• Hebe corría de un lado a otro, su túnica ondeando como una nube blanca mientras sus pies apenas tocaban el suelo. Hoy era un dia importante en el Olimpo: se harían ofrendas a los Dioses y todo debía estar perfecto; aunque debía terminar cada guía sencilla para los nuevos en el Olimpo. Con una sonrisa radiante, revisó cada rincón del palacio celestial, asegurándose de que los dormitorios estuvieran ordenados, que los pasillos relucieran y que las fuentes manaran néctar fresco para los visitantes. Era un trabajo que adoraba, porque nada la hacía más feliz que ver a los demás disfrutar del Olimpo en todo su esplendor.

    —¡Ah! Casi olvido dejar indicaciones en el Salón de "Banquete Divino"… ¡Algunos ni saben cómo sostener una copa correctamente! —murmuró con un pequeño puchero, mientras escribía unas notas llenas de dibujos y colores, para que hasta el más distraído entendiera las reglas.

    Pero por mucho que Hebe amara su labor, últimamente le estaba costando dormir. Se acostaba, cerraba los ojos, y su mente seguía corriendo como un riachuelo desbocado. ¿Y si mañana hacía una ceremonia de bienvenida más divertida? ¿Y si ponía guías doradas en el suelo para evitar que los recién llegados se perdieran? ¿Y si alguien se sentía solo y necesitaba compañía?

    —¡Graaah! —se revolvió entre las sábanas con frustración, hasta que un ronroneo pesado la distrajo.

    Su tigre amigo, Hikaru, enorme y majestuoso, descansaba a su lado, estirando sus patas con pereza y con una mirada profunda pareció decirle su preocupación sincera. Hebe sonrió con ternura, abrazando su suave pelaje.

    —Esa mirada, uff, tienes razón, sí que pienso demasiado —susurró, cerrando los ojos con una sonrisa traviesa—. Pero solo un ratito más… ¡Y luego dormiré, lo prometo!

    El tigre bufó, como si no le creyera, y Hebe soltó una risa juguetona. Tal vez mañana organizaría un juego para animar a los nuevos. O una pequeña competencia de danzas divinas. O… Bueno, ya lo pensaría mejor al despertar. Le dolía la cabeza, tenía hambre y su cuerpo gritaba querer dormir, Esta vez, dejaría que la brisa de la tierra la arrullara, y estar a lado de Hikaru fuera motivo de ordenarse a si misma para descansar, al menos hasta la próxima gran idea.
    Hebe corría de un lado a otro, su túnica ondeando como una nube blanca mientras sus pies apenas tocaban el suelo. Hoy era un dia importante en el Olimpo: se harían ofrendas a los Dioses y todo debía estar perfecto; aunque debía terminar cada guía sencilla para los nuevos en el Olimpo. Con una sonrisa radiante, revisó cada rincón del palacio celestial, asegurándose de que los dormitorios estuvieran ordenados, que los pasillos relucieran y que las fuentes manaran néctar fresco para los visitantes. Era un trabajo que adoraba, porque nada la hacía más feliz que ver a los demás disfrutar del Olimpo en todo su esplendor. —¡Ah! Casi olvido dejar indicaciones en el Salón de "Banquete Divino"… ¡Algunos ni saben cómo sostener una copa correctamente! —murmuró con un pequeño puchero, mientras escribía unas notas llenas de dibujos y colores, para que hasta el más distraído entendiera las reglas. Pero por mucho que Hebe amara su labor, últimamente le estaba costando dormir. Se acostaba, cerraba los ojos, y su mente seguía corriendo como un riachuelo desbocado. ¿Y si mañana hacía una ceremonia de bienvenida más divertida? ¿Y si ponía guías doradas en el suelo para evitar que los recién llegados se perdieran? ¿Y si alguien se sentía solo y necesitaba compañía? —¡Graaah! —se revolvió entre las sábanas con frustración, hasta que un ronroneo pesado la distrajo. Su tigre amigo, Hikaru, enorme y majestuoso, descansaba a su lado, estirando sus patas con pereza y con una mirada profunda pareció decirle su preocupación sincera. Hebe sonrió con ternura, abrazando su suave pelaje. —Esa mirada, uff, tienes razón, sí que pienso demasiado —susurró, cerrando los ojos con una sonrisa traviesa—. Pero solo un ratito más… ¡Y luego dormiré, lo prometo! El tigre bufó, como si no le creyera, y Hebe soltó una risa juguetona. Tal vez mañana organizaría un juego para animar a los nuevos. O una pequeña competencia de danzas divinas. O… Bueno, ya lo pensaría mejor al despertar. Le dolía la cabeza, tenía hambre y su cuerpo gritaba querer dormir, Esta vez, dejaría que la brisa de la tierra la arrullara, y estar a lado de Hikaru fuera motivo de ordenarse a si misma para descansar, al menos hasta la próxima gran idea.
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  • Otra noche, otro espectáculo. Pero esta vez, las sombras eran más densas y los ojos que la observaban, más peligrosos.

    El lugar no tenía nombre. Solo aquellos que sabían a dónde ir encontraban la puerta oculta en los callejones de la ciudad. Un club clandestino donde el oro y los secretos fluían con la misma facilidad que el vino. Allí, entre risas contenidas y miradas calculadoras, se levantaba un escenario iluminado por velas y lámparas de aceite, proyectando sombras danzantes sobre las paredes de piedra.

    En el centro, colgando desde una cúpula oculta entre la penumbra, las telas aéreas aguardaban. Y entonces, ella apareció.

    Alexa Selene emergió de la oscuridad envuelta en seda escarlata. Su atuendo era aún más etéreo que en noches anteriores: un corsé ajustado, una falda de gasa cortada a los lados y pies descalzos que apenas rozaban la madera del escenario. Su cabello platinado caía libre, reflejando la tenue luz con cada movimiento.

    La música comenzó, un ritmo lento y envolvente. Alexa tomó las telas con ambas manos, sintiendo la textura entre sus dedos antes de impulsarse hacia el aire. El murmullo en la sala se desvaneció en un instante.

    Ascendió con la gracia de un susurro, enredándose en la seda como si las telas fueran una extensión de su propio cuerpo. Se contorsionó en el aire, dejando que su espalda se arqueara mientras una de sus piernas se enredaba con firmeza, sosteniéndola a metros del suelo. Desde allí, dejó caer su torso en un movimiento peligroso, su cabello rozando el vacío, provocando un jadeo colectivo entre los espectadores.

    Giró, descendió y volvió a subir con una facilidad sobrehumana, su piel brillante por el esfuerzo, su respiración acompasada con la música. Cada movimiento calculado, cada inclinación de su cuerpo transmitía un mensaje claro: no solo era una bailarina, era una diosa en su elemento.

    Pero entre el público, una mirada no se apartaba de ella. Una mirada diferente, con una intensidad que ardía más que las velas parpadeantes. Alguien la reconocía, o tal vez, alguien la reclamaba. Y Alexa lo supo en el momento en que sus ojos se cruzaron.

    Sonrió, sin perder el ritmo de su danza. Porque, después de todo, la noche y el escenario seguían siendo suyos.



    #SeductiveSunday ⁠♡ ────⁠


    (https://open.spotify.com/track/6eJ2rRy68QOduhNLW3M1Yy?si=sLsrvKmURyu79kDn4JsUDA )


    parte 1 https://ficrol.com/posts/245216
    Parte 2 https://ficrol.com/posts/249915

    Otra noche, otro espectáculo. Pero esta vez, las sombras eran más densas y los ojos que la observaban, más peligrosos. El lugar no tenía nombre. Solo aquellos que sabían a dónde ir encontraban la puerta oculta en los callejones de la ciudad. Un club clandestino donde el oro y los secretos fluían con la misma facilidad que el vino. Allí, entre risas contenidas y miradas calculadoras, se levantaba un escenario iluminado por velas y lámparas de aceite, proyectando sombras danzantes sobre las paredes de piedra. En el centro, colgando desde una cúpula oculta entre la penumbra, las telas aéreas aguardaban. Y entonces, ella apareció. Alexa Selene emergió de la oscuridad envuelta en seda escarlata. Su atuendo era aún más etéreo que en noches anteriores: un corsé ajustado, una falda de gasa cortada a los lados y pies descalzos que apenas rozaban la madera del escenario. Su cabello platinado caía libre, reflejando la tenue luz con cada movimiento. La música comenzó, un ritmo lento y envolvente. Alexa tomó las telas con ambas manos, sintiendo la textura entre sus dedos antes de impulsarse hacia el aire. El murmullo en la sala se desvaneció en un instante. Ascendió con la gracia de un susurro, enredándose en la seda como si las telas fueran una extensión de su propio cuerpo. Se contorsionó en el aire, dejando que su espalda se arqueara mientras una de sus piernas se enredaba con firmeza, sosteniéndola a metros del suelo. Desde allí, dejó caer su torso en un movimiento peligroso, su cabello rozando el vacío, provocando un jadeo colectivo entre los espectadores. Giró, descendió y volvió a subir con una facilidad sobrehumana, su piel brillante por el esfuerzo, su respiración acompasada con la música. Cada movimiento calculado, cada inclinación de su cuerpo transmitía un mensaje claro: no solo era una bailarina, era una diosa en su elemento. Pero entre el público, una mirada no se apartaba de ella. Una mirada diferente, con una intensidad que ardía más que las velas parpadeantes. Alguien la reconocía, o tal vez, alguien la reclamaba. Y Alexa lo supo en el momento en que sus ojos se cruzaron. Sonrió, sin perder el ritmo de su danza. Porque, después de todo, la noche y el escenario seguían siendo suyos. #SeductiveSunday ⁠♡ ────⁠ (https://open.spotify.com/track/6eJ2rRy68QOduhNLW3M1Yy?si=sLsrvKmURyu79kDn4JsUDA ) parte 1 https://ficrol.com/posts/245216 Parte 2 https://ficrol.com/posts/249915
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  • La bolsa, vaciándose progresivamente. El sepulturero, cambiándola por otra, el proceso, repitiéndose por tercera vez en la hora.

    La sangre, fluyendo por su brazo. Invadiendo cada rincón de sus tejidos, nutriendo.

    Un sinfín de imágenes inconexas parpadeando.

    Ciel comenzaba a darles un sentido, sus pensamientos aclarándose.

    —Hermano —musitó. —Jean.

    Fue abriendo los párpados lánguidamente, encontrándose con la luz del sol iluminando su rostro cálidamente.

    —¿Qué hora es? —preguntó.

    La luz que entraba por la ventana era tanta que lo cegaba y no podía ver más que blanco.

    —Las cinco —le contestó Undertaker.

    —La hora del té —murmuró. Luego divagó. —Él debe estar esperándome.

    —Sí —sonrió el Dios de la muerte, viendo hacia la luz. —Lo hace.

    Ciel volvió a cerrar los ojos, el agotamiento le impidió estar más tiempo despierto.

    —Todavía necesita comer más de su alimento —añadió en voz baja, como si hablar alto lo pudiera molestar. —Ahora, solo descanse.
    La bolsa, vaciándose progresivamente. El sepulturero, cambiándola por otra, el proceso, repitiéndose por tercera vez en la hora. La sangre, fluyendo por su brazo. Invadiendo cada rincón de sus tejidos, nutriendo. Un sinfín de imágenes inconexas parpadeando. Ciel comenzaba a darles un sentido, sus pensamientos aclarándose. —Hermano —musitó. —Jean. Fue abriendo los párpados lánguidamente, encontrándose con la luz del sol iluminando su rostro cálidamente. —¿Qué hora es? —preguntó. La luz que entraba por la ventana era tanta que lo cegaba y no podía ver más que blanco. —Las cinco —le contestó Undertaker. —La hora del té —murmuró. Luego divagó. —Él debe estar esperándome. —Sí —sonrió el Dios de la muerte, viendo hacia la luz. —Lo hace. Ciel volvió a cerrar los ojos, el agotamiento le impidió estar más tiempo despierto. —Todavía necesita comer más de su alimento —añadió en voz baja, como si hablar alto lo pudiera molestar. —Ahora, solo descanse.
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  • - Subo al lugar mientras los querubines me rodean emocionados mi cuerpo enpiesa a emitir poder sagrado haciendo que los querubines se emocionen al punto de mostrar su verdadera forma volviéndose energía pura introduciéndose en mi cuerpo para luego salir y tomar una apariencia familiar mi sombra había renacido los querubines seguían acercándose para luego detenerce como si el tiempo se detuviera para que la sombra tome asiento y enpiese a tocar el piano
    Los que escuchaban tal melodía podían sentir como su poder aumentaba quedando conmovidos por tal regalo -


    https://youtu.be/3BO0QoDB_2U?si=g8HGtVMH-eK2WVvK
    - Subo al lugar mientras los querubines me rodean emocionados mi cuerpo enpiesa a emitir poder sagrado haciendo que los querubines se emocionen al punto de mostrar su verdadera forma volviéndose energía pura introduciéndose en mi cuerpo para luego salir y tomar una apariencia familiar mi sombra había renacido los querubines seguían acercándose para luego detenerce como si el tiempo se detuviera para que la sombra tome asiento y enpiese a tocar el piano Los que escuchaban tal melodía podían sentir como su poder aumentaba quedando conmovidos por tal regalo - https://youtu.be/3BO0QoDB_2U?si=g8HGtVMH-eK2WVvK
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  • Si tienes que desprestigiarme y acercarte a las personas que me rodean déjame decirte que tienes una vida miserable
    Si tienes que desprestigiarme y acercarte a las personas que me rodean déjame decirte que tienes una vida miserable
    2 turnos 0 maullidos 504 vistas
  • Piratas del South Blue
    Fandom One Piece
    Categoría Anime / Mangas
    ¡ATENCIÓN, SUEÑADORES, INCONFORMES Y LOCOS CON SED DE GLORIA!

    ¿Pasas tus días mirando al horizonte, imaginando algo más grande que una vida ordinaria? ¡Pues deja de soñar y empieza a luchar!

    El Steam Teapot abre sus puertas a los que no teman mancharse las manos de pólvora, vapor y sueños. No importa si eres un pistolero sin rumbo, un inventor fracasado o un vagabundo con un corazón ardiente. Si tienes un anhelo que te quema el pecho, aquí tendrás un lugar.

    ¿El mundo se burla? Que se pudran. ¿Los obstáculos parecen imposibles? Los atravesaremos a cañonazos. Y si al final caemos… ¡al menos será con el timón en la mano y la bandera ondeando, no arrastrándonos como cobardes!

    Sé de los más libres del mundo. Levanta tu voz, alza tu bandera…

    ¡LA STEAM TEAPOT ESTÁ ZARPANDO!

    Y no nos detendremos hasta que los mares mismos reconozcan nuestro nombre. (o nos quedemos sin combustible.)

    ¿Te atreves a subir a bordo?


    Acotación off rol: Si eres super novato y solo haces una linea o ni siquiera viste one piece, puedes entrar, sin problemas aquí y no discriminare a nadie.
    ¡ATENCIÓN, SUEÑADORES, INCONFORMES Y LOCOS CON SED DE GLORIA! ¿Pasas tus días mirando al horizonte, imaginando algo más grande que una vida ordinaria? ¡Pues deja de soñar y empieza a luchar! El Steam Teapot abre sus puertas a los que no teman mancharse las manos de pólvora, vapor y sueños. No importa si eres un pistolero sin rumbo, un inventor fracasado o un vagabundo con un corazón ardiente. Si tienes un anhelo que te quema el pecho, aquí tendrás un lugar. ¿El mundo se burla? Que se pudran. ¿Los obstáculos parecen imposibles? Los atravesaremos a cañonazos. Y si al final caemos… ¡al menos será con el timón en la mano y la bandera ondeando, no arrastrándonos como cobardes! Sé de los más libres del mundo. Levanta tu voz, alza tu bandera… ¡LA STEAM TEAPOT ESTÁ ZARPANDO! Y no nos detendremos hasta que los mares mismos reconozcan nuestro nombre. (o nos quedemos sin combustible.) ¿Te atreves a subir a bordo? Acotación off rol: Si eres super novato y solo haces una linea o ni siquiera viste one piece, puedes entrar, sin problemas aquí y no discriminare a nadie.
    Tipo
    Grupal
    Líneas
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    Estado
    Disponible
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  • Esto se ha publicado como Out Of Character. Tenlo en cuenta al responder.
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    Confesión de user.

    Ok, tengo que decir esto, aunque Michael/Miguel (Hazbin hotel)
    Me cae bien y en cualquier versión se ve hace cool.

    Lo cierto es que hay una variante que me cayo en la punta del hígado por ser un hijo de su.... (?)
    Y ese es el de la serie Supernatural, chales, como me puse cuando mata a todos los de bunker de los witchesters <\3

    Para ver después como mata a una chica frente a Sam y Dean...
    Agfrrrrv p"+####.

    Listo sigo siendo linda :v
    Confesión de user. Ok, tengo que decir esto, aunque Michael/Miguel (Hazbin hotel) Me cae bien y en cualquier versión se ve hace cool. Lo cierto es que hay una variante que me cayo en la punta del hígado por ser un hijo de su.... (?) Y ese es el de la serie Supernatural, chales, como me puse cuando mata a todos los de bunker de los witchesters <\3 Para ver después como mata a una chica frente a Sam y Dean... Agfrrrrv p"+####. Listo sigo siendo linda :v
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  • - Espíritu Mariposa .

    Caminaba en silencio en los bastos jardines del Palacio Basil, era ya media noche, quizás un poco más tarde, como es costumbre solitario, silencioso, la silueta del varón es acompañada del olor a tabaco quemando, en sus manos la chispa roja de un cigarro a medio terminar, las Lunas de Basilia ofrecen luz radiante, los lotos negros de la familia Zeilen florecen, los jardines son extensos, planicies adornadas de flores distintas, el suelo a distancia parece un alfombrado de diversos colores, el Basilio lentamente se aleja del jardín, dejando atrás el imponente palacio Basilio, caminaba Zet por el pasillo de las Feridas, ahí cada una de las cinco espadas del Rey Dragón posee una imagen tallada en mármol, refinados y con detalles únicos que le caracterizan, fueron estás en su momento las señoras de la guerra, dos a su derecha y dos a su izquierda en medio un pasillo de cristal, al frente la imagen de Ana la primera, así se completaba el pasillo imperial, Zet dejo atrás el pasillo y siguió su camino, acabado ya el cigarro enciende otro y sigue avanzando, vestido con nada más que un pantalón de tela ligera y unas sandalias, una gabardina cubre su espalda dejando ver el pecho desnudo del imponente Rey, lejos del palacio, lejos del pasillo imperial, caminaba el varón en medio del bosque que rodea el palacio, buscando él las aguas del Lago Hakap, en silencio, las lunas de Basilia hacen brillar como estrellas azules las rosas que bordean el lago, cientos, Miles, era ya el tiempo de que florecieran y se manifestarán, tan hermosas y peligrosas, las rosas azules y su temido veneno del olvido, acercándose al tronco de un árbol caído ahí tomo asiento, en silencio admirando sus rosas desde lejos, en medio del hermoso paisaje algo capta su atención, una mariposa, mucho más grande que todas las que había tenido el placer de admirar antes, de hermosas alas blancas con destellos semejantes as escarcha, parece dejar un rastro de energía blanca al sobrevolar las aguas, era aquella mariposa extraña y diferente, normalmente no se dejan ver durante las noches y aunque miles existen en Basilia y miles ha visto el Rey, ninguna es semejante a la que admiraba sobrevolar el lago, tan única y tan distante, ha robado una sonrisa en el rostro del Rey Dragón y ha dejado en su mirada un leve brillo que expresaba nostalgia, ha recordado algo y ha dicho el Rey ..

    - De Miles conocidas y muchas parecidas, ninguna como tú .
    - Espíritu Mariposa . Caminaba en silencio en los bastos jardines del Palacio Basil, era ya media noche, quizás un poco más tarde, como es costumbre solitario, silencioso, la silueta del varón es acompañada del olor a tabaco quemando, en sus manos la chispa roja de un cigarro a medio terminar, las Lunas de Basilia ofrecen luz radiante, los lotos negros de la familia Zeilen florecen, los jardines son extensos, planicies adornadas de flores distintas, el suelo a distancia parece un alfombrado de diversos colores, el Basilio lentamente se aleja del jardín, dejando atrás el imponente palacio Basilio, caminaba Zet por el pasillo de las Feridas, ahí cada una de las cinco espadas del Rey Dragón posee una imagen tallada en mármol, refinados y con detalles únicos que le caracterizan, fueron estás en su momento las señoras de la guerra, dos a su derecha y dos a su izquierda en medio un pasillo de cristal, al frente la imagen de Ana la primera, así se completaba el pasillo imperial, Zet dejo atrás el pasillo y siguió su camino, acabado ya el cigarro enciende otro y sigue avanzando, vestido con nada más que un pantalón de tela ligera y unas sandalias, una gabardina cubre su espalda dejando ver el pecho desnudo del imponente Rey, lejos del palacio, lejos del pasillo imperial, caminaba el varón en medio del bosque que rodea el palacio, buscando él las aguas del Lago Hakap, en silencio, las lunas de Basilia hacen brillar como estrellas azules las rosas que bordean el lago, cientos, Miles, era ya el tiempo de que florecieran y se manifestarán, tan hermosas y peligrosas, las rosas azules y su temido veneno del olvido, acercándose al tronco de un árbol caído ahí tomo asiento, en silencio admirando sus rosas desde lejos, en medio del hermoso paisaje algo capta su atención, una mariposa, mucho más grande que todas las que había tenido el placer de admirar antes, de hermosas alas blancas con destellos semejantes as escarcha, parece dejar un rastro de energía blanca al sobrevolar las aguas, era aquella mariposa extraña y diferente, normalmente no se dejan ver durante las noches y aunque miles existen en Basilia y miles ha visto el Rey, ninguna es semejante a la que admiraba sobrevolar el lago, tan única y tan distante, ha robado una sonrisa en el rostro del Rey Dragón y ha dejado en su mirada un leve brillo que expresaba nostalgia, ha recordado algo y ha dicho el Rey .. - De Miles conocidas y muchas parecidas, ninguna como tú .
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  • #DuoRol

    La nieve se hundía bajo los pasos ligeros de Illyiv, cada movimiento suyo estaba acompañado por el susurro del viento que batía suavemente las ramas de los árboles. La noche en el Reino Fae era una obra de arte en sí misma, con un cielo repleto de estrellas y la nieve blanca cubriendo los senderos, como si la propia luna hubiera derramado su luz sobre la tierra.

    Mientras avanzaba, ajustó la capa oscura que cubría su vestido, un atuendo cuidadosamente elegido para mezclarse con los aldeanos. El vestido era de tonos apagados, con un color carbón que se fundía ligeramente con la penumbra, mientras que la capa negra le proporcionaba tanto calor como un toque de anonimato.

    La peliblanca hizo una pausa en el camino, apoyándose brevemente en un árbol ennegrecido por las sombras de la noche. Sus dedos alcanzaron el pergamino doblado que llevaba oculto en el interior de la manga de su vestido, desplegandolo con cuidado para repasar los detalles de la misión que la había hecho viajar hasta ese lugar.

    —"Obtener información..." —murmuraba mientras repasaba los detalles brevemente— "...el linaje de la luna... debilidades, alianzas del reino fae, su conexión con la oscuridad..." ¿Conexión con la oscuridad? Tsk... ¿Por qué a la organización le interesaría todo esto? —susurraba, hablando consigo misma mientras seguía leyendo el pergamino— "actúa con discreción, no reveles tu identidad, evita cualquier enfrentamiento directo..." Ugh, esto es absurdo...

    Enrrolló nuevamente el pergamino, escondiéndolo nuevamente en su vestimenta, y retomó su andar. La expresión en su rostro era de pura exasperación, y no pudo evitar que una sonrisa irónica se formará en sus labios.

    —Genial, infiltrarme en un reino, acercarme a un heredero lleno de secretos y robar información que podría provocar caos...suena justo como lo mío —murmuró con sarcasmo mientras el viento helado alzaba los mechones de su cabello blanco al aire.

    Este no era su estilo. Ella estaba acostumbrada a misiones rápidas, sangrientas y efectivas. Entrar, eliminar al objetivo y salir antes de que alguien notara lo que había sucedido, y si alguien lo notaba, lo eliminaba también. Pero esto de infiltrarse y actuar con sutileza no era más que un dolor de cabeza, pero sabía que no tenía opción.

    Mientras caminaba, sus pasos la llevaron por un sendero estrecho cubierto de nieve. Sin embargo, al continuar avanzando, se dió cuenta de algo inquietante: no tenía un plan claro, no sabía cómo proceder, ni siquiera sabía dónde se encontraba ahora mismo ese tal Ian Moonlight . Su objetivo era únicamente recolectar información, no podía involucrarse ni alterar el equilibrio político del reino.

    —¿Y ahora qué, Illyiv? —murmuró para si misma, su aliento escapando de sus labios en pequeñas nubes blancas. Se detuvo para mirar a su alrededor. Las luces de algunas cabañas cercanas brillaban en la distancia, pero no le ofrecían ninguna pista.

    El castillo se alzaba ante ella, pero no podía simplemente golpear la puerta y pedir hablar con él. Y la idea de entrar en un lugar lleno de guardias, y quizás magia, sin un plan sólido, no era precisamente alentadora. Por ahora, se limitaría a buscar un lugar donde quedarse en la aldea; mientras trataba de decidir cuál sería su próximo movimiento. Solo podía confiar en su instinto y en la capacidad de improvisar que siempre la había sacado adelante. Pero incluso mientras trazaba posibles estrategias, no podía evitar una sensación molesta en el fondo de su mente: está misión sería todo menos sencilla.
    #DuoRol La nieve se hundía bajo los pasos ligeros de Illyiv, cada movimiento suyo estaba acompañado por el susurro del viento que batía suavemente las ramas de los árboles. La noche en el Reino Fae era una obra de arte en sí misma, con un cielo repleto de estrellas y la nieve blanca cubriendo los senderos, como si la propia luna hubiera derramado su luz sobre la tierra. Mientras avanzaba, ajustó la capa oscura que cubría su vestido, un atuendo cuidadosamente elegido para mezclarse con los aldeanos. El vestido era de tonos apagados, con un color carbón que se fundía ligeramente con la penumbra, mientras que la capa negra le proporcionaba tanto calor como un toque de anonimato. La peliblanca hizo una pausa en el camino, apoyándose brevemente en un árbol ennegrecido por las sombras de la noche. Sus dedos alcanzaron el pergamino doblado que llevaba oculto en el interior de la manga de su vestido, desplegandolo con cuidado para repasar los detalles de la misión que la había hecho viajar hasta ese lugar. —"Obtener información..." —murmuraba mientras repasaba los detalles brevemente— "...el linaje de la luna... debilidades, alianzas del reino fae, su conexión con la oscuridad..." ¿Conexión con la oscuridad? Tsk... ¿Por qué a la organización le interesaría todo esto? —susurraba, hablando consigo misma mientras seguía leyendo el pergamino— "actúa con discreción, no reveles tu identidad, evita cualquier enfrentamiento directo..." Ugh, esto es absurdo... Enrrolló nuevamente el pergamino, escondiéndolo nuevamente en su vestimenta, y retomó su andar. La expresión en su rostro era de pura exasperación, y no pudo evitar que una sonrisa irónica se formará en sus labios. —Genial, infiltrarme en un reino, acercarme a un heredero lleno de secretos y robar información que podría provocar caos...suena justo como lo mío —murmuró con sarcasmo mientras el viento helado alzaba los mechones de su cabello blanco al aire. Este no era su estilo. Ella estaba acostumbrada a misiones rápidas, sangrientas y efectivas. Entrar, eliminar al objetivo y salir antes de que alguien notara lo que había sucedido, y si alguien lo notaba, lo eliminaba también. Pero esto de infiltrarse y actuar con sutileza no era más que un dolor de cabeza, pero sabía que no tenía opción. Mientras caminaba, sus pasos la llevaron por un sendero estrecho cubierto de nieve. Sin embargo, al continuar avanzando, se dió cuenta de algo inquietante: no tenía un plan claro, no sabía cómo proceder, ni siquiera sabía dónde se encontraba ahora mismo ese tal [Ian_Moon]. Su objetivo era únicamente recolectar información, no podía involucrarse ni alterar el equilibrio político del reino. —¿Y ahora qué, Illyiv? —murmuró para si misma, su aliento escapando de sus labios en pequeñas nubes blancas. Se detuvo para mirar a su alrededor. Las luces de algunas cabañas cercanas brillaban en la distancia, pero no le ofrecían ninguna pista. El castillo se alzaba ante ella, pero no podía simplemente golpear la puerta y pedir hablar con él. Y la idea de entrar en un lugar lleno de guardias, y quizás magia, sin un plan sólido, no era precisamente alentadora. Por ahora, se limitaría a buscar un lugar donde quedarse en la aldea; mientras trataba de decidir cuál sería su próximo movimiento. Solo podía confiar en su instinto y en la capacidad de improvisar que siempre la había sacado adelante. Pero incluso mientras trazaba posibles estrategias, no podía evitar una sensación molesta en el fondo de su mente: está misión sería todo menos sencilla.
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  • **En una bodega abandonada en las afueras de la ciudad...**

    Los rusos estaban reunidos, fumando y bebiendo, seguros de que el trabajo ya estaba hecho. Se reían entre ellos, recordando cómo habían dejado a ese viejo inválido en el suelo, sin posibilidad de devolver el golpe.

    Pero entonces, la puerta de la bodega se abrió con un chirrido metálico.

    Takeru entró.

    No llevaba su usual saco. Solo una camisa negra arremangada y sus pantalones de vestir. Sus pasos resonaron en el suelo de concreto. En su rostro, ninguna emoción. No rabia, no odio… solo una certeza fría e inquebrantable.

    —¿Qué carajo…? —Uno de los rusos se puso de pie, sorprendido.

    Takeru no respondió. No necesitaba hacerlo.

    Antes de que pudieran reaccionar, él ya estaba encima del primero. Un derechazo a la mandíbula lo mandó al suelo de inmediato, sin darle tiempo de levantarse.

    El segundo intentó desenfundar un arma, pero la mano de Takeru la atrapó antes de que pudiera apuntar. Un giro rápido, y el crujido del hueso resonó en la bodega. El ruso gritó, cayendo de rodillas.

    —¡Mierda, dispárenle! —gritó otro, pero fue demasiado tarde.

    Takeru ya estaba sobre él. Lo desarmó con un movimiento brutal, hundiendo su puño en su estómago. El hombre se desplomó, vomitando bilis.

    El último, el líder, intentó correr. Pero Takeru lo alcanzó con calma. Lo tomó por el cuello de la chaqueta y lo estrelló contra la pared.

    —¿Pensaste que me iba a quedar quieto después de lo que hicieron? —susurró, su voz baja y cortante como una cuchilla.

    El ruso intentó balbucear algo, pero Takeru no lo dejó. Su puño impactó contra su rostro, una, dos, tres veces. Cada golpe tenía el peso de su humillación, de su dolor, de la advertencia de que nadie lo volvería a tratar como un hombre acabado.

    Cuando lo soltó, el ruso cayó al suelo, jadeando, su cara irreconocible.

    Takeru miró a los hombres en el suelo, retorciéndose en dolor. No los mató. No lo necesitaba. Su mensaje estaba claro.

    Se acomodó la camisa y salió de la bodega sin mirar atrás.
    **En una bodega abandonada en las afueras de la ciudad...** Los rusos estaban reunidos, fumando y bebiendo, seguros de que el trabajo ya estaba hecho. Se reían entre ellos, recordando cómo habían dejado a ese viejo inválido en el suelo, sin posibilidad de devolver el golpe. Pero entonces, la puerta de la bodega se abrió con un chirrido metálico. Takeru entró. No llevaba su usual saco. Solo una camisa negra arremangada y sus pantalones de vestir. Sus pasos resonaron en el suelo de concreto. En su rostro, ninguna emoción. No rabia, no odio… solo una certeza fría e inquebrantable. —¿Qué carajo…? —Uno de los rusos se puso de pie, sorprendido. Takeru no respondió. No necesitaba hacerlo. Antes de que pudieran reaccionar, él ya estaba encima del primero. Un derechazo a la mandíbula lo mandó al suelo de inmediato, sin darle tiempo de levantarse. El segundo intentó desenfundar un arma, pero la mano de Takeru la atrapó antes de que pudiera apuntar. Un giro rápido, y el crujido del hueso resonó en la bodega. El ruso gritó, cayendo de rodillas. —¡Mierda, dispárenle! —gritó otro, pero fue demasiado tarde. Takeru ya estaba sobre él. Lo desarmó con un movimiento brutal, hundiendo su puño en su estómago. El hombre se desplomó, vomitando bilis. El último, el líder, intentó correr. Pero Takeru lo alcanzó con calma. Lo tomó por el cuello de la chaqueta y lo estrelló contra la pared. —¿Pensaste que me iba a quedar quieto después de lo que hicieron? —susurró, su voz baja y cortante como una cuchilla. El ruso intentó balbucear algo, pero Takeru no lo dejó. Su puño impactó contra su rostro, una, dos, tres veces. Cada golpe tenía el peso de su humillación, de su dolor, de la advertencia de que nadie lo volvería a tratar como un hombre acabado. Cuando lo soltó, el ruso cayó al suelo, jadeando, su cara irreconocible. Takeru miró a los hombres en el suelo, retorciéndose en dolor. No los mató. No lo necesitaba. Su mensaje estaba claro. Se acomodó la camisa y salió de la bodega sin mirar atrás.
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