• —¿Los de las reparaciones? —suelta un bufido de indignación— los despedí a todos. ¿Sabes lo que hizo el último? Vino a arreglar una gotera y termino diciéndome que "la estructura de la casa es un desastre" —imita una voz grave y exsgerada— "Señorita, esto es un riesgo" ¡Pues claro que es un riesgo! La mansión tiene goteras, tiene madera podrida, y un sistema eléctrico que casualmente parpadea cada que tengo un arranque emocional... Y todavía tienen el descaro de enviarme facturas por sus diagnósticos —arruga el papel en forma de pelota y lo lanza al aire— ¿Acaso esperan que les pague por decirme lo que ya se? ¡Ja!
    —¿Los de las reparaciones? —suelta un bufido de indignación— los despedí a todos. ¿Sabes lo que hizo el último? Vino a arreglar una gotera y termino diciéndome que "la estructura de la casa es un desastre" —imita una voz grave y exsgerada— "Señorita, esto es un riesgo" ¡Pues claro que es un riesgo! La mansión tiene goteras, tiene madera podrida, y un sistema eléctrico que casualmente parpadea cada que tengo un arranque emocional... Y todavía tienen el descaro de enviarme facturas por sus diagnósticos —arruga el papel en forma de pelota y lo lanza al aire— ¿Acaso esperan que les pague por decirme lo que ya se? ¡Ja!
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  • [Story Mode: Episodio 1]

    [Un perfume y tres chicles de menta, por favor.]

    Con un jadeo pesado deja caer su cuerpo cansado sobre el gastado sofá que rescató de la calle. Le toma unos segundos controlar su respiración agitada, y parpadea repetidas veces para hacer que el agua acumulada en sus ojos se desaparezca. Sus puños cerrados con fuerza aprietan la tela gastada del mueble, y tiene que utilizar cada gramo de energía de su cuerpo para no sollozar. Ya es de medianoche, todos duermen... Menos él.

    — Dios.. Si estás ahí, dame fuerzas, por favor... —

    Siente su cuerpo retorcerse por dentro, sus entrañas luchar contra si mismas. Al rededor de él, los ruidos se agudizan y se hacen intensos. El sonido de los grillos en la medianoche, el viento que mueve y golpea la ventana mal colocada, y los ronquidos que vienen de las habitaciones cercanas. Su propio cuerpo tiembla, suplicando por una pequeña calada.

    Sabe que no debe, que prometió dejarlo. Que ya no le queda ni perfume, ni algún chicle de menta para lidiar con el olor a tabaco. Y Mucho menos, dinero para pagar. Pero... Aún le queda media caja... ¿Sería un desperdicio tirarla, no es así...?

    Con escalofríos recorriendo su cuerpo, se levanta con dificultad del sofá. Tiene que poner cada gramo de voluntad que hay en su cuerpo en dar cada paso, y se dispone a salir...

    — [¿Hmm...? ¿A Donde vas, pa?] —

    Una voz lo detiene. Cuando creyó que los sudores fríos por la abstinencia lo volverían loco, definitivamente se equivocó. En este momento se sentía incluso peor. Maldice internamente al pequeño Leo por levantarse en mitad de la noche, y junta coraje para responder con la mejor voz posible.

    — [Yo... Solo voy a salir a tomar aire. Volvé a la cama, boludin.~] —

    — [Ya voy, ya voy... Paso al baño y vuelvo.] —

    Tras que el pequeño finalmente se fuese, él aprovechó para por fin salir. No dudó más y emprendió su marcha hacia la gasolinera más cercana, para conseguir el suministro deseado. Su cabello hecho un desastre por el sudor, su respiración agitada. Seguramente parecería un drogadicto, pero al menos sabía que en ese sitio lo conocen.

    — U-Uh, buenas noches, eh... —

    — ¿Lo de siempre, no? —

    La cajera lo ve con algo de interés, aunque definitivamente es más en su aspecto desastroso que en algún atractivo. Se resigna con una sonrisa débil y asiente.

    — Si, por favor. Un perfume, y 3 chicles de menta, por favor. —

    — A Tu pedido.. ¿Esta vez si traes dinero? —

    — Quizá.. ¿Siguen sin aceptar la prostitución, no? Ja. —

    — No quieres que responda. —

    — Tú tampoco. —

    — A Este paso tendremos que vetarte de aquí. —

    — Buenas noches. —

    Con un suspiro pesado salió del sitio. Se preguntó si debería sencillamente encender el cigarro ahí para destruir las pruebas de que le debe dinero a la gasolinera. Soltó una risa débil y esperó a haber salido del sitio para encenderlo. Una calada... Y Sintió cada pesar abandonar su cuerpo...

    Solo para ser reemplazado con uno incluso más pesado.

    — Mierda... *Sob* Yo... Soy un estúpido... —

    Dejó salir el humo entre sus labios, y se recostó contra la pared mientras escondía lo mejor posible sus sollozos.

    ...

    Luego de terminar.. Se aplicó algo de perfume, se llevó a la boca uno de esos chicles de menta... Y Emprendió camino de regreso a casa, apenas iluminado por la luz de la luna.
    [Story Mode: Episodio 1] [Un perfume y tres chicles de menta, por favor.] Con un jadeo pesado deja caer su cuerpo cansado sobre el gastado sofá que rescató de la calle. Le toma unos segundos controlar su respiración agitada, y parpadea repetidas veces para hacer que el agua acumulada en sus ojos se desaparezca. Sus puños cerrados con fuerza aprietan la tela gastada del mueble, y tiene que utilizar cada gramo de energía de su cuerpo para no sollozar. Ya es de medianoche, todos duermen... Menos él. — Dios.. Si estás ahí, dame fuerzas, por favor... — Siente su cuerpo retorcerse por dentro, sus entrañas luchar contra si mismas. Al rededor de él, los ruidos se agudizan y se hacen intensos. El sonido de los grillos en la medianoche, el viento que mueve y golpea la ventana mal colocada, y los ronquidos que vienen de las habitaciones cercanas. Su propio cuerpo tiembla, suplicando por una pequeña calada. Sabe que no debe, que prometió dejarlo. Que ya no le queda ni perfume, ni algún chicle de menta para lidiar con el olor a tabaco. Y Mucho menos, dinero para pagar. Pero... Aún le queda media caja... ¿Sería un desperdicio tirarla, no es así...? Con escalofríos recorriendo su cuerpo, se levanta con dificultad del sofá. Tiene que poner cada gramo de voluntad que hay en su cuerpo en dar cada paso, y se dispone a salir... — [¿Hmm...? ¿A Donde vas, pa?] — Una voz lo detiene. Cuando creyó que los sudores fríos por la abstinencia lo volverían loco, definitivamente se equivocó. En este momento se sentía incluso peor. Maldice internamente al pequeño Leo por levantarse en mitad de la noche, y junta coraje para responder con la mejor voz posible. — [Yo... Solo voy a salir a tomar aire. Volvé a la cama, boludin.~] — — [Ya voy, ya voy... Paso al baño y vuelvo.] — Tras que el pequeño finalmente se fuese, él aprovechó para por fin salir. No dudó más y emprendió su marcha hacia la gasolinera más cercana, para conseguir el suministro deseado. Su cabello hecho un desastre por el sudor, su respiración agitada. Seguramente parecería un drogadicto, pero al menos sabía que en ese sitio lo conocen. — U-Uh, buenas noches, eh... — — ¿Lo de siempre, no? — La cajera lo ve con algo de interés, aunque definitivamente es más en su aspecto desastroso que en algún atractivo. Se resigna con una sonrisa débil y asiente. — Si, por favor. Un perfume, y 3 chicles de menta, por favor. — — A Tu pedido.. ¿Esta vez si traes dinero? — — Quizá.. ¿Siguen sin aceptar la prostitución, no? Ja. — — No quieres que responda. — — Tú tampoco. — — A Este paso tendremos que vetarte de aquí. — — Buenas noches. — Con un suspiro pesado salió del sitio. Se preguntó si debería sencillamente encender el cigarro ahí para destruir las pruebas de que le debe dinero a la gasolinera. Soltó una risa débil y esperó a haber salido del sitio para encenderlo. Una calada... Y Sintió cada pesar abandonar su cuerpo... Solo para ser reemplazado con uno incluso más pesado. — Mierda... *Sob* Yo... Soy un estúpido... — Dejó salir el humo entre sus labios, y se recostó contra la pared mientras escondía lo mejor posible sus sollozos. ... Luego de terminar.. Se aplicó algo de perfume, se llevó a la boca uno de esos chicles de menta... Y Emprendió camino de regreso a casa, apenas iluminado por la luz de la luna.
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  • — Hoy amanecí guapa y no hecha un desastre
    — Hoy amanecí guapa y no hecha un desastre
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  • Cada acción tiene consecuencias. Por curioso que parezca omití una, si no la más grande de todas. Espero poder arreglar... El franco desastre que he causado.
    Cada acción tiene consecuencias. Por curioso que parezca omití una, si no la más grande de todas. Espero poder arreglar... El franco desastre que he causado.
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  • Y pensar que en otras partes del mundo ya es de noche... ¿Porque los grandes desastres casi siempre ocurren en la noche?.
    Y pensar que en otras partes del mundo ya es de noche... ¿Porque los grandes desastres casi siempre ocurren en la noche?.
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  • 𝑇𝑒 𝑛𝑒𝑐𝑒𝑠𝑖𝑡𝑜 𝑐𝑜𝑛𝑚𝑖𝑔𝑜..
    Fandom Harry Potter
    Categoría Drama
    𝑠𝑡𝑎𝑟𝑡𝑒𝑟 𝑝𝑎𝑟𝑎:

    જ⁀➴ Nora Woodward



    Sentía el peso en sus brazos. El peso de un cuerpo inerte. Había tenido esa pesadilla muchas veces. Pero hacía tiempo que no regresaba a él… ahora había vuelto, no era la misma, se entremezclaba con otros recuerdos, aquellos que realmente ahora si le perseguían.
    Su cuerpo había reaccionado por memoria muscular, por instinto. No era la primera vez que vivía aquello, no era la primera vez que perdía a la mujer de su vida…
    Orión había extendido los brazos, se había preparado para recibir el cuerpo de Nora, para sostenerlo, acunarlo, acompañarla, hacerle saber que no estaba sola…
    Pero la bruja era pura energía, y en eso se había convertido.

    No tenía un cuerpo sobre el que llorar, no quedaba un lugar al que ir a drenar su dolor… tan solo quedaban promesas rotas. Las de un futuro, las de felicidad, amor y esperanza.

    El auror despierta de golpe, en el sofá de su casa. No había vuelto a pisar las habitaciones desde que todo había ocurrido, y tampoco es que importara mucho viendo la poca cantidad de tiempo que conseguía dormir.
    Promesas rotas… todas. Tan solo una quedaba intacta.
    No esperaba poder mantener su palabra, aquel último juramento que había salido de sus labios. Pero aquella vez… aquella vez tenía amigos.
    Se había apoyado en Jessica, Cameron, y Violet. Ellos le habían ayudado, si no a superar su dolor, algo que no esperaba poder conseguir jamás, si a tratar de vivir con el.

    Fuera de aquellas horas temidas en las que la oscuridad le devolvía sus fantasmas, y de cara a la galería, Orión era un mago y un hombre casi renacido.

    Los informes de Jessica, y la pareja Keane/Barrow acerca de todo cuanto había pasado, habían limpiado su imagen hasta tal punto que sin llegar a saber bien como, lo habían ascendido, a ni más ni menos que, Jefe del Departamento de Aurores.
    Aquello no dejaba de sorprenderle, pero entre luchar contra el síndrome del impostor, gestionar un departamento entero, y reuniones interdepartamentales e interministeriales, tenía su mente y su día entero lo suficientemente ocupado como para no pensar.

    𝗨𝗻 𝗮𝗻̃𝗼 𝗱𝗲𝘀𝗽𝘂𝗲𝘀

    >>Los días pasaban sin que nada los detuviera, y antes de que nadie se pudiera dar cuenta, había pasado un año desde aquel terrible día en el que él había perdido su mundo por salvar el mundo entero.
    Violet había sido un gran apoyo para el auror, todos sus nuevos amigos, pero la Slytherin en concreto, desde el momento en el que le había abrazado en aquel sótano, parecía que se había empeñado en evitar que se hundiera, y por Merlín si lo había conseguido.

    Aquel día no sabía por qué, ya que no era un día especial, no era diferente al resto, se sentía ligeramente optimista, y había acudido al callejón Diagon con intención de enviar un detalle a Violet y su familia.
    Un juego nuevo de plumas y tinteros para Cameron, una pequeña quaffle de peluche para Minerva, y para Violet… un set variado de ingredientes para pociones.
    Aquello era lo último en su lista, y sin muchas ganas de caminar y buscar por más tiendas, entra en la primera botica que aparece a su paso.

    La sutil y aguda campanita vibra cuando abre la puerta y después de nuevo al cerrarse. Él murmura un saludo a la nada, ya que no veía a nadie tras el mostrador, y centra su atención en las estanterías que poblaban la pared, llenas de tarros de cristal de todos los tamaños y colores y llenos de todo lo que uno pudiera desear.
    Llevaba en la mano izquierda un pequeño tarro lleno de polvo de serpiente arbórea africana, como primera elección cuando una voz que detrás suyo hace que su corazón se salte dos latidos.

    — “𝐵𝑢𝑒𝑛𝑜𝑠 𝑑𝑖́𝑎𝑠, ¿𝑝𝑢𝑒𝑑𝑜 𝑎𝑦𝑢𝑑𝑎𝑟𝑙𝑒?”

    Aquella voz hace que Orión en un solo segundo, se gire y su mano deje caer el pequeño bote que se estrella contra el suelo, haciéndose pedazos, del mismo modo que lo hace su mundo.
    Era ella, estaba frente a él, observándolo, esperando una respuesta a su pregunta, con una sonrisa amable, una preciosa sonrisa. Aquello no podia ser real… ¿estaba soñando? No… el peso de los paquetes que cargaba bajo su brazo izquierdo era muy real.

    — No puede ser… No eres…. — Su voz no es más que un susurro ininteligible, al menos hasta que inspira hondo, tratando de tragar un repentino nudo en la garganta, recomponerse y averiguar que está pasando. Claramente ella le miraba con amabilidad, pero sin ningún tipo de reconocimiento en sus ojos… —… si, es… es posible que sí. Busco hacerle un regalo a una buena amiga, una especie de lote indispensable para pociones… ¿crees que me puedes echar una mano? Soy… soy Orión, por cierto, y… perdona, perdona por este desastre.

    Estaba fuera de lugar, nadie se presentaba a la dependienta de una tienda, así sin más, pero tenía que probar suerte, necesitaba ver si su nombre despertaba algo en ella, aunque fuera una chispa.
    𝑠𝑡𝑎𝑟𝑡𝑒𝑟 𝑝𝑎𝑟𝑎: જ⁀➴ [JailOfwoxd] Sentía el peso en sus brazos. El peso de un cuerpo inerte. Había tenido esa pesadilla muchas veces. Pero hacía tiempo que no regresaba a él… ahora había vuelto, no era la misma, se entremezclaba con otros recuerdos, aquellos que realmente ahora si le perseguían. Su cuerpo había reaccionado por memoria muscular, por instinto. No era la primera vez que vivía aquello, no era la primera vez que perdía a la mujer de su vida… Orión había extendido los brazos, se había preparado para recibir el cuerpo de Nora, para sostenerlo, acunarlo, acompañarla, hacerle saber que no estaba sola… Pero la bruja era pura energía, y en eso se había convertido. No tenía un cuerpo sobre el que llorar, no quedaba un lugar al que ir a drenar su dolor… tan solo quedaban promesas rotas. Las de un futuro, las de felicidad, amor y esperanza. El auror despierta de golpe, en el sofá de su casa. No había vuelto a pisar las habitaciones desde que todo había ocurrido, y tampoco es que importara mucho viendo la poca cantidad de tiempo que conseguía dormir. Promesas rotas… todas. Tan solo una quedaba intacta. No esperaba poder mantener su palabra, aquel último juramento que había salido de sus labios. Pero aquella vez… aquella vez tenía amigos. Se había apoyado en Jessica, Cameron, y Violet. Ellos le habían ayudado, si no a superar su dolor, algo que no esperaba poder conseguir jamás, si a tratar de vivir con el. Fuera de aquellas horas temidas en las que la oscuridad le devolvía sus fantasmas, y de cara a la galería, Orión era un mago y un hombre casi renacido. Los informes de Jessica, y la pareja Keane/Barrow acerca de todo cuanto había pasado, habían limpiado su imagen hasta tal punto que sin llegar a saber bien como, lo habían ascendido, a ni más ni menos que, Jefe del Departamento de Aurores. Aquello no dejaba de sorprenderle, pero entre luchar contra el síndrome del impostor, gestionar un departamento entero, y reuniones interdepartamentales e interministeriales, tenía su mente y su día entero lo suficientemente ocupado como para no pensar. 𝗨𝗻 𝗮𝗻̃𝗼 𝗱𝗲𝘀𝗽𝘂𝗲𝘀 >>Los días pasaban sin que nada los detuviera, y antes de que nadie se pudiera dar cuenta, había pasado un año desde aquel terrible día en el que él había perdido su mundo por salvar el mundo entero. Violet había sido un gran apoyo para el auror, todos sus nuevos amigos, pero la Slytherin en concreto, desde el momento en el que le había abrazado en aquel sótano, parecía que se había empeñado en evitar que se hundiera, y por Merlín si lo había conseguido. Aquel día no sabía por qué, ya que no era un día especial, no era diferente al resto, se sentía ligeramente optimista, y había acudido al callejón Diagon con intención de enviar un detalle a Violet y su familia. Un juego nuevo de plumas y tinteros para Cameron, una pequeña quaffle de peluche para Minerva, y para Violet… un set variado de ingredientes para pociones. Aquello era lo último en su lista, y sin muchas ganas de caminar y buscar por más tiendas, entra en la primera botica que aparece a su paso. La sutil y aguda campanita vibra cuando abre la puerta y después de nuevo al cerrarse. Él murmura un saludo a la nada, ya que no veía a nadie tras el mostrador, y centra su atención en las estanterías que poblaban la pared, llenas de tarros de cristal de todos los tamaños y colores y llenos de todo lo que uno pudiera desear. Llevaba en la mano izquierda un pequeño tarro lleno de polvo de serpiente arbórea africana, como primera elección cuando una voz que detrás suyo hace que su corazón se salte dos latidos. — “𝐵𝑢𝑒𝑛𝑜𝑠 𝑑𝑖́𝑎𝑠, ¿𝑝𝑢𝑒𝑑𝑜 𝑎𝑦𝑢𝑑𝑎𝑟𝑙𝑒?” Aquella voz hace que Orión en un solo segundo, se gire y su mano deje caer el pequeño bote que se estrella contra el suelo, haciéndose pedazos, del mismo modo que lo hace su mundo. Era ella, estaba frente a él, observándolo, esperando una respuesta a su pregunta, con una sonrisa amable, una preciosa sonrisa. Aquello no podia ser real… ¿estaba soñando? No… el peso de los paquetes que cargaba bajo su brazo izquierdo era muy real. — No puede ser… No eres…. — Su voz no es más que un susurro ininteligible, al menos hasta que inspira hondo, tratando de tragar un repentino nudo en la garganta, recomponerse y averiguar que está pasando. Claramente ella le miraba con amabilidad, pero sin ningún tipo de reconocimiento en sus ojos… —… si, es… es posible que sí. Busco hacerle un regalo a una buena amiga, una especie de lote indispensable para pociones… ¿crees que me puedes echar una mano? Soy… soy Orión, por cierto, y… perdona, perdona por este desastre. Estaba fuera de lugar, nadie se presentaba a la dependienta de una tienda, así sin más, pero tenía que probar suerte, necesitaba ver si su nombre despertaba algo en ella, aunque fuera una chispa.
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  • ────Disculpen el desastre, caballeros. Pero ya saben lo que pasa cuando saco a este bebé y es que Rompeviento es cómo yo: no acepta un no por respuesta.

    Le dieron libertades creativas para esa escena, así que el diálogo, el nombre de la espada, han salido de ella. Aunque quién sabe, quizá –solo quizá– ese nombre no lo inventó del todo. Puede que exista, puede que sea suya. Y ese diálogo suena sospechosamente a algo que recuerda, pero prefiere no confirmar por ahora.
    ────Disculpen el desastre, caballeros. Pero ya saben lo que pasa cuando saco a este bebé y es que Rompeviento es cómo yo: no acepta un no por respuesta. Le dieron libertades creativas para esa escena, así que el diálogo, el nombre de la espada, han salido de ella. Aunque quién sabe, quizá –solo quizá– ese nombre no lo inventó del todo. Puede que exista, puede que sea suya. Y ese diálogo suena sospechosamente a algo que recuerda, pero prefiere no confirmar por ahora.
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  • Vaya! Parece que caiste por accidente en uno de mis portales, déjame arreglar mi desastre y sacarte de aquí

    Quizás....la humanidad aún no está preparada para ver los horrores en la grieta interdimensional

    --Diria aquel robot de apariencia peculiar, mientras extendía su mano hacia ti con intención de teletransportarte de nuevo a tu dimension--
    Vaya! Parece que caiste por accidente en uno de mis portales, déjame arreglar mi desastre y sacarte de aquí Quizás....la humanidad aún no está preparada para ver los horrores en la grieta interdimensional --Diria aquel robot de apariencia peculiar, mientras extendía su mano hacia ti con intención de teletransportarte de nuevo a tu dimension--
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  • Que desastre...⁠♡!~
    𓆩♡𓆪
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  • — Quizas no lo merezco, pero aceptaría mil veces, gracias por entrar en mi desastre y hacerlo tuyo también.
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