• -agh, esto es lo malo del embarazo de bruja- estornudo y las plantas alrededor empezaron a crecer de forma rápida para luego marchitarse -persemos el control de nuestra ma-a-a-ahis!- el estornudo creo un torbellino que empezó a romper varias decoraciones -magia, haber como arreglo todo este desastre-
    -agh, esto es lo malo del embarazo de bruja- estornudo y las plantas alrededor empezaron a crecer de forma rápida para luego marchitarse -persemos el control de nuestra ma-a-a-ahis!- el estornudo creo un torbellino que empezó a romper varias decoraciones -magia, haber como arreglo todo este desastre-
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  • Está es Yoli en un universo alterno si después de escapar de su pueblo no fuera la dulce y cariñosa híbrida de siempre, más bien con un corazón retorcido, llena de venganza y rencor bajo una silueta que alguna vez amó a alguien...

    — si.. tal vez me vez como alguien a la que alguna vez fuí, pero no serás capaz de ver lo que hay dentro de mí, es como una maldición por la que vivo... Y de qué me sirve ser tan buena con los demás? Si al final cuando los necesite, ellos me darán la espalda una vez más...

    -se levanta de su asiento-

    —cuando eres solo una niña rara nadie te suele ver verdad?, Luego me verán, como siempre me imaginaron, un simple moutro, are que se arrepientan de haber destruido todo lo que amo, mi familia, mi honor y mi dignidad, pronto resurgiré de la cenizas como un fénix y quemaré todo a mi paso como ellos lo hicieron conmigo, porque me utilizaron como un perro, pero se olvidaron que los perros también saben morder, no existen malos perros, solo malos dueños, y yo no soy perro o si?

    -una risa suave se dejó revelar, su sonrisa se volvió como un hermoso desastre, como la hermosa flor más peligrosa, las tinieblas empezaron a emerger de la oscuridad, miradas por doquier mirándote a tí, solo a tí, como si supieran todo lo que hiciste alguna vez como un alma impura en un mundo desordenado

    — tranquilo/a, no temas a las sobras, ellas conocen todos nuestros secretos, y las revelan ante mí... Y estarán asalvos conmigo

    -toma tus mejillas suavemente y se forma una tierna sonrisa en ella, aunque te hacía sentir incómodo/a dándote un repeluz, porque sabías que no iba nada bien-

    — se tus secretos... En los ojos de tu dios sigues siendo su hijo y una buena persona... Pero tus pecados dicen todo lo contrario... Tal vez él te perdone, pero yo... Yo no... Chico/a no eres tan inocente como crees, tu verdad solo es una hermosa mentira..

    -te da un beso en la frente, sientes como tu cuerpo se paraliza y tu corazón empieza a latir a un ritmo descomunal, tus manos sudado, mientras un olor a sangre y a azufre aparece en el aire, cuando ella se aparta de tí apenas ves a tu al rededor, pero en tu alrededor solo hay cuerpos muertos, totalmente desollozados, la sangre se te congela por tal escenario. Por alguna razón tus ojos y todo de cuerpo se llena de sangre, sientes un dolor insoportable en tu pecho y la única figura que ves se aleja de tí, haciendo una seña de silencio antes de esfumarce completamente entre las sombras.-

    Tu caiste en un sueño profundo y al despertar viste a una híbrida cerca de tí, al parecer solo era una pesadilla, pero se sintió tan real, tanto que esa chica se volvió realidad y comenzaste dudar temerosamente de ella, viendo sus ojos oscuros como la mismísima noche más helada...

    —Estás bien?...



    // Ustedes que habrían echo en ese momento? xd, Yoli no canon pero ustedes que opinan prefieren a esta Yoli o a la otra?
    Está es Yoli en un universo alterno si después de escapar de su pueblo no fuera la dulce y cariñosa híbrida de siempre, más bien con un corazón retorcido, llena de venganza y rencor bajo una silueta que alguna vez amó a alguien... — si.. tal vez me vez como alguien a la que alguna vez fuí, pero no serás capaz de ver lo que hay dentro de mí, es como una maldición por la que vivo... Y de qué me sirve ser tan buena con los demás? Si al final cuando los necesite, ellos me darán la espalda una vez más... -se levanta de su asiento- —cuando eres solo una niña rara nadie te suele ver verdad?, Luego me verán, como siempre me imaginaron, un simple moutro, are que se arrepientan de haber destruido todo lo que amo, mi familia, mi honor y mi dignidad, pronto resurgiré de la cenizas como un fénix y quemaré todo a mi paso como ellos lo hicieron conmigo, porque me utilizaron como un perro, pero se olvidaron que los perros también saben morder, no existen malos perros, solo malos dueños, y yo no soy perro o si? -una risa suave se dejó revelar, su sonrisa se volvió como un hermoso desastre, como la hermosa flor más peligrosa, las tinieblas empezaron a emerger de la oscuridad, miradas por doquier mirándote a tí, solo a tí, como si supieran todo lo que hiciste alguna vez como un alma impura en un mundo desordenado — tranquilo/a, no temas a las sobras, ellas conocen todos nuestros secretos, y las revelan ante mí... Y estarán asalvos conmigo -toma tus mejillas suavemente y se forma una tierna sonrisa en ella, aunque te hacía sentir incómodo/a dándote un repeluz, porque sabías que no iba nada bien- — se tus secretos... En los ojos de tu dios sigues siendo su hijo y una buena persona... Pero tus pecados dicen todo lo contrario... Tal vez él te perdone, pero yo... Yo no... Chico/a no eres tan inocente como crees, tu verdad solo es una hermosa mentira.. -te da un beso en la frente, sientes como tu cuerpo se paraliza y tu corazón empieza a latir a un ritmo descomunal, tus manos sudado, mientras un olor a sangre y a azufre aparece en el aire, cuando ella se aparta de tí apenas ves a tu al rededor, pero en tu alrededor solo hay cuerpos muertos, totalmente desollozados, la sangre se te congela por tal escenario. Por alguna razón tus ojos y todo de cuerpo se llena de sangre, sientes un dolor insoportable en tu pecho y la única figura que ves se aleja de tí, haciendo una seña de silencio antes de esfumarce completamente entre las sombras.- Tu caiste en un sueño profundo y al despertar viste a una híbrida cerca de tí, al parecer solo era una pesadilla, pero se sintió tan real, tanto que esa chica se volvió realidad y comenzaste dudar temerosamente de ella, viendo sus ojos oscuros como la mismísima noche más helada... —Estás bien?... // Ustedes que habrían echo en ese momento? xd, Yoli no canon pero ustedes que opinan prefieren a esta Yoli o a la otra?
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  • Esto se ha publicado como Out Of Character. Tenlo en cuenta al responder.
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    | Perfecto. Ahora que hay dos Ichigo's puedo hacer desastres y que culpen al otro. Soy un genio (?)
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  • La cueva resonaba con cánticos guturales y susurros en lenguas olvidadas. Un grupo de figuras encapuchadas rodeaba un círculo de símbolos tallados en la piedra, mientras un portal oscuro flotaba en el aire, emanando una energía abismal. Ojos inhumanos parpadeaban desde la grieta, observando la realidad con hambre.

    Ghost se apoyó en la pared de la cueva, observando la escena con los brazos cruzados.

    ~ ¿Otra vez con esto? Vamos, muchachos, ya deberían saber que jugar con horrores cósmicos nunca termina bien.

    Los cultistas se giraron al unísono. Uno de ellos, con una túnica más ornamentada, señaló a Ghost con un bastón retorcido.

    —¡Intruso! No interrumpas el ascenso del Innombrable.

    Ghost chasqueó la lengua y avanzó con calma hacia el portal.

    ~ Sí, sí, ascensos, revelaciones, la mente que se expande y todo eso… Pero, ¿alguno de ustedes ha considerado lo difícil que es limpiar el desastre que dejan estos rituales?

    Uno de los cultistas se abalanzó sobre él con una daga curva, pero Ghost simplemente se movió a un lado, dejando que el hombre tropezara con su propio ímpetu.

    ~ Uf, amigo, ¿siquiera has tomado clases de combate? Porque eso fue vergonzoso.

    Los otros se apresuraron a conjurar maldiciones, pero Ghost solo levantó una mano, y las palabras se les atoraron en la garganta.

    ~ Vamos a hacer esto fácil.

    Sin esfuerzo, caminó hasta el portal y lo tomó con ambas manos como si estuviera cerrando una ventana corrediza. La energía oscura chisporroteó, los ojos dentro del portal se abrieron de par en par y un gruñido retumbó desde el otro lado.

    —¡No puedes cerrar la puerta! —gruñó una voz de ultratumba.

    ~ Claro que puedo.

    Ghost empujó el portal con un sonido seco. *¡Clack!* La grieta desapareció como si nunca hubiera existido.

    Los cultistas quedaron en silencio.

    ~ Bueno, ¿y ahora qué? ¿Me obligarán a escuchar un monólogo sobre cómo "no entenderé lo que he hecho"? Porque honestamente, me muero de aburrimiento.

    Los encapuchados se miraron entre sí. El líder apretó los dientes, dio un paso atrás y murmuró:

    —Retirada…

    Uno a uno, los cultistas huyeron, desapareciendo en la oscuridad de la cueva.

    Ghost se quedó un momento mirando el lugar vacío, suspiró y se sacudió las manos.

    ~ Siempre lo mismo. Si al menos trajeran bocadillos, estos rituales serían más interesantes.
    La cueva resonaba con cánticos guturales y susurros en lenguas olvidadas. Un grupo de figuras encapuchadas rodeaba un círculo de símbolos tallados en la piedra, mientras un portal oscuro flotaba en el aire, emanando una energía abismal. Ojos inhumanos parpadeaban desde la grieta, observando la realidad con hambre. Ghost se apoyó en la pared de la cueva, observando la escena con los brazos cruzados. ~ ¿Otra vez con esto? Vamos, muchachos, ya deberían saber que jugar con horrores cósmicos nunca termina bien. Los cultistas se giraron al unísono. Uno de ellos, con una túnica más ornamentada, señaló a Ghost con un bastón retorcido. —¡Intruso! No interrumpas el ascenso del Innombrable. Ghost chasqueó la lengua y avanzó con calma hacia el portal. ~ Sí, sí, ascensos, revelaciones, la mente que se expande y todo eso… Pero, ¿alguno de ustedes ha considerado lo difícil que es limpiar el desastre que dejan estos rituales? Uno de los cultistas se abalanzó sobre él con una daga curva, pero Ghost simplemente se movió a un lado, dejando que el hombre tropezara con su propio ímpetu. ~ Uf, amigo, ¿siquiera has tomado clases de combate? Porque eso fue vergonzoso. Los otros se apresuraron a conjurar maldiciones, pero Ghost solo levantó una mano, y las palabras se les atoraron en la garganta. ~ Vamos a hacer esto fácil. Sin esfuerzo, caminó hasta el portal y lo tomó con ambas manos como si estuviera cerrando una ventana corrediza. La energía oscura chisporroteó, los ojos dentro del portal se abrieron de par en par y un gruñido retumbó desde el otro lado. —¡No puedes cerrar la puerta! —gruñó una voz de ultratumba. ~ Claro que puedo. Ghost empujó el portal con un sonido seco. *¡Clack!* La grieta desapareció como si nunca hubiera existido. Los cultistas quedaron en silencio. ~ Bueno, ¿y ahora qué? ¿Me obligarán a escuchar un monólogo sobre cómo "no entenderé lo que he hecho"? Porque honestamente, me muero de aburrimiento. Los encapuchados se miraron entre sí. El líder apretó los dientes, dio un paso atrás y murmuró: —Retirada… Uno a uno, los cultistas huyeron, desapareciendo en la oscuridad de la cueva. Ghost se quedó un momento mirando el lugar vacío, suspiró y se sacudió las manos. ~ Siempre lo mismo. Si al menos trajeran bocadillos, estos rituales serían más interesantes.
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  • El serafín apareció sin previo aviso, como un sol que se encendía en mitad de la pradera. Sus múltiples alas de fuego apenas parecían moverse, y sus ojos sin pupilas observaban todo con una intensidad divina. Ghost, sentado en la hierba con las manos detrás de la cabeza, alzó una ceja y sonrió.

    ~ No todos los días un serafín decide visitarme. Dime, ¿qué trae a un mensajero celestial a esta pradera tan… mundana?

    El serafín inclinó la cabeza, su voz no salió de su boca —porque no tenía—, sino que resonó en el aire como un eco de muchas voces a la vez.

    — He venido porque esta pradera era un campo de batalla. Dioses, demonios y criaturas como tú disputaban su control. Y ahora solo estás tú.

    Ghost suspiró, cerrando los ojos un instante, dejando que la brisa le revolviera el cabello anaranjado.

    ~ Sí, fue un desastre. Poderosos, eternos, insaciables… querían este lugar para sus propios fines. Algunos buscaban un refugio, otros un trono. Yo solo quería que nadie más sufriera por sus ambiciones.

    — Y los echaste.

    ~ No fue tan simple, pero sí. No me querían aquí, pero tampoco me entendían. Me veían como una anomalía. Yo no luchaba por poder, no buscaba adoración. Solo ayudaba a los que caían aquí. Y eso… bueno, eso no les gustaba.

    El serafín dejó que el viento ondeara sus llamas, como si procesara la respuesta de Ghost.

    — Pero podrías haber reclamado este sitio como tuyo. Podrías haber impuesto tu propia ley. En cambio, sigues aquí, solo, ayudando a los perdidos. ¿Por qué?

    Ghost rió suavemente, como si la pregunta le hiciera gracia.

    ~ ¿Por qué preguntas lo obvio? Mira a tu alrededor. Esta pradera ya no es un campo de guerra. Es un lugar de descanso, de recuperación. ¿Qué clase de ser sería si tomara esto para mí, en lugar de compartirlo?

    El serafín guardó silencio por un largo rato. Sus alas parpadearon con un resplandor dorado.

    — Sigues siendo una anomalía.

    ~ ¿Y qué? Me gusta serlo.

    El ser celestial no replicó. Se quedó observando la pradera, sintiendo la paz que Ghost había construido con paciencia, con dolor y con esperanza. Cuando finalmente alzó el vuelo, sus últimas palabras fueron un murmullo en el viento.

    — No eres como los otros.

    Ghost solo sonrió, apoyando los brazos detrás de su cabeza y cerrando los ojos bajo el cielo eterno de su pradera.

    El serafín desplegó sus múltiples alas de fuego, elevándose lentamente en el aire. Su resplandor dorado iluminó la pradera una última vez antes de marcharse. Ghost, aún recostado sobre la hierba, levantó una mano en un gesto relajado de despedida y sonrió.

    ~ ใ˜ใ‚ƒใ‚ใชใ€ๅคฉไฝฟใ•ใ‚“ใ€‚้ขจใซไน—ใฃใฆใ€่ฟทใ‚ใš่กŒใ‘ใ‚ˆใ€‚ (Jฤ na, tenshi-san. Kaze ni notte, mayowazu ike yo.)
    El serafín apareció sin previo aviso, como un sol que se encendía en mitad de la pradera. Sus múltiples alas de fuego apenas parecían moverse, y sus ojos sin pupilas observaban todo con una intensidad divina. Ghost, sentado en la hierba con las manos detrás de la cabeza, alzó una ceja y sonrió. ~ No todos los días un serafín decide visitarme. Dime, ¿qué trae a un mensajero celestial a esta pradera tan… mundana? El serafín inclinó la cabeza, su voz no salió de su boca —porque no tenía—, sino que resonó en el aire como un eco de muchas voces a la vez. — He venido porque esta pradera era un campo de batalla. Dioses, demonios y criaturas como tú disputaban su control. Y ahora solo estás tú. Ghost suspiró, cerrando los ojos un instante, dejando que la brisa le revolviera el cabello anaranjado. ~ Sí, fue un desastre. Poderosos, eternos, insaciables… querían este lugar para sus propios fines. Algunos buscaban un refugio, otros un trono. Yo solo quería que nadie más sufriera por sus ambiciones. — Y los echaste. ~ No fue tan simple, pero sí. No me querían aquí, pero tampoco me entendían. Me veían como una anomalía. Yo no luchaba por poder, no buscaba adoración. Solo ayudaba a los que caían aquí. Y eso… bueno, eso no les gustaba. El serafín dejó que el viento ondeara sus llamas, como si procesara la respuesta de Ghost. — Pero podrías haber reclamado este sitio como tuyo. Podrías haber impuesto tu propia ley. En cambio, sigues aquí, solo, ayudando a los perdidos. ¿Por qué? Ghost rió suavemente, como si la pregunta le hiciera gracia. ~ ¿Por qué preguntas lo obvio? Mira a tu alrededor. Esta pradera ya no es un campo de guerra. Es un lugar de descanso, de recuperación. ¿Qué clase de ser sería si tomara esto para mí, en lugar de compartirlo? El serafín guardó silencio por un largo rato. Sus alas parpadearon con un resplandor dorado. — Sigues siendo una anomalía. ~ ¿Y qué? Me gusta serlo. El ser celestial no replicó. Se quedó observando la pradera, sintiendo la paz que Ghost había construido con paciencia, con dolor y con esperanza. Cuando finalmente alzó el vuelo, sus últimas palabras fueron un murmullo en el viento. — No eres como los otros. Ghost solo sonrió, apoyando los brazos detrás de su cabeza y cerrando los ojos bajo el cielo eterno de su pradera. El serafín desplegó sus múltiples alas de fuego, elevándose lentamente en el aire. Su resplandor dorado iluminó la pradera una última vez antes de marcharse. Ghost, aún recostado sobre la hierba, levantó una mano en un gesto relajado de despedida y sonrió. ~ ใ˜ใ‚ƒใ‚ใชใ€ๅคฉไฝฟใ•ใ‚“ใ€‚้ขจใซไน—ใฃใฆใ€่ฟทใ‚ใš่กŒใ‘ใ‚ˆใ€‚ (Jฤ na, tenshi-san. Kaze ni notte, mayowazu ike yo.)
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  • Takeru despertó con el cuerpo hecho un desastre. Cada músculo le dolía, su costado ardía con cada respiración, y su pierna derecha apenas respondía. Se incorporó lentamente, sintiendo cómo el dolor se acomodaba en su cuerpo como un viejo conocido.

    Al poco rato, alguien llamó a la puerta. Una enfermera entró con un botiquín en mano, su expresión mezcla de preocupación y profesionalismo.

    —Señor Arakawa, deberían llevarlo al hospital. Tiene varias contusiones y…

    —No. —La voz de Takeru fue firme mientras se ponía de pie con esfuerzo.

    La enfermera frunció el ceño.

    —Pero sus heridas…

    Takeru pasó una mano por su rostro, notando la hinchazón en su mejilla y el rastro seco de sangre en su labio. Chasqueó la lengua y le dedicó una mirada cansada.

    —No es la primera vez que me rompen la cara, y no será la última.

    La enfermera suspiró.

    —Al menos déjeme revisarlo aquí.

    Takeru exhaló con resignación y se dejó caer en la silla más cercana.

    —Si eso te hace sentir mejor, adelante.

    Mientras la enfermera comenzaba a trabajar, Takeru cerró los ojos por un momento. Sabía que su cuerpo no era el de antes, que cada golpe tardaba más en sanar… pero eso no importaba.

    Lo importante era que todavía estaba en pie.
    Takeru despertó con el cuerpo hecho un desastre. Cada músculo le dolía, su costado ardía con cada respiración, y su pierna derecha apenas respondía. Se incorporó lentamente, sintiendo cómo el dolor se acomodaba en su cuerpo como un viejo conocido. Al poco rato, alguien llamó a la puerta. Una enfermera entró con un botiquín en mano, su expresión mezcla de preocupación y profesionalismo. —Señor Arakawa, deberían llevarlo al hospital. Tiene varias contusiones y… —No. —La voz de Takeru fue firme mientras se ponía de pie con esfuerzo. La enfermera frunció el ceño. —Pero sus heridas… Takeru pasó una mano por su rostro, notando la hinchazón en su mejilla y el rastro seco de sangre en su labio. Chasqueó la lengua y le dedicó una mirada cansada. —No es la primera vez que me rompen la cara, y no será la última. La enfermera suspiró. —Al menos déjeme revisarlo aquí. Takeru exhaló con resignación y se dejó caer en la silla más cercana. —Si eso te hace sentir mejor, adelante. Mientras la enfermera comenzaba a trabajar, Takeru cerró los ojos por un momento. Sabía que su cuerpo no era el de antes, que cada golpe tardaba más en sanar… pero eso no importaba. Lo importante era que todavía estaba en pie.
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  • Takeru dejó caer los documentos sobre el escritorio con un suspiro pesado. Los miró por un segundo, luego simplemente los tomó y los lanzó al otro lado de la mesa, dejando que se desparramaran sin cuidado.

    —Maldita sea, odio este papeleo… —murmuró, pasándose una mano por el rostro.

    Se recargó en la silla, mirando el techo por un momento, como si eso fuera a hacer que los papeles desaparecieran por arte de magia. Pero ahí seguían, esperando que los revisara.

    Entonces, después de un par de segundos en silencio, soltó una carcajada.

    —Bueno, ¿de qué me quejo? —Se inclinó hacia adelante, recogiendo los documentos con una media sonrisa—. Al final, si quiero que las cosas salgan bien, mejor hacerlo yo mismo.

    Sacudió la cabeza y empezó a revisar los papeles con una resignación divertida. A fin de cuentas, prefería estar al mando de su propio desastre.
    Takeru dejó caer los documentos sobre el escritorio con un suspiro pesado. Los miró por un segundo, luego simplemente los tomó y los lanzó al otro lado de la mesa, dejando que se desparramaran sin cuidado. —Maldita sea, odio este papeleo… —murmuró, pasándose una mano por el rostro. Se recargó en la silla, mirando el techo por un momento, como si eso fuera a hacer que los papeles desaparecieran por arte de magia. Pero ahí seguían, esperando que los revisara. Entonces, después de un par de segundos en silencio, soltó una carcajada. —Bueno, ¿de qué me quejo? —Se inclinó hacia adelante, recogiendo los documentos con una media sonrisa—. Al final, si quiero que las cosas salgan bien, mejor hacerlo yo mismo. Sacudió la cabeza y empezó a revisar los papeles con una resignación divertida. A fin de cuentas, prefería estar al mando de su propio desastre.
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  • Estoy cansada de arreglar tus destrozos. Siempre hay una opción, pero tú prefieres ignorarla… Claro, es más fácil dejar que yo limpie el desastre, ¿no?
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  • ะ‘ะะฃะะก NIGHTS
    Fandom OC
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    โ”โ”โ”โ”โ”โ”โ”โ”โ”โ”โ”โ”โ”โ”โ”โ”“
    แตแต’โฟแต’สณแต’หก ; แตแต‰แตแต’สณโฑแตƒ
    แต—สท ! แตแต‰โฟแถœโฑแต’โฟแต‰หข แตˆแต‰ แตƒหกแถœแต’สฐแต’หก, แตˆสณแต’แตแตƒหข, แต›แต’แตโฑแต—แต’
    โ”—โ”โ”โ”โ”โ”โ”โ”โ”โ”โ”โ”โ”โ”โ”โ”›


    La noche estaba saturada de neón y humo, vibrando con la resaca de la música que aún zumbaba en sus oídos. Afuera, en la cruda madrugada, el aire tenía esa densidad sucia de la ciudad a altas horas: impregnado de nicotina, concreto húmedo y un inconfundible toque de vómito.

    Dmitry permanecía inmóvil, un testigo en la penumbra del callejón, su silueta apenas delineada por las luces temblorosas del cartel eléctrico sobre la entrada del club. A sus pies, su Meister estaba inclinada contra la pared, sus dedos perfectamente decorados aferrándose al ladrillo con un agarre débil.

    El borde de su falda corta estaba manchado de polvo, su maquillaje ligeramente corrido, pero incluso en ese estado, Yua seguía siendo un cuadro vibrante de blanco y dorado, de pestañas largas y uñas brillantes.

    Dmitry ladeó la cabeza, observándola con la misma paciencia con la que alguien observa el paisaje. El cigarro colgaba de sus labios, consumiéndose con la lentitud de su aliento.

    —No puedes con el alcohol ruso.

    No era solo una burla, sino también una verdad entregada con la neutralidad de quien ya había anticipado ese desenlace.

    Yua levantó la cabeza lo justo para verlo, con el ceño fruncido y la dignidad aferrándose a ella con uñas y dientes. Su labial, antes perfectamente delineado, se desvanecía en la comisura de sus labios.

    —Dima, cierra la puta boca y sujétame el pelo.

    Él dejó escapar un suspiro leve antes de moverse. Sus manos, que estaban acostumbradas a cargar cuchillas y terminar trabajos sucios, ahora recogían con total gentileza los mechones dorados de su Meister, sujetándolos con cuidado para apartarlos de su rostro.

    —Y sí puedo con el alcohol ruso, eh. —Su voz sonaba algo rasposa, aún adormilada por el licor—. No sé qué mierda le ponen ustedes a sus pastillas, raritos…

    La risa silenciosa de Dima se perdió en la brisa nocturna.

    La callejuela, angosta y desordenada, amplificaba el eco de cada jadeo ahogado y queja frustrada. El humo de su cigarro flotaba en el aire entre ellos, desvaneciéndose en la penumbra mientras Yua maldecía entre dientes, su orgullo resistiéndose a la miseria en la que se encontraba.

    —Sabes que esto es tu culpa, ¿no? —murmuró Dmitry.

    Ella agitó una mano con pereza, como si pudiera espantar sus palabras.

    —Ugh, qué pesado…

    Se cubrió la boca con el dorso de la mano, cerrando los ojos con fuerza antes de mascullar:

    —Tráeme agua.

    Dmitry no respondió. Solo metió la mano en su abrigo y sacó una botella, dejándola caer en la suya con la naturalidad de quien ya esperaba el desastre.

    —Es de la canilla. Para que sepas.

    Ella la tomó sin pensarlo, con la urgencia de alguien que busca aferrarse a cualquier salvación.

    Dima la miró en silencio mientras ella se enjuagaba la boca, su expresión carente de juicio, solo con la observación tranquila de quien ya había visto esta escena demasiadas veces antes.

    —También tengo chicles.

    No hubo respuesta inmediata. Solo el sonido del agua bajando por su garganta. Luego, sin voltear, Yua levantó la mano con la palma abierta.

    —Dámelos.

    El paquete cayó en su mano, y ella se metió uno en la boca sin ceremonias.

    —Gracias, bebi~.

    El chicle se movía perezosamente entre sus dientes cuando finalmente se enderezó, apoyando la espalda contra la pared. Sus uñas decoradas brillaban bajo la luz neón cuando se alisó la falda, con un gesto tan perezoso como impecable.

    Dmitry esperó, porque conocía el patrón.

    Yua lo miró, y la chispa traviesa volvió a sus ojos.

    —Llévame a casa.

    Dmitry no reaccionó de inmediato. Solo ladeó la cabeza, un gesto pequeño, sutil, pero suficiente para que ella entendiera que esperaba algo más.

    Y Yua nunca decepcionaba.

    Se inclinó un poco hacia él, su perfume dulce y empalagoso envolviéndolo como un eco de la fiesta que habían dejado atrás. Sus labios se curvaron con un toque de maldad divertida.

    —O qué, ¿me vas a dejar tirada en la calle?

    La respuesta de Dima fue un silencio frío, cargado de un sarcasmo tan seco que ni siquiera necesitaba palabras. Su cigarro cayó al suelo, y con un movimiento breve de su pie, lo apagó contra el pavimento.

    —No es como si tuviera otra opción —dijo finalmente, desabrochándose el abrigo para quitárselo—. Claro que te llevo. Pero me debes la mitad de lo que te quedó.

    Yua dejó escapar una carcajada nasal antes de amarrarse la prenda a la cintura con un gesto perezoso, su sonrisa radiante contrastando con su estado deplorable.

    Dmitry ni siquiera esperó a que terminara de acomodarse. En un solo movimiento, se agachó y la subió a su espalda, asegurando sus piernas con un agarre firme mientras ella soltaba un gritito de sorpresa.

    —¡Así se hace, esbirro! —canturreó, entre risas, claramente aún ebria. 

    —¿Sabes? A veces siento que solo soy eso para ti. Pero luego recuerdo que también me ves como un perro, un esclavo, un siervo... Y se me pasa.

    Yua se echó a reír, dejándose caer contra su espalda. El perfume en su cabello se mezcló con el aroma del tabaco que impregnaba la ropa de Dima. Se aferró a él sin miedo. Porque, al final, sin importar lo dura que fuera la noche, siempre la llevaba a casa.
    โ”โ”โ”โ”โ”โ”โ”โ”โ”โ”โ”โ”โ”โ”โ”โ”“ แตแต’โฟแต’สณแต’หก ; แตแต‰แตแต’สณโฑแตƒ แต—สท ! แตแต‰โฟแถœโฑแต’โฟแต‰หข แตˆแต‰ แตƒหกแถœแต’สฐแต’หก, แตˆสณแต’แตแตƒหข, แต›แต’แตโฑแต—แต’ โ”—โ”โ”โ”โ”โ”โ”โ”โ”โ”โ”โ”โ”โ”โ”โ”› La noche estaba saturada de neón y humo, vibrando con la resaca de la música que aún zumbaba en sus oídos. Afuera, en la cruda madrugada, el aire tenía esa densidad sucia de la ciudad a altas horas: impregnado de nicotina, concreto húmedo y un inconfundible toque de vómito. Dmitry permanecía inmóvil, un testigo en la penumbra del callejón, su silueta apenas delineada por las luces temblorosas del cartel eléctrico sobre la entrada del club. A sus pies, su Meister estaba inclinada contra la pared, sus dedos perfectamente decorados aferrándose al ladrillo con un agarre débil. El borde de su falda corta estaba manchado de polvo, su maquillaje ligeramente corrido, pero incluso en ese estado, Yua seguía siendo un cuadro vibrante de blanco y dorado, de pestañas largas y uñas brillantes. Dmitry ladeó la cabeza, observándola con la misma paciencia con la que alguien observa el paisaje. El cigarro colgaba de sus labios, consumiéndose con la lentitud de su aliento. —No puedes con el alcohol ruso. No era solo una burla, sino también una verdad entregada con la neutralidad de quien ya había anticipado ese desenlace. Yua levantó la cabeza lo justo para verlo, con el ceño fruncido y la dignidad aferrándose a ella con uñas y dientes. Su labial, antes perfectamente delineado, se desvanecía en la comisura de sus labios. —Dima, cierra la puta boca y sujétame el pelo. Él dejó escapar un suspiro leve antes de moverse. Sus manos, que estaban acostumbradas a cargar cuchillas y terminar trabajos sucios, ahora recogían con total gentileza los mechones dorados de su Meister, sujetándolos con cuidado para apartarlos de su rostro. —Y sí puedo con el alcohol ruso, eh. —Su voz sonaba algo rasposa, aún adormilada por el licor—. No sé qué mierda le ponen ustedes a sus pastillas, raritos… La risa silenciosa de Dima se perdió en la brisa nocturna. La callejuela, angosta y desordenada, amplificaba el eco de cada jadeo ahogado y queja frustrada. El humo de su cigarro flotaba en el aire entre ellos, desvaneciéndose en la penumbra mientras Yua maldecía entre dientes, su orgullo resistiéndose a la miseria en la que se encontraba. —Sabes que esto es tu culpa, ¿no? —murmuró Dmitry. Ella agitó una mano con pereza, como si pudiera espantar sus palabras. —Ugh, qué pesado… Se cubrió la boca con el dorso de la mano, cerrando los ojos con fuerza antes de mascullar: —Tráeme agua. Dmitry no respondió. Solo metió la mano en su abrigo y sacó una botella, dejándola caer en la suya con la naturalidad de quien ya esperaba el desastre. —Es de la canilla. Para que sepas. Ella la tomó sin pensarlo, con la urgencia de alguien que busca aferrarse a cualquier salvación. Dima la miró en silencio mientras ella se enjuagaba la boca, su expresión carente de juicio, solo con la observación tranquila de quien ya había visto esta escena demasiadas veces antes. —También tengo chicles. No hubo respuesta inmediata. Solo el sonido del agua bajando por su garganta. Luego, sin voltear, Yua levantó la mano con la palma abierta. —Dámelos. El paquete cayó en su mano, y ella se metió uno en la boca sin ceremonias. —Gracias, bebi~. El chicle se movía perezosamente entre sus dientes cuando finalmente se enderezó, apoyando la espalda contra la pared. Sus uñas decoradas brillaban bajo la luz neón cuando se alisó la falda, con un gesto tan perezoso como impecable. Dmitry esperó, porque conocía el patrón. Yua lo miró, y la chispa traviesa volvió a sus ojos. —Llévame a casa. Dmitry no reaccionó de inmediato. Solo ladeó la cabeza, un gesto pequeño, sutil, pero suficiente para que ella entendiera que esperaba algo más. Y Yua nunca decepcionaba. Se inclinó un poco hacia él, su perfume dulce y empalagoso envolviéndolo como un eco de la fiesta que habían dejado atrás. Sus labios se curvaron con un toque de maldad divertida. —O qué, ¿me vas a dejar tirada en la calle? La respuesta de Dima fue un silencio frío, cargado de un sarcasmo tan seco que ni siquiera necesitaba palabras. Su cigarro cayó al suelo, y con un movimiento breve de su pie, lo apagó contra el pavimento. —No es como si tuviera otra opción —dijo finalmente, desabrochándose el abrigo para quitárselo—. Claro que te llevo. Pero me debes la mitad de lo que te quedó. Yua dejó escapar una carcajada nasal antes de amarrarse la prenda a la cintura con un gesto perezoso, su sonrisa radiante contrastando con su estado deplorable. Dmitry ni siquiera esperó a que terminara de acomodarse. En un solo movimiento, se agachó y la subió a su espalda, asegurando sus piernas con un agarre firme mientras ella soltaba un gritito de sorpresa. —¡Así se hace, esbirro! —canturreó, entre risas, claramente aún ebria.  —¿Sabes? A veces siento que solo soy eso para ti. Pero luego recuerdo que también me ves como un perro, un esclavo, un siervo... Y se me pasa. Yua se echó a reír, dejándose caer contra su espalda. El perfume en su cabello se mezcló con el aroma del tabaco que impregnaba la ropa de Dima. Se aferró a él sin miedo. Porque, al final, sin importar lo dura que fuera la noche, siempre la llevaba a casa.
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    Fandom Supernatural / The vampires diaries
    Categorรญa Acción
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    ใ…คใ…คใ…ค๐˜€๐™ฉ๐‘Ž๐‘Ÿ๐˜ต๐‘’๐‘Ÿ ๐˜ฑ๐˜ข๐™ง๐‘Ž → Hope Mikaelson


    — Al parecer ella le dijo que le quería, en ese congelador, y él…

    — Él da bastante pena ahora mismo…

    — ¿Sabéis que parecéis dos marujas? ¿Y qué puedo oíros perfectamente?

    Dean termina por dejar la hamburguesa sobre el plato, únicamente para coger el botellín de cerveza que acompañaba a su cena.
    Sentía las miradas de Sam y Castiel clavadas en su espalda, pero ellos no veían el gesto de hartazgo que les estaba dedicando.
    Aquello era lo malo de vivir todos juntos como una gran familia feliz. Que la intimidad, tanto en los momentos buenos, como en los malos, brillaba por su ausencia.

    — Estas hecho un asco Dean. Ninguno de los dos sois felices así.

    Sam termina por sentarse a su derecha, dirigiéndole a él directamente por fin, aquel comentario.

    — ¿Alguna vez hemos tenido alguna relación que no haya terminado en desastre, Sammy? No me importa una mierda lo demás mientras ella este a salvo.

    Castiel repite el movimiento de Sam, pero a su izquierda.

    — La verdad, he visto muchas decisiones que tomáis los humanos y no entiendo, pero esta… esta me parece particularmente estúpida.

    Sam estaba diciéndole algo a raíz del comentario de Castiel, pero lo cierto es que Dean había desconectado de absolutamente todo. No quería explicarse con su familia, ni escuchar todas las razones desglosadas por puntos de como la había cagado.
    Por esas mismas razones, el mayor de los hermanos se levanta de golpe, provocando que la silla haga un ruido bastante desagradable ante su poca delicadeza.

    — No os aguanto.

    Y así, sin más coge su plato y su cerveza y desaparece de la biblioteca. Sin mirar atrás, con el único objetivo de llegar a su “cueva” sin cruzarse con Hope por el camino.


    >> De aquella conversación habían pasado dos meses.
    Dos meses en los que Sam aún había intentado hablar con él sobre aquel tema, con el mismo resultado que aquella primera vez.
    Dos meses en los que habían seguido resolviendo casos.
    Dos meses en los que la vida del bunker había seguido su curso, a pesar de que el ambiente se incomodara de golpe cada vez que uno de los dos entraba en una estancia en la que el otro ya estaba.
    Dos meses en los que Dean había observado a Hope en silencio, cuando sabía que ella no le miraba, revolcándose ligeramente en su miseria autoimpuesta, reconociendo los sentimientos que a pesar de no querer aceptarlos, la tribrida le provocaba.

    Pero también habían sido dos meses realmente tranquilos en lo que a Miguel y la seguridad de Hope se trataba. Hecho que tan solo ayudaba a Dean a reafirmarse en su postura en los momentos de mayor debilidad. En aquellas noches en la que las pesadillas le superaban y buscaba la figura dulce y cálida de la Mikaelson al otro lado de la cama.
    Su mirada cómplice al otro lado de la habitación.
    Su sonrisa.
    Sus curvas delicadas, y su piel increíblemente suave bajo sus manos toscas y ásperas.

    Pero si algo se le había dado bien durante toda su vida a Dean, además de matar seres sobrenaturales, había sido ocultar sus sentimientos. Hundirlos bajo capas y capas de negación ignorar el miedo, la frustración y el dolor en favor de las personas que quería.
    Lo había hecho con Sam, y ahora lo hacía con Hope.

    Si, podia tratar de engañar al resto, de mantener su fachada, pero lo cierto era que su mente no le dejaba un solo minuto de paz, ni si quiera mientras sus ojos recorrían un portal de noticias abierto en el portátil, en busca de algo de interés.
    Hasta el punto de que por poco se pierde un titular que no hubiera llamado la atención de nadie, al menos de nadie que no supiera buscar lo sobrenatural en lo corriente.

    “๐‘ฐ๐’๐’’๐’–๐’Š๐’†๐’•๐’–๐’… ๐’†๐’ ๐‘ด๐’๐’“๐’“๐’Š๐’๐’: ๐’๐’‚ ๐’—๐’Š๐’๐’๐’†๐’๐’„๐’Š๐’‚ ๐’„๐’“๐’†๐’„๐’† ๐’š ๐’๐’‚ ๐’„๐’‚๐’๐’Ž๐’‚ ๐’”๐’† ๐’…๐’†๐’”๐’—๐’‚๐’๐’†๐’„๐’†”

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    Por supuesto aquella noticia, podría no ser absolutamente nada, pero había signos claros y alarmantes que cualquier cazador sabría ver a kilómetros, y justamente por eso, y en parte por su necesidad de alejarse del bunker, al menos por un par de días, Dean no tarda en lanzar su eterna bolsa de viaje al maletero del Impala, después de dejar una nota pegada en la nevera.
    Por delante tenía seis horas de viaje. Seis horas en las que tan solo estaría él, Baby, la carretera y los mejores éxitos del rock más clásico.
    Era prácticamente catártico. Y si después de aquel viaje podia patear el culo a algo… la guinda del pastel.

    Por primera vez en mucho tiempo disfruta del viaje, no apura la velocidad permitida, no recorta horas al reloj, tan solo conduce, y al llegar a Morrill, aparca el Impala y en un primer momento se dedica a caminar por el pueblo, simplemente se deja llevar, si la noticia era verídica, no le costaría mucho encontrar problemas.



    แถ แต’แต—แต’ แถœสณแต‰แตƒแตˆแตƒ แต–แต’สณ: Hope Mikaelson
    ใ…คใ…คใ…คโงฝ ๐’๐“๐€๐‘๐“๐„๐‘ ๐•๐ˆ ใ…คใ…คใ…ค... ¿๐“ท๐“ธ ๐“ต๐“ธ ๐“ฟ๐“ฎ๐“ผ?" ใ…คใ…คใ…ค๐˜€๐™ฉ๐‘Ž๐‘Ÿ๐˜ต๐‘’๐‘Ÿ ๐˜ฑ๐˜ข๐™ง๐‘Ž → [thetribrid] — Al parecer ella le dijo que le quería, en ese congelador, y él… — Él da bastante pena ahora mismo… — ¿Sabéis que parecéis dos marujas? ¿Y qué puedo oíros perfectamente? Dean termina por dejar la hamburguesa sobre el plato, únicamente para coger el botellín de cerveza que acompañaba a su cena. Sentía las miradas de Sam y Castiel clavadas en su espalda, pero ellos no veían el gesto de hartazgo que les estaba dedicando. Aquello era lo malo de vivir todos juntos como una gran familia feliz. Que la intimidad, tanto en los momentos buenos, como en los malos, brillaba por su ausencia. — Estas hecho un asco Dean. Ninguno de los dos sois felices así. Sam termina por sentarse a su derecha, dirigiéndole a él directamente por fin, aquel comentario. — ¿Alguna vez hemos tenido alguna relación que no haya terminado en desastre, Sammy? No me importa una mierda lo demás mientras ella este a salvo. Castiel repite el movimiento de Sam, pero a su izquierda. — La verdad, he visto muchas decisiones que tomáis los humanos y no entiendo, pero esta… esta me parece particularmente estúpida. Sam estaba diciéndole algo a raíz del comentario de Castiel, pero lo cierto es que Dean había desconectado de absolutamente todo. No quería explicarse con su familia, ni escuchar todas las razones desglosadas por puntos de como la había cagado. Por esas mismas razones, el mayor de los hermanos se levanta de golpe, provocando que la silla haga un ruido bastante desagradable ante su poca delicadeza. — No os aguanto. Y así, sin más coge su plato y su cerveza y desaparece de la biblioteca. Sin mirar atrás, con el único objetivo de llegar a su “cueva” sin cruzarse con Hope por el camino. >> De aquella conversación habían pasado dos meses. Dos meses en los que Sam aún había intentado hablar con él sobre aquel tema, con el mismo resultado que aquella primera vez. Dos meses en los que habían seguido resolviendo casos. Dos meses en los que la vida del bunker había seguido su curso, a pesar de que el ambiente se incomodara de golpe cada vez que uno de los dos entraba en una estancia en la que el otro ya estaba. Dos meses en los que Dean había observado a Hope en silencio, cuando sabía que ella no le miraba, revolcándose ligeramente en su miseria autoimpuesta, reconociendo los sentimientos que a pesar de no querer aceptarlos, la tribrida le provocaba. Pero también habían sido dos meses realmente tranquilos en lo que a Miguel y la seguridad de Hope se trataba. Hecho que tan solo ayudaba a Dean a reafirmarse en su postura en los momentos de mayor debilidad. En aquellas noches en la que las pesadillas le superaban y buscaba la figura dulce y cálida de la Mikaelson al otro lado de la cama. Su mirada cómplice al otro lado de la habitación. Su sonrisa. Sus curvas delicadas, y su piel increíblemente suave bajo sus manos toscas y ásperas. Pero si algo se le había dado bien durante toda su vida a Dean, además de matar seres sobrenaturales, había sido ocultar sus sentimientos. Hundirlos bajo capas y capas de negación ignorar el miedo, la frustración y el dolor en favor de las personas que quería. Lo había hecho con Sam, y ahora lo hacía con Hope. Si, podia tratar de engañar al resto, de mantener su fachada, pero lo cierto era que su mente no le dejaba un solo minuto de paz, ni si quiera mientras sus ojos recorrían un portal de noticias abierto en el portátil, en busca de algo de interés. Hasta el punto de que por poco se pierde un titular que no hubiera llamado la atención de nadie, al menos de nadie que no supiera buscar lo sobrenatural en lo corriente. “๐‘ฐ๐’๐’’๐’–๐’Š๐’†๐’•๐’–๐’… ๐’†๐’ ๐‘ด๐’๐’“๐’“๐’Š๐’๐’: ๐’๐’‚ ๐’—๐’Š๐’๐’๐’†๐’๐’„๐’Š๐’‚ ๐’„๐’“๐’†๐’„๐’† ๐’š ๐’๐’‚ ๐’„๐’‚๐’๐’Ž๐’‚ ๐’”๐’† ๐’…๐’†๐’”๐’—๐’‚๐’๐’†๐’„๐’†” ๐ฟ๐‘œ ๐‘ž๐‘ข๐‘’ ๐‘Ž๐‘™๐‘”๐‘ข๐‘›๐‘Ž ๐‘ฃ๐‘’๐‘ง ๐‘“๐‘ข๐‘’ ๐‘ข๐‘› ๐‘Ÿ๐‘–๐‘›๐‘๐‘œฬ๐‘› ๐‘ก๐‘Ÿ๐‘Ž๐‘›๐‘ž๐‘ข๐‘–๐‘™๐‘œ ๐‘‘๐‘’ ๐‘Š๐‘ฆ๐‘œ๐‘š๐‘–๐‘›๐‘” ๐‘Žโ„Ž๐‘œ๐‘Ÿ๐‘Ž ๐‘’๐‘›๐‘“๐‘Ÿ๐‘’๐‘›๐‘ก๐‘Ž ๐‘ข๐‘›๐‘Ž ๐‘๐‘Ÿ๐‘’๐‘œ๐‘๐‘ข๐‘๐‘Ž๐‘›๐‘ก๐‘’ ๐‘œ๐‘™๐‘Ž ๐‘‘๐‘’ ๐‘ฃ๐‘–๐‘œ๐‘™๐‘’๐‘›๐‘๐‘–๐‘Ž. ๐ธ๐‘› ๐‘™๐‘œ๐‘  ๐‘ขฬ๐‘™๐‘ก๐‘–๐‘š๐‘œ๐‘  ๐‘š๐‘’๐‘ ๐‘’๐‘ , ๐‘™๐‘œ๐‘  ๐‘‘๐‘’๐‘™๐‘–๐‘ก๐‘œ๐‘  โ„Ž๐‘Ž๐‘› ๐‘Ž๐‘ข๐‘š๐‘’๐‘›๐‘ก๐‘Ž๐‘‘๐‘œ ๐‘‘๐‘Ÿ๐‘Žฬ๐‘ ๐‘ก๐‘–๐‘๐‘Ž๐‘š๐‘’๐‘›๐‘ก๐‘’ ๐‘’๐‘› ๐‘€๐‘œ๐‘Ÿ๐‘Ÿ๐‘–๐‘™๐‘™, ๐‘”๐‘’๐‘›๐‘’๐‘Ÿ๐‘Ž๐‘›๐‘‘๐‘œ ๐‘Ž๐‘™๐‘Ž๐‘Ÿ๐‘š๐‘Ž ๐‘’๐‘›๐‘ก๐‘Ÿ๐‘’ ๐‘ ๐‘ข๐‘  โ„Ž๐‘Ž๐‘๐‘–๐‘ก๐‘Ž๐‘›๐‘ก๐‘’๐‘ . ๐‘…๐‘œ๐‘๐‘œ๐‘ , ๐‘ฃ๐‘Ž๐‘›๐‘‘๐‘Ž๐‘™๐‘–๐‘ ๐‘š๐‘œ ๐‘ฆ ๐‘Ž๐‘”๐‘Ÿ๐‘’๐‘ ๐‘–๐‘œ๐‘›๐‘’๐‘  โ„Ž๐‘Ž๐‘› ๐‘ก๐‘Ÿ๐‘Ž๐‘›๐‘ ๐‘“๐‘œ๐‘Ÿ๐‘š๐‘Ž๐‘‘๐‘œ ๐‘™๐‘Ž ๐‘Ÿ๐‘ข๐‘ก๐‘–๐‘›๐‘Ž ๐‘‘๐‘–๐‘Ž๐‘Ÿ๐‘–๐‘Ž ๐‘’๐‘› ๐‘ข๐‘›๐‘Ž ๐‘๐‘œ๐‘›๐‘ ๐‘ก๐‘Ž๐‘›๐‘ก๐‘’ ๐‘๐‘Ÿ๐‘’๐‘œ๐‘๐‘ข๐‘๐‘Ž๐‘๐‘–๐‘œฬ๐‘›. ๐ฟ๐‘œ๐‘  ๐‘ฃ๐‘’๐‘๐‘–๐‘›๐‘œ๐‘  ๐‘ก๐‘’๐‘š๐‘’๐‘› ๐‘ž๐‘ข๐‘’ ๐‘™๐‘Ž ๐‘ ๐‘–๐‘ก๐‘ข๐‘Ž๐‘๐‘–๐‘œฬ๐‘› ๐‘ ๐‘’ ๐‘ ๐‘Ž๐‘™๐‘”๐‘Ž ๐‘‘๐‘’ ๐‘๐‘œ๐‘›๐‘ก๐‘Ÿ๐‘œ๐‘™, ๐‘š๐‘–๐‘’๐‘›๐‘ก๐‘Ÿ๐‘Ž๐‘  ๐‘™๐‘Ž๐‘  ๐‘Ž๐‘ข๐‘ก๐‘œ๐‘Ÿ๐‘–๐‘‘๐‘Ž๐‘‘๐‘’๐‘  ๐‘–๐‘›๐‘ก๐‘’๐‘›๐‘ก๐‘Ž๐‘› ๐‘๐‘œ๐‘›๐‘ก๐‘’๐‘›๐‘’๐‘Ÿ ๐‘™๐‘Ž ๐‘’๐‘ ๐‘๐‘Ž๐‘™๐‘Ž๐‘‘๐‘Ž ๐‘‘๐‘’๐‘™๐‘–๐‘๐‘ก๐‘–๐‘ฃ๐‘Ž. ๐‘†๐‘–๐‘› ๐‘Ÿ๐‘’๐‘ ๐‘๐‘ข๐‘’๐‘ ๐‘ก๐‘Ž๐‘  ๐‘๐‘™๐‘Ž๐‘Ÿ๐‘Ž๐‘  ๐‘›๐‘– ๐‘ ๐‘œ๐‘™๐‘ข๐‘๐‘–๐‘œ๐‘›๐‘’๐‘  ๐‘–๐‘›๐‘š๐‘’๐‘‘๐‘–๐‘Ž๐‘ก๐‘Ž๐‘ , ๐‘€๐‘œ๐‘Ÿ๐‘Ÿ๐‘–๐‘™๐‘™ ๐‘ ๐‘’ ๐‘’๐‘›๐‘“๐‘Ÿ๐‘’๐‘›๐‘ก๐‘Ž ๐‘Ž ๐‘ข๐‘›๐‘Ž ๐‘๐‘Ÿ๐‘’๐‘”๐‘ข๐‘›๐‘ก๐‘Ž ๐‘–๐‘›๐‘ž๐‘ข๐‘–๐‘’๐‘ก๐‘Ž๐‘›๐‘ก๐‘’: ¿๐‘๐‘œ๐‘‘๐‘Ÿ๐‘Žฬ ๐‘Ÿ๐‘’๐‘๐‘ข๐‘๐‘’๐‘Ÿ๐‘Ž๐‘Ÿ ๐‘ ๐‘ข ๐‘๐‘Ž๐‘ง ๐‘Ž๐‘›๐‘ก๐‘’๐‘  ๐‘‘๐‘’ ๐‘ž๐‘ข๐‘’ ๐‘ ๐‘’๐‘Ž ๐‘‘๐‘’๐‘š๐‘Ž๐‘ ๐‘–๐‘Ž๐‘‘๐‘œ ๐‘ก๐‘Ž๐‘Ÿ๐‘‘๐‘’? Por supuesto aquella noticia, podría no ser absolutamente nada, pero había signos claros y alarmantes que cualquier cazador sabría ver a kilómetros, y justamente por eso, y en parte por su necesidad de alejarse del bunker, al menos por un par de días, Dean no tarda en lanzar su eterna bolsa de viaje al maletero del Impala, después de dejar una nota pegada en la nevera. Por delante tenía seis horas de viaje. Seis horas en las que tan solo estaría él, Baby, la carretera y los mejores éxitos del rock más clásico. Era prácticamente catártico. Y si después de aquel viaje podia patear el culo a algo… la guinda del pastel. Por primera vez en mucho tiempo disfruta del viaje, no apura la velocidad permitida, no recorta horas al reloj, tan solo conduce, y al llegar a Morrill, aparca el Impala y en un primer momento se dedica a caminar por el pueblo, simplemente se deja llevar, si la noticia era verídica, no le costaría mucho encontrar problemas. แถ แต’แต—แต’ แถœสณแต‰แตƒแตˆแตƒ แต–แต’สณ: [thetribrid]
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