. Fue entonces que dio la alusión de suspirar, con pesadez y un hastío que se le notaba en toda la cara; Anya sonrió y amplió ese gesto cuando lo vio tomar la pizarra nuevamente para comenzar a escribir. Podia presentir que en esta ocasión el mensaje sería diferente, porque parecía tardarse más tiempo de lo usual en ello.

    « ¿Por qué quieres ayudarme? Si no es por el dinero ni por los beneficios de mi padre, ¿entonces por qué? No quiero tu lástima. » Hubo silencio. Aunque la expresión en el rostro de la rubia fue de asombro, una carcajada sonora rompió el incómodo momento que tenían los dos. Lev se sorprendió por un momento, nunca la había escuchado reírse de ese modo tan libre, tan jovial... Como si nada le importaray no tuviera que ocultarse, como siempre, detrás de sus manos para reírse. De a poco, Anya se acercó hasta tomar asiento en el espacio libre del sofá que Nikolay usaba. Sus miradas de nuevo se cruzaron y ella pareció tan risueña, y tan melancólica, que le dio pena.

    — No es lástima, no siento lástima por ti. Más bien me da tristeza, porque hay muchas emociones dentro de ti que no entiendes y que solo ocultas usando otras. Yo puedo ayudarte. —Anya asintió, frunció los labios para tranquilizar el gesto en su boca porque quería reírse de la cara que estaba haciendo Lev.— Llevamos varios años de terapia intermitente, claro que algo debía saber de ti, Lev. Ahora, ¿por qué no me cuentas como están las chicas? ¿Qué has hecho para ayudarlas a elegir dónde quieren estudiar?

    Nikolay bajó la mirada un momento. Parecía plantearse con demasiada seriedad el seguir o no en esa habitación, con esa mujer, con esas preguntas triviales que de a poco lo acercarían a las preguntas que no quería responder jamás. Pero tenía razón, no quería hablar, no quería decir nada de él ni de su pasado, mucho menos de cómo se sentía, pero... Debía sacar a sus hermanas de ese hogar antes de que terminaran sufriendo por el peso de sus decisiones. De a poco, Lev movió las manos, al inicio sin energía, pero de a poco aumentó el ritmo de ellas hasta que la conversación se volvió más casual, permitiéndose fluir en ese lenguaje que, con el tiempo, Anya había comprendido.

    « No mucho. No saben aún lo que quieren. Todos los días tienen nuevas opciones e ideas. Han visto demasiados videos en internet, así que elegir es difícil. Les he aconsejado, pero a los dos días llegan con algo nuego y... » El movimiento se detuvo de manera abrupta hasta que, instantes después, se retomó con calma para decir una sola cosa: « Gracias. »
    — Y bien, ¿cuántas sesiones crees que llevamos contando ésta? Nikolay miró a Anya unos instantes. Sus miradas, como casi siempre, se cruzaron durante los instantes que el silencio perduró en la habitación. Así solía ser cada vez que la mujer le hacía alguna pregunta: Ella dejaba de mirar su tableta y esperaba encontrar una respuesta, pero Lev se rehusaba a responderle del modo en que ella quería. El chico intentó contar con los dedos, fingió hacerlo como un chiquillo al ir levantando los dedos de sus manos, uno a uno, mientras que asentía al mismo ritmo con que su boca parecía moverse sin emitir un solo ruido. Cuando creyó que había llegado a veinte, se detuvo y terminó levantando los hombros. No tenía idea, no le importaba y tampoco parecía servirle de algo saberlo. « Tú deberías saberlo.» Escribió en su pizarra blanca con el marcador, la dejó leer y poco después borró las letras con prisq. Fue entonces que escribió de nuevo, uno de sus muchos comentarios ácidos que hicieron a Anya fruncir el entrecejo: « Mis padres pagan por esto, solo cuenta las transferencias o los cheques. » — Ha sido un año de terapias el que llevamos, Niko. Y siendo honesta, no veo ningún avance en ti. —Anya suspiró. Se acomodó los lentes mejor sobre el puente de la nariz y comenzó a hojear el expediente físico de su paciente. La cantidad de hojas y anotaciones que tenía eran exageradas, suficientes para creer que los avances de las terapias funcionaban. Pero todo estaba alejado de la realidad, pues sentía que cada día estaba alejándose más de su paciente y que no existía mejoría, por el contrario. Cada día que pasaba, Nikolay se volvía más arisco y hermético, sus respuestas se volvían banales, esquivas y ambiguas al solo limitarse al espacio que la pizarra le brindaba para explicarse. La mujer, desesperada, se sacó los lentes de lectura un momento y cruzó las piernas para, luego, echar el cuerpo hacia delante para intentar crear cercanía entre los dos.— ¿Por qué no quieres las terapias, Niko? Antes te gustaban. « Antes » Solo eso apareció en la pizarra. Cada letra era tan grande que no dejaba espacio para nada más. Nikolay bajó la pizarra, incluso la echó a un lado en el sofá y terminó imitando a Anya al cruzar una pierna sobre la otra, apoyó el codo sobre la rodilla y, con la mano, se cubrió la boca. No pretendía dejarla leer sus labios, ni sus expresiones, siquiera tenía intenciones de mostrarle otra vez sus pensamientos en la pizarra. Si lo conocía bien, debía bastarle con entender lo que sus ojos y su rostro podían expresar. O eso pensaba, si tan solo no pasara la mitad de la sesión revisando notas inútiles en su tableta que no los llevaban a ningún lado. Nikolay levantó la cabeza, ligeramente, como si le instara a continuar la conversación para llegar a ese punto de inflexión en el que se animaba a, por unos meses más, ceder en su posición como paciente y mantenerse como una persona dócil que necesitaba de su sabio consejo. — Ya sé, ya sé. No quieres hablar. Pero el juez ordenó que debes tomarlas y mostrar buenos avances si quieres obtener la custodia de tus hermanas gemelas. Si los resultados de estas terapias no te favorecen, se quedarán otro año con tus padres. —Anya se colocó de nuevo los lentes y esbozó una sonrisita, de esas que le ponían los nervios de punta a Niko, quien lo disimuló bien al morder con fuerza para no abrir la boca. La mujer se veía contenta, usando esa pequeña debilidad para retenerlo. Sin embargo, cuando notó que no había causado el efecto esperado, cerró el expediente, deshizo el cruce de sus piernas y se colocó de pie con sus pertenencias bajo el brazo.— Si no quieres trabajar ni ser honesto conmigo, está bien, puedo entenderlo. Mi trabajo es ayudarte a entender lo que te sucede y darte soluciones para ello, Niko. No soy tu enemiga, pero si no dejas verme de esa forma, no puedo obligarte y nada funcionará. Nikolay le siguió con la mirada. Sabía que su psicóloga tenía razón. Llevaba años trabajando con ella, casi desde que en la preparatoria le sugirieran a sus padres recibir "ayuda" por su comportamiento rebelde; nadie le conocía tan bien como ella y nadie iba a soportar su temperamento de mierda como ella. Fue entonces que dio la alusión de suspirar, con pesadez y un hastío que se le notaba en toda la cara; Anya sonrió y amplió ese gesto cuando lo vio tomar la pizarra nuevamente para comenzar a escribir. Podia presentir que en esta ocasión el mensaje sería diferente, porque parecía tardarse más tiempo de lo usual en ello. « ¿Por qué quieres ayudarme? Si no es por el dinero ni por los beneficios de mi padre, ¿entonces por qué? No quiero tu lástima. » Hubo silencio. Aunque la expresión en el rostro de la rubia fue de asombro, una carcajada sonora rompió el incómodo momento que tenían los dos. Lev se sorprendió por un momento, nunca la había escuchado reírse de ese modo tan libre, tan jovial... Como si nada le importaray no tuviera que ocultarse, como siempre, detrás de sus manos para reírse. De a poco, Anya se acercó hasta tomar asiento en el espacio libre del sofá que Nikolay usaba. Sus miradas de nuevo se cruzaron y ella pareció tan risueña, y tan melancólica, que le dio pena. — No es lástima, no siento lástima por ti. Más bien me da tristeza, porque hay muchas emociones dentro de ti que no entiendes y que solo ocultas usando otras. Yo puedo ayudarte. —Anya asintió, frunció los labios para tranquilizar el gesto en su boca porque quería reírse de la cara que estaba haciendo Lev.— Llevamos varios años de terapia intermitente, claro que algo debía saber de ti, Lev. Ahora, ¿por qué no me cuentas como están las chicas? ¿Qué has hecho para ayudarlas a elegir dónde quieren estudiar? Nikolay bajó la mirada un momento. Parecía plantearse con demasiada seriedad el seguir o no en esa habitación, con esa mujer, con esas preguntas triviales que de a poco lo acercarían a las preguntas que no quería responder jamás. Pero tenía razón, no quería hablar, no quería decir nada de él ni de su pasado, mucho menos de cómo se sentía, pero... Debía sacar a sus hermanas de ese hogar antes de que terminaran sufriendo por el peso de sus decisiones. De a poco, Lev movió las manos, al inicio sin energía, pero de a poco aumentó el ritmo de ellas hasta que la conversación se volvió más casual, permitiéndose fluir en ese lenguaje que, con el tiempo, Anya había comprendido. « No mucho. No saben aún lo que quieren. Todos los días tienen nuevas opciones e ideas. Han visto demasiados videos en internet, así que elegir es difícil. Les he aconsejado, pero a los dos días llegan con algo nuego y... » El movimiento se detuvo de manera abrupta hasta que, instantes después, se retomó con calma para decir una sola cosa: « Gracias. »
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  • La efímera vida de la mayoría de los humanos se podría escribir por completo en tan solo unas pocas líneas. Qué historias tan horriblemente aburridas...
    La efímera vida de la mayoría de los humanos se podría escribir por completo en tan solo unas pocas líneas. Qué historias tan horriblemente aburridas...
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  • « ¿Y ahora qué hago? No debía terminar así. Es otro de esos malditos malentendidos. »

    Ese siempre había sido uno de sus problemas. No importaba cómo, siempre terminaba envuelto en algún malentendido con sus compañeros de oficina porque los seguía en silencio. A muchos les parecía raro, otros intentaban verlo como algo equis y nunca faltaba el que terminaba haciendo un alboroto porque "lo estaba siguiendo". Pues claro, los seguía por los pasillos porque no podía gritarles que esperaran por él o que quería preguntarles algo, siempre terminaba caminando detrás de ellos reuniendo la confianza suficiente para tocarles el hombro o un brazo. Pero siempre recibía las mismas miradas de odio o fastidio la primera vez. ¿Qué iba a saber que no a todos les gustaba el contacto físico de esa forma? ¿Qué más podía hacer? ¿Arrojarles bolas de papel o tonterías hasta que decidieran mirarlo? Sí, sí lo había intentado con algunos de sus amigos y aquello le había dado un par de pases directos a la oficina de orientación.

    Nikolay sacudió sus manos en repetidas ocasiones mientras que se ponía a la defensiva. A veces no pasaba solo de una mirada, en otras podía escalar hasta recibir algún insulto o una maldición que lo hacía odiar enormemente al mundo, pero siempre esperaba lo peor: Un golpe o una bofetada. De esas que solían darle sus padres o su hermano mayor para "enderezarlo" y que dejara de actuar como un idiota discapacitado. De inmediato sacó su teléfono, donde comenzó a escribir un par de cosas para mostrarle, al final, el resultado de su bloc de notas.

    « Lo lamento. Solo quería decirte que dejaste caer tu billetera y la levanté. Lo siento, caminas muy rápido. » Una vez que le permitió leer, Niko se palpó los bolsillos del pantalón hasta que sacó aquel objeto. Siempre que revelaba sus intenciones, al seguirlos en silencio insistentemente, parecía que el mundo a su alrededor cambiaba y dejaba de ser un completo extraño, o un acosador quizá. Aunque sonreía, sólo podía pensar en una cosa: Detestaba la hipocresía y la doble cara que le mostraban los demás al verlo con lástima.
    « ¿Y ahora qué hago? No debía terminar así. Es otro de esos malditos malentendidos. » Ese siempre había sido uno de sus problemas. No importaba cómo, siempre terminaba envuelto en algún malentendido con sus compañeros de oficina porque los seguía en silencio. A muchos les parecía raro, otros intentaban verlo como algo equis y nunca faltaba el que terminaba haciendo un alboroto porque "lo estaba siguiendo". Pues claro, los seguía por los pasillos porque no podía gritarles que esperaran por él o que quería preguntarles algo, siempre terminaba caminando detrás de ellos reuniendo la confianza suficiente para tocarles el hombro o un brazo. Pero siempre recibía las mismas miradas de odio o fastidio la primera vez. ¿Qué iba a saber que no a todos les gustaba el contacto físico de esa forma? ¿Qué más podía hacer? ¿Arrojarles bolas de papel o tonterías hasta que decidieran mirarlo? Sí, sí lo había intentado con algunos de sus amigos y aquello le había dado un par de pases directos a la oficina de orientación. Nikolay sacudió sus manos en repetidas ocasiones mientras que se ponía a la defensiva. A veces no pasaba solo de una mirada, en otras podía escalar hasta recibir algún insulto o una maldición que lo hacía odiar enormemente al mundo, pero siempre esperaba lo peor: Un golpe o una bofetada. De esas que solían darle sus padres o su hermano mayor para "enderezarlo" y que dejara de actuar como un idiota discapacitado. De inmediato sacó su teléfono, donde comenzó a escribir un par de cosas para mostrarle, al final, el resultado de su bloc de notas. « Lo lamento. Solo quería decirte que dejaste caer tu billetera y la levanté. Lo siento, caminas muy rápido. » Una vez que le permitió leer, Niko se palpó los bolsillos del pantalón hasta que sacó aquel objeto. Siempre que revelaba sus intenciones, al seguirlos en silencio insistentemente, parecía que el mundo a su alrededor cambiaba y dejaba de ser un completo extraño, o un acosador quizá. Aunque sonreía, sólo podía pensar en una cosa: Detestaba la hipocresía y la doble cara que le mostraban los demás al verlo con lástima.
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  • « Recuerdos de un Zorro »


    // Es un texto denso. +18. Agradezco a quien se tome el tiempo de leerlo. Soy disléxico; amo escribir y la creación de estos escritos me cuesta mucho tiempo y esfuerzo. Gracias de antemano . Espero que lo disfruten.//

    Durante los siguientes años, tras la muerte sanguinolenta de su familia; aquella que le dió nombre y le enseñó a ser humano, no se permitió el lujo de amar o tener afecto por nadie.

    No nacía de sus entrañas... El amar le había traído un dolor que cargaría por la eternidad, sin que este se desvaneciese en el perpetuo tiempo. El dolor lo consumía hasta el tuétano. Ni siquiera la venganza había servido de bálsamo frío para calmar la quemazón en su pecho. El dolor de la perdida, había dejando un hoyo tan profundo que ni las lágrimas de toda una vida eran capaces de llenar tal hueco. Estaba roto; el ojo derecho de Kami Inari se había corrompido por haberse vuelto demasiado humano.

    Durante un tiempo el zorro se aisló en el bosque, el único lugar donde podía ahogar su llanto sin ser molestado. En las noches el agudo aullido del zorro anunciaba la tristeza que lo envolvía. El bosque lloraba con él, reverberando en toda su extensión, volviéndolo un lugar de tristeza y lamento. Un bosque desesperanzado, sin la gracia vida que aportaba su energía al alma. Entrar en la espesura de este te sacaba el aliento, siendo remplazado por bocanadas de dolorosa desazón.

    No encontraba consuelo en su amado bosque. El tacto de la tierra húmeda bajos sus pies no se sentía igual, los rayos de sol que acariciaban su piel de porcelana no se sentían cálidos y el aire puro de este se sentía denso en los pulmones.

    Entonces recordó por alguna razón el beso robado por aquel chico en el callejón, aquel que le había hecho sentir un placer diferente al que hubiese vivido hasta ahora. Un beso dado el mismo día que su mundo se desmoronó por la llegada de la muerte a su hogar. Como si el caprichoso destino le hubiese otorgado un ultimo regalo antes de castigarlo. Este acariciaba sus labios con las puntas de sus dedos, recordando la calidez y la humedad que se había derramado en su boca. Si su bosque no le otorgaba descanso de su pena, este pensaba ir a buscarlo a otro lugar.

    Kazuo tomo de un pequeño refugio la única prenda que aún le quedaba, aquella a la que con esfuerzo le había intentado limpiar la sangre de aquellos a los que hizo pagar con su ira. Se vistió, y con pasos titubeantes comenzó a caminar. Tras horas de caminata este llegó a una población, lo suficientemente grande como para pasar “desapercibido”. Este había estado practicando, y consiguió, no sin esfuerzo, volver sus cabellos plateados a un negro tan vibrante como la obsidiana. Lo único que se mantenía incorregible en él eran aquellos ojos azules como el lapislázuli.

    Su presencia se hizo notar de forma irremediable, a pesar de sus ropas, casi harapos, la belleza y elegancia que portaba de forma natural Kazuo no pasaba inadvertido para quienes pasaban junto a él. Era hermoso, tanto que parecía casi irreal, lo cual no resultaba raro, era hijo de Inari, un ser nacido bajo la gracia y brillo de la luna.

    Este pudo oler un delicioso aroma. Un olor cálido y especiado. Se encaminó hacía este, llegando a una especie de establecimiento de comida y bebida. Kazuo conocía este tipo de sitios, los había frecuentado algunas veces acompañado con jóvenes de su aparente edad. Entró en el local, algunas voces se callaron y otras se transformarían en suaves murmullos con la aparición de este. El zorro en silencio tomo asiento en una mesa situada en una discreta esquina, plantando su porte sobre un viejo cojín en el suelo de tatami. Una joven no tardó en dirigirse a él con una bandeja, dejando un baso de té caliente de cortesía.

    ~Buenas tardes señor. ¿Que desea para comer?. ~ Le preguntaba la muchacha con tono exageradamente dulce.

    Kazuo se quedó por unos largos segundos en silencio, hacía mucho que no había hablado con otro ser humano, esperaba que las palabras no salieran de forma abrupta por su boca.

    -Yo… Muy amable señorita, pero no dispongo de dinero con que pagarle.- Dice este con algo de vergüenza por la situación.

    La muchacha lo mira por unos segundos, afilando suavemente su mirada, como si estuviese cavilando algo por esa cabecita.

    ~ ¿Sabes que?, por eso no te preocupes. Te traeré algo, cortesía de la casa por esta vez. Aquí no se le niega un plato de comida a alguien que lo necesita.~ Decía está mientras sostenía la bandeja entre su cadera y una de sus manos. Con la mano libre que le quedaba, jugaba con un mechón suelto que se había desatado de su improvisado recogido.

    Kazuo no dijo nada. Este se limitó a inclinarse suavemente a modo de agradecimiento. No entendía por qué aquella joven le daba de comer sin ningún tipo de pago por ello. Pero no iba a discutir tampoco, el olor de la comida lo había atraído hasta ahí, y hacía mucho tiempo que no se llevaba un plato caliente a la boca.

    El zorro rendía buena cuenta del té caliente que le habían ofrecido al entrar. A los pocos minutos aparecía la joven con una bandeja cargada con varias cosas. Está comienza a despachar frente a él la comida. Un bol de arroz blanco, un plato con un par de peces no muy grandes asados y por último un buen cuenco de udon con sopa de miso, con verduras cortadas de una forma abrupta, pero su olor era reconfortante.

    ~ Buen provecho hermosura, avísame si necesitas algo. ~ Decía está con sonrisa coqueta.

    -Gracia… Muy amable.- Decía Kazuo de una forma algo tímida, volviendo a inclinar su cabeza.

    La muchacha le guiña un ojo con descaro y se retira. Era guapa, no era una belleza destacable, pero era una zagala con buen porte y facciones delicadas. Aparentaba edad para haberse casado, aunque tal y como lo había tratado era muy posible que se tratase de una solterona.

    El zorro comienza a comer el udon de miso, el arroz y el pescado ofrecido. No era mejor que la comida que su querida madre le hacía tiempo atrás, pero no estaba nada mal, y el calor que inundaba su cuerpo era reconfortante. No tardo demasiado en acabar con el contenido de los platos, después de haber estado comiendo crudo como zorro por el bosque, aquello se había convertido en un auténtico manjar para sus pupilas gustativas.

    Tras unos minutos la joven volvió, esta vez sin bandeja. Sin darle a Kazuo opción a réplica, esta se sentó en la misma mesa, en una esquina no demasiado alejada del zorro.

    ~ Nunca te había visto por aquí, me acordaría con esa cara y esos… ojos…~ Decía de forma dulce y melosa.

    - Yo… Estoy de paso solamente.- Contesta Kazuo de forma escueta. Pasando de forma distraída las yemas de sus dedos por el filo de la taza de té casi vacía.

    ~ Ya veo. ~ Dice esta arrastrando su mirada de ojos negros hacia la mano de Kazuo. ~Mi nombre es Miko, ¿Y el tuyo? ~ Se presenta esta de forma informal, sin usar los apellidos.

    -Kazuo.- Contesta él sin hacer contacto con la mirada de la contraria.

    El lugar donde estaban sentados era convenientemente discreto, algo que la joven aprovecharía sin dudarlo. Está acerca una de sus manos a la que Kazuo mantenía toqueteando la taza de té. Los finos dedos de la joven se deslizaron en una suave caricia por el dorso de la mano del zorro hasta su muñeca, sobrepasando esta hasta su antebrazo. Aquel toque trajo de vuelta a Kazuo, de allí donde sus pensamientos estaban divagando. Aquella caricia lo hizo estremecer un poco, hacía mucho que no sentía el contacto ajeno de alguien.

    Por alguna razón que no entendía, el recuerdo de aquel beso en el callejón volvió a su mente, y sin poder evitarlo, una ola de calor recorrió su cuerpo.

    ~ Kazuo. Que bonito nombre, tanto como tú. ~ Dijo está sin dejar de pasear sus dedos en suaves caricias por el brazo del zorro.

    Los gestos de esta eran claramente seductores. La caricia en su brazo, como esta humedecía sus labios suavemente con su lengua, como su mano libre jugaba con el filo del cuello de su yukata, haciendo que este se abriese de forma insinuante, revelando tímidamente el comienzo de sus pechos. Kazuo no era tonto, y tampoco de piedra. Su mirada zafiro se desviaba instintivamente por las zonas que la joven le regalaba. La mirada del zorro iniciaba un recorrido desde los labios de Miko, pasando por su cuello y su clavícula desnuda, hasta el canal de sus senos, los cueles se ocultaban en la oscuridad interna de su yukata. La joven complacida sonríe al ver como Kazuo la repasaba con la mirada.

    Esta se levanta con movimiento suaves a la vez que provocadores de algún modo. Kazuo tenía la boca seca, y un calor comenzaba a alojarse en la parte baja de su pelvis. Esta se aleja lentamente, no sin antes hacerle un gesto sutil con la cabeza para que la siguiera. Kazuo se queda inmóvil por varios minutos. ¿Qué era esto?, ¿Era aquello lo que había venido a buscar?. En estos momentos el motor que hacía que se moviera era su instinto, haciendo que se levantase de su asiento y encaminase sus pasos hacia la puerta por la que la joven Miko había desaparecido.

    Este se cuela por dicha puerta y de inmediato una suave, pero firme mano, lo toma de la muñeca, arrastrándolo de inmediato. La joven camina sorteando algunas estancias. Llegan a una escalera de madera y bajan hasta una especie de sótano. Allí la joven Miko abre una puerta de madera vieja y entran en lo que parecía ser un almacén de víveres. La estancia apenas estaba iluminada por un par de velas. Era un lugar frío, y el olor a humedad y tierra inundaban los sentidos de Kazuo.

    ~ Al ver qué pasaban los minutos y que no venías pensé que no habían quedado claro mis intenciones ~ Decía la joven con tono seductor acercándose a Kazuo, colocando sus cálidas manos sobre el pecho de este.

    Kazuo se queda en silencio, notando como su corazón se aceleraba. ¿Era esto lo que estaba buscando de verdad?... El recuerdo de aquel cálido beso era vivido, recordó la sensación de adrenalina y placer que sintió. La joven pegaba su cuerpo aún más, haciendo que con su peso Kazuo retrocediese unos pasos, hasta que su parte trasera topó con una vieja mesa, quedando atrapado entre esta y la joven Miko.

    Otra oleada de calor volvía a recorrer el cuerpo de Kazuo, alojándose en la zona inferior de su pelvis, donde su virilidad se tensaba más y más, con cada segundo que pasaba. Miko se mordía el labio, mientras que una de sus manos descendía de forma atrevida por el cuerpo de Kazuo, desde su pecho hasta su abdomen, regalándole suaves caricias a su paso. Finalmente esta se desliza hasta la entrepierna del zorro, y comienza a masajear en suaves movimiento su miembro, por encima de la tela de su Hakama. Kazuo suelta un pesado suspiro al sentir el contacto, notando como se endurecía con cada toque que la experta mano de Miko le regalaba.

    Aquello le estaba provocando placer, muy diferente a otro que haya sentido antes, semejante al de aquel beso que aquel chico le regaló en un oscuro callejón. De cualquier forma, hacía mucho que no sentía ningún tipo de placer o sensación cálida, no desde que su familia fue asesinada.

    La joven seguía masajeando la entrepierna de Kazuo sin otorgarle descanso, lo que hacía que sutiles gemidos de placer se derramasen de los labios del zorro. Aquella sensación era totalmente nueva para él, al igual que la situación. Nadie le había tocado antes, al menos no de esa forma.

    ~ Veo que te gusta esto. ~ Decía Miko con sus labios pegados al mentón del zorro.

    La joven con su mano libre comienza a bajar su yukata, dejando que este resbalase por sus hombros hasta que sus senos quedaban expuestos. La mirada de Kazuo se ensombrecía al verlos. Blancos como la leche, y tensos por la excitación lo llamaban a gritos. Este asciende sus manos lentamente hasta que estas hacen contacto con sus pechos. Eran suaves y blandos. Sus pezones rígidos no hacían más que intensificar la calor que recorría su cuerpo. Sus manos de forma instintiva comienzan a masajear los pechos de aquella mujer, la cual soltaba provocadores gemidos ante su toque.

    ~ Mmm… Tócame más. ~ Decía Miko arrastrando las palabras de forma pastosa.

    Kazuo comenzaba apretar sus senos con necesidad, jalándolos para sí, como si quisiera apoderarse de ellos. Está gemía de puro placer ante él toque del zorro, aumentando la fricción de su mano contra su erección. Kazuo se inclinaba , bajando su rostro y llevando uno de los senos de la joven a su boca, apoderándose se su pezón con su lengua y dientes. El cuerpo de la muchacha se tensaba de placer ante tan repentino acto.

    Kazuo se movía por puro instinto, igual que aquel día en el callejón, con la diferencia de que en esta ocasión su acompañante no lo estaba rechazando. Miko desataba el Hakama de Kazuo, este absorto en devorar sus senos no reparaba en los siguientes movimientos de la joven. De pronto lo sintió; una cálida mano envolviendo la prolongación de su virilidad, haciendo que un ronco gemido saliera de su boca, chocando contra los senos de aquella mujer. Podía sentir el movimiento oscilante de arriba abajo, la mano de Miko apretando su miembro erecto por la excitación. Este de forma involuntaria atrapaba uno de los pezones de la joven entre sus dientes, dejando este enrojecido por la acción. Aquello en vez de causarle dolor hizo que un sonoro gemido saliese de la boca de la muchacha, la cual se mordía el labio con fuerza para acallar su voz.

    Aquello le estaba haciendo sentir un placer que no había experimentado antes y del cual no le habían dado nada de información. Pero su cuerpo se movía por inercia, como si supiera lo que tenía que hacer sin un manual que le indicase los pasos a seguir.

    En algún punto la joven había desatado su obi, dejándolo caer al suelo, quedando su cuerpo expuesto por la apertura de su yukata. La inexpertas manos de Kazuo se paseaba por su piel desnuda, algo torpes pero con determinación, quería más. Estas desembocan hasta el lustroso trasero de la joven, apretando su carne con sus dedos, atrayéndola hacía él con el movimiento. El yukata de esta terminaba de caer al suelo, al igual que el Haori de Kazuo, quedando ambos desnudos, expuestos ante las inclemencias de aquel húmedo almacén. Esta se separa un poco de él, soltando sus miembro; Kazuo soltaba un gruñido de queja por la repentina separación. La joven lo rodea y se sienta sobre la mesa, tomando las manos de Kazuo para acercarlo nuevamente a ella, acomodando las caderas de él entre sus piernas. Miko rodea el cuello del zorro con sus brazos y lo acerca a ella, para finalmente fundir su boca con la de Kazuo.

    No era un beso tierno, este era ardiente, salvaje. Sus lenguas se buscaban mutuamente, casi sin dejar espacio para respirar. Las caderas de ambos se movían de forma involuntaria, lo que provocaba que sus sexos se rozasen entre si, humedeciéndose el uno al otro. Las manos de Kazuo se aferraban a las caderas de la contraria, apretando esta contra su cuerpo, reclamado la fricción de su piel contra la suya. Los dedos de ella se enredaba en la suave melena de Kazuo; unos cabellos tan suave y sedoso que no eran propios de alguien que vestía aquellos harapos.

    ~ Mmm me encanta tu olor… Hueles a miel…~ Decía entre besos. ~ Limón…~ Lamia de forma lujuriosa los labios de Kazuo. ~ Menta…~ Susurra contra su boca con un tono grave.

    Kazuo no hablaba. A pesar de aquel regalo de placer no sentía nada más. No había amor, no había aprecio. Era simple y llanamente un desfogue temporal de su tristeza. Quizás lo era también para ella, un pasatiempo para hacer más ameno sus monótonos días despachando mesas, aunque eso a Kazuo no le importaba en absoluto en ese momento. Solo quería disfrutar de aquello, una escusa para evadirse de su realidad.

    Miko tomaba nuevamente el miembro de Kazuo y, con determinación, colocaba la punta de su virilidad contra la entrada de su vagina. Nadie le había enseñado ha Kazuo nada de aquello, pero no necesitaba sumar dos más dos para que su cuerpo supiera exactamente lo que debía hacer. Este de una estocada entraba en el interior de la joven, sintiendo como las paredes de su interior envolvían toda la extensión de su virilidad, recibiéndolo sin restricciones y haciéndole soltar un ronco y amortiguado gemido contra la boca de la joven.

    Aquella oleada de placer hizo que los cabellos del zorro se tintaran del color de la luna, pero por suerte, la escasa luz del lugar hacía casi imperceptible el cambio. Este comenzó a mover sus caderas, entrando y saliendo del interior de aquella mujer una y otra vez. Cada embestida era una oleada de placer que se iba acumulando en su pelvis, como si estuviese apunto de estallar. Ambos gemían de forma descontrolada, ahogando estos en sus bocas para que su encuentro pecaminoso quedase en la más absoluta intimidad.

    No había amor ni ternura por parte de Kazuo, tan solo necesidad de obtener placer a través de aquella carne, a través de Miko. Ella al igual que él, lo usaba para evadirse de su propia realidad, una solterona condenada a servir sopa de miso de por vida.

    Las embestidas de Kazuo quedaban lejos de ser amables. Estas eran un vivo reflejo de la desesperación de encontrar algo que le aliviase la pena, aunque fuera a penas por unos minutos. Sus labios se desplazaban desde los labios de la joven hasta su cuello. Lamió su piel, decorada con una suave capa de sudor producida por la agitación del momento. El sabor era salado y especiado de haber estado trabajando en las cocinas. Al igual que su aroma; olía a vapor especiado y humo. La lengua del zorro se paseaba por el lateral de su cuello hasta su oreja , lamiendo esta de forma lasciva y mordiendo el lóbulo de la misma. La joven gimoteaba de placer a su toque , quedando claro lo mucho que le gustaba aquello.

    La mirada de Kazuo ya no era brillante, esta estaba ensombrecida por un deseo vacío. Así era, un deseo vacío, pero que le otorgaba el placer que necesitaba en ese momento. Este sintió como las paredes de aquella mujer se contraía alrededor de su miembro, constriñendo este a causa del orgasmo que recorría el cuerpo de la joven. Aquello lo hizo estremecer, y al igual que ella este sintió como el calor que se había estando alojado en su pelvis se derramaba en el interior de ella. El placer lo recorrió desde la cabeza hasta la punta de sus pies, sintiendo como la oleada húmeda salía, desembocando dentro del sexo ajeno.

    Las embestidas se fueron ralentizando hasta que censaron, sintiendo como los últimos espasmos de su cuerpo paraban finalmente. La joven poco a poco conseguía amansar su respiración al igual que él. No hubo beso de despedida, esta sonreía complacida mientras se bajaba de la mesa, triunfante de haber alcanzado su objetivo. Miko se vestía y Kazuo hizo lo propio.

    ~Hacía tiempo que no disfrutaba tanto de un hombre. Espero que nos volvamos a ver muchacho.~ Decía esta, coqueta, intentando arreglar su recogido despeinado por el encuentro.

    Kazuo no dijo nada, apenas asintió con la cabeza. Una mezcla de vergüenza e incertidumbre se alojaba en su pecho. ¿Estaba bien entregarse a alguien por mero placer?, ¿Hacerlo sin amor?, ¿Usarlo como medio de evasión de su tristeza?.

    El zorro había perdido su virginidad en aquel oscuro y húmedo almacén, con una mujer que no conocía de nada y que jamás volvería a ver. Kazuo volvió a su bosque, a aislarse de los humanos que solo se movían por impulsos egoístas. Solo volvería a encontrarse con estos movido por la misma necesidad que lo llevo a aquel primer encuentro carnal. A usarlos al igual que lo habían usado a él.

    Con el paso se los siglos esto iría cambiando. Su corazón se irían sanando, volviéndose cálido. Pero esto es una nueva historia del zorro. La cual sera desvelada en el futuro.

    « Recuerdos de un Zorro » // Es un texto denso. +18. Agradezco a quien se tome el tiempo de leerlo. Soy disléxico; amo escribir y la creación de estos escritos me cuesta mucho tiempo y esfuerzo. Gracias de antemano 🫂. Espero que lo disfruten.// Durante los siguientes años, tras la muerte sanguinolenta de su familia; aquella que le dió nombre y le enseñó a ser humano, no se permitió el lujo de amar o tener afecto por nadie. No nacía de sus entrañas... El amar le había traído un dolor que cargaría por la eternidad, sin que este se desvaneciese en el perpetuo tiempo. El dolor lo consumía hasta el tuétano. Ni siquiera la venganza había servido de bálsamo frío para calmar la quemazón en su pecho. El dolor de la perdida, había dejando un hoyo tan profundo que ni las lágrimas de toda una vida eran capaces de llenar tal hueco. Estaba roto; el ojo derecho de Kami Inari se había corrompido por haberse vuelto demasiado humano. Durante un tiempo el zorro se aisló en el bosque, el único lugar donde podía ahogar su llanto sin ser molestado. En las noches el agudo aullido del zorro anunciaba la tristeza que lo envolvía. El bosque lloraba con él, reverberando en toda su extensión, volviéndolo un lugar de tristeza y lamento. Un bosque desesperanzado, sin la gracia vida que aportaba su energía al alma. Entrar en la espesura de este te sacaba el aliento, siendo remplazado por bocanadas de dolorosa desazón. No encontraba consuelo en su amado bosque. El tacto de la tierra húmeda bajos sus pies no se sentía igual, los rayos de sol que acariciaban su piel de porcelana no se sentían cálidos y el aire puro de este se sentía denso en los pulmones. Entonces recordó por alguna razón el beso robado por aquel chico en el callejón, aquel que le había hecho sentir un placer diferente al que hubiese vivido hasta ahora. Un beso dado el mismo día que su mundo se desmoronó por la llegada de la muerte a su hogar. Como si el caprichoso destino le hubiese otorgado un ultimo regalo antes de castigarlo. Este acariciaba sus labios con las puntas de sus dedos, recordando la calidez y la humedad que se había derramado en su boca. Si su bosque no le otorgaba descanso de su pena, este pensaba ir a buscarlo a otro lugar. Kazuo tomo de un pequeño refugio la única prenda que aún le quedaba, aquella a la que con esfuerzo le había intentado limpiar la sangre de aquellos a los que hizo pagar con su ira. Se vistió, y con pasos titubeantes comenzó a caminar. Tras horas de caminata este llegó a una población, lo suficientemente grande como para pasar “desapercibido”. Este había estado practicando, y consiguió, no sin esfuerzo, volver sus cabellos plateados a un negro tan vibrante como la obsidiana. Lo único que se mantenía incorregible en él eran aquellos ojos azules como el lapislázuli. Su presencia se hizo notar de forma irremediable, a pesar de sus ropas, casi harapos, la belleza y elegancia que portaba de forma natural Kazuo no pasaba inadvertido para quienes pasaban junto a él. Era hermoso, tanto que parecía casi irreal, lo cual no resultaba raro, era hijo de Inari, un ser nacido bajo la gracia y brillo de la luna. Este pudo oler un delicioso aroma. Un olor cálido y especiado. Se encaminó hacía este, llegando a una especie de establecimiento de comida y bebida. Kazuo conocía este tipo de sitios, los había frecuentado algunas veces acompañado con jóvenes de su aparente edad. Entró en el local, algunas voces se callaron y otras se transformarían en suaves murmullos con la aparición de este. El zorro en silencio tomo asiento en una mesa situada en una discreta esquina, plantando su porte sobre un viejo cojín en el suelo de tatami. Una joven no tardó en dirigirse a él con una bandeja, dejando un baso de té caliente de cortesía. ~Buenas tardes señor. ¿Que desea para comer?. ~ Le preguntaba la muchacha con tono exageradamente dulce. Kazuo se quedó por unos largos segundos en silencio, hacía mucho que no había hablado con otro ser humano, esperaba que las palabras no salieran de forma abrupta por su boca. -Yo… Muy amable señorita, pero no dispongo de dinero con que pagarle.- Dice este con algo de vergüenza por la situación. La muchacha lo mira por unos segundos, afilando suavemente su mirada, como si estuviese cavilando algo por esa cabecita. ~ ¿Sabes que?, por eso no te preocupes. Te traeré algo, cortesía de la casa por esta vez. Aquí no se le niega un plato de comida a alguien que lo necesita.~ Decía está mientras sostenía la bandeja entre su cadera y una de sus manos. Con la mano libre que le quedaba, jugaba con un mechón suelto que se había desatado de su improvisado recogido. Kazuo no dijo nada. Este se limitó a inclinarse suavemente a modo de agradecimiento. No entendía por qué aquella joven le daba de comer sin ningún tipo de pago por ello. Pero no iba a discutir tampoco, el olor de la comida lo había atraído hasta ahí, y hacía mucho tiempo que no se llevaba un plato caliente a la boca. El zorro rendía buena cuenta del té caliente que le habían ofrecido al entrar. A los pocos minutos aparecía la joven con una bandeja cargada con varias cosas. Está comienza a despachar frente a él la comida. Un bol de arroz blanco, un plato con un par de peces no muy grandes asados y por último un buen cuenco de udon con sopa de miso, con verduras cortadas de una forma abrupta, pero su olor era reconfortante. ~ Buen provecho hermosura, avísame si necesitas algo. ~ Decía está con sonrisa coqueta. -Gracia… Muy amable.- Decía Kazuo de una forma algo tímida, volviendo a inclinar su cabeza. La muchacha le guiña un ojo con descaro y se retira. Era guapa, no era una belleza destacable, pero era una zagala con buen porte y facciones delicadas. Aparentaba edad para haberse casado, aunque tal y como lo había tratado era muy posible que se tratase de una solterona. El zorro comienza a comer el udon de miso, el arroz y el pescado ofrecido. No era mejor que la comida que su querida madre le hacía tiempo atrás, pero no estaba nada mal, y el calor que inundaba su cuerpo era reconfortante. No tardo demasiado en acabar con el contenido de los platos, después de haber estado comiendo crudo como zorro por el bosque, aquello se había convertido en un auténtico manjar para sus pupilas gustativas. Tras unos minutos la joven volvió, esta vez sin bandeja. Sin darle a Kazuo opción a réplica, esta se sentó en la misma mesa, en una esquina no demasiado alejada del zorro. ~ Nunca te había visto por aquí, me acordaría con esa cara y esos… ojos…~ Decía de forma dulce y melosa. - Yo… Estoy de paso solamente.- Contesta Kazuo de forma escueta. Pasando de forma distraída las yemas de sus dedos por el filo de la taza de té casi vacía. ~ Ya veo. ~ Dice esta arrastrando su mirada de ojos negros hacia la mano de Kazuo. ~Mi nombre es Miko, ¿Y el tuyo? ~ Se presenta esta de forma informal, sin usar los apellidos. -Kazuo.- Contesta él sin hacer contacto con la mirada de la contraria. El lugar donde estaban sentados era convenientemente discreto, algo que la joven aprovecharía sin dudarlo. Está acerca una de sus manos a la que Kazuo mantenía toqueteando la taza de té. Los finos dedos de la joven se deslizaron en una suave caricia por el dorso de la mano del zorro hasta su muñeca, sobrepasando esta hasta su antebrazo. Aquel toque trajo de vuelta a Kazuo, de allí donde sus pensamientos estaban divagando. Aquella caricia lo hizo estremecer un poco, hacía mucho que no sentía el contacto ajeno de alguien. Por alguna razón que no entendía, el recuerdo de aquel beso en el callejón volvió a su mente, y sin poder evitarlo, una ola de calor recorrió su cuerpo. ~ Kazuo. Que bonito nombre, tanto como tú. ~ Dijo está sin dejar de pasear sus dedos en suaves caricias por el brazo del zorro. Los gestos de esta eran claramente seductores. La caricia en su brazo, como esta humedecía sus labios suavemente con su lengua, como su mano libre jugaba con el filo del cuello de su yukata, haciendo que este se abriese de forma insinuante, revelando tímidamente el comienzo de sus pechos. Kazuo no era tonto, y tampoco de piedra. Su mirada zafiro se desviaba instintivamente por las zonas que la joven le regalaba. La mirada del zorro iniciaba un recorrido desde los labios de Miko, pasando por su cuello y su clavícula desnuda, hasta el canal de sus senos, los cueles se ocultaban en la oscuridad interna de su yukata. La joven complacida sonríe al ver como Kazuo la repasaba con la mirada. Esta se levanta con movimiento suaves a la vez que provocadores de algún modo. Kazuo tenía la boca seca, y un calor comenzaba a alojarse en la parte baja de su pelvis. Esta se aleja lentamente, no sin antes hacerle un gesto sutil con la cabeza para que la siguiera. Kazuo se queda inmóvil por varios minutos. ¿Qué era esto?, ¿Era aquello lo que había venido a buscar?. En estos momentos el motor que hacía que se moviera era su instinto, haciendo que se levantase de su asiento y encaminase sus pasos hacia la puerta por la que la joven Miko había desaparecido. Este se cuela por dicha puerta y de inmediato una suave, pero firme mano, lo toma de la muñeca, arrastrándolo de inmediato. La joven camina sorteando algunas estancias. Llegan a una escalera de madera y bajan hasta una especie de sótano. Allí la joven Miko abre una puerta de madera vieja y entran en lo que parecía ser un almacén de víveres. La estancia apenas estaba iluminada por un par de velas. Era un lugar frío, y el olor a humedad y tierra inundaban los sentidos de Kazuo. ~ Al ver qué pasaban los minutos y que no venías pensé que no habían quedado claro mis intenciones ~ Decía la joven con tono seductor acercándose a Kazuo, colocando sus cálidas manos sobre el pecho de este. Kazuo se queda en silencio, notando como su corazón se aceleraba. ¿Era esto lo que estaba buscando de verdad?... El recuerdo de aquel cálido beso era vivido, recordó la sensación de adrenalina y placer que sintió. La joven pegaba su cuerpo aún más, haciendo que con su peso Kazuo retrocediese unos pasos, hasta que su parte trasera topó con una vieja mesa, quedando atrapado entre esta y la joven Miko. Otra oleada de calor volvía a recorrer el cuerpo de Kazuo, alojándose en la zona inferior de su pelvis, donde su virilidad se tensaba más y más, con cada segundo que pasaba. Miko se mordía el labio, mientras que una de sus manos descendía de forma atrevida por el cuerpo de Kazuo, desde su pecho hasta su abdomen, regalándole suaves caricias a su paso. Finalmente esta se desliza hasta la entrepierna del zorro, y comienza a masajear en suaves movimiento su miembro, por encima de la tela de su Hakama. Kazuo suelta un pesado suspiro al sentir el contacto, notando como se endurecía con cada toque que la experta mano de Miko le regalaba. Aquello le estaba provocando placer, muy diferente a otro que haya sentido antes, semejante al de aquel beso que aquel chico le regaló en un oscuro callejón. De cualquier forma, hacía mucho que no sentía ningún tipo de placer o sensación cálida, no desde que su familia fue asesinada. La joven seguía masajeando la entrepierna de Kazuo sin otorgarle descanso, lo que hacía que sutiles gemidos de placer se derramasen de los labios del zorro. Aquella sensación era totalmente nueva para él, al igual que la situación. Nadie le había tocado antes, al menos no de esa forma. ~ Veo que te gusta esto. ~ Decía Miko con sus labios pegados al mentón del zorro. La joven con su mano libre comienza a bajar su yukata, dejando que este resbalase por sus hombros hasta que sus senos quedaban expuestos. La mirada de Kazuo se ensombrecía al verlos. Blancos como la leche, y tensos por la excitación lo llamaban a gritos. Este asciende sus manos lentamente hasta que estas hacen contacto con sus pechos. Eran suaves y blandos. Sus pezones rígidos no hacían más que intensificar la calor que recorría su cuerpo. Sus manos de forma instintiva comienzan a masajear los pechos de aquella mujer, la cual soltaba provocadores gemidos ante su toque. ~ Mmm… Tócame más. ~ Decía Miko arrastrando las palabras de forma pastosa. Kazuo comenzaba apretar sus senos con necesidad, jalándolos para sí, como si quisiera apoderarse de ellos. Está gemía de puro placer ante él toque del zorro, aumentando la fricción de su mano contra su erección. Kazuo se inclinaba , bajando su rostro y llevando uno de los senos de la joven a su boca, apoderándose se su pezón con su lengua y dientes. El cuerpo de la muchacha se tensaba de placer ante tan repentino acto. Kazuo se movía por puro instinto, igual que aquel día en el callejón, con la diferencia de que en esta ocasión su acompañante no lo estaba rechazando. Miko desataba el Hakama de Kazuo, este absorto en devorar sus senos no reparaba en los siguientes movimientos de la joven. De pronto lo sintió; una cálida mano envolviendo la prolongación de su virilidad, haciendo que un ronco gemido saliera de su boca, chocando contra los senos de aquella mujer. Podía sentir el movimiento oscilante de arriba abajo, la mano de Miko apretando su miembro erecto por la excitación. Este de forma involuntaria atrapaba uno de los pezones de la joven entre sus dientes, dejando este enrojecido por la acción. Aquello en vez de causarle dolor hizo que un sonoro gemido saliese de la boca de la muchacha, la cual se mordía el labio con fuerza para acallar su voz. Aquello le estaba haciendo sentir un placer que no había experimentado antes y del cual no le habían dado nada de información. Pero su cuerpo se movía por inercia, como si supiera lo que tenía que hacer sin un manual que le indicase los pasos a seguir. En algún punto la joven había desatado su obi, dejándolo caer al suelo, quedando su cuerpo expuesto por la apertura de su yukata. La inexpertas manos de Kazuo se paseaba por su piel desnuda, algo torpes pero con determinación, quería más. Estas desembocan hasta el lustroso trasero de la joven, apretando su carne con sus dedos, atrayéndola hacía él con el movimiento. El yukata de esta terminaba de caer al suelo, al igual que el Haori de Kazuo, quedando ambos desnudos, expuestos ante las inclemencias de aquel húmedo almacén. Esta se separa un poco de él, soltando sus miembro; Kazuo soltaba un gruñido de queja por la repentina separación. La joven lo rodea y se sienta sobre la mesa, tomando las manos de Kazuo para acercarlo nuevamente a ella, acomodando las caderas de él entre sus piernas. Miko rodea el cuello del zorro con sus brazos y lo acerca a ella, para finalmente fundir su boca con la de Kazuo. No era un beso tierno, este era ardiente, salvaje. Sus lenguas se buscaban mutuamente, casi sin dejar espacio para respirar. Las caderas de ambos se movían de forma involuntaria, lo que provocaba que sus sexos se rozasen entre si, humedeciéndose el uno al otro. Las manos de Kazuo se aferraban a las caderas de la contraria, apretando esta contra su cuerpo, reclamado la fricción de su piel contra la suya. Los dedos de ella se enredaba en la suave melena de Kazuo; unos cabellos tan suave y sedoso que no eran propios de alguien que vestía aquellos harapos. ~ Mmm me encanta tu olor… Hueles a miel…~ Decía entre besos. ~ Limón…~ Lamia de forma lujuriosa los labios de Kazuo. ~ Menta…~ Susurra contra su boca con un tono grave. Kazuo no hablaba. A pesar de aquel regalo de placer no sentía nada más. No había amor, no había aprecio. Era simple y llanamente un desfogue temporal de su tristeza. Quizás lo era también para ella, un pasatiempo para hacer más ameno sus monótonos días despachando mesas, aunque eso a Kazuo no le importaba en absoluto en ese momento. Solo quería disfrutar de aquello, una escusa para evadirse de su realidad. Miko tomaba nuevamente el miembro de Kazuo y, con determinación, colocaba la punta de su virilidad contra la entrada de su vagina. Nadie le había enseñado ha Kazuo nada de aquello, pero no necesitaba sumar dos más dos para que su cuerpo supiera exactamente lo que debía hacer. Este de una estocada entraba en el interior de la joven, sintiendo como las paredes de su interior envolvían toda la extensión de su virilidad, recibiéndolo sin restricciones y haciéndole soltar un ronco y amortiguado gemido contra la boca de la joven. Aquella oleada de placer hizo que los cabellos del zorro se tintaran del color de la luna, pero por suerte, la escasa luz del lugar hacía casi imperceptible el cambio. Este comenzó a mover sus caderas, entrando y saliendo del interior de aquella mujer una y otra vez. Cada embestida era una oleada de placer que se iba acumulando en su pelvis, como si estuviese apunto de estallar. Ambos gemían de forma descontrolada, ahogando estos en sus bocas para que su encuentro pecaminoso quedase en la más absoluta intimidad. No había amor ni ternura por parte de Kazuo, tan solo necesidad de obtener placer a través de aquella carne, a través de Miko. Ella al igual que él, lo usaba para evadirse de su propia realidad, una solterona condenada a servir sopa de miso de por vida. Las embestidas de Kazuo quedaban lejos de ser amables. Estas eran un vivo reflejo de la desesperación de encontrar algo que le aliviase la pena, aunque fuera a penas por unos minutos. Sus labios se desplazaban desde los labios de la joven hasta su cuello. Lamió su piel, decorada con una suave capa de sudor producida por la agitación del momento. El sabor era salado y especiado de haber estado trabajando en las cocinas. Al igual que su aroma; olía a vapor especiado y humo. La lengua del zorro se paseaba por el lateral de su cuello hasta su oreja , lamiendo esta de forma lasciva y mordiendo el lóbulo de la misma. La joven gimoteaba de placer a su toque , quedando claro lo mucho que le gustaba aquello. La mirada de Kazuo ya no era brillante, esta estaba ensombrecida por un deseo vacío. Así era, un deseo vacío, pero que le otorgaba el placer que necesitaba en ese momento. Este sintió como las paredes de aquella mujer se contraía alrededor de su miembro, constriñendo este a causa del orgasmo que recorría el cuerpo de la joven. Aquello lo hizo estremecer, y al igual que ella este sintió como el calor que se había estando alojado en su pelvis se derramaba en el interior de ella. El placer lo recorrió desde la cabeza hasta la punta de sus pies, sintiendo como la oleada húmeda salía, desembocando dentro del sexo ajeno. Las embestidas se fueron ralentizando hasta que censaron, sintiendo como los últimos espasmos de su cuerpo paraban finalmente. La joven poco a poco conseguía amansar su respiración al igual que él. No hubo beso de despedida, esta sonreía complacida mientras se bajaba de la mesa, triunfante de haber alcanzado su objetivo. Miko se vestía y Kazuo hizo lo propio. ~Hacía tiempo que no disfrutaba tanto de un hombre. Espero que nos volvamos a ver muchacho.~ Decía esta, coqueta, intentando arreglar su recogido despeinado por el encuentro. Kazuo no dijo nada, apenas asintió con la cabeza. Una mezcla de vergüenza e incertidumbre se alojaba en su pecho. ¿Estaba bien entregarse a alguien por mero placer?, ¿Hacerlo sin amor?, ¿Usarlo como medio de evasión de su tristeza?. El zorro había perdido su virginidad en aquel oscuro y húmedo almacén, con una mujer que no conocía de nada y que jamás volvería a ver. Kazuo volvió a su bosque, a aislarse de los humanos que solo se movían por impulsos egoístas. Solo volvería a encontrarse con estos movido por la misma necesidad que lo llevo a aquel primer encuentro carnal. A usarlos al igual que lo habían usado a él. Con el paso se los siglos esto iría cambiando. Su corazón se irían sanando, volviéndose cálido. Pero esto es una nueva historia del zorro. La cual sera desvelada en el futuro.
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  • Esto se ha publicado como Out Of Character. Tenlo en cuenta al responder.
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    // Vengo a quejarme y hacer catarsis de perra polidramática~ últimamente me cuesta encontrar inspiracioon~ Del tiempo que llevo acá, hice varias veces starters, pero de inmediato las cuentas de.los pjs abandonan ficrol, o se ausentan hasta hoy sin aviso, y en última instancia, hay respuestas de 2 lineas. Me desanima.mucho escribir un parrafo o dos con toda la onda y aue respondan 2 líneas y... me doy cuenta que es la dinámica por acá, que es la más cómoda para la mayoria con la que me he relacionado. Y me cuesta, comienzo a pensar que mis modos no gustan ni son buenos en ficrol. Y tal vez es verdad porque vengo del mundillo de los foros de rol. Asi que bueno, nada, no menosprecio el bello rolito que he cosechado con otros, pero a veces ni ganas me da de mirar esta cuenta, y con la otra estoy mas o menos igual, pensando que hacer, con la que tambien me desanima haber mandado solicitudes de amistad, de rol, de ideas y hasta ahora haber sido ignorada o darme cuenta que son cuentas abandonasas u.u. Y no quiero meterme en tipos de rol o tramas que no me gustan, solo por mantener actividad...
    No tengo una conclusion ni tampoco es un pedido de algo, ni un reclamo ni una interpelación. Queria escribir cómo me sentía nada más, supongo que es la melancolia de Diciembre. Gracias//
    // Vengo a quejarme y hacer catarsis de perra polidramática~ últimamente me cuesta encontrar inspiracioon~ Del tiempo que llevo acá, hice varias veces starters, pero de inmediato las cuentas de.los pjs abandonan ficrol, o se ausentan hasta hoy sin aviso, y en última instancia, hay respuestas de 2 lineas. Me desanima.mucho escribir un parrafo o dos con toda la onda y aue respondan 2 líneas y... me doy cuenta que es la dinámica por acá, que es la más cómoda para la mayoria con la que me he relacionado. Y me cuesta, comienzo a pensar que mis modos no gustan ni son buenos en ficrol. Y tal vez es verdad porque vengo del mundillo de los foros de rol. Asi que bueno, nada, no menosprecio el bello rolito que he cosechado con otros, pero a veces ni ganas me da de mirar esta cuenta, y con la otra estoy mas o menos igual, pensando que hacer, con la que tambien me desanima haber mandado solicitudes de amistad, de rol, de ideas y hasta ahora haber sido ignorada o darme cuenta que son cuentas abandonasas u.u. Y no quiero meterme en tipos de rol o tramas que no me gustan, solo por mantener actividad... No tengo una conclusion ni tampoco es un pedido de algo, ni un reclamo ni una interpelación. Queria escribir cómo me sentía nada más, supongo que es la melancolia de Diciembre. Gracias//
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  • Jamás perdonaría que... alguien lastime a mi hermano, dense por muertos si lo tocan de algun modo >:C!

    No puedo dejar de reír cuando... veo a algun humano resbalarse con un platano y cae a una trituradora, es el pinaculo de la comedia >XD!

    La última tienda que visité fue... donde tu madre vende lenceria >:C

    Lo que más odio de mí mismo es... que solo soy un 99% guapo y no un 100% >:C

    Me atraen las personas que... sean divertidas y no sean asquerosos pretenciosos >:C

    Soy fan de... tu madre, no se si te diste cuenta >:C

    Mi mayor miedo es... que tu madre no atienda las llamadas >:C

    Lo más estúpido que he hecho fue... escribir esta pendejada solo porque mi hermano quiere que haga "amigos" >:C

    Miyo: Ya, eso es todo. ¿Les gusta? Bien. ¿No les gusta? Me importa un rábano y buen dia >:C!

    #Quiz
    👹 Jamás perdonaría que... alguien lastime a mi hermano, dense por muertos si lo tocan de algun modo >:C! 👹 No puedo dejar de reír cuando... veo a algun humano resbalarse con un platano y cae a una trituradora, es el pinaculo de la comedia >XD! 👹 La última tienda que visité fue... donde tu madre vende lenceria >:C 👹 Lo que más odio de mí mismo es... que solo soy un 99% guapo y no un 100% >:C 👹 Me atraen las personas que... sean divertidas y no sean asquerosos pretenciosos >:C 👹 Soy fan de... tu madre, no se si te diste cuenta >:C 👹 Mi mayor miedo es... que tu madre no atienda las llamadas >:C 👹 Lo más estúpido que he hecho fue... escribir esta pendejada solo porque mi hermano quiere que haga "amigos" >:C Miyo: Ya, eso es todo. ¿Les gusta? Bien. ¿No les gusta? Me importa un rábano y buen dia >:C! #Quiz
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  • #BitchLife #Quiz

    — Si yo y tú fuéramos pareja, me encargaría de que nunca olvides cómo se siente ser adorado de verdad.
    — Si yo y tú fuéramos amigos, te enseñaría que la vida sabe mejor con un poco de caos y glitter.
    — Si me necesitas, probablemente estaré ocupado, pero hazme un drama interesante y llego corriendo.
    — Si yo fuera una rosa y tú un globo,te pincharía solo para ver si realmente estallas de emoción por mí.
    — Si yo y tú foll*mos, me escribirás poesía al día siguiente, lo juro.
    — Si tú te enamoras de mí, te advertiría que soy adictivo, pero al final lo disfrutarías igual.
    — Si yo y tú fuéramos familiares, yo sería ese pariente incómodo que insiste en contar historias vergonzosas en cada reunión.

    (La idea de esto ha sido infamemente robada a [legend_opal_donkey_848] :'D )
    #BitchLife #Quiz — Si yo y tú fuéramos pareja, me encargaría de que nunca olvides cómo se siente ser adorado de verdad. — Si yo y tú fuéramos amigos, te enseñaría que la vida sabe mejor con un poco de caos y glitter. — Si me necesitas, probablemente estaré ocupado, pero hazme un drama interesante y llego corriendo. — Si yo fuera una rosa y tú un globo,te pincharía solo para ver si realmente estallas de emoción por mí. — Si yo y tú foll*mos, me escribirás poesía al día siguiente, lo juro. — Si tú te enamoras de mí, te advertiría que soy adictivo, pero al final lo disfrutarías igual. — Si yo y tú fuéramos familiares, yo sería ese pariente incómodo que insiste en contar historias vergonzosas en cada reunión. (La idea de esto ha sido infamemente robada a [legend_opal_donkey_848] :'D )
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  • Esto se ha publicado como Out Of Character. Tenlo en cuenta al responder.
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    || Ya que no tenemos telequinesis, os digo: NO ROLEO POR MP. En mensajes privados han intentado hacer cosas muy desagradables a mis personajes sin mi consentimiento y es una situación que quiero evitar a toda costa.

    Si quieres planear una trama, ¡claro que puedes escribirme un mensaje privado! Pero todo rol que llevemos a cabo, será a través de las herramientas que la plataforma nos brinda y con privacidad para "amigos" si así te sientes más seguro.
    || Ya que no tenemos telequinesis, os digo: NO ROLEO POR MP. En mensajes privados han intentado hacer cosas muy desagradables a mis personajes sin mi consentimiento y es una situación que quiero evitar a toda costa. Si quieres planear una trama, ¡claro que puedes escribirme un mensaje privado! Pero todo rol que llevemos a cabo, será a través de las herramientas que la plataforma nos brinda y con privacidad para "amigos" si así te sientes más seguro.
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  • — Si yo y tú fuéramos pareja, yo no te prestaría esa atención que necesitas.
    — Si yo y tú fuéramos amigos te trataría como un juguete y apenas te escribiría.
    — Si me necesitas estaré ahí presente para tí, pero no esperes eso si me cambias por otra persona.
    — Si yo fuera una rosa y tú un globo te pincharias con mis espinas de inmediato.
    — Si yo y tú fuéramos hermanos te golpearía cada segundo.
    — Si yo y tú tenemos una relación sexual te trataría bien apesar que solo sea por sexo
    — Si tú te enamoras de mi estarías perdiendo tiempo fijandote en alguien como yo.
    — Si yo y tú fuéramos familiares te odiaria por toda la vida y no me importaría si fueras mujer o hombre, tienes que aprender a mejorar.


    ———— ♡ ————


    #Situyyyo
    — Si yo y tú fuéramos pareja, yo no te prestaría esa atención que necesitas. — Si yo y tú fuéramos amigos te trataría como un juguete y apenas te escribiría. — Si me necesitas estaré ahí presente para tí, pero no esperes eso si me cambias por otra persona. — Si yo fuera una rosa y tú un globo te pincharias con mis espinas de inmediato. — Si yo y tú fuéramos hermanos te golpearía cada segundo. — Si yo y tú tenemos una relación sexual te trataría bien apesar que solo sea por sexo — Si tú te enamoras de mi estarías perdiendo tiempo fijandote en alguien como yo. — Si yo y tú fuéramos familiares te odiaria por toda la vida y no me importaría si fueras mujer o hombre, tienes que aprender a mejorar. ———— ♡ ———— #Situyyyo
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